CIUDADANOS IDIOTIZADOS
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CIUDADANOS IDIOTIZADOS
CIUDADANOS IDIOTIZADOS Comienzo por parafrasear la carta reciente de un lector al periódico Reforma. Una carta dura, honesta, preocupada, cuyo contenido enlista lo que tiende a ocupar las primeras planas, cualquier día, y constituye un diagnóstico de lo mucho que nos aqueja. Un multimillonario líder petrolero que viaja a Las Vegas, es dueño de un lujoso departamento en Cancún, y pasea en yate con costoso reloj. Un "presidente legítimo" que habla siempre de transparencia pero puso candados a la información de los gastos efectuados en la faraónica obra del segundo piso del Periférico. Un senador que dice que los líos de los líderes petroleros sólo le competen a los sindicalizados de Pemex. Un gobernador que le mienta la madre a quienes no piensan como él, mientras dona dinero del erario en callada complicidad con un cardenal. Unos gobernadores del PRI que condicionan su apoyo a cualquier reforma energética a cambio de su propia tajada de recursos y contratos petroleros. La carta concluye con una declaración de coraje, con un sentimiento de vergüenza, con la confirmación de que como México "no hay dos". Y revela la desilusión de tantos ante la recesión democrática; ante una transición que ha resultado ser un fenómeno epidérmico; ante un cambio celebrado por la alternancia electoral pero manchado por las múltiples formas de mal gobierno. p~licías abusivos y oligarquías rentistas y burocracias indiferentes Y Jueces corruptos y élites venales que desdeñan el Estado de Derecho Y ~o dí 1 ,. nas de los penole rinden cuentas a nadie. Todos los as, as pag¡ . 1 abuso Otro eJemp o d dicos están repletas de notas detallan o otro . I 300 DENISE DRESSER de corrupción compartida. Otra muestra de extracción a costa de los ciudadanos. Otro indicador de lo que el politólogo Larry Diamond llama -en un artículo en ForeignAifoirs- la persistencia del "Estado depredador". Ese Estado mexicano, donde la corrupción y el abuso no son una aberración sino una condición natural. Donde el conflicto de interés no es la excepción sino la regla. Donde desde hace cientos de años, la propensión de las élites gobernantes ha sido monopolizar el poder en vez de restringido. Donde la clase política usa su influencia para extraer rentas de la economía en lugar de promover leyes transparentes, instituciones fuertes, mercados funcionales. El resultado es un Estado depredador. Un Estado cleptocrático que instrumenta políticas públicas in eficientes, expolia a sus ciudadanos y usa los recursos públicos para su propia glorificación o consumo. Un Estado cínico y oportunista en el cual las personas comunes y corrientes no son percibidas como ciudadanos sino como clientelas. El objetivo del gobierno no es garantizar bienes públicos -como caminos, hospitales, escuelas- sino producir bienes privados para los funcionarios y sus amigos y sus familias. Para los allegados de Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps y el" iño Verde" y Emilio González Márquez y tantos más. En un sistema así, casi todos se sienten como el autor de la carta a la cual aludí al inicio de este capítulo: impotentes, explotados, insatisfechos, enojados. y, ¿cómo no? El Estado depredador ha producido una sociedad depredadora. Un país que empuja a su población a la informalidad y a doblar las reglas. Un país en el cual las grandes fortunas no son producto de la actividad productiva sino de la manipulación política. Aquí en la República mafiosa los políticos convierten las elecciones en juegos suma cero donde nadie puede darse el lujo de perder. Los líderes sindicales convierten a sus agremiados en clientes dependientes de los favores que les otorgan. Los funcionarios de Pemex parecen más preocupados por el dinero que pueden recolectar que por el bien público de los contratos que autorizan. Aquí en la República rentista, con demasiada frecuencia los policías no persiguen a los criminales, los regulador s no regulan, lo jueces no aplican la ley, los agentes aduanales no inspeccionan, los empresarios no compiten, Lo que podemos hacer 301 los acreedores no pagan, los contribuyentes no contribuyen, los automovilistas no se paran en los semáforos. Toda transacción es manipulada y manipulable. Aquí en la República desilusionada, hay una ausencia doble: falta buen gobierno y falta buena sociedad. Faltan "comunidades cívicas" en donde los ciudadanos confien unos en otros, obedezcan la ley, sigan las reglas y promuevan el bien público -porque saben que alguna autoridad los sancionará si no lo hacen. Aquí en la República deteriorada, las instituciones no generan la participación popular porque el sistema político-económico es tan elitista, tan corrupto, tan poco sensible a su población. Y por ello produce ciudadanos pero sólo de nombre que no cuentan con canales eficaces de participación e influencia, más allá de su voto. Pueden tachar una boleta electoral pero no pueden remover a un gobernador corrupto. Pueden llevar a un político al poder pero no incidir en cómo lo ejerce. En México hay competencia, pero ocurre entre partidos corrompidos y clientelares. En México hay gobiernos electos pero poco representativos. En México hay ciudadanos pero muchos no saben cómo serlo cabalmente. Los buenos gobiernos se construyen con base en buenos ciudadanos y ha llegado la hora de seda. Porque cada seis años, México busca un Cid Campeador. Cada seis años, México busca un político capaz de redimir al país y rescatado. Los mexicanos gritan una y otra vez: "No nos falles" y se sorprenden cuando eso ocurre. Por eso ha llegado el momento de reconocer que no hay salvadores. Que no hay redentores. Sólo hay ciudadanos con una obligacion compartida: decirnos a nosotros mismos que México cambia pero muy lentamente debido la complicidad de sus habitantes. El ciudadano favorito de las autoridades es el idiota, o sea, quien anuncia con fatuidad "yo no me meto en la política". Así describe Fernando Savater a los desatendidos, a los que dejan las decisiones primordiales del país en manos de otros, a los que 'reclaman beneficios y protecciones por parte del Estado -incluyendo espectáculos y diversiónpero no participan o exigen eficacia. Y el Estado mexicano, sólo parcialmente democráctico, vive f liz atendiendo las necesidades de tanto mexicanos a quienes trata como "clientes" o "súbditos"en vez de iudadanos. A 302 DENISE DRESSER quienes mediante segundos pisos y dádivas diarias y piscinas instal~das sobre el Paseo de la Reforma vuelven a los mexicanos adictos al populismo. ,. Adictos a pensar que el mejor político es el que más obra pohtlc~ ~onstruye, :1 que más sacos de cemento regala, el que más subsidios garannza, el que mejores promesas hace. Adictos a la simplificación de la complejidad mediante la cual un partido ofrece vales para medicinas, la eliminación de la tenencia unos días antes del proceso electoral, el dinero en efectivo entregado de camino a la urna, la disminución del IVA, los subsidios a la gasolina. Desde la fundación del PRI, el populismo siempre nos ha acompañado y hoy en día sigue en boga. ' No es dificil entender por qué la clase política mexicana re~urre al populismo como instrumento para gobernar. El popuhs~o hace que todo sea tan simple, tan claro, "haiga sido como halga. sido". Divide al mundo en "fanáticos" o "gente decente que trabaja y lleva a sus hijos a la escuela". Clasifica a los mexicanos en los puros y los que generan "asquito". Separa a México en el "pue bl o b u:no ""1 y a ma fila que se ha adueñado del país". Algo ta~ complejo como la crisis post electoral del 2006 se atribuye al odio y al rencor generado por López Obrador. Algo tan complicado ,co~o las r~zones detrás de nuestro crónico subdesempeño econorruco se atnbuye a "el pillaje neoliberal". Cada bando busca organizar sus odios, generar sus propios adictos, dividir conforme a sus principios impolutos. Peor aún, el populismo absuelve a los ciudad~nos de la:-esponsabilidad para encarar los problemas del país. Como senala Savater en su Diccionario del ciudadano sin miedo a sab~r, el vicio .d:l populismo va acompañado del vicio del paternahsn:o, El VICIOde los gobiernos y las autoridades públicas de empenars: en salvar a los ciudadanos del peligro que representan para sí mI~n:os, Los políticos mexicanos de todas las estirpes se ofrecen solícitamente para dispensar a los ciudadanos de la pesada carga ?e su auto~omía. Su lema es: "Yo te guiaré: confia en mí y te.dare lo que quieres." Un desfile multimillonario para festejar el BIcentenario: allí está. Una pista de hielo en el Zócalo: allí viene. Pe?~ ~e .muerte para los secuestradores, el Partido Verde apoya la irucrativa, Un hombre con pantalones capaz de imponer cam- Lo que podemos hacer 303 bios aunque sea de forma autoritaria: alli está Carlos Salinas, ?tra vez. Una popular actriz de telenovelas: aparece al lado de Ennque Peña ieto en cada spot que paga. México carga con uno de los . d e 1as d emocra cias: mayores peligros 1 . una casta . de "especialistas en mandar" que se convierten en eternos c~n~datos '.En cada elección asistimos -y contribuimos- al reciclaje de pillos. . Y el problema es que alcanzan esa posición g:a~ias a la fl~Jer.a o al desinterés del resto de los ciudadanos, que dimiten del eJercIcio continuo de vigilancia y supervisión que les corresponde. La clase política mexicana se aprovecha de la persistencia d: personas que -frenadas por falta de interés o falt~ de op~rturudad-. no participan en las responsabilidades de la ciudadania y se resignan a vidas determinadas por otros. Los idiotas mandan porque otros idiotas los eligen. Los idiotas mandan porque los ciudadano: abdican de su ciudadanía y se refugian en la apatía y en el anommato. Los idiotas mandan porque logran erigirse en una especie de diosecillos que siempre tienen la razón-dado ,que los apoya el pueblo y el pueblo nunca se equivoca. El populismo ya sea de derech~, o de izquierda sobrevive porque no hemos alcanzad~ la. educación que premie la disidencia individual sobre la unanimidad colectiva. Que recompense el mérito en lugar del compadrazgo. Que nutra nuestra capacidad de luchar contra lo peor para que venga lo mejor. Que construya ciudadanos autónomos, lib:es, de carn.e y hueso. Que institucionalice la desconfianza en los líderes y la VIgilancia sobre ellos por diferentes medios. . Según un estudio reciente del encuestador Alejandro Moreno, 66 por ciento de los mexicanos piensa q~e "person~s c~mo yo no tenemos influencia sobre lo que el gobIerno hace . ~I eso no cambia , México seguirá siendo un lugar idóneo para qUIenes . , quieren mantener a sus habitantes en una permanente mmoriade edad, ajenos a la política y residentes permanent~s .dellugar mental donde faltan la resolución y el valor para participar en el espacio público. Y seguirá siendo un país goberna~o por prot~ ~o\ pulistas -ya sea de izquierda o de derecha- y CIUdadanos idiotizados que los celebran. 304 DENISE PATRIOTISMO DRESSER MALENTENDIDO Ciudadanos idiotizados desde la Independencia. Desde la Revol~ción. 1810. 1910. 2010. Doscientos años de héroes falsos y men~as propagadas y dictaduras perfectas y democracias que están leJOSde serlo. Doscientos años de aspirar a la modernidad sin poder alcanzarla a plenitud y para todos. Siete décadas de justificar el Estado paternalista y el predominio del PRl, la e tabilidad corporativa y el país de privilegios que creó. Buen momento, entonces, para examinar la herencia, los mitos compartidos, las ficciones fundacionales, el bagaje con el cual cargamos. Gran oportunidad para emprender un proceso de instrospección crítica sobre nuestra identidad nacional, para cobrar conciencia de lo que hemos hecho consistentemente mal. Para entender por qué no hemos construido un país más libre, más próspero, más justo durante los últimos dos siglos. . Abundan las explicaciones. La Conquista, la Colonia, la ausenCIade una tradición liberal, el Porfiriato, la vecindad con Estados Unidos, la desigualdad recalcitrante, el nacionalismo revolucionario, los ciclos históricos marcados por proclamas, seguidas de alzamientos y la instauración de líderes autoritarios que prometen salvar al país del caos y de sí mismo. Muchos piensan que México no avanza por su pasado fracturado, por su historia insuperada, por sus creencias ancestrales, por sus costumbres anti democráticas. Muchos esgrimen el argumento cultural como explicación del atraso nacional. "Es un problema mental", afirman unos. "Es una cuestión de valores", insisten otros. "Es un asunto de cultura" , su. gieren unos. "Así somos los mexicanos", proclaman unos. Según esta visión cada vez más compartida, el subdesarrollo de México es producto de hábitos mentales premodernos, códigos culturales atávicos, formas de pensar y de actuar que condenan al país al estancamiento irrevocable. Es cierto que muchos mexicanos creen apa ionadamente en los componentes centrales del "nacionalismo revolucionario". Es cierto que muchos mexicanos han internalizado las ideas muertas del pasado, y por ello les resulta dificil forjar el futuro. Es cierto Lo que podemos hacer 305 que muchos mexicano han sucumbido al romance con 1~ supuesta excepcionalidad histórica de México, y por ello se resisten a apoyar medidas instrumentadas con éxito en otro. países; ~quí, los hábitos iliberales del corazón son como un tatuaje. Aquí, Ideas como el Estado de Derecho, la separación de poderes, la tolerancia, la protección de las libertades básica de expre ión, asamblea, religión y propiedad, no forman parte del andamiaje cultural post revolucionario. y por ello tenemos elecciones competitivas que producen gobiernos ineficientes, corruptos, solipsi tas, irresponsables subordinados a los poderes fácticos, e incapaces de entender o promover el interés público. En términos políticos, México es una democracia electoral; culturalmente sigue siendo un país iliberal. Ahora bien, la cultura heredada, promovida, aprendida por los mexicanos a partir de la Revolución es una invención interesada, un cálculo deliberado; es aquello que los políticos y los ideólogos del régimen decidieron enseñarnos en la es~uela pú~lic~. Las costumbres iliberales y las creencias reaccionan as que dibujan el mapa mental de tantos mexicanos fueron colocadas allí porque eran útiles. El poder político de México vivió -y vive aún- de alimentadas. La cultura política del país ha servido para apuntalar ese artificio contractual que es el corporativismo post revolucionario y el "capitalismo de cuates" que engendró. Parajustificar la permanente redistribución de la riqueza en favor de los grupos beneficiarios del statu quo que este acuerdo ha entrañado. Para legitimar las prácticas de rentismo acendrado que este pacto ha perpetuado. Para justificar la apabullante concentración de la riqu~za qu: este modelo ha permitido. Para legitimar la economía ohgopolizada que este arreglo ha producido. Ésas son las raíces de tantas mentiras piadosas que la clase política elaboró y sigue diseminando; ésas son las razones detrás de códigos culturales que las élites han usado para controlar a la población. El problema del país es cultural pero también estructural; abarca valores e intereses. A México le hace falta ir al psiquiatra para resolver un problema mental, y a la vez necesita ombatir una estructura de privilegios que ni la Independencia ni la Revolución lograron encarar. Al país le urgen nuevas ideas que trasciendan el patriotismo ~al .entendido, porque como lo escribió SamuelJohnson: "El patriotísmo es el último refugio de un bribón". Pero en México suele ser el primer lugar en el cual muchos actores prominentes buscan r~sguardo. Buscan refugio. Buscan protección. Llaman a la sociedad a cerrar filas detrás de institituciones o causas del Estado cuyo desempeño ha generado cuestionamientos crecientes como las guarderías subrogadas del IMSS, el Ejército, O la guerra 'contra el narcotráfico librada por Felipe Calderón. Para muchos rnexica, ~os,.ser patriota entraña "hablar bien de México". Ser patriota sIgmfica ser porrista incondicional, en todo momento y en todo lugar. Ser.patriota implica envolverse en la bandera nacional, aunque debajo de ella ocurra 10 indefendible. Pero el tipo de patriotismo enarbolado por los defensores de la s~tuación actual es un impulso contraproducente y peligroso. ConstItuye un ~lamado a la conformidad en un país que ya no puede dar~e el ~uJode permanecer tal y como está. Constituye un llamado a!,silenCIOque ofusca y tapa aquello que debería ser la preocupacI~n de t~dos los que se ocupan de vivir en México. La injusticia, la impunida.l y la incompetencia institucional pueden continuar cuando las personas dejan de hablar. Cuando dejan de disentir. Cuando quienes revelan 10 que para tantos es evidente -el incendio en la Guardería ABC fue producto de omisiones que involucran a los altos mandos del IMSS, yel Ejército lamentablemente incurre en violaciones recurrentes a los derechos humanos- son catalo?,ados como "tontos útiles". Cuando se vuelven objeto del ostraCIsmo o la condena, por haberse atrevido a llamar a las cosas por su nombre y asignar responsabilidades que en una democracia funcional, nadie hubiera osado rehuir. En México, los que disienten se vuelven objeto de burla, de sorna, de de~c~fi:ación. El aparato del Estado se encarga de pintarlos como mdiVIduos protagónicos con una agenda propia que corre en contra del bienestar de la colectividad. Los conformistas emergen entonces como héroes verdaderos que defienden la reputación ~el IMS , el honor del Ejército, la valentía del presidente, la ley, los mtereses de la sociedad. Pero en un sentido importante, 10 contrario se acerca más a la verdad. Como lo argumenta el cé- lebre académico constitucionalista Cass Sunstein en Wf!)I oocieues Need Dissent quienes disienten suelen beneficiar a los demás, mien, . a SIrrusmos ,. tras los conformistas se bene fiician y a su grupo . Tal y como la Suprema Corte benefició a la élite políti.ca al negar un precedente de responsabilidad ante errores cometId~s en el caso de la Guardería ABC, o al negar que el Ejército hubiera matado a los niños Bryan y Martín en fuego cruzado. Y mientras tanto, quienes disienten corren el riesgo de perder su trabajo, enfrentar el ostracismo , ser vistos como traidores a su clase o al consenso . que la ha permitido a los altos funcionarios del Estado mexicano operar en la más absoluta impun~dad. , . , Si a quienes disienten se les diera la razon, alguien .tendría q~e renunciar, alguien tendría que ser enjuiciado, alguien tendna que asumir los costos. Alguien tendría que pagar las consecu:ncias por los 49 niños de la Guardería ABC o por los dos pequenos que murieron en la carretera debido al fuego cruzado o por los estudiantes asesinados en la balacera afuera del Tec de Monterrey, cuyo caso aún no ha sido cabalmente e~plicado. Per~ ~aconformidad "patriótica" sustenta una ortodoxia d~ protecc~~n que hace imposible mejorar a México. Impide que información relevante sea tomada en cuenta, como el hecho de queJuan Molinar renovó el contrato de subrogación de la Guardería ABC, pese al reporte que denunciaba serias fallas de seguridad. Impide que la Suprema Corte reconozca errores o que el Ejército los evite. En México el disenso necesario incomoda; es visto como peligroso, desestabilizador, anti patriótico. Produce tensión entre los jueces, miedo en la burocracia, ansiedad en la cabeza de la clase política. La conformidad en la Suprem~ Co~te o en la Secret~ría de Gobernación suele ser mucho mas redituable que la acntud contraria. Conlleva ascensos y aceptación, longevidad y muy buena remuneración. Resulta bastante más lucrativo aceptar la encomienda del Ejecutivo que cuestionarla. Resulta menos políticamente condenable "defender a las instituciones" que reconocer cuando fallan. Pero el patriotismo mal entendido -tan popular en estos tiempos-lleva a la aceptación de hechos que son moralmente inaceptables. Conduce a la resignación ante eventos donde la injusticia es obvia. Produce, paradójicamente, el descrédito
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