Novos olhares sobre a imigração ibérica em América Latina
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Novos olhares sobre a imigração ibérica em América Latina
Novos olhares sobre a imigração ibérica em América Latina (séculos XIX e XX) 2 Volume 2 Érica Sarmiento e Ruy Farías (orgs.) 3 4 Novos olhares sobre a imigração ibérica em América Latina (séculos XIX e XX) Volume 2 Érica Sarmiento e Ruy Farías (orgs.) Editora UNIVERSO 2013 5 Capa: Carlos Engemann Diagramação: Carlos Engemann Imagens da Capa: Montagem feita sobre foto “Chegada dos Imigrantes” sem referência - obtida no site: http://historiadesaopaulo.wordpress.com/imigracao/ IMPORTANTE! Os textos que compõem esta coletânea são de inteira responsabilidade de seus respectivos autores. Ficha catalográfica elaborada pela Biblioteca Universo - Campus Niterói N945 Novos olhares sobre a imigração ibérica em América Latina (séculos XIX e XX) organizado por Érica Sarmiento e Ruy Farías. - Niterói, RJ : Universo, 2011. 2v. Vários colaboradores. ISBN 978-8587879-10-3 II Congresso Internacional sobre Ciência, Tecnologia e Humanidades - Chile, 2010. 1. América Latina - Migração - História. 2. Portugal Migração - Política governamental - História. 3. Espanha Migração - Política governamental - História. 4. Imigrantes América Latina - História. I. Sarmiento, Érica. II. Farías, Ruy. III. Título. CDD 980 Bibliotecária: Ana Marta Toledo Piza Viana CRB 7/2224 6 Sumário Vino viejo en odres nuevos. Las migraciones entre la Península Ibérica y América Latina Érica Sarmiento e Ruy Farías 3 El asociacionismo microterritorial gallego en Buenos Aires: dinámica y evolución a partir de un estudio de caso Nadia Andrea De Cristóforis 31 El caso de los españoles y portugueses en América Latina Dolores Martin Rodríguez 57 Os logradouros dos imigrantes galegos no paraíso tropical: as cadeias migratorias e as redes de solidariedade no Rio de Janeiro Erica Sarmiento 80 La inmigración zamorana a la Argentina en base a fuentes nominativas Marcela Susana Lippi 121 Al sur del Riachuelo. Un análisis de la presencia e integración laboral gallega en el Conurbano bonaerense a partir de una fuente nominativa (1939-1960) Ruy Farías 145 Sobre silêncios e (in)visibilidades:O pequeno comércio português em um recorte de gênero Lená Medeiros de Menezes 7 170 Rumo à América Meridional: os açorianos na formação do Rio Grande do Sul e do Uruguai (séculos XVII a XX) Vera Lúcia Maciel Barroso 188 Rafael Bordallo Pinheiro: presença portuguesa na imprensa satírica do Rio de Janeiro (18751879) Ana Rebello Magalhães 210 Causas y factores posibilitadores del proceso migratorio en el discurso de los emigrantes: los gallegos en Cuba en la primera mitad del siglo XX José Antonio Vidal Rodríguez 234 Representaciones cinematográficas de las migraciones españolas en la Argentina: imaginando el retorno Susana Schmidt 263 2 Vino viejo en odres nuevos. Las migraciones entre la Península Ibérica y América Latina 3 Vino viejo en odres nuevos. Las migraciones entre la Península Ibérica y América Latina Érica Sarmiento1 Ruy Farías2 Entre el 30 de octubre y 1 de noviembre de 2010 se celebró, en Santiago de Chile, y en el marco del II Congreso Internacional Ciencias, Tecnologías y Humanidades, Diálogo entre las disciplinas del conocimiento. Mirando al futuro de América Latina y el Caribe, el simposio “Nuevos rumbos en los estudios migratorios: El caso de los españoles y portugueses en América Latina”. El objeto de aquella reunión, de la que participaron 23 científicos sociales de Argentina, Brasil, Chile, España y México, era abordar y debatir las migraciones españolas y portuguesas en el continente americano. El mismo se cumplió ampliamente, por lo que el primer agradecimiento es para los colegas y amigos que en su día aceptaron la invitación a participar de aquellas tres largas e intensas jornadas, en las que (nos alegra sinceramente poder decirlo) reinó el interés general por las ponencias y la discusión constructiva sobre ellas. Hoy, gracias al apoyo de la Universidade Salgado de Oliveira (Niterói, RS, Brasil), que tempranamente manifestó su interés por estos trabajos, hemos 1 Doctora en Historia. Programa de Pós Graduação em Históriamestrado- Universidade Salgado de Oliveira/ Laboratório de Estudos de Imigração (LABIMI)-Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ). [email protected] . 2 Doctor en Historia. Universidad Nacional de General Sarmiento / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Museo de la Emigración Gallega en la Argentina. [email protected] 4 podido reunir y sacar a la luz la mayoría de los que, hace casi tres años, nos reunieron en Chile. 3 A lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX, habitantes de distintas regiones de Portugal, españoles de Galicia, del País Vasco, de Zamora, etc., atravesaron en gran número (muchas veces en ambos sentidos) el océano que media entre sus respectivas tierras y el continente americano. La mayoría lo hizo por su propia voluntad, pero también hubo muchos que llegaron como parte de los diferentes exilios a los que dieron lugar las cambiantes circunstancias políticas de España. En las últimas décadas, los estudios sobre las migraciones ultramarinas desde la Península Ibérica han experimentado sustanciales avances, que encarnan en una serie de importantes mutaciones en los enfoques de investigación, las temáticas desarrolladas y las fuentes utilizadas. La primera de ellas tiene que ver con las variaciones que se han venido produciendo en los marcos espaciales y temporales de análisis. Por un lado, la mirada respecto de la sociedad de partida experimentó (sobre todo a la hora de buscar explicaciones al fenómeno migratorio) un progresivo abandono del tradicional ámbito nacional (estatal), para centrarse más en la escala regional y microrregional. Así, dentro del vasto fenómeno migratorio masivo de las dos últimas centurias, los portugueses de los distritos de Guarda, 3 Por diversas circunstancias no ha sido posible incorporar también los trabajos de los colegas Ana Karina Morales Fuentealba (Universidad de Santiago de Chile), Martín Pérez Acevedo (Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Morelia), Andrés Suárez González (Universidad de Santiago de Chile / Centro Gallego de Valparaíso) y Regina Weber (Universidade Federal do Rio Grande do Sul), a quienes igualmente deseamos agradecer su entusiasta y valiosa participación en el simposio. 5 Tras-os-Montes o de la región de Algarve, quienes se asentaron en las zonas rurales o semirurales al norte y al oeste de la ciudad de Buenos Aires, los gallegos en Rio de Janeiro, la capital argentina o en su periferia industrial de Avellaneda, los vascos en La Habana y otras poblaciones cubanas, los andaluces en São Paulo, y los zamoranos en distintos puntos de la dilatada geografía bonaerense se constituyeron -entre múltiples ejemplos posibles- en otros tantos casos dotados de singularidad y características propias. De tal modo, el estudio de las variaciones regionales o provinciales (e incluso aquellas de realidades casi imperceptibles como las parroquias y aldeas) demuestra una maduración de los estudios migratorios, que avanzan hacia una mayor comprensión y conocimiento de la realidad de origen y recepción de los migrantes, y de las relaciones que se establecen entre ambos universos. Por otro lado, se produjo una importante ampliación de los marcos temporales de estudio, que tendieron a ensancharse por encima y por debajo del clásico período de la emigración masiva (1880 a 1930), incorporándose así el estudio del período tardocolonial, donde muchas veces se halla el origen de las redes sociales, cadenas migratorias y núcleos emisores de la etapa masiva, y el posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando el continente vivió una última oleada migratoria ibérica, antes de ser reemplazado por Europa Occidental como destino más importante. En segundo lugar, se verificó un notable incremento de las temáticas abordadas. Sin ánimo de ser exhaustivos, debe recordarse, por ejemplo, el hecho de que los estudios de género ganaran el espacio que por derecho les correspondía, dada la evidencia de una problemática propiamente femenina y el reconocimiento de su rol específico, que excede el de mero apéndice o efecto colateral de la migración masculina. 6 Asimismo, el análisis de las políticas públicas sobre migraciones (tanto las de los países emisores como de los receptores) se ha enriquecido a partir de la constatación de las notables diferencias entre las primeras y las prácticas efectivamente desarrolladas. Por su parte, los imaginarios y las representaciones constituyen cada vez más un espacio tomado en consideración por los investigadores sociales, mientras las diferentes miradas (cambiantes, pero a la vez duraderas) que los países receptores se formaron respecto de los inmigrantes, se combinan con las que estos articularon a propósito de sí mismos y de quienes los rodeaban, en un juego especular que avanza mucho más allá que la simple constatación de la existencia de escalas de consideración y formas explícitas o solapadas de racismo y xenofobia. En cuanto a la integración de los migrantes, se ha hecho un uso abundante de los indicadores que Milton M. Gordon (1964) llamó de asimilación estructural informal (patrones de asentamiento, conducta matrimonial y participación en asociaciones voluntarias), los cuales han mostrado formas de integración que revelan sociedades mucho más complejas de las que tradicionalmente han querido ver las historiografías americanas. Por último, el exilio (particularmente el republicano español contemporáneo y posterior a la guerra civil iniciada en 1936) constituye un campo cada vez mejor cubierto, y tiende a superar la habitual fascinación por las élites intelectuales y políticas para privilegiar los abordajes desde el enfoque de la Historia Social, que incluye entres sus objetos de estudio a las personas comunes, sin trayectoria política, intelectual o artística destacada. En cuanto a las fuentes utilizadas, el pasaje desde los enfoques nacionales a los regionales y microhistóricos, la preeminencia de las perspectivas de la Historia Social y el 7 retorno del sujeto a la historiografía académica, han repercutido en una notable ampliación, valorización o revalorización de una amplia gama de fuentes, tanto de tipo cuantitativo como cualitativos, generadas tanto en la sociedad de partida como en la de acogida. Como muestran varios de los trabajos aquí reunidos, resultan susceptibles de utilización fuentes tales como las de hechos vitales (nacimiento, matrimonio y defunción), los libros parroquiales, registros de ausentes, notariales y de embarque, las planillas originales de los censos de población o económicos, los partes consulares, listas de desembarco, registros de la policía o de asociaciones políticas, mutualistas y culturales, los listados del personal de fábricas y comercios, la documentación generada por las mismas sociedades étnicas fundadas por los migrantes, los epistolarios, biografías, autobiografías o memorias de los emigrantes, sus fotografías y testimonios, la prensa nacional, local o étnica, etc. Aunque carente de divisiones rígidas, el presente volumen se ofrece al lector siguiendo un cierto orden en lo que podrían considerarse apartados temáticos. El primero de ellos es el de los trabajos que, de modo predominante, se focalizan en aspectos ligados a las políticas que, de un modo u otro, afectan (o al menos intentan hacerlo) el movimiento migratorio. Es el campo privilegiado de la acción del Estado, y dentro de él caben -lo veremos- temas tales como los acuerdos bilaterales, las medidas facilitadotas del retorno de los emigrantes o los intentos de regulación de los flujos. Así, el texto de Rosario Güenaga (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), que en buena medida se basa en informes diplomáticos de la Embajada española en Buenos Aires, analiza los problemas administrativos -pero cuyos fundamentos eran en el fondo ideológicos- que 8 afectaban a aquellos españoles que desearan emigrar a la Argentina en los años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial. Tras el final del conflicto, el Estado argentino comenzó a introducir condiciones especiales para reglamentar la “calidad” de los futuros inmigrantes. Se trata de los primeros esbozos de una política selectiva que se hará particularmente notoria después de 1930, y que en esta primera versión no sólo se articula en función de cuestiones ligadas a la aptitud física y moral para los que quisieran ser admitidos, sino también a otros aspectos económicos, sociales e ideológicos muy importantes. El intento de regulación, concluye la autora, se entrelaza con los problemas internos del país y, en el caso particular de los migrantes hispanos (que a lo largo de la segunda década del siglo XX habían presentado los saldos más numerosos entre los extranjeros arribados al país austral), con la presencia en el territorio argentino de numerosos españoles de ideología anarquista, con los que el gobierno de la Unión Cívica Radical mantenía serios conflictos. Durante la década de 1910, los sucesos de la Revolución mexicana afectaron de maneras diversas tanto a la población civil del país, como también a los extranjeros asentados en él. Entre los segundos que fueron objeto de daños por parte de los diversos grupos armados, los españoles fueron los que concentraron el mayor número de casos, debido a la desahogada condición económica de algunos de ellos, su cercanía con los esferas del poder durante el régimen del general Porfirio Díaz -y más tarde con el gobierno golpista del general Victoriano Huerta-, la injerencia en la política interior, etc. Como resume Martín Pérez Acevedo (Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo), esta suma de factores acabó por 9 catalogarlos como “enemigos de la revolución”. Su trabajo, centrado en las tareas de la Comisión Mixta Hispano Mexicana de Reclamaciones, demuestra que durante la contienda, la exposición de los daños sufridos por sus ciudadanos y la solicitud de indemnizaciones por parte de la representación diplomática española en el país, distó de mayores logros. Sin embargo, a finales de 1925, durante el gobierno de Plutarco Elías Calles, se formalizó la creación de la Comisión Mixta, que dio curso a las reclamaciones que la colonia española había presentado. A través de la documentación diplomática, Pérez Acevedo analiza las labores de aquel órgano bilateral, reconstruyendo los mecanismos implementados y la suerte de las negociaciones realizadas durante las décadas de 1920 y 1930, a fin de brindar una solución al expolio sufrido por los peninsulares residentes en el país azteca. Tras el crack de la bolsa neoyorquina en octubre de 1929, se abrió para las migraciones internacionales un período signado por la inversión y disminución de los flujos migratorios. La recesión económica de la década de 1930 acabó con las políticas de puertas abiertas de los países latinoamericanos, y marcó el comienzo de un período signado por las medidas restrictivas al movimiento de población. En un contexto de elevación de la tasa del desempleo, inestabilidad en los precios y salarios y, en general, de precarización del empleo, los Estados receptores de población inmigrante tendieron a restringir el ingreso de nuevos contingentes y a proteger sus mercados laborales. En ocasiones este cuadro contribuyó a la extensión entre los nativos de una percepción negativa respecto a los inmigrantes, que a veces conllevó un incremento de las actitudes xenófobas contra el extranjero. Aunque en el caso de los migrantes hispanos radicados en 10 México fueron muchos los que pudieron emprender el regreso gracias a las ayudas de repatriación sufragadas por el mismo Estado español, el episodio ha sido poco explorado por la Historiografía. El trabajo de Alicia Gil Lázaro (Universidad de Sevilla) apunta a llenar ese vacío, analizando las medidas que la IIª República Española adoptó, entre 1931 y 1936, en beneficio de aquellos de sus ciudadanos que deseaban retornar del país azteca a su tierra de origen. La autora explica cuáles son las causas del aumento de las repatriaciones por parte de España, describe los cambios legislativos en esta materia, la movilización de recursos que la misma comunidad inmigrante (donde destaca el papel de la Sociedad de Beneficencia Española) realizó para coadyuvar a dicho fin, y cuál fue el número y el perfil sociodemográfico de los beneficiados una política que, en conjunto, fue aprovechada por el 10 % de todos los españoles radicados en Ciudad de México. Para ello, Gil Lázaro se basa en los expedientes del Consulado General español, que incluyen peticiones de pasaje de retorno gratuito, cartas de recomendación, informes de cónsules y otros funcionarios, así como también una abundante correspondencia entre los directivos de las asociaciones asistencialistas de la comunidad, las instancias diplomáticas, el Ministerio de Estado y las compañías navieras. A finales de 1946, tras la interrupción de los flujos hispano hacia América Latina causada por el eslabonamiento entre la crisis económica ya comentada, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, la reactivación del tráfico marítimo, sumada a la demanda de mano de obra extranjera por parte de unas repúblicas hispanoamericanas en plena expansión, y la crítica situación económica en la que se encontraba España (afectada por las duras condiciones económicas de la posguerra, los efectos negativos de la 11 política autárquica del régimen franquista y la presencia de pertinentes sequías), propiciaron un aumento progresivo del número de salidas desde esta última hacia aquellas. Es el comienzo de la “última oleada” migratoria hispana hacia sus tradicionales destinos ultramarinos. Teniendo como marco el contexto descrito, María José Fernández Vicente (Universidad de Paris-Est) aborda la política que la España franquista desarrolló, entre las décadas de 1940 y 1970, en relación con las migraciones hacia América Latina. A partir de una estructuración cronológica, su trabajo nos muestra que, lejos de constituir una mera reposición y continuidad del marco jurídico de 1924, los principales ejes de dicha política presentan una especificidad propia (contradictoria, por su afán de controlar, seleccionar y planificar el flujo migratorio, con el espíritu “liberal” de aquel), definida por las características, evolución y estrategias de supervivencia del régimen, las políticas migratorias de los países de acogida (por lo general selectivas, controladoras y dirigistas en relación a los trabajadores extranjeros), y por la propia naturaleza y característica del flujo migratorio. De tal modo, concluye la autora, la política migratoria franquista fue la resultante de una mezcla de criterios socio-económicos, destinados a hacer de la emigración un mecanismo de regulación del mercado laboral y una fuente de entrada de divisas, y de criterios ideológicos basados en el mito de la Hispanidad, en virtud de los cuales la emigración a América Latina debía servir para potenciar en ella la presencia de España y de lo español. Como señalara hace algún tiempo Xosé Manoel Núñez Seixas (2010) en un balance sobre la producción historiográfica, el exilio republicano español es un campo cada vez mas cubierto por perspectivas y enfoques propios de la historia social y cultural. Gracias a ello, los nuevos trabajos 12 han aportado visiones no enfocadas únicamente en descripciones localistas o demasiado centradas en la producción artístico-cultural de élites y personalidades, cuando no en las habituales prosopografías heroicas. Por otra parte, continúa siendo relevante preguntarse por el impacto que los intelectuales y científicos españoles expatriados generaron en los países que los acogieron, lo que, a su vez, reafirma la importancia de la reconstrucción de sus trayectorias sociales, inserción socio-profesional y experiencia colectiva. En particular, el trabajo de Juan Maestre Alfonso (Universidad de Sevilla) vuelve sobre el tema de aquellos científicos sociales (historiadores, sociólogos, antropólogos, filósofos, juristas, etc.) que debieron abandonar España tras el desfavorable final de la Guerra Civil para la República, y su integración en diversos países latinoamericanos. En su escrito, el autor realiza una exposición de las trayectorias de algunos de sus más notables exponentes (José Ortega y Gasset, Luis Recasens Siches, Wenceslao Roces, Julio Luelmo, José Medina Echavarría, etc.), valorando su impacto en las sociedades de acogida (particularmente en la mexicana), y analizando las razones de la suerte -radicalmente distinta- que en su inserción en el mundo académico les cupo en aquellas y en la España tardo y postfranquista, donde muy pocos de ellos lograron reinsertarse en la universidad. Hasta hace pocos años, una de las rémoras más importantes a la hora de encontrar un denominador común de intereses entre la historiografía del exilio y los estudios migratorios de índole historiográfica, era la ausencia de preguntas acerca de la interrelación existente entre inmigrantes “económicos” y exiliados “políticos”, y de las mutaciones y continuidades entre las diversas culturas políticas republicanas en América. La colaboración de Silvina Inés Jensen 13 (Universidad Nacional del Sur / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) aborda ambas temáticas. Pocos meses después del final de la Guerra Civil Española, antiguos residentes catalanes en la Argentina y exiliados del mismo origen impulsaron la creación de una plataforma nacional capaz de aglutinar a todas las entidades y publicaciones catalanas del país austral. Su resultado fue el Consell de la Comunitat Catalana de la República Argentina, trabajoso proyecto de unidad, sometido en todo momento a tensiones y debates, conflictos y fracturas. La intención de la autora es, a partir de la exploración de la correspondencia política del político catalán Carles Pi i Sunyer (exiliado en Londres) con exiliados y emigrantes residentes en el país austral, analizar las heterogeneidades y conflictos del Consell. Una tarea que lleva a cabo atendiendo, por un lado, a identificar los sectores enfrentados dentro de la comunidad catalana en la Argentina y, por el otro, a ponderar en qué medida las disputas tuvieron que ver con el trazado de fronteras entre viejos residentes y recién llegados, entre independentistas y legalistas, entre comunistas y republicanos. Estudiar, en fin, cómo esas tensiones revelaban, desde modos disímiles de entender lo catalán, diferentes maneras de pensar a lo largo de la década de 1940 la relación entre Cataluña y el resto de los pueblos ibéricos, evaluaciones divergentes sobre el rol de los partidos políticos en el exilio, rivalidades personales y luchas por conseguir reconocimiento dentro de la sociedad receptora. Uno de los aspectos en los que el campo historiográfico sobre las migraciones muestra últimamente notables avances, es el que refiere al papel que los órganos de prensa étnica han jugado en la conformación y delimitación de los colectivos inmigrantes, de su identidad e imaginario 14 colectivo. Continuando con el caso de los catalanes en la Argentina, el trabajo de José César Villarruel (Universidad de Buenos Aires) analiza algunas de las características de dos publicaciones de dicha comunidad en el país austral: Ressorgiment y Catalunya. La primera de ellas (fundada en 1916) sobresalió por su prédica favorable al independentismo y la autodeterminación de los catalanes de América, y por la defensa de su identidad lingüística. En el contexto de la Guerra Civil Española, se esforzará en la ayuda humanitaria destinada a las víctimas catalanas del conflicto, al mismo tiempo que la confrontación con el fascismo le confiere el perfil universalista que distingue a la intelectualidad europea comprometida con la lucha contra los totalitarismos. Por el contrario, Catalunya (que se publica desde 1930) prescindió de un compromiso político con las fuerzas en pugna, buscando así eludir posibles conflictos al interior de la diáspora catalana en la Argentina. Y, al mismo tiempo que privilegiaba los esfuerzos en beneficio de la unidad de aquella, bregaba por la preservación de la lengua y la cultura de origen, un aparente punto de coincidencia con Ressorgiment, con la que, sin embargo, las distancias fueron importantes, pues a la depuración del habla o al interés por transformar el catalán en una lengua literaria, oponía la necesidad de una cotidiana inclusión del castellano como una estrategia de integración. En su escrito, Villarruel repasa también los puntos de vista de ambas publicaciones sobre la conflictiva realidad catalana, española y europea de la década de 1930. Por su parte, Jon Ander Ramos Martínez (Universidad del País Vasco) se centra en la aparición y finalidades del semanario Laurac-bat, primera empresa periodística vasca en la colonia española de Cuba. Surgió en 1886, al amparo de la Asociación Vasco-Navarra de Beneficencia de La Habana (un 15 caso “exótico” dentro del movimiento asociativo vasco en América, puesto que sus fundadores buscaron crear un imaginario vasco más próximo al objetivo de ejercer la caridad con sus paisanos necesitados de auxilio, que a los derechos políticos derogados) y de algunas destacadas personalidades de la colectividad vasco-cubana. Bajo la guía de su primer director, el literato Faustino Diez Gaviño, Laurac-bat se caracterizó por su férrea vindicación de los fueros (abolidos tras el final de la última de las guerras carlistas) y las particularidades del pueblo vasco. Sin embargo, tras la muerte de aquel (y en el contexto del estallido de la segunda y definitiva guerra de independencia en la isla caribeña), puso un mayor énfasis en una marcada defensa de la españolidad, de los intereses económicos metropolitanos y, en definitiva, de los del grupo que propulsó su aparición. Para el autor, ello puede deberse también a que las ideas foralistas del semanario durante su primera época fueron más representativas del ideario de su director, que del sentir de toda la colonia euskara de Cuba. Tras analizar la estructura, contenidos y discurso de la publicación, Ramos Martínez sostiene que la publicación no sólo cubrió la necesidad de información y conexión de los vascos (y navarros) de la isla con su tierra de origen, sino que fue, además, un nexo entre la comunidad euskera y la Asociación Vasco-Navarra, pudiendo incluso haber llegado a erigirse -aunque de manera informal- en el portavoz del colectivo euskaldún en Cuba. Lejos de ser privativa del caso vasco-cubano, la inquietud de constituirse en una herramienta de cohesión para la comunidad emigrada suele encontrarse en todos los medios de comunicación generados por ese tipo de colectivos. La prensa (y más tarde también los programas radiales) vehiculiza dicha aspiración a través del anuncio de enlaces 16 matrimoniales, nacimientos, defunciones, efemérides, viajes, cambios de residencia, etc. El trabajo de Fernando Carlos Moura aborda el papel que les cabe a los medios de comunicación desarrollados por el colectivo portugués en la Argentina, en la aparición y subsistencia de un sentido de identidad luso en dicho país. Su estudio, basado en el caso de los inmigrantes de dicho origen que se asentaron en la segunda mitad del siglo XX en el Partido (municipio) bonaerense de Escobar, y realizado a partir de una técnica que combina el uso de fuentes escritas (prensa), cuestionarios individuales analizados de manera agregada y entrevistas personales, examina también algunas de las características básicas de su inmigración e integración en la zona. El autor establece el papel que en dicho proceso le cabe a las redes sociales articuladas a partir de relaciones de parentesco y amistad, la fuerte polarización que se observa en relación al lugar de procedencia, el patrón residencial del grupo y su inserción socioprofesional. El trabajo avanza luego sobre algunos de los principales rasgos identitarios del grupo, como la conducta matrimonial, el culto a la Virgen de Fátima, la participación en asociaciones voluntarias de corte étnico, la gastronomía, la música o los bailes. En relación con ello, se hace particular hincapié en la importancia del club portugués de la zona y los medios de comunicación étnicos (prensa y radio), en tanto piezas fundamentales a la hora de entender la cohesión del grupo, su visibilidad y la construcción o recreación de una identidad capaz de incluir a las segundas y terceras generaciones de migrantes. El del asociacionismo étnico es un fenómeno que alcanza a todos los colectivos españoles y portugueses en América Latina. Revistiendo diferentes formas y ámbitos de referencia (clubes, iglesias, hospitales, asociaciones 17 nacionales, regionales, provinciales o microterritoriales), así como también múltiples propósitos (recreativos, religiosos, mutualistas, benéficos, culturales, políticos, etc.), canalizan tanto la necesidad de sociabilidad de los migrantes, como las aspiraciones de las élites a ejercer su liderazgo en el seno de su comunidad, al mismo tiempo que construyen y mantienen la identidad de la misma. En relación con el fenómeno antedicho, Ada Svetlitza de Nemirovsky (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales / Instituto Universitario Nacional de Arte) constata que, a diferencia de otros países donde la vida social de las colonias portuguesas giró alrededor de las iglesias, en la Argentina ello se verificó a través de los clubes lusos. De hecho, prácticamente cada una de las comunidades portuguesas en el país construyó su propio club. A partir del caso del Club Portugués del Gran Buenos Aires, ubicado en el Partido de La Matanza, la autora analiza el rol de estas instituciones en el proceso de construcción de la identidad colectiva. Su estudio se centra en el estudio de la celebración del 10 de Junio, instituido en “Día de Portugal, Camões y de las comunidades portuguesas”, desde la perspectiva del llamado paradigma teatral. Su objetivo es estudiar las estrategias de la política migratoria del Estado portugués sobre el proceso de reconstrucción de la identidad de sus emigrados planteando, al mismo tiempo, la relevancia y la significación de los clubes y de sus líderes en el fortalecimiento de dicho proceso. En el transcurso de su investigación, Svetlitza de Nemirovsky identifica dos formas distintas de asumir la identidad portuguesa: mientras los dirigentes étnicos apelan a una doble identidad luso-argentina, y reclaman la lealtad de los asistentes a ambas naciones, los inmigrantes de mayor edad parecen identificarse, en el contexto del espectáculo de la 18 música y danzas folklóricas portuguesas, sólo a un pasado rural ya inexistente, mitificado e inamovible. A diferencia de inmigrantes lusitanos, numéricamente escasos en la Argentina, la colonia gallega en dicho país alcanzó desde finales del siglo XIX enormes proporciones. Y lo mismo ocurrió con su tejido asociativo, una de cuyas manifestaciones más notables fue la aparición, junto a otras muchas sociedades panhispánicas y galaicas de rango macro, de una densa red de instituciones de marco microterritorial. No sólo fueron un vehículo idóneo para la recreación de los marcos de sociabilidad propios de la tierra que habían dejado sino que, en muchos casos, encarnaron también la voluntad de intervención sociopolítica de los emigrados en su patria chica. El trabajo de Nadia Andrea De Cristóforis (Universidad de Buenos Aires / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) analiza, a partir de una panoplia de documentación que incluye la producida por la misma institución, prensa étnica, etc., las primeras décadas de existencia de la Sociedad Agrícola, Cultural y Recreativa de Residentes del Municipio de Vedra en Buenos Aires, fundada en 1910. La autora explora las causas que motivaron el surgimiento de la entidad, sus objetivos y características principales, así como también su relación con el Sindicato de Agricultores de Vedra, catalizador para la fundación de aquella, y a través del cual la institución porteña se vinculó con el movimiento agrarista gallego. La voluntad de los vedrenses asentados en Buenos Aires de organizarse para apoyar a su comunidad de origen, se verificó en una serie de importantes ayudas materiales, cuyos destinatarios fueron el mencionado sindicato agrícola, varias escuelas diseminadas por las parroquias del municipio, obras de infraestructura, etc. No obstante, el fuerte compromiso con su “patria chica” no 19 impidió que la institución se ocupara también de desarrollar acciones de índole benéfico-mutualista, cuyo objetivo era cubrir algunas necesidades básicas de sus socios o familiares cercanos en la capital porteña. Es precisamente esta doble finalidad, junto con las diferencias de criterio en cuanto al destino de los fondos remitidos a Galicia, lo que explica buena parte de las tensiones que durante aquellos años se desplegaron al interior de la sociedad, del mismo modo que las escisiones y fusiones que experimentó. Paralelamente a la existencia de instituciones étnicas, la preservación de una identidad cultural diferenciada puede afirmarse también en las pautas de comportamiento cotidianas, adoptadas a partir del momento de arribar al nuevo país. La alimentación no sólo constituye un elemento clave en el ejercicio de la sociabilidad entre aquellos que emigran. Junto a ello, es necesario poner de relieve el rol que los gustos y prácticas culinarias juegan como mecanismos de expresión de una identidad determinada, dada su vocación de reproducir pautas y costumbres propias de la tierra de origen. Desde luego, en las sociedades de acogida los migrantes españoles y portugueses adoptaron nuevas pautas de alimentación, tanto criollas como propias de otras comunidades inmigrantes. Sin embargo, la adopción de aquellas se combinó con la conservación de muchas otras de sus propias tradiciones culinarias. De tal modo, los gustos gastronómicos de los inmigrantes experimentaron una simbiosis y un sincretismo. El conocimiento de la reproducción, conservación, hibridación o abandono de las prácticas culinarias de aquellos exige, particularmente en lo que hace a las que se desarrollan en el ámbito privado, la utilización de fuentes cualitativas, tales como las orales, prosopográficas y literarias. En el caso particular de Dolores Martin Rodríguez Corner (Pontificia 20 Universidade Católica-São Paulo), la autora se sirve de una serie de entrevistas a españoles que en las décadas de 1950 y 1960 se asentaron en la ciudad de São Paulo, para explorar la suerte corrida en aquel contexto multicultural y de gran diversidad gastronómica, con los gustos culinarios de gallegos y andaluces. Su trabajo se mueve tanto en el ámbito de la vida privada de ambos colectivos, cómo también en el más visible universo de la oferta gastronómica comercial de la urbe paulista. En su trabajo sobre la integración socioprofesional de los gallegos en Rio de Janeiro, también Erica Sarmiento Da Silva (Universidade do Estado do Rio de Janeiro - Programa de Pós Graduação em História / Universidade Salgado de Oliveira) se sirve de testimonios personales, a los que combina con fuentes de tipo nominativo, tales como las fichas del archivo del Consulado Español de Rio de Janeiro, las matrículas del Hospital Español de dicha ciudad, los libros de prófugos de algunos municipios gallegos y de “ganhadores livres” localizados en el Arquivo Geral da Cidade carioca, o los procesos de expulsión labrados por las autoridades brasileñas. A partir de esta rica mixtura, la autora reconstruye las características de las cadenas migratorias que, entre mediados del siglo XIX y la década de 1960, vincularon a la freguesía carioca de Santo Antonio y al barrio de Lapa con distintos puntos de Galicia. La vitalidad de dichas cadenas y de las redes sociales que las contenían, se manifiesta también al contemplar el universo habitacional y laboral de los inmigrantes gallegos en la por entonces capital de Brasil, de cuya observación se desprende una imagen familiar en otras ciudades de América que (como ocurrió con La Habana, Buenos Aires o Montevideo) gozaron de una importante presencia galaica: alto nivel de agrupamiento en determinadas 21 calles y unidades habitacionales, así como también una considerable presencia entre los empleados y propietarios de negocios ligados a la hostelería, sin excluir otras actividades “emblemáticas”, como las de los propietarios de pequeños comercios y dependientes de éstos. Mas, en el caso particular de este sector de la urbe carioca, la búsqueda por parte de los inmigrantes gallegos de negocios rentables y de bajo nivel de inversión los llevó a mezclarse en el ramo de las hospedarías, un tipo de pensión que, debido a las características socioeconómicas del área (y en particular la presencia del negocio de la prostitución), fácilmente podía ser confundida con una casa de lenocinio, lo que muchas veces les aparejó problemas con las autoridades brasileñas. Los dos trabajos que siguen hacen también abundante uso de fuentes de tipo nominativos. El primero de ellos, obra de Marcela Susana Lippi (Universidad de Buenos Aires), se basa principalmente en los libros de Registro de Matrícula del Consulado General de España en Buenos Aires, una fuente hasta hoy muy poco empleada, a pesar de lo evidente de su potencial para el estudio de las migraciones españolas en la Argentina, entre otras razones por incluir el dato clave de la provincia y comuna de origen del migrante. A través de ella, y del cruce de la información obtenida con la hallada en los partes consulares (1910) y con los libros de desembarco del puerto de Buenos Aires (1923-1929), resguardado en el Archivo General de la Nación (Buenos Aires), la autora analiza algunos de los rasgos principales de los flujos migratorios zamoranos hacia dicho país durante las primeras tres décadas del siglo XX (como, por ejemplo, su dimensión aldeana), y del proceso de integración del grupo en la sociedad de acogida. Operando con la totalidad de los nativos de Zamora inscriptos en la legación española entre 1939 y 22 mediados de 1945, determina los principales focos migratorios de la corriente que tomó el camino de la Argentina (y también la elevada cantidad de aquellos), así como también la composición profesional, etaria y de género de los protagonistas del fenómeno. El acceso a información relacionada con la última residencia de los migrantes, le permite comprobar que, a comienzos de la pasada centuria, la enorme mayoría de aquellos salían de la aldea directamente para cruzar el Atlántico. En cuanto al proceso de inserción en la tierra de acogida, después de una somera mirada a la integración económica, Lippi presta una particular atención a los patrones de asentamiento del grupo (particularmente en el caso de la ciudad de Buenos Aires, sus alrededores y la provincia homónima -aunque también había residentes en otros puntos del territorio argentino), y al lugar que en la conformación de aquel les cabe a las redes sociales y la cronología migratoria, determina la existencia de interesantes diferencias con otros casos regionales y el patrón residencial español genérico en Buenos Aires. Por su parte, Ruy Farías (Universidad Nacional de General Sarmiento / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas / Museo de la Emigración Gallega en la Argentina) focaliza su análisis del colectivo gallego en la Argentina entre los años de 1946 e 1960. Hasta hoy, resume el autor, la mayor parte de los estudios dedicados a la presencia gallega en dicho país se centraron en la etapa de la “inmigración masiva” (1880-1930), siendo escasos los dedicados a analizar los flujos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, Buenos Aires continúa siendo el lugar de observación privilegiado, un hecho que, sumado a cierta tendencia a generalizar las características de la colonia galaica de la capital al conjunto de la Argentina, acaba por generar en ocasiones apreciaciones no 23 del todo exactas sobre las características más salientes de la comunidad galaica asentada en otros puntos del territorio nacional. De tal modo, resulta para él evidente la necesidad de nuevas aproximaciones (de base empírica cuantitativa y suficientemente representativas) a las distintas dinámicas de integración laboral y movilidad social de los gallegos en aquel país, capaces de colaborar en la construcción de tipologías válidas para áreas cualitativamente distintas del caso clásico de Buenos Aires y, por eso mismo, susceptibles de matizar los esquemas generalizantes que de él se desprenden. Por ello, su trabajo se centra en la colonia gallega residente en los actuales municipios bonaerenses de Avellaneda e Lanús, un área que desde fines del siglo XIX se constituyó en la periferia industrial de la capital argentina. A través del análisis del Libro de Registro del Consulado General de España en Buenos Aires, explora sucesivamente la importancia relativa del grupo galaico en relación al conjunto de la inmigración hispana en la zona, determina algunas de las características más sobresalientes de los flujos que hacia allí se dirigieron (composición sexual y etaria) y del stock galaico, para avanzar finalmente hacia una primera a la inserción socioprofesional del grupo (mayoritariamente proletaria). Los estudios sobre inmigración urbana en Brasil son relativamente recientes. Sin embargo, los estudios sobre los inmigrantes portugueses los son todavía más. En Rio de Janeiro, los vínculos con la era colonial y la gran presencia de un sujeto que era portador de una cultura muy parecida a la brasileña, se encuentran en la base de una verdadera invisibilización de la presencia portuguesa. De acuerdo con José Murilo de Carvalho (2005), la razón por la que el grupo luso fue sometido a ello por la historiografía deriva de la imagen de atraso e inmovilismo asociada a Portugal, y a su 24 protagonismo en un pasado colonial que debía ser olvidado. El trabajo de Lená Medeiros de Menezes (Universidade do Estado do Rio de Janeiro) llega para corregir esta situación, sacando a la luz algunos aspectos de la inserción socioprofesional de los inmigrantes lusos dentro del ramo del pequeño comercio en la ciudad carioca del siglo XIX. Combinando documentación oficial, almanaques y crónicas sobre la ciudad, la autora aborda la importante presencia portuguesa en el dinámico comercio de la capital, particularmente notable en el sector de los secos e molhados, panaderías, hoteles y casas de pasto. El trabajo aborda también la cuestión del género y observa que, una vez más, al contrario de lo sostenido por la historiografía más tradicional, los negocios del siglo XIX no era exclusividad de los varones y las mujeres también eran protagonistas de los procesos históricos, principalmente el caso de las viudas. Otro caso de invisibilización de un grupo étnico es el de los açorianos, quienes comenzaron a asentarse en el territorio del actual Estado de Rio Grande do Sul a mediados del siglo XVIII. En efecto, los diferentes colectivos que contribuyeron a la formación del mosaico étnico de la sociedade gaúcha han corrido historiográficamente una suerte dispar: mientras algunos grupos (como es particularmente notable en el caso de alemanes e italianos) han sido objeto de una importante atención por parte de los historiadores, el conocimiento acerca de la presencia de los portugueses insulares aun es escaso. Sin embargo, en los últimos años, las fuentes y los nuevos trabajos de investigación demunestran la importancia y la dimensión de la presencia de los açorianos en la costrucción de la identidad sul-rio-grandense. El trabajo de Vera Lúcia Maciel Barroso (Faculdade Porto-Alegrense) no sólo glosa la presencia açoriana en un amplio rango de tiempo, 25 demostrando la importancia de su antigua y primaria instalación, por razones geopolíticas, en las tierras fronterizas entre el imperio español y el portugués que hoy corresponden a los actuales Rio Grande do Sul y Uruguay: también enumera lo que la autora entiende como “ações de desvendamento da presença açoriana” en ese lugar. Así, Maciel Barroso enumera sistemáticamente sus lugares de asentamiento, los posibles repositorios y la documentación disponible, los estúdios recientes y las lacunas y posibilidades de investigación a los que desean reconocer la identidad de la açorianidade gaúcha. Continuando con los portugueses en Brasil, Ana Rebello Magalhaes (Universidade do Estado do Rio de Janeiro) nos acerca a un caso de integración en el mundo urbano de la sociedad de acogida distinto al clásico de los sectores terciarios y secundarios. En este contexto, el trabajo de Rebello Magalhaes se focaliza en el papel que, entre 1875 y 1879, le cupo al artista gráfico luso Rafael Bordallo Pinheiro en la prensa ilustrada del Río de Janeiro. Se recria el discurso político, a partir de la narrativa de las caricaturas de los periódicos O Mosquito, Psit! e O Besouro. Rebello Magalhaes nos revela una mirada atenta y una consciencia crítica de las transformaciones sociales, económicas y políticas de la capital del Brasil en el periodo de sustitución del régimen monárquico por el republicano. La cuestión de la inmigración es el tema frecuente de su obra en el periodo brasileiro. Los registros de Bordallo inmigrante, en sus litografías, indicaban preocupaciones acerca de la situación vividas por los portugueses que intentaban ganar la vida en tierras brasileiras. Pese la partida de Rafael Bordallo Pinheiro haber interrumpido su participación en la prensa de la capital brasileira, para la autora, el legado de su obra ha sido fuente de inspiración para el estilo de muchas revistas ilustradas y para el trabajo de 26 jóvenes artistas en los años posteriores a la imprensa satírica de Río de Janeiro. Como sintetizara hace ya tiempo Dora Schwarzstein (2001), las fuentes orales constituyen un instrumento privilegiado para la reconstrucción de experiencias como la migración o el exilio. No sólo contribuyen a revelar las características de esos procesos, sino también lo que la gente sintió habiéndolos vivido. Mientras otras fuentes pueden revelar la creación e instrumentación de políticas migratorias o los patrones estadísticos de movilidad, instalación y empleo, los testimonios orales ayudan a comprender la complejidad de los procesos migratorios. El trabajo de José Antonio Vidal Rodríguez (Universidad Complutense de Madrid – Seminario de Fuentes Orales), centrado en el caso de la emigración gallega a Cuba durante la primera mitad del siglo XX, constata que además de causas económicas, la percepción de los protagonistas del proceso incluye en la casuística del fenómeno migratorio también motivaciones de índole psicosocial, tales como la huída del servicio militar, la inducción de los parientes, amigos o vecinos ya emigrados, la emulación del indiano triunfador, la presencia de ganchos (contratistas) o el espíritu aventurero de la juventud. Más aún, hay entre aquellos quienes afirman haber emigrado por circunstancias estrictamente personales o familiares, como una súbita orfandad o la imposibilidad de aceptar la nueva pareja del progenitor que ha enviudado. En el caso de las mujeres, para muchas el acicate fue la necesidad de cuidar a un pariente establecido en Cuba, el deseo de seguir a su novio ausente, de escapar al escarnio por haberse convertido en madre soltera, o la reagrupación familiar lo que las movilizó a la isla. En cualquier caso, como también revelan las entrevistas, la mayoría de estas personas no habría podido concretar la 27 aventura migratoria sin el factor posibilitador de las cadenas migratorias basadas en redes sociales familiares o paisanas, que unieron ciertas aldeas, parroquias y comarcas gallegas con algunas ciudades, comarcas y sectores laborales cubanos. Estas cadenas migratorias encauzaron y facilitaron el trayecto a miles de gallegos que lograron establecerse en la isla, gracias a la información proporcionada, a la financiación del viaje y al apoyo económico, laboral y afectivo que les brindaron. Del mismo modo, lograron crear nichos laborales que controlaron desde finales del siglo XIX ciertas familias o naturales de algunas comarcas gallegas. En la Argentina, la idea de que el país moderno fue construido por inmigrantes europeos forma parte de los mitos fundacionales de la Nación (Quijada, Bernard, Schneider, 2000). En la coyuntura de crisis que el país atravesó a comienzos del presente siglo, se ha recurrido a él para fundamentar la salida de miles de argentinos al exterior en una tradición migratoria que remite a los orígenes de la sociedad. En relación con ello, el último trabajo de este libro, obra de Susana Schmidt (Universidad de Salamanca), aborda el tema de las representaciones en relación con el retorno. La fuente en la que se basa es el cine argentino-español de las últimas décadas, donde han sido frecuentes los filmes de ficción que remiten a las migraciones de españoles a la Argentina. La producción de esas películas coincide con un momento en el que, debido a las crisis políticas, económicas y sociales de aquel país del Cono Sur, la dirección histórica de los flujos entre España y la república austral se invirtieron (circa 19992008), tornándose por primera vez importantes las de argentinos que emigran a la Península. Así, con frecuencia se trata de historias que cuentan no el devenir de los españoles en la sociedad de destino, sino la búsqueda de los orígenes, 28 familiares o sociales por parte de sus descendientes. O, incluso, el relato de lo que se podría denominarse una migración “de retorno diferido generacionalmente”, construido sobre la memoria de aquellas migraciones del pasado, que viene a dar cuenta de un vínculo imaginario entre los descendientes de españoles en la Argentina y España como país de origen, dentro de un marco de representaciones que remite a la cercanía cultural entre ambas sociedades. Y, en cualquier caso, como acertadamente señala Schmidt, sin obviar el elemento económico, en unos casos, o difuminándolo por completo en otros, ofrecen explicaciones complementarias o alternativas, enriqueciendo de tal modo el discurso sobre las causas de las migraciones. En síntesis, los artículos aquí reunidos suponen, en conjunto, una enriquecedora diversidad de temas, grupos migrantes, períodos, enfoques y fuentes sobre el fenómeno de las migraciones entre la Península Ibérica y América Latina. Dejan entrever también la maduración de una nueva generación de especialistas, capaces de elaborar cuestionamientos novedosos en relación con la integración de esos migrantes en sus diferentes tierras de acogida, la identidad que en ella mantuvieron o elaboraron, la mirada con la que fueron contemplados por sus sociedades de recepción, etc. Los que firmamos estas páginas introductorias nada más tenemos para añadir, excepto el agradecimiento por haber podido compartir tan fructífero intercambio de ideas y miradas con tantos colegas y amigos, y tener la esperanza de seguir haciéndolo en el futuro. 29 Bibliografía GORDON, Milton M. Assimilation in American Lyfe: The Role of Race, Religion and National Origins. New York: Oxford University Press, 1964. MURILO DE CARVALHO, José. A formação das almas: o imaginário da República no Brasil. São Paulo: Companhia das Letras, 2005. SEIXAS, Xosé Manoel Núñez. “A historiografía das migraçoes ultramarinas espanholas: Uma visão global”. Maracanan, 6, 2010, pp. 11-45. QUIJADA, Mónica, BERNARD, Carmen y SCHNEIDER, Arnd. Homogeneidad y nación con un estudio de caso: Argentina, siglos XIX y XX. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2000. SCHWARZSTEIN, Dora. Entre Franco y Perón: Memoria e identidad del exilio republicano español en Argentina. Barcelona: Crítica, 2001. 30 El asociacionismo microterritorial gallego en Buenos Aires: dinámica y evolución a partir de un estudio de caso 31 El asociacionismo microterritorial gallego en Buenos Aires: dinámica y evolución a partir de un estudio de caso1 Nadia Andrea De Cristóforis 2 Introducción Los emigrantes gallegos se caracterizaron por generar un vasto y multiforme movimiento asociativo en sus diferentes ámbitos de destino. Dicho fenómeno fue particularmente relevante en ciudades que se convirtieron en importantes espacios de recepción de las corrientes del noroeste hispánico, como Buenos Aires, La Habana o Montevideo. Los oriundos de Galicia no sólo participaron en distintas instituciones españolas o del país de acogida (como las relacionadas con el 1 Este trabajo forma parte de los siguientes proyectos de investigación: UBACyT 20020090200622 y UBACyT 20020100100435 (Universidad de Buenos Aires); PIP 114-20080100216 (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas); PICT 1150 (Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica) y Proyecto “Redes, poder y territorialidad en la historia argentina de los siglos XVIII-XX”, Programa de Incentivos a docentes–investigadores (Centro de Estudios Sociales de América Latina - UNICEN). Agradezco a Xosé Manoel Núñez Seixas, Pilar Cagiao Vila, Rocío Botana Iglesias y Xurxo Cerdeira Louro, por su valioso asesoramiento en materia documental. 2 Doctora de la Universidad de Buenos Aires, área Historia. Universidad de Buenos Aires - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Centro de Estudios Sociales de América Latina – UNICEN), Argentina. E-mail: [email protected]; [email protected]. 32 mundo del trabajo, por ejemplo), sino que también moldearon sus propias entidades, que cumplieron diversas funciones: recreativas, mutuales, asistenciales, culturales, políticas, educativas, entre otras.3 En relación con el asociacionismo originado en la Argentina, las primeras aproximaciones al tema presentaron una fuerte tendencia conmemorativa o evocativa, que colocaba el acento en los elencos dirigentes y su desempeño a lo largo de las diferentes gestiones. Este tipo de lectura, que ha persistido en el tiempo, se difundió especialmente en relación con el conocimiento de los centros de carácter regional o provincial (el “Centro Gallego de Buenos Aires”, el “Centro Galicia de Buenos Aires” o los Centros Provinciales, por ejemplo) (Sánchez Millares y Vázquez Villanueva, 1993; Rodríguez Díaz, 2000; Vázquez Villanueva, 2004; Padorno, 2007). Sin embargo, en los últimos años se han introducido interesantes perspectivas de análisis, en particular, para la comprensión de la dinámica y desarrollo de las entidades microterritoriales. Dichas miradas renovadoras han promovido una mayor atención hacia la acción social, la racionalidad limitada de los sujetos, los liderazgos o las redes sociales, entre otras cuestiones.4 Como sostuvo Alejandro Fernández 3 Una interesante clasificación de las instituciones creadas por los emigrantes del noroeste hispánico en el exterior puede consultarse en Peña Saavedra, 1991, p. 356. Para una visión global de las asociaciones gallegas en el exterior, hasta la actualidad, con un rico aporte a nivel cuantitativo, cfr. Arquivo da Emigración Galega e Consello da Cultura Galega, 2008. 4 Para el caso argentino, los estudios de Xosé Manoel Núñez Seixas son particularmente sugestivos y originales. V., entre muchos otros, Núñez Seixas, 1999, p. 195-233; 2000, p. 23-44; 2011, p. 107-133. 33 (2011, p. 148-149), diversas razones condujeron a esta preocupación por las sociedades microterritoriales: su estrecha conexión con las historias locales, el apoyo financiero e institucional dado al tema por parte de los gobiernos municipales y autonómico, o el hecho de que el estudio de las mencionadas entidades se convirtió en un terreno fértil para la puesta en juego de enfoques microanalíticos, como los propuestos desde la microhistoria. Consideramos que algunos de estos factores se conjugaron en el caso del municipio coruñés de Vedra. En ocasión de cumplirse los cien años de la fundación de dos sociedades microterritoriales de dicho ayuntamiento en Buenos Aires (1910-2010), el gobierno local, con la colaboración del Arquivo da Emigración del Consello da Cultura Galega, comenzó a impulsar una importante tarea de recuperación de documentación perteneciente a las citadas entidades, al tiempo que promovió interesantes investigaciones sobre la evolución histórica de las mismas.5 En este contexto, resultó viable y alentador encarar un estudio sobre la dinámica y funcionamiento de una de las dos instituciones nacidas en 1910: la “Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra en Buenos Aires”. En el presente trabajo nos detendremos en las primeras décadas de su existencia, para poner de relieve sus objetivos, características e interacciones con núcleos En relación con contextos emigratorios más amplios, cfr. Núñez Seixas, 1998. 5 Algunas referencias a las tareas mencionadas pueden hallarse en la página web: <http://100anosvedraemigrante.com/?q=es>, citada el 7/09/2010. Vale la pena recordar también dos obras que fueron elaboradas en la coyuntura aludida: Cerdeira Louro y Botana Iglesias, 2009; Cerdeira Louro, 2010. 34 asociativos de distinta índole, existentes en Vedra y en la ciudad porteña a comienzos del siglo XX. De Vedra a Buenos Aires: migraciones y asociacionismo El Municipio de Vedra se ubica en el sur de la Provincia de La Coruña, en Galicia. Desde el siglo XII se halla conformado por doce parroquias.6 Se trata de un distrito con una predominante estructura agrícola, que experimentó una importante emigración hacia la Argentina, desde fines del siglo XIX. En realidad, las primeras salidas al exterior que se produjeron en la cuenca media del río Ulla (donde se ubica Vedra) tuvieron como principal destino la región andaluza, especialmente, la ciudad de Cádiz. Como pusieron de relieve Ofelia Rey Castelao y Ricardo Turnes Mejuto (1989, p. 179), a partir de 1760 estos flujos intrapeninsulares adquirieron una importancia para nada desdeñable. Se trataba de unas corrientes temporarias, con cierta presencia femenina. Sin embargo, a lo largo del siglo XIX la emigración ultramarina se fue incrementando, por factores que actuaron tanto en la sociedad de partida (la crisis de la industria textil a domicilio o de la producción vitivinícola, las pesadas cargas tributarias que debían soportar los productores, el interés de los jóvenes de evadir el servicio militar, las limitadas posibilidades de crecimiento en el marco de la comunidad local o el sistema de herencia que favorecía a uno de los hijos en detrimento de los 6 San Andrés de Trobe, San Miguel de Sarandón, Santa María Magdalena de Puente Ulla, Santa Cruz de Rivadulla, San Pedro de Sarandón, Santa Eulalia de Vedra, San Félix de Sales, San Lamed de Rivadulla, San Pedro de Vilanova, San Andrés de Illobre, San Cristóbal de Merín y San Julián de Sales. 35 demás), como en las de recepción (fundamentalmente, las oportunidades crecientes de inserción laboral y de progreso social) (Cerdeira Louro y Botana Iglesias, 2009, p. 26-30). Hacia 1897 ya se había definido una clara tendencia, en cuanto al destino prevaleciente en las emigraciones transoceánicas: Buenos Aires ocupaba el primer lugar como ciudad receptora, seguida a mucha distancia por La Habana y Cádiz (Botana Iglesias, 2006, p. 32-33). Según nuestras propias contabilizaciones, en el año mencionado había como mínimo unos 266 vedraleses en la ciudad porteña, 7 número que se habría mantenido relativamente estable en las primeras décadas del siglo XX. Tengamos presente que según el padrón municipal de habitantes de 1930, en Buenos Aires había unos 244 vedraleses, siendo el predominio de los varones muy acuciado dentro de dicho colectivo (205 eran hombres y 39, mujeres) (Botana Iglesias, 2006, p. 40). Tomando en consideración que en 1930 la “población de hecho” en Vedra era de unos 5.639 habitantes (Fariña Jamardo, 1993, p. 69), podríamos afirmar que el número de emigrantes vedraleses en el destino porteño equivalía a un 4,32% de la población de hecho del municipio de origen. Los oriundos de Vedra en Buenos Aires se integraron a instituciones gallegas ya existentes, al tiempo que crearon otras nuevas, que intentaron representar al municipio o alguna de sus parroquias. De este modo, en la ciudad porteña surgieron unas diez asociaciones microterritoriales, que tuvieron unas trayectorias y alcances diferentes entre sí. 8 7 Archivo Municipal de Vedra, Padrón Municipal de Habitantes de 1897, caja 326. 8 Gran parte de la documentación perteneciente a las mencionadas entidades se preserva actualmente en el Archivo de la Emigración de Vedra, Municipio de Vedra, Galicia. 36 Como ya sugerimos, este movimiento asociativo se inició hacia 1910, con la fundación de la “Sociedad Agrícola Residentes de Vedra” y la “Agrícola Ganadera y de Instrucción de Santa Eulalia de Vedra”. Ambas entidades fueron modificando sus denominaciones a lo largo de su existencia. La primera, más conocida como “Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra en Buenos Aires” tenía como marco de referencia al municipio, mientras que la segunda, a la parroquia de Santa Eulalia de Vedra. Entre la sociedad de origen y la de llegada: tensiones dentro de una entidad microterritorial El día 2 de octubre de 1910, un núcleo de residentes del municipio de Vedra en Buenos Aires se reunió en la casa del inmigrante vedralés Manuel Fernández, sita en la calle Alsina 944, para fundar la Sociedad Agrícola Residentes de Vedra (en adelante: Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra). Los propósitos declarados de esta última eran auxiliar a la sociedad agrícola que por ese entonces funcionaba en Vedra (entidad que luego fue reconocida como “Sindicato Agrícola de Vedra”) y el “deseo de buscar por todos los medios el mejoramiento de la región [gallega]”. 9 Como vemos, la institución surgía en estrecha relación con las necesidades de la tierra de origen, principalmente, para colaborar con el Sindicato Agrícola. Este último formaba parte de una red más amplia de sociedades agrícolas que por ese entonces se estaba desarrollando con gran fuerza en toda 9 Archivo de la Emigración de Vedra (en adelante, AEV), Caja 1, Libro de Actas Nº 1 (1910-1917) Sociedad Agrícola Residentes de Vedra (en adelante, SRMV, sigla del nombre más difundido de esta entidad), Acta de fundación, 2/10/1910, f. 1. 37 Galicia, pero especialmente, en las provincias de Pontevedra y La Coruña. Este crecimiento de las sociedades agrícolas se venía produciendo desde fines del siglo XIX, pero encontró un motivo de impulso en la sanción de la Ley de Sindicatos de 1906, que autorizó la asociación de los agricultores, con la condición de que la misma tuviera fines principalmente económicos. Se ha calculado que entre 1907 y 1913 la provincia de La Coruña pasó a tener unas 55 sociedades campesinas (Domínguez Almansa, 1997, p. 60). Según lo refería el art. 1º de su Reglamento, el Sindicato de Agricultores de Vedra podía constituirse por “propietarios, labradores, jornaleros, colonos e individuos que ejerzan profesiones anexas a la Agricultura y Ganadería”. 10 Sus finalidades eran instructivas; económicas y benéficas. Además de estos objetivos, el Sindicato se proponía tener representación en el Municipio (art. 53), para garantizar la protección de los derechos de los campesinos. ¿Cuáles eran los factores que favorecían la preocupación por la sociedad de origen, entre los inmigrantes establecidos en Buenos Aires? Se trataba de una combinación compleja de circunstancias. En primer lugar, la fuerte expectativa de retorno, por parte de quienes seguían apostando a volver como “indianos” enriquecidos al hogar que los había visto nacer. En segundo lugar, el interés por recrear ese ámbito de pertenencia, en el medio de acogida. El hecho de buscar el mejoramiento de su sociedad de nacimiento conllevaba el mantenimiento de los vínculos con aquellos que habían permanecido en Vedra, materializados en las remesas que se hacían llegar por vías personales o impersonales (como las 10 Las alusiones al Reglamento del Sindicato se derivan de la documentación que se encuentra en AEV, Caja Nº 10, Reglamento del Sindicato de Agricultores de Vedra, 1921 [19/07/1913]. 38 entidades bancarias), la correspondencia o los periódicos que circulaban entre ambos lados del océano. Además, la práctica de la filantropía en su tierra natal permitía consolidar el prestigio social de quienes integraban las Comisiones Directivas de la sociedad. Como vemos, las motivaciones eran diversas, pero se podrían resumir en algunas frases, que también serían aplicables a otros dirigentes de asociaciones microterritoriales gallegas: deseos de “figurar”, propósito de mantener los límites étnicos de la comunidad de pertenencia, e interés por legitimar un liderazgo dentro de la misma, de uno y otro lado del Atlántico. De este modo, y siguiendo una tipificación propuesta por Núñez Seixas (2006, p. 32-33) podríamos sugerir que los líderes de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra cumplieron diversas funciones (por lo menos en la etapa inicial de dicha institución): culturales (recreación del tejido social del mundo de origen y del sentido de pertenencia al mismo), políticas (representar a los emigrados de Vedra en Buenos Aires ante el Sindicato Agrícola, actuando como sus portavoces), sociales (prestación de ayuda mutua, como veremos más adelante), psicosociales (contribuir al reforzamiento del prestigio social de la comunidad). En esta articulación de objetivos altruistas e intereses personales, los que quedaban en evidencia a un nivel discursivo-oficial y propagandístico, eran los primeros. Los dirigentes de la sociedad hacían un especial esfuerzo por demostrar que consagraban su trabajo al bien común y al “engrandecimiento” de su tierra de origen, en todas las oportunidades posibles. De este modo, tanto en la documentación de índole institucional, como en los periódicos 39 que representaban a la entidad, se ponía de manifiesto la supuesta voluntad redentora y transformadora de los líderes. 11 Además, los deseos de figurar entre los benefactores de la “patria chica”, conducía a que los dirigentes buscaran aparecer (con nombre y apellido) en los listados de contribuyentes para la construcción del edificio social (la sede del Sindicato de Agricultores en Vedra), o también producía fenómenos llamativos, como la conformación de una Comisión Directiva con una abultada cantidad de cargos, en proporción a la masa societaria. Tengamos presente, por ejemplo, que en los primeros años de existencia de la entidad, el número de socios no superaba el medio centenar de personas,12 mientras que la Comisión Directiva integrada por 24 miembros (Director, Vicepresidente, Secretario, Prosecretario, Tesorero, Protesorero, Contador, Síndico, dos Revisores de Cuentas, dos Vocales y doce Vocales auxiliares). 13 11 Un ejemplo muy ilustrativo de ello lo tenemos en las palabras del Presidente, Eugenio Orosa, dirigidas a los socios, al terminar su mandato en 1915. V. AEV, Caja Nº 13, Correspondencia SRMV, Carta enviada por Eugenio Orosa, Bs. As., 24/01/1915. 12 Lamentablemente, no podemos realizar una contabilización exacta del número de socios en los primeros años de existencia de la entidad, pues el primer listado que llegó a nuestros días, corresponde a 1924. La estimación presentada se deduce del número de asistentes a una Asamblea, el 15 de junio de 1913 (Cfr. AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 1 (1910-1917) SRMV, Acta de asamblea extraordinaria, 15/06/1913, f. 57). 13 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 1 (1910-1917) SRMV, Acta de aprobación de cuentas y nombramiento de nuevo directorio para el año de 1911, 8/01/1911, ff. 5 y 6; Idem, Acta de posesión de cargos de la nueva Junta para 1911, 10/01/1911, ff. 6 y 7. 40 Ahora bien, si por un lado el objetivo inicial de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra estaba ligado al mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes de dicho ayuntamiento, también debemos destacar que la entidad desplegó acciones de índole benéfico-mutualistas, encaminadas a cubrir algunas necesidades básicas de sus socios o familiares cercanos en la capital porteña (auxilio monetario en caso de enfermedad o accidentes; cobertura de gastos de repatriación de socios enfermos o inhabilitados para el trabajo, o de entierros de socios o sus parientes). Sin embargo, creemos que los propósitos filantrópicos, ligados con la tierra de origen (ayuda al Sindicato de Agricultores o contribución al mejoramiento de la infraestructura pública del municipio de Vedra), entraron en tensión con aquellos dirigidos a favorecer a los socios radicados en Buenos Aires. Problemáticas similares se habrían instalado en otras sociedades microterritoriales gallegas, siendo ejemplificador el caso de “Hijos del Partido de Lalín”. Esta institución nació el 7 de agosto de 1908 en la ciudad porteña, con el objetivo inicial de recolectar dinero para comprar un terreno y construir un cementerio en Galicia. Al año de su fundación experimentó una escisión, debido a que un grupo de sus miembros deseaba profundizar la tendencia mutualista de la entidad, en detrimento de las acciones benefactoras en la sociedad natal. Al no ser aceptada esta propuesta dentro de la sociedad ya constituida, los que estaban a favor del programa de protección a los emigrados en la Capital Federal se separaron de Hijos del Partido de Lalín, dando nacimiento a una nueva entidad: “Asociación Hijos del Partido de Lalín (Protección)” (Núñez Seixas, 2000, p. 34; Hervella García y Seijas Montero, s./f., p. 42-43). 41 Dentro de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra, la tensión entre fines filantrópicos y mutualistas fue incrementándose, manifestándose en distintas circunstancias, como por ejemplo, en el intento de reforma del artículo de los Estatutos que establecía cómo se debía distribuir el capital líquido de la institución, o también, en las discusiones suscitadas sobre cómo repartir los fondos recaudados como resultado de la realización de un festival. 14 Según lo estipulado en el Reglamento, existían tres destinos posibles para el dinero de la entidad: el Sindicato de Vedra, el fondo parroquial y la protección mutua de los asociados en Buenos Aires.15 En general, lo que era materia de disensos era el porcentaje correspondiente a cada rubro. La tensión entre objetivos filantrópicos y mutualistas condujo finalmente a la separación de un núcleo de asociados, quienes fundaron una nueva entidad. Sin embargo, en este caso, a diferencia del de Hijos del Partido de Lalín, el grupo que se escindió era el que defendía un programa inclinado a satisfacer las necesidades de los gallegos en la tierra natal. En efecto, en 1919, con motivo de la adhesión del Sindicato de Agricultores a la Confederación Nacional Católica Agraria, la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra rompió relaciones con el primero, tras largas discusiones que dividieron a quienes estaban a favor o en contra de esa decisión. Aquellos que sostenían la necesidad de mantener los vínculos con la sociedad matriz constituyeron una nueva entidad: la “Sociedad Mutua y Auxiliar de Agricultores del 14 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de asamblea general extraordinaria, 30/07/1917, ff. 42 y 44; Idem, Acta de asamblea general extraordinaria, 7/07/1918, f. 102. 15 AEV, Caja Nº 10, Estatutos y Reglamento de la Sociedad Agrícola Residentes del Municipio de Vedra, Art. 6º, 7/05/1932. 42 Municipio de Vedra”. Según sus fundadores, esta última se originó para preservar los principios que habían inspirado el surgimiento de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra en 1910: favorecer el desarrollo del Sindicato de Agricultores y su actividad a favor de los labradores de Galicia.16 La nueva sociedad surgida en Buenos Aires cumplió una importante labor, contribuyendo económicamente con distintos emprendimientos en Galicia: el cercado del terreno del Sindicato de Agricultores, la compra de semillas y maquinarias destinadas al mismo, la construcción de escuelas (en Merín y San Pedro de Sarandón) y puentes (en Bazar y Pedreira), y la apertura de un camino (en la parroquia de Merín) (Lema Pérez y Fernández, 2000, p. 14). Pero la ruptura con el Sindicato de Agricultores, por parte de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra, no se prolongó indefinidamente: en abril de 1932, tras la fusión de la última entidad con la constituída en 1920, se recuperaron las relaciones con el citado Sindicato. Se llegó entonces a un nuevo acuerdo sobre la distribución del capital líquido. Según el Reglamento sancionado el 7 de mayo de 1932, el 20% sería destinado al Sindicato, el 30% al fondo parroquial y el 50% restante, a la protección mutua de los asociados en la Capital Federal. Como vemos, la asistencia a los inmigrantes en la ciudad porteña adquiría un importante peso, reequilibrando una tendencia que durante la primera etapa de vida 16 AEV, Caja 3, Libro de Actas Nº 1 (1920-1921) Sociedad Mutua y Auxiliar de Agricultores del Municipio de Vedra en Buenos Aires, Acta de fundación, 1/03/1920, f. 3. 43 institucional se había inclinado a satisfacer las necesidades de la sociedad gallega.17 La Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra y su funcionamiento En la primera década de su existencia, la entidad transitó un lento camino hacia su progresiva institucionalización. En sus comienzos, no poseía edificio propio: las reuniones se realizaban en el domicilio de quien fuera Tesorero de la primera Comisión Directiva, el señor Manuel Fernández (Alsina 944). Los primeros fondos recaudados se destinaron a la compra del edificio social del Sindicato de Agricultores en Vedra. Desde el momento que las inversiones se encaminaron a cubrir necesidades de la tierra natal o en menor medida, de sus socios en Buenos Aires, se dificultó la posibilidad de adquirir un edificio propio en la ciudad porteña, por lo tanto, se procedió a alquilar un local para las reuniones de la Comisión Directiva. Paulatinamente la sociedad adquirió también algún mobiliario (escritorio, sillas, armario) y una máquina de escribir. Si bien no llegó a poseer un órgano de difusión propio, donde se dieran a conocer las vicisitudes de su desarrollo (como ocurrió en el caso de otras sociedades microterritoriales gallegas), la entidad referenciada en el municipio de Vedra publicó periódicamente todas las noticias relacionadas con su evolución, en distintos medios de la colectividad: Teo (de 1911 a 1915), El Eco de Teo (de 1916 a 17 Para un detalle de las inversiones realizadas en Galicia entre 1911 y 1932, cfr. AEV, Caja Nº 26, Recortes periodísticos, “Sociedad Agrícola Residentes del M. de Vedra en B. Aires”, en Correo de Galicia, 19/03/1933. 44 1920), Hércules (de 1921 a 1927), El Correo de Galicia (de 1928 a 1943) y Galicia (a partir de 1944) (Lema Pérez y Fernández, 2000, p. 13). Aparentemente, los años iniciales fueron conflictivos para el desenvolvimiento de la entidad. Entre 1913 y 1914 la misma experimentó una crisis institucional bastante importante, puesta de manifiesto en las sucesivas renuncias a cargos, presentadas por varios miembros de la Comisión Directiva (incluidas las del Presidente y Vicepresidente). Aparentemente, tampoco había muchos socios predispuestos a asumir los puestos vacantes. 18 A este fenómeno se sumó el hecho de que los integrantes de la Sociedad, naturales de la parroquia de San Julián de Sales, liderados por el entonces Vicepresidente, Jesús Villaverde, se separaron de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra el 6 de abril de 1913, fundando una nueva entidad. 19 No obstante estos primeros momentos de inestabilidad, la institución referenciada en el concejo de Vedra logró reorganizarse y mantenerse en actividad por muchas décadas. Hacia 1924 el número de socios había llegado a 85. La distribución de los mismos, por parroquias, era desigual: algunas, como San Andrés de Trobe o San Miguel de Sarandón, contaban con mayor número de afiliados que otras, dentro de la Sociedad (ver el Cuadro 1). Lamentablemente no disponemos de documentación que nos permita aproximarnos a la composición socioprofesional de la masa societaria, pero podríamos sugerir que la misma pudo haber sido bastante similar a la de otras entidades microterritoriales gallegas en Buenos Aires. Las 18 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, ff. 53-84. AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de asamblea general extraordinaria, 6/04/1913, f. 53. 19 45 indagaciones de Núñez Seixas (2000, p. 34-36), sobre “Centro Renovación Ponteareas”, “Unión Progreso Distrito de Covelo”, “Círculo Social Valle Miñor” y “Residentes de Mos”, arrojaron como resultado un predominio de empleados y dependientes de comercio, seguidos de comerciantes y obreros manuales cualificados y sin cualificación. En el caso de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra podemos afirmar que incluso los miembros de la Comisión Directiva tenían largas jornadas de trabajo, a juzgar por las declaraciones que aparecen en las actas o en la correspondencia enviada y recibida por la institución. En muchas situaciones, la inasistencia a una reunión o la renuncia a un cargo, se justificaba con el argumento de que labores realizadas para ganar un sustento no dejaban tiempo libre para las actividades societarias. Como otras instituciones gallegas y pan-hispánicas de la época, la participación de las mujeres en la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra estaba bastante restringida: se las podía admitir como socias, pero no integraban las Comisiones Directivas. Al sexo femenino le estaba reservado el espacio de las actividades recreativas, por eso, a lo sumo, podían formar parte de las Comisiones de Señoritas, encargadas de colaborar en la organización de los festivales que se realizaban para recaudar fondos. 20 20 En la Comisión de Señoritas del año 1918 detectamos que las mujeres eran familiares o personas próximas a los miembros de la Comisión Directiva del momento. Cfr. AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de reunión extraordinaria de Comisión Directiva, 19/03/1918, f. 83. 46 Cuadro 1: Distribución de los socios de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra en Buenos Aires, por parroquias (1924) Parroquias Nº socios San Andrés de Trobe 33 San Miguel de Sarandón 15 Santa María Magdalena de Puente Ulla 12 Santa Cruz de Rivadulla 9 San Pedro de Sarandón 5 Santa Eulalia de Vedra 4 San Félix de Sales 4 San Mamed de Rivadulla 3 San Pedro de Vilanova --San Andrés de Illobre --San Cristóbal de Merín --San Julián de Sales --Total 85 Fuente: AEV, Caja Nº 8, Registro de Socios de Secretaría de “Residentes del Municipio de Vedra”, Bs. As., 1924, ff. 12 y 13. En su primera década de vida, la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra manifestó una predominante tendencia al neutralismo, en materia de política peninsular o local. En general, en las reuniones de Comisión Directiva o de Asamblea las discusiones en torno a compromisos políticos eran soslayadas. Sólo encontramos una adhesión a la invitación del Diario Español (portavoz de la comunidad española en la ciudad porteña), para la organización de un homenaje al Presidente de la Nación Argentina, como testimonio de gratitud a la declaración del 12 47 de octubre como Fiesta Nacional.21 También se aceptó, con algunas reticencias y objeciones, que el Secretario de la sociedad firmara un petitorio a favor del pedido de indulto a los procesados en una huelga general ocurrida en España, en 1917.22 Pero estas serían en cierto modo las “excepciones” que confirmarían la regla. Los vínculos con los núcleos parroquiales y con otras sociedades de Vedra en Buenos Aires Vale la pena destacar que los debates en torno a las relaciones de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra con las parroquias que conformaban dicho municipio y que estaban integradas en la misma, eran bastante frecuentes en las reuniones de Comisión Directiva y de Asamblea. En este sentido, los aspectos que podían convertirse en materia de controversia estaban ligados, por un lado, con la distribución y destino del fondo parroquial, y por otro, con la separación de determinados núcleos asociativos, de la institución que nos preocupa. El fondo parroquial representaba una suma que se debía repartir entre las distintas parroquias, en forma proporcional al número de sus cotizantes, para su utilización en obras de infraestructura o de caridad, dentro de sus jurisdicciones en Galicia. Pero ese dinero no sólo se empleaba con fines materiales concretos, sino también, con propósitos más simbólicos, ligados a la búsqueda de reconocimiento y 21 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de sesión ordinaria de Comisión Directiva, 27/10/1917, ff. 55 y 56. 22 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de sesión ordinaria de Comisión Directiva, 27/10/1917, ff. 55 y 56; Idem, Acta de sesión ordinaria de Comisión Directiva y de Fiestas, 27/12/1917, ff. 62 y 63. 48 prestigio social, por parte de aquellos emigrantes-socios que intermediaban para su obtención e inversión. Recién hacia 1918 se logró determinar el modo en que el fondo en cuestión sería entregado a cada parroquia: “para poder retirar ese dinero, sería indispensable que lo solicitara el Delegado por medio de una nota firmada por lo menos por las dos terceras partes de los socios de la parroquia que representa, especificando en qué sería invertido”. 23 Incluso, a comienzos de la década de 1920 se comenzaron a organizar reuniones parroquiales (es decir, de los miembros de cada jurisdicción eclesiástica), a los efectos de decidir colectivamente el destino de los fondos, una vez que el Delegado ya hubiera sido autorizado para retirar el dinero. De este modo, los vecinos de San Pedro de Sarandón, Puente Ulla y Trobe se reunieron por separado, decidiendo destinar las sumas correspondientes a la construcción de escuelas y puentes.24 Otro aspecto que se presentaba como más problemático era la posible escisión de un núcleo parroquial, perteneciente a la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra. La mayoría de los miembros de esta última se resistía a la separación de las parroquias que la integraban, básicamente, debido a que ese proceso generaba la pérdida de socios y por lo tanto, la de cuotas sociales, con las cuales se mantenía el funcionamiento de la entidad. El proyecto propuesto por el Vicepresidente Jesús Villaverde de que se constituyera una Federación, que uniera “moralmente” a las doce parroquias de Vedra, con el mantenimiento de la autonomía administrativa 23 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de asamblea general ordinaria, 20/01/1918, ff. 65 y 66. 24 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de reunión parroquial de San Pedro de Sarandón, 7/02/1920; Idem, Acta de reunión parroquial de Puente Ulla, 8/02/1920; Idem, Acta de reunión parroquial de Trobe, 8/02/1920, ff. 199-203. 49 (lo que incluía el aspecto financiero) de cada una de ellas, no fue aceptado. 25 Ello condujo en 1913 a la separación de los socios de la parroquia de San Julián de Sales. Como ya señalamos, estos últimos fundaron una nueva entidad, que se denominó: “Unión y Progreso de San Julián de Sales”. Dos años más tarde, en 1915, se constituyó en el lugar de Cibrán (parroquia de San Julián de Sales, Vedra), la “Sociedad Agrícola Ganadera Unión y Progreso de San Julián de Sales”, que tendría funciones similares a las del Sindicato Agrícola de Vedra (la búsqueda del mejoramiento de la situación de los labradores, tanto a un nivel económico como cultural, con la ayuda de la institución establecida en Buenos Aires). 26 Sin embargo, en el caso de la entidad matriz de San Julián de Sales, el proceso habría sido inverso al de Vedra: el impulso para la formación de la institución en Galicia provino del ejemplo dado por los vecinos instalados en la ciudad porteña, quienes iniciaron el movimiento asociativo a un nivel parroquial. Los integrantes de Unión y Progreso de San Julián de Sales actuaron eficazmente en la recaudación de fondos para proveer a su parroquia de una importante infraestructura pública: un campo de recreo, una escuela (cuyo edificio también sería sede de la sociedad matriz), un puente y un cementerio (Lema Pérez y Fernández, 2000, p. 16).27 25 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de asamblea general extraordinaria, 6/04/1913, f. 53. 26 AEV, Libro de Actas Nº 1 (1915-1925) Sociedad Agrícola Ganadera Unión y Progreso de San Julián de Sales, Acta de constitución de la Sociedad Agrícola Ganadera Unión y Progreso de San Julián de Sales, 19/01/1915, f. 1. 27 Tengamos presente que a mediados de junio de 1917 la Sociedad Unión y Progreso de San Julián de Sales, a cuatro años de haber sido fundada, ya estaba en condiciones de enviar el dinero para sufragar los gastos de la compra del edificio destinado a escuela y sede de la sociedad matriz, y además, una suma para las reformas a realizarse 50 La Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra no sólo vio escindirse uno de sus núcleos parroquiales, sino que también experimentó una situación casi opuesta: la incorporación de los miembros de una entidad que se referenciaba en el municipio de Vedra: el “Comité Auxiliar de la Sociedad de Agricultores de Vedra en Buenos Aires”, creado en esta última ciudad para financiar la constitución de una sección de empréstitos en el Sindicato de Agricultores, en Galicia. La unión mencionada se concretó el 20 de abril de 1917, tras gestiones iniciadas por la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra.28 Esta tendencia a la unidad se manifestó en otro fenómeno de interés: la fusión de la institución que nos preocupa con el “Centro de Residentes de Teo” (entidad mutualista de naturales de este último municipio coruñés, instalados en Buenos Aires) (Botana Iglesias, 2006, p. 86-87), que dio origen en 1920 a la “Federación de Sociedades Agrarias e Instructivas de la provincia de la Coruña en SudAmérica”. La Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra abandonó esta última en 1928, por disidencias relacionadas con su funcionamiento (Lema Pérez y Fernández, 2000, p. 12). Finalmente, vale la pena destacar que las relaciones interinstitucionales no estuvieron exentas de fricciones, como aquellas que se generaron con la sociedad matriz, que condujeron a la ruptura con la misma, como ya comentamos anteriormente. Uno de los principales reclamos de los integrantes de la Sociedad de Residentes del Municipio de en el mismo. Cfr. AEV, Correspondencia recibida por la Sociedad Agrícola Ganadera Unión y Progreso de San Julián de Sales, Carta enviada por la Comisión Directiva de Unión y Progreso de San Julián de Sales, Bs. As., 30/06/1917. 28 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de reunión de Comisión Directiva, 7/02/1917, f. 8. 51 Vedra era que sus familias pudieran gozar de los mismos derechos y prerrogativas que las familias de los afiliados al Sindicato de Vedra, que permanecían en Galicia.29 También exigían la participación en la administración del Sindicato Agrícola, en pie de igualdad con los miembros del mismo, establecidos en Vedra. De allí que, por ejemplo, los socios de la entidad porteña bregaran a favor de una reforma de los Estatutos que contemplara la posibilidad de que pudieran integrar una Junta encargada de administrar el edificio social, en caso de disolución de la sociedad matriz. 30 Consideraciones finales A lo largo de este trabajo hemos puesto de relieve que el asociacionismo microterritorial gallego en Buenos Aires estuvo condicionado por múltiples factores, que operaron de ambos lados del Atlántico (una masa crítica de emigrantes, potenciales líderes en la sociedad receptora, intermediarios en el ámbito de partida, un grado de difusión importante de los motivos ideológicos del regeneracionismo, entre muchos otros). Sin embargo, en el caso de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra, el catalizador fundamental para su surgimiento fue el estímulo dado por la Sociedad Agrícola de Vedra (el Sindicato Agrícola). La entidad porteña no se originó en el vacío, sino en el contexto del desarrollo de un importante movimiento agrarista gallego, capaz de brindar modelos de organización institucional y de acción concreta, 29 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de acuerdos de la Comisión Directiva, 15/12/1910, f. 4. 30 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de reunión de Comisión Directiva, 29/12/1912, ff. 41-43. 52 que podían ser emulados por los emigrantes en el Río de la Plata. En las primeras décadas de existencia de la entidad analizada, la atención a los problemas y requerimientos de la sociedad gallega se mantuvo, aunque fue objeto de controversias. No obstante ello, el imperativo de atraer a una masa societaria que hiciera viable la reproducción de la institución (mediante el pago de las cuotas sociales), indujo a la misma a ampliar su campo de acción, en torno a las actividades recreativas y mutualistas. Estas últimas permitían alcanzar distintos objetivos: el logro de la cohesión social y la recaudación de fondos (en el caso de los festivales anuales, por ejemplo), la ayuda a los más carenciados, la recreación de la comunidad de pertenencia en el ámbito de destino, entre otras. Estas metas parecían satisfacer mejor las necesidades de los emigrados más anónimos, que no tenían como prioridad la adquisición de un rol de liderazgo o el logro de cuotas de poder local, en su tierra natal. De allí que creamos de interés avanzar temporalmente con el examen de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra y su red institucional, entre otras cuestiones, para constatar su dinámica cambiante, en función de la modificación de los contextos de partida y de llegada, y de las tensiones generadas en su interior. 53 Bibliografía ARQUIVO DA EMIGRACIÓN GALEGA e CONSELLO DA CULTURA GALEGA (orgs.). Nós mesmos. Asociacionismo galego na emigración. Consello da Cultura Galega, 2008. 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Santiago de Compostela: Sotelo Blanco Edicións, 2011. Cap. 5, p. 141-162. 54 HERVELLA GARCÍA, Gustavo y SEIJAS MONTERO, María. Lalín-Bos Aires, unha historia compartida. Patronato Cultural de Lalín – Seminario de Estudios de Deza, s./f. LEMA PÉREZ, Mariano e FERNÁNDEZ, Marcelino (coords.). Memoria da Emigración. Concellería de Cultura do Concello de Vedra e Arquivo da Emigración do Consello da Cultura Galega, 2000. NÚÑEZ SEIXAS, Xosé M. Deconstruyendo la parroquia glocal: asociacionismo, redes sociales y hábitat urbano de los inmigrantes gallegos en Buenos Aires (1900-1930). Historia Social, nº 70, p. 107-133. 2011. NÚÑEZ SEIXAS, Xosé Manoel. Modelos de liderazgo en comunidades emigradas. In: BERNASCONI, Alicia y FRID, Carina (eds.). De Europa a las Américas. Dirigentes y liderazgos (1880-1960). Colección “La Argentina Plural”. Buenos Aires: Biblos, 2006. Cap. 1, p. 17-41. NÚÑEZ SEIXAS, Xosé M. Redes sociales y asociacionismo: las “parroquias” gallegas de Buenos Aires (1904-1936). 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Xunta de Galicia, 2004. 56 El caso de los españoles y portugueses en América Latina. 57 El caso de los españoles y portugueses en América Latina Dolores Martín Rodríguez Corner 1 LA GASTRONOMIA GALLEGA Y ANDALUZA EN LA CIUDAD DE SÃO PAULO Pensar las diferentes culturas es pensar el alma de un pueblo: contornos emocionales y míticos que envuelven determinadas comunidades dejándolas diferentes de las demás.(VERO, 2003,p.71) La Inmigración Española a São Paulo El contingente de españoles que emigró a la ciudad de São Paulo, aunque siendo el tercer grupo en número, después de los portugueses e italianos, no ofrece una visibilidad de expresiones culturales compatible con su presencia. El recorrido de los inmigrantes está impregnado en la historia de la ciudad y viceversa, pues los autores de la ciudad son los que en ella viven y sus experiencias de vida se vuelven la cultura dela ciudad, que es formada por el conjunto de valores expresos enlas diversas manifestaciones culturales. Están los españoles en la raíz de muchos paulistanos, aunque haya una ausencia de estudios académicos, de investigaciones, de registros de ellos en São Paulo, especialmente en lo que se 1 Doctorado en curso por la Pontificia Universidade Católica de São Paulo. PUC-SP. Mestre en Historia por la PUC-SP y Mestre en Turismo por la UNIBERO – SP. Profesora Instituto Cervantes de São Paulo. Dirección electrónica: [email protected] 58 refiere a las tradiciones alimentarias, ya que la ciudad es la tercera capital gastronómica del mundo, por sus diversidad presente en los restaurantes. Una cocina rica que abarca toda la cultura de origen presente en los pocos restaurantes de cocina étnica y en las fiestas de las Asociaciones Regionales Españolas que aún hacen presente esta cocina a los descendientes y a los inmigrantes. “La memoria se relaciona con la historia concebida, no como conocimiento del hombre en el pasado, sino como el conocimiento de la dimensión temporal del hombre común, del hombre “sin historia” (Menezes. 1997. pp 9-91). Los inmigrantes españoles gallegos y andaluces que llegaron a São Paulo en los años cincuenta y sesenta, necesitan voz para que puedan expresarse respecto a su alimentación en tierras extrañas. La Cocina como Patrimonio Cultural de un Pueblo Los estudios culturales contribuyeron para un mejor conocimiento del hombre y de los grupos sociales en todas sus manifestaciones. Se trata de una análisis de las mentalidades, de la historia del hombre común, del hombre “sin historia”, sus valores, tradiciones y costumbres, tal y como recuerda Chartier (1990), la historia cultural tiene por principal objeto identificar el modo como en diferentes lugares y momentos una determinada realidad social se constituye, y es así leída. Los investigadores en general y los historiadores en particular, después del aparecimiento de los estudios culturales, en los años cincuenta del siglo pasado, profundizaron los estudios del cotidiano y de las costumbres, momento en que surgieron otros objetos de estudio, como la alimentación y la moda, por ejemplo. En la segunda mitad del siglo XX, la alimentación se convirtió en un estudio relevante, 59 de gran interés a los antropólogos, sociólogos e historiadores, hasta porque al alargarse el significado de patrimonio, con el reconocimiento del patrimonio inmaterial, que abarca las costumbres y los hábitos en general, la gastronomía surgió como uno de los más importantes. Las cocinas étnicas son consideradas como gastronomías, y forman parte del patrimonio cultural inmaterial de un grupo social y los estudios a su respecto salen del ámbito del privado para el público, del económico para el cultural (Poullain,2004, p.38), aunque gastronomía es usada en el sentido aristocrático y burgués, aquella que pertenece a la comunidad francesa. Desde antaño, la cocina y la alimentación fueron entendidas como un tema de mujeres, de esclavas, de la plebe y por eso nada noble, no llevada muy en serio. Revel (1996, p.7), periodista y filósofo considerado por muchos como una persona muy “seria”, al escribir el prólogo de su libro “Un banquete de palabras” confiesa queescribir este libro le fue muy divertido. Así es porque la cocina siempre fue considerada un espacio del femenino y el hombre al elaborar la comida, prefiere platos hechos al aire libre, en el campo, fuera del ambiente de mujeres, como cuando prepara un churrasco en Brasil o una paella en España. La cultura alimentaria tiene algo de singular y amplio, pues es un conjunto de prácticas que permanecen por toda la vida. Las culturas no están aisladas, sino en un proceso dinámico, con un flujo de informaciones mutuas, con interacción entre ellas, lo que Bosi (1979) llamó de “circularidad cultural”. Así, en las fronteras de cada una de ellas ocurre el diálogo, los cambios de técnicas y de procedimientos. 60 La Cocina Presente en la Memoria del Inmigrante La cocina étnica materializa un eslabón afectivo poderoso para los inmigrantes, principalmente si hecha por las manos femeninas, que recuerda el pasado, un tiempo que no vuelve, un recuerdo de la casa materna, la que construye la memoria cultural, que es la que los mantienen, los olores y sabores de la niñez, de los platos ofrecidos en general por la madre, por ser la persona que lo prepara. La importancia de la memoria de los sabores de la infancia en la formación del gusto, se hace presente por toda la vida, es solo pensarse un poco respecto a nosotros mismos. Uno de los recuerdos de infancia más poderosamente arraigados en mi memoria no es otro que el vasto huerto al cual iba a ayudar a mi abuelo. Entre sus manos, los melones y las calabazas, los tomates, los pequeños rábanos y las zanahorias se convertían en obra de arte. Y así me las sigo mirando hoy en día.Ducasse (2004, p.28) La acción de comer identifica, pues ella enseña las fronteras entre los muchos grupos humanos, en especial entre los grupos étnicos. Los sabores de los alimentos y sus olores representan una referencia, una memoria y es además identidad, resulta del conjunto de formas de ser, de valores y de códigos en los cuales las personas se reconocen. Por otro lado la adhesión a ese conjunto desarrolla en las personas el acogedor sentimiento de pertenecer, que puede ser visto como estructura del concepto en cuestión. Es un proceso identitario hecho por figuras emblemáticas, que se quedan referencias a los grupos sociales relacionados, porque son conocidas y reconocidas, además 61 están impregnadas de valores y de sentimientos. Los dichos platos típicos se constituyen en una cocina emblemática y sirven asimismo para expresar identidades. La identidad sociocultural es en verdad, un proceso dinámico de construcción y reconstrucción, de negociaciones de significados, de una construcción histórica basada en las memorias y en las experiencias de un grupo, con técnicas y procedimientos enseñados empíricamente, de generación en generación. Las identidades pasan por cambios en las diversas temporalidades. A identidade plenamente unificada, completa, segura e coerente é uma fantasia. Ao invés disso, à medida em que os sistemas de significados e representação cultural se multiplicam, somos confrontados por uma multiplicidade desconcertante e cambiante de identidades possíveis, com cada uma das quais poderíamos nos identificar ao menos temporariamente. (HALL,2000, p.13) Buscando lo que tiene que ver la alimentación con la identidad de un grupo, principalmente los grupos étnicos, “El comportamiento alimentario será resultado de la reproducción de pautas de comportamiento y las preferencias alimentarias ponen en evidencia la pertenencia a un grupo.” (Díaz-Méndez, 2005, p.46) Así hay un interés entre los individuos por adaptarse a las normas del grupo al cual pertenecen y lossistemas de clase o de género, operan dentro del pluralismo gastronómico, según algunos autores. Además de manifestaciones culturales, el sabor o el olor de los platos característicos de las inmigraciones, actúan como estímulos sensoriales de la memoria y evocan el pasado pues se quedaron impregnados en ella. Según cada inmigrante es la capacidad para valorar o no esta memoria, que puede resultar en la manutención o reconstrucción de identidades. 62 Existe una tendencia a destacarse las diversas cocinas por algunos de sus aspectos. Teóricamente, cuando alguien se refiere a la cocina francesa, a la cocina española, a la alta cocina o la nueva cocina, a la cocina cantonesa, pekinesa, se tiene una idea inmediata de qué tipo de alimentos y platos se están describiendo.”(Contreras,1993, p.73).Muchas veces, nuestras ideas acerca de las cocinas extranjeras pueden ir muy desencaminadas, por sus imágenes formados a lo largo de los años, pero, el conocimiento de una cocina étnica solo es posible después de un estudio profundo de sus condiciones geográficas, y además de su historia. El gusto es sobre todo aprendido según el contexto familiar, histórico, geográfico y las experiencias vividas. Aunque esté presente en la memoria, forma parte de un proceso que evoluciona y se va ampliando a lo largo de la vida. Así, los ingredientes y el modo de preparación de los platos forman parte del gusto común que se construye según cada cultura. La aceptación o rechazo a algunos ingredientes o platos desconocidos son resultantes del gusto colectivo, que fue formado, por el grupo a que pertenece. “Los ingredientes penetran en el gusto colectivo e instruyen el paladar, que se queda saturado con sus memorias, y así empiezan a ser indiferentes o intolerantes en relación a otros sabores”. (Fernández-Armesto, 2004, p.209) El paladar, el gusto y el olor de los platos dejan de ser solamente reacciones orgánicas o estímulos analizados por la biología, para adquirir un sentido cultural, aún porque, la preparación de los alimentos revela un conjunto de conocimientos que enseñan formas sociales de captar y arreglar el mundo. Entonces, la cocina es antes cultural que biológica, los hábitos alimentarios y los gustos son 63 transmitidos de generación en generación de una manera inconsciente, empírica, que abarca la elección de los ingredientes, la técnica de preparación, el modo de servir los alimentos, su clasificación, producción, cosecha, conservación, preparación y consumo de los alimentos. El gusto es portador de lazos sociales, pues factores culturales, sociales y sicológicos actúan en la formación y en la transmisión del sabor. Reproduce normas básicas, habilidades y reglas culinarias que se interiorizan y reflejan en las particularidades de actuación de cada grupo. Fichler (1979) en su artículo, resalta el biológico y el cultural como inseparables en lo que se refiere a la alimentación, al decir: “el hombre es un animal omnívoro que se nutre de carne, de vegetales y del imaginario: en la alimentación el hombre biológico y el hombre social o cultural están estrechamenteligados y recíprocamente implicados”. La observación de los hábitos alimentarios de un pueblo que emigra es de fundamental importancia, pues enseña sus valores, su cultura, revela sus gustos, rechazos, sus tabúes y costumbres.Ariès (2001) complementa con resaltar que cada plato es instrumento de memoria, memoria del sagrado, memoria del pasado, siendo la mesa un lugar pedagógico y la cocina un lugar de reelaboración de la historia. Los estudios de las culturas gastronómicas se quedaron relevantes, porque ellas poseen raíces profundas en la identidad individual y colectiva de un grupo. Por la gastronomía se hace toda una lectura simbólica de los valores, de las costumbres y creencias de un grupo social, destacada por muchos sociólogos, entre ellos Poullain (2004) como siendo uno de los dos símbolos más emblemáticos y 64 reveladores de nuestras sociedades, aunque todas las manifestaciones culturales deban ser vistas en relación al contexto social de las instituciones, de las relaciones de poder y de la historia. La cocina del inmigrante tiene dimensiones nacionales y regionales, mantiene huellas de identidad en la combinación propia de sabores y olores, en las permanencias de las costumbres, como por ejemplo la salsa de soja en la cocina china, el orégano en la cocina italiana y la combinación de aceite y ajo de la cocina española. Se puede decir que la cocina nacional es representada por la cocina de cada día, aquella usual de cada grupo, que es la cocina regional. No siempre, la cocina es reconocida como factor de identidad por los inmigrantes, como ocurre con otras prácticas socioculturales más evidentes, como la lengua, la música y la artesanía. Comprender como cada cultura piensa sus alimentos y su elaboración permite ingresar en un campo lleno de significados que enredan el paladar y el olfato, revelan gustos, rechazos, identidades. Maciel (1996, p.34) destaca “la dificultad que hay para trazar las fronteras espaciales que delimiten una cocina, una vez que los criterios van más allá de los aspectos físicos, pues abarcan factores sentimentales, de memoria, de valores, que evocan al grupo”. Las prácticas culinarias son desarrolladas de formas distintas en los pueblos entre familias, de ciudad a ciudad. Muchas veces el plato “típico” de un país, no es más que un plato inventado por el turismo para el consumo en restaurantes de cocina étnica y ni siempre es el plato cotidiano de aquel grupo social, como es el caso de la “feijoada”de los brasileños y de la paella para los españoles. Es necesario contextualizar la inmigración, observar las condiciones que llevaron a salir del país para cambiar 65 totalmente de vida y empezarlo todo en otro país. Para mantener sus costumbres alimentarias se hace necesaria la adquisición de productos que permitan la elaboración de los platos cotidianos. Cada grupo de inmigrantes, tiene sus particularidades, determinadas por el tipo de inmigración, se familiar, de hombres solos, el período en que ocurrió la inmigración, país de recepción, etc. Hay que observar también el grado de proximidad que hay entre la cocina del inmigrante y aquella que encuentra. Contreras (2004) en entrevista a autora plantea que si hay mayor contraste tanta más, hay mayor necesidad de reproducir su cocina de origen. A menor contraste hay mayores posibilidades de una adaptación más rápida. La permanencia de las costumbres alimentarias, cuando se piensa en la cocina de los inmigrantes, está pendiente de muchos factores. Al emigrar en familia, hay mayores posibilidades de continuidad de la alimentación del país de origen, pues la mujer reproduce lo aprendido en su familia, sin embargo, si el hombre emigra solo, él buscará adaptarse a sus necesidades diarias de alimentación, según lo que encuentre. En general adquieren formas de alimentación de la clase obrera, de sus compañeros y solamente al encontrarse con los suyos, en ocasiones especiales, es que prueban de sus platos y recuerdan el país de origen. Los hábitos alimentarios tienen raíces profundas en la identidad social de los que emigran, pues son los hábitos más duraderos en el proceso de aculturación, por estar impregnados en las costumbres y en los hábitos, además son los hábitos más difíciles de abandonar en caso de inmigración. En este proceso, los inmigrantes en general llevan sus técnicas y procedimientos de elaboración del alimento, sus maneras a la mesa, a otro país por formar parte de su cultura. Según 66 Poullain (2004), la sociología de los desplazamientos se depara con la alimentación como un elemento central de la construcción de las identidades y constata que las particularidades alimentares están entre los últimos trazos diacríticos a desaparecer. En un artículo a la revista Horizontes Antropológicos, Maciel (1996, p.34) destaca que la constitución de una cocina en un país colonizado puede seguir caminos diversos. Las poblaciones que se desplazaron, o lo fueron, trajeron con ellas sus hábitos, costumbres y necesidades alimentarias, además de un conjunto de prácticas, plantas y especias que demuestran sus preferencias, rechazos y gustos. Mezclando o añadiendo posibilidades a las prácticas alimentarias existentes en la nueva tierra, crearon “cocinas” con características particulares. Así surgió a cocina “criolla”, de una mezcla de la cocina del colonizador, de los pueblos nativos de América, hecho que pasó a muchos otros grupos inmigratorios. Goody (apud Maciel, 1996, p.35) resalta que la expansión europea y la dominación colonial, en lo que se refiere a las comidas, presenta también otros aspectos relacionados con la dominación, pues la cocina del colonizador, en este caso el blanco europeo, es adoptada por la población local en detrimento a las prácticas tradicionales, lo que fue responsable por transformaciones radicales en los hábitos alimentarios. La cocina del colonizador es apropiada por las camadas sociales que la utilizan como un medio de diferenciación social, de poder y de mantenimiento de cierta jerarquía. 67 Los Españoles en una ciudad Multicultural De una pequeña villa, São Paulo pasó a ciudad pues con la llegada de la inmigración masiva europea, más que dobló su población. “El censo de 1872 apuntaba una población de 31.385 personas y el censo siguiente 64.934 habitantes. En 1908 eran 270.000 habitantes y en 1920, 579.033 personas.”(Matos, 2004, p.64). Otro gran número de inmigrantes españoles llegó a São Paulo, el periodo de posguerras: II Guerra Mundial y Guerra Civil Española. El fenómeno de las inmigraciones la transformó en una ciudad multicultural, y los cambios más importantes habidos, fueron aquellos que ocurrieron en la cultura local. Esta llegada de inmigrantes trajo una diversidad de culturas, cada cual con sus manifestaciones propias, entre ellas la gastronomía que mezclándose a la cultura local hizo de la ciudad un centro gastronómico importante en América, por su variedad. Según Holanda (1995, p. 40) “la experiencia y la tradición enseñan que toda cultura sólo absorbe, asimila y elabora, en general, los trazos de otras culturas, cuando encuentran una posibilidad de arreglarse a sus cuadros de vida”. Así, cada grupo fue asimilando costumbres, sustituyendo ingredientes, mezclando procedimientos y reformulando su cocina, según lo que había en tierras distantes. Todas estas experiencias resultaron en cambios de la cocina de los inmigrantes y de los nacidos en la ciudad. En el Estado de São Paulo, el contacto de los inmigrantes en las villas de obreros o en núcleos del interior, en ciudades como São José do Rio Preto y Catanduva urbanizadas por los inmigrantes, según Fausto (1998), los llamados platos y los dulces típicos de cada uno de los grupos, 68 representaron un eslabón entre las culturas de diferentes familias, porque las mujeres tenían la costumbre de ofrecerlos a sus vecinas. Así los distintos platos como los de bacalao, el quibe, los macarrones, los pasteles de Santa Clara, los baklavas pasan a integrar las mesas de portugueses, sirios o italianos. El mismo autor, relata que mientras la religión demarca fronteras, la comida revela una tendencia opuesta, pues aproxima y socializa los gustos que pasan desde entonces a formar parte del cotidiano de todos. La costumbre de cambiar los platos entre las mujeres de diferentes orígenes fue esencial para la mezcla de culturas y costumbres, tanto a la cocina paulista cuanto para las demás culturas culinarias presentes. Hoy, muchos de los platos como los de la cocina italiana, por ejemplo, forman parte del menú cotidiano paulistano de las familias o de los restaurantes, los jueves y domingos. Son hábitos ya incorporados a la cultura local y que difícilmente podrán ser de ella excluidos. Santos (1981), al referirse a la ciudad dijo que el trabajo pone en el escenario los colores y matices de otras experiencias étnicas y culturales, sin minimizar el peso de las marcas de la presencia italiana en la definición de los procesos y experiencias sociales que construyeron la pauliceia. Los cambios alimentarios del inmigrante español forma parte del proceso inmigratorio, y ocurre muchas veces por falta de algunos ingredientes, como el aceite de oliva, poco utilizado en la cocina brasileña por el alto precio de importación, fue sustituido por otros aceites como de maíz, de algodón y por supuesto cambia el sabor de los platos. Por ejemplo: los gallegos sustituyeron los grelos, inexistentes, por brócolis, hojas de nabos o mostaza, al preparar su lacón con grelos. Asimilaron muy pronto las costumbres brasileñas, tal 69 vez por la similitud con los hábitos alimentarios de los portugueses colonizadores, igualmente ibéricos. El azafrán que es caro en España, fue sustituido por el “colorao” o por “corcuma”, que pueden dar un color semejante, pero no pueden dar al plato, ni el mismo olor, ni el mismo sabor. Muchos otros ingredientes fueron sustituidos lo que causó cambio de sabor, como los pimientos por no tener el mismo sabor que los pimientos de España, a causa de la tierra, del clima, del tipo distinto del producto. No tenemos el arroz tipo bomba para la paella. Lo que es común a las familias, lo que está disponible en los supermercados es el arroz tipo uno o aguja. El pimiento dulce era sustituido por páprika. Es evidente que aunque hiciesen sus platos, ellos no llegaban a un sabor idéntico, solo se acercaban de él. Los cambios de la cocina, sin embargo, no representan que hubo un olvido, pues en las fiestas, en los encuentros de las asociaciones regionales españoles existentes en la ciudad, la cocina representa los grandes eslabones de la memoria e identidad a los grupos de inmigrantes. Al hablarse de cocina étnica hay que llevar en cuenta el sentido de costumbres y tradiciones alimentarios, pues muchas veces los platos que son considerados tradicionales de un país, no siempre son platos de memoria, no se presentaban a la mesa de un campesino español. Lo que para ellos es comida de su tierra, depende de la región de origen, pues como ya fue dicho, España ofrece una gran variedad de cocinas regionales, presentes en ellas, como las cocinas gallegas, andaluzas, catalanas, valencianas y un largo etc. Poco se sabe respecto a la cocina que se mezclaba en São Paulo, con la llegada del inmigrantes de varios países, pero se puede comprobar que surgieron en los años cincuenta del siglo pasado, los primeros restaurantes de cocina étnica en 70 la ciudad, con ellos, los primeros restaurantes de cocina española. Quizás por no se encontraren algunos de los ingredientes básicos de su alimentación en España, por precios accesibles, como el aceite de oliva, el vino, el azafrán, los mariscos, las gambas, el cordero, etc. Pasaron a cocinar ellos mismos a sus amigos españoles, surgiendo los primeros bares que más tarde se volvieron restaurantes. Así ocurrió con La Alhambra de José Luis Almanza Esquetino un andaluz, como ejemplo, que explicó: Es así, en el sur de España se consumen más potaje, ensopados con lentejas, garbanzos, acelga, escarola, y carnes de pescado, bacalao o longaniza, pero sin faltar el garbanzo. En Castilla es más la caza, en la región del Levante, Valencia, Murcia y Alicante, es la tierra de la paella, con varios tipos de arroz. El plato de España es el puchero, aunque la paella sea internacionalmente el plato español, su tarjeta gastronómica. Igual a lo que pasó al señor Nicolás Manuel Picos Domínguez nacido en La Coruña y que llegó a Brasil a los 17 años. Vivía cerca de un bar y tenía la costumbre de ir a la cocina para hacer platos españoles de los cuales echaba de menos, tanto él cuanto sus amigos. Terminó por comprarse este bar y lo transformó en el Restaurante La Coruña, uno de los primeros restaurantes españoles en São Paulo. Cuenta, que al hacer un viaje a Santos con algunos amigos, llegando a un restaurante vio que no había más comida, según sus palabras: “Me ofrecí para hacer un plato a todos, pero como sólo había gambas, surgió mi plato más famoso la “camaronada”, con diversos tipos de gambas y camarones a la plancha, fritos o rebozados.” Doña Josefa CordoLagace, una gallega de Corda de Pontevedra, vino a São Paulo con profesión cocinera en su pasaporte. Su padre tenía una pensión y ella pronto se encargó 71 de la cocina. Con su marido, también gallego de La Coruña, trabajó toda su vida en bares y restaurantes. En la época de esta entrevista era propietaria del Restaurante “El Gaiteiro” en el Club Español. Durante la semana hace comida típica española y en fines de semana, para atender a los socios y no socios del club, hace el caldo gallego y la empanada gallega de bacalao, de pescado y carne, que en general es de lomo. Prepara siempre los boquerones, chorizos, calamares, calamares en su tinta, paellas o otros platos como pulpo a gallega por encargo. Dijo que el cocido no es una comida diaria a los gallegos, sino la carne de cabrito, ternera o conejo. Muchos de los españoles entrevistados, dijeron que conocieron la paella aquí, pues tratándose de un plato reciente, para representar España en la cocina internacional, no siempre se la habían probado en su región. En España, la paella es un plato hecho con arroz y cualquier otro ingrediente o ingredientes añadidos, muy distinto de la paella cargada de gambas y mejillones, muy al gusto de los brasileños servida en los restaurantes de la ciudad. Mientras que los valencianos hacen sus paellas por apreciar el arroz y no por los demás ingredientes. Los españoles inmigrantes añaden más o menos ingredientes a la paella, en función del presupuesto, del dinero que está disponible para hacerse el plato, si es para la familia o si habrá invitados, si es fiesta o no, factores que van a determinar el tipo de ingredientes del plato a ser hecho. En los momentos de añoranza los andaluces hacen unas buenas migas con sardinas fritas o pimientos, los gallegos una empanada, y todos ellos sus cocidos a su manera, con garbanzos con mucho aceite y ajo. Algunos inmigrantes intentan pasar sus costumbres alimentarias a sus descendientes, haciendo los platos para que los prueben, 72 conozcan y reproduzcan sus gustos y sabores. Un plato que se puede decir común a todas las regiones españolas es el cocido. Contreras en entrevista para la autora, destaca respecto a ese plato que: Es curioso el cocido aquí en España es un plato absolutamente ordinario o absolutamente de fiesta, sobre todo aquí en Cataluña. El cocido ordinario que era sobre todo en blanco con muy poca carne, porque era cara y luego el plato típico de navidad, el cocido. El cocido catalán aquí llamado escudella, tenía que contener los cuatro tipos de carne sino, no era el cocido de navidad: cordero, pollo o gallina, cerdo y ternera los cuatro tipos, siendo que primero se servía el caldo. Así, muchos de los platos del país de origen, se pierden pasado el tiempo de adaptación en otro país, pero no se puede decir que es siempre así, pues aquellos que valoran sus costumbres, la lengua, la cocina son los que se preocupan en pasar su cultura, en dejar huellas de su tierra a los demás. Es por eso que en las celebraciones o los encuentros, la comida es el momento cumbre, y es en el sabor y en la memoria que recuerdan la cocina de sus hogares, por el olor y por el sabor, si no veamos: El sabor de ciertos alimentos y la singularidad de ciertos condimentos son un testigo del pasado, y prueban que a pesar de los años el pasado no se perdió, que él sobrevivió en la manera de asar el pan o en el olor fuerte de ingredientes que, no siendo encontrados en el nuevo país, son preparados en casa, impregnando las habitaciones y pasillos de la memoria. (Heck, 1999,p.14) Por no haber muchos momentos en que pudiesen estar entre familia para recordar los platos, o a causa de una emigración individual, el inmigrante español adaptaba sus gustos a lo que encontraba. Si vivía a una pensión española, 73 iba a comer un tipo de cocina, si brasileña otro. Si la circulación no permitía hacer las comidas en la casa, entonces se hacía necesario encontrar un momento en la semana para la convivencia ligada a la familia, como señala Díaz Méndez (2005), momento en que se busca reforzar los componentes familiares y colectivos a través de una comida común, bien a diario (esperar para coincidir en el horario de la cena) o de fin de semana (comidas con la familia de origen), que estas comidas funcionan como nexo de unión para mantener el grupo unido, tanto el nuclear como el extenso. Aunque haya en São Paulo, como en casi todas las metrópolis del mundo, la hegemonía de la cocina étnica italiana, incluso fue el grupo que predominó entre los inmigrantes, la cocina española por ser ibérica, semejante a de los portugueses, encontró mucha similitud y la adaptación fue pronta. Los españoles se distribuyeron por los barrios de la ciudad y no hay, como otros grupos inmigrantes, ninguna calle o barrio español, y pocos restaurantes de esta cocina. Además hay una idea de que la cocina española es cara, a causa de las gambas que se ponen en la paella y son de precios muy altos. Casi todas las regiones españolas están representadas en la Casa de España, donde a cada mes ocurre una celebración de sus costumbres. Los asturianos hacen anualmente su fabada como el punto más importante del encuentro. Los gallegos hacen bacalao, empanadas, lacón con grelos y otros platos, los valencianos su tradicional paella, los andaluces sus migas, sus pescaitos fritos, pucheros, etc. Aunque no haya dejado huellas muy visibles en la ciudad, los sabores exquisitos de los platos españoles pueden ser probados en los restaurantes, en hogares españoles y en sus asociaciones. 74 No se puede pensar reproducir una cocina que se basa en los productos de sus regiones, y que no son encontrados en otras ciudades, haciendo con que el inmigrante tenga que cambiar sus usos, al preparar los alimentos. Para atender a una búsqueda de ingredientes españoles para los platos, muy importantes para la manutención de las tradiciones, tres frigoríficos surgieron en los años cincuenta, pues la importación no era posible en aquella época: El Frigorífico Pirineos creado por José Ribas en 1958, una industria de embutidos catalanes. Al fallecer, su sobrinoAngel, ingeniero que siempre estuvo a su lado, asumió el control de la empresa desde entonces, compró un terreno más grande para la fabricación artesana de los embutidos, con solo siete obreros.“Los españoles siempre compran en el Mercado Central de Cantareira, vienen del interior, pues saben que encuentran lo que necesitan en mi tienda, que tiene más de cuarenta años en el Mercado”.2Así El describe sus productos de la cocina catalana y española en general, como elfuet,la butifarra catalana, blanca y negra, varios tipos demorcilla como la valenciana hecha de cebollas;de Palma de Mallorca, la mallorquina, la sobrasada; de Burgos hacela morcillacon arroz y hace también el chorizo que los españoles en general prefieren, como el tipo Riojano, picante, elCantipalo, lomos curados, una longaniza fresca tipo unabutifarra cruda, y de la región de Pamplona y País Bascola chistorra. Los productos son de buena calidad e permiten probarse los embutidos españoles en Brasil. El Frigorífico Torres fue inaugurado en 1960 por el andaluz ManoelRecena Torres, que vino solo a São Paulo en 1952, ya fallecido. Por no llamar a su esposa para que viniera a vivir con él, ella vino con cuatro hijos de edades entre trece y 2 Angel, en entrevista. 75 tres años. Hoy sus hijos, los hermanos Quevedo 3 siguen con la elaboración de los embutidos: morcilla, chorizo de sangre, la sobrasada, laslonganizas, chorizos, etc. En la ciudad de Itu donde fue a vivir había un matadero que tiraba partes de los bueyes que eran llevadas por italianos y españoles para hacer embutidos. Trabajó en el Frigorífico Raso, de italianos, donde aprendió a hacer los embutidos. El Frigorífico Salamanca fue organizado por tres hermanos de Guijuello conocida como la capital del jamón ibérico: Silvestre, Gregorio y Apolinar. Muchos frigoríficos intentaron reproducir eljamón ibéricoen Brasil, pero solo el Frigorífico Salamanca logro hacerlo, después de mucho tiempo para encontrar el tiempo cierto en cámaras frigoríficas. “Antes de existir el Salamanca había otros frigoríficos como elBogrolo, Borela y Soquete, intentando hacer el jamón. En Santa Catarina, una empresa Perdigão los compro y todas se acabaron”.4Solo se quedo el Salamanca que hace un jamón igual al de España, si no es mejor, solo pierde al pata negra”.5 Pasados diez años, tenían cinco carnicerías y el frigorífico de embutidos enCatanduva,en Estado de São Paulo. Empezaron la fabricación de otros embutidos como longaniza, salchichas y mortadelas. En una granja creaban los cerdos de manera especial, el sistema español.Hoy poseen quince cámaras y 3 AGUSTÍN RECENA QUEVEDO. Vino de Linares, Jaén, Andalucía consolo seis años, en 1953. 4 Sr. Francisco García, socio propietario de la Casa García enentrevista. 5 BALTAZAR MACIAS GARCÍA, 76 años de edad, nació en Lomba provincia de León donde vivióhasta 1954, AL emigrar llegando a São Paulo en un vuelo Iberia. Camarero en El Escorial, cerca de Madrid, vino a trabajar en Othon Palace Hotel en São Paulo, socio de su primo en Casa García hace 40 años. 76 hacen 2000 jamones mes, jamón reconocido como de gran calidad. Así gracias a la producción de productos y embutidos españoles los gallegos y andaluces pudieron probar de la gastronomía española en otro país. También el hecho de haber bares y restaurantes en la ciudad, les permitía mantener sus hábitos alimentarios y no olvidarse de sus especias de origen como el azafrán, los pimientos, el aceite, los ajos que perpetuó de alguna manera las costumbres de sus regiones españolas. 77 BIBLIOGRAFIA ARIÈS, Philippe e DUBY,Georges.História da Vida Privada. 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Agora, 2003. 79 Os logradouros dos imigrantes galegos no paraíso tropical: as cadeias migratorias e as redes de solidariedade no Rio de Janeiro 80 Os logradouros dos imigrantes galegos no paraíso tropical: as cadeias migratorias e as redes de solidariedade no Rio de Janeiro1 Erica Sarmiento da Silva2 Percorrendo os logradouros cariocas A travessa do comércio ostentou ontem à noite o mesmo triste espetáculo (...) Dezenas de imigrantes espanhóis e italianos ali procuravam abrigar-se e passar a noite em promiscuidade e abandono que quaisquer que sejam as causas é deprimente para a administração pública. Acreditemos que eles não têm direito ao acolhimento nas hospedarias do Estado, nem razão justificada para se queixarem da falta de ocupação, mas a sua vagabundagem e a sua miséria, ainda que merecida, não podem continuar daquele modo sem grave responsabilidade dos poderes públicos. Dêem-se lhes agasalhos, ou permita-se-lhes que voltem aos países de onde vieram ainda mesmo com o sacrifício do Estado. Os interesses da boa imigração são muito mais importantes do que os motivos regulamentares que possam explicar e até justificar o abandono daquela gente3. O Paiz, ano de 1889 1 Este artigo foi apresentado na Revista de Estudos Migratorios: Revista Galega de Análise das Migracións, vol. V, n.1 (2011), Santiago de Compostela. 2 PPGH-mestrado-UNIVERSO/ Laboratório de Estudos de Imigração (LABIMI)-UERJ 3 O Paiz, terça-feira, 8 de fevereiro de 1889. 81 No ano de 1889, período auge da imigração de massas, o jornal O Paiz pede que as autoridades se responsabilizem pelos emigrantes, ao mesmo tempo em que os julga merecedores da situação em que se encontram, submersos na vagabundagem e na miséria. O discurso ambíguo, veiculado pelo periódico carioca, faz parte do cenário que se formava na então capital brasileira: o Rio de Janeiro. Receptora de imigrantes e vivendo o seu período de modernização, a cidade, no ano de 1920, já abrigava 20% de população estrangeira. No censo de 1906, dos 210 515 imigrantes, 133 mil eram portugueses, 25 557 italianos e mais de 20 mil eram espanhóis. No censo de 1920, o quadro se repete com os espanhóis mantendo o terceiro lugar como contingente imigratório no Rio (MOTTA, 1982, p.141). Nos primeiros anos do século XX, no governo do prefeito Pereira Passos a cidade passou por uma radical reestruturação. Era necessário modernizar o país, começando pela capital. Fazer das suas ruas um espaço digno de se viver, seguindo os padrões europeus. Remodelar a cidade significava destruir o que não correspondia esteticamente ao cenário de beleza idealizado para o convívio de uma elite. As camadas populares que habitavam as áreas centrais da cidade, onde estava localizado o comércio e grande parte do mercado de trabalho, foram as primeiras a serem atingidas pelas mudanças. Para seguir os padrões estabelecidos pela modernidade, foram destruídos os cortiços, as estalagens, todas as moradias baratas que enfeavam o cenário e não combinavam com o planejamento urbano idealizado pelos engenheiros e políticos da época. A população de baixa renda foi a mais afetada, tendo que se deslocar para a periferia, criando novos bairros, ou permanecendo nas pensões ou cortiços que resistiam às reformas urbanísticas. 82 A cidade começou a crescer de forma contínua. Suas ruas e avenidas despontavam em um rápido ritmo, surgiam os novos transportes como o bonde e o automóvel, apareciam os bancos e as indústrias. A demografia carioca também apresentou importantes transformações em sua estrutura populacional, com a chegada de centenas de migrantes rurais e o aumento da imigração. A população do Rio, em 1870, se limitava a 235.381 pessoas, já em 1890 contava com 522.651 e 15 anos depois, em 1906, eram 811.443 os que habitavam a “cidade maravilhosa”. A população continuou aumentando desenfreadamente e, em 1920, a cifra alcança o total de 1.157.8734. Junto com esse crescimento, aparecem também as epidemias de varíola, peste e febre amarela. As enfermidades contaminam as zonas mais pobres da cidade, onde se aglomeram os prostíbulos e os cortiços. São as duas faces de um Rio de Janeiro que se desenvolvia ignorando as classes populares. Dentro desse contexto, a imigração se intensifica, acompanhando a transição para uma ordem capitalista, desde uma sociedade constituída por uma massa de ex–escravos analfabetos e despreparados. O aumento do custo de vida era agravado pela chegada dos estrangeiros. Ampliava-se a oferta de mão-de-obra e a luta pelos escassos empregos disponíveis. Foi convivendo nesse cenário que muitos galegos disputaram e conviveram nesses espaços centrais do Rio 4 MENDONÇA MOTTA, Mary Hesler de. Imigração e trabalho industrial- Rio de Janeiro (1889-1930). Dissertaçao de mestrado apresentada na UFF, Niteroi, p.141. A autora alerta a imprecisão dos dados dos censos do Rio de Janeiro dos anos de 1906 e 1920, alegando que entre os dois censos, para o mesmo ano, os resultados não correspondem. Por exemplo, a população do Rio para o ano de 1872 está registrada nos dois censos com diferentes resultados. As estatísticas oficiais sempre contém uma porcentagem de erros. 83 de Janeiro. Alguns bairros, como vermos nas páginas seguintes, constituíram-se em reduto da coletividade galega, que encontrou moradia e trabalho, reforçando suas cadeias imigratórias (CARVALHO, 1987, p.21). Através do cruzamento de fontes nominativas, realizamos um estudo sobre a inserção socioprofissional dos galegos no Rio de Janeiro. As fontes que nos ofereceram dados substanciais sobre a localização dos galegos pelos logradouros cariocas foram os arquivos privados do Hospital Espanhol e do Consulado Espanhol. Essa documentação foi a base inicial para o diálogo com outras fontes qualitativas, como podem ser os processos de expulsão, os periódicos da época ou as entrevistas realizadas com os imigrantes. Os testemunhos dos imigrantes serviram para corroborar a existência e importância das localidades e, ao mesmo tempo, ajudar a identificar a classificação do imóvel, se este era uma casa de cômodos, pensão ou estabelecimento comercial. A partir da amostra retirada das matrículas dos sócios do Hospital e dos inscritos no Consulado Espanhol, formada por mais de 3500 indivíduos, extraímos as primeiras informações da coletividade galega como os municípios de origem, a profissão, o ano de chegada, o número de repatriados, o estado civil, a alfabetização e a localização espacial dos imigrantes nas ruas do Rio de Janeiro. Por primeira vez, vinculou-se o lugar de origem com a sociedade de destino, encontrando, dessa forma, os focos migratórios. Apesar da diferença da natureza das duas fontes, alguns dados como a profissão, o município de origem e a residência na sociedade receptora foram aproveitados numa única base de dados. Nas matrículas dos sócios do Hospital Espanhol, recolhidas em três livros correspondentes aos anos de 1859 até 84 a década de 20 do século passado, foi a fonte que mais contribuiu com informações sobre os pioneiros da emigração de massas. Entre os anos de 1859 e 1880, encontramos 218 imigrantes galegos matriculados no Hospital Espanhol. Essa informação, junto com os dados pessoais de cada sócio, possibilitou a localização geográfica dos pioneiros pelos bairros cariocas, assim como a construção das cadeias migratórias e a antiguidade da emigração galega no Rio de Janeiro. Foi possível, por exemplo, distribuir os galegos pelas ruas do Rio de Janeiro, classificar as suas atividades profissionais e a partir daí, formular uma série de perguntas: se as atividades exercidas estavam associadas ou não aos espaços físicos onde se desenvolviam; se estavam próximos a outros grupos de imigrantes de maior tradição histórica e relevância numérica; se havia concentrações de galegos em determinadas ruas; se os pioneiros procediam de zonas com tradição migratória a Rio de Janeiro ou se exerciam atividades que foram seguidas pelos grupos migratórios posteriores; se esses pioneiros exerceram o papel de mediadores nas redes de socialização, ajudando os recém-chegados a conseguir o primeiro emprego e a primeira residência, etc. A riqueza da documentação relacionada às listas consulares e de associações em geral, sem dúvida, permite construir tipologias e ampliar o conhecimento acerca do objeto de estudo. A Freguesia de Santo Antonio e A Lapa: Os Arcos da Lapa, A Lapa e a Rua do Lavradio Bairro que se tornou famoso na história cidade pela sua vida nocturna dissoluta, bairro cabarés baratos, de casas de baixo meretrício, malandros, de jogadores, valentões e invertidos, e da de de do 85 “trottoir” de pobres mulheres ditas perdidas, como consta de muitos crônicas e livros... (BRASIL GERSON, 2000, p.236) Essa era a imagem da Lapa e seus arredores desde o Oitocentismo em diante. Um bairro boêmio, cheio de pequenos hotéis que serviam de encontros amorosos para a classe baixa ou simplesmente para hospedar trabalhadores que não tinham condições de ter uma casa própria ou pagar aluguel nas áreas mais privilegiadas da cidade. As suas ruas, como a Joaquim Silva ou as Marrecas, no começo do século XX, se converteram em ruas cheias de prostíbulos que aí permaneceram até depois da década de 1940. Nas Ruas do Lavradio, Lapa, dos Arcos, Joaquim Silva e Visconde de Maranguape, viveu, trabalhou e teve negócios uma boa porcentagem da imigração galega do Rio de Janeiro. Se somarmos os galegos que estiveram nas três ruas principais da freguesia de Santo Antonio e do bairro da Lapa (Lavradio, Arcos da Lapa e Rua da Lapa), temos um total de 258 emigrantes, o equivalente a 7,6% de toda a amostra recolhida5. A província de Pontevedra concentrou 50% dos 258 emigrantes que viviam nesta zona; A Coruña contribuiu com 36% e Ourense com 14%. Das três ruas mencionadas, a do Lavradio foi a de maior importância numérica, aglomerando 135 emigrantes (3,8% do total de toda emigração), seguida da Rua dos Arcos (2,25%) e por último, a Rua da Lapa (1,23%). Esta área do Rio de Janeiro acolheu galegos de todas as províncias, porém com uma maior 5 A amostra utilizada neste artigo, como explicada no item anterior, é referente a 3500 imigrantes, recolhidos nas matrículas dos sócios do Arquivo privado do Hospital Espanhol do Rio de Janeiro, a partir de 1859 até os anos 20 do século XX, e do Consulado Espanhol, a partir de 1877 até 1939. 86 concentração em determinadas províncias, como Pontevedra e A Coruña.6 A província de Ourense, por exemplo, estava bastante dispersa entre as ruas do Centro do Rio, e também nos subúrbios. Aí temos uma realidade condizente com as características da emigração ourensana, que, ao contrário das províncias de Pontevedra e A Coruña, não tiveram concelhos (com a exeção de Melón) com altos índices de emigração. Entretanto, encontramos alguns focos tanto na freguesia de Santa Rita (Ruas Senador Pompeu, Camerino e Barão de São Félix), como na freguesia de Santo Antônio (Rua do Lavradio) ou na Lapa. Nesta última freguesia, contabilizamos 5,5% do total da emigração ourensana, que se divide entre vários concelhos de diferentes áreas geográficas da província, como podem ser Melón, Pereiro de Aguiar ou Xinzo de Limia. Cada concelho oferece um pequeno número de emigrantes, que na maioria das vezes, não ultrapassa cinco pessoas. Daí a dificuldade de analisar, em nível micro, as cadeias migratórias desta província e de construir um perfil dessa emigração, tanto pela sua dispersão por diferentes bairros do Rio de Janeiro, como pela pouca concentração de vizinhos em uma mesma localidade. Supostamente, o fato de não ter um grande contingente dividido em zonas (caso dos municípios pontevedreses) ou concentrado em um único concelho (caso de Santa Comba) pode ter colaborado para a sua maior dispersão, se comparado às outras províncias, como conseqüência da busca de apoio nas cadeias migratórias mais antigas e fortalecidas originárias de outras províncias. Seria uma cadeia em nível interprovincial. Também no caso de 6 Resultados extraídos da matrículas do Hospital Espanhol e das fichas do Consulado Espanhol, ambas localizadas no Rio de Janeiro, entre os anos de 1850 a 1939. 87 Ourense, ao ser uma emigração mais tardia para o Brasil, se comparada aos outros concelhos, predominando nas primeiras décadas do século XX, obrigou os seus vizinhos a buscarem sua inserção sócio-profissional naquelas localidades onde já existiam concelhos com maior tradição7. Na província de Pontevedra, apareceram 21 concelhos distribuídos por essas três ruas do Rio de Janeiro, entretanto algumas zonas apresentam maior contingente migratório que outras. Na Lapa e na freguesia de Santo Antonio prevaleceram numericamente os municípios que limitam com o norte de Portugal e alguns do litoral sul da Galiza, como As Neves, Arbo, Tui, Gondomar ou O Rosal. Um dos fatores explicativos para a escolha dos destinos migratórios dos galegos é a emigração intrapensinsular. Para o caso do Brasil, está relacionado a municípios ou áreas com forte tradição migratória a Portugal. Como exemplos, segundo estudos realizados por vários especialistas, temos a área geográfica do sudeste de Pontevedra, mais especificamente os concelhos de Pontecaldelas, Fornelos de Montes, A Lama e Cotobade; o município de Santa Comba, da província de A Coruña, e, por último, o Concelho de Melón, localizado na província de Ourense 8. Esses municípios são os que apresentam o maior 7 Para ver a distribuição da emigração galega a Rio de Janeiro por províncias, vid. SARMIENTO, Érica. Galegos no Rio de Janeiro (1850-1970). Tese de doutorado apresentada na Faculdade de Geograf[ia e Historia. Universidade de Santiago de Compostela, 2006. 8 Vid. GONZÁLEZ LOPO, Domingo. “Una aproximación a la emigración de la Galicia Occidental entre mediados del siglo XVII y el primer tercio del XX, a través de las fuentes protocolares y archivos parroquiales”. Revista da comisión galega do quinto centenario, nº 6, 1990, pp. 135- 169; BARREIRO MALLÓN, Baudilio. La jurisdicción de Xallas en el siglo XVIII. Población, 88 contingente emigratório a Rio de Janeiro dentre todos os municípios de suas respectivas províncias9. Alguns municípios da província de Pontevedra, aqueles localizados no centro e no sul, têm uma antiga tradição emigratória ao Brasil, já registrada desde a década de 50 do século XIX. Segundo estudos realizados por González Lopo (2000, pp.270-278), nos arquivos paroquiais pertencentes aos municípios de Ponte Caldelas, Fornelos de Montes, A Lama e Cotobade aparecem informações que indicam um claro predomínio de emigração a Portugal, o que facilitaria os primeiros contatos dos galegos com o Brasil. Em outra zona pontevedresa, na chamada Terra de Montes, que engloba os municípios de Beariz, Cerdedo e Forcarei, a partir de meados do século XIX, Brasil passa a ser o principal destino de atração americano, principalmente as cidades de Santos e São Paulo e, em menor medida, Rio de Janeiro (FERNÁNDEZ CORTIZO, 1990, p.182). Ainda que nos deparemos com índices emigratórios em quase todos os concelhos pontevedreses, o centro-sul da província de Pontevedra é, sem dúvida, a zona de maior fluxo a Rio de Janeiro. No limite com o Minho português e sofrendo influência desses vizinhos, essa região galega foi desencadeando uma emigração que atingiria quase todos os sociedad y economia. Santiago de Compostela: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Santiago de Compostela, 1977; FERNANDEZ RODRIGUES, M.A. “Evolución migratoria en el municipio de Melón: mediados del siglo XVII a comienzos del siglo XX”. In: Eiras Roel (ed.). Aportaciones al estudio de la emigración gallega. Un enfoque comarcal. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 1992, p. 167-176. 9 Vid. SARMIENTO, Érica. Galegos no Rio de Janeiro (1950-1970). Tese de doutorado, Faculdade de Geografia e Historia, Universidade de Santiago de Compostela, 2006. 89 municípios pontevedreses (com maior ou menor intensidade), mantendo uma continuidade e a sobrevivência de cadeias migratórias ao longo de mais de um século. Os portugueses se adiantaram a essa emigração, claro está, por questões históricas, alternando, assim como os galegos, os destinos entre Brasil e as regiões intrapeninsulares (FERNANDES ALVES, 1994). Na Rua do Lavradio, onde está a maior concentração de pontevedreses, com 135 emigrantes (52% do total das três ruas), o município de As Neves representa 7,75% do total das três ruas e 15% dos que viveram no Lavradio. É o município com maior número de emigrantes tanto na Rua do Lavradio como também na Rua dos Arcos. Foi o único concelho, para a toda a Galiza, que contou com mais de 20 emigrantes vivendo na Rua do Lavradio. No número 77, da mesma rua, existiu uma hospedaria, onde residiram vários galegos. A documentação, muitas vezes, não deixa entrever o tipo de moradia que existia nos endereços: se era quarto, casa de cômodo, comércio, etc. As fontes orais, nesses casos, contribuíram para relatar este tipo de informação. Assim ocorreu com o n° 77, onde viveu M. G. G., nascido no concelho de As Neves: “Quando cheguei fui morar sozinho. Era ali no morro de Santo Antonio, na Rua Lavradio, 77. Moravam muitos galegos, era o chamado cabeça-de-porco, que se disse aqui. Eram mais de 50 famílias que moravam ali. Havia muita família portuguesa e brasileira também.” 10 Esse emigrante chegou no ano de 1950 e, ainda nessa época, os galegos continuavam utilizando as pensões do 10 Entrevista a M. G. G. no dia 4 de novembro de 2003, no Rio de Janeiro. Os emigrantes entrevistados pela autora deste artigo serão identificados pelas iniciais do nome e sobrenome. 90 Centro do Rio como a forma mais econômica de sobreviver, tal como ocorria no começo do século. A diferença da segunda emigração de massas em relação aos que emigravam no começo do século XX é que, quando conseguiam juntar as suas economias, buscavam uma casa para alugar ou para comprar nos subúrbios ou nos arredores da área central, como podia ser o bairro do Méier, Penha ou, no caso do emigrante entrevistado, o bairro de São Cristóvão. Os que podiam se permitir comprar um imóvel nos bairros mais privilegiados, mudavam-se para a zona sul, perto da praia, nos bairros do Flamengo, Botafogo ou Copacabana. Encontramos em décadas anteriores, vivendo no número 77, da Rua do Lavradio, outros emigrantes: dois do concelho de As Neves, quatro de Santa Comba, 1 de A Baña, 1 de Ponteareas, 1 de Salvaterra do Miño e 1 de Ourense. O mais antigo era do Concelho de As Neves. Chamava-se Eduardo Sanchéz Gil e se registrou no consulado no ano de 1915. Ou seja, desde 1915 até a década de 50 é provável que muitos galegos procedentes do concelho de As Neves tenham residido nesta localidade. Como as hospedarias eram lugares temporais, era relativamente comum encontrar um segundo endereço nas fichas do consulado. O próprio Eduardo Sanchéz Gil, na década de 40, vivia na Rua Mem de Sá, outra localidade próxima à zona central do Rio. Este concelho pontevedrês, onde mais se aglomeraram seus vizinhos foi no número 41 da Rua do Lavradio: de 14 galegos, 10 procediam de As Neves. As pensões populares, como os pequenos hotéis, os cortiços e as “cabeças-de-porco11” foi uma realidade da 11 Casas de cômodo, muito comum no começo do século XX, no Rio de Janeiro, antes das reformas urbanísticas, a partir de 1906. Eram habitações coletivas, com banheiro e cozinha também coletivos. 91 emigração galega e portuguesa no Rio de Janeiro. O número 77, não era a única casa que alugava quartos. Nas fichas do Consulado Espanhol, por exemplo, os números 38, 63 e 170 da Rua do Lavradio também eram casas. Nos dados pessoais do emigrante Maximino Gesteira Loural, de Redondela, aparece o seguinte endereço: “Rua do Lavradio, n° 63, Casa 2”. A antiguidade dessa rua como moradia de galegos remete-se ao século XIX. A partir de 1879 até o ano de 1899, aparecem 12 emigrantes vivendo aí. A emigração continuou, segundo as fontes escritas até a década de 1930 e segundo as fontes orais, até a década de 1950. As áreas centrais que serviam de moradia estavam unidas à vida profissional. Por isso, muitos galegos tiveram seus hotéis, restaurantes ou pequenos comércios também no centro da cidade. Nas fichas do Consulado Espanhol do Rio de Janeiro, aparecem no item referente ao endereço, nomes de hotéis, que podiam tanto ser a residência como o local de trabalho ou ambas as coisas. Na Largo da Lapa, por exemplo, encontramos o “Grande Hotel” e o “Hotel Guanabara”. No primeiro deles, localizado no número 47, encontramos seis emigrantes vivendo nesta localidade na década de 1920, oriundos de todas as províncias galegas. Na Rua do Lavradio, os emigrantes se hospedavam e também alugavam quartos. Aproveitaram a conjuntura e a demanda do mercado para abrir suas hospedarias. Não só os do sul de Pontevedra e os de Ourense estiveram pela Rua do Lavradio, também os de Santa Comba e municípios vizinhos deste concelho habitaram essa parte do Rio de Janeiro. M. M. C., de Santa Comba, não só viveu na Rua do Lavradio, como também foi sócio de um dos hotéis, no número 68: 92 Quando cheguei estava fazendo negócio com um hotel na Rua Lavradio, 68, hoje Hotel Casablanca, naquele tempo Hotel Lavradio. Eram de rapazes conhecidos e meu pai comprou uns pontos para mim e eu fui trabalhar ali 6 meses, desde o 31 de agosto de 1957 até os primeiros dias de abril de 1958. Saí dali porque meu pai construiu o Hotel São Cristóvão. No lavradio eu tinha 6 pontos de sociedade e em São Cristóvão tínhamos 25 pontos. Uma casa nós dividíamos em porcentagens. O Lavradio continuou bastante tempo, depois eu vendi.12 Os emigrantes costumavam chamar de “pontos” as pequenas parcelas que compravam em sociedade. À medida em que as economias aumentam, os “pontos” também cresciam ou, em outros casos, compravam-se “pontos” em melhores áreas da cidade. Nesse caso, o Hotel Lavradio, como disse M. M. C., “eram de rapazes conhecidos”, ou seja, de vizinhos de Santa Comba ou de galegos. A presença dos xallenses nesta freguesia era muito mais antiga. O primeiro emigrante foi encontrado no ano de 1912 e a cadeia migratória seguiu até a década de 50. A emigração de Santa Comba ocupou 20,3% do total dos galegos que viviam na Rua dos Arcos, no Lavradio e na Lapa. Uma cifra que só está por debaixo do concelho pontevedrês de As Neves. Somente na Rua do Lavradio, entre 1912 e 1939, viveram 20 xallenses, a maioria dele nos números 122 (de 18 moradores, 6 eram de Santa Comba) e número 125. 12 Entrevista com M.M.C. no dia 12de novembro de 2003, no Rio de Janeiro. 93 No que diz respeito à emigração intrapeninsular do concelho de Santa Comba, Portugal está entre os destinos preferidos dos seus habitantes. Segundo Baudilio Barreiro, nos seus estudos realizados sobre a jurisdição de Xallas, os emigrantes vão diretamente à cidade do Porto como moços de serviço, porque é a única capaz de absorver um número elevado de empregos temporais e de ambulantes. Entre os anos de 1757 e 1784, a porcentagem de 18% dos varões casados havia estado em Portugal: Las preferencias a la hora de elegir destino se las lleva Portugal ampliamente sobre Castilla. En porcentajes correspondería el 86 % a Portugal y el 14 % a Castilla. A Portugal van como mozos de servicio en sus múltiples variantes: por eso Portugal equivale a decir Oporto, única ciudad que puede absorber un número elevado de empleos temporales y callejeros. Allí trabajan de aguadores, recaderos y mozos de mercado. A castilla van, en cambio a trabajar en el campo, a las labores de siega y tal vez de esquileo y carbôneo(BARREIRO MALLÓN, 1977, 253-254). A atividade complementar do município também possibilitou a emigração a Portugal. Apesar das famílias de Santa Comba viverem predominantemente da agricultura, com terras arrendadas ou trabalhando nas suas próprias fincas, havia um trabalho que predominava na zona e que ajudava a aumentar a economia doméstica: a arriería. Através dos transportes de mercadorias, principalmente de cereais (trigo, sal e vinho), de carvão e areia, os camponeses conseguiam o dinheiro necessário para pagar seus impostos e cobrir o déficit das colheitas. Levavam as mercadorias a várias cidades galegas, como Santiago ou Pontevedra e, muitas vezes, se deslocavam até as fronteiras de Castela e de Portugal, para 94 venderem vinho ou outros produtos (BARREIRO MALLÓN, 1977, p. 422-440). Na década de 60, os galegos continuaram comprando hotéis na Rua do Lavradio. J. A. I., de Mazaricos, foi um deles. Chegou no Rio de Janeiro em 1963 e junto com os irmãos que já estavam na cidade, comprou uma hospedaria nessa rua. Segundo palavras do emigrante: “é um lugar muito ruim, daquela não tanto. Na minha época tinha menos galegos, mas ainda era um lugar que tinha muitos galegos. Os galegos aqui no centro moravam na Rua do Lavradio, na Gomes Freire...”13 Nos livros de prófugos do Concelho de Santa Comba, na década de 50, encontramos 15 emigrantes vivendo na Lapa, na Rua dos Arcos e na Lavradio. Os endereços aparecem a partir da década de 50, mas sabemos que nestas ruas já havia galegos vivendo desde a primeira emigração. Na Rua da Lapa, entres os anos de 1951 e 1955, moravam cinco vizinhos, e nas ruas próximas, como a dos Arcos, a Visconde de Maranguape e a Joaquim Silva, no mesmo período, havia cerca de 10 emigrantes de Santa Comba. O que está claro é que muitos xallenses se agruparam nesta freguesia carioca tanto na primeira emigração massiva como na segunda. Os municípios vizinhos de Santa Comba, como Mazaricos, Vimianzo ou Outes também tinham emigrantes nesta zona. Foi o caso de S. J. P., de Vimianzo, que emigrou em 1960. Decidiu sair da Espanha, porque já tinha o irmão no Rio de Janeiro, além de outros familiares que emigraram antes dele. O primeiro lugar onde morou foi na Lapa. O bairro lhe servia somente como residência, pois se deslocava todos os dias até Copacabana 13 Entrevista a J. A. I. no mês de outubro de 2000, no Rio de Janeiro. 95 para trabalhar de garçom. Quando comprou seu próprio restaurante, foi viver em Nova Iguaçu, um município da chamada Baixada Fluminense, onde os imóveis eram mais acessíveis que nas áreas nobres. Dizia que “na Lapa tinha muito espanhol. Era tudo espanhol14”. Na Rua do Passeio, nº 70, ainda no bairro da Lapa, estava o famoso “Restaurante Cosmopolita”, cujo proprietário era Raimundo Rodríguez Martínez, natural de Melón, e um dos sócio-fundadores e diretores do Recreio dos Anciãos. A Rua do Passeio começou nas proximidades da Rua da Ajuda, a antiga localidade onde viveram diversos galegos no final do século XIX. Acreditamos que, com a extinção da Rua da Ajuda, a freguesia de Santo Antonio foi ganhando espaço e passando a ser uma das freguesias centrais de maior emigração galega. Dos galegos que viveram na freguesia de Santo Antônio, a maioria deles trabalhou no comércio (67,2%). Não podemos comprovar em que tipo de comércio, já que prevalecem as definições de caráter mais geral como “negociantes” e “empregados”. Entretanto, nos arriscamos a vincular a profissão dos emigrantes com o setor da hotelaria, não só pelos depoimentos dos entrevistados, como também pelas características do próprio bairro, dotado de restaurantes e pensões. Isso não exclui, por suposto, o pequeno comércio. Nos processos de expulsão de estrangeiros, uma fonte rica em informação acerca do cotidiano dos imigrantes, analisando os casos de crimes de lenocínio, crimes contra a ordem e moral pública pelo uso da prostituição, percebemos que muitos galegos eram acusados devido ao tipo de negócios 14 Entrevista a S. J. P., no dia 26 de setembro de 2000, no Recreio dos Anciãos, Rio de Janeiro. 96 que tiveram no Rio de Janeiro: as hospedarias. Por exemplo, o caso dos irmãos de Santa Comba, Celestino e Manuel Gerpe Blanco, acusados de lenocínio. O primeiro foi expulso e o segundo teve um pouco mais de sorte, porque teve condições de contratar um advogado e foi posto em liberdade15. As hospedarias e casa de cômodos, abundantes no começo do século XX por oferecer serviços baratos aos trabalhadores das classes baixas, também se transformaram em lugar de prostituição do baixo meretrício carioca. Localizadas nas ruas centrais do Rio de Janeiro, esses hotéis serviam de moradia e de “comércio do prazer” para os brasileiros e estrangeiros que combinavam as jornadas de trabalho com o ócio. Os donos do comércio alugavam quartos por hora para todos os tipos de cliente, inclusive para as prostitutas que trabalhavam nas vizinhanças. Neste tipo de comércio, muitos galegos investiram as suas economias, comprando pequenas participações em sociedade, sem se importarem com a localização e o tipo de cliente que freqüentava esses espaços. Era um negócio rentável, de baixos investimentos e rápida ascensão. A clientela não era exigente e a escassez e a carestia dos aluguéis aumentavam a demanda pelos quartinhos de pensões e hotéis baratos. A classe trabalhadora não tinha muita opção, não podia permitir-se o luxo de pagar um aluguel de um imóvel e 15 Arquivo Nacional, Processo de expulsão, Pac. IJJ7 169. Só encontramos o processo de Manuel Gerpe Blanco. No seu expediente aparecia a informação de que o seu irmão Celestino já havia sido expulso por lenocinio (não encontramos o ano da expulsão). Os dois aparecem nos livros de Censo do Concelho de Santa Comba do ano de 1919 e Manuel Gerpe Blanco estava inscrito no Hospital Espanhol no ano de 1919. 97 era necessário viver próximo ao local de trabalho para evitar longos deslocamentos entre um bairro e outro. No jornal A Gazeta de Notícias, do dia 9 de janeiro de 1908, numa série de reportagens sobre as hospedarias do Rio de Janeiro, intitulada Os quartos do vício, um ex-proprietário de hospedarias, cuja identidade não é revelada pelo jornal, conta para os leitores o dinheiro que angariou num “quartelzinho de vício bem atreguezado”: A hospedaria? O senhor não calcula que bom negócio é esse. Acredite, se eu não tivesse velho (...) eu tinha desviado alguns cobres do meu capital para fundar uma; apesar, sim, apesar das muitas que agora estão aparecendo e que se fazem uma concorrência dos diabos. Mas há gente para todas, há gente para todas.” O comerciante, que depois de enriquecer com as hospedarias, se aposenta e se dedica a emprestar dinheiro à juros, lembra, com satisfação, do começo da sua inversão e dos “conhecimentos” utilizados para abrir esse tipo de negócio: “Saiba o senhor que com uns dois contos de réis (...) e uns conhecimentos entre algumas mulheres, e a hospedaria está preparada a olhos vistos. Os dois contos seriam para a mobília, só o essencial- camas, cadeiras, lavatórios; para os quartos nobres mesinhas de cabeceira.” Tudo estava muito bem calculado, tostão por tostão. O aluguel da casa podia custar 400$ (réis), o ordenado de um encarregado uns 150$, os gastos 120$, somando uma despesa mensal de 660$. Havia truques para diminuir os gastos, como por exemplo, utilizar os mesmos lençóis de um quarto para o outro, até mesmo num período de uma semana! Para ter uma clientela abundante, durante todo dia, era necessário “um conhecimento entre algumas mulheres”, o que transformava a 98 pensão, durante o dia, em um “lugar de encontros”, e à noite, em quartos de dormir. “Numa casa de 400$ consegue-se muito bem uns dez quartos (...) esses dez quartos nunca se alugam uma vez, às vezes se alugam três e quatro vezes por dia- a questão é ser a casa bem afreguezada!...Demos-lhe, porém, uma média de quinze vezes por dia. Cada quarto, numa hospedaria, -assim, assim- dá (...) nada menos de 5$. Temos, portanto, por dia 75$, o subsídio de um deputado! É ou não é um bom negócio! Num ano, com o capital de dous contos, numa hospedaria modesta e uma freguesia regular, um homem embolsa nada menos de vinte contos, limpinhos, sem guarda-livros, nem cobrador!”16 Como as primeiras economias só permitiam comprar pensões a preços módicos, em locais de baixo meretrício, muitas foram confundidas com casas de prostituição de baixa categoria. Entretanto, os comerciantes não tinham vínculos com as prostitutas, unicamente alugavam os quartos e se aproveitavam da situação. O emigrante de Santa Comba F. L. L. toma com bom-humor seus começos no Rio de Janeiro como dono de hospedarias. Depois de deixar seu trabalho de camareiro, comprou uma pensão com quatro sócios galegos no Centro do Rio de Janeiro onde estavam as mulheres (...) eram onde estavam aquelas mulheres. Era o sítio reservado para isso, naquele tempo era assim. Tínhamos o preso certo para cobrar e elas estavam ali praticamente nuas (risos). Tudo pelo 16 A Gazeta de Notícias, 9 de janeiro de 1908. 99 Centro eram só hospedarias. Depois mudei de local e me senti melhor, já não tinha aquele mau ambiente. 17 O dono de uma agência de viagens, J. S. S. conhecia bem a atividade dos xallenses no Rio de Janeiro: Ellos tenían hoteles, pensiones. Era pensión de origen barato, ¿no? Baratas. Pero entre ellos allí, eran parejas que iban allí… en Río de Janeiro hay muchos moteles que pertenecen a gallegos. Hoy en día son hoteles de lujo, pero de aquella eran (risos)…Hoy, siguen con el mismo sistema, pero son moteles de lujo. 18 As casas de meretrício, a prostituição e o lenocínio invadiram o Centro da cidade no começo do século XX e, junto com o tráfico de mulheres brancas, viraram motivo de preocupação para a polícia e os órgãos judiciais da República. Segundo a estatística apresentada pelo delegado do 12º Distrito Federal, no ano de 1914, contabilizavam-se na sua circunscrição 94 casas ocupadas por meretrices, compreendendo as ruas do Lavradio, Gomes Freire, Rezende, Arcos, Senado, Visconde do Rio Branco, Riachuelo, Mem de Sá e Praça dos Arcos e Governadores. Nestas casas habitavam 299 mulheres, das quais a maioria, 160, estava composta por estrangeiras, sendo que desse total, 33 eram rusas, 30 italianas e 20 espanholas (Medeiros de Menezes, 1992:51). Na maioria dessas ruas como a do Lavradio, Arcos, Senado, localizadas na freguesia de Santo Antonio e no bairro da Lapa, era onde 17 Entrevista a F. L. L., no dia 10 de setembro de 2003, em Santa Comba. 18 Entrevista a J.S. S., em junho de 2002, em Santa Comba. 100 estavam muitos hotéis de galegos, ademais das suas residências. O processo de expulsão de Manuel Gerpe Blanco, no ano de 1921, comprova, mais uma vez, a participação de galegos nas hotelarias cariocas19. Em 1915, sofreu a primeira detenção, responsável por ser proprietário de três hospedarias freqüentadas pelo baixo meretrício. Foi posto em liberdade e vendeu todas as hospedarias que estavam vigiadas pela polícia, comprando dos prédios na rua da Harmonia e na Rua Senador Pompeu (uma das ruas mais frequentadas por galego). Para esse caso em específico, não acreditamos que o acusado fosse cáften ou adquirisse hotéis com a única intenção de utilizá-los como bordéis, ainda que os quartos fossem alugados para prostitutas. No seu processo, não aparecem depoimentos de prostitutas, nem acusações que o indicie como explorador de mulheres, unicamente o processo denuncia a utilização do imóvel pelas meretrizes. O advogado contratado para defender Manuel Gerpe alega a expulsão injusta, explicando que o acusado já cumpriu a sua pena, mesmo que de forma injusta, já que ele se desfez dos seus primeiros negócios, passando a viver da renda dos seus imóveis, um deles, alugado como casa de cômodos. Não existia nenhuma prova contra Manuel Gerpe, que depois de ter cumprido a pena que lhe fora imposta, tratou de procurar novo meio de vida honesto e digno. 20 Para comprovar tal fato, bastava ver as escrituras de venda das antigas casas. 19 Arquivo Nacional . Processo de expulsão, Pac.IJJ7 169. 20 Arquivo Nacional. Processo de expulsão, Pac.IJJ7 169. 101 Tais documentos provam perfeitamente que o paciente nada tem com as casas que a polícia diz serem exploradas por ele, com o comércio do metrício, por assim expulsá-lo do território nacional, onde vive há 17 anos, só tendo unicamente contra a sua pessoa a única condenação que sofreu, cuja pena cumpriu logo após, com um meio de vida honesto. 21 Ademais, o advogado contava com outra arma de defesa: a expulsão do irmão do seu cliente, Celestino Gerpe Blanco, “sócio de Francisco Lima na hospedaria da rua D. Manoel, nº60”, expulso “com as falsas declarações dos comissários Péricles Barreto e investigador Bosseli, negandolhe o direito de regeneração”. Dessa vez, havia um advogado brasileiro, envolvido na trama, e um cliente que tinha condições econômicas para pagar esse tipo de serviço. A polícia nada pode fazer e, no dia 26 de outubro de 1927, o delegado enviou uma carta ao Ministro de Justiça declarando que as provas recolhidas não eram suficientes para expulsar Manuel Gerpe Blanco e que o acusado havia sido posto em liberdade. A história dos indesejáveis da Capital Federal e sua conseguinte expulsão foi um instrumento utilizado pelas autoridades brasileiras para impor a ordem pública contra aqueles estrangeiros pobres e contestadores do sistema. A história oficial durante muito tempo quis esconder a participação das massas populares nos períodos mais conturbados da sociedade brasileira, recriminando o caráter passivo da população. Entretanto, a forma de atuação desses excluídos do sistema, existiu de forma não organizada, dispersa pelas ruas da cidade, coincidindo com o cotidiano contraditório da cidade, que vivia entre o atraso e o progresso. 21 Arquivo Nacional. Processo de expulsão, Pac.IJJ7 169. 102 Percorrendo outros logradouros: As Ruas Camerino, Senador Pompeu e adjacentes Continuamos utilizando as ruas do Rio de Janeiro como um fator explicativo da concentração espacial dos galegos. Sabemos que a localização das moradias é uma variável que não explica totalmente a mobilidade social de um grupo migratório. Quando encontramos uma rua onde viveram muitos galegos ao longo de várias décadas, por detrás desse endereço sabemos que existe uma série de fatores de ordem cultural e econômicos (as motivações, os projetos) que envolvem o custo da casa, as possibilidades de economizar para ser proprietário, ou para um possível retorno, a proximidade da casa do local de trabalho ou a busca de uma vivenda próxima a familiares ou vizinhos. Além disso, os endereços devem ser estudados como um dado inicial que pode ser alterado facilmente, já que os emigrantes mudavam de rua, ao longo de suas vidas, segundo a mobilidade profissional e econômica. A primeira moradia sempre estava associada com a precária condição econômica na qual chegava o estrangeiro, por isso costumavam escolher quartos coletivos e vivendas populares. O que era mais importante: as possibilidades que oferecia o mercado de trabalho do lugar escolhido (como a relação entre a distância casa/trabalho) ou as possibilidades que ofereciam os conterrâneos que já estavam estabelecidos em determinados bairros cariocas? Para os pioneiros, podíamos escolher a primeira alternativa, mas para aqueles que desembarcaram no Rio de Janeiro na emigração massiva, as redes de relações sociais é um fator clave tanto na busca do primeiro trabalho como da primeira casa. Samuel Baily explica, em seu estudo sobre os italianos em Buenos Aires e 103 em Nova York, que as variáveis estruturais (localização e disponibilidade de trabalho, o mercado da vivenda) influenciaram os pioneiros, mas os indivíduos que chegaram posteriormente na cadeia migratória foram influenciados, em boa parte, pelas redes de vínculos pessoais já existentes (BAILY, 1985, p.42). Acreditamos que para o caso dos galegos no Rio de Janeiro ocorreu o mesmo processo. O seu espaço social, a priori, estava influenciado pelas condições sócio econômicas da própria cidade, mas com o tempo, com a chegada sucessiva de novos emigrantes, algumas ruas passaram a ser pontos de referências, não só pela sua localização estratégica, perto dos lugares de trabalho, como também porque já se havia estabelecido uma rede de parentesco e de vizinhança que oferecia apoio afetivo, econômico e profissional. A localização das principais ruas e bairros onde se concentravam os galegos serviu como base para defini-los dentro do contexto urbano carioca, além de vincular o local de moradia com as profissões exercidas e se essa ocupação geográfica e profissional tinha relação com as redes sociais. Próximos às zonas portuárias, na chamada freguesia de Santa Rita, moraram vários galegos no início do século XX. Esse dado já era conhecido por algumas bibliografias relacionadas com a emigração no Rio de Janeiro, que ressaltavam a concentração espacial de determinados grupos de estrangeiros.22 O censo de 1906, por exemplo, distribuía a 22 Entre muitas obras bibliográficas, podemos citar a de Lená Medeiros de Menezes. Os indesejáveis: desclassificados da modernidade. Protesto, crime e expulsão na Capital Federal (18901930). Rio de Janeiro: EdUERJ, 1996, e a dissertação de Lucia Maria Paschoal Guimarães, Espanhóis no Rio de Janeiro (18801914). Contribuição a historiografia da imigração. Tese de 104 população espanhola pelas freguesias de São José, Santa Rita, Santo Antonio e Gamboa, em ordem de importância numérica. A freguesia de São José teve especial relevância na comunidade galega desde a segunda metade do século XIX, como foi o caso da Rua da Ajuda, do bairro Cinelândia e das suas ruas adjacentes. Como já comentamos nas páginas anteriores, esse espaço do centro da cidade foi ocupado por redes que ultrapassavam os limites de uma aldeia ou de um concelho. Na freguesia de Santa Rita, no ano de 1890, dos 43.601 habitantes, 12.315 eram portugueses e 1.720 eram espanhóis. Era uma zona próxima ao porto, onde se concentravam os estivadores, os carregadores de café, formado por um contingente de negros escravos e libertos. No início do século XX, o porto do Rio de Janeiro era um enorme complexo de unidades independentes que se estendia por diversas ilhas da baía de Guanabara e se espalhava, no continente, da região fronteira ao Paço Imperial até as praias das Palmeiras e São Cristóvão. Em uma sucessão de mais de 60 trapiches, quase sempre colados um ao outro, o sistema ocupava uma extensão de 12 quilômetros, aproximadamente, tomando toda a orla marítima das freguesias de Santa Rita e Santana. É importante marcar, contudo, que os trabalhadores da área não viviam apenas do porto. Segundo Velasco e Cruz: concurso à livre docência de Historiografia apresentada ao Instituto de Filosofia e Ciencias Humanas da Universidade do Rio de Janeiro (UERJ), Rio de Janeiro, 1988. Ambas as autoras utilizam os recenseamentos do Rio de Janeiro dos anos de 1906 e 1920. 105 A região era um importante centro artesanal e manufatureiro (...) Na região existiam inúmeros estabelecimentos comerciais, armazéns de secos e molhados, botequins, restaurantes e várias firmas de transporte de mercadorias. As duas freguesias constituíam, portanto, um mercado de trabalho diversificado, dinâmico, e cujo crescimento contínuo ao longo da segunda metade do Oitocentos ajudou a transformar os bairros da Saúde e Gamboa em importantes locais de moradia (CRUZ, 2000, pp. 275276). Na Freguesia de Santa Rita, entre negros e portugueses, pequenos comércios e grandes exportadores de café, viveram os galegos nas Ruas Camerino, Senador Pompeu, Barão de São Félix, Visconde da Gávea, Saúde (atual Sacadura Cabral) e Prainha (atual Rua Acre) 23. Conseguimos chegar até eles também, como nos casos anteriores, através dos endereços recolhidos nas matrículas do Hospital Espanhol e nas fichas do Consulado Espanhol. Na Rua Camerino e Senador Pompeu viveram 198 (5,6% do total da amostra) emigrantes galegos desde 1881 até o ano de 1938. Quem foram os galegos que viveram na Camerino e na Senador Pompeu? Diferentemente da Rua da Ajuda, onde encontramos emigrantes do concelho de Santa Comba e da província de Pontevedra, os concelhos pontevedreses se aglomeraram arredor dessas ruas formando uma cadeia intermunicipal que abrangia 86,5% do total de galegos que 23 Vamos analisar principalmente as Ruas Camerino e Senador Pompeu, porque eram as que reuniram maior número de imigrantes galegos (mais de 50). As outras ruas serão mencionadas, mas não se fará uma análise detalhada. 106 viviam nessa localidade. Na Camerino, 23% do total era do concelho de Cerdedo, 21,1% de Cotobade, 11% de A Lama e de Forcarei; e na Rua Senador Pompeu, 13,6% pertencia ao concelho de Cotobade. Está claro que nesta zona havia habitações coletivas, pensões ou hotéis onde se hospedavam os emigrantes e que, através das cadeias migratórias, eram informados da existência de vizinhos ou parentes que já estavam ali. Na Rua Senador Pompeu, por exemplo, havia uma conhecida estalagem na passagem do século XIX para o XX, que servia como residência para trabalhadores e que foi demolida com as reformas urbanísticas do Prefeito Pereira Passos (Gerson, 2000: 209 e Aquino Carvalho, 1995:134). Na Antiga Rua dos Cajueiros, paralela à Senador Pompeu, se localizava a maior das cabeças-de-porco do Rio, com 4 mil moradores, destruída nas primeiras décadas do século passado. Em outra rua, chamada Sacadura Cabral (antiga Saúde), que se encontrava com a Rua Camerino, havia um hotel, chamado Hotel Europa, onde viveram 9 galegos na década de 3024. Na década de 1940, quando chegou, desde o concelho de As Neves, o emigrante F. F. C., as pensões continuavam servindo de pousada para os galegos. Na Rua General Caldwell, atrás da Praça da República, no número 219, estava a casa da sua sogra, também galega, que alugava quartos para estrangeiros e nacionais. “Eu vivia num quarto. A minha sogra sobrealugava quartos na Rua General Caldweel, 219. Eu lhe paguei tudo: a passagem, quarto, lhe paguei tudo. Não me 24 Arquivo do Consulado Espanhol do Rio de Janeiro. Informação encontrada nas fichas do Consulado Espanhol. 107 regalaram nada. Paguei tudo, tudo25”. A sogra havia conseguido o seu primeiro trabalho, em um restaurante de galegos em sociedade com um português, e o primeiro lugar para morar. Uma residência coletiva, sem exceções nem sequer para o próprio genro. As dificuldades para começar a vida, com dívidas contraídas com parentes para pagar a passagem de navio, fazia com que as pensões e habitações coletivas fossem a primeira alternativa para os emigrantes recém-chegados. Alguns acomodavam toda a família dentro de um quarto, como o foi o caso de A. C. G., de Xinzo de Limia, que, da mesma forma, que o emigrante anterior, conseguiu seu primeiro trabalho por intermédio da sogra, em um restaurante também de um emigrante português. A.C.G foi viver num quarto na casa de uma família portuguesa e quando, posteriormente, levou a esposa e os dois filhos para o Rio de Janeiro, continuou vivendo com a família em um quarto. Ainda assim se considerava uma pessoa com sorte, já que a maioria dos espanhóis compartilhavam espaço com 4 ou 5 patrícios: Tinha lugar que tinha 4 ou 5 espanhóis que moravam juntos, no mesmo quarto. Eu morei num quarto, com uma família que tinha um apartamento e me alugavam um quarto. Minha sogra quando eu cheguei me arranjou para eu morar ali. Quando chegou minha esposa e meus dois filhos ficamos num mesmo quarto. 25 F. F. C., entrevista realizada no dia 27de setembro de 2000 no Hospital Espanhol (Rio de Janeiro). No ano de 1939, nas fichas consulares, encontramos um emigrante de Santa Comba, chamado José Rodríguez Pose, vivendo também na Rua General Caldwell, 219. Antes vivia na Rua do Lavradio, 122, uma rua onde viveram vários galegos de Santa Comba. 108 Havia um espaço e uma cozinha e o banho era coletivo. Não havia recursos e teve que ser assim. 26 Assim, os imigrantes galegos não só de dedicaramuma parte deles- ao setor da hotelaria, como também utilizaram as hospedarias para os recém-chegados. Um negócio, certamente, frutífero, já que a imigração galega no Rio de Janeiro não cessou até a década de 60 do século passado. A dependência afetiva e econômica entre parentes e vizinhos não era uma característica exclusiva dos galegos no Rio de Janeiro. Em Cuba, por exemplo, as relações entre familiares e vizinhos eram freqüentes no setor terciário, dominado por espanhóis e galegos. O comércio encontrava-se majoritariamente nas mãos de espanhóis. Devido à estrutura da propriedade e o sistema agrário cubano, as possibilidades de ascensão social e econômica estavam basicamente na cidade e o setor terciário nãos mãos dos espanhóis, entre os quais, muitos originários da Galiza. Os comerciantes espanhóis, segundo Malaquer de Motes, proporcionavam um trato privilegiado a familiares e patrícios (MALUQUER DE MOTES, 1992, p.140). Havia motivos de afinidades e solidariedades, além da confiança e da eficiência empresarial. A maioria dos balconistas aspirava ser comerciantes ou donos do seu próprio negócio e, para isso, estavam dispostos a sacrificar-se ao máximo no trabalho, vivendo com extrema modéstia e investindo todas as economias na consolidação do negócio. Frequentemente, empregados e balconistas, que 26 Entrevista a A. C. G. o dia 14 de setembro de 2000, no Recreio dos Anciãos (Rio de Janeiro). O entrevistado não se lembrou o nome da rua da sua primeira residência no Rio de Janeiro. 109 costumavam ser escolhidos entre parentes ou patrícios, eram obrigados a investir a maior parte do seu salário na participação do negócio. Outra informação de interesse vinculada com a Rua Senador Pompeu foi a fundação do Centro Galego. Abriu as suas portas no ano de 1900 e a sua primeira sede foi na Rua da Constituição, justamente a transversal à Senador Pompeu, antes da Construção da Avenida Getúlio Vargas no Estado Novo. As associações étnicas tendiam a estar localizadas nas áreas próximas aos seus emigrantes. Assim foi também com os italianos no Rio de Janeiro, que fundaram uma das suas primeiras sociedades do Brasil, o Círculo Italiano de Instrução, na Praça Onze, freguesia de Santana, uma localidade onde vivia a maior parte desses emigrantes (BRASIL GERSON, 2000, p.185). Os índices de retorno (temporal ou definitivo) estiveram presentes entre os vizinhos da Senador Pompeu e da Camerino. Entre as retiradas de passaporte no Consulado Espanhol do Rio de Janeiro, 10,4% era de galegos que viviam nessas ruas. Curiosamente em esta localidade, encontramos não só emigrantes que voltaram à Galiza, como também casos de mobilidade dentro país, principalmente nos estados de São Paulo, Bahia. As cidades de São Paulo, Santos e Bahia fizeram parte da emigração de Cotobade. Os municípios vizinhos, como Pontecaldelas, Pazos de Borbén, A Lama e Cotobade tiveram uma importante emigração à Salvador da Bahia (BACELAR, 1994, p.45). De fato, nas listas de Censo do Arquivo Municipal de Cotobade, encontramos emigrantes de todos esses concelhos que já haviam estado na Bahia ou que partiram do Rio de Janeiro para esse estado. Foi o caso do emigrante José Maria Sueiro, de Cerdedo, de profissão da canteria, que estava na Bahia em 1934; ou Francelino Vilar 110 Martinez, de Pazos de Borbén, que antes de estar no Rio de Janeiro, em 1937, já havia vivido na Bahia. A maioria dos emigrantes que retiraram passaporte era casada (69%) e maior de 30 anos, o que reforça a idéia do alto índice de retorno vinculada à hipótese de ver a esposa e os filhos que haviam permanecido no lugar de origem com as possessões familiares27. Esses homens casados estavam sozinhos no Rio de Janeiro, segundo dados estatísticos referente ao sexo nessas duas ruas, onde só residiam três mulheres galegas. O emigrante Segundo Souto Couto, por exemplo, de Pontecaldelas, ausentou-se desde 1922 até o ano de 1933, quando retornou ao Brasil. O mesmo ocorreu com o emigrante José Alonso Cerviño, de Cotobade: matriculou-se em 1922 no Consulado e, nas observações da sua ficha, encontramos uma segunda data de chegada no Rio de Janeiro, no ano de 1935. Desse último emigrante, não encontramos nenhum membro da sua família nas fontes brasileiras, mas sim nas fontes galegas. O seu irmão, Avelino Alonso Cerviño, também estava no Rio de Janeiro, dado comprovado no censo de 1955, no concelho de Cotobade, paróquia de Carballedo. Estava casado com Andréa Fernández Vidal, que vivia na mesma paróquia com uma tia dos irmãos Alonso Cerviño. Além do seu marido e cunhado, também estavam no Brasil (não aparecia a informação referente ao Estado), os seus sobrinhos Valentim e Manuel Vidal. Assim, não só o imigrante José 27 Os emigrantes que retiraram passaportes entre os 20 e 22 anos de idade foram repatriados para o serviço militar. As informações são retiradas da interpretação feita das mais de 3 mil inscrições de galegos do arquivo morto do Consulado Espanhol do Rio de Janeiro, desde os anos de 1870 a 1939. 111 Alonso Cerviño tinha a esposa em Cotobade, como também o seu irmão. A prova da existência de uma colônia galega sólida nessa freguesia é o número de galegos que viveram na Rua Camerino. Nesse espaço, encontramos a concentração mais importante do começo do século XX. No número 96, da Rua Camerino, residiram nada menos que 103 galegos do total de 126. O tempo em que moraram nesse número ou o ano em que chegaram é algo quase impossível de saber. O único dado que disponibiliza essa informação é o ano consular, que começa a aparecer, de forma freqüente, somente a partir da década de 20 do século passado. Ou seja, dos 103 galegos que viveram no número 96, sabemos que 93% deles haviam se inscritos no consulado entre o ano de 1920 e 1938. Essa porcentagem não demonstra que foi o primeiro endereço dos emigrantes, mas sim revela que viveram ou trabalharam nesse local durante essas duas décadas, havendo também a possibilidade de ser o local de referência de algum imigrante empregador. O que havia no número 96? Uma pensão ou um estabelecimento comercial? Ou seria simplesmente um endereço de referência para os que se matriculavam no Consulado? Não podemos descartar nenhuma dessas possibilidades. O endereço do trabalho podia ser mais importante que o da própria casa, principalmente nos primeiros anos de chegada, quando o emigrante vivia como inquilino em quartos de hotéis, pensões ou em casa de patrícios, mudando constantemente de endereço, conforme a sua ascensão econômica ou troca de emprego. Entretanto, algumas características da emigração galega da Rua Camerino, nº 96, nos leva a pensar na existência de algum tipo de pensão ou estalagem que abrigou, durante a primeira metade do século XX, uma importante parcela dos 112 galegos de Cotobade, A Lama, Cerdedo e Forcarei. Primeiramente, as profissões eram muito variadas. Ainda que a maioria (60%) estava constituída de jornaleiros, um termo generalizado, que pode englobar tanto um ofício rural (vinculado ao lugar de origem) como urbano, os trabalhadores da construção (pedreiro, carpinteiro, canteiro) formavam 17% e do comércio 22% e o restante se dividia entre um motorista, um padeiro, duas donas de casa e um operário. Uma variedade de ocupações que não podiam estar sob a ordem de um mesmo estabelecimento, unicamente que fosse um grande centro comercial, opção que descartamos para o período temporal utilizado. Um segundo fator seria a inscrição consular desses moradores, que indica uma grande concentração de vizinhos em um mesmo ano ou em poucos anos. Só no período de 1926 a 1934, foram registradas 14 e 13 pessoas, respectivamente, e entre 1925 e 1930, apareceram 40 galegos residindo no número 96 e, por último, entre os anos de 1931 e 1938, o total de 43 vizinhos. Seguimos com a hipótese de que, no caso de que fosse um comércio, teria que ser uma empresa dinâmica e grande, para abrigar uma diversidade de profissões e um considerável número de empregados. Além disso, a freguesia de Santa Rita era uma das mais frequentadas por espanhóis. Na Rua Camerino nº 80, por exemplo, havia um sobrado, que funcionou para alojar emigrantes desde a década de 20 até a década de 50. Descobrimos que era uma casa, quando investigamos os livros de prófugos do Arquivo Municipal de Santa Comba, onde no ano de 1950, o emigrante José Maria Espasandín Serrano apresentava como endereço, a “Rua Camerino, nº80, sobrado”. Na década de 20, viveu outro emigrante de Santa Comba, da paróquia de Mallón, chamado Ramón Santos Varela, um jovem de 19 anos que teria chegado ao Rio de Janeiro no ano de 1924. 113 As casas estavam perto do local de trabalho, não descartando, assim, a possibilidade do emigrante morar no próprio emprego. Tudo estava próximo, moradia e trabalho, no século XIX e começo do século XX, do Centro da cidade. Na Rua Visconde da Gávea, n° 70, cruzando com a Senador Pompeu, havia outra casa de cômodos. Aí viveu F. L. L., da paróquia de Grixoa (Santa Comba), com mais três vizinhos, na década de 30 do século passado28. Todos no mesmo quarto. No mesmo período, encontramos, nas fichas do Consulado Espanhol do Rio de Janeiro, dois vizinhos da paróquia de Grixoa que também viviam nessa casa de cômodos. Eram José Suárez Gulín e Benigno Suárez García, cujas inscrições consulares correspondiam aos anos de 1934 e 1928, respectivamente. Seriam os companheiros de quarto de Francisco López Landeira? Poderia ser, já que eram, inclusive, da mesma aldeia: Vilar de Céltigos. López Landeira buscou seu primeiro quarto numa rua proxima ao seu primeiro local de trabalho, na Rua Camerino n. 62. Era o restaurante “União Ibérica”, de propriedade de galegos da província de Pontevedra. Aqui temos um exemplo da extensão das redes de solidariedade que estavam estabelecidas desde um complexo sistema de relações de paisanagem e de estrutura, montadas segundo a disposição geográfica do Centro da cidade. A importante cadeia migratória das Ruas Camerino, Senador Pompeu e adjacentes agrupou três tipos de relações: entre compatriotas de concelhos vizinhos, entre vizinhos do mesmo concelho e entre parentes. Do município de A Lama, encontramos vários irmãos e parentes, todos vivendo no número 96 da Rua Camerino, Foi o caso dos imigrantes 28 Entrevista a F. L. L. (Grixoa-Santa Comba) realizada no dia 10 de setembro de 2003, em Vila de Céltigos (Santa Comba). 114 Venancio e Arturo Cerdeira Barreiro, que viajaram a sua aldeia no ano de 1935 ou Manuel e Delfina Cendón Cota, que, com outro parente, Ricardo Cota Fernández, residiu também na Camerino, n° 96. O concelho de Cotobade, que do total da amostra de emigrantes recolhida das fichas consulares, contribuiu com 18,4% dos vizinhos da Rua Camerino (todos vivendo no número 96), reuniu diversos familiares nesse logradouro do Rio de Janeiro. Os irmãos José, Benjamin e Ludvina, da paróquia de Rebordelo foram alguns deles. As idas e vindas fizeram parte da tradição migratória dessa família. José foi repatriado no ano de 1927, mas regressou em 1935, e Benjamin voltou à Galiza no ano de 1930. Os dois eram casados e não encontramos referências de suas esposas no Rio de Janeiro, o que nos leva a concluir que permaneceram em Cotobade. No século XIX e nas primeiras décadas do século XX encontramos somente dois emigrantes de Santa Comba vivendo nessa rua e quatro na Rua Senador Pompeu. Entretanto, nas ruas vizinhas, com menor índice migratório, mas que, possivelmente, sofreram a influência das cadeias migratórias dos logradouros com mais contingente, como a Sacadura Cabral (antiga Rua da Saúde), aparecem, na década de 50, seis emigrantes de Santa Comba vivendo no número 129. Eram todos jovens, com idades entre 19 e 21 anos, que constavam nos livros de alistamentos militares deste concelho desde o ano de 1951 até 1955. Mesmo com a possibilidade de mais xallenses terem habitado esta zona, os que predominaram, sem dúvida, foram os de Pontevedra, com maior concentração de alguns concelhos. Com isso, queremos demonstrar a versatilidade da emigração galega, distribuindo seus concelhos por áreas cruciais do zona central carioca. É 115 normal que municípios com alto índice emigratório, como o caso de Santa Comba, estivessem dispersos por muitas ruas do Rio de Janeiro e que os emigrantes fossem mudando de endereço segundo as possibilidades do mercado de trabalho. Mas, no caso da freguesia de Santa Rita, a concentração dos xallenses pelas suas ruas era pequena, apesar de ser contínua no tempo, já que encontramos emigrantes até a década de 50 vivendo nos seus arredores. Concluímos que a Rua Camerino e Senador Pompeu, mais especificamente a Camerino n° 96, reuniu um importante contingente de galegos dos concelhos de Cotobade, Forcarei, Cerdedo e a A Lama. Esta emigração era formada por varões casados, que retornaram à Galiza, definitiva ou temporalmente. Eram trabalhadores do comércio e da construção, que compartilharam casa e/ou trabalho numa freguesia central disputada por negros e portugueses. Reconstruir essa história pelos logradouros do Rio de Janeiro do século XIX/XX, significa comprender a emigração galega não só desde a perspectiva do lugar de origem, como também desde a sociedade receptora, analisando as transformações políticas, econômicas e sociais da sociedade brasileira e carioca e os outros grupos de emigrantes que compartilhavam espaço no mesmo período. 116 Bibliografia ALVES, José Fernandes,1997 – “Peregrinos do traballo. Perspectivas sobre a inmigración galega en Porto”, In Estudios Migratorios, nº4, dezembro de 1997, Santiago de Compostela, pp. 69-81. BACELAR, Jefferson.Galegos no paraíso racial, Salvador, Ianamá, 1994. BAILY, Samuel. “Patrones de residencia de los italianos em Buenos Aires y Nueva York: 1880-1914”. Estudios Migratórios Latinoamericano, ano 1, n° 1, dezembro de 1985, pp.8-47. _______. “Cadenas migratorias de italianos a la Argentina: algunos comentarios”. 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Desde el punto de vista historiográfico, el abordaje de este tipo de procesos desde una escala regional e incluso provincial resulta preceptivo (DEVOTO, 1996, 479-506) debido a los profundos desniveles regionales y comarcales entre las diferentes experiencias migratorias españolas a lo largo de casi todo su desarrollo. Llama la atención en el caso zamorano su escasa participación en el proceso emigratorio al que asistían, incluso, las provincias vecinas como Oviedo y León - la primera con fuerte tradición emigratoria desde época colonial (DE CRISTÓFORIS, 2005) mientras que la segunda se fue integrando firmemente a ese movimiento a finales del siglo XIX (FERNÁNDEZ, 2008). Zamora, en cambio, había 1 Agradezco los comentarios del Dr. Hernán Otero en el marco del Seminario Internacional de Población y Sociedad en América Latina, SEPOSAL- Gredes, Salta, junio de 2010. 2 Magíster en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Luján (Argentina). Pertenencia Institucional: Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires. Email: [email protected] 122 quedado al margen del proceso hasta principios del siglo XX. 3 Como señala A.Fernández, desde el punto de vista global, la emigración zamorana puede definirse como un movimiento casi imperceptible hasta 1900 pero que muestra luego un aumento muy significativo aunque algo irregular (FERNÁNDEZ, 2008, 28). Por otro lado, resulta significativo que en las tres primeras décadas de ese siglo el grueso de los emigrantes de la provincia se dirigiera hacia nuestro país. 4 Efectivamente, hasta el año 1895 no emigraban a la Argentina más que unas pocas decenas anuales de zamoranos, excepto en 1889 cuando suman alrededor de 250.5 Desde comienzos de la década de 1890 Cuba se convierte en el principal destino 3 Para la información estadística correspondiente, véase FERNÁNDEZ, A. (2005), “La emigración zamorana a la Argentina a comienzos del siglo XX: primeras perspectivas”, en EML, Año 19, diciembre, Nº 58, pp.565-594, FERNÁNDEZ, A. (2008), “La emigración zamorana a la Argentina a comienzos del siglo XX: Una perspectiva regional”, en De CRISTÓFORIS, N. y A. FERNÁNDEZ (ed) (2008), Las migraciones españolas a la Argentina. Variaciones regionales (siglos XIX y XX) y LIPPI, M. (2008), La inmigración zamorana en la Argentina en la primera mitad del siglo XX. Factores macroestructurales y mecanismos microsociales. Tesis de Maestría Inédita, Universidad Nacional de Luján. 4 Los datos obtenidos son posibles para los años en que la información estadística española cruza la provincia de origen de los emigrantes con el país de destino; por ello se excluye para el período que estudiamos el bienio 1923-1924. 5 Para la información estadística, ver INSTITUTO GEOGRÁFICO Y ESTADÍSTICO, Estadística de la emigración é Inmigración de España, 1896-1900, Madrid Imprenta del Instituto, 1903, pp. XXXXII; IBÍDEM, Estadística de Pasajeros por Mar, 1911-1929, Madrid, Imprenta del Instituto, 1930, passim y FONTANA, J. (COMP.), Estadísticas básicas de España, 1900-1970, Madrid, Confederación Española de Cajas de Ahorro, 1971, tablas 1.1, 1.13 y 1.14, por una parte y censos nacionales españoles de 1887, 1910 y 1920. 123 mientras que la emigración al Plata vuelve a los dos dígitos anuales. Recién volvemos a contar con datos para 1911 cuando la media de los zamoranos al país era de 4.400 en 1911-1913 llegando a un máximo de 5.200 en 1912. A partir de entonces la corriente estuvo formada por más de 500 individuos por año, con la excepción del bienio 1917-1918. En conjunto, entre 1911 y 1929 Argentina atrajo al 62, 3% de los oriundos de Zamora embarcados hacia América. Ahora bien, como dijimos, buscamos aquí investigar acerca de la inmigración zamorana en el país en base a fuentes nominativas. Para ello contamos con una importante documentación de tipo nominativo como son los libros de registro del Consulado Español de Buenos Aires. La información que éstos nos proveen será cotejada con la proveniente de los partes consulares del año 1910 y los libros de desembarco del período 1923-1929.6 Creemos que la complementariedad de fuentes que pretendemos nos permitirá acceder a una visión más ajustada del proceso estudiado. Además, debemos destacar que los registros del consulado no han sido empleados para analizar a ningún grupo provincial o regional dentro del colectivo castellano-leonés y más en general, se ha recurrido muy poco a ellos para estudiar a los inmigrantes españoles.7 El principal problema que presenta 6 En el año 2002 participé en el proyecto “Políticas de inmigración en la Argentina e incorporación de la población española (18761930)” bajo la dirección del Dr. Alejandro Fernández en el ámbito de la Universidad Nacional de Luján. Durante esa investigación habíamos armado una importante base de datos con información proveniente de la Dirección Nacional de Migraciones que resultó muy valiosa para mi trabajo subsiguiente y mi propia tesis de maestría. 7 Los únicos abordajes de este tipo con los que se cuenta hasta el momento corresponden a la región de Aragón. Véase FERNÁNDEZ, 124 esta fuente es su fragmentaria conservación. No existen datos anteriores a 1939, es decir, previos a la instalación del cónsul designado por el gobierno de Franco. La fuente tampoco es universal desde entonces en adelante ya que, como es sabido, los registros consulares no tenían en general un carácter obligatorio, por lo que muchos españoles no acudían a inscribirse. No obstante ello, no hay razones para suponer un sesgo regional, por lo que la presencia o ausencia relativa de los inmigrantes zamoranos debería corresponder aproximadamente a la media del conjunto de los españoles. En cuanto a la información, los libros contienen los datos de filiación del inmigrante y de su familia, el año de nacimiento, la ocupación, el domicilio en el momento de la inscripción y el año de arribo al país. La documentación cuenta, asimismo, con el dato clave del pueblo de origen del inmigrante - añadiendo en general la comarca - y de la localidad que se constituyó en su última residencia en España, en caso de que se trate de otra distinta a la del nacimiento. Por eso, en tanto la inscripción se realizaba a medida que los españoles se acercaban al consulado a realizar el trámite, se pueden encontrar en los libros a gente ingresada al país mucho antes de 1939, incluso a comienzos del siglo XX. De esta manera, el universo sobre el que trabajamos fue el de la totalidad de los zamoranos inscriptos en el consulado entre octubre de 1939 y junio de E. y V. PINILLA (2003), La emigración. Los aragoneses en América (siglos XIX y XX), Zaragoza, Gobierno de Aragón y FERNÁNDEZ, E., V. PINILLA y J. SILVESTRE (2001), “La emigración aragonesa a la Argentina, 1880-1960”, en EML, A. 16, Nº 49, diciembre, pp.515-553. 125 1945.8 Se trataba con ello de remontarnos a los inicios del registro, fijando una fecha final que nos permitiera evitar la influencia sobre los datos de la última gran oleada de inmigración española, posterior a la Segunda Guerra Mundial. En otras palabras, pensamos que fijando esos límites temporales podemos concentrarnos en la inmigración de las primeras décadas del siglo. Así, hemos armado una base de datos de 1.000 individuos de los cuales 757 son nacidos en la provincia y el resto corresponde a los cónyuges extranjeros, ya sean argentinos o de otra nacionalidad. Por otro lado, los libros de desembarco digitalizados por varias décadas por el Centro de Estudios Latinoamericanos de Buenos Aires (CEMLA), y ya trabajados por Fernández, resultan una fuente de alcance universal ya que en ellos se consignaban a todos los pasajeros que llegaban por vía marítima, cualquiera fuera su origen, edad o condición social. Sin embargo, contienen los datos correspondientes a la localidad o a la provincia de origen de los inmigrantes – necesarios para su identificación - recién para la década de 1920 por lo que debemos complementarlos con los partes consulares de la década anterior, dispuestos a los historiadores en el Archivo General de la Nación. Esta colección de partes, listados de inmigrantes a principios del siglo XX, permite indagar en las dimensiones aldeanas del proceso porque menciona el dato clave de la comuna y la provincia de origen y a veces también el de la última vecindad. Se trata, pues, de documentación que brinda la posibilidad de analizar las características socio-ocupacionales del flujo así como rastrear las redes parentales y de vecindad entre emigrantes. Contamos 8 Libros de Registro del Consulado Español en Buenos Aires, Libro I, Folios 8-151, octubre de 1939-agosto de 1943 y Libro II, Folios 3250, septiembre de 1943-septiembre de 1945. 126 en total con la información de 1.188 zamoranos para el año 1910 y de 1.565 para el período comprendido ente 1923-29. La inmigración zamorana en los libros del Consulado Español Antes de comenzar nuestro análisis señalemos algunas de las principales características de la inmigración zamorana en la Argentina. En un trabajo preliminar sobre el tema, Fernández reconoce a esta inmigración como una corriente que adquiere fuerza en pocos años aún cuando la provincia no contaba con la tradición emigratoria que sí tenían provincias colindantes, por ejemplo, Oviedo. Además, el historiador resalta el carácter claramente familiar del flujo con una importante presencia femenina así como de hermanos y paisanos de la misma localidad (FERNÁNDEZ, 2005). Todo ello le permite sugerir la presencia de estrategias familiares en la emigración de Zamora hacia nuestro país, tal como muchos de los estudios migratorios han señalado en los últimos años. 9 Otra particularidad en el caso zamorano es la alta participación de localidades en el flujo para 1910. En efecto, de acuerdo a los partes consulares, los nativos de la provincia que llegaron al país provenían de 154 pueblos distintos que representan más de la mitad del total de localidades; por otro lado, también presentan en sus primeras etapas un índice de concentración de sus emigrantes por localidades más elevado que los de los antiguos, por ejemplo León con 60 localidades y Oviedo con 82 para el mismo año (FERNÁNDEZ, 2008, 31). Las aldeas zamoranas que más proveyeron emigrantes al proceso eran las 9 Véanse los trabajos en la obra de BJERG, M. y H.OTERO (comps.) (1995), Inmigración y redes sociales en la Argentina moderna, Tandil, CEMLA-IHES. 127 ubicadas en las comarcas de Sayago, Tierra del Vino, Tierra del Pan, Aliste y el Valle del Tera (FERNÁNDEZ, 2005, 577), comarcas claramente dedicadas a la explotación vitivinícola o bien que combinaban la vid con la cerealicultura. Estos datos resultan contradictorios con la tendencia según la cual las regiones que se incorporan más tardíamente al flujo migratorio masivo cuentan en sus primeras etapas unos índices de concentración de sus emigrantes por localidades más elevados que los de las antiguas. Esto es así porque los vínculos con el país de destino llevan a que se dilate la atracción emigratoria a través de una suerte de mancha que se extiende en el país o la región de origen (MOYA, 1999). Por el contrario, en 1910 Zamora muestra un comportamiento más cercano a provincias con mayor tradición emigratoria como por ejemplo la ya mencionada Oviedo o la provincia gallega de Pontevedra (DEVOTO, 1996). Esto puede deberse a que las pequeñas localidades zamoranas formaban un mismo foco emigratorio ya que eran aldeas ubicadas a poca distancia entre sí y por otro, al impacto de la crisis vitivinícola sufrida por la provincia en torno a 1910 lo que explicaría la dispersión de la emigración entre las localidades afectadas por esa crisis.10 Ahora bien, ¿qué nos dicen los libros del Consulado Español de Buenos Aires al respecto? Las tendencias respecto de los orígenes comarcales de la emigración zamorana a la Argentina resultan en general confirmadas por esta nueva fuente. Así, del total de 730 zamoranos de nuestra base - una vez descontados los 27 casos en que no se especifica el pueblo o la comarca de origen -, algo más de la mitad provenía de los focos que habíamos destacado: Aliste (18,8%), Sayago 10 FERNÁNDEZ, A. (2008), “La emigración zamorana a la Argentina…”, op.cit. y LIPPI, M. (2008), La inmigración zamorana en la Argentina…, op.cit. 128 (18,3%) y Tierra del Vino (16,1%). Asimismo, sigue siendo muy baja la participación de la comarca cerealera por excelencia, es decir Tierra de Campos (1,7%). Como vemos, los datos resultan consistentes con la información recabada en los partes consulares. Incluso, el registro consular también permite confirmar la enorme dispersión por localidades del éxodo zamorano a la Argentina, ya que, por caso, Aliste se encuentra representado en el mismo por 48 pueblos, Sanabria por 44, Benavente por 41, Tierra del Vino por 37, Sayago y Tierra del Pan por 30 cada una, etc. Reiteremos que se trata de un elenco no exhaustivo y que sólo incluye a los inmigrantes que se apuntaron entre 1939 y 1945 pero, en cualquier caso, mantiene su adherencia respecto de las características previamente anunciadas y de otras, como por ejemplo la significación de algunas localidades concretas dentro del conjunto, siendo el ejemplo más evidente el de Fermoselle (Sayago), que por sí sola concentra el 5% del total de los inscriptos en el registro consular. Una cuestión relevante que presenta, asimismo, la fuente es la información referida a posibles movimientos migratorios en la península, previos al éxodo transatlántico, aspecto que por otro lado es difícil de rastrear en otro tipo de documentación. Sobre 700 casos en los que contamos con esta información, en 603 (86,1%) hay coincidencia entre localidad de nacimiento y localidad de última residencia. Esto nos permitiría suponer que se trata de personas que sólo abandonaron su pueblo de origen para emigrar a la Argentina, salvo que hayan realizado desplazamientos en el interior de España de breve duración. Con ello se reforzaría la idea acerca del gran impacto del proceso emigratorio en Zamora durante las primeras décadas del siglo, cuando sus habitantes prácticamente no contaban con experiencia anterior en cuanto 129 a movimientos de larga distancia para obtener un trabajo o un mejor salario. Además explicaría el “salto” de los indicadores en lo que hace a la emigración zamorana debido a la situación de crisis provocada por la filoxera. Por otra parte, casi todos los zamoranos restantes declaran como localidad de última residencia otra de la propia provincia, es decir cercana al lugar de nacimiento, y tan sólo 14 de los 700 (2%) declaran una ciudad lejana: Madrid en 11 casos, Sevilla en 2 y Barcelona en 1. También conviene destacar que estos últimos casos corresponden a inmigrantes entrados en la Argentina luego de 1930, lo cual ratificaría la hipótesis de que a comienzos de siglo se salía de la aldea directamente para cruzar el Atlántico. Si atendemos ahora a la estructura ocupacional de la corriente zamorana, otro rasgo en común entre los individuos que se inscribieron en el consulado y los registrados en partes consulares y libros de desembarco se encuentra en el abrumador predominio de quienes formaban parte de las edades activas en el momento de arribar a la Argentina. En nuestra muestra de 1939-1945, 406 varones zamoranos sobre un total de 490 (82,9%) y 274 mujeres sobre un total de 343 (79,9%) se encontraban en esa condición. Sin embargo, unas significativas diferencias pueden hallarse en cuanto al tipo de actividad laboral desempeñada en ambos registros. En realidad, se trata de dos situaciones que corresponden en buena medida a diferentes mercados laborales. Por un lado, los partes y libros de desembarco consignaban las ocupaciones de los inmigrantes en el momento del arribo, es decir las que venían desempeñando en sus propios pueblos de origen. Por el otro, el registro consular manifiesta la ocupación en el momento de la inscripción, que pudo haber ocurrido luego de varios años de permanencia en la Argentina, correspondiendo por lo tanto más bien al mercado laboral del país receptor que 130 al del emisor. Para considerar este aspecto, dejamos de lado lo registrado en los partes consulares ya que el continuo encomillado en el casillero correspondiente a la ocupación muestra despreocupación en su registro; en cambio, para la década de 1920 se muestra mayor cuidado en el mismo. Así, si bien el 82% de los zamoranos se declara agricultor”, “labrador” o “jornalero” para los años de 1923-26 el resto del porcentual está compuesto por comerciantes, empleados y artesanos, ausentes en el registro anterior. De todas maneras, es innegable el componente rural de la migración zamorana por lo que los avatares del sector agrario castellano-leonés son muy importantes para explicar las magnitudes de la corriente y sus ritmos a lo largo del tiempo (FERNÁNDEZ, 2008, 34). En el caso de las mujeres, los libros de desembarco muestran una abrumadora presencia de mujeres dedicadas a “sus labores”. Consideremos entonces qué nos dicen al respecto los libros del Consulado Español. En el caso de las mujeres, por ejemplo, si bien seguían siendo muy elevados los porcentajes correspondientes a las categorías “sus labores” o “ninguna” actividad, había alrededor de una quinta parte del total que declaraban ocupaciones, la mitad de ellas aproximadamente como domésticas y el resto como modistas, porteras, obreras, costureras, cocineras e incluso maestras. Es decir que si bien el trabajo femenino sigue resultando en gran medida invisible a partir de esta nueva fuente, es patente la existencia de una cierta diversificación en el mismo, así como la desaparición de oficios vinculados con el campo que, en cambio, estaban presentes en los registros empleados con anterioridad. Más clara es todavía la diversificación en el caso de los varones, puesto que si bien alrededor de un cuarenta por ciento de ellos siguen declarando ocupación de “jornalero” o “peón”, 131 aparecen muchas otras nuevas, como “empleado de comercio” o “dependientes de comercio” (10,4% del total, ambos sumados), “comerciante” e “industrial” (6,4% sumados) y, en menores cantidades, artesanos y trabajadores calificados como panaderos, mecánicos, maquinistas, confiteros, ebanistas, linotipistas, etc. Todo lo cual estaría expresando una incorporación en proceso avanzado al mercado laboral urbano de la Argentina, no obstante el origen rural de la gran mayoría de estos inmigrantes. Ello confirmaría para el caso zamorano que el salto transatlántico implicó para sus protagonistas el pasaje del mundo rural al mundo urbano. Las redes sociales y la localización espacial de los zamoranos Desde el punto de vista teórico, en los últimos veinte años la aplicación del concepto de red social ha permitido ampliar en forma notoria el panorama de los estudios migratorios. Ello ha sido así porque dicho concepto permite superar, o al menos complementar, el enfoque estructuralista que enfatiza los factores expulsivos, otorgándole en cambio una centralidad explicativa a la figura de los emigrantes. De esta manera han resultado cada vez más priorizados las elecciones y los recursos con los que aquéllos contaban para llevar a cabo su empresa. Entendemos que el mundo relacional del emigrante se presentaba como necesario para lograr una rápida y exitosa inserción en la sociedad de acogida. Sería justamente el capital de relaciones con que los zamoranos contaban en la Argentina el que les permitirá ampliar el universo de sociabilidades -que podía exceder el marco 132 nacional español- para instalarse, acceder a un empleo o concertar el matrimonio. 11 El papel de las redes sociales primarias en el mencionado proceso de inserción al mercado laboral y, más en general, a la sociedad argentina, es más difícil de rastrear en las fuentes que trabajamos. No obstante, la referida participación de hermanos y paisanos en los registros de entrada a la Argentina sugiere el funcionamiento de cadenas migratorias y, por tanto, de estrategias dentro del movimiento ultramarino que consideramos (Fernández, 2005; Devoto, 1996). También en el caso de la fuente del Consulado, por sus peculiares características, evidencia su presencia en algunos casos. Así ocurre con los treinta y tres grupos de dos o más hermanos inscriptos en el consulado, cada uno de ellos, en el mismo momento, pero cuyos integrantes llegaron a la Argentina en años diversos. Las hermanas Isabel y María Luisa Gago Castaño, por ejemplo, habían nacido en 1901 y 1905 respectivamente, en el pueblo de Castro de Alcañices, de la comarca de Aliste, aunque su última residencia en la península se encontraba en la vecina localidad de Arcillera. La inscripción de ambas en el registro se produjo en 1942, pero mientras Isabel, la mayor, había llegado a Buenos Aires en 1922, María Luisa lo hizo en 1927. Ambas estaban casadas con dos hermanos Fernández, naturales de Alcañices: Hipólito, 11 El concepto de red social se fue desprendiendo de otro que presentaba una más antigua genealogía, como es el de cadena migratoria. Esta última ya fue definida por los historiadores australianos Mac Donald (1964) como el conjunto de contactos personales, comunicaciones y favores entre familias, amigos y paisanos en ambas sociedades –de origen y de destino-, que fueron fundamentales para determinar quién emigraba, cómo elegían su destino, dónde se establecían, cómo obtenían trabajo y con quiénes se relacionaban socialmente. 133 esposo de Isabel, y Benigno Santiago, esposo de María Luisa. A su vez, los Fernández tenían otras dos hermanas que figuran en el registro, Socorro y Gabina, habiendo todos ellos emigrado en un período de nada menos que treinta años entre el primero y el último. Mientras Isabel e Hipólito se instalaron en el barrio de Liniers, Benigno y María Luisa vivieron en Valentín Alsina, donde también se radicará Socorro. Por su parte, Gabina, casada con otro inmigrante zamorano, consignó como domicilio en 1942 una pequeña localidad del partido de Pergamino, provincia de Buenos Aires. Un caso comparable es el de los Álvarez Prada. Se trata de cinco hermanos, todos nacidos en Sampil (Sanabria): Manuela (1909), Encarnación (1911), David (1913), María (1916) y Francisca (1918). Llegaron a la Argentina en forma sucesiva, comenzando por David, quien lo hizo en 1929, y concluyendo por María, que arribó en 1936 junto con una cuñada y los tres hijos de ésta. Cuando se produce la inscripción de todo el grupo en el consulado, en 1941, sus integrantes estaban viviendo en una casa en el barrio de Palermo, salvo María, instalada en el de Monserrat. Como vemos, es justamente en lo que hace a la localización espacial que la fuente consular nos permite avanzar, asimismo, ubicando los lugares de residencia de los zamoranos inscriptos, a fin de conocer si su instalación encuentra un correlato con los ámbitos espaciales que algunos estudios han señalado para otros colectivos españoles. Para realizar este análisis hemos considerado a quienes tienen asignado un número de registro individual - fuesen varones o mujeres – y, en los casos de inscripciones familiares, sólo a los jefes de familia. De este modo contamos con información para 724 zamoranos, de los cuales sabemos su domicilio y año de llegada al país. Obviamente, la gran mayoría de ellos vivían en 134 la Capital Federal y el centro-norte de la provincia de Buenos Aires, aunque también había residentes en La Pampa, Tucumán, Río Negro y el territorio nacional de Chubut, dado que el área jurisdiccional del consulado incluía esas zonas. 12 Sin embargo, a los efectos de realizar esta parte del análisis, hemos excluido a estos últimos, dado que es poco relevante su número y lo que el registro tiene para informarnos, por lo que nos concentraremos en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores así como en la provincia homónima. Los principales focos residenciales de los zamoranos no siempre guardan una estrecha correlación con los que han sido detectados por la literatura sobre la cuestión para otros grupos peninsulares. Es verdad, por una parte, que los distritos del centro de la Capital Federal más habitados por los nativos de Zamora eran, a comienzos de la década de 1940 y en orden decreciente, Montserrat, Concepción, San Nicolás y Socorro. Esto resultaría consistente con la teoría dominante respecto de la inserción residencial de los españoles en el centro de la ciudad (MOYA, 2004). Sin embargo, conviene hacer dos aclaraciones. En primer lugar, cuando se compara el centro con la periferia, se advierte que varios distritos de esta última (San Bernardo, Flores, San Cristóbal Sud) contaban en promedio con tantos zamoranos como las mencionadas jurisdicciones del centro, y que el primero de esos distritos – situado prácticamente en los bordes de la ciudad – era el más poblado de todos. En segundo lugar, cuando se realiza el desagregado por años de llegada de los inscriptos en el registro, se advierte con claridad que lentamente la zona céntrica de la ciudad va perdiendo significación, a favor de los 12 En la época a la que corresponde la muestra, además del consulado español en Buenos Aires, había otros en Córdoba, Rosario, Bahía Blanca y Mendoza. 135 barrios apartados. Es así que los zamoranos que llegaron en la tercera década del siglo tendían a vivir más lejos del centro que los que lo habían hecho veinte años antes. Como ha sido señalado por Moya, y contrariamente a lo ocurrido en algunas de las grandes ciudades de inmigración del hemisferio norte, como por ejemplo New York o Chicago, la tendencia no es en Buenos Aires a la re-emigración desde el centro a los barrios por parte de los mismos individuos o familias que se habían establecido en aquél, sino más bien a que los nuevos inmigrantes tienden a establecerse en la periferia, mientras los antiguos mantienen en un alto porcentaje el patrón residencial del centro.13 Esa tendencia ha sido corroborada en otros trabajos, que se ocuparon de la dispersión de los españoles en algunos de los barrios de la ciudad. 14 En el caso zamorano, este modelo parece cumplirse, si bien con la salvedad apuntada de que la periferia siempre tiene más importancia que en otros grupos regionales, como los vascos, los catalanes, los asturianos o los gallegos. La razón más probable de esta discrepancia se encuentra en el momento de arribo, dado que casi toda la inmigración zamorana corresponde al siglo XX, habiéndose iniciado varias décadas más tarde que la de cualquiera de los grupos regionales mencionados. Esto hizo que los nativos de Zamora debieran insertarse en la geografía porteña en una época en que la vivienda en el centro, sea para compra o para alquiler, 13 Sobre esta comparación véase MOYA,J. C. (2004), Primos y extranjeros. La inmigración española en Buenos Aires, 18501930, Buenos Aires, Emecé, capítulo 4. 14 Ver por ejemplo FERNÁNDEZ, A. (1987), “El mutualismo español en un barrio de Buenos Aires, 1890-1920. Un estudio de caso”, en 136 era ya muy cara, mientras existían nuevas posibilidades abiertas en los barrios, debido a la extensión de la red tranviaria, a su posterior electrificación y al fraccionamiento y loteo de terrenos.15 Podemos entonces sugerir que en un primer momento los inmigrantes zamoranos pudieron instalarse en la zona céntrica en casas de familiares o amigos gracias al funcionamiento de las redes sociales, tal como se desprende de la fuente consultada. También podemos pensar que el proceso de periurbanización que protagoniza la ciudad de Buenos Aires tuvo que haberse constituido en un foco de atracción para los nuevos inmigrantes, sobre todo al avanzar las décadas. De acuerdo con nuestra fuente, las presencias zamoranas en el Gran Buenos Aires alcanzan las 90, predominando las zonas norte y sur, particularmente, las localidades de Vicente López y Martínez en la primera y Quilmes en la segunda. En relación a su instalación en la provincia de Buenos Aires (150), las localidades que resultan con mayor presencia zamorana para las cuatro décadas son la capital del partido de General Pueyrredón, Mar del Plata (24 presencias) y la cabecera del partido homónimo, Bahía Blanca (15 presencias). Por detrás, aparecen ciudades como La Plata, Tandil, Chivilcoy y Pehuajó; todas cuentan con 7 inscripciones cada una. Estas cifras, aunque acotadas, no resultan casuales. Se trata de ciudades con un notorio crecimiento al calor de la expansión de la frontera durante el siglo XIX y, en lo que respecta a Mar del Plata, hacia 1914 se convirtió en uno de los Cuadernos de Historia Regional, Luján, Vol. III, Nº 8, abril. pp.609-642. 15 El proceso ha sido clásicamente descripto por SCOBIE, J. Buenos Aires, del centro a los barrios, 1870-1910, Buenos Aires, Solar Hachette, 1977, pp.205 y ss. 137 núcleos urbanos más importantes de la provincia, sobre todo, al ser elegida como destino balneario de las más destacadas familias de la oligarquía argentina. Con el transcurso del tiempo, la incorporación de nuevas clases sociales activó el desarrollo de la actividad constructora y hotelera marplatenses. Junto con una importante colectividad española se insertaron los zamoranos como otros de la región castellana y leonesa. También Bahía Blanca creció en base a su hinterland agropecuario. Como en Mar del Plata, su puerto jugó un papel central en el desarrollo urbano de principios del siglo XX y también recibió a una importante colonia zamorana. Conclusiones Hasta aquí hemos presentado algunas conclusiones sobre el proceso de inserción del colectivo zamorano en el país. Nuestra propuesta se apoya en la complementariedad de fuentes nominativas como son los libros del Consulado Español, los partes consulares y los libros de desembarco. Así, a partir de la información que nos brindan, nos propusimos estudiar un caso de “nueva emigración” como el zamorano, corriente cuyo principal destino fue la Argentina en las primeras tres décadas del siglo XX. Con F.Devoto, creemos que resulta preceptivo este tipo de estudio centrándonos en un caso en que puede comprenderse la movilización de una mano de obra agrícola parcialmente ociosa en origen en función de las demandas de una economía situada del otro lado del Atlántico. En efecto, la economía argentina estaba basada principalmente en el sector primario pero que ya incluía una rápida expansión del secundario y del terciario a comienzos del siglo. Sobre todo y, como muestran los registros del Consulado, el gran crecimiento del empleo urbano en la 138 Argentina fueron factores de indudable importancia para atraer a la mayoría de los emigrantes de la provincia. En ese sentido, analizamos fuentes que aportan información en cuanto al impacto de la emigración en localidades y comarcas de una provincia afectada por la crisis de sus vides. Así, la documentación con que contamos resulta de gran utilidad para entender el proceso desde el origen haciendo un seguimiento de los protagonistas hasta su incorporación en nuestra sociedad. En cuanto a este proceso de inserción, creemos que quienes iniciaron el camino desde Zamora a la Argentina radicándose en los distintos barrios de Buenos Aires, Mar del Plata, Bahía Blanca y otras ciudades del país transmitieron unas informaciones favorables que resultaron claves para la rápida difusión de la emigración dentro de la provincia castellana así como su continuidad a lo largo de período considerado. De hecho, los registros consulares confeccionados tiempo después del mismo muestran cómo se trataba de una colectividad que tenía un fuerte arraigo en el país y que se había seguido nutriendo con la llegada de elementos jóvenes, traducido ello en los patrones de asentamiento que hemos descripto en este trabajo. El pasaje del mundo rural - al que pertenecía el grueso de los zamoranos- al mundo urbano propio de la sociedad receptora es otro de los aspectos del proceso de inserción al que nos permite acceder la fuente consultada. Asimismo, en un importante aporte a las discusiones sobre el papel de las migraciones en escala, la fuente del Consulado nos da la posibilidad de tratar un tema de difícil abordaje como es el de la movilidad previa a las migraciones internacionales. En ese aspecto, Zamora parece tomar distancia de otros casos como los estudiados por Moya en el 139 norte y en el sur de la península o por Fernández y Silvestre para Aragón donde es posible pensar las migraciones interiores y las exteriores como parte de un mismo proceso de desarrollo. Esta línea de trabajo que permite estudios de tipo comparativo extendiendo el análisis a otras provincias castellanas y leonesas será objeto de futuras investigaciones. Zamora en el mapa de España 140 Las comarcas zamoranas Bibliografía BAILY, S. Posibilidades y problemas del cruzamiento de Registros nominativos en el estudio del proceso migratorio italiano. In_________ Estudios Migratorios Latinoamericanos (EML), 1996, A. 11, Nº 33, agosto, p.269285. 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Un análisis de la presencia e integración laboral gallega en el Conurbano bonaerense a partir de una fuente nominativa (1939-1960) 145 Al sur del Riachuelo. Un análisis de la presencia e integración laboral gallega en el Conurbano bonaerense a partir de una fuente nominativa (19391960) Ruy Farías1 Introducción Entre 1857 y 1930 arribaron a la Argentina 2.070.874 inmigrantes hispanos, de los que alrededor de un millón se radicarían de forma permanente en ella. En el período 19461960 se sumarían otros 237.190. Teniendo en cuenta que entre un 45 % y 55 % del total había nacido en Galicia, se estima en unos 600.000 el número de gallegos definitivamente radicados en el país, lo que hizo del mismo el más importante destino mundial de su diáspora.2 Los estudios dedicados a indagar los flujos y la presencia galaica en la Argentina por lo general se centraron en la etapa conocida como de “inmigración masiva” (1880-1930). Gracias a ello, contamos hoy con una masa 1 Doctor en Historia. Universidad Nacional de General Sarmiento / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Museo de la Emigración Gallega en la Argentina. [email protected] 2 Para una visión de conjunto del fenómeno migratorio español en la Argentina, y del caso particular de los gallegos en dicho país, vid. FERRANDO, Salvador Palazón. Capital humano español y desarrollo latinoamericano. Evolución, causas y características del flujo migratorio (1882-1990). Valencia: Institut de Cultura “Juan Gil-Albert”, 1995; VILLARES, Ramón y FERNANDÉZ, Marcelino. Historia da emigración galega a América. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 1996; VILA, Pilar Cagiao y SEIXAS, Xosé Manoel Núñez. Os galegos e o Río da Prata. A Coruña: Arrecife Edicións, 2007; FARÍAS, Ruy (coord.). Bos Aires galega. Noia: Toxosoutos, 2010 146 crítica de estudios de caso (y algunas obras de síntesis) que, además de la cuantificación del número de personas transplantadas de uno a otro país desde mediados del siglo XIX, han permitido comprender las políticas públicas de ambos estados en relación a la cuestión migratoria, los factores macroestructurales y microsociales que la hicieron posible, la inserción espacial y laboral de los inmigrantes gallegos en su principal destino rioplatense (Buenos Aires y su periferia), su obra socioeducativa en la urbe porteña, la dinámica política y cultural del asociacionismo emigrante, la aparición y el desarrollo en su seno de identidades alternativas u opuestas a la española, las imágenes, estereotipos, prejuicios y formas latentes o concretas de xenofobia en la Argentina, etc. 3 Sin 3 Sin pretender agotar la bibliografía sobre el tema, además de los textos ya mencionados conviene citar otros de obligada referencia: RODRÍGUEZ, Alberto Vilanova. Los gallegos en la Argentina. Buenos Aires: Ediciones Galicia, 1966, 2 vols.; PÉREZ-PRADO, Antonio. Los gallegos y Buenos Aires. Buenos Aires: La Bastilla, 1973; PALMÁS, Ricardo. A emigración galega na Argentina. Sada: Ediciós do Castro, 1978; VÁZQUEZ, Bieito Cupeiro. A Galiza de alén mar. Sada: Ediciós do Castro, 1989; SAAVEDRA, Vicente Peña. Éxodo, organización comunitaria e intervención escolar. La impronta socio-educativa de la emigración transoceánica en Galicia. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 1991, 2 vols.; ROEL, Antonio Eiras (Editor). Aportaciones al estudio de la emigración gallega. Un enfoque comarcal. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 1992; SEIXAS, Xosé Manoel Núñez. O galeguismo en América, 1879-1936. Sada-A Coruña: Ed. do Castro, 1992; Id. Emigrantes, caciques e indianos. O influxo sociopolítico da emigración transoceánica en Galicia (1900-1930). 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Dirigentes y liderazgos (1880-1960). Buenos Aires: Biblos, 2006, pp. 17-41; SEIXAS, Xosé Manoel Núñez y VÁZQUEZ, Raúl Soutelo. As cartas do destino. Unha familia galega entre dous mundos, 19191971. Vigo: Galaxia, 2005; SEIXAS, Xosé Manoel Núñez y FARÍAS, Ruy. “Transterrados y emigrados: Una interpretación sociopolítica del exilio gallego de 1936”. Revista Arbor. Ciencia, pensamiento y cultura, 735, 2009, pp. 113-27; Id. “Las autobiografías de los inmigrantes gallegos en la Argentina (1860-2000): Testimonio, ficción y experiencia”. Migraciones & Exilios: Cuadernos de la AEMIC, 11, 2010, pp. 57-80; GALDO, María Xosé Rodríguez. Galicia, país de emigración. Colombres: Archivo de Indianos, 1993; VILA, Pilar Cagiao. Muller e emigración. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 1997; Id. “A vida cotiá dos emigrantes galegos en América”. In: P. Cagiago VILA (comp.). Galegos en América e americanos en Galicia. 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Rubí (Barcelona): Antrhopos, 2010. 148 para Galicia su principal destino migratorio latinoamericano. 4 Además, Buenos Aires continúa siendo el lugar de observación privilegiado, un hecho que, sumado a cierta tendencia a generalizar las características de la colonia galaica de la capital al conjunto de la Argentina, en ocasiones generó apreciaciones no del todo exactas sobre los rasgos más salientes de los migrantes asentados en otros puntos del país. En parte, el vacío historiográfico puede achacarse a la falta de fuentes idóneas. Además de las diferencias existentes entre las españolas y argentinas acerca del número de emigrantes peninsulares arribados al país austral, existe el problema básico referido a la imposibilidad de desagregar a partir de aquellas al colectivo hispano de acuerdo con la región o provincia de origen de cada persona, lo que supone un escollo para el conocimiento de la proporción de cada una de las regiones españoles dentro del total del flujo peninsular, así como también de sus ritmos de llegada al país. 5 En lo que hace a la integración espacial y socioprofesional de los migrantes en la sociedad de destino, la destrucción y/o pérdida de las “cédulas censales” (libretas originales de los recuentos) de los censos nacionales de población argentinos posteriores a 1895, sumada a la escasa utilidad de los resúmenes estadísticos derivados de ellos, impiden para el período de la posguerra 4 Una primera aproximación colectiva a la inmigración gallega posterior a 1945 en DE CRISTÓFORIS, Nadia Andrea (comp.). Baixo o signo do franquismo: emigrantes e exiliados galegos na Arxentina. Santiago de Compostela: Sotelo Blanco Edicións, 2011. 5 Se trata, en el primero de los casos, de las estadísticas elaboradas por el Instituto Geográfico y Estadístico Español y el Ministerio de Trabajo del mismo país, en tanto que por el lado argentino son las Estadísticas del Movimiento Migratorio de la Dirección Nacional de Migraciones. Vid. DE CRISTÓFORIS. “El último ciclo...”, pp. 7982, 149 cualquier aproximación estadísticamente confiable a las cuestiones más trascendentes para un estudio migratorio. No obstante, existe una fuente todavía poco explotada que encierra un enrome potencial para el estudio del último ciclo de la inmigración gallega (y española) en la Argentina: el Registro de Matrícula del Consulado General de España en Buenos Aires [en adelante, RGM]. 6 Iniciado en 1939, y compuesto por libros y fichas individuales es, por el territorio que abarca, el volumen de gente que incluye, y la cantidad y calidad de la información consignada, una herramienta excepcional para el estudio de algunas de las características esenciales de las diferentes corrientes migratorias hispanas posteriores a 1946, y de sus indicadores básicos de integración en el país.7 6 La riqueza de este tipo de fuentes ya fuera demostrada por Erica Sarmiento Da Silva, quien explotó con sumo provecho el archivo del Consulado español en Río de Janeiro para estudiar el caso de la corriente migratoria española que se dirigió a la ciudad carioca en el primer tercio del siglo XX. En el caso argentino, la primera en hacer uso de la misma fue Marcela Susana Lippi, quien se sirvió del archivo consular español de Buenos Aires para abordar la inmigración zamorana en la Argentina. Vid. DA SILVA, Erica Sarmiento. O outro río. A emigración galega a Río de Xaneiro. Santa Comba: TresCtres, 2006; LIPPI, Marcela Susana. “La inmigración zamorana en la Argentina en la primera mitad del siglo XX. Factores macroestructurales y mecanismos microsociales”. Tesis de Maestría inédita: Universidad Nacional de Luján, 2008. 7 El actual Registro se inició en septiembre de 1939, por haber desaparecido el anterior con la finalización de la Guerra Civil española. La demarcación consular de Buenos Aires se extiende sobre el área donde se produjo el mayor asentamiento hispánico en la Argentina, pues no sólo comprende el territorio de la ciudad de Buenos Aires y los municipios que la rodean, sino también todos los del interior de la Provincia de Buenos Aires situados al norte de la línea Carlos Pellegrini - Trenque Lauquen – Pehuajó - Hipólito Yrigoyen – Bolívar – Olavarría - General Lamadrid – Laprida - 150 A partir de la utilización de esta fuente, analizaremos un caso de inmigración gallega en la Argentina cualitativamente distinto del clásico de Buenos Aires: el que se desarrolló en los actuales partidos (municipios) de Avellaneda y Lanús entre 1939 y 1960. Determinaremos primero la importancia relativa del grupo étnico-regional galaico dentro de la colonia española de la zona, abordando luego su composición sexual e inserción socioprofesional. Los gallegos en Avellaneda y Lanús Los partidos de Avellaneda y Lanús se encuentran ubicados inmediatamente al sudeste de la ciudad de Buenos Aires. Integran lo que se conoce como Conurbano bonaerense, Benito Juárez - Necochea. Según hemos podido comprobar, tan sólo para el período 1939 y 1960 el RGM contiene información sobre unas 312.320 / 358.400 personas, incluidos españoles, argentinos y otras nacionalidades. La información consignada en los libros se compone de: apellidos y nombres de los inscriptos, provincia y municipio de origen, fecha de nacimiento, última residencia en España, fecha de llegada a la Argentina, fecha en que se produjo el “alta consular”, y lugar de residencia al momento de formalizarse esta. Todo ello permite abordar temas tales como los lugares de procedencia de los migrantes españoles (desagregándolos por región, provincia y municipio), los volúmenes, periodicidad y composición sexual de sus flujos, sus patrones de asentamiento en el país (discriminando a estos por municipio, localidad e incluso barrio) y, finalmente, sus variados tipos de inserción socioprofesional. Por su parte, las fichas individuales asociadas a los libros son particularmente relevantes a la hora de determinar el patrón de asentamiento del grupo, pues contienen la dirección exacta donde reside cada nuevo inscripto, mientras que muchas veces los libros del RGM sólo consignan el municipio en el caso de aquellos que viven fuera de la ciudad de Buenos Aires. Y también, aunque con menor asiduidad, es posible seguir a través de ellas la posterior movilidad espacial de la persona. 151 un grupo de municipios que rodean a la capital argentina por el norte, el oeste y el sur, conformando un megaespacio urbano sin solución de continuidad. Entre 1856 y 1944, Avellaneda y Lanús fueron un único distrito llamado primero Barracas al Sud y, a partir de 1904, Avellaneda. A partir de las últimas dos décadas del siglo XIX, hicieron su aparición en esta zona hasta entonces básicamente rural y despoblada cuatro grandes frigoríficos (factorías dedicadas a la matanza y procesamiento del ganado vacuno), así como una enorme cantidad de lavaderos de lana y de tripas, molinos harineros, fabricas de embutidos y de antisárnicos, fabricas de fósforos, de cola y jabón, de aceites y gas, de papel de lija, de electricidad, de ladrillos, destilerías de alcohol, fábricas de textiles, talleres metalúrgicos, curtiembres, astilleros, etc. De tal modo, en el pasaje de un siglo al otro quedó establecida en el municipio una formidable concentración industrial que fue, cuando menos hasta la década de 1960, la marca distintiva de la zona. Esta gran expansión del entramado industrial conllevó, a su vez, un fuerte requerimiento de mano de obra, lo que redundó en una transformación de la estructura sociodemográfica del área bajo el impacto de la oleada inmigratoria, por entonces predominantemente europea. De acuerdo con los resúmenes estadísticos argentinos, entre 1895 y 1960 el número de habitantes en el territorio del primitivo Partido se multiplicó casi por 38, pasando de 18.574 a 701.929 (en el último año 326.531 correspondían a Avellaneda y 375.428 en Lanús).8 En 1895 un 45 % de la población era 8 Sobre el desarrollo demográfico, urbano e industrial de Avellaneda y Lanús entre los siglos XIX y XX, vid. LARRAIN, Federico Fernández. Historia del Partido de Avellaneda. Reseña y análisis, 1580-1980, Avellaneda: La Ciudad, 1986; DE PAULA, Alberto S. J., GUTIERREZ, Ramón y VIÑUALES, Graciela María. Del Pago 152 extranjera, siendo el número de españoles de 2.598, lo que hacía de ellos el segundo grupo foráneo más numeroso, y el 14 % del total de los habitantes del municipio. Por su parte, en 1914 (último año para el que contamos con datos desagregados respecto de la nacionalidad de los extranjeros), los nacidos fuera de la Argentina representaban el 46,1 % de todos los habitantes, ascendiendo por entonces los oriundos de España a 31.564 individuos, lo que equivalía al 21,8 % del total poblacional, y los convertía en el conjunto más numeroso entre los extranjeros.9 A fin de analizar la presencia gallega en la zona, hemos extraído una muestra del 10 % de RGM labrado entre 1939 y 1960. En ella, entre un total de 31.232/35.840 individuos registrados (comprendiendo españoles, argentinos y otras nacionalidades), hallamos 2.081 españoles residentes en los actuales municipios de Avellaneda y Lanús. 10 Si, como del Riachuelo al Partido de Lanús, 1536-1944, La Plata: Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, 1974. Para una contextualización con el desarrollo industrial argentino, SCHVARZER, Jorge. La industria que supimos conseguir. Una historia político-social de la industria argentina [2000], Buenos Aires: Ediciones Cooperativas, 2005. 9 Vid. REPÚBLICA ARGENTINA, Segundo Censo de la República Argentina, mayo 10 de 1895, Buenos Aires, Taller Tipográfico de la Penitenciaría Nacional, 1898, tomo II, pp. 51, 85; REPÚBLICA ARGENTINA, Tercer Censo Nacional, levantado el 1º de Junio de 1914, Buenos Aires, Talleres Gráficos de L. J. Rosso y Cía, 1915, tomo II, pp. 5, 153. 10 Este número representa apenas entre el 5,81 y el 6,67 % del total presente en la fracción del RGM consultado, y el 0,5-0,6 % del total de la información consignada por la fuente entre 1939 y 1960). Teniendo en cuenta que el RGM no sólo abarca la Capital Federal, sino también los municipios que la rodean y a la mayoría de los del interior de la Provincia de Buenos Aires, aún en ausencia números 153 demostramos en otra parte a partir del uso de las Actas de Matrimonio de los registros civiles y del Registro de Socios de la Asociación Española de Socorros Mutuos de Barracas al Sud / Avellaneda, en el balance del período 1890-1930 la colonia hispana en la zona se hallaba compuesta de forma mayoritaria (68-70 %) por inmigrantes gallegos, 11 en el lapso temporal 1939-1960 esa proporción no sólo no disminuyó, sino que incluso creció hasta representar el 73,8 % del total (Cuadro 1). 12 Se trata de un porcentaje verdaderamente impactante, teniendo en cuenta que históricamente los nacidos en Galicia suponen entre el 45 y el 55 % de los inmigrantes españoles en la Argentina. Si en lugar de las regiones observamos las provincias en las que estos españoles nacieron vemos que, como era de esperarse, una enorme mayoría procede de las cuatro gallegas (A Coruña, Pontevedra, Lugo y Ourense, con el 31, 15,9, 14,3 y 12,7 %, respectivametne), seguidas a distancia por los de Oviedo (5,6 %), León (2,8 %), Barcelona (2,2 %), Madrid (1,4 %) y Salamanca (1 %). Por su parte, al descender al nivel municipal, destacan casos como los de Fisterra (A Coruña), A Fonsagrada (Lugo) y Lalín (Pontevedra), municipios de donde habría partido nada menos que el 7,5 % de todos los españoles asentados en la zona. absolutos es posible formarse una idea de la enorme importancia de la instalación española en ambos municipios. 11 Vid. FARÍAS, Ruy. “Peóns, obreiros e xornaleiras: Patróns de asentamento e inserción socioprofesional dos galegos en Avellaneda e Lanús, 1890-1930”. In: Id. (coord.). Bos Aires galega, pp. 82-5. 12 Les siguen en importancia numérica los asturianos (5,5 %), leoneses (4,4 %), oriundos de Castilla la Vieja (3,1 %), andaluces (2,8 %), catalanes (2,7) y vascos (2,3 %). El resto presenta porcentajes de 1-2 % (Castilla la Nueva, Levante), o se sitúan por debajo del 1 % (Aragón, Baleares, Canarias, Extremadura). 154 Cuadro 1: Composición regional y sexual de los españoles residentes en Avellaneda y Lanús (1939-1960) Total casos Hombres Mujeres Sin datos Índice masc. Región Nº % Nº % Nº % Nº % % Andalucía 59 2.8 33 55.9 26 44.1 0 0.0 127 Aragón 11 0.5 4 36.4 7 63.6 0 0.0 57 Asturias 114 5.5 62 54.4 52 45.6 0 0.0 119 Baleares 9 0.4 6 66.7 3 33.3 0 0.0 200 Canarias 9 0.4 6 66.7 3 33.3 0 0.0 200 Castilla la Nueva 40 1.9 20 50.0 20 50.0 0 0.0 100 Castilla la Vieja 65 3.1 34 52.3 31 47.7 0 0.0 110 Cataluña 56 2.7 37 66.1 19 33.9 0 0.0 195 Extremadura 9 0.4 6 66.7 3 33.3 0 0.0 200 Galicia 1535 73.8 862 56.2 672 43.8 1 0.1 128 León 92 4.4 54 58.7 38 41.3 0 0.0 142 Levante 30 1.4 13 43.3 17 56.7 0 0.0 76 País Vasco 48 2.3 25 52.1 23 47.9 0 0.0 109 Dudosos 4 0.2 1 25.0 3 75.0 0 0.0 33 Total 2081 100 1163 55.9 917 44.1 1 0.0 127 En el conjunto del lapso temporal examinado, el componente femenino representa el 43 % del stock galaico, una proporción muy alta, que no se encuentra en todos los destinos migratorios gallegos en América (por regla general, la Argentina solía atraer más mujeres que Cuba o Brasil, por citar otros dos destinos importantes), y que no presenta grandes alteraciones en los diferentes períodos de llegada al país de los miembros de la muestra (1887-1930, 1931-1945, 1946-1960). Ello, a su vez, se refleja en el bajo “índice de masculinidad” del grupo (la ecuación resultante de la cantidad de hombres 155 presentes por cada 100 mujeres), que apenas llega al 132 x 100 (Cuadro 2).13 No obstante, si nos centramos en el último período (1946-1960) y lo dividimos en dos partes separadas por la crisis económica argentina de 1951 (Cuadro 3), vemos que es en el primero de ellos (cuando el flujo migratorio es más importante) donde la proporción femenina en el total del flujo resulta más baja (36,4 %), mientras se mantiene alto el índice de masculinidad (175 x 100). Por el contrario, el porcentaje de mujeres tiende a aumentar entre 1952 y 1960, cuando llega incluso a ser levemente mayoritario (52,9 %), mientras el índice de masculinidad se desploma hasta el 89 x 100. Cuadro 2: Evolución del porcentaje de los géneros y del índice de masculinidad de los gallegos (1887-1960) Período llegada al país 1887-1930 1931-1945 1946-1960 Total Hombres Mujeres 370 72 372 814 285 54 276 615 Total % hombres % mujeres Índice masc %. 655 126 648 1429 56.5 57.1 57.4 57.0 43.5 42.9 42.6 43.0 130 133 135 132 Cuadro 3: Evolución del porcentaje de los géneros y del índice de masculinidad (período 1946 y 1960) Subperíodo 1946-1951 1952-1960 Total 13 Hombres Mujeres 257 115 372 147 129 276 Total 404 244 648 % hombres % mujeres 63.6 47.1 57.4 36.4 52.9 42.6 Índ. Masc. % 175 89 135 Elaborado a partir de los 1.429 casos (93,1 %) en los que contamos con el dato de la fecha de llegada al país. 156 La razón de ello es que en momentos de auge de la emigración gallega a la Argentina, mientras la economía del país se mantuvo boyante, la misma se compone por lo general de hombres solos que parten en busca de trabajo, y que únicamente más adelante llamaran a sus mujeres e hijos (si los tienen). Por ello la tasa de masculinidad es más alta. Pero cuando las condiciones macroeconómicas, políticas, etc. se vuelven negativas para la emigración, la tasa de masculinidad tiende a descender porque es entonces cuando, siguiendo una dinámica de reagrupamientos familiares, parten hacia ultramar las mujeres y/o familias de aquellos hombres que permanecen en la emigración.14 Prueba de ello es cómo varía entre un subperíodo y otro el rango de edad de las personas que arriban al país entre 1946 y 1960 (Cuadro 4a y 4b). Al pasar del primero al segundo, aumenta la proporción de personas situadas en los grupos de edad comprendidos entre los 0 y 17 años, y en los de 48 en adelante. 15 Indudablemente, ello es un reflejo de la presencia en el flujo de una mayor cantidad de niños, mujeres adultas (muchas veces las madres de estos niños) y ancianos, que viajan a reunirse con sus novios, esposos o hijos.16 14 Sobre las características de la emigración femenina desde Galicia a la Argentina, vid. Cagiao VILA. Muller e emigración..., pp. 127-59. 15 Particularmente significativo resulta el 17,3 % de personas con 48 o más años presente en el segundo subperíodo, cuando en el lapso de 1946-1951 esa proporción había sido de apenas el 5 %. 16 Conviene señalar que ésto no constituye una característica excepcional del caso gallego. Por el contrario, se trata de un fenómeno que afectó al conjunto de la inmigración europea en la Argentina. Para Fernando Devoto aquella experimentó en la década de 1950 un cambio en su estructura de edad, que hizo que aumentase primero el número de los menores y luego el de mayores de 41 años. 157 Cuadro 4a: Rango de edad (0-37) de los gallegos en el momento de llegar a la Argentina, 1946-1960 (por subperíodos) Rango de edad 0 a 13 14 a 17 18 a 27 28 a 37 Subperíodo Nº % Nº % Nº % Nº % 1946-1951 32 8.0 21 5.2 146 36.3 138 34.3 1952-1960 37 15.2 17 7.0 77 31.7 51 21.0 Total 69 10.7 38 5.9 223 34.6 189 29.3 Cuadro 4b: Rango de edad (38-más de 60) de los gallegos en el momento de llegar a la Argentina, 1946-1960 (por subperíodos) Rango de edad 68 o Subperíodo 38 a 47 48 a 57 58 a 67 Total más Nº % Nº % Nº % Nº % 1946-1951 45 11.2 14 3.5 2 0.5 4 1.0 402 1952-1960 19 7.8 18 7.4 14 5.8 10 4.1 243 Total 64 9.9 32 5.0 16 2.5 14 2.2 645 Ello vendría a demostrar que “la nueva inmigración [europea] había descendido mucho más abruptamente de lo que indican los datos brutos y que ahora se trataba de procesos de reunificación familiar, en los que predominaba, en un primer momento, la llegada de las mujeres y los niños y luego de mayores de la generación precedente.” DEVOTO, Fernando. Historia de la inmigración en la Argentina. Buenos Aires: Sudamericana, 2003, p. 411; 158 Respecto de la inserción socioprofesional de los inmigrantes gallegos en la zona, por desgracia el RGM no parece escapar a la sempiterna falencia de las fuentes argentinas del período: una grosera omisión del rol de la mujer en tanto trabajadora. Esto se manifiesta en el enorme número de las que aparecen adscriptas a ocupaciones definidas como “Sus labores” (vid. Cuadro 5), lo que deriva en su encuadramiento generalizado dentro de la categoría ocupacional de los “Trabajadores domésticos”. Siendo difícil de aceptar que en un ámbito marcadamente proletario como el de los municipios de Avellaneda y Lanús existiera una población femenina que en sus ¾ partes atiende únicamente tareas del hogar, resulta evidente que cualquier análisis sobre el trabajo femenino extradoméstico basado de modo exclusivo en esta fuente resultará inevitablemente menos sólido que el que pudiera hacerse sobre los hombres. En razón de ello, preferimos abordar aquí únicamente el trabajo masculino. 159 Cuadro 5: Inserción socioprofesional de los gallegos en Avellaneda y Lanús, discriminados por sexo (1939-1960) Hombres Mujeres dudosos Total Categoría ocupacional Nº % Nº % Nº % Nº % Trabajadores urbanos no cualificados 202 23.6 2 0.3 0 0.0 204 13.3 Trabajadores domésticos 9 1.1 523 77.0 0 0.0 532 34.7 Trabajadores urbanos cualificados 190 22.2 20 2.9 0 0.0 210 13.7 Trabajadores artesanos 35 4.1 0 0.0 0 0.0 35 2.3 Empleados 100 11.7 7 1.0 0 0.0 107 7.0 Comerciantes e industriales 45 5.3 3 0.4 0 0.0 48 3.1 Funcionarios y profesionales 5 0.6 7 1.0 0 0.0 12 0.8 Rentistas, empresarios y emp. pecuarios 56 6.5 3 0.4 0 0.0 59 3.8 Trabajadores rurales no especializados 9 1.1 0 0.0 0 0.0 9 0.6 Trabajadores rurales especializados 2 0.2 0 0.0 0 0.0 2 0.1 Pequeños empresarios agrícolas 1 0.1 0 0.0 0 0.0 1 0.1 Marinos 39 4.6 0 0.0 0 0.0 39 2.5 Estudiantes 27 3.2 31 4.6 0 0.0 58 3.8 100. Dudosos 98 11.5 27 4.0 1 0 126 8.2 Ninguna 0 0.0 7 1.0 0 0.0 10 0.7 Sin datos 37 4.3 49 7.2 0 0.0 76 5.0 Total 855 100 679 100 1 100 1535 100 160 Al observar el Cuadro 5 (donde agrupamos en un puñado de categorías ocupacionales los múltiples oficios o trabajos consignados por el RGM), 17 lo primero que destaca es la elevada proporción de varones gallegos cuyas ocupaciones se inscriben en las categorías de los “Trabajadores urbanos” sin y con cualificación (23,6 y 22,2 %, respectivamente), así como también entre los “Trabajadores artesanos” (4,1 %). Es lícito agregar a estos obreros manuales (que de por sí suponen 17 “Trabajadores urbanos no cualificados” = vendedor ambulante, camarero, estibador, jornalero/a, lavacopas, mozo, obrero bracero, ordenanza, peón, repartidor y sereno; “Trabajadores domésticos”: cocinero/a, costurera, doméstica, lavandera, mucama, planchador/a, servicio doméstico, sus labores, zurcidora; “Trabajadores urbanos cualificados”: ajustador, albañil, ayudante de maquinista, camisero/a, carpintero, carrocero, chapista, chofer, cochero, conductor, cortador, curtidor, electricista, engrasador, ferroviario, gráfico, guarda, hojalatero, jardinero, limpiador, maquinista, mecánico y aprendiz de mecánico, metalúrgico, modista, motorman, panadero y obrero/a panadero/a, pastelero, peluquero/a, pintor, pulidor, radiotécnico, rebajador, señalero, soldador, tabaquero, tapicero, tejedor/a, tranviario y tranviario jubilado. “Trabajadores artesanos” = dibujante, ebanista, fresador, fundidor, grabador, herrero, impresor, joyero, licorista, marmolero, marroquinero, mueblero, relojero, sastre, tornero y zapatero; “Empleados” = corredor, corredor de comercio, dependiente, dependiente de almacén, comercio o ferrocarril, empleado y viajante; “Comerciantes e industriales” = carnicero, comerciante, comisionista e industrial; “Funcionarios y profesionales” = abogado, artista, constructor, director, enfermero/a, farmacéutico, ingeniero, maestro, martillero público, modelista, músico, óptico, periodista, profesor/a, radiólogo y religioso/a; “Rentistas, empresarios y empresarios pecuarios” = contratista, ganadero, jubilado/a, jubilado del ferrocarril, pensionista, propietario y rentista; “Trabajadores rurales no especializados” = agricultor y labrador; “Trabajadores rurales especializados” = lechero y yerbatero; “Pequeños empresarios agrícolas” = quintero; “Marinos” = marinero, marineros de pesca, pescador y tripulante; “Estudiantes” = estudiante; “dudosos” = fletero, textil, obrero/a, operario/a, fogonero y foguista. 161 casi la mitad de la muestra) una enorme mayoría de los casos “dudosos” (11,5 %), ya que si bien se trata de “obreros” u “operarios” de los que no podemos precisar su nivel de cualificación, indudablemente se ubican también entre los trabajadores urbanos. Los “empleados” (11,7 %) representan el tercer grupo en importancia, mientras que los comerciantes (por lo general de giro pequeño) y los industriales apenas alcanzan al 5,3 %. Si bien estos últimos se ven superados por el 6,5 % de los “rentistas, empresarios y empresarios pecuarios”, se trata en realidad de una nueva distorsión de la fuente, pues en la mayoría (51 casos sobre 56) son jubilados sobre los que no tenemos mayores datos, pero de los que puede presumirse que se trata de personas con ingresos modestos. Vale la pena destacar la interesante proporción de “Marinos” (4,6 %), aunque su presencia es en realidad menos sorprendente de lo que inicialmente pudiera suponerse pues, como veremos, un elevado número de marineros del municipio de Fisterra (el municipio español con mayor presencia en Avellaneda) continuó desarrollando en la emigración tareas navales, ocupados como tripulantes a bordo de las naves de la marina mercante argentina. El resto de las categorías (“Trabajadores domésticos”, “Funcionarios y profesionales”, “Trabajadores rurales no especializados”, “Trabajadores rurales especializados” y “Pequeños empresarios agrícolas”) presentan porcentajes muy minoritarios, como cabía esperar en una población mayoritariamente urbana, industrial y proletaria. Tampoco resulta extraño que de algunas ocupaciones con alta incidencia entre los españoles de Buenos Aires, como las de los encargados de edificios o almaceneros (que el imaginario colectivo asoció férreamente con la condición de gallego), no existan en absoluto en nuestra 162 muestra.18 Y apenas el 1,1% de los varones españoles declara ocupaciones correspondientes a la categoría de “Trabajadores domésticos”. ¿Qué sucede al comparar estas cifras con las correspondientes al resto de los varones españoles en la zona? Como podemos ver en el Cuadro 6, parecen existir en algunos oficios ciertas sobrerrepresentaciones de unos u otros grupos regionales o provinciales por sobre otros. 19 Los gallegos presentan un porcentaje más alto que sus vecinos españoles entre los “trabajadores urbanos no cualificados” (23,6 %, contra el 17,4 %), los “trabajadores domésticos” (2,1 / 1 %), los “comerciantes e industriales” (5,2 / 4,3 %) y entre los “marineros” (4,4 / 0,7 %). En cambio, se hallan infrarrepresentados (a veces incluso en términos absolutos, como es el caso de los “funcionarios y profesionales”) entre los “trabajadores urbanos cualificados” (22,2 / 29,3 %), los “trabajadores artesanos” (4,1 / 4,3 %), los “empleados” (11,6 / 15,7 %), los “funcionarios y profesionales” (0,6 / 2,7 %), y los “rentistas, empresarios y empresarios pecuarios” (6,5 / 6,7 %).20 De modo que, en conjunto, los españoles nacidos en otros puntos del territorio del Estado presentan un perfil socioprofesional tendencialmente más elevado que el de los gallegos. ¿Cuál podría ser la causa de ello? ¿acaso un mayor tiempo de residencia en el país al momento de inscribirse en el 18 Sobre la imagen que la sociedad argentina forjó a propósito de la integración socioprofesional de los inmigrantes gallegos en el país, vid. Núñez SEIXAS. O inmigrante...; LOJO et al. Los “gallegos”... 19 Así, por ejemplo, el 82 % de españoles que se desempeñaban como carpinteros eran gallegos, lo mismo que el 97,7 de los fogoneros, foguistas y marineros. 20 Su proporción también es menor entre los “estudiantes” (3,1 / 4,3 %), lo que también constituye un dato relevante. 163 Consulado? No parece ser este el caso. Si bien es cierto que entre los varones gallegos el promedio de años transcurridos entre el momento de arribar al país y el de inscribirse en el RGM es inferior al del resto de sus compatriotas españoles (15,9 contra 16,3 años), la diferencia es demasiado pequeña para ser un factor de peso. 21 ¿La inserción socioprofesional estará determinada entonces por las diferentes características de la economía y/o especialización productiva de la zona del Partido (o de los partidos, después de 1944), en la que cada individuo o grupo se asentaron? Dada la época a la estamos refiriéndonos, tampoco en principio no tendría por que ser así. En la medida en la que mejora el sistema de transporte y su red se vuelve más tupida, cada vez es mayor la posibilidad de separar físicamente el trabajo del hogar y, en consecuencia, la correlación lugar de residencia / inserción socioprofesional debería tender a decrecer. 21 Promedio obtenido de a partir de 803 gallegos y 289 españoles del resto de los grupos étnico-regionales, para los que fue posible determinar tanto el año en el que llegaron al país como aquel en el que se inscribieron en el Consulado General de España en Buenos Aires. Posiblemente, el elevado promedio general de tiempo transcurrido sea el producto de otra distorsión, pues al haber desaparecido en 1939 el RGM y tener que iniciarse uno nuevo, durante los años anteriores a la reapertura de la emigración masiva desde España a la Argentina los libros del registro consignaron sobre todo a los antiguos residentes que debían reinscribirse en él. No obstante, ello no altera en absoluto lo dicho más arriba. 164 Cuadro 6: Inserción socioprofesional de los varones españoles en Avellaneda y Lanús, discriminados entre gallegos e no gallegos (1939-1960) Total Gallegos Resto esp. dudosos español Categoría ocupacional Nº % Nº % Nº % Nº % Trabajadores urbanos no cualificados 201 23.3 52 17.3 1 100.0 254 21.8 Trabajadores domésticos 18 2.1 3 1.0 0 0.0 21 1.8 Trabajadores urbanos cualificados 191 22.2 88 29.3 0 0.0 279 24.0 Trabajadores artesanos 35 4.1 13 4.3 0 0.0 48 4.1 Empleados 100 11.6 47 15.7 0 0.0 147 12.6 Comerciantes e industriales 45 5.2 13 4.3 0 0.0 58 5.0 Funcionarios y profesionales 5 0.6 8 2.7 0 0.0 13 1.1 Rentistas, empresarios y emp. Pecuarios 56 6.5 20 6.7 0 0.0 76 6.5 Trabajadores rurales no especializados 8 0.9 5 1.7 0 0.0 13 1.1 Trabajadores rurales especializados 2 0.2 0 0.0 0 0.0 2 0.2 Pequeños empresarios agrícolas 1 0.1 0 0.0 0 0.0 1 0.1 Marinos 38 4.4 2 0.7 0 0.0 40 3.4 Estudiantes 27 3.1 13 4.3 0 0.0 40 3.4 Dudosos 98 11.4 28 9.3 0 0.0 126 10.8 Ninguna 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 Sin datos 37 4.3 8 2.7 0 0.0 45 3.9 Total 862 100.0 300 100.0 1 100.0 1163 100.0 En realidad, creemos que sólo apelando a otro tipo de fuentes (cualitativas) puede develarse el factor de mayor peso 165 a la hora de determinar la inserción socioprofesional, tanto del conjunto de los españoles, como de los diferentes grupos étnico-regionales: la red social que cada individuo integra. Una y otra vez los epistolarios, 22 memorias,23 autobiografías 24 y fuentes orales 25 han sido determinantes en explicar el rol de las redes sociales como elemento explicativo de primer orden para la especialización o sobrerrepresentación de un determinado grupo en determinados oficios u ocupaciones. A modo de ejemplo, mencionaremos uno de los tantos casos en los que se combinan un mismo origen municipal e igual inserción socioprofesional en la sociedad de destino: el de los fisterráns empleados como tripulantes en los buques de la marina mercante argentina. La última oleada migratoria gallega (y, como ya vimos, en particular el caso de los nacidos en Fisterra) coincidió en lo temporal con la etapa más expansiva de dicha flota, que entre 1946 y 1955 duplicó su tonelaje de registro bruto, y llegó a superar el millón cien mil, lo que suponía en 1950 el 1,08 % del tonelaje mundial. 26 El 22 Vid. Núñez SEIXAS y Soutelo VÁZQUEZ. As cartas...; DA ORDEN. Una familia... 23 Vid., por ejemplo, PUGA, José. Así fue nuestro destino. S. l. [Buenos Aires]: s. ed., 1988. 24 Vid. BODELÓN, Julio. Vida azarosa de un emigrante. Lugo: Alvarellos, 1995; VARELA, Luis. De Galicia a Buenos Aires — Así es el cuento—. Recuerdos desde el Bar La Cancha. Buenos Aires: Eds. Volpe, 1996. 25 Vid. FARÍAS, Ruy. “Unha análise da experiencia dos emigrantes galegos á Arxentina a través das fontes orais (1936-1971)”. In. DE CRISTÓFORIS (comp.), Baixo o signo..., pp. 109-35. 26 Vid. VIVERO, Javier Alejandro. “La flota mercante argentina”. In: http://www.monografias.com/trabajos10/flota/flota.shtml (última consulta: 30-III-2013); “Breve historia de la marina mercante argentina”. In: 166 ingreso masivo de aquellos marineros se halla ligado, indudablemente, a esa coyuntura favorable. Sin embargo, para algunos protagonistas y testigos directos de ese fenómeno, la clave explicativa del asunto reside en que, por lo general, esa gente emigraba con un puesto de trabajo casi asegurado, porque los contramaestres de los buques solían ser sus parientes o paisanos, e intercedían ante las compañías navieras para que aquellos fuesen reclutados. 27 En realidad, creemos que sólo apelando a otro tipo de fuentes (cualitativas) puede develarse el factor de mayor peso a la hora de determinar la inserción socioprofesional, tanto del conjunto de los españoles, como de los diferentes grupos étnico-regionales: la red social que cada individuo integra. Una y otra vez los epistolarios, 28 memorias,29 autobiografías 30 y fuentes orales 31 han sido determinantes en explicar el rol de las redes sociales como elemento explicativo de primer orden para la especialización o sobrerrepresentación de un determinado grupo en determinados oficios u ocupaciones. A modo de ejemplo, mencionaremos uno de los tantos casos en http://www.histarmar.com.ar/BuquesMercantes/HistMarinaMercArg /10Declinacion.htm 27 Entrevista del autor a Alberto Rivas Lorenzo, Buenos Aires, 17VI-2008. Otras referencias sueltas aparecen en la entrevista del autor a Perfecto Canosa Marcote, Fisterra, 14-III-2006. 28 Vid. Núñez SEIXAS y Soutelo VÁZQUEZ. As cartas...; DA ORDEN. Una familia... 29 Vid., por ejemplo, PUGA, José. Así fue nuestro destino. S. l. [Buenos Aires]: s. ed., 1988. 30 Vid. BODELÓN, Julio. Vida azarosa de un emigrante. Lugo: Alvarellos, 1995; VARELA, Luis. De Galicia a Buenos Aires — Así es el cuento—. Recuerdos desde el Bar La Cancha. Buenos Aires: Eds. Volpe, 1996. 31 Vid. FARÍAS, Ruy. “Unha análise da experiencia dos emigrantes galegos á Arxentina a través das fontes orais (1936-1971)”. In. DE CRISTÓFORIS (comp.), Baixo o signo..., pp. 109-35. 167 los que se combinan un mismo origen municipal e igual inserción socioprofesional en la sociedad de destino: el de los fisterráns empleados como tripulantes en los buques de la marina mercante argentina. La última oleada migratoria gallega (y, como ya vimos, en particular el caso de los nacidos en Fisterra) coincidió en lo temporal con la etapa más expansiva de dicha flota, que entre 1946 y 1955 duplicó su tonelaje de registro bruto, y llegó a superar el millón cien mil, lo que suponía en 1950 el 1,08 % del tonelaje mundial.32 El ingreso masivo de aquellos marineros se halla ligado, indudablemente, a esa coyuntura favorable. Sin embargo, para algunos protagonistas y testigos directos de ese fenómeno, la clave explicativa del asunto reside en que, por lo general, esa gente emigraba con un puesto de trabajo casi asegurado, porque los contramaestres de los buques solían ser sus parientes o paisanos, e intercedían ante las compañías navieras para que aquellos fuesen reclutados. 33 A modo de cierre Creemos que lo hasta aquí expuesto ha demostrado algunas de las potencialidades del RGM para el estudio de la última oleada migratoria gallega (y española) a la Argentina. La 32 Vid. VIVERO, Javier Alejandro. “La flota mercante argentina”. In: http://www.monografias.com/trabajos10/flota/flota.shtml (última consulta: 30-III-2013); “Breve historia de la marina mercante argentina”. In: http://www.histarmar.com.ar/BuquesMercantes/HistMarinaMercArg /10Declinacion.htm 33 Entrevista del autor a Alberto Rivas Lorenzo, Buenos Aires, 17VI-2008. Otras referencias sueltas aparecen en la entrevista del autor a Perfecto Canosa Marcote, Fisterra, 14-III-2006. 168 observación de esta pequeña muestra nos ha permitido poner de relieve la importancia (numéricamente superlativa) del grupo étnico-regional gallego, hasta el punto de que, en el área acotada de los municipios bonaerenses de Avellaneda y Lanús, resulta mucho más apropiado hablar de inmigración gallega (y del Norte peninsular), e incluso de algunos municipios específicos, que de otra genéricamente española. Ello viene a recordarnos que, en ocasiones, las “medias” nacionales pueden ser apenas la expresión de un caso regional dominante, resultando por consiguiente ineludible la realización de estudios sectoriales capaces de poner de manifiesto las diferentes dinámicas migratorias regionales, provinciales y municipales. Hemos visto también como fluctuó en el tiempo la composición sexual y rango de edad de quienes los integraron. Por último, a grandes rasgos (y a despecho de la imagen clásica del trabajador gallego en la Argentina), la inserción socioprofesional del grupo parece haberse verificado de modo predominante entre los trabajadores urbanos con o sin cualificación. Desde luego, estudios más minuciosos, con una base cuantitativamente más amplia de la que hoy hicimos uso, y capaces de combinar con este tipo de fuentes otras cualitativas, permitirán aproximaciones más profundas y menos esquemáticas a las características del grupo estudiado. 169 Sobre silêncios e (in)visibilidades:O pequeno comércio português em um recorte de gênero 170 Sobre silêncios e (in)visibilidades:O pequeno comércio português em um recorte de gênero 1 Lená Medeiros de Menezes 2 Analisar a inserção do imigrante no mundo do trabalho na cidade do Rio de Janeiro implica travar contato com sonhos - transformados ou não em realidade - em terra estrangeira, em um processo realimentado, continuamente, pelo sonho do negócio próprio como possibilidade concreta de ascensão social. Ainda que nem todos os imigrantes tenham conseguido transformar sonho em realidade, havendo até mesmo casos de total indigência em terras brasileiras (cf. Menezes, 1996), muitos conseguiram transformar desejo em ato de vontade e realização. Dentre as possibilidades existentes, o pequeno comércio foi, sem dúvida alguma, o caminho preferido de realização, tanto para aqueles que migravam com um pequeno capital quanto para aqueles que migravam sem quaisquer posses, mas que optavam por viver no limite da sobrevivência, com o anseio de se tornarem seus próprios patrões, através de uma poupança forçada, que regra geral, 1 O artigo é desdobramento de pesquisa registrada no CNPq (Bolsa de Produtividade) e na UERJ (PROCIÊNCIA), contando com taxa de bancada da FAPERJ (Programa “Cientista do Nosso Estado”). 2 Doutora em História Social pela Universidade de São Paulo (USP), com Pós-doutoramento pela Pontifícia Universidade Católica de São Paulo (PUC-SP). Professora Titular de História Contemporânea da Universidade do estado do Rio de Janeiro (UERJ). [email protected] 171 durava entre quinze e vinte anos, conforme demonstram trajetórias reconstruídas com base nos dados do Tribunal de Comércio do Rio de Janeiro (cf. Menezes e Cypriano, 2009). A expansão do pequeno comércio na cidade do Rio de Janeiro teve dois impulsos iniciais. O primeiro foi a abertura dos portos às nações amigas, em 1808: primeiro ato do príncipe regente D. João ao chegar ao Brasil, no contexto do Bloqueio Continental decretado por Napoleão Bonaparte em 1806. O segundo, o fim do tráfico de escravos, com a entrada em execução das leis Eusébio de Queirós (1850) e Nabuco de Araújo (1854), o que disponibilizou capitais, antes utilizados no tráfico, para a expansão urbana. Como medidas complementares às referidas leis, foram propostas medidas para afastar os escravos (dedicados ao comércio ambulante, aos carretos e ao trabalho nas oficinas) da cidade para o campo, bem como do litoral para o interior, em um momento no qual a expansão do café demandava mão-de-obra para a lavoura e, em decorrência dessa expansão, o porto do Rio de Janeiro tornava-se um dos maiores portos do mundo. O resultado mais imediato dessas transformações3 foi a expansão do comércio, envolvendo comerciantes estrangeiros das mais diferentes nacionalidades , tornando a capital brasileira centro principal do comércio de 3 Dentre as mudanças marcantes então ocorridas podem ser citadas a Lei de Terras, que possibilitou o acesso à terra através do mercado (compra e venda)e o Código Comercial, ambos datados de 1850, o mesmo não da Lei Eusébio de Queirós, que aboliu o tráfico negreiro. 172 exportação e importação, conectada com o progresso e as conquistas da industrialização. No caso específico dos portugueses, estes se transformaram de colonos em imigrantes no pós Independência (1822); processo que os inseriu na imigração de massa que marcou a segunda metade do oitocentos. Com o crescimento da diáspora portuguesa, enormes contingentes de trabalhadores pobres chegaram ao Brasil, provenientes, a partir de 1870, em sua esmagadora maioria, do norte de Portugal. No Brasil, fixaram-se, principalmente, na cidade do Rio de Janeiro, onde, ao longo dos séculos XIX e XX, constituíram a porção majoritária da população estrangeira. 173 Com relação às ocupações desenvolvidas pelos portugueses fixados na cidade, o comércio, sem dúvida, destacou-se como um espaço preferencial no processo de construção de uma nova vida, conforme demonstra estatística paradigmática, referente ao ano de 1866 (tabela 1). Tabela 1 - Estatística das Casas Comerciais, Fabris e Industriais (Corte e Distrito Federal – 1866, excetuada a freguesia de Sant’Anna Nacionalidade Negociantes Caixeiros Brasileiros 980 1.117 Portugueses 3.960 6.413 Ingleses 100 66 Franceses 383 190 Outros 236 148 Totais 5.753 7.937 Fonte: BRASIL. Arquivo Nacional. Relatório do Ministério de Agricultura, Comércio e Obras Públicas de 1866. Disponível em www.crl.edu/brazil A presença de um comércio, essencialmente estrangeiro, com destaque para portugueses, na cidade do Rio de Janeiro foi continuamente observada por viajantes europeus que visitaram a capital brasileira ao longo do século XIX. Essa observação recorrente encontra comprovação numérica quando consultamos jornais, revistas e almanaques de época, fontes preciosas para o estudo da vida urbana oitocentista, com destaque para o Almanak Administrativo, Mercantil e Industrial do Rio de Janeiro, mais conhecido como Almanaque Laemmert 174 (1844-1890). Através das listagens por ele publicadas, podemos travar contato com um florescente comércio da moda em mãos francesas, de um comércio português de secos e molhados em contínua expansão, bem como com padarias, confeitarias, hotéis, casas de pasto e restaurantes, nos quais imigrantes franceses, portugueses e galegos disputavam a preferência dos clientes. 4 Um exercício quantitativo, elaborado com base nas listagens do Laemmert, demonstra o dinamismo comercial conhecido pela cidade-capital a partir de 1850, comprovando o impacto ocorrido com o fim do tráfico de escravos.5 A tabela 2, organizada a partir da quantificação de comerciantes dos setores dos secos e molhados, padarias, hotéis e casas de pasto, que comandavam negócios entre os anos de 1845 e 1865, constitui excelente demonstração desse dinamismo. Nesses setores, portugueses e galegos eram, indiscutivelmente, majoritários. 4 5 Observe-se que, no Rio de Janeiro, havia profunda identidade entre portugueses e galegos, ao ponto dos primeiros serem chamados, de forma depreciativa, de galegos. Nesse caso, reproduzia-se, de forma inversa, a discriminação que, em Portugal, era dada aos galegos: trabalhadores que se empregavam por baixos salários, competindo, no mercado, com os portugueses. Deve ser destacado, no tocante aos comerciantes estrangeiros, que o Almanaque Laemmert não menciona a nacionalidade dos que estão listados. Dessa forma, é necessário que seja feito um trabalho minucioso baseado nos sobrenomes publicados, o que, certamente, mesmo assim, impõe cuidados e limites. 175 Tabela 2 - Comerciantes de Secos e molhados, Padarias, Hotéis e Casas de Pasto (1845-1865) Tipo de Armazéns de Padarias Hotéis e Comércio Secos e Casas de /Ano Molhados pasto 1945 132 40 25 1950 277 50 31 1955 535 85 53 1959 639 122 92 1965 1085 133 176 Percentuais Crescimento Crescimento Crescimento em 20 anos de 821,96% de 332,5% de 704% Fonte: Almanak Laemmert para os anos de 1845, 1850, 1855, 1859 e 1865. Tabela organizada pela autora do artigo. O crescimento acima demonstrado encontra igual visibilidade em fontes oficiais, que registram, por exemplo, a matrícula de 110 comerciantes no ano de 1855 (42,27% dos quais eram estrangeiros); de 143 em 1857 (sendo 76,22% estrangeiros); de 223 em 1860 (participação estrangeira na ordem de 48,87%) e de 202 em 1865 (contando-se 45,54% estrangeiros) (RMJ, 1855, 1857, 1860 e 1865). A ligeira desvantagem dos estrangeiros frente aos nacionais nesses totais desaparece quando o olhar é focado em determinados ramos de comércio, nos quais os imigrantes são indiscutível maioria, com destaque para aqueles que constituem os exemplos contemplados na tabela. Isso sem ser considerada a questão das 176 naturalizações, que foram sempre expressivas, principalmente, no caso português. Ao ultrapassarmos as evidências numéricas no sentido da promoção de análises qualitativas, que contemplem a questão do gênero, é possível observar que, ao contrário do que é destacado pela historiografia, os registros do referido almanaque permitem constatar que os negócios oitocentistas não eram exclusivamente masculinos e que a mulher assumia papel de protagonismo em determinadas situações, principalmente quando afetada pela viuvez. É certo que costureiras-modistas, floristas, perfumistas, negociantes de ‘quinquilharias’ e outras mulheres - regra geral francesas - ganharam visibilidade na história do Rio de Janeiro, bem como nas crônicas sobre a cidade, canalizando contra si, por conta dos preconceitos existentes e da simbiose entre moda e prostituição, a inevitável ‘fama’ de mulheres fáceis (Cf. Macedo, 1988). Outras mulheres, de outras nacionalidades, porém, fizeramse também presentes no espaço comercial da cidade, com várias delas tendo sobrenomes portugueses e atuando em nichos de mercado nos quais esta nacionalidade estava mais presente. Sobre essas mulheres e, especialmente, sobre comerciantes portuguesas, por razões variadas, abateram-se o silêncio e o esquecimento da história e da historiografia. Em última instância, resultado da invisibilidade sob a qual se protegiam os próprios comerciantes (independentemente de serem homens ou mulheres), associada às exclusões impostas pela modernidade, tal como esta foi absorvida em cidades periféricas como o Rio de Janeiro. 177 Considerada a questão mais geral da opção da invisibilidade assumida pelos próprios comerciantes, observamos que, no caso dos pequenos comerciantes, estes, ao longo do Império, tenderam a evitar a matrícula nos Tribunais de Comércio, instituídos pelo Código Comercial de 1950, ainda que, com sua atitude, tivessem que arcar com os prejuízos de possíveis falências. Em recente dissertação de mestrado, defendida na Universidade do Rio de Janeiro (2010), Paula Cypriano comprovou que os comerciantes registrados estavam constituídos, principalmente, por atacadistas, vinculados ao grande comercio de importação e exportação, sendo poucos os varejistas que aceitavam arcar com as obrigações que o registro acarretava. Para além desse dado oficial, devem ser consideradas determinadas representações que acompanharam o processo de modernização, relegando os portugueses às imagens do atraso e do imobilismo (vd. Menezes in Benzoini, 2008), que se contrapunham à imagem do progresso e da civilização dirigida a outras nacionalidades, com destaque para os franceses e os ingleses, comerciantes de produtos considerados ‘limpos’, ‘glamurosos’ e ‘sofisticados’, com destaque para artigos vinculados ao “bem vestir”, muito distanciados, nos escritos sobre a cidade, dos estabelecimentos ‘ ultrapassados’, ‘sujos’, engordurados’ e ‘antihigiênicos’ de propriedade portuguesa. Observe-se que, por volta de 1850, já se havia consagrado a divisão da Europa entre uma Europa ativa portanto, dinâmica e industrial - e uma Europa passiva – ‘atrasada’ e agrícola. Quando as elites brasileiras discursavam em prol da imigração, tinham seus olhos 178 voltados para a primeira das Europas mencionada, que não incluía a Europa mediterrânica. As representações do atraso e do imobilismo lançadas aos portugueses – e também aos galegos com eles identificados - advinham, por outro lado, da identificação dos portugueses com um passado colonial a ser esquecido, em um momento no qual a colonização inglesa era contraposta à portuguesa, como forma de demonstrar que aquela, mais avançada, propiciava os sucessos conhecidos pelos Estados Unidos (Cf. Kidder e Fletcher, 1941). Nesses enquadramentos mentais, o comércio português, identificado com produtos tradicionais da mesa portuguesa, tendeu a ser silenciado, em prol da defesa do comércio desenvolvido por imigrantes voltados para o oferecimento de bens identificados com os avanços da civilização, oriundos de portos como Liverpool, Bordeaux ou Marselle. Vejamos a forma como Walsh, viajante europeu no Brasil do século XIX, referiu-se ao comércio francês na cidade: Suas lojas ocupam algumas ruas da cidade, onde se destacam por serem as mais elegantes. Elas se distinguem, principalmente, por suas cortinas, espelhos, relógios ornamentais e vasos de louça esmaltados, que dão uma certa elegância e luxo à rua do Ouvidor, do Ourives e outros lugares em que vivem (Walsh, 1985, p. 197). No pólo oposto, Kidder e Fletcher, destacariam, em sua obra, o que, segundo eles, representava o passado colonial português para o Brasil: 179 Os brasileiros (...) herdaram contudo muitas características de seus antepassados portugueses, e uma das mais dominantes é a antipatia pelas inovações. As leis, a maneira de fazer negócios, assim como de pensar e agir, que aí prevalecem geralmente, são as dos portugueses. Tudo isso está a exigir decisiva renovação, a fim de apropriar-se às circunstâncias de um novo Império que surge para vida no meio dos progressos do século XIX (Kidder e Fletcher, 1941, p. 29 e 352). A antipatia pelas inovações, certamente, não se confirma quando analisamos os pedidos de registro de patentes, que demonstram grande dinamismo no sentido de caminhar em direção ao “progresso”. Quando abandonamos as análises gerais para priorizar o recorte de gênero, constatamos que outros silêncios justapõem-se aos já mencionados. Bem sabemos dos silêncios que afetam as mulheres na documentação concernente à imigração, como é o caso dos passaportes coletivos e das estatísticas assexuadas a que se refere Michelle Perrot (1998). No tocante ao mundo dos negócios, por outro lado, os silenciamentos são bastante amplos, resultado da representação do mundo empresarial como espaço masculino. Disso resultam dois aspectos fundamentais. O primeiro, a necessidade das mulheres necessitarem da permissão de pais ou maridos para gerenciarem estabelecimentos comerciais, conforme dispunha o Código Comercial Brasileiro, segundo o qual poderiam comerciar no Brasil: 180 As mulheres casadas maiores de 18 (dezoito) anos, com autorização de seus maridos para poderem comerciar em seu próprio nome, provada por escritura pública. As que se acharem separadas da coabitação dos maridos por sentença de divórcio perpétuo, não precisam da sua autorização. Os menores, os filhos-famílias e as mulheres casadas devem inscrever os títulos da sua habilitação civil, antes de principiarem a comerciar, no Registro do Comércio do respectivo distrito (Lei 556, de 25 jun. 1850, at. 1º, inciso 4) Para comerciar, portanto, a mulher casada necessitava da autorização do marido, “provada por escritura pública”. O segundo aspecto era cultural, constituído pela representação de que o trabalho da mulher era um trabalho secundário ou complementar e, nos estabelecimentos comerciais onde o marido era o proprietário, uma simples extensão dos fazeres do marido. Bem sabemos, entretanto, que mulheres portuguesas estavam presentes no universo comercial, conduzindo, lado a lado com o marido, os negócios familiares, por vezes, tendo papel fundamental no empreendimento; caso das casas de pasto e, posteriormente, dos bares, nos quais a experiência feminina na cozinha, garantia, quase sempre, o sucesso do negócio. Acostumadas às lides da lavoura, muitas mulheres estrangeiras reinventaram, no espaço urbano, o trabalho enquanto empreendimento familiar. Se o exemplo da esposa de Manuel Sendas, que se tornou um gigante no ramo dos supermercados no Brasil, ganhou visibilidade graças ao relato do filho, que, em livro biográfico sobre o 181 pai, lembra da forma pela qual a mãe atendia aos fregueses, acomodando as crianças por detrás do balcão (SENDAS, 1994), o trabalho da esmagadora maioria das mulheres perdeu-se no silêncio da história. Nesse contexto do silêncio, as viúvas tem uma situação privilegiada, a medida que, com a morte dos maridos, ao adquirirem a liberdade social interditada à mulheres casadas, podiam gerir seus próprios negócios, passando a adquirir visibilidade documental (vd. MAZZEO, 2009). A presença de viúvas estrangeiras no mundo dos negócios da praça do Rio de Janeiro tem visibilidade nas listagens publicadas pelo Almanak Laemmert, ao qual já nos referimos anteriormente. A consulta aos almanaques publicados entre 1844 e 1890 evidenciou, por exemplo, a existência de 32 viúvas listadas como comerciantes no ramo dos secos e molhados. Muitas delas não conseguiram vencer as dificuldades do primeiro ano de atividades; várias, porém, permaneceram na condução do negócio durante um tempo que podemos considerar significativo, 6 mulheres que enfrentaram uma concorrência quase que exclusivamente masculina.7 Mulheres, regra geral, privadas do nome de batismo, referenciadas apenas pela autoridade 6 Serve de exemplo a viúva Cabral que, entre 1863 e 1867, foi proprietária de loja situada à rua de São Cristovão, no Rio de Janeiro, nas proximidades do palácio imperial, localizado no mesmo bairro. 7 Um exemplo disso nos é dado pelo ano de 1847, quando, em um total de 231 comerciantes do ramo, figuravam apenas duas mulheres, ambas viúvas. Ou pelo ano de 1877, quando aparecem, novamente, apenas duas viúvas, ambas com lojas situadas no centro da cidade. Cf. Laemmert, 1847 e 1877. 182 marital, as viúvas revelam o quanto de coragem e de determinação que marcou suas vidas. Em um único caso, o fato da viúva anunciar-se pelo nome completo do marido possibilitou acompanhar melhor a trajetória descrita pelo casal no espaço comercial da cidade. Trata-se da viúva do comerciante Antonio José Barbosa Pereira que abriu casa comercial à rua Direita, nº 35, no ano de 1845, administrando-o até 1850. Neste ano ou no ano que se seguiu, Antonio José faleceu. Dessa forma, sua viúva assumiu os negócios da família em 1851. Sua incursão no mundo dos negócios, porém, foi efêmera, pois, em 1852, ela desapareceu das listagens do almanaque, não tendo sido possível saber se devido à sua morte, ao seu retorno a Portugal, à falência da empresa ou devido à simples decisão de fechar as portas do estabelecimento. Possivelmente, essa presença efêmera decorreu do fato da viúva ter pouca afinidade com o ramo de negócios por ela herdado: o das ferragens. A presença de viúvas portuguesas nos armazéns, açougues, restaurantes e bares da cidade do Rio de Janeiro, porém, não ficou perdida no passado. Sua presença no pequeno comércio ainda visível na cidade demonstra que a longa duração dessa presença. Nesse sentido, o presente permite iluminar o passado, possibilitando o preenchimento de algumas lacunas documentais. Na fala das próprias protagonistas dessa vivência comercial, algumas facetas do trabalho feminino podem ser demonstradas, como exemplifica a trajetória de Maria Augusta da Silva Martins, marcada por muitos deslocamentos e recomeços. Natural de Oliveira das Aziméis, no distrito de Aveiro, Maria Augusta nasceu em 1932. Tinha 18 anos quando partiu de Portugal, em companhia da família (mãe, 183 padrastro e irmãos). Segundo recorda, não queria partir. Pensou, inclusive, em fugir, o que não fez por medo da reação da mãe, que, segundo ela, era muito severa. A viagem, de acordo com sua narrativa, foi terrível, pois ela enjoou durante todo o tempo de travessia. Lembra que, se não tivesse casado, teria ido ao Consulado para pedir para voltar a Portugal, principalmente por conta dos maltratos da mãe.8 Seu primeiro emprego foi o de empregada doméstica. A seguir foi operária de fábrica e ajudante de lanchonete de propriedade de um patrício. Casou-se em 1952, com 20 anos, com marido também português e sapateiro por profissão. Com o nascimento dos filhos (três ao todo) o casal resolveu mudar de vida e abrir uma quitanda, que parecia, então, uma forma de garantir uma vida melhor. O empreendimento, porém, não deu o retorno esperado, levando o casal a abrir um novo negócio. Com a doença e morte do filho mais velho e, logo depois, do marido, Maria Augusta, viúva aos 34 anos, teve que recomeçar. Recorrendo a empréstimos, optou pela compra de um armazém, mas, após 12 anos de trabalho, por conta de múltiplas dificuldades, foi obrigada a vendê-lo aos antigos proprietários. Como bem se lembra, pelo dobro do preço de compra. Não esmoreceu, porém, e continuou a sonhar em dar uma vida melhor para o filho. Com novos empréstimos, abriu o bar que, com o filho, administra desde 1980. Ou 8 Dados recolhidos em entrevista realizada pela pesquisadora em 22 de abril de 2011. 184 seja, há 32 anos, conhecido na região pela boa comida que oferece. Como D. Maria Augusta, mulheres e homens anônimos, com trajetórias marcadas pela luta cotidiana e pela tenacidade, marcaram o passado e continuam a marcam a marcar o presente da cidade, tornando-se parte da história vivida nos bairros cariocas. Para além das grandes análises, essa história empírica, deve, também, tornar-se história da imigração, promovendo a dialética necessária entre casos individuais e processos coletivos. 185 Bibliografia BRASIL. Relatório do Ministério da Justiça (RMJ). Rio de Janeiro: Imprensa Nacional, 1855, 1857, 1860 e 1865. BRASIL. Código Comercial Brasileiro. Título I, parte primeira, art. 1º - do comércio em geral. Lei nº 556, de 25 de junho de 1850. CYPRIANO, Paula Leitão. Imigração, negócios e poder: o comerciante português como agente dinâmico das relações intersociais Brasil-Portugal (1850-1875). 2010. 135 f. Dissertação (Mestrado em História) – Instituto de Filosofia e Ciências Humanas, Universidade do Estado do Rio de Janeiro, Rio de Janeiro. Dissertação de Mestrado. KIDDER, Daniel e FLETCHER, James C. O Brasil e os brasileiros. São Paulo: Cia Editora Nacional, 1941. LAEMMERT, Eduardo & Henrique. Almanak Administrativo, Mercantil e Industril do Rio de Janeiro (a partir de 1848, da Corte e da Província do Rio de Janeiro). Rio de Janeiro: Eduardo & Henrique Laemmert, 18441890. MACEDO, Joaquim Manuel de. Memórias da Rua do Ouvidor. Brasília: Ed. UnB, 1988. 148 p. (Coleção Temas Brasileiros, 63). MAZZEO, Tilar J. A viúva Cliquot. A história de um império do champagne e da mulher que o construiu. [Trad.]. Rio de Janeiro: Rocco, 2009. 186 MENEZES, Lená Medeiros de. Os Indesejáveis: Desclassficados da Modernidade. Protesto, Crime e Expulsão na Capital Federal (1890-1930). Rio de Janeiro: EdUERJ, 1996. MENEZES, Lená Medeiros de. “Les portugais em tant que représentation de l’immobilisme dans la modernisation républicaine”. In: BENZONI, Marie Matilde; FRANK, Robert; PIZETTI, Silvia Marie (org.). Images des peuples et histoire des relations internationales du XVIe siècle à nos jours. Paris: Publications de la Sorbonne, 2008. p. 271-280. PERROT, Michelle. Les femmes ou les silences de l’histoire. Paris: Champs/Flammarion, 1998. SENDAS, Márcia Maria. Meu avô, comendador Manuel Antonio Sendas. Origens da família Sendas no Brasil. Rio de Janeiro: Four Print, 1994. WALSH, R. Notícias do Brasil (1828-1829) [Trad.]. São Paulo: Itatiaia/Ed. USP, 1985, p.197 (Reconquista do Brasil, 74). 187 Rumo à América Meridional: os açorianos na formação do Rio Grande do Sul e do Uruguai (séculos XVII a XX) 188 Rumo à América Meridional: os açorianos na formação do Rio Grande do Sul e do Uruguai (séculos XVII a XX) Véra Lucia Maciel Barroso1 Introdução No Brasil, não só o Rio Grande do Sul (RS) acolheu açorianos. Também Santa Catarina, São Paulo, Espírito Santo, Rio de Janeiro, Bahia, Paraná, Maranhão e Pará,além de outros estados foram palco de sua instalação. Sobre sua presença no Brasil, muito pouco está escrito. São os catarinenses que têm sua pesquisa mais divulgada. Posteriormente, outros estados acolheram açorianos, pelas migrações internas, e outros chegaram esparsos no século XX, entretanto em número bem menor do que os chegados nos anos 1700. O Rio Grande do Sul, o estado situado no extremo-sul brasileiro, pode ser melhor e mais nitidamente visualizado através do seu mosaico étnico. Portugueses (continentais e insulares) somados aos índios e africanos, a contar do século XVIII, aliados aos alemães, italianos, poloneses e tantos outros, a partir do século XIX, impulsionaram a formação da sociedade gaúcha. Entretanto, a historiografia regional revela que, acerca dos alemães e italianos, a produção do conhecimento sobre suas presenças é vastíssima. Incontáveis são seus estudos, pesquisas e publicações. Suas fontes, riquíssimas e diversificadas, têm possibilitado trazer à luz trabalhos interessantes e importantes que demonstram sua 1 Doutora em História/PUCRS, Professora da FAPA e Historiógrafa do Centro Histórico-Cultural da Santa Casa de Misericórdia de Porto Alegre. Endereço eletrônico: [email protected] 189 efetiva participação na construção da História do estado sulrio-grandense. Se este é o cenário dos teutos e itálicos chegados ao Rio Grande do Sul, respectivamente a partir de 1824 e 1875, diferenciada é a realidade dos açorianos trazidos à Capitania no século XVIII. Destes, poucos, salvo raros trabalhos, foram escritos. E suas fontes, ao contrário das demais que nos arquivos estão identificadas e são numerosas, as referentes aos ilhéus, inventariadas, estão reunidas apenas em três códices custodiados no Arquivo Histórico do Rio Grande do Sul. Outras que informam a temática açoriana se encontram dispersas e esparsas em vários fundos documentais, que para encontrá-las, os pesquisadores têm que realizar uma busca como a de localizar agulha no palheiro. Diante deste quadro, a produção do conhecimento sobre a presença açoriana no Rio Grande do Sul é pobre. Por isso há muitas perguntas sem respostas dadas. Procurá-las têm sido um desafio difícil e empreendido por poucos. Entretanto, é indiscutível que a contribuição dos portugueses insulares na História do Rio Grande do Sul é sensível e pontual, especialmente porque aqui eles chegaram quando das lutas de fronteiras entre os domínios português e espanhol na América Meridional. Eis que o papel do açoriano na economia e na estratégia político-militar do espaço sulino foi demarcatório na arrancada da fixação e domínio luso no Rio Grande do Sul. Assim, permitir que o desconhecimento, para não dizer ignorância, sobre a presença açoriana no RS continue como uma impossibilidade de sua reversão não é mais possível. Quer-se aqui, pois, contribuir para avançar e ir além do já escrito e reescrito, por alguns. Eis que o presente trabalho objetiva: 190 1° - configurar o cenário-palco da instalação dos açorianos no RS, e, por extensão, no Uruguai; 2° - revelar os lugares (espaços) das propriedades territoriais concedida aos açorianos no Rio Grande do Sul; 3º - elencar as ações empreendidas para superar o desconhecimento da trajetória açoriana no RS; 4° - trazer a lume as pesquisas e sua divulgação realizadas mais recentemente, e/ou projetadas para um futuro próximo, com o fim de rastrear os campos da revelação do fazer açoriano no contexto da história e da cultura do Rio Grande do Sul. Movimento açoriano no Cone Sul: RS (Brasil) e Uruguai Situado na extremidade meridional do Brasil, o estado do Rio Grande do Sul tem uma história marcada por especificidades e uma singularidade que o distingue dos demais estados brasileiros. Tardiamente conquistado pelos portugueses (eis sua singularidade), o espaço sul-rio-grandense foi no século XVIII, cenário de intermitentes e sucessivas guerras, contracenadas por tratados que objetivavam acomodar os interesses dos dois estados europeus na América. Assim, em 1750, o Tratado de Madrid determinava a entrega do território missioneiro, a oeste, para Portugal. Em contrapartida, ficaria aos espanhóis, a Colônia do Sacramento, um posto avançado que os portugueses fundaram em frente a Buenos Aires, no ano de 1680, quando então puseram em prática o ousado sonho, de fazer do Rio da Prata o limite natural de sua possessão frente a da Espanha na América Meridional. 191 Com esta realidade de avanço para além do que rezava o Tratado de Tordesilhas (1494), Portugal, de imediato, projetou garantir as novas terras conquistadas com povoadores a seu serviço, visto que a área missioneira até então reunia jesuítas a serviço de Espanha, através de aldeamentos indígenas – os Sete Povos das Missões. Do arquipélago dos Açores, ilhas situadas no Atlântico norte, a noroeste da África, já vinham chegando açorianos em Santa Catarina, desde a década de 1740, para alimentar a lógica defensiva que Portugal procurava desenvolver na área sulina brasileira. Igualmente, ilhéus esparsos já estavam localizados na Colônia do Sacramento, Maldonado e imediações (áreas, posteriormente, do território uruguaio), cumprindo o papel de povoadores e defensores dos interesses portugueses no espaço em disputa. Assim, para garantir o Tratado de Madrid, foi dada a ordem para virem casais de número à então Capitania do Rio Grande de São Pedro, correspondendo à necessidade de aliviarem as ilhas dos Açores, superpovoadas, cuja carência de alimentos era uma realidade. Do outro lado do mar, no sul do Brasil, havia falta de braços e de “defensores”. Nessa conjuntura favorável começaram a chegar pelo porto de Rio Grande, em 1752, os açorianos ao Rio Grande do Sul. São contraditórios os números apresentados dos que efetivamente foram trazidos. Para uns, teriam chegado cerca de 350, para outros, 585 casais, números distantes do projeto de enviar 4 mil casais. A ordem era transportá-los para além de Rio Pardo (centro-oeste do RS), retaguarda militar portuguesa fundada quando da demarcação dos limites, situando os açorianos na área missioneira onde exerceriam o papel de cunha, para garantir o domínio português na região. Esta era a real função 192 que então lhes era imposta – a de serem defensores de território que Portugal recebera pelo Tratado de Madrid. Entretanto, as resistências ao acordo entre as coroas aconteceram. A confirmar a Guerra Guaranítica, que pode ser definida como um verdadeiro manifesto indígena de que a terra em disputa era deles, acima dos interesses colonialistas que os submetiam. Na espera das demarcações e impasses, os açorianos foram se fixando, plantando e produzindo. Anulado o Tratado de Madrid, em 1761, com o Tratado de El Pardo, caía por terra o projeto de colonização açoriana no oeste missioneiro. A seguir, a invasão espanhola, em 1763, sobre a vila de Rio Grande forçou o processo de fuga das imediações, quando então os açorianos se espalharam em várias direções, reassentando-se pelo disperso espaço sulino em conflito. Assim, muitos se fixaram em núcleos portugueses já existentes, como em Santo Antônio da Patrulha e Conceição do Arroio (Osório), somando-se aos ilhéus, já lá instalados, migrados pelo Litoral Norte de núcleos açoritas de Santa Catarina. Outros deram origem a novos núcleos povoadores como Encruzilhada, Triunfo e Taquari, esta projetada pelo Governador da Capitania, Custódio de Sá e Faria, em 1764. Para o Porto do Dorneles (atual Porto Alegre – capital do RS), vértice do ângulo que unia as duas fronteiras, a do mar (Rio Grande) e a da terra (Rio Pardo), foram levados 60 casais. Ali instalados, povoaram as chácaras com trigais e outros cereais. Em datas de 272 ha, a pequena propriedade era implantada na Capitania, contrastando com a sesmaria, a grande propriedade, com cerca de 10 a 13.000 ha, já lastreada em grande parte do leste sulino. Foi neste contexto que Porto dos Casais despontou como importante centro abastecedor de 193 alimentos da região, quando se estruturava então, mais claramente, uma sociedade de classes no Rio Grande do Sul. É que com os açorianos se inaugurava a agricultura na Capitania, que passou não só a fornecer alimentos para o mercado local, como a render lucros à coroa portuguesa com a crescente exportação da produção tritícola. Eis em Porto Alegre, os moinhos de vento e as azenhas a moerem o grão, fruto da faina açoriana. Daí na toponímia da capital, os bairros Moinhos de Vento e Azenha. Dentre os que foram feitos soldados, na defesa das terras portuguesas no sul, pelos serviços militares prestados, alguns receberam como pagamento a doação de uma ou mais sesmarias. Surgia então o açoriano-estancieiro. Entretanto se, de um lado, ocorria a ascensão social de alguns açorianos, muitos outros tiveram, ao contrário, suas pequenas propriedades tomadas e incorporadas, às já grandes propriedades de muitos estancieiros. É neste clima de tensão que se avizinha, em 1777, o Tratado de Santo Ildefonso. Com ele perdia Portugal a área missioneira e a Colônia do Sacramento. Porém, apesar do tratado, Portugal passou a conceder mais terras, através de cartas de sesmarias, avançando os seus domínios na direção oeste. A saída, para tanto, viável, era pelo menos incorporar, através da política de concessão de sesmarias, o amplo território das Missões, objetivo projetado para os açorianos quando do Tratado de Madrid. Sem dúvida, esta seria uma estratégia eficaz e sem ônus para a Coroa, na medida em que o sesmeiro, ao ganhar a propriedade, tratava logo de transformar sua posse numa verdadeira fortaleza. Assim, ao resguardar seus bens estava garantindo a posse portuguesa na área em conquista. Com este projeto, Portugal, sem descanso, foi concedendo terras na direção centro-oeste. 194 Ao iniciar o século XIX, em maio de 1801, um servidor da coroa espanhola no Rio Grande do Sul, Félix de Azara, fundador da primitiva povoação de São Gabriel, percebeu o perigo que a Espanha estava correndo. Escreveu ele a Memória Rural do Rio da Prata, na qual destaca que estabelecimentos portugueses (povoados) estavam sendo espalhados em seus domínios. (AZARA. In: FREITAS, 1989, p. 17). E alertava ele que se não fossem tomadas providências urgentes, instalando ali núcleos espanhóis, em menos de quatro anos a Espanha perderia a posse do referido território. Todavia, o alerta de Azara fora tardio. Não quatro anos, mas quatro meses após, as Missões foram conquistadas definitivamente para Portugal. A partir dai o território do Rio Grande do Sul passou ao domínio luso e, como tal, incorporado, consolidou raízes que vinham sendo implantadas ao longo do processo da conquista. Destaque-se que esta movimentação militar espalhou os ilhéus no espaço sulino (migrações internas), do que resultou sua presença expressiva no número populacional do RS. Assim, inegavelmente, no final do século XVIII, em mais de 50% das famílias gaúchas, açorianos e/ou seus descendentes estão nelas inseridos. Esta é uma frente de pesquisa, a ser ainda realizada. E boa parte dos açorianos deslocou-se em fuga para o Uruguai, notadamente para San Carlos de Maldonado. Anos depois, em tempo de paz, alguns voltaram ao Rio Grande do Sul. Portanto, impõem-se pesquisas para lincar os laços familiares entre os dois espaços, em decorrência do processo migratório imposto na área de fronteira viva, resultante dos conflitos regionais. 195 Enfim, deste apanhado da História Colonial do Rio Grande do Sul deve ficar claro que os açorianos estão presentes no seu espaço, em não pequeno número, chegados: - antes do Tratado de Madrid (1750): - vindos de Santa Catarina e - vindos da Colônia do Sacramento; - após o Tratado de Madrid: - quando a partir de 1752 chegam os casais de número. Sistematizando o processo: os casais de número foram estimulados por Gomes Freire de Andrada, conforme Bando Convocatório de 16 de janeiro de 1752, a virem para o Rio Grande do Sul a fim de resguardarem o espaço missioneiro aos portugueses como se demonstrou. Mas as resistências indígenas, sobretudo expressas pela Guerra Guaranítica (175256) dispersaram os açorianos que foram ocupando os espaços. Soma-se nesta conjuntura a invasão espanhola de 1763 que promoveu uma verdadeira migração interna no espaço sul-riograndense, esparramando os açorianos que buscavam situarse. Portanto, o período a seguir que medeia entre o Tratado de Santo Ildefonso (1777) e o Tratado de Badajós (1801) deve ser considerado o da fase do assentamento territorial efetivo dos açorianos no RS. Foi entre os anos de 1770 e 1880 que se deu a legitimação de posse das terras que vinham sendo por eles ocupadas ou das que passaram a requerer após as migrações com as guerras. Este é o período balizador do delineamento dos espaços açorianos, conforme demonstram os códices F1229, F1230 e F1231 custodiados no Arquivo Histórico do RS. Mas, afinal, transcorridos aproximadamente 260 anos da chegada oficial dos açorianos ao Rio Grande do Sul indagase: quais sobrevivências evidenciam sua presença na formação 196 social do estado gaúcho-brasileiro? Quais evidências? Quais suas manifestações culturais visíveis? E quais fontes documentais informam acerca da sua atuação? O evento em curso é oportunidade motivadora para reconhecer as marcas identitárias da açorianidade gaúcha. Todavia, não é o objeto desta intervenção. A questão fulcral aqui é apontar possíveis causas/motivos da sua invisibilidade. Eis alguns: - passaram-se mais de 250 anos de sua instalação no RS, se levado em conta que alguns vieram antes da colonização programada (1752); - há poucos pesquisadores da história e da cultura açoriana; - o conhecimento histórico (historiografia existente é limitada e repetitiva (nos erros e acertos); - a documentação é rara. No Arquivo Histórico do RS, apenas três códices tratam de açorianos, diante de centenas dos alemães e italianos. Outros dados e referências avulsas estão esparsas em diversos fundos documentais, cuja tarefa de desvendamento é árdua e penosa. Todavia estes fatores não encobrem o reconhecimento de que os portugueses – continentais e insulares foram os atores centrais da História do Rio Grande do Sul no século XVIII. Ações de desvendamento da presença açoriana no Rio Grande do Sul Dentre as ações desencadeadas, mais especificamente, a partir da região Litoral Norte do Rio Grande do Sul, com vistas à identificação das nossas raízes açorianas destacam-se: 197 a. Ciclo de Palestras especificamente sobre os açorianos no RS, realizado em 1991, reunindo especialistas nos temas de História e Cultura, para professores e animadores culturais da região. b. Publicação da obra Açorianos no Rio Grande do Sul: documentos interessantes, pela Editora Caravela, em 1991. Transcrição feita pela paleógrafa Maria Helena Peña Ghisleni de documentos custodiados no Arquivo Histórico do Rio Grande do Sul. Sob a coordenação de Santa Ineze da Rocha e Véra Lucia Maciel Barroso participaram as Prefeituras de Osório, Santo Antônio da Patrulha e Tramandaí, e a Associação dos Amigos do Arquivo Histórico do RS. c. Publicação da obra Presença Açoriana em Santo Antônio da Patrulha e no Rio Grande do Sul, reunindo os textos dos palestrantes do Ciclo de Palestras realizado em 1991 (1ª parte), e a genealogia de açorianos situados em Santo Antônio da Patrulha pesquisada por Moacyr Domingues. Organizada por Véra Lucia Maciel Barroso e editada pela EST tem 216p. e sua 2ª edição foi lançada em 1997. d. Artigos de autoria de Véra Lucia Maciel Barroso, em obras coletivas e revistas trazendo novos elementos acerca da presença açoriana no RS, como: Lusos e açorianos no RS: conquista e legado. In: Ciências & Letras. Revista da FAPA. Porto Alegre. n. 13. 1993. p. 127-131. Os açorianos no Rio Grande do Sul. In: RS no contexto do Brasil. Porto Alegre: CIPEL, Ediplat, 2000. p.125-134. e. Artigos de pesquisadores sul-rio-grandenses tratando do tema açoriano no evento Raízes de Santo Antônio da Patrulha (município gaúcho de origem lusitana) e publicados na obra Santo Antônio da Patrulha re-conhecendo sua História. Porto Alegre: EST, 2000. 1.104p. Destacam-se dois trabhos: A contribuição açoriana para a formação do Rio 198 Grande do Sul de Leo Pedro Schneider (p.26-37) e A arquitetura popular dos Açores e o Rio Grande do Sul de Günter Weimer (p. 37-60). f. Pesquisa iniciada em março de 2000 coordenada pela Profª. Véra Lucia Maciel Barroso, com o apoio da Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado do Rio Grande do Sul (FAPERGS), Faculdade Porto Alegrense (FAPA) e Arquivo Histórico do Rio Grande do Sul (AHRS). Trata-se da transcrição paleográfica realizada com a participação da bolsista Tatiani Tassoni, aluna do Curso de História da FAPA. Os documentos reunidos em três códices (total de aprox. 700 p.), e custodiados no AHRS permitem desenhar a Geografia Açoriana do Rio Grande do Sul. Tais fontes documentais constituem as concessões de terras aos açorianos, especialmente entre 1770 e 1800, nos diferentes espaços da Capitania. Suas informações são riquíssimas, o que permitirá aos pesquisadores levantar aspectos nunca antes revelados acerca da atuação dos açorianos no RS. A lista da localização dos ilheús, ora apresentada, é provisória: - Rio Grande (cidade portuária) - Rincão Bravo - Passo das Pedras - Povo Novo - Torotama/Tororotama - São José do Norte - Capão do Meio (ao lado de Tororotama) - N. Srª da Conceição do Estreito - entre Estreito e Capão do Meio - Rincão do Cristóvão Pereira - São Luís de Mostardas - Rincão do Mina 199 - Pelotas - Rincão de Correntes - Rincão de Pelotas - Rincão de São Gonçalo - Cerrito (Jaguarão) - Herval - Serra do Herval - Camaquã - entre o Rio Camaquã e Santo Antônio - Porto Alegre (São Francisco dos Casais e Madre de Deus) - Estância de Itapuã - ilhas às margens - Vila Real de Santa Ana/Santa Ana do Morro Grande - Viamão - Capela de Viamão - Serra de Viamão (que pode ser Santo Antônio da Patrulha) - Gravataí (Aldeia dos Anjos) - Rio Gravataí - entre o Passo da Miraguaia e o Passo Grande - Miraguaia/ fundo do Rio dos Sinos - Rio dos Sinos - à margem do Rio dos Sinos - Santo Antônio da Patrulha (Guarda Velha) - Palmares - N. Sra. da Conceição do Arroio (Osório) - Rio Mampituba - Jacui / Rio Jacui - Santo Amaro (General Câmara) - Triunfo - Taquari 200 - Cachoeira (Cachoeira do Sul) - Rio Pardo - Capão Grande - Cavalhada - Irapuã - Galhos de Irapuã - Serro de Irapuã - Pequeri - Ponta de Pequeri Outras localidades (por identificar onde se situam): - Arroio Velhaco - Barro Vermelho - Capão do Tavares (Tavares no Litoral Norte?) - Estreito da Serra - Ilha da Ponta Rasa - Morro de Botucarai (São Gabriel, entre Rio Pardo, Cachoeira e Soledade) - Rincão das Alegrias - Rincão dos Barros - Serro Pelado - Rio Capivari 201 Mapa do estado do Rio Grande do Sul com indicação de povoações de base açoriana Fonte: Mapa produzido pela autora. É notório que o processo de migrações internas no território sulino, forçou a relocalização de açorianos, em outros espaços, ampliando sua participação na composição social de diversos povoados do Rio Grande do Sul nos séculos XVIII e XIX. Daí a grande dificuldade dos historiadores realizarem o “mapeamento açoriano-gaúcho” e o estudo de suas sobrevivências. Destaque-se também que nem todas as povoações nascidas com a identidade lusa são açorianas também. Ou seja, algumas são originárias dos portugueses continentais. Como a fronteira cultural entre o insular e o continental é tênue em alguns aspectos, divisá-los para os que 202 não os conhecem devidamente é um desafio e pode levar a inferências indevidas. g. Pesquisa na documentação do Centro HistóricoCultural da Santa Casa de Misericórdia de Porto Alegre (capital do RS) para identificação dos açorianos hospitalizados e/ou sepultados no seu cemitério, no período de 1850 a 1900. Como o período é quase um século posterior ao início da chegada dos açorianos se supunha não encontrá-los na Santa Casa como pacientes ou falecidos. A surpresa é dada com a identificação de 32 açorianos que ingressaram como doentes no Hospital, só no período entre 1845 e 1873. Para se ter uma idéia: 31 são homens e 1 é mulher. Solteiros (22), casados (6) e viúvos (4). E a origem? 16 não indicam a ilha. Da Terceira, 7; de São Miguel,6; do Faial, 2 e do Pico, 1. Quanto à idade: até 25 anos (7), entre 26 e 40 anos (9), entre 41 e 70 anos (11) e mais de 71 anos (5). E suas profissões? Marinheiros (9), pedreiros (2), carpinteiro (1), serrador (1), lavrador (1), artesão (1), jornaleiro (1) e 16 não informaram. Destaque-se que um foi declarado pensionista da Santa Casa e outro criado da Sua Majestade Imperial. Quanto aos sepultados no Cemitério da Santa Casa, para o período de 1850-1875, os dados preliminares informam: Total de óbitos 18.793 Brasileiros 16.776 Outros estrangeiros 1.134 Portugueses 883 (destes, 27 açorianos) Dos 27 açorianos, 17 são homens e 12 são mulheres. Da Terceira (6), do Faial (5), de São Miguel (1) e 15 não informaram a ilha de origem. É importante frisar que um era irmão da Irmandade de São Miguel e Almas, a que reunia membros de maior poder aquisitivo da cidade. 203 A publicação da obra Açorianos no Brasil em três partes apresenta: 1ª - trabalhos sobre a presença açoriana no Pará, Maranhão, Paraná e Santa Catarina. 2ª - trabalhos sobre a presença açoriana no Rio Grande do Sul, trazendo temas e dados novos. 3ª - transcrição de documentos do AHRS relativos às concessões de terras aos açorianos no RS, no período de 1770 a 1800. Com estas ações se está ajudando a: - des-ocultar a açorianidade presente na formação social e cultural do Rio Grande do Sul, especialmente, e a - re-descobrir e re-conhecer as raízes açorianas presentes na identidade do sul-rio-grandense. Inventário de obras/artigos de periódicos sobre portugueses continentais e insulares no Rio Grande do Sul ou escritos por autores gaúchos acerca do tema AGRIFOGLIO, Rose Marie Reis (Org.). Contribuições lusoaçorianas no Rio Grande do Sul. Porto Alegre: Comissão Gaúcha de Folclore, 2002. ALVES, Luis Antônio. Memorial açoriano para Santo Antônio da Patrulha. In: BARROSO, Véra Lucia Maciel et al. (Org.). Raízes de Capão da Canoa. Porto Alegr: EST, 2004. (p. 655659). ____. Memorial açoriano: genealogia do século XVIII- Rio Grande do Sul. Porto Alegre: EST, 2005. (Obs.: obra interessante que contém textos e depois a lista dos açorianos vindos para o RS no século XVIII; portanto, ainda que no título contenha a palavra genealogia, na verdade, não se trata de árvore genealógica). 204 ____. Memorial açoriano: descendentes de Manoel de Souza Feijó- amostragem genealógica. In: BARROSO, Véra Lucia Maciel. (Org.). Raízes de Alvorada: memória, história e pertencimento. Porto Alegre: EST, 2006. (p. 53-78). ____. Famílias açorianas em Santo Antônio da Patrulha. In: BARROSO, Véra Lucia Maciel et al.. Raízes de Igrejinha. Porto Alegre: EST, 2008. (p. 499-525). BARROS, Maria Cláudia Machado. A colonização açoriana nos Campos de Viamão e a Igreja Matriz Nossa Senhora da Conceição. In: BARROSO, Véra Lucia Maciel. (Org.). Raízes de Viamão. Porto Alegre: EST, 2008. (p. 143-157). BARROSO, Véra Lucia Maciel. (Org.). Presença Açoriana em Santo Antonio da Patrulha e no Rio Grande do Sul. Porto Alegre: EST, 1993. ____. Lusos e açorianos no RS: conquista e legado. In: Ciências & Letras. Revista da FAPA. Porto Alegre, n. 13, p. 127-131. ____. A presença portuguesa no quadrante histórico patrulhense. In: BARROSO, Véra Lucia Maciel; DAROS, Marília. (Org.). Raízes de Gramado. Porto Alegre: EST, 1994. ____. Os açorianos no Rio Grande do Sul. In: NEUBERGER, Lotário (Org.). RS: no contexto do Brasil. Porto Alegre: CIPEL; EDIPLAT, 2000. (p. 125-134). ____. (Org.). Açorianos no Brasil: história, memória, genealogia e historiografia. Porto Alegre: EST, 2002. ____. (Org.). Os açorianos no Rio Grande do Sul – Brasil: uma presença desconhecida. In: I Jornadas Emigração/Comunidades. 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A colonização açoriana no Rio Grande do Sul. Porto Alegre: EST/ Instituto Cultural Português, 1979. 208 Açorianos no sul do Brasil: lacunas historiográficas Ainda que na última década tenha crescido o interesse pelo tema, na academia e fora dela, muito está ainda por ser feito, para cobrir lacunas do conhecimento acerca da presença açoriana no Cone Sul, especialmente no Rio Grande do Sul e Uruguai, que têm uma história próxima e indissociável, sobretudo com relação ao povoamento açoriano em seus espaços. Afinal, migrações internas e externas em área de fronteira viva, “esparramaram” açorianos chegados ao Rio Grande do Sul no século XVIII, em tempo de guerra lusoespanhola, o que dificultou a preservação de fontes documentais sobre esse tempo, focando os povoadores chegados dos Açores. Portanto, ainda se têm mais perguntas do que respostas sobre a presença açoriana na América Meridional. Efetivamente, no tempo presente, a ideia de pertença a este grupo, ainda não é devidamente reconhecida, exatamente pelos motivos apontados. O desafio está posto aos pesquisadores que vêm se debruçando sobre a formação étnica das sociedades situadas no Cone Sul. 209 Rafael Bordallo Pinheiro: presença portuguesa na imprensa satírica do Rio de Janeiro (1875-1879) 210 Rafael Bordallo Pinheiro: presença portuguesa na imprensa satírica do Rio de Janeiro (1875-1879) Ana Maria Rebello Magalhães 1 Este artigo constitui parte de trabalho mais amplo, desenvolvido na tese de doutorado no Programa de Pós Graduação em História da Universidade do Estado do Rio de Janeiro2. Prioriza caricaturas como fontes históricas, por serem estas, até o momento, insuficientemente ou, apenas superficialmente, contempladas pela historiografia. Pouco se tem feito no sentido de valorizá-las como textos ricos em informações sobre contextos de época, bem como, não têm sido consideradas sob o aspecto de arte e projeto gráfico, com atenção à sua autoria e estilo, ampliando perspectivas de abordagem e reflexão. No decorrer da pesquisa, observou-se a importância do desempenho de imigrantes europeus, em especial portugueses, na imprensa da Capital brasileira, no século XIX. Desenhistas, gravadores, litógrafos, com a experiência trazida de suas origens, tornaram-se pioneiros em empreendimentos que alargaram horizontes técnicos e artísticos, num contexto 1 Doutora em História no PPGH/UERJ. Mestre em História e Antropologia da Arte pela EBA/UFRJ. Bacharel em Comunicação Visual pela EBA/UFRJ. Pesquisadora do Labimi/UERJ. Endereços eletrônicos: [email protected] e; [email protected] 2 MAGALHÃES, Ana Maria Rebello. Visíveis porque risíveis. Presença portuguesa na caricatura do Rio de Janeiro: sopros de modernidade no traço e no humor de Julião Machado (1895-1920). 2011. 281 f. Tese (Doutorado em História) – Instituto de Filosofia e Ciências Humanas, Universidade do Estado do Rio de Janeiro, Rio de Janeiro. 211 carente de pessoal especializado. Uma percepção fundamentada no olhar “de fora” dirigido à política e costumes, representa outro aspecto especialmente relevante da contribuição dos artistas estrangeiros, pois, a seu modo, fixaram imagens sobre o Império e o Imperador do Brasil, enriquecendo a cultura visual brasileira. Na década de 1870, acirravam-se as discussões acerca da Abolição e República ensejando intensa participação de intelectuais, comprometidos com o jornalismo abolicionista e republicano, nas revistas ilustradas da Capital brasileira. Abria-se espaço para o humor gráfico nas publicações. Os temas políticos e todas as nuances de acontecimentos relacionados, passaram a ser os alvos preferenciais da caricatura de então. Nesse âmbito inscrevem-se os trabalhos de Rafael Bordallo Pinheiro no Rio de Janeiro. Como desenhista, caricaturista e ceramista talentoso tornou-se um dos artistas mais destacados da História da Cultura Portuguesa no último quartel do século XIX e início do século XX. Já era conhecido por sua participação crítica na imprensa satírica de seu país, quando escolheu instalar-se e trabalhar na imprensa da Capital brasileira. Afirmara a caricatura como visão e voz do jornalismo político, inovando na forma de narrativa gráfica no Álbum humorístico a correr do lápis, publicado n’ A Berlinda, entre 1870 e 1871. Na sétima folha ilustrada da série, datada de 5 de julho de 1871, intitulada Conferências Democráticas, o litógrafo registrava, indignado, o fim das Conferências do Cassino, encerradas pela censura. Tal episódio marcou a trajetória dos intelectuais portugueses da Geração de 70, com os quais Bordallo compartilhava ideias e ideais. 212 Neste artigo procura-se refletir sobre a presença de Bordallo na cidade do Rio de Janeiro, entre 1875 e 1879, dimensionando sua contribuição por meio da caricatura que, incontestavelmente, ultrapassa o valor documental de seu legado. Nos campos técnico e estético, seu experimentalismo gráfico repercutiria, inspirando o trabalho de novos caricaturistas brasileiros e portugueses nas décadas que se seguiram. Embora o artista tenha permanecido no Brasil por apenas quatro anos e meio, caracterizando um caso de imigração temporária, a obra publicada no Rio, dá visibilidade a percepções específicas e processos comuns a muitos estrangeiros que se dirigiam ao Brasil em busca da terra prometida. A realidade vivenciada estava longe de se parecer com o ideal. Sobreviver no novo espaço urbano significava adaptar-se ao clima tropical, à insalubridade, aos preconceitos, além de familiarizar-se com novos costumes, crenças, valores e normas de comportamento, diferentes da cultura de origem. Bordallo aludia, com frequência, à questão dos imigrantes portugueses, o que denota a importância por ele atribuída ao tema. Suas impressões registradas em litografias revelam um olhar atento e a consciência crítica das transformações sociais, econômicas e políticas da Capital do Brasil nos últimos anos do Segundo Reinado, quando se aproximava a substituição do regime monárquico pelo republicano. O artista expôs as relações tensas entre portugueses e brasileiros na cidade. Segundo José Murilo de Carvalho (2005, p.79-80), este estado de coisas “possuía uma venerável tradição no Rio de Janeiro, remontando à época da Independência e da Regência”, e se intensificou na República, quando se buscava negar o passado colonial e os portugueses eram acusados de imobilismo e identificados com o atraso. 213 Procurando abarcar os significados circunscritos pela caricatura de Bordallo, analisaram-se imagens assinadas por ele, utilizando preferencialmente, como fontes, as revistas satíricas O Mosquito, Psit! e O Besouro, em que suas narrativas visuais foram publicadas no Rio, sendo as duas últimas fundadas e dirigidas pelo artista. Tiveram grande valor para esta pesquisa, consultas empreendidas no acervo do Real Gabinete Português de Leituras do Rio de Janeiro, nas seções de iconografia e obras raras microfilmadas da Fundação Biblioteca Nacional. Foram realizadas, ainda, compilações de imagens e reproduções fotográficas, a partir de periódicos da Coleção Plínio Doyle, da Fundação Casa de Rui Barbosa. As revistas ilustradas da Capital oferecem aos pesquisadores terreno fértil para estudos de imagem, texto, técnica e visões de mundo. Nestes veículos de comunicação, documentos carregados de historicidade, a ilustração era o componente fundamental, quando ainda estavam indisponíveis os recursos fotográficos. Nas revistas, a opinião circulava de forma mais leve e acessível que nos textos dos jornais da época. As reportagens ilustradas sobre os fatos marcantes da semana cabiam ao redator artístico que as apresentava de modo bem humorado em seus comentários gráficos. Bordallo cumpriu essa função. Dirigia sua lupa a todos os aspectos da vida política, social ou cultural da cidade e do País. Nada escapava de ser irreverentemente registrado por seu traço. Nas alegorias, retratos e charges, apresentou-nos a um Brasil desgovernado, como trem fora dos trilhos, conduzido negligentemente pelo Imperador, à mercê das ambições dos partidos políticos e outros interesses particulares. Ironicamente, mostrou-nos o Rio de Janeiro como cidade ambígua e difícil, imagem muito diferente do paraíso 214 idealizado, para onde tantos patrícios se dirigiam em busca de melhor qualidade de vida. Julio Cesar Machado (1876, p.28) nos dá algumas indicações no prefácio do Álbum de caricaturas, frases e anexins da língua portuguesa, sobre a motivação de Bordallo para emigrar. Refere-se aos “planos” do artista para deixar Lisboa e instalar-se no Rio de Janeiro, sinalizando que ele se sentia insatisfeito com a recepção a seu trabalho em Portugal. Fig. 1. Bordallo. O Mosquito, Rio de Janeiro, 11.09.1875, Litografia. O convite de Manuel Rodrigues Carneiro Junior, proprietário d’O Mosquito, para que o caricaturista assumisse a redação artística da revista, tornou realidade o sonho antigo de viver no “Império d’além mar”. Ao chegar ao Brasil, em setembro de 1875, Bordallo expressou em auto-caricaturas 215 (Fig. 1) suas primeiras impressões acerca da sociedade brasileira, o assombro ao descortinar um “país magnífico” e o conforto de ser calorosamente acolhido por amigos portugueses, que já viviam na cidade. Entre eles figurava o maestro Hugo Napoleão. Mais tarde, este grupo de amigos lusos formaria a República das Laranjeiras. Assumindo seu lugar na imprensa ilustrada da Corte, ao lado dos artistas italianos, Luigi Borgomainerio e Ângelo Agostini, fez parte do grupo dos “3 estrangeiros”, como ficaram conhecidos. Estiveram à frente dos principais combates da época, empregando a sátira como arma. Continuando, imediatamente, a campanha que seu predecessor, Agostini, vinha empreendo n’O Mosquito, o caricaturista português pronunciou-se a respeito dos episódios da efervescente Questão Religiosa, que já se prolongava por três anos. Em 18 de setembro de 1875, numa charge de página inteira, mostrou o Imperador, diante do Papa Pio IX, dando “a mão à palmatória”. As atitudes dos ministros e do clero, presentes à cena, insinuam o estremecimento das relações entre Monarquia e Igreja. As representações de D. Pedro II, em que atributos do poder legitimam solenemente a autoridade imperial, contrastam com outras, em que surge como Professor Pedro de Alcântara, caracterizado como viajante “malas artes ou mala 3 às costas” , numa crítica severa a suas prolongadas ausências do Brasil. A partir de outubro de 1875, Bordallo iniciou n’O Mosquito o processo de modernização do conteúdo e projeto 3 Expressões usadas por Bordallo Pinheiro para referir-se a D. Pedro II, encontram-se em No Lazereto de Lisboa. Lisboa: Empresa Literária Luso Brasileira, 1881, p. 19. 216 gráfico, imprimindo seu estilo às páginas. Modificou a capa e a diagramação interna. Modernizou o conteúdo, inseriu anúncios, entre as seções da revista. Renovou a linguagem da caricatura executando desenhos em traço mais leve e fluido, delineando narrativas visuais orgânicas que, aos poucos, se afastavam do enquadramento tradicional. Em 2 de outubro de 1875, na Revista à galope, antecipava o dinamismo dos desenhos animados, envolvendo os fatos numa tira vibrante e movimentada que emoldurava a página. Observa-se que as criações gráficas de Bordallo refletem sua paixão pelo teatro. Os tipos criados por ele, dotados de forte apelo expressionista, eram instrumentalmente eficazes. Trazendo ao centro da cena as falas do povo, materializadas nas caricaturas, conferiam visibilidade aos combates políticos e polêmicas culturais. Um fato curioso, narrado por Herman Lima (1963, p. 890-892) envolve o surgimento de Manel 30 botões, um dos tipos nascidos no Rio de Janeiro. Consta que o Barão de Lavradio, irritado, dirigira uma queixa ao Senado contra alguns estrangeiros, janotas, que faziam fortuna no Brasil, mas retribuíam a hospitalidade do País que os acolhia, com ofensas às autoridades. O Barão prosseguia, considerando bem vindos os portugueses simples que, trajando suas “jalecas de 30 botões e tamancos”, contribuíam com seus braços e seu trabalho. O caricaturista sentiu-se diretamente atingido pelo comentário, por ser imigrante, profissional de imprensa e manifestar-se criticamente sobre a política e costumes. Como réplica à alusão contida nas palavras do Barão que, por esse motivo, mereceu ser repetidamente alvejado por seu lápis, o caricaturista denunciou o preconceito, mandando fazer, para seu uso, um jaquetão azul com 30 vistosos botões de 217 madrepérola. Assim vestido, desfilava pela Rua do Ouvidor e outras do centro da cidade. Fig. 2. Bordallo Pinheiro. A Colonização. O Mosquito. Rio de Janeiro, 18.12. 1875. Litografia. Não satisfeito, desenhou A colonização – Trinta Botões e sócos (Fig. 2), em que aludia graficamente ao interesse manifesto por “braços” para o trabalho. Surgiu nesta oportunidade o Manel 30 botões, que passava a representar o imigrante português no Brasil. Manel envergava “jaleca” e “sócos”, o mesmo que tamancos, elementos simbólicos já atrelados ao estereótipo dos portugueses na cidade. Encontramos na mesma imagem, assinaladas num registro raro, tornadas visíveis, as imigrantes portuguesas, 218 representadas como “Rosadas Marias”, simpáticas, sorridentes, em seus trajes de aldeãs. Na caricatura, Manel e Zé Povinho eram mediadores e comunicavam os sentimentos de Bordallo acerca da condição de imigrante no ambiente urbano. Zé Povinho, provavelmente a figura mais conhecida da iconografia bordaliana, nascera em Lisboa, em junho de 1975, n’A Lanterna Mágica. Reaparece no Brasil, conservando o mesmo ar de eterno espectador que o caracterizara na imprensa portuguesa. Assim como o Manel, Zé sofre com as manipulações políticas, negligências e desmandos das autoridades brasileiras. Ao captar e expor as tensões entre sonho e realidade nas vivências de Zé e Manel, o desenhista nos ajuda a resgatar aspectos da presença portuguesa no Rio de Janeiro. Zé Povinho estreou na imprensa brasileira em outubro de 1875, n’O Mosquito. Seu aspecto físico lembra o típico português da aldeia, entretanto, os elementos simbólicos contidos na representação apontam para algumas características comuns aos Zés brasileiros, na atitude crédula de observador e dificuldade para se mobilizar diante das instituições políticas, cujo peso carrega às costas. Ainda hoje se emprega a expressão Zé Povinho quando se quer caracterizar a desigualdade social, numa referência aos menos privilegiados. Faz parte do imaginário popular e da tradição oral brasileira. O tipo do Zé foi atualizado, mudado na aparência mas, não na essência, nas criações de vários caricaturistas cariocas do século XX, dando origem a uma vasta galeria de Zés, dentre os quais destacamos o Zé Povo, de Raul Pederneiras e o Zé Bocó de K-Lixto. As dificuldades da vida na cidade do Rio de Janeiro, causadas principalmente pela necessidade de saneamento, suscitavam críticas no exterior. O medo da febre amarela, um 219 dos pesadelos da população, evidencia-se nas imagens de campanhas deflagradas na imprensa. Em comentário gráfico intitulado Lamúrias4, Bordallo desenhou esgotos abertos, urubus e carniças. Evocava, assim, as causas ambientais da doença, protestando contra as razões da epidemia, que se alastrava em 1876. Diz o texto: “Só há vontade de chorar e lamentar que a municipalidade durma e o povo morra.” Fig. 3. Bordallo Pinheiro. O Mosquito, Rio de Janeiro, 8.05.1876. Litografia. Entre a cruz e a caldeirinha, charge publicada em 8 de abril de 1876 (Fig. 3), resume as desventuras dos portugueses que tentavam a vida no Brasil. Zé Povinho observava 4 Bordallo Pinheiro. O Mosquito. Rio de Janeiro, n. 337, 29 jan. 1876. 220 estupefato, enquanto o imigrante luso, indefeso, representado por Manuel 30 Botões, era disputado pelo Rei D. Luís I, de Portugal, e o Barão de Lavradio, presidente da Junta Central de Saúde Pública do Brasil. Prometendo riquezas e comendas, o Barão pretende seduzi-lo, ocultando a ameaça da febre amarela. Insinua-se uma advertência sobre o possível malogro da jornada imigratória, um final trágico, indicado por um caixão aos pés da devastadora febre. Em outra oportunidade, a personagem símbolo d’O Mosquito assume a palavra: A V. M. dedico esse quadro de desolação: sou brasileiro e dói-me no fundo d’alma ver os destinos de minha pátria nas mãos de um Governo que afugenta a imigração, envergonhando-nos aos olhos estrangeiros! A Europa afasta-se amedrontada do lazarento Brasil. Caminhem homens de Estado, caminhem! Acabem de destruir um colosso, que a glória será vossa! (Pinheiro, 1876)5 Tal apelo vem ilustrado pela representação da morte, encarregada de contratar colonos, que fogem espavoridos. A trágica figura alada sobrevoa todo espaço da página ameaçando, com sua foice, uma família de imigrantes doentes. Diz a legenda: “Perde o país centenas de colonos”. Bordallo queixava-se do imenso calor e da falta d’água. No número de 18 de março de 1876, o Manel 30 Botões questionava, aturdido, alguns conselhos do Barão de Lavradio sobre a adoção dos hábitos de higiene pessoal como forma de evitar as doenças que dizimavam a população. Estes ensinamentos conflitavam com as ruas sujas, a falta d’água em 5 Bordallo Pinheiro. O Mosquito. Rio de Janeiro, n. 339, 2 fev. 1876. 221 pleno verão e valas abertas, condições reais do ambiente urbano. Manel conclui que a única solução era fugir para as cidades serranas e, recomenda: “O melhor remédio é Petrópolis ou Friburgo. Eu vou para lá e V Excia, não facilite!”. Fig. 4. Bordallo Pinheiro. O Mosquito, Rio de Janeiro, 8.04.1876. Litografia. Procurando solucionar o problema, a seu modo, Zé Povinho fazia propaganda das virtudes farmacêuticas do vinho do Porto (Fig. 4) contra a febre amarela. O temível flagelo seria definitivamente debelado, apenas vinte anos mais tarde, graças aos esforços da gestão do Prefeito Pereira Passos e à 222 campanha empreendida pelo sanitarista Oswaldo Cruz – uma outra história, fartamente documentada pelas caricaturas. Vitimado pela febre amarela, o próprio Bordallo referiu-se espirituosamente à experiência: “Vi-lhe a cor, mas não lhe senti o gume da foice. Os meus sinceros agradecimentos à febre”6. Enquanto se recuperava, afastado temporariamente de suas funções, soube que Ferreira de Meneses, redator dos folhetins do Jornal do Comércio, dirigira críticas ácidas aos “caricaturistas estrangeiros”, devido a uma charge considerada ofensiva ao Duque de Caxias. Os artistas italianos defenderam-se em suas revistas. Bordallo Pinheiro fez o mesmo n’ O Mosquito, em 12 de fevereiro de 1876: Desde logo dirigir-me-ia a V Excia se a enfermidade que acabo de debelar não me houvera contrariado o intuito. (...) A estima pública, à custa de sacrifícios inúmeros conquistada palmo a palmo, não será para o artista uma propriedade digna de respeito? (...) É tanto mais, quando o artista vitimado, sobre ser caricaturista, trabalha em terras que não as do seu berço. Declarando-se conhecedor da hospitalidade verdadeira e amiga da sociedade brasileira, considera injusto e preconceituoso o julgamento do folhetinista sobre seus trabalhos: “Medite-os V Excia e verá, mais uma vez, quanto foi leviana a condenação em massa de todos nós, os caricaturistas estrangeiros”. 6 Bordallo fala sobre esta e outras experiências vividas durante os anos em que residiu no Rio de Janeiro em: No Lazareto de Lisboa. Lisboa: Empresa Literária Luso Brasileira, 1881. 223 Este fato aponta a necessidade de lidar com o preconceito como preocupação constante na vida dos artistas imigrantes. Era, contudo, mais difícil resistir à febre amarela que, embora tenha poupado Bordallo, tirou a vida do caricaturista italiano Luigi Borgomainerio. Em 30 de março de 1876, Bordallo Pinheiro registrava n’O Mosquito, consternado, o falecimento do artista, em conseqüência da epidemia, dedicando “à memória do querido mestre e amigo” uma página de homenagem. Encerrando a publicação d’O Mosquito em 1877, Bordallo lançou O Psit!, que, em três meses de curtíssima existência, priorizava as artes e outros temas culturais. Para este hebdomadário cômico criou personagens-tipo que sintetizavam as ambiguidades sociais e culturais do Rio de Janeiro. Psit e Arola representavam o bairro chic de “Botafogo” e a pobreza do “Canal do Mangue”. Psit personificava o janota, de casaca engomada e monóculo, refinado nas maneiras, expressava-se com traços delicados de lápis litográfico e encarregava-se da crônica sobre a fina-flor da sociedade. Arola, desajeitado e grosseiro, lembrava o aspecto do Zé Povinho. Sujo de graxa, manejava o “crayon” de forma ameaçadora, misturava-se à multidão quando era preciso, ouvia o povo nas ruas, confidências “às portas das cozinhas” ou de “cocheiros e lacaios”. Bordallo entrava em contato com os problemas cotidianos e rotinas das ruas. Estreitava os laços com a cidade assumindo a perspectiva do imigrante. Buscando a proximidade dos comerciantes patrícios do centro do Rio de Janeiro, dava visibilidade e reforçava essa presença, tendo a cidade como pano de fundo. Em 31 de janeiro de 1877, desenhou-se de pé à porta de um armazém: Ao Mosquito Secos e Molhados (Fig. 5), estabelecimento comercial semelhante a 224 muitos da capital brasileira, cujos proprietários eram, em geral, portugueses. Fig. 5. Bordallo Pinheiro. O Mosquito. Rio de Janeiro, 31.03.1877. Litografia. 225 Dizia o texto que acompanhava a imagem: [...] temos a honra de anunciar-lhes que estamos ricos! Vamos estabelecer-nos convidando desde já os nossos assinantes a fornecerem-se de nossa casa. A manteiga, a banha, e demais gêneros serão envolvidos em números desse semanário, tornar-se-á assim mais cômodo, coerente e útil. Haverá liquidações todos os sábados. 7 Apresentava o jornal O Mosquito como espaço de sociabilidade onde os leitores podiam abastecer-se de especialidades variadas. Ampliava-se a ironia com sua própria imagem repetindo atitudes habituais dos comerciantes patrícios, a seu modo, afirmando-se português na capital brasileira. Meses depois, no Psit!, publicava uma História da Chouriçada, explicando ao colega Ângelo Agostini, da Revista Ilustrada, que passava a representar, no Brasil, a “acreditada firma Vale e Silva, exportadores de carne ensacada e toucinho da Província do Alentejo, do Reino de Portugal, Algarves e Ilhas adjacentes”. Anunciava, ainda que executava, à vontade do freguês, “retrato a óleo, crayon, lápis” e “por desfastio, algumas caricaturas”. A propósito destas páginas, Agostini lançou-lhe suas farpas, iniciando-se entre os dois, longo desentendimento, um combate restrito a ofensas lançadas em forma de caricaturas.8 7 Bordallo Pinheiro. O Mosquito. Rio de Janeiro, n.408, 31 mar. 1877. p.8 8 Sobre esta polêmica ver Monteiro Lobato, A caricatura no Brasil. In: Idéias de Jeca Tatu. São Paulo: Revista do Brasil, 1919; ver ainda: Antonio Cagnin. Bordalo x Agostini:“nestas mal tratadas intrigas” In: Catálogo da Exposição Rafael Bordalo Pinheiro: o português tal e qual. O caricaturista. São Paulo: Pinacoteca do 226 Última das publicações editadas por Bordallo, O Besouro (1878-1879) alçava o primeiro vôo, em abril de 1878, avisando na primeira capa: “Começamos a zumbir!” Assumia tom político e revolucionário: “O Besouro tem uma legião de inimigos: os vícios. E uma só arma: a gargalhada (...) A gargalhada é a Revolução”. Entre os redatores, figurava o jornalista José do Patrocínio (1854-1905), que ficaria conhecido como Tigre da Abolição, por sua atuação na campanha abolicionista. Patrocínio aparece junto a Bordallo, na página de abertura, sobre enorme besouro, a sobrevoar a Baía de Guanabara.9 Demonstraram compreender as implicações éticas da militância na imprensa, em especial, por meio das imagens humorísticas, temidas pelo poder, na medida em que o povo as apreciava e compreendia com facilidade. Em 14 de dezembro de 1978, n’O Besouro, em litografia intitulada Abertura das Câmaras (Fig. 6), surgiu o "fagundes”, mais um tipo bordaliano criado no Brasil. Com o nome propositalmente grafado em minúsculas pelo autor, "fagundes”, um político oportunista e incompetente, constituía uma representação instrumental para alfinetar a política do Império. Indicando a multiplicação da mediocridade por meio dos muitos “fagundes”, todos semelhantes fisionomicamente, o caricaturista ridicularizou, em vários exemplares da publicação, suas “fagundices” e “pensamentos fagúndicos”! Estado, 1996. A querela é mencionada, ainda, por: Marcus Tadeu Daniel. A arte de alfinetar. Nossa História. Rio de Janeiro, n. 30, p. 70-74, 30 abr. 2006. 9 A aludida litografia de Bordalo estampou-se n’ O Besouro. Rio de Janeiro, 6 jan. 1878. 227 Fig. 6. O Besouro, Rio de Janeiro, 14.12.1877. Litografia. Semanalmente debatiam-se n’ O Besouro, questões ligadas à escravidão, às fragilidades da Monarquia, à situação dos imigrantes, à pobreza cultural do povo. Ao lado de Patrocínio, Bordallo procurou atualizar o debate ibérico, recriando-o na imprensa da Capital da Corte. Afirmara certa vez, n’O Mosquito: “não há manifestação artística sem finalidade moral.”10 Justificou esta crença em “Páginas Tristes, Cenas e aspectos do Ceará”, litografia criada para a capa d’O Besouro, em 20 de julho de 1878, reproduzindo, com fidelidade, originais fotográficos remetidos por José do Patrocínio. Havia urgência em comunicar as condições precárias em que se encontravam os brasileiros vitimados pela seca prolongada do nordeste e, apontar a negligência das 10 O Mosquito. Rio de Janeiro, 12 fev. 1876. 228 autoridades a respeito. Possivelmente fez-se uso da fotografia, pela primeira vez, como instrumento de denúncia, em periódico da imprensa do Rio de Janeiro (Andrade, 2005,p.1314) Fig. 7. O Besouro, Rio de Janeiro, 1.6.1878. Litografia. Era impossível para Bordallo ficar indiferente às causas humanitárias e desmandos políticos. A participação e a veemência dos comentários gráficos ensejavam, algumas vezes, reações adversas. As publicações, disputadas e bem recebidas pelo público leitor, granjeavam a antipatia dos conservadores e políticos, ameaçados pela visibilidade reveladora do desenho humorístico. 229 N’ O Besouro de 1 de junho de 1878, numa página intitulada Insídias contra nós, caricaturistas (Fig.7), Bordallo lamentava: Caminhamos todos, os do lápis, sobre alfinetes, para sermos justos, único fim a que visamos. Em política – se atacamos os conservadores – riem os liberais e acham-nos razão. Se atacamos os liberais riem os conservadores e acham-nos razão (...) Agora uma explicação: não estamos filiados a nenhum partido; se o estivéssemos não seríamos decerto conservadores nem liberais. A nossa bandeira é a da verdade. Várias razões motivaram a volta de Bordallo Pinheiro para Portugal em 1879. Dentre elas, a repercussão da querela com Agostini, que afetou o prestígio d’O Besouro, resultando no fechamento do periódico. Os ataques mútuos desferidos em cartas desenhadas, veiculadas pelas respectivas revistas, inseriam-se na questão mais ampla do antilusitanismo. No acirramento da disputa, Agostini lançara mão da representação visual do português, de calças arregaçadas e tamancos, para hostilizar o adversário. Além deste fato, Bordallo foi vítima de dois atentados, no início do ano de 1879. Os episódios, dos quais escapou ileso, ocorreram à noite, nas ruas próximas a sua residência e, estão descritos por ele, detalhadamente, em caricaturas, no “pequeno memorial” intitulado No Lazareto de Lisboa.11 Foram, possivelmente, “atentados não só decorrentes 11 Além da narrativa gráfica do próprio caricaturista em: No Lazareto de Lisboa. Lisboa: Empresa Literária Luso Brasileira, 1881, p. 18, o episódio foi narrado por Herman Lima (1963. p. 892). 230 de sua ação política, como de certo jacobinismo dum grupo de exaltados.” (Lima, 1963, p.892). Regressando a Portugal, o caricaturista levava, segundo suas próprias palavras, “alguns macaquinhos no sótão” e, “em vez de ‘contos’, muitas histórias para contar e experiência para guardar”. Avaliava, assim, o amadurecimento profissional proporcionado pelo difícil aprendizado na “academia” da Rua de Ouvidor, onde funcionaram as redações de seus periódicos. Referiu-se afetuosamente aos amigos que deixava ao se despedir da cidade: “Parto enviando um abraço saudoso aos amigos!”12 Vinte anos mais tarde, em 1899, o artista português voltou ao Brasil para a exposição de suas cerâmicas de Caldas da Rainha. Foi recebido com carinho por todos. Deixou no Brasil a Jarra Beethoven, hoje incorporada ao acervo do Museu Nacional de Belas Artes, no Rio de Janeiro. Embora a partida de Rafael Bordallo Pinheiro tenha interrompido sua participação na imprensa da Capital brasileira, as experiências de vida do imigrante, do artista gráfico, do jornalista, permanecem em suas litografias. O exemplo de sua obra inspirou o estilo das revistas ilustradas e o trabalho de jovens artistas nos anos que se seguiram. Após sua passagem, sem dúvida, a imprensa satírica do Rio de Janeiro não seria mais a mesma. 12 As avaliações de Bordallo Pinheiro mencionadas neste parágrafo, foram escritas e ilustradas em: No Lazareto de Lisboa. Lisboa: Empresa Literária Luso Brasileira, 1881. O livreto foi produzido durante sua permanência forçada, em quarentena, na instituição. 231 Referências: Fontes: O Besouro, Rio de Janeiro: Typ. de G. Leuzinger & Filhos, 1878 a 1879. O Mosquito, Rio de Janeiro: Typ. Fluminense; Typ. Da Gazeta de Notícias, 1876 a 1877. O Mosquito, Rio de Janeiro: Typ. de Almeida Marques & C. R., 1877. No Lazareto de Lisboa. Lisboa: Empresa Literária Luso Brasileira, 1881. Psit !!!, Rio de Janeiro: Lith. A Vapor Ângelo & Robin, 1877. Bibliografia: ANDRADE, Joaquim Marçal Ferreira de. Do gráfico ao fotográfico: a presença da fotografia nos impressos. In: CARDOSO, Rafael (Org.). O design brasileiro antes do design: aspectos da história gráfica, 1870-1960. São Paulo: Cosac Naify, 2005, p. 13-14. CARVALHO, José Murilo de. A formação das almas: o imaginário da República no Brasil. São Paulo: Companhia das Letras, 2005, p. 79-80. 232 FRANÇA, José-Augusto. Rafael Bordalo no Brasil. Colóquio Artes. Lisboa: Fundação Caluste Gulbenkian, n. 38, set. 1978, p. 3-15. LIMA, Herman. História da Caricatura no Brasil. Rio de Janeiro: José Olympio, 1963. LOBATO, Monteiro. A caricatura no Brasil. In: Idéias de Jeca Tatu. São Paulo: Revista do Brasil, 1919. MACHADO, Julio Cesar. Profácio. In: Album de Caricaturas Frases e anexins da língua portuguesa. Lisboa: Tipografia Editora de Matos Moreira e Cia., 1876, p.3-30. RIBEIRO, Marcus Tadeu Daniel. A arte de alfinetar. Nossa História. Rio de Janeiro, n. 30, 30 abr. 2006, p. 70-74. 233 Causas y factores posibilitadores del proceso migratorio en el discurso de los emigrantes: los gallegos en Cuba en la primera mitad del siglo XX 234 Causas y factores posibilitadores del proceso migratorio en el discurso de los emigrantes: los gallegos en Cuba en la primera mitad del siglo XX José Antonio Vidal Rodríguez 1 En este artículo voy a tratar de resaltar, a través de diferentes tratadistas del siglo XIX y XX y de testimonios orales de inmigrantes gallegos en Cuba, como además de las causas económicas, actuaron también, y con frecuencia decisivamente, otros factores de tipo sicosocial en la decisión migratoria de muchos de los gallegos que emigraron a Cuba en la primera mitad del siglo XX, sin las cuales nunca se hubiesen decidido a abandonar sus hogares. Hecho que bien se podría hacer extensivo a muchos otros movimientos migratorios del pasado y del presente. La miseria del campesinado gallego era para los escritores y tratadistas regionalistas y nacionalistas gallegos del siglo XIX y primer tercio del siglo XX la causa principal de la emigración masiva de sus paisanos en el último tercio del siglo XIX. Para el galleguista M. Marfil (A Nosa Terra 1908: p. 2), de Galicia: “solo sale el menesteroso, el necesitado, el pobre, el que se halla sin energías ni esperanzas”. Pues bien, la necesidad es también uno de los motivos más frecuentes que aducen muchos de los entrevistados que emigraron a Cuba, 1 Licenciado en Antropología Americana y Doctor en Historia y miembro del Seminario de Fuentes Orales de la Universidad Complutense de Madrid. 235 como José que dejó su empobrecida aldea natal del municipio orensano de Parada de Sil en 1949: Yo vine por las necesidades que había allí. Yo vivía en una aldea que no tenía más que campo, y el campo allí daba muy poco. La vida allí estaba muy mal; no se podía comer, no se podía vestir. Teníamos muy pocas tierras, y muy malas; aquello es un desfiladero que eso es tremendo, aquello da miedo. Al lado del río, un poco de vino, en las lomas del desfiladero un poco de castaño, y arriba, ya en el pueblo, lo poco que se podía arar y los prados para los animales. ¡Figúrese usted! En esos años cuarenta se vivía muy mal, el pan no se veía ni por asomo”. (E # 71. Santa Clara, 5/5/98) Según sostenía en 1930 el nacionalista Vicente Risco, sólo emigra “o que non tén senón un modo de vivir insuficiente ou modestísimo (...). Todos, absolutamente todos os que emigran, pretenden mellorar de fortuna” (1976: 62). Esta es la misma razón por la que Ramón, campesino de Castrelo de Val, afirma haber emigrado a la isla en 1919: ¡Figúrese! Yo vine a Cuba por el instinto de mejorar. Porque yo soy de una familia, no pobrecitos, pero pobre; agricultores de una aldea y ese negocio. Y como vino muchísima gente de la aldea, yo me animé también (...). Yo me recuerdo que mi padre me escribía cuando la revolución española: -Aquí no quedamos más que los ancianos y los niños, porque la juventud emigró toda. (E # 42. Las Tunas, 31/7/99). Una de las principales causas de la miseria de los labriegos gallegos fue “la extrema subdivisión de la tierra” 236 existente en la mayor parte del agro gallego. Así lo sostenía también el anarquista Ricardo Mella (1934:2934) y algunos entrevistados como Antonio de Nogueira de Ramuín: Mis padres eran campesinos pobres, vivían de la tierra (...). En Nogueira de Ramuín hay mucha tradición de paragüeros y afiladores (...). Allí hay poca tierra y está muy dividida y no daba para vivir. Nosotros éramos cinco hermanos … y la herencia la tuvimos que dividir entre los cinco. A mí me tocaron cinco parcelas de tierra, y a mis hermanas las mismas. La tierra producía lo necesario para vivir; se cosechaban castañas, la patata, las legumbres, el maíz y lo necesario para vivir justito, por eso se hacía necesario salir en la época que se acaban las cosechas, para sacar algunas pesetas para comprar otras cosas, como la ropa, el calzado y los productos de la tienda. Y por esa situación tuve que venir a trabajar a Santa Clara. (E # 79. Santa Clara, 2/5/98). Pero, la herencia igualitaria entre los hijos no era norma general en toda Galicia. También la tradición de dejar al hijo mayor toda la propiedad, arraigada en ciertas comarcas del centro y este de la provincia de Lugo, parece que indujo a muchos jóvenes campesinos desheredados a emprender el trayecto migratorio hacia Cuba. Este fue el caso de la familia de Aurora de Palas de Rei, que emigró a la isla debido a que el cabeza de familia había quedado sin herencia familiar: Mi mamá se casó con mi papá que era hijo de labradores fuertes y ella era pobre, y usted ya sabe cómo era eso allí. El que se quedó con la casa y las tierras fue el hermano mayor de mi papá y nosotros nos quedamos pobres. Éramos cinco hermanos y para que pudiéramos vivir mejor mi mamá decidió venir a 237 Cuba con mi hermana mayor para trabajar y mandarnos los ahorros. Luego vinimos los demás. (E # 23. La Habana, 10/2/98). No obstante, además de estas causas económicas, los testimonios de los inmigrantes entrevistados aducen con frecuencia motivaciones de tipo social, familiar, sicológico o estrictamente personales. La huida del servicio militar fue la causa más frecuente entre los hombres jóvenes a la hora de decidirse a emigrar antes de 1928, tratando así de escaparse de la movilización al conflicto marroquí. Por lo general la decisión era colectiva, entre un grupo de mozos de una misma parroquia o comarca rural. Unos arrastraban a otros ante la angustia de ser destinados al frente marroquí, y de perder así los mejores años de la vida improductivamente, o incluso la propia vida, cuando su pobre economía familiar más necesitaba su contribución laboral: Yo me embullé por el servicio. Tenía que ir al servicio, y de aquella había guerra en Marruecos, que morían muchos soldados españoles, porque a los españoles no nos dejaban matar moros, había que civilizarlos (…). Yo de aquella sólo tenía dieciséis años, pero si aguardaba a tener dieciocho o diecinueve ya entraba en quintas. De aquella los jóvenes no queríamos hacer el servicio militar, sobre todo los pobres, los del campo, porque los ricos, esos iban para la capital, pero a los que estábamos en Galicia y eso nos mandaban para Marruecos. Así que le dije al viejo: -“Yo no voy para Marruecos, me voy para Cuba”. Vinimos como ocho o diez muchachos, vecinos míos, todos los quintos de allí. (E # 100. Morón, 3/12/97). 238 No todos los prófugos fueron empujados por la situación de miseria de sus familias, algunos de ellos, como Antonio de Pontedeume, pertenecían a familias con un cierto desahogo económico, quienes sin la inminente amenaza del servicio militar en Marruecos difícilmente hubiesen iniciado su trayecto migratorio: En 1920 me vine con unos jóvenes conocidos de Puentedeume (...). Yo lógicamente no tenía necesidad, porque teníamos muchas tierras para trabajar. Nosotros sembrábamos de todo, teníamos un hórreo y se llenaba todos los años. Vivíamos muy bien, en una casa muy linda, con una parra de uvas, y por el centro de la finca pasaba el camino real (...). Pero yo vine huyéndole al servicio militar. Antes de cumplir los veinte años yo salí de España, porque si no me tocaba el servicio, y tenía que ir donde ellos querían. (E # 98. Sagua la Grande, 5//5/98). El conflicto marroquí terminó en 1927 con la detención de Abdelkim. A partir de entonces, y a los largo del período republicano, fueron remitiendo las huidas transatlánticas de prófugos. De modo que la mayoría de los jóvenes quintos decidieron cumplir con sus deberes militares. Con todo, ni las condiciones económicas ni tampoco la objeción al servicio militar fueron las causas exclusivas de la decisión migratoria. La pobreza era común a la mayoría de los campesinos gallegos hasta la segunda mitad del siglo XX, sin embargo, no todos emprendieron el camino de la emigración, y de los que emigraron no todos tuvieron el mismo destino. La decisión de emigrar y la elección de país de destino dependerán en muchas ocasiones de la influencia determinante de los vecinos y familiares retornados. Frecuentemente la pretendida inducción procedía de los amigos o vecinos 239 emigrados, quienes con sus historias, más o menos fantásticas, animaban a emigrar a los jóvenes sin expectativas de futuro, como le ocurrió a María de A Estrada: Me animé a venir a Cuba porque allá trabajábamos mucho. Yo salía al jornal ya de chiquitica. Yo tenía diez años y ya salía a trabajar en el campo. A mí me buscaban para trabajar porque yo era una muchacha que trabajaba sin mirar. Y entonces, tanto trabajo, y siempre luchando, y me empezaron las amigas a embullar porque algunas venían para acá de visita. Así que yo me decidí también a venir. Y me dijo mi mamá: -“Mi hija, tu quieres irte y yo no quiero quitarte la idea. Vete. A ver si tienes más suerte que aquí”. Y me fui y más nada. Me vine con esas tres amigas, una ya estaba en La Habana trabajando, fue la que nos animó. (E # 12.La Habana, 6/4/98). Cuando las historias más o menos fantásticas de amigos y vecinos no eran capaces de animar a los menos ingenuos, la presencia del emigrante triunfador, el indiano, en la comarca hacía fantasear a muchos jóvenes campesinos; a pesar de que muchas veces su pretendida riqueza fuera pura fantasía. Aún así, fueron muchos los jóvenes gallegos empujados a Cuba por el ejemplo y la emulación de algún rico indiano retornado a sus contornos. Así, de Justo Díaz Rodríguez, natural de Becerreá, uno de los inmigrantes gallegos más ricos de Cuba a mediados del siglo, cuenta el libro Españoles en Cuba que emigró a la isla empujado por el ejemplo de un afortunado emigrado del pueblo vecino de Triacastela, quien en 1909, cuando Justo era un pastor huérfano de 19 años, regresó a su aldea natal después de haber 240 amasado una cuantiosa fortuna en Perico (Matanzas), difundiéndose la noticia por toda la comarca, llegando incluso a su aldea de Guilfrey. Justo acudió a la fiesta que el rico indiano dio a sus paisanos en su aldea, y: ... aprovechando la euforia del acontecimiento, el joven pastor, audaz y emprendedor, visitó al recién llegado, exponiéndole sus anhelos de trasladarse con él a Cuba, pues al igual de muchos de sus compatriotas vislumbraba en la Perla de las Antillas un ambiente propicio a la realización de sus sueños (…) Al emprender este viaje que colmaba sus ilusiones, don Justo, que tenía a la sazón 19 años, acariciaba el sueño de volver rico un día a su pueblo y de asegurar la felicidad de su bondadosa madre y de sus hermanos. (Monge Muley 1953: 276) Don Justo emigró a Cuba protegido por este indiano vecino, y tras varios años de penalidades y fracasos económicos logró construir un imperio comercial e inmobiliario en Elia (Camagüey), regresando como triunfador a su aldea en 1925, reproduciendo el espejismo del indiano que 16 años antes le había empujado a emigrar: Al llegar a Becerreá alquiló un caballo para transportar sus equipajes hasta su aldea natal de Guilfrey. (…) se desbordó la alegría en el pueblo por tan grata sorpresa, congregándose todos los habitantes para felicitarle y darle la bienvenida. Al mes de su llegada, obsequió a todo el vecindario del pueblo con una magna fiesta que principió con una misa solemne en la Iglesia Parroquial. Se celebró una procesión a los acordes de una banda de música, y durante tres noches consecutivas se prolongó el festejo con toda clase de diversiones y bailes. Careciendo Guilfrey de alumbrado eléctrico tuvo don Justo el acierto de hacer instalar una espléndida iluminación al estilo 241 veneciano, con típicos farolillos verbeneros”. (Monge Muley 1953: 276). Sin duda estos fastos indianos empujaron a otros jóvenes de la comarca de Becerreá a emigrar a la Perla de las Antillas. Todavía a principios de los años cincuenta, la llegada a la comarca de uno de los emigrantes triunfadores con toda la parafernalia del indiano enriquecido -gran coche americano, trajes impecablemente blancos y prendas de oro- era capaz de convencer hasta a los más escépticos de que el oro corría por las calles y campos de la isla, como cuenta el actual presidente de la Beneficencia Gallega, natural de esa misma comarca lucense: La mayoría de los de Lugo procedían de las zonas de Vivero, Villalba, Chantada ... Unos embullaban a otros. Venía uno de una aldea, escribía que le iban bien las cosas y embullaba a otros familiares y vecinos, y así unos iban animando a otros. Este ha sido uno de los errores que ha traído la emigración española a este país. Sobre finales de los años 40 y principio de los 50 comenzaron a regresar algunos como turistas, de visita, y a llevar algunos sus carros, que por esa época se les decía por las aldeas haigas. Y claro, usted llegaba con esos carros, todo poderoso, a su pueblo y por su presencia los demás calificaban a los emigrantes de ricos; los americanos o cubanos les decían entonces. Aunque de cincuenta que se habían ido de la aldea a Cuba sólo regresara uno rico. Entonces qué sucede, que venía la ilusión, porque en Galicia todo el mundo se creía que era llegar aquí y hacerse rico, y eso no era así. Para hacerse rico había 242 que trabajar mucho, ahorrar mucho y pasar muchos años, porque usted empezaba aquí a cero, primeramente tenía que aclimatarse, tenía que tener un punto de apoyo. (E # 6. La Habana, 25/10/97). Efectivamente, la mayoría de los que regresaron lo hicieron derrotados, sin dinero, pero con muchos cuentos fantásticos sobre las riquezas y bellezas de la isla y con la vestimenta urbana y tropical que utilizaban los domingos para asistir a las romerías y bailes de salón de las asociaciones regionales, que con el tiempo se convertían en harapos de la nostalgia cubana. Estos indianos de sainete influirán con sus atavíos habaneros y sus fantásticas y exageradas historias en la decisión de migrar de muchos jóvenes incautos y desesperados. El escritor cubano, nacido en Galicia, Lino Novás retrata magistralmente al “habanero” derrotado cuando describe a las personas que le fueron a despedir la víspera de su partida hacia Cuba en 1910: Era un hombre flaco, alto y encorvado de hombros, con largos bigotes largos y lacios. Vestía un traje de dril sucio y raído, con cuello de celuloide abierto, semejante a una corteza de árbol seco. En la cabeza traía un sombrero de pajilla y por debajo de él se le salían largas y veteadas quedejas grises. El hombre caminaba arrimado a un bastón tallado, y se quebraba al hacerlo por más debajo de la cadera. Al hablar lo hizo en castellano, con una voz forzada y sonora (1990: 130). Este deslumbramiento ante el éxito del emigrante triunfador se produjo incluso en casos en que la necesidad de emigrar no era tan acuciante. De este modo, algunos de los entrevistados afirman que su decisión de emigrar a Cuba fue 243 generada más por las historias fantásticas de los retornados que por su extrema precariedad familiar. Así lo testimonian Bernardo de Mesía: Yo vine por un embullo. Me embulló un hombre, de un pueblo colindante, un hombre que había estado aquí, que era incluso capataz. Me embulló, y entonces me vine para Cuba con él. Incluso vino un pariente de nosotros también que era contratista de obras públicas y le dijo a mi padre: -“¡Déjalo conmigo de socio! Tiene que depositar 40.000 pesetas”. Y entonces le dijo mi papá: -“Lo que Ud. Quiera”. Pero yo le dije que no, que no me iba por dinero. Y entonces le dije a mi papá: -“Papi, si usted no me da permiso, yo me voy por la libre”. El embullo de muchachos. De aquella a los jóvenes nos embullaban con cuentos de caminos. (E # 48. Camagüey, 7/12/97). Aún así, cuando los “cuentos de indianos” no conseguían convencer totalmente a una gran parte de los campesinos, comenzaban a actuar los agentes a sueldo de las compañías navieras, de las empresas mineras y de la Asociación de Fomento de la Inmigración de Cuba. A partir de principios del siglo XX comenzaron a arribar a la isla no pocos gallegos enrolados por los ganchos enviados a algunas comarcas de Galicia por las compañías norteamericana Ponupo Manganese Company y The Spanish Américan Iron Company para trabajar en las minas de Daiquirí, Firmeza y el Cobre, situadas en la provincia cubana de Oriente, cerca de Santiago. Para la captación de mano de obra, estas compañías se valieron de la intermediación de consignatarios de algunas comarcas del interior de Galicia, preferentemente de las provincias de Ourense y Lugo, que desde la última década del siglo XIX habían comenzado a aportar grandes contingentes 244 de emigrantes. Pero, lejos de encontrarse con esas prometedoras condiciones laborales, de vivienda y manutención, los incautos emigrantes tuvieron que soportar condiciones laborales de casi esclavismo, aislados en sus poblados de barracones de la vida cotidiana de la sociedad cubana y sometidos a la estricta disciplina laboral de la compañía y de la Guardia Rural a su servicio. Pero la gravedad del estado en que se encontraban sus paisanos, noticia que llegaba desde Cuba a través de los testimonios de los retornados y de algunos artículos de la prensa española de la Habana, era opacada por engañosas campañas de prensa financiadas por diferentes compañías colonizadoras y mineras a través de la sociedad de Fomento de la Inmigración, constituida por la patronal cubana, y aprobado bajo la iniciativa de Orestes Ferrara, por el parlamento cubano el 18 de mayo de 1912. Éstos agentes reclutadores no sólo estaban al servicio de las grandes empresas cubanas, sino que también ejercían como agentes intermediarios de las concesionarias navales, y cuya tarea era reclutar el mayor número de pasajeros para los buques que éstas representaban, sobre todo jóvenes reclutas: La emigración grande de gallegos vino a mediados del siglo pasado. Mi abuelo vino en el siglo pasado, a cortar caña (...), aunque se fue al poco tiempo para allá... Mi padre vino después, porque entonces iban para allá unos cuantos contratistas a embullar a los muchachos de allá a venir a Cuba a trabajar, porque a los muchachos los querían sacar de allí sus padres por lo de la guerra de Melilla. Entonces iban esos famosos contratistas y los sacaban, bajo cuerda... Mi papá me contaba que entones en su pueblo había unos contratistas que sacaban a los muchachos por cierta cantidad de dinero, para que los dejaran montar en el 245 barco para irse a Cuba. En la familia de mi papá eran seis varones y los seis se fueron de España embullados por esos contratistas. (E # 122. La Habana 1/9/98). Estos “contratistas”, o “ganchos” o “garroteros”, como también eran llamados, junto a su labor de atracción de candidatos a emigrar hacia las oficinas de determinadas concesionarias de compañías navieras, trataban de conducir a sus azorados clientes a ciertas fondas y pensiones del puerto de embarque con el fin de obtener una comisión de los posaderos. En muchas ocasiones los agentes clandestinos eran los propios hosteleros: Los ganchos esos, eran los agentes que había cerca del puerto, que tenían su busca allí. Por lo regular, la mayoría tenían casas de huéspedes. Entonces los emigrantes iban a parar a su casa los días esos. Yo estuve allí y lo vi. [E # 1. La Habana, 24/11/97]. Muchos tratadistas sobre la emigración gallega han apuntado como una de sus causas principales el metafísico “afan de aventura” de sus paisanos, sin embargo sólo hemos recogido un testimonio que sostiene ese pretendido afán de aventura de la juventud como desencadenante de su decisión de emigrar a Cuba, el de un marinero de la ría de Vigo, Severino, que, junto con otros jóvenes compañeros, decidió quedarse en Santiago de Cuba, después de la escala en su puerto del cablero británico en el que navegaban durante la Segunda Guerra Mundial: En 1941 yo andaba embarcao en un cablero inglés, donde me metió mi suegro, y entonces llegamos a Santiago, y unos cuantos nos embullamos a quedarnos; otros dos y yo, el espíritu de la juventud. 246 Uno de los que se quedó nos embulló a todos. Aquí no teníamos a nadie, nos quedamos a la aventura. (E # 75. Boniato, 10/3/98). Pero, si para gran parte de los varones entrevistados la causa de su decisión migratoria oscila entre las necesidades económicas, la huida del servicio militar, la inducción y la emulación del indiano, para muchas de las mujeres fue el cuidado de un familiar establecido en Cuba o la reagrupación familiar lo que las movilizó a la isla. De manera que, un número importante de mujeres entrevistadas aseguran que no llegaron a Cuba para trabajar sino más bien para ocuparse de la casa de algún familiar sin hijos, de hacerles compañía, o simplemente para visitarlos durante una temporada, aunque al final nunca retornaron a Galicia: Llegamos el 10 de marzo de 1948, yo iba a cumplir 16 años. Yo vine con mi mamá, porque a mi tío se le había muerto la señora, y tenía dos hijos. Entonces él quería que una hermana suya le ayudase a cuidar su casa por un año. Entonces escribió a la hermana más joven para saber si nosotros vivíamos, pues desde la guerra no tenía noticias nuestras (...). Entonces mis abuelos pensaron en mi mamá, que estaba viuda ya (...). Y vinimos junto a mi tío. Yo no lo conocía, él llevaba treinta y pico años en Cuba y ya había perdido el contacto con la familia. Tuvo ese problema y fue que escribió. (E # 78. Santa Clara, 4/5/89). No obstante, bajo la cobertura de hacer compañía a algún familiar masculino, en muchas ocasiones estas mujeres eran llamadas para servir de criadas a sus propias familias: 247 Aquí el padre, el tío o el hermano mandaba llamar a la hija, la sobrina o la hermana para que viniera a cuidarle, es decir ya venía como sirvienta de su propia familia, era la servidumbre casera; que mientras sus familiares hombres trabajaban, ella atendía la casa e inclusive criaba los hijos de ese tío o hermano. Era verdaderas criadas de la familia, y por lo general no se casaban. (E # 7. La Habana, 28/10/97). Esto es lo que le sucedió a Carmen, hija de unos tenderos de Meira, que llegó a La Habana en 1930: Yo misma me embullé a venir para Cuba. Llegué en el 30, con diecisiete años. Yo tenía al hermano mayor aquí, que cuando llegué tenían el niño de brazos. Entonces mi hermano no me dejaba trabajar. Digo: -“Mira, yo no vine aquí a vivir de mano blanca”. Entonces, cuando él estaba en el trabajo, me fui al reparto La Sierra a trabajar a casa de una familia que tenía dos niños. El trabajo me salió por un anuncio en el Diario de la Marina”. (E # 63. La Habana, 17/4/98). Pero, como hemos apuntado, no todas las causas que empujaron a emigrar tenían un origen económico, político o social. Un número destacable de entrevistas resaltan que en muchos casos las condiciones económicas y sociales no fueron exclusivas a la hora de decidirse a emigrar, sino que más bien fueron circunstancias familiares y estrictamente personales las que determinaron su embarque hacia Cuba. La orfandad no aparece como una de las causas importantes del fenómeno migratorio en los trabajos sobre emigración, con todo, son numerosísimos los testimonios recogidos que aseguran que ésta fue la motivación principal de su decisión de emigrar. Motivo, por otra parte, estrechamente ligado a la necesidad económica más extrema. Unas veces el 248 emigrante se embarcó con el progenitor superviviente y con sus hermanos, emprendiendo en otras ocasiones el trayecto migratorio individualmente, aunque en compañía de otros jóvenes de su generación. La muerte del cabeza de familia fue lo que precipitó a muchos jóvenes a lanzarse a la aventura de la emigración. Por lo general estos huérfanos se dirigían a la protección de algún familiar próximo residente en la isla, pero otras veces se lanzaban en alas de la aventura. La mayoría viajaron con su madre viuda y sus hermanos, reclamados por algún familiar, pero en otras ocasiones, la viuda se embarcaba sola, o acompañada de uno de los hijos de más edad, para trabajar de sirvienta y así poder mantener a los hijos pequeños que había dejado con la familia en la aldea, como hizo la madre de Evaristo, que en 1924 dejó Chantada para instalarse en la capital cubana: Mi padre murió cuando yo tenía siete años, entonces se quedó mi mamá con cuatro chiquillos. Mi papá trabajaba en una fábrica de curtidos (...). Al morir él, mi madre no podía sostenernos, éramos cuatro. ¿Qué hizo? Teníamos parientes aquí en La Habana, hizo las gestiones y vino para Cuba, con la idea de trabajar aquí y mandar la mensualidad para los hermanos que quedaban allá. A mí, que era el mayor, me trajo con ella. Llegamos en el 24, yo tenía ocho años. Ella vino aquí a trabajar de sirvienta. Entonces, en la casa que se lo permitían, me tenía con ella, y cuando no, me dejaba en casa de unos parientes que teníamos aquí. Hasta que pasaron cuatro o cinco años, y entonces a mí me dejaron en una casa para que hiciera de mandadero, por la comida nada más. (E # 65. La Habana, 14/11/97). 249 Por otro lado, las desavenencias familiares, tras el nuevo matrimonio del cabeza de familia viudo, fueron para algunos la principal motivación para emigrar; por llevarse mal con su madrastra o padrastro: Yo tenía aquí una tía de mi mamá y unas primas hermanas de mi mamá, una de ellas fue en el cincuenta a Galicia, y oyendo yo sus cuentos ya comencé a idear venir a Cuba cuando fuese mayor. En el 54 fue la tía abuela y empezó a decirle a todas las sobrinas que por qué no iban con ella a Cuba. Ya de regreso a Cuba, le escribí una carta diciéndole mi deseo de ir allá, porque yo no me entendía muy bien con mi padrastro, que siempre andábamos regañados. Él tenía un carácter muy fuerte. Yo no llevaba bien el trato diferente que me daba respecto a mi hermana, que si era hija suya, me sentía desplazada (…). A los diecinueve ya me dieron permiso, me dijeron que me viniera para acá por cinco años, hiciera dinerito para fabricar una casa para la familia y después que volviera. Pero aquello no pudo ser porque en vez de ir a un país con posibilidades vine a Cuba, y, sin saberlo, me encontré con un país en revolución, era octubre del 58, a poco más de dos meses de que triunfara la Revolución, y hacer dinero ya no era posible como antes. (E # 24. Santiago de las Vegas, 27/7/99). Pero si la orfandad y el desamor fueron causas desencadenantes de la decisión migratoria de algunos, para otros, curiosamente, el amor fue su principal impulsor. Algunos entrevistados, preferentemente mujeres, aseguran que 250 emigraron por amor, para poder casarse con el hombre o la mujer que querían o por no tener que hacerlo con quién no deseaban. En su mayoría fueron mujeres como Virtudes: Yo tenía mi novio que, estaba aquí en Cuba, y nos queríamos casar. Él era de San Saturnino, cerca de Ferrol. Le conocí en Sobrado cuando volvió en un viaje de paseo, y me enamoré de él. Él ya aquí tenía una tintorería y era mayor que yo. Pero mis papás no querían que yo me casará con él porque yo era una niña de dieciséis años, pero yo me enamoré y quedé de acuerdo con él que vendría a Cuba en secreto. Así que yo no vine aquí a trabajar como otras, vine ya con compromiso de boda. (E # 27. Cienfuegos, 6/5/98). En otras ocasiones eran los propios enamorados los que, contra la voluntad de sus progenitores, acordaban emigrar juntos con el fin de poderse casar en Cuba, como lo hicieron los padres de José: Mi mamá tenía aquí un tío, y ella vino para la casa de él. Parece que mis papás ya se conocían de allá, y entonces mi mamá reunió dinero para venir a Cuba y mi papá también. Parece que quedaron de acuerdo para escaparse de allá y venir aquí para casarse (...). El tío, un día le dijo a mi mamá que él no estaba para cuidar a nadie. Le dio a entender que sabía que eran novios (…). Entonces se casó con mi papá y se fueron para Santa Clara, al Central Washington. (E # 124. La Habana, 12/10/97). Otras veces fue una proposición de un matrimonio arreglado la causa de la decisión migratoria, como fue el caso de Hortensia de O Incio: 251 Mi papá tenía un amigo que vivía aquí y que quería casarse conmigo. Entonces este señor me compró el pasaje de avión y me fue a esperar al aeropuerto. Él fue el que me reclamó. Ese gran amigo de mi padre, respondía por mí. Este señor estaba ya instalado aquí, tenía una bodega; era del mismo pueblo que soy yo (...). La hermana trabajaba de ama de llaves y fue la que me buscó trabajo en otra casa como sirvienta. Él ya era una persona de edad. Él viniera aquí antes de yo nacer, y cuando volvió al pueblo, ya de mayor, vino a ver a mi padre y le animó a que me mandara a Cuba para trabajar como criada. Yo hice los trámites y él me reclamó. Él tenía intención de casarse conmigo, era ya viejo y se había quedado soltero, había trabajado toda la vida en la bodega, y no había salido de allí para poder ahorrar y volver a Galicia y casarse. Pero se le echó el tiempo encima. Yo era una muchacha de veintiún años, y no me gustaban los viejos, así que encontré al que ahora es mi esposo y me casé. Él se quedó soltero. (E # 30. La Habana, 15/10/97). Con menor frecuencia, algunas muchachas decidían emprender el trayecto migratorio con el fin de alejarse de la imposición familiar de casarse con alguien que ellas no querían, como le ocurrió a Adela, que con diecisiete años decidió acompañar a su hermano a Cuba, que iba todos los años al inicio de la zafra y retornaba cuando ésta acababa: Yo nací en la aldea de Mugares, en el municipio de Toén. Mi padre era de familia rica de allí (...), tenía fincas individuales y una casa muy grande con un patio muy grande por donde entraban los carros cargados con leña, toxos y fentos. Entonces andaba siempre mucha gente de fuera trabajando para la casa. Se recogía mucho vino, mucho maíz, muchas papas, un poco centeno, granos de toda clase, se cosechaban 252 cebollas y ajos para todo el año. Yo vine con mi hermano y mi cuñada (...). Ellos vinieran muchas veces a Cuba a trabajar, y una de esas veces me invitaron a que me fuera con ellos, yo era la única que quedaba de la familia con mi mamá (...). Cuando llegué aquí me enamoré y me casé. A mi mamá no le gustó, porque quería que me casara con un vecino, pero a mí no me gustaba, por eso me vine con mi hermano. (E # 9. La Habana, 21/10/97). Otras mujeres solteras, más que por amor, emigraron por desamor, por haberse quedado embarazadas. El sacerdote y sociólogo gallego Vales Failde (1902: 87-99) constataba a principios del siglo XX que en los contingentes migratorios gallegos que se dirigían a América por entonces se podían ver muchas solteras embarazadas, quienes con su viaje transoceánico pretendían alejar su deshonra, crearse una nueva vida en el país de destino y poder mantener a su hijo. En los testimonios recogidos no son pocas las mujeres que afirman haber llegado a Cuba solteras y con sus hijos, y muchos más los que dicen ser hijos de madre soltera. Yo trabajaba esos viñedos solita; cavaba las cepas, araba, echaba sulfato y vendimiaba, y la hija mía tenía ocho años y araba la tierra con una xugada de bueyes... Yo quisiera que tú vieras a esa niña de ocho años arando con los bueyes, trabajando muy duro las dos solitas; se me murieron los padres de jóvenes. Yo tenía un hermano que era comunista, y yo era la que le llevaba de comer a la sierra donde estaban las cuevas. La vida no es fácil (...). ¡Pasé tantas cosas! Y luego, quedar embarazada por ese maestro que me engañó. 253 Así que me vine con mis tíos que estaban viejos y no tenían hijos. (E # 114. La Habana, 23/8/99). También algunas hijas de solteras emigraron a Cuba aconsejadas por sus propias madres, con el fin de que no les sucediera lo que a ellas, pudiendo sacarse así de encima el estigma de hijas de soltera, como le ocurrió a Ángela, que emigró aconsejada por su madre: Pues mire usted, mi madre me tuvo de soltera y cogió miedo a que me ocurriera lo que a ella. Y por eso vine a Cuba, y me hizo jurar que tendría que casarme con un hombre trabajador, aunque fuera pobre, y entonces me dijo estas palabras, y me va a perdonar: -“Si te lleva el demonio que te lleve en coche, porque para ser puta y no vender nada vale más ser mujer honrada” . Y esa palabra de honrada me mantuvo a mí firme. Por eso estoy en Cuba. (E # 10. La Habana, 27/11/97). De manera que, según los testimonios recogidos, las necesidades económicas, la falta de futuro para los jóvenes, la amenaza del servicio militar, la inducción, el espíritu aventurero, las circunstancias personales y familiares fueron, los principales factores de empuje de la emigración gallega a Cuba. Sin embargo, la mayoría de las personas que tuvieron que emigrar por alguna de estas causas, no habría podido hacerlo sin el factor posibilitador de las cadenas migratorias familiares y vecinales que unían ciertas aldeas, parroquias y comarcas gallegas con algunas ciudades, comarcas y sectores laborales cubanos. Estas cadenas migratorias encauzaron y facilitaron el trayecto a miles de gallegos que lograron 254 establecerse en la isla, gracias a la información proporcionada, a la financiación del viaje y al apoyo económico, laboral y afectivo que les brindaron. A principios del siglo XX el gran propagandista de la emigración española a la Gran Antilla, Rafael Mª de Labra, reconocía el protagonismo indiscutible de las cadenas familiares en el proceso migratorio español a Cuba: “Nuestros emigrantes van a Cuba generalmente llamados por sus familias y allí encuentran siempre atención y preferencia, por motivos de sangre” (Labra 1910: 25). Sin embargo, no todas las cadenas migratorias que unieron España, y concretamente Galicia, con Cuba 1959 fueron exclusivamente familiares, pues las relaciones de paisanaje y vecindad fueron tan importantes o a veces más que aquellas. Un buen ejemplo de estas cadenas familiares y vecinales fue la que unió la comarca orensana de Viana do Bolo con la región central de Cuba, concretamente con Santa Clara y Ciego de Ávila, gracias al apoyo, entre otras, de la familia Prieto, exitosamente instalada en el sector de los productos petrolíferos y del alcohol, cuya distribución y venta monopolizaban en esas provincias, y que lograron atraer a Cuba a muchos familiares y paisanos suyos: Nosotros trajimos a mucha gente de la familia de allá, y los pusimos a trabajar con nosotros. También colocamos y ayudamos a muchos vecinos de allá. A muchos les prestamos dinero para que se establecieran como bodegueros y cantineros, que luego nos compraban las bebidas a nosotros. (E # 141. Santa Clara, 1/5/98). Muchas de estas cadenas migratorias lograron crear nichos laborales que controlaron desde finales del siglo XIX ciertas familias o naturales de algunas comarcas gallegas. Los 255 propietarios, gerentes o incluso los propios trabajadores de esos nichos laborales trataban de emplear en el negocio o sector laboral a familiares y paisanos suyos en vez de a los cubanos nativos o a inmigrantes de ámbitos familiares y comarcales ajenos. El control gallego de las bodegas y almacenes de víveres de toda la isla es sobradamente conocido. Por lo general, estos bodegueros, almacenistas e importadores de víveres llegaban muy jóvenes a Cuba, casi unos niños, a trabajar de aprendices junto a un pariente, generalmente un tío materno, y cuando lograban establecerse por su cuenta mandaban llamar a sus hermanos más jóvenes, a sus sobrinos, o a hijos de vecinos de la parroquia natal; trasmitiéndose así los puestos de trabajo en el sector comercial de unos familiares o paisanos a otros. José Adriano, natural Ortigueira, como muchos comerciantes establecidos en Cuba, explica así la dinámica de estas cadenas familiares y vecinales que unían Galicia con el sector comercial cubano: Cuba en esos pueblecitos tenía fama de ser un país rico. Hubo mucha emigración gallega para Cuba (...). Porque vinieron unos y trabajaron. Unos se metieron en el comercio, otros en fincas, otros en fábricas, y después trajeron familias, traían amistades de Galicia para trabajar aquí, porque de aquella no había problemas de emigración aquí. El que tenía padrino aquí se bautizaba, venía para acá y trabajaba. Y, a parte de eso, venían muchas personas a trabajar a la agricultura: cortadores de caña, trabajaban en centrales y eso. Nosotros veníamos tan jóvenes porque naturalmente vinieron antepasados que trabajaron e hicieron capitales, montaron industrias, otros tenían fincas. El que venía, lo mismo se iba a trabajar en una tienda de ropa, que a un central que a la agricultura, porque si tenía un primo o un hermano, un pariente 256 que tenía posibilidades de darle trabajo, ya venía asegurao (...).Yo tenía familia en Cuba. Tenía un tío, hermano de mi mamá, que era comerciante en el pueblo de Abreus, y me llamó para trabajar en la tienda mixta que tenía. De aquella los que tenían comercio iban a pasear a Galicia y en su aldea hablaba con algún pariente o vecino y le decía: -“Yo tengo un hijo que tiene catorce años ...” Y todos tenían la ilusión de mandarlo para acá porque el que venía para acá, el 80 o 90 %, hacía capital, porque trabajaban. (E # 39. Cienfuegos, 8/5/98). El funcionamiento de estas cadenas migratorias se basaba, pues, en lazos solidarios entre familiares, que se concretizaban por la financiación del pasaje del pariente que quería emigrar y su el apoyo prestado para su inmediata inserción laboral nada más llegar a la isla, de modo que éste una vez establecido continuaba financiando el proyecto migratorio de otro familiar más joven, y así sucesivamente: Mi papá era el menor de cuatro hermanos que había (...). Cuando llegó el primero, que era sastre, vino con el compromiso de pagar el pasaje a sus papás que habían contribuido a pagárselo y a su vez a pagar el pasaje del próximo, y el otro del próximo y así sucesivamente. Fue una aventura, un salto. Ya cuando el sastre vino mandó a buscar al segundo y después éste el tercero, y mi papá vino el último. Llegó en el 98. Papá asistió aquí, según él me decía, cuando andaban en la guerra y cuando la gente gritaba; “Viva Cuba libre”. O sea, mi papá estuvo bajo el gobierno español, bajo la intervención norteamericana y bajo el gobierno cubano. (E # 44. La Habana, 18/7/98). 257 Pero, no todas las cadenas migratorias tenían como destino el sector comercial. Existieron en Cuba algunas actividades laborales controladas por los naturales de ciertas comarcas gallegas que fueron la meta laboral de cientos de emigrantes procedentes de esas zonas. Este era el caso de los jardineros del cementerio Colón, ocupación en la que los naturales de algunas parroquias del valle del Ulla, de los municipios de A Estrada, Silleda y Vedra aún hoy son mayoría: Aquí en el cementerio, antes de que llegaran mi padre y mi tío, ya había muchos de la Estrada trabajando. Cuando yo llegué había por arribita de 40 y pico de allí trabajando en el cementerio de una plantilla de 120. Yo calculé que había unos 70 gallegos, la mayoría de Pontevedra (...).Había muchos de la parroquia nuestra de Arnois, y de Oca, de Loemil, Berres, Riobó, Sia, San Miguel de Castro, Ribadulla... Yo entiendo que unos habían traído a otros. (E # 5. La Habana, 6/11/97). Estas cadenas de origen familiar y vecinal ya existían desde las últimas décadas de la Colonia, no desapareciendo con la llegada de la administración norteamericana, ni mucho menos tras la proclamación de la República de Cuba: Mi papá vino aquí ocho veces. A la vuelta de cada viaje a Galicia trajo un hijo. Mi papá vino a Cuba por primera vez después de la guerra de Independencia, a principios de siglo, sobre 1908, 1910. Él ya tenía a su vez mucha familia en Cuba; hermanos, primos...Uno de ellos ya estaba bien situado aquí, tenía una buena mueblería, había venido antes de la guerra de Independencia. Luego mi papá se casó allá y nos fue trayendo uno a uno a los ocho hermanos. Yo 258 personalmente no me puedo quejar, porque mis hermanos, los que vinieron primero, me ayudaron mucho; para mí realmente fue un cambio de casa y no un cambio de familia. (E # 7. La Habana, 28/10/97). En conclusión, si bien la gran mayoría de los gallegos que emigraron a Cuba lo hicieron por motivos económicos, muchos de ellos fueron empujados también por causas sicosociales y circunstancias personales, e incluso algunos por situaciones afectivas, viéndose facilitado el trayecto migratorio de todos por activas cadenas y redes migratorias de tipo familiar y local. Estas mismas causas de empuje y factores posibilitadores de la emigración se podrían aplicar también a otros movimientos migratorios del pasado y del presente. 259 Bibliografía CSE: La emigración española transoceánica, 1911-1915, Madrid, 1916. MELLA, Ricardo: “El problema de la emigración en Galicia”, en Ensayos y conferencias, Gijón, Tip. La Industria, 1934. (Primera edición, Barcelona, Imp. Ortega, 1885). MONGE MULEY, Servando y Gerardo: Los españoles en Cuba, Barcelona, 1953. NOVÁS, Lino: Obra narrativa, La Habana, Letras Cubanas, 1990. RISCO, Vicente: O problema político de Galiza, Vigo, Ed. Sept, 1976. (Primera edición en castellano, Madrid, CIAP, 1930). VALES FAILDE, J.: La emigración gallega, Madrid, Tipografía Antonio Haro, 1902. Prensa A Nosa Terra (1908), La Habana. Eco de Galicia, La Habana. Galicia, La Habana. Entrevistas E # 71. José: nacido en Parada de Sil (Ourense). Emigró a Cuba en 1949. Entrevista realizada en Santa Clara el 5/5/91988. E # 42. Ramón: 1903 Castrelo de Val (Ourense). Emigró en 1919. Las Tunas 31/7/99. E # 79. Antonio: 1936 Nogueira de Ramuín (Ourense). Emigró en 1951. Santa Clara 2/5/1998. E # 23. Aurora: 1914 Palas de Rei (Lugo). Emigró en 1925. La Habana 10/2/98. 260 E # 100. Jesús: 1904 Gomesende (Ourense). Emigró en 1920. Morón 3/12/97. E # 98. Antonio: 1902 Pontedeume (Coruña). Emigró en 1920. Sagua la Grande 5//5/98. E # 12. María: 1904 A Estrada (Pontevedra). Emigró en1929. La Habana 6/4/98. E # 6. Alfredo: 1930 Becerreá (Lugo). Emigró en 1957. La Habana 25/10/97. E # 44. José: 1935 Rois (Coruña). Emigró en 1949. La Habana 18/7/98. E # 48. Bernardo: 1908 Mesía (Coruña). Emigró en 1928. Camagüey 7/12/97. E # 7. Jesús: 1924 Ourol (Lugo). Emigró en 1949. La Habana 28/10/97. E # 122. Olga: 1923 La Habana, hija de orensanos. La Habana 1/9/98. E # 1. José: 1907 Castroverde (Lugo). Emigró en 1924. La Habana 24/11/97. E # 75, Severino: 1919 Vigo (Pontevedra). Emigró en 1941. Boniato 10/3/98. E # 78. José Ramón: 1932 Muros (Coruña). Emigró en 1948. Santa Clara 4/5/89. E # 63. Carmen: 1912 Meira (Lugo). Emigró en 1930. La Habana 17/4/98. E # 65. Evaristo: 1916 Chantada (Lugo). Emigró en 1924. La Habana 14/11/97. E # 24. Concha: 1939 Cesuras (Coruña). Emigró en 1958. Santiago de las Vegas 27/7/99. E # 27. Virtudes: 1908 Sobrado dos Monxes (Coruña). Emigró en 1925. Cienfuegos 6/5/98. E # 124. José: 1932 La Habana. La Habana 12/10/97. 261 E # 30. Hortensia: 1931 O Incio (Lugo). Emigró en 1952. La Habana 15/10/97. E # 9. Adela: 1902 Toén (Ourense). Emigró en 1919. La Habana 21/10/97. E # 114. Dolores: 1912 Toén (Ourense). Emigró en 1942. La Habana 23/8/99. E # 10. Ángela: 1907 Lugo. Emigró en 1927. La Habana 27/11/97. E # 44. José: 1935 Rois (Coruña). Emigró en 1949. La Habana, 18/7/98 E # 141. Fidel: 1899 Viana do Bolo (Ourense). Emigró en 1915. Santa Clara 1/5/98. E # 39. José Adriano: 1909 Ortigueira (Coruña). Emigró en 1922. Cienfuegos 8/5/98. E # 5. Alfonso: 1929 A Estrada (Pontevedra). Emigró en 1947. La Habana 6/11/97. 262 Representaciones cinematográficas de las migraciones españolas en la Argentina: imaginando el retorno 263 Representaciones cinematográficas de las migraciones españolas en la Argentina: imaginando el retorno1 Susana Schmidt 2 Los intercambios poblacionales que se vienen produciendo dentro del sistema migratorio (Kritz, Lim y Zlotnik, 1992) conformado por Argentina y España refieren a una historia cuyos orígenes remontan en el tiempo a la época colonial. No obstante, es a partir de 1880 –coincidiendo con la consolidación de la Argentina como República- cuando se ponen las bases de los estrechos lazos que unen a ambas sociedades hasta la actualidad. Fue principalmente entonces, durante las llamadas migraciones “masivas”, que alcanzan hasta 1930, cuando más de dos millones de españoles se trasladaron a la Argentina, contribuyendo a conformar el carácter de la sociedad tal y como la conocemos hoy en día. Finalizada la Segunda Guerra Mundial –y hasta la década de 1960- se reanudaron los traslados desde España a Argentina, que durante la década de 1930 habían quedado estancados, a raíz de la Gran Depresión y la Guerra Civil española. Durante el último cuarto del siglo XX cambió la direccionalidad de los flujos migratorios entre ambos países. Primero – principalmente desde la dictadura argentina de 1976, aunque habría que incluir también los años previos al golpe- sería el 1 En el marco del Proyecto de investigación HUM 2007-65645, apoyado por el Ministerio de Educación y Ciencia de España. 2 Doctora en Historia, Universidad de Salamanca. [email protected] 264 exilio político, desde el retorno democrático en 1983 las migraciones económicas las que fueron engrosando el volumen de argentinos radicados en España, pudiéndose contabilizar unos 300 mil argentinos a principios de 2009 (Actis, 2010). Son estas migraciones entre ambas orillas del Atlántico las que, de manera sustantiva, han contribuido a conformar, a lo largo del tiempo y a pesar de los kilómetros de distancia, esos espacios transnacionales en los que los migrantes de hoy articulan sus relaciones (Schmidt, 2009). Se trata de espacios sociales y simbólicos que se extienden más allá de las fronteras estatales (Faist, 2000), a través de los cuales no solamente circulan personas, sino también capitales, productos tangibles e ideas intangibles, prácticas culturales, películas, canciones… Entre ambos polos del sistema migratorio se han producido también migraciones de retorno, es decir, aquellas protagonizadas por personas que habiéndose trasladado con intención de quedarse a vivir (y trabajar) al otro lado del Océano, deciden, en un determinado momento regresar al país de origen, también de manera más o menos duradera. Todos los procesos migratorios suelen venir acompañados por retornos, al menos individuales. Ocurre que, como fenómenos colectivos, los retornos son uno de los aspectos, en general, menos estudiados (Núñez, 2005); y el caso de las migraciones entre Argentina y España no es una excepción. De los dos millones de españoles que emigraron a la Argentina, un millón se asentaron de manera definitiva en el país – con lo que es de suponer que el otro millón retornaron a España (Yáñez, 1989, p. 469). Se cuenta, para esa época, con diversos estudios que enfocan la influencia social, económica, política y cultural en origen de esas migraciones y sus retornos (Duarte, 1998; Frid, 265 2001; Hernández, 1989; Núñez, 1994; 1998; 1999). Un caso específico de retorno es la repatriación de españoles subvencionada por el gobierno de la Segunda República (Tabanera, 1988). La investigación exploratoria sobre el retorno de migrantes españoles (Marsal y Mandilovitch, 19673) no encontraría continuidad, hecho que parece sintomático del escaso interés que despertó el tema. En cuanto a los exiliados argentinos establecidos en España, durante la primavera democrática post 1983, en la “coyuntura del retorno” del exilio (Jensen, 2007, cap. 7) se pusieron en marcha diversas indagaciones orientadas a reinsertar a los expatriados en la sociedad, enfocando el tema como “fuga de cerebros” o emigración de carácter económico, antes que como exilio político (Lattes y Oteiza, 1986; Maletta, Szwarcberg y Schneider, 1986). Entre las investigaciones que abordan las migraciones económicas desde Argentina hacia España, centradas en la última oleada –en torno a la crisis de 2001-, se encuentran algunas que abordan de manera inicial, los procesos de retorno, planteándolos como resultado del fracaso de los proyectos migratorios y de la frustración de las expectativas creadas (Castellanos, 2006; Palomares, Castiglione y Nekamkis, 2007). No se agota con esto la casuística de retornos posibles en el sistema migratorio formado por Argentina y España. El punto de partida para las reflexiones que quisiéramos compartir en esta ponencia lo constituye la constatación de que los flujos poblaciones recientes desde Argentina hacia España, 3 Poco después Marsal, de origen español, tras haber construido su carrera como sociólogo en la Argentina, regresaría a España, sin continuar (hasta donde hemos podido indagar) con esta línea de investigación. Sobre su trayectoria, véase: Morales y Rodríguez (2009). 266 esos que mayormente están vinculados a causas económicas, han sido caracterizados en no pocas ocasiones como migraciones de retorno, tanto en los medios de comunicación como en indagaciones de científicos sociales. Así, encontramos en la prensa española –especialmente en la más conservadora- titulares como “Emigrantes españoles emprenden el viaje de vuelta” (Medel, 27-12-2001) estableciendo una clara distinción de esta inmigración, étnicamente afín, frente a la de otros colectivos procedentes de países extracomunitarios, considerados “más distintos” y, por ende, más problemáticos de integrar en la sociedad. Es cuestionable hasta qué punto se puede hablar de “retornos” cuando quienes parten a España –aún cuando poseen el pasaporte español o cuando, al ser descendientes de españoles, tienen derecho a solicitarlo4- son, sociológicamente hablando, argentinos: han nacido y crecido en la Argentina, y ahí tienen sus referentes familiares, sociales y culturales. En todo caso habría que hablar de “retornos diferidos generacionalmente”, “retornos a las raíces” o “falsos retornos” (Oso, Golías y Villares, 2008). Al calificar estas migraciones como retornos, se está queriendo significar un vínculo imaginario entre los descendientes de españoles en la Argentina y España como país de origen, dentro de un marco de representaciones que remite a la cercanía cultural entre ambas sociedades. Además, el hecho de la afinidad étnica tiene consecuencias en el plano de las políticas migratorias, puesto que, por diversas vías y desde los distintos niveles de gobierno (nacional, autonómicos, 4 Con la reforma del Código Civil en 2003 queda estipulado que pueden optar a la nacionalidad española sin límite de tiempo y edad, y sin requisito de residencia legal en España, aquellas personas cuyo padre o madre hubieran sido originariamente españolas y nacidos en España. 267 municipales) se vienen implementando iniciativas que buscan privilegiar los colectivos con ascendencia española (CookMartin, Viladrich, 2009). En lo que sigue se pone la mirada sobre un conjunto de películas de ficción producidas en el espacio argentinoespañol durante la última década para indagar en el significado que atribuyen a las migraciones españolas a la luz de los procesos sociales que acaecen a inicios del siglo XXI: un momento en el que el auge de los desplazamientos inversos iluminan aquellas migraciones históricas desde un nuevo ángulo. Se referirá a la construcción en el imaginario de la sociedad argentina de una idea del retorno a Europa/España en un contexto de crisis económico-social y búsquedas personales de diversa calaña. El auge que a lo largo de la última década tuvo la producción fílmica –tanto con la aparición del “novísimo cine” como con el más asentado “mainstream”- guarda relación con la inquietud de un considerable número de cineastas por pensar los problemas de la sociedad argentina actual (Pena, 2009). La riqueza de estas propuestas alcanza desde la variedad de las tematizaciones y los sectores sociales enfocados hasta la diversidad de lenguajes y recursos. Por otro lado, durante este tiempo se ha consolidado el instrumento de la coproducción cinematográfica como mecanismo de financiación y comercialización de películas en otros mercados, pudiendo además beneficiarse de los recursos aportados por los sistemas de subvención de los respectivos estados (Bonet y González, 2006, pp. 186 y ss.). Para el caso de la coproducción Argentina-España, en el proceso de elaboración participan directores, guionistas, actores y técnicos que pertenecen a ambos países y, al mismo tiempo, 268 los públicos a las que van dirigidas se encuentran tanto en una sociedad como en la otra. En otro lugar se analizaron las construcciones de sentido observadas en el espacio cinematográfico español acerca de la emigración argentina reciente, considerando aspectos como el marco explicativo que se confirió a este fenómeno, las perspectivas desde las cuales se narran las historias de migración o la inscripción de las migraciones argentinas de hoy en los ciclos históricos (Schmidt, 2009, cap. 6; Schmidt, 2010). Aquí nos interesa retomar ese último aspecto para enfocar con más detalle las representaciones que vinculan pasado y presente en torno a la cuestión migratoria. La hipótesis de partida es que en la coyuntura actual de la sociedad argentina (ca. 1999-2008), cuando los flujos de argentinos hacia España han tomado relevancia, hay una necesidad o una demanda social de contar las historias de los españoles que a lo largo del siglo XX migraron a la Argentina y, especialmente, de vincularlas con historias de “retornos” de sus descendientes a España, enfatizando en las raíces españolas del árbol genealógico de la sociedad. En el lapso de los últimos años se han producido películas tan distintas como son Las huellas borradas, Un día de suerte, Herencia, Lugares comunes, Bar “El Chino”, El abrazo partido, Luna de Avellaneda, Como mariposas en la luz5, Abrígate o la miniserie de televisión Vientos de agua que, desde planteamientos diversos hacen referencia a las migraciones españolas (y en algunos casos europeas) en la Argentina. Al citar este conjunto de películas no estamos queriendo señalar que todas ellas tengan el propósito expreso 5 Hasta el momento nos ha sido imposible localizar esta película. Encontramos una descripción bastante detallada de la misma en: Neveleff y Montforte (2008, pp. 67 y ss., 83). 269 de contar historias de migración referidas a la época de las migraciones europeas masivas, a los exilios vinculados a los fascismos de los años 30 o a la Guerra Civil española, o a las migraciones tardías. En unos casos se trata simplemente de pequeños guiños a las migraciones y exilios del pasado, relevantes de algún modo para la trama central, o para caracterizar a los personajes y entender su actuación. En otros filmes encontramos una propuesta explícita de comparación de los procesos migratorios de ayer y hoy. Todas estas producciones tienen en común que se acercan a las migraciones españolas/europeas en la Argentina desde la perspectiva actual, partiendo de una historia que ocurre en el presente y para la cual aquellas migraciones del pasado son relevantes. Además, se trata de miradas desde la perspectiva del “nosotros” –no de miradas hacia “los otros”, los “inmigrantes extranjeros” 6-, relatos desde el punto de vista de los migrantes, facilitando la identificación con los protagonistas, con los argentinos/españoles que retornan. La primera de las películas, por orden cronológico de producción, es Las huellas borradas, de Enrique GabrielLipschutz. Trata de Higueras, un pueblo ficticio situado en la provincia de León (España), a punto de desaparecer –quedará engullido por las aguas de una represa que será construida en la zona-, y de las rencillas entre sus habitantes, que se pelean por ver quién le saca más partido a la indemnización recibida a cuenta de la expropiación. Quienes todavía viven en Higueras, sobre todo personas en edad avanzada, deben trasladar su 6 No son encuadrables, por lo tanto, dentro de lo que se podría denominar el nuevo cine social, orientado a la concienciación sobre determinadas problemáticas vinculadas a la inmigración, la integración de los inmigrantes, o la denuncia de prácticas de explotación y/o racismo, tal como se describe en: Varela-Zapata (2009). 270 domicilio a otra población. Esta historia le sirve a GabrielLipschutz para reflexionar sobre la tensión entre los tiempos modernos, que arrasa con los restos del medio rural, y la necesidad humana de guardar recuerdos, referentes del pasado a los que agarrarse (Martínez, 12-02-2000; Márquez, 04-061999). Pero, al mismo tiempo, Las huellas borradas narra el intento, y el fracaso, del retorno a Higueras por parte de Manuel Perea, un ilustrado escritor y periodista, ya mayor, que originariamente procede de ese pueblo y que, siendo joven, emigró a la Argentina. El espectador no alcanza a saber mucho de la vida de Manuel en el exterior, al contrario, la historia está centrada en el deseo que siente de recuperar sus raíces, de volver a sus orígenes. Según se desarrolla la trama, el protagonista comprende que volver es un despropósito. Por un lado, se da cuenta de la imposibilidad de recuperar a Virginia, su viejo amor y, al mismo tiempo, su cuñada (la mujer de su hermano ya fallecido). Por otro lado, se da cuenta de que su familia le ha usurpado la parte que le correspondía de la herencia, hecho que le habían ocultado. Además, siente un recibimiento hostil por parte de los vecinos, que se le enfrentan con una mezcla de curiosidad y rencor. Curiosidad por la Argentina, esa tierra lejana y mítica a la que se fue a vivir, y por cómo fue su vida, que presuponen exitosa. Y rencor por las libertades y triunfos que Manuel pudo vivir afuera, mientras ellos aguantaron la escasez material y la sequía espiritual. Finalmente, el intento de volver se ve frustrado: para Manuel no hay retorno posible. Sin lugar a duda, este tema de los vínculos que un migrante mantiene con el lugar de procedencia, es una cuestión que ocupa personalmente a Enrique Gabriel-Lipschutz, él mismo de origen argentino y residente en España desde 1974. Explica: 271 La importancia de las raíces siempre está presente en mi obra, porque en el fondo uno siempre hace la misma película. En parte yo soy un desarraigado, o más bien una persona con muchas raíces pero con ninguna en concreto. Pero no encuentro ningún motivo de frustración en ello, sólo es la obsesión más latente de ml (sic) temática cinematográfica (Reviriego, 14-11-1999). La mayoría de las películas producidas recientemente que vuelven sobre las migraciones históricas parten de las migraciones actuales de argentinos a España o Europa. La ficción cinematográfica refiere a un componente de los procesos migratorios que tiene que ver con crisis personales y búsquedas identitarias. Sin obviar el elemento económico, en unos casos, y difuminándolo por completo, en otros, ofrecen explicaciones complementarias o alternativas, enriqueciendo el discurso sobre las causas de las migraciones. Como veremos a continuación, la presencia española en la Argentina y los vínculos con España son puestos de relieve de distintos modos y ofreciendo diversas matizaciones. El film Bar “El Chino”, de Daniel Burak, y la serie televisiva Vientos de agua, dirigida por Juan José Campanella, cuentan historias que giran en torno a la migración, contraponiendo las experiencias actuales de traslado a España con las de los españoles y europeos que en su momento partieron para asentarse en la Argentina. En estas representaciones en las que pasado y presente se miran en el espejo, hay un sentido claro de explicar “nuestra historia argentina” como aquella de la cual forman parte sustantiva los desplazamientos migratorios: de recordar que la sociedad fue construida por los migrantes y, al mismo tiempo, mostrar que ahora se debe poner en marcha para buscar su futuro en otra parte. En relación con este doble papel de país receptor y 272 emisor de migrantes se encuentra otro de los elementos contenidos en estas construcciones imaginarias: los vínculos sociales y simbólicos con España que se han ido construyendo históricamente a raíz de los intercambios poblacionales. En Bar “El Chino” se relata la historia de Jorge, un realizador cinematográfico argentino cuya vida, en el contexto de la debacle multidimensional de 2001, está marcada por el sinsentido. Por un lado, sufre el desarraigo, fruto del exilio en España durante la dictadura argentina de 1976 –y del posterior retorno-. Si bien tiene claro que no se quiere volver a marchar, quedándose extraña a su hijo, que vive en Madrid (también la ex mujer de Jorge se quedó en España cuando él regresó a la Argentina). Por otro lado, su quehacer profesional está condicionado por la lógica del neoliberalismo imperante: sobrevive de realizar documentales publicitarios, actividad que le parece ridícula y desempeña sin entusiasmo. Además sufre de modo directo las consecuencias del flujo de salidas que se articulan alrededor de la crisis cuando su amada, Martina, decide partir a Madrid, respondiendo a una oferta de trabajo. Únicamente hay algo que otorga un poco de sentido a su vida: la pasión por “El Chino”, el boliche de tango en el barrio de Pompeya sobre el cual filma un documental. En paralelo a la historia de Jorge, el espectador de Bar “El Chino” accede a la historia del boliche y sus gentes, a través de la visualización de fragmentos de ese documental al mostrarse cómo Jorge y Martina realizan el montaje. De este modo, algunas interrogantes que provocan las experiencias vitales de estos personajes, condicionadas por los hechos de irse y quedarse, encuentran una respuesta en el relato de experiencias anteriores de migración. Los testimonios en “El Chino” explican que los migrantes viven en el eterno desarraigo, un dolor natural del extrañamiento que dio fuerza al tango –como 273 dice El Tano, uno de los cantantes-. De esta manera se facilita la identificación con el “ser migrante”, independientemente de las coyunturas en las que se produce el proceso migratorio. La miniserie televisiva Vientos de agua, cuenta, a través de la ficción, dos historias particulares que a su vez encajan en dos momentos de la historia española y argentina. Por un lado, el destino de José/Andrés Olaya, que se presenta ante los ojos del espectador pasado por el tamiz de los recuerdos que invaden sus pensamientos a la edad de 80 años. Siendo un joven minero asturiano abandonó en 1934 su patria por motivos económicos y políticos, para empezar en Buenos Aires una nueva vida. Recuerda su juventud en el pueblo natal, cuando él todavía se llamaba José; su vida familiar, las juergas con sus amigos, el trabajo en la mina, el accidente mortal de su hermano Andrés y las circunstancias convulsas en las que él mismo debió adoptar el pasaporte y el nombre de su hermano para emprender el viaje que, en principio, estaba pensado para aquél. Recuerda también la travesía en barco, donde conoce a algunos de los que formarían parte de su nueva familia en la Argentina: su amigo Juliusz, de origen ruso y judío, con quien compartirá cuarto en el conventillo durante el primer tiempo en Buenos Aires; Laia, una mujer que marcha a la Argentina para dedicarse a la prostitución y que será su amante durante años; Gemma, la niña italiana, que se criará con Andrés y Juliusz y que terminará siendo la mujer de este último, etcétera. En los sucesivos capítulos se accede también a conocer distintos acontecimientos y circunstancias de su nueva vida en la Argentina… desde sus primeros trabajos, las luchas en el movimiento anarquista y el noviazgo con una joven abogada argentina, pasando por su matrimonio con una pianista francesa, con quien tiene dos hijos, hasta el nacimiento de su tercer hijo, Ernesto, fruto de su segundo 274 matrimonio, esta vez con una argentina. Paralelamente a la historia de José/Andrés, en Vientos de agua se narra una historia que transcurre en el presente, la de su hijo Ernesto. Éste, arquitecto, casado con una médica y con dos hijos casi adultos, inicia un viaje semejante al de su padre, pero en sentido inverso, y en un momento histórico distinto. Se relatan sus problemas laborales en el marco de la crisis económica y social en la Argentina de 2001, la decisión de la partida como proyecto familiar, aunque las circunstancias le obligan a emprender solo este viaje a España, las dificultades a las que se enfrenta en Madrid (el alquiler de una vivienda, la soledad, el reconocimiento de su título de arquitecto, los primeros empleos, el trámite de su nacionalidad española, la comunicación a la distancia con su mujer y su familia…), la formación de un círculo de amigos y, finalmente, el inicio de una nueva relación de pareja con una mujer colombiana, con quien tiene un hijo: le ponen el nombre de Andrés, con lo que, simbólicamente, se cierra el círculo. El realizador de la serie, quien se mueve en el “mercado global del audiovisual”, saltando entre las ficciones televisivas estadounidenses y la realización cinematográfica – en la que se ocupa de la sociedad y la historia reciente de la Argentina-, incluye en Vientos de agua elementos de estas dos líneas de trabajo7. Campanella en esta serie se acerca al pasado 7 Más que una serie, Vientos de agua “es una película que se desgaja en 13 capítulos”, refiriéndose a la calidad de la realización y su estilo cuidado (Pérez, 13-01-2006). Se trata de una coproducción internacional en el marco de televisión española en la que participan el canal Telecinco, así como la productora española Icónica SA y las argentinas 100 bares y Pol-ka. Más acerca de la producción en: Cerdán y Quílez (2009, pp. 293 y ss.). 275 a través de la evocación desde el presente, considerando la historia (el discurso histórico) como representación (Cerdán y Quílez, 2009, pp. 301-302). El juego de repeticiones que borra las fronteras entre los tiempos históricos se consigue mediante distintas estrategias narrativas: los desdoblamientos y paralelismos entre 1934 y 2001, la réplica de cada detalle del pasado en el presente, el montaje en paralelo de las dos tramas (Cerdán y Quílez, 2009, pp. 302-303). Entendiendo que la propuesta es recuperar la “memoria migratoria” de la Argentina, se pueden señalar algunos aspectos relativos a la cuestión que aquí nos ocupa: el imaginario del retorno construido sobre la memoria de aquellas migraciones del pasado. En Vientos de agua se busca explicar qué le está pasando a la sociedad y, en particular, a “los que se están yendo” y en el exterior se deben enfrentar a la experiencia de no ser del lugar, etcétera, a través de la narración de “la historia de nuestros abuelos”. De esta manera se resalta, por un lado, lo universal de los procesos migratorios: contar que “nos está pasando algo semejante a lo que ya vivieron otros, bajo otras circunstancias”. Campanella señala en una entrevista: No importa la época ni los motivos que le hayan impulsado a mudar de país. El mismo vacío lo experimenta cualquier emigrante (Wurgaft, 08-01-2006). En otra ocasión explica: Estábamos formando esta productora y la verdad es que quería hacer algo en televisión. Manejamos varias ideas, pero este tema de la inmigración me rondaba. He sido emigrante e inmigrante y justamente cuando esto empezó era el año 2002. Los primeros capítulos los empezamos a escribir antes de filmar “Luna de 276 Avellaneda”. De hecho, algo de esta historia apareció en la película en el papel del hijo del personaje de Darín que se quería ir a vivir a España. Me quedaron ganas de desarrollar este tema tipo saga familiar. Además, me interesaba mostrar las diferencias y similitudes entre la inmigración de principios del siglo pasado de los europeos para acá y la de ahora para allá (Trzenko, 21-05-2006). Al mismo tiempo, se propone un redescubrimiento de lo propio: de la historia familiar y de la historia de la Nación Argentina, inseparable de los fenómenos migratorios. Y esto no lo hace escribiendo la historia con mayúsculas (de grandes acontecimientos y personajes importantes), sino relatando una pequeña historia particular. La afirmación de que la sociedad argentina fue construida por inmigrantes europeos forma parte de los mitos fundacionales de la Nación. En la historia reciente, especialmente en la coyuntura de la crisis de inicios del siglo XXI, se ha recurrido a él para fundamentar la emigración al exterior en una tradición migratoria que remite a los orígenes de la sociedad y, concretamente, forma parte de muchas historias familiares (Trzenko, 21-05-2006). El propio Campanella tuvo un abuelo procedente de un pueblo asturiano (Wurgaft, 08-01-2006) y, sin embargo, constata que en realidad no sabía nada del pasado de su abuelo, de quién era antes de migrar a la Argentina: A mi abuelo siempre lo vi como un dandi porteño que iba a jugar al billar y a las carreras de caballos. Ahora, saber que daba de pastar a las vacas, que se marchó por hambre, que llegó a Buenos Aires calzando madreñas… (Baragaño, 31-07-2005). 277 De ahí que, como explica en la entrevista, la realización de Vientos de agua le sirviera para conocerle de nuevo. Lo mismo ocurre con los personajes de ficción en la serie. Para el anciano José/Andrés recordar su pasado es una necesidad, aunque lo hace en silencio: siempre mantuvo en secreto su historia, de modo que su hijo Ernesto lo desconoce prácticamente todo acerca de su padre. No es hasta que él mismo pasa por la experiencia de ser migrante argentino en España que se empieza a preguntar por la vida de su padre antes de que él tuviera uso de razón. La sociedad argentina pasaría por el mismo proceso de redescubrimiento de su pasado migratorio en el momento en que sectores de la población se ponen en marcha para buscar su futuro en otra parte. En Vientos de agua se pone de relieve que más allá de la afirmación de que “los argentinos descendemos de los barcos” y de la sensación de afinidad cultural con España, la historia de los millones de migrantes que vinieron a poblar la Argentina no es tan conocida como esa idea generalizada podría hacer suponer, aún cuando las experiencias migratorias constituyan la memoria personal de sus protagonistas. Al respecto es significativa la primera escena en la que aparece José/Andrés de mayor. Se encuentra trabajando en su taller de carpintería cuando su mirada se clava en un afiche de una costa asturiana; la misma donde él de joven estuvo sentado junto a su hermano mirando al horizonte, soñando con la Argentina lejana y hablando del futuro. En el cartel reza un reclamo: “Quedará en tus recuerdos”. Para José/Andrés no se trata de una fotografía cualquiera, al contrario, representa un lugar muy especial para él. Mientras para otros no es más que un afiche turístico. 278 Detengámonos brevemente en la conversación que tienen Ernesto y Cecilia, su mujer, con sus hijos, Alicia y Tomás. Los padres les hablan de su proyecto migratorio: Cecilia: Pensábamos en España. Tomás: ¡No, España no! ¿Por qué España? Mamá. ¿Por qué vamos a ir a España? C.: ¡Qué sé yo! El idioma. Además, Papá es hijo de españoles. Y es más fácil por los papeles. Alicia: ¡Ah! ¿Y por eso yo voy a elegir dónde desarrollar mi vida? ¿Porque es más fácil con los papeles? T.: ¿Y por qué no vamos a Estados Unidos? (…) Ya que la vamos a hacer, hagámosla bien. Vayamos al primer mundo en serio. No a un quinto carbónico. E.: ¡Pero dime! Con España tenemos una herencia, una tradición. A.: ¿Qué herencia? Acá lo único que llega a España es la cuenta de teléfono y siempre con plata de más. ¿De qué herencia me hablás? Yo a España no me voy. Entre los argumentos aportados por los padres para justificar la elección del destino se encuentran las típicas razones basadas en la afinidad cultural con España, una idea repetida una y otra vez por los migrantes de la última oleada. Aunque ni siquiera ellos saben explicar exactamente en qué consiste esa herencia compartida. Para los hijos es aún más difícil de entender: para Tomás España es sinónimo de atraso económico, para Alicia de colonialismo de sus empresas, y ninguno de los dos considera que en España se sentirían como en casa. La cuestión de la cercanía étnica/cultural de argentinos y españoles –de la que tan frecuentemente se hace uso en la opinión pública para fundamentar la idea de las 279 ventajas comparativas que supuestamente tienen los argentinos en España frente a otros colectivos de inmigrantes- aparece a lo largo de toda la narración de las vivencias de Ernesto en España: mostrando que también él, a pesar de ser argentino, sufre las dificultades de los migrantes económicos y que a pesar de que su padre es español, para él España es un país desconocido, en el que la adaptación significa empezar de nuevo. A lo largo de los trece capítulos que componen la serie se narra cómo fue la vida de un asturiano emigrado a la Argentina en la década de los años 30 y cómo es la de un migrante argentino en la España actual, describiendo situaciones con frecuencia parecidas, si bien también ofrecen algunas diferencias sustantivas. Así, la partida de José/Andrés estaría marcada por la pobreza y el exilio político, mientras la migración de 2001 es dibujada como un fenómeno propio de las clases medias, que buscan mantener un determinado nivel de vida y estatus social a través de la migración. Y mientras que entonces migrar habría significado en buena medida “nacer de nuevo” –hasta el punto de que José cambia su nombre por el de Andrés (pues ingresa en Buenos Aires con el pasaporte de su hermano muerto)-, hoy las distancias son mucho más cortas, siendo posible volver, sea temporal o definitivamente, al lugar de origen. Campanella en una entrevista: Aquéllas [las emigraciones del pasado] implicaban la decisión heroica de cambiar tu vida y no ver nunca más a los tuyos. Realmente se volvía a nacer. Ahora, en nuestros países, la gente emigra para mantener un nivel de clase media (Baragaño, 31-07-2005). 280 En las películas Lugares comunes, de Adolfo Aristarain, y Luna de Avellaneda, de Campanella, también está presente el tema de las migraciones entre España y la Argentina, si bien ocupando un segundo plano. Lugares comunes cuenta la historia de Fernando y Liliana, una pareja mayor felizmente casada, perteneciente a la clase media intelectual e ideológicamente de izquierdas, pero afectada por la crisis multidimensional que atraviesa la Argentina, y por el rumbo de las políticas neoliberales, fruto de las cuales cada vez queda menos espacio para la cultura. Cuando Fernando, profesor de literatura, es prejubilado por decreto, siente que ya no hay lugar para él en la sociedad. Ante esta “expulsión”, la pareja decide no emigrar, sino emprender algo así como el “exilio interno” y probar suerte en la utopía agraria: venden su departamento en Buenos Aires y compran una chacra en la provincia de Córdoba, donde intentan dedicarse al destilado de lavanda para la fabricación de perfumes. La historia familiar de Fernando y Liliana está atravesada por experiencias de migración de diversa índole, hecho que condiciona su existencia. En primer lugar, Liliana es hija de españoles republicanos que al final de la Guerra Civil se exiliaron primero en Francia y, cuando Liliana tenía 20 años, se trasladaron a la Argentina. Para ella ser exiliada forma irremediablemente parte de su identidad. Durante la dictadura del 76 Fernando y Liliana vivieron el exilio madrileño; después de 6 años pudieron regresar a la Argentina. Más tarde, Pedro, el hijo de la pareja, junto con su joven familia, partió a Madrid por causas económicas; esta última migración es narrada desde el punto de vista de los padres y explicada como esa salida buscada por muchos miembros de los sectores clasemedieros para recuperar (o mantener) un estatus que en la 281 Argentina no logran alcanzar. Los padres critican el estilo de vida del hijo, quien no duda en sobrecargarse con largas jornadas laborales en una compañía de computación, a cambio de bienestar material para sus hijos, sintiéndose en el fondo infeliz y soportando una relación de pareja llena de tensiones. En una discusión en la que Pedro intenta convencer a su padre de que ellos también se vayan a vivir a Madrid, Fernando hace referencia a la cuestión de la supuesta identidad española de los argentinos que, como su hijo, parten a España a buscarse el futuro: Fernando: El futuro no lo tenés, no es tuyo. Te guste o no, eres un exiliado y un sudaca, que le está quitando el puesto a un gallego desocupado. Y cuando tu querida empresa tenga que achicarse porque llegó la recesión, al primero que le van a dar una patada en el culo es a vos. ¿Tenés alguna duda? Pedro: Yo no soy ningún sudaca. Soy español, tengo nacionalidad española. Fernando: Sabés por dónde me paso yo eso de la patria, la bandera y la escarapela. Vos te vendiste, Pedro. Vos dejaste tu país por guita porque te conviene. Vos no sos español, sos otra cosa. Luna de Avellaneda cuenta la historia de la debacle de un club social y deportivo de la Argentina de fines del siglo XX. El deterioro del tejido barrial descrito en este film también se podría extrapolar al conjunto de la sociedad, devorada por el neoliberalismo: lo único que cuenta es el beneficio económico de los empresarios, mientras las relaciones personales y la sociabilidad vecinal carecen de valor. Una de las respuestas a esta desarticulación social es la 282 solución que plantea el hijo del protagonista, siendo casi un adolescente: emprender el viaje a España. El padre, sin embargo –y este es el mensaje que transmite la película, opta por quedarse y luchar por la reconstrucción de los lazos de vecindad y solidaridad. Por otro lado, la cuestión migratoria también está presente al mostrar la raíz migratoria de la sociedad argentina: el club fue fundado por tres gallegos. Como mariposas en la luz, de Diego Yaker, enfoca la crisis económica y social de cambio de siglo en Mar del Plata, una ciudad marcada por la desocupación y el fracaso de la reconversión industrial. Después del cierre de la fábrica procesadora de pescado en la que trabajaba su padre, el joven protagonista, que desde hace tiempo juega con la idea de partir a España (concretamente a Barcelona), se pone en marcha, como tantos otros marplatenses. Se trata de un film centrado en la problemática de la migración actual y, una vez más, aparece la cuestión de los vínculos con España: el joven tiene ascendencia catalana, a través de la cual ansía conseguir su pasaporte europeo, aunque una vez que se encuentra en Cataluña –todavía sin haber conseguido ‘los papeles’- se da cuenta de que no es tan bien recibido como esperaba (Neveleff y Monforte, 2008, p. 83). Otro conjunto de películas refieren, no a las migraciones españolas, sino a las procedentes de otros países europeos, respondiendo al mismo patrón interpretativo que las anteriores: representan las migraciones actuales como retorno a Europa, siendo que con frecuencia se difuminan las diversas procedencias nacionales. Se produce una identificación con lo europeo a partir de los procesos migratorios que llevaron a gallegos, españoles, italianos, polacos, judíos, etc., a constituir la sociedad argentina. En Un día de suerte, de Sandra Gugliotta, se cuenta la historia de una joven que, en medio de 283 la debacle argentina, anhela marcharse a Italia, de donde procede su abuelo y donde espera encontrar su amor. El abrazo partido, de Daniel Burman, relata la historia de búsqueda identitaria de un joven de raíces polacas y judías. La galería de pequeñas tiendas del porteño barrio de Balvanera en la que se desarrolla la mayor parte de la película es, además, un colorido mosaico étnico, del cual forman parte no sólo personas de origen europeo, sino también migrantes procedentes de la región, así como asiáticos. En el caso de Herencia, de Paula Hernández, es una mujer de mediana edad, dueña de un pequeño restaurante en Buenos Aires, la que indaga en sus orígenes italianos, animada por un joven alemán que llegó a la Argentina buscando a una mujer. El tema de la identidad cultural de raíz española aparece una y otra vez en las películas de la última década, bien para reafirmarla, bien para cuestionarla. En Abrígate, de Ramón Costafreda, se enfoca la identidad gallega. Es la única película de las analizadas que fue dirigida por un español (nótese que el guionista, Fernando Castets, es argentino). Abrígate trata de los hijos de los migrantes gallegos en la Argentina –las llamadas segundas generaciones- y, más concretamente, de lo que regresan a Galicia. La productora ejecutiva del film, Carmen de Miguel, explica en una entrevista: La idea de Ramón era hablar de la tercera generación de emigrantes, de los hijos de los emigrantes gallegos que fueron a Argentina y que vienen aquí a buscar sus raíces (making of incluido en el DVD de la película). 284 En este film el elemento económico está obviado casi por completo: el espectador desconoce los motivos exactos por los cuales Valeria, la joven protagonista, migró a Galicia, si bien está claro que se queda en Betanzos (A Coruña) por amor. Y se sabe, también, de su fascinación por lo que va descubriendo de la cultura y las costumbres gallegas (el idioma, festividades como la noche de San Juan, la comida, etcétera) y por sus gentes (el maravilloso personaje de Adela, la peluquera). Miguel, el padre de Valeria, llegó a la Argentina siendo muy joven –junto con su padre; marcharon por motivos políticos (la familia era republicana) y económicos durante el primer franquismo. En el caso del padre de Valeria, que también emprende el viaje a Galicia, sí hay unas sutiles referencias a la precariedad económica que vive en Argentina, impidiéndole llevar a cabo su proyecto artístico; a pesar de eso, lo que parece predominar es, también, la búsqueda de las raíces. E igual que se hija, se enamora de Galicia, y de la peluquera gallega. En el centro de esta historia está, por lo tanto, la búsqueda personal por recuperar los orígenes, poniendo de relieve la construcción de una identidad unida a los intercambios sociales y simbólicos entre Galicia y el Río de la Plata: “Es lo que somos, un poquito de cada lado”, dice Valeria en algún momento, refiriéndose a la filiación paterna y materna y, al mismo tiempo, a su filiación argentina y gallega. Nótese que en Abrígate se habla antes de la región (Galicia, el Río de la Plata) que del país (España, Argentina), para referirse al lugar de origen o el de destino. En relación a las migraciones transatlánticas, uno de los aspectos más desarrollados en Abrígate es la cuestión de los vínculos que los afectos mantienen entre Galicia y el Río de la Plata. Con frecuencia se ponen de relieve las diferencias entre ayer y hoy. Valeria, en Betanzos, mantiene un contacto 285 muy cotidiano con su padre en Buenos Aires por vía telefónica. De hecho en las primeras secuencias de la película recibe una llamada de su padre. En contraposición, el abuelo de Valeria se dedicaba en Betanzos –antes de marchar a la Argentina- a realizar retratos de los familiares de los emigrados, para enviárselos. Valeria está fascinada con esas fotografías y por descubrir cómo vivían sus antepasados. La familia gallega de Miguel está formada por dos primas que viven apartadas del pueblo. Ellas sintieron que se quedaron abandonadas cuando Miguel partió, junto a su padre, y por eso le guardan rencor. Coco, el barquero, también vive desarraigado entre dos mundos: siendo de origen gallego, regresó de la Argentina porque extrañaba; pero en Galicia sigue extrañando. El panorama descrito muestra cómo, antes que a la migración en sí, el cine argentino y argentino-español reciente se refiere, sobre todo, al retorno (real o imaginario, en el sentido de vuelta a la tierra de los ancestros), hoy en día. En la medida que se presentan historias de retornos de personas que en su momento llegaron desde España, éstas refieren, obligadamente, a casos que se inscriben en la última oleada migratoria (los que arribaron a la Argentina antes de la década del 30 ya no están vivos). Se podría argumentar que la ficción recurre a la migración tardía para relatar acerca de trayectorias de ida y vuelta desde/a España y, así, forzar el imaginario del retorno. Pero al mismo tiempo parecen sugerir lo oportuno que podría ser profundizar en el análisis de esta última oleada – hasta ahora descuidada por los estudios migratorios- para seguir con más detalle la pista de las redes y las cadenas migratorias, y ver hasta qué punto éstas propician los movimientos de retorno. 286 En cuanto a su recepción social, el imaginario del retorno parece funcionar mejor en la Argentina que en España. Así, por ejemplo, la serie Vientos de agua, tan elogiada por la crítica, por la calidad del rodaje y su mensaje social (Lamazares, 02-09-2005; Pàmies, 05-01-2006; Longo, 05-082006), no tuvo en su proyección televisiva el respaldo de la audiencia española que se esperaba8. En la Argentina, en cambio, resulta más fácil y cercano explicar la emigración actual como viaje de vuelta a los orígenes. Bibliografía ACTIS, Walter. Argentinos en España. En AYUSO, Anna; PINYOL, Gemma (eds.). Inmigración latinoamericana en España. El estado de la investigación. 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