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ESTUDIOS
LATINOAMERICANOS
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ESTUDIOS
LATINOAMERICANOS
NUEVA ÉPOCA
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NÚM. 32
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JULIO-DICIEMBRE
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CENTRO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
2013
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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Rector
José Narro Robles
Secretario General
Eduardo Bárzana García
Secretario Administrativo
Leopoldo Silva Gutiérrez
Abogado General
Luis Raúl González Pérez
Director General de Publicaciones y Fomento Editorial
Javier Martínez Ramírez
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES
Director
Fernando Castañeda Sabido
Secretaria General
Claudia Bodek Stavenhagen
Secretario Administrativo
José Luis Castañón Zurita
Jefa de Publicaciones
Ma. Eugenia Campos Cázares
CENTRO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS
Coordinadora
Rosa María Larroa Torres
Secretaria Académica
Damellys López Heredia
Secretaria Técnica
Martha Guzmán
5
Directora
Rosa María Larroa Torres
Editora
Gloria Carrillo Serrato
Editora asociada
Damellys López Heredia
Asistente editorial
Beatriz A. Canseco Gómez
Responsable del número
Lucio Fernando Oliver Costilla
Consejo Editorial
José Miguel Candia, FCPYS, UNAM. Rossana Cassigoli, CELA, FCPYS, UNAM. José María Calderón Rodríguez, CELA, FCPYS,
UNAM. Margarita Favela, CEIICH, UNAM. Roberto Herrera, FCPYS, UNAM. Pablo A. Maríñez, CELA, FCPYS, UNAM. Márgara
Millán, CELA, FCPYS, UNAM. Lucio Oliver, CELA, FCPYS, UNAM. Rodrigo Páez, CIALC, UNAM. Rosa Ma. Piñón, FCPYS, UNAM.
Raquel Sosa, CELA, FCPYS, UNAM. Adrián Sotelo, CELA, FCPYS, UNAM. Severo Salles, CELA, FCPYS, UNAM.
Consejo Consultivo
Lilia Bermúdez (México), Atilio Borón (Argentina), Suzy Castor (Haití), Teresa Castro (México), Horacio Cerutti
(Argentina), Breny Cuenca (EI Salvador), Norma de los Ríos (México), Haroldo Dilla (Cuba), Carlos Figueroa
(Guatemala), Norman Girvan (Jamaica), Pablo González Casanova (México), Alfredo Guerra-Borges (Guatemala),
Diana Guillén (México), Esthela Gutiérrez (México), Edgardo Lander (Venezuela), José Luis Orozco (México), Jaime
Osorio (Chile), Aníbal Quijano (Perú), Enrique Rajchenberg (Argentina), Berenice Ramírez (México), Alberto Rocha
(Perú), Emir Sader (Brasil), Patricia Salcido (México), Darío Salinas (Chile), Consuelo Sánchez (México), John SaxeFernández (México), Andrés Serbin (Argentina), Ricardo Yocelevzky (Chile).
Consejo de Redacción
Beatriz A. Canseco Gómez, Margarita Flores Santiago
Cuidado de la edición y corrección de estilo
Clara I. Martínez Valenzuela
Apoyo editorial
Fernanda Lara
Traducción de resúmenes al inglés
Humberto Caspa
Traducción de resúmenes al portugués
Jane Lúcia Rodrigues
Dibujo de la portada
Gerardo A. Ramírez Hernández
“Casi caligráfico 2”, técnica mixta sobre papel, 1991
Estudios Latinoamericanos es una publicación semestral, editada por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la
Universidad Nacional Autónoma de México. Dirección: Circuito Cultural Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, C.
P. 04510, Delegación Coyoacán, D. F. Editora responsable: Gloria Carrillo Serrato. Tel.: 5622 9417. Fax: 5622 9427.
E-mail: <[email protected]>. Número de Certificado de Licitud de Título: 8693. Número de Certificado de Licitud
de Contenido: 6135. Número de Reserva de Derechos de Título en Derechos de Autor: 120915020400-102. ISSN0187-1811. Distribuida por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, Av. del Imán núm. 5, Ciudad
Universitaria, C. P. 04510, Delegación Coyoacán, D. F. Impresa en Línea y Color, Prolongación Tlahuicas núm. 20,
Col. San Francisco Culhuacán, Delegación Coyoacán, México, D. F., C. P. 04260.
Estudios Latinoamericanos aparece en: Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales (CLASE), UNAM; Latindex, UNAM;
Public Affairs lnformation Service (PAIS), Nueva York; Sociological Abstracts, Inc., San Diego, Cal.; ULRICH’S Directory
International Periodicals, Londres; Institut de l’Information Scientifique et Technique (INIST), Francia; International
Bibliography of the Social Sciences, Londres; Zeller Verlag, Alemania; International Political Science Abstracts, Francia;
Catálogo de Revistas Científicas y Arbitradas, UNAM.
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ESTUDIOS
LATINOAMERICANOS
NUEVA ÉPOCA
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NÚM. 32
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JULIO-DICIEMBRE
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2013
Índice
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Lucio Fernando Oliver Costilla
Horizontes teóricos
La recreación de un clásico en América Latina: Antonio Gramsci
en el pensamiento de Pablo González Casanova . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Jaime Torres Guillén
José Aricó: itinerarios de una nueva generación de izquierda
en la Argentina de la segunda mitad del siglo XX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Juliana Cubides Martínez
El pensamiento de Carlos Nelson Coutinho: interpretar el Brasil . . . . . . . . . . . 55
Alba Maria Pinho de Carvalho y Eliana Costa Guerra
A debate: teoría social y análisis concreto
Lo nacional-popular y la forma primordial:
desarrollos a partir de Gramsci . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
Luis Tapia Mella
René Zavaleta: ecuación social y construcción hegemónica . . . . . . . . . . . . . . . . 101
Jaime Ortega Reyna
Apuntes de referencia al pensamiento de Gramsci en Colombia . . . . . . . . . . . 115
Robert Adrián Quintero
8
ÍNDICE
Procesos y tendencias
El Estado brasileño actual en clave gramsciana: una aproximación
desde el legado analítico de Carlos Nelson Coutinho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
Lia Pinheiro Barbosa
Experiencias de análisis del Estado y la política en Chile . . . . . . . . . . . . . . . . 155
Cristian Andrés Jamett Pizarro
La hegemonía fracturada:
el Estado en Colombia, un proceso en redefinición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
Jorge Gantiva Silva
Testimonio
Gramsci en Cuba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189
Fernando Martínez Heredia
Reseñas
Miguel Ángel Herrera Zgaib (compilador), Hegemonías
y contra-hegemonías en la subregión andino-amazónica.
Primer Seminario Internacional Antonio Gramsci . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205
Por Laura Nieto Sanabria
Requisitos para colaboradores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209
9
Presentación
A la memoria de Edmundo Fernandes Dias
y Arnoldo Martínez Verdugo,
pasión desbordada por la política, la historia
y por Gramsci en nuestras tierras.
La revista que ahora presentamos1 incluye artículos y testimonios diversos que tienen
en común estudiar y debatir sobre las contribuciones analíticas y teóricas de destacados
académicos e intelectuales que se han dedicado a la investigación sobre el Estado
ampliado en América Latina.
Estudios y estudiosos de lo latinoamericano tienen continuamente ante sí, como
sucede en el resto de las ciencias sociales modernas, el reto de dilucidar analíticamente
aspectos centrales del movimiento histórico y actual de nuestras sociedades, lo que
incluye construir criterios propios para investigar, apreciar y conocer sobre el poder
y la política con relación a la situación y expectativas de las grandes mayorías populares,
lo que el sociólogo argentino Juan Carlos Portantiero (1981) ubicaba como la compleja
relación Estado-economía y Estado-masas, dentro y fuera de las instituciones. Tratar
de entender al Estado, y en particular al Estado ampliado en nuestra región, es decir,
considerar al poder político más allá de sí mismo, en su relación con los flujos de la
sociedad, las cosmovisiones, los derechos y deberes, valores, expectativas y
realizaciones colectivas e individuales, conlleva a analizar a las instituciones como
expresión sintética particular de una sociedad con contradicciones y en movimiento,
determinada por los elementos de voluntad colectiva nacional popular, por las
ideologías, por las luchas de fuerzas y proyectos, y por las formas concretas de
“la relación de capital” expresada en las formas productivas y de acumulación
prevalecientes.
Cuyos textos tienen origen en el coloquio Contribuciones latinoamericanas sobre el Estado y la
política. Aplicaciones gramscianas. En dicho evento –realizado a finales de 2012 como actividad
anual del proyecto IN305811 Transformaciones recientes del Estado en América Latina: una perspectiva
a partir de la sociología política de Antonio Gramsci, del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación
1
e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA)
de la UNAM, a la cual agradecemos el apoyo– se planteó el objetivo de recoger y debatir sobre los
elementos teóricos, metodológicos y analíticos de connotados autores latinoamericanos, para pensar
la configuración del poder y la política en nuestros países.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE, 2013,
PP.
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LUCIO FERNANDO OLIVER COSTILLA
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
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32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 9-15.
Las instituciones son importantes e inevitables en la modernidad porque son formas
que condensan luchas históricas y una determinada relación de fuerzas; a partir de
esa condensación promueven políticas determinadas e intereses económicos, sociales
y políticos, median con la sociedad y expanden la cultura, pero normalmente las
instituciones esconden las contradicciones y los procesos sociales. Por ello resulta
importante destacar que es la propia sociedad la que en su movimiento contradictorio,
por medio de la lucha entre fuerzas distintas, genera las instituciones que de síntesis
abstractas luego se convierten en poderes, apariencias, fetiches, palancas, mediaciones
o expresión deformada y parcial de las luchas sociales.
Dado que el análisis sociológico y político tiene como función buscar comprender los
fundamentos, el sentido, el alcance y los límites de las instituciones en el marco del
proceso histórico de las sociedades modernas, hemos invitado a académicos estudiosos
del pensamiento latinoamericano, vinculados a nuestro proyecto PAPIIT de la UNAM,
para que reflexionen sobre las contribuciones de Pablo González Casanova, Fernando
Martínez Heredia, René Zavaleta Mercado, Orlando Fals Borda, Juan Carlos
Portantiero, José Aricó, Carlos Nelson Coutinho, y la pléyade de pensadores de
Colombia, Chile, Argentina, Brasil, México, Cuba y Bolivia, intelectuales que en sus
análisis de lo latinoamericano se han apoyado en la herencia teórica del pensamiento
de Antonio Gramsci.
¿Cómo estudiar instituciones de peso hoy día como el Estado ampliado, “ampliado de
una manera específica a la sociedad y de la sociedad hacia el Estado”, sin caer en el
fetichismo de las formas (que en realidad son una manifestación peculiar de relaciones
sociales), pero tampoco en la determinación total de las estructuras y los sujetos? Sin
duda, como lo plantean los autores de este número de la revista, se requiere de un
enfoque de la sociedad como un organismo en constante cambio, de una teorización
abierta al movimiento de la historia y al seguimiento de la disputa y/o convergencia de
opciones y fuerzas concretas en las coyunturas. Subrayamos al respecto la importancia
de un rasgo metodológico común que destaca en la obra de nuestros latinoamericanistas
críticos: su adhesión a lo que Gramsci denominaba la compleja “unidad/distinción”
entre historia y filosofía (teoría) e historia y política (1994:Cuaderno 10, t. IV). Es decir,
podemos iniciar planteando que para los latinoamericanistas, cuya obra se revisa y
debate aquí, la teoría y la política son fenómenos condicionados por la historicidad
de las sociedades, por la manera en que cristalizan y se colocan sobre la mesa las
contradicciones y los problemas de la historia del presente, mismos que la teoría analiza
y elabora; y ahí también se constituyen y confrontan las fuerzas que la política pone en
acción como disputa hegemónica por distintos proyectos de presente y de futuro.
Pero el debate y el análisis teórico no se diluyen en la historia, tienen su propia
especificidad, tanto como reflexión crítica histórica de la conceptualización abstracta,
como en cuanto método de análisis de las contradicciones y determinaciones, relaciones
y fuerzas histórico-políticas, de lo concreto.
PRESENTACIÓN
11
La historia siempre está en movimiento. Los Estados de competencia sufrieron un
revés en la primera década del siglo actual a partir de la activación de las masas, las
crisis políticas y la conquista de posiciones electorales de fuerzas antineoliberales. En
un contexto de crisis política, los movimientos sociales impusieron una agenda nacional
y social que en los casos en que tuvo éxito derivó parcialmente en programa de los
nuevos gobiernos progresistas y en una nueva ampliación del Estado por la vía de la
política. Con la conquista de nuevos derechos y nuevas políticas sociales, se puso un
alto a la privatización desmedida, se regresó a lo público-universal en algunas políticas
públicas, al capitalismo de Estado, a considerar al Estado la síntesis de la sociedad y
la expresión del interés general –aun cuando lo fuese sólo en tanto comunidad política
ilusoria. Ese camino no fue igual en todas las sociedades de la región pero fue lo
suficientemente generalizado para dar lugar a una transformación política sustancial
NÚM .
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
A lo largo de las llamadas décadas perdidas del siglo XX, los Estados construidos
durante la época dorada del desarrollismo parcial y periférico latinoamericano se
transformaron en “Estados nacionales de competencia” peculiares, por su carácter
de poderes gerenciales financierizados (Oliver y Castro, 2005) al servicio de la
valoración del capital, conformados por grandes tecnocracias excluyentes que
“desmontaron” las instituciones representativas de lo político, lo social y lo local; y
que abandonaron su responsabilidad con los derechos sociales, con las necesidades
y con el imaginario nacional y popular. Para servir mejor a la mundialización del
capital, los Estados fueron “negados” (en lo que son de expresión de lo público, no
en su papel de promotores de la acumulación) por las élites políticas, tecnocráticas y
empresariales haciendo a un lado su cualidad soberana y de espacios de lo públicouniversal, por medio del traslado de sus políticas al campo de lo privado: su entrega a políticas de subsidios, la acumulación financiera, la apertura sin proyecto nacional
a las inversiones transnacionales, la entrega mercantilizada de los recursos naturales
y sociales de nuestra región a la voracidad del capital mundial, auspiciando la
renovación de la superexplotación del trabajo, la promoción de la cultura individualista
del hombre líquido asociada al American Dream y el bloqueo y vaciamiento de la
democracia representativa, participativa y deliberativa, con el consecuente abismo
entre ciudadanía y poder.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 9-15.
Así, este número de Estudios Latinoamericanos contiene un conjunto de artículos
que, a la manera de cada uno y en plena diversidad fructífera, rescata y utiliza el
enfoque de Gramsci acerca del Estado ampliado para pensar el poder en América
Latina y las opciones de las luchas de la sociedad política y la sociedad civil en
movimiento. Para ello se asume que el Estado es una institución central porque no
ha dejado de ser la expresión, la síntesis y la palanca principal del dominio del capital
y de promoción del capitalismo y de un proyecto de relaciones políticas, pero también
de conformación de una voluntad y una ideología colectivas, de una burocratización de las necesidades y de integración cultural política de masas en nuestra región.
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LUCIO FERNANDO OLIVER COSTILLA
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
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32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 9-15.
de América Latina: se puso a la orden del día la recuperación popular del Estado. El
reto para las ciencias sociales críticas es debatir el horizonte teórico que se abre con
esas luchas sociales y políticas, debatir entre nosotros, con la ayuda de la herencia de
nuestros teóricos, la conformación de lo que podemos denominar, siguiendo a
Gramsci, la nueva ecuación Estado-sociedad (1994:Cuaderno 13, parágrafos 30,
31 y 36, t. V).
El Estado no es sólo sociedad política, pacto político de las alturas o clases políticas
actuantes sólo a través de los gobiernos: al Estado, sus funciones, sus políticas, su
inserción en la sociedad, su componente de síntesis de las fuerzas histórico-políticas
sólo se le conoce en la medida en que se le asume como Estado integral (como
Estado ampliado, sumatoria orgánica de sociedad política y sociedad civil). Así, con
esos elementos podremos comprender y analizar las distintas maneras en que se
procesa en nuestros tiempos la ampliación del Estado y la reintegración de las masas.
Por la política, esto es, por la vía de su legitimidad ante las masas al plantear un
programa y una agenda que recuperan lo que los sectores activos y progresistas de la
sociedad civil, los movimientos sociales y la lucha de las comunidades originarias
plantearon como nuevos derechos y una relación propositiva respecto a las políticas
públicas. En esta situación, la ampliación del Estado se dirime públicamente: la sociedad
discute opciones para la apropiación social de porciones de la plusvalía generada en
la acumulación de capital transnacionalizada.
Pero la política es cambiante y los procesos también se revierten. A finales de la
primera década del siglo XXI y en los años que corren hoy día se han abierto otras
maneras de lograr el entrelazamiento de la sociedad con el Estado, transformando lo
que fue la lucha de la primera década del siglo –de revolución-contrarrevolución– en
tímidas reformas, en una revolución pasiva o, mejor, en una nueva modernización
conservadora por la vía de las formas burocráticas dirigistas, del cesarismo, de las
relaciones clientelares, de los nuevos corporativismos y del consumismo exacerbado
de masas. Procesos todos ellos en los que la actividad de las masas, los derechos
políticos ciudadanos, los derechos a tener derechos en el sentido más amplio,
las políticas “estructurantes” de lo público en educación, salud, servicios, seguridad,
progresivamente han sido sustituidos por las formas privadas y mercantiles vía la
restricción, desde las alturas, del programa de cambios y de la organización social
autónoma, por un manejo tecno-mediático con formas burocrático-económicas
despolitizantes, en especial por las nuevas políticas públicas sociales de dádiva y por
la mercantilización de la vida y los derechos, situación que parece ganar fuerza en la
nueva realidad del poder y la política de esta segunda década del siglo XXI de América
Latina y que es, en todo caso, nuestro punto central de análisis y preocupación sobre
la coyuntura y sobre la teoría.
De tal manera, en este número de Estudios Latinoamericanos se incluyen artículos
Para los pensadores críticos latinoamericanos sobre los que se escribe en este número:
Pablo González Casanova, Fernando Martínez Heredia, René Zavaleta Mercado,
Carlos Nelson Coutinho, Orlando Fals Borda, Juan Carlos Portantiero y José Aricó,
estaba claro que Gramsci aportó nuevas perspectivas en la teoría y metodología del
análisis social e institucional. Innovó la noción de Estado al ponerlo en relación
orgánica con la sociedad, revisó la relación entre la teoría, la política y la historia, y
avanzó en la crítica del Estado planteando como objetivo de la lucha emancipadora
la construcción de una voluntad colectiva nacional popular orientada a crear una
sociedad regulada y no un Estado poderoso. Las nociones moldeadas por Gramsci
en los Cuadernos de la Cárcel –las fuerzas operantes, el Estado ampliado, la voluntad
colectiva, el intelectual masa, el intelectual colectivo, el americanismo, la hegemonía
civil, las situaciones como la síntesis de relaciones de fuerzas histórico-políticas, la
teoría como sistematización coherente de los problemas planteados a las masas
populares por la historia, y la historia como resultado de la acción política de fuerzas
(en lucha) conformadas a partir de las contradicciones estructurales– resaltan entre
NÚM .
que se preocupan por descubrir en el pensamiento crítico de autores clásicos de la
sociología política gramsciana en nuestra región –de la teoría social latinoamericana–
una vía para entender y valorar analíticamente el movimiento de la ampliación del
Estado por la economía social, la cultura y la política, y por comprender también
cómo se da y qué significa la ampliación-restricción por las otras vías –las económicocorporativas–, que tienden a poner límites a los proyectos de cambio hasta mantenerlos
en el nivel exclusivo de la igualación de derechos de los distintos grupos de la sociedad,
lo que Gramsci denominaba nivel de “solidaridad de clase”. En el contexto de las
nuevas formas materiales contradictorias de hegemonía capitalista mundial se propicia,
en los proyectos de los nuevos gobiernos progresistas, una reforma económica no
estructural (aumentos al salario mínimo y estímulo al empleo masivo con informalidad,
fragmentación y precarización social) que complementa la reprimarización de la
economía y las vías abiertas al nuevo despojo transnacional de los recursos naturales
(extractivismo, que es una expresión local de la crisis estructural del capital) y se
bloquea una reforma intelectual y moral. Hay pasividad en las alturas ante la
descomposición de los partidos, el conservadurismo de las instituciones, el desencanto
de la política, la elitización de las clases dirigentes, la burocratización de las
organizaciones políticas, la dificultad para estructurar una crítica adecuada a la historia
actual y una política con conciencia plena de la disputa entre distintas opciones de
futuro. Se estimula la fascinación del hombre líquido por la ampliación y profundización
mercantil capitalista vía el crédito, los apoyos al consumo inmediato, la privatización
de lo público, pero también se cierran los ojos ante las consecuencias del empleo
precarizado y las políticas asistenciales no estructurantes, en fin, todo lo que lleva a
una contrarreforma de la sociedad civil que la somete al Estado político y la convierte
en una correa de trasmisión clasista y autoritaria sin muchas opciones de disputa de
posiciones.
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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
PRESENTACIÓN
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LUCIO FERNANDO OLIVER COSTILLA
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
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32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 9-15.
muchos otros abordajes que contribuyen a un análisis diferente de los procesos
latinoamericanos expresando una ruptura epistemológica con los anteriores
planteamientos del marxismo estático y rígido de principios del siglo anterior e
inspirando una renovación, en movimiento, del pensamiento crítico latinoamericano
sobre la sociedad capitalista moderna, dependiente, subordinada y abigarrada,
y sobre el Estado en sus formas diversas: jacobinos, de compromiso, aparentes,
transnacionalizados, etcétera.
Urge recoger y profundizar la experiencia teórico-metodológica del pensamiento
latinoamericano crítico que enriquezca la caracterización precisa de los procesos del
nuevo Estado ampliado en América Latina, en tanto forma de las relaciones actuales
de capital, expresión institucional de una relación de fuerzas y disputa por la
construcción democrática (Dagnino, Olvera et al., 2006). Ello permitirá esclarecer
teóricamente el fenómeno de la hegemonía capitalista en sus distintos momentos y
ciclos, y plantear con bases firmes la cuestión de la contrahegemonía popular más
allá del análisis coyuntural, y llegar al fondo de la cuestión: las profundas crisis orgánicas
de los Estados que nos agobian, las que resultan de que la sociedades y las clases
dominantes han propiciado o permitido la separación extrema de sociedad política,
sociedad civil y la estructura orgánica económico-social, aquellas que surgen de que
el neoliberalismo, donde se impuso, haya mermado la industria nacional integrada,
la inclusión de masas a la economía, la política y la cultura, el trabajo social como eje
del desarrollo, y donde el Estado pasó a ser la vía de la desnacionalización y la
desposesión. Si bien se ha logrado cierta recuperación de lo público y del Estado,
aún falta por desarrollar su crítica y sus límites como proyecto neodesarrollista
capitalista dependiente, como proyecto institucional de las alturas, como dirigismo
tecnocrático, como fenómeno de despolitización y formalismo de la ciudadanía. Por
lo mismo, puede decirse que aún se encuentra en estado de inmadurez el gran
problema de la hegemonía popular: la construcción autónoma de un proyecto
estratégico de “guerra de posiciones” que tienda hacia una unificación y centralización
de los subalternos y a la creación de una hegemonía popular alternativa.
Por último, cabe decir que la selección de los ensayos incluidos en esta entrega de
Estudios Latinoamericanos no es sólo para exponer una situación sino también,
como pensaba Gramsci, para “justificar una actividad práctica, una iniciativa de
voluntad” (1994:Cuaderno 13, parágrafo 17, t. V), lo que no se logrará sino a partir
y a través de profundizar la reflexión conceptual y teorizar sobre la necesidad histórica
de articular el movimiento espontáneo con elementos de dirección consciente de
acuerdo a la actual relación de fuerzas, orientada ésta a las perspectivas políticohistóricas de los movimientos sociales y a una inmersión en la lucha social real de los
intelectuales colectivos programáticos. Por ello, para enriquecer esos planteamientos,
se pidió a los colaboradores del número buscar elementos gramscianos clave en
nuestros pensadores histórico-críticos latinoamericanos mencionados.
PRESENTACIÓN
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Referencias
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Responsable del número
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
Lucio Fernando Oliver Costilla
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 9-15.
DAGNINO, Evelina, Alberto OLVERA et al. (2006), La disputa por la construcción
democrática en América Latina, México, Fondo de Cultura Económica.
GRAMSCI, Antonio (1994), Cuadernos de la Cárcel, México, Era, tomos IV y V.
OLIVER, Lucio y Teresa CASTRO (coordinadores) (2005), Poder y política en América
Latina, México, UNAM/Siglo XXI, tomo III, Colección “El debate latinoamericano”.
PORTANTIERO, Juan Carlos (1981), Los usos de Gramsci, México, Folios.
16
16 FALSA
17
HORIZONTES
TEÓRICOS
18
18 FALSA
19
La recreación de un clásico
en América Latina:
Antonio Gramsci en el pensamiento
de Pablo González Casanova
Jaime Torres Guillén*
Resumen
El artículo se compone de tres partes en las que se reconstruye la trayectoria teórico-política del
intelectual mexicano Pablo González Casanova en tanto que re-elaboración de la reflexión gramsciana
para pensar la lucha democrática en América Latina y se muestra su esfuerzo por argumentar la
especificidad de la cuestión democrática latinoamericana como parte de un camino históricamente
determinado hacia el socialismo. Primero, se recupera su reflexión acerca del nacionalismo revolucionario mexicano. Segundo, se reflexiona sobre la articulación que hace González Casanova
entre la lucha democrática y la lucha por la liberación nacional. Tercero, se aborda la re-elaboración
creativa del autor sobre el concepto gramsciano de hegemonía como práctica política, con base en
las “masas populares” centroamericanas que, en la lucha por su liberación, lograron la síntesis y
superación de la dicotomía democracia-socialismo.
Palabras clave: Gramsci, democracia, liberación nacional, socialismo, hegemonía.
The unveiling of a classic in Latin America:
Antonio Gramsci through Pablo González Casanova’s thought
Abstract
The article is composed of three parts that reconstructs the theoretical and political trajectory of
Mexico’s intellectual Pablo González Casanova, while redesigning Gramsci’s thought surrounding
the struggle of democracy in Latin America. Casanova presents a unique argument of Latin American democracies toward socialism. First, he gets back to analyzing Mexico’s revolutionary nationalism. Second, he evaluates the similarities between democratic struggle and the struggle for national
liberation. And third, based on the case of Central American revolutions, he elaborates a creative
analysis of Gramsci’s concept of hegemony as political practice, in which he brings together both
democracy and socialism.
Keywords: Gramsci, democracy, national liberation, socialism, hegemony.
* Licenciado en Letras por la Universidad de Guadalajara, maestro en Filosofía y Ciencias Humanas
por el ITESO, doctor en Ciencias Sociales por el CIESAS de Occidente. Docente e investigador en
distintos centros educativos como la Universidad Marista de Guadalajara (2007) y la Asociación
Psicoanalítica Jalisciense (2008-2009). Es maestro titular en el Instituto de Filosofía de la Universidad
de Guadalajara desde 2002, director de la revista Piezas en diálogo. Filosofía y ciencias humanas
(publicada por el mismo Instituto). E-mail: <[email protected]>.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA,
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32, JULIO-DICIEMBRE, 2013,
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19-39.
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JAIME TORRES GUILLÉN
A recriação de um clássico na América Latina:
Antonio Gramsci no pensamento de Pablo González Casanova
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
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32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 19-39.
Resumo
O artigo está composto de três partes que reconstroem a trajetória teórico-política do intelectual
mexicano Pablo González Casanova na reelaboração da reflexão gramsciana para pensar a luta
democrática na América Latina; apresenta o esforço de González Casanova ao argumentar sobre a
especificidade da questão democrática latino americana como parte de um caminho historicamente
determinado em direção ao socialismo. Na primeira parte realiza a recuperação de sua reflexão
sobre o nacionalismo revolucionário mexicano. Na segunda discute a articulação necessária, segundo
o intelectual mexicano, entre a luta democrática e a luta pela libertação nacional. Na terceira argumenta
a reelaboração criativa de González Casanova do conceito gramsciano de hegemonia como prática
política, a de massas populares centro-americanas que, na sua luta pela libertação, conseguiram a
síntese e superação da dicotomia democracia-socialismo.
Palavras chave: Gramsci, democracia, libertação nacional, socialismo, hegemonia.
Prenotando
Pablo González Casanova se interesó por el marxismo de Antonio Gramsci porque
lo acercó a un planteamiento nuevo de la democracia, distinto al liberal clásico, y
posteriormente al socialdemócrata. A finales de la primera mitad del siglo XX, el
autor de La democracia en México conoció a Gramsci –tras un regalo de las obras
completas del intelectual italiano recién publicadas por Giulio Einaudi. El obsequio
vino nada más y nada menos que de Vicente Lombardo Toledano.1 En el devenir de
la formación de González Casanova, la filosofía de Gramsci se combinó con el
marxismo-leninismo singular de Lombardo Toledano, con el nacionalismo
revolucionario mexicano y con el legado de la Revolución Cubana.2
Esta síntesis intelectual permitirá encontrar un hilo conductor entre la posición teórica
y política del Pablo González Casanova de finales de los años sesenta y la serie de
ensayos que intentaron explorar el mundo de la democracia, la liberación y el socialismo
desde Centroamérica, en la década de los ochenta.3 En ambas décadas consideró a
la democracia en América Latina como la antesala del socialismo, un principio rector para lograr los objetivos políticos de cada periodo. Lo pensó desde el nacionalismo:
sin democracia no hay desarrollo; desde su antiimperialismo: no es posible la liberación
1
Isabel Lombardo Toledano, hermana de Vicente, contrajo matrimonio con Pedro Henríquez Ureña
con quien tuvo dos hijas: Natacha y Sonia Henríquez Ureña. La primera estuvo casada con Pablo
González Casanova del Valle, lo que explica la cercanía familiar e influencia política de Lombardo
Toledano en González Casanova.
2
Otras influencias que marcaron el pensamiento de González Casanova fueron, sin duda, las del
comunismo “martiano” de Julio Le Riverend Brusone y el neozapatismo.
3
Esta idea vale también para los artículos publicados en 1981 bajo el título El Estado y los partidos
políticos en México.
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sin democracia; y desde el marxismo gramsciano: sin ella tampoco la construcción
del socialismo se logrará.
I
Cuando en 1965 Pablo González Casanova publicó La democracia en México, lo
que lo hizo pensar en combatir el “marginalismo” y la “sociedad dual”, como en ese
entonces se denominaba al subdesarrollo, fue su defensa de la ideología de la
Revolución Mexicana “desde un nacionalismo antiimperialista” y su perspectiva de
un Estado fuerte, fruto de la alianza del gobierno con el pueblo, mediante el cual se
lograra la integración nacional. Sus referentes fueron la política social del cardenismo
y la estrategia política de Vicente Lombardo Toledano.
Lombardo Toledano quería sintetizar marxismo y nacionalismo en la práctica, bajo
la idea de que para transitar a un régimen socialista se debía establecer una alianza
entre los gobiernos pos-revolucionarios y la burguesía nacional. Así, se consolidaría
el proyecto nacionalista en un país semi-colonial como lo era México. Es decir, si se
fortalecía una clase burguesa, se desarrollaría un proletariado autónomo, con lo cual
se prepararía el camino hacia el socialismo. En este sentido creía que la “táctica de la
NÚM .
En la tercera parte se muestra cómo González Casanova recrea el concepto
gramsciano de hegemonía, a la luz de la revolución centroamericana. Al percatarse
de que en la práctica política popular de América Latina, los conceptos de liberalismo,
democracia, nacionalismo y populismo se ligaban dialécticamente con el concepto
de socialismo, González Casanova intentó enriquecerlos y aplicarlos a las luchas de
los pueblos por su liberación como en los casos de Cuba y Nicaragua.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
Para el caso de América Latina, se mostrará que González Casanova traslada su
análisis de la lucha por la democracia a los pueblos de este continente inspirado en la
Revolución Cubana. Encuentra que el sometimiento colonial de éstos, los insta a
incluir el problema de la liberación nacional al lado de la lucha democrática, por lo
que la movilización política del pueblo latinoamericano se presenta distinta a la liberal y comunista, aunque con grandes posibilidades de combinación. En esta segunda
parte se aborda el fenómeno del poder del pueblo con democracia, pluralismo
ideológico, autonomía y participación popular, como objetivos previos al socialismo.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 19-39.
Para explicar lo anterior, se desarrollará el principio y compromiso del itinerario
conceptual, teórico y político de González Casanova que lo une al pensamiento de
Antonio Gramsci. Para ello el trabajo se dividirá en tres partes. En la primera se
desarrolla de manera breve uno de los argumentos principales de La democracia en
México, a saber: las luchas en pro de las libertades democráticas dentro del capitalismo
son previas al camino hacia el socialismo en México.
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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 19-39.
unidad nacional” era el objetivo inmediato de la lucha por el socialismo en México.
Esto es, “la política de unidad nacional implicaba subordinar la lucha de clases en pos
de un objetivo que podría traer mayores beneficios para el proletariado y para la
Nación en su conjunto, porque lo que se buscaba era el desarrollo capitalista
independiente” (Niszt, 2009:54).
La visión de Pablo González Casanova sobre la democracia en México, en la década
de los sesenta, tenía este tinte lombardista y nacionalista. La propuesta política que
sentaba sus bases en el desarrollo pleno de una revolución democrático-burguesa a
través de la unidad nacional, al lado del ideal de Lázaro Cárdenas, defensor de la
soberanía nacional, eran los lentes bajo los cuales habría que entender la postura
política que presenta en La democracia en México.4
En esos años, nuestro autor fue criticado por plantear que uno de los objetivos
principales para la democratización y el desarrollo del país debía ser la integración
nacional, con lo cual se terminaría con la marginalidad y el colonialismo interno
(González Casanova, 1965:112). Esto es, se hacía necesario que la población
marginada se integrara a la vida cívica, a una ciudadanía económica y política plena.
El cuestionamiento venía de quienes en ese momento se adscribían al marxismo
como la interpretación correcta de la historia.
Pero la postura de González Casanova era clara. Insistía en acentuar la política secular frente a cualquier injerencia religiosa, redistribuir el ingreso,
democratizar y mantener el partido predominante, e intensificar el juego democrático
de los demás partidos, lo cual obliga a la democratización interna del partido como
4
El propio González Casanova lo reconoció a pregunta expresa de Claudio Albertani (CA): “¿Qué
papel desempeñó Lombardo Toledano en tu formación? ¿Cuál fue tu relación con él? Pablo González
Casanova (PGC): Mi primera esposa era hija de la hermana de Lombardo, y cuando fuimos a París él
nos visitaba de paso a Moscú o a Roma. Él fue quien me regaló la primera edición de las obras de
Gramsci, en italiano, que todavía conservo. Era un hombre brillante. Una de sus aportaciones
consistió en dar al nacionalismo revolucionario mexicano una política exterior universal impulsando
las relaciones con la Unión Soviética y el apoyo a los movimientos de liberación en América Latina.
Era una nueva expresión del nacionalismo que se plasmó en vínculos con los movimientos obreros,
con la lucha de clases y con la emancipación socialista. Luego todo se frustró, porque tanto la
Revolución Mexicana se volvió populista como la Rusa se volvió más y más burocrática, y hasta
capitalista. CA : ¿Qué piensas del nacionalismo revolucionario? PGC : Siempre oscilé entre el
nacionalismo antiimperialista y la lucha de clases. Iniciado por Sun Yat-Sen en China, el nacionalismo
revolucionario alcanzó por su parte una gran profundidad en México, al grado de que nuestra
Constitución, anterior a la rusa, en cierto momento fue la más avanzada del mundo en materia de
derechos sociales e internacionales. Yo tuve simpatías y diferencias con este proceso, que se perciben
a lo largo de mi vida y, al mismo tiempo, no dejé de tener amistades y vínculos con quienes daban
prioridad a la lucha de clases frente a la lucha nacional” (Albertani, 2011:89).
LA RECREACIÓN DE UN CLÁSICO EN AMÉRICA LATINA: ANTONIO GRAMSCI EN...
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Su análisis marxista sobre México fue bajo la premisa de que la lucha de clases estuvo
mediada por una Constitución liberal que instrumentó la incipiente burguesía en
alianza con los trabajadores organizados y los campesinos armados. El objetivo fue
luchar juntos contra el latifundismo y el imperialismo. De este pacto quedaron al
margen las “masas exhaustas del pueblo” (Ibid.:186). En este sentido, la Constitución
“fue un instrumento del desarrollo del capitalismo y del desarrollo del país dentro del
capitalismo. Pero como el país no se desarrolló plenamente dentro del capitalismo,
las instituciones más características de la democracia capitalista tampoco se
desarrollaron” (Ibid.:187).
El desarrollo de la burguesía en un país con problemas de colonialismo interno,
según González Casanova, impedía el cumplimiento jurídico de la Constitución a
cabalidad. En otras palabras:
Las formas jurídicas tradicionales de la Constitución no se cumplen ni se cumplirán
en la medida en que no haya un desarrollo plenamente capitalista en México. Mientras
haya colonialismo interno y no se alcance un relativo nivel de igualdad con los Estados Unidos “hecho improbable en tanto subsista el imperialismo” no habrá partidos
NÚM .
Ante este panorama, González Casanova se pregunta por las posibilidades de la
democracia en México. Su punto neurálgico son los pobres, los marginados del país.
Para reflexionar sobre el tema de la democracia, él elige dos ideologías del momento
y en pugna: el marxismo y el liberalismo. Frente a éstas se cuestionó: “¿Qué piensa
el marxismo sobre las posibilidades de establecer una democracia capitalista en México?
¿Qué piensa el liberalismo o la sociología liberal sobre estas mismas posibilidades?”
(Ibid.:184).
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
El principio del que partía era: para que exista desarrollo en México es necesario
democratizar las instituciones parlamentarias y los partidos; que el Estado controle el
poder económico del sector público; que se incluya en la participación política a los
grupos minoritarios políticos y culturales, incluidos los indígenas; que se democraticen
los sindicatos y se creen nuevas formas de gobierno. Si eso no ocurría no habría
desarrollo. La única opción era “la decisión –gubernamental y popular– de una
democracia efectiva, que amplíe el mercado interno, acelere la descolonización del
país y la integración nacional e intensifique las medidas de independencia nacional y
de negociación en un plano de igualdad con las potencias extranjeras, particularmente
con los Estados Unidos” (Ibid.:173).
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meta prioritaria, y a respetar y a estimular a los partidos de oposición revisando de
inmediato la ley electoral; que la democratización del partido debe estar ligada a la
democratización sindical y a la reforma de muchas de las leyes e instituciones laborales,
entre otras tareas (Ibid.).
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JAIME TORRES GUILLÉN
políticos que se sucedan pacíficamente en el poder ni gobiernos estatales soberanos:
mientras subsista el colonialismo interno no habrá sufragio universal, ni libertad municipal (Ibid.:189).
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NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 19-39.
La lectura era que la ruta hacia el socialismo en México pasaba previamente por las
luchas en pro de las libertades democráticas dentro del capitalismo. En aquel entonces,
para González Casanova la lucha cívica no se había agotado aún, por lo que expresaba:
los marxistas no deben ver en cualquier algarada, motín, movimiento huelguístico,
por importante que sea, el síntoma indiscutible de que ya llegó el tiempo de otra
revolución, de que ya se dieron las condiciones de otra revolución. No habrá otra revolución en México “y de ello es necesario tener clara conciencia” sino cuando la
estructura social sea incapaz de resolver los problemas urgentes del desarrollo de
la nación y cuando se hayan agotado las posibilidades de una lucha cívica (Ibid.:196).
El sociólogo mexicano ve en el sistema político de ese momento la posibilidad de
cambio democrático. Por eso abonó a la idea de que defender la Constitución para
resolver los problemas nacionales dentro del sistema capitalista era, en ese contexto,
una tarea nacional y democrática. 5 Así, bajo la influencia del nacionalismo
revolucionario cardenista-lombardista y convencido por los datos que arrojaba el
estudio científico de su obra, González Casanova afirmaba con cierta autoridad moral
que el socialismo en México comenzaba con la construcción de la democracia.
II
Para el caso de América Latina y su proceso de liberación nacional en el siglo XX,
González Casanova siguió el mismo principio. Comprender el dinamismo social del
continente requería, en primera instancia, estudiar las guerras contra el imperialismo
en todos sus niveles, las democracias emergentes, armadas y desarmadas, de los
pueblos que luchaban por su emancipación.
Es sumamente interesante que el sociólogo mexicano tratara de situar una manera
de pensar propia en América Latina a partir de sus propios recursos epistemológicos.
5
Con todo, esta posición política tuvo sus repercusiones. En 1960, el 1º. de mayo para ser específicos,
nació la revista Política dirigida por Manuel Marcué Pardiñas. Dicha publicación centraba su línea
editorial en las teorías de Pablo González Casanova expuestas en Cuadernos Americanos en el
número de enero-febrero de 1962 y que después se recogerían en La democracia en México, a
saber: “que la organización del pueblo independiente y su capacidad para resolver los conflictos,
dentro de las instituciones de la Revolución Mexicana, constituyen el instrumento básico de cuya
fuerza y eficacia dependerá el desarrollo económico y la evolución política; es decir, la crítica política
a partir de la Revolución, tesis que continúa y que parte de Lombardo Toledano […]” (García Cantú
y Careaga, 1994:110-111).
Nada de abstracciones en la lucha por la democracia sin aclarar que se lucha contra la
falsa democracia neocolonial y oligárquica; que se lucha contra el poder del Estado
que es un instrumento del imperialismo y sus asociados y subordinados locales “o
más específicamente” instrumento de las compañías y de las burguesías neocoloniales
y rapaces. Nada de quedarse en los sistemas políticos que son parte de ese Estado,
con el que mediatizan sus estructuras de explotación, depauperación, subyugación de
los trabajadores, de los campesinos, pueblos y sectores medios. Nada tampoco con
quienes desde la clase política y su lógica negociadora pretenden ponerse a la cabeza
de un movimiento que son incapaces de llevar a sus últimas consecuencias (González
Casanova, 2007).
Habría que destacar que esa democracia concreta es del pueblo. Pero, ¿qué cosa es
el pueblo? La vida material y moral de lo que en América Latina se ha denominado
pueblo o, algunas veces, los pobres de la tierra, contiene un fuerte componente de
agravio causado por el colonialismo, el capitalismo, el imperialismo, las dictaduras
civiles y militares, además de la institucionalización del desprecio. Etnias, mujeres,
pobladores urbanos, estudiantes, campesinos, trabajadores de la ciudad, jóvenes,
amas de casa, sindicalistas, se han identificado en sus diferentes luchas no sólo por
conflictos socioeconómicos o culturales, sino también por el grado de indignación
que les causan las acciones del sistema económico, político y militar dominante en el
continente. A esa identificación González Casanova le llama la lucha del pueblo. Esa
es la idea de pueblo que han expresado Martí, Sandino, Mariátegui, Gustavo Gutiérrez,
Paulo Freire, Enrique Dussel y el propio Pablo González Casanova.
Desde otro punto de vista, los pueblos latinoamericanos en su historia se miran bajo
el crisol de la democracia. Por esta razón, González Casanova consideró que a finales de los setenta y principios de los ochenta del siglo XX un fantasma recorría América
Latina: no era el fantasma del comunismo sino el espectro de la democracia (González
Casanova, 1985b:36). El interés por la democracia surgía en el continente después
de los fracasos del populismo, de la izquierda autoritaria, de la derecha insensible a
NÚM .
Inspirado sobre todo en la Revolución Cubana insta a hacer la historia de América
Latina desde sus pueblos y con los propios recursos cognitivos, vivenciales y
metodológicos. José Martí, Augusto César Sandino, José Carlos Mariátegui, Fidel
Castro, Gabriel García Márquez, Gustavo Gutiérrez, Paulo Freire y otros creadores
del pensamiento latinoamericano, generaron una cultura de comunicación alternativa
a la de las dictaduras y las tiranías del continente, por lo que habría que recurrir a
esas fuentes. Para él, la Revolución Cubana confirmó que la alternativa sólo triunfa
con el poder y la conciencia de todo el pueblo (2007). La articulación entre bases y
vanguardia, combinada con ética y conciencia, ofrece una capacidad enorme para
resistir los embates del tirano. En Cuba, la lucha por la democracia es en lo concreto
y bajo la presión del poder popular:
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las demandas populares y del Estado represor. El pueblo quería el poder y eso era lo
nuevo en América Latina. La sociedad civil buscaba ser la protagonista de la historia
en torno a la democracia, pero el pueblo se insertaba en esa lucha de una otra
manera: no era la ciudadanía de Montesquieu, ni los partidos comunistas de Lenin o
Mao, era la lucha del pueblo trabajador que quería un Estado anti-intervencionista,
anti-golpe militar, con pluralismo ideológico, que reconociera autonomías y la
participación popular.
El pueblo y sus organizaciones al lado de la clase obrera, querían tomar el poder para
democratizar las relaciones sociales del continente. Se trataba de un poder autónomo que no sólo criticaba al Estado “esto ya lo hacían los neoconservadores”, no se
trataba sólo de defender a la sociedad civil pues desde hace bastante tiempo esto lo
hacían los herederos de Locke y Kant. El nuevo movimiento obrero democrático,
político y revolucionario descubría que había diferencia entre política y poder. Se
hacía política para tomar el poder, a veces preparándose para una larga lucha en lo
político desde diferentes frentes: organizaciones cívicas, movimiento obrero, milicias
populares, elecciones, frentes, colectivos. El poder del pueblo se volvía meta del
pueblo y se vinculaban las luchas por la democracia con las luchas por la liberación y
el socialismo.
Desde principios del siglo XX, en América Latina los gobiernos locales y sus burguesías
habían buscado tener de su lado a los movimientos obreros creando centrales y
confederaciones que permitieran la burocratización de la actividad proletaria,
separándola de los campesinos, de los indígenas y del movimiento popular. Las
negociaciones y concesiones al movimiento obrero latinoamericano le habían
permitido a la clase dominante golpear y someter a los campesinos, a los indígenas
y a los sectores semicoloniales debido a su marcada desorganización. Pero el dominio
cultural colonial era más efectivo. Los modos de ser que imprimían las clases
hegemónicas expresados en autoritarismo, ignorancia, indolencia, racismo, desprecio
al diferente, en muchas ocasiones fueron asimilados por las propias organizaciones
rebeldes (González Casanova, 1985c:453). Esto podía revertirse si las organizaciones
proletarias y populares adquirían autonomía política y cultural. Para esto, debían
pensar una manera diferente de hacer política, de organizarse; ser éticos, aprender
a hablar, ser autogestores y activistas honestos (Ibid.:454). Los ejemplos de esto eran
Cuba en los sesenta y Nicaragua en los ochenta.
La autodeterminación de los pueblos de América Latina, su liberación de la situación
colonial y neocolonial, otorgaba a la lucha por la democracia en el continente “el
triple carácter de una lucha del pueblo por la soberanía frente a las clases dominantes,
por la integración autónoma de la poblaciones coloniales internas, y por el
fortalecimiento del pueblo o nación-Estado frente a las naciones-Estados dominantes”
(González Casanova, 1983:68). La inclusión de la democracia en la lucha por la
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liberación de los pueblos de América Latina marcó el análisis teórico y político de
González Casanova sobre el continente.
Paradójicamente, en la década de los ochenta muchos intelectuales y académicos
dejaron de utilizar los conocimientos adquiridos de frente a los acontecimientos de
“Nuestra América”. Términos como imperialismo, explotación o socialismo, que en
los años sesenta y setenta fueron enriquecidos a partir de las experiencias de los
pueblos latinoamericanos, no pocos políticos y científicos sociales comenzaron a
ignorarlos e inhibirlos y a fomentar fobias en su uso intelectual. Marxistas, miembros
de los partidos comunistas, socialistas, trotskistas, marxistas-leninistas, se desplazaron
hacia posiciones políticas más conservadoras y conciliadoras con el aparato de
dominación. El lenguaje adoptó conceptos como socialdemocracia, eurocomunismo,
republicanismo, parlamentarismo, centro-izquierda, moderados, etcétera. El marxismo
y Marx se distanciaban.6 Sus antiguos profetas renegaban de su pasado. Parecía que
6
En contraste, en los ochenta González Casanova se expresaba así del marxismo: “En este último
tercio del siglo XX el pensamiento socialista es universal; el gran movimiento filosófico-revolucionario
conocido como marxismo es el primero en la historia del hombre que tiene características ecuménicas.
En forma paradójica, ese pensamiento y ese movimiento se encuentran en crisis de conceptos,
lenguajes y prioridades. La esencia misma del fenómeno que les ha permitido comprender y cambiar
el mundo, las relaciones de explotación, por una causa u otra no siempre ocupa el lugar central y
sistemático del análisis y la política, ni es motivo de especificaciones en la comprensión y el cambio
de otras estructuras sociales y políticas que vinculadas a las relaciones de explotación desentrañen el
movimiento concreto y vario de aquéllas, y la autonomía relativa de éstas como mediaciones sobre
las que se puede y debe influir pero que sólo encuentran concreción cabal en un mundo donde las
dos terceras partes de la humanidad siguen siendo explotadas por los propietarios privados de los
NÚM .
Los proyectos democráticos en América Latina debían emplear la lógica y el lenguaje
de la fuerza para defender su soberanía. González Casanova hace notar que la
hegemonía y el poder del pueblo comenzaron a suceder en la historia de Cuba,
Nicaragua y El Salvador. Se da a la tarea de teorizar esa nueva praxis política y
revolucionaria para América Latina y el mundo.
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Para los años ochenta, González Casanova no ignoraba que los proyectos
democráticos del pueblo no serían viables sin una fuerza política, económica y militar
que los impulsara y defendiera. Los casos de Uruguay y Chile mostraron, en los
setentas, avances importantes en la democracia partidaria; en contraste, los golpes
de Estado solapados por el imperialismo estadounidense dejaban sin esperanza a
aquellos países (como los de Centroamérica y el Caribe) sujetos a intervenciones
políticas y militares por parte de Estados Unidos.
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la democracia se convertía en el único valor desde el que habría de partir el desarrollo
de los pueblos.
Así, los antiguos marxistas se convertían en demócratas. Contrariamente, Pablo
González Casanova se acercaba cada vez más a Marx y teorizaba con mayor énfasis
sobre las categorías de explotación, socialismo7 y liberación conjugadas dialécticamente
con las propias, a saber, la democracia y el colonialismo interno. Sus análisis le
indicaban que no pocos científicos sociales y políticos en turno, ocultaban en su
retórica la lucha contra el imperialismo que se experimentaba en las calles, los barrios, las comunidades y los pueblos de América Latina. Por medio de discursos se
trataba de ocultar la lucha de clases a partir de una idea de democracia que no
correspondía a la experiencia de la liberación latinoamericana.
Otro elemento que se evadía era el colonialismo. Al marxismo siempre le costó
trabajo captar el problema colonial. Por nacer en Europa tuvo poca conciencia anticolonial. La descalificación de la lucha anticolonial era precisamente parte del
colonialismo y del neocapitalismo. Eurocomunistas y socialdemócratas no quieren
ver al trabajador colonial y menos a la población o al pueblo colonial. González
Casanova aseguraba que el colonialismo era parte de la lucha de clases, pero ese
descubrimiento epistemológico no lo habían registrado los marxistas europeos. El
pensamiento marxista en Asia, África y América Latina entendió ese problema con
mayor facilidad a través de las experiencias de liberación acaecidas en China, Vietnam, Cuba o Mozambique. En esas regiones, a las masas se les hablaba de liberación
y no de socialismo, porque ellas debían hablar y comprender a éste en su propia
experiencia de lucha política. De esta manera, los conceptos debían adquirir realidad
y concreción en el pueblo para evitar reificaciones, producto de las mediaciones que
hacían los gobernantes al servicio de los colonialistas y del imperio. Pocos entendieron
que en América Latina los conceptos de liberalismo, democracia, nacionalismo,
populismo, socialdemocracia, debían ligarse dialécticamente con los conceptos de
socialismo y de marxismo-leninismo. Se trataba de llevar esos conceptos a la precisión
de un análisis de la lucha de clases. La tarea del pensador latinoamericano consistía,
medios de producción, en formas relativas y absolutas” (1980:14).
7
A contracorriente afirmaba: “En el mundo actual no hay más alternativa que el socialismo. El
socialismo real e ideal sigue siendo la única alternativa viable para acabar con la relación de
explotación, con las miserias y desigualdades brutales, con el desorden de la producción, y con uno
de los motivos más importantes de la opresión y las guerras: los negocios, el lucro, la maximización de utilidades. La alternativa al socialismo real será tanto más viable cuanto éste se fortalezca
más frente al mundo capitalista y el imperialismo. Dentro de esas prioridades cabe perfectamente
una política de nuevas medidas para aumentar la igualdad y la libertad del hombre socialista. Pero
sólo con una lógica de poder que se fije como primer objetivo orgánico la eliminación universal de
las relaciones de explotación” (Ibid.).
LA RECREACIÓN DE UN CLÁSICO EN AMÉRICA LATINA: ANTONIO GRAMSCI EN...
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González Casanova consideró que en el contexto latinoamericano los conceptos y
apreciaciones gramscianas requerían “sin embargo la definición de los rasgos
correspondientes a una situación periférica donde neocapitalismo y neocolonialismo
presentan un desarrollo desigual de múltiples combinaciones” (1985a:11). Las
combinaciones plantean la lucha por la democracia, la justicia social y contra el
autoritarismo en todas sus manifestaciones. También la organización autónoma del
pueblo.
González Casanova resume así lo que Gramsci entiende por hegemonía: a) la
articulación de grupos y fracciones de clase bajo una dirección política y moral; b) un
partido o “príncipe” que fusione; c) una multiplicidad de voluntades dispares con
objetivos heterogéneos que se integra mediante una voluntad nacional popular o que
la clase obrera dirija; d) un proyecto revolucionario y socialista, además de valores
sociales que unifiquen lo diverso (Ibid.:11 y 12).
8
Al respecto, Gastón García Cantú le cuenta a Gabriel Careaga: Pablo González Casanova “tuvo
una cuidadosa definición de su conducta política en aparecer siempre como un hombre a la izquierda
de la Revolución Mexicana, sin que ello quiera decir que hubiera sido un ferviente de Cárdenas,
porque siempre tuvo ante el General una actitud distante; él estaba a la izquierda de la Revolución.
Esa imprecisión en sus seguidores se transformó en la idea de que ser de izquierda era convertirse
en compañeros de viaje del Partido Comunista y adversarios del gobierno (…) fue un crítico de la
Revolución, dentro de la Revolución que luego terminó en una especie de fe metafísica sobre el
socialismo y el marxismo” (1994:109-110).
NÚM .
Es en este contexto que se utilizó el concepto de hegemonía de Gramsci, con gran
acogida en América Latina debido a las condiciones de lucha por el socialismo, esto
es, desde una estructura neocapitalista y colonial. Había fenómenos parecidos a los
que narró Gramsci en La cuestión meridional, sobre todo en lo que se refería a la
posibilidad de la alianza entre la clase obrera y los campesinos del sur de Italia con el
fin de romper el bloque industrial-terrateniente y conquistar el poder.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
Pablo González Casanova buscaba conciliar los conceptos y la práctica, al ejemplificar
que en las luchas de los pueblos por su liberación (Cuba, Nicaragua) se tejían alianzas
políticas. Congruente con esto, en la década de los ochenta, producto de su encuentro
personal con la lucha centroamericana, utilizaba y recreaba el concepto gramsciano
de hegemonía a la luz de la revolución latinoamericana. No ignoraba que su aparente
nueva posición era vista con desconfianza por quienes lo habían considerado un
intelectual liberal, de izquierda, aunque moderado.8 Para él era evidente que había
un conocimiento prohibido, que sus conceptos eran convertidos en tabú; uno de
éstos era el de la hegemonía del pueblo que anunciaba el cambio histórico.
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según González Casanova, en desmitificar los conceptos, enriquecerlos y recrearlos.
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JAIME TORRES GUILLÉN
A la luz de los procesos históricos y políticos de América Latina, considera que la
lucha por la hegemonía de la clase obrera latinoamericana ocurre en una situación
compleja. Esta realidad provocaba confusión en la lucha por la hegemonía de la
clase obrera: o se luchaba contra el imperialismo (populistas, nacionalistas), o se
privilegiaba la lucha de clases interna (comunistas, izquierdistas). El dilema no era tal.
Frente a la complejidad del bloque histórico dominante, González Casanova planteaba
que los partidos u organizaciones socialistas también debían pensar en la liberación
nacional; el asunto de la nación era un tema sin el cual no se le podía hacer frente a
esta imposición, de pensar sólo en la liberación nacional. Sugiere, por lo tanto, que
la lucha sea por el socialismo, por la liberación nacional y por la democracia.
La confusión se explicaba en términos gramscianos: la clase dominante dirige y
controla mediante la penetración de sus ideas por medio de la escuela, las iglesias,
las instituciones y los medios de comunicación. Por el contrario, los intelectuales laicos no responden a su tarea de educadores, no han elaborado un humanismo
laico diferente al de la burguesía, ni el pueblo ha defendido su cultura laica, por lo que
no logra ganar la hegemonía nacional.
La dificultad de los partidos comunistas y socialistas para formular una política
hegemónica tenía que ver con la falta de entendimiento del concepto de pueblo.
Otra cuestión grave fue que en el movimiento obrero latinoamericano no existía una
voluntad de toma del poder. “En tiempo de crisis y de terror, éste es el último en
aspirar a la toma del poder” (Ibid.:19). Por otro lado, era evidente que por esos años,
en la mayoría de los países latinoamericanos, no existía una democracia abierta que
permitiera la participación de todos en la esfera pública. Era muy diferente a lo
que sucedió en la Rusia Zarista y en la Italia de Gramsci. En los países en que sí se
daba este tipo de política, el consenso y la negociación beneficiaban a una población
muy reducida, que también sufría las consecuencias de una cultura y una conciencia
autoritaria (Ibid.:21).
El camino era pensar en una nueva forma de hacer política, de dar órdenes, una
cultura crítica, política y práctica de poder, de discurso consecuente, de aprender a
hablar la verdad, de aprender dialéctica (Ibid.:25). La autodeterminación y hegemonía
de los pueblos era un camino de liberación. González Casanova lo ve de cerca. Lo
observa en Cuba en los años sesenta y en Nicaragua en los ochenta. En ambos casos
estaba en juego no sólo la economía de un pueblo, también su política o cultura, su
saber, su autonomía y dignidad.
Al igual que Gramsci, González Casanova sostiene que la formación de las masas
no sólo es política, también es intelectual y moral. Se trata de construir una nueva
cultura que renueve la política, la economía y la sociedad en general. Esa no vendrá
ni de la clase ni de las instituciones que ideológicamente dominan, de hecho el fin del
LA RECREACIÓN DE UN CLÁSICO EN AMÉRICA LATINA: ANTONIO GRAMSCI EN...
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Como lo han documentado los historiadores, la ofensiva final del FSLN inició en
marzo de 1979 con la ocupación de El Jícaro, Estelí y posteriormente Jinotega. El 4
de junio se llamó a una huelga general a lo cual el pueblo respondió contundentemente. El 10 de junio los combates en Managua no se hicieron esperar. El FSLN
avanzó cada vez más. El 16 de junio se constituyó un gobierno plural, antisomocista
y provisional. La Guardia Nacional fue debilitada y se rindió. El 19 de julio de 1979
las columnas guerrilleras del FSLN entraron triunfantes a Managua siendo derrotado
el somocismo. En el ejemplo nicaragüense se puede apreciar la hegemonía como
dialéctica entre dirección política y experiencia de las masas a la que Gramsci hacía
referencia (Buci-Glucksmann, 1978:212).
Es posible que a partir de esta experiencia “sumada a la reflexión sobre la categoría
de pueblo” González Casanova comprendiera que los procesos revolucionarios en
NÚM .
En Nicaragua, el desastre económico para las grandes masas, la burguesía nacional
y el terror represivo fueron las constantes de la dinastía Somoza. Sus opositores
salieron de todos lados: socialcristianos, liberales, obreros, socialistas, campesinos,
católicos, clases medias. Entre todos ellos destacó el Frente Sandinista de Liberación
Nacional (FSLN). Desde 1961, año de la fundación del FSLN, hasta el 10 de enero de
1978, fecha del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro, la familia Somoza convirtió
al país entero en su enemigo principal. La lucha social contra esta dictadura provenía
no sólo de las barriadas indígenas y populares, también de los sectores burgueses
aglutinados en el Partido Social Cristiano, el Partido Liberal Independiente y el Partido
Conservador. Después del asesinato de Chamorro, la correlación de fuerzas en contra del somocismo fue definitiva. La burguesía perdió legitimidad y los sandinistas
conquistaron la hegemonía de los movimientos populares que comenzaban a aparecer
en escena.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
En atención al proceso revolucionario en Nicaragua, el sociólogo mexicano observa
que la necesidad de luchar por la conquista de la hegemonía, de la dirección política
o del consenso del pueblo, llega a generar la victoria de la revolución. Como Gramsci,
en aquel tiempo González Casanova afirmaba que en términos históricos, algunas
veces las clases dominantes pierden el consenso y la legitimidad entre las clases
subalternas y las grandes masas, por lo que éstas ganan espacios y posiciones. Las
primeras buscan recomponer el camino y hacen concesiones o reformas esperando
que la incapacidad de las segundas termine por ceder de nuevo la hegemonía a
aquéllas, pero la conquista de posiciones por parte del pueblo termina por condicionar
la solución de esta “guerra”.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 19-39.
Estado-coerción no sólo depende de suprimir la propiedad privada en la economía,
sino también de desplazar la apropiación privada del saber y la cultura (Coutinho,
1986:154).
32
JAIME TORRES GUILLÉN
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 19-39.
América Latina eran muy diferentes a los que se referían en los manuales marxistas
de la época. En estos casos, las vanguardias revolucionarias no lograban la hegemonía
a partir de la lucha obrera, ni bajo la dirección de partido alguno. En realidad los
grupos revolucionarios eran amplios “partidos, frentes, sindicatos, masas populares,
comunidades indígenas” y tomaban el poder. En la experiencia centroamericana, la
ideología revolucionaria (materialismo histórico o el socialismo científico) no se difundía
entre las mayorías antes de la toma del poder, ni inmediatamente después. Se difundía una parte de la misma, la que tenía que ver con la lucha democrática, la soberanía
nacional o la lucha contra la explotación.
Traducido al lenguaje peculiar de Gramsci, la tarea del “moderno Príncipe” consiste
en superar enteramente los residuos corporativos (el momento “egoísta-pasional”) de
la clase obrera y contribuir a la formación de una voluntad colectiva nacional-popular ; o sea, de un grado de conciencia capaz de permitir una iniciativa política que
englobe la totalidad de los estratos sociales de una nación, capaz de incidir sobre la
universalidad diferenciada del conjunto de las relaciones sociales (Coutinho, 1986:150).
En Nicaragua, la voluntad del pueblo operaba bajo símbolos morales y valores
compartidos por todos: la patria, los héroes, los pobres, etcétera. Se creó, así, una
mística y una fuerza impresionantes. En este sentido los valores sociales no sólo
tenían una connotación de clase, prevalecía la lógica del frente sobre la de clase.
Elemento propiamente gramsciano de todo esto es la difusión de valores sociales
que no nada más tienen una connotación de clase (González Casanova, 1985a:2627). En el caso nicaragüense, González Casanova observó que el imperialismo, la
oligarquía y la burguesía, respondían ferozmente a este tipo de dialéctica. Intentaban
la desestabilización ya sea bajo la represión o acelerando los procesos revolucionarios.
A pesar de todo, los discursos de la lucha de clases se intensificaban. La fórmula, si
es que había alguna, era que:
Con la lucha de clases que se define en los hechos, con la lucha ideológica ambigua y
la lucha política de frente, continúa un arduo combate por la hegemonía. Su
característica principal radica en ligar los ideales populares y la lógica del poder.
Pueblo, poder y clase trabajadora sólo se vinculan cuando el proceso se profundiza.
Tras el pueblo aparece la clase que puede ir hasta el fin de la lucha por los ideales del
pueblo y que puede consolidar, con los ideales del pueblo, el poder popular (Ibid.:30).
Es, según González Casanova, la democracia revolucionaria. La enseñanza y
recreación del pensamiento de Gramsci es que la transición al socialismo en América
Latina comienza con la conquista de la democracia, o que el pluralismo político bien
puede compaginarse con la hegemonía gramsciana en la lucha por el socialismo. De
esta manera se puede comprender que el paso del frente a la lógica de clase permite
consolidar el triunfo del pueblo como poder. La organización de las demandas del
pueblo, vinculadas en varios ámbitos (local, nacional e internacional), comprometía
LA RECREACIÓN DE UN CLÁSICO EN AMÉRICA LATINA: ANTONIO GRAMSCI EN...
33
En este análisis, no es que la clase obrera desaparezca sino que opera al interior
de la categoría de pueblo, una categoría más vasta y contradictoria. Esto dejaba
abierta la posibilidad de que en otros países latinoamericanos, la clase obrera pudiera
ser la vanguardia que hegemonizara la lucha. Se trató de un momento ético-político
que permitió a la clase obrera, o a quien se posicionara como clase dirigente, superar
el corporativismo, el economicismo, el voluntarismo y transitar hacia lo nacional
como el objetivo hegemónico.
Sobre este aspecto del movimiento obrero, no faltó quién analizara en aquellos
momentos la hegemonía de clase, pero sobre la hegemonía del pueblo, había menos
estudios teóricos. Por eso González Casanova afirmaba que “de los discursos de
Fidel Castro y de los líderes sandinistas pueden extraerse valiosas observaciones,
distintas a las que toman como punto de partida de la política hegemónica al
proletariado industrial” (Ibid.:37). En ellos, el análisis gramsciano sobre la hegemonía
se extiende, enriquece y recrea al considerar cómo se presenta la lucha de clases con
relación a una política hegemónica popular.9
9
En 1961 varios grupos armados se unieron para combatir la dictadura de Somoza. En 1977, el
practica una política de alianzas. Hay discusiones de cómo integrar a las masas. Se descubre
que la fuerza principal es la movilización total: social, económica y política, que disperse la capacidad
técnica y militar que el enemigo tenía organizada. Se plantea la acumulación de fuerza a través de
FSLN
NÚM .
La aportación de González Casanova, en este caso, fue inspirada por Gramsci. No
pocos marxistas de la época ignoraban que la lucha por el socialismo en América
Latina era posterior a la lucha por la liberación y la democracia. Como se pudo
apreciar en aquellas décadas, en Cuba y Centroamérica el principal protagonista de
sus luchas no fue el proletariado sino el pueblo. González Casanova argumentaba
que “la clase obrera y el proyecto socialista constantemente se ven mediados por la
categoría concreta de pueblo, ya sea antes de la toma del poder, ya al triunfo de las
fuerzas liberadoras” (Ibid.:35).
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
Este aprendizaje permitía evitar los debates con falsas alternativas. ¿Partido o frente?
¿Lucha de clases o lucha hegemónica? ¿Clase o masa? ¿Democracia popular o
socialismo? En el peor de los casos, cuando no se comprendían los procesos, surgían
teorizaciones donde el análisis de la hegemonía se limitaba a la categoría del poder o
a un análisis sin clases, o una clase obrera que no se planteaba la toma del poder.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 19-39.
al investigador de estos procesos políticos a “estudiar la relación que guarda la clase
obrera de la industria y la plantación con el resto de los trabajadores, con los
campesinos pobres, con las comunidades indígenas, con los pobladores urbanos,
con los estudiantes, los intelectuales y, en general, con las clases medias” (Ibid.:32).
34
JAIME TORRES GUILLÉN
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 19-39.
González Casanova tomó el caso de Nicaragua para ejemplificar lo anterior. La clave
era que había que tomar el poder con la participación del pueblo en el campo, la
ciudad, el barrio, la montaña, en conjunción con una o varias vanguardias, militares
o no, con sublevación de masas, huelgas, ya fuera de alcance local o nacional. Por
supuesto que, como toda lucha tiene sus contradicciones, la del FSLN no fue la
excepción. Pero, al final el impulso del pueblo se impuso. Tácticamente se unieron
la política de alianza flexible y una programática clara, combinada con tres factores:
huelgas, sublevación y ofensiva militar (Ibid.:44).
A partir de esta experiencia, González Casanova intentó teorizar el concepto de
pueblo.10 Comenzó distinguiendo lo sucedido en Centroamérica con el término común
usado hasta antes de 1959, a saber, el de populista donde los sindicatos cooptan, a
través del Estado, a las organizaciones populares, donde se incluye a la burguesía o
la clase media para atacar a la clase obrera y su movimiento. Ese pueblo es dirigido
por un caudillo o líder que a menudo es empleado de la oligarquía o del gobierno en
turno.
El nuevo pueblo, en cambio, es una fuerza independiente de la burguesía y de las
organizaciones mediadoras que el Estado usa para debilitar la fuerza revolucionaria
del movimiento obrero. Sus características son: organización y dirección colectiva,
iniciativas desde abajo, políticas de alianza, ecumenismo, concientización, comunidad
con intereses solidarios y la nación como base de unidad.
partidos, sindicatos y movimientos revolucionarios. En agosto de 1977 se toma Palacio. La pequeña
y mediana burguesías se oponen al régimen. El FSLN avanza en la toma de posiciones y las masas se
animan, cobran seguridad, pierden miedo. La guerrilla en la montaña mantiene su fuerza moral y
militar. El pueblo hace lo suyo, ya sin los sandinistas. En Monimbó los indios se rebelan, toman
como pueblo sus propias iniciativas y forman parte, sin pedírselo, del FSLN. Las masas avanzan más
rápido que la vanguardia, toman sus luchas y empujan a la insurrección total. Después el pueblo se
pone a la vanguardia de la lucha hasta que llega el triunfo. La acumulación de fuerzas permitió
comprender que el FSLN por sí sólo, como fuerza guerrillera, era incapaz de hacer triunfar la revolución
como lo hizo el pueblo (González Casanova, 1985a:38-40).
10
A propósito del concepto de pueblo en González Casanova, el analista Carlos Ramírez alguna
vez hizo una síntesis bastante clara sobre lo que se ha venido exponiendo aquí. Para él, González
Casanova “toma a Antonio Gramsci para definir el camino de la lucha: la construcción de una
nueva hegemonía social bajo la conducción de un nuevo Príncipe o líder o partido y movilizar a las
masas para darle una ‘única visión del mundo’ y una ‘voluntad nacional popular’. Este objetivo,
agrega siguiendo a Gramsci, supone una ‘mística’ o ‘religión popular’ y habla de un José Martí
llamado el Apóstol. Es decir, liderazgos como el de Castro en Cuba y los sandinistas en Nicaragua.
En la propuesta de González Casanova se admite el uso del camino de la democracia tradicional
para llegar al poder y aplicar una política alternativa al neoliberalismo. Pero aconseja llegar al poder
sin revelar la intención socialista final. ‘El proyecto socialista no es enarbolado como prioritario
antes de la toma del poder ni inmediatamente después’. La visión del mundo y la voluntad nacional
popular operan como símbolos morales e ideológicos de carácter general que recuerdan gestas
anteriores y que invocan la ‘Revolución’ como símbolo y exigencia” (Ramírez, 2006).
LA RECREACIÓN DE UN CLÁSICO EN AMÉRICA LATINA: ANTONIO GRAMSCI EN...
35
En suma, desde una lectura gramsciana de Nicaragua, González Casanova pensó
que la acumulación de fuerzas (democracia), el cambio de gobierno o derrocamiento
de una tiranía (liberación) y la toma del poder o la consolidación política, económica
y cultural del pueblo (socialismo) representa la lucha por el poder y después desde el
poder.
Consideraciones finales
En las elecciones del 25 de febrero de 1990, el FSLN y su candidato Daniel Ortega
fueron derrotados por Violeta Barrios de Chamorro a través de la Unión Nacional
Opositora (UNO), que de un millón 420 mil 544 sufragios obtuvo el 54.74 por ciento,
51 de los 90 escaños de la Asamblea Nacional y el 73 por ciento de las alcaldías del
país (Medina Núñez, 1998:144). Las causas de esta derrota fueron, en gran medida,
las pugnas al interior del FSLN, la corrupción, la desarticulación de sus bases y el haber
optado por la lucha electoral sólo como acceso al poder político pero no del Estado.
Una vez en el gobierno, los sandinistas perdieron la hegemonía y el poder del pueblo.
Posteriormente, la derecha y los sectores conservadores se reactivaron con la
postulación de Arnoldo Alemán como candidato a la presidencia en las elecciones
de 1996, a través del Partido Liberal. Dicha fuerza política aglutinó a banqueros,
industriales, empresarios, exiliados, grandes comerciantes y la jerarquía católica. Bajo
un discurso que apelaba a la moral cristiana, la familia y la propiedad privada, Alemán
NÚM .
rompe con la ilusión lírica de los grandes días, de las grandes jornadas, no por eso
suprime la necesidad de una toma del poder político, por tanto del Estado en
condiciones diferentes, según modalidades distintas, exige siempre “quebrar al
Estado”. Simplemente que este Estado a quebrar será ya un Estado transformado,
privado de su base histórica, golpeado en sus mecanismos y aparatos de hegemonía,
en razón de una nueva relación de fuerzas favorable al pueblo (Buci-Glucksmann,
1978).
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
Como se puede apreciar, el análisis gramsciano de González Casanova si no es
marxista, al menos es bastante cercano a éste: la lucha por la hegemonía no es sólo
para cambiar gobiernos, sino para cambiar el sistema social con el poder popular. Se
parece a lo que alguna vez expresó Christine Buci-Glucksmann acerca de la guerra
de posición gramsciana como lucha nacional y lucha popular. Si bien es cierto que la
hegemonía del pueblo
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 19-39.
El nuevo pueblo, a diferencia del nacionalista-populista, no oculta las contradicciones
de clase y tampoco alienta su conciliación ni colaboración de clases. Desde esta
ventana teórica, política y moral, “la hegemonía puede ser alcanzada primero por el
pueblo, después por el pueblo trabajador y la clase obrera” (Ibid.:67).
36
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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 19-39.
ganó las elecciones y el poder político en ese año (Ibid.:150-151). Con el manejo de
este discurso, la derecha convenció a los indecisos, lo que marcó la diferencia en
esas elecciones.11
Los sandinistas habían ganado el poder político pero no el poder del Estado. Para
esto se requería, como lo observó Gramsci y el mismo González Casanova, además
de la estrategia político-militar desplegada y la hegemonía popular, construir una
nueva cultura que sustituyera a las instituciones tradicionales. Aunque los sandinistas
ensayaron la dirección intelectual y moral del pueblo, fracasaron entre los sectores
donde existía mayor resistencia al cambio: los campesinos y la incipiente sociedad
civil. Intentaron mejorar las condiciones de vida de los campesinos mediante la reforma
agraria, pero los gastos de la guerra y fallas técnicas impidieron que, para mediados
de los ochenta, la transformación agraria diera los resultados esperados. Además,
los campesinos nunca compartieron la visión de los sandinistas en cuanto a la
producción colectiva de la tierra y el empleo en fincas del Estado (J. Enríquez,
1993:124). Debido a la mentalidad individualista de los campesinos no fue posible
convencerlos de los beneficios de la organización colectiva para la producción agrícola
(Ibid.:145).
En la década de los ochenta, González Casanova pensaba que Nicaragua y El Salvador triunfarían hasta consolidar un socialismo como el de Cuba. Hoy sabemos que
esto no pasó, en buena medida por lo dicho anteriormente, pero también por la
fuerte intervención del imperialismo estadounidense. Habrá que aceptar también los
errores, la incapacidad y la traición entre sus dirigentes por establecer un proyecto
socialista más allá de la cuestión nacional y la democracia.
En términos teóricos la cuestión de la hegemonía, tal como la piensa González
Casanova, encierra problemas previos y posteriores a la toma del poder. Son de
suma importancia los que tienen que ver con la toma del poder del Estado. Se trata
no sólo de un cambio de gobierno sino de la transformación estructural de la sociedad.
Por tal motivo, mantener la hegemonía del pueblo, para transitar a una hegemonía
11
Las palabras de Gramsci ganan vigencia: “(…) las sobrestructuras de la sociedad civil son como el
sistema de trincheras de la guerra moderna. Así como en ésta ocurría que un encarnizado ataque
artillero parecía haber destruido todo el sistema defensivo del adversario, cuando en realidad no
había destruido más que la superficie externa, de modo que en el momento del asalto los asaltantes
se encontraban con una línea defensiva todavía eficaz, así también ocurre en la política durante las
grandes crisis económicas; ni las tropas asaltantes pueden, por efecto mero de la crisis, organizarse
fulminantemente en el tiempo y en el espacio ni –menos aún– adquieren por la crisis espíritu
agresivo, y en el otro lado, los asaltados no se desmoralizan ni abandonan las defensas, aunque se
encuentren entre ruinas, ni pierden la confianza en su propia fuerza y en su propio porvenir”
(1974:421).
LA RECREACIÓN DE UN CLÁSICO EN AMÉRICA LATINA: ANTONIO GRAMSCI EN...
37
En otras palabras: la democracia y la liberación del pueblo cobran significado
revolucionario cuando se despojan de su mentalidad colonialista e inician una política
de poder propio sostenido con el triunfo de un amplio proyecto hegemónico. Con
éste comienza también “la defensa del trabajador ‘participante’ y también la del
‘marginado’ o superexplotado, la defensa del salario y de las tierras campesinas, la
defensa de las culturas, tierras, salarios y derechos de las ‘nacionalidades’ y las ‘minorías
étnicas’” (Ibid.:178).
Este planteamiento teórico es innovador frente a los prejuicios y rasgos de
autoritarismo de las vanguardias revolucionarias y de la clase obrera latinoamericana.
No pocas veces éstas fueron incapaces de incluir en la lucha por el socialismo a
quienes luchan contra el colonialismo desde el movimiento étnico y nacionalista.13
12
“(…) es la fase en la cual las ideologías antes germinadas se hacen ‘partido’, chocan y entran en
lucha, hasta que una sola de ellas, o, por lo menos, una sola combinación de ellas, tiende a prevalecer,
a imponerse, a difundirse por toda el área social, determinando, además de la unidad de los fines
económicos y políticos, también la unidad intelectual y moral, planteando todas las cuestiones en
torno a las cuales hierve la lucha no ya en un plano corporativo, sino en una plano ‘universal’, y
creando así la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados”
(Ibid.:415).
13
Para el autor de La democracia en México fue desastroso que los esquemas teóricos sobre la
lucha de clases, la democracia, la socialdemocracia, el populismo y la liberación, quedaran separados
en los análisis que hacían investigadores y militantes de aquel contexto (González Casanova,
1985a:132).
NÚM .
González Casanova piensa como Gramsci: en el contexto latinoamericano, una vez
el pueblo en el poder, se privilegia la lucha de clases, subsumiendo el tema étnico,
popular y nacional a ésta. La razón de esto estriba en que el neocolonialismo y el
neocapitalismo dividen al pueblo en sectores “obreros y campesinos”, negocian con
los organizados y los que pertenecen a áreas estratégicas, pero excluyen, explotan y
reprimen a otros. En ese sentido, el peligro de disolver la hegemonía popular, como
sucedió en Nicaragua, es latente.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
Es inevitable la dialéctica interna de la clase obrera o de cualquier clase dirigente
antes y después de la toma del poder. Debido a que su hegemonía proviene de
bloques y coaliciones del pueblo, se tienen que reorientar los objetivos de la lucha
hacia el socialismo. Como lo había pensado Gramsci, se puede tener una correlación
de fuerzas a partir de intereses corporativos, sin embargo, cuando la hegemonía se
logra y se accede a una fase estrictamente política, existe un fuerte indicio del paso
de la estructura a la esfera de las sobrestructuras complejas.12
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 19-39.
de clase implica “autonomía intelectual y de autogestión, práctica, productiva, y en
múltiples casos política y revolucionaria” (González Casanova, 1982:175).
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32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 19-39.
La enseñanza de González Casanova en su recreación de los conceptos gramscianos
radica en combinar categorías como lo nacional, lo étnico, la clase, el pueblo, para
una dialéctica más clara en América Latina. No renuncia a pensar y a actuar en la
lucha de clases, pero conmina a incluir en ésta la liberación colonial, la lucha popular
y la no intervención y autodeterminación de los pueblos. En suma, invita a mantener
vivo el valor de la democracia para la lucha por la liberación y el socialismo.
Pablo González Casanova alcanzó a percibir que en Nicaragua y El Salvador triunfaría
el proyecto socialista no sólo si se acababa con la oligarquía como clase, sino también
si se enfrentaba al imperialismo bajo la política de no-intervención y autodeterminación
de los pueblos. Para lograrlo, la política de poder del pueblo “democracia, liberación
y socialismo con poder” debía ser permanente. Pero la clave a comprender fue en
realidad la vida democrática revolucionaria e incluyente, porque donde no exista
poder del pueblo (inclusión de los marginados, indígenas, mujeres, trabajadores,
campesinos, estudiantes, al poder político y posteriormente al del Estado) no habrá
democracia ni liberación, y mucho menos socialismo.
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39
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
LA RECREACIÓN DE UN CLÁSICO EN AMÉRICA LATINA: ANTONIO GRAMSCI EN...
40
40 FALSA
41
José Aricó: itinerarios de una nueva
generación de izquierda en la Argentina
de la segunda mitad del siglo XX
Juliana Cubides Martínez*
Resumen
Este artículo forma parte del proyecto colectivo Transformaciones recientes del Estado en América
Latina, una perspectiva a partir de la sociología política de Gramsci que, en su segunda fase, se
propuso la recopilación de la obra y la trayectoria del pensamiento de autores latinoamericanos que
tomaron aspectos teóricos y metodológicos de la obra de Gramsci para interpretar las realidades de
la región. Para el caso de Argentina, este artículo es una primera aproximación de la autora al
pensamiento de José María Aricó, un personaje clave cuando hablamos de la recepción y difusión
de Gramsci no sólo en la Argentina sino en América Latina.
Palabras clave: José Aricó, Pasado y Presente, Gramsci, Argentina, América Latina.
Jose Aricó: Iteneraries of a new-leftist generation of Argentina’s
second-half XX Century
Abstract
This article is part of a collective project called Recent Latin American transformations on the State,
Gramsci’s political sociology. These collections of Gramsci’s work, in its second face, proposed the
compilation of the works and analysis of Latin American intellectuals, who utilized Gramsci’s theoretical and methodological principals to interpret the region’s reality. In the case of Argentina, this
article looks into José María Aricó’s works, as he is a key leading intellectual on Gramsci’s thought,
not only in Argentina but in Latin America.
Keywords: José Aricó, Past and Present, Gramsci, Argentina, Latin America.
José Aricó: itinerários de uma nova geração de esquerda na Argentina
da segunda metade do século XX
Resumo
Este artigo é parte do projeto coletivo Transformações do Estado na América Latina, uma perspectiva
da sociología política de Gramsci que, na sua segunda fase, propõe a recopilação da obra e a
trajetória do pensamento de autores latino-americanos que tomaram aspectos teóricos e
metodológicos da obra de Gramsci para interpretar as realidades da região. Para o caso da Argen-
*Estudiante del doctorado en Estudios Latinoamericanos,
gmail.com>.
UNAM,
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA,
México. E-mail: <juliana.cubides@
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE, 2013,
PP.
41-53.
42
JULIANA CUBIDES MARTÍNEZ
tina, este artigo é uma primeira aproximação da autora ao pensamento de José María Aricó, um
personagem chave quando falamos da recepção e difusão de Gramsci, não somente na Argentina,
como também na América Latina.
Palavras chave: José Aricó, Pasado y Presente, Gramsci, Argentina, América Latina.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 41-53.
Introducción
Para pensar con Gramsci las realidades de los países de la región, ¿cuáles son las
contribuciones de Aricó, en términos teóricos y metodológicos? ¿Cómo fue la
recepción y difusión de Gramsci en Argentina? ¿Qué acontecimientos marcaron
la experimentación gramsciana de Aricó? ¿Por qué Gramsci en América Latina?
¿Cuáles fueron las razones de su expansión en América Latina y en torno a qué
nudos problemáticos fue incorporado su pensamiento como instrumento eficaz?
Estas son las interrogantes que guiaron el ejercicio de indagación-investigación y que
orientaron las reflexiones e interpretaciones aquí plasmadas con el propósito de
extrapolar algunos elementos teóricos y metodológicos de la interpretación gramsciana
de Aricó, que permitan, a su vez, inferir su aporte en la difusión de las ideas de
Gramsci en Argentina y América Latina.
En el artículo se desarrollan, de manera general, cuatro ideas que trazan una primera
aproximación a la apropiación y difusión de las ideas gramscianas en el pensamiento
del argentino José María Aricó. La primera presenta un breve itinerario de la recepción
de Gramsci en Argentina en la segunda mitad del siglo XX, desde la vivencia del
mismo Aricó. La segunda centra la mirada en la experiencia del grupo Pasado y
Presente, definida por sus protagonistas como una experiencia cultural y política que
trazó las coordenadas de una lucha ideológico-cultural para la reconstitución del
vínculo entre intelectuales y sociedad. La tercera identifica momentos significativos o
etapas de la trayectoria del pensamiento de José Aricó, mostrando sus vicisitudes y
virajes. Finalmente, la cuarta, respecto a la interrogante ¿Por qué Gramsci en América
Latina?, recupera claves interpretativas expuestas por Aricó en el texto: La cola del
diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina.
Gramsci y los comunistas argentinos.
Los avatares de un encuentro ineludible
Durante la segunda mitad del siglo XX Argentina ocupó un lugar importante en la
recepción y difusión de Gramsci en América Latina. Fue Héctor Agosti, un intelectual
del Partido Comunista Argentino (PCA), quien impulsó la recepción productiva de su
obra, incluso antes de que el pensamiento gramsciano fuera conocido en países de
su propio continente (Kohan, 2005). Consecuencia de ello fue la publicación, en
1950, de Las cartas de la cárcel, a través de la editorial comunista argentina Lautaro.
JOSÉ A RICÓ:
ITINERARIOS DE UNA NUEVA GENERACIÓN DE IZQUIERDA EN LA...
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El debate sobre la necesaria renovación teórica y política de la cultura comunista
argentina tuvo una clara inspiración gramsciana. Para Aricó, la crisis y fragmentación
que vivió el Partido Comunista Argentino a principios de los años sesenta se profundizó
con la imposibilidad de llevar a cabo una reforma ideológica y política interna. La
dirección del Partido “optó por abroquelarse en la defensa a ultranza de las posiciones
más tradicionales” (Ibid.:61). La lectura de la crisis del Partido fue interpretada por
Aricó de la siguiente manera:
(…) las clases dominantes han perdido su capacidad de atracción, mientras el
proletariado “y su conciencia organizada” –es decir el Partido Comunista– no ha
desarrollado aún plenamente una hegemonía que pudiera traducirse en un ejercicio
adecuado de dirección intelectual y moral. (…) El Partido debe comprender cómo
se desarrolla y cambia la realidad, no permanecer nunca atado a viejos esquemas, a
viejos lenguajes y posiciones. Comprender que la historia es cambio, transformación,
renovación y que es siempre preciso estar dentro de ella (Aricó, 1963).
NÚM .
Aricó problematizó la frustración de la izquierda argentina por la persistencia del
peronismo en la clase obrera pese a la caída de Perón en 1955. El nuevo escenario
político no produjo ni la ‘desperonización’ de las masas ni su acercamiento a su
‘verdadero’ partido de vanguardia. La imposibilidad de materializar la conquista de la
clase trabajadora frente al declive peronista marcó un punto crucial para la historia
de la izquierda argentina en la década de los sesenta e instaló en el pensamiento
político de la nueva generación militante la necesidad de trabajar en dirección de “un
encuentro con el mundo de los trabajadores a quienes la experiencia peronista había
alejado de su destino de clase” (Ibid.:54).
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
El encuentro con la obra de Gramsci fue descrito por José Aricó como un encuentro
necesario y un tránsito obligado: “(…) únicamente un pensador de estas características
podía ayudarnos a someter a crítica una tradición que nos parecía inadecuada para
hacerse cargo de las demandas de una realidad tan compleja como la dejada en
herencia por la caída del peronismo” (Ibid.:55).
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 41-53.
La incorporación del pensamiento de Gramsci comprometió sólo a un grupo limitado
de intelectuales comunistas vinculados a una perspectiva más cultural y que veían en
el marxista italiano una oportunidad de renovación ideológica y cultural del comunismo
argentino (Aricó, 1988). Entre los principales protagonistas de la tendencia gramsciana
al interior del Partido figuraron Agosti, José María Aricó, Juan Carlos Portantiero y
Oscar del Barco, quienes, inspirados en el legado gramsciano y desafiados por la
influencia de la Revolución Cubana en la región, iniciaron un proyecto de renovación
del marxismo que no obstante, no logró expresarse al interior del Partido fuertemente
alineado con la política ortodoxa del comunismo soviético.
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JULIANA CUBIDES MARTÍNEZ
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 41-53.
En el horizonte de llevar a cabo la alternativa de una reforma interna, un grupo de
intelectuales comunistas –inspirados en el pensamiento de Gramsci– emprendió una
fuerte crítica al patrimonio político y cultural de la Tercera Internacional tan fuertemente
arraigado en la dirección política del comunismo argentino.
La crisis del marxismo-leninismo a nivel mundial, la influencia de los acontecimientos
de la Revolución Cubana para pensar el proyecto socialista en la región, y la negación
por parte de la dirección del Partido Comunista Argentino de permitir el debate
interno y abrir espacios para la circulación y renovación de ideas, trasladó la resistencia
–planteada por Aricó y su grupo– del plano cultural al ámbito político, provocando
una ruptura irresoluble al interior del Partido. En este contexto, el grupo de intelectuales
cordobeses fue expulsado en 1963 del Partido Comunista Argentino.
Esta situación abrió la posibilidad a los ‘gramscianos argentinos’ de repensar el
patrimonio político y cultural del marxismo en América Latina. Aquí nació la
experiencia del grupo Pasado y Presente, como proyecto editorial y como movimiento
de reforma intelectual y moral de largo aliento que apuntó a la renovación ideológica,
cultural y política de la intelectualidad argentina.
Pasado y Presente: proyecto político y cultural
de inspiración gramsciana
La experiencia de Pasado y Presente es un eje central para entender una de las
rupturas más significativas al interior de la intelectualidad marxista en Argentina.
Rompiendo con todas las normas y violentas jerarquías establecidas, Aricó, Portantiero,
Oscar del Barco, Héctor Schmucler y otros jóvenes brillantes fundan una revista que
hará época. Frente a la cristalización dogmática y sectaria y los peores prejuicios
antiintelectualistas, promovieron la libertad de discusión y una aproximación abierta
al marxismo heterodoxo, permitiendo que éste dialogara con lo más avanzado de la
cultura de la época. Gramsci era el guía, mediado por la influencia de la Revolución
Cubana, el Che Guevara y la ruptura chino-soviética. De fondo, el refinado marxismo
italiano ejercía su seducción (Kohan, 2005:2).
Frente a la cultura oligárquica dominante en la sociedad argentina y al dogmatismo
de la época, señalado por Kohan, el grupo Pasado y Presente surgió con dos
propósitos centrales:
1. Ser la expresión de un centro de elaboración cultural relativamente autónomo de
la estructura partidaria.
2. Actuar como un punto de convergencia de los intelectuales comunistas con aquellos
JOSÉ A RICÓ:
ITINERARIOS DE UNA NUEVA GENERACIÓN DE IZQUIERDA EN LA...
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que provenían de otros sectores de la izquierda argentina (Aricó, 1988:63).
La primera, la preocupación por el examen del contexto nacional, que puso en el
centro del debate las demandas de la realidad desde la cual debían pensarse los
problemas de la transformación y de la perspectiva socialista. La segunda, “el
reconocimiento pleno del socialismo concebido como un proceso que se despliega a
partir de la sociedad, de las masas y de sus propios organismos e instituciones”
(Aricó, 1988:80).
En la incesante búsqueda del sujeto político de la transformación socialista, Aricó
reconoció la centralidad del papel de las masas y sus formas propias de organización
para pensar las posibilidades del socialismo. Tras la expulsión del Partido Comunista,
como lo ha señalado Raúl Burgos (2004), el grupo de ‘gramscianos argentinos’
emprendió una búsqueda traumática del sujeto en el cual anclar la experiencia crítica.
En este “deambular detrás del sujeto político” (Burgos, 2004:381), la cuestión de la
relación con las masas peronistas fue un asunto clave. En un artículo publicado en
la segunda etapa de la revista en 1973, Aricó afirmó que la posibilidad del socialismo
“atraviesa el movimiento peronista y sobre las espaldas de los peronistas
NÚM .
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
La experiencia de Pasado y Presente encontró su mayor fuerza renovadora en el
vínculo entre cultura y política. Como señala Raúl Burgos (2004), el universo teórico
y político gramsciano trazó una particular y original forma de intervención cultural y
política que alteró el patrón de la práctica política clásica de la vieja izquierda partidaria.
La acción editorial, por ejemplo, fue una estrategia clave en esta empresa
transformadora (Burgos, 2004:380-381). El movimiento cultural y político de Pasado
y Presente debe ser leído –en clave gramsciana– como un proyecto político-cultural
alternativo; se trató de un movimiento de renovación intelectual con una clara
estrategia de intervención cultural de largo aliento, expresada, en palabras de Aricó,
en la “formación de una voluntad colectiva orientada al desarrollo del espíritu público
del país” (1963). El vínculo entre cultura y política y entre intelectuales y sociedad es
central en esta propuesta transformadora; de ahí que el problema de lo nacionalpopular, del reconocimiento del territorio nacional, sea un referente obligado para el
proyecto hegemónico. Gramsci orientó la experiencia de Pasado y Presente por lo
menos en dos perspectivas:
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 41-53.
En la búsqueda de renovar la cultura y la práctica política tradicional de la izquierda,
en medio de tensiones generadas al interior del Partido Comunista por la influencia
de las ideas gramscianas, tanto los objetivos trazados, como la editorial del primer
número de la revista –la misma que motivó la expulsión de Aricó y su grupo del
Partido–, lanzaron una fuerte crítica a la ortodoxia comunista y apostaron a la apertura
del marxismo apoyándose en Gramsci, un marxista que para Aricó admitía tales
aperturas.
46
JULIANA CUBIDES MARTÍNEZ
revolucionarios recae la responsabilidad de que esa posibilidad no se frustre (…)”
(1988:78).
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 41-53.
Fue el Gramsci ‘nacional-popular’ quien en 1965 nos ayudó a plantear la cuestión de
la caducidad de una forma histórica de pensar la soldadura de los intelectuales con los
trabajadores. Y digo plantear, no resolver, porque la pregunta no tuvo respuestas. En
1973, en cambio, fue la experiencia de los consejos obreros la que alimentó nuestras
reflexiones sobre un contrapoder de masas que veíamos crecer en la sociedad argentina
(Ibid.:78 y 79).
Central fue la cuestión obrera y su relación con el gobierno peronista. Fue en Gramsci
en quien se orientó para realizar sus reflexiones en torno al papel del movimiento
peronista de izquierda (Montoneros), como fuerza social que interpelaba y representaba
fuertemente su búsqueda de una nueva oposición social y un sujeto donde anclar los
desafíos del país en la larga marcha hacia el socialismo.
El papel de las masas y sus propias formas de organización fue un asunto crucial
para el grupo Pasado y Presente, en especial para Aricó, quien siempre cuestionó el
‘vanguardismo izquierdizante’ y expuso una mirada autocrítica frente a la imposibilidad
de cerrar la brecha histórica establecida entre el Partido y las masas peronistas. Pese
a la persistencia del corporativismo de las masas argentinas, advirtió la no conveniencia
de explicar el fenómeno del peronismo sólo desde el autoritarismo y la manipulación
(Ibid.:51). El redescubrimiento que los miembros del grupo Pasado y Presente hacen
del mundo de las clases subalternas, con Gramsci, los obligó a realizar otras miradas
al asunto del populismo latinoamericano y la consideración del peronismo como
fenómeno fuertemente arraigado en la identidad nacional-popular de las masas
argentinas.
Como advirtió Aricó en La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina,
“la experiencia peronista es un ejemplo emblemático de las dificultades que tuvieron
las corrientes ideológicas vinculadas al marxismo para dar cuenta de un fenómeno
‘original’ y al que interpretaron remitiéndolo a sus matrices ideológicas” (1988:119).
Queda como trasfondo de este debate la condena del fenómeno del peronismo como
falsa conciencia y manipulación política y no como experiencia que expresa procesos
organizativos propios por parte de los trabajadores, y que por tanto exige estudiar
sus modos intersubjetivos y organizativos de apropiación de lo nacional-popular.
En un intento de balance de una experiencia de casi tres décadas, Aricó expresó lo
que representó el movimiento cultural y político de Pasado y Presente como lucha
por la renovación del pensamiento argentino con y desde el marxismo. Un marxismo
que no buscara establecer en sí mismo su principio de validación, sino un marxismo situado y capaz de medirse con los hechos de una realidad cambiante. Si bien la
tentativa inicial del grupo fue trabajar al interior del PCA para aportar a su renovación
interna, el fracaso de esta apuesta, es decir, la imposibilidad del Partido de convertirse
en una voluntad nacional-popular, lo convirtió, como dice el propio Aricó, en “una
experiencia marginal, inclasificable e incómoda de la cultura de izquierda en la Argentina” (Ibid.:81). Gramsci iluminó esta empresa como ‘autoconciencia crítica’ y
lucha ideológica y cultural frente a la crisis de la izquierda. Dos criterios metodológicos
centrales en Gramsci, la criticidad y la historicidad, fueron retomados por Aricó
como horizonte en los diálogos productivos que estableció el grupo Pasado y Presente
con el mundo y la cultura latinoamericana y no sólo argentina (Ibid.). Pasado y Presente “puede identificarse como un colectivo sólo hasta la finalización del exilio mexicano
en 1984. Luego, las trayectorias personales y aun grupales pertenecen a otro registro,
y los puntos de convergencia pasan a ser el Club Socialista en Buenos Aires y la
revista La Ciudad Futura” (Crespo, 2009:170-171).
Trayectoria del pensamiento de José Aricó (1933-1991)
José Aricó fue una figura central y protagónica en este movimiento cultural y político.
Horacio Crespo (2009) coincide con Raúl Burgos (2004) en afirmar el fuerte vínculo
existente entre la experiencia de Pasado y Presente y la trayectoria intelectual y
política de Aricó, una experiencia estrechamente vinculada a su experiencia vital. En
el libro La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina (1988), Aricó
advirtió las dificultades que tuvo para realizar la geografía del gramscismo en América
Latina; una de éstas es la relacionada con la imposibilidad de establecer un equilibrio
crítico sobre la recepción y difusión del pensamiento del marxista italiano por la
cercanía subjetiva que sentía con el propio Gramsci. En buen número de pasajes, en
particular con relación a la experiencia de Pasado y Presente, pone en evidencia la
conveniencia o no de hablar a título personal o a nombre colectivo, cuando cada uno
fue gramsciano a su manera. Así lo expresó:
(…) estoy vinculado tan estrechamente a su figura de hombre de pensamiento y
acción que me resulta difícil, por no decir imposible, establecer ese equilibrio crítico
merced al cual uno puede resistirse a la fascinación del sistema o del autor estudiado
(…) en mi caso diría que el conocimiento de sus escritos constituyó una revelación
que se adueñó de toda mi personalidad y que desde ese momento nunca he dejado de
ser gramsciano no obstante la profundidad de los cambios de mis opiniones respecto
aun del propio Gramsci (Aricó, 1988:28).
Como lo han señalado los estudiosos de su obra (Burgos, 2004; Crespo, 2009),
Aricó fue un personaje clave en la difusión de los clásicos del marxismo y del
pensamiento de Gramsci en Argentina y en América Latina en la segunda mitad
del siglo XX. Su nombre y su labor están asociados a la ‘nueva izquierda intelectual’
argentina de los años sesenta.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 41-53.
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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
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32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 41-53.
Un intento por establecer algunos momentos clave de su trayectoria permite identificar
al menos cuatro etapas. La primera, entre 1947 y 1963, desde el inicio de su
formación militante al interior del Partido Comunista Argentino hasta la ruptura con
el marxismo ortodoxo y la expulsión del Partido en 1963 de él y su grupo. Aquí
transcurrió su primer encuentro con la obra del marxista italiano. Fue con Gramsci
con quien logra fundamentar la crítica a una práctica tradicional de la izquierda que
establecía una mirada esencialista y simplificada de la compleja vida social y cultural
argentina.
La segunda etapa se relaciona con la experiencia del grupo Pasado y Presente entre
los años 1963 y 1976. En esta etapa se concreta un proyecto de fuerte inspiración
y experimentación gramsciana, que también puede ser leído en clave generacional
como experiencia común de ruptura con los patrones culturales dominantes de la
época. En este sentido, Pasado y Presente representó la puesta en escena de un
proyecto político-cultural alternativo de largo plazo, que buscó impulsar un proceso
de reforma intelectual y moral, necesaria y urgente para propiciar el desarrollo del
espíritu público del país.
La tercera etapa se ubica entre los años 1976 y 1984, a partir del golpe militar de
1976 y la experiencia del exilio en México. En este tercer periodo debe resaltarse la
elaboración, entre 1976 y 1977, de los borradores del texto Nueve lecciones sobre
economía y política en el marxismo como resultado del curso dictado en El Colegio
de México. De esta experiencia y publicación tardía es posible inferir el marxismo de
Aricó. El texto es clave porque permite comprender su forma de abordar e interpretar
el marxismo, un punto significativo es la centralidad de la política y la búsqueda de un
estatuto preciso de la misma en la teoría marxista. De Gramsci resalta su significado
amplio de la política situándola como una actividad humana fundamental que en
sentido de acción hegemónica implicaba superar el nivel corporativo y transitar al
ético-político.
El periodo de exilio en México significó una profundización a su apuesta por la
democracia como horizonte ético-político de la izquierda y clave analítica para pensar
la hegemonía y la construcción de alternativas políticas en América Latina. Fue en
torno a este asunto que en 1980 se realizó en Morelia un seminario1 que cuestionó
a la academia sobre la posibilidad de hacer lecturas de los procesos políticos
latinoamericanos contemporáneos a la luz de la problemática gramsciana de la
hegemonía, frente al espíritu de una época marcada por la post-Revolución Cubana,
por las derrotas de los intentos de expansión del socialismo, de la mano de los golpes
Las memorias del seminario fueron publicadas en un texto titulado Hegemonía y alternativas
políticas en América Latina, coordinado por Julio Labastida Martín del Campo (1985).
1
JOSÉ A RICÓ:
ITINERARIOS DE UNA NUEVA GENERACIÓN DE IZQUIERDA EN LA...
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militares y el despliegue de los proyectos políticos autoritarios en los países de la
región.
La recreación del vínculo entre democracia y socialismo fue objeto de diversas
interpretaciones, para algunos se trató de un viraje radical en el discurso teórico y
político de los intelectuales de Pasado y Presente y un abandono del marxismo y la
perspectiva socialista, expresado en particular en el apoyo y la asesoría que Juan
Carlos Portantiero y Emilio de Ipola dieron al presidente Raúl Alfonsín y su proyecto
de ‘pacto democrático’.
Para Raúl Burgos, el nuevo modo de pensar el vínculo entre democracia y socialismo
no puede ser considerado simplemente como “fruto de una ‘cooptación’ de los
intelectuales de la izquierda renovada por el pensamiento neoliberal en expansión en
la época, sino como una reapropiación auténtica del concepto por la izquierda política
latinoamericana” (2004:305). Una de las razones que expone Burgos sobre el apoyo
del grupo Pasado y Presente al gobierno de Alfonsín es la ausencia de un sujeto político promotor de la transición democrática en la Argentina de los ochenta. De
nuevo la cuestión de la identidad peronista fuertemente corporativa aparece en
el centro del debate en el periodo de inicio de la transición democrática. En medio de
estas circunstancias, el grupo de gramscianos se asoció “a lo que parecía el proyecto
2
Como señala Burgos (2004:304), Portantiero, apoyándose en las ideas de Gramsci, replanteó el
concepto de revolución en su texto Los usos de Gramsci.
NÚM .
La cuarta y última etapa inicia con su retorno a Buenos Aires en 1983 y la
radicalización de su propuesta sobre el papel central de la democracia en el proceso
de transformación de la sociedad. Luego del exilio mexicano, las trayectorias personales de aquel grupo vinculado a la experiencia de Pasado y Presente no coinciden.
Como señala Crespo, de regreso a Buenos Aires los puntos de convergencia pasan
a ser el Club de Cultura Socialista y la revista La Ciudad Futura (Crespo, 2009:171).
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
La experiencia del seminario de Morelia y la última etapa del exilio en México se
caracterizaron por la profundización del discurso democrático de la re-significación
del concepto de revolución y transición al socialismo.2
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 41-53.
Este horizonte estableció como imperativo de acción cultural y política la necesaria
revisión de los postulados de la izquierda revolucionaria. La hipótesis de trabajo giró
en torno a la siguiente cuestión: “cómo y a través de qué procesos y recomposiciones
teóricas y prácticas puede construirse una hegemonía proletaria, o popular (…) capaz
de provocar una transformación radical acorde con las aspiraciones democráticas de
las clases trabajadoras del continente (…)” (Aricó, 1985:11).
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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 41-53.
democrático más coherente para la nueva etapa argentina: el proyecto de cuño
socialdemócrata del presidente Raúl Alfonsín” (Ibid.:15-16).
Las fuertes críticas que recibió el grupo Pasado y Presente sobre el giro radical de su
discurso político en los años ochenta, desbordan los alcances de este artículo; no
obstante, debe mencionarse que esta última etapa del pensamiento de Aricó, vinculada
a la adopción que hace el grupo Pasado y Presente del ideario político de la
socialdemocracia y el respaldo al gobierno de Alfonsín, fue objeto de controversia y
debate al interior de la izquierda argentina, interpelando la ‘falta de autocrítica’ de los
intelectuales de Pasado y Presente en las mutaciones y virajes políticos del grupo
(Burgos, 2004; Kohan, 2005:3).
Hasta aquí, vale la pena preguntarse por la vigencia y el aporte de la propuesta que
hace Aricó de re-articular creativamente el vínculo entre democracia y socialismo.
En sus propias palabras:
(…) todo proceso de transición que no esté dirigido, conformado y regido por el
ejercicio pleno de la democracia como elemento decisivo de la conformación de la
hegemonía adquiere el carácter de una revolución pasiva, de un poder de
transformación que se ejerce desde la cúspide contra la voluntad de las masas y que,
en última instancia, acaba siempre por cuestionar la posibilidad concreta de una
constitución del socialismo (2011:274).
La búsqueda del sujeto de la transformación socialista pasa por la democratización
de la sociedad, por la reivindicación de la capacidad de las clases de organización
propia. La democracia, entendida en sentido amplio como autogobierno de las masas,
no sólo es constitutiva de la idea de socialismo sino es su condición de posibilidad.
¿Por qué Gramsci en América Latina?
La pregunta planteada por Aricó en su texto La cola del diablo. Itinerario de Gramsci
en América Latina (1988:83), convoca a una reflexión sobre las razones de la masiva
recepción de Gramsci en América Latina, en particular entre las décadas de los años
setenta y ochenta. Esta interrogante fue esbozada a propósito de su participación en
1985 en el coloquio organizado por el Instituto Gramsci en Ferrara, Italia. Bajo el
nombre de “Transformaciones políticas en América Latina: la presencia de Gramsci
en la cultura latinoamericana”, el evento tuvo como propósito reflexionar sobre la
difusión y la vigencia del pensador italiano en América Latina, en especial desde los
años setenta, tomando en consideración que esta difusión no parecía corresponderse
con el ocaso de su pensamiento en Italia.
La construcción del itinerario de Gramsci en América Latina fue elaborada a finales
JOSÉ A RICÓ:
ITINERARIOS DE UNA NUEVA GENERACIÓN DE IZQUIERDA EN LA...
51
Aricó se aproximó a la elaboración del itinerario de Gramsci en nuestra región
apelando a la posibilidad de establecer en América Latina una tradición marxista
múltiple, bien ubicada y no homogénea.
(…) para encarar una geografía de la difusión de Gramsci en América Latina debemos
asumir esta diversidad como dato y recorrer la pluralidad de caminos y perspectivas
que dieron lugar a la formación de distintos núcleos de elaboración teórica y política
en los cuales las ideas de Gramsci fueron recuperadas, contaminándose con otras
posiciones y perspectivas y produciendo efectos de los más diversos (Ibid.:26-27).
Aquí se puede inferir la comprensión de América Latina como unidad de análisis con
heterogeneidades estructurales. Frente a estas realidades no hubo un solo Gramsci
latinoamericano, sino gramscismos a partir de la pluralidad de elaboraciones,
apropiaciones y formas de difusión. En este sentido, el itinerario de las ideas
gramscianas en América Latina debe ser analizado en clave histórica, en el marco de
los acontecimientos históricos de la época. Para el caso de Argentina, se debe
comprender la crisis del compromiso populista y la imposibilidad de la conquista de
las masas trabajadoras por parte del Partido Comunista Argentino. Aricó advirtió
cómo “la crisis del compromiso populista no dio lugar a la esperada expansión de
movimientos revolucionarios en América Latina sino a una cascada de golpes
de Estado” (Ibid.:113); golpes militares que desdibujaron el “espejismo revolucionario
e hicieron estallar ese marxismo dogmatizado de los sesenta” (Ibid.:114).
NÚM .
(…) reivindicado como propio por un sector de los comunistas argentinos, al cabo de
treinta años se convierte en punto de referencia de un conjunto de científicos sociales
y de dirigentes políticos de izquierda que, reunidos en Morelia, acuerdan sobre la
actualidad y pertinencia de las categorías estratégicas gramscianas para el análisis de
las condiciones de cambio y de transición socialista en las sociedades latinoamericanas
(Ibid.:31).
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
En el ejercicio de reconstrucción trazó una coordenada temporal de tres décadas de
la difusión de Gramsci en América Latina comprendida entre 1950 y 1980 y ubicando
estas dos fechas límite como simbólicas: en 1950 fueron publicadas Las cartas de la
cárcel en Argentina, y en 1980 tuvo lugar el seminario de Morelia en México. Ambas
fechas son emblemáticas porque ilustran el itinerario recorrido por el pensamiento
de Gramsci en una doble perspectiva geográfica y cultural.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 41-53.
de los ochenta por Aricó, interpelando el espíritu de una época caracterizada por la
crisis frente a las posibilidades de la transformación y cuestionando el inicio de una
fase descendente del gramscismo en la región. El eclipse del pensamiento de Gramsci
podría estar significando lo contrario: no la caducidad de su pensamiento sino “(…)
la aceptación de filosofías que renuncian a las armas de la crítica para plegarse a la
presión de un mundo que se acepta como inmodificable (…)” (Ibid.:14).
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
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52
JULIANA CUBIDES MARTÍNEZ
En el caso latinoamericano, la difusión de las ideas gramscianas debe ser vista en
clave de dos acontecimientos históricos: lo generado por la Revolución Cubana y
posteriormente la oleada de golpes militares en la región. El ejercicio de traductibilidad
en América Latina pasa entonces por valorar las realidades y particularidades de un
continente erosionado por la violencia armada y la contrarrevolución, y donde los
sujetos protagónicos de la transformación social no concordaban con las nociones
usuales en la tradición marxista-leninista, y no parecen ser –dice Aricó compartiendo
los análisis de Touraine– ni la burguesía ni el proletariado, tampoco los terratenientes
y los campesinos dependientes. Son, más bien, el capital extranjero y el Estado
(Ibid.:90-91).
Fue la crisis generada por la imposibilidad del renacimiento de los movimientos
revolucionarios en la región lo que permitió la mayor recepción de los textos de
Gramsci. La brecha histórica entre intelectualidad y pueblo –como ya se dijo– se
convirtió en un núcleo problemático estructural. A este respecto, Aricó señaló las
desventuras de la izquierda latinoamericana y no sólo la argentina, como consecuencia
de un paradigma ideológico estrecho, sustentado en la separación entre política y
cultura. Otra vez aparece la centralidad de la experiencia Pasado y Presente, como
proyecto y movimiento cultural y político, como condición de posibilidad para la
producción creativa de un vínculo entre teoría crítica y propuestas políticas de
transformación, a través de una nueva cultura que apunte a “una modificación
sustancial de la clásica relación existente entre las élites intelectuales ‘creadoras’ de la
cultura y el conjunto de las masas reducidas a meras ‘consumidoras’” (Aricó, 1963).
Frente a esta situación, Aricó reconoció en las ideas de Gramsci la posibilidad de
asumir posiciones más críticas y realistas en América Latina, pero con una connotación
política que desborda el ejercicio teórico. Desde esta premisa, su legado convoca a
reconocer como sujetos de investigación a los movimientos, organismos o actores
que encuentran en Gramsci aquello que les posibilita acceder a la teoría y medirse
con el mundo histórico (Aricó, 1988:27). No se aplica la teoría a la realidad, todo
ejercicio de traductibilidad parte de las demandas de la realidad que portan los
movimientos en la sociedad y en la cultura cuando se apropian de reflexiones y
contribuciones como las de Antonio Gramsci.
En esta búsqueda es central la cuestión nacional-popular y la organización propia de
las masas, cuestiones que encuentran en la democracia, en sentido amplio, una
estrategia de intervención política alternativa.
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mayo, consultado en <http://www.rebelion.org/noticia.php?id=11915>.
LABASTIDA MARTÍN DEL CAMPO, Julio (coordinador) (1985), Hegemonía y alternativas
políticas en América Latina, México, Siglo XXI/Instituto de Investigaciones Sociales,
UNAM.
Recibido el 3 de diciembre de 2012
Aprobado el 3 de abril de 2013
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 41-53.
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ITINERARIOS DE UNA NUEVA GENERACIÓN DE IZQUIERDA EN LA...
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
JOSÉ A RICÓ:
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54 FALSA
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El pensamiento de Carlos Nelson
Coutinho: interpretar el Brasil
Alba Maria Pinho de Carvalho*
Eliana Costa Guerra**
Resumen
El presente artículo muestra una interpretación de Brasil a partir de la fecunda apropiación del
pensamiento de Gramsci por el intelectual brasileño de izquierda Carlos Nelson Coutinho. Se destaca
la osadía intelectual que caracteriza su producción a lo largo de cinco décadas en la búsqueda
permanente de la ampliación conceptual como superación dialéctica, siendo fiel a la relación fundante
entre historia y teoría política. A partir de una revisión del pensamiento de Coutinho, las autoras
analizan el proceso de modernización de Brasil en el tránsito al capitalismo por la vía de la revolución
pasiva. Se rescatan aportes de Coutinho sobre las configuraciones estatales en la historia brasileña,
enfatizando el proceso de occidentalización con la ampliación del Estado a través de la actuación
política de la sociedad civil que emerge de las entrañas de la dictadura militar. Se trata de una
producción en proceso que delinea vías analíticas para trabajar el marxismo en movimiento
propugnado por Coutinho.
Palabras clave: Brasil, ampliación conceptual, revolución pasiva, occidentalización, ampliación del
Estado.
Carlos Nelson Coutinho’s Thought: Interpreting Brazil
Abstract
The present article substantiates an interpretation of Brazil from leftist intellectual Carlos Nelson
Coutinho, who uses Gramsci’s thought to make his case. We highlight Coutinho’s intellectual capacity and ability to expand, during five decades, his understanding of dialectical concepts. He has
been as loyal supporter of the existing relationship between history and political theory. While
revisiting Coutinho’s work, we analyze the process of capitalistic modernization in Brazil through a
passive revolution. This article stresses Coutinho’s contributions on the Brazilian State through a
historical analysis, which emphasizes a process of westernization and the power of the Estate that
* Doctora en Sociología. Profesora del Departamento de Ciencias Sociales y miembro del Programa
de Posgrado en Sociología y de la Maestría en Evaluación de Políticas Públicas, Universidad Federal
de Ceará. Miembro de la Red Universitaria de Investigadores sobre América Latina (RUPAL). E-mail:
<[email protected]>.
** Doctora en Sociología. Profesora del Departamento de Trabajo Social y miembro del Programa
de Posgrado en Trabajo Social, Universidad Federal de Río Grande del Norte. E-mail: <elianacosta
[email protected]>.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE, 2013,
PP.
55-81.
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ALBA MARIA PINHO DE CARVALHO Y ELIANA COSTA GUERRA
evolves from military dictatorships.
Keywords: Brazil, conceptual expansion, passive revolution, westernization, State expansion.
O pensamento de Carlos Nelson Coutinho: interpretar o Brasil
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
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32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
Resumo
O presente artigo consubstancia uma interpretação do Brasil a partir da apropriação fecunda do
pensamento de Gramsci pelo intelectual de esquerda brasileiro, Carlos Nelson Coutinho. Assim,
ressalta a ousadia intelectual que caracteriza a sua produção, ao longo de cinco décadas, na busca
permanente da superação dialética, como ampliação conceitual, fiel à relação fundamental entre
história e teoria política. A partir do resgate do pensamento de Coutinho, as autoras do artigo
põem em relevo sua análise do processo de modernização do Brasil, no trânsito para o capitalismo,
pela via da revolução passiva. Resgatam suas contribuições relativas às configurações estatais na
história brasileira, enfatizando o processo de ocidentalização, com a ampliação do Estado por meio
da atuação política da sociedade civil, que emerge das entranhas da ditadura militar. Trata-se de
uma produção em processo que delineia vias analíticas para trabalhar o marxismo em movimento,
propugnado por Carlos Nelson Coutinho.
Palavras chave : Brasil, ampliação conceitual, revolução passiva, ocidentalização, ampliação do
Estado.
Carlos Nelson Coutinho, un intelectual gramsciano
en sintonía con su tiempo histórico
Al pensar a Gramsci como vía analítica en Brasil, se interpone la figura histórica del
intelectual brasileño Carlos Nelson Coutinho,1 convencido de la universalidad y de la
1
Carlos Nelson Coutinho nació en Itabuna, en el estado de Bahía, Brasil, un 28 de junio de 1943,
y falleció en Río de Janeiro el 20 de septiembre de 2012. Se tituló en filosofía en la Universidad
Federal de Bahía (1961-1965). Desde joven militó en el antiguo Partido Comunista Brasileño (PCB).
Filósofo político, ensayista y traductor, deja un amplio legado en el área de la producción cultural y
en el campo de la teoría política. Profesor emérito de la Universidad Federal de Río de Janeiro,
desde 1986 enseñaba Teoría Política en la Escuela de Servicio Social. Carlos Nelson Coutinho fue
uno de los principales intelectuales marxistas. Tuvo un papel destacado en la divulgación en Brasil
de las obras de Georg Lukács y Antonio Gramsci. En los años setenta se exilió en Bolonia (Italia),
tierra en que, por décadas, se asentó el antiguo Partido Comunista Italiano (PCI), una de las referencias
político-teóricas imprescindibles para entender su pensamiento. Posteriormente, vivió el exilio en
París. Fue miembro eminente del “grupo de Armenio Guedes”, que, dentro del PCB, buscaba la
renovación del comunismo brasileño a partir de la cuestión democrática. Siempre articulando su
reflexión teórica con la práctica militante, se dedicó a la crítica cultural en los años sesenta y setenta,
produciendo varias obras, destacándose Literatura y Humanismo, lanzada en 1967 por la Editora
Civilização Brasileira y El estructuralismo y la miseria de la Razón, publicada en 1972, por Paz e
Terra y, décadas después, en 2010, por la editora Expressão Popular. Desde los años setenta,
Coutinho concentra su atención en la filosofía política. Su ensayo clásico “La democracia como
valor universal” constituye una importante contribución al debate sobre la teoría política en Brasil,
mostrando, como fuente de inspiración, la discusión política madura en torno al antiguo PCI,
especialmente en torno a las formulaciones de Enrico Berlinguer y Pietro Ingrao. A partir de entonces,
EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
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asume vigorosamente el pensamiento político de Antonio Gramsci en su producción, haciendo
efectiva, en sus reflexiones, una articulación original de Lukács y Gramsci, que se expresa bien en
su último libro, publicado en 2011: De Rousseau a Gramsci. Ensayos de teoría política. En los años
ochenta, con la crisis del PCB, Coutinho se aproximó por un momento al Partido Socialista Brasileño
(PSB). Entretanto, en el proceso de democratización brasileño se afilió al entonces recién creado
Partido de los Trabajadores (PT), hasta su crisis y escisión en la primera década del siglo XXI, cuando
pasa a militar en el Partido Socialismo y Libertad (PSOL). A lo largo de toda su trayectoria partidaria
mantuvo sus raíces comunistas. Fue activo colaborador de la “Escuela de Formación Política Florestan
Fernandes”, espacio privilegiado del ejercicio de su papel de “intelectual orgánico”, contribuyendo
con la formación de militantes, en especial integrantes del MST, movimiento que gozó de su apoyo
a sus banderas de lucha, notoriamente en la defensa de la reforma agraria. Conocido en Brasil y en
el exterior como uno de los mayores especialistas en la obra de Antonio Gramsci, fue el responsable
de la edición brasileña de Cuadernos de la Cárcel, publicada por la Editora Civilização Brasileira,
1999 y 2002. Es autor de decenas de libros, entre los cuales destacan: Gramsci (1981); A dualidade
de poderes (1985); Gramsci: um estudo sobre seu pensamento político (1989); Marxismo e Política.
A dualidade de poderes e outros ensaios (1994); Contra a corrente: ensaios sobre democracia e
socialismo (2008).
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Coutinho emprendió, a manera de una tarea histórica, una lectura original de la
herencia de Marx capaz de esbozar, en el marco de un tratamiento radicalmente
dialéctico, la visión de la política como esfera privilegiada de la interacción
intersubjetiva, fecundando la concepción gramsciana, en diálogo con pensadores
como Jacques Rousseau, Friedrich Hegel, Hannah Arendt y Jürgen Habermas.
Tematiza y avanza en la construcción de la “teoría política” marxista, en una
encarnación plena de la praxis. Toda su obra se basa en “(...) el compromiso dialéctico
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
Consciente de la exigencia de renovación permanente del marxismo y de la necesidad
de reinventar la izquierda, sus categorías y modos de acción, desplegó un trabajo
incansable a lo largo de casi cinco décadas, en el siglo XX y en los albores del siglo XXI,
de difusión e interpretación del pensamiento de Antonio Gramsci, consolidando su
vitalidad en su peculiar marxismo que lo llevó a abrir vías fecundas de reflexión y de
redefiniciones estratégicas del “quehacer político” en los procesos de transformación
social. En su extensa producción de libros, ensayos, artículos, conferencias, debates
políticos y entrevistas, evidencia “(…) una convivencia larga y productiva con los
temas gramscianos” y la construcción de un “(...) diálogo vivo y abierto, en una
exposición generosa y profunda de las múltiples conexiones que se pueden hacer
entre Gramsci y la sensibilidad moderna, abierta a la renovación de la izquierda”
(Henriques y Nogueira, 1999:1).
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fertilidad del pensamiento de Gramsci. En sentido estricto, es su introductor en Brasil
y es considerado uno de los mayores expertos en su pensamiento (Braga, 2011;
Braz, 2012; Gonçalves, Machado, Albuquerque, 2004; Henriques y Nogueira, 1999;
Kohan, 2012; Simionatto, 2004).
58
ALBA MARIA PINHO DE CARVALHO Y ELIANA COSTA GUERRA
entre la reflexión y la acción” (Braga, 2011), con una producción intelectual de casi
medio siglo de trabajo, siempre dispuesto a traspasar los muros de la universidad en
el ejercicio del activismo político.
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La vida intelectual de Coutinho siempre tuvo una estrecha relación con su acción
política. En esta trayectoria de intelectual marxista y lúcido militante, se convirtió en
un “intelectual poco común” (Braz, 2012) en estos tiempos de fragmentación,
productivismo y liquidez.
Sin lugar a dudas, Carlos Nelson Coutinho está sólidamente situado entre las
referencias del marxismo brasileño, manteniendo una profunda coherencia con los
ideales comunistas, asumiéndolos en sintonía con las necesidades históricas de distintas
épocas. En vigilancia constante a las interrogantes del pensamiento crítico, en el
ritmo de la historia, abierto a debatir ideas y con la capacidad singular de interpretar,
siempre trató de alejarse de cualquier “dogmatismo gramsciano”, convirtiéndose en
una figura respetable de intelectual público.
En su trayectoria de vida entera como intelectual-activista encarna, a su manera, en
el contexto brasileño, el espíritu gramsciano de compromiso orgánico con su tiempo,
sirviéndose de la teoría política marxista, en gran medida de la obra de Gramsci,
para pensar el mundo en los circuitos de la historia y desentrañar la especificidad
brasileña, expresada en una interpretación, siempre abierta, en un proceso capaz de
iluminar los caminos de la política. De modo que para él, es también apropiado el
reconocimiento explícito hecho por István Mészáros a Antonio Gramsci al considerarlo
un “(...) hombre que lleva la carga de su tiempo histórico”.2 Por supuesto, como
intelectual contemporáneo, Carlos Nelson Coutinho realizó a plenitud el ideal
gramsciano de construir una obra “fürewig ” (para siempre), es decir, una producción
para la eternidad.3
István Mészáros dedica su libro El desafío y la carga del tiempo histórico. El socialismo en el siglo
publicado en Brasil en 2007 por la Editorial Boitempo, a la memoria de tres grandes seres
humanos del siglo XX: Antonio Gramsci, Attila József y Che Guevara. En las palabras de Mészáros,
para explicar las razones de la elección de Gramsci, József y Guevara: “(...) en contra de todo
pronóstico, desafiando las trágicas consecuencias que inevitablemente tenían que sufrir, ellos
enfrentaron los constantes desafíos de una época de desgraciada sucesión de crisis extremas y
cargaron el peso de su historia hasta el máximo. Tiempo en el cual fueran confinados por y en
circunstancias las más desfavorables y, sin embargo, fueron capaces de trascenderlas gracias a su
compromiso ejemplar y la visión perspicaz hacia la perspectiva conscientemente adoptada según la
cual el único futuro viable para la humanidad es el socialismo, lo cual defenderán apasionadamente”
(2007:19).
3
Antonio Gramsci, en una carta escrita en la cárcel en Milán, del 19 de marzo de 1927, dirigida a
su cuñada Tatiana –la cual cuidó y asistió a Gramsci durante todo el período de su privación de
2
XXI,
EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
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Carlos Nelson Coutinho y su osadía en la ampliación
del marxismo para los movimientos de la historia:
la construcción de una interpretación gramsciana del Brasil
En la historia del marxismo, concebida como historia de su propia construcción
conceptual, al hacer un esfuerzo permanente de superación dialéctica, Carlos Nelson
Coutinho ocupa un lugar decisivo por su contribución al proceso de renovación de
los conceptos originarios de la teoría marxista, tratando de dar respuesta a los
movimientos de la “historia en proceso...” Ello no es sino la fidelidad al método de
libertad– señala su deseo de construir una obra para la eternidad. En palabras de Gramsci: (...)
“Estoy abrumado (y esto es un fenómeno común a la cárcel, creo) por esta idea: yo tendría que
hacer algo fürewig, de acuerdo con una compleja conceptualización de Goethe, que me recuerdo
hubo atormentado mucho a nuestro Pascoli. En definitiva, me gustaría buscar, de acuerdo con un
plan preconcebido, ocuparme intensa y sistemáticamente de algún tema que absorbiese y centralizase
mi vida interior”.
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Con base en la lectura de ciertos ensayos fundamentales de Carlos Nelson, misma
que engloba el movimiento dialéctico de la historia del marxismo, se resalta el valor que caracteriza su producción intelectual, en busca de una ampliación conceptual
aunque fiel al método marxista. A continuación, se establecen los procesos de difusión
de la obra de Gramsci en diferentes momentos de la vida brasileña, con énfasis en la
mediación decisiva de Carlos Nelson Coutinho, en su condición de traductor y de
uno de sus más grandes intérpretes. En seguida, se pone de relieve la confrontación
de ideas y de categorías gramscianas emprendida por él para el análisis de la
particularidad de la formación social brasileña, con énfasis en la lectura del proceso
de modernización de Brasil, en el tránsito hacia el capitalismo. De hecho, ésta es una
producción en proceso, que permite continuar la reflexión y adentrarse en la
interpretación del Brasil contemporáneo, en su trayecto hacia la occidentalización,
de frente a los dilemas más amplios y graves de la construcción democrática.
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Esta investigación resulta de un esfuerzo en marcha, en el sentido de volver a examinar
la producción teórica de Carlos Nelson Coutinho, para definir las vías abiertas por
este intelectual marxista para desentrañar el mundo contemporáneo y, en especial,
interpretar al Brasil apoyándose en la perspectiva de Gramsci, revelando la pertinencia
y actualidad de sus categorías fundadoras. En el texto se explican de manera clara las
contribuciones y se pone de relieve la maestría de este pensador que, imbuido del
espíritu gramsciano, constituye una referencia reflexiva para cualquier persona que
quiera entender a la sociedad brasileña en sus especificidades y participar en los
procesos políticos de transformación radical, de acuerdo con las demandas históricas.
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investigación marxista y a la propia empresa analítica de Gramsci, que trataba de
reformular las categorías fundamentales de la teoría política determinadas por los
procesos sociales, tejidos en las tramas de la historia.
Se trata de la construcción de la teoría gramsciana del Estado integral (o ampliado) y
la teoría procesual y molecular de la revolución socialista, entendida ésta como un
proceso y no como ruptura explosiva y concentrada en el tiempo. Ello hace posible
que Gramsci represente un punto de inflexión en la historia del pensamiento marxista,
al darle movimiento al método de Marx para la superación dialéctica de conceptos
clásicos, utilizados en las teorías del Estado y la revolución, hacia la construcción de
un pensamiento de profundidad universal.
En efecto, Carlos Nelson Coutinho asume en Brasil y le da continuidad a los senderos
abiertos por Gramsci, quien encarna el espíritu de la renovación del marxismo. Con
rigor teórico y pasión militante particulariza, en el análisis de la realidad brasileña, el
legado teórico de Gramsci con toda su riqueza y universalidad. Su pensamiento,
siempre abierto, se basa en una tesis epistemológico-metodológica que es el hilo
conductor de su construcción en el campo de la teoría política marxista: la tesis de la
ampliación conceptual como superación dialéctica, desde la perspectiva de un proceso
de construcción y clarificación de los conceptos en respuesta a los movimientos de la
propia historia en curso, que “ciertamente conserva, pero que también elimina y
eleva a nivel superior”. En realidad, este proceso de superación dialéctica, en el
marco de la elaboración conceptual, es una traducción aproximada de la noción
hegeliana de Aufhebung (Coutinho, 1994).
Esta tesis epistemológico-metodológica, estructuradora del pensamiento de Carlos
Nelson Coutinho, está plasmada en su obra La dualidad de poderes, publicada en
1985 y en 1987 por la editorial Brasiliense, que hará parte, más tarde, del libro El
marxismo y la política (1994). En este trabajo, desde la perspectiva de la dualidad de
poderes, lleva a cabo un esfuerzo analítico de expansión de los conceptos de Estado
y revolución, “(…) agregando nuevas determinaciones resultantes del propio desarrollo
objetivo del modo de producción y la formación económica capitalistas” (Coutinho,
1994:17). De esta manera, gradualmente, muestra cómo estas dos categorías se
articulan y evolucionan en la reflexión de pensadores marxistas, siguiendo un proceso
que combina, inextricablemente, conservación, eliminación y renovación, pero con
fidelidad a la dialéctica marxista de investigación.
La noción de dualidad de poderes se impone como una referencia clave en esta
expansión conceptual del Estado y la revolución llevada a cabo por Carlos Nelson
Coutinho. Cabe señalar que este concepto de dualidad de poderes fue enunciado
originalmente por Lenin (1984) para referirse al doble poder en la Revolución Rusa
de febrero de 1917, designando así la peculiar coexistencia del Gobierno Provisional
EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
61
como gobierno de la burguesía con el gobierno de los soviets “en desarrollo”, con
sus trabajadores y diputados soldados.
De esta manera, Coutinho encarna en su tiempo histórico la audacia de la renovación
del marxismo, al actualizar su teoría política y trabajar constantemente en ampliar
sus categorías, especialmente los conceptos de democracia, Estado y revolución. Y
en su propuesta explícita de participación política, exploró la fecundidad de esta
ampliación conceptual, ubicada en los senderos de Gramsci para interpretar Brasil,
indicando las perspectivas de una praxis transformadora de la realidad brasileña, en
diferentes momentos históricos de las últimas cuatro décadas. ¡Veamos, entonces!
En primer lugar, cabe señalar el énfasis puesto en el esfuerzo de expansión conceptual en el ámbito de la cuestión democrática. Estamos pensando especialmente en su
ensayo publicado en la revista Encuentros con la civilización brasileña (1979), con el
provocativo título de “La democracia como valor universal”, en el cual interpela a los
formuladores socialistas tradicionales de la izquierda brasileña, al sostener la tesis de
que “no hay socialismo sin democracia, ni democracia sin socialismo”. En este ensayo,
que es un hito en el pensamiento político marxista, dirige la reflexión original de
Gramsci, en su teoría de la democracia, a pensar la formación social brasileña,
particularmente de finales de los setenta, con el surgimiento de la sociedad civil en su
lucha por las libertades democráticas y la construcción política de una relación con el
Estado.
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Por lo tanto, desde esta perspectiva, Coutinho (1994) sostuvo la validez y la fecundidad
del marxismo, teniendo en cuenta la capacidad de éste para renovar sus conceptos
originarios y, en un esfuerzo permanente por descifrar los enigmas de la historia,
proclama el desafío de los cambios analíticos aunque siempre fiel al método marxista.
El marxismo es aquí considerado como “(…) una obra abierta, algo en permanente
construcción”. Por lo tanto, argumenta la necesidad ineludible de que el “(…)
investigador marxista esté siempre alerta a las nuevas determinaciones que se generan
en los objetos (sujetos) de la investigación, incluso cuando dichas determinaciones no
hayan sido registradas por Marx y los marxistas” (Coutinho, 1994:12). Se trata de la
permanente vigilancia creativa en la apropiación de lo real, en su complejidad y
contradictoria dinámica, transformándolo en concreto pensado.
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León Trotsky amplía el concepto de dualidad del poder y generaliza la situación de
doble poder a todas las revoluciones. Y Coutinho, desde esta perspectiva, analiza la
relación entre el Estado y las transformaciones revolucionarias y esboza así una
manera original de pensar la “crisis revolucionaria” y de avanzar en las configuraciones
estratégicas de la revolución, en la formación social capitalista, en su movimiento
constante.
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En ese momento histórico, al referirse a la “occidentalización de Brasil”,4 rescata, en
el contexto brasileño, la tesis enunciada en 1977 por el secretario general del Partido
Comunista Italiano, Enrico Berlinger, de que la democracia es el “valor históricamente
universal en el que se debe fundar una sociedad socialista original”. Es así como, en
este artículo que provocó controversias, Coutinho se contrapuso a una visión estrecha
y meramente instrumental de la democracia que la ubicaba sólo como táctica y, en
cambio, sostuvo el argumento de que la renovación democrática en el conjunto de la
vida nacional asumía un contenido estratégico en ese momento de cambios en
la vida brasileña.
La idea que se plantea es que la democracia es un valor estratégico permanente y
una condición para la conquista y la consolidación de la sociedad socialista. Por lo
tanto, incorpora el vínculo socialismo-democracia en el patrimonio categorial marxista,
en la superación dialéctica de concepciones limitadas y parciales de la democracia.
Manteniendo una peculiar coherencia político-teórica a lo largo de su trayectoria de
intelectual militante, Coutinho reafirmó, en diferentes contextos, la tesis de la
universalidad de la democracia, siempre apuntando hacia el horizonte del socialismo
como exigencia histórica. Es precisamente en el ensayo Los Marxistas y la Cuestión
Democrática 5 donde sostuvo que el “marxismo renovó sus instrumentos de
categorización con el fin de dar cuenta del nuevo papel y el nuevo valor asumido por
la democracia política en las transformaciones sociales de nuestro tiempo” (1984:71).
En escritos producidos a finales del siglo XX y en la primera década del XXI, Coutinho
sorprendió, en el contexto de la era neoliberal, al afirmar que si bien es cierto que no
hay socialismo sin democracia, no se debe olvidar que sólo es posible una democracia
plena con el socialismo. Y reafirmó su convicción de que la democracia no debe ser
entendida como algo que se agota en determinada configuración institucional, sino
más bien como un proceso.
En esta perspectiva, actualiza la tesis de la universalidad de la democracia al señalar
que, tal vez, en el tiempo presente, alterase el título del artículo de 1979 con esta
nueva formulación de “la democratización como valor universal”, con la justificación
de que “(...) la democracia es necesariamente algo que se profundiza y que combina
4
Esta caracterización de la sociedad brasileña mueve la idea de “occidente”, la metáfora densamente
política que impregna el razonamiento gramsciano, lo que Carlos Nelson Coutinho, a lo largo de su
producción, trabaja en su dinamismo de categoría histórico-política para pensar el proceso de
formación del Brasil, enfocando la naturaleza de la relación Estado-sociedad civil.
5
Este texto fue originalmente escrito para una conferencia pronunciada en noviembre de 1982, en
la ciudad de Fortaleza, Ceará, Brasil, organizada por la Universidad Federal de Ceará.
EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
63
De ahí que una definición diferente de la naturaleza del Estado capitalista –restringida
o ampliada– también lleva a una evaluación diferente de la función de la dualidad de
poderes en la transición al socialismo. Carlos Nelson Coutinho explica al aludir a la
categorización gramsciana:
(...) una concepción marxista del Estado es tanto más amplia cuanto mayor sea el
número de determinaciones del fenómeno estatal por ella mediadas/sintetizadas en
la construcción del concepto de Estado; y viceversa, será restringida una formulación
que, consciente o inconscientemente, se centre en el examen de sólo una o
relativamente pocas determinaciones de la esfera político-estatal (1994:14).
En su reflexión político-epistemológica, Coutinho brinda una clave analítica que
permite manejar esta conceptualización gramsciana para comprender el carácter del
Estado, en diferentes formaciones sociales, en la civilización del capital: asumir el
concepto de Estado restringido o ampliado no es una mera elección arbitraria del
analista en función del ángulo de aproximación, sino una elección que está determinada
por el desarrollo del fenómeno estatal, considerando específicamente la relación con
la sociedad civil.
Una originalidad de Gramsci en la ampliación conceptual del Estado es el hecho de
redefinir a la sociedad civil como una esfera de la superestructura, lo que representa
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Otro aporte analítico que marca un punto de inflexión en la teoría política marxista,
al abrir vías para desentrañar los enigmas de la formación social brasileña, en particular en el Brasil contemporáneo, es el que alude a la relación entre la concepción
orgánica del Estado y la revolución, en la que se circunscribe la estrategia adecuada
para la praxis transformadora hacia el horizonte del socialismo. Desde la perspectiva
del concepto de dualidad de poderes, en ensayos de 1985 y 1987 suscribe la tesis
gramsciana, según la cual, dependiendo del modo restringido o ampliado de concebir
al Estado en la historia de la teoría política marxista, resultan dos diferentes modos
de delinear la revolución socialista, es decir, dos diferentes paradigmas definidos
uno, como “explosivo” en el marco de la “guerra de movimientos” y otro, como
“procesual” en la “guerra de posiciones”.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
inextricablemente reformas políticas con reformas económicas y sociales. La
democracia es la soberanía popular, es la construcción de una comunidad participativa,
es la igualdad (…)” (Coutinho, 2008:151). Argumenta que en esta concepción radical de democracia, hay ciertos valores que el capitalismo ha demostrado claramente
no ser capaz de tener. Una auténtica democracia es un proceso que implica no sólo
cambios políticos, sino también cambios económicos y sociales. Y concluye con una
declaración provocadora en la época contemporánea: “Estoy plenamente convencido
de que no hay ninguna solución para la humanidad fuera de la Democracia”(Ibid.).
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ALBA MARIA PINHO DE CARVALHO Y ELIANA COSTA GUERRA
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un avance conceptual en el marxismo. En esta línea de pensamiento, Gramsci concibe
a la sociedad civil como todas las instituciones responsables de representar los intereses
de los diferentes grupos sociales, así también para elaborar y/o difundir los valores
simbólicos e ideologías.
Así, en las primeras décadas del siglo XX, en un escenario de socialización de la
política en que se trataba de conformar una nueva esfera pública, con creciente
protagonismo de amplias organizaciones de masas, es cuando Gramsci pudo recoger
nuevas determinaciones del fenómeno estatal y desarrollar una expansión conceptual del Estado. En esta configuración ampliada, restablece el carácter de clase y el
momento de poder represivo del Estado, añadiendo nuevos elementos. Se trata del
concepto de Estado integral, plasmado en los Cuadernos de la Cárcel: “Estado como
sociedad política más la sociedad civil, es decir, hegemonía revestida de coerción”
(Gramsci, 2002, vol. 3:244).6
Basándose en lo anterior, Coutinho (1994) explica la lógica dialéctica que preside el
trabajo de expansión conceptual en el proceso de investigación –en concreto respecto
a la concepción del Estado– en el que establece su doble dimensión constitutiva, a
saber: una dimensión histórico-ontológica, respecto al mayor o menor grado de
complejidad de la realidad objetiva con la que el investigador se enfrenta, y la dimensión
gnoseológica, relativa al mayor o menor nivel de abstracción conceptual en la cual se
sitúa el investigador para analizar su objeto.
Así, a partir del punto de vista de la dualidad de poderes y basado en el análisis en
torno a la restricción y expansión del Estado, que condiciona la estrategia de los
procesos políticos de transformación social, Coutinho desentraña la configuración
del Estado brasileño en los movimientos de la historia.7
6
Esta innovadora conceptualización del Estado, con amplia difusión a través de la divulgación del
pensamiento de Gramsci, aparece en los Cuadernos de la Cárcel, específicamente en el 6. En la
publicación de los Cuadernos de la Cárcel en Brasil, en los años 2000, este cuaderno se reescribe
en el volumen 3, de 2002, en el cuaderno 13, que trata de “Maquiavelo, notas sobre el Estado y la
política” § 88. En este apartado se busca precisamente aclarar la confusión recurrente entre sociedad
civil y sociedad política. Gramsci (2002, vol. 3:244) aclara que “(...) la noción general de Estado
integral encierra elementos que deben ser remitidos a la noción de sociedad civil”, indicando a
continuación, la síntesis conocida: “Estado = sociedad política + sociedad civil”, la cual demarca la
ampliación del Estado en los procesos políticos de disputa hegemónica.
7
Este rescate de la interpretación de Carlos Nelson Coutinho sobre el Estado brasileño en los
movimientos de la historia, aquí circunscrito en su configuración fundamental, se basa específicamente
en su ensayo, escrito en 2006, “El Estado brasileño: génesis, crisis y alternativas”, publicado en la
segunda edición revisada y actualizada de su libro Contra la corriente: ensayos sobre democracia y
socialismo, por la Editora Cortez, en 2008.
EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
65
Adentrándose en la contemporaneidad brasileña, Carlos Nelson Coutinho (1988,
1999a, 2001, 2005 y 2008) demarcó la subsecuente “occidentalización” del Brasil,8
misma que se afirma y se consolida con el enorme crecimiento de la sociedad civil
durante el periodo dictatorial. Enfatiza que, a lo largo de la dictadura militar brasileña
(1964-1985), se torna efectiva la complejidad del orden capitalista en el país, lo que
llevó a una de las contradicciones fundamentales, a saber, el florecimiento gradual de
la sociedad civil en medio del esfuerzo, sin éxito, por parte del Estado autoritario
8
En el pensamiento político de Gramsci, las demarcaciones de “oriente” y “occidente” son trabajadas
como categorías histórico-políticas y, de esta forma, la “occidentalidad” de una formación social es
el resultado de un proceso histórico. Carlos Nelson Coutinho esclarece que “Gramsci no se limita a
registrar la presencia sincrónica de formaciones de tipo “oriental” y “occidental”, sino que indica
también los procesos histórico-sociales, diacrónicos, que hacen que una formación social se vuelva
“occidental” o, más concretamente, que pase a tener un Estado “ampliado” en el que exista una
“justa relación entre Estado y sociedad civil” (1988:117).
NÚM .
Por lo tanto, en el camino histórico de la modernización conservadora, reafirma la
“orientalidad” de Brasil, con un Estado que busca absorber a la sociedad civil, como
momento subordinado, al desarrollar estrategias para controlar y sofocar las fuerzas
de resistencia en sus luchas y movimientos, reprimiéndolas violentamente en los
períodos de dictadura. Toma nota de que en las tramas de la historia política del país,
en el siglo XX hasta 1970, Brasil se configuró como una formación social de tipo
“oriental”, o de “occidentalización aún no completamente desarrollada” (Coutinho,
2008:129), similar a lo que ocurre en formaciones sociales del continente
latinoamericano.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
Coutinho delinea el predominio, durante más de cinco décadas del siglo XX, del
carácter restringido de la conformación del Estado brasileño, con sus rasgos
característicos de un Estado fuerte, intervencionista y corporativista, al asumir un
papel de liderazgo en la consolidación y expansión de las relaciones capitalistas en
diferentes ciclos de desarrollo, incluso en contextos de dictadura.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
En una reflexión histórico-política inspirada en el movimiento de las categorías de
Gramsci, analiza la génesis y el desarrollo de la formación del Estado brasileño, en
diferentes situaciones históricas, siempre centrándose en la fuerte presencia del Estado
en la vida del país. Delimita la naturaleza restrictiva de un Estado fuerte y autoritario
que tiene como contrapartida a una sociedad civil débil, amorfa y fragmentada desde
el inicio de la historia, sobre todo después de la independencia y de la interrupción
de una situación colonial formal y hasta la década de 1930, en medio del tránsito
hacia la modernidad brasileña, configurando el establecimiento de la “orientalidad”
del Brasil.
66
ALBA MARIA PINHO DE CARVALHO Y ELIANA COSTA GUERRA
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
para cancelar y reprimir a las fuerzas de la resistencia, las cuales, desde abajo,
consolidan un proceso de democratización que va más allá del proyecto de apertura
política forjado por el régimen militar. De este modo, Brasil se convirtió definitivamente
en una sociedad occidental y experimentó la ampliación del Estado.
En realidad, en la mejor tradición de los descifradores de la vida brasileña, que asumen
la tarea histórica de pensar la especificidad de nuestro país, Carlos Nelson Coutinho
elaboró una interpretación de Brasil a partir de Gramsci. Sostuvo que la adopción de
este autor para pensar el Brasil se hace efectiva “(…) en el plano del método y los
conceptos básicos gramscianos”, los cuales, “(…) por su profunda universalidad,
aclaran aspectos críticos de nuestra particularidad nacional” (Coutinho, 1988:105106). Y con esta interpretación contribuyó a superar análisis tradicionales y equivocados que, presos a la ortodoxia, intentaron “aplicar” a Brasil categorías y
demarcaciones históricas europeas, haciendo caso omiso y forzando las peculiaridades
de la formación histórico-social, que marcada por su herencia colonial, avanzó hacia
la expansión capitalista.
Al tomar el pensamiento de Gramsci como matriz para interpretar la realidad brasileña
–como lo hizo Coutinho durante décadas al descifrar nuestra historia política–, hay
que contextualizar y dimensionar las influencias gramscianas en la producción
intelectual brasileña, en un esfuerzo por aprender de la fecundidad de sus indicaciones
y aportes para la construcción de una estrategia democrática en la lucha por el
socialismo en Brasil. Este es el esfuerzo que se realiza al rescatar las vías de recepción
de la obra de Gramsci en Brasil, destacando el papel de Carlos Nelson Coutinho
como mediador en el acceso al pensamiento gramsciano en lengua portuguesa en
tierras brasileñas, al constituirse en el difusor e intérprete por excelencia de la
interpelante obra de Antonio Gramsci, en un Brasil que se occidentaliza, a finales de
los años setenta y durante la década de los ochenta.
Gramsci en Brasil a través de la mediación
de Carlos Nelson Coutinho: el potencial del pensamiento
gramsciano para pensar la especificidad brasileña
Carlos Nelson Coutinho, al dimensionar la penetración y fecundidad del pensamiento
gramsciano en América Latina, particularmente en Brasil, puso de relieve su dimensión
de universalidad, al sostener que Antonio Gramsci “(…) es sin duda el pensador más
universal que el marxismo ha producido en el siglo XX” (Coutinho, 2005:127). Al
evaluar la difusión de la obra de Gramsci en todos lados, incluso entre los que viven
en el “sur del mundo”, sostiene que su influencia se deriva de la “(…) extraordinaria
productividad teórica de los Cuadernos de la Cárcel, que abarca prácticamente todos
los campos de las ciencias humanas, especialmente el de la filosofía política” (Ibid.).
EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
67
En realidad, es en la segunda mitad de la década de los setenta, en los procesos de
democratización y en medio de la manifestación de la crisis del régimen autoritario,
cuando se recibe en Brasil la obra de Gramsci con un tratamiento coherente que
pone en el centro de su reflexión su fundamentación en la política. Ese momento
histórico, de transformaciones y de disputa hegemónica, es favorable a las innovadoras
reflexiones de Gramsci en el ámbito del marxismo. Brasil vivió casi quince años de
“dictadura modernizadora” que se empeñó en desarrollar el capitalismo en el país,
modernizándolo. Efectivamente, en la década de los setenta Brasil experimentó un
espectacular desarrollo capitalista que dio paso a una sofisticada economía
industrializada, llegando a la condición de único país en América Latina que completó
su matriz tecnológica, debido a las fuertes inversiones en los sectores de bienes de
capital y de insumos de base. Es el proclamado “milagro económico brasileño”,
NÚM .
En el contexto de la dictadura brasileña, que con la promulgación del Acta Institucional
No. 5 (AI-5), en diciembre de 1968, asume su rostro más violento, la difusión de la
obra de Gramsci enfrenta dificultades políticas e institucionales. Sin embargo, como
bien señala Coutinho (1988), otra razón, igualmente importante, para este eclipse
temporal debe ser atribuida a la cultura entonces dominante en los ambientes brasileños
de izquierda, influidos por los modelos interpretativos etapistas y mecanicistas del
marxismo de la Tercera Internacional. Es así que en esta primera incursión editorial,
la recepción brasileña de la obra de Gramsci es bien limitada y su influencia en la
producción intelectual es prácticamente inexistente.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
La obra de Antonio Gramsci llega inicialmente a Brasil en la década de los sesenta,
precisamente en el período comprendido entre 1966 y 1968, durante el cual las
contradicciones internas de la dictadura brasileña, impuesta en 1964, todavía permitían
un cierto grado de libertad en el campo de la cultura. Es en esta primera incursión
que la producción gramsciana, traducida al portugués, llegó al público brasileño gracias
al esfuerzo de los intelectuales del Partido Comunista Brasileño (PCB) militantes de la
corriente cultural, entre los cuales figuran Carlos Nelson Coutinho, Leandro Konder
y Luiz Mario Gazzaneo. En consonancia con la rígida jerarquía del PCB, donde la
definición de la línea política constituía una prerrogativa exclusiva de la dirección del
Partido, estos intelectuales se limitaron a presentar a Gramsci como un filósofo
brillante y crítico literario marxista, sin revelar la dimensión política innegable de su
obra. De hecho, esta primera recepción de la obra gramsciana en Brasil es parcial,
pues guardaba silencio acerca de su verdadera dimensión definitoria: la política
(Coutinho, 1988; 1999a; 1999b; 2009a; 2011).
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
Señala (1997) que es difícil encontrar algún campo del pensamiento social –desde
las humanidades hasta el arte y la literatura– al que Gramsci no haya brindado una
valiosa contribución, sugiriendo nuevos temas, dando nuevas respuestas a viejos
temas y apuntando hacia nuevos caminos de investigación y análisis.
68
ALBA MARIA PINHO DE CARVALHO Y ELIANA COSTA GUERRA
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
época dorada de su desarrollo capitalista, que se produjo a través del endeudamiento
externo intenso y según un modelo concentrador y excluyente, con aumento de la
desigualdad y la pobreza.
En un contexto mundial de transformación de los patrones de acumulación capitalista
en los marcos del financiamiento, la economía brasileña fue violentamente afectada en su “milagroso crecimiento” que, en efecto, dependía de los movimientos de
capital financiero, con sus circuitos incontrolables de expansión y valoración. Fue así
como a finales de los setenta, Brasil experimentó una crisis que se materializó en el
colapso de su propio régimen dictatorial, el cual buscó una salida con la ejecución de
un “proceso lento y gradual de apertura” (Paulani, 2012a; 2012b).9 En tanto, la
sociedad civil brasileña, que se constituyó de manera contradictoria en los caminos
excluyentes de la “dictadura modernizadora”, desarrolló un amplio proceso de
democratización que revela a un Brasil que se “occidentaliza”.
Fue precisamente en este contexto de democratización en el que se constituyeron
vías de una contra-hegemonía que reclamaba la necesidad de construir un pensamiento
crítico que diera visibilidad a este nuevo ciclo de la contemporaneidad brasileña; y
Gramsci fue la fuente principal de interlocución en el debate entre la política, la
democracia y el socialismo.
Desde mediados de los setenta se delineó un movimiento de difusión de las ideas de
Gramsci en el ámbito universitario, sobre todo en la carrera de Sociología de la
Universidad de São Paulo (USP); por otro lado, en la Pontificia Universidad Católica
de São Paulo (PUC-SP) se verificó la presencia de Gramsci en la producción académica,
tal es el caso de la tesis doctoral defendida por Miriam Limoeiro Cardoso, en 1977,
en la USP, bajo la dirección del profesor Luiz Pereira. Como signo de la era emergente en la vida brasileña, Carlos Nelson Coutinho publica, el 29 de febrero de 1976,
un artículo en el diario Jornal do Brasil sobre el pensamiento del marxista sardo, bajo
el título “Un tal señor Gramsci”. Esta es una reseña que busca inspirar a los intelectuales
y activistas para que desarrollen una lectura gramsciana (Bianchi, 2007).
La fuerza de la teoría política gramsciana llegó a pensadores, investigadores y activistas
con la reedición en Brasil de una trilogía de obras fundantes, que contienen
9
Un análisis histórico de la formación social brasileña, a partir de la inserción de la economía de
Brasil en el escenario mundial, en diferentes contextos de desarrollo del capitalismo, fue desarrollado
por Leda Maria Paulani, profesora de la Facultad de Economía, Administración y Contabilidad (FEA)
de la Universidad de São Paulo (USP), principalmente en dos de sus obras (2012): “La inserción de
la economía brasileña en el escenario mundial: una reflexión sobre la situación actual a la luz de la
historia” y “Dependencia redoblada”, publicadas en el Boletín de Economía y Política del IPEA y en
el periódico Le Monde Diplomatique Brasil, respectivamente.
EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
69
l
Es en esta segunda incursión de Gramsci en el contexto brasileño cuando ocurre una
extraordinaria acogida de su pensamiento que va a desencadenar una amplia e
innovadora interpretación de la vida brasileña. Con el afán de procurar un referente
analítico para examinar los procesos de transformación que tienen lugar en la
actualidad –que se van afirmando en Brasil en el proceso de democratización, a
mediados de la década de los setenta y en los ochenta– fue posible que investigadores
y activistas elaboraran una reflexión sobre Brasil, influida por el pensamiento político
de Antonio Gramsci. Es la innovación gramsciana en el marxismo, en su fecundidad
y universalidad, que llega a través de los senderos abiertos por los intelectuales que lo
asumen como referencia, especialmente Carlos Nelson Coutinho, mediador brasileño
NÚM .
l
En 1978, La concepción dialéctica de la historia, traducida por Carlos Nelson
Coutinho, es la primera obra de Gramsci publicada en Brasil, lo que representa
un hito en el pensamiento marxista. Dicha obra sintetiza la investigación filosófica
fundamental de Gramsci, rescatando al marxismo como una filosofía de la praxis.
Muestra la concepción ampliada de hegemonía, como dirección cultural y
política, y como dominio, proporcionando una manera fructífera de pensar en
el cambio social, con la perspectiva histórica de la construcción procesal de una
hegemonía de los dominados, incluso dentro de la formación social capitalista,
hacia su superación y la creación de un nuevo orden social;
También en 1978, Maquiavelo, la Política y el Estado Moderno, traducido por
el intelectual comunista Luiz Mario Gazzaneo, reúne escritos y notas de la cárcel
sobre la política y las cuestiones fundamentales de la lucha política, asimismo
contiene la teoría gramsciana de la voluntad colectiva. Proporciona el
conocimiento, lo más orgánico posible, del pensamiento de Gramsci, con
reflexiones y discusiones de problemas específicos del fascismo y de la
organización social del Estado, como las cuestiones más generales de la teoría
política, en particular las relativas a la función del partido político en la disputa
hegemónica dentro de la sociedad de clases. Muestra los elementos
fundamentales de la teorización gramsciana del Estado ampliado que ofrecen
una redefinición conceptual de la teoría política marxista;
En 1979, Los intelectuales y la organización de la cultura, traducido por Carlos
Nelson Coutinho, contiene las aportaciones de Gramsci acerca de la naturaleza
y el papel de los intelectuales en las tareas del desarrollo histórico. Presenta la
conocida concepción del intelectual orgánico en su unión a una clase fundamental, con el fin de homogeneizarla y elevarla a la conciencia de su propia
función histórica, revolucionando la discusión de la labor política y el activismo
en los procesos de disputa por la hegemonía. Proporciona una base teórica
para el análisis democrático y dialéctico de la relación entre el intelectual y la
sociedad.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
l
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
formulaciones innovadoras de los Cuadernos, escritos en las cárceles del fascismo:
70
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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
en la difusión de Gramsci, con su trabajo de traducción al portugués de casi toda la
obra del pensador italiano y, sobre todo, por su incansable labor en la difusión de ese
pensamiento.
Coutinho (1988) no consideró casual que el declive de la dictadura y la crisis de la
vieja izquierda estuvieran en la raíz de la creciente influencia de Gramsci en el contexto
contemporáneo de la vida brasileña. En este sentido, vinculó (Coutinho, 2009a), en
relación estrecha, la difusión del pensamiento de Gramsci en Brasil con la propia
autocrítica de la izquierda, tanto de la que se adhirió a la lucha armada como medio
contra la dictadura, como de la que suponía que Brasil era un país semi-feudal y
atrasado que aún no había experimentado una revolución democrático-burguesa o
de liberación nacional.
En el Brasil de las dos últimas décadas del siglo XX, autores de diversos campos del
conocimiento eligieron a Gramsci como pensador privilegiado para revisar sus propias
aportaciones teóricas, enriqueciendo y actualizando la teoría política marxista. De
modo que el pensamiento gramsciano se convirtió en fuente de inspiración de trabajos
en las áreas de educación, sociología, ciencia política, antropología, trabajo social,
derecho, ciencia de la religión, movilizando a investigadores y militantes comunistas,
socialdemócratas y cristianos progresistas. En fin, Gramsci comenzó a influir en
todos aquellos que luchan por una renovación democrática y humanista de la cultura
y la sociedad en el Brasil contemporáneo.10
Después de más de veinte años de difusión del pensamiento gramsciano en Brasil
–a partir de la reedición de la trilogía de obras que incorporaron formulaciones y
reflexiones específicas de temas fundantes, rescatados de algunos Cuadernos de la
10
Un enfoque reflexivo acerca de la difusión de las ideas de Antonio Gramsci en América Latina,
especialmente en Brasil, estuvo a cargo de Lucio Oliver, al presentar el Dossier “Gramsci:
interpretaciones y actualizaciones de un pensamiento”, publicado en la Revista de Ciencias Sociales
de la Universidad Federal de Ceará, vol. 35, núm. 2, en 2004. En este trabajo, titulado “Gramsci:
sus obras y sus lecturas”, Oliver llama la atención sobre las tensiones y lecturas, en diferentes
momentos históricos, en la difusión del propio pensamiento gramsciano; resalta y cita a los estudiosos
que contribuyeron decisivamente a la publicación de su obra en Brasil, especialmente Carlos Nelson
Coutinho, y demás autores que se apropiaron de Gramsci para pensar los procesos políticos de la
vida brasileña. En este mismo esfuerzo por delinear la difusión del pensamiento gramsciano, Álvaro
Bianchi, en 2007, en la presentación del Dossier “Gramsci y la política”, publicado en la Revista de
Sociología Política, núm. 29, de Curitiba, Brasil, rescata referencias y consideraciones de la historia
del pensamiento de Gramsci en el país e identifica a investigadores y estudiosos en las ciencias
sociales brasileñas que llevaron a cabo reflexiones y producciones académicas desarrolladas en
diferentes contextos universitarios, trabajando múltiples dimensiones de la obra del marxista sardo,
con énfasis en la teoría del Estado, las problemáticas de la ideología, la democracia, los intelectuales,
el partido, los sindicatos y los consejos.
EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
71
Estrictamente hablando, se debe considerar que en el proceso de difusión de la obra
de Gramsci en Brasil se hacen diferentes lecturas de su pensamiento, abriendo un
campo de debate y de polémica. El sociólogo Lucio Oliver Costilla (2004), al tomar
como punto de referencia la nueva edición de los Cuadernos de la Cárcel, en portugués,
en el umbral de la década de dos mil, señala diferentes lecturas del pensamiento
gramsciano en América Latina, destacando la diversidad de focos interpretativos
entre la primera lectura, a finales de los sesenta del siglo pasado, y la (re)lectura
contemporánea en el siglo XXI.
En la lectura de finales de los sesenta se pretendía ubicarse “a favor de Gramsci” en
el debate con los partidos comunistas ortodoxos, para enfrentar perspectivas
NÚM .
En Brasil, tanto en el escenario de efervescencia política por la democratización, en
los años setenta y ochenta, como en el contexto de la hegemonía neoliberal, en la
confluencia contradictoria del ciclo de ajuste y la democracia, desde la década de los
noventa hasta entrado el siglo XXI, Gramsci ofreció referencias analíticas para repensar
estrategias adecuadas en los procesos de las luchas políticas hacia la transformación
social. De hecho, la obra de Gramsci, en su universalidad y actualidad, arroja luces
para captar, aprehender y tematizar los caminos contradictorios de la disputa
hegemónica en la vida brasileña a lo largo de las cuatro últimas décadas, en diferentes
coyunturas y con interpelaciones peculiares, en la perspectiva de construcción de un
nuevo orden social.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
La traducción al portugués de la obra de Gramsci producida en las cárceles del
fascismo, fue difundida en un Brasil que experimentaba procesos de ajuste al orden
capitalista financiero, en el marco de una hegemonía neoliberal y en medio de tensiones
por la democratización (Carvalho, 2008). Se trataba de una coyuntura de relativa
desmovilización de las fuerzas de resistencia de la sociedad civil brasileña que se
planteaba el análisis del proceso de occidentalización de Brasil, tratando de comprender
sus peculiaridades en los movimientos de la historia. Y, más que nunca, Gramsci, en
su análisis de los Cuadernos de la Cárcel, cobraba vigencia para la interpretación de
ese Brasil, con sus contradicciones y crisis, así como en su morfología política y
social generada por la expansión capitalista, y planteaba vías para pensar una
concepción de socialismo en respuesta a las condiciones y exigencias del tiempo.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
producción de la cárcel– fue lanzada, entre 1999 y 2002, la edición completa de los
Cuadernos de la Cárcel, coordinada por Carlos Nelson Coutinho, con la colaboración
de Marco Aurélio Nogueira y Luiz Sérgio Henriques. Esta edición brasileña de los
Cuadernos consta de seis volúmenes que articulan tanto los criterios de la edición de
Palmiro Togliatti como los de la edición crítica, preparada por Valentino Gerratana y
publicada en 1975, ofreciendo al lector brasileño la conjunción de los elementos
positivos de las dos ediciones italianas.
72
ALBA MARIA PINHO DE CARVALHO Y ELIANA COSTA GUERRA
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
economicistas y afirmar la novedad, en el ámbito del pensamiento crítico, que el
marxista sardo aportaba a las sociedades latinoamericanas, en el marco del capitalismo
desarrollista de posguerra. Así, eran lecturas que “(...) intentaban hacer legibles los
conceptos de Gramsci para el gran público y que alimentaban la crítica del capitalismo
de Estado e impulsaban el desarrollo de la organización autónoma de la sociedad
civil” (Oliver, 2004:8).
Gramsci trabajaba en colecciones diversas que contenían las notas de la cárcel,
agrupadas en temas específicos, como la trilogía de libros publicada por la editorial
Civilização Brasileira, entre 1966 y 1968, y posteriormente entre 1978 y 1979.
Ya en los años dos mil, Oliver (2004) enfatizaba que, con la publicación íntegra de
los Cuadernos de la Cárcel, se requería una re-lectura de Gramsci apropiada para el
siglo XXI. Se trataba de una lectura contemporánea de Gramsci para “(...) reflexionar
‘con él’ y ‘a partir de su pensamiento’ acerca de nuevos hechos de la política y el
Estado actuales” (Ibid.). En realidad, hoy la lectura de Gramsci exige circunscribir
claves analíticas para descubrir los factores determinantes de las transformaciones
de la política, en las configuraciones de la civilización del capital en tiempos de
mundialización. En particular, en el caso brasileño, el pensamiento de Gramsci ofrece
un potencial para pensar la historia en las tramas del tiempo y, específicamente,
para responder a las interpelaciones del presente.
La fecundidad analítica de Gramsci para pensar la realidad brasileña se muestra en su
aparato categorial, producido con plena utilización del método marxiano, a partir de
las provocaciones del desarrollo del capitalismo del siglo XX, con sus contradicciones
y crisis, que generaron configuraciones específicas en la morfología política y social.
Así, categorías básicas gramscianas destacan como claves para interpretar al Brasil.
Carlos Nelson Coutinho construyó a lo largo de las tres últimas décadas, de forma
creativa, su interpretación de Brasil a partir de Gramsci, en ensayos, artículos y
conferencias, trabajando categorías gramscianas como: Oriente/Occidente,
Revolución Pasiva, Transformismo y Estado Ampliado, Hegemonía y Voluntad
Colectiva, Democracia, Gran Política y Pequeña Política, Intelectual Orgánico y Partido
Político.
En la interpretación de Brasil que hace Carlos Nelson Coutinho se evidencia el
potencial analítico gramsciano para desentrañar la especificidad brasileña en el tránsito
hacia la modernidad capitalista. Esta es una cuestión clave para pensar el Brasil y los
rumbos y estrategias para llevar adelante las luchas en los procesos políticos de
transformación social. Gramsci abre una perspectiva privilegiada para entender la
transición capitalista brasileña, efectuada por una “vía no clásica a la modernidad”.
Coutinho (1988; 2008) se apropió del concepto gramsciano “Revolución Pasiva” o
EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
73
– el momento de la restauración, ya que es una reacción conservadora a las
posibilidades de una transformación efectiva y radical provenientes “desde abajo”;
– el momento de renovación en el que algunas demandas populares son satisfechas
“desde arriba”, a través de concesiones de las clases dominantes.
Es en esta dinámica dialéctica de restauración y revolución, de conservación y
modernización, que Coutinho sintetiza las principales características de una Revolución
Pasiva:
1. Las clases dominantes responden a las presiones que vienen de las clases bajas, a su
“elemental subversión esporádica”, es decir, aún no suficientemente organizada
como para promover una “revolución jacobina” desde abajo, pero ya capaz de
imponer un nuevo comportamiento a las clases dominantes;
2. Esta reacción, aunque su finalidad principal es la conservación de los fundamentos
del viejo orden, implica la aceptación de “una cierta porción” de los reclamos que
provienen desde abajo;
11
Esta interpretación de Carlos Nelson Coutinho acerca de la especificidad de la “vía brasileña” a la
modernidad capitalista, basada en el concepto gramsciano de Revolución Pasiva, es tratada en
muchos de sus artículos y entrevistas, a lo largo de las últimas tres décadas, siendo encarnada,
analíticamente, en dos trabajos: “Las categorías de Gramsci y la realidad brasileña”, publicado en el
libro Gramsci y América Latina (1988), y “El Estado brasileño: génesis, crisis, alternativas”, publicado
en su obra Contra la corriente. Ensayos sobre la democracia y el socialismo (2008).
NÚM .
En su explicación conceptual de la construcción gramsciana, Carlos Nelson (1988,
2012) circunscribe dos momentos siempre presentes en una Revolución Pasiva:
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
Con la pedagogía propia de uno de los más grandes intérpretes del aparato conceptual
gramsciano, Coutinho (1988, 1999ª, 2001, 2008 y 2012) hizo explícitos los elementos
constitutivos de la categoría “Revolución Pasiva”, o “Revolución-Restauración”, al
enfatizar que en la literatura sobre Gramsci se hizo unánime el reconocimiento de que
el concepto de “Revolución Pasiva” o “Revolución-Restauración” ocupa un lugar
destacado en las reflexiones construidas en los Cuadernos de la Cárcel. Se trata de una
herramienta clave que Gramsci utiliza para analizar los acontecimientos del Risorgimento,
o sea, de la formación del Estado burgués moderno en Italia. Sin embargo, el concepto
también es utilizado por Gramsci como criterio de interpretación de los hechos sociales
complejos e incluso de épocas históricas enteras, tales como la restauración postnapoleónica, el fascismo y el americanismo.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
“Revolución-Restauración” para interpretar lo que llamó “vía brasileña” hacia la
modernidad capitalista, en el sentido de establecer sus propias especificidades.11
74
ALBA MARIA PINHO DE CARVALHO Y ELIANA COSTA GUERRA
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
3. Al mismo tiempo que se preserva el dominio de las viejas clases, se introducen
cambios que abren paso a otros (2012:120).12
En su análisis, Coutinho argumenta que el concepto de Revolución Pasiva, concebido
por Gramsci, constituye un importante criterio de interpretación para comprender
episodios capitales de la historia de Brasil, desde su independencia hasta la llamada
“Nueva República”, en la contemporaneidad brasileña. Son transformaciones “desde
arriba”, recurrentes en la vida del país. Coutinho (1988) privilegia, como caso
emblemático, la transición de Brasil a la modernidad capitalista en los trayectos
históricos y políticos de la década de los treinta, que configuran los rasgos característicos
de la Revolución Pasiva. En efecto, la llamada Revolución de 1930, que culminó con
el establecimiento de la dictadura del Estado Novo, en 1937, incorporó adecuadamente el concepto de Revolución-Restauración, conceptualizado por Gramsci.13
A partir de 1922 se verifica un agitado periodo con la fundación del Partido Comunista
Brasileño (PCB) y la primera revuelta militar de los tenientes del Ejército (conocida
como el “tenentismo”). En ese contexto de agudas disputas, el movimiento obrero
luchaba por derechos civiles y sociales, mientras que las capas urbanas incursionando
en el escenario brasileño exigían una mayor participación política. Esas presiones
“desde abajo”, no pocas veces tomaron la forma de una “subversión esporádica,
elemental, desorganizada”, en la interpretación gramsciana, lo que llevó a que un
sector de la oligarquía agraria dominante “más moderno”, ligado a la producción
para el mercado interno, se pusiera al frente de la llamada Revolución de 1930,
colocándose en una posición hegemónica en el bloque de poder.
El triunfo de esa Revolución dio lugar a la formación de un nuevo bloque de poder
en el que se colocó a la fracción oligárquica, ligada a la agricultura de exportación, en
una posición subalterna, a la vez que se articularon estrategias para cooptar a la
fracción “(…) moderada de los dirigentes políticos y militares de las capas medias (los
Este artículo, publicado en la revista Novos Rumos, de la UNESP, Marília (2012), originalmente
constituye el texto de una conferencia pronunciada por Carlos Nelson Coutinho en el IV Seminario
Internacional Antonio Gramsci, organizado por la Facultad de Filosofía y Ciencias de la UNESP,
Marília, del 28 al 30 de agosto de 2007. En su discurso, Coutinho aborda con detenimiento las
características principales de la Revolución Pasiva, como la base de su argumento para discutir si la
época neoliberal podría entenderse como Revolución Pasiva o como contra-reforma.
13
La reflexión de Carlos Nelson Coutinho acerca de la transición de Brasil a la modernidad capitalista
como un proceso de Revolución Pasiva está presente en el capítulo “Las categorías de Gramsci y la
realidad brasileña”, que forma parte del libro Gramsci y América Latina (1988), del cual Coutinho
fue uno de los coordinadores. De hecho, este enfoque constituye una original interpretación de la
especificidad de la transición brasileña al capitalismo, revelando el potencial analítico de la categoría
gramsciana de Revolución Pasiva.
12
EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
75
Al circunscribir el mencionado tránsito brasileño al capitalismo, tomando como clave
de análisis la categoría gramsciana de Revolución Pasiva, Coutinho (2001)15 alude a
Cfr. el dossier “Gramsci: interpretações e atualizações de um pensamento”, publicado en 2004,
por la Revista de Ciências Sociais de la Universidad Federal de Ceará. Dentro de este dossier veáse
el artículo de Danyelle Nilin Gonçalves, Eduardo Gomes Machado y José Lindomar Coelho Albuquerque, “A interpretação da teoria de Gramsci por Carlos Nelson Coutinho: uma leitura crítica”.
En este texto, los autores trabajan la interpretación de la singularidad histórica brasileña, desarrollada
por Coutinho, con base en los conceptos de Revolución Pasiva y Estado Ampliado, destacándose el
enfoque innovador que posibilita comprender aspectos estructurales de la formación de la sociedad
brasileña. De modo especial, a lo largo de la discusión resalta la manera como Coutinho se apropia
de una literatura sobre la especificidad de la revolución burguesa brasileña y reinterpreta este contexto
a la luz de la categoría de la Revolución Pasiva otorgándole, así, prioridad a la dimensión política,
circunscrita en el juego político-ideológico de las clases sociales.
15
Este análisis de Carlos Nelson Coutinho se encuentra en el artículo “El desafío de los que pensaron
bien el Brasil”, publicado en la revista Lua Nova, en el número especial titulado ¿Cómo pensar?, en
ocasión de los 25 años de dicha revista (2001).
14
NÚM .
Este golpe de Estado fue reprimido con facilidad por el gobierno y fue el pretexto
capital para la instauración de la dictadura de Getulio Vargas, que inaugura el Estado
Novo, régimen de carácter represivo, con cobertura ideológica de tipo fascista.
Apoyándose en la fracción industrial de la burguesía y en las capas militares, el
Estado Novo de Vargas promulgó una serie de leyes de protección al trabajo,
reivindicadas tiempo atrás por el proletariado (salario mínimo, vacaciones pagadas,
derecho a la jubilación, etc.), aunque al precio de imponer una legislación sindical
corporativista, copiada directamente de la Carta del Lavoro (Carta del Trabajo) de
Mussolini, que vinculaba a los sindicatos al aparato estatal anulando su autonomía.
Estrictamente hablando, es la dialéctica de la Revolución-Restauración en la vía
brasileña a la modernidad capitalista.14
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
En estas condiciones, como resultado de la protesta contra el carácter elitista de la
Revolución, hay un regreso a la “subversión elemental”, siendo su manifestación
más evidente el golpe de 1935, caracterizado por Coutinho como la expresión de
una “desastrosa iniciativa común de los comunistas y los tenientes de izquierda”
(Ibid.:110).
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
tenientes)” (Coutinho, 1988:122). Pero el nuevo bloque, de carácter elitista, mantuvo
a los sectores populares marginados. Coutinho afirma (1988) que estos sectores
“(…) aún no suficientemente organizados (…) [estaban entonces] representados sólo
por el débil Partido Comunista y por un pequeño grupo de tenientes de izquierda,
entre ellos Luiz Carlos Prestes, que se había negado a participar en la Revolución de
1930” (Ibid.:109).
76
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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
dos pensadores marxistas que asumen una postura radical en la búsqueda de la
especificidad de Brasil: Caio Prado Junior y Florestan Fernandes.
Según Coutinho, Caio Prado y Florestan Fernandes, desconociendo el concepto de
Revolución Pasiva en Gramsci, tuvieron una brillante intuición de la vía brasileña no
clásica al capitalismo. Por tanto, destaca que Florestan Fernandes, provisto de un
rico marco teórico marxista, analiza la peculiar trayectoria de la “Revolución burguesa
en el Brasil”. En este cotejo analítico, enfatiza la analogía entre el análisis pradiano
de la Independencia brasileña, contenido en su libro Evolución política del Brasil,
publicado en 1933, y el análisis que hizo Gramsci del Risorgimento italiano, a la luz
del concepto de Revolución Pasiva.
Señala Coutinho que:
Gramsci estaba elaborando este concepto, en la cárcel fascista, en el momento exacto
en que Caio Prado escribía Evolución política del Brasil. Ambos se dieron cuenta que
hay procesos de transición que ocurren en lo alto, resultado del acuerdo entre fracciones
de las clases dominantes y que tienen como objetivo principal la exclusión de cualquier
protagonismo de las capas subalternas (Coutinho, 2001:104).
En una entrevista concedida a Néstor Kohan en México (1999), Coutinho puso de
relieve que, como Caio Prado Junior, José Carlos Mariátegui intuyó muy bien las
principales características de la peculiar transición de los países latinoamericanos al
capitalismo. Ambos –Caio Prado y Mariátegui– llegan a “inventar” categorías muy
similares a la de “vía prusiana” de Lenin y al concepto de “Revolución Pasiva” de
Gramsci, para demarcar el camino no clásico hacia la modernidad capitalista recorrido
por las naciones latinoamericanas (Coutinho, 1999b).
Así, la búsqueda de la especificidad de los procesos históricos que marcan la formación
social brasileña forma el hilo conductor de la interpretación del Brasil de Carlos
Nelson Coutinho. Para él, comprender esta especificidad es una cuestión decisiva
para la participación política. En la mejor tradición de la praxis, Coutinho (2001)
encarna el principio defendido por el dirigente comunista italiano Palmiro Togliatti:
“Quien se equivoca en el análisis, yerra en la política”. Así, al terminar su intervención
sobre cómo “pensar el Brasil”, en el marco del Seminario del Centro de Estudios de
Cultura Contemporánea (CEDEC), en el umbral del siglo XXI, Coutinho sostuvo con la
lucidez característica de sus reflexiones:
(…) sí, me parece muy importante que tengamos una imagen correcta de Brasil para
que podamos, a partir de esta imagen, elaborar una estrategia política adecuada a las
condiciones de ese Brasil moderno, que es el Brasil en que vivimos, aunque esa
modernidad haya sido generada por las vías de un prusianismo transversal, por
revoluciones pasivas, por autocracias burguesas –y a continuación evalúa– (...) El
EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
77
A manera de conclusión:
guías investigativas para descifrar el Brasil contemporáneo
La aproximación analítica al pensamiento de Carlos Nelson Coutinho ligada a esta
construcción en proceso, evidencia su perspectiva del “marxismo en movimiento”
en los circuitos de la Historia. Es innegable su producción a lo largo de casi cinco
16
Un análisis de Brasil a la luz de esta noción de “occidente periférico” es propuesto por Carlos
Nelson Coutinho en el artículo ya citado, “El desafío de los que pensaron bien el Brasil”, en el
número especial de la revista Lua Nova (2001).
NÚM .
Este es el desafío teórico político que Carlos Nelson Coutinho se impuso y asumió a
lo largo de los años dos mil, consciente de la amplitud y diversidad de las cuestiones
planteadas en los procesos socio-históricos del Brasil contemporáneo. Entre éstas
privilegia, como cuestión decisiva que sintetiza muchas otras, interpelando a los
analistas gramscianos, la occidentalización de Brasil en el marco de la mundialización
y la crisis del capital, época neoliberal que se circunscribe a los tiempos de contrareforma (Coutinho, 2012). De forma provocativa se interroga: “¿El Brasil de hoy es
una sociedad oriental u occidental?” Y en plena apropiación de las categorías
gramscianas de “oriente” y “occidente”, en su carácter de conceptos histórico-políticos,
abre una vía para pensar la occidentalización brasileña: la noción de “occidente
periférico”,16 a la que Gramsci se refiere en los Cuadernos de la Cárcel. En estricto
sentido, esta es una caracterización gramsciana para pensar el “occidente” de Italia,
de España, de Grecia y de Portugal. Coutinho expresa el potencial del pensamiento
gramsciano para reflexionar sobre el Brasil contemporáneo, en articulación con la
discusión de la propia política en un escenario de cambios y redefiniciones.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
En esta perspectiva de desafíos del presente, Carlos Nelson Coutinho, en el siglo XXI,
en coherencia con su tesis fundante acerca de “la ampliación conceptual como
superación dialéctica”, abogó por la necesidad de una renovación de la imagen
marxista del Brasil, “(...) una renovación que nos permita ir más allá de la reflexión
consolidada y absolutamente imprescindible sobre nuestro modo peculiar de transición
al capitalismo” (Ibid.:108). Y afirma categóricamente: “Ahora es urgente una reflexión
que busque elevar el concepto (como a Hegel le gustaba decir) a la especificidad del
Brasil contemporáneo” (Ibid.).
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
Brasil se ha modernizado por “encima”, prusianamente, pasivamente, lo que generó
formas extremadamente perversas de desigualdad social, enormes déficits de
ciudadanía, pero el hecho es que nuestro país se modernizó. Y eso nos obliga a
nuevas reflexiones y desafíos teóricos. Nos obliga, por ejemplo, a entender formas
más sofisticadas de dominación burguesa (2001:108 y 113).
78
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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 55-81.
décadas, en la búsqueda permanente de la ampliación conceptual como superación
dialéctica, siendo fiel a la relación fundante –que se hace hilo conductor en la
elaboración de su teoría política marxista– entre la dimensión histórico-ontológica y
la dimensión gnoseológica. La cuestión clave es trabajar nociones fundantes del
pensamiento político de Gramsci para pensar el curso de la contemporaneidad
brasileña, enriqueciendo conceptos gramscianos, en su potencialidad analítica, para
comprender nuevas determinaciones y mediaciones de la historia reciente de Brasil.
En esta perspectiva, el análisis de la vida brasileña tejido por Carlos Nelson, de 2008
a 2012, en un contexto de capitalismo financiero, en crisis estructural, provoca
continuar ese esfuerzo interpretativo, buscando develar determinados fenómenos
del Brasil contemporáneo: una época neoliberal, en el ámbito de los últimos gobiernos
de ajuste, ¿se puede considerar como revolución pasiva o como contra-reforma?
¿Cómo analizar las configuraciones estatales brasileñas en la confluencia de las políticas
de ajuste, en un contexto de democratización? ¿Cómo pensar la occidentalización de
Brasil, en este momento histórico de un Estado que aplica políticas macroeconómicas
de ajuste, con inflexiones neodesarrollistas, sin enfrentar fuertes tensiones de los
movimientos sociales? ¿Cómo evaluar la ampliación del Estado brasileño, que ahora
cuenta con la adhesión de amplios segmentos populares que viven procesos precarios
de inclusión en el consumo por la vía de las políticas para enfrentar la pobreza?
¿Cómo se manifiesta hoy la “gran política” en la vida brasileña en medio de las
maniobras de la “pequeña política” al resignificar la cultura del patrimonialismo y del
beneficio?
En fin, siendo coherentes con la politicidad de Gramsci, el gran desafío de nuestro
tiempo es discutir la política –“otra política” (Oliver, 2013)– en la perspectiva de una
transformación radical, de una revolución socialista en la plenitud del espíritu
gramsciano, que Coutinho, ese intelectual militante de nuestra contemporaneidad,
encarna tan bien. En verdad, Carlos Nelson Coutinho vivirá en nosotros cuando
inspirados en su obra tratemos de dar respuesta a los desafíos de la historia.
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EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
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Recibido el 13 de diciembre de 2012
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EL PENSAMIENTO DE CARLOS NELSON COUTINHO: INTERPRETAR EL BRASIL
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82 FALSA
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A DEBATE:
TEORÍA SOCIAL
Y ANÁLISIS CONCRETO
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84 FALSA
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Lo nacional-popular
y la forma primordial:
desarrollos a partir de Gramsci
Luis Tapia Mella*
Resumen
En este artículo se analiza el modo en que René Zavaleta utilizó y desarrolló el pensamiento de
Gramsci en el contexto político-social latinoamericano, en especial el boliviano, la manera en que
integró la teoría del valor de Marx con la teoría de la hegemonía de Gramsci incorporando la idea
de que la política es un conjunto de prácticas de articulación de lo social en un proceso de construcción
histórica y de organización de la cultura, es decir, de articulación de una totalidad social. Zavaleta
entendía por forma primordial el grado en que se produce la articulación entre Estado y sociedad
civil, y el conjunto de mediaciones a través de las cuales ésta se realiza. Reelaboró la idea de lo
nacional-popular utilizando los conceptos de bloque histórico y reforma intelectual y moral
desarrollados por Gramsci. No obstante, Zavaleta va más allá en cuanto a la noción de masa y
centralidad proletaria. Bajo el concepto de masa, pensó una situación en que la acción política tiene
formas auto determinativas en condiciones de crisis.
Palabras clave: pensamiento político boliviano, Zavaleta, Gramsci, hegemonía, concepto de masa.
The National-Popular and the main form:
developments through Gramsci
Abstract
This article analyzes the way Rene Zavaleta utilized Gramsci’s work in the context of Latin American and Bolivian political thought. He integrated Marx’s theory of surplus value with Gramsci’s
theory of hegemony, and also incorporated in the analysis the idea that politics is a set of social
practices in a given historical and cultural process; that is, it is the articulation of a social totality.
Zavaleta understood the degree in which the Bolivian State and its civil society articulated themselves, and how a set of mediating elements played a role to achieve such articulation. He gave a
new meaning to the concept of national-popular by focusing on Gramsci’s writings, particularly on
the concepts of historical periods, as well as intellectual and moral reforms. However, Zavaleta goes
beyond the notion of mass and the proletarian centrality. Under his concept of mass, for instance,
Zavaleta understood that a given political action has its own means to determine a crisis situation.
Keywords: Bolivian political thought, Zavaleta, Gramsci, hegemony, concept of mass.
* Profesor titular de tiempo completo y coordinador del doctorado en Ciencias Multidisciplinarias
del Desarrollo en el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre el Desarrollo, Universidad
Mayor de San Andrés, Bolivia. E-mail: <[email protected]>.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA,
NÚM .
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LUIS TAPIA MELLA
O nacional-popular e a forma primordial:
desenvolvimentos a partir de Gramsci
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32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 85-99.
Resumo
Neste artigo analisa-se o modo como René Zavaleta utilizou e desenvolveu o pensamento de Gramsci
no contexto político-social latino-americano especialmente o boliviano, a maneira em que integrou
a teoria do valor de Marx com a teoria da hegemonia de Gramsci incorporando a idéia de que a
política é um conjunto de práticas de articulação do social em um processo de construção histórica
e de organização da cultura, ou seja, da articulação de uma totalidade social. Zavaleta entendia
como forma primordial o grau em que se produz a articulação entre Estado e sociedade civil, e um
conjunto de mediações através das quais esta se realiza. Reelaborou a idéia do nacional-popular
utilizando os conceitos de bloco histórico e reforma intelectual e moral desenvolvidos por Gramsci;
mas vai além quanto à noção de massa e centralidade proletária. Sob o conceito de massa, Zavaleta
pensou uma situação na qual a ação política tem formas auto-determinativas em condições de
crises.
Palavras chave: pensamento político boliviano, Zavaleta, Gramsci, hegemonia, conceito de massa.
René Zavaleta es quien más ha contribuido, en cuanto a producción teórica se refiere,
al desciframiento de la complejidad social en la historia del país, desarrollando
elementos a partir de una matriz marxista, para dar cuenta del peso de la colonia, lo
indígena y la diversidad cultural. En esta labor, ha utilizado los conceptos de teoría
política desarrollados por Antonio Gramsci. A su vez es quien más ha utilizado al
pensador italiano para hacer teoría y análisis político de Bolivia. En este sentido, es
pertinente presentar el modo en que lo utiliza y desarrolla en el contexto del
pensamiento político y social latinoamericano contemporáneo.
René Zavaleta nació en Oruro, Bolivia, en 1937. Hacia finales de los cincuenta
empezó a escribir en la prensa boliviana artículos de interpretación histórica y política.
La actividad periodística fue una constante durante su vida. Formó parte de la
generación nacionalista que protagonizó la Revolución de 1952 en Bolivia. Se
incorporó al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y como tal fue elegido
diputado por Oruro a principios de los años sesenta. En 1964 fungió como ministro
de Minas en el último gobierno civil del MNR, hasta el golpe militar. En ese periodo
desarrolló de manera paralela una intensa actividad periodística en La Nación junto
a Augusto Céspedes –siendo ambos responsables del mismo–, y escribe algunos
ensayos de interpretación de Bolivia.
La síntesis de este periodo nacionalista de Zavaleta está contenida en el libro El
desarrollo de la conciencia nacional, escrito a finales de los sesenta, después de la
dictadura militar de Barrientos y de la experiencia guerrillera del Che Guevara. Hacia
finales de esa década e inicios de los setenta adoptó y desarrolló de manera central
una matriz teórica marxista que se refleja en el primer libro de ese periodo: El poder
dual, donde analiza las experiencias de Salvador Allende y de la Asamblea Popular
LO NACIONAL-POPULAR Y LA FORMA PRIMORDIAL:
DESARROLLOS A PARTIR DE
GRAMSCI
87
La idea de Gramsci de política –como un conjunto de prácticas de articulación de lo
social, un conjunto de procesos que le dan forma a una sociedad, a un país, en tanto
políticamente articulan los diversos aspectos de su vida social, la producción, los
diversos procesos de reproducción, la educación y la vida política como un proceso
de construcción histórica– es la que con más fuerza incorpora Zavaleta.
Gramsci pensó la política como un proceso de organización de la cultura, es decir, de
articulación de una totalidad social. Esto está presente en el pensamiento de Zavaleta
no sólo por haber leído a Gramsci; lo está en el conjunto de su pensamiento, desde
su juventud, bajo la forma nacionalista de izquierda que desarrolló previamente y que
se ve potenciada con la incorporación de conceptos marxistas, en particular con el
pensamiento de este intelectual.
En torno a esta dimensión de la política como articulación, deben comentarse tres
cosas: una mirada retrospectiva a su momento nacionalista; la discusión sobre la
articulación de la totalidad, es decir, el vínculo estructura-superestructura, y, por
último, la introducción de la noción de forma primordial.
En cuanto al primer punto, se puede pensar la práctica de la generación nacionalista
–en particular la de un grupo de autores con el cual Zavaleta se articula– como de
articulación política, o leerla en clave gramsciana. Entre los objetivos que se propuso
uno de los principales escritores del nacionalismo, Carlos Montenegro, fue sustituir
la historia liberal oligárquica, en la que desaparecía el pueblo, los sujetos populares,
y se articulaban hechos en los que la presencia de la élite dominante tenía protagonismo y eran los únicos valorados positivamente.
NÚM .
La política como práctica de articulación y construcción
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
La hipótesis general de esta investigación es que Zavaleta integra la teoría de Marx,
en particular la teoría del valor, con la teoría de la hegemonía de Gramsci, sobre todo en aspectos que el mismo Gramsci no había incorporado (porque probablemente
no los conocía, como el cuaderno VI inédito) y dimensiones que Marx no llegó a
desarrollar pero Gramsci sí. Expondré en torno a ciertos puntos esta incorporación
y desarrollo.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 85-99.
en Bolivia, con base en una erudita discusión sobre las teorías del poder dual en
Lenin, Trotsky y las fuerzas políticas bolivianas y chilenas. En este texto todavía no se
hace presente la influencia del pensamiento de Gramsci. Siguiendo los ensayos que
escribió se puede suponer que René Zavaleta incorporó el pensamiento gramsciano
en la segunda mitad de los años setenta, en especial a partir de su llegada a México.
Cabe conjeturar, entonces, que es en México donde estudia y profundiza en la obra
de Gramsci y empieza a incorporarla de manera sistemática a su pensamiento.
88
LUIS TAPIA MELLA
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 85-99.
La idea de los nacionalistas consistía en pensar que para hacer una revolución hay
que sustituir la conciencia histórica, es decir, el sentido común político de la sociedad
y articular un nuevo tipo de conciencia histórica. En este sentido, hay una concepción
historicista de la política. Montenegro, en Nacionalismo y coloniaje, se propuso
ofertar una estructura de filosofía de la historia boliviana que permitiera articular
hechos con presencia popular vista de manera positiva, interpretar la historia de
Bolivia como una articulación de estos momentos de presencia popular en una
perspectiva teleológica que llevaba a la construcción de un Estado-nación contra la
anti-nación.
En ese sentido, el nacionalismo se proponía una reforma moral e intelectual, que se
produjo en el país entre los años cuarenta y cincuenta, y se extendió hasta el periodo
neoliberal. Luego de la crisis de éste, se puede decir que aún sigue teniendo una
presencia importante en la cultura política y en el sentido común en Bolivia. Los
nacionalistas, entre ellos el joven Zavaleta, desarrollaron una práctica de articulación
o de rearticulación política que creó las condiciones para el cambio político antes y
después del momento del quiebre revolucionario. En este sentido, la política como
práctica de articulación no es algo que aparece después de haber leído a Gramsci; ya
estaba presente en la experiencia y forma de pensar y hacer política de Zavaleta
desde su juventud.
Segundo punto. En el seno del marxismo, en particular en los años sesenta y setenta,
se discutía sobre y en torno a la noción de formación económico-social como parte
de la heterogeneidad estructural o diversidad cultural y social existente en el continente
y más allá. La idea consistía en vincular varios modos de producción, bajo el dominio
de uno de ellos, que acabaría refuncionalizando a los demás en el sentido de la
reproducción ampliada del mismo.
En gran parte, la discusión refería al grado de articulación de diversos modos de
producción y no así a la del vínculo del modo de producción con el Estado y otras
facetas de la vida social sugerido por Emilio Sereni. Se recuerda esta discusión para
presentar uno de los usos de Zavaleta y también el desarrollo e innovación que
introduce.
La noción de formación económico-social propuesta y utilizada por la mayoría de
los marxistas ponía énfasis en una diversidad social y económica que sería articulada
por un modo de producción dominante. En este sentido, la noción de formación
económico-social, desde un inicio, sirvió para pensar procesos de transición y de
transformación de las sociedades hacia el capitalismo, de su penetración que acaba
transformando formas sociales y económicas persistentes. El punto fuerte es la idea
de articulación, en parte, por el predominio de versiones más estructuralistas del
concepto.
A Zavaleta le preocupa el parcial y débil desarrollo del capitalismo en América Latina,
aunque éste sea el núcleo en el que se organiza la dominación económica y política
de todos nuestros países. Por ello enlaza algunas ideas de Marx con otras de Gramsci.
Marx pensó, en términos de su estructura analítica, en la emergencia del capitalismo
como un proceso histórico; pero también ofertó en su VI capítulo, inédito, algunos
elementos de la teoría de la transición entre fases del capitalismo, en particular la
distinción entre subsunción formal y real, que es la que Zavaleta retoma para
caracterizar la condición de varios países, o de una dimensión importante en cada
uno de ellos en América Latina.
Marx utilizó la noción de subsunción formal para dar cuenta de un momento de transición y desarrollo del capitalismo en el que se instauró un nuevo conjunto de relaciones
de producción basadas en la propiedad privada monopólica de los medios de
producción, la condición de separación de los trabajadores, sobre la cual se levantó
la relación de asalariamiento, es decir, se cambió el régimen de propiedad y el tipo
de relación entre los hombres pero el proceso productivo y el saber productivo
básicamente siguió siendo el anterior. Los hombres o los productores todavía tenían
un considerable control del proceso productivo, debido al saber especializado y a la
acumulación cognitiva de cada uno de ellos.
Marx distinguió un segundo momento y lo llamó subsunción real. En él se establecía
una civilización propiamente capitalista, en la que la organización del proceso de
producción acaba transformando los procesos de reproducción social. Esto es posible
gracias a la introducción de la gran industria y a la producción en cadena, que generan
una sustitución de saberes productivos y una desvalorización de la fuerza de trabajo
dando lugar al debilitamiento político de los trabajadores.
Otro rasgo de la subsunción real es que amplía y profundiza el proceso de sustitución
de creencias en aquellos que son transformados en proletarios, sobre todo aquellos
provenientes del mundo rural agrario. En la medida en que la producción se generaliza
NÚM .
Zavaleta propone el concepto de formación social abigarrada para enfatizar algo
distinto, y contrario, para pensar la especificidad del tipo de desarrollo y de dominio
del capitalismo en América Latina. Pensó en la sobreposición desarticulada de varios
modos de producción, cosmovisiones, lenguas, tipos de religiosidad, procesos de
reproducción social y en particular diferentes formas de gobierno o estructuras
de autoridad. El énfasis se pone en la condición de desarticulación. Lo abigarrado es
lo sobrepuesto de una manera desarticulada, y articulada sólo parcial y temporalmente.
No da por supuesto que la penetración y el desarrollo del capitalismo, de manera
casi automática, articulen y luego acaben transformando formas de vida económica,
social y política previas bajo su tipo de relaciones sociales.
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en condiciones mercantiles capitalistas, los procesos de reproducción tienden a hacerse
cada vez más con base en mercancías. Esto acaba cerrando el círculo e instaurando
una nueva totalidad, una articulación que sustituye formas de producción y
reproducción social previas.
Zavaleta pensaba que la construcción de hegemonía, en el sentido gramsciano del
término, es posible cuando un país ha pasado por un proceso de sucesión real, es
decir, que la hegemonía es un proceso de articulación y rearticulación de Estado y
sociedad civil y de organización de la cultura o articulación de una totalidad en un
proceso de transición al capitalismo y de desarrollo e implantación del mismo, en el
que las transformaciones capitalistas en la economía permiten introducir una
sustitución de ideas y, por lo tanto, una reforma moral e intelectual que va desde el
ámbito de las ideas científicas, pasando por la tecnología productiva, hasta las relativas
a la organización del poder político y su legitimidad o las bases de su consenso.
Zavaleta retoma de Gramsci la idea de que esa rearticulación de la totalidad en las
condiciones de subsunción formal y real no es algo automático, se hace políticamente,
es un producto histórico. Por lo tanto, en algunos lados puede hacerse bien, como
una construcción extensa y vigorosa, y en otros de manera frágil, incompleta y
parcial. Puede haber desarrollo capitalista pero no hegemonía. Esto está en la base
de su distinción entre oriente y occidente propuesta por Gramsci.
En esta perspectiva, Zavaleta reconsidera y replantea el problema nacional con base
en los elementos de la teoría del valor de Marx y de la teoría de la hegemonía de
Gramsci. No piensa el tema nacional como el desarrollo histórico de un sujeto que
existía en sí y que a través de la lucha política contra la ocupación colonial imperialista
desarrollaría su conciencia y se constituiría en una nación para sí, construye su Estadonación en un proceso de revolución y liberación. Amplía la perspectiva histórica y el
rango explicativo.
La nación es uno de los modos óptimos de rearticular Estado y sociedad civil allá
donde el capitalismo ha producido el estado de separación y ha destruido otras
formas de vida, donde luego se rearticulan fragmentos de las sociedades transformadas
o quebradas al construir un nuevo tipo de articulación. Esto es lo que Gramsci piensa
bajo la noción de hegemonía.
Para Gramsci la hegemonía implica pensar la articulación de fragmentos de lo que
queda de formas sociales y culturales previas, que aparecen como folklore, en la
organización de una nueva cultura que corresponde al dominio y expansión ampliada
del capitalismo. En ese sentido, la nación es vista como resultado de procesos
experimentados a lo largo de la época de expansión del capitalismo.
LO NACIONAL-POPULAR Y LA FORMA PRIMORDIAL: DESARROLLOS A PARTIR DE GRAMSCI
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Por último, respecto al tercer punto, por forma primordial el pensador boliviano
entendía el tipo de articulación que históricamente se construye entre Estado y sociedad
civil en cada historia local o nacional, y también el conjunto de mediaciones a través
de las cuales se realiza tal comunicación y articulación. En principio y en general este
eje analítico, Estado-sociedad civil, está presente en el pensamiento político moderno.
A esto Zavaleta le añade una dimensión geopolítica, pues menciona que cuando la
articulación de sociedad civil y Estado se ha hecho bajo relaciones de correspondencia,
inclusión, comunicación y mediaciones participativas, se tiene una forma primordial
fuerte y vigorosa, capaz de resistir determinaciones externas, incluso de remitirlas
hacia otras sociedades. En cambio, cuando se caracteriza por contradicciones,
exclusión, conflicto, negaciones y falta de correspondencia, se tiene una forma primordial débil, que es susceptible a que las determinaciones externas tengan gran
posibilidad de condicionar e influir en sus procesos sociales y políticos.
Esta noción de forma primordial se elaboró con base en la idea de Marx, que a su vez
viene de Hegel; su vigor depende de cómo se articula la sociedad civil, en tanto
NÚM .
Zavaleta diría que en Bolivia y en otros lugares y territorios de América Latina lo que
existe es una formación social abigarrada, es decir, que el desarrollo del capitalismo
y las fuerzas dirigentes del desarrollo en estos países no han logrado, ni siquiera han
intentado articular de manera hegemónica una totalidad bien construida en sentido
moderno. Para apoyar y desarrollar esta idea se introduce el concepto “forma primordial” que Zavaleta incorpora y desarrolla con base en Marx y Gramsci.
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La nación o la reorganización de la cultura como nación en el proceso de articulación
de Estado y sociedad civil es un proceso de construcción hegemónica. Es parte de las
prácticas hegemónicas y de la disputa por la hegemonía, implica pensar y construir
formas de relación de correspondencia entre estructuras económicas, procesos
reproductivos, cultura y Estado, estructuras políticas de gobierno. La nación, cuando
es tomada en serio y no sólo como un elemento de discurso con objetivos de
legitimación, es siempre un proyecto de construcción hegemónica, se trata de articular Estado y sociedad civil a partir de diferencias de clase y otras formas de
desigualdad y de diferenciación social que contienen también explotación y
dominación, y levantar sobre eso una forma de unidad política y de identificación, es
decir, una forma de consenso activo en sus mejores momentos.
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Lo que hicieron los nacionalistas, incluidos los bolivianos, fue intentar construir la
nación allá donde las fuerzas capitalistas no estaban interesadas en reconstruir una
totalidad que integrara a la población conquistada y explotada, con sus formas
socioculturales y políticas. La mayor parte de los nacionalistas pensaron construir
esa nación a través del desarrollo del capitalismo, pero más autocentrado, lo cual
exigía integración política y, por lo tanto, construcción de nación.
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estructuras, procesos y relaciones socio-económicas, y la forma estatal. Pero sobre
todo está marcada por el modo en que Gramsci concibe la sociedad civil, como el
conjunto de instituciones que se articulan para participar en la vida política pública
no estatal, para interactuar entre sí y con el Estado, que no se refiere tanto a la
dimensión económica sino a la dimensión de organización y de vida política.
Si se juntan estos dos conceptos –el de formación social abigarrada y el de forma
primordial– en la perspectiva Zavaleta, se puede decir que una forma primordial
contiene una diversidad social desarticulada, en la que el capitalismo no ha logrado
destruir y transformar otras formas de vida social, el Estado no emerge como una
necesidad o creación interna; por lo tanto es como una imposición colonial o neocolonial. A esto Zavaleta lo llamó Estado aparente, es decir, una estructura o un conjunto
de relaciones políticas que no son resultado de procesos de diferenciación interna
entre Estado y sociedad civil sino del dominio colonial y neocolonial.
Un Estado aparente, por más fuerte que parezca, sobre todo cuando adopta sus
formas de gobierno militar, es un Estado débil, ya que carece de raíces en varios
lugares del país. Además existe en una condición donde de forma paralela persisten
otras formas de autogobierno, estructuras de autoridad que son las que organizan la
vida de muchas poblaciones.
Es en torno al tema nación que se puede notar un fuerte vínculo entre Zavaleta y
Gramsci, quien a diferencia de Marx se preocupó explícitamente por pensar la política
a escala nacional, la construcción de la nación o la producción y reproducción de lo
social o de las totalidades sociales que era el horizonte moderno que se estaba
configurando en la época como hegemonía. Aunque Gramsci siempre sostuvo un
horizonte cosmopolita, eso no le lleva a descuidar el análisis de la dimensión nacional.
Zavaleta también trabaja con estas características: según él la clave de la explicación
social es la articulación de la forma primordial o cómo se produce el poder desde
dentro y a partir de eso dar cuenta del horizonte regional y mundial. En ambos hay
una articulación de horizonte nacional y cosmopolita, ya que se explica la construcción
de la nación con base en elementos que dan cuenta de lo que llamaba el movimiento
general de la época, que es el desarrollo del capitalismo o la expansión de la ley del
valor, pero no porque eso sea una determinación fundamental hace que el análisis
político deje de centrarse en la construcción social y política de lo nacional.
En este sentido, Zavaleta traslada las preocupaciones de Gramsci a las condiciones
de países en los que el desarrollo del capitalismo no llegó a construir una hegemonía
burguesa y una forma primordial capitalista sólida sino que más bien produjo
formaciones sociales desarticuladas o abigarradas.
LO NACIONAL-POPULAR Y LA FORMA PRIMORDIAL: DESARROLLOS A PARTIR DE GRAMSCI
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Lo nacional-popular y la autodeterminación de las masas
Como ésta no es una relación o un tipo de correspondencia que caracteriza de
manera general la vida política y social de varios países de América Latina, cabe
pensar otra veta que Zavaleta ha desarrollado bajo la noción de lo nacional-popular.
Esta idea tiene una tradición nacionalista en el continente –que ha sido parte de la
constitución de sujetos, fuerzas y procesos de construcción de Estados-nación en
América Latina– que había establecido la identificación entre nación y pueblo; pueblo
como conjunto que incluye campesinos, obreros, capas medias y, en algunas
circunstancias y países, a lo que se llama burguesía nacional. En muchos otros la
nación nunca fue parte de un proyecto liberal burgués, en consecuencia su trayectoria
básicamente tiene referentes y sujetos populares.
Zavaleta reelaboró la idea de lo nacional-popular usando los conceptos de bloque
histórico y de reforma moral e intelectual desarrollados por Gramsci, pero logró ir
más allá.
En Gramsci un bloque histórico es una construcción histórica, no es una mera alianza
de clases o grupos sociales sino un proceso de articulación en torno a un proyecto
político que va incorporando elementos de los diversos sujetos que se van integrando.
Es algo que se articula en torno a una clase fundamental de un modo de producción
–en tiempos modernos la burguesía o el proletariado. En este sentido, la disputa
NÚM .
Una de las dimensiones de lo nacional es esta relación entre desarrollo del capitalismo,
subsunción real que implica la transformación y sustitución de formas de vida previa
y la articulación entre capitalismo y ámbitos de vigencia de la ley del valor u
homogenización social bajo el tipo de relaciones capitalistas y el ámbito estatal
organizado en torno a criterios de igualdad jurídica. En este sentido, Zavaleta también
trabajó estableciendo esta relación de correspondencia general, como parte del
movimiento de la época, entre ley del valor e igualdad jurídica, como lo trabajan los
marxistas de la escuela lógica del capital.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA ,
Zavaleta usa elementos tanto de Marx como de Gramsci para pensar cómo el desarrollo
del capitalismo destruye y transforma sociedades, pero luego genera formaciones
que contienen una diversidad social desarticulada que genera Estados débiles,
ventajosos o útiles para los núcleos de capital imperialista y transnacional en la
acumulación mundial.
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Gramsci estaba pensando la construcción de hegemonía en Europa y en Estados
Unidos, por ejemplo a través de la idea de americanismo, es decir, allá donde el
capitalismo logra rearticular lo social y producir reforma moral e intelectual o una
forma primordial capitalista con hegemonía.
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hegemónica tiene que ver con la articulación de los bloques históricos en torno a
cada una de estas clases fundamentales. Es una historia, una historia de construcción
política.
La noción de lo nacional-popular que Zavaleta desarrolló en los últimos años –dando
nombre a su último libro que quedó incompleto y fue publicado póstumamente: Lo
nacional-popular en Bolivia– contiene la idea de que es una historia compartida. En
realidad es la síntesis de varios momentos de convergencia política y de lucha, en el
caso particular de Bolivia, contra las oligarquías y contra el Estado, es una historia
contra-estatal o anti-estatal; aunque también contiene elementos de proyectos de
otro Estado en alguno de los sujetos componentes.
En la historia de Bolivia, como en algunas otras de América Latina, lo nacionalpopular ha estado articulado durante gran parte del siglo XX por el movimiento obrero.
Se trata de centralidad proletaria, lo que empezó a reformarse en los últimos años de
vida de Zavaleta, desplegándose una presencia más autónoma de las organizaciones
campesinas e indígenas que seguían moviéndose todavía en torno a la convocatoria
de la Central Obrera Boliviana.
Lo nacional-popular, podría decirse, es un bloque histórico, aunque en Zavaleta tenía
una connotación un poco más amplia. Es una forma de conciencia histórica, es una
forma de identidad, porque es también una historia compartida en la que el proyecto
a veces no es lo más desarrollado o más claro sino los momentos de fusión y de
identificación contra las formas de explotación y dominación, contra el Estado. En
este sentido, en el caso boliviano es una configuración anti-estatal antes que un
bloque histórico con un proyecto estatal; aunque es algo que contiene de manera
subordinada.
La otra dimensión, también de Gramsci, es la de la reforma moral e intelectual,
generada por la expansión de la ley del valor y la subsunción real que tiene un peso
débil en el país, hasta la que es producida por la subjetividad o intersubjetividad
proletaria, que es el caso de la historia boliviana. Es decir, la asunción más fuerte del
proyecto moderno, de un Estado-nación, ha sido desarrollada y encarnada por el
movimiento obrero, además de algunos sectores de capas medias en tiempos
nacionalistas.
En este sentido, la reforma moral e intelectual en torno al tema nación o la organización de la cultura no ha sido algo producido y dirigido por liberales o por la
burguesía local sino por sujetos populares, en gran parte por el movimiento obrero.
En sus últimos años, Zavaleta llegó a vislumbrar y pensar cómo lo nacional-popular
–con centralidad proletaria– estaba incorporando el tema de la democracia como
LO NACIONAL-POPULAR Y LA FORMA PRIMORDIAL: DESARROLLOS A PARTIR DE GRAMSCI
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parte de su proyecto político, de manera paralela a cómo las fuerzas indígenas y
campesinas empezaban a modificar esa centralidad obrera, desarrollando una
intersubjetividad más policéntrica en el seno de lo que él solía llamar masa.
Lo que Zavaleta rastreó de la historia de Bolivia fueron los momentos en que se puso
en crisis y se canceló temporalmente el Estado. Sin embargo, cuando piensa la
democracia o sus cuatro conceptos de democracia, la autodeterminación de las masas
es la que da sentido a las tres anteriores, y ésta consiste en pensar la relación entre
capitalismo y Estado representativo; es decir, el grado de correspondencia entre
expansión de la ley del valor y la igualdad jurídico-política, que tiene como uno de sus
resultados los derechos civiles y políticos, pero sobre todo el sistema de representación,
que es en torno al cual los modernos redefinen, reinventan, y también recortan, el
tema de la democracia.
Al leer a Zavaleta puede notarse que hay un “afuera del Estado”, es decir, un conjunto
de relaciones, de prácticas e historias que están fuera del Estado y que en ciertos
momentos de movilización y fusión actúan sustituyendo el tipo de relaciones que lo
caracterizan, por un tipo de subjetividad más igualitaria, en la que la participación
política en la toma de decisiones o la autodeterminación de cada uno en el seno de
la masa es el principio organizador.
Zavaleta se dedicó a identificar e interpretar estos momentos de autodeterminación
de la masa en la historia de Bolivia y en la de algunos otros países de América Latina;
pero no se dedicó a desarrollar un proyecto o propuesta de organización de esa
NÚM .
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Bajo el concepto de masa, Zavaleta pensó una situación en que la acción política va
más allá del Estado y la sociedad civil. Se trata de una forma de unificación épica de
la sociedad civil que por lo general ocurre en algún momento de crisis orgánica y que
adquiere rasgos antiestatales, o de hecho cancela la relación estatal por un tiempo.
Esta noción de masa, en cierto sentido, es también un ir más allá de Gramsci, para
pensar las formas de acción política que emergen como rebelión desde fuera de la
modernidad, como lucha anticolonial en los últimos siglos; pero también como fusión
de esas fuerzas con otras obreras y populares modernas en contra del Estado capitalista.
Es en estos momentos o condiciones de configuración de masa cuando se elimina de
facto la distinción entre gobernantes y gobernados y opera lo que llamaría la
autodeterminación de las masas.
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A partir de esto se realizan dos consideraciones. Una sobre el tema masa y otra
sobre el tema de democracia. Gramsci se movió siempre pensando en la relación
Estado-sociedad civil y la construcción de un nuevo tipo de sociedad autorregulada
con base en una rearticulación de las relaciones entre Estado y sociedad civil, que se
caracteriza por reducir o eliminar la distinción entre gobernantes y gobernados.
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democracia en términos de instituciones. Esto tiene que ver con el modo en que él se
concebía como intelectual orgánico de un bloque nacional-popular. En el prólogo o
explicación introductoria de una revista que se llamaba Bases –que pretendió unir a
marxistas y gente de izquierda en el exilio mexicano a inicios de los ochenta–, explica
su tarea del siguiente modo: se trata de convertir en ideología orgánica lo que se
estaba dando como acumulación histórica en el seno de la masa. Eso implicaba que
una de las formas de pensarse y actuar como intelectual orgánico no era situarse en
la vanguardia con el modelo y el proyecto, sino elaborar sobre la marcha y de manera
paralela aquello que la acción y la lucha política popular estaba configurando como
horizonte de visibilidad, como un horizonte de existencia y comprensión de la
experiencia colectiva.
Tomando como base a Gramsci, Zavaleta se convirtió en uno de los principales
intelectuales orgánicos de lo nacional-popular en Bolivia. Concibió su tarea en ese
horizonte amplio, como un intelectual ligado al partido –experiencia que sí tuvo en
su juventud militando en el MNR y en los últimos años como parte del Partido Comunista
Boliviano–, con relación a las experiencias de identidad y de fusión popular, que en
su perspectiva no tenía referencia principal en los partidos o en las organizaciones,
por más fuerte que haya sido la importancia de la COB durante décadas, sino más
bien en los momentos de configuración de masa, es decir, cuando lo nacional-popular se articulaba y sintetizaba más allá del Estado y de la sociedad civil.
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Como último comentario sobre el modo de concebir y proyectar el marxismo, Gramsci
pensaba que la filosofía de la praxis contenía de manera inmanente la capacidad o el
potencial para desarrollar la explicación necesaria sobre el conjunto de la vida social
y la historia. En este sentido, el principio de inmanencia implica sostener que se trata
de una teoría con pretensiones de generalizar, es decir, que reconoce que no está
completa y que todavía no tiene capacidad para explicar todo pero que con el tiempo
puede desarrollarla. No obstante, esto habría que interpretarlo en sentido amplio, ya
que el mismo trabajo de formulación y desarrollo de la filosofía de la praxis que hace
Gramsci se hace incorporando ideas que vienen de Croce, Gentile, Sorel, Labriola y
otros. En todo caso se trataría de una inmanencia dialogante o integradora.
La obra de Zavaleta está orientada –en buena parte de los años setenta y ochenta– a
pensar, más bien, los límites de pertinencia del marxismo, no en el sentido de hacer
una crítica que implique la demostración de su inconsistencia y el abandono de la
teoría, sino de profundizar la conciencia de la historicidad de la misma teoría. En
breve, Zavaleta pensaba –retomando las mismas ideas de historicidad de Marx y de
Gramsci– que el marxismo es una teoría que se levanta como modelo de regularidad
o teoría general en el horizonte histórico de la modernidad, es decir, el tiempo
histórico reorganizado en torno a lo que se sintetiza en la ley del valor, el tipo de
relaciones sociales capitalistas.
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La pretensión de validez general de una teoría es algo que se relaciona con el grado
de homogeneidad de la sustancia social que pretende explicar. En este sentido, el
marxismo es pertinente para pensar allá donde hay capitalismo y las relaciones que
éste establece con otras formas de vida social. El desarrollo que Zavaleta hace del
marxismo consiste en pensar esta historicidad de manera más radical, yo digo también
de pensar sus límites, pero al mismo tiempo de potenciarlo. Esto implica aclarar
dentro de qué horizontes se puede pretender capacidad explicativa y validez de los
modelos teóricos elaborados en el marxismo, y a partir de eso crear otra serie de
conceptos que, siendo de rango intermedio, permitan pensar esta historicidad y
servir de puentes para dialogar con otras formas de pensamiento que vienen de
otras matrices y otros tiempos históricos. La obra de Zavaleta tiene que ver con esto;
no obstante, esta misma radicalización de la conciencia sobre la historicidad del
marxismo la realizó usando a Marx y Gramsci, llevándolos más allá, es decir,
radicalizándolos.
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FALSA 100
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René Zavaleta: ecuación social
y construcción hegemónica
Jaime Ortega Reyna *
Resumen
En el presente texto se revisa la manera en que René Zavaleta Mercado, en el transcurso de sus
investigaciones sobre el Estado en América Latina, construyó el concepto de ecuación social. Se
trata de reafirmar la pertinencia de dicho concepto que da cuenta de la profunda relación existente
entre el conjunto de mediaciones que operan en la sociedad con el Estado. Además, el concepto
amplía los horizontes de la relación entre gobernantes y gobernados ya que permite entender las
transformaciones dentro de un Estado que tiende a ser el constructor de una nueva hegemonía. La
construcción de hegemonía, que se emplaza desde el orden estatal, permite acceder a formas de
construcción del orden político que incluyen una creciente y poderosa participación de las diversas
sociedades.
Palabras clave: ecuación social, Estado, Zavaleta, mediación.
Rene Zavaleta: social equation and hegemonic construction
Abstract
This paper revisits the category of social equation, which was initially introduced by Bolivian intellectual René Zavaleta Mercado. He developed this category while working on issues related to the
State in Latin America. This article intends to reaffirm the relevance of this concept, given that it
conjures out the intertwined relationship existing between a set mediating blocks operating in society and the State. Furthermore, this concept expands our understanding of the relationship between the government and the governed, allowing an understanding of the transformation inside
the State, which tends to create a new hegemony. The construction of hegemony allows access to
the political power, which reverberates in how groups participate in society.
Keywords: social equation, State, Zavaleta, mediation.
René Zavaleta: equação social e construção hegemônica
Resumo
No presente texto reconstrói-se a maneira na qual René Zavaleta Mercado, no transcurso de suas
pesquisas sobre o Estado na América Latina, construiu o conceito da equação social. Trata-se de
* Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México;
licenciado y maestro en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, México. Obtuvo la medalla Alfonso
Caso por el mejor promedio en sus estudios de maestría. Profesor de las asignaturas “Dictaduras en
América Latina”, “Filosofía de Marx” y “Teoría Social”, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. E-mail:
<[email protected]>.
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reafirmar a pertinência de dito conceito procurando dar conta da profunda relação que existe entre
o conjunto de mediações que operam na sociedade com o Estado. Além disso, o conceito amplia o
horizonte da relação entre governantes e governados quando permite entender as transformações
dentro de um Estado que tende a ser construtor de uma nova hegemonia. A construção da hegemonia,
que se localiza desde a ordem estatal, permite acessar às formas de construção da ordem política
que incluem uma crescente e poderosa participação das diversas sociedades.
Palavras chave: equação social, Estado, Zavaleta, mediação.
René Zavaleta, sociólogo boliviano, realizó una gran cantidad de aportes a la teoría
social marxista y a la comprensión de la realidad nacional boliviana, como ha quedado
expresado claramente en la obra más amplia en torno a su trabajo, escrita por Luis
Tapia y publicada en 2002. Entre la multiplicidad de formas de entender los problemas
del Estado, el poder y la política en América Latina, su obra adquiere una gran
relevancia al haber hecho una integración original, desde una perspectiva anclada en
la historia, de los dos principales teóricos marxistas al respecto: Lenin y Gramsci. De
ellos extrae la idea de que el Estado es síntesis (determinada) de la sociedad y momento
de mediación por excelencia.
Quizá este nivel de análisis –el que concibe al Estado como síntesis y mediación– sea
uno de los más ricos dentro de la propuesta teórica de René Zavaleta Mercado. Las
nociones de mediación y síntesis están enteramente asociadas y se presentan como
un modelo teórico que trata de penetrar una realidad en donde las relaciones de
dominación se han vuelto más difusas y complejas, quizá al grado de no aparecer
inmediatamente ante los ojos de los sujetos y, por tanto, desde el punto de vista
gramsciano, plenamente reproductoras de la hegemonía. La importancia práctica y
política del actuar de las mediaciones en la sociedad moderna es lo que obliga a
pensarlas y a re-pensar continuamente.
Al respecto, Zavaleta explica lo que comprende por el concepto central que articulará
la problemática de la hegemonía: “(…) por mediación se entiende la transformación
de la furia del oprimido en una parte del programa del opresor” (2008:35). En este
terreno los mecanismos de operación del Estado capitalista se han ampliado más allá
de la imposición de un determinado orden social. El Estado en sentido ampliado es
la relación entre la sociedad civil y el aparato represivo considerados por Zavaleta
como una unidad diferenciada, como momentos diversos dentro de la totalidad política
del orden social. Es el propio Zavaleta quien reconoce que: “Se requeriría sin duda
un excursus propio acerca de la relación del excedente y la disponibilidad, y ambos
con el Estado estructural, la ampliación del Estado y la teoría de las mediaciones”
(Ibid.: 39). Gramsci y Weber serán, a partir de este momento de desarrollo conceptual, los autores sobre los que se apoya explícitamente para poder construir esta
forma de comprensión del Estado, en donde su ampliación operativa se afirma sobre
el terreno de las mediaciones.
Sin embargo, resulta pertinente reflexionar por qué introduce la categoría de “democratización social” proveniente de la sociología de Weber. Si prestamos atención a
algunos pasajes centrales de la obra del sociólogo alemán, podemos ver que el concepto
de democratización social es entendido de la siguiente forma:
El “demos”, en el sentido de una masa inarticulada, no “gobierna” nunca en las
sociedades numerosas por sí mismo, sino que es gobernado, cambiando sólo la forma
de selección de los jefes del gobierno y la proporción de la influencia que puede
ejercer o, mejor dicho, que pueden ejercer otros círculos procedentes de su seno, por
medio del complemento de una llamada “opinión pública”, sobre el contenido y la
dirección de la actividad de gobierno. En el sentido aquí apuntado, la “democratización”
no debe significar necesariamente el aumento de la participación activa de los
dominados en el dominio dentro de la organización considerada (Weber 1996:739).
Aunque la concepción de Weber se revela como conservadora del orden social, no
deja de ser clara en el sentido de lo que ve como el gran aporte del proceso de
democratización en el establecimiento de sus alcances como ampliación del espacio
de la relación gobernante-gobernados: “Lo decisivo es más bien, en nuestro caso,
exclusivamente la nivelación de los grupos dominados con respecto a los grupos
dominadores burocráticamente articulados (…)” (Ibid.). Ampliación de la ciudadanía,
posibilidad de ampliación por tanto del Estado y su burocracia hacia esos grupos que
son incluidos en la política en su calidad de gobernados.
La muy peculiar lectura que Zavaleta realiza de Weber lo lleva a considerar el concepto
de “democratización social” en diálogo con la tradición marxista, por tanto, a
reconfigurar el sentido de su utilización. Siguiendo al sociólogo alemán, se puede
observar que lo esencial de la “democratización social” es el registro de la marcada y
creciente participación activa de las masas en los asuntos del poder político, al mismo
momento la comprobación de que existe una respuesta en la transformación de la
forma estatal. La inclusión de la temática de Weber está en sintonía con las lecturas
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Colocados en este terreno, se puede decir que gran parte de su esfuerzo por
conceptualizar lo nacional-popular corresponde al proyecto que realizará Gramsci
en la construcción de la noción de Estado integral y que la acepción contemporánea
de los estudios gramscianos cataloga como “Estado ampliado” (Buci-Glucksmann,
1982:92). En un marco más general y dando un paso previo en la construcción
conceptual del papel que tienen las mediaciones en este proceso, se debe tomar en
consideración que Zavaleta está buscando la forma específica de entender el Estado
ampliado en Bolivia a través de la constitución de lo nacional-popular, a ello
corresponde la definición de su objeto de estudio que introduce desde el inicio de su
obra más importante: “la formación de lo nacional-popular en Bolivia, es decir, la
conexión entre lo que Weber llamó la democratización social y la forma estatal”
(Zavaleta, 2008:9).
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marxistas hechas por Giacomo Marramao o Baggio De Giovanni en el sentido de
que la “democratización social”, además de dar cuenta del proceso de racionalización
de la función burocrática, permitiría la posibilidad de que la ciencia social deje de
pensar sólo en términos de reflejos para apuntar a la consideración de los proyectos
políticos que se disputaban en medio de la crisis generalizada del capitalismo.
Para la lectura marxista de Weber el enfrentamiento de proyectos políticos se daría
no sólo en la forma de entender el proceso de la racionalidad occidental o de los
mecanismos de la democratización social, sino sobre todo en la re-configuración de
nudos claves en el orden social. Los proyectos políticos en disputa apuntarían, a
partir de ese momento, a que: “El Estado no puede “planificar” las contradicciones
sino tan sólo gobernarlas” (Marramao, 1982:201).Tanto “democratización social”
como “racionalidad de la función burocrática” son categorías fundamentales para
entender la forma del devenir social que las pone en el orden del día con respecto a
la ampliación o socialización de la política, siempre determinada.
Sin embargo, el estudio de la transformación de la forma estatal en el proceso de
ensanchamiento de la participación de las clases sociales adquiere otra fuente teórica,
que es la que se explicará de manera detallada en esta ocasión: la de Antonio Gramsci.
Es del marxista italiano de quien Zavaleta abreva para superar el doble empobrecimiento teórico –particularmente de raigambre liberal– que asimila la política
con el Estado, y a éste con el gobierno. Para superar los reduccionismos de todo
tipo, Gramsci aboga por una comprensión amplia de la centralidad de la política.
Con el italiano se asiste a la formación de la idea de que todo es política, es decir,
todos los ámbitos de la realidad social están atravesados de alguna u otra manera por
la política “o sea que todas ellas contienen a la política como elemento real o potencial
ineliminable” (Coutinho, 2004:75).
La política da cuenta de una relación elemental a la que Zavaleta, siguiendo a Gramsci,
pondrá mucha atención: la relación que se da entre los gobernantes y los gobernados. “Primer elemento es que existen verdaderamente gobernados y gobernantes,
dirigentes y dirigidos. Toda la ciencia y el arte político se basan en este hecho primordial, irreductible” (Gramsci, 1986, Cuaderno 15 § 4:175). Sobre la base de la
ampliación de la noción de política, que incluye a los dos polos de la relación de
manera activa, como sujetos, Gramsci puede ampliar la noción del Estado.
Esta operación, sin embargo, no es un mero capricho teórico, sino que da cuenta de
un proceso histórico que conduce a una transformación fundamental de las sociedades
capitalistas al inicio del siglo XX y que es precisamente el objetivo de la obra Lo
nacional-popular en Bolivia. Así, dicho concepto también se puede entender como
un intento de comprensión histórica de larga duración del proceso de ampliación del
Estado en Bolivia. El elemento que agrega, como contribución al pensamiento marxista
Gramsci se percata de que estos nuevos sujetos colectivos, que se desarrollan a la par
de los medios de difusión e información masivos, forman una nueva esfera de la
realidad social que él designa como sociedad civil. Para Gramsci, la sociedad civil es
más bien una trama “privada” del Estado, gracias a la cual la relación entre gobernantes
y gobernados se constituye no sólo a través del Estado en su sentido restringido, sino
que se verá ampliada precisamente a este nuevo espacio de confrontación: la sociedad
civil. A partir de este momento la relación política atraviesa toda esa nueva esfera, a
tal grado que el Estado ya no se comprende sin tomar en cuenta los acontecimientos
ocurridos dentro de la sociedad civil, mientras que a su vez, no se le puede entender
a ésta si no se la considera como parte del Estado: “Pero ¿qué significa esto sino que
por Estado debe entenderse además del aparato gubernamental también el aparato
“privado” de hegemonía o sociedad civil”? (Gramsci, 1986, Cuaderno 6 § 137:105).
En otras palabras, el concepto del Estado ampliado da cuenta del hecho de que las
prácticas estatales, de dominación en Occidente, están enraizadas y vinculadas
profundamente con esa nueva esfera que Gramsci llama sociedad civil.
Es significativa la forma en que Zavaleta aplica el instrumental teórico de Weber y
Gramsci para entender la realidad latinoamericana. Para el caso de la idea de la
sociedad civil aduce que “no hay duda de que en su seno (en la sociedad civil) están
asentadas las mediaciones. Ahora bien, las mediaciones son como enclaves del poder
político en una zona que, en principio, se define como de no poder político, algo
estatal in partibus en una parte no estatal” (Zavaleta, 1990:89). Zavaleta introduce el
concepto de las mediaciones en la idea de que entre el Estado y la sociedad civil es el
lugar donde se juegan los elementos de la construcción de lo nacional-popular. Está
claro, como lo muestra la última cita, que la sociedad civil no es un espacio neutral ni
progresista por antonomasia, como posteriores lecturas del concepto lo harán
aparecer. Aún más, recuperando la idea de Gramsci sobre la sociedad civil como
sistema de trincheras en donde se juega la política moderna, Zavaleta comenta que
“El sistema de trincheras no es sino el conjunto de mediaciones, estructuras y soportes
mediante los cuales existe la sociedad civil ante el Estado y el Estado político ante la
sociedad civil, o sea aquella fase intermedia (…)” (2008:49).
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de la región, es precisamente que entre la ampliación de la participación política de
las masas y la fisonomía que adquiere el Estado hay una conexión más profunda y
radical de lo que a primera vista se pudiera pensar. El concepto de Weber sobre la
“democratización social” es enriquecido en tanto que se entiende ahora como la posibilidad de la irrupción organizada y consciente de las masas –ya sea en forma
clasista o no– en la política, lo que se denomina “politización de lo social” y la
“socialización de la política” (Nogueira, 2004:256). La política ya no es entendida
como una cuestión de élites sino que se caracteriza por el surgimiento de nuevas
formas organizativas como lo son los grandes sindicatos y los partidos políticos, que
en Weber aparecerán como parte del proceso de racionalización burocrática.
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Las mediaciones son las formas de la conexión del todo social, en este caso, la forma
en la que se conecta lo que Gramsci ha denominado la sociedad civil y la sociedad
política, o sea, la totalidad del orden social desde la perspectiva de la participación de
las masas. Para Zavaleta dichas mediaciones serán entendidas como la forma en que
el Estado se reproduce en un elemento “ajeno”, pues la sociedad civil es la parte no
coercitiva del Estado, mediante la formulación de la voluntad colectiva o, como se
cita arriba, en “la transformación de la furia del oprimido en una parte del programa
del opresor”. Dicha voluntad colectiva sólo se puede lograr en el ejercicio de la politicidad. En Zavaleta lo que existe es un intento por entender la hegemonía –la
obtención del consenso pasivo y activo de las masas organizadas o no– de manera
no abstracta ni tampoco ahistórica. Es decir, de entender a cabalidad la forma de
operar de los dispositivos fundamentales desarrollados en el orden social en el sinuoso
proceso de obtención de la hegemonía, por tanto, desentrañar la vía que conecta a
una sociedad civil que se amplía y al Estado o sociedad política que transforma su
forma de hacerse presente.
La hegemonía se produce por las mediaciones enclavadas en la sociedad civil, pero
también el Estado produce hegemonía en tanto que mediación política por excelencia:
“Que el Estado (la parte orgánica de la superestructura general) deba manifestar no
sólo la dictadura o dominación de la clase dominante, sino también las contradicciones
de ella que sean compatibles con tal dominación y por tanto también el nivel de
poder efectivo que conquista la clase obrera en tanto ello sea compatible con la
dominación burguesa” (Zavaleta, 1988:253).
Entonces, el Estado como mediador abre la posibilidad para que “la furia del oprimido”
sea parte efectiva del programa del opresor. El Estado como mediador puede absorber un cierto grado de influencia de los gobernados, dentro de los marcos generales de la dominación. El Estado es mediador y a su vez él mismo es mediado en su
forma de expresar la dominación, no puede expresar la dominación de manera
absoluta, total.
Los gobernados reciben la dominación no de forma directa, sino a través de formas
organizativas como el sindicato o los partidos políticos, que median el proceso de
dominación, lo vuelven no inmediato. Es por ello que en algún momento de su
teorizar, Zavaleta se detiene para criticar la teoría de los aparatos ideológicos del
Estado que formulará Louis Althusser, argumentando que éste “confunde en su
enumeración lo que es la mediación real y lo que son los sujetos o soportes de
mediación” (Ibid.:255) en tanto que “las mediaciones estatales no sólo abarcan los
aparatos mencionados sino también el Estado mismo: el aparato estatal como tal es
un punto de mediación (por eso se dice que el Estado es una relación) y a la vez, esto
es una consecuencia” (Ibid.:254).
Aquí se pasa al siguiente plano que se quiere apuntar: el Estado como mediación
especial cuya función primordial es la generación de una politicidad entendida como
producción de consenso hacia los gobernados. Pero también la mediación no estatal
que puede o no estar identificada con ésta –puede negarse a recibir la hegemonía o
puede plantear contra-hegemonía– y que es el punto de apoyo para la irrupción de
las masas en la participación política. Son éstas las que Zavaleta ubica como parte
plena de la sociedad civil (1983:88). Sin embargo, amplía el espacio de operación
del Estado como mediador, pues lo ubica tanto en relación con los dominantes como
con los dominados. “El Estado, sin duda, es un mediador eminente entre las fracciones
de la clase dominante; pero no lo es menos que entre todos los sectores de la sociedad”
(Zavaleta, 1988:255). La polémica es quién escinde el proceso de unidad-distinción
de la sociedad civil y la sociedad política: “Que la familia o la iglesia o el partido o el
sindicato sean momentos o lugares de mediación no quiere decir para nada que sean
en rigor a la vez parte del Estado” (Ibid.).
Las mediaciones en su conjunto tendrían como objetivo la producción del consenso
dentro de un espacio y bajo una forma de concebir el tiempo histórico. A eso Zavaleta
lo ubica de la siguiente manera: “La política en cambio, o sea la democracia, que
aquí tiene un significado idéntico en absoluto, retiene de inmediato las palpitaciones
de los sitios de la sociedad, los mediadores convierten esas contracciones en materia
estatal. Para decirlo de otra manera, la democracia oye el ruido del corpus social”
(1990:77). Los mediadores tienen la tarea básica de volver función a la política, en
tanto que ésta se vuelva la forma en que el Estado sintetice los reclamos de las
fuerzas sociales que se movilizan y luchan políticamente. Nuevamente, convertir “la
furia del oprimido en parte del programa del opresor” es lo equivalente a la transformación del reclamo opositor en lo que denomina materia estatal.
La materia estatal no es más que la base, vía la práctica política, mediante la cual el
Estado y la sociedad civil encuentran su punto de equilibrio a favor del primero. El
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El Estado es la mediación política por excelencia pero a su vez está conformado por
otras múltiples mediaciones que viabilizan y posibilitan su forma de operar. Los
gobernados que actúan en la sociedad civil expresan su fuerza, a través de ciertas
mediaciones. No lo hacen de manera inmediata. Pero coetáneamente el Estado
también hace sentir su presencia y fuerza en la sociedad civil a través de dichas
mediaciones. Sin embargo, en un orden jerárquico siempre será el Estado quien
logre sintetizar de mejor manera todo el proceso que lleva a la transformación de las
relaciones de fuerza, por tanto su lugar es privilegiado en la construcción de alternativas
o programas políticos. Es importante resaltar que las mediaciones no son meras
“correas de transmisión”. Son espacios de disputa donde las fuerzas sociales construyen
y reconstruyen el proceso de dominación –y su contraparte, el proceso de insubordinación.
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locus mismo de existencia del Estado reclama la producción de esta materia estatal.
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“El requisito del Estado es la producción de materia estatal, o sea de sustancia social,
en la medida en que ella produce resultados de poder. Se puede decir que todo lo que
pasa por el Estado se convierte en materia estatal” (Ibid.:169). Sin embargo, no se
logra de manera inmediata. Es por tanto mediación indispensable pues:
Consiste la mediación en la aptitud de convertir las reacciones o mensajes, a menudo
fragosos, que se producen en el llano de la sociedad en un lenguaje político asimilable
para el telos clasista del Estado –y– en los hechos, la estructura de mediación (hablemos
por ejemplo del Parlamento o de los partidos no insurreccionalistas o de los sindicatos
economicistas o los mediadores mismos in corpore) son espacios (sic) de la hybris
estatal, que es abundante (Ibid.:81).
Aquí la mediación, entendida como parte de la naturaleza del Estado, por tanto,
como expresión del poder político en el seno de la sociedad civil, tiene la función de
viabilizar el funcionamiento total del Estado y de sus formas de dominación. Sin lo
que Zavaleta llama “la estructura de mediaciones” el propio Estado no podría ser una
mediación especial, sin ella no podría determinar la manera en que recoge los mensajes
de la sociedad y de los mediadores “(…) es Estado en la medida que se reserva el
privilegio de dar su propio color o señal a ese mensaje” (Ibid.:172). Esta especificidad
del Estado reside en que él no puede volverse en su contrario, no puede negarse,
cada acto sería uno de afirmación. Sin embargo hay puntos de fuga: “el mediador no
necesita tener una fe tan perfecta en el dogma estatal y debe contradecirlo, aunque
es cierto que sólo lo suficiente para perfeccionarlo en su dominación” (Ibid.:81).
Esto es así porque el mediador o la mediación no califican, no sintetizan, el Estado es
quien sí lo hace, es esa la atribución que Zavaleta ubica claramente como una expresión
determinante.
La mediación transmite la furia del oprimido, pero sólo el Estado puede volverlo
parte del programa del opresor, de ahí que el boliviano insista, siguiendo a Lenin, en
que el Estado es la síntesis de la sociedad. Es esto lo que vuelve al Estado, según
Zavaleta, una mediación por excelencia: su capacidad –al menos como posibilidad–
de sintetizar y calificar el conjunto de los reclamos sociales que parten de las masas y
del conjunto de los gobernados para transformarlos en materia estatal. El resto de las
mediaciones son el conjunto de condiciones de posibilidad, pero sólo el Estado logra
la transformación efectiva de la furia del oprimido en parte de su programa. Habrá
que decir, además, que para Zavaleta la materia estatal está enclavada en cada acto,
por irrisorio que parezca, por parte del Estado. No hay actos estatales casuales o
realizados por el azar o la contingencia:
(…) si el capitalista produce zapatos, y el Estado produce zapatos, una cosa es diferente
de la otra, porque el Estado produce a la vez sustancia estatal. Si se hace cargo de
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Reside aquí la síntesis que hace Zavaleta de los aportes de Gramsci con respecto a su
insistencia en la imposibilidad de una teoría general del Estado. Lo único que serviría
como determinación general es saber ubicar la “línea de mediación” que hay entre
formas concretas de organización social y política con respecto al Estado, así como
el propio Estado pudiese ser no necesariamente un momento no reaccionario en la
producción de consenso. En tanto que mediaciones, las formas de obtener consenso
no están dadas de antemano sino que son parte del conflicto social y se constituyen
en él.
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Aquí es donde el tema de las mediaciones y el Estado como mediación –como
productor de materia estatal, el que busca convertirse en fábrica de consenso– entra
en tensión. El asunto para Zavaleta es que en términos de conflictividad social las
mediaciones en su totalidad, o sea las que abarcan a la sociedad política y a la sociedad
civil, no pueden ser consideradas solamente como reforzadoras de la hegemonía
estatal: “Las mediaciones tienen entonces un contenido aleatorio o mutante”
(Ibid.:177). Es por eso que se dice que en la relación que hay entre sociedad política
y sociedad civil lo verdaderamente “decisivo en todo caso es retener el carácter
móvil, cambiable y aleatorio de las instancias” (Ibid.:178). Es este carácter antagónico,
en donde las mediaciones están siempre en posibilidad de ser transformadas; pueden
funcionar como soportes de la dominación capitalista, pero no necesariamente deben
cumplir ese papel. Entre sociedad civil y sociedad política, entre dominantes y
dominados, entre gobernantes y gobernados, “(…) lo que importa es la línea de la
mediación. Puede estar en o cerca del Estado o en la sociedad misma o pertenecer
una vez a uno, a la otra, la segunda, ser una mediación volátil. El sindicato actual en
Argentina o Bolivia es un órgano anti estatal o si se quiere contra estatal, es el
escenario contra-hegemónico” (Ibid.).
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El ejemplo de Zavaleta resulta crucial, pues la materia o sustancia estatal se produce
no sólo por medio de difundir una determinada ideología o ciertas concepciones del
mundo, a través de un sistema escolar o de medios de información masivos, sino
también cuando se producen objetos, que a su vez sirven para la reproducción de los
miembros de esta aparente comunidad política de sujetos disgregados e igualados
formalmente, que han sufrido la “democratización social”. La producción de objetos
por parte del Estado repercute de forma diferente de cómo lo hace el capitalista. El
resultado, en tanto efecto de poder, es lo que interesa al Estado y en la propia
reproducción de objetos se juega una parte de la posibilidad de reproducir el conjunto
de las relaciones sociales de dominación.
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una planta siderúrgica, no es hierro lo que produce, sino la determinación o carga
estatal bajo la forma de hierro. Por tanto si el Estado produce, produce al servicio de
sus objetivos reales que siguen siendo la calificación de la circulación de la plusvalía y
la construcción del capitalista total” (Ibid.:170).
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Un partido o un sindicato pueden formar parte del proceso de producción de la
hegemonía capitalista, pero también pueden actuar de forma antagónica a ella. La
mediación, volviendo al tema de Gramsci, puede ser hegemónica o contra-hegemónica. No está dado, en ningún caso, el papel a jugar:
Que el partido o la familia o la iglesia o el sindicado sean en su momento prolongaciones
o brazos de la voluntad del Estado puede ocurrir, tanto en su aspecto represivo como
–más frecuentemente– en su aspecto ideológico. Pero también pueden ser momentos
de negación de la ideología estatal. Es la más bárbara locura pensar que el partido de
Lenin fuera un aparato ideológico del Estado zarista (Zavaleta, 1988:256).
Entender esto es central para la formulación táctica y estratégica, para el análisis de
la relación de fuerza dentro de una coyuntura en general. Zavaleta está tan claro en
eso que asegura:
Un sindicato o un soviet, por ejemplo, en principio no son sino unidades organizativas;
que ellas actúen como mediaciones o que se hagan órganos estatales y por último
órganos centrales del Estado es un movimiento que depende de la generalidad de su
determinación, es decir, de los resultados de la lucha de clases. Lo mismo ocurre con
la escuela, el partido y la iglesia. Es aquí donde puede verse hasta qué punto la
definición estática de estos escalones es la ruina del análisis político (1990:179).
Lo mismo ha sucedido cuando estudia, dentro del marco de lo nacional-popular
entendido como proceso de larga duración, que: “La mediación gamonal, como
cualquier otra mediación, no tiene una validez propia. Es lo mismo que la corporación
o el sindicato, que pueden ser sucesivamente aparatos del Estado, órganos de
mediación o estructuras contra-hegemónicas” (Zavaleta, 2008:72). La batalla política
por los espacios en donde se fabrica el consenso es un acto central. La batalla es por
la construcción contra-hegemónica, como formas de entablar alianzas entre clases
subalternas que pueden devenir Estado. Aquí la mediación actuaría diferente, en
tanto que procedería a convertir la furia del oprimido en su propio programa, que es,
en último término, la preocupación del propio Zavaleta.
En su intento por entender el cauce en que derivan la multiplicidad de mediaciones y
el propio Estado como mediador, acuña el concepto de ecuación social o eje estatal.
Este es su principal aporte en la formulación de las categorías gramscianas a una
realidad propia de América Latina.
De entrada, cualquiera de las dos acepciones refiere al problema del Estado ampliado
tal como ha sido reformulado en el intento de comprender lo nacional-popular:
“democratización social” y transformación ampliada de la forma estatal. “La manera
abigarrada que tienen las cosas de entrelazarse propone por sí misma el concepto de
ecuación social o sistema político, que es una de las acepciones que daba Gramsci al
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Es un hecho que la sociedad más sana, desde el punto de vista capitalista, es aquélla
en que la burguesía ha podido implantar su hegemonía sin el recurso al Estado, como
ocurrió en la Francia prerrevolucionaria. Por el contrario, el grado de autonomía
societaria del acto hegemónico es casi un coeficiente del desarrollo estatal, porque el
Estado debe intervenir más donde hay menos desarrollo de la sociedad civil. Por su
parte, no hay duda de que el Estado mismo puede ser más instrumental, más
burocrático-hegeliano o más popular-estructural (Zavaleta, 1990:178).
Lo que le interesa a Zavaleta, al edificar la noción de ecuación social o eje estatal, es
ubicar los momentos de su óptimo funcionamiento, esto es, aquellos en donde la
sociedad civil y la sociedad política aparecen en un sano equilibrio y la hegemonía se
desarrolla con plenitud. Esto es así, no porque crea que la sociedad capitalista pueda
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Contrario a las visiones de corte anarquista –o aquellas que relativizarían el papel de
la sociedad civil, como por ejemplo la teoría de la revolución permanente–, Zavaleta
insistirá en que el Estado es una mediación particular, es decir, una mediación que
produce cierta materia estatal, a través de la política, con referencia hacia la sociedad.
Pero dicha sociedad no es inerme, envía mensajes en tanto que está entrecruzada
por una serie de espacios donde los gobernados actúan y reproducen sus relaciones
sociales. Estas mediaciones provenientes de la sociedad civil tienen una jerarquía y
dependerán del momento político; así, pueden ser los partidos políticos, como en el
caso argentino, o pueden ser los sindicatos, como en el caso boliviano, los que
abonen con mayor fuerza la expresión de la sociedad civil. El entrecruzamiento de
esta diversidad de tramas públicas y privadas, asentadas sobre una creciente
“democratización social”, sirve para reconsiderar el problema de la táctica política y
el del estudio de la historia:
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Se considera al conjunto de estructuras surgidas de la sociedad civil, como al propio
Estado, como formas de mediación con relación compleja, en tanto que supone
momentos de profunda identificación –sociedades radicalmente estatalizadas o Estados
que tienden a la socialización–, pero también momentos de diferenciación igualmente
radical, por ejemplo, el momento de la crisis, que es por definición la crisis de la
mediación. Pero para ser más preciso en la definición, Zavaleta dice que: “Por sistema
social o ecuación entendemos el modo de entrecruzamiento entre la sociedad civil,
las mediaciones y el momento político-estatal” (Ibid.:178). Este entrecruzamiento
entre los diversos momentos, todos unidos por la política en su sentido amplio, es lo
que debe servir para comprender el momento, la coyuntura como tal y por tanto
abordarla de forma práctica. El fin de Zavaleta es ayudar a resolver problemas de
táctica y estrategia del movimiento obrero boliviano, que es, quizá, el de mayor
“vocación de poder” en la región (Concheiro, 2006:180).
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bloque histórico: el grado en que la sociedad existe hacia el Estado y lo inverso, pero
también las formas de su separación o extrañamiento” (Zavaleta, 1990:177).
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JAIME ORTEGA REYNA
o deba ser armoniosa, sino porque lo importante para el conocimiento se da en la
crisis de las mediaciones, en lo que denomina la crisis política nacional y, por lo
tanto, en la quiebra del óptimo de la ecuación social o eje estatal. Se trata de un
principio metodológico. Ubicar lo óptimo de esta situación es el paso necesario para
encontrar la forma de su ruptura. El óptimo mismo del entrecruzamiento de las
distintas variables le parece poco probable a Zavaleta, pero lo retoma como hipótesis:
“La ecuación social o bloque nos interesa en tanto como un instante hacia dicho
óptimo, o sea, el grado en que no lo es. Si el óptimo se lograra siempre, hablaríamos
de una historia paralizada. Sea como sea, no hay duda de que la ecuación no es una
mera distribución semántica” (Ibid.:179).
Cuando insistimos tanto en que el Estado y el conjunto de organismos de la sociedad
civil –partidos, sindicatos, asociaciones, universidades– cumplen un papel de
mediadores lo que interesa destacar es que todos ellos son creaciones de sujetos y no
estructuras o dispositivos transhistóricos. Por eso el resultado del cruce, como óptimo
estatal o ecuación social, no está dado, sino que se constituye. Se está construyendo
a cada instante y las variables tiempo, espacio, acción, son las que hay que captar. Su
ruptura tampoco está dada de por sí, se está rompiendo a cada instante pero también
re-constituyendo. Ruptura y reconstitución de este cruce, posibilitado por las
mediaciones, pero también por la fuerza: “Bloque histórico, formación económicosocial, eje estatal, son acepciones todas que se refieren a lo mismo, a la relación
exitosa o frustránea, baja o alta entre el Estado como summun de todas las cuestiones
del poder y la sociedad civil como conjunto de las condiciones materiales en las que
se gesta ese poder” (Ibid.). Condiciones materiales de la dominación que son resultado
de los diversos sujetos que se relacionan en el proceso de dominación y de explotación.
Aludir a lo anterior es central, porque si no parecería que todo lo dicho hasta aquí es
hablar de estructuras sin sujetos, cuando el sentido es precisamente el contrario. Sin
sujeto actuante no hay mediaciones. Su tratamiento como formas osificas no debe
ser pretexto para engañarnos: son las clases, los sujetos, quienes las construyen. Tal
es la lección de Zavaleta, que es útil para estos tiempos:
La ecuación o el bloque tiene entonces elementos verificables de historicidad y azar,
no es una estructura predica. Es una obra de los hombres materialmente determinados,
algo que pudo haber sucedido de manera distinta a cómo sucedió. Como en todo
modelo superestructural, podemos obtener algunas series causales o líneas de
agregación pero en último término la teoría del Estado, si es algo, es la historia
de cada Estado. Lo que importa, por tanto, es el recordatorio de los hechos en la
edificación de cada Estado (Ibid.:180).
La lección del Estado es fundamental para este tiempo y Zavaleta es una brújula
necesaria ahí donde priva el desconcierto, la derrota y el escepticismo.
RENÉ ZAVALETA: ECUACIÓN SOCIAL Y CONSTRUCCIÓN HEGEMÓNICA
113
Recibido el 6 de diciembre de 2012
Aprobado el 3 de mayo de 2013
ÉPOCA , NÚM .
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Bibliografía
114
114 FALSA
115
Apuntes de referencia al pensamiento
de Gramsci en Colombia
Robert Adrián Quintero*
Resumen
A partir de las disertaciones gramscianas sobre “la filosofía de época”, contenidas en los Cuadernos
de la Cárcel, el autor reflexiona sobre algunas prevenciones metodológicas a considerar al momento de realizar una reconstrucción histórica del pensamiento crítico de izquierda. Tales reflexiones se
canalizan para el caso colombiano, derivando en un rastreo del legado de la obra de Gramsci entre
intelectuales orgánicos de izquierda en aquel país. Se incluye un breve análisis de la obra del sociólogo
colombiano Orlando Fals Borda, procurando evidenciar sus vínculos con el pensamiento del “filósofo
de la praxis”.
Palabras clave: ideas políticas, izquierda, Colombia, Antonio Gramsci, Orlando Fals Borda.
References to Gramscian thought in Colombia
Abstract
Based on “philosophy of time”, which is part of Gramsci’s Cuadernos de la Cárcel, the author
analyzes some of the methodological propositions of this notable philosopher. In the process, the
author does a historical reconstruction of the leftist political thought. Such analysis is channeled
through the Colombian case to highlight Gramsci’s work among intellectuals in this country’s left.
This article adds a brief analysis of the writings of Colombian sociologist Orlando Fals Borda, who
showed some inclinations to the ideas of the “philosopher of the praxis”.
Keywords: political ideas, left, Colombia, Antonio Gramsci, Orlando Fals Borda.
Anotações de referência ao pensamento de Gramsci na Colômbia
Resumo
A partir das dissertações gramscianas sobre “a filosofia de época”, contidas nos Cuadernos de la
Cárcel, o autor reflete sobre algumas prevenções metodológicas para considerar no momento de
realizar uma reconstrução histórica do pensamento crítico da esquerda. Tais reflexões canalizam-se
para o caso colombiano, resultando no rastreamento da obra de Gramsci entre intelectuais orgânicos
de esquerda naquele país. Há uma breve análise sobre a obra do sociólogo colombiano Orlando
Fals Borda, procurando evidenciar seus vínculos com o pensamento do “filósofo da práxis”.
Palavras chave : idéias políticas, esquerda, Colômbia, Antonio Gramsci, Orlando Fals Borda.
* Licenciado en Ciencia Política, Universidad Nacional de Colombia. Estudiante de la maestría en
Estudios Latinoamericanos, UNAM, México. E-mail: <[email protected]>.
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ROBERT ADRIÁN QUINTERO
De forma inicial se considera indispensable encuadrar el sentido y pretensión de la
somera e inacabada exploración sobre el legado e influencia de la obra de Antonio
Gramsci en la producción teórico-política colombiana (en especial en las organizaciones y movimientos políticos e intelectuales de izquierda desde el siglo anterior).
Aun a riesgo de desenfocar el hilo argumentativo del texto, se hace vital señalar los
factores desencadenantes que suscitan el presente excurso. Tales anotaciones quizá
puedan servir de observaciones metodológicas preliminares a un trabajo todavía
inexistente sobre el efecto de las corrientes críticas del marxismo, en particular de la
obra gramsciana, en la praxis y reelaboración teórica de los sujetos y organizaciones
políticas contra-hegemónicas en Colombia durante el siglo XX.
Sobre la lectura de la obra de Gramsci
Fue el mismo Gramsci quien se encargó de advertir sobre la cautela y discreción con
que debía proceder el lector al momento de emprender la lectura de sus Cuadernos
de la Cárcel. El carácter aproximativo, tentativo e inacabado de sus textos obliga a
una lectura y un estudio en permanente devenir de actualización, comprobación y
ulterior desarrollo. Sin embargo, y en algunas circunstancias, su sugerencia ha sido
desatendida, por diversos factores, ocasionando un uso dogmático y empleo forzado
(como les ha sucedido a tantos otros autores) que ha desencadenado en abuso y
tergiversación, y con ello en la liquidación de sus propuestas genuinamente
transformadoras de las comprensiones dominantes acerca de la trama de lo político
y la política desplegada en las sociedades capitalistas del siglo pasado.
De allí que uno de los derroteros que ha de motivar la labor investigativa sobre el
legado de la obra de Gramsci en América Latina y el Caribe sea justo escudriñar
el efecto de su pensamiento entre diferentes analistas y actores sociales de la región,
a través de un examen cuidadoso de las reformulaciones analíticas a las que ha dado
lugar la obra del pensador sardo en Nuestra América.
Por otra parte, es importante enfatizar que las aplicaciones e instrumentalizaciones
del pensamiento gramsciano corren el riesgo de soslayar la triangulación
epistemológica inherente a su proyecto: la profunda interrelación entre filosofía,
historia y política. Así pues, el estudio de las contribuciones a la obra del pensador
sardo más que limitarse a la simple comprobación de su citación a modo de referencia
bibliográfica al interior de una publicación (lo cual le condenaría a ser tan sólo una
nota al pie), ha de procurar rastrear el modo en que son objeto de estudio, revisión
y/o reconstrucción las problemáticas o temáticas, imbricadas con las preocupaciones
vertidas en la obra de Gramsci.1
1
Entre otras: la postulación, indagación y actualización de una filosofía de la praxis; la comprensión
APUNTES DE REFERENCIA AL PENSAMIENTO DE GRAMSCI EN COLOMBIA
117
Gramsci en Colombia es un asunto que concierne a los modos de recepción de la
filosofía de la praxis, la forma como se concibe y practica la política, esto es,
la forma y relectura de los intelectuales, “la correlación de fuerzas”, los desarrollos
de los movimientos sociales y de la resistencia, el ambiente cultural y el “estado de
guerra permanente”. Habría que precisar en concreto, cuáles son los aportes al
pensamiento crítico desde los intelectuales, las organizaciones y los movimientos
sociales. Según Gramsci: “Hay que hacer una labor minuciosa y realizarla con máximo
de escrúpulo de exactitud y honradez científica”. La tarea sería indagar varias pistas:
por ejemplo, las fuentes, los momentos, las tendencias y memorias de las luchas
sociales y políticas (Gantiva, 2010:120-121).
Como queda implícito en la reflexión del profesor Gantiva, tratándose de la lectura
de Gramsci es menester interrogarse por las condiciones de recepción, divulgación y
reformulación de su obra. Se considera que ello implica comprender el contexto, las
relaciones de fuerza, el sistema de pensamiento dominante en los diversos momentos
histórico-políticos de la fragmentada nación colombiana que condujeron al uso, desuso,
e intervención en la relación sociedad política-sociedad civil y los modos siempre renovados de
conformación hegemónica y apuestas subalternas; el análisis de las situaciones de fuerza simultáneo
al de la economía política y las reconfiguraciones del sistema de relaciones capitalistas de producción;
la comprensión misma de lo político, y la transformación del horizonte de sentido de la política en
la senda de una necesaria reforma moral e intelectual.
ÉPOCA , NÚM .
A propósito de lo expuesto más arriba, y como introducción al asunto de la incidencia
del pensamiento gramsciano en Colombia, bien se puede retomar al filósofo
colombiano Jorge Gantiva cuando sostiene un conjunto de prescripciones sobre el
modo en que han de indagarse las repercusiones de la obra de Gramsci en el pensamiento de un país en particular:
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
La obra de Gramsci en Colombia:
vicisitudes de su recepción y expansión
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Por demás, la labor de revisión o retorno a quienes, apoyándose en el arsenal categorial
del pensador italiano, han pensado e investigado las embrolladas “tramas” colectivas,
tendrá mayor sentido si es guiada por una lectura dispuesta a aprender de las
posibilidades analíticas de las tesis gramscianas cuando se les sitúa en nuestro contexto.
Todo ello en perspectiva de seguir ahondando en el saber con pretensiones políticas
pues, tal como lo indicó el mismo Gramsci, una premisa del conocimiento social
debe ser que: “tales análisis no pueden y no deben convertirse en fines en sí mismos
y adquieren un significado sólo en cuanto sirven para justificar una acción práctica,
una iniciativa de voluntad” (1999:40).
118
ROBERT ADRIÁN QUINTERO
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
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abuso, instrumentalización, re-creación, así como proscripción y negación de la obra
del pensador sardo; es por tanto, e involucra a su modo, una historia crítica de los
intelectuales, pero también del pensamiento de tradición marxista y de las izquierdas
en el país suramericano. Más aún y de modo crucial, implica reconstruir, comprender
y explorar el modo en que las estrategias, apuestas y discursos de organizaciones
socio-políticas e intelectuales (con sus consiguientes resonancias en los proyectos de
constitución de lo social) fueron desmenuzados por uno de los pensadores más
genuinos en el tratamiento de la política.
Dicho lo anterior, se sostiene que resulta intrincado comprender las razones históricopolíticas que explican la recepción relativamente tardía de la obra de Gramsci en
Colombia. Sobre todo, el no contar hasta el momento con un estudio riguroso de su
influencia entre las variadas corrientes del pensamiento de la época (segunda mitad
del siglo XX), hace aún más difícil la labor interpretativa de este hecho. No obstante,
si se parte del criterio de Gramsci (1986, tomo 4), que consideraba la filosofía de una
época como el conjunto o entramado de concepciones, formas y sistemas de
pensamientos colectivos y dominantes,2 se corre el riesgo de sugerir, al menos en el
terreno vacilante de lo conjetural, alguna idea general que ofrecería un marco de
comprensión a este hecho. En breve, se puede reflexionar junto con los pensadores
Rafael Gutiérrez Girardot (1989) y Rubén Jaramillo Vélez (1998) hasta qué punto
la cultura confesional y parroquiana3 que dominó –con debidas excepciones– en la
trasmisión y elaboración del pensamiento en amplios círculos académicos e
intelectuales (desde la constitución de la república en el siglo XIX hasta ya entrado el
siglo XX) trajo consigo una especie de barrera repelente al pensamiento crítico y
heterodoxo, aun entre intelectuales de izquierda. La cultura política nacional fue
permeada no pocas veces por un pensamiento conservador diseminado desde la
iglesia y apuntalado con el rigor mortis de la violencia estatal. Aquella intransigencia
del pensar tuvo ecos profundos en algunas manifestaciones del pensamiento de
izquierda colombiano, dominado y atravesado históricamente por el culto a los
2
“La filosofía de una época no es la filosofía de uno u otro filósofo, de uno u otro grupo de
intelectuales, de una u otra gran sección de las masas populares: es una combinación de todos estos
elementos que culmina en una determinada dirección, en la que su culminación se convierte en
norma de acción colectiva, o sea que se convierte en “historia” concreta y completa (integral). La
filosofía de una época histórica no es, pues, más que la “historia” de esa misma época, no es más
que la masa de variaciones que el grupo dirigente ha logrado determinar en la realidad precedente:
historia y filosofía son inescindibles en este sentido, forman un “bloque”. Pueden, sin embargo, ser
“distintos” los elementos filosóficos propiamente” (Gramsci, 1986:151).
3
“(…) la clase señorial sabanera había arrastrado a todo el país en su pacata mentalidad colonial y,
como ocurrió en España, lo encerró en su ‘ambiente opaco y conventual’, imponiéndole no mesura,
tacto y discreción, sino mediocridad, pobreza y terco aislamiento del mundo moderno” (Gutiérrez
Girardot, 1989:345-410).
APUNTES DE REFERENCIA AL PENSAMIENTO DE GRAMSCI EN COLOMBIA
119
manuales, en una actitud acrítica y reticente incluso a las Tesis sobre Feuerbach de
Marx.
(…) sin embargo, desde comienzos de la década de 1970 es posible advertir en los
intelectuales de izquierda cierta fatiga militante, que se manifiesta en lo que podría
llamarse el ascenso de una visión gramsciana de la lucha cultural. La revolución
requiere crear una hegemonía cultural, una crítica intelectual a las verdades recibidas,
un esfuerzo por destruir el sentido común de las masas. La tarea del intelectual es
entonces luchar contra la cultura dominante, y transformar la percepción del país:
El ensayo intitulado Introducción a la praxis política gramsciana: hegemonías y contra-hegemonías
de Miguel Ángel Herrera (2009:29) incluye un subtítulo sobre la influencia de Gramsci en Colombia, retomamos en adelante parte de la información suministrada en aquél. Por su parte, Jorge
Gantiva (2010:120) evoca el nombre de Jorge Regueros Peralta (intelectual y poeta fundador del
Partido Comunista Colombiano, 1910-2010) como una clave de comprensión para escudriñar la
recepción del pensamiento de Gramsci en Colombia: “Sería interesante explorar, por ejemplo, si el
Grupo de la Resistencia Antifascista Internacional, del cual hicieron parte algunos socialistas
colombianos como Jorge Regueros Peralta –amigo personal de Gerardo Molina– llegó a tener un
vínculo con la reflexión gramsciana, toda vez que algunos de ellos manifestaron conocer la obra de
Gramsci”.
4
ÉPOCA , NÚM .
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Ahora bien, se entrará en materia empezando por señalar que al parecer el uso
“sistemático” de su obra en aquel país (comienzos de los setenta) fue, comparativamente con Argentina, Chile, Brasil y México (Aricó, 2005), no sólo tardía sino
de menor efecto y alcance entre intelectuales y organizaciones socio-políticas; de
hecho, y como de costumbre suele acontecer cuando se trata de la recepción del
pensamiento crítico, fue en el campo de la artes (en este caso de la crítica literaria)
donde se emprendió el abordaje del aparato conceptual gramsciano con plena
conciencia. De acuerdo con Miguel Ángel Herrera,4 fue Carlos Rincón, crítico literario
y ensayista, quien en un ensayo publicado en la revista Letras Nacionales (dirigida
por el estudioso de las afro-colombianidades Manuel Zapata Olivella), a mediados de
los setenta, abrió dicha reflexión. Más aún, cierto inconformismo con las lecturas
tradicionales en el seno de las organizaciones y movimientos de izquierda devino en
el abordaje de obras críticas dentro de la tradición marxista, afirma el historiador
Jorge Orlando Melo, en su ensayo “Universidad, intelectuales y sociedad: Colombia
1958-2008”:
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No obstante, es evidente que la escueta interpretación argüida atrás no agota el
problema en cuestión; sólo una lectura crítica e histórica de los recovecos del
pensamiento dominante en Colombia y su incidencia en el “sentido común”, con sus
consiguientes reformulaciones a nivel espacial y temporal, podrían brindar una lectura
aproximativa de los claro-oscuros proyectados en el horizonte del pensamiento de
izquierda en Colombia.
120
ROBERT ADRIÁN QUINTERO
es preciso formular visiones alternativas de la historia del país, transformar la
percepción de las estructuras sociales y económicas, y ofrecer un discurso alternativo
al tradicional (s/f).
Durante la década de los setenta hubo un escenario más propicio para la lectura del
pensador italiano. La creciente articulación entre sectores campesinos, obreros,
estudiantiles –con lo cual se ampliaba la concepción del sujeto político de la
transformación social, sumado a la ruptura con las ideas mecánicas sobre “el asalto
al poder”, el Estado burgués a-histórico, el economicismo como comprensión última
de la sociedad, en fin, el quiebre con las estrategias emanadas desde los esquemas de
los PC soviético y chino– posibilitó un nuevo tránsito para la obra del pensador sardo
en Colombia. De tal modo, se podría señalar como experiencias relevantes de esta
apertura al pensamiento gramsciano los esfuerzos llevados a cabo por organizaciones
e intelectuales como:
– La Unión Revolucionaria Socialista encabezada por Humberto Molina, a través
de su revista El Manifiesto, que publicó 52 números entre 1975 y 1978.
– Orlando Fals Borda a través de los trabajos emprendidos en y posterior a una de
las primeras organizaciones no gubernamentales fundadas en Colombia: La
Rosca de Investigación y Acción Social.
– El trabajo de Jorge Gantiva Silva en materia de difusión y reflexión del
pensamiento gramsciano plasmado, entre otros, en los números 214 de 1987
y 314 de 1989 de El Magazín del periódico El Espectador.
– La Sociedad Colombiana Antonio Gramsci fundada en 1991.5
– El grupo Círculo de Crítica Jurídica de Antonio Gramsci de la Universidad Libre
de Colombia.
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Como se verá más adelante, el caso de Orlando Fals Borda supone un tema
extraordinario de re-elaboración y diálogo con la obra de Gramsci, recepción que
dista de ser una mera “visión gramsciana de lucha cultural”.
5
Algunos objetivos del acta de conformación de dicha asociación enunciaban lo siguiente:
“2. Nuestro proyecto consiste entonces en la recuperación del pensamiento de Gramsci que con
autonomía e imaginación nos enseñó a pensar con cabeza propia y a constituir alternativas surgidas
de las culturas y de la sociedad civil. Todo ello dentro de una perspectiva ético-política para hacer
acceder a las clases subalternas a la condición de actores sociales con personalidad democrática. 3.
En Colombia, la obra de Antonio Gramsci fue conocida en la década del 70, pero incomprendida
y pobremente asimilada. En los 80, en virtud de significativos procesos de renovación política e
intelectual, la reflexión de Gramsci ha adquirido un valor y proyección de primer orden en el mundo
filosófico, político y cultural. En el marco de estas consideraciones políticas e intelectuales hemos
decidido constituir la Sociedad Colombiana Antonio Gramsci, y proponemos la realización de
actividades científicas sobre la realidad colombiana y el pensamiento socialista, que tengan como
eje central la reflexión teórica y la alternativa democrática sobre las base del proceso político y social
que adelanta el país” (Gantiva, 1994:10).
APUNTES DE REFERENCIA AL PENSAMIENTO DE GRAMSCI EN COLOMBIA
121
Por otra parte, resulta del mayor interés conocer la posible recepción entre las
insurgencias colombianas del pensamiento gramsciano. Sobre este aspecto tampoco
se conocen trabajos específicos, aunque sí indicaciones someras sobre dicha proximidad,6 en particular con la guerrilla M-19 (Movimiento 19 de abril) (desde 1990 integrada
al régimen político legal). En entrevista realizada por Raúl Burgos, en 1989, a Carlos
Pizarro León-Gómez –en ese entonces uno de los máximos dirigentes del M-19 y
quien en 1990 cayó asesinado por los paramilitares de ultraderecha–, destaca que éste
sostuvo, con relación al cambio social que buscaba el M-19,
Cuando se alude a criterios de nación y pueblo, se hace referencia a criterios gramscianos. Se habla de que los sectores revolucionarios tienen que saber interpretar no
solamente los intereses de las clases proletarias de un país, sino los intereses del
conjunto de la sociedad. El problema de este país no es un problema simplemente de
clases. Se tiene que desbordar el concepto de clase por un concepto más integral, en
el que se ofrezcan alternativas al conjunto de los sectores y se pueda manejar una
6
Miguel Ángel Herrera (2009) plantea, en torno a este aspecto, una recepción que va de la lectura
de la obra de Gramsci por parte de algunas de las insurgencias colombianas a la inspiración gramsciana
en el programa político del M-19. Por su parte, Jorge Gantiva considera este planteamiento de
Miguel Ángel Herrera “un tanto aventurado”.
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(…) en los últimos años el pensamiento de Gramsci ha alcanzado una significativa
recepción en el pensamiento marxista colombiano como puede apreciarse en una
nueva generación intelectual en la que se encuentran Jorge Gantiva, Iván Cepeda,
Fabián Acosta –autor de “Universo de la política”– y Sergio de Zubiría, entre otros
que afirman que “la crítica filosófica y política reconoce que Gramsci está asociado
con la renovación intelectual y moral de los proyectos democráticos y socialistas
contemporáneos”, en especial tras el derrumbe del modelo eurosoviético de sociedad
(1999:53).
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
La lista anterior no es una recopilación exhaustiva del legado gramsciano en Colombia, falta sin duda recolectar importante información de su incidencia en círculos y
sectores populares y de base, así como en espacios no necesariamente académicos
y organizativos. Sobre este tipo de espacios políticos hay un enorme desconocimiento,
con lo cual, y a fuerza de evidencias disponibles, se puede inferir que entre el ámbito
de intelectuales orgánicos se propició la mayor irradiación de la obra gramsciana. Lo
consignado por Pablo Guadarrama en su “Bosquejo histórico del marxismo en América
Latina”, con relación a Colombia, también reafirma aquella idea:
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– Miguel Eduardo Cárdenas desde la Fundación Ebert de Colombia y Fescol.
– Pedro Santana y su participación en la publicación de la revista Foro por Colombia y la ONG Viva la Ciudadanía.
122
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sociedad mucho más cerca del consenso y de la integración que del autoritarismo y la
exclusión. Así sea un exclusivismo de mayorías. En Colombia en concreto, y parece
que en América Latina en su conjunto, se requiere reformular los viejos esquemas
heredados del marxismo, para buscar alternativas mucho más dinámicas y cercanas a
las expectativas de los pueblos y, fundamentalmente, a las exigencias de este nuevo
ciclo (Burgos, 1997).
Estudiada o no la obra de Gramsci por la insurgencia colombiana, lo cierto es que
después de la década de los ochenta y de la Perestroika, el pensamiento gramsciano
logró permear, aunque no cuantiosamente, a diversos sectores e intelectuales de la
izquierda colombiana, quienes procedieron a procurar explicaciones e iniciativas contra
el ordenamiento político férreamente encapsulado en la forma bipartidista (heredera
del frente nacional) sellado por la fórmula jurídico-política (hecha permanente) del
Estado de excepción.
Por otro lado, la irrupción de trabajos que exploraban la necesidad de repensar el
elemento político, cultural y ético de las propuestas, proyectos y organizaciones al
abrigo de las reformulaciones y nuevos enfoques del pensamiento crítico obtuvo un
campo privilegiado para su desarrollo. Al respecto precisaba Jorge Gantiva, en el
marco del seminario llevado a cabo por la Sociedad Colombiana Antonio Gramsci
en 1991:
(…) para Colombia, la recuperación de un marxismo crítico es fundamental no sólo
por lo que significa la actual crisis del “socialismo real”, sino por la fuerza de la
persistencia de una cultura autoritaria y reduccionista que elimina al otro, condena
la pluralidad y niega la diversidad. Gramsci no representa otro “ismo” que pretenda
sustituir los “ismos” de la vieja izquierda. Lo de Gramsci es un horizonte de
pensamiento, un signo de los nuevos tiempos que expresan la fuerza de la autonomía,
de la imaginación y de la creación de un nuevo proyecto histórico. Acudimos a
Gramsci, luego de un largo y sombrío período de dogmatismo, sectarismo y
autoritarismo que movieron a la izquierda colombiana y a los proyectos sociales
y políticos alternativos. Con serenidad, decimos que la preocupación por la perspectiva
de Gramsci es un síntoma del malestar que vivimos, pero a la vez representa el
sentido de las búsquedas y compromisos del pensamiento y de la cultura (2008:34).
La obra de Gramsci en Colombia
durante el primer decenio del siglo
XXI
El último decenio ha sido importante en el campo de la divulgación y estudio de
Gramsci en el grupo de investigación del profesor Miguel Ángel Herrera Zgaib, de la
Universidad Nacional de Colombia, en especial por la realización de sus Seminarios
Internacionales Antonio Gramsci. Los ensayos analíticos y exploratorios en la senda
de la filosofía política y el pensamiento social contemporáneo del profesor Jorge
APUNTES DE REFERENCIA AL PENSAMIENTO DE GRAMSCI EN COLOMBIA
123
Gantiva Silva son de primer orden (véase la compilación de textos en el libro intitulado
Un ensayo sobre Gramsci: el sentido de la filosofía, de la política y la tarea del
pensar ). En el campo de los estudios históricos, orientados a comprender el papel
Breve excurso sobre Orlando Fals Borda y la obra de Gramsci
Una de las grandes constantes en el pensamiento de Orlando Fals Borda fue
adelantar un proyecto en el que ciencia y compromiso político se viesen apoyados
y mutuamente autopropulsados. A lo largo de 30 años, sus esfuerzos (junto a los
sectores populares-campesinos en Colombia, y en conjunción con múltiples
experiencias en otras partes del mundo) por conformar y desarrollar un soporte
epistemológico y metodológico para la producción de una ciencia popular capaz
de disputar la hegemonía de los dominantes, tienen un valor innegable para el
pensamiento americano. En este excurso no se logrará ser tributario del enorme
aporte y complejidad de su obra; con dificultades se harán algunas anotaciones
sobre el efecto de la obra de Antonio Gramsci en el devenir de su propuesta articulada
en la denominada Investigación-Acción Participativa (IAP).
En varias de sus publicaciones fue el mismo Orlando Fals Borda quien habló de
ÉPOCA , NÚM .
Dicho lo anterior y antes de finalizar, me permito hacer una breve referencia al
efecto del pensamiento de Gramsci en la obra de Orlando Fals Borda, quizá uno de
los lectores de Gramsci que con más juicio se propuso repensar la filosofía de la
praxis en Colombia.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Por lo demás, y a modo de colofón, queda la urgencia de continuar explorando
desde el andamiaje conceptual y la potencia del pensamiento crítico (del cual hace
parte la obra de Gramsci), los factores históricos, políticos y sociales que han conducido
a gestar en Colombia lo que el profesor Oscar Mejía Quintana ha denominado la
“cultura política mafiosa”, esto es, la consolidación de un modelo autoritario con
adhesión social (2011:37), el cual, en parte, parece ser la base de un proyecto
hegemónico cimentado en la coerción, revestido con elementos sofisticados de
amplificación de un poder pastoral (Mantilla y Munera, 2005:60). Debe recordarse
que la forma de vinculación política con el Estado arraigada en amplios sectores de
la “ciudadanía” colombiana en tiempos presentes adopta una modalidad hacendataria,
por demás, bien simbolizada en el modo en que el ex presidente de ultraderecha
Álvaro Uribe daba a entender su relación con los colombianos: “Miro a mis
compatriotas hoy más con ojos de padre de familia que de político” (Uribe, citado en
Mantilla y Munera, 2005).
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de los intelectuales en Colombia, resulta significativo mencionar a Gilberto Loaiza
Cano, profesor de la Universidad del Valle en Colombia, quien ha trabajado la vida
de los intelectuales colombianos Luis Tejada y Manuel Ancízar (siglo XIX).
124
ROBERT ADRIÁN QUINTERO
(…) creo que han incidido en mí mucho las lecturas de Gramsci, especialmente Los
Cuadernos de la Cárcel, sobre el intelectual orgánico entre otras cosas. Sin embargo,
esa rebelión contra las escuelas, incluyendo el marxismo de ese tipo, es decir, dogmático, me fue llevando a un replanteamiento de las metodologías en las ciencias
sociales y en los problemas epistemológicos del porqué y para qué de las ciencias y de los conocimientos y su relación con el poder establecido (2002, según
citado en Guerrero y García, 2009:53).
Dispuesto a confrontar la rigidez de la ciencia social occidental y su controvertida
“neutralidad valorativa”, decidido a resquebrajar la relación de dominio entre ciencia
“burguesa” y sectores populares, todo ello bajo la premisa de reenfocar el uso del
conocimiento para las luchas sociales, Fals Borda logró encontrar, en particular bajo
las ideas gramscianas acerca de la filosofía de la praxis, una fecunda y sugestiva
inspiración y soporte para sus trabajos (Gramsci, 1986).7 Se pueden señalar tres
ideas-fuerza gramscianas que de modo decisivo incidieron en su obra:8
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modo contundente sobre la manera en que la obra gramsciana afectó su sentir y
pensar (Fals Borda, 1999:72 y 2010:180; Guerrero y García, 2009). Por ejemplo,
en una entrevista realizada por Javier Guerrero para la revista Pensamiento y Acción,
Fals Borda señaló:
1. La noción de intelectual e intelectual orgánico.
2. La comprensión acerca de qué es filosofía, y sus planteamientos acerca de la
filosofía de la praxis y la ciencia.
3. Sus anotaciones acerca del “sentido común”, el “buen sentido” y el folklore,
como dimensiones vivenciales y del pensamiento de lo popular.
La articulación de las ideas anteriores dio a Fals Borda un soporte adicional para repensar la relación entre ciencia y compromiso –1970–, cuyo abordaje y preocupación
habían sido objeto de especial atención desde su participación en el estudio intitulado
La violencia en Colombia –1964–. En efecto, su postura afirmativa frente al
compromiso de los científicos en el devenir social y político, en tanto máxima ética
y política del intelectual, le permitió confrontar su formación sociológica estructuralfuncionalista para suscitarle una “reorientación” de sus apuestas y concepciones
investigativas (Fals Borda, 2009:233; Pereira, 2009:232).
Consultar los Cuadernos 10, 11 y 12 del tomo 4. En particular los intitulados “Introducción al
estudio de la filosofía”, “Apuntes” y “Notas para un grupo de ensayos sobre la historia de los
intelectuales”.
8
Vid Fals Borda (2009). Dichas ideas-fuerza gramscianas se han rastreado en particular en dos de
sus obras publicadas en 1970 y 1979, respectivamente: “Ciencia propia y colonialismo intelectual”
y “El problema de cómo investigar la realidad para transformarla”, así como en un puñado de
artículos, la mayor parte de ellos referidos a la IAP.
7
No es posible dejar de advertir similitudes entre el planteamiento de “espíritu de
escisión” de las clases subalternas en Gramsci (1999:55), y el efecto de autoconstitución de las clases explotadas sugerido en la hipótesis sobre la “recuperación
crítica de la historia” de Orlando Fals Borda (2009:276), donde se incorpora al
“materialismo histórico, como filosofía de la historia” como apoyo para la generación
de conocimiento validado en la praxis de las luchas de las clases explotadas.
Para el sociólogo colombiano la experiencia de trabajo con comunidades campesinas
y urbanas (en especial de la costa Caribe colombiana, en donde participó del álgido
movimiento campesino de la década del setenta) no sólo significó el reto de repensar a nivel epistemológico y metodológico los presupuestos de la ciencia social
tradicional, fue preciso además una interpretación y relacionamiento incluyente del
saber popular, así como una investigación profunda de sus manifestaciones culturales
sobre las cuales se despliegan el sentir y pensar de las comunidades.
Así pues, aquella vivencia comprometida que implicó el proceso de la IAP, le planteó
a Fals Borda, de modo problemático, el asunto del reconocimiento de la “filosofía
espontánea” de las clases explotadas dentro del horizonte de la acción política y, por
tanto, de “las relaciones entre los investigadores y las bases populares o sus organismos
con los cuales se desarrollaba la labor política” (Ibid.:279). Para Fals Borda era fundamental si la praxis junto a las bases populares y con pretensiones investigativas
Vid Fals Borda: “En la investigación activa se trabaja para armar ideológicamente e intelectualmente a las clases explotadas de la sociedad, para que asuman conscientemente su papel como
actores de la historia. Este es el destino final del conocimiento, el que valida la praxis y cumple el
compromiso revolucionario” (2010:283).
10
Vid Gramsci : “El modo de ser del nuevo intelectual no puede seguir consistiendo en la elocuencia, motriz exterior y momentánea de los afectos y las pasiones, sino en el mezclarse activamente en
la vida práctica, como constructor, organizador, “persuasor permanente” porque no puro orador, y
sin embargo superior al espíritu abstracto matemático; de la técnica-trabajo llega a la técnica-ciencia
y a la concepción humanista histórica, sin la cual se permanece como “especialista” y no se llega a
“dirigente” (especialista + político)” (1986:382).
9
ÉPOCA , NÚM .
Las nuevas coordenadas de su pensamiento y accionar se enfilaron en la necesidad
de dar un vuelco a la forma y sentido de producción del conocimiento, bajo la premisa de dotarle de un uso acorde a las necesidades de las luchas populares, esto es,
de adecuarle críticamente como instrumento de subversión para las clases explotadas.9
De allí su afinidad con los planteamientos de Gramsci sobre el intelectual orgánico,10
y su insistencia en la necesidad de replantear los nexos entre ciencia y conocimiento
popular, debido a que uno de los problemas de la confrontación con el orden
hegemónico, para Orlando Fals Borda, consistía en disputar la articulación de un
proyecto de sociedad surgido desde la praxis y conocimiento generado en y con las
bases populares.
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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
APUNTES DE REFERENCIA AL PENSAMIENTO DE GRAMSCI EN COLOMBIA
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buscaba “producir conocimiento que tenga relevancia para la práctica social y política
(…) Conocer y apreciar el papel que juega la sabiduría popular, el sentido común y la
cultura del pueblo para obtener y crear conocimientos científicos, por una parte, y
reconocer el papel de los partidos y otros organismos políticos o gremiales, como
contribuyentes o receptores del trabajo investigativo y como protagonistas históricos,
por otra” (Ibid.).
De este modo, Fals Borda recuperó la concepción gramsciana del sentido común
(ver Gramsci, 1986), en tanto aproximación al entendimiento de las formas de
pensamiento y conciencia de la realidad de las masas en un periodo de tiempo
específico, para resituar el espacio y el sujeto de producción del conocimiento en
aras de otorgarle directamente mayor protagonismo a las bases populares, por un
lado; e iniciar una “experiencia pedagógico-política directa con las clases trabajadoras”,
conducente a potenciar los aspectos críticos y de “reforma moral y social” existentes
dentro de la cultura popular (sentido común), por el otro (Fals Borda, 2009:280).11
De Gramsci, destacaba Orlando Fals Borda, había que asumir de modo contundente
su reflexión acerca de la necesaria integración entre los sencillos y los intelectuales, a
través de un ejercicio analítico y de rescate del pensamiento del “sentido común”
para practicar el posterior desdoblamiento del “buen sentido” inmerso en él. En la
misma senda, Fals Borda consideraba el proyecto de la IAP como una gran apuesta
contra-hegemónica construida junto con las clases explotadas, en donde se ponía en
juego la construcción del “propio sistema de interpretación de la realidad” de los
dominados, es decir, de una ciencia e ideología no favorable a la reproducción del
capital y la sociedad burguesa.
De cierto modo, para el sociólogo colombiano la lucha por la hegemonía debía
transitar por la disputa de los paradigmas dominantes en la ciencia (por ende, del
saber), siendo el pensamiento crítico social (pensamiento de la acción por excelencia)
una de las herramientas de lucha de los dominados, sobre todo si éstos lograban
irradiarse y edificarse desde el seno mismo de la cultura popular.
La postura de ciencia-comprometida de Fals Borda, contenida en la IAP, desembocó
en un diagnóstico tan certero como promisorio de la relación entre saber popular y
formulación de una ciencia de los explotados. De acuerdo con el sociólogo de los
pueblos sentipensantes12 de la costa Caribe colombiana:
(…) el hecho de adentrarse en el saber popular y el intercambio con la experiencia
11
Una lectura crítica del “sentido común” en la perspectiva gramsciana.
Sentipensante fue una expresión que empleó un campesino del Caribe colombiano para caracterizar sus rasgos como trabajador. Alude al componente sensible y pensante que está presente
12
APUNTES DE REFERENCIA AL PENSAMIENTO DE GRAMSCI EN COLOMBIA
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y cultura popular del Caribe. Puede consultarse un extracto visual de su conversación con Rafael Bassi, realizada el 19 de octubre del 2007, donde se incluyen referencias a este propósito
(Anónimo, 2008:8 y 17).
ÉPOCA , NÚM .
Bibliografía
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Es significativo y de interés investigativo profundo observar cómo el agudo análisis
de las superestructuras de Gramsci sirve como sugerente plataforma teórica a la
labor comprometida de Orlando Fals Borda, y su interés por crear una metodología
de investigación participativa, popular y volcada a la acción subalterna. Fals Borda
logró emplear el pensamiento de Gramsci en su dimensión auténticamente prolífica:
al someterlo al avatar de la contingencia política y social colocó a prueba sus alcances
y consecuencias fecundas, hizo del pensamiento de Gramsci materia de filosofía de
la praxis y no sólo reproducción estéril.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 115-128.
de base sobresalen así como necesidades tácticas. El sentido común y la formación
de una opinión pública basada en la conciencia de clase y consciente de su verdadera
historia, son elementos que deben considerarse seriamente, por las posibilidades
que ofrecen de crear y enriquecer una eventual ciencia del proletariado. La
comprensión dialéctica de sujeto objeto en la praxis va al corazón de este problema,
por cuanto toma en cuenta el desarrollo social y político de las masas (Ibid.:297).
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ÉPOCA , NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 115-128.
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Recibido el 6 de enero de 2013
Aprobado el 22 de abril de 2013
129
PROCESOS Y TENDENCIAS
130
130 FALSA
131
El Estado brasileño actual
en clave gramsciana:
una aproximación desde el legado
analítico de Carlos Nelson Coutinho
Lia Pinheiro Barbosa*
Resumen
El artículo recupera algunos elementos analíticos del filósofo marxista Carlos Nelson Coutinho en
su labor teórica sobre el pensamiento crítico de Antonio Gramsci y la centralidad de sus conceptos
para una interpretación del fenómeno político en Brasil. Para ello, la autora aborda cuestiones
claves pensadas por Coutinho en la última década, señalando una perspectiva latinoamericanista
en su obra, aquélla articulada alrededor del concepto de “sociedad civil” y de los desafíos teóricopolíticos para el análisis de la coyuntura política en tiempos de la instauración del modelo neoliberal en la región. A partir de esta reflexión, la autora reconstruye el análisis del Estado brasileño
actual, en clave gramsciana, desde el legado de Coutinho, destacando la tensión institución-partido
en el marco de la emergencia de un gobierno progresista en Brasil.
Palabras clave: Estado, Brasil, Gramsci, sociedad civil, partido político.
The Current Brazilian State through Gramscian Thought:
an approximation to Carlos Nelson Coutinho’s legacy
Abstract
This article recaptures some analytical elements of Marxist philosopher Carlos Nelson Coutinho.
He works on Antonio Gramsci’s writings, particularly on the centrality of his concepts, to make
sense the political landscape in Brazil. In this context, this article engages in questions proposed by
Coutinho, in which he endorses a Latin American perspective based on the concept of “civil society” and a theoretical and political view to understand the political conjunctures prior to the arrival
* Doctorante del Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos, UNAM, México. Docenteinvestigadora de la Universidad Estatal de Ceará (UECE ), Brasil. Participante del Grupo de
Investigación Praxis, Educação e Formação Humana, UECE y del Programa Alternativas Pedagógicas
y Prospectiva Educativa en América Latina ( APPE AL ). Becaria del Proy ecto IN305811
Transformaciones recientes del Estado en América Latina: una perspectiva a partir de la sociología
política de Antonio Gramsci, del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación
Tecnológica (PAPIIT ) de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA) de la
UNAM, adscrito al Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales, UNAM. E-mail: <[email protected]>.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
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of neoliberal economics in the region. From that perspective, this article recreates an analysis on
the current Brazilian State, using both Gramsci’s thought and Coutinho’s legacy, underscoring the
institution and political parties’ tensions in a progressive period of Brazil.
Keywords: State, Brazil, Gramsci, civil society, political party.
O Estado brasileiro atual em perspectiva gramsciana:
uma aproximação desde o legado analítico de Carlos Nelson Coutinho
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Resumo
O artigo recupera alguns elementos analíticos do filósofo marxista Carlos Nelson Coutinho, no seu
labor teórico sobre o pensamento crítico de Antonio Grasmci e a centralidade de seus conceitos
para uma interpretação do fenômeno político no Brasil. Para tanto, a autora aborda problemáticas
pensadas por Coutinho na última década, destacando uma perspectiva latinoamericanista em sua
obra, aquela articulada pelo conceito de “sociedade civil” e dos desafios teórico-políticos para a
análise da conjuntura política relativa ao momento de instauração do modelo neoliberal na região.
A partir desta reflexão, a autora reconstrói a análise do Estado brasileiro atual em perspectiva
grasmciana, desde o legado de Coutinho, com destaque para a tensão instituição-partido, no marco
da emergência de um governo progressista no Brasil.
Palavras chave: Estado, Brasil, Gramsci, sociedade civil, partido político.
Carlos Nelson Coutinho
y la llegada del pensamiento crítico gramsciano a Brasil
En el marco del II Coloquio Internacional Contribuciones Latinoamericanas sobre el
Estado y la Política. Aplicaciones gramscianas, se presentó un doble desafío: primero,
situar la contribución del filósofo Carlos Nelson Coutinho, uno de los principales
intelectuales marxistas y estudioso del pensamiento político de Antonio Gramsci en
Brasil, y segundo, recuperar elementos teórico-metodológicos de la sociología política
de Gramsci a partir del esfuerzo teórico-político de Coutinho por interpretar el Estado
brasileño actual en clave gramsciana.
Para ello, se caminará por las huellas dejadas por Coutinho, en especial a partir del
giro analítico que realizó en 2003, cuando se retiró del Partido de los Trabajadores
(PT) e inició una relectura en clave gramsciana de la política brasileña en el marco del
ascenso de un gobierno de carácter progresista –representado por el entonces
presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva– elegido en dos ocasiones (siendo presidente
del 2003 al 2011) por una buena parte de la población brasileña.
Pensar al Estado brasileño en clave gramsciana representa el reconocimiento de la
labor política e intelectual de Coutinho en descifrar el constructo teórico marxista
para una interpretación de las múltiples facetas del fenómeno social y político brasileño
a lo largo de su historia. Por tal razón, iniciamos presentando una breve semblanza
de este gran pensador que actualizó el marxismo en el Brasil contemporáneo.
EL ESTADO BRASILEÑO ACTUAL EN CLAVE GRAMSCIANA: UNA APROXIMACIÓN...
133
Luego de más de dos décadas de militancia en el Partido Comunista de Brasil, se
retira de éste y, en 1989, se afilia al Partido de los Trabajadores (PT), madurando sus
reflexiones teórico-políticas acerca de la centralidad del partido en la construcción
del proyecto socialista. En 2003 se desvinculó del PT y participó en la fundación del
Partido Socialismo y Libertad (PSOL).3
Al regresar a Brasil del exilio político, Coutinho tuvo un papel destacado como uno
de los grandes intérpretes en la traducción, divulgación y análisis de las obras de
Georg Lukács y Antonio Gramsci, este último su gran desafío teórico-metodológico
y político, sobre todo en la revisión de sus principales categorías analíticas para la
elaboración de un marco interpretativo de la realidad socio-histórica y política de
Italia y su aplicación al analizar la configuración política brasileña.
1
Expresión de Frane Barbieri, periodista yugoslavo exiliado en Italia, en un artículo publicado en
1975 en el periódico milanés Giornale Nuovo.
2
“La democracia como valor universal: Enrico Berlinguer”, traducción de Marco Mondaini, ver
<http://www.acessa.com/gramsci/?id=572&page=visualizar>. Traducción de la autora.
3
Constituido a partir de disidencias del Partido de los Trabajadores, el PSOL fue creado en 2004 y
registrado por la Justicia Electoral brasileña en 2005.
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El discurso pronunciado en 1977 por el entonces Secretario General del Partido
Comunista Italiano, Enrico Berlinguer, tuvo un efecto muy importante en su punto
de vista acerca de los procesos de construcción del socialismo en Europa. En esa
ocasión Berlinguer afirmó: “la democracia es hoy no sólo el terreno en el cual el
adversario de clase es forzado a retroceder, sino también el valor históricamente
universal sobre el cual se debe fundar una original sociedad socialista”.2 Inspirado en
estas palabras Coutinho escribió su primer ensayo La democracia como valor universal.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
En 1973 salió exiliado y se va a radicar a la ciudad italiana de Bologna. Este periodo
le permitió conocer de cerca la evolución de la “vía italiana al socialismo” de Palmiro
Togliatti, del Partido Comunista Italiano, expresada en la transición teórico-política
del marxismo-leninismo al eurocomunismo,1 que se convertiría en un referente teóricopolítico central en el análisis y posicionamiento político de Carlos Nelson Coutinho.
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Carlos Nelson Coutinho nació en 1943, en la ciudad de Itabuna, estado de Bahía, al
noreste de Brasil. Se formó en filosofía en la Universidad Federal de Bahía y fue
Profesor Emérito de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, en la Escuela de
Trabajo Social. En una entrevista a la revista brasileña Caros Amigos, Coutinho
afirmó que se volvió comunista a la edad de 13 años, leyendo el Manifiesto Comunista
que su padre tenía en su biblioteca personal. En 1960, cuando tenía la edad de 17
años, se afilió al Partido Comunista Brasileño (PCB), permaneciendo en él hasta 1982.
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Dialogando con Gramsci para pensar el fenómeno político
en Brasil y Latinoamérica
Una interpretación del Estado brasileño en clave gramsciana exige de cualquier
investigadora o investigador una lectura cuidadosa del legado teórico-metodológico
de Carlos Nelson Coutinho. Una invitación a conocer su contribución en la ampliación
del marxismo en el movimiento de la historia política internacional y, en particular,
en las especificidades y particularidades del movimiento histórico y político de Brasil.
La profunda labor teórica realizada por Coutinho dialoga con otros teóricos marxistas,
en especial de Latinoamérica, igualmente instigados a tejer una profunda valoración
teórico-política acerca de la densidad y amplitud teórica de Antonio Gramsci y su
articulación con las problemáticas político-económicas de América Latina y del Caribe que emergieron a partir de los años sesenta del siglo XX.
II Conferencia Internacional de Estudios Gramscianos. Gramsci en
América Latina 4 y el encuentro de la International Gramsci Society: Leer a Gramsci,
entender la realidad 5 representaron la culminación de un esfuerzo intelectual colectivo
de lectura y análisis crítico de los conceptos que emergen de los Cuadernos de la
Cárcel, debate transmitido por una diversidad analítica de sus obras, fruto de las par-
El diálogo en la
ticularidades políticas de cada país que compone la región, pero también de las
diferenciaciones en el abordaje teórico-político de Gramsci –sea de carácter filosófico,
teórico, político o militante.
Ambos eventos presentaron un mosaico compuesto por múltiples lecturas del legado
gramsciano, de enorme riqueza y vitalidad para reflexionar sobre su pensamiento
político, en un movimiento dialéctico hacia adentro y hacia afuera de cada país, en
los distanciamientos, en los cruces y convergencias de un paseo teórico-epistémico
por los escritos de Gramsci y una certeza compartida colectivamente sobre la necesidad
epocal de pensar los “usos” (conforme explicitó Portantiero) y aplicaciones de sus
aportaciones teóricas al conjunto de los fenómenos socio-culturales y políticos de
Latinoamérica y del Caribe.
Como primera actividad, Carlos Nelson Coutinho presentó un minucioso análisis del
concepto gramsciano de “sociedad civil” y su apropiación en tanto clave interpretativa
4
Organizada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, el Instituto Gramsci de Roma y
la International Gramsci Society, en la primera semana de febrero de 2000.
5
Coordinado por Carlos Nelson Coutinho y que se llevó a cabo en septiembre de 2001 en la
Escuela de Trabajo Social, de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Las ponencias presentadas
en ambos eventos están publicadas en dos libros editados por Plaza y Valdés.
EL ESTADO BRASILEÑO ACTUAL EN CLAVE GRAMSCIANA: UNA APROXIMACIÓN...
135
en el contexto político brasileño. Un año después, en otro evento realizado en Río
de Janeiro, analizó el concepto de “política” en los Cuadernos de la Cárcel.
Para Coutinho, en las diferentes fases de conformación del capitalismo, Brasil
experimentó un proceso de modernización capitalista que no significó la realización
de una “revolución democrático-burguesa”, según el modelo jacobino. El latifundio
pre-capitalista y la dependencia frente al imperialismo no representaban un obstáculo
al pleno desarrollo capitalista de Brasil. Lo que se observó fueron dos procesos
político-económicos responsables de conformar un bloque de poder: la transformación
de la gran propiedad latifundista en una empresa capitalista agraria, y la conversión de Brasil en un país industrial moderno, con una alta tasa de urbanización y una
compleja estructura social, resultado del proceso de internacionalización del mercado
interno y de la presencia del capital extranjero.
En esa trayectoria histórico-política se observa el paulatino proceso de fortalecimiento
intervencionista del Estado en favor de los acuerdos entre las clases económicamente
dominantes y una cooptación y/o exclusión de las fuerzas populares por medio de
los aparatos represivos del Estado. Hay diferentes momentos de la historia política
brasileña que son ejemplo de la instauración de una “revolución pasiva”, entre otros,
ÉPOCA , NÚM .
En este sentido, inspirado en el método analítico de Gramsci, Coutinho trabajó
exhaustivamente los conceptos de “revolución pasiva”, “política”, “Estado ampliado”,
“sociedad civil”, y la relación dialéctica entre socialismo y democracia. Realizó una
búsqueda incesante por interpretar las claves gramscianas que emergían de estos
conceptos para pensar los diferentes momentos histórico-políticos de la sociedad
brasileña.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
(…) es en el plan del método (…) es decir, a través de su profunda universalidad, que
Gramsci es capaz de iluminar algunos aspectos decisivos de nuestra peculiaridad
nacional. Me voy a detener aquí en dos de esos conceptos: el de ‘revolución pasiva’,
que me parece capaz de dar importantes indicaciones para el análisis de los procesos
de ‘modernización conservadora’ que caracterizan la historia brasileña, y el de “Estado
ampliado”, por medio del cual podemos apuntar algunas de las características
esenciales de nuestra situación actual (o sea, el hecho de que Brasil es hoy una
formación social de tipo ‘occidental’) y, por consiguiente, dotar indicaciones para
la construcción de una estrategia democrática para la lucha por el socialismo en
Brasil (Ibid.).
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De ese esfuerzo reflexivo para aplicar las categorías de Gramsci a la realidad política
brasileña emergió una indagación central para Coutinho. En sus palabras: “¿qué
explica esa adopción brasileña de Gramsci, de un autor que –en las más de dos mil
páginas de los Cuadernos – se refiere a Brasil una única vez?” (1999:195). Él mismo
responde afirmando que:
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la proclamación de la Independencia política de Brasil, la proclamación de la República, la Revolución de 1930, el Golpe Militar de 1964, episodios políticos en que las
soluciones y decisiones siempre fueron impuestas desde “lo alto”, es decir, desde una
élite de carácter fuertemente anti-popular.
En esta reflexión no se presentan de manera minuciosa las especificidades del análisis
de Coutinho al recuperar conceptos clave del pensamiento crítico gramsciano para
una lectura coyuntural del fenómeno histórico-político brasileño.6 Más bien se destaca
su vertiente analítica, no siempre valorada o explicada por quienes estudian su esfuerzo
interpretativo de la producción teórico-política de Antonio Gramsci.
En general, los investigadores e investigadoras que se dedicaron a presentar a Carlos
Nelson Coutinho, enfatizan el momento de su formación teórico-política en el marco
del eurocomunismo, su encuentro con el conjunto de las obras gramscianas –en
especial, con los Cuadernos de la Cárcel– y el proceso de madurez intelectual y
política a su regreso a Brasil, inicio de un profundo diálogo con Gramsci para
interpretar los diferentes periodos de la historia política brasileña que permitiera
validar categorías centrales de la tradición marxista y, en particular, gramsciana, en
una renovación teórica del marxismo desde Brasil.
No obstante, otra vertiente, quizás no intencionada e inacabada, emerge de la mirada
analítica de Coutinho: la presencia latente de una perspectiva latinoamericanista en
su clave interpretativa del legado de Gramsci y que de igual manera dejó su huella
en la palabra escrita y hablada de Carlos Nelson Coutinho.
En este sentido, la participación del filósofo brasileño en la II Conferencia Internacional
de Estudios Gramscianos. Gramsci en América Latina 7 representó un momento
clave en su trayectoria intelectual al iniciar un diálogo entre los hallazgos teóricos de
Gramsci –en la arena de la disputa política brasileña– y los planteamientos del
pensamiento crítico latinoamericanista. El texto El concepto de sociedad civil en
Gramsci y la lucha ideológica en el Brasil de hoy, fue un esfuerzo de análisis profundo
de los múltiples matices atribuidos al concepto de “sociedad civil” en Brasil, sobre
todo en el contexto de los gobiernos militares instaurados en el país, y en especial en
el proceso de construcción y consolidación de la democracia.
Asimismo, Coutinho emprendió un esfuerzo analítico por explicar la carga ideológica
que traspasa los usos del concepto “sociedad civil” y los análisis errados de dicho
6
Para una profundización de lo que representaron los análisis de Coutinho con respecto a la
ampliación del marxismo y de la teoría gramsciana en Brasil, consultar el artículo de Alba Carvalho
y Eliana Costa Guerra en este mismo número.
7
Mencionada al inicio de este documento.
EL ESTADO BRASILEÑO ACTUAL EN CLAVE GRAMSCIANA: UNA APROXIMACIÓN...
137
La alerta de Coutinho se basa en la observación de lo que emergía en el campo
político-ideológico en el proceso de transición a la democracia, herencia de las
diferentes épocas de estructuración de bloques de poder en Brasil, caracterizadas
por sucesivos procesos de conformación de una “revolución-pasiva”. Un resultado
directo de esa forma particular de reestructuración del campo político brasileño fue
lo que Coutinho calificó como causas-efectos de la “revolución pasiva” en Brasil: por
un lado el fortalecimiento del Estado, y por otro, una paulatina restricción de la
participación política de la sociedad civil.
En sus palabras: “el predominio de las formas dictatoriales de la supremacía en
detrimento de las formas hegemónicas; y, por otro lado, la práctica del transformismo
8
En la obra de Dagnino, Olvera y Panfichi (2006) se encuentra un análisis similar con respecto a la
apropiación del concepto de “sociedad civil” en el ámbito de los actuales proyectos políticos en
disputa en América Latina: el proyecto democrático participativo y el proyecto neoliberal de
privatización. De acuerdo con estos autores, en el plan discursivo hay una similitud conceptual que
alude a una revalorización simbólica de la “sociedad civil” en el campo participativo. No obstante,
en la materialización de cada proyecto político se diferencian las formas de participación de la
sociedad civil brasileña. En el caso del proyecto neoliberal de privatización, se refuerza una
despolitización de la cuestión social, representada por un vaciamiento de la dimensión pública del
Estado y una paulatina transferencia de lo “social” a las llamadas organizaciones del Tercer Sector.
Acerca de esta temática, consultar Montaño (1999) y Barbosa (2006).
ÉPOCA , NÚM .
(...) oscurecer el carácter contradictorio de las fuerzas sociales que formaban la
nueva sociedad civil brasileña. (...) este oscurecimiento fue facilitado por el hecho
empírico de que, a pesar de esa contradicción, tales fuerzas convergían objetivamente
en su oposición a la dictadura. Ese oscurecimiento ciertamente facilitó la hegemonía
de las fuerzas liberales en el proceso de transición, que el marxista brasileño Florestan
Fernandes no dudó en llamar ‘transacción conservadora’ (Ibid.:37-38).
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
En el ejercicio de elaborar una clave teórica minuciosa, capaz de alertar sobre el
riesgo político e interpretativo del deslizamiento conceptual presentado como la
verdadera teoría gramsciana (Coutinho, 2000), el autor inauguró un debate teóricopolítico fundamental para demostrar cómo la hegemonía liberal se apropia de
determinados conceptos, entre ellos el de “sociedad civil”, desvirtuando sus sentidos,
vaciando su intencionalidad política, en un paulatino proceso de atribución de usos y
significados capaces de sesgar el juego político en tiempos de consolidación
democrática.8 Llevando esa reflexión al contexto político brasileño pos-dictadura
militar, Coutinho alerta que tal desliz conceptual sirve para:
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 131-154.
concepto, en especial en la década de los noventa, periodo caracterizado por cambios
geo-políticos centrales como la derrota del socialismo soviético y el fortalecimiento
del neoliberalismo en Latinoamérica.
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ÉPOCA , NÚM .
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como modalidad de desarrollo histórico que implica la exclusión de las masas
populares” (1999:203). Lo anterior llevó al Estado brasileño a asumir un papel
histórico de sustitución de las clases sociales en su función protagonista de los procesos
de transformación, asumiendo la tarea de “dirigir” políticamente a las clases
económicamente dominantes, es decir, una dictadura sin hegemonía.
En el proceso de construcción del Estado-nación brasileño, la transformación de las
relaciones económicas y políticas fue siempre resultado del desplazamiento de la
función hegemónica de una a otra fracción de la clase dominante, sin que ésta, en su
conjunto, lograra desempeñar una efectiva función hegemónica con respecto a las
masas populares. Esta particularidad política llevó a otorgar al Estado la función de
dominación política, es decir, a las capas militares y tecno-burócratas, que pronto
ejercieron el control y la represión de las clases subalternas.
No obstante, Coutinho subraya que bajo los regímenes militares, gestionados por un
Estado fuertemente intervencionista y un aparato represivo, la sociedad civil brasileña
logró articular e impulsar una resistencia de carácter popular, demandando una lucha
por la apertura democrática, por la conquista y legitimidad de los derechos, en particular el derecho a la participación política, cambiando radicalmente la condición
histórica previa de subordinación al Estado. Es decir, a pesar de la fuerte represión
política de un Estado de corte militar-autoritario, la sociedad civil brasileña logró
fortalecer su capacidad de convocatoria, articulación y protagonismo político.
Coutinho destaca como una de las principales expresiones de la articulación política
de la sociedad civil brasileña, el deterioro de los regímenes militares, ocasionado en
gran medida por la irrupción de nuevos movimientos sociales, destacando sobre
todo el nuevo sindicalismo obrero, representado por los sindicalistas de la región
más industrializada del país: el ABC paulista.9 En clave gramsciana, afirma:
(…) a pesar de todas las tentativas (muchas veces con éxito) de reprimir y/o de
neutralizar a esa sociedad civil, la dictadura militar no fue capaz de invertir una
tendencia que se configuró como dominante al menos en los años treinta. Me
refiero a la tendencia de “occidentalización” de nuestra sociedad, o sea, a la constitución (como diría Gramsci) de una “relación equilibrada entre el Estado y la sociedad
civil”, que supera la antigua situación “oriental”, en la cual el Estado es todo y
la sociedad civil es primitiva y gelatinosa. Ciertamente no se trata de negar la
permanencia de rasgos “orientales” en nuestra formación social contemporánea,
sino de insistir en el hecho de que la occidentalización –con todos sus matices
9
En la Región Metropolitana de São Paulo, nombrada ABC paulista por articular un importante polo
industrial en las ciudades de Santo André, São Bernardo do Campo y São Caetano do Sul.
EL ESTADO BRASILEÑO ACTUAL EN CLAVE GRAMSCIANA: UNA APROXIMACIÓN...
139
específicamente brasileños– es, hace mucho tiempo, la tendencia dominante en la
vida política y social de mi país y de la mayoría de los países más desarrollados de
América Latina (2000:31).
Coutinho retomó el concepto de “sociedad civil” en la tradición liberal y marxista
para comprender la inauguración de un nuevo capítulo en la historia política brasileña,
de complejización y articulación de la sociedad civil, pero también para señalar las
tergiversaciones del concepto de “sociedad civil” y las discrepancias ideológicas,
particularmente con la consolidación de la política neoliberal en los años noventa y
el proceso de minimización política del Estado en los primeros gobiernos neoliberales, el de Fernando Collor de Melo (1990-1992) y el de Fernando Henrique Cardoso
(1995-2002).
El ascenso de dos gobiernos de corte neoliberal representó, por primera vez en la
historia política de Brasil, el intento de conquista de la hegemonía por parte de
la burguesía brasileña, es decir, la búsqueda del consenso de la mayoría de la población
brasileña con el propósito de consolidar un proyecto político que le permitiera
conformarse en tanto clase dirigente.
En virtud de esa intencionalidad política del proyecto neoliberal en el campo de
disputa hegemónica, expresión del proyecto político de la burguesía brasileña, para
la necesidad de tejer una mirada cuidadosa con respecto al manejo político-ideológico
del concepto de “sociedad civil”. Coutinho subraya que en el marco organizativo e
institucional del proyecto neoliberal
ÉPOCA , NÚM .
Es justamente en ese marco de la historia política contemporánea de Brasil,
caracterizada por la emergencia de una sociedad civil activa, que Coutinho identifica
la necesidad de profundización teórica acerca de la categoría “sociedad civil”,
reincorporando en la agenda política y académica un fecundo debate teórico acerca
de la centralidad de este concepto en la filosofía política de Gramsci. Asimismo,
subraya la necesidad de identificar las implicaciones de esa misma categoría para un
análisis coyuntural latinoamericano y caribeño, especialmente en el periodo de
consolidación del neoliberalismo en la región.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
(…) los regímenes dictatoriales modernizadores y no fascistas –del que son un ejemplo
“clásico”, entre otros, el Brasil posterior a 1964 y la España franquista en su segundo
periodo– presentan una contradicción fundamental: desencadenan fuerzas que a
mediano plazo no pueden controlar más, o dicho de un modo más preciso,
desarrollan presupuestos de una sociedad civil que escapa a su tutela (Ibid .:33).
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 131-154.
Refiriéndose a lo que denomina como el eje de la dinámica contradictoria que caracteriza el proceso de transición que puso fin a la dictadura, Coutinho afirma que:
140
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(...) sus promotores reconocen –y hasta en parte estimulan– la auto-organización
de la sociedad civil, pero buscan orientarla hacia la defensa de intereses puramente
corporativos, sectoriales o privatistas. Desde el punto de vista ideológico, esa postura
se manifiesta, entre otras cosas, precisamente en la tentativa teórico-práctica de
“despolitizar” a la sociedad civil, transformándola en un supuesto “tercer sector”
que, situado más allá del Estado y del mercado, sería regido por una lógica
supuestamente “solidaria” y “filantrópica”; al final, una vez constituido tal sector, el
Estado debería transferirle sus responsabilidades en la gestión e implementación de
los derechos y de las políticas sociales (2000:40).
La agudeza de Coutinho al abordar el concepto de “sociedad civil”, en el contexto de
la política brasileña, demuestra una lucidez analítica con respecto al giro político
de la derecha neoliberal en los noventa, al cooptar a una parte de los canales abiertos
en el proceso de transición política en Brasil. El autor expresa una preocupación
teórico-política muy válida con respecto a los desafíos internos planteados en el marco de la consolidación democrática en Brasil y apunta una problemática en el campo
de la disputa política, fácilmente entendida como cuestión central a ser incorporada
al conjunto de los análisis gramscianos, en el marco del pensamiento social crítico
latinoamericano, acerca de las dinámicas del capitalismo contemporáneo y de la
relación Estado-sociedad civil en América Latina y el Caribe. En otras palabras, los
sesgos interpretativos del concepto de “sociedad civil” en Brasil señalados por
Coutinho, son una referencia para pensar posibles vetas analíticas en los usos teóricos
y políticos de la misma categoría en los diferentes países de América Latina y el
Caribe, lo que hizo posible un vínculo dialéctico con las múltiples miradas interpretativas
del pensamiento crítico de Gramsci en la región.
El debate inaugurado por Coutinho10 con respecto a la polisemia política del concepto
de “sociedad civil” constituye una primera huella en la perspectiva analítica
latinoamericanista, por una doble razón: primero, el riguroso esfuerzo desplegado en aclarar los distintos “usos” del concepto de “sociedad civil” en Brasil, en particular en el último periodo de las dictaduras militares y en el proceso de instauración
de una política de corte neoliberal en el país, y segundo, por demostrar qué proyectos
políticos están detrás de los diferentes usos atribuidos a dicha categoría analítica,
cuestión que debe ser aclarada por los investigadores latinoamericanos dedicados a
estudiar el concepto de “sociedad civil” en clave gramsciana, en el marco de los
contextos nacionales de la región.
En otras palabras, Coutinho explica las ambigüedades teórico-políticas del periodo
pos-dictadura militar como una de las aristas abiertas para debatir críticamente un
momento epocal, que igualmente se extiende al conjunto de países que componen la
10
En la
II
Conferencia Internacional de Estudios Gramscianos. Gramsci en América Latina.
EL ESTADO BRASILEÑO ACTUAL EN CLAVE GRAMSCIANA: UNA APROXIMACIÓN...
141
Con respecto a la participación de la sociedad civil en este proceso, la nueva coyuntura
política dominada por el proyecto neoliberal, visiblemente distinta a la de dos décadas
anteriores, excluyó de su agenda las demandas políticas articuladas por los movimientos
sociales, sobre todo de los campesinos e indígenas, inaugurando una nueva forma
de inserción política de la sociedad civil, entrando en vigor el referente de “participación” preconizado en su proyecto político.
En este sentido, se inició un reordenamiento en las formas de participación política
de la sociedad civil: en los noventa entran en la escena pública dos actores –las ONGs
y el emergente Tercer Sector–, en tanto protagonistas sociales de mayor legitimidad y visibilidad en la articulación política con el Estado. Una forma de inserción
política estrechamente vinculada a la lógica del capital, transmitida por un sentido
estratégico con vistas al fortalecimiento del proyecto neoliberal.
11
Aunque Carlos Montaño no hace referencia a Carlos Nelson Coutinho en la obra citada.
ÉPOCA , NÚM .
Carlos Montaño brinda elementos analíticos que permiten profundizar en el debate
abierto por Coutinho,11 al afirmar que, basado en un discurso favorable a la llamada
“asociación” con la sociedad civil, el proyecto neoliberal continúa en el proceso de
“pasaje de las ‘lógicas del Estado’ a ‘las lógicas de la sociedad civil’” (Montaño,
1999:57). Como lo advirtió Coutinho, dicho proceso se observó en el escenario
político de algunos países latinoamericanos que, a lo largo de la década de los noventa,
suscribieron mecanismos de asociación, sobre todo con las Organizaciones NoGubernamentales (ONGs), culminando en un gradual achicamiento del Estado, es
decir, renunciando a su papel como gestor exclusivo de las políticas programáticas
de carácter social. Por tal razón, todo el discurso en defensa de la reforma política
sirvió para justificar el adelgazamiento de la máquina burocrática, atendiendo a las
prerrogativas neoliberales de minimización de la acción social del Estado.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Es importante entender las particularidades político-ideológicas propias de la
fundamentación teórica del neoliberalismo. Su ejecución, sobre todo en los países
latinoamericanos, ha estado precedida de una distorsión del significado político del
Estado, de la sociedad civil y del mercado, expresada en un paulatino proceso de
separación entre los aspectos políticos, económicos y sociales que componen el
Estado y la sociedad civil, lo que conlleva a una compartimentalización de la forma
de intervención del Estado, de la sociedad civil y del mercado en los espacios públicos.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 131-154.
región, guardando sí las particularidades y formas de expresión en cada uno de ellos,
aunque sin negar que son procesos políticos similares, una vez que todos vivirán,
tarde o temprano, la aplicación de la política neoliberal y sus consecuencias directas
en la disputa hegemónica.
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Tal lógica vacía, de manera gradual, la dimensión de los derechos, desvirtuando y
vulnerando el debate político planteado dos décadas atrás, en plena dictadura militar,
cuando la lucha por los derechos se situaba más allá del voto y se vislumbraba la
posibilidad de construir un proyecto de transformación social conducido por las bases,
como clara expresión del sentido que debe asumir la palabra “democracia”.
En la ejecución de la política neoliberal se observa la imposición de un modelo de
comportamiento y la subordinación de los actores sociales al cumplimiento de una
serie de directrices pre-establecidas por el Estado (especialmente por una regulación
social). Es decir, una verdadera negación del principio de participación política de
carácter democrático, principio que debería orientar una acción conjunta y compartida
con el conjunto de los movimientos populares y sociales.
En el proceso de instauración de la política neoliberal en el continente, prevaleció la
“lógica del mercado” marcada por el espíritu de competencia y por la meritocracia,
que rechaza el poder político del Estado, considerado paternalista e incompetente
en el trato de las políticas programáticas. De acuerdo a Montaño (1999), este rechazo
se basa en dos justificaciones: 1) la que considera al Estado como un instrumento de
clase, y 2) la que ve en el Estado un instrumento de la “tiranía de la mayoría”. En el
primer caso se niega la dimensión ampliada del Estado, en sentido gramsciano, que
atribuye y reconoce la centralidad política de la sociedad civil y su papel en el campo
de disputa por la hegemonía. Contraria a esta perspectiva, el discurso de legitimación
neoliberal conduce a una paulatina despolitización de la cuestión social y a un
alejamiento progresivo del Estado, justificado por su supuesta incompetencia en el
trato de la cuestión social.
La historia política latinoamericana de los últimos veinte años brinda muchos elementos
para analizar dichas problemáticas. En el caso brasileño, Coutinho debate “la cuestión
de la ‘sociedad civil’ en el Brasil de hoy”.12 Su gran aporte consiste en identificar los
riesgos políticos del giro estratégico del discurso político neoliberal, al cooptar
el concepto de “sociedad civil” en el curso de consolidación de la democracia en el
país.
En términos de un análisis latinoamericanista, los planteamientos de Coutinho abren
un horizonte analítico para pensar a posteriori qué reconfiguraciones, implicaciones
y alcances tuvo el concepto de “sociedad civil” en la consolidación de la agenda
política neoliberal en la región. En la última década Coutinho amplía su mirada
analítica, articulando el debate teórico-político del marxismo, en especial de la teoría
12
Título del segundo apartado de su texto la II Conferencia Internacional de Estudios Gramscianos.
Gramsci en América Latina.
EL ESTADO BRASILEÑO ACTUAL EN CLAVE GRAMSCIANA: UNA APROXIMACIÓN...
143
social gramsciana en el marco de un giro político de la izquierda latinoamericana,
expresado en el ascenso al poder de gobiernos de carácter progresista. Para el caso
brasileño, se realizará una aproximación en clave gramsciana en el siguiente apartado.
(…) encarna el interés universal de la clase social. Él es la forma institucional que
permite el pasaje de lo particular a lo universal, lo que Lenin llamó de consciencia
política en contraste con consciencia apenas sindicalista (…) El partido puede y
debe poner en discusión el propio orden social. Gramsci calificó de “catarsis” al
paso del momento económico-corporativo al momento ético-político, es decir, de
lo particular a lo universal. La forma partido continúa siendo fundamental para
operar la ‘catarsis’.13
La profundización teórica acerca de la centralidad política del partido en la construcción
del proyecto socialista, articulada a una trayectoria militante, generó en Coutinho
una permanente inquietud, sobre todo respecto al desafío permanente de materializar
en el plan práctico el quehacer político cotidiano, lo que se pregonó y se anheló en
el ámbito de la teoría marxista y del propio discurso emanado del PCB.
La inquietud respecto a los límites de una congruencia política en el ámbito del
partido culminó con la salida de Coutinho del Partido Comunista Brasileño, después
de un periodo de más de 20 años de militancia. En la misma entrevista concedida a
Teoria e Debate, Couthino afirmó que su salida del PCB había sido una decisión difícil,
por considerar que la participación orgánica en un partido constituía un terreno fértil
13
Traducción de la autora y revisión y corrección de Clara I. Martínez Valenzuela.
ÉPOCA , NÚM .
La emergencia de un partido que representaba a las masas constituía un terreno
fértil para la profundización analítica del Coutinho intelectual y militante. Siempre
fue un defensor de la forma partido en tanto encarnación del interés universal de la
clase social, perspectiva teórica heredada de Lenin. En una entrevista concedida a
la revista brasileña Teoria e Debate (junio de 2002) Coutinho, retomando esa reflexión,
afirmó que el partido
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
La fundación del Partido de los Trabajadores (PT) fue para Coutinho un momento
político central en el análisis de las vías de construcción y de consolidación de la
democracia en Brasil. El partido nació de una base sindicalista que articula, en el
plano discursivo, un proyecto político de carácter democrático-popular y que por tal
razón conquistó paulatinamente el apoyo de los movimientos populares y sociales.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 131-154.
Los desafíos de Coutinho para pensar el Brasil contemporáneo:
un regreso a Gramsci
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para pensar, en lo concreto y en lo complejo de la disputa de proyectos políticos,
cómo construir las vías para la consolidación de un proyecto político democráticopopular.
En el plano intelectual, pertenecer a un partido le permitía retomar las problemáticas
teóricas y las tensiones socio-políticas que emergían al calor de las luchas cotidianas
en la arena política brasileña. Un verdadero reto de repensarlas bajo dos matices: el
teórico-metodológico, con vistas a una ampliación de la teoría social marxista en la
interpretación del fenómeno político de Brasil, y en segundo lugar, posicionarse
frente al desafío de un análisis coyuntural dinámico, cotidiano, igualmente creativo
en el proceso de maduración conceptual y de profundización de una lectura de Gramsci en Brasil, revitalizando las categorías gramscianas en las particularidades históricopolíticas y en el porvenir que se construye cotidianamente. Un semillero para una
labor interpretativa lúcida, estrechamente vinculada a la lucha social y política.
La afiliación de Coutinho al Partido de los Trabajadores (PT) no fue una decisión
inmediata. Requirió de un proceso de maduración y diálogo con otros compañeros
intelectuales-militantes, entre ellos Leandro Konder y Milton Temer, que culminó
con su decisión de afiliarse al PT en 1989. Acerca de su adhesión al PT, Coutinho
afirmaba en la entrevista: “lo que me fascinó del PT es que parecía una bella invención
política, muy distinta del PCB del cual yo estaba saliendo: era un partido con tendencias
y corrientes, extremadamente ligado al movimiento social, con una clara vocación
de convertirse en un partido de masas”.
En el periodo en que fue militante del PT vivió la elección de dos gobiernos de carácter
neoliberal: el de Fernando Collor de Melo y el de Fernando Henrique Cardoso.
Conforme se afirmó anteriormente, su aguzado análisis teórico, fuertemente inspirado
en el legado del pensamiento filosófico-político de Gramsci, le permitió desvendar
las tramas y trampas del neoliberalismo en su intento de limitar la amplitud de la
democracia y la participación política de la sociedad civil. Veía el ascenso del PT al
gobierno como la materialización de un proyecto político democrático-popular que
fuera capaz de interrumpir el proyecto neoliberal, deconstruyendo el uso políticoideológico del concepto de “sociedad civil” y recuperando su sentido en clave
gramsciana, directamente relacionado con el concepto de “Estado ampliado”.
Sin lugar a dudas, una coyuntura política de elección de un gobierno popular de
corte progresista brindaba una atmósfera esperanzadora. Luiz Inácio Lula da Silva
era el representante de un movimiento político histórico de lucha de la clase
trabajadora; un movimiento articulado con los movimientos populares y sociales que
logró convocar a un importante sector de las clases medias y constituirse en una
fuerza histórica de enfrentamiento a la dictadura militar. La agenda política articulada
por la fuerza histórica representada por el PT, en alianza con la base popular,
EL ESTADO BRASILEÑO ACTUAL EN CLAVE GRAMSCIANA: UNA APROXIMACIÓN...
145
Aunque la fuerza nacional-popular representada por el PT tenía un perfil de
construcción de una democracia de masas, de carácter popular (Coutinho, 2000), el
proyecto político neo-desarrollista del gobierno de Lula no rompió con las políticas
económicas neoliberales. En el campo político, una de las principales ambigüedades
de la gestión de Lula fue el mantenimiento del dominio de las viejas estructuras de
poder y de control de los órganos de gobierno, pese a la creación de algunos espacios
destinados a la participación de la sociedad civil, como los consejos de políticas
sociales de seguridad alimentaria, vivienda y salud (Dagnino, 2002; Dagnino, Olvera
y Panfichi, 2006).
Algunos autores consideran que las políticas de combate a la miseria y de reducción
14
Entrevista a la revista
CULT.
ÉPOCA , NÚM .
Coutinho señala que el ascenso del PT al gobierno estuvo marcado por la emergencia
de contradicciones y ambigüedades en la relación institución-movimiento, una
problemática central que debía ser abordada política y teóricamente, que no se
presentaba por casualidad. Justamente por conocer los retrocesos de la historia
política brasileña, caracterizada por episodios políticos de interrupción y/o
suplantación de cualquier intento de construcción de un proyecto político de base
popular, Coutinho temía una regresión política en el transcurso de la construcción
democrática. Es decir, temía que se repitiera una “revolución pasiva”, aunque ahora
bajo la conducción de un partido de base popular. Tal recelo se confirmó al verificarse
el paulatino cambio del PT, que pasó de una posición política de representación
popular vía partido a un proceso de burocratización y cooptación, lo que significó “la
pérdida de la dialéctica entre movimiento e institución, concentrándose el partido
sólo en la lucha institucional, electoral”.14
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Por otro lado, la elección de un presidente proveniente de un partido de amplia base
popular representaba un gran desafío en la materialización de una alternativa política
conducida en la forma partido y en su articulación con la masa. En términos
gramscianos, de una ampliación del Estado, de construcción hegemónica en el enlace entre sociedad política y sociedad civil. En esa coyuntura, Coutinho experimenta
una nueva fase de inmersión política y teórica para interpretar esa etapa de la historia
política brasileña.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 131-154.
reivindicaba los derechos políticos plasmados en la Constitución de 1988 y el regreso
de la regulación del Estado de la política nacional de desarrollo. Una esperanza que
se sumaba al esfuerzo de recuperación de la conducción política abierta por otras
fuerzas históricas y enunciadas con el giro político latinoamericano iniciado con la
elección de Hugo Chávez en Venezuela.
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de la pobreza, como el aclamado Programa Hambre Cero y la Beca Familia/Escuela,
aplicadas en el gobierno de Lula, constituyeron una acción contrainsurgente por
parte de los gobiernos de corte progresista, sometiendo a un amplio sector de la
sociedad civil a una “clave codificada de control y dominio” (Zibechi, 2010), debilitando
la base de los movimientos populares, que emprendieron su lucha por una ampliación
de los derechos y en enfrentamiento con el Estado.
Otros autores ponderan la perspectiva analítica de Coutinho (2000) respecto a la
existencia de dos proyectos en disputa: el proyecto nacional de democracia de masas
(encabezado por el PT), y el proyecto de liberalismo burocrático, representado por
Fernando Collor de Melo. Mostrando la debilidad política del gobierno de Lula y el
análisis de Coutinho, Oliver afirma que:
(…) el PT y su gobierno no tienen un proyecto de desarrollo político de la sociedad
civil y por lo tanto tampoco de “democracia de masas”, tal como lo demostró la
crisis ética y política del 2004 al 2006. Además, el concepto de “democracia de
masas” de Coutinho es discutible en sí mismo pues tiene como referencia las opciones
políticas de los Estados del fordismo periférico y no la lucha actual en que el gran
problema es cómo desarrollar el empoderamiento de la sociedad civil popular,
profundizar la democracia participativa y abrir espacio a lo público determinado
por la sociedad (2009:68).
Coutinho señaló las ambigüedades y contradicciones del PT en la arena política brasileña.
Para comprenderlas, regresó a la teoría social gramsciana, en busca de un aliento y de
respuestas, inmediatas y a largo plazo, respecto a las razones del “fracaso” de la izquierda
brasileña en el poder. Asimismo, para identificar qué posibilidades concretas tenía
Brasil para retomar el proyecto democrático-popular en sus manos y enfrentar la crisis
latente del Estado en el marco de un gobierno progresista. En este sentido, identificó
que el formato de Estado que emergió en la gestión de Lula no se diferenciaba de los
procesos histórico-políticos de conformación de bloques de poder en Brasil. Era una
inquietud política que abarcaba la preocupación por el rumbo tomado por el partido,
pero también por su base política representada por los movimientos sociales y populares.
Coutinho afirmaba en la entrevista a la revista CULT :
(…) estoy muy preocupado con algunas tendencias más recientes, no sólo las del
PT , sino también las de la izquierda mundial en general, de ir hacia el centro y no
diferenciarse suficientemente de otras fuerzas políticas. Eso resulta, entre otras
cosas, de una pérdida de la dialéctica entre movimiento e institución (…) Pero eso
no es simplemente una opción de partido; resulta también del hecho de que el
movimiento social se vació en Brasil. Si hubiera una efervescencia de movimientos
sociales, el PT tendría que tener una interlocución con ellos. Como no la hay, con
excepción del MST, la tendencia normal es que el partido se concentre en la actuación
institucional.
EL ESTADO BRASILEÑO ACTUAL EN CLAVE GRAMSCIANA: UNA APROXIMACIÓN...
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Tal afirmación explica el campo problemático de la relación dialéctica entre institución
y movimiento: un extremo intervencionista y autoritario del Estado conformado a
partir de la emergencia histórica de proyectos nacionales acordados bajo una lógica
propia de la “revolución pasiva”, lo que conllevó a la falta de autonomía de las clases
subalternas de la sociedad civil brasileña.
En el campo de la disputa hegemónica, representó la lucha de las fuerzas políticas
elitistas para garantizar el pleno desarrollo del capitalismo en Brasil. En términos de
ÉPOCA , NÚM .
No obstante, la elección de Lula no representó la construcción de un proyecto político
capaz de hacer efectiva la consolidación de una democracia participativa con desarrollo
nacional-popular. Aunque su proyecto político enarboló un discurso anti-neoliberal y
anti-transnacional, con el objetivo de recuperar la regulación estatal de la economía
y de la política, su expresión política estuvo marcada por una tendencia neodesarrollista y nacionalista de orientación económica neoliberal. Si anteriormente,
en el marco de los gobiernos neoliberales de Fernando Collor y de Fernando Henrique
Cardoso, se da un enfrentamiento del PT, de la Central Única de los Trabajadores
(CUT) y del Movimiento de los Sin Tierra (MST) ante el avance de las políticas neoliberales,
bajo la gestión de Lula se debilitan políticamente el PT y la CUT, dejando de ofrecer
resistencia al neoliberalismo. “Lo más grave del gobierno petista no es que haya
abandonado las viejas propuestas y se haya adscrito al neoliberalismo. Al hacer eso,
ellos vaciaron a las fuerzas sociales que resistían al neoliberalismo, entre ellos el PT y
los movimientos sociales” (Ibid.), lamenta Coutinho.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Por tal razón, proclamaba de forma optimista que los albores del siglo XXI representaban
un momento histórico novedoso en Brasil, ya que se había electo como presidente
a un candidato proveniente de un partido de base popular, resultado “del crecimiento
y del fortalecimiento de una de las más importantes instituciones de la sociedad civil
–un partido político– el PT” (s/f). En la mirada analítica de Coutinho, esto representaba
la victoria de un proyecto político construido en el marco de la apertura política en
Brasil, de acuerdo a lo expresado por el conjunto de los movimientos populares y
sociales en su enfrentamiento con los regímenes militares.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 131-154.
Carlos Nelson Coutinho subrayó la función política del partido en tanto agente de la
gran política, capaz de aglutinar las luchas sociales y de universalizar las demandas de
los diferentes segmentos de la sociedad. En ese aspecto residía la gran diferencia
política entre un partido y un movimiento social. Éste organiza su agenda en virtud
de demandas específicas que pueden convergir y dialogar con otras luchas, pero no
siempre vincular demandas de carácter universal a nivel de la macro política. Para
Coutinho, al partido le correspondía la construcción de canales de interlocución y de
diálogo con los movimientos para hacer universal el conjunto de reivindicaciones
que emergen de la base de la lucha popular.
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LIA PINHEIRO BARBOSA
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
ÉPOCA , NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 131-154.
construcción democrática expresó una concepción sesgada de la democracia, limitada
a una lógica de participación conducida y acotada por el mismo Estado. También un
empobrecimiento de las dinámicas de participación popular de los segmentos
organizados de la sociedad civil, los cuales, aunque reconocidos legal e institucionalmente por el Estado, no lograron cambiar sustancialmente los parámetros culturales
y políticos definidos por las fuerzas políticas históricamente en el poder.
En clave gramsciana, el triunfo de la “pequeña política” sobre la “gran política” fue
uno de los elementos fundamentales de la hegemonía neoliberal en Brasil. En este
sentido, Coutinho comprueba y advierte: “las modificaciones de gobierno no alteran
las relaciones de poder”.15 Lo que se observó en los dos periodos de gobierno de
Lula y en los dos primeros años del gobierno de Dilma Roussef fue la consolidación
de una política de estabilidad partidaria como proyecto, con la adopción de una
política social de fuerte base asistencialista, de transferencia condicionada, responsable
de un creciente proceso de apolitización de la sociedad civil y de fortalecimiento del
aparato ideológico neoliberal, reemplazando el concepto y la lucha desde la dimensión
de los “derechos” (eje medular de la agenda política del movimiento popular de los
años setenta a los noventa, en Brasil), y reduciendo el debate político a la perspectiva
de “oportunidad” de acceso a un beneficio del Estado.
Se observan tres características del gobierno de Lula: primero, lo que Coutinho
califica como “blindaje de la economía”, es decir, la preocupación del gobierno de
proteger la economía, aplicando una política económica dirigida al mantenimiento
del capital financiero, garantizando los intereses político-económicos de las élites
consolidadas históricamente en el poder, como por ejemplo, los latifundistas, que
ampliaron de manera significativa sus ganancias con el avance del agro-negocio y la
aprobación del nuevo Código Florestal, durante la gestión de Dilma Roussef.
Una segunda característica, que tiene relación con la primera: el gobierno de Lula se
convirtió en un tercer periodo de la gestión de Fernando Henrique Cardoso, por
mantener prácticamente la misma política económica neoliberal. Aunque hubo una
recuperación de la dimensión social del Estado, se instrumentó una política social de
fuerte carácter asistencialista, culminando en un proceso de desarticulación política
de los movimientos populares y sociales.
Coutinho señala la conformación de dos grupos partidarios, representados por el PT
y su adversario directo, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), partido
de derecha, lo que hizo imposible un cambio estructural en el nivel de la correlación
Afirmación realizada en entrevista a la Revista Sem Terra, edición de noviembre/diciembre de
2005.
15
EL ESTADO BRASILEÑO ACTUAL EN CLAVE GRAMSCIANA: UNA APROXIMACIÓN...
149
Cabe destacar que Coutinho no logró profundizar su análisis de los desafíos que se
les presentaban a los movimientos sociales, en particular al MST, frente a un gobierno
que se asumió como de izquierda progresista y de carácter popular, pero que
16
Término utilizado por Carlos Nelson Coutinho.
En realidad, este es un planteamiento de Lenin luego recuperado por Gramsci que, más que
aludir a la idea de alianza, refuerza la problemática campesina como momento propicio para que se
genere una institucionalidad campesina en tanto fuerza política, con un proyecto político de carácter
nacional.
18
Uno de los principales movimientos sociales campesinos de Brasil, con un proyecto educativopolítico de formación de cuadros y que tuvo un papel fundamental en el fortalecimiento del PT.
17
ÉPOCA , NÚM .
A pesar de las limitaciones políticas y el carácter conservador del gobierno de Lula,
Coutinho vislumbraba una alternativa política vía movimiento social, considerado
una fuerza social de contrapunteo político en tiempos de crisis de un partido de
representación de las masas. En clave gramsciana, pensar la construcción de la
hegemonía a partir de una alianza de clase.17 En este sentido, reconocía en el
Movimiento de los Sin Tierra (MST)18 la materialización de esa fuerza política. Por
otro lado, veía con recelo que el proceso de cooptación sufrida al interior del PT y de
la Central Única de Trabajadores (CUT) se extendiera a otras instancias de participación
política popular, como por ejemplo, al interior del propio MST. Por tal razón afirmaba
en la entrevista a la Revista Sem Terra : “es fundamental que los movimientos sociales
no claudiquen frente a este tipo de política pequeña y sigan incluyendo sus demandas
en la agenda política general. En ese sentido, el MST ha cumplido su papel. Quizá sea
el único movimiento social significativo en Brasil que sigue discutiendo las cuestiones
estructurales”.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Es menester subrayar una vertiente interpretativa de Coutinho el año en que Lula es
electo presidente y en la que se refiere a los desafíos que se presentaban al nuevo
gobierno, sobre todo en lo que se refiere a las negociaciones para una política
“reformista-revolucionaria”.16 Según el autor, la correlación de fuerzas en 2003 no
era favorable a la elección de un presidente de base popular, lo que requirió la
construcción de alianzas políticas que hicieran posible la elección de Lula. Coutinho
consideraba que el proyecto político del PT afectaría directamente a las clases
tradicionalmente más favorecidas, un error analítico prontamente identificado por
él, que le posibilitó dar un giro político-analítico para repensar el fenómeno de la
izquierda brasileña en el poder.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 131-154.
de fuerzas políticas en Brasil. En palabras de Coutinho en la misma entrevista a la
Revista Sem Terra : “luego de la cooptación del PT, la disputa electoral tiende a la alternancia de dos grupos partidarios con proyectos similares, sin perspectiva de cambios
estructurales”.
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LIA PINHEIRO BARBOSA
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ÉPOCA , NÚM .
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instrumentó una política social que cercenó la participación política y la determinación
de lo público por parte de la sociedad civil. Por otra parte, Carlos Nelson Coutinho
deja huellas analíticas para insistir en un análisis de la teoría social de Gramsci, en un
esfuerzo colectivo por recuperar el hilo conductor de los conceptos gramscianos
para pensar el Estado, la sociedad civil y la política en Latinoamérica y el Caribe. En
particular, para asumir el desafío de seguir debatiendo sobre los retos de los
movimientos sociales en la disputa hegemónica y en la consolidación de proyectos
políticos de carácter democrático-popular, sobre todo en el marco de las
contradicciones propias de los gobiernos de izquierda.
En este sentido, recuperamos uno de los ejes analíticos presentados en el primer día
del II Coloquio Internacional Contribuciones latinoamericanas sobre el Estado y la
política. Aplicaciones gramscianas, cuando se planteó que el cambio de época que
se vive hoy continentalmente implica pensar América Latina y el Caribe como una
unidad problemática y, en especial, la necesidad de pensar al Estado de forma integral.
Apoyado en este matiz analítico, Coutinho analiza los enfoques teórico-metodológicos de la sociología política de Gramsci y sus aportaciones para un análisis a
profundidad de la región: ¿En qué medida los movimientos sociales retoman un
debate político crítico acerca del Estado en la búsqueda por romper con el carácter
cosificado y ajeno del mismo?
Tal pregunta requiere un aliento analítico para ser respondida. Para un primer intento
interpretativo y tomando el sendero analítico abierto por Coutinho, debe recuperarse
el importante papel de la lucha popular brasileña, desde las dictaduras militares y a lo
largo de los gobiernos neoliberales. Esto es, la vinculación –en el campo de la
resistencia popular– de una reflexión teórico-política central con dos referentes
categoriales de la tradición marxista: la categoría oprimido, profundamente analizada
por Paulo Freire, y la categoría hegemonía, núcleo analítico de la obra gramsciana.
En este sentido, en una coyuntura caracterizada por un proyecto político y una
ideología de corte desarrollista y modernizador para el continente,19 con la instauración
paulatina de gobiernos dictatoriales y regímenes militares, la categoría oprimido
emerge como un referente ordenador que rápidamente encuentra eco entre los
movimientos populares y sociales, pues hace posible una interpretación crítica de la
realidad socio-política de este periodo, caracterizada por la exclusión social y por el
veto a una participación política legítima.
19
Y de forma muy explícita en el discurso y agenda políticos del Cono Sur.
En el ámbito de los movimientos sociales conlleva a la discusión y proposición de un
proyecto político alternativo, que pugna por el regreso a una situación humanizadora.
La inserción del pensamiento teórico-político de Gramsci converge a un encuentro y
a una relación dialógica y dialéctica con la tradición teórico-epistemológica freiriana.
Estos paradigmas han estado presentes en las luchas populares de Brasil desde la
década de los sesenta. En este sentido, los paradigmas instaurados con las categorías
“liberación” y “hegemonía”, ambas heredadas de la teoría freiriana y gramsciana,
sirven para interpretar algunos rasgos que caracterizan al conjunto de transformaciones
políticas y culturales en Brasil, pero también en América Latina. De acuerdo a
Semeraro (2007:95), entre los años 1960 y 1990, ambos conceptos “(…) se fueron
entrelazando y terminaron por influir fuertemente en los movimientos sociales, las
organizaciones políticas y en los educadores populares brasileños, imprimiendo una
unidad de fondo a sus prácticas político-pedagógicas y confiriendo una sintonía peculiar de lenguaje, de formulaciones teóricas y de proyectos socio-políticos”.20
El encuentro de ambas categorías sostuvo el debate y la praxis políticos en muchos
países del continente donde hubo una fuerte presencia de la teoría marxista como
vertiente de interpretación de los fenómenos político-culturales. Las dictaduras militares
y la aplicación de la política e ideología neoliberal abrieron una brecha en la acción
colectiva y condujeron a un proceso de reflexión crítica por parte de muchos
movimientos populares y sociales.
La desaparición del socialismo como horizonte de emancipación y el ascenso del
neoliberalismo como el “único camino” exigieron de los movimientos sociales la pro-
20
Traducción de la autora.
ÉPOCA , NÚM .
Tal escenario político suscita, en un amplio segmento de la sociedad, el anhelo por la
libertad de expresión y de participación política. No obstante, invocar la libertad
tenía un sentido más allá de una reacción inmediata a las dictaduras militares y a los
autoritarismos políticos. Era liberarse de todo un complejo de dominación política,
económica y cultural heredado de las oligarquías agrarias, las aristocracias industriales, las burguesías transnacionales, lugares de perpetuación de la dominación
simbólica, ideológica y material hasta nuestros días. El “ser oprimido” es el “ser
deshumanizado” por la larga y perversa tradición de explotación llevada a cabo en el
continente. La asunción de una conciencia histórica acerca de esta realidad social
abrió camino a un proceso dialéctico de comprensión de las contradicciones propias
de la materialidad social y política del capital (la expresión moderna de explotación
humana), un paso fundamental para pensar las posibilidades de ruptura con esa
condición humana impuesta.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 131-154.
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152
LIA PINHEIRO BARBOSA
fundización del debate y la reflexión crítica acerca de la nueva geopolítica y de su
propia actuación política para identificar las limitaciones y los desafíos para seguir
avanzando en el conjunto de reivindicaciones y demandas articuladas por sus luchas
históricas. En esa coyuntura, entra en escena un nuevo elemento para pensar la
acción política de estos sujetos: la categoría hegemonía. La consciencia de ser oprimido
implicaba la búsqueda de la liberación. No obstante, sólo podía lograrse tal liberación
asumiendo la dirección política. En términos gramscianos, había que disputar la
hegemonía en tanto fuerza social e histórica, ser capaces de articular la concientización
frente a los procesos de dominación histórica, elaborar propuestas alternativas
políticas, de conformación de subjetividades, de génesis de una nueva cultura política,
de construcción de una democracia social.
La disputa por lo hegemónico como proyecto político implica pensar al Estado como
cultura política de la sociedad, especialmente en la primera década del siglo XXI,
caracterizada por el ascenso político de los gobiernos llamados progresistas, en los
que se da una recuperación del Estado en tanto actor político fundamental. No
obstante, no se hace una crítica de ese Estado, de sus formas de reconfiguración por
parte de la sociedad civil. En el caso brasileño, es claro que no se logró un avance en
esa discusión capaz de cuestionar la institucionalidad política del Estado.
El planteamiento de las categorías “oprimido” y “hegemonía” en el marco de la
lucha social en Brasil fue central para establecer un diálogo con Coutinho respecto al
papel político del movimiento social en la construcción de una fuerza capaz de
interpelar el proyecto hegemónico del PT. A Coutinho le faltó tiempo para seguir
profundizando su análisis teórico-político sobre el gran desafío que se les plantea a
los movimientos sociales en Brasil, un desafío que puede ser traducido en la necesidad
de introducir en la agenda política el debate de cómo enfrentarse a un proyecto
político –como el enarbolado por los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma
Roussef– que articula y coordina el desarrollo del capitalismo con políticas sociales
de carácter fuertemente asistencialista, sin modificar la estructura institucional del
Estado.
Interpretar la condición histórica de deshumanización y de opresión le permitiría al
movimiento social descifrar las estrategias que están detrás de los programas de
gobierno, cuyo fin último consiste en cooptar y anular formas de participación política
verdaderamente democráticas. Asimismo, se fortalecería en tanto fuerza histórica en
disputa hegemónica con el Estado. Una posibilidad analítica que Coutinho identificó
al pensar el Estado brasileño contemporáneo. Para ello, en las últimas entrevistas
que concedió, subrayó la necesidad política de que el movimiento social tomara una
posición crítica frente al Estado. Lamentablemente no tuvo tiempo para desarrollar
esa nueva forma de pensar la sociedad civil brasileña en clave gramsciana.
EL ESTADO BRASILEÑO ACTUAL EN CLAVE GRAMSCIANA: UNA APROXIMACIÓN...
153
Concluimos esta aproximación al legado de Carlos Nelson Coutinho recuperando
un debate interno que se realizó en el marco del Proyecto Transformaciones recientes
del Estado en América Latina: una perspectiva a partir de la sociología política de
Antonio Gramsci : leer a Gramsci en el contexto del ascenso de las masas, de la
América Latina: los derechos y las prácticas ciudadanas a la luz de los movimientos
populares, Buenos Aires, CLACSO.
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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
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32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 131-154.
renovación del pensamiento crítico latinoamericano, al calor de las luchas, permite
leerlo desde otras perspectivas, otras miradas y posibilidades. Coutinho inició ese
ejercicio en continuo diálogo con Latinoamérica, el Caribe y desde los desafíos que
enfrentan los movimientos sociales de la región.
154
LIA PINHEIRO BARBOSA
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32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 131-154.
Recibido el 6 de diciembre de 2012
Aprobado el 4 de mayo de 2013
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Experiencias de análisis
del Estado y la política en Chile
Cristian Andrés Jamett Pizarro*
Resumen
El autor se aboca a realizar un recuento de las experiencias de análisis en clave gramsciana del
Estado y la política en Chile, los cuales han sido críticos respecto a los análisis más “aparatistas” y
“economicistas” de los periodos fundacionales y refundacionales de la historia nacional. Inicia con
los análisis del boliviano René Zavaleta con el objeto de explicar el momento constitutivo de la
forma del Estado moderno en Chile, en específico cómo se logró un “óptimo social” entre Estado
y sociedad durante el siglo XIX. Después, a partir de Moulian y Lechner da cuenta de la reducción
“aparatista” del análisis del Estado durante la segunda mitad del siglo XX, en el marco de la derrota
de la lucha socialista, para dar paso a un análisis del proceso de modernización capitalista, en su
dimensión cultural, durante los ochenta, de la mano de Enzo Falleto. Por último, el autor cierra con
el periodo de la transición a la democracia durante los noventa con los análisis de Carlos Ruiz y
Jaime Massardo.
Palabras clave: hegemonía, óptimo social, Estado.
Experiences of analysis of the State and politics in Chile
Abstract
The author engages in a Gramscian analysis of the State and the politics of Chile that are critical to
“government-centered” and “economic-centered” analysis. The evaluation begins with René Zavaleta
Mercado’s concept of Constitutive Moment, which helps us find out when actually Chile became a
modern State and when this country reached the so called “social optimum” at the State and society
levels during the XIX Century. Later, Moulian and Lechner’s works help us understand the reductionist “government-centered” analysis of the State, which was used during the second half of the XX
Century. After that, we will touch basis with Enzo Falleto’s work on capitalist modernization and
cultural issues of the 1980s. And lastly, we will close with Carlos Ruiz and Jaime Massardo’s writings on the transitional period of democracy during the 1990.
Keywords: hegemony, social optimum, State.
Experiências de análise do Estado e da política no Chile
Resumo
O autor propõe-se a realizar um reconto das experiências de análise sob a referência gramsciana
do Estado e da política no Chile, as quais têm sido críticas das análises mais “aparatistas” e “eco-
* Sociólogo chileno, maestro en Estudios Internacionales. Doctorante en Estudios Latinoamericanos,
UNAM, México. Área de investigación: Sociología Política. E-mail: <[email protected]>.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
ÉPOCA, NÚM .
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PP.
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nomicistas” dos períodos fundacionais e refundacionais da história nacional. Inicia com as análises
do boliviano René Zavaleta com o objetivo de explicar o momento constitutivo da forma do Estado
moderno chileno, em específico como se conseguiu um “ótimo social” entre Estado e sociedade
durante o século XIX. Depois, a partir de Moulian e Lechner, dá conta da redução “aparatista” da
análise do Estado durante a segunda metade do século XX, com referência à derrota da luta socialista,
para dar passagem a uma análise do processo de modernização capitalista, na sua dimensão cultural durante a década de oitenta, através de Enzo Falleto. Por último, encerra com o período de
transição à democracia durante os anos noventa com as análises de Carlos Ruiz e Jaime Massardo.
Palavras chave: hegemonia, ótimo social, Estado.
Zavaleta y el análisis desde la categoría “óptimo social”
En un contexto donde los análisis respecto a la Guerra del Pacifico entre Chile, Perú
y Bolivia colocaron un énfasis en la superioridad militar y económica de Chile, producto
del apoyo internacional, en particular de origen inglés (Strosser y Prince, 2009), a
contrapelo, el boliviano René Zavaleta (1986b), utilizando la categoría gramsciana
de “óptimo o ecuación social”,1 concluyó que Perú y Bolivia se presentaron a la
guerra desde una voluntad puramente estatal, mientras que en Chile el Estado tenía
la aptitud de movilizar psicológica y administrativamente al pueblo ( Ibid ).
Producto de las consecuencias que tuvo la “Guerra de Arauco” durante la colonia
para la formación del Estado, Chile había logrado una ecuación social superior a la
de sus adversarios: “abarcó a todo el pueblo y dio los elementos tempranos para
la obtención precoz de una ecuación social eficiente (…), o mejor dicho, (durante) el
encuentro entre la colonización peruana y las circunstancias de la Guerra del Arauco”
1
La ecuación social u óptimo social, no es otra cosa que la cualidad relacional de una sociedad. En
palabras de Gramsci: “Los mismos técnicos militares que ahora se atienen fijamente a la guerra de
posición como antes se atenían a la guerra de maniobras no sostienen por cierto que el tipo
precedente debe ser suprimido de la ciencia, sino que en las guerras entre los Estados más avanzados
industrial y civilmente, se debe considerar a este tipo como reducido a una función táctica más que
estratégica (…) la misma reducción debe ser realizada en el arte y la ciencia política, al menos en lo
que respecta a los Estados más avanzados, donde la “sociedad civil” se ha convertido en una
estructura muy compleja y resistente de las “irrupciones” catastróficas del elemento económico
inmediato (crisis, depresiones, etcétera) las superestructuras de la sociedad civil son como el sistema
de las trincheras en la guerra moderna. Así como en ésta ocurría que un encarnizado ataque de
artillería parecía haber destruido todo el sistema defensivo adversario, mas sólo había destruido la
superficie externa y en el momento del ataque y del avance de los asaltantes se encontraban frente
a una línea defensiva todavía eficiente, así también ocurre en la política durante las grandes crisis
económicas. Ni las tropas asaltantes, por efectos de la crisis, se organizan en forma fulminante en
el tiempo y el espacio, ni tanto menos adquieren un espíritu agresivo; recíprocamente, los asaltados
no se desmoralizan ni abandonan la defensa, aun entre los escombros, ni pierden la confianza en
las propias fuerzas ni en su porvenir. Las cosas, por cierto, no permanecen tal cual eran” (Gramsci,
citado por Zavaleta, 1986b:61). Finalmente “En Oriente, el Estado era todo, la sociedad civil era
EXPERIENCIAS DE ANÁLISIS DEL ESTADO Y LA POLÍTICA EN CHILE
157
En resumen, el momento constitutivo de Chile, es decir, “de dónde viene este modo
de hacer las cosas: las razones originarias (…) en que las cosas comienzan a ser lo
que son, y es a eso a lo que llamamos el momento constitutivo ancestral o arcano”
(Ibid.:68), se encuentra en una crisis profunda del siglo XVI, ya que una cosa es que el
“acto intersubjetivo originario” fuera la agricultura o la lógica de los consejos, como
lo fue en el caso de Perú, y otra que lo sea el imperativo militar, “en el cual se debe
mandar y obedecer porque el precio de lo contrario es la desaparición”.
Nadie cambia sus hábitos porque sí y si estos hombres (los de la hueste indiana)
vinieron a ser amos de sí mismos en la utopía señorial de entonces, no debían aceptar
la lógica implacable y tempranísima del ejército regular sino porque había una
primitiva y gelatinosa; en Occidente, entre Estado y sociedad existía una justa relación y bajo el
temblor del Estado se evidenciaba una robusta estructura de la sociedad civil. El Estado sólo era una
trinchera avanzada, detrás de la cual existía una robusta cadena de fortalezas y casamatas” (Ibid.).
En otras palabras “‘El sistema de trincheras’ (…) el conjunto de mediaciones, estructuras y soportes,
mediante las cuales existe la sociedad civil o sea aquella fase intermedia sin la cual la voluntad
consiente de la política o irresistibilidad (el Estado) y la sociedad (o sea el espacio de ofrecimiento de
las circunstancias a la voluntad política o el de recibimiento de ella) no se pueden conocer la una a
la otra” (Ibid.:62).
ÉPOCA , NÚM .
(…) aceptar todo lo necesario para la supervivencia de aquello que está amenazado,
es decir de aquella sociedad que así fuera del modo más embrionario tenía no obstante los elementos de su reconocimiento inicial. Decir de otro lado que la guerra
obliga a sustituir el carácter privado de la hueste indiana por el ejército estatal y
nacional es algo que tiene grandes significaciones. El particularismo señorial cede
aquí ante el requisito de una forma nacional de la represión, porque en el absolutismo
lo estatal precede a lo nacional (Ibid.:79).
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
La verdadera respuesta a esto fue la aparición del Estado chileno, que, según Zavaleta:
“Entonces, y sólo cuando el abismo se abría, fue creado un ejército estatal enteramente
pagado con fondos públicos y a la usanza ya largo tiempo impuesta en Europa”
(1986a:78). Para Zavaleta, la formación temprana del ejército estatal era expresión
de:
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(Ibid.:76). Este contexto de expansión y asentamiento se caracterizó por un “choque
entre una colonización a la vez señorial y privada y formas pre-estatales de organización
y de guerra por parte de los araucanos. Se diría más bien que se trata del fracaso
español en este encuentro” (Ibid.:76). Los mapuche no tenían una organización
general sino que practicaban un típico “pacto para la guerra” y eso conducía a una
suerte de multiplicación indefinida de los centros de la sociedad y por consiguiente a
la futilidad de la paz (Martínez, citado por Zavaleta, 1986b).
158
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perentoriedad que se imponía sobre cualquier creencia. Donde a diferencia del Perú
colonial, el Estado chileno no se configura como un hecho burocrático, sino por el
ejército, comprendido como materia estatal, es decir no como violencia corporativa,
privada u ocasional, sino como latencia coercitiva general (Ibid.:80).
La categoría de “óptimo social” permitió considerar determinaciones dependientes
producto de la formación de las economías periféricas durante el siglo XIX, factores
históricos propios que le dieron especificidad al Estado chileno. El papel de la “Guerra
de Arauco” y la formación temprana del ejército regular-estatal condicionaron su
momento constitutivo y la forma en que la sociedad y el Estado se integraron de
manera discontinua durante el siglo XIX.
Unidad Popular y crisis hegemónica
Durante la década de los sesenta y los setenta, la recepción de Gramsci en Chile se
vio obstaculizada por el bloqueo que hiciera la influencia althusseriana (Santucci,
citado por Massardo, 2012) y la serie de “manualizaciones” del marxismo,
destacándose la obra Los conceptos elementales del materialismo histórico de la
chilena Marta Harnecker (1969/2007). Así, Moulian (1984) señala que esta influencia
tuvo grandes y graves consecuencias para la izquierda chilena, a pesar de que Althusser
distinguió entre aparatos ideológicos privados y públicos, permitiéndole comprobar
que “mientras que el aparato (represivo) de Estado (unificado) pertenece enteramente
al dominio público, la mayor parte de los aparatos ideológicos de Estado (en su
aparente dispersión) provienen, en cambio, del dominio privado. Son privadas las
Iglesias, los partidos, los sindicatos, las familias, algunas escuelas, la mayoría de los
diarios, las instituciones culturales, etc.” (Althusser, 1970:7 y 8). Todos sobre
determinados por la infraestructura material, específicamente, el modo de producción
capitalista.
En este marco, el sociólogo chileno Tomás Moulian manifestó:
(…) nos hicimos “althusserianos”. Nuestro entusiasmo de conversos ante una obra
cuya importancia entendíamos a medias (…) sin reparar asumimos su anti–humanismo
teórico (…). Quizás nuestra renuncia fuera propia de toda ruptura, pero la crítica de
Althusser comprendía tanto la moral idealista como la totalidad de la tradición filosófica
humanista. No sospechamos el significado real de calificar al humanismo como una
ideología, de reemplazar el binomio individuos-esencia humana por los nuevos
conceptos de fuerzas productivas y relaciones de producción (1984:8).
Es a partir de la década de los setenta, específicamente, que comienzan a utilizarse
algunas categorías gramscianas al calor del proceso político de la Unidad Popular,
aun cuando la prioridad estaba puesta en la gestión diaria del poder político, más que
EXPERIENCIAS DE ANÁLISIS DEL ESTADO Y LA POLÍTICA EN CHILE
159
La insuficiencia teórica de concebir al Estado como una categoría posterior y
dependiente de las categorías económicas tiene sus consecuencias prácticas: tomar
la lucha política como simple correlato de la estructura económica y plantear el
problema del Estado sólo en función de una transformación de las relaciones
capitalistas de producción. Como, por otra parte, se reconoce que la transformación
de las relaciones de producción es una lucha política, se proclama “la conquista del
poder” como objetivo central (Ibid.:21).3
2
Cabe señalar que en sus últimas obras, Lechner concluye que el Estado se explica “como una
instancia de coordinación política de los distintos subsistemas de la vida social”, analizando el Estado
como “sociedad política”, esto es, “como conjunto de instituciones de conducción política,
administración y represión; instancias de poder, legalidad, legitimidad, elaboración política, que
aunque son legitimadas por la sociedad, prevalecen separadas y diferenciadas de ella” (Lechner,
citado por Oliver, 2009:13).
3
Debe recordarse que para Gramsci, el Estado “normalmente se entiende como sociedad política
(es decir, la dictadura del aparato coercitivo para conducir a la masa del pueblo a la conformidad con
el tipo de producción y economía dominante en un momento dado), y no como equilibrio entre
sociedad política y sociedad civil (es decir, la hegemonía de un grupo social sobre toda la sociedad
nacional ejercida a través de las llamadas organizaciones privadas como la Iglesia, los sindicatos, las
escuelas, etc.). La sociedad civil es precisamente el campo especial de acción” (Gramsci, citado por
Hobsbawm, 2011:338). Siendo en occidente, señala Gramsci, donde la sociedad civil adquiere
cada vez mayor injerencia y va asumiendo cada vez más decisiones vitales sobre el conjunto de la
sociedad, que a su turno funciona también cada vez más como Estado Ampliado (Oliver, citado por
Massardo, 2012:107).
ÉPOCA , NÚM .
En otras palabras:
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
En este marco, aparecieron las primeras reflexiones gramscianas dotadas de mayor
sistematicidad y condicionadas por un escenario de derrota del campo popular. Entre ellas, cabe destacar las primeras obras en Chile del alemán Norbert Lechner
(2004), quien intentó explicar la derrota desde la propia tradición marxista, en particular a partir de Gramsci, Luxemburg, Bloch y la “Escuela de Frankfurt” (1977/
2006). El leitmotiv, según Lechner, se encuentra en que no se distinguió entre “Estado
y aparato estatal, problema planteado por la estrategia de la izquierda chilena en la
que las dos categorías se confunden e identifican” (2004:18).2
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 155-164.
en la posibilidad de una tregua para (re)pensar el proceso de forma estratégica
(Massardo, 2012). Conceptos como el de “intelectual orgánico” fueron reducidos a
la necesidad de justificar al “intelectual partidario” (Faletto, 1991). No obstante, no
fue hasta los años posteriores al golpe de Estado, señala Massardo, que resultó
reveladora cierta percepción de orfandad teórica “quizás de la intuición de la clausura
de determinadas tradiciones teóricas de una época, de la necesidad de búsqueda de
nuevos referentes que permitieran esclarecer el nuevo escenario chileno y
latinoamericano de los años 70” (2012:57).
160
CRISTIAN ANDRÉS JAMETT PIZARRO
En este análisis se terminó por entender al Estado como algo externo a la sociedad
civil, redujo su condición a la de aparato estatal e hizo de la burocracia cívico-militar
un sujeto supra-social (Ibid.).
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
ÉPOCA , NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 155-164.
En una línea similar, Tomás Moulian, en su texto Democracia y socialismo en Chile,
donde reúne artículos elaborados entre 1973 y 1981, concluirá que desde antes del
triunfo de Salvador Allende,
(…) los sectores monopólicos comienzan ya a discernir la necesidad de restaurar la
hegemonía (…). Por cierto que el triunfo de Allende interrumpió la maduración
natural de ese proceso pero simultáneamente lo agudizó, lo llevó hasta puntos
extremos de tensión. Esa agudización adoptaba un doble sentido: 1) la posibilidad
de hegemonía burguesa y, por ende, la posibilidad de reproducción del esquema de
desarrollo se hacía problemática, y 2) no logró imponerse una hegemonía alternativa,
al continuar funcionando con la misma institucionalidad, con un sistema político
abierto, mucho más sensible que los anteriores a las presiones y demandas, y además
sin una dirección política coherente (1984:41).
En este contexto, resulta interesante ver cómo las primeras lecturas de la derrota, tanto
la de Lechner como la de Moulian, recurren a una perspectiva de mayor profundidad
histórica para dar cuenta de algo que hasta esa fecha se había realizado casi en exclusiva
en términos de una coyuntura político-militar. Sí, se considera que la sociedad civil no
estaba hegemonizada por el proyecto socialista, por el contrario, en ella anidaban
importantes sectores tradicionales y conservadores, entre ellos el ejército.
Modernización capitalista en Chile
A diferencia de las lecturas de los sectores socialistas y comunistas de la época, la
modernización no era sólo “en el campo de lo económico (…) a pesar de todo era
evidente el carácter excluyente de la misma” (Faletto, 1991:10). A la derrota de la
Unidad Popular en la década de los ochenta, vino una segunda derrota en el plano
cultural, de los valores y de la concepción de mundo tributaria del periodo socialista,
a partir del perfilamiento de un nuevo tipo de “sujeto económico” que promovió la
modernización capitalista-neoliberal emprendida por la dictadura.
En palabras de Faletto,
(…) los aspectos de la transformación social a la que se aludió y el grado de
estructuración y de escasa visibilidad del movimiento popular –por efecto del régimen
autoritario– significaron que no fuera fácil percibir a los portadores sociales de tales
alternativas. De modo entonces que la preocupación por lo cultural pasó
predominantemente a ser una preocupación por la inserción en la “nueva cultura”
más que la preocupación por fundar una cultura alternativa (Ibid.).
EXPERIENCIAS DE ANÁLISIS DEL ESTADO Y LA POLÍTICA EN CHILE
161
La transición en Chile se había explicado de forma recurrente a partir de los obstáculos
que significaron los “enclaves autoritarios” heredados de la dictadura militar (Garretón,
2004), los cuales no permitían profundizar la democracia. Estos eran: “institucionales
(leyes y la Constitución), socioculturales (valores autoritarios, etcétera), basados en
los actores (las Fuerzas Armadas o actores de veto), o ético-simbólicos (problemas de
derechos humanos no resueltos)” (Garretón, citato por Siavelis, 2009:1). Enclaves
que fueron resultado de diferentes tipos de acuerdos o pactos entre la oposición
democrática y quienes detentaban el poder autoritario, con el fin de restaurar las
normas democráticas y devolver finalmente el poder a los civiles, teniendo como
resultado la aceptación de la Constitución heredada, y con ello un sistema político controlado por una minoría y donde cualquier modificación no hacía otra cosa
que reproducir el mecanismo debido al alto porcentaje para realizar cambios constitucionales.
Para Carlos Ruiz, el proceso de transición a la democracia se caracterizó por “la pérdida de peso del (aparato) Estado en la dirección cultural de la sociedad, a manos de
4
Para este periodo de modernización capitalista, en particular, Massardo señala que el “capital no
ha tenido nunca como objetivo prioritario la represión, sino la realización de la plusvalía. Manteniendo
la lógica de la dominación o, mejor aún, perfeccionándola, los intereses más generales del sistema
deben resolver en consecuencia el problema de otorgarle estabilidad modelo” (2012:100).
5
Massardo muestra una serie de antecedentes para demostrar el interés de la derecha chilena por
Gramsci. Para profundizar al respecto, vid. Jaime Massardo (Ibid.:64).
ÉPOCA , NÚM .
La transición a la democracia vista en clave gramsciana
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
(…) la atención e interpela a la derecha política, preocupada por la necesidad de
asegurar la permanencia de un sentido común que le asegurara la continuidad de su
propia hegemonía (…) Debe entonces reemplazar la coacción, propia del momento
dictatorial, por un nuevo consenso, por un “consenso pasivo e indirecto”, como nos
sugiere Gramsci. Este reemplazo se traduce de una manera visible en un proyecto
cultural que, a partir de la década de 1980, lograda la transición a la nueva fase de
producción –la única transición realizada cabalmente hasta ahora en Chile– impregna
el devenir cotidiano, reforzando las tendencias de la acumulación y replanteando la
lógica social del escenario local (Ibid.:64).5
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 155-164.
En un contexto en que la derecha chilena venía dando cuenta de un proceso de
agotamiento del gobierno militar y la necesidad de sustituirlo por una administración
civil –pues el régimen ya había cumplido su función, desde el punto de vista del
capital,4 de terminar con cualquier tipo de obstáculo institucional y social–, es posible
percibir que la reflexión gramsciana comienza a interesar a un público más vasto
(Massardo, 2012). Gramsci atrae ahora
162
CRISTIAN ANDRÉS JAMETT PIZARRO
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
ÉPOCA , NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 155-164.
la iglesia y de los medios de comunicación masiva (…) ejemplo que obliga a considerar
el Estado y el sistema jurídico formal, a la situación general del poder en la sociedad,
para poder registrar las correlaciones reales de fuerzas” (Ruiz, 2008:163). En otras
palabras, si bien se volvieron a realizar elecciones democráticas, “la guerra de
trincheras” que habían desplegado los grupos conservadores en la “sociedad civil”
les permitió prescindir del control del poder ejecutivo durante dos décadas.
Frente a esa transición formal, pactada y por arriba, Massardo (2012) señala que en
la actualidad, por primera vez está en curso una verdadera “transición a la democracia”,
esta vez por abajo y producto de la reactivación del campo popular frente al modelo
neoliberal y la forma histórica del Estado centralista, produciendo movilizaciones
estudiantiles y regionales que crecieron en intensidad y masividad durante la segunda
mitad de la década del dos mil, teniendo como efecto:
(…) el quiebre del sentido común impuesto por la dictadura y custodiado por los cinco
gobiernos que le sucedieron: la posibilidad de iniciar por primera vez, desde la salida
de la dictadura, un proceso de transición a la democracia en Chile, y la posibilidad de
ascenso de un nuevo bloque histórico (…) creando entonces, de hecho, una situación
de hegemonía civil (Massardo, 2012:106 y 107).6
Conclusión
Los momentos considerados por los análisis gramscianos del Estado y la política en
Chile, específicamente la Guerra del Pacífico de 1879 (Zavaleta,1986a y 1986b), el
golpe militar de 1973 (Faletto, 1991; Lechner, 2004; Moulian, 1984), así como la
transición a la democracia en la década de los noventa (Massardo, 2012; Ruiz, 2008),
constituyen las expresiones coyunturales de fuerzas orgánicas-históricas que se
enfrentan, ya sea militar o políticamente, donde la categoría de “óptimo o ecuación
social” permite explicar los factores que determinaron el resultado final de estos
hechos históricos.
La forma del Estado chileno estuvo condicionada por la Guerra del Arauco, haciendo
que se conformara un ejército profesional-estatal y con ello, su “momento constitutivo”
(Tapia, 2009; Zavaleta, 1986a y 1986b): la presencia y condicionamiento de la
sociedad chilena en el Estado. No obstante, no es en el ejército “donde debe buscarse
6
Massardo concluye que “la unidad de los trabajadores y estudiantes, y entre estos y otras capas de
la población, toma fuerza hoy en Chile y va constituyendo su condición de posibilidad en la propia
expansión de la sociedad civil, dando pie a una nueva hegemonía civil que se desplaza en la perspectiva
de darle cuerpo a un nuevo bloque histórico” (Ibid.:108). En esta misma línea, otro historiador
marxista, Gabriel Salazar, llegó a señalar que en 2011 Chile se encontraba en una coyuntura prerevolucionaria.
EXPERIENCIAS DE ANÁLISIS DEL ESTADO Y LA POLÍTICA EN CHILE
163
(…) estructura contradicciones insanables y que las fuerzas políticas que actúan
positivamente para la conservación y la defensa de la estructura misma se esfuerzan
por sanarlas y superarlas dentro de ciertos límites. Esos esfuerzos incesantes y
perseverantes (puesto que ninguna forma social confesará nunca que está superada)
constituyen el terreno de lo ocasional, en el cual se organizan las fuerzas antagónicas
que tienden a demostrar (…) que existen ya las condiciones necesarias y suficientes
para que puedan, y por tanto deban, resolver históricamente determinados
problemas (Ibid.).
Si bien en el caso chileno ha existido un déficit respecto a la constitución de un
movimiento gramsciano en términos de comunidad “científica” y que los análisis
realizados han sido más bien individuales, esta selección de autores respecto al Estado
y la política en Chile permite visualizar la complejidad y durabilidad de los procesos
históricos producto de la intercepción entre fuerzas orgánicas y expresiones
coyunturales durante la historia nacional, siendo imprescindibles para entender el
Estado en su forma ampliada.
7
Se entiende por Estado Ampliado a “la dinámica articuladora y de interacción e influencia mutua
de la economía –el dominio creciente del capital industrial y financiero– y la política –establecimiento de un espacio institucional legal y legítimo del poder y de la lucha política– de Estado –en su
acepción de dominio público– y la sociedad civil –los individuos y los grupos sociales actuantes y
portadores de la hegemonía civil–, dinámica que sin embargo se realiza a partir del predominio de
un determinado grupo social y bajo la dirección de un determinado Estado” (Oliver, 2009:11).
ÉPOCA , NÚM .
No obstante, las crisis de esta naturaleza se pueden prolongar durante decenios y lo
excepcional de esa duración puede significar que se han develado en la
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Por último, respecto a la reactivación del campo popular identificada por Massardo
(2012) durante el periodo actual, en mi opinión constituye una interesante hipótesis
de trabajo respecto a una posible reconfiguración del Estado Ampliado7 en Chile, si
se considera que los cuestionamientos provenientes de los movimientos sociales de
diverso tipo no se han caracterizado por “una crítica política minuta, al día ( sic ), que
afecta a pequeños grupos dirigentes y a las personalidades inmediatamente
responsables del poder” (Gramsci, 1970:411). Por el contrario, la reactivación del
movimiento social representa una “crítica histórico-social que afecta a las grandes
agrupaciones, más allá del personal dirigente” (Ibid.).
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 155-164.
el remedio a los vicios del ejército, sino en el país” (Tocqueville, citado por Tapia,
2009:1; Zavaleta, 1986a), pues esta institución no es algo que existe en el aire.
Tiene una relación de intensidad con el Estado: “Lo reduce a su epítome represivo,
mas si ello puede ocurrir es porque el Estado mismo es la síntesis de la sociedad (…)
en este sentido, el ejército es la síntesis connotada del Estado, y el Estado es la
síntesis connotada de la sociedad” (Tapia, 2009:1 y 2; Zavaleta, 1986a).
164
CRISTIAN ANDRÉS JAMETT PIZARRO
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
ÉPOCA , NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 155-164.
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Recibido el 10 de diciembre de 2012
Aprobado el 16 de mayo de 2013
165
La hegemonía fracturada:
el Estado en Colombia,
un proceso en redefinición
Jorge Gantiva Silva*
A la memoria de Giorgio Baratta,
Francisco Fernández Buey y Carlos Nelson Coutinho
Resumen
En el artículo se plantea la significación de Gramsci como pensador de la reinvención de la democracia
en el contexto colombiano signado por el Estado de excepción permanente, la violencia, la
permanencia de insurgencias y la cultura refractaria. Se propone comprender la triple disfuncionalidad
del Estado y su incapacidad para construir hegemonía; se revela el proceso de cooptación del
Estado por parte de las mafias y del narcotráfico. En Colombia, el Estado utiliza su fuerza para
destruir a la oposición, imponer su política, y para liquidar la resistencia y la protesta social. Asimismo,
se abordan la fragmentación, instrumentalización y cooptación de la sociedad civil, vista ésta como
un tejido social desgarrado por la violencia, el desplazamiento forzado y un dominio determinante
de lo privado. A su vez, se analiza una sociedad civil popular y comunitaria de rebeldías plebeyas.
Palabras clave: Estado, violencia estructural, Gramsci, democracia, Estado de excepción permanente.
Fractured hegemony: the State in Colombia,
a process in redefinition
Abstract
This article reemphasizes the significance of Gramsci as a new thinker of democracy in the context
of Colombia. The democratic system in this country is under a permanent state of emergency,
affected by high levels of violence, insurgencies and a refractory culture. In addition, this paper is
aimed at understanding the dysfunction of the State and its inability to build hegemony, highlighting
a process of co-optation by mafia groups and drug traffickers. The State relies on its power to
undermine the opposition, imposes repressive policies, and wipes out resistance and social protest.
Moreover, this paper discusses the fragmentation, instrumentation, cooptation in civil society, and
deals with the problems of a torn social fabric, violence, social displacement and loss of privacy.
And in turn, it analyzes civil society and social movements at the street level.
Keywords: State, structural violence, Gramsci, democracy, permanent State of emergency.
* Licenciado en filosofía, especialista en Técnicas de Investigación Social Aplicadas a la Educación,
profesor titular de la Universidad del Tolima, Colombia. E-mail: <[email protected]>.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
ÉPOCA, NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE, 2013,
PP.
165-185.
166
A hegemonia fraturada: o Estado na Colômbia,
um processo em redefinição
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
ÉPOCA , NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 165-185.
Resumo
Neste artigo busca-se a explicação da significação de Gramsci como pensador da reinvenção da
democracia, no contexto colombiano, caracterizado pelo Estado de exceção permanente, a violência,
a permanência de revoltas e a cultura refratária. Propõe compreender a tripla disfuncionalidade do
Estado e sua incapacidade para construir hegemonia; revela-se o processo de cooptação do Estado
por parte das máfias e do narcotráfico. Na Colômbia, o Estado utiliza sua força para destruir a
oposição, impor sua política, liquidar a resistência e o protesto social. Também aborda a fragmentação,
instrumentalização e cooptação da sociedade civil, vista como um tecido social despedaçado pela
violência, o deslocamento forçado e o domínio determinante do privado. Por sua vez, aborda uma
sociedade civil popular e comunitária de rebeldias plebéias.
Palavras chave: Estado, violência estrutural, Gramsci, democracia, Estado de exceção permanente.
Gramsci: interlocutor de nuestro tiempo
Hay que quemar todo el pasado y construir una nueva vida (…)
Hay que salir de la zanja y arrojar lejos el sapo que se alojó en el corazón.
Gramsci
La esquiva recepción de Gramsci
Colombia es un país extraño, todo llega tarde, salvo la muerte. Pero nunca es tarde
para la teoría y la tarea de la emancipación. El marxismo crítico, con pocas
excepciones, ha sido tardío, alojado en algunos nichos académicos, y reconocido
como el horizonte olvidado del “buen” Marx.
Gramsci, el teórico de la política que recuperó el pensamiento de Marx en un horizonte
antipositivista y emancipador, fue nombrado en Colombia, sin ser suficientemente
reconocido y conocido. Su teoría ha sido usada para justificar una determinada táctica
política o una visión parcelada de su “filosofía de la praxis”, siguiendo, con frecuencia,
la equivocada tradición de reducir el pensar crítico a la instrumentalización.
La recepción de su obra y pensamiento concierne a los modos de apropiación del
marxismo, cómo se “traduce” su “concepción del mundo”, se concibe y pone en
práctica su dimensión ético-política. Esto es, la forma como los intelectuales median
y reconstruyen las múltiples relaciones entre el Estado y la sociedad, cómo vehiculizan
su proyecto hegemónico, cómo se desplazan en el campo de la “correlación de
fuerzas”, cómo se explicitan en los movimientos sociales y en las luchas de resistencia
y cómo se “traduce” en el clima cultural y las prácticas sociales.
De este modo, los “usos de Gramsci”, siguiendo la idea de Portantiero, representan
167
A la postre ambas experiencias políticas, cada una con sus particularidades, se
disolvieron y algunas terminaron siendo cooptadas por el Estado burgués y la cultura
del capital. Los pocos intelectuales que se resistieron continuaron en la tarea de la
“traducibilidad” y marcaron distancia frente a esta operación de asimilación y
“transformismo” que llevó a varios sectores a subsumirse en la lógica del stablishment
y de la extrema derecha.
Los grupos que suscribieron la paz y sus “dirigentes” abandonaron la línea gramsciana
y el marxismo crítico, y no pocos se asimilaron al proyecto del “capitalismo
democrático”. La recepción de Gramsci y su valoración fueron desplazadas por el
pensamiento pragmático y la asimilación al “orden capitalista”. Entre tanto, el filón
gramsciano de algunos sectores intelectuales y de movimientos sociales fue promovido,
de manera parcial, y animado, de manera “ciclotímica”, persistió en la articulación
entre política, filosofía y movimiento emancipatorio, entre intelectuales, alternativas
políticas y proyecto anticapitalista. Pese al giro pragmático adoptado desde entonces
1
En Colombia se creó en 1991 la Sociedad Gramsci, que organizó el Seminario Gramsci y la
realidad colombiana, cuyas memorias publicó el Foro Nacional por Colombia.
ÉPOCA , NÚM .
El entorno político y cultural giraba alrededor de la construcción de una sociedad
democrática y la consolidación de la participación ciudadana. El ambiente desperfilaba
cualquier opción de confrontación armada. Los grupos insurgentes, en proceso de
paz, y los intelectuales gramscianos abrían una suerte de “guerra de posiciones”
como espacialidad pública, legal y democrática, la cual revelaba la significación de
Gramsci como pensador de la “reinvención de la democracia” en un contexto signado
por la violencia, la permanencia de otras insurgencias y la cultura refractaria
proveniente del dogmatismo, la escolástica y las tentaciones del reformismo.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
En los años noventa del siglo XX, en pleno proceso de paz y de la Asamblea Nacional
Constituyente, Gramsci era reconocido como un referente de apertura y símbolo
transicional para el desarrollo de la “reinserción” e “incorporación a la vida civil”.
Varios esfuerzos intelectuales se dirigieron a concretar la tarea de “traducibilidad” en
un escenario marcado por el imperativo de la paz y la movilización ciudadana.1
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 165-185.
un “campo de batalla” por su significación, comprensión y aplicación creadora de su
pensamiento. Desde mediados de los años setenta sirvió para valorar un camino
para la democratización y la participación electoral ante la opción de la lucha armada. Frente a la disyuntiva surgida en el seno del movimiento revolucionario y
popular –lucha armada o lucha democrática– descollaba como “promotor” de una
salida democrática que sus protagonistas auparon posteriormente para legitimar su
opción reformista, liberal y socialdemocratizante.
168
JORGE GANTIVA SILVA
por los firmantes de la paz, el pensamiento de Gramsci ha resistido la furia neoliberal,
el discurso del “capitalismo democrático” y las prácticas de la asimilación al capital.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
ÉPOCA , NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 165-185.
La traducibilidad: un campo de batalla
La inquietud tiene que ver con un asunto crucial: ¿Cómo releer a los clásicos, en
particular a Gramsci, en tiempos de la crisis global del capitalismo? ¿Cómo interpretar
sus metáforas y categorías a la luz de la profunda transformación de América Latina?
¿Cómo situarlo en el contexto de una nueva época histórica? ¿Cómo traducirlo en
una realidad tan compleja como la de Colombia?
De ahí que el esfuerzo se centra en leer este proceso en clave de crítica política; exige
abordar la comprensión de la época, el ciclo de capitalismo transnacional, el efecto
del “transformismo” de las izquierdas, la “captura” diferenciada del Estado por la
parapolítica y el paramilitarismo, el vaciamiento de la democracia, el ocaso de los
partidos de centro-izquierda, la incertidumbre del proceso de paz entre las FARC y el
gobierno colombiano, la contraofensiva del Imperio-capital (Zizek), la emergencia de
los movimientos sociales y populares y la búsqueda de alternativas políticas en clave
de comunidad y emancipación.
Un punto relevante potencia la fuerza constitutiva del pensamiento de Gramsci:
pensador de la política, creador de la emancipación, “intelectual orgánico”, reconocido
como clásico según Eric Hobsbawm, Perry Anderson, Daniel Bensaïd, Giorgio Baratta,
entre otros. Este pensador viviente sigue interrogando el tiempo histórico.
En su obra El elogio de la política profana, Daniel Bensaïd, un trotskista más allá de
los trotskismos, elaboró una singular reflexión sobre el pensamiento crítico y
emancipador en el contexto de la globalización neoliberal, la crisis del capitalismo
mundial y la configuración de la política como “estado de excepción permanente”,
destacando la actualidad de Gramsci en este proceso de reconstrucción del
pensamiento y de la estrategia.
En Marx intempestivo: grandezas y miserias de una aventura crítica, Bensaïd (2009)
destacó la reflexión gramsciana en íntima conexión con la obra de Marx y Walter
Benjamin en un esfuerzo por restablecer el hilo de la teoría de la emancipación y la
potencia creadora de la subjetividad, esto es, el constructo de la teoría política de un
proyecto centrado en la emancipación, la creatividad y la potencia.
El cuadro reconstructivo apunta a develar lo que en primera instancia inquietaba a
gramscianos reconocidos como John Cammnett (director de la bibliografía gramsciana
del Instituto Gramsci de Roma), Aldo Natoli, Antonio Santucci, Giusseppe Vacca, e
igualmente a un conjunto de pensadores, hombres y mujeres del mundo que lo
LA HEGEMONÍA FRACTURADA: EL ESTADO EN COLOMBIA, UN PROCESO EN...
169
La actualidad de Gramsci lo sitúa como un clásico en el sentido que Eric Hobsbawm
y Perry Anderson aluden con frecuencia. En Le Rose e i Quaderni, Giorgio Baratta
(2003) inicia una sugerente relectura de Gramsci a la luz de los nuevos tiempos y
campos del saber, de la globalización, de las resistencias. Se trata de un Gramsci
abierto a la comprensión de las transformaciones de la época, los retos de la izquierda,
la construcción de alternativas y nuevas preguntas de la filosofía y la ciencia política.
Este “nuevo” Gramsci es, por decirlo de alguna manera, un lector del ciclo histórico
del capitalismo tardío, de la larga onda de reflujo de la revolución, del ocaso de la
política y la universalización del “estado de excepción”.
Aunque parezca paradójico, los marxismos –para utilizar una expresión de Manuel
Sacristán– han producido cortocircuitos en su propio pensamiento. La coherencia
del pensamiento crítico y los proyectos emancipatorios los han logrado superar
2
En los seminarios de cultura política de la Universidad Nacional de Colombia (1999-2002) presenté
esta búsqueda analítica bajo la figura del marxismo trágico como hilo conductor, como ambiente
político y espiritual, como crítica contra las vulgarizaciones del diamat y el fatalismo de la historia.
3
Además de la bibliografía gramsciana con que cuenta el Instituto Gramsci de Roma, las publicaciones
y los seminarios, cabe señalar el impresionante auge de los estudios gramscianos en el mundo.
ÉPOCA , NÚM .
Esta perspectiva, en medio de profundas tensiones y campos de discusión abierta,
posibilita un enriquecimiento de la reflexión gramsciana en un mundo cruzado por
aperturas epistémicas, prácticas de saber, diálogos interdisciplinarios y creaciones
colectivas de movimientos y sujetos “parte sin parte” (inmigrantes, diversidad sexual,
pueblos originarios) que actualizan el filón analítico desde la noción de la “traductibilidad
de los lenguajes” hasta la teoría de la hegemonía.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Estos espacios se han perfilado en la política, la cultura, la filosofía política, los
movimientos sociales, sin renunciar a la tarea de “traducción”, de articulación entre
las preocupaciones teóricas y los movimientos sociales, entre los aportes de las nuevas
perspectivas y los desarrollos explicitados por los estudios culturales, la teoría de los
pueblos originarios, los estudios de la subalternidad y de la postcolonialidad, muchos
de los cuales representan esfuerzos significativos en el plano del diálogo de saberes,
la reconstrucción del pensar crítico y la profundización de la filosofía de la praxis.3
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 165-185.
destacan como “paradigma” de pensamiento de permanente inspiración creadora.
¿Cómo determinar la actualidad de Gramsci? ¿Cómo potenciar su fuerza creadora?2
Según varios estudios realizados, conviene trascender la “filología” y la “experticia”
y abrir un campo de interpelaciones en la ciencia política, las ciencias sociales críticas,
las artes y la cultura.
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JORGE GANTIVA SILVA
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
ÉPOCA , NÚM .
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 165-185.
mediante la idea gramsciana de hegemonía y los han potenciado a través de la
noción de “traducibilidad de todos los lenguajes” como proceso de reconstrucción
del saber y asimilación del pensamiento a través de la política, fortalecida ésta por el
renacimiento de las luchas proletarias, populares, comunitarias y de los pueblos
de Nuestra América; y por el sorprendente proceso de recuperación de la obra de
Marx, Benjamin, Rosa Luxemburgo, Mariátegui, El Che, entre otros, en un escenario
de transformaciones del periodo.
Estos “cortocircuitos” del pensar son obra de la política, y sólo ella los puede restituir.
Gramsci se instala en la idea de consolidar su proyecto estratégico, diferenciado de
las pretensiones de “usarlo” como justificador de una determinada táctica y un
intérprete de la “derrota”. Quizá el mérito de este esfuerzo de “traducción” ha sido la
búsqueda singular de reconstruir e imaginar nuevos caminos y procesos cognitivos y
epistemológicos. Estas tematizaciones cuentan con importantes estudios de Bensaïd,
Perry Anderson, Itsván Mészáros, Terry Eagleton, Michel Löwy, Néstor Cohen y
Baratta, entre otros.4 Este esfuerzo teórico configura un diálogo creador entre los
marxismos críticos, recrea la imaginación de la lucha anticapitalista y profundiza la
investigación, la crítica y la emancipación.
El Estado colombiano: un proceso en redefinición
El hombre tiene que compensar con su calor
la frialdad de las cosas para no quedarse congelado, y ha de sujetar
con gran cuidado las agudas puntas de las cosas para no desangrarse.
Walter Benjamin
Una nación en busca de su mito fundacional
Colombia es un “acto de fe”, decía Borges en el Libro de Arena. Es “una nación a
pesar de sí misma”, sostiene David Bushnell en una de sus obras más conocidas,
Colombia, una nación a pesar de sí misma. Es “una cosa impenetrable”, según Juan
Guillermo Gómez, estudioso de la historia intelectual de América Latina.
Así como en el cuento de García Márquez, donde en un pueblo en el que va a pasar
algo, todos abandonan el pueblo, y finalmente pasó algo, en Colombia “nada pasa
de veras y todo está por pasar”. Sin embargo, es una nación universal por las múltiples
guerras –contra las drogas, la interna, contra el terrorismo, contra el crimen organizado
4
El aporte del pensamiento crítico latinoamericano cuenta con una formidable trayectoria de creación
y reflexión, lamentablemente desconocida por la intelectualidad europea y olvidada por ciertos
sectores colonizados de América Latina.
LA HEGEMONÍA FRACTURADA: EL ESTADO EN COLOMBIA, UN PROCESO EN...
171
(Bacrim) y la guerra sucia–, el narcotráfico y la violencia. Ninguno de estos problemas
ha resuelto el Estado colombiano; por el contrario, su estado de precariedad los ha
llevado a desplegarse exponencialmente.
¿Puede la Violencia convertirse entonces en el mito fundacional? Para serlo, se
precisaría que la violencia fuese mítica, mesiánica, redentora, como dice Benjamin.
Es revelador cómo comienza la novela de José Eustasio Rivera, La Vorágine : “Antes
que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó
la Violencia” (1924:12). Con todo, la violencia no logra constituir ningún mito fundacional.
Se trata de comprender la triple disfuncionalidad del Estado, sus desgarramientos
múltiples:
i) Su incapacidad de construir la hegemonía en sentido gramsciano; ha pasado del
“colapso parcial” a la “captura” por los factores fácticos de poder originados en el
narcotráfico, la parapolítica y el paramilitarismo, cuya “prueba reina” –la parapolítica–
5
Con cierta ingenuidad, Bushnell dice que “el país se merece algo mejor, aun cuando sea por
razones de tamaño. Es la quinta nación latinoamericana en extensión y la tercera en población”.
ÉPOCA , NÚM .
Las guerras, la violencia, la revolución social frustrada y la inequidad social, colocan a
Colombia en el pedestal de una “nación a pesar de sí misma”, la primera nación de
América Latina más inequitativa. Ninguna de las guerras constituye su mito fundacional.
No obstante, ostenta el calificativo de nación democrática, emporio de los negocios
transnacionales, nicho de la inversión extranjera, protectorado de los Estados Unidos,
el mundo de los supermercados, la globalización neoliberal periférica, potencia de la
biodiversidad, de la minería y de los recursos naturales. “Colombia es hoy en día el
menos estudiado de los países de América Latina, y tal vez el menos comprendido”,
sostiene David Bushnell (2012:15). Sólo se conoce por el narcotráfico y la violencia.5
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Colombia comenzó el siglo XX con la guerra civil de los Mil días y terminó la centuria
con el prolongado conflicto interno de múltiples violencias. Se puede decir que “Colombia no ha conocido un solo día de paz”, si se utiliza esta expresión para comprender
la magnitud del “caso colombiano”, y no para caer en la fatalidad o banalizar el
conflicto interno colombiano. Las “razones” de esta historia son objeto de profundas
controversias y de diversas interpelaciones teóricas y políticas.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 165-185.
Colombia aparece en el registro universal de la infamia por las tres grandes tragedias
de su historia: la violencia, el narcotráfico y la guerra interna. Eric Hobsbawm analiza
la condición de universalidad en tres aspectos: la violencia, el bipartidismo y el
bandolerismo (rebeldes primitivos).
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JORGE GANTIVA SILVA
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
ÉPOCA , NÚM .
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revela el proceso de cooptación del Estado por parte de las mafias y del narcotráfico
(más de 100 parlamentarios y políticos y más de 350 funcionarios de la administración
pública comprometidos con el paramilitarismo y el narcotráfico).
Un Estado incapaz de responder a las grandes demandas nacionales y populares,
termina en “botín” de las élites y de las mafias. En este sentido, es un “Leviatán
derrotado”, como lo llama Víctor Manuel Moncayo, debido a su incapacidad de
construir el principio de legitimidad, autoridad, consenso y democracia; no obstante,
un Estado prepotente, hobbesiano, “odioso”, que utiliza su fuerza para destruir a la
oposición, imponer su política, liquidar la resistencia y la protesta social; su poderío
se sustenta en la exclusión, la fuerza militar, el Estado de “excepción permanente”.
ii) La fragmentación, instrumentalización y cooptación de la sociedad civil, a lo sumo
“convidada de piedra”, con frecuencia manipulada por los medios, subsumida en la
lógica del bipartidismo o de la coalición de gobierno, con un tejido social desgarrado
por la violencia y obligada a desplazarse, dominio determinante de lo privado; una
“sociedad civil” popular, comunitaria de rebeldías plebeyas (“gente muy rebelde”
según Renán Vega Cantor), en proceso de afirmación, movilización, atravesada por
la crisis de las alternativas políticas y el conflicto interno; activada por poderes fácticos
(Estado, paramilitarismo, narcotráfico, guerrillas, grupos criminales); instalada en
territorios ancestrales, ciudades y poblaciones bajo el imperio-capital, animada por
movimientos sociales y luchas democráticas, comunitarias y populares que defienden
la vida, la paz, los territorios, la tierra, la salud y la educación.
iii) La contraofensiva del régimen político en la época del capitalismo transnacional, de las grandes locomotoras productivas de la maquila internacional, la
consolidación de los mega proyectos en zonas estratégicas de las reservas campesinas e indígenas. Colombia se encuentra subsumida en el encantamiento de la
“prosperidad democrática” que el actual gobierno nacional propone para instalar un
consenso pasivo “por arriba” sobre la base de la idea de la “unidad nacional”.
¿Por qué Colombia no ha conocido ni un solo día de paz? Esta pregunta encierra
una particular relevancia. Tres hipótesis podrían arriesgarse:
1) La imposición autoritaria de un sistema político de exclusión, violencia y bipartidismo
que interceptó y liquidó las aspiraciones de la revolución democrática a mediados de
siglo XIX. La instauración de un régimen de “excepción permanente” violento, que
anegó en sangre el proyecto nacional-popular de Jorge Eliécer Gaitán, a partir del 9
de abril de 1948. La liquidación del poderoso movimiento campesino de “Tierra
para el que la trabaja” en la década de 1970, la conformación del paramilitarismo
como estrategia de Estado; la generalización de la estrategia norteamericana
contrainsurgente, el desequilibrio estratégico del conflicto interno.
El papel internacional de Colombia, lacaya de Estados Unidos, constituye el laboratorio
contrainsurgente histórico que consolidó su política de hegemonía regional. Conforma
en la actualidad un eje estratégico de la derecha internacional que comparte con
Chile y México. Desde “I took Panama” de Roosevelt, la imposición del Plan Colombia y la políticas antidrogas, es un campo abierto de la recolonización imperial.
Desde esta perspectiva, el Estado trituró cualquier opción de interpelación de lo
nacional-popular y se afincó en las élites hacendatarias y del capital especulativo.
3) Colombia, nación “a pesar de sí misma”, representa el control de la plutocracia,
hacendados, multimillonarios, grandes latifundistas, una burguesía parasitaria
reconstituida bajo el imperio del capital transnacional, una “lumpenburguesía”
–recordando la expresión de André Gunder Frank–, el país de los escándalos: proceso
judicial 8.000, el carrusel de la contratación, el Ubérrimo de Uribe, los zares de las
esmeraldas y del narcotráfico, el reino de la parapolítica, la cooptación del Estado
por mafias de “cuello blanco” –Agro Ingreso Seguro. Un país bajo sospecha, en
subasta, cuya hegemonía está fragmentada en múltiples centros de poder. ¿Puede
Colombia en estas condiciones tener siquiera un día de paz? En este Estado de excepcionalidad permanente, ¿puede alcanzarse el desarrollo y la soberanía? ¿Puede
construirse, de este modo, un Estado democrático, social de derecho? ¿Hasta dónde
la sociedad civil, triturada por el conflicto interno y la política agresiva neoliberal,
puede repensar el Estado, sus funciones?
Colombia carece de un mito fundacional, acto fundante de la nacionalidad, más allá
del referente independentista y la simbología del patriotismo criollo. La Patria Boba,
la Guerra de los Supremos, la revolución social frustrada y las múltiples violencias
impidieron la constitución de la “ecuación originaria” de la nacionalidad. La violencia
adoptó la forma hegemónica de dominación de las clases dominantes; éstas carecieron
de un proyecto de articulación e integración de la sociedad; adoptaron varias formas de dominación según la figura del “Estado de excepción permanente” como el
exterminio, el destierro, la persecución, el exilio, el genocidio, los desplazados y la
exclusión.
ÉPOCA , NÚM .
2) La política de recolonización y reterritorialización por parte del capitalismo
transnacional y del Imperio configura un proceso de “acumulación por desposesión”
en la fase actual capitalista de control estratégico global. Además, su papel de Israel
de América Latina, “cabeza de playa” de la contrarrevolución, territorio de las bases
militares gringas y de los enclaves neocoloniales que conjugan el gran capital
especulativo, el despojo y el “transformismo” gran burgués. De despensa agrícola y
de potencia en recursos naturales, se transforma en un emporio de recursos
energéticos en la reconfiguración del capitalismo transnacional que agita el mercado
mundial de las fuentes energéticas –agua, gas, oro, carbón (Estrada, 2010).
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 165-185.
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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
LA HEGEMONÍA FRACTURADA: EL ESTADO EN COLOMBIA, UN PROCESO EN...
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
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32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 165-185.
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JORGE GANTIVA SILVA
El Estado colombiano, en sentido moderno, se prefiguró a finales del siglo XIX en el
marco de la denominada “Regeneración”, proyecto de hegemonía de la oligarquía
colombiana que selló su pacto con el catolicismo ultramontano y la cultura
conservadora, sectaria y despreciativa de lo popular. En el marco de las guerras
civiles, el Estado moderno fue precariamente instalado, salvo en el período de la
República liberal (1930-1946). En esa etapa se construyó un Estado en conexión
con la sociedad civil y el movimiento popular, sin embargo este experimento
democratizador fracasó debido al carácter oligárquico del proyecto, el asesinato del
líder popular Jorge Eliécer Gaitán, la revolución social frustrada del 9 de abril y el
estallido de la época de la violencia.
Este proceso sistemático de desmantelamiento, de colapso y captura en cada uno de
los momentos históricos; la desconexión múltiple entre el Estado y la sociedad civil;
la fragilidad del tejido social, y del Estado social de Derecho, y la estrategia de la
violencia, muestran la condición de Colombia: “una nación a pesar de sí misma”.
El mito fundacional nunca ha sido una preocupación nacional; la vorágine de la
violencia cubrió el largo ciclo de dominación oligárquica en Colombia y limitó
considerablemente las posibilidades democráticas. Ha pasado de la “Patria Boba”,
de las guerras civiles, de la extensión universal de la violencia a la desesperación de
que “algo va a pasar”. El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez le pidió a un
amigo inglés que le resumiera la experiencia vivida en Colombia. El inglés le dijo:
“Fue como llegar a una obra de teatro en el segundo acto y darse cuenta de que en
el público no hay dos versiones idénticas de lo que pasó en el primero”.6 Quizá
Colombia es el país menos estudiado de los países de América Latina, y evidentemente
el más estigmatizado. También, el menos comprendido.
La teoría del Estado en su laberinto
Colombia es la antípoda de la tesis gramsciana del “Estado ampliado”. Marco Palacios
–profesor de El Colegio de México– sostiene en Violencia política en Colombia,
1958-2010 : “la incapacidad de ejercer “hegemonía gramsciana” por parte de las
clases dominantes, transformadas por la misma emancipación nacional en clases
dirigentes del Estado o élites de poder” (2012:20). Nuestra hipótesis se apoya en las
6
En una comparación relativa, la famosa sentencia de “México, tan lejos de Dios y tan cerca de
podría convertirse en “Tan lejos de la democracia y tan cerca de Colombia”, o “Tan lacaya
ante USA y tan cerca de Colombia”, por su locura antidemocrática, mafiosa y criminal. Obviamente
que las comparaciones cojean. Para otras perspectivas, la Revolución Mexicana no constituye un
mito fundacional y prefieren relacionarlo con la destrucción del mito revolucionario que incluye la
cooptación y el “transformismo” del PRI. Sectores conservadores sólo creen que el mito fundacional
está relacionado con la Virgen de Guadalupe.
USA”,
LA HEGEMONÍA FRACTURADA: EL ESTADO EN COLOMBIA, UN PROCESO EN...
175
En general, Francisco Leal Buitrago sostiene que la fragmentación social limita la
capacidad del Estado, la cual estimula la creación de los poderes locales y el clientelismo,
terreno abonado para el surgimiento del conflicto interno. Un Estado incapaz de
lograr la centralización, afectará gravemente su legitimidad.7
7
A propósito de Gramsci, Leal Buitrago (1984) admite que “no existe una concepción clara sobre
las articulaciones políticas de la sociedad, lo que crea un grave vacío teórico. Solamente se presenta
un rudimento en el concepto gramsciano de “hegemonía” como un posible principio articulador,
generado a partir de la unidad orgánica representada en el concepto de ‘bloque histórico’”.
ÉPOCA , NÚM .
En particular, este enfoque, proveniente del marxismo, ofreció una explicación de
clase y lo consideró en términos de relación social dominante. El trabajo de Francisco Leal Buitrago (1984) apunta a la comprensión de las dimensiones del desarrollo
histórico y las funciones de la estructura estatal. Intenta superar las generalidades
que, sobre la materia, el marxismo formuló y trata de adentrarse en las realidadesmicro y las relaciones de clase en una perspectiva abierta sin predeterminaciones de
los sujetos, aunque separa el mundo de la política del ámbito de la economía. Este
enfoque sigue la perspectiva de Poulantzas en ciertos aspectos. Su tesis de la autonomía
busca resaltar el papel del Estado como concreción institucional. Valora la comprensión
del “régimen político” y destaca la crisis del régimen bipartidista. Por otra parte,
señala la responsabilidad de los partidos liberal y conservador en la formación del
Estado-nación al estimular el espíritu faccioso, sectario y patrimonialista.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Estas reflexiones ocupan un lugar significativo en el ámbito académico y develan la
difícil comprensión del Estado, dado su carácter inacabado, precario y cambiante,
amén de la enorme indiferencia y confusión en amplios sectores intelectuales y
ciudadanos. Por supuesto, surgen las más disímiles elaboraciones signadas por la
pluralidad de enfoques y perspectivas teóricas. Más allá de las disciplinas y enfoques,
en Colombia se han construido reflexiones que apuntan a resaltar el Estado como
expresión del capital, sin que ello signifique caer en el reduccionismo.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 165-185.
recientes investigaciones (Orjuela) según las cuales el Estado colombiano ha transitado
del “derrumbe parcial” –tesis de Paul Oquist (1978)–, el “Estado en construcción”
–tesis de Fernán González (González, Bolívar & Vázquez, 2003)–, los “Estados dentro
del Estado” –tesis de Spears (2001)– hasta el “Leviatán derrotado” –tesis de Víctor
Manuel Moncayo (2000). Recientemente, al amparo del Banco Mundial, ha tomado
fuerza la teoría de la “captura del Estado” (CdE) que Jorge Luis Garay viene
desarrollando en torno al proceso de corrupción económica a gran escala en el cual
la criminalidad y los actores armados ilegales han “tomado” el Estado (Garay
Salamanca, de León-Beltrán, Garavito y Salcedo-Albarán, 2008).
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ÉPOCA , NÚM .
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Según el análisis de Paul Oquist (1978), el Estado colombiano “colapsó parcialmente”
a raíz del 9 de abril de 1948; la violencia se generalizó y resquebrajó las instituciones
parlamentarias, judiciales y políticas. Se produjo una pérdida de legitimidad del Estado,
se generalizaron la represión y la persecución. Cabe anotar que el grado de expresión
de estas particularidades tuvo connotaciones regionales y locales, las cuales se
manifestaron de distinto modo en el tiempo.
Su tesis se centra en que “la maduración de las contradicciones sociales de diversa
índole, al convertirse en conflictos violentos, fueron condicionadas por una reducción
del poder del Estado colombiano. A este fenómeno se le denomina el ‘derrumbe
parcial del Estado’.” Esto es, el mundo de las rivalidades políticas, la hegemonía
exclusiva de un partido. Sobre este cuadro complejo de violencia y sectarismo el
Estado se tornó frágil e incapaz.
El grupo del CINEP, liderado por Fernán González, sostiene el enfoque sociogenético
sobre el cual gira su idea de “Estado en construcción” (González, Bolívar y Vázquez,
2003). Según su planteamiento, la existencia del Estado se origina a partir de las
acciones colectivas de los sujetos sociales en el largo tiempo. Su enfoque se apoya en
las reflexiones de Weber, Elias y Tilly, combinando un conjunto de factores que
explicitan la debilidad del Estado colombiano: violencia, fracaso en la integración,
“fuerzas centrífugas”, precaria legitimación, fragmentación territorial, predominio
de “subculturas”.
Para decirlo de otra manera, el Estado dejó abiertos enormes “vacíos” que ocuparon
actores y fuerzas particulares. Su incapacidad histórica para integrar el territorio
nacional ha sido el signo distintivo de la “tragedia” colombiana. De ahí que el enfoque
del “Estado en construcción” reafirme su propuesta de articulación entre el control
de los recursos, los territorios y la población. Para Fernán González, la falta de
redistribución de la tierra es el fondo del conflicto interno colombiano. Este vaciamiento
es el resultado de la complejidad de la geografía nacional, la debilidad del poder
judicial, la escasa infraestructura vial y social, la incapacidad de los partidos sobre los
cuales operan los distintos actores como el clientelismo, los grupos armados ilegales,
el narcotráfico y las guerrillas.
Algunos estudiosos norteamericanos han planteado la tesis del “Estado fallido o los
Estados dentro del Estado” que caracterizan los Estados del Tercer Mundo. La respuesta
de otros analistas ha sido que a lo sumo se podría admitir la existencia de “proto
Estados”.
A la luz de estos enfoques se revelan importantes elementos analíticos y aportes para
la comprensión del Estado colombiano. Como producto de varios años de investigación, estos autores han situado la relevancia del Estado y han planteado sugerentes
LA HEGEMONÍA FRACTURADA: EL ESTADO EN COLOMBIA, UN PROCESO EN...
177
En el largo período histórico marcado por las guerras civiles –la Regeneración, la
revolución social frustrada, las múltiples guerras que conviven en una espacialidad
irregular, desigual y la modernización tardía– el Estado colombiano se fue comportando
como el botín de las élites de poder, como el sistema patrimonialista de distribución
de los recursos públicos, la acumulación de capital, el ejercicio del poder a través del
clientelismo y la corrupción. Este ciclo histórico no ha concluido, dado el carácter
“lumpenburgués” de la parapolítica y del paramilitarismo.
Las múltiples guerras, la violencia y el clientelismo conforman el “espíritu público”
del Estado colombiano, el cual dispone de una particularidad histórica: su desconexión
vital con la sociedad, con el “mundo de la vida” de las comunidades y del pueblo en
general. La “sociedad civil” es sólo un procedimiento de cooptación, asistencialismo
y control de la población cuando se halla integrada. El Estado forjó una cultura
política sectaria, excluyente, “señorial”, oligárquica, como es conocida internacionalmente, que animan las élites dominantes y conforman una “república señorial”
(Antonio García) en la historia republicana y en los ciclos suscritos por el desarrollismo
y la transnacionalización del capital. Aquí no hubo revolución; según otras perspectivas,
tampoco hubo independencia, desconociendo la dialéctica histórica, pues los
“vencedores no han dejado de triunfar”.
La revolución democrática de mediados del siglo XIX, la revolución frustrada de
mediados del siglo XX (9 de abril) y las insurgencias armadas revolucionarias han
sufrido un revés histórico irreversible. El liberalismo radical fue diluido, perseguido,
y sus líderes –Rafael Uribe Uribe y Jorge Eliécer Gaitán– asesinados. Como consecuencia, no ha habido sino lenteguismo, una suerte de transformismo criollo, sin
reformas, ni democracia. La especie liberal-democrática se halla en proceso de
extinción, las luchas ideológicas fueron canceladas y el clientelismo como forma
de gobernar y ejercer “hegemonía” se impuso en el país, destacándose la
administración de Julio César Turbay Ayala (1978-1982), la consolidación del proyecto
ÉPOCA , NÚM .
La anormalidad colombiana
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Quizá la asimilación acrítica entre economicismo y teoría marxista de la acumulación
del capital hace perder de vista un campo de análisis acerca del tipo de capitalismo,
las implicaciones del modelo neoliberal, las contradicciones de clase y la visión según
la cual el Estado es ante todo una relación social históricamente determinada, animada
por la política de clases y los conflictos sociales.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 165-185.
perspectivas; sin embargo, es preciso anotar que ninguno hace referencia a la teoría
del “Estado ampliado” de Gramsci. Salvo Francisco Leal Buitrago, quien nombra la
teoría de la hegemonía y del bloque histórico, y Luis Javier Orjuela que aborda una
reflexión que incluye el modelo económico y la política neoliberal.
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32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 165-185.
político de la “lumpenburguesía”, la profundización de la corrupción galopante, el
control de las mafias y el dominio de la “economía subterránea” (eufemismo para
aludir al dominio del narcotráfico en la administración pública. Recuérdese también
la “ventanilla siniestra” del Banco de la República).
Del Partido Liberal surgió el proyecto autoritario y paramilitar orquestado por Álvaro
Uribe Vélez que condensó en el Partido Social de Unidad Nacional (partido de la U)
y articuló una amplia coalición de gobierno que bien puede llamarse “partido del
orden”8 surgiendo así la parapolítica como forma de articulación entre el paramilitarismo, el narcotráfico y el Estado colombiano.
El liberalismo democrático fue reducido a su mínima expresión; los neoliberales
encontraron en Uribe la expresión de la dominación política que unió autoritarismo,
paramilitarismo y vaciamiento de la democracia. Recientemente, a través del gobierno
de “Unidad Nacional” de Juan Manuel Santos, las élites relevaron del puesto de
comando a la fracción de clase “lumpenburguesa” de Uribe Vélez y han instalado un
gobierno que representa los intereses del gran capital transnacional, el cual reclama,
entre otras cosas, la paz para el desarrollo de su estrategia de acumulación de capital.
Ser liberal en Colombia es un anacronismo, a la vez, una suerte de emblema
institucional que demanda la vigencia del constitucionalismo social y democrático. El
Estado ha sido tradicionalmente un monstruo despiadado, una bestia con pies de
barro, una máquina imponente que tritura los reclamos de los débiles y se inclina
ante los lacayos y el capital.
El Leviatán es una máquina infernal, incapaz de conectar con la sociedad, “agencia”
de la fragmentación social y un aparato de dominio antidemocrático. Para las élites
dominantes y sus expresiones del “transformismo” de centro, el Estado constituye
un espacio de disputa y reparto del botín burocrático, el escenario de la “negociación”
clientelar, la “apropiación” y control del presupuesto, el represor institucional y legal
que articula la para-institucionalidad, los poderes regionales y locales, la “captura del
Estado” por parte de las mafias, el paramilitarismo y las guerrillas. La “policía”
poliforme une represión, “seguridad” y “guerra sucia”.
En estas condiciones el Estado ampliado, en sentido gramsciano, no existe. La formaEstado es precaria, inacabada, frágil; las instituciones han sido cooptadas (DAS, Agro
Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, El embrujo autoritario.
Primer año de gobierno de Álvaro Uribe Vélez, Bogotá, 2003; Iván Cepeda y Jorge Rojas, A las
puertas de El Ubérrimo, Bogotá, 2008; Iván Cepeda y Javier Giraldo, Víctor Carranza, alias El
Patrón, Bogotá, 2012.
8
LA HEGEMONÍA FRACTURADA: EL ESTADO EN COLOMBIA, UN PROCESO EN...
179
Las izquierdas también cayeron subyugadas bajo el hechizo del poder mediático.
Abandonaron el estudio sobre el Estado, sus funciones, alcances y contenidos
estuvieron enmarcados por una suerte de ideología ahistórica, y el Estado se vio
sorprendentemente confundido con el gobierno y abandonado al vaivén de las
gestiones de las “Cortes”, de las personalidades y del “constitucionalismo social”.
El Estado en Colombia es un Leviatán precario, inacabado; sin embargo, actúa de
forma omnipotente, excluyente, criminal y autoritaria. Su lógica ha sido desplazarse
según la perspectiva de la “razón de Estado” –Insurrección del 9 de abril, el bipartidismo
del Frente Nacional, la Toma del Palacio de Justicia, bombardeo a la frontera con
Ecuador, la instalación de las bases militares gringas, la utilización de los “falsos
positivos”, las interceptaciones ilegales telefónicas (“chuzadas”)– para perseguir y amedrentar a la oposición.
En esta “razón de ser” radica la singularidad de Colombia como “Estado de excepción
permanente” cuya modalidad se expresa como “Estado capturado”. Se trata además
de un modelo de Estado que se apoya en la privatización, en la acumulación de
capital, desde formas legales hasta las ilegales. Para decirlo con Lacan: en Colombia
“lo imposible sucede”.
David Bushnell sostiene cándidamente que “El país merece algo mejor, aun cuando
sea por razones de tamaño. Es la quinta nación latinoamericana en extensión y la
tercera en población” (2012:15). Admite que Colombia no se adapta a los estereotipos
y “modelos” usados de manera convencional en los debates contemporáneos sobre
América Latina. Esta excepcionalidad está acompañada de la debilidad de las
izquierdas, de la cultura política y del vaciamiento democrático. De manera lapidaria, plantea que “El país carece de una verdadera identidad nacional”, ya que se
ÉPOCA , NÚM .
Los partidos políticos cambiaron sus funciones de “mediadores” por “rent-seekers”
(“buscadores de rentas”) y trasformaron su modus operandi según la lógica mediática
y comunicacional del gran capital.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Ninguna violencia constituyó un imaginario colectivo de integración y sociabilidad
entre el Estado y la sociedad. La violencia despedazó el precario tejido social y puso
al Estado en la condición de Estado-policía en el sentido estricto de la palabra, según
la reflexión de Jacques Rancière (2006).
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Ingreso Seguro) y la institucionalidad omnipotente y excluyente terminó permeada
por el narcotráfico y el paramilitarismo. En este sentido, el capitalismo reinante en
Colombia siguió una modalidad criminal (Estrada, 2007) que subyugó al Estado. Se
trata, además, de un Estado en “guerra interna”, un “Estado de excepción permanente” según la expresión de Giorgio Agamben (2004).
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desconoce el nacionalismo, el populismo y el democratismo social. La consagración
al Sagrado Corazón de Jesús no alcanzó la dimensión del mito fundacional que
sectores tradicionales otorgan al mito de la Virgen de Guadalupe.
Marco Palacios aborda la anormalidad colombiana (2008) en un contexto histórico
y revela algunas pautas de la forma como se ha producido –a partir del atraso
tecnológico– el bajo nivel productivo, “la corrosiva concentración de la riqueza” y la
impresionante irregularidad de la geografía, la cual resultó, según Palacios, “un
obstáculo formidable en el camino a la prosperidad y la democracia” (Ibid.:14) y,
habría que agregar, propició las condiciones para el desarrollo de la “guerra de guerrillas”.
Una característica de esta excepcionalidad consiste en la fractura del tejido social.
Acentuaron esta condición: las guerras, el conflicto interno y la violencia. La famosa
“colonización antioqueña” que las élites reverencian como modelo de desarrollo,
sólo hizo prosperar un tipo de capitalismo individual-agrario, reacio a la solidaridad
y la responsabilidad colectiva. Tal vez, una de las razones de las dificultades históricas
para arraigar el proyecto del socialismo ha sido el predominio de este capitalismo
individual asociado con las prácticas de las élites hacendatarias.
Según Palacios “mejor suerte” tuvo el “catolicismo social de León XIII” (Ibid.:14). El
tipo de capitalismo se ha topado con esta circunstancia en su variante agraria, “señorial”,
ampliada en la nueva época de la transnacionalización. Dicho de otro modo, el Estado
colombiano, su “modelo de desarrollo”, tras reveses históricos provenientes de la guerra
y de la violencia, el fracaso de la “Revolución en Marcha” (López Pumarejo) y el corto
período de desarrollismo democratizante en los años sesenta y setenta, dio un “salto al
vacío” al adoptar la globalización neoliberal, despedazando el aparato productivo nacional
y sometiéndose a las orientaciones de las Instituciones Financieras Internacionales (IFIs)
y al dictamen de Estados Unidos. Si bien el papel económico del Estado colombiano
ha sido pasivo y receptivo, lo cierto es que hoy es parte de un complejo proceso de
acumulación de capital (Estrada, 2007).
En concreto, se puede decir que la fragmentación social y regional del país, el
bipartidismo y la violencia debilitaron sistemáticamente al Estado. En la última década
se produjo un proceso de “captura del Estado” por parte de las redes de la corrupción,
el narcotráfico y los poderes ilegales regionales y locales. No sólo se trata de señalar
la desarticulación entre la ley y su aplicación.9
9
Sorprende la paradoja de Colombia: un país tan rancio, “santanderista”, apegado al “orden y a la
ley”, y que al mismo tiempo reine la ilegalidad, la fragilidad de la base fiscal, la evasión, la parapolítica,
la ausencia de ethos público.
Puede decirse que las clases dominantes carecieron de una “voluntad nacional-popular” en sentido gramsciano, salvo los movimientos que lideraron la Unión Nacional
Izquierdista Revolucionaria (UNIR) de Gaitán y el Frente Unido de Camilo Torres.
Cuando la Constitución de 1991 abrió el proyecto de articulación entre Estado y
sociedad civil, la política neoliberal trituró esta posibilidad, al punto que se recrudeció
la violencia, se fortaleció el paramilitarismo y se crearon los poderes ilegales regionales
y locales. No hay que olvidar que la AD-M19 desapareció como proyecto político
alternativo y buena parte de sus dirigentes fue cooptada por el stablishment, algunos
de los cuales se pasaron al campo de la extrema derecha.
Tanto en la democracia representativa como en la democracia participativa las clases
dominantes, las élites y la oligarquía actuaron como fuerzas disolventes, regresivas,
algunas de cuyas fracciones se desplazaron hacia el proyecto de la “captura del
Estado”, estrategia de las mafias, el narcotráfico y la parapolítica.
El Estado ha vivido una paradoja: proclama el “Estado social de derecho”, y se han
instalado el capitalismo criminal y el modelo neoliberal. Con excepciones significativas,
como las del “constitucionalismo social” y el progresismo de algunos sectores de las
Cortes, y por supuesto, la resistencia, la creatividad y las propuestas alternativas de
amplios movimientos sociales, experiencias e iniciativas populares, la Constitución
de 1991, que suscribió un “Tratado de Paz” con las guerrillas, fue “deshuesada” por
el neoliberalismo.
El sistema político se encuentra en un atolladero, situación agravada por la fragilidad
de la sociedad civil, el éxodo interno de 5 millones de colombianos y la debilidad
crónica de las izquierdas. De ahí la política del gobierno de Juan Manuel Santos de
abrir el proceso de paz con la insurgencia con el fin de “dar por concluido el conflicto
interno colombiano” que azota al país desde hace 50 años y de este modo responder
a las exigencias nacionales e internacionales de la nueva época marcada por la
transnacionalización del capital, las “locomotoras” energéticas, la crisis europea y
los bloques regionales latinoamericanos.
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La idea gramsciana del papel de los partidos como “puentes” articuladores entre el
Estado y la sociedad civil, es inexistente; la paradoja radica, como dice Palacios,
entre el “carácter bipartidista de la cultura política y la naturaleza policlasista de los
dos partidos históricos” que se enmascararon y atenuaron sus rivalidades para contener
los efectos del conflicto interno y el fraccionamiento social (Palacios, 2008:17). En
el fondo, se trata de una cuestión crucial referida a la democracia representativa que
no llegó nunca a “madurar”, ni “su equivalente en la administración pública” (Ibid.),
lo más representativo del pensamiento demo-liberal no logró cimentar y conformar
una estructura nacional y social; cuando prometía instituirla, la violencia, el
narcotráfico, el paramilitarismo y el conflicto interno la cercenaron y limitaron.
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Nos encontramos en un momento crucial de replanteamiento de las relaciones entre
Estado y sociedad donde el democratismo social, los movimientos sociales y las
alternativas políticas se enfrentan en medio de “invariantes” históricas que la tradición
conservadora, la modernización tardía y la globalización neoliberal consolidan mediante
el dominio, la violencia y la dictadura del mercado transnacional (Gantiva Silva, 2012).
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La hegemonía múltiple de un “Leviatán derrotado”
En sentido estricto, en Colombia conviven varios “Estados” –con poderes reales,
regionales y locales– que el paramilitarismo, las guerrillas y las magias construyeron
a lo largo de la confrontación armada y de la debilidad histórica del Estado. Pese a la
puesta en marcha de diversas políticas contra las drogas, contra la insurgencia y el
crimen organizado, el Estado ha fracasado en su estrategia, no sólo de contención
y eliminación sino de integración y construcción de tejido social, comunidad y
democracia.
Estos actores de poder construyeron sus propias redes, relaciones “estatales” al margen
del Estado colombiano, incluso llegaron hasta “utilizarlo” para sus propios planes
“productivos”, “legales”, “judiciales” y sociales. Con todo, ni el Plan Colombia, ni la
política antidrogas, ni la estrategia contrainsurgente lograron desactivar estos
“paraestados”. Salvo en el último caso se ha producido un fenómeno de “desequilibrio
estratégico”, producto de la incorporación de nuevas formas tácticas contrainsurgentes
bajo el mando norteamericano que se vienen aplicando en la última década.
En este sentido, se podría decir que tanto el paramilitarismo como los cultivos ilícitos
de coca y las guerrillas edificaron sus propias “hegemonías” al amparo, unas veces de
la inexistencia del Estado central, en otras, en perfecta connivencia con instituciones y
funcionarios del Estado, o bien porque el propio Estado colombiano haya actuado de
manera directa en la construcción de estos “paraestados”, o bien, porque los múltiples
“intermediaros” como la parapolítica propiciaron este copamiento del Estado.
En particular, la coca está relacionada con un tipo de economía ilegal y la formación
del Estado local (ejemplo Putumayo) (Torres Bustamante, 2012). El Estado, de alguna
manera, ha venido formándose (tesis de Fernán González) sobre la base del aumento
demográfico, la territorialidad, el mercado, la diferenciación social y la administración
de justicia. Un eje central de este proceso ha sido el conjunto de “interdependencias
sociales” y las formas de interrelación estatal sobre bases sociológicas. Podría decirse
que estos “protoestados” (tesis de Bejarano y Pizarro) o “paraestados” han construido
una compleja red de relaciones con la sociedad civil, la economía formal e informal,
han elaborado un “tejido social” de diversa naturaleza y han ejercido una suerte de
“dirección ideológica” mediante el control de los medios locales y la difusión de un
tipo de cultura “afín” a su proyecto.
En el caso de la coca y las relaciones entre Estado y sociedad se revela la tendencia
histórica de la desigualdad social, la ausencia del Estado central, la asimetría abismal
entre centro y periferia, que para el caso de algunas regiones se produjo mediante
“un proceso de años, lucha y renegociación” (Torres Bustamante, 2012:147 y ss.).
La significación de lo local y regional para comprender este proceso de “dispersión”
del Estado es ilustrativa de las características de las múltiples hegemonías en un
contexto de “Leviatán derrotado” que Víctor Manuel Moncayo analiza en su obra
(Moncayo, 2000).
Ahora bien, estas configuraciones regionales serán igualmente complejas al tratarse
de las regiones controladas por el poder del paramilitarismo. En este sentido, el
fenómeno de la parapolítica viene a sellar con “broche de oro” las relaciones entre
la economía de los paramilitares, las transnacionales y los poderes políticos centrales, regionales y locales (Romero Vidal, 2011).
La hegemonía múltiple, construida a lo largo de 50 años de conflicto interno, puso
al Estado central en una situación de permanente asedio, el cual se refugió y operó
en la “defensa” de su aparato institucional, frecuentemente reformado, mediado por
partidos predatorios y un régimen político clientelista y autoritario. En esta irregular
geografía nacional y en este prolongado conflicto armado, las clases dominantes,
poseedoras y controladores del poder, mantuvieron un “espíritu” oligárquico,
excluyente y agresivo frente a los reclamos de la “sociedad civil”. Las políticas
programáticas mantuvieron esa relación patrimonialista y asistencialista de los derechos
y necesidades de la población y de las comunidades. La sociedad fragmentada en
esta diversidad de actores armados y de poder real constituyó el verdadero escenario
de la violencia, del desplazamiento forzado, del homicidio y de la desaparición. Cada
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La fragmentación de la hegemonía se puede tipificar en varios ciclos del desarrollo
histórico en Colombia. Marco Palacios anota que “la incapacidad de ejercer
‘hegemonía gramsciana’” obedece a varios procesos de fragmentación y conflicto: el
primero, originado en las mismas clases dominantes, transformadas en la misma
“emancipación nacional” en clases dirigentes del Estado o élites del poder; el segundo,
generado por “la fragmentación de las clases dominantes” que lograron compensarse
en la primera mitad del siglo XX mediante el éxito del “modelo liberal cafetero”; en
tercer lugar, las hendiduras producidas entre un “país fragmentado y el pueblo soberano
dividido”; en cuarto lugar, la fusión paradójica entre dos elementos contrapuestos de
lo político: “legitimidad y violencia”; quinto, la nunca resuelta “cuestión agraria” que
remite al hecho según el cual el país “no consiguió deshacerse del fardo del latifundio
colonial, consolidado mediante clientelas, riquezas, status, prestigio social, lealtades
personales, imposición de una “república señorial” y sedimentación de la ideología
sectaria, excluyente, premoderna que el latifundio y el régimen hacendatario logró
articular con el catolicismo” (Palacios, 2008:20 y ss.).
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“sociedad civil” de esta hegemonía múltiple sedimentó prácticas sociales, formas de
vida, lógicas culturales, relaciones productivas y formas “estatales” que integraron el
Estado central, en unos casos, desestructuraron las instituciones, en otros, y, por
el contrario, “reinventaron” otras formas de la cuales, los procesos de paz en particular enfrentan la complejidad de estas redes sociales, culturales, materiales,
simbólicas y políticas.
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Gramsci en Cuba
Fernando Martínez Heredia*
En el tema de la influencia de Antonio Gramsci en Cuba es preciso recordar, ante
todo, que primero triunfó en el país una profunda revolución y poco después llegó,
aunque muy a tiempo. El pensamiento de Gramsci entró en conjunción con la teoría
de Carlos Marx y se hizo presente en: a) nuestra necesidad de ser marxistas para ser
capaces de pensar lo que éramos, nuestros problemas y lo que queríamos, y b)
nuestro rechazo a la corriente principal en el marxismo de entonces, que era el
llamado marxismo-leninismo.
Lo que digo me lleva a combinar en este testimonio elementos de las realidades y los
cambios sociales de todo tipo, propios de un evento histórico, con la exposición de
ideas, y al mismo tiempo examinar estas últimas en dos sentidos: el de la crítica a un
determinado complejo de pensamiento e ideología; y el atinente a un trabajo positivo
de investigación y reflexión teórica.
Debo referirme también, en alguna medida, a mi actuación intelectual y mis ideas.
Pero ahorraré tiempo al calificar procesos y eventos sociales con los conceptos y
desde la comprensión personal que tengo de ellos muy influida por Gramsci. Me
ceñiré a esa primera época de Gramsci en Cuba que coincide con la primera etapa
de la Revolución en el poder –la que va de 1959 a principios de los años setenta
(Martínez Heredia, 1991:94-122)–, pero haré un breve comentario acerca de la
época que siguió y a la situación actual.
El primer gran cambio cultural de aquella época –cuya trascendencia llega hasta hoy–
fue la demostración palpable del poder de la actuación contra los límites de lo posible,
que hasta entonces se consideraban intangibles. Toda revolución es una victoria
contra los límites de lo posible, y la cubana tuvo ese rasgo a un grado extremo. El
sistema político cubano previo se basó en la soberanía nacional limitada, la corrupción
generalizada y la ineficacia dentro de un régimen y unas instituciones democráticas.
* Ensayista e historiador, doctor en Derecho, profesor titular adjunto de la Universidad de La Habana.
Investigador titular en el Centro Juan Marinello, del Ministerio de Cultura de Cuba. Áreas de
investigación: revolución e historia cubanas, movimientos populares latinoamericanos. E-mail:
<[email protected]>.
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No obstante, este sistema político perdió legitimidad en 1952 por un golpe de estado
militar que derrocó al gobierno –único caso en medio siglo de República– dando
paso a una dictadura. La compleja hegemonía reformulada en la segunda república
burguesa neocolonial fue herida de muerte. El camino insurreccional emprendido en
1953 por Fidel Castro y sus compañeros se convirtió en la alternativa y desató una
contienda política armada con apoyo popular creciente desde 1956. El triunfo de la
guerra revolucionaria en enero de 1959 barrió a la tiranía y a lo esencial del sistema
estatal burgués neocolonial.
La participación masiva y organizada del pueblo, unida a las medidas prácticas del
poder revolucionario, acabó con el sistema social previo y con la mayoría de las
ideologías y creencias que estaban en la base de su hegemonía. En el complejo
cultural cubano eran muy importantes elementos como: el predominio de la política
entre las formas de conciencia social; un nacionalismo de carácter popular que
esperaba mucho del futuro para la patria; la democratización; fuertes influencias de
lo político en la cultura popular; el alto valor que se daba al dinero y al individualismo,
y la propensión a esperar mucho de la suerte y del destino. Esa comunidad nacional
se encontró de pronto con sus propias fuerzas y las ejercitó con un entusiasmo y una
voluntad ejemplares, y con un optimismo inagotable.
El proceso debió enfrentar riesgos mortales y situaciones límite, frente a los cuales
reaccionó, en la primera década, con sucesivas profundizaciones de la Revolución.
El cambio logrado por los cubanos fue el fruto principal de tantos esfuerzos y de una
violencia excepcional en las relaciones sociales, las ideas y la sensibilidad de las personas. La Revolución convirtió el presente en cambios y el futuro en proyectos, y
capitalizó todo el pasado de luchas del país. Esa alteración tan profunda de los sentidos
del tiempo y la multiplicación efectiva de los participantes en los eventos modificaron
drásticamente la vida pública y la vida cotidiana. Se transformó la manera de vivir, los
resultados de la reproducción de la vida social, las instituciones básicas, las normas e
incluso las costumbres, como resultado de una fusión de los dos principales efectos
de las revoluciones: el libertario, que desata potencialidades, permite vencer y hace
posibles los cambios, y el poder revolucionario, que los materializa, les da cauce, y
los garantiza y organiza.
En incontables terrenos la Revolución generó nuevas situaciones y nuevos problemas.
Al examinar eventos y coyunturas se advierten numerosas pugnas ideológicas. En los
años de la lucha insurreccional y en la primera etapa de la Revolución en el poder hubo
un sinnúmero de diferencias, tensiones y polémicas entre los involucrados en el proceso.
En los primeros años de la década de los sesentas, uno de los temas centrales a discutir
era si Cuba iba a ser una “democracia popular”, al estilo de las de Europa Oriental, o
si seguiría un camino revolucionario propio. ¿Cómo sería su socialismo? También se
polemizó acerca de la unidad de los revolucionarios, la forma y el control de la
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organización política, los cambios agrarios, los temas económicos y la orientación
general y el papel de la economía en el socialismo cubano, la militancia y la libertad en
la creación artística y literaria, y las relaciones entre cultura y política.
En el fondo el problema no era sólo de ideas: era una pugna de poderes en la que
cada parte tenía variables a su favor. A través de un complejo proceso se fue
imponiendo el peso del triunfo obtenido por el socialismo cubano en 1959 (aquí no
puedo tratar un hecho histórico básico: la existencia de dos tipos de socialismo en
Cuba desde finales de los años veinte) y el carácter de la Revolución Cubana. Eso fue
condicionando al marxismo cubano de los años sesenta, pero, por los mismos rasgos
generales del proceso ya expuestos, era necesario que el marxismo, el pensamiento
social, la historia, las artes y la actividad intelectual fueran campo de discusiones y
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El marxismo tenía ya una larga historia y no podíamos tomarlo como quisiéramos, a
nuestro gusto. Junto al petróleo y el armamento soviético llegaron los productos y la
influencia de su ideología, el llamado marxismo-leninismo, cuyas funciones principales
eran legitimar, obedecer, clasificar y juzgar. Ese tipo de pensamiento circuló en Cuba
desde el principio de los años sesenta, en decenas de miles de manuales de Filosofía,
Economía Política, Marxismo-Leninismo, Historia de la Filosofía, diccionarios y
monografías. Eran ediciones soviéticas en español y de editoriales latinoamericanas
–como Grijalbo, Pueblos Unidos o Lautaro–, y también las había reproducidas por
las nuevas editoriales cubanas. Publicaciones periódicas, folletos y otros medios
ampliaban el alcance de aquella ideología.
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Después de la Batalla de Girón y de la proclamación del carácter socialista de la
Revolución, en abril de 1961, el marxismo fue considerado la teoría de la revolución
y se tomaron algunas medidas oficiales con el fin de divulgarlo. Pero lo decisivo fue
que muchos miles se entusiasmaron con aquella ideología, y su presencia se convirtió
en un hecho social que generó emociones y crisis de pensamiento. Los colosales
cambios en la vida diaria y a nivel de la sociedad promovidos por la Revolución
fueron lo que convirtió al marxismo en una ideología de masas. Pero, ¿venía esto a
ayudar a la Revolución, o solamente a extenderle un certificado de legitimidad? La
concepción expresada por la letra del marxismo existente parecía servir a la segunda
opción: legitimar el proceso. El problema básico era si el pensamiento marxista
tendría funciones rituales o creativas. Sin olvidar la especificidad que tiene siempre la
producción de ideas, la cuestión estaba íntimamente ligada a la naturaleza misma de
la Revolución.
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La amplitud de lo que se auspiciaba o se permitía, la profusión de debates, los temas
que estos abordaban y la libertad con que se realizaban –en un país en que la oposición
activa a la Revolución no era tolerada– constituía una realidad maravillosa y un signo
visible de la salud y el vigor del nuevo régimen.
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confrontaciones. Además, la tendencia general no excluía, en modo alguno, la relativa
autonomía que siempre tiene el pensamiento. Estudiosos entusiastas y polémicas
encendidas, argumentos, planteles docentes y esfuerzos que buscaban investigar los
problemas fundamentales y las líneas estratégicas y el proyecto de la Revolución,
llenaron de vertientes y modalidades la recepción masiva del marxismo en Cuba.
Necesitábamos desarrollar un pensamiento nuestro –“pensar con cabeza propia”
era la consigna– y encontrar otras fuentes procedentes del pensamiento de otros
países. Pronto rescatamos a José Carlos Mariátegui, que había sido condenado por
la Internacional Comunista desde 1930, y cuya obra se había sometido al olvido.1
¿Por qué y cómo llegó Antonio Gramsci? ¿A quién sirvió su llegada? Ante todo, no
vino de la URSS ni a través de los comunistas franceses. No lo trajo el “deshielo”
jruschoviano, modernización tan moderada que no descongeló ningún problema
básico. De Europa oriental llegaron, a lo sumo, ideas de reforma económica, cierto
humanismo filosófico, algo del pensamiento polaco; la prosa francesa no iba más
allá en su contenido. Además, esa literatura era minoritaria respecto a su propia
línea principal, y sus productores vivían a la sombra tenaz del estalinismo. De aquella
Europa vinieron Liberman y Garaudy, pero no Gramsci. El movimiento comunista
orientado por la URSS –que antes de la guerra había elogiado a Jorge Dimitrov–,
reconocía más bien a Palmiro Togliatti como el más destacado de sus intelectuales.
Pero las realidades siempre son complicadas. Fue el prosoviético Partido Comunista
Argentino quien nos abrió la posibilidad de conocer el pensamiento de Gramsci. En
nuestras condiciones logramos sacarle un enorme provecho a aquel encuentro, y la
herejía cubana lo asumió con naturalidad cuando aún resultaba demasiado difícil
hacerlo en la URSS y los países europeos de su campo. Conocimos Cuadernos de la
Cárcel a partir de los cuatro “libros verdes” de Lautaro (les llamábamos así por sus
portadas verde oscuro), traídos a Cuba en cantidad apreciable antes de 1965.2 El
En 1960 se editó en La Habana un capítulo de Siete ensayos de interpretación de la realidad
peruana, “El problema de la tierra”, como tercer libro de la colección Primer Festival del Pensamiento
1
Político, Editora Popular de Cuba y el Caribe. En 1963, Casa de las Américas publicó el texto
completo de los Siete ensayos, como segundo volumen de su Colección Literatura Latinoamericana.
José Aricó escribió: “(…) fue mérito de los comunistas cubanos, luego de la Revolución, haber roto
este cordón sanitario” (1980:83). Aricó realizó la selección y las notas introductorias de la sección
de documentos (120 pp.) de aquel número, dedicado al cincuentenario de la muerte de Mariátegui.
2
Editorial Lautaro publicó cuatro tomos de la edición italiana (1958-1962). Los dos últimos, El
Risorgimento y Pasado y Presente, fueron publicados en Buenos Aires, Gernika, 1974. José M.
Aricó, traductor de los tomos tercero y cuarto, fue notablemente influido por Gramsci. El grupo de
la revista Pasado y Presente trató de asumir un marxismo revolucionario con ayuda de Gramsci,
pero fue condenado por su partido (Aricó, 1964:241-265). José Aricó fue un notable intelectual, y
tuvo un papel muy importante en la principal iniciativa de divulgación de las obras del marxismo en
América Latina.
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artículo “Una revolución contra El capital”, algunos otros textos gramscianos y un
folleto biográfico iban ampliando la bibliografía disponible. Desde el primer momento,
advertimos en Antonio Gramsci rasgos muy favorables:
d) Tenía una posición filosófica bien estructurada, una filosofía marxista de la praxis
que planteaba la centralidad de la dialéctica.
Fue la gran Revolución la que promovió la necesidad de una filosofía. Solamente
entre 1790 y 1840 la filosofía había tenido una producción y un lugar intelectual
relevantes en Cuba; pero era una actividad sobre todo de docentes, hombres cultos,
leídos o escuchados por minorías dentro de las clases alta y media de una colonia que
vivía un colosal proceso de crecimiento económico con una enorme masa de fuerza
de trabajo esclava y un sistema social de castas. En el siglo y cuarto siguiente, las
formas más cultivadas del pensamiento social habían sido las ideas políticas y la
historia, la pedagogía y los programas y las tesis de las organizaciones políticas.
Desde el siglo XIX los estudiosos conocían las teorías sociales y las disciplinas
especializadas que tanto se desarrollaron en el XX; pero la filosofía propiamente
dicha tuvo pocos cultivadores. Los marxistas del campo del Partido Comunista y los
independientes manejaban ideas filosóficas, pero el centro de sus estudios y debates
eran las prácticas y las ideas políticas y económicas, y la historia de Cuba.
3
“(...) una forma de enfocar el marxismo. De un marxismo de verdades absolutas a otro renovado
y sin absolutismos; nada viene dado por sí, todo había que investigarlo de nuevo”. Opinión de uno
de los miembros del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana entrevistados por
la socióloga Marta Núñez Sarmiento (1999). Publicada en Hablar de Gramsci (2003:99).
ÉPOCA , NÚM .
c) Escribía de manera muy rica y sugerente sobre cuestiones fundamentales, ofrecía
numerosas ideas y preguntas que llevaban a pensar y a cuestionarse lo establecido y
los lugares comunes, promovía que el trabajo intelectual inquiriera, profundizara
y penetrara en las complejidades.3 Ofrecía una concepción de la cultura y de sus
relaciones con la política, las ideologías y la creación del socialismo;
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
b) Era un crítico formidable de la versión del marxismo proveniente de la URSS, no
sólo de ciertas obras e ideas –como su crítica a Bujarin–, sino del conjunto de la
posición teórica de ese marxismo;
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a) Era un combatiente revolucionario: eso era primordial en Cuba. Había sido fundador
del Partido Comunista Italiano, compañero de los bolcheviques y prisionero de los
fascistas más de diez años, hasta su muerte. Esas credenciales lo avalaban para ser
atendido con enorme simpatía;
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
ÉPOCA , NÚM .
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FERNANDO MARTÍNEZ HEREDIA
Junto al cambio de sentido de los tiempos, se generalizó la convicción de que
éramos históricos. Se pusieron a la orden del día o aparecieron preguntas tales
como: ¿Quiénes somos? ¿Podremos cambiar? ¿Cómo? ¿En qué sentido y cómo
dirigir la conducta individual para encontrar reglas a las cuales atenernos y cumplir
con los ideales tan ambiciosos y abarcadores que tenemos? ¿Cómo relacionar la
moral con la actuación en política, y con lo político en general? ¿La moral será un
proceso o dependerá de una naturaleza determinada? ¿Qué es necesario conocer?
¿En qué consiste conocer? Y así sucesivamente. Nuevas y antiguas preguntas se
formulaban o estaban implícitas. Los gigantescos saltos culturales, la escolarización
súbita y masiva que multiplicó a los actores intelectuales y sus capacidades, hacían
que se reforzara esa necesidad.
Ese movimiento positivo fue desafiado de inmediato no sólo por los problemas que
él mismo levantaba, sino por dos escollos que encontró:
a) El carácter unificador de la Revolución –metida siempre en combates de vida o
muerte y necesitada de potenciar todas las fuerzas disponibles– tendía a no admitir
disensos. Y en la práctica resultaba muy difícil comprender que, en el campo del
pensamiento, no le es posible a la Revolución socialista actuar con las reglas que
rigen en otros campos;
b) Las confusiones que engendraba la ideología llamada marxista-leninista, porque
hacía creer a muchos de los que deseaban y necesitaban desarrollar su conciencia y
sus conocimientos que debían asumir aquel materialismo, el economicismo, el ateísmo
y, en suma, un dogmatismo en nombre del marxismo y sus corolarios.
Los años sesenta cubanos fueron un capítulo de enorme importancia en el crecimiento
del pensamiento revolucionario producido por el Tercer Mundo. En un país
latinoamericano sumamente occidental triunfó, por primera vez en el mundo, una
revolución anti-neocolonial, que proclamó, por boca de Fidel, ser la expresión de un
nuevo bloque histórico: “una revolución socialista democrática de los humildes, por
los humildes y para los humildes”. Pero había que poner al pensamiento a la altura
de los hechos, de los problemas y de los proyectos, porque en una Revolución como
ésta, el pensamiento debía ser un auxiliar imprescindible, una vanguardia y un
prefigurador.
Sucedió entonces una colosal batalla de las ideas cuya parte fundamental después fue
sometida al olvido, pero ya está regresando –en buen momento– para ayudar a los
cubanos a comprender bien de dónde venimos, qué somos y a dónde podemos ir.
Necesitábamos entonces un marxismo creador, abierto y que debatiera, que supiera
asumir un anticolonialismo radical, el internacionalismo, un verdadero antimperialismo
y transformaciones sin fronteras de la persona y la sociedad socialista, como premisas
GRAMSCI EN CUBA
195
Mi entusiasmo e identificación con Gramsci fueron inmediatos a la primera lectura
de los “libros verdes”. Su posición filosófica fue lo que de inicio más me interesó,
pero enseguida traté de aprender a utilizar su aparato conceptual, considerado en su
articulación dentro de una concepción teórica, y su método. Al mismo tiempo, sus
temas y argumentos, en sí mismos, me ganaban, y su manera de escribir me fascinaba.
Pero no era el mío un ejercicio en soledad, porque pertenecía a un grupo de jóvenes
que formábamos el Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana, e
impartíamos filosofía marxista a todas las carreras de esa universidad. Los más “viejos”
del colectivo trabajamos allí durante nueve años, desde principios de 1963 hasta su
disolución en noviembre de 1971. Entre otras actividades del grupo estuvo la creación
de la revista teórica mensual Pensamiento Crítico, que se publicó de febrero de
1967 a agosto de 1971.
Nuestra idea primera era servir a la Revolución, con lo cual no éramos nada originales:
así pensaba la mayoría de los cubanos activos entonces. En segundo lugar, en cuanto
al marxismo, debíamos “incendiar el océano”. La imagen no era nuestra, era del
Presidente de la República, Osvaldo Dorticós Torrado, en una intervención no pública
en el Departamento de Filosofía, en 1964. “Incendiar el océano” quería decir
encontrar un camino ajeno a la ideología soviética y desarrollar la teoría marxista en
Cuba para que pudiera satisfacer las necesidades de la Revolución y tener funciones
correspondientes a ella. Muy pronto tuvimos claro nuestro deber de luchar contra el
ÉPOCA , NÚM .
Cierto número de trabajadores en los campos de la teoría y las ciencias sociales –que
necesitaban oxígeno para el pensamiento, que éste existiera realmente y desarrollara
la capacidad de pensar con criterios propios, como planteaban los dirigentes de la
Revolución– encontraron en Gramsci fundamentos estéticos marxistas coherentes
con las necesidades y problemas culturales del país, pero chocaban con el “realismo
socialista”, las manifestaciones concretas de dogmatismo y los textos de “estética
marxista-leninista”.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
La entrada de Gramsci a Cuba no dio lugar a polémica, aunque ciertamente unos lo
aceptaban y otros no; se topó con él gente con diferentes intereses, proveniente de
distintos lugares y trabajos. Los que rechazaban las posiciones de la coexistencia
pacífica, la “democracia nacional”, la oposición a la lucha armada en América Latina
y la “lucha por la paz” como cobertura que eran de una geopolítica entre potencias,
del hegemonismo en nombre del socialismo y del reformismo como tendencia política
dominante, pero necesitaban hacerlo como marxistas, en vez de ser excluidos o
excluirse ante la soberbia de los que se consideraban propietarios del marxismo.
32, JULIO-DICIEMBRE , 2013, PP. 189-201.
para un trabajo intelectual indeclinable en su autonomía y esencialmente crítico. Y
un marxismo que no se creyera el único pensamiento admisible, ni el juez de los
demás.
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dogma y contra el reformismo político; ambos andaban bastante juntos, aunque en
realidad nunca han sido excluyentes. Pero tener una posición era apenas el comienzo.
Debíamos participar en la creación de una dimensión filosófica que no fuera un
simple adorno de la política. En privado dijimos, con más urgencia que inmodestia:
“tenemos que lograr que el marxismo leninismo se ponga a la altura de la Revolución
Cubana”.
Éramos, por tanto, parte consciente y activa en las confrontaciones de ideas de
aquella época. Como en 1965 eliminamos los manuales soviéticos de nuestra
docencia, nuestros críticos nos tildaron de “clasicistas”, por utilizar textos de Marx,
Engels y Lenin. No faltó quién nos tachara de “revisionistas de izquierda”, por
reproducir y distribuirles a los alumnos el discurso pronunciado por el Che en Argel,
en febrero de 1965. Pero no pretendíamos ser simples voceros de una línea política.
El trabajo docente y la superación estuvieron muy organizados desde el inicio,
y nuestro régimen de exigencias era muy riguroso. Estudiábamos, investigábamos y
discutíamos con gran tesón y sin tasa; tratábamos de forjar un método opuesto a los
prejuicios y dogmas. Las búsquedas debían ser realmente honestas, esto es, teniendo
en consideración los criterios y los hechos divergentes u opuestos a nuestras ideas.
Mis escritos tempranos muestran la influencia del pensamiento de Gramsci.4 Me
correspondió difundir a Gramsci entre mis compañeros, y en su capacitación para
utilizarlo y exponer sus ideas, que introdujimos en la docencia en 1965. Para ello
imprimimos en mimeógrafo textos suyos como “La llamada realidad del mundo
externo”, “Base y superestructura”, y otros. En medio de un proceso de profunda
reformulación de nuestra posición teórica publicamos, a inicios de 1966, un primer
libro para alumnos, muy grueso y de paginación medio inverosímil, Lecturas de
filosofía (1966). Gramsci ocupaba en él cincuenta y tres páginas, en cuatro grupos
de textos. Acompañaba a Carlos Marx, Leontiev, Gordon Childe, Lenin, Engels,
Guy Besse, Louis Althusser, Paul Sweezy, Amílcar Cabral, Fidel Castro, Che Guevara,
Andrés Polikarov, Regis Debray, Meliujin, Alberto Einstein, Manuel Sacristán y algunos
otros. Aparecían también textos breves de algunos de nosotros. El libro era en sí
mismo una posición gramsciana ante nuestro problema, es decir: “hemos puesto
aquí a todo el mundo, pero con un orden determinado y guiados por un propósito”.
Lo que puede apreciarse desde un comentario crítico a los Manuscritos económico-filosóficos
de 1844, publicado en Cuba, en Juventud Rebelde el 24 de diciembre de 1965. Estaba utilizando
4
a Gramsci en mis elaboraciones internas en el Departamento de Filosofía, y me ayudó mucho en
la preparación de un texto extenso y de asunto cubano, “Problemas del marxismo como ideología”,
destinado al compañero Armando Hart, que era entonces el organizador nacional del naciente
Partido Comunista (enero de 1966, inédito). Desde entonces hasta hoy me he valido del
pensamiento y la posición gramscianos como un instrumento en mi trabajo intelectual.
GRAMSCI EN CUBA
197
La asimilación del pensamiento de Gramsci fue muy fructífera. Trataré de esquematizar
esos aportes en siete puntos.
1. Ante todo, una nueva perspectiva y una nueva formulación de la teoría marxista,
inclusiva de la cultura como tal y de una teoría de los intelectuales en sus
Esta edición de Lecturas de filosofía contó con 796 páginas y se tiraron 14 000 ejemplares.
Por entonces nuestras relaciones internacionales eran amplísimas. Por ejemplo, recibíamos con
regularidad 104 publicaciones periódicas de pensamiento y ciencias sociales en canje por Pensamiento
Crítico, entre ellas las más conocidas de la izquierda, aunque no solamente de esa orientación.
7
La obra consta de 366 páginas. Se publicó en inglés (Nueva York, 1971), alemán (Berlín, 1979),
portugués (Río de Janeiro, 1979) y después en español (Barcelona). Gracias a la solidaridad del
Círculo de Sassari (Cerdeña) de la Asociación de Amistad Italia-Cuba pudimos contar al fin con una
edición cubana, Vida de Antonio Gramsci, que fue impresa en español en Verona (Edizioni Della
Sabbia/Edizioni Achab, 2002). Fiori la saludó con alegría, pero su estado de salud le impidió
escribir un prólogo para la edición cubana.
8
“Hoy no es posible repetir esa experiencia, aunque se lea a Gramsci directamente, porque hay
muchas lecturas sobre este autor”. Opinión de un entrevistado (Núñez, 1999:96).
5
6
ÉPOCA , NÚM .
Sintetizo los resultados intelectuales e ideológicos de esa primera etapa. De 1965 a
1971 miles de alumnos de las tres universidades que tenía entonces Cuba recibieron
cursos y conocieron el pensamiento de Gramsci en sus propios textos. Otros miles
leyeron sus textos en multitud de escuelas, de organismos del Estado y organizaciones
políticas, sociales y militares. Se incluía a Gramsci en los programas de formación y
de superación de profesores de filosofía. Se hizo una amplia utilización de sus ideas
en el trabajo teórico y de investigaciones sociales, las que eran entonces una fiebre
impulsada por la propia dirección política del país. Es preciso destacar que el estudio
de Gramsci comenzó por textos suyos, y no por interpretaciones; ese orden se
mantuvo en la docencia y la divulgación.8
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
Desde 1965 comenzamos a recibir textos de Gramsci y acerca de él, provenientes
de Italia. Nos llegaban libros y revistas de ese país, sobre todo de izquierda, y en ellos
era fuerte su presencia. Desde entonces hasta 1971 estuvimos bien provistos de
publicaciones extranjeras, por intercambios y con la ayuda de amigos y de gente
interesada en la Revolución Cubana, que era muy influyente en la izquierda.6 En
1970 quisimos traducir la reciente biografía de Gramsci escrita por Giuseppe Fiori,
pero ya no pudimos publicarla.7 (Fiori, 1966). En 1973 apareció la Antología
preparada por Manuel Sacristán (1970) pero fue una edición póstuma, porque ya
había terminado la primera etapa de Gramsci en Cuba.
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Un segundo libro de texto, mucho más ambicioso y con numerosos trabajos nuestros,
pero basado sobre la misma concepción, fue publicado en 1968.5
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
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especificidades, y puestas ambas en relación con el desarrollo histórico de la
dominación y con la revolución.
2. La cultura de las clases subalternas como un tema central.
3. Una teoría que relaciona a las personas comunes con la filosofía, lo que es un
logro muy feliz para una sociedad en revolución.
4. Una concepción marxista del mundo vinculada realmente con la política práctica.
5. La idea –y esta quinta cuestión era básica para nosotros– de que la transición
socialista debe consistir en una sucesión y combinación de gigantescos cambios
culturales, y no en la supuesta “construcción de la base técnico-material del
socialismo”, como si la economía fuera una locomotora que arrastra los vagones
de la sociedad.
6. Gramsci nos ayudó a pensar la concepción de la creación del socialismo que
asumíamos, que a mi juicio sigue siendo la acertada.
7. También constituía una aproximación filosófica a la revolución como un
acontecimiento humano y protagonizado por seres humanos. Y nos planteaba
siempre, sin tregua, la tremenda complejidad de lo social.
Apunto otras cuatro cuestiones que me parecen destacables.
1. La primera es que Gramsci proporcionó un formidable alegato contra el
dogmatismo del llamado Materialismo Dialéctico e Histórico, el economicismo,
la mezcla de pensamiento especulativo y positivismo en nombre del marxismo,
la metafísica, el evolucionismo, las simplificaciones, el autoritarismo, el
cientificismo y la pedantería.
2. A través de una concepción crítica del mundo, brindó un terreno teórico positivo
en el cual cabían, funcionaban y debían articularse, entre otras cuestiones: la
hegemonía como teatro de contienda cultural: el partido como acción organizada,
intelectual colectivo y forma de poder; los simples; la filosofía como superadora
del sentido común; los intelectuales orgánicos; la recuperación de la centralidad
de la dialéctica.
3. Nos ayudó en la búsqueda del único objetivo superior y al mismo tiempo viable
de la transición socialista: la superación de la cultura del capitalismo a través del
trabajo con la conciencia y las subjetividades. Con Marx conocíamos la necesidad
de levantarse contra la totalidad del mundo vigente, y no contra una parte de él;
esto es, no pasar de un tipo de dominación a otro, sino acabar con todo tipo de
dominación. Con Gramsci veíamos que la teoría es capaz de participar en la
creación del socialismo. Ella permite pensar profundamente la complejidad de
un proceso que asuma la socialización efectiva de los medios de producción, la
economía y toda la vida pública; que se articule a un internacionalismo que
corresponda a los avances del movimiento y las ideas mundiales a favor de la
liberación, y no un vehículo de la razón de Estado. Un socialismo que sea
organizador de luchas y de cambios revolucionarios, es decir, superador de los
La obra de Gramsci, sus preguntas, sus temas, su arquitectura teórica, sus métodos
y el carácter abierto de su pensamiento constituyeron una verdadera riqueza de
caminos, sugerencias, intuiciones, interrogantes cruciales, incitación a pensar y a
conocer, para actuar consecuentemente. Fue una de las armas intelectuales de la
primera etapa de la Revolución en el poder, sobre todo en cuanto a su profundización
y a la formulación de un proyecto comunista de la Revolución Cubana.
Gramsci estuvo totalmente comprometido en Cuba, y tenía que sufrir el final de esa
primera etapa. Cuando comenzó la segunda etapa de la Revolución –con sus logros
y sus desaciertos, frenos y retrocesos, contradictoria en numerosos aspectos, pero
funesta para el pensamiento social–, Gramsci salió de los programas docentes y se
convirtió en un extraño en Cuba. Al italiano no se le mencionó más.9 Sin embargo,
ya Gramsci había estado: ese fue un hecho extraordinario para la cultura cubana. Era
una herencia yacente, como otros muchos aspectos del gran avance intelectual y de
la acumulación cultural constituida por los frutos de la Revolución Cubana. Puedo
9
“El marxismo como disciplina y como saber social tiene también su historia en el proceso de
transición socialista cubano. No hablaré aquí de sus caídas y vicisitudes; basta recordar que Antonio
Gramsci, el último gran pensador europeo del período leninista, era estudiado y publicado en Cuba
hace veintitrés años, y en los setenta-ochenta simplemente fue desaparecido” (Martínez Heredia,
1990:29).
ÉPOCA , NÚM .
límites que le ponen a la acción humana las condiciones llamadas materiales u
objetivas de reproducción de la vida social. Un socialismo que no tema, ni
oculte demagógicamente, que la transición socialista está obligada a tener un
poder muy fuerte y también su propio tipo de dominación, pero que al mismo
tiempo está obligada a desarrollar medios efectivos de socializar progresivamente
los controles que ejerce y debilitar su naturaleza en cuanto a esa dominación,
viabilizando el ejercicio creciente de libertades que resulta imprescindible para
la existencia y el avance del socialismo. Una teoría y unas prefiguraciones de la
dialéctica entre dominación y libertad en la transición socialista y, por tanto,
entre el poder y el proyecto; dialéctica en la que el poder tiene que estar al
servicio del proyecto.
4. Por último, al estudiar la vida de aquel hombre extraordinario conocimos también
a uno de los protagonistas de un gran drama histórico: el del apogeo y la
tragedia del bolchevismo y el heroísmo y los sacrificios de las luchas de clases
en la Europa de los años veinte-treinta; el primer intento de universalización del
movimiento comunista y el marxismo; el final de la Revolución soviética y el
inicio de la dogmatización oficial del marxismo. Los textos y la odisea personal
de Gramsci contribuyeron también a nuestra madurez intelectual respecto a la
historia del marxismo y el socialismo, y a las luchas contra el capitalismo.
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afirmar, en ese sentido, que su obra y su ejemplo quedaron como un valor permanente,
a pesar de su suerte inmediata.
Fue en Cuba donde sucedió la experiencia más amplia de introducción de Gramsci
en América Latina, y la que tuvo efectos más trascendentes. La historia intelectual de
Gramsci en este continente viene siendo estudiada y debatida en las últimas décadas
por numerosos investigadores y activistas sociales y políticos. No puedo evitar, sin
embargo, un comentario: la mayoría de los trabajos y publicaciones acerca de ese
tema han excluido el caso cubano. La difusión y el uso de Gramsci en la Cuba de los
años sesenta no se mencionan, ni siquiera se citan las ediciones cubanas de aquella
época.
A partir de 1986, la dogmatización y el empobrecimiento que habían regido al
pensamiento social cubano fueron atacados por el enérgico movimiento político
llamado de rectificación de errores y tendencias negativas, iniciado por la dirección
de la Revolución. El final de la URSS y de los regímenes de Europa oriental, así como
la bancarrota de su ideología, favorecieron aún más las condiciones para una
recuperación y nuevos desarrollos del pensamiento social.
El regreso de Gramsci, sin embargo, no fue rápido ni fácil, sólo fue posible cuando
se hizo realidad la diversificación y coexistencia de ideas que predomina en la Cuba
actual. Cada vez es más estudiado y se publican textos suyos y sobre él, algunos de
ellos con fuerte resonancia. El Ministerio de Cultura creó la Cátedra de Estudios
Antonio Gramsci que funciona desde hace quince años. Un buen número de
intelectuales y de jóvenes activos se identifican con sus ideas, muchas veces en relación
con las prácticas de educación popular.
Gramsci vuelve a ser un instrumento sumamente valioso para las investigaciones
sobre los problemas de la sociedad y la cultura, la recuperación del marxismo como
teoría dialéctica anticapitalista y la identificación, defensa y profundización de nuestra
transición socialista.
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Miguel Ángel Herrera Zgaib (compilador),
Hegemonías y contra-hegemonías en la
subregión andino-amazónica. Primer
Seminario Internacional Antonio Gramsci
Por Laura Nieto Sanabria*
La globalización capitalista y el proyecto neoliberal han incidido en América Latina
reforzando una democracia que funciona a partir del clientelismo, la ignorancia, el
hiper-presidencialismo y la pobreza. Frente a tal situación han emergido pensamientos
y proyectos libertarios en busca de alternativas democráticas fundadas en la autonomía
de los pueblos y contra-hegemonías perfiladas desde la praxis común de los dominados.
En Colombia se llevó a cabo el Primer Seminario Internacional sobre Antonio Gramsci
en 2008. La Universidad Nacional de Colombia abrió sus puertas para que diversos
investigadores latinoamericanos convergiesen en la discusión de la siguiente pregunta:
¿es posible Otra América? Cada uno de los autores de este libro trata de responderla
desde las particularidades de su país, sus trincheras y conocimientos, haciendo uso
del pensamiento crítico de Antonio Gramsci. La compilación, a cargo de Miguel
Ángel Herrera Zgaib, está compuesta por diez artículos que abarcan temáticas de
Colombia, Ecuador, Venezuela y Perú; todos ellos giran en torno a la transformación
de la sociedad a partir del proyecto emancipador y libertario, considerando las
alternativas frente a las condiciones de los distintos escenarios latinoamericanos.
La obra de Gramsci resulta primordial para repensar los caminos hacia Otra América.
Herrera Zgaib recuerda la preocupación que Gramsci tenía de buscar condiciones y
posibilidades para impulsar una democracia radical hacia un comunismo sin recetas
ni dogmas. Desde esta perspectiva, la relación intrínseca entre el despliegue analítico
y la lucha por la hegemonía es sustancial para la transformación radical del
conformismo social capitalista y para llegar a la formación de una conciencia crítica.
* Estudiante de la licenciatura en Sociología, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México.
E-mail: <[email protected]>.
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POR LAURA NIETO SANABRIA
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De igual forma, el estudio de las relaciones de fuerza en el análisis de coyuntura
posibilita la construcción de la ciencia política y es básico para entender la realidad
actual que se presenta como crisis orgánica persistente del Estado, sin derivar
necesariamente en salidas revolucionarias. Juan Carlos García Lozano alude a estas
ideas gramscianas al subrayar que las ciencias sociales están hechas para transformar
y no para contemplar. La lucha por una nueva voluntad nacional popular que busque
construir Otra América tiene que considerar el análisis de la dirección política actual.
El problema es la construcción de una nueva historia contra-hegemónica.
Cabe mencionar que la lucha por la hegemonía es un ejercicio de educación de las
masas a partir de estrategias de educación popular y formación de intelectuales
orgánicos. Al respecto, Paola Andrea Camacho reflexiona sobre el sistema educativo
colombiano, de corte elitista y excluyente, lo que exige estrategias que renueven la
estructura ideológica de los partidos políticos y la escuela en general. De igual manera,
Héderman Castro estudia el papel de la izquierda colombiana como ejemplo de una
sociedad subalternizada que no permite el buen funcionamiento de los partidos ni la
existencia de un verdadero proyecto político a largo plazo. Con relación a ello,
fenómenos como la violencia política, el paternalismo, el populismo y el caudillismo,
característicos del Estado colombiano, derivan en conflictos tanto regionales como
continentales.
Hay una tendencia al uso extremo de la violencia, como fueron los casos de la
violación a la soberanía de Ecuador y Venezuela. Dichas prácticas reflejan una crisis
que deriva de la absoluta sumisión del Estado colombiano a los mandatos del capital y de su sordera ante las acciones diversas de la sociedad civil. Jaime Mejía Gutiérrez
y Yolanda Rodríguez Rincón plantean la urgente necesidad de un debate sobre los
requerimientos de un proyecto contra-hegemónico hacia la construcción del
socialismo. Un ejemplo es el de Venezuela expuesto por Miguel Arnulfo Ruiz Acosta.
Hugo Chávez ascendió a la presidencia después de la crisis orgánica de la IV República.
El bloque de poder decayó al no lograr la inclusión de varios grupos subalternos.
Chávez logró canalizar el profundo malestar de las mayorías y formó un bloque
policlasista que participaría en la redacción de la Constitución de 1999, la que, sin
cuestionar el orden burgués, inicia un proceso revolucionario en tanto posee un
espíritu popular y democratizante.
Otro proyecto contra-hegemónico que, aunque fallido, resulta ilustrador, es el
propuesto por el Partido Comunista de Perú (PCP), también conocido como Sendero
Luminoso. Carlos Castillo Vargas analiza sus logros al crear bases de apoyo, frentes
y organismos para la construcción de una nueva sociedad que, sin embargo, no
pudo consolidarse al ser desmantelado por el Estado peruano y la CIA con estrategias
como la guerra de baja intensidad e ignorar el proceso de hegemonía. Es evidente
que la lucha por la hegemonía y la cimentación de un nuevo bloque histórico no es
MIGUEL ÁNGEL HERRERA ZGAIB (COMPILADOR), HEGEMONÍAS Y...
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Miguel Ángel Herrera Zgaib (compilador), Hegemonías y contra-hegemonías en la
subregión andino-amazónica. Primer Seminario Internacional Antonio Gramsci,
Bogotá, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Instituto Unidad de
Investigaciones Jurídico-Sociales Gerardo Molin (UNIJUS), Universidad Nacional
de Colombia, 2009, 226 pp.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA
En suma, los artículos incluidos en este libro son inmensamente enriquecedores para
dar una idea de los usos de Gramsci en el análisis de América Latina. Sin duda
alguna, esta compilación invita a seguir reflexionando sobre la realidad del
subcontinente desde una perspectiva que retome el análisis de coyuntura y reflexione
sobre diversas estrategias de lucha como la educación, los partidos políticos, la inclusión
y la construcción de una conciencia crítica, que permitan lograr la cimentación de
una nueva hegemonía. El nacimiento de un bloque histórico diferente a partir de la
lucha incesante de las clases subalternas va de la mano con la edificación de una
democracia radical que a su vez prepare el camino hacia una sociedad autorregulada:
la Otra América.
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tarea fácil, y lo es aún menos en regiones como América Latina que se distingue por
su multiculturalidad. Al respecto Yolanda Parra observa que tomar en cuenta la diversidad cultural en el proyecto contra-hegemónico es algo fundamental en la
construcción de una nueva sociedad.
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208 FALSA
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REQUISITOS PARA COLABORADORES
1. Las colaboraciones que se envíen a la revista Estudios Latinoamericanos deberán
ser resultado de investigaciones de alto nivel relacionadas con alguna temática
latinoamericana (o de interés para la región). Asimismo, deberán ser inéditas y,
mientras no se les dictamine, y en su caso, hasta su publicación, la/el (las/los)
autora (autor) autoras(es) se compromete(n) a no presentarlas a otra publicación.
2. El envío de cualquier colaboración a la revista implica la aceptación de lo establecido
en estas normas editoriales y la autorización al Comité Editorial de Estudios
Latinoamericanos para que difunda su trabajo en la revista, en la página electrónica
de la misma, en reimpresiones, en colecciones y en cualquier base de datos o
sistema de indización impreso o electrónico que se decida para lograr una mayor
y mejor difusión del mismo.
3. Los trabajos deberán enviarse a la siguiente dirección electrónica: estudioslat
[email protected]
4. Las colaboraciones se acompañarán de una breve ficha curricular de la/del (las/
los) autoras(es) que contenga: nombre(s) completo(s), profesión, nivel de estudios,
institución, área de investigación, principales publicaciones, dirección, teléfono y
correo electrónico.
5. Se deberá anexar un resumen de no más de 10 líneas en español y en inglés.
Asimismo, deberán incluirse las palabras clave del artículo.
6. En cuanto a su presentación, los trabajos deberán tener un apropiado nivel de
redacción y sin errores mecanográficos; una extensión máxima de 25 cuartillas (a
doble espacio), incluidos mapas, gráficas, cuadros, etcétera. Deberán llevar subtítulos. La fuente a utilizar será Times New Roman/12.
7. Los cuadros y gráficas deberán enviarse en archivos de Excel, y los mapas,
fotografías o cualquier otro elemento visual deberán entregarse en jpg o bmp. Se
deben anexar el título y las fuentes o referencias precisas fuera del cuadro, mapa,
gráfica, imagen, etcétera.
8. Las notas deberán ir a pie de página y las referencias bibliográficas en estilo
anglosajón (Harvard), dentro del artículo. Es decir, entre paréntesis el(los) apellido(s),
el año: la(s) página(s) sin espacio luego de los dos puntos. Ejemplos: (García,
2000:31), (García López, 2004:32-45). En caso de que una nota a pie de página
requiera referencias bibliográficas, éstas deberán anotarse en el mismo estilo
anglosajón.
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REVISTA ESTUDIOS LATINOAMERICANOS
9. La bibliografía se incorporará al final del artículo. Se solicita respetar el siguiente
orden y formato, todo seguido de comas (,): apellido(s), en versales, nombre(s)
(año), título, entre comillas si es artículo de revista o capítulo de libro, en cursivas
el nombre de la revista, o bien, el nombre del libro, lugar, editorial.
Ejemplo de libros:
BULMER-THOMAS, Víctor (1998), La historia económica de América Latina desde la
independencia, México, Fondo de Cultura Económica.
Ejemplo de capítulo en libro:
OLIVER, Lucio (2009), “Conflictos y tensiones en torno del Estado Ampliado en América Latina. Brasil y México entre la crisis orgánica del Estado y el problema de la
hegemonía”, en Diana GUILLÉN y Margarita G. FAVELA (coordinadoras), América
Latina: los derechos y las prácticas ciudadanas a la luz de los movimientos
populares, Buenos Aires, CLACSO.
En el caso de revistas, se anotará después de la editorial, núm., vol., meses, etcétera.
Ejemplo de revista:
MARTÍNEZ SUÁREZ, Araceli (2012), “Integración regional financiera de América Latina:
el Banco del Sur, un proyecto socio-económico?”, en Estudios Latinoamericanos,
México, Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales, UNAM, nueva época, núm. 30, julio-diciembre.
Consulta de documentos electrónicos. Apellido (en versales) y nombre del autor (en
letras mayúsculas y minúsculas), título del trabajo (en letras cursivas y con mayúsculas
y minúsculas), si la cita se refiere a una revista o se relaciona con un correo electrónico,
el título se escribirá con letra normal y entrecomillado, tipo de soporte (en línea, CDROM, cinta magnética, diskett), dato que se colocará entre corchetes ( [ ] ), si la referencia
es con respecto a un correo electrónico, o página web, la dirección se ubicará entre
ángulos ( < > ), y si es el caso: (año), título de la publicación periódica (en cursivas),
lugar de publicación, editor, volumen y/o número de edición.
Al final, puede anotarse la fecha de consulta del documento.
Ejemplo de revista electrónica:
KLIKSBERG, Bernard (1996), “¿Cómo enfrentar los déficits sociales de América Latina?
Acerca de mitos, ideas renovadoras y el papel de la cultura”, [en línea] Revista
Venezolana de Gerencia, Caracas, vol. 1, núm. 2, Vicerrectorado Académico,
dirección URL: <http://revistas.luz.edu.ve/index.php/rvg/article/viewFile/7852/
7518>, revisado o consultado el 24 de enero de 2013.
REVISTA ESTUDIOS LATINOAMERICANOS
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Ejemplo de correo electrónico:
Millán Márgara, “Convocatoria” (versión para imprimir), [en línea], 3 de diciembre
de 2013, dirección URL: <[email protected]>, [consultado el 4 de
diciembre de 2013], archivo del mensaje: [email protected]
Si el documento consultado no incluye todos los datos requeridos, deberá consignarse
dentro de la cita. Por ejemplo, si el documento no registra el nombre del autor,
fecha, editor o lugar de edición se deberá señalar de la siguiente manera: s/a, s/f,
s/e, s/l.
10. La primera vez que su utilicen siglas o acrónimos deberán escribirse entre
paréntesis e ir antecedidos del nombre completo desagregado.
Los trabajos enviados serán dictaminados bajo la modalidad de “doble ciego”
por especialistas en la temática.
Los trabajos que no cumplan con los requisitos establecidos no serán
considerados.
Cualquier duda acerca de estos requisitos favor de dirigirse al correo:
<[email protected]>.
Revista Estudios Latinoamericanos
At’n: Gloria Carrillo Serrato, Editora
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Centro de Estudios Latinoamericanos
Edif. “E”, 1er. piso, Circuito Cultural Mario de la Cueva s/n,
C. P. 04510, Ciudad Universitaria, México, D. F.
Tels.: (52-55)5622 9417 o 27; fax: (52-55)5622 9427
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Revista Estudios Latinoamericanos, nueva época, número 32,
julio-diciembre de 2013, editada por la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la UNAM, se terminó de imprimir el 17
de mayo de 2014, en los talleres de Línea y Color, Prolongación
Tlahuicas núm. 20, Col. San Francisco Culhuacán, Delegación
Coyoacán, México, D. F., C. P. 04260. El tiro consta de 500
ejemplares impresos en Offset sobre papel cultural ahuesado
de 75 grs. En su composición se usaron los tipos Souvenir y
Souvenir Lt Bt 10/12. La corrección de estilo y el cuidado de
la edición estuvieron a cargo de Clara I. Martínez Valenzuela,
Departamento de Publicaciones, FCPYS, UNAM.
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