25/11 - Alegato del Dr. Hugo Vaca Narvaja

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25/11 - Alegato del Dr. Hugo Vaca Narvaja
25/11 - Alegato del Dr. Hugo Vaca Narvaja
MORALES Raúl Ernesto.
Fue detenido el 22 de marzo de 1976, a las 23 hrs. en su domicilio de Santa Rosa de
Calamuchita. Tenía 26 años. Sus captores fueron varios, y no se identificaron. No tenían
orden escrita.
Morales es un preso político. Una persona que es detenida porque representa una
amenaza para el sistema político establecido.
Pasa una noche en la comisaría del pueblo, y a la mañana viaja a Córdoba y lo llevan al
D2. En el D2, lo tienen diez días bajo tormentos, y luego lo derivan a la Cárcel de San
Martín.
METODOLOGÍA DE MANUAL DEL D2 PARA DETENIDOS POLITICOS.
10 días de torturas y vejaciones, y luego traslado, a algún campo o a la UP1.
Vendados, atados, eran obligados a dormir sentados. Las humillaciones eran varias, de
todo tipo, insultos, golpizas, mojarrita, submarino, quemaduras en los genitales,
quemaduras con cigarrillos, siempre “tabicados” y sin posibilidad de reconocer a sus
torturadores salvo por accidente, por la voz o por que el mismo retiraba la venda para
hacerse reconocer. Se quebraban sus resistencias psicológicas y terminaban haciéndose
cargo de lo que sus torturadores quisieran, firmando supuestas declaraciones escritas de
sus actividades “subversivas”.
En 1757, como hemos visto, la exposición del tormento era publica, para atemorizar a la
población y demostrar el poder del Rey, flanqueado, como siempre, por la Iglesia,
cuando no, por algún escribano o abogado como Le Breton. Se trata de un suplicio, de
un tormento con claros fines intimidatorios, de control y de preservación del poder
mediante el terror. El suplicio dura horas, y termina con la muerte y la quema en la
hoguera.
En 1976, el tormento es similar, humillante, vejatorio, sumamente doloroso, pero era
privado, o podemos decir, semi-privado, puesto que otros detenidos compartían estas
torturas.
Inclusive, de los relatos en esta audiencia hemos percibido como la peor tortura es la de
escuchar a un familiar ser torturado.
Después de las detenciones, eran trasladados a otros sitios donde continuaban su
calvario. Esto era conocido por la sociedad, pero por el boca a boca, no era publico,
expuesto... se sabía de las torturas, de las desapariciones, pero de manera solapada.
Esto provocaba más miedo aún, ya que cualquiera podía caer en la maquinaria
represiva.
El suplicio duraba días enteros, o meses, o años, o, como en el caso de Morales, no
termina nunca.
La prensa y los medios informaban sobre los partes remitidos por las autoridades
militares sin cuestionarlos, algunos entusiastamente, y otros presa del pánico y el miedo
imperante.
El manual de acción psicológica utilizado por la dictadura determina en su art. 2004
que la acción compulsiva “será toda acción que tienda a motivar conductas y actitudes
por apelaciones instintivas, actuará sobre el instinto de conservación y demás tendencias
básicas del hombre (lo inconciente). La presión insta por acción compulsiva, apelando
casi siempre al factor miedo. La presión psicológica engendrará angustia. La angustia
masiva y generalizada podrá derivar en terror y eso basta para tener al público (blanco)
a merced de cualquier influencia posterior.
El ocultamiento y la clandestinidad, propio del terrorismo de Estado, incluye, como lo
reiteran las Directivas, el intenso mecanismo de acción psicológica.
(MANTARAS, MIRTA. GENOCIDIO EN ARGENTINA. CHILAVERT ARTES
GRAFICAS, BS.AS. 2005. PP 170).
De esta forma, cualquier persona podía caer en la maquinaria represiva del Estado.
Como lo han dicho los testigos en esta causa, cualquiera que pensara, que osar pensar
podía ser atrapado por las fuerzas represivas y sometido a la tortura y confinación, o
desaparición.
Es claro, que las fuerzas represivas estaban dirigidas a ciertos sectores de la sociedad,
como lo demuestran los testimonios brindados en este debate.
Morales era militante de la Juventud Peronista, igual que su hermana y su cuñado.
Otras victimas eran delegados sindicales, todos con un marcado compromiso social y
con plena conciencia de participación colectiva para la búsqueda de una sociedad
más justa. Los policías que disentían con el terror eran también blanco de sus mismos
compañeros.
No es casual entonces el paso de Raúl Morales por el D2.
Se torna entonces una falacia la lucha contra “la subversión marxista” a la que alude
Menendez en su discurso, el que siempre lee ante cada audiencia. Morales no era
marxista, ni sus familiares. Era, como el mismo lo dijo, peronista de cuna, como su
padre.
Por otro lado, y para demostrar la falacia de Menéndez en su confesión, en 1977, ante el
bloqueo económico efectuado por el gobierno de James Carter (EEUU) y los países
de Europa occidental, el principal comprador de granos de la Argentina fue la
Unión Soviética.
Es decir, la producción de granos de los campos de Martines de Hoz y sus socios
ruralistas iba a la URSS, justamente la potencia marxista y gris a la que alude
Menéndez, con la cual, por otro lado, se pusieron en marcha convenios de colaboración
firmados en 1974 por el Ministro de Economía de Perón, José Ber Gelbard.
Durante los años del proceso militar, La Unión Soviética votaba en la Onu en contra de
la condena al régimen golpista, en agradecimiento a la colaboración de nuestros
generales.
El sometimiento y vejación como sistema de interrogación que caracteriza al D2 tiene
por objetivo la disminución física y psíquica del detenido, además de la obtención de
información que pudiera ayudar en la supuesta guerra contra la subversión marxista.
Para llevar adelante esta tarea represiva, hacían falta personas de características
bastante particulares. Es claro que una personal normal, difícilmente pueda llevar
adelante sesiones de tortura, de humillación y vejación como las que hemos escuchado
en esta audiencia, y después llegar a su casa, preguntar “que hay de comer querida” y
estar con sus hijos como si nada sucediera.
Los integrantes del D2 tienen, poseen, características personales que los hacen aptos
para estas tareas: Escaso grado de alfabetización, carácter templado, fortaleza física y un
convencimiento intelectual sobre su actuación que les permitiera justificarlo y
autojustificarlo.
Esta fortaleza mental contiene mecanismos perversos que hasta el día de la fecha les
permiten negar lo evidente y mantener una postura exculpatoria sobre hechos
absolutamente demostrados.
Esta perversidad, por otro lado se manifestaba en cada uno de sus actos sobre las
victimas. Su condición lumpenar se vislumbra por su escasa escolaridad, sus conductas
permanentes de saqueo, tanto a las viviendas allanadas, como a las personas detenidas, a
las que les robaban el dinero, las joyas y los anillos y en la actitud hacia las mujeres, a
las que humillaban indisimuladamente.
El cinismo se presenta como otra característica visible en su comportamiento.
Miguel Ángel Gómez es “El gato”, o “sargento gato”, el torturador estrella de la
repartición.
Todos los testimonios lo identifican como el que dirigía los interrogatorios. Y sus
colegas no dejan de señalarlo permanentemente: “te vamos a hacer un gatito”, o “el gato
le está dando máquina”, o “ya vas a conocer al gato” son frases que hemos escuchado
les decían en forma permanente a los detenidos en el D2. También el testimonio
agregado de Carlos Raimundo Moore lo señala como uno de los miembros activos del
D2.
Miguel Ángel Gómez es quien tortura a Morales.
Así lo identifica el mismo Morales, cuando manifiesta que entre sus torturadores había
uno al que le decían “gato”. No lo vio, porque estaba vendado y esposado, pero lo
sintió, sintió su peso, su voz.
Tan claramente que Morales identifica esa voz como una de sus captores en Santa Rosa,
y aquí el Gato ha confesado que “quien detiene interroga” como consta en actas.
Por ello a la pregunta formulada por Gomes en esta audiencia “¿Quién le dijo a Morales
que Miguel Ángel Gomes lo había torturado?. La respuesta es sencilla, nadie, el sabe
que lo torturó un tal “gato”, pero nunca dijo que fue Miguel Ángel Gomes. Fue el
mismo en esta audiencia quien se identificó como “gato” o “sargento gato”.
A Gómez lo identifican otras personas que fueron detenidas en Inteligencia, y esto hace
que “el gato” tome entidad, sea descubierto, sea identificable.
Las personas que trabajaban en el D2, es decir, los policías, que cobraban un sueldo
pagado por todos los contribuyentes, cumplían con sus labores entusiastamente. Ponían
música folcklórica mientras torturaban a sus victimas. El “gato”, como líder de los
interrogadores, hasta cantaba mientras cumplía con sus labores.
Soledad Edelveis García, una militante docente que pasó por el D2, cuyo testimonio
obra agregado en esta causa lo identifica porque cantaba “carpas de salta”, un tema
folklórico, sobre el que no nos pudo contar nada Gómez porque este Tribunal consideró
impertinente la pregunta de este letrado respecto de los gustos musicales del imputado,
a pesar de lo cual manifestó que escucha a Julio Sosa.
Otros testimonios han manifestado que había una persona que cantaba folklore en el D2.
También lo identificó Rafael Antonio Flores Montenegro, cuyo testimonio prestado en
la causa “Tello Biscayart” fue agregado a esta, junto con el de Soledad García, a fs.
135/141 aunque sin verlo personalmente, sino por el apodo del “gato” por quien fue
torturado.
Es claro que los integrantes del D2 se adelantaron a estudios realizados sobre la materia
al acompañar sus labores diarias con música, lo que evidentemente mejoraba su
rendimiento, y hacía de las sesiones de tortura una verdadera fiesta, un “jolgorio” lo que
ha sido también relatado con suma crudeza por las victimas de estos señores policías
que disfrutaban de realizar su trabajo.
Gomes fue identificado también por Oscar Samamé, quien logró verlo y recordar ese
“rostro diabólico”. Y por su voz por Manuel Nieva. También por Isolina Transito
Guevara, a quien le retiro la venda de sus ojos y pidió que lo viera, que quería que viera
quien era su torturador.
También lo vio Ramón Hugo Guevara, a quien durante una de las golpizas que le
propinaba el Gato se le corrió la venda de los ojos y pudo verlo por única vez.
No cabe duda que Gómez cumplía perfectamente con las labores que se le
encomendaban, así era calificado con 100 puntos por su superior, el Crio. Telleldín.
Y era reconocido y encumbrado por sus pares, que lo llamaban “sargento” cuando su
legajo establece que tenía el grado de cabo mientras revistó en el D2. Por otro lado, el
mismo Gómez ha dicho en esta audiencia que se considera “Cristiano”, aunque
algunos consideraban que era Nacionalsocialista, pero que no tiene esa ideología.
Tal vez algunos pensaban eso por las esvásticas que acostumbraba dibujar sobre el
pecho o la ropa de sus victimas.
Gómez dijo también en esta audiencia: “nos matamos entre hermanos, equivocados o
no”, y esta frase merece un pequeño análisis.
En primer lugar, porque, si bien se incluye él en el texto, al estar vivo, no puede aplicar
la primera persona en plural. Mató a hermanos es mejor sintacticamente hablando.
Pero los hermanos no se matan, salvo en algún texto bíblico, como el caso de Abel y
Caín.
Normalmente los hermanos, si así se consideraba, actúan como Antígona, en la tragedia
de Sófocles, que desconociendo las ordenes de los superiores rescató el cadáver de su
hermano caído en la batalla.
El D2 dependía de la Policía de la Provincia, en aquel entonces bajo el mando del Sr.
Benjamin Rivas Saravia. Ernesto Cesario era el subjefe. Y Raúl Pedro Telleldín era el
jefe del Departamento de Informaciones Policiales (D2). Y esta dependía del área 311,
de Luciano Menéndez, y de la 4ta. Brigada, Gral Bautista Sasiaiñ, que daban las
ordenes represivas pertinentes, y supervisaban su cumplimiento, conforme surge de las
reuniones informativas obrantes en autos y por la misma confesión del imputado, que
dice haber estado al frente de sus “dignos subordinados”, entre ellos, los integrantes
del D2 y específicamente Miguel Ángel Gómez, alias “el gato”.
Tenemos entonces visto y comprendido el sistema represivo implementado para el D2,
y como se cumplían las ordenes y llevaban adelante su tarea represiva los cuerpos
policiales.
Este sistema es un medio, para un fin determinado. No podemos caer en la ingenuidad
de sostener que Menéndez era el responsable de la represión en Córdoba y terminar en
que el mismo era el autor intelectual y material de este sistema represivo instrumentado
en todo el país.
Claramente surge que Menéndez era el responsable de la represión, es decir, el brazo
armado, el director de la carnicería, pero no el autor ideológico de la misma.
Por otro lado, como hemos señalado, la represión es un medio para llegar a un fin
determinado. El fin era la domesticación, la sumisión del pueblo, para que quienes
manejaban el Estado pudieran actuar libremente.
Quienes manejaban el Estado, quienes implementaban las políticas estatales, no eran
militares. Eran civiles.
El plan económico de la dictadura fue implementado por José Alfredo Martínez de Hoz,
por Juan Alemann, por Guillermo Walter Klein, Luis García Martines, Domingo
Cavallo, entre muchos otros.
Instituciones civiles como la Sociedad Rural y varias entidades empresariales
acompañaron entusiastamente al gobierno militar.
También la iglesia, y los sectores más recalcitrantes de la burocracia sindical. No es
una casualidad que el D2 este a escasos veinte metros de la Catedral de esta ciudad de
Córdoba.
Este plan económico llevó la deuda externa de unos siete mil millones de dólares al ser
derrocada la Sra. De Perón, hasta los 45 mil millones que recibió y reconoció el
gobierno de Raúl Alfonsín. La participación de los trabajadores en el PBI disminuyó
del 50 al 29 por ciento.
Evidentemente que, para trasladar nada menos que veinte mil millones de dólares de
deuda privada al Estado como lo hizo Domingo Cavallo en 1980 requería de una
sociedad atormentada, aterrorizada, domesticada, anestesiada por la violencia, que no
pudiera reaccionar ante semejante saqueo de las arcas publicas.
La colaboración institucional, de sectores de la política, de la iglesia, de la sociedad
civil, del poder judicial ha quedado palmariamente acreditada en estas audiencias.
Eudoro Vázquez Cuestas reconoció, a regañadientes, en esta audiencia, haber sido
designado juez por el gobierno de facto.
Reconoció que nada podía hacer ante las armas, y que arriba de los militares solo estaba
dios. La justicia colaboraba con el gobierno de facto. Le pedía permiso para indagar a
los imputados, acataba las órdenes emanadas por las autoridades de facto, como se
desprende de las constancias de autos.
Hacia la vista gorda ante las denuncias de torturas de los indagados, y no las asentaba,
como tampoco solicitaba médicos o auxilio para los imputados.
Todos los testigos reconocieron que las indagatorias eran tomadas en presencia de
represores, pero el ex juez lo niega terminantemente.
Si como juez no tenía “potestas” entonces estaba pintado. No estaba obligado a
conservar su cargo.
El testimonio de Cuello nos relata las visitas de Menéndez al estudio jurídico de
Angeloz-Funes. Dato clave, ya que no cualquiera sabe de la composición de este
estudio, ni que los Funes eran dos, uno de los cuales integraría “la Cámara del perdón”
y otro sería director de Hidráulica durante años, teniendo activa participación en el
proceso de privatización del servicio de agua potable en Córdoba.
Raúl Primatesta, el obispo de Córdoba en aquel entonces, iba a reunirse con Menéndez
en el tercer cuerpo de ejército, y también concurría al estudio jurídico Angeloz-Funes.
El obispo es sindicado en el testimonio de Charlie Moore, y por cualquier persona que
haya vivido en esta ciudad en aquella época como una de las personas que podían
decidir que un detenido viviera.
A pesar de las intimidaciones sufridas, incluyendo un atentado en el año 1989, Cuello
sigue contando su versión sobre los hechos, y nuevamente se ha mencionado a Julio
Cesar Araoz, socio del abogado Ronald Troncoso, como participante en la venta de
muebles de desaparecidos. A este último lo sindica como el abogado de Horacio French,
vinculado al 141 de inteligencia.
Se constató la resistencia de Oscar Aguad a dar de baja a Yanicelli, quien durante el
gobierno de Mestre ocupó el tercer lugar en importancia dentro de las filas policiales.
Evidentemente Yanicelli era de utilidad para aquel gobierno reacio a soltarle la mano, a
pesar de su pertenencia a las filas del D2, tanto a él como a otros cien agentes, a los que
Aguad se negaba a dar de baja.
Recordemos también que Mestre propuso para el Tribunal Superior de Justicia al Dr.
Jorge Maldonado, otrora Secretario de Cultura del Gobierno de Videla.
Lo preocupante del testimonio del Sr. Víctor Hugo Bazán, retirado del D2 en 1998 es
que el mismo continuaba funcionando tan avanzada la democracia. Con sus oficinas de
“Gremios” y “Archivos” ¿conservará actualmente su estructura?
La participación de todos estos sectores en confluencia, tuvo su resultado: el país fue
destrozado. Se dinamitaron las instituciones, se atomizaron las organizaciones
gremiales, se desapareció a los más importantes dirigentes y militantes sindicales y
sociales. Se cercenaron derechos laborales y se desarticuló un sistema educativo que era
de punta en America Latina, quedando cesantes unos 8.000 maestros.
En fin, se determinó lo que Menéndez llama “nuestro estilo de vida”.
Las palabras de Juan Gelman, son aplicables a esta etapa última de la dictadura:
“Hurra por fin ninguno es inocente
Caballeros brindemos las vírgenes no virgan
Los obispos no obispan, los funcionarios no funcionan... “
(Gelman, en abierta oscuridad –himno de la victoria (en ciertas circunstancias).
Después de la derrota de Malvinas en el 82, el gobierno militar no tenía destino, por lo
que la única salida viable eran las elecciones.
Había mandado a cientos de jóvenes malamente pertrechados, casi desarmados, sin
provisiones ni entrenamiento a combatir con un ejército profesional del primer mundo,
nada menos que Inglaterra.
Primero habían masacrado a la juventud durante los años 76 al 80, y dos años después
pedían de esta juventud un sacrificio para ir a defender su patria. Vaya paradoja,
fielmente destacada por la testigo Isolina Guevara en esta audiencia de debate.
Cabe apuntar, que la de Malvinas fue la única guerra que libró el Ejercito Argentino,
con los resultados conocidos.
Solo un cínico puede llamar guerra a secuestrar civiles de su casa en horas de la
madrugada, saquear sus viviendas, torturar a los secuestrados, vejarlos, humillarlos y
desaparecerlos o mantenerlos en cautiverio durante años. Torturar mujeres embarazadas
y arrebatarles sus hijos recién nacidos. Eso no es una guerra. Es un genocidio. Y no la
comandan generales, la comandan genocidas.
El radicalismo ganó en Córdoba las elecciones de 1983, y gobernó durante dieciséis
años. Durante todos esos años, Menéndez y Primatesta ocuparon lugares centrales en
los palcos y actos públicos del gobierno de la Provincia, junto a políticos como Aguad,
Mestre, Negri, Molinari Romero, etc.
Como se ve, nada es casual. Todo tiene una explicación. Solo que para poder
proporcionarse una explicación racional y completa de lo ocurrido, hace falta lo que
Juan Pablo Feinman llama “espíritu crítico”, es decir, la posibilidad de posicionarse ante
una información y poder determinar si la misma es verdadera o falsa.
Después de ello, hacer las correlaciones pertinentes y de allí surge el cuadro actual de
composición del poder económico y político, tanto en Córdoba como en el país.
La represión en Córdoba arrancó antes que el Proceso Militar del 76.
En 1974, durante el mes de marzo, el jefe de la policía, el Coronel Antonio Domingo
Navarro, desplazó al gobernador de entonces, el Dr. Ricardo Obregón Cano. El hecho
fue conocido como el “Navarrazo” y constituye la génesis de la represión posterior en
esta Provincia.
La Provincia es intervenida, y luego la Municipalidad lo será también.
La derecha peronista logrará mediante este golpe de estado provincial lo que las urnas le
habían negado en 1973.
En el D2 se torturaba ya desde 1974, y esto fue relatado por el Testigo Juan José López.
Lo ratifica el testimonio de Carlos Raimundo Moore incorporado a la causa.
Morales es secuestrado y torturado antes del golpe militar, por policías que ya
realizaban estos trabajos desde mediados de 1974, más concretamente, después del
desplazamiento del gobierno democrático de Obregón Cano.
Su objetivo no era la “subversión marxista” a la que alude Menéndez, sino la militancia
de base peronista que no se alinearía con los sectores ortodoxos, y todo otro sector
progresista que pudiera oponerse a los planes de la intervención a la Provincia.
Por eso del 74 al 76 los presos políticos se contaban ya por cientos.
Por eso la detención y torturas a Morales, su hermana y su cuñado.
¿Cuál era en 1976 el peligro para la Nación que contaba con un ejercito de ciento
cincuenta mil hombres, mas las fuerzas policiales provinciales, para combatir a una
supuesta “subversión armada” que no habría superado los mil quinientos integrantes,
diseminados por todo el país, fuerzas estas a las cuales en 1975 las Fuerzas Armadas
declararon haber aniquilado luego de los sucesos de Monte Chingolo?
Ninguno, debía actuar la justicia.
¿Por qué era necesario tomar el Estado, implementar un sistema terrorista y acabar con
todo atisbo de oposición a la entrega y al desmantelamiento de un país que estaba entre
los más desarrollados de America?
Porque solo así podían dinamitarse las bases que nos habían convertido en un país
medianamente avanzado, con una distribución de la riqueza que garantizaba la
participación del salario en un 50% de la renta nacional, con una clase obrera que podía
acceder a su vivienda, sus vacaciones y a la posibilidad de enviar a sus hijos a la
Universidad Publica.
Un país que había logrado desarrollar una industria propia, el rastrojero, la moto puma,
el avión a reacción, donde la Universidad tenía un nivel de excelencia envidiable e
inalcanzable para otro país del continente.
Esta distribución de la riqueza, este avance social, resultaba intolerable para los sectores
más recalcitrantes y conservadores de la sociedad.
Así nos veía el Departamento de Estado Norteamericano en 1977: “Tiene los proyectos
de armas nucleares mas avanzados de Latinoamérica. La venta de un reactor nuclear a
Perú la convierte en el segundo país del tercer mundo, luego de India, que exporta esa
tecnología.
Nuestra investigación geológica ha estimado que por su vasta plataforma continental –
cuatro veces más grande que la plataforma estadounidense sobre el atlántico- es
potencialmente una de las áreas más ricas de petróleo del mundo. Tiene una reserva de
200.000 millones de barriles, mas del doble de las reservas comprobadas del hemisferio
occidental.
Tiene enormes reservas de alimentos y un potencial mayor aún de producción (carne y
granos). Nos provee apoyo logístico a nuestro programa de la antártica.
Es un país prácticamente sin analfabetos y un líder cultural en Hispanoamérica. Es una
nación industrializada, en general autosuficiente. Es una influencia moderada en el
tercer mundo en el debate económico Norte-sur.
Hace un tiempo que tiene un saldo favorable en el intercambio comercial con la URSS,
Europa del Este y china”. (Mirta Mantaras, ob. Cit. Pp 143-4).
Por ello el golpe militar, por ello el alineamiento con la doctrina de la seguridad
nacional y por ello el mas grande genocidio de todas las dictaduras latinoamericanas.
Porque estos planes desarrollados en el exterior, encontraron en el ejercito argentino
unas fuerzas armadas dispuestas a volverse contra el pueblo, a masacrarlo, a acribillarlo,
a saquearlo, como lo habían demostrado antes en los golpes militares del 55, del 58 y
del 66, todos claramente antipopulares.
Lo que no sucedió en otros países con fuerzas armadas nacionalistas, como Brasil o
Perú, donde si bien se aplicaron regímenes similares, no llegaron a los límites de
represión, barbarie y desmantelamiento del sector productivo marcados por Argentina.
Respecto de Córdoba, de la Córdoba de los años 60 y 70, el presidente de Brasil, Lula
da Silva, recordó recientemente en una entrevista que en su juventud, y por su profesión
de tornero de una metalúrgica, contempló la posibilidad de venir a vivir a Córdoba, que
era el polo de desarrollo en este rubro en America Latina, ya que aquí estaba la Fabrica
Militar de Aviones y muchas otras industrias afines.
Por esto Córdoba fue un objetivo de destrucción y represión descarnada.
Por esto y porque aquí fue la Reforma Universitaria del 18, aquí fue el Cordobazo en el
69, aquí vivió y se formó el Che Guevara y aquí los dirigentes sindicales se llamaban
Agustín Tosco, René Salamanca y Atilio López, este último, vicegobernador del
gobierno depuesto por un tristemente célebre jefe de policía y asesinado luego por la
mas aún tristemente célebre triple A.
Una vergüenza que aún hoy intenta ocultarse a los ojos de la historia.
Pedimos justicia, Raúl Ernesto Morales pide justicia, para que de una vez, las vírgenes
virguen, los obispos obispen y los funcionarios funcionen.
Por cierto, y respecto de esto ultimo, continuamos requiriendo la acumulación de las
causas, por lugares de detención, o por campos o por circuitos, ya que la elevación de
juicios vinculados a la represión que se realiza en la actualidad, además de desconocer
las ordenes de la Fiscalía General de la Nación a cargo del Dr. Esteban Righi, carece de
orden cronológico y lógico, al dividir causas como la presente de “Gontero”, hechos
sucedidos en el D2 en la misma epoca, y donde los testigos y victimas son casi idénticos
que en el presente, ocasionándose un desgaste jurisdiccional a estas alturas
verdaderamente injustificable, y que nos va a llevar a la realización de unos cincuenta
juicios como el presente, lo que es verdaderamente utópico.
Será justicia.