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Sealtiel Alatriste:
Una Noche
en la ópera
o de cuando
Alcaraz le pintó
"mocos" a la crítica
snob
la cultura en
!~~~~~g
m r ,
InIar1nar"\·O
.
Núm. 1323 México, D.F.
13 de AJ(osto de 1987
Segunda de
dos partes
Mauricio Ciechanower:
entrevista con Sara Sluger
SOBRE
WILFREDO LAM
Pilar Vázquez:
Teléfonos,
otra historia de presiones
35
,•
,
EN DEFENSA DE
NICARAGUA
Eduardo Galeano
l acoso y el bloqueo, despiadados, crecientes, no ocurren porque en Nicaragua no haya democracia, sino para que
no la haya. No ocurren porque en Nicaragua haya una dictadura, sino para
que vuelva a haberla. No ocurren porque Nicaragua sea un satélite, triste peón en el tablero de las
grandes potencias, sino para que vuelva a serlo.
No ocurren porque Nicaragua difunda armas en
los países vecinos, sino para que ya no pueda difundir ejemplo: su peligroso, contagioso ejemplo
de independencia nacional y participación popular. Para aniquilar a Nicaragua es imprescindible
desprestigiarla y aislarla. Los enemigos de la revolución la obligan a defenderse y despues la acusan de defenderse. Quieren que Nicaragua sba no
más. que un cuartel: un vasto ,cuartel de ambrientos.
E
El país del no hay
en los vastos y atormentados suburbios del mundo capitalista, otras patrias están también cumpliendo la hazaña de nacer, a pesar del veto impuesto por sus dueños. No imposible, digo: pero
muy difícil.
Una invasión cotidiana
¿Estamos en vísperas de una invasión a Nicaragua? Suenan y resuenan los clarines de alarma,
anunciando la inminente intervención militar de
Estados Unidos'. El mundo contesta con más palabras que hechos. La solidaridad se declara más
de lo que se practica. La retórica de las declaraciones disimula malla creciente indiferencia. No
mentimos al decir que Nicaragua no está sola,
pero decirlo no alcanza. La promesa de la solidaridad para el clao de que una invasión ocurra y la
denuncia de la amenaza de una intervención, .
bien pueden resultar decorosas maneras de encogerse de hombros ante el cotidiano sacrificio de
este pueblo tan digno y desamparado. Porque ya
no se trata de estar alertas en espera de una posible invasión, una posible intervención: Nicm:agua está Biendo invadida todos loa dÚJa, todos los
días paga un horrible precio de sangre y fuego y
la descarada intervención de Estados Unidos" recientemente oficializada por la votación de los
cien millones, rompe los ojos.
Los Estados Unidos han dado orden de asfixia.
A la invasión militar, programada, financiada y
dirigida abiertamente por ellos, se suma la sentencia de soledad que han dictado contra Nicaragua casi todos los países occidentales, y el estado
de sitio al que la someten, para rendirla por hambre, los mercaderes. y los banqueros.
Uno de los jefes de la contra define a Nicaragua
como el país del no hay; yen eso tiene razón. A la
revolución le sobran dignidad, entusiasmo creador y todo lo que los millones de la contra no podrían comprar, pero le faltan máquinas y repuest05, medicamentos y ropas y lo esencial del plato
de cada día: aceite, arroz, frijoles, maíz. Todo el
mundo protesta, y a viva voz. Las penurias económicas continuas provocan desaliento y. dilapidan energías. La guerra ha llegado a la mesa y
al último rincón de cada casa. En espera de los
alimentos racionados, se hacen colas desde el
amanecer. Se requiere toda una bolsa de billetes
para comprar no más que un puñado de cosas en
el mercado negro. Dos días por semana no hay
agua en la capital, Managua, una de las ciudades
más calientes del mundo, condenada por el clima
a la sed incesante. Los apagones son frecuentes.
La estrategia imperial
Los teléfonos, muy escasos, no funcinan: cuando
el número que contesta es el número discado, el
Desde que se vio más o menos claro que la revoluhecho se considera milagro.
ción sandinista iba en serio, y que se proponía
No hay fertilizantes, pongamos por caso. Y
romper la camisa de fuerza del capitalismo neocuando se consiguen, 'no hay avionetas para fu- , colonialista, el sistema decidió aniquilarla. Pero
migarlos. Y si se inventan ,de alguna manera los • si aniquilarla no es posible, porque implicaría el
exterminio de la mayoría de la población, el sisterepuestos necesarios para que las avionetas rotas
ma quiere, al menos, deformarla. Deformar la
se ech~n a volar, entonces resulta que la guerra
revolución
sería, al fin y al cabo, una manera de
impide cosechar el algodón en esas tierras fertilianiquilarla: deformarla hasta lal punto que ya nazadas. La guerra: los invasores vuelan puentes,
die se reconozca en ella. Si sobrevive, que sobreviametrallan campesinos, incendian cosechas, miva mutilada, y mutilada en lo esencial.
nan puertos~ emboscan caminos, destruyen esLa continua agresión obliga a la defensa y la
cuelas y centros de salud. Y son pinzas de la mis-'
defensa, en una guerra así, guerra de vida o
ma tenaza el bloqu(lO comercial de Estados Unimuerte, guerra de patria o nada, tiende a una
dos, metrópoli qfendida, y el cerco financiero de
progresiva militarización de la sociedad enteta.
muchos gobierJ¡los, de los, organismos internacionales de crédito y de la gran banquería, que
y a su vez, esa militarización actúa objetivamenbien habían regádo de dinero a la dinastía Somote contra los espacios de pluralidad democrática
za desde que los marines la pusieron, hace medio
y creatividad popular. Las estructuras militares,
siglo, en el trono.
verticales, autoritarias por definición, no' se lleA todo esto- hay que agregar, y no es lo de mevan bien con la duda y mucho menos con la disnos, los errores que los revolucionarios cometen.
crepancia. La disciplina, necesaria para la eficaInevitables y numerosos son los errores de un país
cia, está en objetiva contradicción con el desarrocolonial cuando se lanza a convertirse en país de
llo de la conciencia crítica, necesaria para que la
verdad y se para sobre sus pies y se echa a andar,
revolución no se convierta en su propia momia.
a los tropezones, sin muletas imperiales. Al fin y
Además, la concentración de recursos en segurial cabo, bien se sabe que el subdesarrollo implica
dad interior y defensa nacional, que devoran
toda una tradición de ineficacia, una herencia de
cuarenta por ciento del presupuesto y se llevan la
mitad de lo que el país produce, paraliza los forignorancia, una fatalista aceptación de la impomidables proyectos de transformación de la realitencia como destino inevitable. Es muy difícil sadad
que la revolución había puesto en práctica
lir de esta trampa. No imposible: y hoy por hoy,
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en salud, educación, energía, comunicaciones...
La estrategia imperial que empuja a la militarización, revela su sentido a través de una poderosa campaña internacional de propaganda. Un
bombardeo de mentiras acompaña la embestida
militar y económica. Por los cuatro puntos cardinales del mundo se difunde, uña vez más, la truculeIita historia de otra revolución que traiciona
a la esperanza. La propaganda viste el disfraz del
desencanto. Alivio de los cínicos, consuelo de los
desertores, coartada de los egoístas: que nadie se
. tome la molestia de creer que el cambio es una
aventura posible. Que los pueblos del llamado
Tercer Mundo, víctimas y testigos de decisiones
ajenas, no se hagan la ilusión de creerse protagonistas: también sus jefes revolucionarios les niegan el pan y los llevan de la oreja. A la vista está,
comprueba la propaganda: los movimientos antiimperialistas y las revoluciones sociales asesinan
la libertad en nombre de la justicia, y niegan desde el poder la democracia que prometen desde el
llano. Los países pobres están, pues, condenados:
sólo pueden salir de una dictadura para caer en
otra, sólo pueden elegir entre UD campo de concentración y otro campo de.concentración. Y dice
y redice la máquina de mentir: los bien intencionados del Tercer Mundo no extravían el rumbo
por culpa del acoso imperialista, sino por obra de
la perfidia rusa y de la irresistible tentación estalinista, que fatalmente conduce al "gulag" a todas las revoluciones que en el mundo son o han sido.
Los obligan a morir y a matar
Que nadie se confunda. El pueblo nicaragüense
protesta, y a viva voz, por todo lo que falta, las
muchas cosas que faltan, pero no ignora todo lo
que tiene, los derechos y las esperanzas que por
primera vez en su historia tiene y por ellos pone
el pecho a las balas. Se bate por legítimo derecho
de defensa, y no por vocación, ni por dinero, ni
por afán de territorios, ni por voluntad de Poder.
Nicaragua dedica cuarenta por ciento de su
presupuesto a defensa y policía, pero. Nicaragua
está en guerra contra la primera potencia del
mundo. El Uruguay, democracia respetada, des::tina el mismo porcentaje a su gente de uniforme,
mucho menos numerosa que las nutridas filas de
las milicias y el ejército popular de Nicaragua. Y
que se sepa, ninguna potencia extranjera está invadiendo al Uruguay ni amenzándolo desde la
frontera. El PeSo relativo de las fuerzas armadas
de un país no puede valorarse sino en función de
sus fines. Una cosa son las armas para vigilar al
pueblo: otra, las armas en manos del pueblo· que
vigila.
UNos obligan a morir y nos obligan a matar",
ha explicado Tomás Borge, fundador del Frente
Sandinista. La resistencia armada ante la agresi6n revela dolorosamente la dignidad colectiva
de un pueblo obligado dewk afwro a la violencia.
Y si bien es cierto que la ley de la guerra impone
un inevitable verticalismo, y en las trincheras las
órdenes ocupan el lugar de las explicaciones, no
menos cierto es que el pueblo armado constituye
una prueba de democracia. El hecho de que haya
trescientos mil nicaragüenses, militares y milicianos, armados de fusiles, algunos a cambio de magro sueldo y la mayoría a cambio de nada, demuestra que esta rara tiranía sandinista no teme
armar al pueblo que, lff!gW afirma el enemigo, ara.w derribarla.
Mil y una vez nos dicen que Nicaragua tiene la
culpa de la lucha armada en América Central. So
pretexto de defenderse, nos dicen, Nicaragua
agrede. Sin embargo, ni una sola prueba seria se
ha exhibido hasta ahora para demostrar que Nicaragua abastece a los guerrilleros de El Salvador
o Guatemala. Acosada por mar, aire y tierra, espiada desde navios, aviones y satélites, controlada por instrumentos de alta tecnología que permiten fotografiar un' mosquito en el horizonte,
¿cómo es posible que Nicaragua pueda enviar balas o combatientes a países que ni siquiera están
aliado?
En cambio, Estados Unidos utiliza descaradamente el territorio de Honduras como base de entrenamiento y plataforma de lanzamiento de los
invasores a sueldo, y' es notorio que los militares
hondureños participan de las operaciones de
agresi6n a Nicaragua. Costa Rica también es un
santuario de la contra, aunque con el disimulo
que corresponde a su tradici6n pacata -sí pero
no, si pero más o menos, si pero que no se note-.
Honduras y Costa Rica; que acusan a Nicaragua,
violan sistemáticamente el principio de no intervenci6n en los asuntos internos de su golpeada vecina.
América Latina hay costumbre de manipulación
y fraude. Hasta las más feroces dictaduras han sabido lucir elecciones periódicas, celebradas bajo
estado de sitio, para fabricar parlamentos donde
los legisladores de la oposici6n ponen el toquecito
decorativo indispensable. Con o sin dictadura,
en la mayoría de los países latinoamericanos la
gente vota pero no elige, y las ceremonias de la
vida politica oficial se proyectan como mentirosas sombras chinescas sobr~l trasfondo de una
realidad social atrozmente antidemocrática.
Haciendo' piso a la democracia
Los opositores honestos, que los hay, tendrían
que reconocer, al menos, que en estos siete años
~
La sombra y el hueso
No hay gobierno de las Américas o Europa, democracia o dictadura, democradura o dictacracia, que no se sienta autorizado a proponer, discutir y quizás imponer alguna mluci6n para el
problema de Nicaragua, que es como decir d problema de América Central. Da la impresión de
que, al emprender la transformación de Nicaragua, la revolución sandinista hubiera provocado
un imperdonable cataclismo. Quien desafía a los
poderosos, viola peligrosamente la ley del equilibrio universal: si no fuera por Nicaragua, América Central-gozaría de perfecta paz y felicidad, o
por lo menos se dejaría de perturbar el buen orden del mundo. Nombrar el cambio está permitido, y hasta pr~amarlo a gritos puede resultar
necesario; pero Iaacer el cambio, transformar la
realidad, escandaliza a los dioses.
. A Nicaragua todos le toman examen de democracia. Al presidente Reagan, por ejemplo, no le
han parecido dignas de crédito las elecciones que
confirmaron,.por amplia mayoría de votos, a las
actuales autoridades de Nicaragua. Quizás él alberga la esperanza de que Nicaragua vuelva a tener elecciones verdaderamente libres, como
aquella que organizó el brigadíer general Franlc
Ross McCoy, del ejército de Estados Unidos. El4
de noviembre de 1928, los militares estadounidenses revisaron y aprobaron los registros electorales y formaron y presidieron cada una de las
mesas de votación. El general McCoy que había
sido designado por el presidente de Estados Unidos para ~ cargo de clirector del Comejo de Elecciones de Nicar~ se ocupó de contar los YOtos. Curiosamente, en esa ocasión resultó triunfante el candidato que Estados Unidos prefería.
Resulta cómico e indígnante que hagan eco a
Reagan algunos políticos profesionales de América Latina. erigidos en fiscales de la democracia
nicangiieBse. Como todo el mundo sabe, en
guerra, y a pesar de las dificultades notorias de
organización, cien mil nicarag~ liara diecvtido
el anteproyecto ele· Comtitución elaborado por el
Frmte Sandinúta 'J otroa cinco partido. poIUiooa.
La nueva Constitución no se cocina a espaldas
del pueblo. En setenta y dos cabildos abiertos, en
todo el país, se expusieron los más diversos puntos
de 'vista sin que a nadie se le ocurriera confundir
la divergencia con herejía r1i la duda con debilidad, y se propusieron mil quinientas enmiendas
al anteproyecto.
Los cabildos contaron, y hay que subrayarlo,
con muy amplia participaci6n femenina. El machismo sigue vivo, faltaba más, vivo pero no vivo
y coleando: últimamente se lo ve de capa caída,
bastante venido o menos, mientras las mujeres
van perdiendo, poco a poco, día a día, el miedo
de opinar y el miedo de todo lo demás. Numerosas y furiosas voces femeninas se alzaron en los
cabildos contra la herencia de las viejas leyes y de
los códigos caducos: ya no es tan fácil tratar impunemente a las mujeres como bestias de carga o
débiles mentales.
Durante los últimos años de la dictadura de
Somoza algunas mujeres ganaron, en buena ley,
puestos de dirección en la lucha guerrillera. Actualmente hay mujeres en el gobierno sandinistá,
en los niveles de más alta responsabilidad: pocas
mujeres, en relaci6n con las muchas que merecían estar por méritos y talentos, pero Nicaragua
es, por ejemplo, uno de los raros países del mundo donde una mujer encabeza la policía. Doiis
Tijerino, que había sido torturada y violada por
la policía de Somoza, es la jefa nacional de las
fuerzas poIieiales. Por primera vez en la historia
nicaragüense, hay una mujer en ese cargo; y por
primera vez hay unas fuerzas policiales que no
torturan ni violan.
la revolución sandinista ha hecho lo posible y lo
imposible por «hm- las Ix-. ele juaticitJ 'J 1IObemnia neceaarita para que la democracia no
11M
un castiUo m el aire, un formal impuesto que se
paga a la hipocresía reinante, una tomadura de
pelo al pueblo que nada tiene y nada decide. Porque todo anda patas arriba en estos años difíciles"
los funcionarios no funcionan y los transportes no
transportan, la producción es una locura y la distribución un manicomio, pero los hechos dicen:
-Que Nicaragua acabó con la poliomielitis y
redujo las otras enfermedades, que vacunó a la
población entera y que abati6 la mortalidad infantil, de tal manera que aItora f'Íoe uno de cada
Ira ele loa niños que antn morían a poco ele ego.
mtJr'IIf! al mundo.
-Que por primera vez en su historia alfabetizó a la población, y no sólo a la poblaci6n de lengua castellana; que alfabetizó en lenguas indígenas y en inglés a cincuenta mil personas. Que Nicaragua era un país de analfabetos y ahora uno
ele cada tm nicaragüenaa e.tá eatudiondo.
-Que desde la caída de Somoza, Nicaragua ha
repartido mi!! tierraa que todo. 1m demIa paúa
~juntoc,a través de una reforma
agraria prudente pero verdadera, que se ha limitado a expropiar las tierras que no producen y las
que pertenecían a la dinastia reinante. Se han entregado cerca de dos millones de hectáreas a cien
mil familias.
El pueblo era muy pobre y Sigue siendo muy
pobre. Pero algo, algo esencial, ha cambiado.
Ahora, por primera vez #toce, y por primera vez
ene na lo que Itot:e. .
Sólo el desarrollo de la conciencia revolucionaria. y la cotidiana confirmación de la dignidad
nacional ante un enemigo que la niega a balazos,
pueden explicar el insólito proceso de discusión
del nuevo teño constitucional, que ha tenido lugar a lo largo de este último periodo. En plena
I
independencia nacional
Nicaragua ~ librando una guerra de descolonie
zación.
El pieaiderate de. Eatados Unidoa 'J el PaptJ ele Roma, que lff! cmuideran con dereclto a lff!fIIor a Nicaragua m el banquiUo ele 1m aeuaadoc, e1eberíDn empezar por pedirle dUculpaa o callatw la bocs.. Fue-·
ron los militares estadounidenses invasores quienes fabricaron al primero de los Somoza, en los
años veinte, y en los treinta lo instalaron en el
trono para- perpetuar la ocupaci6n colonial. El
virrey Somoza, fundador de la dinastía que tanto
humilló a Nicaragua, recibi6 de Estados Unidos
incesantes condecoraciones y del Vaticano bendiciones no menos incesantes, y fue finalmente enterrado con honores de príncipe de la Iglesia.
Ocurre que Nicaragua se está negando a seguir
siendo una caricatura de país y la guerra castiga
su insolente desafío. Sólo en funci6n de esta lucha
por la liberación nacional, sólo a la luz de esta
guerra defensiva, pueden entenderse ciertas medidas del gobierno sandinista. Este es el caso de la
suspensión del diario La Prensa. Bien puede uno
preguntarse qué hubiera ocurrido, allá por 1776,
en plena guerra de independencia de Estados
Unidos. ¿Hubiera podido publicarse libremente
algún órgano de propaganda del Imperio Británico en Baston o Filadelfia o cualquier otra ciudad J'ecién nacida a la vida libre? ¿Hubieran tenido plena libertad de expresión los enemigos de
la causa patriota?
Los políticos y periodistas estadunidenses que
encabezan la actual campaña contra Nicaragua,
no hacen nada más que difundir los mismos viejos venenos que otros políticos Y periodistas estadunidenses habían fumigado por el mundo en la
época de Sandino. Así echan una espesa cortina
de humo sobre un proceso que, al fin Y al cabo,
reivindica el derecho de respirar libremente, sin
pedir permiso a la metrópolí. Cuando el pequeño
ejército loco de Augusto César Sandino se alzó
contra la ocupación colonial, 1.1le Washington
Herald y otros diarios norteamericanos llamaron
a Sandino agertle bokIteáque y denunciaron que
37
actuaba.a las órdenes de México y al servicio de la
expansión soviética en América Central. México
era la Cuba de entonces: el presidente Calles ha·
bía aplicado unos intolerables impuestos a las
empresas petroleras norteamericanas, de modo
que los manipuladores de la opinión pública lo
señalaron como hombre de Moscú y lo eligieron
como chivo emisario de la crisis centroamericana
de aquel entonces. Algunos órganos de prensa de
Estados J,Jnidos acusaron al presidente mexicano
Calles de enviar armas y propaganda a Nicara·
gua, por intermedio de los diplomáticos de la em·
bajada soviética, yen 1928 el gobierno de Estados Unidos advirtió oficialmente que no permitiría que soldados.rusos y mexicanos implantaran
"el Soviet en Nicaragua".
Las agencias United Press y Associated Press se
ocupaban de confirmar al mundo, a través de sus
noticias, la validez, de estas acusaciones y temores. Sus corresponsales en Managua eran dos, es·
tadunidenses designados por los bancos acreedores de Estados Unidos para manejar las aduanas
nicaragüenses: Clifford Ham, de la United Press,
e Irving Lindbergh, de la Associated Press, dedi·
caban la mitad de la jornada a usurpar a Nicaragua sus ingresos aduaneros, y la otra mitad a redactar infamias contra un bandolero llamado
Sandino, que recibía de México las amias y de
Moscú las consignas para acabar con Occidente.
Nada de nuevo tienen, pues, las similar~ ma·
niobras de df!!l'"'<" que hoy por hoy aplican, con·
tr¡¡ Nicaragua, nr Casa Blanca, las grandes gen·
cias de información y los más poderosos medios
de comunicación.
cios políticos. Ellos siempre han querido abrir el
juego: pero a nivel de los gobiernos de Europa
Occidental y de América Latina, las respuestas
solidarias se hacen cada vez menos frecuentes en
relación con la creciente indiferencia, hostilidad
y egoísmo. Quiénes condenan la ayuda soviética
en nombre de la independencia, harían mejor en
trabajar porque otras ayudas amplíen los espacios de libertad de esta joven revolución acosada.
La revolución, obra de creación, no quiere
aplicar el modelo soviético ni ningún otro modelo. Ni siquiera el modelo cubano. Los mode10s
ajenos sobre la realidad propia, terminan actuando como camisas de fuerza: se proponen liberarla y acaban apresándola. Quizá Nicaragua
no estaría viva, hoy día, de no ser por el ejemplo
y la generosidad de Cuba, cuya mano solidaria
llega más allá de todas las estadísticas habidas o
por haber: pero como bien ha dicho Sergio Ramírez, los sandinistas no quieren hacer otra Cuba sino otra Nicoragua.
La satanizadón necesaria
Mientras el presidente habla, desde Washington,
por televisión, el mapa de las Américas se va tiñendo de rojo. Nicaragua se derrama como un
torrente de sangre: se apodera de América Central y de México y luego entra en Texas y sube,
sube,no hay quien la pare... ¿Uegará al galope
el gran jefe de los Carapálidas, a la cabeza del
Quinto de Caballería] Tuturutú, tuturutú, pum,
bang, crash: ¿se estrellarán los invasores rojos
contra este rocoso guardián de la democracia?
Helo ahí, primer plano, hay preocupación y fuerza en su rostro marcado por la experiencia: Ronald Reagan pide que lo dejen actuar, que todavía estamos a tiempo, que muy poco tiempo queda, y denuncia una escalofriante lista de horrores
que los sandinistas cometen.
Al día siguiente del show, una parte muy minoritaria de la opinión pública de Estados Unidos
se entera de los numerosos desmentidos al discurso del presidente: no, no hay ninguna evidencia
de que los sandinistas trafiquen con drogas, desmienten la oficina federal especializada: no, no
fueron los sandinistas quienes quemaron la sinagoga de Managua, desmiente el Gran Rabino de
Nueva York...
Para la mayoría de los norteamericanos, Nica·
ragua no es invadida sino invasora; no la advierten como una pobre colonia queriendo ser país,
sino como una misteriosa y peligrosa potencia,
amenazante, al acecho en la frontera. Pocos,
muy pocos norteamericanos han estado allí y han
visto la realidad: que en toda Nicaragua hay un
Ni todas las máscaras de carnaval
Nicaragua integra el Tercer mundo. Los nicaragüenses son, por lo tanto, g~ntes de tercera. Desde
el punto de vista de los fabricantes de opinión, no
merecen respeto: las gentes de tercera están conde·
nada. a copiar; tiene derecho al eco pero no a la
voz. Para los voceros de una estructura internacional de poder que margina y desprecia a la mayoría de la humanidad, un proceso revolucionario en un país como Nicaragua sólo puede
atribuirse al afán expansionista de la Unión Soviética. La dignidad nacional y la justicia social,
la jodida historia de un país ocupado y de un
pueblo explotado, no son I'liás que pretextos, coartadas, señuelos para tontos. Cuanto ocurre en
Nicaragua se reduce a la geopolítica de los bloques, es una jugada del Este contra el Oeste: culpa de Moscú, que mete la nariz donde no debe y
alt~ra, así, el precario equilibrio de fuerzas que
garantiza la paz mundial. Los contras no son,
pues, meros mercenarios a sueldo, que actúan
por la restauración del pasado colonial y de una
destronada dinastía: no son Business Fighters sino Freedom Fighters, héroes de una civilización
amenazada, la civilización occidental, que en
vísperas del Apocalipsis se encomienda a Dios y a
los Rambos que puede pagar.
Ni todas las máscaras de carnaval alcanzan para ocultar tanta hipocresía. Quienes niegan a Nicaragua el pan y la 1ItI/.la actUOn de recibirlos. Estados Unidos fue el primer país al que Nicaragua
recurrió en busca de créditos comerciales, ayuda
al desarrollo y armas para defensa. Recibió un
portazo en las narices. Actualmente, ya cortados
los créditos petroleros de Venezuela y México,
Nicaragua depende de la Unión Soviética y de los
demás países del Pacto de Varsovia, para abastecerse de petróleo y armas. Gracias a las armas y
al petróleo, sobrevive. No consigo entender qué
tiene de condenable esta ayuda a un proceso de
libe_r~ción n~cional, ni consigo entender por qué
la aceptación de la ayuda habria de convertir a
Nicaragua en satélite de Moscú. En todo caso, los
nicaragüenses son los primeros interesados en diversificar las fuentes de asistencia económica,
que bien poca resulta en relación con las necesidades, y tienen clara conciencia de que la concentración puede implicar el peligro de los pre-
38
rlJJlCocielO8, cinco llIICetUJOrell y una escalera mecánir
co (que nofunciona dellde hace más de un año). que
los nicaragüenses IOn menoll numero8Oll que los ha·
bitantell del barrio de Broolclyn., en Nueva York, y
que por culpa del hambre y las pestes viven veinte
años menos que cualquiera que haya nacido en E.
lados Unidos.
En su afán de desprestigiar a Nicaragua, Ronald Reagan llegó al extremo de convertirse, súbitamente, a la causa indigenista. Ya había.matado muchos indios en las películas, y se había
oonsagtado presidente de una nación que ha ma·
tado muchos más en la realidad, cuando descubrió que existían los indios de Nicaragua. Enton·
ces decidió usarlos como carne de cañón en el
frente militar y en el frente publicitario. Mientras los sandinistas alfabetizaban a los indios en
sus lenguas, hecho jamás visto en Nicaragua y pocas veces visto fuera de Nicaragua, algunos de sus
jefes principales se vendían, a cambio de cosas o
a cambio de la promeSa de formar país aparte, y
empujaban a sus hombres a la guerra. Por una de
esas trágicas ironías frecuentes en la historia de
las Américas, numerosos indios de Nicaragua,
desde siempre condenados al desprecio y al olvido, han caído, en estos años, peleando contra el
primer gobierno que los reconoció personas.
Mientras tanto, voceros oficiales de Estados Uni-
dos acusaban al gobierno sandinista de encerrar a
los indios en campos de concentración y difundían fotografías de una de sus matanzas. La cantidad de indios presuntamente aprisionados resultó tres veces mayor que el total de indíos que
existen, y las fotografías resultaron ser de sandínistas asesinados por la policía de Somoza.
Más recientemente, hubo un escándalo mundial cuando los miembros de la jerarquía católica
fueron expulsados de Nicaragua, por predicar las
mentiras de Reagan como si fueran la voluntad
de Dios. Con toda razón, el presidente Ortega señaló que los medios masivos de comunicación
han dicho poco o nada sobre los ciento treinta y
ocho sacerdotes asesinados y los doscientos sesenta y ocho sacerdotes secuestrados, en América
Latina, desde 1979, y que nada de nada han dicho sobre el hecho, también elocuente, de que ni
un solo sacerdote ha sido asesinado ni secuestrado
en Nicaragua en estos siete años.
A propósito del incesante torrente de acusaciones de Reagan, que los fabricantes de opinión
venden al mundo como verdades reveladas, Tomás Borge comentó que, de aquí a poco, Nicaragua será también responsable del sido y de la devaluación del dólar. Ocurre que Reagan necesita
IlQtanizar a Nicaragua para jUlltificar la economía
de guerra en Estados Unidos. Las fantásticas inversiones en gastos militares proporcionan a la
economía una sensación de prosperidad, y a los
ciudadanos una sensación de poderío, pero requieren una espectacular operación publicitaria
de sustentaci6n. Nicaragua y Libia brindan las
coartadas de turno. Daniel Ortega y Mohammar
Gaddafi hacen el papel de los más malós en una
película llena de muchos otros malos que arrojan
flechas y aullan alrededor de la Gran Diligencia,
cargada de biblias y dólares. Esa película se exhibe día y noche a las conciencias de Occidente,
para que el negocio armamentista se convierta en
necesidad natural. Hasta las estrellas han de ser
militarizadas, decide Estados Unidos, para hacer
frente al peligro terrorista. A la mera casualidad
debe atribuirse la coincidencia de nombres entre
esta nación y la nación recientemente condenada, en el Tribunal Internacional de La Haya, por
sus acciones terroristas contra Nicaragua, que
practica el terrorismo como derecho imperial y
que fabrica y exporta el terrorismo de EstadQ,
en industrial escala, bajo la marca registrada
doctrina de la seguridad nacional.
Un sistema criminal
Comete pecado de irresponsabilidad o disparate
quien osa llamar a las cosas por su nombre. Un
niño ha revelado que el rey está desnudo. El rey
es el todopoderoso sistema que organiza el despojo en el mundo, y que a través del intercambio
desigual y la extorsión financiera hace posible
que Estados Unidos, que tiene cinco por ciento de
la población mundial, usurpe y dilapide la mitad
de los recursos del planeta. La historia de ese sistema, historia del capitalismo, es la historia del
canibalismo. Es un sistema criminal. Algo así dice la Biblia, que con tanta frecuencia gusta citar
el presidente Reagan, en un pasaje" que Reagan
nunca cita: "El pan de los pobres es su vida.
Quien se los quita, se mancha de sangre" (Eclesiástico, 34-21). Contra ese sistema se están alzando las víctimas, en estos tiempos de grandes
rebeliones, "porque es mejor morir combatiendo
que estarnos mirando las desdichas de nuestra
nación" (Macabeos, 3. 59).
Nicaragua no busca muros para esconderse,
pero necesita escudos para defenderse. Estas palabras, que nada tienen de neutrales, quisieran
ayudarla, aunque sea un poquito. Ahora se han
puesto de moda la ambigüedad y la niebla, y tomar partido se considera prueba de estupidez o
mal gusto; pero el autor siente la alegría de elegir
y confiesa ser uno' de esos anticuados que todavía
creen que esa alegría da sentido a la misteriosa
aventura del bicho humano en este mundo.
L
UNA NOCHE o de cuando
EN LAOPERA Alcaraz
le pintó
"mocos" a
la crítica
snob
o que pasó el domingono lO'presenclé,
sin embargo, más de un amigo me habló para
contarme el desaguisado. "Hubo gritos y sombrerazos"; "se mentaron la madre"; "Alcaraz tiene
razón, basta ya de ver las mismas representaciones todos los afios"; "el gordo no tiene madre, es
un provocador"; "genial, mi viejo, sencillamente
genial"; "es (Alcaraz, o el gordo, como se le
quiera llamar) un salvaje, un irrespetuoso, un
arribista". Todos los comentarios se referían a la
función de Romeo y Julieta, la ópera de Gounod,
que esa tarde se había llevado a cabo en Bellas
Artes. Entre un mar de elogios y diatribas, de piropos y majaderías, pude formarme una idea de
lo que había sucedido: José Antonio Alcaraz había hecho que un flacucho, recién vestido en ·su
tienda Robert's más cercana, se anduviera paseando por ~l escenario, importunando a los cantantes en el momento más dramático, so pretexto
de recalcar el simbolismo oculto en cada escena.
"Es Shakespeare", me dijo el primero de mis amigos, "pero para darle peso a su propuesta, Alcaraz lo hace deambular por ahí, como si toda la
ópera se estuviera haciendo para evocar al dramaturgo inglés, como si él mismo fuera a dirigirla, pues; o si quieres, en su homenaje". Según
esta interpretación, Alcaraz traía a cuento una
especie de Shakespeare simbólico, vestido como
banquero, para acercarlo a nosotros, para hacernos comprender que presenciar Romeo y Julieta,
es como ver una tragedia contemporánea. "Es
uDa sangronada, en serio", me comentó una amiga, "El pobre tipo no hace más que el ridículo: le
quita y le pone un cinturoncito a la Julieta, se lo
da a Romeo, quien lo recibe desconcertado, y nomás se hace puras bolas. Haz de cuenta que le
pusieron chaperón a los amantes de Verona". Esta versión, obviamente, descalifica las intencio.nes de Alcaraz. Pero no sólo a este respecto se organizó la polémica: en relación al vestuario, la
escenografía, los movimientos escénicos, los comentarios eran igualmente encontrados, aunque
todos coincidian en que la ópera estuvo muy bien
cantada por la Ambriz, por De la Mora yen general, por toda la compañía. Me hice una imagen
siniestra de la función, en la que, entre does de
pecho y arias impecablemente interpretadas, el
público se enfrascaba en una riña a bastonazos,
unos a favor y otros en contra del mismísimo
Alcaraz. Pensé que el doctor Juvenal Urbino hubiera estado encantado, pues él, con su cultura y
todo a cuestas, siempre esperó ver a wagnerianos
contra italianizantes en una trifulca de entreactos. Bellas Artes, un siglo después, se dividía en
alcaracistas y antialcaracistas, que es nuestra
versión chilanga de estar o no con W agn~r o Puccini.
El domingo siguiente sí estuve presente en Be-
Sealtiel Alatriste
llas Artes y pude comprobar que en realidad el
público se desconcertaba y era presa de las más
incomprensibles reacciones. Yo, desde el principio, me puse del lado del Gordo, y todo lo que sucedió en el escenario me conmovió. Primero apa:
recieron unos espadachines que, sin venir aparentemente a cuento, dieron una pobre exhibición de esgrima, que arrancó inexplicables
.aplausos por parte del respetable. Me temí que
f!.téramos a presenciar uI!a puesta a lo Leslie Howard, o que Romeo le iba a andar haciendo al
Douglas Fairbanlcs por todos lados, hasta en las
butacas.. Craso presentimiento, pues afortunadamente no vimos a nadie más tirarse un espadazo.
Al fondo, una escenografía rústica, que evidenciaba su falsedad, trataba de reproducir el
cantanambiente del Globe theatre. Cuando
tes hicieron su aparición, con un vestuario muy a
la época original de la obra, la escenografía entera se vistió de kitch: ¿Qué tenían que ver las vestimentas, que evidentemente buscaban una ima.gen de autenticidad histórica, con una escenografía que, si no desmentía tal intento de autenticidad, sí tenía la misma fuerza para remarcar lo
falso, lo teatral? ¿A qué traer a cuento los contrarios? ¿Comprendería el público la función de los
contrarios, o por ellos, se le provocaria?
Shakespeare, o su representante escénico, en
esta ocasión, estaba vestido acordé con el resto de
los personajes. Efectivamente su presencia desco.ncertaba., pero ahora no contrastaba. Me habían dicho que alternaría sus vestidos de
Robert's con lo de hoy, una función sí y otra no:
pero que, en realidad, en la que siguió a la que yo
vi, hizo strip-teate, y se cambió paulatinamente,
de banquero a un Shakespeare hecho y derecho.
eDeberé decir que me gustó lo kitch? ¿Qué encontré muy a tono las provocaciones de Alcaraz,
para reanimar la ópera de Gounod1 Al momento, por ejemplo, del dúo del balcón, y que un par
de utileros (que habían estado medio escondidos,
pero a la vista del público) empujan hacia adentro la torre donde está el famoso balcón, se logra
una especie de zoom inoperístico, que emparenta
la puesta con el cine. "Alcaraz es nuestro Zefirelli", fue lo primero que pensé. Me sentí conmovido, ahí donde antes había anquilosamiento, remilgos, con un truco (aunque este fuera visible),
se despertaban otros variados sentimientos. La
señora que estaba a mi lado, pasando por las más
elementales reglas del silencio, me dijo en voz alta:"desconcertante, ~no le parece?"; "a mi me encanta señora"; "¿también los utileros vestidos de
voceadorp.s?". El aplauso del público, para festejar las voces de la Ambriz y De la Mota, interrumpió nuestro diálogo clandestino.
Hubo otro momento de una abierta provocación, fascinante: cuando Mercurio y Teobaldo,
ws
enfurecidos uno contra el otro, se trenzan en UD'
duelo 'doble: en sombras, trás un telón que se levanta del suelo; y cantando, los actores, al frente. La muerte de la sombra es la muerte del cantante. No estábamos presenciando a Shakespeare.
sino evocándolo, pues la ópera, más que tragedia, es una mascarada.. y la provocación y los
contrarios, se ajustaban perfectamente al ritmo
de carnaval que Alcaraz sugería.
[En realidad, con su flacucho deambulando
por ahí: con'la escenografía kitch; con la simulación de objetos (beber agua en vasos ima~n~rios,
desenvainar espadas invisibles, etc.); espadachines en sombra; escenografía que se mueve:
mostrando los intestinos del escenario (como en
la.escena de la iglesia); .con el vestuario mismo,
entrábamos de lleno a la mascarada donde la
muerte y el dolor. son, o tienden a ser, espectros
en un espacio onírico y burlón. La farsa como
versión de la tragedia. Valle Inclán.. como el sucesor de Shakespeare. Una manera de enfrentar,
como en espejo, al dramaturgo inglés con el músico francés.]
Al final vino la apoteosis. Todos aplaudíamos,
hasta que apareció Alcaraz y agradec4ólo que le
correspondía de la ovación. Un tipejo de la tercera fila, apoyado por "buues" anónimos, empezó
a íncrepar al Gordo. Otro sector del público le
gritaba,emotivo, 'bravooos"; y una tercera parte
de los asistentes no se decidía por ningún bando:
Alcaraz nos agradeció la ovación a los que lo apoyábamos y quizá, tal vez, a los que se mantenían
neutrales. A sus detractores, en cambio (particularmente al troglodita de la tercera fila), 10$ rechazó levantando el dedo rpeñique de la mano
derecha, y mostrándoselas en un medio círculo
torero que, dibujado en el aire, no quería decir
más.que "mocos, guey"; les estaba refrescando a'
la progenitora. Me acordé de Salvador Novo y
supuse que, en esto de la manufactura de los es7
cándalos, había instruido a Alcaraz. Los detractores se encendieron y de los "buues", pasaron a .
los "fuera", "sáquen1o", "gordo indigrio". Los
apoyadores recularon inexplicablemente, abandonaban el campo de batalla y Alcaraz estaba a
punto de quedar a merced del enemigo, fué
cuando yo, no sé cómo, me lancé a los gritos contra el salvaje de la tercera fila: "Fichen a ese ignorante", sugerí a las autoridades de la ópera,
"y no le vuelvan a vender boletos". Un alud de
aplausos avaló mi propues~a. Alcaraz-Novo, entonces, se retiró: se retiraron los cantantes; se retiró el director cOncertante; y alcarabistas y antialcaracistas quedamos frente a frente. ¿Tengo
que contar lo que sucedió después? ¿O ya que la
ópera es un espectáculo de gente culta, nos lo estamos imaginando?
39
Entrevista con Sara Sluger
WILFREDO LAM
una extraña amnesia
biográfica
Mauricio Ciechanower
Todo e8tJ etapa m6 reflejada en Lona, Sara.
Así es. Como fue pensado para su edición en
odria afirQlW que no hay rabia en sus
vistador, en una suerte de templo surrealista;
sus expresiones, pero sí un evidente matiempo detenido en aquella etapa tan significatilestar. .
va para su vida.
Cuando la argentina Sara Sluger se
Apasionada y arrolladora, Sara Sluger habría
refiere al libro que se halla escribiendo
de prestarse abiertamente a responder a las conen tOT1)O a su relación afectiva de seis años con
sultas relativas a esa media docena de años comWilfredo Lam -mismo que será editado pripartidos con el talentoso creador cubano. Son
me·ro en la capital francesa-, esa postura
esas contestaciones las que sirven para redonanímica pareciera presidir todas y cada una de
dear, aún más si es posible, el perfil humano y
artístico de aquella innegable celebridad de
sus palabras. Y no es para menos.
nUe$tro tiempo, misma que, en el pasado mes de
En su coqueto departamento de Buenos Aires,
julio, fuera homenajeada en el Museo Rufino Tacon sesenta y pico de años sobre sus espaldas,
mayo
durante la muestra Presencia de Cuba, con
exhibe una gran cantidad de libros de arte cenla exhibición de tres de sus obras provenientes del
trados en la figura del enorme pintor cubano y su
Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, y
obra, en los que, casualidad o no, sus autores se
la
proyección de un documental sobre su vida y
han puesto de acuerdo en saltarse olímpicamente
obra
que realizara el cineasta Humberto Solar.
aq"ella época de los años cincuenta en que compartiera la existenci,. del creador de La jungla.
¿Cómo surge la idea de escribir el libro en el
Etapa rica y enrio ~ ecedora de la que expone
que
habrá de reflejarse la relación mantenida
una serie de testimonios fotográficos de singular
con
Lam?
valor. En especial, aquél que muestra el dibujo
Fue hace bastante tiempo y, sobre todo, a insque en un lugar insólito -su pierna- efectuara
tancias de la gente, de los amigos que quieren
Pablo Picasso. Medio en serio y medio en broma,
Sara Sluger comenta que un marchand quiso ad- . tanto que les cuente y comente toda aquella época extraordinaria. que me t~ vivir, Y de la cual
quirir la pierna en cuestión mientras que otra
un poco tuve conciencia, pero creo que no tanto;
gente amiga, menos materialista, intentaba conporque caí en París como una joven estudiante, a
vencerla de que no se lavara nunca...
estudiar un poco, pero no con intenciones de queJunto a esas vivencias con el gran pintor maladarme. Esto fue a comienzos de 1950, y luego de
gueño, el tuteo -obviamente compartido con
trabajar en Buenos Aires .en el periódico France
Lam- con gran cantidad de artistas, representaJoumal, en su columna bibliográfica, además de
tivos del quehacer cultural del presente siglo:
traducir libros y dar clases de francés. La gente se
Max Ernst, André Bretón, René Char, Giacomeríe cuando digo que me fui a París sin pasaje de
tti, Tristán Tura, entre tantos otros.
vuelta y que por eso no volví. Lo que pasaba es
que no tenía dinero para el pasaje de regreso y
Las paredes de su vivienda en el barrio bonaeme fui así nomás, pensando estar tres meses, pero
rense de San Telmo, fibros, fotos y poemas en su
biblioteca, se constituyen ante los ojos del entre-resultó que me quedé siete años...
40
P
Francia, habrá de llevar un subtítulo que a mí
me gusta mucho como queda en francés: "La periade inconnu" (El periodo desconocido). Pienso
que ese agregado es auténtico, ~rque;o está
consignado en ninguna parte. En muchOs artistas, en los libros que les están destinados, figura
la época de tal, o cuando vivió con tal o cual, o
los hijos que tuvo, y todos esos datos biográficos.
En el caso de Lam, entiendo que era un complejo
de él; ¿cómo llamarlo?: un complejo social si
quieres, porque hay muchas cosas que he leído en
esas biografías que no son exactas, y lo digo porque las conozco. En el caso de él, como si no pudiera mostrar al mundo nada más que lo "legal".
En ate CMO, 1m espO$08 "legales".
.
Claro. Creo que, por eso mismo, es que ocultó
a su hijo, el primero, el "ilegal", el primero que
tuvo con una mujer con la cual no se había casado. ¿Por qué lo hizo? Podrás darte cuenta que es
muy fácil entenderlo, ya que es exactamente
igual a lo mío. En todos esos libros de arte, editados en Italia y en Francia fundamentalmente -y
yo tengo varios de ellos que giran en torno a su
figura- existe un índice de fechas, una cronología. Se mencionan naciones, tal época se fue a España, en tal otra volvió, en tal fecha llegó a
París, distintos viajes, la guerra, se vuelve a Cuba
y retoma a París y, después, a partir de 1952, ponen que se instala definitivamente en Francia. Y
nada más. Pero DO ponen por qué ni con quién.
Eso ocurre en todos los libros. Y luego está lo de
las fotogrJlfías.
¿Qué ocurre con las fotografías?
Ocurre que empecé a ver en esos libros fotografías sacadas por mí, no conmigo, en donde
salia Lam. Fotos con Picasso, por ejemplo, todas
con esa famosa camisa azul con rayas blancas o
grisáceas y una campera de algodón, pero sobre
todo con esas camisas con las cuales se le ve en las
fotos con André Bretón, con Picasso y con otra
gente. Son fotos que saqué yo...
¿ y no le dieron ni el crédito respectivo?
¡Ni siquiera como fotógrafa, que no soyl Pero
salieron bien. La prueba está en que las han
reproducido en los mejores libros. Además de
eso, casi todas esas fotos tenían la réplica,
muchas de las cuales obran en mi poder. La réplica de esas fotos, en las que aparecía yo, las sacaba él. Las fotos que te mostré con el pintor chileno Roberto Matta, con Picasso, en la que alguna está Lam yen otras estoy yo; pero están sacadas en la misma ocasión, en el mismo momento.
Nos pasábamos la cámara, simplemente. En todos esos libros, estudios de su obra y de su personalidad, no aparecen. Existen las fotos, yo estaba
presente en ellas, posando o como fotógrafa anónima, pero no la hizo figurar. Idéntica situación
sucede con Nicole, la francesa con la que tuvo un
"-
hijo, Stephan, que es el mayor; los otros tres los
tuvo con su última esposa. que ni siquiera aparecía en los libros, al igual que Nicole que tampoco
aparece.
Sara, de¡etnOI de lodo un poco todas ~ amneIÍDI bibliográficas, Y vayamoa a la etapa en que
oioi6 con Lam. Para comenz:ar: ¿cómo lo COROció?
Allá por 1952, llegó a París un amigo desde
Bueoos Aires, Jua~ Andralis. Lo invitamos a roroer a un restaurante griego que solíamos fr~
cuentar porque tenía una comida abundante y
con precios accesibles. En una mesa cercana a la
nuestra, había un grupo conversando en español
con- acento medio centroamericano. Cuando el
resto de esos comensales se fue, se nos acercó el
único que quedaba y nos preguntó de dónde éramos. En el curso de la charla le preguntamos su
nombre y nos dijo que se llamaba Wilfred.o Lam.
Fue entonces que Andralis le dijo que había un
famoso pintor surrealista, cubano, con el mismo
nombre y apellido. Ante la sorpresa general nos
dijo: "Soy yo".
y la relación en 8Í ¿cuándo comenzó?
Un día me llamó, no me acuerdo con qué motivo o excusa. El asunto fue que lo invité a cenar.
Tiempo después habría de enterarme que le había preguntado a Andralis si yo tenía novio. Como mi economía no era muy brillante que digamos, preparé arroz con almendras peladas, fritas
a la mantequilla, con salsa de pimiento y tomate.
Cuando Lam llegó, vio el arroz, me preguntó si
tenía más y ante mi respuesta afirmativa tiró todo lo que estaba preparando yo en la cacerola.
Comenzó entonces la ceremonia del arroz, la
misma que habría de repetirse a lo largo de los
seis años que estuvimos juntos. Ya entonces era
famoso en todo París por su extrema habilidad
para preparar el arroz; realmente parecían perlas brillantes. En innumerables ocasiones habría
de reiter~ ese plato. ese manjar, en el atelier
que alquilábamos en la roe Ville d'Alesia número
23. Y una curiosidad al respecto: nos alquilaba
ese departamento Claude Simon, el Premio Nobel de Literatura, casado con una bisnieta del célebre compositor Saint Saens. Había dejado a
nuestro cuidado un piano antiguo que había pertenecido al músico, y alli yo tocaba tangos que a
Lam le encantaban. Nuestra amistad fue muy
cordial, pues Claude había sido pintor, y era un
hombre inteligente, aunque, para ser sincera, yo
me quedaba más tranquila cuando él no estaba,
porque vivía acosándome con sus lances y galanteos...
¿C6mo sintetizaría su vida con Lam?
Era un hombre m~y sensible, un gran conversador y uno de los más seductores que jamás ha)1l
conocido. Me hizo crecer espiritualmente, aunque parezca extraño señalar que no le gustaba
hablar de pintura. Algo que sucedía igualmente
con Picasso~ En lo que se refiere a aspectos negativos, eran parecidos a los de muchos grandes artistas que conocí por aquella época. No hablemos
del egoísmo, de la vanidad a un grado superlativo, sino de la mezquindad que supone ei no compartir los triunfos sino sólo los fracasos. Además,
estaba la cuestión monetaria: era muy tacaño.
En ese sentido me recuerda a Tristán Tzara, de
quien todo París decía que nadie jamás había visto su billetera. De 00 haber sido por estas cosas,
yo hubiera pensado que éramos la pareja más fellz del mundo. Claro, discutíamos bastante, por
muchas cosas de la vida diaria, de la cotidianeidad. Claro. uno le echa la culpa al otro, y él
hablaba siempre de mi mal carácter, cuando yo
me enojaba. Pero resulta que él también tenía sus
bemoles; como todo ~ te imaginarás que
era un gran neurótico. -Además, con otros problemas de tipo muy pe~nal: como el color de su
piel que -aunque él lo -negaba-, pienso que
formaba parte de JIluchos de los defectos que lodo el mundo conoce, pero que la gente obvia.
Una cosa es mirarlos de afuera y otra es convivir
con ellos... El decía que yo era la mujer más honesta y más buena que había conocido en su vida.
Ahí ves el alma blanca, pero eso no obstaba para
que repetidamente hiciera hincapié en mi carácter. La frase era: ¡qué carácterl, en referencia a
ello.
¿C6mo era la relación de PÍClUIO con Lam?
Creo que podría pintártela a través de algunas
anécdoms muy elocuentes. Cuando Lam volvió
de España, con una tremenda depresión, se fue a
París con una carta de un escultor amígo dirigida
a Picasso. En ella se lo presentaba, y fue la que
dio motivo para el comienzo de esa gran amistad
entre ambos. Picasso lo protegió y, en ese sentido,
cual se difundió el cubismo. Su casa era un museo
impresionante: estaban todos los cuadros que es
posible imaginar. Ellos fueron cOmo la prolongación familiar. Ibamos a cenar allí una vez por semana. En esa casa, donde las reuniones nunca tenían más de seis pe~nas, conocí a Max Emest y
su esposa, Dorotea Tanning. Con ellos también
nos hicimos muy amigos, y Dorotea me enseñó a
tejer una corbata que luego Wilfredo no se quitaba ni para dormir. Max era un ángel, dulce, sencillo y humilde. ¡Y conocí a tantos otros I, pero la
~ta sería interminable. Pero hay alguien a quien
conviene aclarar que nunca le llegó a ofrecer ni
dar dinero, ni creo que Lam lo hubiera aceptado.
Pero sí recuerdo que le abrió una cuenta corriente en lo de un marchand de couleur. en una casa
de pintura.
Para poder comprar materiales...
... y para que no tuviera el pretexto de que no
feroa material para pintar. Creo que por aquella
misma época, la del estado depresivo de Lam. Y
cuando manifestaba que no quería pintar más
fue que Picasso le preguntó en una ocasión si "sabía hacer alguna otra cosa". Wilfredo le contestó
que: "No, nunca hice otra cosa". Fue entonces
que el gran Pablo le dijo: "Pues, entonces, no
tienes más remedio. Tienes que seguir pintando.....
_
c-Cómo fue que se le ocurrió a PiaJsso pintarle
a usted la pierna?
Una mañana nos invitó al taller, su lugar
sagrado, donde casi no dejaba entrar a nadie. En
esos días estaba dedicado a·la escultura. En un
momento determinado me dice: "¿Quiere que le
haga un dibujo?". Yo pensé en un papel, pero él
me dijo: "En la pierna". Y, por supuesto, acepté.
¿Qué habría pasado si le hubiera pedido dibujarle en otra parle del cuerpo?
Bueno, en esa época yo era tan ingenua en algunas cosas que seguramente no le habría permitido. Me obligó a poner la pierna en un banco pequeño y con un bolígrafo dibujó el retrato de un
chico. Luego me pidió el rouge. el lápiz labial, y
con él pintó los labios. Fue un verdadero revuelo.
Mis amigos no me dejaban bañar. Un marcbaod
disparatado me ofreció comprarme la pierna, diciéndome que -después de tOOo- con el dinero
que sacara, me podía hacer una de oro...
Aparte de esta menci6n e.pecial de Pic::tJao,
¿qué otrYu amútiuks solían frecuentar?
Entre quienes recuerdo con más cariño están
Yvonne y Christian Zervos. Este fue el director
de la famosa revista CahieD d'arta, gracias a la
no quisiera omitir: René Charo Una amistad que
siempre ha perdurado.
I
¿Acoatumbraba frecuentar al grupo surreali&tal
_
Sí, y no hay que olvidar que Lam era uno de
ellos. Pero antes quisiera referirme a Giacometti.
Vivía cerca de nuestro taller. era un hombre muy
solitario, pero extremadamente sensible. Volviendo a los surrealistas, nos encontrábamos con
ellos todas las semanas en el café de la place
Blanche, cerca de Pigalle. Allí estaban todos:
André Bretón, Benjamín Péret. su íntimo amigo
Y uoo de los pocos que no fue expulsado del movimiento: Man Hay, que era un tipo con mucho humor; el pintor ]acques Harold y ¡tantos otrosl Sin
embargo. al tiempo dejamos de concurrir y fue
por mi decisión.
¿A qué se debió que no deseara reunirse más
con los ..,rretdúttu?
Hay que tener en cuenta que cuando los conocí
eran personas grandes. Yo esperaba sus famosos
escándalos pero ya estaban más reposados. Y camo Lam, que era muy celoso. no quería dejarme
sola, también dejó de concurrir.
¿C6mo describiría a Lam ftsicamente?
Desde luego que físicamente era un hombrf
muy interesante: atrayente. apuesto. alto y..
gado, delgado, con una energía- 1'00 dina....31. .o
e, incluso. con movimientos de cuerpo muy estéticos. Eso sí. muy tímido, hasta ponerse colorado. Recuerdo que la primera vez que me dio un
beso, en la mejilla, se puso terriblemente colorado, como un chico.
¿Qué diferencia de edod hablo entre U8tedes?
Yo era 18 años menor. pero parecíamos iguales.
_
Sar~ con ea¡ perspectiva que suele otorgar el
ptUO del tiempo, podría indicar ¿cuálea son los
atributotl de Lam que mtú Y mejor permanecen
en ftI recuerdo?
Pienso que uno no se eDaJDOr'a de una estatua
41
lógica, indudablemente. Nunca d.iscuti con él
desde el punto de vista de una interpretación de
algún hecho político; en eso yo comulgaba con él,
completamente. Por supuesto, sabia mucho, mil
veces más que yo, sobre todo en aquella época.
Yo lo que tenía eran vivencias, una especie de posición, sobre todo emotiva y rebelde, un inconformismo, pero él era muy científico, muy dialéctico, y todo lo sabía explicar muy bien, desde
luego. Creo que intelectualmente era perfecto;
no había nada que yo pudiera discutirle dici~­
dale: "No tienes razón", y no porque me sometiera sino porque realmente estaba de acuerdo
con sus concepciones.
I ¿Tenia militancia política por aquella época?
No, no militaba, pero estaba perfectamente al
día de los sucesos políticos, tanto del país en que
estaba como de Cuba, como del resto del mundo.
Entonces nos tocó vivir lo de la guerra en Indochina. Era talla obsesión, el apasionamiento por
esa cuestión, que creo que durante un año no hizo más que leer diarios. A mí me causaba gracia
porque los periódicos en París no te los traían a tu I
casa ·-como aquí en Argentina-, yen una época recuerdo que yo tenía que salir cuatro o cinco
veces al día en busca de los diarios. Los devoraba, le interesaba lo que estaba sucediendo, quería saber todo y lo hablábamos, o nos íbamos al
de bronce. Considero que todo ser humano tiene
cosas que gustan y otras que no, cosas bu as y
malas, e igual se lo puede querer, ¿no es cierto?
Estoy segura de que he querido muchísihto a
Lam y ahora es como si volviera a tener como
una espeCi~ de nostalgia de amor. Cuando lo volví a ver, en 1977, me pareció tan seductor como
siempre. Porque eso es lo que era Lam: ·un gran
seductor. A mí, ¿por qué me sedujo? Primero, por
su inteligencia. Además, parecía un chico, tenía
una cosa muy infantil, se avergonzaba o se intimidaba. Ya conté lo de aquel primer t>eso en la .'
mejilla, algo que le pareció tremendam.ente audaz y se puso colorado... Junto a su inteligencia,
desde luego su talento. Un talento que no sólo se
expresaba en su manera de pintar o en los cuadros, sino igualmente en su percepción de la vida, en el amor por la poesía, en su tremenda cultura que, para mí, en realidad esa cultura es me·
maria. Porque me maravillaba y a veces, confieso que me apabullaba. Y me hacía enojar cuando
decía: "¡Ay, ya no tengo memoria, ya no tengo
memoria''', pero te contaba cosas de su vida que
era imposible que uno pensara que se pudiera
acordar. Me maravillaba con relatos y hechos
que para mí eran totalmente desconocidos o que
apenas sab' ue existían. Por ejemplo, cuando
me hablába
todas esas reuniones con Breton,
cuando uva en Haití, cuando contaba el vudú • café con los amigos'y se seguía hablando de esas
cosas y de la política en general. Era un tremen-que se lo oí contar cuarenta y cinco mil vecesdo conversádor, y confieso que a mí me daba muy siempre era renovado y ~xtraordinario. Lo que
cha
bronca, porque me parecía increíble que perél había visto en Haití" y en la Martinica... Adediera tanto tiempo en los asuntos políticos y que
más, nunca se sabe tampoco muy bien por qué
no trabajara en todo lo que tenía pendiente.
uno se enamora de una persona o se siente muy
Nunca militó activamente, y su única participaatraída por ella. Lo quise muchísimo y me pareción concreta fue en la Guerra Cívil Española,
cía que no podía concebir la vida de otra manepero .unca estuvo afiliado a ningún partido. Le
ra, sin él, aunque a veces me enojaba y me iba...
interesaba más que nada la política, nunca ha¿Cómo era afectivamente?
blaba de pintura, nunca; podía hablar de literaEra un ser sumamente afectivo y muy tierno,
tura, pero las discusiones entre amigos eran
muy cariñoso. Me conquistaba, por ejemplo, por
la manera que tenía de hacer las paces cuando . siempre sobre cuestiones políticas.
Yen cuanto al procesa de la Revolución Cubanos peleábamos. Ahí sí me trataba como si fuera
na, que coincide aproximadamente con la relauna hija, como a una criatura. Así me sentía
ción de uatedea, ('Cómo lo fue riguiendo Lam dacuando me sentaba en las rodillas, en esos enojos,
de Parú?
y me decía: ••¿Quién te quiere a ti, dime, quién te
Bueno, ese proceso desemboéa en el triunfo de
quiere a ti?". Eso realmente se me hacía muy
comienzos de 1959, lógicamente con todo el bis- •
conmovedor. Cómo olvidar las lecturas que hatórial previo. Sucede que ahí es cuando yo ya DO
cíamos juntos, la música compartida o cuando
lo veía. No obstante, recuerdo que cuando estuescuchábamos en la vieja radio que teníamos, las
vimos la última vez en Cuba -vivimos ahí dos
audic~ones desde la Unión Soviética, tras haveces durante unos meses-, nos tocó estar en las
berlas descubierto en onda corta. Que eran basúltimas el~iones de Batista, y vivíamos enfrente
tante malas, pero tenían ese toque de exotismo
de Columbia, el regimiento donde vivía Batista,
porque venían desde Moscú. Nos quedábamos de
que hoy se llama Ciudad Libertad, o algo así. Vinoche hasta tarde para escucharlas. Además, po-.
. víamos justp enfrente, en Marianao, y yo no relíticamente teníamos una gran comunidad ideo42
cuerdo, hasta 1956, haber oído hablar de Fidel
Castro, ni del grupo del Mancada. No lo recuerdo, pero sí me acuerdo de todo el terror que se
vivia entonces. Sobre todo, aquellas elecciones
batistianas no me las olvido: tuvimos que irnos de
la casa de Lam a la de su hermana, porque era
muy peligroso ya que estaban los soldados apun-tanda siempre arriba de nuestra casa. En cuanto
a la Revolución, él siempre se adhirió a ella, aunque yo no lo haya visto. Lq sé, lo he leído, lo he
charlado en Cuba en viajes posteriores, y está en
todos los libros. Fue uno de los artistas que, creo,
más seadhirió a la Revolución.yolvía periódicamente, aunque viviera en Italia o en Francia, e
iba continuamente allá. No sólo porque allí tenía
su familia, sus hermanas viejitas, sobrinos, muchos amigos, sino porque estuvo con la Revolución. Hay otras pruebas ~ncluyentes al respecto:
cuando pidió que, después de su muerte, lo cremaran y que sus cenizas residieran en Cuba, para
lo cual tenía indudablemente mucho derecho;
además, el hecho de que l.a urna esté depositada
en el Panteón de los Héroes de la Revolución,
creo que así se llama, junto a otras relevantes
personalidades cubanas. Y otro detalle más: su
viuda me contó una co.... muy linda y es que en
ese mismo año del retorno de sus restos cremados,
fueron a Zagua la Grand~, donde nació Lam,
vivió de chico, y en esa miSma casa donde nació
y vivió ese periodo se ha hecho un museo que lleva
su nombre, donde se ha.lIan expuestos pinceles,
retratos, documentos y muchas de sus pertenencias. Durante nuestra relación recuerdo que él
me hablaba mucho de Zagua.
Sin ánimo de querer reflotar viejas heridas, la
consulta final: ¿cuáles fueron los motivos de la separación de ustedes?
La segunda vez que fui con WilIredo a Cuba,
aproveché la oportunidad para conocer Nueva
York. Si bien la ciudad me impresionó, el frío demencial agravó al depresión que venía arrastrando debido a algunos conflictos con él: Regresé' a
La Habana, pero mi situación no mejoro; por el
contrario, siguió empeorando. Entre ambos deci=-dimos que lo mejor sería que yo regresase a Buenos· Aires para retablecenne al lado de mi familia. Aquí co y ncé a tratarme psicoanalíticamente y a mejorar. Luego nos seguimos escribiendo,
y esas cartas -realmente documentos interesantes- habrán de figurar, en parte, en el libro que
.estoy escribiend~. Pienso que ellas, en su medida,
!o explican un poco más como ~n;ona, al margen de lo que yo pueda ofr~r como testimonio •
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no falta ningún texto.
Teléfonos
de México. aunque ...red que
sufre constantes averías en el servicio no lo crea,
es una de las empresas que se están modernizando a un ritmo acelerado. Esto se refleja en sus
proyectos: lograr que para finales del año 2,000
se encuentre digitalizado el 70% del sistema telefónico y, para ese mismo año, alcanzar la instalación de 30 millones de aparatos: actualmente
existen 7 millones de aparatos instalados y un 8 %
del sistema es digital.
La modernización en la administración de la
empresa y la reestructuración del sistema telefónico han afectado, y seguirán haciéndolo, a los
trabajadores telefonistas, quienes han perdido
materia de trabajo en manos de contratistas y de
las compañías prestadoras de servicios de telefonía, lo mismo que como resultado de la implementación de equipos que requieren de poca
el sindicato cuente con un proyecto global sobre
la modernización que abarque aspectos técnicos,
administrativos y laborales, como de hecho lo
tiene la empresa.
La carencia de un proyecto integral del STRM
es resultado de la voluntad de la empresa de excluir al sindicato del proceso, cuestión que no hay
que menospreciar, ya que como señalaba anteriormente se trata de un proyecto de la empresa y
quien tiene la información es ella. También es
cierto que los dirigentes de los telefonistas no han
puesto el empeño suficient~ para diseñar un plan
global de respuesta, ni para sensibilizar e informar a los telefonistas sobre el problema; sin em;
bargo, es importante conocer y no menospreciar
la posición de Telmex y los esfuerzos, fragmentarios e in~mpletos, del sindicato. .
En cuanto a la propuesta de reducción de jor-
dad de mayor descanso, o una mejor convivencia
familiar.
Es difícil entender lo que el grupo que elaboró
el documento quiere decir cuando afirma que st.
dieron cuenta de que no era necesario trabajar
ocho horas. ¿Necesario para la empresa?, ¿necesario para el servicio?
Hasta este momento, la empresa. parece estar
de acuerdo en lo innecesario de la jornada completa de estas trabajadoras: olvidar que sus intereses y sus intenciones son diferentes, puede resultar muy costoso. El documento señala que México es "el único país en el mundo" donde las operadoras laboran todavía ocho horas; habría que
añadir que es de los pocos en donde este tipo de
trabajador subsiste con el sistema digital.
En cuanto al control obrero sobre el proceso de
trabajo, la cuestión no está en la coincidencia
TELEFONOS:
LOS
MODERNOS
ATACAN
PUar Vázquez
fuerza de trabajo, por ejemplo las nuevas centrales automáticas de larga distancia.
Los telefonistas enfrentan, también, modificaciones en las formas de realizar el trabajo, para
las que requieren capacitación y entrenamiento.
El proyecto modernizador de Teléfonos de México (TELMEX) es, evidentemente, un proyecto
de la empresa: ella lo planeó, lo lleva adelante y
10 programa. Lo que deseo resaltar con ésto es
que, a pesar de la voluntad explícita del sindicato
telefonista de participar activamente en la modernización de Telmex, ésta ha excluido a los trabajadores, obligándolos "a la toma de decisiones
sobre hechos ya consumados", según afirmó
Francisco Hemández Juárez, secretario general
del telefonista, quien señaló también la necesidad de "prever el futuro y adelantarse a lo que
pudiera venir".
Adelantándose a lo que pudiera venir, un grupo de operadoras del departamento de tráfico de
la sección matriz de Telmex presentó dos ponencias al Primer tncuentro Nacional de Trabajadoras Asalariadas, en las que abordan la situación
de las operadoras y proponen algunas alternativas para enfrentarla.
Se trata de un tema importante para muchos
trabajadores y que requiere conjuntar esfuerzos
para lograr una mejor comprensión. Con el afán
de ampliar la reflexión, quiero comentar algunos
puntQS de las ponencias.
El documento señala {'launas formas para enfrentar la modernización: la reducción de la jornada laboral, el control obrero sobre el proceso
de trabajo y el ejercicio constante de la democracia sindical. Apunta también la necesidad de que
nada, la ponencia señala que es "objetivamente
posible la reducción definitiva de ocho a seis horas diarias", una vez concluida la reubicación de-finitiva de las operadoras de la sección matriz.
Aseguran que "cuando estuvimos trabajando por
cuatro horas nos dimos cuenta de que no era necesario trabajar las ocho horas, cuando podíamos
producir lo mismo (o un poco más) por el mismo
salario y sin regalarle a la empresa el resto de las
cuatro horas".
Las operadoras carecen de centro de trabajo
desde los sismos de 1985, y a partir de entonces
estuvieron 9 meses sin trabajar. Posteriormente
cubrieron turnos de cuatro horas y actualmente
trabajan una semana sí y otra no, con pago de salario completo.
El departamento de tráfico, en la sección matriz, atraviesa por una situación delicada: sin
centro de trabajo definitivo, afectadas por la
nueva tecnología que permitió un incremento de
70 % en el tráfico de larga distancia, mientras las
operadoras estaban 8Ín trabajar y sin un conocimiento preciso sobre las implicaciones del nuevo
sistema en la realización de sus labores, y de 'las
calificaciones necesarias para llevarlas a cabo.
Se trata de una situación compleja en la que
defender la fuente de tntbajo es fundamental. Y
esto no signñica dejar de lado otras cuestiones corno la reducción de la jornada, que puede convertirse en una necesidad cuando el nu~ equipo
esté instalado y la intensificación del trabajo sea
un hecho. Pero considero que carece de fuerza
argumentar la validez.. de esta medida considerando sólo los beneficios, tales como la posibili-
acerca de que se trata de una de las luchas más
importantes para el movimiento obrero; el problema está en cómo avanzar en ese rumbo.
Las operadoras retoman una experiencia que
denominan "toma administrativa", ocurrida en
1980, y en la que su departamento fue protagonista. La importancia de esa experiencia está
fuera de duda; sin embargo, sería necesario
comprender más y mejor dicha experiencia. ¿En
qué condiciones se dio? ¿En qué consistió?
¿Cuáles fueron Jos principales problemas que
enfrentó? ¿Cuáles sus límites?
En la ponencia se afirma que durante la toma
administrativa se elevó significativamente la productividad, y las operadoras mostraron un alto
grado de disciplina y responsabilidad.
La productividad es una papa calieqte, porqu
el sistema digital trae consigo de por si U»
aumento de la misma, y también un mayor de.4gaste. La pregunta es: ¿A cambio de qué elevat>
los trabajadores su productividad? ¿A cambio de
qué dejan su salud en un conmutador?
Por último, la necesidad de un -ejercicio constante de la democracia en la vida sindical es ihebatib1e. Pero se trata, de nuevo, de una situación
compleja, en la que influye solamente una determinada actitud de los dirigentes sindicales.
¿Existe interés en la mayoría por los problemas
que las afectan? ¿Cuáles podrían ser los mecanismos que propiciarán mayor interés en la participación de la mayoría?
Por último: ¿Qué tanto éonocen las operadoras
reBexiones como la que fue presentada en el Encuentro Nacional de Trabajadoras
Asalariadas? .
47
Segunda de dos partes
Primer lugar
en el Concurso
de Relato Minero
El dirigente de
la caravana
rinde su testimonio
30 años después
La comisión mixta de seguridad en la carbonífera
l sindicato, acatanqo las disposiciones de la Secretaría del Traf?ajo,
me nombra representante oijrero
en la comisión mixta de seguridad
A'1 la carbonífera, nombrandb la
empresa a Miguel Garda; dicha comisión se reunía una o dos veces por semana para recorrer las
plantas y detectar el peligro y prevenir cualquier
accidente. que por descuido o iinprudencia pudiera suscitarse, constriñendo a los compañeros a
usar rigurosamente los equipos de .seguridad en
los lugares insalubres y peligrosos, que su negligencia fuera la causa de propia fatalidad. Pues
un buen dia, serían'las 10 de lamañana, hacíamos
un recorrido por la planta, y llegamos a las extensaS bodegas del almacén donde hay multitud de
artículos inflamables, ácidos, maderas de todas
dimensiones, etcétera, habiendo en la entrada
principal un gran letrero que decía "se prohíbe
fumar, apague su cigarro"; en el interior del almacén encontramos al señor Johnson, alto empleado estadounidense que acostumbraba traer
siempre en la boca un descomunal habano, que
impregnaba el ambiente con los espirales de humo que lanzaba. Debo advertir que este señor era
un tipo huraño, a nadie saludaba, que daba la
impresión del yanqui déspota, insolente y soberbio. Cuando lo vimos lanzando más humo que
una caldera, le dije a Miguel García: llámale la
atención a este señor irrespetuoso sobre las reglas
de seguridad, tú que eres el representante de la
«!mpresa; ¡pero cómol Se va a disgustar, y le digo:
"las leyes y reglamentos no son exclusivos, son generales para su observancia y deben respetarse".
y como se negó a llamarle la atención, fui y le dije: "señor Johnson, en el portón de entrada está
un anuncio que dice: se prohibe fumar, apague
su cigarro. ¡Oh, yes, yesl Se llevóla mano a la boca
y apagó el puro.
E
Táctica de lucha interna
Como las empresas habían envenenado y
corrompido el ~íritu de lucha de muchos compañeros, por· medio de prebendas, canonjías y
dádivas ilícitas, poco a poco iban claudicando a
sus deberes, pero había ~ mesnada de traidores
a su clase que por unas cuantas monedas vendían
su dignidad de hombres libres a estos mal nacidos, nosotros los calificábamos de panzas blancas
o hierberos. Estos traficantes, el día de la
asauiblea se dedicaban a·visitar talleres y departamentos de trabajo, sembrando la hierba, dándoles dinero para que a la hora de la votación
fueran en contra de sus propios intereses. Eran
...
Abdenago Frausto
LA CARAVANA DE
NUEVA ROSITA
apoyados por los mayordomos y jefes departamentales y naturalmente, tenían su jefe, quien
los reunía en un simulado laboratorio; los más
connotados hierberos eran Joaquin Velez, Servando Prado, Manuel y Jesús López, Juan
Juárez, Alfonso Cervera y Modesto Gutiérrez y
un grupito familiar de apellido Zapata. Quisimos
lanzar un periodiquito semanal para desenm~
carar a la empresa, pero no encontramos ninguna
imprenta que quisiera imprimirlo por miedo a
que la compañía le cortara la luz. Por fin encontramos solución del problema: un compañero
de la planta de luz y fuerza, Esteban González,
que tenía su barbería en la coloniaSarabía, y allí
nos comenzamos ha reunir, discutíamos quién
sería el director de debates en la asamblea;
quién, cómo y cuándo deberían fungir como
escrutadores en la hora de la votación, todo con
•una estricta observancia y orden. Al principio
éramos unos cuantos cabecillas, pero -luego era
pujante la fuerza del grupo. Con esta táctica los
hierberos nunca nos pudieron ganar una.
Nuestro compañero Angel Sicilia, un obrero
especializado como tornero, de gran preparación
cultural, por cuyo motivo le nombramos "El Filósofo", era nuestro Secretario General, pero tuvo que dejar el cargo, por un tiempo; con este
motivo comenzamos ha mover la propaganda para nombrar al nuevo Secretario General. La
compañía comenzó a mover a sus hierberos y en
nuestro grupo se habían colado algunos con el fin
de crear camorra; cuando llegué al grupo, un poco retrasado;ya tenían como candidato a Carlos
Samaniego para secretario general, y a mí como
director de debates. Casi todos los del grupo salimos inconformes de la asamblea. Al otro día estábamos comentando- lo acontecido, cuando llega
Heraclio Sayas lanzando improperios contra algunos compa.ñeros que se habían defaáo engafiar
por la gente de Samaniego. Pero aunque tú no estés de acuerdo, me dijo, yo voy a cambi.!U' el mm·00 de la bníjula y soplarán otr~ vientos en la
asamblea de hoy. Al comenzar la asamblea, el
secretario general, Angel Sicilia pidió se nombra-
ra director de debates; salí por mayoría. Propuse
como candidato a Carlos Samaniego como estaba
previsto, cuando un compañero pidió la palabra;
dice: yo propongo al compañero Frausto para
secretario general: Varias manos se levantaron
para secundarlo. El nuevo director de debates pidió a la asamblea que los que estuvieran a favor
del compañero Samaniego levantaran la mano,
después del cómputo, dice ahora, levanten la mano los que estén a favor del compañero Frausto,
resultando una aplastante mayoría.
Una mañana, cuando U
al sindicato, ya
me esperaban los miembros e la tripulación de
una locomotora de patio, pues habían sido despedidos por el jefe, y corroborado su despido por el
señor Moyle. A las tres de la mañana, dice uno de
ellos, conducíamos un convoy por la vía de hornos de colee; en dicha vía hay un puente mecánico elevadizo por cuyo puente la máquina deshornadora empuja el colee al rojo vivo, cruzando las
vías hasta depositarlo en góndolas especiales para
su enfriamiento. Los operadores del puente no lo
habían levantado, y el treq de carros que empujaba mi locomotora se llevó el puente, causando
serios desperfectos: Me dirigí a la oficina del señor Moyle, con quien sostuve prolongada e inútil
discusión sobre el despido. Nosotros seguíamos
sosteniendo que a la hora del accidente el puente
debía estar levantado y que la culpa en todo caso
sería de otros. Bueno, nos dice, la Comisión Mixta de Seguridad dará su fallo, y si encuentra que
no hay responsabilidad ellos serán reinstalados, y
se pagará el tiempo caido.
Manuel Castañeda era el representante por
parte del sindicato en la Comisión Mina deSeguri4ad, le plantee el problema, suplicándole hiciera todo lo posible para que el acta testimonial
~ levantara fuera favorable a la tripulación,
y cuanto
pronto mejor. Cuando me llevó
copia del acta firmada por las tres partes, quitando de culpa a los compañeros suspendidos, entonces cité a los co~pañeros para el día siguiente.
Cuando nos presentamos con el señor Moylei le
informó: venimos a tratar nuevamente el caso de
mas
la tripulación. El me dice: ya dije a usted que
cuando la Comisión Mixta falle nosotros arreglaremos el negocio, le contestó: mire usted señor
Moyle, aquí está el acta levantada por la Corilisión Mixta y debidamente firmacJa por la Comisión en pleno. Se la entrego, se coloca con tímido
cuidado sus anteojos finos y comienza a leerla, y
,de repente con un ademán colérico dice 00, no,
esto no puede ser, y mandó llamar al jefe del departamento legal, señor Bushnel. Esperé a que
ellos trataran el asunto, y al poco rato salió el se• ñor Bushnel y nos dice, el señor Moyle suplica a
ustedes: -vengan mañana a esta misma hora. Al
día siguiente el secretario del señor Moyle nos indicó que pasaramos directamente al departamento legal, en el cual nos comunicaron que los
compañeros habían sido reinstalados.
Falta de cumplimiento al contrato colectivo de
trabajo
El ingeniero de minas J.D. Silva, de origen mexicano, era responsable de la mina No. 6, y cuando
se le presentaba un problema nunca era resuelto
con entera satisfacción.
.
Porque cuanto conflicto se suscitaba en la mina 6, nos salían con: arréglen10 con el ingeniero
Silva, y era cua.ldo nos topábamos con un muro.
Todos los obreros mineros; sin eroepci6n, se
quejaban de él.
Pancho Rosales, miembro de la Comisión Mixta
de Seguridad en el interiorde la mina, me expuso
una serie de irregularidades que existían en el interior de la mina 6.
Al tiempo le comuniqué a Rosales de la visita
del inspector y que tuviera listo el equipo y los lugares que visitaríamos. El señor Moyle comunicó
telefónicamente al ingeniero Silva de la inspección que se iba a practicar en el interior de la mina. El ingeniero trataba de guiarnos a iug res salubres y sin ningún riesgo, pero Rosales nos guía
al área de las máquinas corteras, para que el íospector vea cómo trabajan; el inspector se quedó
estupefacto. Nuestro recorrido duró más de 3 h.aras y a cada momento comprobábamos la veracidad de nuestras quejas y el motivo de quererlas
remediar.
El inspector aseguró que, todos los datos sobre
fallas y anomalías que hemos tomado en esta visita, serán dados a conocer a la Secretar a de Trabajo y tengo la seguridad de que serán corregidas
lo más pronto posible, ¿verdad señor ingeniero?
Silva prometió que daría un informe a la gerencia, que sería la que ordenaría las medidas que al
respecto. se tomaran.
Doy término a mi comisión sindical como
Secretario General de la sección 14
Habiendo terminado mi comisión sindical como
•Secretario General de la sección 14, hice entrega
de dicha Secretaría aP~nipañero Sílviano Rangel.. Nuestros candidatos salieron triunfantes.
Los compañeros electos, ante una abigarrada
asamblea, protestaron con el signo del honor,
cumplir con toda honradez y lealtad las ordenanzas, ieyes y estatutos de los trabajadores mineros
de la sección 14.
Las láminas de batería de zinc
Como consecuencia de la posguerra, el país se vio
involucrado en la lucha de producción de materiales estratégicos, por cuyo motivo las empresas
Carbonífera de Sabinas, SA y Mexican Zinc camenzaron a desarrollar febrilmente trabajos de
construcción y ampliación de sus plantas, para
mayor producción de sus productos en concordancia con el programa de nuestro gobierno, de
mayor producción. La Mencan Zinc ampliaba
sus baterías de zinc con tres láminas por ambos
lados del bloque, lo que significaba un aumento
de 800 retortas, con un aumento salarial de $1.25
por jomada a cada trabajador que operase en
esos calcinantes hornos de zinc.
Como el Secretario General informara que el
problema de los compañeros de baterías era un
problema ya concluido, en virtud de que se había
firmado un convenio y aprobado por ambas partes y elevado a categoría de cosa consentida, que
si su comité de ajustes no les informara del convenio 00 era su culpa. Me opuse a tan descarada
maniobra, porque fue a espaldas de las partes interesadas.
El día de asamblea ordinaria, se auguraba de
garra y turbulenta, por que los hierberos 'se
habían movido aceleradamente en todos los departamentos tratando de comprar a los imbéciles
a favor del convenio ya fin;nado. Nosotros, por
nuestra parte, tomamos las medidas pertinentes y
estratégicas dentro del grupo, nombrando como
director de debates al valíente Feliciano Ortiz. El
compañero Silviano, Rangel abrió los trabajos pidiendo candidato para director de debates, resultando electo el compañero Ortiz. Después de
aprobada el acta de la sesión anteJ;Íor, se pasó a
asuntos generales, estando ya en la agenda el
asunto de las láminas. Después de una reñida y
acalorada discusión, el compañero Lira dice, que
en vista de que el compañero Rangel manifiesta
que dicho problema ya está terminado y ratificado ante la junta de conciliación de Sabinas, propone que el compañero Frausto se haga cargo del
problema de baterías, porque ellos Do estaban
dispuestos a trabajar por tan exigua cantidad,
siendo aprobada dicha proposición por aplastan-
te mayoría, con la salvedad de que si la compañía
se muestra intransigente se vaya a un movimiento de huelga, siendo aprobada dicha proposición.
Despues de la asamblea un grupo grande de
compañeros de baterías me rodearon y pidieron
que defendiera con empeñ,y entusiasmo su
causa como había hecho con la (le los carboneros,
de lo contrario iremos a huelga.
La asamblea se desarrollaba normalmente, y
al llegar al punto de asuntos generales y viendo
que el compañero Zertuche no trataba nada,
pedí la palabra y expuse todo el asunto tal y como
me lo habían planteado.
A la siguiente semana hice saber a los más connotados compañeros que el compañero Guzmán
llegaría y que ló iríamos a recibir a Sábinas. Lo
primero fue reunir al comité ejecutivo local, al de
ajustes de baterías de zinc y al que esto escribe,
para conocer a fondo la dimensión y características del problema. En forma confidencial me camentó que deseaba conocer el lugar y ambiente
de trabajo. Le expliqué con todo género de ~
talles el meollo del conflicto, relativo a las tres láminas que la compañía pretendía ampliar en cada bloque con menoscabo del deterioro, ljulto
físico como económico, para los compañeros de
baterías.
Al día siguiente nos presentamos ~te la gerencia; 1<liS señores Moyle, Bushnel y Simpson nos recibieron con una amabilidad sorprendente, principalmente para Agustín. Noté cierto resabio escondido en el semblante de Moyle. tal vez por
mis aclaraciones hechas en asambleas anteriores,
porque, todo lo que se discutía en el seno del sindicato, las palomas mensajeras mercenarias cumplían fielmente con su trabajo. por eso le$ pagaban muy bien, llevando la información corregida
y aumentada. El compañero Agustín Guzmán,
con sorprendente ecuanimidad y con diversida~
de detalles, refirió el problema motivo de nuestra
visita, agregando: Quiero que sepan señores que
nosotros los mineros no queremos entorpecer ni
estrangular el ritmo de la producción, porque es
la dinámica de nuestro primer mandatario, de
mayor producción, pero no la permitiremos con
el sacrificio y deterioro estéril de nuestros compañeros. El señor Moyle, después de oír y reflexionar cuidadosamente sobre lo expuesto, ajustándose persimoniosamente los espejuelos, y con
flemático movimiento dijo: Señor Guzmán, es~e
problema que los señores tratan de revivir es un
problema totalmente finiquitado mediante cobvenio firmado entre sindicato y empresa y ratificado ante autoridad competente como cosa consentida por ambas partes. Sí, dijo Agustín, pero
los trabajadores lo consideran injusto y leonino,
además de atentatorio por haber sido suscrito a
espaldas de los interesados. Después de v~os
días de acaloradas discusiones, y como la empresa se negó a reconsiderar el negocio, y los trabajadores se negamn-a laborar en las es láminas si
no había una mayor remuneración, el comité ejecutivo local fue destituido, nombrándose a
nuevos dirigentes. El convenio con .la compañía
fue finalmente el siguiente: nulificaciÓD del convenio anterior. Las tres láminas materia del
conflicto quedaron suspendidas hasta nuevo
arreglo mediante la intervención del comité ejecutivo nacional, cosa que nunca sucedió. De an- .
temano sabía que la maniobra o táctica de lucha
de Agustín era una trampa biel) colocada, en la
cualla agudeza de los señores gringos no se percataron y cayeron, al nulificar el cOnvenio tan
perjudicial y lesivo para los trabajadores de
baterías de zinc.
Cansados ya de tantas violaciones a nuestro
Contrato Colectivo de Trabajo por las empresas
carbonüeras de Sabinas, SA y Mencan Zinc,
acordamos hacer público un manifiesto dirigido
al Presidente de la República, al Ministro de Trabajo y Previsión Social y a la opinión pública en
general.
¡Hay quereconocer que en el pacto de soli4andad,
de hermandad y lucha clasista firmado por las
más importantes centrales obreras del p,aís, destacaba el sindicato ferrocarrilero por su QOmbatividad histórica, por su brillante espíritu de
'luéha, y por ello se fraguó ser el primero en someter y ser agredido por el gobierno alemanista, y
una vez vencida su resistencia, irían cayendo fácilmente las demás centrales, de conformidad
con el plan urdido por la reacción, y el último en
caer fue el sindicato de D1ineros. Con este des_o
quiciante y traidor golpe asestado al m vimiento'
obrero nacional, por un gobierno anti-obrerista,
nace el charrismo. Con todos estos atropellos a la
clase obrera, y muchos de sus dirigentes encarcelados. Sin ninguna brizna de Vergüenza, el Se- .
cretario General de la CTM -el lambisc6n número uno-, don Fidel Velázquez~declara al presidente Miguel Alemán el obrero númeroUDo.
¡Qué cinismo y desvergüenzal Como los sindicatos de industria más f,-,ertes y combativos del país
no se plegaron a la central gobiernista CTM, manipulada por traficantes y oportunistas, el régimen alemanista quiso acabar con ellJ1ovimiento
obrero del país, y de esta manera congraciarse
con la burguesía capitalista criolla y con el ultraderechismo extranjero, pisoteando con todo cinismo su tan cacareado régimen de derecho. La
~licía y fuerzas federales allanaban los locales '
49
de los sindicatos obreros, congelando sus fondos
sindicales, cerrando cooperativas de consumo,
clínicas obreras y dando posesión, en muchas de
ellas, a los traidores charros paniaguados del
secretario de Trabajo, el chato Ramírez Vhquez.
EIlieenclado Miguel Alemán falsea la verdad
Como corolario y fortaleza a nuestra lucha obrera y a muchos años de distancia, en forma retrospectiva, pero sin olvidar aquellas dramáticas jornadas escritas con candentes signos de rabia y coraje por los heroicos mineros de Nueva Rosita,
Palau y Cloete del estado de Coahuila,esperamos
humildementeésto sirva de parangón o paradigma a la posteridad en sus reivindicaciones de la
clase obrera.
Como viejo minero de la región, que sufrí en
carne propia las vejaciones y atropellos de las
empresas' mineras de Nueva Rosita, las cuales
eran protegidas en sus abusos por el régimen alemanista, en contubernio con el ultraderechismo
estadunidense, se siente asco, se siente repudio
por las falsas y cínicas declaraciones expuestas
por el expresidente Miguel Alemán, ante el periodista Suárez y publicadas en la revista Siempre/ el 14 de febrero de 1973. El buen señor tratade justificar su sucia y tenebrosa ejecutoría como
presidente de la República, frente al auténtico
movimiento obrero del país, no ante los líderes
charros que él mismo prohijó y manipuló y que
formaban parte de su corifeo, y dice,'con un cinismo y descaro inaudito: "En materia obrera fui
respetuoso del derecho de huelga, bajo mi gobierno se suscribieron los contratos colectivos de
trabajo más importantes, creció, el movimiento
obrero, la organización campesina tuvo una activa participación política". Y para terminar lo
dicho por este señor, que perdió la memoria, digo
lo siguiente: en el año de 1950 siendo secretario
de Trabajo el chato Ramírez Vhquez, de triste
memoria, la sección 14 de Nueva Rosita, la sección 28 de Palau y la Fracción número 1 de la
sección 14 de Cloete del sindicato de mineros, se
lanzaron a un movimiento de huelga, no por desnivel económico, sino por respeto a la autoridad
sindical de elegir libremente a sus dirigentes, repudio absuluto a los líderes charros que la acción
gubernamental trataba de imponernos para proteger los intereses patronales y poder reprimir l\
la clase trabajadora y darle muerte al movimiento obrero del país.
Los principales sindicatos de resistencia fueron
sometidos por medio de la fuerza pública, primero al más fuerte y combativo, el ferrocarrilero, en
donde el charro Jesús Díaz de León fue el Iseariote que se prestó a la maniobra; siguió el sindicato petrolero, encarcelando a los hermanos chimales, el sindicato de electricistas, siguieron
otros sindicatos y por último el sindicato de mineros, nombrando por dirigente al charro Jesús Carrasco.
La represión de parte del gobierno alemanista
no se hizo esperar, los atropellos de la fuerza
pública estaban a la orden del día. A las 5 am del
14 de diciembre, el inspector de Trabajo y el presidente de la Junta de Conciliación de Sabinas,
Pedro Guajardo, antiguo miembro de la sección
14, haciendo gala de la fuerza federal, asaltó el
edificio del sindicato de la sección 14, colocando
sellos en las puertas de entrada y en las oficinas,
dizque por órdenes giradas por el Ministro de
Trabajo, marioneta del Presidente de la República. Más tarde, a las 7 de la mañana, cuando los
trabajadores en abigarrados grupos convergían
por diferentes rumbos, marchaban presurosos a
las puertas de la factoría y de la mina 6 para
ent.!:Y a-5u..ttabajo, y al darse cuenta de tan inca- 1ificable atropello, con justificasJo coraje lanzaban candentes imprecaciones contra l~ esbirros
del gobierno y contra el traidor Pedro Guajardo,
los soldados con el máuser en la diestra resguardaban el edificio, amenazando a algunos trabajadores.
Al tercer día fue clausurada la cooperativa de
consumo propiedad de los mismos trabajadores,
en donde se encontraban más de dos millones de
pesos en mercancias que habíamos acumulado
precautoriamente para sps~ener nuestro movimiento de huelga. Ese día, a las 10 am, se presentó un capitán con un piquete de soldados armados hasta las orejas arrojando de las oficinas a los
compañeros que formaban el consejo de administración y a empleadas, utilizando el mismo sistema de atraco que en el sindicato, dejando soldados en las puertas y en forma amenazante retiraban a las famili~ que se encontraban haciendo
sus compras; al siguiente día fue clausurada la
clínica obrera y como los compañeros administradores imputaron con hombría tan inhumana
acción fueron conducidos presos a Sabinas, trayendo como consecuencia, por falta de atención
médica y medicinas, l~ muerte de algunos de sus
hijos. También fueron congelados en los bancos
nuestros fondos sindicales.
Nueva Rosita se convirtió en un ca.qlpo de concentración, por doquier se veían camiones repletos de soldados, las calles eran patrulladas con
elementos del Ejército, se prqhibió el derecho de
reunión, cuando se reunían dos o tres compañeros en la calle eran disueltos a culatazos. Como
estaba clausurado el salón del sindicato y custodiado por fuerzas federales, el compañero Jesús
Guzmán, secretario general local, convocó a
asamblea extraordinaria para las cinco de la tarde en plena calle, frente a la panadería Insurgentes, la cual habíamos declarado sede oficial de la
sección 14. Justo es decir que dicha panadería
pertenecía a mi estimado amigo Alfredo Oyerbides, luchador incansable dentro del movimiento
obrero; como en dicha asamblea se iban a dar a
conocer los motivos y repercusiones del conflicto,
se convocó a todas las fuerzas vivas de la región,
pero dicha asamblea fue disuelta por las fuerzas
federales que comandaba el general Pliego Garduño.
Quedan pálidas mis humildes pero veraces declaraciones ante la tenebrosa y dramática situación en que vivían los cinco mil mineros y sus
familias en Nueva Rosita. Negro anatema sobre
las cabezas fraguadoras de tan criminal acción,
digna tan sólo de un gobierno fascista. A esto llama con cínica desvergüenza el expresidente de la
República Miguel Alemán, "Que su gobierno fue
respetuoso del derecho de huelga". También decía que durante su gobierno se suscribieron los
más importantes contratos colectivos de trabajo,
tal vez esto sea cierto, pero, por lo que a contratos importantes se refiere, los mineros de Nueva
Rosita, Palau y Cloete firmaban sus contratos 00lectivos de trabajo, no con el proteccionismo de
su gobierno, sino con la fuerza combativa y
unionista de los trabajadores y el justo derecho
que nos asistía, aun cuando las compañías mineras esquilmaban el derecho y obligación de
cumplir con las cláusulas contractuales de los
contratos colectivos de trabajo.
El Secretario General de la sección 14 enseña la
oreja
Manuel Lira, Jesús Garza y Fernando Rangel,
reconocidos por los trabajadores de la sección 14
como dóciles marionetas del charro Félix Ramírez, lanzan con fecha 31 de enero de 1950 una
circular al sistema, inconformándose con la
Unión General de Obreros y Campesinos de México, dando a conocer sin ningún razonamiento
lógico la incompatibilidad de la lucha que libra
el obrero y el campesino al defender sus propios
intereses, agregando que serian incansables en su
lucha por defender un mejor nivel de vida para
sus agremiados; todas estas manifestaciones eran
signos retóricos, queriéndose limpiar la asquerosa suciedad que los compañeros les lanzaban en
su cara. Nosotros, cansados de tanto entreguísmo
de nuestros dirigentes, lanzamos un manifiesto,
dirigido"a todos los trabajadores de la sección 14
y a obreros y campesinos de la región carbonífera
de Coahuila".
Entre otras cosas asegurábamos que: "Ya no es
posible seguir viviendo rodeados de tanta inmundicia sindical, tanto pillaje y tanta perfidia,
mientras la auténtica masa laborante se debate,
luchando por hacer respetar su caras conquistas
sindicales, un grupo de traficantes mercenarios
en asquerosas componendas con las empresas raqueteras de este lugar, pisotean y violan nuestro
contrato colectivo de trabajo y corrompen la moral de nuestro tristes compañeros".
Lo firmaban: Abdenago Frausto, Ramón Banda, Cornelio Salas, Epigmenio Coronado, Ramón Galván, Feliciano Ortiz, José Tapetillo, Esteban Lozano, Maximino Vega y Esteban González.
En la nueva contratación que acababa de celebrarse, los compañeros de la oficina de raya
Agustín Guzmán envió un oficio a Félix Ramí~,
secretario general de mineros, suplicándole interpusiera su ayu~a objeto reinstalación.. Toda la
defensa interPuesta por mis compañeros Agústín
Guzmán, Adán Nieto, Rafael López Malo y Guillermo Herrera Garuño en favor de mi demanda
de despido fue inútil ante la agresión del gobierno alemanista para dar muerte al movimiento
obrero del país.
La sección No. 28 de Palau se va a la huelga
La sección número 28 de Palau, Coahuila,
miembros de la Federación Regional de Obreros
y Campesinos del Norte de Coahuila, comenzó
sus pláticas con la Compañía Unida de Palau,
S.A., sobre la revisión de su contrato colectivo de
trabajo, bajo signos de buena cómprensión y entendimiento, pero como dicha sección no reconocía al comité espurio de Jesús Carrasco, la'
Secretaría de Trabajo, manejada por el chato
Ramírez Vázquez ordenó a la Compañía Uni~a
de Palau, rompiera las pláticas con la sección 28.
Por este motivo fuimos el compañero Maximino
Vega P. y yo, a hablar con los compañeros Pablo
Aguilar y Esteban Guzmán para conocer más a
fondo el problema y poder cooperar con más eficacia en la resolución del problema y lanzamos
un nuevo manifiesto, avalado por la Federación
Regional, llamando a la huelga.
Delegados a la VI Convención de mineros.
que distribuían las tarjetas de trabajo durante los
tres tumos, se quejaban con tristeza y amargura
de no haber alcanzado el aumento meritorio que
justamente merecían, y me pidieron que interviniera ante el secretario general ya que aparte del
raquítico sueldo les exigían mayor rendimiento
en el trabajo; Les ofrecí que lo haría y vería qué
les podía conseguir. Por la tarde fui a ver al secretario, y éste me manifestó que ya había tratado el
negocio con la gerencia pero todo resultó infructuoso, cuando los muchachos volvieron a entrevistarme, les informe del resultado negativo de
parte de la empresa y les hice ver la profundidad
del problema, pero que si verdaderamente eran
pollos con espolones de gallos de pelea hicieran
uSQ de sus aptitudes. Debo advertir que estos
muchachos trabajaban con una rapidez corporal
dinámica, con agilidad de manos, dedos, vista y
cerebro, que no cualquiera desempeñaba dicho
trabajo. El primer día que los muchachos pusieron en marcha s~ plan, se quedaron sin tarjeta de
trabajo y fuera de las puertas de entrada como
unos cincuenta obreros porque las puertas se cerraban a la hora indicada. El segundo día se
quedó fuera una larga fila de obreros. Con aquel
incidente, la empresa un tanto molesta mandó
llamar al comité ejecutivo del sindicato para exponerle tan atrevido incidente, y al mismo tiem~
po me lanzaba la responsabilidad del conflicto,
después de algunas investigaciones y como yo no
era nada grato para las empresas po,r mi furibunda lucha sindical, y creyéndome consejero de los
empleados conflictivos, la empresa dio por terminado mi contrato de trabajo alegando amenazas
y rebeldía de mi parte, como corolario de su determinación, quisieron someter y dominar el
espíritu rebelde de los compañeros de la oficina
de raya, y como ~ubo algunas protestas desafiantes a la empresa, también fueron despedidos los
compañeros Guillermo Winter y Manuel J. Santos, muchachos qu'" a mi juicio no tenian por qué
ser involucrados en el conflicto, toda vez que
eran compañeros pasivos que a las asambleas
concurrían solamente cuando algún interés muy
importante los impulsaba. Manuel Lira, secretario general del sindícato, al cual nuestro grupo lo
había elevado a tal puesto, cuando depusimos a
SUviano Rangel, no defendió nuestro despido camo era su deber, menos aún el comité ejecutivo
nacional que ya había caído en las garras gobiernistas. Como ~ asamblea por celebrarse el siguiente viernes se au~raba tormentosa, agresiva
y desafiante para el comité ejecutivo local, éste
solicitó auxilio al ejecutivo nacional, que envió a
Servando Zúñiga, por desgracia miembro de la
sección 14, con el propósito de solucionar el conflicto con la empresa; el arreglo que este elemento firmó con la empresa en concordancia con Manuel Lira fue reponer en sus puestos a los compañeros Winter y Santos, mientras que yo quedaba
despedido definitivamente, en virtud de que la
empresa manifestaba no necesitar de mis servicios con la salvedad de que yo estaba en absoluta
libertad de enderezar una demanda por despido
injustificado en contra de la empresa. Cuando se
dio a conocer a la asamblea el arreglo firmado
entre la empresa, Zúñiga y Lira, se respondió con
la peculiar y desafiante valentía con que siempre
defendía los derechos de sus agremiados, la
asamblea fue candente y tormentosa. El compañero Feliciano Ortiz, de fácil palabra y convicciones profundas, después de un furibundo debate con Zúñiga y Lira, a quienes tildó de marranos, traidores a su clase, perros falderos de la
American Smelting, les dijo que: El arreglo que
ustedes han tenido con la empresa deja ver la
consigna que traen del charro Félix Ramírez, haciéndole el juego a la empresa ¿Quién ignora el
papel que ha venido jugando el compañero
Frausto en defensa de los trabajadores, y últimamente en defensa de los compañeros de baterías?
y propone que Manuel Lira sea suspendido en sus
funciones por entreguista y traidor y que entrara
su sl,lplente Jesús Guzmán, y así se hizo. Una vez
presentada mi demanda en contra de la empresa
por despido injustificado 'y después de tener el
comprobante de registro en mis manos, me camuniqué telefónicamente con Agustín Guzmán
comunicándole haber sido despedido. El compañero Guzmán con la información que yo le diera,
y con toda diligencia envió un telegrama urgente
al presidente Alemán: "Hacemos conocimiento
de su excelencia que ofensiva empresa contra clase trabajadora continúa traduciéndose en despidos dirigentes responsables organismos. Compañero Abdenago Frausto, secretario general federación regional obreros y campesinos norte Coahuila, y dirigente muy querido región ha sido
despedido por empresa Carbonífera Sabinas,
S.A. Rogárnosle su valiosa intervención objeto
reinstalar dirigente aludido. Agustín Guzmán,
secretario general UGOCM.··
El telegrama fue fechado el 17 de enero de
1950, con fecha 15 de enero del mismo año,
Con fecha 18 de febrero de 1950, el comité ejecutivo del sindicato de mineros lanzó la circular nú- '
mero 933, por medio de la cual se daba a conocer
al sistema las reformas estatutarias que deberían
ser estudiadas por la VI Conyención de mineros á
celebrarse en la Ciudad de México,¡el día 15 de
mayo de 1950. Para dar cumplimiénto a lo ordenado en dicha convocatoria, la sección 14
nombró sus delegados y, como siempre, los hierberos no pudieron con la fuerza de~ grupo. Por
aplastante mayoría fueron nombrados delegados
los compañeros Cornelio Salas, Maximino Vega
P., Ramón Banda y quien esto escribe, y por la
fracción primera de Cloete, el compañero PeOro
Saldívar. Es pertinente decir que los vientos que
soplaban dentro del comité ejecutivo nacional no
eran nada bonancibles, pues con la designación
del compañero Agl.1Stín Guzmán como secretario
general de la UGOCM, entró a sustituirlo el anodino y prevaricante Félix Ramírez que sin ningún
ápice de escrúpulo sindical, pronto se entregó a
las caricias veleidosas del señor ministro de Trabajo, traicionando la lucha vertical de los mineros. Ramírez, apoyado por este último, desconoce a los auténticos delegados de la sección 14, para formar una convención espuria, con delegados
apócrifos, como los de la sección 14, nombrados
por Félix Ramírez en un cuarto del Hotel Rosita.
A los delegados auténticos, con una limpia trayectoria de lucha histórica y mayoritaria numéricamente, no les fueron registradas sus credenciales, para la Convención.
La sección 66 de Monterrey y 15 secciones más
de las más fuertes y combativas, desconocen la
fraudulenta maniobra y abandonan la Convención, instalándose posteriormente en Netzahualcóyotl número 9 y, constituídos en convención,
nuestras credenciales fueron reconocidas como
legales, de acuerdo con el temario y estatuto sindical. La convención designó parte de los nu€?vos
dirigentes: Antonio García Moreno, Abdenago
Frausto y Juan Poso, para ocupar los puestos de
secretario general, secretario del trabajo y tesorero, respectivamente. En todas las secciones del
sindicato de mineros que no reconocieron la maniobra traicionera de Félix Ramírez las comp"
ñías empezaron a despedir, por indicaciones del
Secretario de Trabajo, a los compañeros más
combativos que con heroico valor dp.fendían sus
derechos sindicales.
Nuestro cuartel general lo teníamos en el Hotel
51
Mina y, una noche después de analizar detenidamente el problema, tomamos el acuerdo de que
yo me regresara a Nueva Rosita a informar la situación prevaleciente. El compañero Jesús Guz. mán convOcó a asamblea donde, después de presentar un informe, el compañero Francisco Solís
propone que en vista de que no se han respetado
los derechos sindicales, punto fundamental de toda lucha clasista, la sección 14 debe esgrimir su
arma más poderosa: la huelga, proposición que
es aprobada por aplastante mayoría, y se nombra
el comité de huelga, cuando me proponen para
presidente de dicho comité, hice aclaraciones en
el sentido de que yo estaba despedido por la empresa, al mismo tiempo que tenía una demanda
en" contra de la misma. No obstante mis declaraciones, fui nombrado presidente del comité de
huelga junto con los compafteros Ciro Falconi,
Félix Cruz y Feliciano Ortiz. Con este movimiento de la sección 14 se recrudecieron las hostilidades por parte de las empresas y el gobierno alemaoista, cesando en su trabajo a todo elemento
que se pronunciara en favor de la lucha sindical.
Con el nombramiento otorgado por la asamblea
de presidente de comité de huelga, comenzamos
a preparar toda la documentación relativa al
emplazamiento de huelga, así como las lístas de
trabajadores de conservación, señalando las 10
horas del día 16 de octubre de 1950 para que estallara la huelga en las plantas de las compañías,
Carbonífera de Sabinas y Mexican Zinc, incluyendo la planta de Cloete.
Cuando llegaron los compañeros licenciado
Rafael López Malo y Marciano Montiel para conacer si nuestro movimiento de huelga tenia carácter legal o estábamos fuera de la ley, nos hicieron ver que para no correr el riesgo de que pudieran declararla inexistente, era menester se
nombrara otro compañero en mi lugar, en virtud
de que yo estaba cesado del trabajo, aun cuando
no tenía perdidos mis derechos por tener inter-"
puesta una demanda en contra de Carbonífera
de Sabinas, S.A. Todos estuvimos de acuerdo y
por unanimidad nombramos a Pancho Solís como presidente del comité de huelga.
Nueva Rosita se convertía en un bastión de la
lucha obrera, las fuerzas federales custodiaban
las calles, amenazando y atropellando a cuanto
ciudadano se reunía a platicar con su vecino. Las
mujeres, madres, esposas e hijas de los trabajadores se reunieron y formaron la Alianza Femenil
Coabuilense, encabezando esta sociedad la gran
compañera de luchaGuadalupe Rocha. En Nueva Rosita, Palau y Cloete los trabajadores huelguistas luchaban denodadamente contra las fuerzas regresivas y traidoras del comité charro de Jésus Carrasco que en conciliábulo con el régimen
alemanista habían desatado una brutal represión
en contra de los mineros huelguistas. Las fuerzas
militares patrullaban el mineral, por doquier se
veían cruzar camionetas repletas de soldados armados, manejadas por empleados de confianza
de la American Smelting, algunas con micrófonos pidiendo a los huelguistas que volvieran al
trabajo, que no dieran Qído a sus líderes que los
habían engañado, que la huelga estaba perdida.
Pero los trabajadores firmes en sus propósitos de
lucha no oían el canto de las sirenas gobiernistas
ni estadunidenses. Ya habían transcurrido casi 60
días de huelga sin ser quebrantado ni marchitado
el espíritu combativo de los heroicos mineros.
El tiempo temible seguía transcurriendo, ellicenciado Alemán, con su sonrisa mordaz, seguía
sosteniendo que su gobierno era respetuoso de los
derechos de los trabajadores dentro de los cánones de la ley, pero se negaba a dar audiencia a la
comisión de mineros que se encontraba en México. Los trabajadores, cansados de tanta inconsecuencia y mentiras, toman el acuerdo de salir a
pie, en caravana de protesta hasta la ciudad de
México, a pedirle al señor Presidente que les hiciera justicia, en virtud de que su secretario de
trabajo se babía convertido en furibundo enemi52
go de los mineros de Rosita, Pal~u y Cloete.
Cuando recibí el telegrama en el Hotel Mina,
donde el compañero Jesús Guzmá!tme notificaba
que en asamblea plenaria los trabajadores habían acordado salir a pie en caravana a la ciudad
de México en demanda de justicia y respeto a sus
derechos sindicales, inmediatamente nos fuimos .
- al cOmpañeroGarcia Moreno, secretario general
auténtico reconocido por la mayoría de las secciones mineras, después de discutir cOn él los
puntos positivos y negativos del acuerdo tomado
por los trabajadores de Nueva Rosita, fuimos a la
CTAL para hablar con el licenciado Toledano, y
otros dirigentes obreros de diferentes organizaciones y miembros del comité de defensa de las
huelgas de Coabuila, interesados en resolver favorablemente nuestro conflicto; en esa reunión la
mayoría se inclinaba por evitar que saliera la caravana, dando tortuosas razones tanto geográficas, como reanudando las distancias, inclemencias del invierno, problemas económicos, enfermedades, pero lo más tremendo y azaroso sería
cruzar la Sierra Madre. Todos estos alegatos pintados con tenebroso dramatismo no nos arredraba, ni nos hacía retroceder en sostener el acuerdo
de los compañeros de la sección 14 de salir en caravana a entrevistamos directamente con el Presidente de la República. También discutimos con
García Moreno, quien también se oponía, alegando de que los cinco mil mineros que salieron
sólo llegarian unos cuantos, porque recorrer mil
cuatro cientos kilómetros, no era una empresa
sencilla ni fácil, y sí llena de azarosas eventualidades. Pero que sería prudente reunimos con el
comité de defensa de las huelgas y tomar alguna
determinación más positiva. Yo como delegado y
secretario de trabajo sindical, aun cuando mi
nombramiento no estaba reconocido por la
Secretaria de Trabajo, no estaba dispuesto a sabotear los acuerdos de mis compañeros mineros,
yen junta de ejecutivo les hice ver las consecuencias perturbadoras no sólo para los mineros de
Nueva Rosita, sino para el movimiento obrero
del país. Todos los esfuerzos que hacíamos, todos
los resortes que estirábamos, todas las palancas
que movíamos tratando de resolver favorablemente el problema de la sección 14 eran negativos. Mientras en México la punta de la hebra de
la madeja no se encontraba, los compañeros de la
sección 14 vivían momentos de penuria y desesperación.
Sale la caravana a la ciudad de México
Acatando el acuerdo de la asamblea, la-caravana
de mineros de la sección 14 salía el dia 20 de enero de 1951 a las 10 de la mañana con rumbo a la
ciudad de México. No era una caravana de
hambre, como perversamente se le ha querido
presentar, porque no veníamos a mendigar
mendrugos de pan, ni a levantar migajas de debajo de la mesa de los magnates y poderosos enquistados en el régimen alemanista: veníamos en
demanda de justicia y reclamo de derechos.
.
El día 3 de febrero nos dimos cita en la CTAL
con el propósito de definir la conveniencia o inconveniencia de la caravana, que ya se encontraba en camino. Las discusiones se prolongaban
porque el licenciado Toledano y algunos otros
miembros del Comité de Defensa de las Huelgas
se oponian a que la caravana continuara su
marcha, alegando futiles trastornos. Además, el
licenciado Toledano nos informaba que ya tenía
concertada una audiencia con el señor Presidente
de la República. Los mineros comisionados no estuvimos de acuerdo en que la caravana detuviera
su marcha, y nos fuimos al hotel un tanto contrariados y confundidos. Esa tarde, reunidos en el
hotel y después de una llamada que recibí de Jesús Guzmán, decidimos incorporamos a la caravana ya que aqui no había nada que pelear y estabámos hartos de las promesas del licenciado
Toledano y demás dirigentes.
.Las crudas y gélidas mañanas de enero habían
pasado dejando hondas huellas de contricción en
algunos compañeros, pero con el ánimo renovado
para seguir adelante. Como a las 10 de la mañana del cinco de febrero, íbamos llegando a Saltillo, cuando nos topamos con la caravana que
iba entrando a la ciudad. Platicamos con Pancho
Solís, comentándome que los comisionados y sindicatos de Saltillo habían organizado un mítin
frente al palacio de Gobierno, y me-pidió que hiciera uso de la tribun~y expusiera públicamente,
frente al señor gobernador y al pueblo de Saltillo,
las motivos que hemos tenido para lanzamos a la
huelga en contra de las compañías, « en virtud de
que tú mejor que nadie conoce cómo se ha venido
desarrollando este asfixiante problema".
De la vetusta catedral saltillense se escucharon
roncos y vibrantes sonidos de su campanario indicando las 12 horas, instante mismo en que los
contingentes mineros se iban acomodando en los
jardines frente al palacio de Gobierno, y encontrándose en uno de ellos el señor Gobernador con
varios de sus colaboradores -entre ellos el profesor Federico Berrueto Ramón, secretario de Gobierno y conocido mío desde nuestra juventud.
La barandilla saliente de uno de los ventanales
de un hotel sirvió de tribuna para los oradores.
Cuando me tocó hacer uso de la palabra, llamando atentamente la atención del señor Gobernador, según su telegrama que hacía poco había recibido, en donde me señalaba la inquebrantable
política de su gobierno de respeto y garantía a los
derechos de los trabajadores y autonomía en sus
determinaciones, pidiéndole al mismo tiempo cesara la persecusión y encarcelamiento de compañeros, como era el caso de Nazario Guzmán, administrador de la clínica obrera, y enumerando
una a una toda clate de arbitrariedades que
habíamos sufrido, pedí a nombre de mis compaaeros oaravaneros que cesaran tan inhumanas injusticias que denigraban y envilecían a su gobierno y al régimen dizque de derecho del Presidente
de la República. Terminado el mítin, se presentó
un empleado Federico Berrueto Ramón, diciéndome que el señor Gobernador deseaba hablar
con los representantes de la caravana. Le fuimos
a ver, y enumeramos nuevamente todas las arbitrariedades cometidas tanto por las empresas
como por el Gobierno Federal, así como los motivos que tuvimos para lanzamos a la huelga. Después de conocer detalladamente el problema, se
comunicó a Sabinas. y ordenó a las autoridades la
liberación de los compañeros presos. Posteriormente nos ofreció su sincera y franca intervención ante el Presidente, pidiéndonos dos dias de
plazo para la resolución de nuestro problema.
Transcurridos los días de plazo, sin ningún
arreglo satisfactorio debido a la inquina e intransigencia del chmo Ramírez Vázquez, quien
seguía sosteniendo que los derechos que los trabajadores reclamaban estaban fuera de la ley
-¡qué miopía del señor ministro!-, los buenos
deseos del señor gobernador no bastaron para o~
tener la primicia del ~ de los mineros huelguistas. Debo decir, sin ningún signo lisonjero,
porque soy alérgico de las adulaciones y lambisconerías, que el tiempo que pasamos en Saltillo
tratando de solucionar nuestro conflicto, la manutenci6n de la caravana corri6 por cuenta del
Gobernador, con este acto de humanidad demostraba su profundo interés por ayudar a los mineros, aunque otras personas este acto lo han calificado de política futurista.
Trayecto Saltillo-Monterrey
La mañana estaba un poco fría, el dorado disco
solar comenzaba a levantarse en el combo infinito del horizonte, esparciendo sus rojos arreboles,
formando una fantasmagórica ilusión de óptica.
La ondulante cinta asfáltica, cual serpiente entumecida, parecía estirarse yencogerse lentamente
entre el valle y la montaña, trepando y bajando
cuestas y hondonadas. No obstante .el frío viento
que soplaba helando las orejas, la abigarrada rolumna humana, silenciosa y en perfecta formación continuaba su marcha indetenible y pensativa tal vez en un devenir incierto, pero lleno de fe
y esperanza en el triunfo de su causa y sus derechos.
En un lugar denominado Los Cárdenas hicimos un alto, donde el senador Elizondo me pidió
hiciéramos un recuento de la caravana, ya que
así lo había ordenado el señor Gobernador. Eramos 4 mil 816 mineros, sin contar a los enfermos.
Las jornadas reglamentadas eran de 25 kilómetros por día, con algunos minutos de descanso.
Las jornadas eran duras, no por la distancia que
recorríamos, sino por las inclemencias de la temperatura invernal. En las mañanas, antes de que
el sol se asomara, el gélido viento silbaba en
nuestra cara congelando los oídos, yen las tardes, cuando el sol tramontano se hundía en la
montaña, volvía a sentirse el rigor del invierno.
Cuando el.clarín de 6rdenes daba el toque de levante, sentíamos cómo caía la escarcha de
nuestras mantas. Ni el aullido de los lobos o chacales, ni las alimañas de la selva nos atemorizaban, s610 la enfermedad entristecía nuestro ser.
El 12 de febrero hicimos la entrada a la Sultana del Norte, las secciones mineras 64, 66, y 67
así como sindícatos obreros y pueblo en general
nos recibieron con las mayores muestras de compañerismo; d~1>ués del mítin acampamos fuera
de Monterrey con rumbo a Ciudad Victoria, Tamaulipas, el doctor Ignacio Morones Prieto, gobernador de Nuevo León, quería a toda costa
conquistar la premisa o derecho de arreglo de los
mineros de Rosita, Palau y Cloete en vista de que
el de Coahuila había sido incapaz de hacerlo, y
creía, tal vez, que sus argumentos convencerían
al Presidente de la República y a Ramírez Vázquez de su error y mala fe que sentían en contra
de los combativos mineros del norte de Coahuila.
Pero todo resulta.ba negativo ante las tortuosas
palabras del secretario de Trabajo: estábamos
fuera de la ley, ¡imbécil! También el gobernador
Morones Prieto falló ante las argucias federales.
Los kilómetros recorridos dentro de los límites
de Nuevo León fueron llenos de emociones sorprendentes, inenarrables, tanto panorámicas romo espirituales que daban voluptuosidad a nuestra alma. A diestra y siniestra de la ondulante
carretera, se extendían las verdes huertas naranjeras, algunas ya en sazón dando una dorada tonalidad que perfumaba el ambiente a rica fragancia de azahar, no obstante que las doradas
pomas, colgando de sus ramas, nos invitaban a
mitigar la fatigosa sed de nuestra caminata. Ningún caravanero se atrevía a quebrantar la rígida
isciplina impuesta por nuestro consejo de vigilancia, de respeto a lo ajeno, recordándonos el
apotegma juarista: "El respeto al derecho ajeno
es la paz". Gomo a las cinco de la tarde llegaron
dos camiones cargados con dulces y sabrosas naranjas que generosamente nos obsequiaban los
dueños de aquellos vastos y ricos naranjales.
Después de pasar Ciudad Victoria sin ninguna
contingencia grave, salvo algunos brotes palúdi-
cos, no siendo esto motivo de decepción o cobardía, como lo afirmaba la prensa mercantilista.
Los mineros, con su muy bien forjado recio carácter, en el yunque del sufrimiento y su firme
convicci6n, no dejaban marchitar su espíritu de
lucha, antes bien, Sus ansias de libertad se iban
fortificando y templando cotidianamente a través de las manÜ'::stacioneS de simpatía que el
pueblo entero nos brindaba. Por acuerdo de
asamblea se orden6 que nuestros dirigentes informaran cotidianamente del curso que seguía nuestro movimiento; en acatamiento de dicho acuetdo todas las tardes, después del rancho, el clarín
de órdenes daba el toque de reunión y en plena
carretera y acariciados por el susurro del fresco
viento vespertino se abría la asamblea, en forma
democrática se tomaban los acuerdos.
Un grave problema se nos presenta al trasponer la muda pero peligrosa Sierra Madre, ya que
a ambos lados de la carretera sólo se contemplaban hondos e insondeables precipicios, y eran varios cientos de kilómetros los que teníamos que
recorrer, por lo tanto no había paraje propicio
para que la caravana pernoctara, por el peligro
amenazante de los vehículos~~ pasaban casi volando. Con tal motivo, y por acuerdo de asamblea, fui comisionado para que viera al compañero Arturo Orona de la Comarca Lagunera de torreón para que los compañeros ejidatarios nos
proporcionaran los camiones necesarios para el
traslado de la carav~a. Después de no pocas dificultades con las policías de tránsito y del municipio que impedían la salida de los camiones que
la sociedad 40 con toda buena voluntad nos proporcionara, soltando con turbia y mala intención
el agua del río Nazas, con una bien urdida estratagema logramos burlar las sucias maniobras de
las autoridades municipales logrando sacar los
camiones del municipio de Torreón. Con los camiones un poco dispersos logramos sortear el
eminente peligro que nos amenazaba al cruzar la
Sierra Madre. Después de algunas jornadas, llegamos a San Cristóbal Ecatepec. Allí pernoctamos y celebramos un acto cívico ante el monumento del Generalísimo don José María Morelos
y Pavón, haciendo memoria de sus heroicas hazañas por la independencia de nuestra patria, recordando también la histórica Constitución de
Apatzingan, promulgada por el Congreso el 22
de octubre de 1814.
EllO de marzo de 1951, a las 11 de la mañana,
todo estaba preparado para hacer la última jornada de nuestro penoso éxodo, en busca de justicia y reclamo de derechos.
El día era radIante y risueño, sin presagios de
tormenta, al igual que nuestra esperanza y fe en
el triunfo de nuestra causa. Desde muy temprano
empezaron a llegar infiniddrf ' comisiones de
sindicatos obreros, que hacitmdo ausa común
con nuestra lucha nos daban la bienvenida. A las
11:30 llegó el Comité ejecutivo de la UGOCM,
encabezado por Agustín Guzmán, el compañero
Adán Nieto, la incansable batalladora Estela iménez Esponda y sucesivamente el maestro Lombardo Toledano, así como tantos otros simpatiza-
dores de nue.$'o movimiento 'Y a los .cuales les
narramos las amargas peripecias que hablamos
tenido que sortear, así como las demostraciones
de simpatía de la clase proletaria en nuestra odisea.
Era indescriptible el entusiasmo y espíritu de
lucha del pueblo capitalino, las calles por donde
marchaba·la columnaestaban abarrotadas de entusiasmáda gente que lanzaba estridentes vivas a
los mineros de Coahuila. El mudo combo plomizo del majestuoso Monumento de la Revolución dio paso a la imponente caravana minera.
Pero ¿quién duda, que desde sus entrañas, los auténticos revolucionarios allí sepultos, rebulléndose en sus criptas, haciendo garras sus fúnebres sudarios, con iracunda mirada lanzaban quemantes anatemas a los traidores que han mistificado
sus caros ideales de libertad y derechos conquistados a precio de sangre revolucionaria? Desde
los vetustos balcones de las avenidas Juárez y Madero por donde pasaba la muda caravana, las damas, con frenesí desbordante lanzaban serpentinas y confeti, que con los candentes rayos del sol
semejaban enjambres de tímidas mari~itas que
se posaban lentamente en las erguidas cabezas de
los norteños mineros.
Por fin, a las tres de la tarde dimos término a la
penosa~ larga e imponente jornada de mil 500 Idlómetros. Entrando a la imponente Plaza de la
Constitución, en donde se encuentran asentados
los altos poderes del país.
Con profunda tristeza y amargura debo decir
que nuestra fe y confianza que teníamos fincada
en el señor Presidente de la República, en que nos
haría justicia, se vieron marchitadas, pues las
puertas de la presidencia se habían cerrado para
nosotros. Un silencio sepulcral invadía el recinto,
los gritos furibundos de la multitud, no de los mineros, invadían la Plaza pidiendo jl.Jsticia, rebotaban en las mudas paredes del edificio, y tal vez
en el perverso corazón del señor Pr~idente, que
con toda cobardía se negaba a recibirnos. La
prensa mercenaria y gobiernista manejada por el
ampuloso ministro del Trabajo y vendida a los
dólares de las compañías norteamericanas, distorsionaba lo justo de nuestro conflicto, con absurdas mentiras, diciendo que éramos un grupo
de rojillos, comunistas agitadores, que queríamos
crearle problemas al gobierno. En cambio la Plaza de la Constitución estaba abarrotada de miles
y miles de obreros y gente del pueblo de México;
por doquier se veían carteles, banderas y estandartes de sindicatos, estudiantes, choferes, panaderos que daban su apoyo a nuestro movimiento.
También estaban presentes las pancartas. de las
centrales obreras de la UGOCM y la CTAL, solidarizándose con nuestra causa, ~lo la CTM con
su líder charro Fidel Velázquez no abrió la boca.
Se escuchaban iracundos gritos de protesta:
"¡abre las ventanas y escucha, no seas cobarde:"
la soldadesca de cuando en cuando se asomaba
sobre los torreones de defensa, apuntando con sus
ametralladoras, esperando sólo la orden para
acribillamos. En junta de ejecutivo nacional y
comité de huelga, acordamos que sólo hablaran
tres oradores: la compañera Guadalupe Rocha.
dirigente de la Alianza Femenil de Mujeres de
ueva Rosita, Francisco Solís, presidente del comité de huelga, y Antonio Garda Moreno, secre
tario general del Sindicato de Mineros. Ellos expusieron con toda veracidad y brillantez los motivos y el mentos de juicio de nuestro conflicto,
así como las arbitrariedades y procedimientos ilegales om tidos por la junta de conciliación y arbitraje de Sabinas, obedeciendo órdenes del ministro de Trabajo. Terminado el mítin, fuimos
recluidos en el campo deportivo "18 de marzo".
En los subsecuentes días, el señor Presidente, haciéndonos asco, pero apapachando a las
compañías extranjeras, repetía su firme decisión
de no darnos audiencia, nombrando una comiión ínter ecretarial para que atendiera nuestra
conflicto. Nuestros dirigentes sindicales y comité
de huelga, después de entrevistarse con el secre-
53
tario particular del Presidente, quien les manifestara que por el abrumador trabajo, el señor Presidente no los podía atender, pero que había
nombrado una comisión a la cual deberíamos
concurrir.
La comisión intersecretarial nombrada por el
Presidente estaba conformada por los ciudadanos
Adolfo Ruiz Cortines, ministro de Gobernación,
Francisco González de la Vega, procurador general de la República yel presidente de la Junta
Federal de Conciliación y Arbitraje, licenciado
Romeo León Orante.
El día 16 de marzo nuestros dirigentes nos informaron que la comisión intersecretarial
nombrada por el Presidente les había ofrecido
dar solución al problema a más tardar el día 20,
se acordó hacer un mítin en el Hemiciclo a
Juárez, y dar a conocer aI pueblo de México
nuestros puntos petitorios; la asamblea nombró a
los que habían de hacer uso de la palabra en el
mítin: Maximino Vega P. J., Inés Torres y quien
escribe. Salimos en perfecta formación al Hemiciclo a Juárez llevando nuestros estandartes y
banderas al frente. Cuando llegamos ya había infinidad de policías uniformados, así como también otros de la policía judicial. El licenciado López Malo me hizo ver lo importante que era hacer una somera pero bien clara reseña de las
violaciones a nuestro contrato: "Pueblo de México, queremos dejar claro que no somos una caravana de hambre como los periódicos mercenarios
nos tildan, con el malévolo propósito de distorsionar nuestra verdadera lucha contra las viola-o
ciones
nuestro contrato de trabajo por las
empresas norteamericanas de Nueva Rosita, protegidas por el ultraderechismo criollo y el secretario de Trabajo. En Nueva Rosita se ha roto la
acción de la justicia para la clase obrera, vivimos
bajo un régimen de hostilidad y tiranía, fuerzas
federales han cerrado el local de nuestro sindicato, clausurado nuestra cooperativa de consumo,
congelando nuestros fondos sindicales en los bancos, nuestra clínica cerrada dejanqo que se
mueran nuestros hijos por falta de atención médica y medicinas, todo esto, por no dejarnos someter al imperio de líderes charros y traidores".
Cuando las fuerzas policiacas quisieron bajarme
a la fuerza, el licenciado López Malo los contuvo, diciéndoles que no conocían el espíritu de la
ley, que para estos actos no se requería permiso.
Yo continué hablando con mayor valor y firmeza
de ánimo.
a
Feroz atropello. los mineros frente a la
Suprema Corte de Justicia
En vista de que el Presidente de la República se
negaba a darnos audiencia, aduciendo sus múltiples ocupaciones, como lo hace todo político
falso y ladino, cansados ya de tantas mentiras y
prolongadas promesas de parte de la comisión intersecretarial; cansado ya de perversas provocaciones de parte de los agentes del régimen, acordamos llevar nuestro problema ante la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, y como se nos informara que el jefe de la policía, general León
Lobato no daba el permiso para salir del campo
de concentración "18 de marzo", bajo una estra-
tagema logramos salir, no en formación de
marcha, sino en forma dispersa y por diferentes
rumbos para luego reunirnos en determinado lugar preconcebido.
Todavía no se reunía todo el contingente de la
caravana frente al edificio de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, que era el lugar señalado para iniciar nuestro acto en demanda de justicia, cuando de repente salieron como tromba enfurecida de entre unos sótanos y túneles una centena de endiablados policías armados con sendos
garrotes, pistolas y metralletas, agrediendo salvajemente a todos los compañeros que por
desgracia habían llegado. Una de las primeras
víctimas fue mi hermano Miguel, quien fue salvajemente golpeado y secuestrado por más de tres
días y refundido en inmunda mazmorra, digna
de criminales torvos y repulsivos. A la compañera
Estela Jiménez Esponda le arrebataron la bandera que llevaba y a garrotazos le amorataron las
piernas. Muchos compañeros fueron arrestados.
Esa fue la tal cacareada justicia que recibimos
con un sangriento escarnio de nuestra honorable
Suprema Corte de Justicia.
.Convencidos de que la tan traída y llevada jus.ticia-de un regimen dizque de derecho era tao sólo una palabra retórica para engalanar los discursos del hombre de la sonrisa, que en forma
contumaz traicionaba a la clase obrera,
comprendimos también que nuestros sacrificios
habían sido estériles. Cuando nuestros dirigentes
nos dieron a conocer el fallo injusto, bochornoso
y anticonstitucional del juez Soto Gordoa en
contra de nuestros intereses, acordamos regresarnos a nuestro lugar de origen, no sin antes pedir a
nuestros dirigentes formularan un manifiesto al
pueblo de México, dando a conocer lo atentatorio
y ruín del fallo, no sólo para los trabajadores de
la cultura en
~'fi~~~g
_SupJemeoto de Siempre!
Director General: José PAgés Llergo
Director: Paco Ignacio Taiho 11
Jefe tk reclocción: Gerarclo de la Torre
Dúeño: Beatriz Mira
Redacción: Francisco Pérez Arce,
Mauricio Ciechanower, Rogelio
Vizcaino, Emiliano Pérez Cruz, Luis
Hemández, Cosme Omelas, Jorge
Belarmino Femández T~mái, Jesús
Anaya Rosique, Andrés Kuiz, Orlando
Ortiz, Víctor Ronquillo, Juan Manuel
Payán, Héctor R. de la Vega, Carlos
Puig, Angel Valtierra, Pilar Vásquez,
Armando Castellanos, Ciro Gómez
Leyva, Miguel Bonasso
lnVt'stigación Gráfica: Paloma Saiz
Colaboración erpecíal: Eisa Naccarella
y Rafael Centeno.
la sección 14 de Nueva Rosita, Palau y Cloete, sino para la clase obrera de México, porque se estaban vulnerando y atropellando los derechos de la
clase obrera, como es el de huelga, autonomía
sindical, coalición obrera, consagrados en el
artículo 123 de nuestra Carta Magna.
El regreso de la caravana
El día 20 de abril de 1951, salimos de regreso a
nUf'!stro lugar de origen, todavía se nos dibujaba
la labia y el coraje por la puñalada trapera que
nos había asestado el gobierno por defender
nuestros derechos sindicales. Cuando llegamos a
la estación de la Villa de Guadalupe, nos encontramos un largo convoy de jaulas en donde se
embarca el ganado: era el tren que el gobierno
alemanista nos proporcionaba gentilmente para
que nos regresáramos. Como no estábamos dispuestos a seguir siendo burla de un tirano, tomamos el acuerdo de regresarnos por la misma carretera y con el mismo método con que habíamos
venido, pero en esos precisos momentos llegaba el
senador Juan Manuel Elizondo y el licenciado
Rafael López Malo que ian a despedirnos, y camo éramos buenos amigos, le. digo: "mira Juan
Manuel, esta befa, este escarnio no lo toleramos.
Ni somos borregos para que nos embarquen en
jaulas de ganado". El, lanzando una sarta de
improperios, nos dice que esto es el colmo de la
burla y el ultraje, se regresa sumamente indignado, y me dice: "esperen un momento". Después
de muchas horas de espera llegó un tren con
carros de pasajeros de primera clase.
Luego de seis meses de lucha estéril, regresábamos un tanto tristes y derrotados, no por las compañías norteamericanas, porque a éstas siempre
las hicimos tragarse su orgullo y su voracidad en
la explotación de sus obreros, sino por un régimen prepotente y traidor a la clase obrera, que
con su último atraco daba la puntilla mortal a los
preceptos jurídicos de derecho y justicia que la
clase obrera había conquistado en muchos años
de lucha.
Ahí comienza el viacrucis de los heroicos mineros de Nueva Rosita y Cloete, nuestras banderas
marchitas y arrugadas ya no flotaban voluptuosamente al soplo del viento frío del norte, como
cuando marchaban llenas de esperanza y fe a ver
al Presidente traidor. Ahora, en nuestra querida
Rosita por todos lados se veían cruzar hombres
macilentos y pensativos, buscando trabajo para
llevar un mendrugo de pan para sus hijos. Unos
lograron colocarse en las minas de Palau; otros en
la sierra, en las minas de Fluorita; otros fueron al
extranjero, de mojados, renegando de su patria y
maldiciendo a sus torhos gobernantes; así me lo
hizo ver Manuel Quintero, un incansable luchador de baterías: "Tú, que tanto has luchado en
defensa del obrero y del campesino, l11ira cómo te
han tratado nuestros gobernantes, tan sólo porque no nos hemos dejado uncir a la oligarquía del
poder". Bueno -le contesté-, yo reniego de los
gobernantes ambiciosos, torpes y ladrones que
quieren exterminar al movimiento obrero del país,
pero nunca reñegaré de mi patria, porque esto
sería traicionarnos a nosotros mismos.
En nuestro próximo número,
José Agustín:
La literatura mexicana
en tiempos de crisis
Anatoli Ribakov: 'Hijos de Arbat

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