darwin ha visto claro... - Academia Nacional de Ciencias de Buenos

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darwin ha visto claro... - Academia Nacional de Ciencias de Buenos
DARWIN HA VISTO CLARO...
Conferencia pronunciada por la Dra. Ester Amanda Farinati
en el acto organizado por el Centro de Estudios del Imaginario
de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires
el 7 de agosto de 2009
Presentación de la Dra. Ester Amanda Farinati
por el Director del Centro de Estudios del Imaginario
Dr. Hugo F. Bauzá
El Centro de Estudios del Imaginario de esta Academia se complace en presentar, en esta oportunidad, a la profesora doctora Ester
Amanda Farinati quien disertará sobre ‘‘Darwin ha visto claro’’.
Su exposición se suma a las celebraciones que, en esta institución, se han venido realizando bajo la coordinación del señor Académico titular doctor Fausto Gratton, en su condición de Subdirector
del Instituto de Investigación y Desarrollo, sobre ‘‘el Año darwiniano’’. Se habla de Año Darwiniano con motivo de los 200 años del nacimiento del destacado científico –nacido el 12 de febrero de 1809, el
mismo día, mes y año que Abrahan Lincoln, época singular de la
cultura británica bajo la égida del rey Jorge III–, y también en tanto se cumplen 150 años de la publicación de El origen de las especies.
En cuanto a la doctora Ester A. Farinati, radicada en el sur de
nuestro país, ha estudiado minuciosamente el paso de Charles
Darwin por la Patagonia, del que tenemos vívido testimonio en la
bitácora que compuso el prestigioso científico titulada El viaje del
Beagle, conocida también como Diario del viaje de un naturalista
alrededor del mundo.
En lo que hace a la figura de Darwin, me permito recordar que
el naturalista fue nieto de Erasmus Darwin, médico y poeta fascinado
por la filosofía natural y, a su vez, hijo de Robert Darwin, también
médico, y pionero en los estudios psiquiátricos
En lo que respecta a la doctora Ester Amanda Farinati es Licenciada en Ciencias Geológicas y Doctora en Geología, egresada en
ambos casos de la Universidad Nacional del Sur, institución de la
que, años ha, el profesor Vicente Fatone fue Rector organizador apenas fue fundada. Destaco este hecho ya que uno de los sitiales de esta
Academia, hasta hace poco ocupado por el doctor Víctor Massuh, lleva el nombre del prestigioso historiador de las religiones, profesor
Fatone.
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La doctora Farinati realizó su carrera universitaria en esa Universidad cumpliendo ordenadamente la carrera docente desde el
modesto cargo de ayudante hasta alcanzar el grado de profesora titular ordinaria con dedicación exclusiva de la cátedra ‘‘Paleontología
y Estratigráfica y Didáctica de las Geociencias’’. Pongo énfasis también en que ha completado su formación profesional en estancias de
investigación en las universidades de Madrid y Barcelona.
La doctora Farinati ha publicado numerosos papers en revistas
especializadas tanto de nuestro país, cuanto del exterior, siempre en
el ámbito específico de la geología focalizado preferentemente en la
región patagónica, región que, a juzgar por el tenor de sus publicaciones, es su campo de especialización.
También en ese orden ha participado de numerosos congresos,
simposios y eventos vinculados con el ámbito de esa ciencia en nuestro país, Uruguay, Brasil y, entre otros, en España.
Ha dirigido y dirige tesis doctorales, trabajos de investigación,
amén de haber participado y participar en jurados universitarios,
asesorías, actividades como evaluadora y en el dictado de diversos
cursos de postgrado, el último de ellos: ‘‘Procesos geológicos cuaternarios en ambientes costeros’’.
Destaco también su participación en los proyectos de investigación sobre ‘‘Malacofauna cuaternaria de la región de Bahía Blanca’’
y en el Programa internacional de Correlación Geológica denominado
‘‘Oscilaciones del nivel del mar durante el último hemiciclo glacial en
la Argentina’’.
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DARWIN HA VISTO CLARO...
Dra. ESTER AMANDA FARINATI
‘‘Un hombre que se atreve a perder una hora de su tiempo
no ha descubierto todavía el valor de la vida’’.
CHARLES DARWIN
Hoy, cuando nuestra relación con la naturaleza está en un punto
de crisis, resulta refrescante y provechoso observarla bajo la mirada
de este gran naturalista.
Pocas personas en la historia han sido tan originales, laboriosas
y productivas durante toda su vida como ha sido Darwin. Es obvio
que lo que llenó de contenido a su vida, desde su juventud hasta su
muerte, fue el quehacer científico, el esfuerzo por entender los procesos naturales y elevarlos a una interpretación racional y coherente, es decir, a teoría científica.
Visto desde lejos hay dos acontecimientos destacables en la regular y tranquila vida de Darwin, que inician y cierran el proceso de
su desarrollo intelectual: uno, es el viaje como naturalista a bordo del
Beagle y otro es su famoso Diario de un naturalista alrededor del
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mundo, junto a la riqueza de las colecciones que reunió y envió a
Londres y que descubren una experiencia previa en la labor de campo
tanto en geología, paleontología, botánica y zoología, extraordinaria
en alguien tan joven y a la vez una eminente capacidad de observación, aptitudes complementarias ya que sólo observa bien quien tiene experiencia y sólo puede adquirir tan rápidamente experiencia
quien posee una gran facultad de observación.
¿Fue buena suerte o destino? Uno de los rasgos más fascinantes
de Darwin es que parece haber sido uno de esos hombres cuyo porvenir se decide de forma inesperada y fortuita por un golpe de suerte. Transcurren 22 años sin que se produzca ningún acontecimiento
notable, sin que demuestre alguna habilidad especial y de repente se
le ofrece una oportunidad que ni él mismo podía sospechar: la gran
aventura del viaje del Beagle.
Darwin escribía en su autobiografía: ‘‘Cuando salí de la escuela
no era ni muy brillante ni muy torpe para mi edad; creo que mis
maestros y mi padre me consideraban un muchacho normal quizás
por debajo del nivel intelectual medio’’. En realidad, cuando su padre lo llamaba ‘‘necio’’ y ‘‘un bueno para nada’’ no tenía la menor idea
de que Charles habría de convertirse en uno de los científicos más influyentes en la historia.
Los primeros años
Desde su infancia mostró un gran interés por la naturaleza. Era
un ávido coleccionista de insectos, flores, mariposas, minerales, pero
su delirio eran los escarabajos, pasión que según sus propias palabras
‘‘le lleva a uno a convertirse en un naturalista sistemático, en un experto o en un avaro’’.
En su vejez, Darwin se lamenta de haber tenido que cursar sus
estudios de juventud en un colegio de formación clásico-humanista
y tener que leer a Virgilio y Homero en vez de ocuparse de los animales y las plantas.
Aún así a los 17 años, su padre médico, al igual que su abuelo
Erasmus, lo envía a Edimburgo a estudiar medicina. A excepción de
la química, Darwin encontró las clases insoportablemente aburridas
y horribles. Lo alteraban los gritos de los pacientes agonizantes a
quienes operaban sin anestesia.
Luego de dos años abandona la carrera decepcionando a su padre quien lo envía al Christ’s College de Cambridge a estudiar Teo414
logía. ¡Qué paradoja ! Darwin, estudiante de Teología, el hombre que
con su obra iba a darle un rudo golpe al cristianismo tradicional.
Darwin pensaba que en el futuro su actividad como clérigo rural iba
a ser compatible con su afición naturalista.
En Cambridge, Darwin se relacionó con muchos jóvenes de su
edad pero hubo dos hombres que dejaron en él una huella indeleble
y quienes más influyeron en su futuro. Eran profesores y en parte
ganó como amigos para toda la vida. John S. Henslow, trece años
mayor que él, teólogo y sacerdote de la iglesia anglicana pero al mismo tiempo profesor de Botánica, y con la pluralidad que tenían los
naturalistas de la primera mitad del siglo 19, que dominaban también la zoología, la mineralogía, la geología.
Y Adam Sedgwick prestigioso catedrático de Geología que despertó su interés por la misma y le enseñó que la ciencia consiste en
resumir hechos para poder extraer de ellos leyes o conclusiones generales. Darwin siempre recordó estas palabras a lo largo de su vida
científica. Participó con ambos en excursiones geológicas al norte de
Gales, aunque la geología que aprende Darwin tanto de Sedgwick
como de Henslow está enraizada en la Teología en boga por entonces,
es decir en ideas catastrofistas y diluvistas que impregnaron la mente del joven aprendiz de geólogo, y esas serán las representaciones
mentales que llevará al inicio de su viaje.
El libro de Charles Lyell, Principios de Geología de 1830 leído y
releído por Darwin durante el viaje (mientras Fitz Roy leía su Biblia)
comenzó a abrir su mente: ‘‘… estudié atentamente y me resultó de
gran utilidad en muchos aspectos… me he convertido en un seguidor
entusiasta de las ideas de Lyell’’. En sus trabajos geológicos en Sudamérica trató de aplicarlas y fueron justamente las observaciones
geológicas en este extenso continente las que le cambiaron la mente y le abrieron a otras concepciones biológicas. En 1835, estando en
Montevideo le llega a Darwin el segundo tomo de la obra de Lyell.
Darwin lee también la Narrativa Personal o Diario de Humboldt,
cuyas brillantes descripciones de diversas partes del mundo lo entusiasmaron mucho. En Brasil, al ver por primera vez los bosques tropicales su emoción no tiene límites. Le escribe a su amigo y profesor
Henslow: …‘‘no he sentido nunca un placer tan intenso. Si antes admiraba a Humboldt, ahora casi le adoro; es el único que da una idea
de las sensaciones que se despiertan en el espíritu al pisar por vez
primera los trópicos’’.
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La partida
Fue Henslow quien recomienda a Darwin como naturalista para
la expedición que lo marcaría para siempre, quien lo empujó hacia ‘‘el
acontecimiento más importante de mi vida’’. Pero antes debió vencer
la desaprobación de su padre para un proyecto que consideraba absurdo y poco práctico y que él, como un hijo obediente, rechazó la
oferta. Finalmente es su tío Jos Wedgood que intercede obteniendo
el permiso.
Entre los libros que lleva al viaje están: El Paraíso perdido de
Milton (que lo acompañó en todas sus excursiones terrestres), la Biblia, Narrativa personal de Humboldt, Principios de Geología de
Lyell, un libro de taxidermia, libros de castellano, además de un
microscopio, brújula, martillo geológico y armas.
La experiencia del viaje podría considerarse como una experiencia iniciática. En un estado de inquieta alegría, demorada su partida, por mal tiempo, Darwin escribía: ‘‘Mi segunda vida comenzará en
este momento y será como un aniversario de cumpleaños para el resto de mi vida’’.
El HMS Beagle, era un bergantín de 240 Tn, 30 m de eslora, 4 m
de calado y armado con 10 de cañones, mezcla de buque mercante y
de guerra. Durante cinco años, interrumpidos sólo por las paradas en
tierra, la vida de la tripulación se desarrolló en un espacio muy reducido. Darwin compartía el camarote con el capitán Fitz Roy y era
un naturalista que debía trabajar gratis, sin la más mínima remuneración, por lo que debió costearse el viaje, a razón de 30 libras al año
de manutención y 500 libras de equipamiento. Una oportunidad
para servir y eso a juicio de Fitz Roy y de la Marina Real, era más que
suficiente. Sufrió mucho por los mareos.
El 27 de diciembre de 1831 el Beagle parte de Plymouth. Si bien
el objetivo principal de la expedición era el relevamiento cartográfico de las costas sudamericanas, un conocimiento técnico necesario
para un imperio en expansión como era por entonces el británico,
Darwin realizó variadas observaciones sobre el paisaje, los habitantes, el momento histórico de la Argentina así como la geología y la
paleontología que enriquecieron la información aportada por la expedición.
Durante cinco años el joven Darwin, de 22 años, se dedicaría a
recorrer el mundo alejado de la civilización, con alguna excepción de
las cartas que recibía de su casa. La juventud de Darwin es algo que
se debe destacar, un dato que hoy en día no es menor para los jóve416
nes investigadores que a veces tardan tanto en ponerse a pensar por
su cuenta.
Es de destacar la figura del capitán del Beagle Robert Fitz Roy,
cuatro años mayor que Darwin, de muy mal carácter pero cuya sensata dirección y suficiente autoridad conservó intactas durante todo
el viaje. Las buenas relaciones entre Darwin y Fitz Roy se mantuvieron durante los cinco años si bien también existieron tensiones y violentos debates. Fitz Roy, un ferviente protestante fundamentalista,
no aceptaba ningún dato que pusiera en tela de juicio a los relatos
bíblicos. El Diluvio Universal, la creación de animales y plantas y
mucho más del hombre, eran intocables. En el fragor de esos debates
se fue haciendo la luz en la mente de Darwin que fue despojándose de
prejuicios para ver la realidad tal como era. Darwin ha dicho de él: ‘‘es
sin duda, la personalidad más fuerte que jamás haya conocido’’.
Una de las primeras discusiones surgió cuando viajaban por
Bahía en Brasil, ocasión en que Fitz Roy ‘‘defendió y alabó la esclavitud que es algo que yo aborrezco’’. La discusión fue tan fuerte que
Darwin pensó que tendría que abandonar el barco, lo que no sucedió
ya que Fitz Roy finalmente se disculpó. Qué extraño resulta ver a un
fervoroso cristiano como Fitz Roy defendiendo la esclavitud y a un
futuro ateo como Darwin revelándose contra una costumbre aceptada. Darwin decía que la esclavitud ‘‘era una mancha monstruosa en
nuestra tan cacareada libertad’’.
La tripulación del Beagle era de 74 personas, destacándose todos
por su juventud. Entre sus compañeros de a bordo había oficiales, un
médico y su ayudante, un carpintero, un escribiente, 8 soldados de
marina, 34 marineros, 6 grumetes y un pintor, Augustus Earle, de 37
años, que lo convertía en el hombre más viejo del barco. También
iban los tres fueguinos nativos de Tierra del Fuego, los famosos salvajes desnudos que Fitz Roy había llevado como rehenes en un viaje anterior del Beagle y ahora luego de recibir educación cristiana,
aprendido a hablar inglés y reglas básicas de urbanidad en Inglaterra, volvían de regreso a su tribu.
Fitz Roy necesitaba determinar la posición del Beagle a cada instante, lo que requería el conocimiento de instrumentos, de cómo ajustarlos y calibrarlos a partir de la observación de faros costeros, la
luna, el sol, las estrellas. Para guiarse debió medir la posición de
algunas de las 60 estrellas más brillantes ubicadas en las 50 constelaciones, que son usadas para propósitos de navegación.
Fitz Roy poseía 22 cronómetros de buena calidad para lograr la
exactitud en las medidas. También le fue encomendado la observa417
ción de las mareas y del campo magnético terrestre. Las múltiples
labores de investigación que durante 5 años, la tripulación como un
todo, debió efectuar convirtieron al Beagle en un verdadero laboratorio-observatorio flotante.
La tripulación del Beagle se tomó su tiempo para el trazado de
las costas y demás tareas encomendadas lo que le permitió a Darwin
permanecer largos períodos explorando la costa, recogiendo especímenes y haciendo observaciones geológicas. Realizó diversos recorridos por mar y por tierra, desde la borda y a caballo.
Darwin geólogo
La figura de Darwin se asocia siempre con la evolución y toda su
obra científica está referida a aspectos biológicos. Pero Darwin empezó sus observaciones por la geología. La geología suministró a
Darwin la herramienta metodológica que le permitió acceder a los
complejos conceptos relacionados con la evolución. Por ello puede
afirmarse que Darwin fue antes geólogo que biólogo (en el tiempo y
en la metodología) y es más: gracias a la geología y a su trabajo como
geólogo logró superar un conjunto persistente de representaciones
mentales referidas al Creacionismo, Diluvismo y Catastrofismo biológico que suponían un obstáculo epistemológico muy importante
para la construcción mental de una imagen de una Tierra dinámica
y cambiante.
Entre las varias excursiones terrestres que realizó se cuentan el
recorrido de más de 600 kilómetros de Buenos Aires a Santa Fe a lo
largo del río Paraná, a través de una gran planicie caracterizada por
sedimentos principalmente eólicos, un caso poco familiar para un
naturalista europeo. Sin embargo, sobresale su gran capacidad de
observación y precisión en las descripciones y hoy, a más de 170 años
de su visita, el conocimiento geológico moderno ha identificado varios
sectores como La Bajada (actualmente ciudad de Paraná) donde
aflora el Mioceno marino que Darwin describió admirablemente y
otros, como la llanura aluvial del Paraná que reseñó magistralmente en solo dos breves frases.
En el invierno de 1833, Darwin recorre la Pampa bonaerense y
en su trayecto realiza observaciones en las dos grandes unidades de
paisaje hoy conocidas como la Pampa interserrana y la Pampa deprimida. Destaca la homogeneidad litológica y la vasta extensión de los
depósitos que agrupó en una única unidad, la Formación Pampeano
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o simplemente Pampeano, término que con diferentes connotaciones
aún tiene vigencia. Además de afloramientos naturales, hizo observaciones en pozos de agua y sobre las toscas y su petrografía.
El plan de Darwin era ir a caballo desde El Carmen sobre el río
Negro hasta el río Colorado para establecer contacto con Rosas y
seguir luego de posta en posta hasta Buenos Aires. Deseaba hacer este
recorrido en parte por la aventura pero además porque era la única
forma de investigar la geología, la flora y la fauna de la pampa.
El Carmen (hoy ciudad de Carmen de Patagones, provincia de
Buenos Aires) está situada a 30 km aguas arriba de la desembocadura del río Negro y era el puesto más meridional del continente habitado por gente civilizada. En el Fortín Colorado, a orillas de este río,
mantuvo la conocida entrevista con Rosas que le hizo entrega de un
pasaporte y la facultad de servirse de caballos de recambio en las 20
postas que jalonaban la ruta desde el cuartel del Colorado hasta la
Guardia del Monte.
La charla con Rosas no debe haber resultado demasiado interesante: ‘‘Mi entrevista transcurrió sin una sonrisa’’ aunque aclara que
‘‘en la conversación es entusiasta, sensato y formal’’. Darwin quedó
muy impactado por el carácter y la personalidad de Rosas, si bien
diez años después admitía rotundamente su errónea impresión.
En ese trayecto pasa por Bahía Blanca, el río Sauce Grande,
Sierra de la Ventana (asciende al Tres Picos), Tapalqué, el río Salado, Guardia del Monte y finalmente llega a Buenos Aires, lo que le
llevó en total 40 días.
Sobre la costa atlántica de Río Negro, Darwin describe los acantilados: ‘‘Para un amante de la geología este sitio es del máximo interés… Las divisiones de los estratos siguen por millas en forma
exactamente paralela a la superficie del mar… había valvas fósiles
por todas partes’’.
También observa y realiza la primera mención de los cantos rodados patagónicos que coronan todas las superficies y que ya había
observado a partir del río Colorado y hacia el sur. Asimismo fue el
primero en iniciar el estudio de las terrazas marinas de la Patagonia,
en su mayoría cuaternarias.
En la Malvina oriental, reconoce una tierra ondulada, de aspecto
desolado y triste cubierta por turberas e hierbas de color pardo monótono. Darwin describió estratos y fósiles marinos del Paleozoico
superior. Analizó la estructura geológica de las islas, de una gran
sencillez y los depósitos de piedras angulosas de hasta 30 y 60 cm de
diámetro que forman verdaderos ríos o torrentes de piedras. En un
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valle, al sur del estrecho de Berkeley, atravesaron una franja ininterrumpida de 800 m de ancho saltando de un bloque a otro y hasta
se guarecieron bajo uno de ellos ante una sorprendente lluvia torrencial. Darwin relata su sorpresa al ver la bandera británica flotando
sobre las islas (ese mismo año los ingleses ocupaban las Malvinas).
En Puerto Deseado, el casco del Beagle chocó con una roca y
debió volver a la desembocadura del río Santa Cruz para ser varado
y reparado. Era un poco inquietante verlo fuera del agua, con un
costado inclinado en la arena. Pero mientras los carpinteros arreglaban los desperfectos de la quilla, Fitz Roy, Darwin y un grupo (25 en
total) con provisiones para 3 semanas, partieron en 3 botes para remontar el río Santa Cruz, que nunca había sido explorado. Darwin
quería ver los Andes, pero al cabo de 10 días de remontar penosamente la corriente y estando a sólo 50 km de las montañas deciden volver (en 4 días). Logran avistar el cerro Fitz Roy, bautizado así años
más tarde por el perito Moreno en homenaje al capitán del Beagle.
Describe la trayectoria sinuosa del valle del río Santa Cruz, su
anchura variable entre 7 y 15 km, limitado por terrazas escalonadas,
de hasta 150 metros, y la notable correspondencia en las orillas
opuestas. Una vez más, Darwin se asombra de la uniformidad de
fauna y flora de la Patagonia, poblada por grandes manadas de
guanacos, multitud de pequeños roedores y el puma, visible sobre
todo a través de sus huellas.
Darwin realiza el primer mapa geológico de la Patagonia pintado
en colores por él mismo y que ha permanecido inédito. Demuestra
otra faceta que es su habilidad para mapear en una síntesis las diferentes unidades de la compleja estructura geológica de la Patagonia.
En Tierra del Fuego efectuó observaciones glaciológicas de enorme valor por su originalidad y por su carácter precursor para la
América del Sur y, en alguna medida, también para el mundo.
Sus análisis e interpretaciones de los depósitos glaciarios que
marcan el inicio de la actividad científica en Sudamérica fueron realizados antes de que Charpentier y Agassiz formularan los fundamentos de la teoría glaciológica moderna en Suiza en 1834 y 1837
respectivamente. Describió los glaciares de Tierra del Fuego y los
abundantes témpanos del Canal de Beagle con precisión y maestría.
En febrero de 1835, el Beagle estaba fondeado frente a la ciudad
de Valdivia, al sur de la costa chilena cuando Darwin y un compañero
descienden a tierra. De pronto sienten un gran terremoto acompañado de calor y gases. El centro del terremoto fue la ciudad de Concep420
ción que quedó destruida en 6 segundos. Wickham, primer teniente
del Beagle, reflejó en una pintura las ruinas de Concepción y la destrozada catedral.
La tierra y la costa estaban ahora más alta que antes y si podía
elevarse unos palmos por encima del mar, ¿por qué no 3000 metros?,
¿por qué no montañas enteras? ¿Eso explicaría la existencia de
conchillas marinas en lo alto de la Cordillera? Este terremoto que se
extendió por 600 km a lo largo de la costa fue acompañado de la erupción simultánea de una línea de volcanes.
Tuvo la ‘‘suerte’’ de vivir el terremoto de Valdivia, vio como la
tierra se rajaba y se levantaba en parte. En 200 años hubo dos erupciones en Osorno, y él presenció una de ellas. Eso le permitió esbozar la teoría de que siempre el vulcanismo aparecía asociado con el
levantamiento de las montañas. Al final de su viaje ya tenía una idea
formada del movimiento vertical de la corteza terrestre.
Anclado el Beagle en el puerto de Valparaíso, Chile, Darwin se
dispuso a atravesar la cordillera y llegar hasta Mendoza. Si bien su
estadía en estas tierras fue muy breve alcanzó a hacer contribuciones de una enorme importancia para la geología. Es en este momento
cuando Sarmiento visita el Beagle y conversa con la tripulación.
Durante el cruce de la Alta Cordillera de los Andes, realizó observaciones sobre la formación del Puente del Inca. Si bien le causó
una pobre impresión, aplicando principios uniformitaristas muestra
que fue formado como un puente de hielo asociado con avalanchas de
nieve y detritos y posteriormente cementado por los minerales precipitados por las termas de agua caliente adyacentes.
En las vecindades de Puente del Inca, Darwin pudo especular
sobre diversos procesos geológicos como el levantamiento de las montañas, la subsidencia de los fondos marinos, el crecimiento lateral y
episódico de la cordillera, y su asociación con terremotos y actividad
volcánica, que fue un importante avance en las hipótesis uniformitaristas de levantamiento de montañas propuestas por Lyell.
Basado en estas premisas, concluyó que los Andes estaban todavía creciendo. Tomadas en conjunto, sus ideas se anticiparon en varios
años a la teoría geosinclinal y las hipótesis actuales de la migración de
las fajas plegadas y corridas.
Sobre la Cordillera de los Andes, Darwin fue un pionero al reconocer hace más de 170 años, el basamento metamórfico y los granitoides, las secuencias volcánicas de la Cordillera Frontal y establecer
la edad cretácica de las sucesiones marinas del sector oriental de la
Cordillera Principal.
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Pudo determinar que la Cordillera Principal, fue alzada antes
que la Cordillera Frontal, la que a través de varios pulsos adquirió
su altura actual en épocas más recientes.
De regreso a Chile a través del Paso de Uspallata, descubrió en
la localidad de Agua de la Zorra, el primer bosque fósil de América
del Sur, registrando 52 troncos silicificados de araucarias, en posición
de vida, cuya edad se estima en 230 millones de años, es decir Triásico. Sus notas y descripciones muestran un alto nivel de detalle en
las observaciones, cuestionándose acerca de los procesos que habrían
causado el sepultamiento de la paleoflora.
Darwin fue un científico con ideas originales en muchos campos
de la geología. Así, en el Océano Pacífico, observó numerosos arrecifes coralinos: costeros, de barrera y atolones.
Los atolones coralinos se forman sobre las laderas de un volcán
en hundimiento, aisladas de los continentes en el interior del océano y a gran profundidad. Tienen forma circular con una laguna central.
¿Cómo es posible que una montaña de coral se haya formado a
tanta distancia de la costa? Darwin empleó la deducción científica de
una forma impecable: a medida que se hunde el volcán, el arrecife
crece en altura buscando las condiciones óptimas de vida: luz, temperatura, oxígeno, alimento, etc., quedando las colonias más antiguas
como soporte de las más nuevas.
Esto lo llevó proponer su teoría de la formación de un atolón
como el resultado del hundimiento progresivo de una isla volcánica.
La propuesta de Darwin no se pudo confirmar hasta la mitad del siglo XX que con la tecnología se consiguió sondear el interior de un
atolón y se comprobó que a varios cientos de metros de profundidad
el coral era sustituido por roca volcánica. Darwin volvía a demostrar
su genialidad al mundo cien años después.
Como se ha visto, Darwin hizo aportes fundamentales a la geología y aunque no hubiese formulado la teoría de la evolución sería
recordado por sus trabajos en geología, tanto por sus observaciones
de campo como por las ideas sobre la edad de la Tierra y el registro
fósil.
El estudio de la geología fue, en un principio, el factor que más
contribuyó a convertir el viaje en la verdadera formación de Darwin
como investigador, ya que con él entró en juego la necesidad de razonar.
A su vuelta al mundo académico inglés, Darwin fue considerado un experto geólogo y sus observaciones y trabajos, que confirma422
ban los principios de la geología actualista postulada por Charles
Lyell, fueron publicados en las actas de la Sociedad Geológica de
Londres.
La culminación de toda la actividad geológica desarrollada por
Darwin tendrá lugar en 1846, con la publicación del libro Geological
Observations of South America.
Su primer libro: el Diario
Un domingo de octubre de 1836, el Beagle volvió a Inglaterra.
Darwin, que había partido con 22 años como licenciado en Teología,
regresaba con 28 como experto en Geología. Durante los cinco años,
–su período de transición de joven a hombre– con espíritu abierto e
imparcial, había recibido impresiones completamente nuevas y las
había ordenado y elaborado lo mejor posible. Al año siguiente siendo secretario honorario de la Geological Society de Londres comenzó a escribir su primer libro: A Naturalist’s Voyage Round the World
(Viaje de un naturalista alrededor del mundo) publicado en 1839 y
donde plasma los cinco años de su viaje demostrando sus aptitudes
para la antropología, la geología, la zoología y la paleontología y hasta agudas observaciones de sociólogo en ciernes y muestra no solamente a un científico atento, curioso, perceptivo sino a un ser sensible,
comprometido y, finalmente, humano para el que nada resulta superfluo. Respecto a la odisea intelectual de Darwin, comenzó su itinerario intelectual y científico como empirista e inductivista con
preconceptos muy persistentes (por el influjo de Henslow) y poco a
poco se fue desprendiendo de las adherencias no científicas para
perfilar y ser uno de los primeros en utilizar un método científico que
hoy podríamos llamar hipotético-deductivo (Ghiselin,1969).
La bahía que iluminó a Darwin
Al parecer, las islas Galápagos y sus famosos pinzones han alimentado la leyenda de que a partir de ellos Darwin elaboró su famosa
teoría, pero estudios pormenorizados de las fuentes que actualmente realizan historiadores de la ciencia, dan cuenta que el naturalista ya llegó a las Galápagos con ciertas ideas en torno al cambio de las
especies en el tiempo y la importancia del ambiente en estos cambios
y no caben dudas que esas ideas habían surgido en la zona de la ba423
hía Blanca. Las instrucciones recibidas del Almirantazgo le indicaban a Fitz Roy determinados sectores de la costa de América del Sur
donde las exploraciones debían ser especialmente detalladas y precisas y una de esas áreas era la comprendida ‘‘desde Monte Hermoso hasta el Río Colorado incluyendo la gran ensenada de Bahía
Blanca’’. Darwin estuvo en dos oportunidades en la región: del 7 de
setiembre al 20 de octubre de 1832 y del 17 de agosto al 8 de setiembre de 1833, es decir, dispuso de 67 días para recorrer las costas de
la bahía y sus alrededores.
La bahía Blanca situada a 600 km al sudoeste de Buenos Aires
está constituida por una intrincada red de canales de marea, separados por bancos e islas. En su extremo occidental, se ubica la ciudad
de Bahía Blanca fundada en 1828, pero la Bahía Blanca que vio
Darwin era un fuerte de avanzada en la lucha contra los indios y para
protección de los ataques de naves brasileñas.
‘‘Bahía Blanca apenas merece el nombre de pueblo…; un profundo foso y una muralla fortificada rodean algunas casas y los cuarteles de las tropas. Este establecimiento es muy reciente (1828) y desde
que existe la guerra ha sido continua en sus alrededores’’.
Darwin realiza una detallada descripción de la flora, fauna, topografía y geología de los alrededores, todo visto con erudición científica, así como contempla con estupor la guerra con el indio.
El escritor Eduardo Mallea (Bahía Blanca, 1903 - Buenos Aires,
1982) subrayó esa visita cuando en su novela Todo verdor perecerá
(1941) escribió: ‘‘¡Cuántas civilizaciones humanas habían evolucionado y perecido cuando este pedazo de desierto emergía de su sopor! En
torno al fortín, valla opuesta al indio predatorio, comenzó a crecer,
hacia los ochocientos veintiocho, la población militar, y cuatro años
más tarde Rosas y Darwin se paraban ante aquellos salitrales que
después de los secos calores extendían en la bahía su ardiente sábana blanca’’.
Darwin y los primeros hallazgos fósiles en Punta Alta
Mientras la expedición realizaba el relevamiento de la Bahía
Blanca, Darwin, Fitz Roy y el alférez Sullivan fueron a un sitio llamado Punta Alta situado a unos 16 km del fondeadero del Beagle.
Ese día, 22 de septiembre de 1832, el naturalista destacó en su diario el hallazgo de algunas rocas por ser las primeras que veía en la
región y que consideró muy interesantes porque contenían numero424
sas conchillas y huesos de grandes animales. El entusiasmo por sus
descubrimientos lo llevó a regresar al lugar repetidas veces y a ser
recompensado con nuevos hallazgos de restos de mamíferos fósiles.
En 1833 continuó coleccionando fósiles en el lugar y la riqueza del
yacimiento la resume: ‘‘Pasamos la noche en Punta Alta y me puse
a buscar osamentas fósiles. Ese lugar es una verdadera catacumba
de monstruos pertenecientes a razas extintas’’…
Punta Alta era una pequeña planicie de 6 a 9 m de altura cortada
en la costa por una línea de acantilados bajos que se extendían
aproximadamente por 1,5 km. Allí, de diferentes niveles, Darwin
extrajo restos de grandes mamíferos de edad pleistocena, todos desconocidos o muy poco conocidos por la ciencia.
Posteriormente los fósiles fueron estudiados por Owen quien
determinó: Megatherium cuvierii, Mylodon darwini, Megalonyx
jefferssony, Scelidotherium leptocephalum, Toxodon platensis, un
caballo (Equus sp.), placas dérmicas y falanges ungueales de un
gliptodontoideo. Además, Darwin coleccionó muchos huesos sueltos,
todos en un espacio de unos 200 metros cuadrados.
Los restos fósiles de estos grandes mamíferos estaban mezclados
con valvas de moluscos estudiados por d’Orbigny quien determinó 20
especies entre gastrópodos y bivalvos, además de otros invertebrados
(cirripedios, corales y briozoarios). Si bien entre los moluscos había
Adelomelon, Amiantis, Zidona, muchos eran de pequeño tamaño
(menor a 1 cm) por lo que se considera una de las primeras menciones para la ciencia de los micromoluscos.
Darwin expresa que todas las especies de moluscos viven actualmente en la costa, e incluso en la misma bahía. Estudios recientes
determinaron que todas esas especies pertenecen a la transgresión
del Holoceno medio registrada en el estuario de Bahía Blanca.
¿Qué le contaron los fósiles a Darwin? Fósiles vs. actuales
Cuando Darwin se embarcó en el Beagle en 1831 llevaba un
puñado de inquietudes acerca de la entidad y dinámica de las formas
vivas, inquietudes que no eran lo suficientemente sólidas como para
perturbar su visión del mundo natural. Pero, la observación de la
gran similitud entre las formas fósiles y actuales desencadenó un
proceso de evolución intelectual que ya sería del todo irreversible.
Al descubrir los fósiles de Punta Alta, se da cuenta del extraordinario parecido que tenían con sus equivalentes vivientes en la ac425
tualidad pero de menor tamaño como los perezosos y los armadillos.
Fue el caparazón de un gliptodonte lo que le despertó tantas inquietudes. ¿Estaría relacionado con los actuales armadillos (peludos,
mulitas) que veía corriendo en las pampas e incluso había llegado a
comer? Porque mientras coleccionaba fósiles en el campo Darwin
también estaba coleccionando y comiendo los armadillos vivientes.
Eso lo hizo pensar: ¿por qué se extinguieron los gliptodontes y
cuál era la relación con los armadillos? Gracias a las experiencias en
estos lugares, Darwin se enfrenta al interrogante de la relación entre el mundo viviente y el que se extinguió.
Fue mucho para descubrir de repente. Estaba viendo la extinción
y sustitución de algunas especies y su reemplazo por otras modernas
estrechamente relacionadas.
La fauna y flora autóctonas
Es importante destacar otras observaciones que Darwin realizó
de la fauna y flora de la región y que evidencian una tendencia temprana a una postura evolucionista. Así llamó su atención una serpiente
de gran tamaño, muy venenosa que identificó como Trigonocephalus
(actualmente Bothrops alternatus), que al arrastrarse vibra la punta de su cola como una víbora de cascabel, pero el ruido se produce
por un mecanismo más sencillo. En su correspondencia con Henslow,
Darwin comenta que este reptil, tanto en su estructura como en sus
hábitos, marca el pasaje entre crotálidos y vipéridos.
Darwin realizó también un hallazgo interesante relacionado con
la botánica, al descubrir una nueva planta denominada Neosparton
darwini, especie endémica de una franja medanosa costera de unos
15 km que se extiende desde el acantilado hacia el este hasta la localidad de Pehuen Co.
Los ñandúes de Darwin
En proximidades de Bahía Blanca ve la Rhea americana, el ñandú grande, de 1,50 m que habita las pampas. Posteriormente, al descubrir la existencia de otra especie diferente que vive en la Patagonia,
al sur del Río Negro, el choique o ñandú petiso denominado por Gould
Rhea Darwini (actualmente Pterocnemia pennata) realizó observaciones sobre la distribución geográfica de estas dos especies. Con ello,
426
Darwin advierte cómo especies muy cercanas, muy afines, se reemplazan, sustituyen o superponen en el espacio en regiones continentales
extensas. Las implicaciones de la diversidad y distribución de los
ñandúes fueron casi tan sugerentes para Darwin como los efectos del
aislamiento que encontraría más tarde en los pinzones de Galápagos.
Sin lugar a dudas, Punta Alta fue un momento de destello que
dejó en su joven mente una impronta imborrable por ser la primera
de las múltiples evidencias que lo llevarían a cuestionar la doctrina
de la inmutabilidad de las especies. El primer indicio real de la evolución no llegó en las Galápagos sino 3 años antes en una borrascosa playa de la costa argentina y no tenía la forma del pico de un ave,
ni siquiera era una criatura viviente. Era un tesoro de fósiles.
Lamentablemente, la barranca de Punta Alta, en la que iniciaría su evolución mental, desapareció bajo las construcciones de la
Base Naval de Puerto Belgrano.
Monte Hermoso. Los roedores fósiles
Otro sitio al que Darwin accedió en esta zona, fue Monte Hermoso, conocido en nuestros días como Farola Monte Hermoso o Las
Rocas, un acantilado que se levanta en la costa, en la entrada de la
bahía Blanca, que no suele figurar en los mapas modernos y se confunde a menudo con el Balneario Monte Hermoso, distante unos 30
km al este del lugar visitado por Darwin.
En el acantilado, Darwin describió un perfil compuesto por 4
estratos. De los dos inferiores (actualmente reconocidos como Formación Monte Hermoso de edad miocena-pliocena) extrajo restos de
roedores que fueron asignados por Owen a Hydrochoerus sp.,
Ctenomys priscus y otros restos.
Darwin anota que los tarsos y metatarsos de su cavia fósil pertenecían a ‘‘un animal menor que la actual Cavia patagonica’’
(Dolichotis patagona, la mara o liebre patagónica), la cavia moderna que toma el lugar del pariente extinto.
Eldredge (2009) afirma que los roedores de Monte Hermoso son
tan importantes en el desarrollo del pensamiento de Darwin como los
pinzones de Galápagos. Fueron el disparador de sus ideas sobre la
transmutación que lo hicieron pensar sobre la desaparición de las
especies y el posterior surgimiento de otras emparentadas.
Si bien la barranca de Punta Alta quedó sepultada bajo las construcciones de la mayor Base Naval argentina, paradójicamente, el
427
acantilado de Monte Hermoso, ubicada en terrenos de la Armada, se
preservó de una segura destrucción con el incremento del turismo, y
hoy día se encuentra tal cual como la vio Darwin en 1832.
Darwin descubre la metáfora del ‘‘árbol de la vida’’, crea el primer árbol evolutivo a partir de las observaciones de los mamíferos fósiles. Un árbol de la evolución con organismos relacionados, de
ramificación irregular, algunas ramas con más divisiones y algunos
brotes terminales en extinción al tiempo que aparecen otros.
El árbol de la vida es una de las contribuciones más profundas
de Darwin para poder comprender la biodiversidad.
Los fósiles de Punta Alta, los roedores de Monte Hermoso, los
ñandúes, los armadillos y demás hallazgos y observaciones que realizó en Bahía Blanca impactaron de tal manera a Darwin que, como
sostiene Eldredge, no caben dudas que su paso por esta zona fue tan
importante en el desarrollo de su pensamiento como lo fue la tan
renombrada que realizó a las Islas Galápagos, casi tres años más
tarde.
Esa temprana información obtenida en las costas de la salitrosa
bahía, ayudaron a desentrañar el famoso ‘‘misterio de los misterios’’
de Herschel, el indicio de que la vida evoluciona. Darwin tenía razón.
Su obra fundamental, El origen de las especies por medio de la
selección natural publicada en 1859, y de la que se cumplen 150 años,
es la conclusión de todas las observaciones e ideas que elaboró durante más de 20 años. Es la obra más leída del siglo.
La primera edición de 1.250 ejemplares se agotó el primer día de
venta, algo poco común en un libro científico incluso en nuestros días
y se reeditó hasta seis veces en vida de Darwin, con numerosas correcciones y cambios, resultantes de su trabajo continuado.
La teoría causó un profundo impacto en la sociedad de su tiempo
y engendró controversia en ámbitos extracientíficos, como aún ocurre,
debido a que propone un origen no sobrenatural de la vida y las especies, y considera a los humanos como una especie biológica sometida
a las mismas leyes de la naturaleza, incluyendo la selección natural.
La obra de Darwin debe considerarse como la de un naturalista
en el sentido más amplio, dedicando trabajos tanto al mundo animal
como al vegetal, explorando temas variados como la sistemática, el
comportamiento, la biología de la reproducción, la fisiología y la antropología, entre otros. Muchas de las numerosas propuestas concretas de Darwin siguen siendo sometidas a pruebas por los científicos
actuales, que deben citarlo como si de un autor moderno se tratara,
más allá de su importancia histórica.
428
La explosión demográfica mundial ha puesto en peligro a muchas especies (a Darwin se le destrozaría el corazón de saberlo), y si
bien hay muchas razones para limitar la extinción de especies a gran
escala, la lección que nos ha enseñado Darwin –que venimos de la
naturaleza y que aún formamos parte de ella aunque hayamos modificado la relación que nos une al mundo natural– es un punto de
anclaje que da estabilidad al concepto de quienes somos y como incidimos en la Tierra y en todos sus habitantes.
En 1934, el pintor mexicano Diego Rivera expresa esta idea en
un mural del Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México: ‘‘El hombre en la encrucijada’’, con más de 175 figuras humanas, muchas de
ellas personajes históricos conocidos.
En el centro hay un hombre a cargo de unos controles y del que
parten rayos de luz con imágenes del macrocosmos y del mundo microscópico: el mundo del saber científico moderno. El hombre está
rodeado de grupos en lucha: políticos, filosóficos y religiosos en conflicto. En el ángulo inferior izquierdo de esta enorme pintura, la cara
de un Darwin que refleja una sabiduría infinita y una mirada triste, es la única persona que mira al observador directo a los ojos y con
la mano izquierda señala a un mono con un niño de la mano. Hay
otros animales y productos agrícolas típicos de México.
Es como si el artista le hiciera decir a Darwin que hagamos lo
que hagamos y pensemos lo que pensemos sobre el papel de la ciencia y el enfrentamiento entre posturas filosóficas, sociales y religiosas, es innegable que somos parte de la Tierra y estamos relacionados
con todos y cada uno de los seres vivos del planeta. Y eso es algo que
no deberíamos olvidar.
En un momento o en otro de su vida Darwin lo vio todo, por eso,
parafraseando al estudioso del comportamiento Konrad Lorenz podemos decir: ‘‘Darwin ha visto claro’’.
Bibliografía
Darwin, Charles, Geological observations on South America, Londres,
Smith, Elder and Co, 1846.
Eldredge, Niles, Darwin. El descubrimiento del árbol de la vida, Buenos
Aires, Katz Ediciones, 2009, 285 páginas.
Ghiselin, Michael, T., The triumph of the Darwinian method, Berkeley y Los
Angeles, University California Press, 1969.
Lorenz, Konrad, Darwin has recht geseben, Pfullingen, 1965.
429
ÍNDICE
Académicos Fundadores ........................................................................
Mesa Directiva .......................................................................................
Autoridades anteriores ..........................................................................
Académicos Honorarios .........................................................................
Académicos Eméritos .............................................................................
Académicos Titulares .............................................................................
Académicos Correspondientes Nacionales ...........................................
Académicos Correspondientes Extranjeros .........................................
Antiguos Académicos de Número .........................................................
Secciones .................................................................................................
5
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9
16
17
19
20
21
23
27
I
INCORPORACIONES
Djairo Guedes de Figueiredo: A matemática e o intercâmbio científico na América Latina .......................................................................
Juan Carlos Ferreri: Los modelos como vínculos transdisciplinarios
Aldo Setaioli: Sepulcro y herencia de afectos. Presagios foscolianos en
la Roma Antigua ...............................................................................
Alberto Carlos Riccardi: F. P. Moreno y su contribución a la educación
y a la ciencia ......................................................................................
31
39
67
91
II
COMUNICACIONES EN PLENARIO
Marcelo Urbano Salerno: El derecho frente a la crisis actual .............
Ricardo R. Brenner: Armenia. ¿Despertar de la civilización occidental?
Rasgos geográficos y resabios arqueológicos e históricos ..............
Julio H. G. Olivera: Ceros de polinomios distribucionales .................
Alberto Benegas Lynch (h): Una refutación al materialismo filosófico y al determinismo físico ...............................................................
Jorge Reinaldo Vanossi: Una reforma institucional necesaria ...........
Francis Korn: Status científico del estructuralismo en antropología .
Roberto J. Walton: Fenomenología de lo político según Paul Ricoeur
Hugo Francisco Bauzá: La Troya homérica: de Schliemann a Korfmann
Mariano N. Castex: La conclusión de un misterio. El hallazgo de Alexis
y la restante gran duquesa. Un triunfo de la biotecnología ...........
127
141
153
159
191
215
227
243
263
III
OTRAS COMUNICACIONES CIENTÍFICAS
Claudio Bollini: El final del universo en la ciencia y en la teología
contemporáneas ................................................................................
Gabriella Albanese: Las nuevas tierras de Colón y los nuevos cielos de
Galileo: el principio de la Edad Moderna y la renovación del saber
Luis Roque Argüello: La física: puente hacia la tecnología ................
Alejandro Clausse: La crisis de ebullición: a 75 años de la curva de
Nukiyama ..........................................................................................
Raúl Bueno-Chávez: Borges: la crítica de la modernidad y la narrativa postmoderna ..............................................................................
Jorge Emilio Gallardo: Necesidad del mito ..........................................
Ester Amanda Farinati: Darwin ha visto claro... ................................
267
297
321
349
367
389
409
Impreso en el mes de septiembre de 2010 en Ronaldo J. Pellegrini Impresiones,
Bogotá 3066, Depto. 2, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina
correo-e: [email protected]