Paraguay 749 - VemK celebridades
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Paraguay 749 - VemK celebridades
Felix Fernando Fassone Paraguay 749 • Editora La casa de madera • 1 Para Rosângela, Teresa y Jumarana (Julieta, Marina y Ana) Este texto fue posible gracias al apoyo incansable de Rosangela Espinossi, el entusiamo contagioso de Andres Bruzzone, y la lectura inteligente de Andres Soto. El moderno diseño grafico es de mi amigo Manolo Pacheco, un artista. Felix Fernando Fassone • Paraguay 749 • Editora La casa de madera • "La luz amarilla golpea en el fresco rosa viejo frente a la terraza. Mil verdes. Nubes grises, tal vez preanuncien tormenta, pero todo está teñido de rojo. Rojos y naranjas con suaves verdes transparentes por las lluvias. Lentamente la luz se va apagando. El verde se transforma en negro y el cielo, neutro. El silencio grita. Atardecer, fin de un día, metáfora de vida." Felix Pedro era hijo de Pedro y Helena. Nació en San Isidro, capital nacional del rugby, provincia de Buenos Aires en el año 51, bisnieto de Felix, nacido en Asti en 1861, año en que Vittorio Emanuele se proclamaba rey de Italia en Torino. Su padre había sido herrero, entrenador de futbol amateur y trabajaba en Obras Sanitarias en el departamento de costos en la avenida Córdoba. Helena tenía, con su hermana Adela, una casa de moda de alta costura, fruto de una cruzada emprendedora de la hermana Teresa ya fallecida. Las luces de los aviones sobrevolando el cielo de la calle Paraguay en la Revolución Libertadora tal vez sean los primeros registros de su memoria. Pedro padre estaba, aquella noche, exultante. 12 Simpatizante de Alfredo Palacios y de un socialismo, pero no mucho, Pedro padre festejaba la definitiva caída y fuga de Juan Domingo Perón. Un Pedro padre, con Helena junto a su hermana Adela, de vacaciones en Mar del Plata. Un trio desparejo. 13 déspota, decía, un viejo reblandecido por el poder y la obsecuencia de sus seguidores, que abusaba de las chicas de la secundaria, además de haberse casado con una ex puta del interior de la provincia de Buenos Aires. Su fanatismo antiperonista no tenía limites, pasaba las tardes de domingo comentando con sus hermanos los actos injustos que Evita, la mujer del presidente, que con el pretexto de proteger a los pobres extorsionaba a los empresarios para donaciones benéficas, y cuando estos no accedían, jugaba pesado como en el caso de la famosa fábrica de caramelos MuMu, que tuvo que ser clausurada porque, casualmente, aparecieron ratas en sus depósitos. Las leyes de los trabajadores eran de Palacios, no de Perón rumiaba el padre. 14 “...Influenciaba mi espíritu la idea de una posible guerra civil... muchos me aconsejaron abrir los arsenales y entregar las armas y municiones a los obreros... pero eso hubiera resultado una masacre” confesaría Perón. Diseño de Teresa, inspirado en sus viajes por Milan y Paris. Adela moldeaba en el cuerpo de las clientas para ajustar los detalles 15 “Ni vencedores ni vencidos” decía el nuevo presidente y jefe del golpe militar, General Lonardi. La vida para Pedro corría independiente de los hechos. María, la gorda, se hacía cargo de sus cuidados y de la casa. Helena, la madre, era la responsable de las costureras del taller, mientras que Adela se hacía cargo de los negocios y atendía a las clientas ricas. 16 Antonio, el hermano mayor, cursaba economía en el colegio Carlos Pellegrini y era portavoz de la modernidad en la familia. Su sueño era estudiar en Estados Unidos, hablar perfectamente inglés y ser un economista de éxito. Helena, su hermana, iniciaba los estudios secundarios con vistas a ser maestra o profesora de educación física, estudiaba francés en la Alianza Francesa en la avenida Córdoba y como no tenía espacio suficiente para su intimidad femenina, vivía en un cuarto propio en la casa de moda de la calle Esmerada 892, a 50 Esmeralda 892, esquina con Paraguay. En el primer piso funcionaba la casa de moda, donde tambien vivia la familia de Adela y Helena, la hermana. 17 metros del departamento pequeño que la familia de Pedro alquilaba. Su pieza tenía una ventana enorme que daba a la calle Paraguay en el primer piso, justo encima de la segunda entrada de la confitería Saint Moritz recientemente inaugurada con fiesta regada a champán Francés y bocaditos salados. La casa de moda y de Helena la hermana, era el escenario de todos los encuentros de la familia. Casamientos de primos, recepciones, lugar de estudio y naturalmente de peleas familiares 18 El Austin y la damajuana • Una tarde, después del religioso almuerzo con sopa de entrada y bife con ensalada, María, mientras lavaba la ropa a mano sobre una tabla de madera, de espaldas a las travesuras de Pedro, sintió un grito agudo y muy alto. Al volver corriendo con las manos llenas de jabón, su corazón se congeló, Pedro estaba ensangrentado gritando sin parar con la camiseta del color del amanecer. Su padrino Hugo le había traído de Paris una reproducción de un autito Austin con suspensión en las cuatro ruedas que abría las puertas y el capot. Al empujarlo, literalmente volaba por la madera del piso, sólo que esta vez el impulso fue más fuerte que el necesario y el bólido verde salto el umbral e iniciaba una caída libre del sexto andar, cuando Pedro en la desesperación por la pérdida inminente, jugó su cuerpo como un arquero en un penal, estiró el brazo en el instante justo, evitando 19 la caída, con la desgracia de chocar su frente con los barrotes metálicos del balcón. Un corte en el arco superciliar izquierdo, cuatro puntos de urgencia y un helado para calmarlo comprado por Helena en el bar Tarzan fueron el fin de la tarde agitada. Se iniciaba así una larga historia de accidentes imprevistos e historias en lo mínimo pintorescas. María, la gorda, era de Vedia, un pueblo del interior. Alternándose con Mari, la flaca, cuidaba de la familia, mientras Helena trabajaba. La hija de María, la Biyo, vivía en la casa de una señora llamada Doña Jova, que atendía a chicos necesitados o huérfanos, con la ayuda de los vecinos, en la calle Esmeralda al 900. 20 María tenía un hermano que periódicamente viajaba a Buenos Aires, se hospedaba en una pensión y pasaba una semana pintando los carteles gigantes con escenas de las películas que exhibían los cines de la calle Lavalle: eran vaqueros con sus revólveres y caballos, actrices en fiestas y todas las síntesis que reflejaran el tipo de película expuesta. Un verdadero artista del pincel que Pedro admiró y trató de imitar toda la vida. La otra hermana, Magda, trabajaba en la casa de una vecina. María, Magda y Mari dormían en un entrepiso de Esmeralda, la casa de moda, y eran como una extensión de los brazos de Helena y Adela para lo que ellas necesitaran. Como Pedro padre compraba damajuanas de vino para economizar un poco, cierta vez aprovechando la distracción de María con las tareas de la casa, Pedro inicio un pasatiempo que le costó una deficiencia hepática para el resto de su vida. Con su triciclo rojo, recorría un circuito circular que iba de la cocina al balcón pasando por un pasillo, sólo que en cada parada frente a la 21 damajuana de vino, empinaba un ”traguito”... Como no podía ser de otra forma, al cabo de varias curvas, Pedro se desplomo del triciclo desmayado para, otra vez, desesperar a María. Cuando el temido Dr. Faverio llegó a la casa y sintió el aliento del pequeño acostado en la cama, dio un diagnostico fácil: “Pedrito no tiene nada, María, simplemente estuvo robando vino y se intoxicó, usted no vió?, tiene que tener más cuidado con las cosas al alcance de los niños” sentencio, frente a mirada avergonzada de María, casi “responsable” por la borrachera precoz. 22 Los Aberdeen Angus • Llegó el momento de las primeras enseñanzas en la escuela French y Beruti de la calle Juncal. Guardapolvos blancos, camisa con corbata y pantalones cortos de franela a pesar del invierno. Para recordar las vocales, la maestra de primer grado tenía un secreto imbatible: "Imaginen una serie de cumbres de montañas. Bien esas son la U, ultima letra de las vocales a e i o u....". En el pizarrón negro la serie de letras U diseñaban una serie de picos. Era para nunca olvidar, las vocales y las ingeniosas U con forma de montañas. La primera lección. Sentado al lado en el pupitre de madera de la escuela mixta, Pedro conoció a Francisco. Un nuevo amigo, con un largo flequillo rubio. Era un tiempo donde los diferentes grupos sociales se juntaban en las escuelas públicas con el 23 preconcepto de clase o raza un poco disfrazado. La enseñanza francófila era de buena calidad y los profesores dedicados. El segundo recreo era muy esperado porque servían un chocolate caliente con un pancito miñón que en las mañanas heladas de Buenos Aires cumplían la función de estufa. Francisco Firpo era el segundo hijo varón heredero de una fortuna inmensa nacida de la cría de ganado Aberdeen Angus en una estancia llamada La Danesa en la provincia de Santa Fé. Vivía en un departamento enorme en calle Esmeralda con vista a la Cancillería, el punto más impactante era el salón comedor con una mesa central gigante para atender a todos los miembros de la familia, y una araña de cristal imponente. La serie de puertas ventanas, con cortinas de voile, iluminaban la sala de forma suave. 24 En la misma línea se ubicaba la sala privada de José, el padre, donde tenía su escritorio y un El quinto piso de la casa de Francisco Firpo era el escenario perfecto para una temprana gran amistad 25 televisor con control remoto. Las hermanas eran mayores que Francisco y absolutamente rubias y lindas, nunca paraban de conversar, algunas casadas y otras con novios ricos. Todas las habitaciones daban a un corredor que conducía a la gran mesa. A pesar de los dos mundos, Pedro practicaba una amistad simple, y los dos se entregaban a juegos divertidos, con trenes eléctricos traídos de Estados Unidos, aviones de control remoto, ejércitos de plomo, siempre sobre la mirada atenta de María, una especie de generala de la casa. La variedad de juguetes era infinita y las tardes pasaban muy rápido. 26 Pero a Pedro lo que más le gustaba era cuando Pepe Bertolucci, el chofer particular de la madre de Francisco, los llevaba en un Packard negro a los bosques de Palermo a jugar a la pelota. O mejor, todavía, cuando iban de visita al castillo de la abuela materna en La Recoleta. Era un lugar absolutamente encantado, y como la abuela había muerto poco tiempo atrás, la casa-museo estaba vacía, el piso de las personas que trabajaban vacío, las caballerizas o cocheras vacías, las piezas vacías, el patio de piedras blancas como las de Versalles, vacío. Pedro y Francisco disfrutaban ese pedazo de mundo antiguo, silencioso, misterioso, de fantasmas, corriendo por los cuartos y bajando las escaleras de mármol sin parar. Momentos únicos. Francisco, mucho más informado en cosas mundanas por influencia de las hermanas, inició Pedro en dos “avivadas” importantes. Con una regla comparaban la medida de sus “pitos”, donde Francisco tenía algunas ventajas, y disputaban quién hacia pis más lejos. Eran hombrecitos. Pero el mayor descubrimiento fue la afirmación de la no existencia de Papá Noel ni Reyes Magos, ni menos que menos la cigüeña. Ese tal vez haya sido uno de los choques de realidad más duros para Pedro. Su madre Helena 27 no pudo desmentir las verdades del inteligente Francisco. Más conciencia. Del otro descubrimiento fue responsable otra Helena, se trataba de Helenita Uriburu que vivía en el Palacio Estrugamou en la calle Juncal y Arroyo. Una mañana, en el segundo recreo de la escuela, Pedro recibió de las manos de una colega una carta que decía: "Por qué nunca me mirás, soy tan fea? Me llamo Helenita y te veo siempre en la plaza San Martin cuando la señora me lleva." 28 Pedro sintió vergüenza y orgullo. Después de correr en el castillo de la abuela eso era lo mejor que le estaba pasando, se sentía casi un pequeño hombre a pesar de los pantalones cortos... Guardó la carta y se la mostro a su hermana Helena que festejo la noticia ayudándolo a escribir la respuesta. Nesta mole de cemento en la calle Juncal esquina Esmeralda vivia Helenita Uriburu, la primera" novia". De pantalon corto. 29 Educadamente y con tacto escribió como pudo a su compañerita de escuela invitando a encontrase en la plaza por las tardes. Así lo hacían, bajo la vigilante mirada de la regente de peinando recogido y blanco. Jugaban a las escondidas atrás de los árboles o en la barranca frente a la torre de los ingleses donde rodaban como troncos. Amor de 8 años: correr en la plaza y mirarse a los ojos con un poco de vergüenza. 30 31 Plaza San Martin. La barranca era uno de los lugares predilectos de los amigos. Subir a los arboles para fumar a escondidas de los guardianes. Che • El primo Carlos, hijo de Adela, explicaba a Pedro, por horas, la importancia del nuevo presidente llamado Arturo Frondizi que estaba desarrollando al país una vez que los militares de Aramburu no estaban más en la casa rosada. Le enseñaba que el presidente Kennedy, de Estados Unidos, aprobaba las nuevas ideas y hasta el Che Guevara se hizo presente en el café de Florida y Paraguay cuando era ministro de industria de Cuba después de ser recibido por el presidente argentino en Olivos. 32 El país estaba cambiando según el primo, los peronistas votaban en blanco y eran mayoría. Nuevos tiempos, petróleo, energía e industrias, los militares estaban vigilantes y más o menos quietos. Pedro padre no creía en nada porque Frondizi había sido radical y era tolerante con los peronistas. Se escudaba en los discursos floridos de Mario Bravo con su socialismo democrático. Y a pesar de su ateísmo tenía simpatías por Horacio Sueldo de la Democracia Cristiana, y en el eterno Palacios, su ídolo. El tango de Troilo era su refugio cuando se cansaba de hablar de política. “Un pueblo pobre y sin esperanzas no es un pueblo libre...” proclamaba el nuevo presidente. Evidente que las preocupaciones politizadas de su primo, 10 años mayor, o de su padre, lo tenían sin cuidado, mal entendía, o mejor, no entendía, lo que significaban las palabras política, huelgas, proscripción, imperialismo, nacionalismo, desarrollismo, radicalismo, ni democracia. El mundo de Pedro giraba entre sus amigos, la plaza San Martin y la escuela. No tenía ni presidente ni partidos. Tenía deseos. 33 El brujo • Había aprendido a jugar a las Damas y disputaban junto con su primo Carlos, partidas relámpagos con el mendigo con cara de Rasputín, que vivía en la puerta de la escuela para mujeres María Auxiliadora. Nunca consiguieron vencer a aquel sujeto que en su silencio perpetuo y escondiendo sus gestos detrás de la barba negra, movía las piezas con sus dedos largos de pianista, vencía todas las partidas. Siempre encorvado y tranquilo, según Carlos, el mendigo ganaba porque anticipaba las jugadas o “adivinaba” lo que ellos pensaban. “Es un brujo”, decía el primo. Admiración 34 Tom • Cierta vez llegó a la casa de moda una encomienda en un enorme cajón de madera. Una clienta, dueña de una estancia bonaerense, mandaba un obsequio muy especial para la familia. Una forma de agradecer las peripecias que Adela sufría con las telas, moldando sobre el cuerpo los vestidos para las fiestas de las señoras, que naturalmente tenían que resaltar sus virtudes y disimular los defectos, principalmente los derivados de la gula. Se trataba de dos cachorros Collie, maravillosamente lindos y puros, un macho y una hembra. Tom fue el elegido. Vivía en “Esmeralda”, que era como se llamaba la casa de costura, con todas las comodidades del mundo. Un príncipe. Pedro era el encargado de pasearlo todos los días por la plaza San Martin y jugar con la pelota de goma en los pasillos. Eran días inolvidables de 35 corridas y caminatas, después de cada salida tocaba darle un baño en la bañadera de servicio, porque Tom adoraba llenarse de barro con las mangueras para riego de la plaza. Era tan inteligente y cariñoso que hasta el malhumorado tío Carlos, padre de Carlos, lo aceptaba en casa y le obsequiaba pedacitos de pan con manteca que Tom devoraba en segundos agradecido. Una mañana de sábado Helena, la madre, y Pedro tomaron el tren y se despidieron para siempre de Tom en la casa de una amiga del Tigre. Pedro sintió un dolor profundo y único cuando el latido de su amigo sonaba frio al doblar la esquina para nunca más verlo. Sin llorar, sintió una tristeza enorme, como un golpe en el estomago. Adela preparaba los huesos de caracú sin cocinar completamente, para que “el príncipe” de la casa comiera y jugara con el hueso. 36 Pedro nunca imaginó que de ese amor y compañerismo nacería el primer gran desencanto y tristeza de su vida. Tom no soportaba el encierro y las alfombras, su pelo y piel comenzaron a tener enfermedades alérgicas constantemente. El veterinario fue categórico. La casa de moda no era un lugar para Tom... 37 El padre Miguel • Tomada la comunión católica un 8 de diciembre, acto al que Pedro padre no asistió por cuestiones de principio, porque no aceptaba la religión y menos que menos a los curas, Pedro inicio una doble actividad, de tarde a veces en la plaza para ver Helenita y otras, más deportivas, en el patio de la iglesia del Santísimo Sacramento donde se reunía con los amigos a jugar al futbol. 38 Lógicamente la diversión no era gratis. El padre Miguel, a cambio del uso del patio “solicitaba” diplomáticamente, que los jugadores asumieran la función de monaguillos en las misas de domingo y que intregasen el ejército de Boys Scout, que la iglesia de la calle Juncal y Suipacha organizaba. Pero como el padre Miguel, cuando inclinaba la cabeza para hablar en voz baja, era tan convincente y delicado, no les era difícil participar ni rezar tres Ave María y tres Padre Nuestro, después de El Santissimo Sacramento. El reino del padre Miguel, escenario de " padres nuestros", futbol en el patio y monaguillos en los domingos. 39 confesar las malas palabras dichas en la semana. El catecismo, las historias de la Trinidad, Jesús, Dios, María y la creación del mundo, las normas y reglas a cumplir en la vida, iluminadas con luz baja dictaban el momento. Pedro tenía pavor del castigo de Dios si antes de comulgar en el domingo en la misa de las nueve, pensase cosas feas, o robase las monedas de la billetera de su madre. El pecado y el castigo. 40 Pedro padre • Era una costumbre constante del Pedro padre tratar de dar consejos a Pedro. Pocas cosas lo aburrían más que esos sermones, pero como en todo, siempre hay excepciones. Un domingo fueron juntos, padre e hijo, a la panadería El Cañón de la calle Esmeralda y Lavalle. Mientras hacían la cola, Pedro aprovechó la proximidad de las galletitas dulces expuestas en unas canastas enormes, agarró una y se la comió. Pedro padre simuló no ver, llegó su turno, pidió los alfajores de una masa blanca que adoraba y pan. Pagó la cuenta en la caja y salieron caminando tranquilos. “Pedro... ¿vos te imaginas que sería del mundo si todos hicieran lo mismo que vos? Si todos se comieran una galletita sin pagar? Hoy no voy a hacer un discurso, sólo quiero que pienses”. Un imperativo categórico. 41 Mens sana in corpore sano • Helena, la madre, decidió que Pedro además de ir a la escuela, la iglesia y la plaza, tenía que aprender a nadar, entre otras cosas para evitar que Pedro, para matar el tiempo en Esmeralda, ahora sin Tom, dejase de romper vidrios de los vecinos con la gomera activada con los plomitos circulares usados para equilibrar los vestidos. Así fue inscripto en la Asociación Cristiana de Jóvenes de la calle Reconquista y Corrientes, un edificio vertical en donde cada piso además de granito impecable, tenía una frase de Cristo y estaba súper organizado en turnos en turnos y normas. 42 Lunes, miércoles y viernes, masculino. Martes jueves y sábados, femenino. Cada turno reunía unos 40 alumnos, el tiempo distribuido prusianamente, con 15 minutos para cambiarse, La Asociación Cristiana de Jovenes en la calle Reconquista. Fue la escuela donde Pedro aprendio y conoció natacion, futbol, gimnasia sueca, y el cuerpo de la mujer desnuda. 43 30 minutos de gimnasia sueca tradicional con un piano que acompañaba los movimientos, tocado por un viejito, 30 minutos de futbol sentado o balón y 30 minutos de pileta. Una disciplina que Pedro había aceptado con tranquilidad. Según la dedicación, los alumnos iban ganando estatus mediante una cinta de color que los diferenciaba por aptitud. Después de cada entrenamiento, un yogurt con un sándwich de jamón cocido y vuelta caminando para casa. En este escenario púdico, limpio y religioso, Pedro tuvo una revelación que nunca más salió de su cabeza. Elegido en una selección para aprender e integrar el equipo de básquet del club que iba a disputar contra los representantes del club de Brasil, tenía que participar de unas aulas extras de sábado para aprender detalles del juego. 44 Sábado era día das mujeres, por lo tanto el club había establecido limites en los vestuarios. Todo estaba en orden. El entrenamiento se practicaba con repeticiones interminables. Movimiento de encestar, llevar la pelota sin arrastrar, los cambios de mano, la marcación, salto para recuperar, en fin, un compendio de trucos y técnicas que dejaban a los alumnos sin aire y bañados en traspiración y con la esperanza de ser titular frente los brasileros. Ese sábado, Pedro volvió junto con sus colegas a los vestuarios donde tenían los roperos metálicos y bancos de madera verde, en el final estaban las duchas, cruzando una puerta de vidrio. Como todas las duchas estaban ocupadas por sus compañeros, Pedro que odiaba esperar, resolvió bajar un piso por las escaleras que daban a la pileta y comunicaban con otros vestuarios y duchas, en busca de un lugar tranquilo. Al entrar en los baños, sintió el ruido fuerte del agua golpeando en los cuerpos como en una catarata. La respiración se detuvo un instante. 45 El tiempo paró, sus ojos no creían lo que estaban viendo, por primera vez en su vida. Los espacios de las duchas estaban todos ocupados por cuerpos desnudos y mojados o enjabonados de las jugadores de vóley del club. Una imagen marrón gigantesca, de piernas brillando, de pelos púbicos, de espaldas curvas, de cabellos alisados por el agua. Mujeres desnudas. Nada lo había impactado así en la vida. Mujeres desnudas. Fueron segundos antes de salir corriendo sin que nadie lo descubriese. Fueron años que las imágenes inundaron su memoria. Primera vez. 46 Córdoba además • De la intensa vida de Teresa, hermana mayor de Helena y Adela, nacieran varias historias. La primera fue el casamiento de Helena con Pedro padre, que era sobrino de Carlos, marido de Teresa, que presentó a ambos en San Isidro donde la familia de la viuda Rosa, madre de Teresa, vivía con otros 11 hijos. La segunda, no menos intensa, fue haber conocido en uno de sus viajes a Europa de navío para “inspirarse” en las colecciones de moda, a Rina. Piamontesa. Rina era enfermera. Durante la segunda guerra mundial, Mussolini no tuvo mejor idea para resolver la soledad de las tropas italianas que habían invadido Etiopía, que mandar a las enfermeras para atender los impulsos masculinos. 47 De esta forma, los contagios serían mínimos. Frente a la posibilidad nada gratificante de que la enviaran a Etiopía, Rina decidió aceptar la propuesta de casamiento “por poder” que Carlos, un viudo italiano que vivía en Alta Córdoba, le ofrecía por carta a la familia de Rina. 48 Así, en el navío que partió de Génova, Rina y Teresa se conocieron y fundaron una amistad que le otorgó el pasaporte de nueva tía para toda la familia. Los futuros hijos de Rina y Carlos serían por lo tanto los nuevos primos que se incorporaban a la familia de Pedro, en Cordoba, lamado de el Fá. Rina, ahora rica, porque Carlos era propietario de una fábrica de cristales, construyo una casa en Icho Cruz en las sierras cordobesas para tener algo parecido a su Piamonte querido: montañas, ríos, nieve y calor. Nunca aprendió castellano y, a pesar de su propia historia, se decía fanática defensora del Duce mientras escuchaba operetas italianas. "Italia nostra" Pedro, su hermano Antonio y su hermana Helena pasaban todas las vacaciones en las sierras con Helena, Rina la tía y sus hijos. En la casa piamontesa de las vacaciones cordobesas, Pedro conoció a los italianos familiares de Rina que, obsesionada con la comida y con la situación de su familia, poco a poco fue importando hermanos y parientes que trabajando en la fábrica del marido, se convertían lentamente en argentinos, o más o menos. Todos mantenían sus costumbres piamontesas, amaban la caza, las montañas, la música, naturalmente las comidas y el vino Nebiolo o Barbera. Se peleaban por política en un casi castellano, y hablaban con las manos. Fue allí que Pedro conoció las palabras comunista, capitalista. Viajar a Córdoba era como conocer otro universo. Siempre después de Navidad y Año Nuevo, 49 tomaban el tren “Rayo de sol” que salía de Retiro a las nueve de la noche y doce horas después llegaban a Córdoba. En la estación los esperaba un Rastrojero de la fábrica que los llevaba a la sierra pasando por Carlos Paz y siguiendo 11 kilómetros por un camino de tierra. Rina, de sonrisa abierta y un delantal sobre la pollera, los esperaba con los primeros fideos de la temporada, pesto o tuco según la ocasión. Vecino de “La Gringa” como cariñosamente fue bautizada Rina, vivía Rebrej, un yugoslavo que mal hablaba castellano y que plantaba maíz, cuidaba de casas, criaba abejas para miel, tomaba abundantes cantidades de ginebra Bols y alquilaba caballos para los turistas. 50 Pedro amaba ese lugar, los caballos, la mica de la sierra que reflejaba el sol y los ríos transparentes. El yugoslavo siempre reservaba “El Bayo” o “El Pirincho” para los paseos de Pedro que en solitario Icho Cruz. El amor de Pedro por los caballos nació enfrente de la casa de la gringa. Montado con estribo corto en el " el Pirincho", uno de sus amigos predilectos 51 recorría los caminos de piedra de Icho Cruz. Helena, la hermana, jugaba con Bea la hija de La Gringa y Antonio iniciaba sus primeros amores verdaderos con las turistas porteñas en sociedad con Juan Carlos, hijo de Carlos, el fallecido esposo de Rina. 52 El amor de Pedro por los caballos, seguramente nació en la sierra. El chico de la ciudad grande llega al campo y comienza a entender el lenguaje del cuero crudo, de las palabras cortas, de los gestos tranquilos con que los peones se relacionaban entre ellos y con los animales. Atahualpa Yupanqui decía que en la pampa las personas gritan porque a las palabras se las lleva el viento por el llano, en cambio en la montaña se habla despacio y suave por el eco de las piedras. Las sierras cordobesas eran más fáciles montado en el lomo de estos nuevos amigos, todos los días a las cinco de la tarde Pedro estaba con las manos en las riendas conociendo un mundo diferente del cemento y el asfalto. Sol, piedras y agua transparente . Paraguay 749, sexto 21, tel 32-0193 • En las horas en las que no estaba ni en la plaza, ni en la iglesia, ni en el club, Pedro dividía su tiempo dentro del edificio de su casa. En el tercer piso contrafrente vivía Alejandro. Héctor, el padre, dueño de la casa Mirror de ropa femenina, en la calle Paraguay y Florida, se había enamorado de la señora que trabajaba con él, Magda, hermana de María, que cuidaba Pedro. Vivian juntos en la calle Maipú y Viamonte en un departamento luminoso y moderno. Héctor, de bigotes finitos y pocos pelos engominados para atrás, tenía el único Peugeot 403 convertible de Buenos Aires, blanco e impecable. Absolutamente espectacular. Algunos domingos, Héctor llevaba a pasear a Alejandro y Pedro hasta las piletas de Núñez o al hotel del aeropuerto de Ezeiza. Comían sándwiches de jamón cocido y Coca Cola. Momentos increíbles. 53 Por su parte, la madre de Alejandro siempre convidaba a tomar el té a Pedro para que jugase con Alejandro, unos años menor e hijo único. El famoso té de las 5 era muy atractivo porque siempre tenía tostadas hechas en el horno, manteca fresca, Toddy frio. Pero lo mejor del té era que la madre, que era linda, castaña, de voz ronca, usaba unas camisas blancas y sueltas sin corpiño que dejaban ver sus senos cuando se inclinaba para servir. Pedro estaba dejando de ser pequeño. 54 55 Paraguay 749. Entre Maipú y Esmeralda, enfrente del Círculo de la fuerza aérea y en la misma manzana que vivía Borges La terraza 56 • El otro lugar de encuentros era sin duda la terraza del primer cuerpo del edificio. El punto más importante. Bautista, el portero madrileño que trabajaba como un animal limpiando todas las veredas de la cuadra, había traído de España a sus sobrinos sobrevivientes republicanos de la Guerra Civil Española, Baltasar y Santiago que junto con Cacho el hijo, formaban un trío de contadores de historias sin fin. Santiago había sido combatiente republicano contra Franco, tenía marcas de balas en las pantorrillas y, para demostrar que era posible controlar el miedo caminaba descalzo por el borde de la pared a unos 30 metros del asfalto. Tragaba el humo de los cigarrillos y aguantaba el dolor sin pestañear cuando se quemaba su propio brazo con el cigarro. Si los ojos de Pedro no escaparon de la órbita después de aquellas historias de locura y muerte, nunca más escaparían. Cacho, Baltazar y Santiago serían para siempre referencias únicas. Santiago, blanco como el papel, hincha de River, trabajaba de mozo en un bar de la calle Santa Fé, donde invitaba a Pedro a tomar licuado de banana con leche y sándwiches de miga para convencerlo de que deje de ser de Boca como Antonio y se transforme en riverplatense. Tarea que, lógicamente, dio sus frutos. Pedro se convirtió a la banda roja para siempre. Licuado de banana con leche. Bautista, el portero y fundador de la dinastía española de la calle Paraguay, le proporcionaba a Pedro otro lugar en la diversión o en la sorpresa. Lo convidaba, a escondidas, a comer su almuerzo particular a las diez y media de la mañana, mientras su mujer lavaba ropa a domicilio. “Pedrito, ven aquí y no le cuentes a tu madre coño”. Seis huevos con panceta y cantimpalo, pan fresco y un café con fernet de sobremesa. Maratón para el hígado. 57 Pero el primer castigo público fue también en el edificio de Paraguay... y por Bautista. El lechero pasaba todas las mañanas, subía en el ascensor los siete pisos y, bajando por la escalera, depositaba las botellas de leche llenas llevando las vacías y las monedas que los inquilinos dejaban junto como pagamento. Una semana el lechero se quejó porque las botellas vacías estaban, pero el dinero no. Fue cuando Bautista preparó una trampa, se escondió en la escalera detrás del ascensor y cuando vio a Pedro robando las monedas de los vecinos lo aseguró por las orejas y en un salto lo entregó a la madre, que en la vergüenza no tuvo palabras. Las monedas eran para comprar un mortero de cristal para el Día de la Madre. Decepción 58 Presidente Roca • La escuela mixta tenía un límite. Cuando Pedro pasó a quinto grado tuvo que emigrar hacia una exclusiva de varones. Fue allí, frente a los Tribunales y al lado del teatro Colon, donde conoció a su nuevo amigo, El Negro Ojeda. Francisco Firpo se encaminó al colegio Champagnat porque tenía más que ver con su condición social. Era visto que escuela pública, un hijo de una modista y de un empleado público no era la mejor compañía para el heredero de los grandes campeones de la raza negra. Francisco terminó de adulto estudiando en Estados Unidos y volviendo a la Argentina en calidad de científico brillante del segmento agro ganadero. Su inteligencia estaba marcada. Helenita Uriburo seguía la misma doctrina y nunca más vió Pedro. En compensación, El Negro le abriría las puertas 59 de un universo diferente. Era hijo adoptivo de un matrimonio de ingleses, el viejo Redal, y su mujer típicamente sajona. Impecables, educados y lógicos. Vivian en la calle Carlos Pellegrini y Córdoba, en un departamento discreto bien europeo, tenían una quinta de 37 hectáreas, en Benavidez cerca de Villa La Ñata. Allí el viejo Redal llevaba todos los fines de semana a los dos amigos y los hacía trabajar para aprender de la vida al tiempo que reparaban la casa de fin de semana. Era cortar caña, hacer zanjas, colocar alambres, arreglar el tanque de agua, colocar piso de empedrado, pero también era aprender a boxear, andar a caballo en pelo, arrear las vacas y durante las tardes, libres para jugar, ir al rio, o galopar. Cuando los padres dormían la siesta religiosamente después de las comidas típicamente inglesas, tortas de pescado incomibles, pastel de papas y uvas de postre, Pedro y El Negro se dedicaban a disfrutar lo prohibido. 60 Robaban cerveza de la heladera a kerosene y, La escuela Roca donde Pedro conoció su nuevo amigo y cultivó la pésima costumbre de torturar al maestro 61 lo mejor de todo, empujaban el Ford 48 por tres o cuatro cuadras para después dar partida sin que nadie escuche y pasear clandestinamente por los caminos de tierra antes que se despertaran los dueños de casa. El padre del Negro era presidente de una fábrica de cerveza llamada Andes, lógicamente mendocina. El dueño de la cervecería iba a veces a visitarlo con su familia a la quinta que se llamaba “Vive como quieras” en homenaje a los principios democráticos del inglés. La familia del dueño era más o menos común, más o menos linda y arreglada, con ropas caras y claras. Menos la hija, que no era común: era absolutamente linda, elegante, inteligente, con el pelo claro hasta la cintura y unos años mayor que los dos amigos de rodillas sucias. 62 De vez en cuando el dueño de la cervecería invitaba a los amigos y a los padres a un paseo por el Tigre a bordo de un crucero de madera de 20 metros llamado “Don Félix”. Tenía dos motores diesel ruidosos. Y un lujo fantástico. El viejo Redal como parte del aprendizaje mandaba a Pedro y al Negro a limpiar las sentinas con un balde y un trapo porque, como era de madera, el “Don Félix” siempre hacía agua, para desespero de los amigos que sólo deseaban estar en cubierta para ver a la hija tomando sol mientras navegaban por los canales marrones del delta del Paraná. Pero no era solamente trabajo en la quinta, Redal había comprado para el Negro un caballo llamado “Malacara” indomable y rebelde de cuatro patas blancas, y para Pedro sobraba “El Mayo” un zaino manso con un hueso salido pero muy bueno y obediente en los galopes diarios. El casero Goyo poseía el arte del relato. Cuando los amigos lo acompañaban al mercado de sulky, el Goyo aprovechaba para contarle historias extraordinarias de magias y apariciones, palabras y mentiras que en los anocheceres se transformaban 63 en verdades peligrosas. Un quita-sueño. La libertad de “Vive como quieras” tuvo un episodio que cuestionó los principios y las palabras. 64 “Aparecieron cuatro cantores ingleses, con voz de mujer, pelos largos de flequillo y corbatita fina que están teniendo un gran éxito en el mundo entero, una vergüenza, espero que ustedes no los escuchen”, dijo el viejo Redal. El negro fingió que no los conocía, Pedro lo siguió en los argumentos y por dentro de esa tarde de domingo de vuelta para la capital cada uno de los dos tuvo la sensación que el mundo tenía varios dueños. No solamente diferentes verdades ni riquezas, sino, varias maneras de ver, de leer al mundo que les tocaba vivir. Era la primera vez que sentía los opuestos, algo parecido a lo que los españoles contaban en la terraza de Paraguay o los piamonteses en Córdoba. Un mundo sin acuerdos. “Vive como quieras” era una media verdad. Lo correcto hubiera sido “vive como quieras... desde que te lo permita”. El universo del negro Ojeda con caballos, campo, trabajos manuales, intemperie, barcos, ríos, cueros y vida rústica convertía a los amigos en cómplices secretos. Se sentían diferentes, más fuertes que sus colegas urbanos. Durante todo el sexto grado Pedro y el negro practicaban un pasatiempo infame que dejaba loco al maestro Carbone y alegraba a todos los compañeros. Como Pedro tenía los dientes frontales separados, había desarrollado una técnica de silbar sin abrir la boca. El negro lo cubría con la espalda y cada vez que Carbone se daba vuelta para escribir la lección en el pizarrón, un agudo inundaba la sala del 6° B. Carbone a veces fingía que no escuchaba y otras se daba vuelta rápidamente sin suerte porque la 65 técnica de los amigos era muy depurada. Faltando dos meses para terminar las clases, mientras hacían la fila a las 12 tomando distancia del colega de adelante con el brazo izquierdo, en un exceso de confianza, Pedro inicio el odiado y festejado silbido justo en el preciso momento en que Carbone pasaba al lado. Previsible, el crimen no es perfecto. Como un rayo de Mohamed Ali, un cachetazo rápido cruzo la mejilla de Pedro que estalló en llanto. Pedro padre, furioso con la inaceptable venganza violenta del maestro, hizo un escándalo cinematográfico en la dirección de la escuela, que por su parte suspendió a Carbone hasta el próximo año. Pedro, después de tomar clases particulares de matemáticas, historia y geografía ganó la medalla de mejor alumno del sexto grado de la Escuela Nacional Roca entregada por el vice director que había suspendido al injusticiado Carbone. Premio inmerecido. 66 Sarmiento • Casi con los 13 cumplidos, Pedro ingresó en el Colegio Nacional Sarmiento de la calle Libertad a media cuadra de las cinco esquinas. El colegio, en el pasado, había sido teatro de batallas campales entre facciones estudiantiles “laica y libre” enfrentadas por el papel de la religión en la educación. Inclusive, se decía que había sido muerto o herido un alumno judío. Carlos, el primo que había cursado hasta quinto año en el Nacional, tenía guardado de recuerdo una manguera con una cadena por dentro, que había usado contra “los tacuaras” facción estudiantil de corte fascista y antisemita partidarios de enseñanza religiosa, que llamaban Libre. Según su hermano Antonio, ¡otra vez política!, el presidente Frondizi estaba en apuros, por presiones de militares de radicales y de nacionalistas que repudiaban el secuestro por 67 parte de Israel del criminal de guerra Adolf Eichmann, practicado en secreto. Los tiempos en el colegio estaban más calmos, pero el choque de tener tantas materias diferentes, y cada una con un profesor a cargo, un grupo de celadores, ex alumnos que vigilaban las conductas, era muy grande. La vestimenta también había mudado repentinamente, el delantal blanco de la escuela primaria se había transformado en saco azul de tres botones simples, pantalón gris de franela, camisa celeste y corbata azul o roja. La valija era sustituida por libros y cuadernos llevados en la mano, la tinta tenía que ser azul y cada materia tenía un cuaderno especial. En los recreos cada uno debía hacerse cargo de los gastos. La vedete era la garrapiñada. 68 De los profesores, todos bastante adultos con excepciones, Pedro tenía enorme respeto… menos El patio del Colegio Sarmiento en la calle Libertad. Escenario de los primeros pasos adolescentes de Pedro 69 de uno, el de geografía. Se trataba de un personaje que siempre tenía los cabellos grises y largos, fumaba sin parar y tenía una narrativa con silencios enormes. Al principio todos creían que el silencio era para pedir silencio, pero no, era porque su corriente cerebral tenía evidentes interrupciones, lapsus entre frases y frases. Los colegas habían descubierto que era perezoso y no leía las pruebas, entonces la técnica era escribir con letra de médico, ininteligible cualquier cosa que él no iba a leer, cuanto más paginas mejor. Raúl, un colega, tenía el arte de imitarlo cuando era llamado al frente. 70 Otros profesores despertaban sentimientos diferentes. El viejo aristócrata de castellano era absolutamente brillante y envolvente. Se parecía físicamente a Churchill, elegante, con un vocabulario súper culto, explicaba las normas y reglas de un idioma imposible de difícil. Citaba a Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Espronceda, Victoria Ocampo, con una intimidad que parecían sus hermanos. Los alumnos se sentían ignorantes sin retorno. Pero con admiración. La profesora de historia hablaba sin parar sobre Egipto y la Mesopotamia, asirios y caldeos, el bronce y el hierro, la escritura cuneiforme, con un detalle que dejaba a la clase muda, más no de curiosidad. Cruzaba las piernas de forma abusada provocando una guerra interna para habitar las primeras filas. Pero de las profesoras, la que más se destacaba era Nora, la rubia de matemática. Discreta, elegante siempre bien vestida con ojos marrones pequeños e intensos. Linda! Las polleras que usaba no eran cortas como la de historia, pero como eran justas, acompañaban sus formas finas. Explicaba con cariño y paciencia lo inexplicable, teoría de los conjuntos y un montón de manías numéricas imposibles de entender porque Pedro y sus colegas solo tenían ojos, orejas y corazón para su belleza y sus movimientos Pero el Sarmiento, como había sido antes el Roca, o el propio French y Beruti, representó una nueva 71 etapa, tal vez pre-adulta o más o menos. Pedro conoció en clase amigos, enemigos y neutros. Los neutros eran los “tragas”, los que tragaban libros. Siempre quietos, sin ruido, tranquilos, educados, tímidos y un poco temerosos. Eran dos mellizos de anteojos siempre con nota 10, tres judíos uno más inteligente que otro, dos católicos casi seminaristas, ricos de la elite blanca, y otros que eran esforzados y mudos. Los enemigos eran los que hacían ruido siempre, reían de todo, no les gustaba nada ni nadie. El petizo Bocadoro era el líder, aterrorizaba a todo el mundo con sus groserías y amenazas. Los amigos de Pedro sin querer fueron formando una minoría simple. 72 Daniel. De padres separados, músico autodidacta, tocaba la guitarra de oído, había descubierto a Tom Jobim y Baden Powel de Brasil, como Gerry Mulligan y Oscar Peterson de Estados Unidos, para transformarse en un seguidor compulsivo de ellos. Usaba el reloj en la mano derecha porque era zurdo, y su padre farmacéutico morocho de pelo teñido, divorciado lo apoyaba en todo. Su hermano estudiante de medicina tocaba el bongó. Los dos fumaban y eran los “dueños” del departamento donde vivían en la calle Moreno frente al departamento central de policía. Los hermanos administraban la casa como dos adultos. Caruso. El más reservado, de una inmensa nariz, tenía dos hermanos que estudiaban medicina, era el único que usaba anteojos, sus padres eran dueños de una casa de tapizados y muebles antiguos, vivía enfrente del Cole en una especie de casas comunitárias, o minibarrio, en el primer piso por escalera. Pésimo en los deportes, extremamente blanco de piel, Caruso no era muy aceptado por los demás, pero Pedro sentía mucho cariño por él y pasaban horas estudiando juntos. Malbrán. Hijo de un científico famoso que creó una fundación medica con su nombre. Era enorme, 73 rubio, con cara típica de judío, parecía un poco tonto pero era de un corazón increíble, amigo excelente. Cuando improvisaban partidas de rugby en los momentos que faltaban a clase, previamente programadas, las famosas “ratas”, Malbrán destruía a sus oponentes con su potencia física. Ni Pedro, entrenado en ese deporte, conseguía parar aquella humanidad lanzada con las piernas que parecían de un caballo desbocado. Carlos Silveira. El estilo, lujoso en los modales, en el estudio más o menos bien, jugaba rugby de medio scrum, inteligente, el padre tenía un negocio de moda, con novia declarada. Una chica linda del equipo de hockey de Obras Sanitarias. Además jugaba muy bien al futbol. Narigón, no era muy lindo pero ni necesitaba, tenía ángel. 74 Raúl. El más bajo y fuerte de todos, el único que no estudiaba de los libros porque memorizaba de las clases teóricas, el mejor jugador de futbol, Pintura de Raul. La vieja estación de San Isidro, hoy en el Tren de la Costa,. 75 disparado. La característica principal era su observación, su ironía sobre todo, su mirada profunda en cada momento de la vida. De una risa tremendamente contagiosa. Su padre vendía seguros, él vendía promesas. 76 Alejandro Petrone. Hijo de un artista de teatro y televisión muy famoso, vivía en Colegiales en una casa con pileta y cuadros donados al padre: Castagnino, Carlos Alonso, Berni, todos amigos comunistas del comunista Petrone padre. Había en la entrada de la casa un cuero crudo abierto en un bastidor de madera, con una pintura de Martin Fierro hecha por Castagnino en homenaje a la obra de teatro que Petrone había presentado sobre el poema de José Hernandez. Alejandro fumaba los famosos Jockey Club, quería ser diseñador de autos de carrera, y también tenía una novia. Cuando Petrone padre murió después de una larga agonía, desfilaron por la casa de Colegiales, además de los amigos, centenas de celebridades de la época. Pedro y Raúl estaban en la puerta cuando las hermanas Legrand llegaron para la despedida final. Noche de gala, brillo y olor a flores de muerte. 77 El Bar • Daniel Santi, Carlos Silveira, Caruso, Malbran, Raúl Silvestre, Alejandro Petrone y Pedro eran los nuevos miembros de un pequeño ejército particular. Pedro sentía que estaba creciendo. Curioso. Si el Negro Ojeda, que se había ido a un colegio técnico, era el rey de las manualidades, llegó a construir una guitarra eléctrica y un auto impulsado con el motor de avión 049, la nueva mafia de amigos eran completamente inútiles en el aspecto manual, pero en compensación, muy sensibles a los temas de la vida, sin leer un solo libro. Siempre discutiendo. 78 Todas las tardes de los años siguientes, más o menos a las seis, se encontraban en la heladería Palomeque en la calle Cerrito, de la mano izquierda cerca de la embajada de Francia, En este jardin, hoy en la avenida 9 de julio cerca de la embajada de Francia, se ubicaba "Palomeque" la primera universidad de la vida. 79 donde después pasó la extensión de la 9 de Julio. El dueño era un español que apostaba a los caballos con los clientes y las carreras eran su monotema, tenía una inmensa paciencia con los adolescentes reunidos, que sin dinero pasaban horas conversando con una Coca y dos helados, sentados frente a frente en los sillones rojos. Eran los tiempos del imbatible caballo de carrera Forlí y de las chicas de la escuela de Bellas Artes que a veces también iban al encuentro. Palomeque. 80 Domingo en el puerto • En muchos domingos, a Pedro padre le gustaba llevar Pedro a caminar por el puerto. A pesar de ser un día no laborable, Pedro padre nunca desistía de su corbata, traje gris o azul y sombrero de fieltro. A lo sumo, como una excepción, usaba una campera de cuero marrón, corbata y sombrero combinando color natural o verde. En verano, manga corta y camisa blanca. Los zapatos impecables siempre, marrón o negro con cordones y medias blancas. Como caballo de lechero, bajaban por la avenida Córdoba, cruzaban Leandro Alem, y en ese punto Pedro padre contaba siempre la misma historia. Señalando el edificio Atlas o Alas, que era el más alto de Buenos Aires, explicaba que Perón tenía un pasaje secreto que comunicaba con la Casa Rosada para utilizar en caso de golpe de estado o para atender a sus amantes. Pedro nunca supo ni quiso saber si eso era verdad o mentira, pero como lo había escuchado tantas veces lo tomo como si fuese verdad, al final era una linda historia. 81 El paseo pasaba por los galpones de ladrillos rojos y llenos de ratas, cruzaban el puente giratorio que les permitía llegar a la Costanera y ver el rio de la Plata entero. En las caminatas, muchas veces hacían una pausa para saludar al tío Ñato, hermano de Pedro padre, que era suboficial de Prefectura, siempre impecable con su uniforme marrón claro, camisa ajustada al cuerpo y una gorra combinando. Entraban los Pedros en la repartición para tomar un café y agua fresca. El ambiente simple y limpio. Cuidaban del puerto. Tal vez el primer contacto directo de Pedro con la política fue en uno de esos domingos antes del almuerzo de la familia, el único día que estaban todos juntos. 82 Después de cruzar el puente, a la sombra de las grúas negras que hoy están en exhibición, un hombre flaco, de pelo gris, alto y ligeramente encorvado, con un traje oscuro, discutía En el hoy elegante Puerto Madero, discutieron ayer los estibadores con el entonces presidente Illia. Los depositos eran un criadero de ratas. 83 tranquilamente con unos estibadores corpulentos que lo rodeaban con respeto. Era el presidente Arturo Ilia, un médico radical que poco tiempo después los militares encabezados por el ultra católico Onganía derrocarían con la justificación del peligro de la vuelta del demonio del peronismo y su líder Juan Domingo. Pedro tuvo ese recuerdo por muchos años, y comenzó a entender el pensamiento de Pedro padre: “Este hombre es muy bueno, demasiado para pelear entre lobos”. Política no era para médicos. Lobos eran los sindicalistas algunos leales a Perón, otros que disimulaban y hacían acuerdos corporativos con empresarios. Lobos eran los militares y su cruzada anti-todo que no fuese la familia argentina y la religión católica. 84 Una frase que comenzaba a escribirse en todas las paredes, baños de bares, escuelas y hospitales. Dos palabras. Perón Vuelve, o dos letras. P/V Gonzalez, el médico • Pedro padre antes de su casamiento había protagonizado un episodio, no mínimo, raro. De repente, un día, no se despertó. Quedó inmóvil en la cama. Rápidamente fue internado en el hospital Rivadavia y después de varios intentos y pruebas clínicas, el equipo médico decidió llamar al cura que atendía el hospital para darle la extrema unción. Esas palabras finales de despedida de la Tierra. El problema era que Pedro escuchaba todo, sin poder manifestarse. Un joven médico llamado González pidió permiso a la dirección para hacerse cargo del misterioso caso. Por suerte y por una terapia que el médico nunca quiso explicar para la familia, Pedro comenzó a mover los pies hasta despertarse definitivamente por los siguientes 47 años.Ese Gracias a la Vida selló un pacto de amistad y agradecimiento eterno. 85 González vivía con su hermana, tenía un hijo adoptivo y en su consultorio de la calle Paraná y Córdoba atendió a la familia durante toda su vida. A los pacientes pobres no les cobraba, a la familia de Pedro tampoco, pero con los ricos compensaba los costos. Practicaba la profesión de una manera casi religiosa, era especialista en vías respiratorias, había creado una vacuna que evitaba la gripe y fortalecía los bronquios y era aplicada a todos sus pacientes. 86 Las consultas siempre eran largas, y como Helena confiaba ciegamente en su ciencia, cada seis meses la familia entera tenía consultas individuales. Como González amaba el arte, y tenía la particularidad de dibujar paisajes con birome Bic negra, era esa una buena excusa para poder comunicarse con Pedro hijo. En forma paciente y con un poco de temor después de esperar en silencio dos horas para la consulta marcada, generalmente a la tarde, Pedro escuchaba los diagnósticos de arte después de los médicos. “No es posible que te guste la arquitectura moderna con sus líneas rectas, no entiendo porque detestás esos monumentos, casas y palacios, llenos de curvas, columnas y detalles. Observa la vida, la naturaleza, ni el mar en el horizonte tiene líneas rectas, la vida es curva, la recta es una abstracción del hombre”. Bien, para semejante afirmación venida de un profesor de más de 60 años, lógicamente Pedro no tenía respuestas. Sólo sospechas. En su rutina medica, González seguía un paso a paso metódico, comenzaba por el peso, por la altura, por la resistencia a la presión de los huesos, por los reflejos, el color de las uñas y del fondo de los ojos, el olor y color del orín y el estado de la garganta, el aliento. Después con estetoscopio escuchaba el corazón y los pulmones, con los dedos presionando revisaba los órganos internos, con pequeños golpes escuchaba el eco. Presionaba 87 las manos en todo el cuerpo. Una vez vestidos, los pacientes cómodamente sentados y con una luz filtrada y suave, contaban sus problemas personales de cualquier índole. Celos, divorcios, económicos, sexuales, profesionales, familiares, escolares etc. Era muy difícil evitar las confesiones, porque, mejor que cualquier cura, esa era parte de su arte, extraer lo que estaba pasando, física y psicológicamente. “Vos vas a tener más suerte en la vida que tu hermano. Él, desgraciadamente, esconde, encapsula todo lo que siente, vos al contrario, tus ojos te delatan, tu personalidad es más abierta, si conseguís protegerte tendrás un buen futuro”. Pedro salía hasta con las piernas flojas del consultorio con tanta información. Para volver a la vida propia, precisaba de sus amigos, de los chistes, peleas, mentiras y tonterías de Palomeque. 88 La tribuna • En los hechos, la heladería era la segunda escuela, o la primera universidad, y en ella se comenzaban a escribir los primeros pasos da cada uno de los amigos. Raúl confesó una tarde que no seguía más en el Nacional, no sólo porque odiaba historia y física, sino porque quería ser pintor. La escuela de Bellas Artes que estaba a la vuelta del Sarmiento sería su nueva casa. La Negra Toledo, novia de Alejandro, también estudiaba arte. Alejandro se afirmaba cada día más en los proyectos de autos de carrera comprando libros que explicaban las maravillas que ofrecían las nuevas aleaciones metálicas, que combinaban flexibilidad, rigidez y poco peso. El cromodileno. Sus pelos eran cada vez más largos y sus manos amarillas de tabaco. Carlitos Olivera seguía rigurosamente los pasos 89 de su padre. El colegio era simplemente una preparación para administrar el negocio, hacerse hombre, ser más rico, comprar una casa en Pinamar, casarse con Marcela y continuar el molde trazado por los padres. De política no quería saber, sólo miraba y escuchaba. Malbrán tenía su futuro escrito en el apellido, porque la clínica de la familia era muy exitosa, pero fiel a su ser tranquilo acompañaba las conversaciones multitemáticas con respeto. Nadie conseguía apartarlo de su eje, solamente una vez los amigos lo vieron fuera de sí. En respuesta a una provocación absurda de Bocadoro en el tercer recreo, Malbrán sacó un directo al mentón, en el mejor estilo Monzón, dejando al petiso nocaut en el medio del patio. Los celadores fingieron no ver, los compañeros festejaban. 90 Daniel, tal vez por ser de una personalidad absolutamente independiente, era el más rebelde y cético. Las polémicas entre Pedro, Raúl y Daniel eran interminables. A ninguno le gustaba perder o reconocer. Ni empatar. Pedro era especialista en buscar argumentos de cualquier lado, no aceptaba los absolutos. Raúl, al contrario, siempre era dueño de ideas simples y respuestas cortas. Los blancos eran blancos y los negros, negros. No había intermedios. Daniel, tal vez era una mezcla de los dos. Caruso pensaba más por las ideas de los hermanos que por él mismo. En el único punto en que todos concordaban era en el tema de las mujeres. Novias aparte, nadie sabía cómo era eso de amar en serio, en la cama, como en las películas francesas. El gordo Nuñez, personaje siempre bien vestido que había repetido el año por no estudiar y que no era de la barra, tenía una serie de fotos de mujeres desnudas que, decía, habían sido fotografiadas por él mismo. La mentira era gigante, pero al mismo tiempo despertaba la curiosidad en todos los amigos sobre 91 el verdadero origen de esas fotos reveladoras. Nunca supieron. Mujer seguía siendo un misterio. El presidente militar Juan Carlos Ongania, después de nuevo golpe, esgrimía un montón de palabras difíciles: “revolución argentina, corporativismo, anticomunismo etc. etc.” pero cuando prohibió la minifalda ganó inmediatamente la enemistad de todos los jóvenes varones, principalmente en edad de merecer. Un dinosaurio de bigotes. 92 El DKW y Un hombre y una mujer • Entre los autos de moda estaban los novísimos "milicento" de Fiat y el DKW. Ambos tenían un atributo fundamental, abrían las puertas delanteras para atrás. Eso convertía al momento en que las mujeres entraban o salían con minifaldas en el mejor espectáculo de la tierra. Minifalda y puerta era una combinación imperdible. Uno de los pasatiempos predilectos de los amigos era caminar por las veredas de la calle Charcas en el sentido contrario del flujo y por el lado que los autos estacionaban para, discretamente, divertirse con las escenas gratis de intimidad que ofrecían las mujeres y las puertas abiertas de los DKW o Fiat. De las películas italianas o francesas que eran obligatoriamente discutidas en la heladería, hubo una que fue la reina exclusiva, Un hombre y una mujer, de Claude Lelouch, con Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant. Una simple y 93 linda historia de amor que fue motivo de largas polémicas. “La bossa nova no era original”, decía Daniel. Raúl consideraba la historia simplemente ridícula e imposible, principalmente la escena del surtidor de gasolina en que el piloto entra fumando. Para Pedro, la escena donde en el restaurante del hotel, él solicita una cama en lugar de comida, le parecía inteligente. Malbrán sólo afirmaba y Carlitos era fanático por la escena del encuentro en la playa, el famoso beso. Pero había una curiosidad que la película desafiaba. ¿Cómo seria amar en la vida real? La intrusa • Gradualmente, una polémica señora entro en la heladería corriendo el año 66: Miss Política. Raúl, con su experiencia en las artes plásticas, incorporó varios amigos al grupo, y con sus silogismos lógicos declaraba que estaba comprometido con la vuelta de Perón y con todas las fracciones. O se estaba con los gorilas de Ongania y los mitristas del diario la Nación o se estaba con el pueblo peronista. Esas propuestas cayeron como un elefante en una cristalería, una bomba en la heladería. 94 Carlitos Silveira definitivamente se declaraba apolítico, y tenía muchas sospechas sobre los movimientos populares “Esa gente no estudia, ¿qué pueden aportar?”, defendía. 95 Daniel, escondido en el humo de un cigarro, decía que lo importante era hacer cosas por uno mismo, música, arquitectura, escribir, lo colectivo no lo entusiasmaba mucho y no tenía paciencia para discutir sobre eso. Pedro era conectado con el mundo, sabía que la sociedad, palabra de moda, tenía una dosis alta de injusticia y a veces de absurdo, pero no conocía los caminos. Retumbaban en su cabeza los pensamientos del padre, de Antonio su hermano, de Carlos el primo y las memorias de Santiago y su España republicana o de los gritos italianos de Córdoba. Nada era simplemente claro. Alejandro, Malbrán y Caruso acompañaban las discusiones como si viesen un partido de tenis. Completamente neutros. 96 Fatalmente, el grupo comenzaba a tener divisorias de aguas. Raúl, Pedro, Daniel y Alejandro formaban la brigada de los contestatarios y rebeldes y frente a las convenciones de las personas del Barrio Norte, inventaban modos para provocar. Caminaban descalzos, hablaban del Che Guevara a los gritos en todo lugar. Raúl, cuando volvían de Colegiales en tren, se ataba con las cadenas del furgón de carga y gruñía como si fuera un león a cada persona que pasaba. Comenzaban, inducidos por Daniel, a experimentar las primeras borracheras con ginebra Bols. Detestaban el tango de los mayores, porque era cuadrado, triste y antiguo. El pensador Manrique sintetizaba una frase que el ejército particular odiaba: “todo tiempo pasado fue mejor”. El tango Cambalache era la mejor expresión del pesimismo, y ellos nunca aceptarían caer en esa trampa depresiva. Piazzola sí representaba lo nuevo y por eso era tan atacado por los conservadores, en cambio “las tardecitas de 97 Buenos Aires tienen ese que se yo”, parafraseaba Pedro lleno de entusiasmo. Los artículos de la revista Primera Plana, que su hermano leía, eran de corte económico y político muy difíciles para Pedro. Alejandro leía filosofía e ingeniería, Daniel con su guitarra improvisaba música y Raúl polemizaba con el mundo, inspirado en Picasso, Juan Gris y Van Gogh. Rebeldes con causa. 98 15 • El único espacio ajeno a las discusiones, para Pedro, era el rugby. Como su padre era de la comisión directiva del club Obras Sanitarias fue fácil convencer a Pedro de integrar los equipos de base. El entrenador Costa, todos los martes y jueves, sometía a los jóvenes promisores a largas jornadas de footing, trabajo de manos, carreras con cambio de paso y repeticiones del scrum, line, y formaciones móviles. Era famoso por su barriga y por su infatigable presión sobre los jugadores en acción. Llamaba por el nombre de cada uno de los jugadores en el medio del partido. Apoyaba de afuera las jugadas y tácticas. Corré!, Pasala! Tapá! Takleá! Poné bolas Pedro! 99 Al piso! Hacé la francesa! Quik! En fin, eran las instrucciones a viva voz de una persona aparentemente dura pero muy querida. Los sábados eran los días de los partidos. Antes de cada enfrentamiento, Costa repetía “ustedes van a ser en la vida lo que demuestren en la cancha en estos 80 minutos”. Después de un accidente en la ciudad de La Plata, que representó la pérdida de los dientes frontales y una seria lesión en las rodillas, el rugby fue sustituido por una nueva pasión, los veleros Otra escuela. 100 Gómez • Antonio, su hermano mayor, que había comprado un velero de madera, inscribió a Pedro en un curso de navegación a vela. La teórica era dada por un alemán llamado Shenkel, que con lógica y paciencia explicaba el abc del arte de vela. La teoría de la descomposición de la fuerza en vectores de diferentes direcciones, resistencia de materiales, historia y presente, hasta los enunciados de Arquímedes y la teoria de los vasos comunicantes. Las prácticas estaban a cargo de Gómez, un ebanista español amante de la vela y los barcos. Eran sábados de curso práctico en el club Barlovento con la sensibilidad de Gómez en el timón, analizando los vientos, el cielo, las nubes, las ondas y todos los modos de navegar combinando la dirección del viento con el rumbo deseado. Había sido grumete en veleros pescadores en España. Era el rey de la previsibilidad. Tenía el don de pensar antes todo lo que podía suceder. Tal vez la mejor lección de vida y de vela. 101 Juncal • Antonio, como consecuencia de las eternas peleas con su padre, cuando consiguió el primer trabajo en el departamento de estadísticas y censos del ministerio de Economía en función de sus notas elevadas, alquiló un “bulín”, como él mismo decía, en la calle Juncal y Alem. Se trataba de un departamento hecho en forma artesanal aprovechando espacios sobrantes en la azotea de edificio, casi no tenía ventanas, paredes inclinadas, 2 metros de altura hasta el cielo raso, desniveles y paredes curvas. Una pieza y una sala comedor y un estar con un ventanal fijo de vidrio a ras del piso. Fue en ese departamento que Pedro comenzó a fumar los Particulares sin filtro y tener una vida más independiente de la familia, padre y madre. 102 Antonio volvía solamente a la noche, porque La puerta de servicio era la entrada para una nueva vida. Libros, cigarros y reuniones 103 después del trabajo daba clases de economía en el colegio Carlos Pellegrini. Así, el departamento era zona libre de Pedro y su petit comité. Fumaban, conversaban, espiaban a la vecina cuando tomaba sol. Un día, con la excusa de una supuesta fiesta, Pedro llego a invitar a Mirta Moisesovich, amiga de Carlos Silveira, a visitar el departamento. Visita con segundas intenciones que naturalmente fracasó cuando Mirta se encontró frente a frente con Pedro y descubrió que no había ninguna fiesta. Antonio a veces lo llevaba a cenar a los restaurantes populares de la avenida del Libertador, donde tomaban vino de la casa, o le enseñaba a comer chucrut con cerveza en Adams, un lugar típico frente al monumento a Leandro Alem en la plaza San Martin. Otro punto preferido por Antonio era el pasaje Tres Sargentos, cruzando la plaza. 104 La vida adolescente pasaba rápidamente y todos los días nuevas revelaciones sorprendían a Pedro. Graciela, que sería la futura esposa de Antonio y madre de sus hijos, se instaló en el departamento después de separarse de Luis, amigo de Antonio. Su legado era una colección enorme de libros y autores, fanática de Agatha Christie, seguidora de Simone de Beauvoir, de Sartre, de Miguel Ángel Asturias entre otros. Rápidamente los estantes se transformaron en una librería, con reproducciones del Greco, apuntes de estadísticas y economía, libros, libros, libros. Antonio y Graciela hacían reuniones con amigos para conversar sobre temas, asuntos, historias del momento que Pedro ignoraba por completo. Polemizaban sin fin, sobre El Desierto Rojo de Antonioni o de Rocco y sus Hermanos, por sus implicancias sociopolíticas. Era imperioso que Pedro tuviese que aprender porque no entendía nada. Los 11 años de diferencia parecían 30 105 Todos en la mesa 106 • La muerte del Che en Bolivia mereció enormes consideraciones por parte del grupo de los mayores. Graciela, muy sentida con la noticia, decía que había que entender como antes y después de Guevara. Que una vida expuesta por los ideales no era algo común en nadie. Pedro padre, para descomponer más las relaciones ya comprometidas con el hijo mayor y nuera, afirmaba que Guevara había sido muerto y traicionado por Fidel, que como todo dictador no acepta otra opinión. Helena suplicaba tranquilidad en casa. Pedro y Helena la hermana, sólo escuchaban. En la mesa, esa noche estaba Hugo, padrino de Pedro, de paso por Buenos Aires, que compartía con Pedro padre la tesis de asesinato de Che por Fidel y anunciaba que no quería polémicas, sólo quería distraerse con una buena película en Buenos Aires. “Distraerse?”, preguntaba Antonio, “el cine es para pensar, si querés distraerte andá a un parque de diversiones o a la cancha de futbol”. Evidente, eran noches pesadas y llenas de palabras. El turco • Momentos menos intelectuales e inteligentes eran los paseos en el Herón, el velero de madera recién comprado por Antonio. Pedro como grumete, Graciela como cocinera y Antonio como capitán, a los gritos, recorrían el rio Luján hasta la desembocadura. Llegaban a veces hasta Olivos en momentos de rara tranquilidad. Cuando recibían amigos, los paseos eran más divertidos, principalmente cuando el Turco Seragopián, ex colega de Antonio en el colegio Pellegrini, llegaba con Mariela, su novia colombiana. Antonio reía mucho con ellos, se transformaba, era la compañía que lo dejaba más tranquilo. El Turco, era y parece que sigue igual, absolutamente atrevido y nada le parecía imposible. El mundo del dinero y los negocios convertía todo en algo próximo. Tenía un Fiat 600 blanco que algunas veces prestaba para que Pedro aprendiese a manejar o pasear con Antonio. 107 Fin de curso • Por razones de conducta, Pedro se vió provisoriamente alejado de sus cómplices porque tuvo que terminar la secundaria en otro colegio, el Bernardino Rivadavia. Fin de curso con una vivencia muy especial, el año había sido contaminado por un hecho singular, el Mayo Francés. Agradable era saber que aquella ciudad venerada por los adultos como la luz del mundo estaba siendo contestada por millares de estudiantes en las calles y trabajadores en las fábricas. Las frases pintadas en las paredes de Paris eran reproducidas en el boca a boca de las clases o en los recreos: Prohibido... Haga el amor... Consiga lo imposible... En fin, nuevas maneras de entender el mundo. 108 Beatles, Bossa Nova, los pintores de vanguardia, el Institulo Di Tella, nuevas tendencias de la moda, minifaldas, autos coloridos de traccion delantera Pedro trataba de convencer a su padre, sin suerte, que nuevos tiempos estaban llegando Fue influenciado por el Mayo Francés cuando una discusión con el director de la escuela casi le cuesta el diploma. Pedro se negaba a cantar el Himno Nacional Argentino porque lo consideraba innecesario e inútil, decía que el mundo era mayor y más importante que un país. Finalmente tuvo que ceder al director, frente a la amenaza de repetir el año. Experiencia. 109 Cordoba, otra vez • Después de fracasar en el examen de arquitectura en Buenos Aires, el 20 de julio de 1969 Pedro embarcó en el Peugeot 404 de Hugo, el padrino, rumbo a Córdoba, su nueva futura ciudad. En la ruta 9 escuchaban en la radio en tiempo real, otro momento fenomenal. Neil Armstrong saltaba a la superficie de la luna. Hugo, como buen ingeniero, explicaba el importante paso tecnológico. El hombre frente a la naturaleza. Y el módulo era la nueva palabra de orden. 110 Pedro, viviendo en la casa de La Gringa en el cuarto de Juan Carlos, su primo, comenzó a trabajar en el departamento de instalaciones de cristales templados de la fábrica Cive del primo y del padrino Hugo. Su jefe, el Negro Urquía sería su guía profesional. Horas de tablero con tecnígrafo, papel vegetal y lápices H4. Córdoba era un polvorín. Una enorme rebelión había derrocado al presidente Ongania y los cordobeses eran extremamente orgullosos de ese protagonismo. Cordobazo A los 18 años, Pedro comenzaba todo de nuevo. Los amigos habían quedado en Buenos Aires, la “novia” Cristina Reinaldo que cumplía los años el mismo día que él, los hermanos, los padres. En fin, todo en el Rio de la Plata. Con la tutoría del primo Juan Carlos, Pedro fue conociendo nuevos personajes. Primero fue la novia de Juan, Alicia Carriazo con la que mantenía una amistad enorme, igual que con la hermana Pucho. La casa donde vivía Alicia en el Cerro de las Rosas era un punto de encuentros de todas las formas étnicas y políticas. Usos y abusos, todos mayores que Pedro con lo 111 cual lo transformaron en la mascota porteña. Amigos de Juan y de su hermano Antonio como Nachi, el negro Laje, el Toto, El negro Cara de Molde, el novio de la otra hermana de Alicia, la Baby, que era abogado de los sindicalistas, el Nilo Silvestrone, fotógrafo espectacular que había registrado las escenas de la policía montada reprimiendo en el Cordobazo para la revista Siete Días, entre otros. La rutina diaria se dividía entre el trabajo en la fábrica, los estudios para el próximo examen de ingreso a arquitectura y las noches en la casa de Alicia con Juan y las compañías presentes. Los días de frio comían sopa de remolacha con pan francés. Delicias 112 Una vez fueron todos de caravana para Villa María para recibir al amigo intelectual recién formado en máster de matemáticas, Ignacio Unzain. El padre, Francisco, un vasco genial y gigante, tenía una fábrica de pinturas de cal llamada Oñate, una casa muy linda y grande donde se hospedaron todos los amigos. Fueron días de asados y cuentos cordobeses inolvidables. Ignacio, con el pasar de los años, abandonó las matemáticas, se casó con una porteña linda llamada Graciela, se dedicó a la moda y hasta los días de hoy mantienen una cariñosa amistad con Pedro el Fa, la mascota. Los estudios de arquitectura llevaron a Pedro a inscribirse en la facultad de Córdoba, donde conoció a la secretaria que atendía los trámites estudiantiles. Olga, separada, con 42 años, tenía tres hijas y unos ojos negros enormes y penetrantes. Manteniendo una conversación fluida cada vez que Pedro llegaba a la secretaria, un día Olga le pregunto si conocía la sierra porque necesitaba planificar las vacaciones con sus hijas. Pedro afirmó que conocía la región de Icho Cruz como la palma de la mano desde la 113 infancia. El sábado siguiente Olga y Pedro estaban en las ollas del rio San Antonio tomando sol en las piedras. Como era invierno y la secretaria no había llevado malla, se zambulló al rio en bombacha y corpiño negros, al tiempo que Pedro lo hacía en calzoncillos blancos... Fatalmente, la dinámica del paseo termino como no podía ser de otra forma y en una desaparición relámpago de Pedro por una semana, para desesperación de su tutor Juan Carlos. Los exámenes de arquitectura fueron aprobados con excelentes notas. Iniciación. 114 Vivorazo • Otra explosión social encontró a Pedro subido a una camioneta Peugeot, acompañando al grupo de la fábrica: El gordo Baez, El negro Urquia y muchos más, gritando contra el gobernador, pidiendo que renunciase el presidente y muchas cosas más. Corrían en Córdoba nombres nuevos en los sindicatos: Tosco, Atilio López, Salamanca, el petiso Páez, que según explicaban eran diferentes a los de Buenos Aires como Rucci o Lorenzo Miguel y otros. Los diarios citaban organizaciones que no figuraban en el diccionario político hasta el momento. Montoneros, FAR, FAP, ERP, Socialismo Nacional, Trotskismo y todos los ismos posibles. El gobernador cayo, y después el presidente fue reemplazado por otro militar, Agustín Lanusse, que empezó a tirar la toalla frente a la presión del “Luche y vuelve” escrita en las paredes de la república. 115 La casa de Alicia a esas alturas se había convertido en casi un parlamento donde se discutía de todo y con todos. El viejo Carriazo actuaba de moderador hasta que la paciencia se le terminaba. Para Pedro todo era novedad. Los discursos, las peleas políticas, o sindicales. Los Gigantes. Con frío o con calor montaban las carpas, tomaban vino en botas españolas, hacían asado y caminaban bastante. A veces practicaban tiro al blanco con una carabina 22. Los chistes cordobeses era el asunto principal. Naturaleza agreste con "Negrazón y Chaveta" Una noche el primo Juan Carlos puso una pistola 32 en el cinto de Pedro para que lo acompañase a la fábrica de madrugada porque los obreros estaban amenazando parar los hornos que moldeaban los cristales de parabrisas. Pedro, sin mucha conciencia, actuaba como guarda espalda de Juan, que gritando con “los compañeros” logró convencer del error que significaría esa acción. Los obreros querían aumento de salarios y co-dirigir la fábrica. Tiempos difíciles. 116 Mucho más tranquilos eran los paseos por la montaña . A Juan, Alicia y sus amigos les gustaba hacer campamentos en las sierras, o escaladas a 117 Buenos Aires y arquitectura • Pedro recibió una propuesta de volver a trabajar en la sucursal de Buenos Aires. Según su primo, las personas en la Capital eran viejas y se necesitaba sangre nueva. Para Pedro significaba volver a los amigos, a la “novia” Cristina y a la familia. Sólo que tendría que rendir de nuevo el examen de arquitectura, el mismo que había aprobado en Córdoba. Arquitectura fue excelente, Cristina no. 118 El trabajo en la sucursal tampoco, porque no le dejaba tiempo para estudiar. De nuevo en Paraguay 749, Pedro, por recomendación de su hermano, que en ese tiempo trabajaba en la Patagonia, consiguió un empleo como dibujante, cadete y “lo que se necesite”, en el estudio de arquitectura de Celia Ursini de la calle Esmeralda y Juncal, frente a donde vivía Helena Uriburu. Juncal y Esmeralda , en el quinto piso Pedro trabajaba de dibujante-cadete en el estudio de Celia. Cora le enseñaba los trucos del tablero y otros mas. 119 120 La rutina era estudiar de mañana, trabajar de tarde hasta las seis para llegar a la Ciudad Universitaria en tren a las siete. La primera arquitecta del estudio, Cora, le enseñaba los trucos para diseñar en el papel por horas, sin arrugar: colocar talco en las manos y mantener el pulso firme, limpiar las puntas de las lapiceras siempre y evitar que las cenizas de los Particulares se desparramen en el plano. Celia, la jefa, hacía unos trazos a mano alzada y Pedro lo pasaba a limpio según la técnica de Cora. Pedro estaba alucinado con Cora, principalmente por la manera que cruzaba las piernas bajo el tablero y por sus ojos color de miel escondidos atrás de los anteojos negros y grandes. Pero como era casada, Pedro nunca tuvo coraje de avanzar ni un centímetro. Por miedo. Las tardes eran con música en la sala de arte escuchando Vinicius, Geraldo Vandre o Simon & Garfunkel, cuando no tenía que recorrer el centro haciendo tramites o compras para el estudio. A las cinco, sin falta, tomaban un té con limón y galletitas Criollitas con manteca. Zelia, el marido, Cora y Pedro. Daniel • Un amigo de Cora que colaboraba con el estudio en las presentaciones, se acercó a Pedro por las afinidades de gusto y de personalidad. Estudiante de arquitectura más avanzado mantenía una relación extraña con su novia Marecy, que termino casada con su mejor amigo, Agustín. Posiblemente Daniel fuese gay, lo cual en la época era difícil de aceptar. Daniel y Marecy eran una pareja despareja, menos en los trabajos prácticos. Tenían un estudio en Parque Patricios donde se concentraban en los tableros para los trabajos prácticos en arquitectura. Daniel, de familia rica, era partidario de un tal Posadas, locamente trotskista y Marecy lo apoyaba. Agustín era seguidor de Abelardo Ramos, escritor semiperonista-semisocialista. Lentamente Pedro, por osmosis y por pasado, se fue interesando cada vez más por la política, la sociedad y la historia. Tiempo, espacio y arquitectura. 121 Conoció en la facultad a Marina, también de familia rica, militante del Partido Socialista de los Trabajadores. que como parte de la simpatía le ofreció un empleo de fotógrafo en el diario que su partido editaba, Avanzada Socialista. Marina vivía con una amiga en la calle Salguero y Las Heras, camino a la Facultad, por lo cual muchas noches, en el regreso, Pedro hacia una parada técnica en la casa de la amiga militante, que lentamente se fue transformando en un poquito más que amiga. Asi, Pedro fue comprometiendose cada dia mas con las historias obreras descubriendo lecturas y personas diferentes al tiempo que Marina conocia la vida a dos. Poitica y amistad no eran enemigos. 122 1973 • Pedro padre estaba bastante enfermo, recuperándose de una operación de cáncer de próstata, jubilado y secretamente deprimido. La vida no era la que él hubiese preferido, tenía sueños no realizados y si su relación con Helena hija, era excelente y cariñosa, no sucedía lo mismo con Antonio con quien tenía un diálogo no diálogo. Con Pedro se daba bien a pesar de no aceptar ese trabajo sin futuro, ni la posición política muy juvenil para su gusto. Le gustaba mucho discursar sobre las bondades de los tiempos idos como cuando disfrutaba de la casa de fin de semana en Don Torcuato, del Chevrolet 47, o del Ford 35 con motor V8, del equipo de fútbol que dirigía en Obras Sanitarias, de los viajes a Córdoba. O de las historias maravillosas que contaba Teresa cuando volvía de Estados Unidos o Europa Para peor de los males, para Pedro padre, Perón 123 amenazaba volver a la Casa Rosada. Helena la madre, también jubilada por fuerza después de perder judicialmente la casa de moda de la calle Esmeralda, cuidaba de la familia, de su marido y de su hermana Adela, recién separada y “sin lugar donde caerse muerta”. Era un momento melancólico después de tantas historias prósperas vividas por la familia. militares achicados estaban entregando el oro, y las mayorías silenciadas mostraban su idioma. El 6°21 de Paraguay 749 seguía siendo el centro de la familia, ahora más pobre. Pedro, ese día, antes de ir a votar, estaba con su nueva amiga Nora, camarada de ruta y compañera, disfrutando de unos fideos con tuco en un bodegón de Villa del Parque, enfrente de la estación de tren. Como parte del itinerario de un fotógrafo profesional iniciante, Pedro conocía escenarios nuevos. Eran reuniones partidarias, huelgas, retratos, manifestaciones fotografiadas e historias contadas que convivían con sus estudios de arquitectura. 124 El “Perón Vuelve” se había transformado en “Cámpora al gobierno Perón al Poder ”, los El 11 de marzo de 1973 Argentina vuelve a votar. Los radicales y los militares pierden ante Héctor Cámpora que libera a los presos políticos y abre las puertas a Perón, ex-prohibido. 125 Ezeiza • A pesar de que el periódico donde trabajaba no compartía el entusiasmo de la vuelta, “a pata o en camión, a Ezeiza con Perón”, no podían desconocer el hecho. Ni apoyo crítico ni enemigos. Opositores El 20 de junio, Pedro se levantó rápido y después del café con tostadas y manteca, consiguió llegar hasta Liniers con el tren de Once. El y su máquina fotográfica. Una Voigtländer simple y manual con una lente de 50mm. 126 El acto dónde el mítico líder daría su discurso era en el puente El Trébol, en el cruce de la autopista Ricchieri y la ruta 205, a tres kilómetros del aeropuerto. Fueron horas de caminata mezclado con Banderas, gente con vinchas en la cabeza, personas emocionadas en lágrimas caminando Parado en el techo de la casilla de energia frente al palco, Pedro intento hacer una foto panoramica. El puente que era para Peron, termino siendo de Osinde. 127 sin parar. Voces al viento, música y gritos, sueños, bronca, esperanza. No había ricos, eran los descamisados de Perón en la superficie del asfalto en un día de sol. Cuando Pedro llegó frente al palco donde Leonardo Favio hacía las veces de presentador, subió a una casilla de cemento de unos tres metros de altura para poder fotografiar aquellas imágenes increíbles. Millones de personas por los cuatro cantos, miles de banderas y estandartes, gritos de emoción en un atardecer rosa. No entraba en una cámara fotográfica semejante espectáculo Popular. esa imagen única. Sus retinas temblaban, las manos también. Fue en ese momento cuando sintió un silbido continuo y una mano amiga y firme lo empujó hacia el piso: “Cuidate hermano, nos están cagando a balazos”. Hubo al menos 13 muertos y 360 heridos. El general no habló. ¿Un millón? ¿Dos? 128 Colocó la camara en forma horizontal, respiró hondo, y comenzó a disparar cliques girando el cuerpo 360 grados en el sentido horario para hacer una panorámica que más o menos reflejase 129 1o de julio • Después del acto fallido y trágico del puente de Ezeiza, Perón, va a leer “Las 20 verdades justicialistas” aclarando su posición sin dar lugar dentro de su propuesta a muchos que lo seguían con otros sueños. El 23 de setiembre, Juan Domingo Perón gana la tercera presidencia por demoledora mayoría y diez meses después, el 1o de Julio de 1974, la muerte interrumpe su mandato. Pedro padre, que siempre soñaba con ver al líder muerto, porque estaba convencido que era la única salida para el país, no lo pudo ver. El cáncer se lo llevo lentamente en su cama de la calle Paraguay, días antes de ese 1o de Julio. Pedro se mantuvo a su lado hasta el beso final. 130 El silencio grita 40 años despues… • Magda, la hermana de María, tuvo la suerte y el arte de casarse o de heredar una parte de la fortuna de Héctor, el padre de Alejandro. Viuda, falleció a los 80 años en Buenos Aires Adela, la tía, murió de una infección generalizada como consecuencia de picaduras de mosquitos "borrachudos" cuando disfrutaba de vacaciones en el litoral norte de São Paulo, Brasil. El doctor Faverio murió en su consultorio de la calle Arenales. Corazón. María, La Gorda, volvió a su tierra querida, Vedia. Vivió sus últimos en la casa de su hermano. Francisco Firpo tuvo seis hijos. Científico ligado a las semillas y zootecnia. Murió en Estados Unidos en 2010. Una vida brillante. Antonio, el hermano mayor, fue economista de varias provincias, tuvo dos accidentes fatales que lo arrastraron al alcohol. Murió del corazón en la sierra de Córdoba en los brazos de su enésima mujer. Dejó cuatro hijos, Martin, Marcela, Mariana y Andrés, siete nietos y miles de amigos, Pedro y Helena todavía lo lloran. Pepe Bertolucci, jubilado y soltero, volvió a Mar del Plata para pasar sus últimos años de vida junto a los hermanos, reyes del yeso en las obras de la ciudad. Helena, la hermana, se casó con un ingeniero automotor, construyeron casas en Olivos y Cariló, un velero de competición, un auto sport, viajaron mucho, jugaron tenis y hoy viven en la montaña de Piamonte cerca de su hija Carolina y de los nietos Hugo, el padrino de Pedro, dirigió el departamento de ingeniería y altos hornos de la fábrica de cristales templados de Córdoba. Casado, tuvo un hijo y sorpresivamente murió del corazón o de disgusto al comprobar que su mujer era alcohólica. 132 Mari, La Flaca, se casó con un marinero negro en una comunidad de Ensenada. Helenita Uriburu, después de ser cantora de bossa nova con Agustín Pereyra Lucena, se casó con Eduardo Escasany, tuvo dos hijos y se dedica al negocio agropecuario. Carlos, el primo, fue de todo un poco en la vida, extra de cine, vendedor de seguros y ladrón. Murió de un ataque cardíaco a los 30 años. Arturo Frondizi, después de crear una nueva corriente política, murió en Buenos Aires a los 86 años de causas no declaradas. Tuvo momentos brillantes y otros tremendos, como cuando apoyó el golpe de Videla. Anibal Trolio, tal vez el más emotivo de los tangueros del 40, 133 murió como vivió y tocó, en el límite. Carlos, el padre de Carlos, marido de Adela. Trabajaba en "prensa" en el departamento de mensajes, correos y servicios. Vivía de noche y dormía de día. Una mañana no despertó. El padre Miguel, figura singular del Santísimo Sacramento, terminó su carrera en la curia romana. Su marca fue siempre la discreción y paciencia. Teresa, la hermana de Helena la madre. Después de bajar del ascensor del Empire State en Nueva York, sintió falta de aire y mareos. Los análisis del hospital norteamericano diagnosticaron cáncer. Tuvo seis meses de vida. Murió en el año 1944. La casa de moda fundada por ella sobrevivió unos años. Carlos, marido de Teresa, tío de Pedro padre, era motorman de tranvía en Buenos Aires donde conoció a los Bartolucci. Dejó viuda a Teresa siendo muy joven. Rosa, la abuela de Pedro. Murió a los 90 años. Después de vivir en la casa de moda en el dormitorio que sería de Helena, la hermana. Siempre vestida de negro. Amaba el mar. derrame cerebral. La fábrica y los negocios pasaron a su mujer. Sus perros también. El yugoslavo Rebreg fue encontrado muerto en el rio San Antonio. La creciente y el alcohol fueron más fuertes. Bea, la hermana de Juan Carlos, se casó con un ingeniero de caminos fanático del fútbol, Atilio, que nos años 70 deslumbrado con la potencia, compró el pase de Mario Kempes en Bell Ville y después lo vendió al club Instituto de Córdoba. Juan Carlos. Tuvo una vida de rey al comando de la fábrica de cristales. Viajes, mujeres, autos cero kilómetro y comidas riquísimas, se casó con una abogada, tuvo dos hijas. Alejandro, el vecino del " tercero", asumió el negocio del padre en la calle Paraguay. Vive en el sexto piso al lado del ex departamento de Pedro. Navega en el Río de la Plata y anda de moto. Baltasar, administró el bar de la Avenida de Mayo que compró con la ayuda de Santiago. Ambos murieron con una diferencia de semanas. De pena. Solteros. Bautista, el portero, no pudo con su corazón. 134 Rina. Delegó la dirección de la fábrica a su hijo mayor, Juan, y se dedicó a la familia y los nietos. Un ACV apago su humanidad inquieta. Terminó tranquila en un sofá con la cabeza en Piamonte. Cacho, el hijo de Bautista, militó en política en Europa y falleció en Buenos Aires. Carlos, el marido de Rina. Estuvo en cama por años después de un El negro Ojeda fundó una fábrica de muebles de cocina con la 135 herencia de los padres adoptivos. Casado, tuvo dos hijos y recuperó la chacra "Vive como quieras". No anda más a caballo por el ciático. El viejo Redal murió el día en que Brasil fue campeón en Mexico, en 1970. El maestro Carbone terminó siendo director de la escuela y participó del movimiento Peronismo de Base. Bocadoro, como más o menos estaba previsto, vende pizza a domicilio en el barrio de La Paternal. Daniel. Después de casado tuvo una recaída con el alcohol. Recuperado en AA, administra la farmacia del padre. No hace más música. Su hermano sigue firme en la medicina particular. Caruso. Mantiene con sus hermanos el negocio de tapicería artística en la calle Libertad. Malbran abandonó la firma del padre y se dedica al negocio inmobiliario en Barrio Norte. Carlos Silveira vive en Miami. Dueño de casas de artículos electrónicos, tiene hijos y mujer norteamericanos. Después de la muerte de los padres no volvió a Buenos Aires. 136 Raúl. La política paso a la historia, sus principios no. Administra una orquesta de tango y da clases de pintura digital. "Si Picasso viviese, no usaría pinceles", afirma en su pedagogía. Alejandro Petrone terminó jubilándose de profesor de ingeniería automotor. Divorciado tres veces, prefiere el silencio del espejo al ruido de la familia. González. El médico de cabecera de la familia. Soltero, vivió ejerciendo la medicina hasta meses antes de su muerte. Inteligencia y talento. Monzón, seguramente el mejor boxeador argentino de todos los tiempos. Mató a su pareja y murió en accidente de auto en una salida de la cárcel por buena conducta. Ídolo. Claude Leluch, Anouk Aimé y Jean Luis Trintignac formaron una trilogía inolvidable en la película un hombre y una mujer. Romance en blanco y negro. Jorge Manrique. Escritor español renacentista. Alberto Costa. Entrenador de rugby Alberto Gómez. Ebanist, natural de La Coruña, instructor de vela y de vida. Un profesor inolvidable. Mirta Moisesovich. Se casó un judío del once. Linda, esta más rica que antes. Graciela. Con Antonio tuvieron cuatro hijos maravillosos. 137 El mayor, Alejandro, murió intoxicado en Mar del Plata, ella en un accidente automovilístico camino al "Pajas Blancas" en Córdoba. Economista, intelectual, bonita y curiosa. Una vida malograda. Luis, amigo de Antonio y ex de Graciela. Abandonó la economía por la música de cámara. Soltero, pasa sus días en Córdoba. Rocco y sus Hermanos, película que relata la posguerra en Milán. Amor y lucha de clases. La preferida de Antonio. Nilo Silverstone. Murió en la Patagonia. Ignacio y Graciela. Empresarios en el ramo de vestimenta. Padres de 4 hijos. Continuan siendo unos de los mas queridos amigos de Pedro, o el Fa. Olga. Sin rastro. El turco Seragopian y Mariela se casaron en Roma, donde viven hasta hoy en puente aéreo Fiumichino-Ezeiza. Tosco, Atilio López, Salamanca, el petiso Páez. Líderes sindicales de izquierda del cordobazo y viborazo. El negro Urquia y el gordo Báez, sin rastro. Rucci y Lorenzo Miguel. Dirigentes sindicales peronistas Cristina Reinaldo. Arquitecta. Se casó con un arquitecto rico. Dirige un estudio en Palermo Soho. Celia Ursini y Cora, Arquitectas Alicia Carriazo. Separada de Juan, vivió en España, donde estudió dirección de cine. Se casó con el negro Cara de Molde. Vive en el Cerro de las Rosas, en la misma casa de los encuentros. Felices. 138 Del Toto y el negro Laje sin informaciones La Baby, hermana de Alicia. Psicóloga jubilada. Abuela Daniel. Profesor de arquitectura. Abandonó la política y con ayuda del padre fundó un estudio de arquitectura avant garde en el Barrio Norte. Pucho. Bióloga profesora universitaria y científica prominente. Sigue en la investigación. Inteligencia Agustín abandonó la arquitectura y la politica, se dedica a la guitarra flamenca y su mujer Marecy a la decoración de interiores. Viven en Parque Patricios. Nachi, uno de los mejor amigos de Antonio. Jubilado y siempre calmo, como cuando era instructor de alpinismo. Marina, después de ser candidata a diputada, se casó con un dirigente bancario y abandonó la política. 139 Nora. Ex-candidata a vicepresidenta de la formula encabezada por Coral, se mantiene en la política, como puede. Leonardo Favio. Actor, director, y cantautor. Murió. Helena la madre vivio 97 años, sus últimos días en Córdoba, anotando en su agenda mental todos los detalles de la familia, nacimientos, muertes y enfermedades. En su último cumpleaños declaró que la vida, sin poder caminar, sin poder ver nítidamente, sin poder escuchar lo necesario, era fatalmente absurda. Pedro. Cambió la arquitectura y la política por el periodismo de celebridades. Se casó con una brasilera, tiene tres hijas, vive en Brasil, tiene un velero en puerto seco, cuatro yeguas y su pasión por el rugby la sigue… por internet 140 141 Muito mais que 50 m2 Conheci o apartamento no sexto andar da rua Paraguay, 749, em julho de 1991. Era minha primeira vez em Buenos Aires. Chegamos à 1h da manhã, com muito frio. Aquele pequeno espaço habitado por Helena me abrigou com amor e carinho. Já sabia de algumas histórias ocorridas lá; outras, fiquei sabendo lendo o livro que Pedro (ou El Fa, apelido carinhoso que o pessoal de Córdoba deu a ele) escreveu em algumas poucas tardes na nossa casa, que fica a quase 3 mil quilômetros de distância. Neste momento, não é a geografia que importa, mas as lembranças que se fixaram em alguma parte escondida da memória. Bastou remexer um pouquinho, para que fragmentos desta vida, vivida desde sempre com emoção, travessuras, medos e descobertas, viessem à tona. E é lindo perceber que apesar dos anos que se passaram, Pedro (ou El Fa) continua com a mesma energia de sempre para enfrentar desafios. Um desses desafios está agora em suas mãos. Nunca foi escritor, mas compôs estas linhas, que falam da vida de um garoto até a sua juventude, pincelando momentos da história de uma Argentina que moldou mentes e corações, que separou e uniu amigos. E, o melhor de tudo, sem censura para revelar fatos que poderiam muito bem estar apenas em sua memória. Hoje, o endereço do Paraguay, 749, sexto piso, 21, já não pertence à família, mas está lá para provar que em 50 m2 muita coisa acontece. E se um Pedro (ou El Fa) não coloca no papel, pode se perder para sempre em meio ao turbilhão de fatos que povoam uma vida. Assim como eu, espero que desfrutem dessas páginas com muito prazer e alegria. E que cada palavra sirva para também nos lembrarmos de nosso passado, com carinho e paixão. Afinal, é nossa história, pessoal e intransferível. Rosângela Espinossi