Carlos Eduardo Lins da Silva.

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Carlos Eduardo Lins da Silva.
Carlos Eduardo Lins da Silva. “Censura judicial en la
prensa de Brasil”
Carlos Eduardo Lins da Silva es periodista. Realizó una Maestría en la
Universidad de Michigan y se doctoró en Comunicación en la Universidad
de San Pablo. Es Ombudsman de la Folha de Sao Paulo, donde
previamente fue editor en jefe. El mismo cargo que ocupó en Valor
Económico. También es director de Relaciones Institucionales de la Patri
Relações Governamentais y Políticas Públicas. Y es profesor de
Comunicación en la Universidad de San Pablo.
“Si le preguntan a los brasileros si hay libertad de
prensa, les dirán que en nuestro país la prensa goza de una
libertad prácticamente irrestricta. Pero Brasil figura entre los
que tienen parcial libertad de prensa a nivel internacional,
según la organización no gubernamental Freedom House. Esto
puede verse cuando uno visita el Newseum o Museo de la
Noticia, inaugurado en abril de 2008 en Washington, donde
hay un gran mapamundi en el que los países son clasificados
según el grado de libertad de prensa que disfrutan sus
sociedades”.
“Freedom House fue fundada en 1941 y es respetada
internacionalmente por su seriedad. ¿A qué se debe esta
clasificación de Brasil con parcial libertad de prensa? Uno de
los motivos principales de esa nota baja dada a Brasil es que,
según Freedom House, la libertad de prensa en el país
continúa siendo acosada por acciones civiles y penales sobre
difamación, que crecieron en los últimos años y son
frecuentemente
usadas
por
políticos,
autoridades
y
empresarios como instrumentos de intimidación contra
periodistas y sus vehículos de comunicación. Además, por la
violencia física, en la Amazonia los periodistas son asesinados
o golpeados por quienes se sienten perjudicados por su
trabajo; aunque no es un problema numéricamente muy
grave”.
“Pero el principal motivo por el cual Brasil no es
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considerado un país con verdadera libertad de prensa es que
hay más de 3.000 casos de periodistas procesados en nuestro
país por la Justicia de primera instancia, con indemnizaciones
financieras o censura previa. Un relevamiento de la revista
Consultor Jurídico mostró que habían 3.133 juicios por daño
moral -sobre un total de 3.237 periodistas- que existían en
2007 contra los cinco principales grupos de comunicación del
país (Globo, Abril, Folha, O Estado de Sao Paulo y Editora
Três). En muchos casos las condenas, la censura o las
indemnizaciones que se fijan son claros casos de abuso de
poder”.
“Las indemnizaciones son en muchos casos desorbitadas,
casi como si fueran penas de muerte para diarios como, por
ejemplo, un diario de Santa Cruz do Rio Pardo -una pequeña
ciudad del interior del Estado de San Pablo- que fue
condenado a pagar el equivalente a dos años y medio de su
facturación bruta a un juez; otros debían pagar un año de su
facturación, así que después de aplicada esa pena, el diario no
circulaba más. El 30% de esas condenas se revocan cuando
son apeladas, porque son muchas veces apenas para favorecer
a un juez o a un amigo de un juez que se sintió perjudicado.
Pero aun siendo revocadas, le hacen mucho mal a los medios
y a la sociedad, inclusive puede tardar hasta 15 años para que
la pena sea revocada. Y la censura puede tardar meses en ser
revocada”.
“En este momento hay un gran diario brasilero, uno de
los mas antiguos, el State de San Pablo, que hace 30 dias que
no puede publicar información sobre un proceso contra un hijo
de José Sarney, el ex presidente de la nación, que un juez le
estableció la censura previa. Esa censura es para los
poderosos, políticos, empresarios o figuras simbólicas -como
Roberto Carlos, que es el más popular cantor de Brasil y
consiguió que se incautara en 2007 una biografía suya no
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autorizada, que había escrito Paulo Cezar de Araújo y
publicado Planeta-”.
“En general, no contempla la justicia a las personas más
pobres, menos influyentes, menos poderosas. Hay un caso de
hace unos años de muchos medios que acusaron al director y
a miembros de una scola de violencia sexual contra los niños.
Por esas denuncias, los echaron y apedrearon sus casas, pero
todos eran inocentes. Se comprobó después de 10 años y la
indemnización para ellos fue mínima”.
“La justicia no debería aplicar censura previa. Si el diario
no roba un secreto no debería ser condenado por publicar la
información, sino el funcionario que robó esa información. No
obstante, continúan siendo condenados con censura previa o
por divulgar información que debería ser secreta. La Ley de
Prensa fue revocada por la Corte Suprema, porque establecía
condenas contra los periodistas que escribieran notas
consideradas perjudiciales para el Presidente de la República o
sus ministros, regulando la difamación, calumnias e injurias”.
“Hay una discusión grande sobre si es necesaria una
nueva Ley de Prensa que incluya el derecho de rectificación.
Este es uno de los temas que más moviliza a la sociedad
contra los medios de comunicación y a favor de una mayor
regulación. El articulo 5° de la Constitución garantiza la
imagen, honra y dignidad de las personas, que no pueden ser
afectadas, a través del derecho de rectificación, proporcional al
agravio, además de la indemnización por daño material, moral
o a la imagen. ¿Cómo se puede regular eso? A la vez, hay otro
artículo de la Constitución, el 120, que garantiza la libertad de
prensa. Así que en esa tensión hay más de 3.000 casos que
constituyen un gran agravio a la libertad de prensa en Brasil.
¿Cómo se va a regular eso? Hay sindicatos y patrones que
defienden la normativa para libertad de prensa, de modo que
haya límites a las indemnizaciones, que no se pueda publicar
obligadamente un derecho de rectificación en la tapa. Los
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sindicatos de trabajadores, fuertemente influenciados por la
izquierda, pretenden que sea más rigurosa la regulación de la
que es actualmente”.
“Creo que no hay necesidad de una nueva Ley de
Prensa, ya que la normativa actual permite condenar de la
misma manera que un ciudadano cuando comete un delito.
Pero la actitud de muchos periodistas de los medios de
comunicación contribuye a que sea frágil la defensa de la
libertad de expresión, ya que muchos son arrogante, poco
dispuestos a reconocer errores, distantes de los intereses
concretos de las personas comunes, son elitistas, muchos
acostumbran a tratar mal a sus propios lectores o
espectadores. Por eso, hay un caldo de cultivo contra los
medios en Brasil. Esto ha sido así también históricamente, un
chivo expiatorio de los brasileros para todos sus problemas
sociales”.
“Hay dos maneras de resolver el problema: la
autorregulación, que existe en Brasil y otras sociedades, para
evitar que el Estado regule. El periodismo debería regularse a
sí mismo. Otra manera es la regulación democrática, como
casi todos los países de América del Sur. Yo creo que la
autorregulación es la mejor salida, la más legítima y la más
eficaz. Una nueva Ley de Prensa aumentaría la confusión y la
inseguridad jurídica”.
“En Brasil tenemos 25 años de democracia, el período
más largo que rige la democracia en Brasil, así que muchos
hechos de los jueces y los medios son producto de esa
inexperiencia democrática. Pero esa tensión irá bajando en la
medida que la cultura democrática evolucione, para aflojar la
tensión entre el derecho individual a la honra y la imagen y el
derecho social a la libertad de prensa”.
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