Reseñas

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Reseñas
Reseñas
\
Textos de J. Tazbir, T. Łepkowski y T. Milkowski
traducidos por
KRYSTYNA PISERA
Textos
portugueses
traducidos por
ALMIR GONCALVES
Textos de H. Szlajfer, Notas bibliográficas
traducidos por
MARCIN MRÓZ
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS 9, 1982-1984
PL ISSN 0137-3080
PAUL CERNOVODEANU, ION STANCIU : Imagined Lumii Noi in tarile Romane si primele
lor relatii cu Statele Unite ale Amend prina in 1859, Bucurecti 1977, Editura Academiei Republici Socialiste Romania, pp. 176.
El período de postguerra, en el cual surgió una gran influencia de los Estados Unidos
en el destino político y económico del Mundo Antiguo y en el cual se profundizaron sus
contactos con América Latina, produjo bastantes trabajos dedicados a la imagen de
este continente en la conciencia europea de la época moderna. Solamente en la última
década aparecieron (de los más importantes) obras como: B. Keen, The Aztec Image
in Western Thought, New Brunswick, New Jersey 1971; S. Landucci, I filosofi e i selvaggi,
1580-1780, Bari 1972; A. Gerbi, La natura delle Indie Nove, Milano-Napoli 1976; First
Images of America. The Impact of the New World on the Old, trabajo colectivo bajo la
redacción de F. Chiapelli y M. J. B. Alien y R. L. Benson, t. 1-2, Berkeley-Los Angeles
1976; A. Pagden, European Attitudes to American Indians in the XVIth and XVIIth Century, el último libro es inaccesible en Polonia. Sus autores, por lo general, limitan sus
reflexiones al área de Europa occidental, que concuerda más o menos con el área del
MCE. Se puede considerar esto, por un lado, como resultado de una tradición que se
expresa en e! hecho de que en la mayoría de las síntesis concernientes a diferentes problemas o épocas de la historia de nuestro continente, se omite el territorio de Europa
centro-oriental. Por otro lado, seguramente tuvo su importancia la convicción, de que
los habitantes de los países situados lejos de las rutas de los grandes descubrimientos,
no solamente no participaron en ellos, sino tampoco expresaban el interés por los países
y su población, conocidos por el descubrimiento y la conquista de América.
No obstante, la historiografía polaca, checa, húngara o soviética, durante mucho
tiempo no se dedicaban a estas cuestiones, publicando solamente pequeñas aportaciones en los idiomas natales de los autores. El artículo de E. Iglói, publicado en alemán
{Die ersten polnischen, umgarischen und russischen Berichte über die Entdeckung Americas,
«Slavica», t. 4, 1964) fue un signo precursor que no se siguió. Entonces, no es extraño
que hace diez años un investigador húngaro Tibor Wittman lamentaba que los trabajos
concernientes a la cuestión de la imagen de los habitantes del Nuevo Mundo en la conciencia de los europeos «lamentablemente no se extiende a los países de Europa
central y oriental...» 1 .
No obstante, poco a poco la situación empezó a cambiar; las ediciones en serie (anales), en el idioma español y portugués, donde se publicaban también los estudios sobre
el tema de los contactos culturales entre la parte centro-oriental de nuestro continente
y América Latina, comenzaron a editarse a partir del año 1967 en Praga («Ibero-Americana Pragensia») y a partir del año 1972 en Varsovia («Estudios Latinoamericanos»).
Además de esto, han surgido también trabajos con ambición de presentar la síntesis
de dichos problemas, en los cuales podemos incluir, al lado del trabajo de L. A. Sur edi1. T W i t t m a n : La imagen de Nuevo Mundo en las obras de Juan Amos Comenio, «Ibero-Americana Pragensia», t. V, 1971, p. 140.
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tado anteriormente (Rossija i Latlnskaja Amerika, Moscú 1964), los libros de J. Tazbir
{Szlachta a konwistadorzy. Opinia staropolska wobec podboju Ameryki przez Hiszpanię
[Nobles frente a los conquistadores. Opinión polaca en los siglos XVI-XVIll ante la con­
quista de América por los españoles], Warszawa 1969) y R. Wróblewski (Znajomość
Ameryki w Polsce okresu Odrodzenia [El conocimiento sobre América en la Polonia del
Renacimiento}, Warszawa 1977), o la tesis de 0. Kaspar (Praga), Obraz indiańskych
2
spolecnosti Noveho sveta v evropske literature 16.-18. stoleti , en cuanto yo sepa hasta
ahora no editado. Estas investigaciones han despertado el interés también en la historio­
grafía anglosajona, lo que puede confirmar el hecho de que en la edición mencionada
(First Images of America. The Impact of the New World on the Old) encontramos artí­
culos dedicados al tema de la imagen de América en la conciencia no solamente inglesa,
italiana, francesa o alemana, sino también en la conciencia polaca (P. W. Knoll, Echoes
of the New World in the international Rivalries of East Central Europe). También en las
páginas de otras publicaciones de Europa occidental aparecieron las publicaciones
como la de F. Svejkovsky, Three Centuries of America in Chech Literature, 1508-1818,
en: East Central European Perceptions of Early America, edición B. K. Kiraśly y G. Ba­
rany, Lisse 1977, o la de J. Tazbir, La découverte de l'Amérique dans la conscience polo­
e
e
naise aux XVI -XVII siécles, «Rinascimento», anno XXIV, Dicembre 1974.
A pesar del claro aumento cuantitativo y cualitativo de la literatura dedicada al
tema de la imagen de América en los países como Polonia, Checoslovaquia, Hungría
o la Unión Soviética, no solamente los autores de Europa occidental, sino también al­
gunos representantes de la historiografía de los países socialistas, siguen considerando
el pequeño artículo de Iglói de hace 15 años como la última palabra de la ciencia, y por
esta razón, se podría decir queen muchos campos están descubriendo otra vez la América.
El ejemplo clásico de esto podría ser el libro de los investigadores rumanos, Cernovodeanu y Stanciu, editado hace relativamente poco tiempo, dedicado a la imagen del Nuevo
Mundo en «las tierras rumanas» y sus contactos con América hasta el año 1859, o sea,
hasta el momento de establecerse los contactos diplomáticos permanentes entre los
Estados Unidos y Rumania. Los autores de este libro parecen no saber nada sobre la
existencia de las series de muchos tomos, ya mencionada «Ibero-americana Pragensia»
checa o los «Estudios Latinoamericanos» polacos, y de muchas otras publicaciones
que se editan en los países vecinos. Esta omisión es tanto más lamentable, porque concierne, antes que nada, a los contactos entre América y Transilvania, de los cuales,
por razones obvias, los historiadores húngaros se ocupan intensamente. Así pues, si
en el libro de Cernovodeanu y Stanciu están incluidos — como habitantes momentáneos
de los «condados rumanos» — un antitrinitario griego-italiano, Jaime Paleologa, y un
eminente pedagogo checo, Juan Amos Comenio, entonces en caso del primero debería
tomarse en consideración el trabajo de R. Dostálova (Traktat Jakuba Paleologa ab uno
Adamo descenderint, «Listy filologicke», anales 92, 1969, cuad.3) dedicado a la imagen
del Nuevo Mundo en las obras de este escritor. Y si los autores recurrieron a Catechesis
Christianae de Jaime Paleolog (notabene, editado en el año 1971 por Dostálova), en el
cual aparece el indio Telefus contando sobre los habitantes de América, correspondría
2. Compárese: O. K a s p a r : Repercusión de los primeros contactos entre Nuevo Mundo y Europa central
(Colón y Vespucio en Bohemio), «Archiv orientalni. Quarterly Journal of African, Asian and Latin American
Studies», t. 47, 1979, 3, p. 162, nota 3.
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citar el trabajo de A. Pirnat, Die Ideologie der Siebenbürger Antltrinítarier in den 1570"
Jahren (Budapest 1970, pp. 87-89), donde hay un análisis más detallado de las ideas de
Telefus. A su vez, no se puede escribir sobre la opinión del autor de la Gran didáctica
sobre el Nuevo Mundo, sin mencionar el articulo de T. Wittman, muerto prematuramente, quien presentó este problema de manera muy penetrante y exacta (y menos mal
que no en su idioma natal sitio en español)3.
El destino histórico alterno de Transilvania ocasionó que los mismos ejemplos del
interés por América aparecerán tanto en los trabajos húngaros, como rumanos. Así
pues, tanto Wittman como Cernovodeanu y Stanciu mencionan, por ejemplo, la crónica
de I. Szekely (1559) o la enciclopedia húngara de J. A. Csere (1653). La consulta a los
trabajos de los colegas húngaros hubiera enriquecido el libro reseñado con fuentes,
para dar nuevas muestras del interés de los habitantes de las «tierras rumanas» por
América. Sin embargo, en cuanto el investigador húngaro renuncia generosamente
de las pretenciones al Maximiliano Transylvanus (aprox. el año 1490-1538), autor de la
relación De Moluccis insulis... (como vinculado exclusivamente a la cultura occidental,
secretario de Carlos V), los autores Cernovodeanu y Stanciu consideran la actividad
de este escritor como una prueba de este interés. Siguiendo el mismo principio, los historiadores polacos podrían reclamar por Felipe Cluverus (1580-1622), natural de Gdańsk,
que emigró temprano a los Países Bajos, donde publicaba excelentes y famosos atlases
geográficos. Este, a su vez, en el libro analizado, está definido como un alemán (p. 33).
También injustamente los autores rumanos tratan de convencer a los lectores que
las primeras informaciones sobre el Nuevo Mundo llegaron a Transilvania más tem­
prano que a Hungría, Polonia, Rusia o Turquía (p. 173). La prueba principal de esto
es la ya mencionada relación de Transylvanus, editada en el año 1523 en Colonia (y después las ediciones siguientes), sobre la cual no sabemos si y cuando se encontró en las
manos de los habitantes de las «tierras rumanas». Vale la pena, pues, recordar que Bohemia recibió las primeras informaciones sobre los grandes descubrimientos gracias
a la crónica de Hajko (1504) y sobre América, ya alrededor del año 1508, gracias a la traducción de una carta de Americo Vespucio, hecha por Mikular Bakalar4; Epístola de
insulis nuper inventus de Cristobal Colón del año 1493, llegó a Polonia poco después de
editarla, y en el año 1497 en las tierras de Prusia apareció su traducción alemana5. Iglói
y los investigadores soviéticos subrayan el papel de los impresores cracovianos para
la divulgación de las primeras informaciones sobre el Nuevo Mundo en las tierras del
Estado moscovita. Más detalles añaden aquí Cernovodeanu y Stanciu. Así pues, en el
año 1530 en la capital polaca apareció la famosa obra de un transilvano Juan Honterus,
Rudimentorum cosmografiae libri duo, y 19 años más tarde se editó allí la crónica de
lstvan Szekely (Chronica ez vilagnac yeles dolgairol), que contenía amplias informaciones sobre los descubrimientos de Colón, Vespucio, Magallanes. A su vez, los cronistas
de Moldavia, Radu Popescu y Miron Costin se inspiraban en las relaciones de Pablo
3. Compárese: nota 1. No obstante, Wittman no tomó en cuenta eí trabajo de R. F. Y o u n g : Comenius
and the Indians of New England, London 1929.
4. O. K a s p a r : op. cit., p. 163.
5. J. T a z b i r : Krzysztof Kolumb w opinii staropolskiej [Cristóbal Colón en la opinión de los antiguos polacos],
en: Studia z dziejów geografii i kartografii, bajo la red. de J. Babicz, Wroclaw 1973, p. 442.
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Piasecki sobre el Nuevo Mundo, contenidas en la Cronica gestorum in Europa singularium (Cracovia 1645). (Compárese p. 29 del trabajo reseñado.)
El libro reseñado se limita prácticamente a registrar y resumir las fuentes conservadas. Esto se explica parcialmente con la escasez de estas fuentes que no permite un
análisis más amplio. Igual que las informaciones sobre los grandes descubrimientos
llegaron a Transilvania mucho más tarde que a Bohemia o Polonia (sin mencionar ya
Moscú), así también los ecos de las apasionadas acusaciones de fray Bartolomé de Las
Casas dirigidas a sus compatriotas, llegaron a las «tierras rumanas» recién a mediados
del siglo XVIII. Inclusive, si Jaime Paleolog (como lo sugieren los autores en la paginal 8)
leía sus escritos, faltan fuentes directas que lo puedan comprobar. A su vez, aunque
a Bohemia estos escritos llegaron a fines del siglo XVI y principios del XVII, permanecieron sin ser leídos6 hasta la época de la Ilustración. En cuanto a los terrenos de Europa
centro-oriental, los habitantes de Polonia fueron los primeros que conocieron a Bartolomé de Las Casas. Ya en el año 1606, Bartolomé Keckerman en sus conferencias en
el Colegio de Gdańsk, hablando sobre la matanza de 20 millones de indios por los espa­
ñoles y el saqueo de los enormes territorios de América, citaba las opiniones de fray
Bartolomé de Las Casas. En cuanto el jurista de Gdańsk se limitó a citar un pequeño
fragmento de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, el polemista calvinista,
Krzysztof Kraiński, basándose en su Postylla también en los escritos de fray Bartolomé
de Las Casas, describió exactamente la manera de que se realizo la exterminación de los
habitantes originarios de América7.
El libro de los autores rumanos presenta en orden cronológico como se introducían
las obras históricas y geográficas, los atlases y globos que contenían informaciones
sobre América, como también la aparición de a veces insignificantes fuentes informativas
en los trabajos editados principalmente en Transilvania. Un capítulo aparte (II) está
dedicado a los primeros habitantes de las «tierras rumanas» que aparecieron en América
en los siglos XVII y XVIII. Más de la mitad del trabajo ocupa el tema de los contactos
de estas tierras con los Estados Unidos y su intensificación que surgió en los años
1848-1859. Los autores no es olvidaron de mencionar los comienzos de los cultivos de
las plantas americanas, como maíz, tabaco y papas, en Transilvania (compárese pp.
30, 31, 47 y 57)8.
En general, se puede afirmar que a pesar de las diferencias de tiempo, en que las
informaciones sobre el continente descubierto llegaban a los diferentes países de Europa
centro-oriental, en todas partes surgían los fenómenos similares a los que se observaban
en Transilvania. Así pues, tanto allí como en Polonia o en Bohemia, las informaciones
principales eran las cosmografías ante todo alemanas (de Simón Grynaesus y Sebastian
6. Compárese: J. H r u b e s : Bartolomé de has Casas. Propagación e influencia de su obra en Bohemia, «Ibero Americana Pragensia», t. VI, 1972, p. 166 y passim.
7. «Bartolomeus Cassaus, obispo español, describió maneras bastante terribles y crueles de convertir a
cristianismo a los habitantes del Nuevo Mundo por los españoles» — afirma Kraiński y presenta, siguiendo
a fray Bartolomé de Las Casas, diferentes métodos de asesinar y torturar a los indios. (K. K r a i ń s k i : Pos­
tylla..., 5 parte, Raków 1617, p. 1257).
8. Compárese: más ampliamente sobre este tema escribe C. G. G i u r e s c u : Influence of the New World
in the field of Economy. I Plants of American origin in the Carpatho-Danubian area, «Nouvelles Etudes d'Histoire», t. V, 1975.
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Munster), en menor grado húngaras (de Jan Honter) o polacas (de Marcin Bielski),
que se convertían después en un material para numerosas modificaciones y copulaciones. Igual, en todas partes, el interés por América fue, hasta cierto punto, una función
de las actuales simpatías políticas (ante todo en relación a España) y religiosas. De un
lado, los representantes de la Contrarreforma, como por ejemplo, omitido por los autores, el cardenal Peter Pazmany, se interesaban por los problemas misionales de la
Iglesia en el hemisferio occidental, de otro lado los partidarios de la Reforma húngaros,
polacos o checos, de buena gana recordaban las crueldades de los conquistadores españoles, cometidas en el servicio a la monarquía y a Roma.
Una muy pequeña cantidad de las fuentes que han podido encontrar hasta ahora
los investigadores de las opiniones sobre América en la Europa central y oriental, ha
causado que hay quienes dudan, si vale la pena investigar este tema. No obstante, este
escepticismo no parece estar justificado. En el transcurso de las investigaciones de fuentes encontramos cada vez más pruebas del interés por el descubrimiento del Nuevo
Mundo, que aparecen no solamente en los libros sino también en los manuscritos9.
Lo que es más importante, es que al coleccionar todas, hasta las mínimas, informaciones sobre este tema, no se trata de satisfacer las ambiciones de coleccionista, o de buscar
curiosidades o cosas exóticas. A los representantes de la élite intelectual de aquellos tiempos (comenzando con Juan Amos Comenio)las informaciones sobre América y sus habitantes servían como punto de partida para reflexionar acerca de los criterios de los progresos y dicotomías que se producían entre la barbarie y la civilización. De las discusiones sobre el mito del buen salvaje y sobre la moral natural de los paganos que prescindían de cualquier organización eclesiástica, nacieron, pues, las concepciones de la Ilustración europea. Igual que el contacto con otras naciones contribuye en formarse la
conciencia étnica de las respectivas naciones, la confrontación con el Nuevo Mundo
sirvió para desarrollarse la conciencia europea. Hasta las más pequeñas informaciones
sobre América (Asia o Africa) contribuían a fortalecer la convicción sobre la existencia
de cierta comunidad europea, basada sobre la identidad cultural, religiosa (cristianismo)
y de tradición histórica.
Este contexto más amplio 10 es lo que desgraciadamente falta en el libro de Cernovodeanu y Stanciu, la escasez ya mencionada de las referencias a las fuentes puede ser una
justificación solamente parcial. Inclusive, limitándose nada más que a las que han podido encontrar, se podía intentar responder a las cuestiones como: el cambio del concepto de espacio, que probablemente se produjo bajo la influencia de las informaciones
sobre los grandes descubrimientos. También parece importante el problema del momento
decisivo en el interés por América, provocado por la formación allí del primer Estado
independiente de los blancos. La cuestión aparte es la influencia de los éxitos coloniales
9. Ultimamente H. G m i t e r e k encontró una interesante y amplia polémica, entre otros temas, sobre las
misiones cristianas en América, incluida en un manuscrito que data de los años 70 del siglo XVII. Compárese
del mismo autor «Scandala expurgata». Przyczynek do dziejów konwersji w XVII w. [«Scandala expúrgata».
Aportación a la historia de la conversión en el siglo XVII], «Odrodzenie i Reformacja w Polsce», t. 25,
1981.
10. Una muestra ejemplar de un análisis más amplio encontramos en el citado artículo de S v e j k o w s k y :
Three Centuries of America in Chech Literature.
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de los españoles y portugueses y después de los ingleses y franceses en la formación
del europocentrismo de aquellos tiempos, también entre las capas ilustradas de Transil
vania.
Janusz Tazbir
WITOLD L. LANGROD : O niespokojnym życiu i smutniejszej śmierci Karola Beneskiego
[Sobre la vida intranquila y la muerte triste de Carlos Beneski], Kraków 1981, Wydaw­
nictwo Literackie, pp. 266.
Lo interesante en este libro es, naturalmente, el destino de su protagonista, pero
no menos interesante es la historia de la vida del autor del trabajo. Jurista, sociólogo,
diplomático y periodista polaco, empleado de la ONU, Witold Langrod, la mayor parte
de su vida, después de la campaña del año 1939, en la cual participó gloriosamente,
pasó en el extranjero, en Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos, Togo, Congo y México.
En un tiempo fue consejero en la oficina presidencial en México. Últimamente enseñaba
sociología en Suffolk College en los Estados Unidos.
Langrod escribió trabajos sociológicos, editó también sus memorias. Nunca fue un
historiador profesional y él mismo afirmó que el libro sobre Beneski lo escribió como
un aficionado. El trabajo reseñado constituye un ejemplo de una pasión y de una fascinación por la persona del protagonista. Es un fenómeno bastante frecuente en la historiografía, y en especial en la literatura biográfica. Los trabajos escritos por los aficionados de carácter biográfico, tienen sus virtudes y sus defectos, desgraciadamente,
a mi parecer, prevalecen los últimos. Que importa el hecho, que el historiador aficionado muy escrupulosamente recoge hasta las mínimas informaciones sobre su protagonista y a menudo alcanza considerables efectos heurísticos, si casi siempre abandona
el contexto más amplio de los acontecimientos y procesos, o los sujeta al protagonista,
por el cual siente tal debilidad que a veces pierde el objetivismo.
Carlos Beneski es, según mi parecer, un personaje interesante, pero en la historia
de México, es un personaje de segunda importancia. En la época en que vivió hubo muchos hombres semejantes, en el fondo unos aventureros con pintoresca biografia. Langrod se interesó por Beneski, antes que nada, por el hecho de que éste fue polaco, y en
la historia mexicana de la primera mitad del siglo XIX encontramos muy pocos elementos polacos. Indudablemente, la aparición de la biografía de Beneski es un hecho interesante para la historiografía polaca y mexicana (si se lo traduciría al español), pero no
es ello ningún evento científico que podría cambiar algo en la imagen de la historia de
México del siglo XIX. El autor seguramente, se daba cuenta de esto, concentrándose
en los detalles de la pintoresca vida del protagonista, proponiendo muchas hipótesis
(disponía de pocas fuentes) y formulando muchas interpretaciones psicológicas, intuitivas — diría yo, a menudo en forma de alto nivel literario.
Langrod aprovechó los materiales del archivo de la Secretaria de la Defensa Nacional
de México y los manuscritos de la Biblioteca de la Universidad de Texas (Austin). Principalmente, estos materiales constan de diferentes cartas, documentos personales militares concernientes a Beneski, también informes administrativos sobre sus actividades
como jefe militar y político de Colima. El autor del libro afirma que no hay informacio-
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RESEÑAS
nes sobre Beneski en los materiales del Archivo General de la Nación en la ciudad de
México, lo que no es cierto, porque él mismo aprovecha algunas (Archivo de Guerra,
tomo 37) y omite otras (por ejemplo, Archivo de Guerra, tomo 1016), aunque hay que
reconocer, que estas informaciones tienen el grado mínimo de exactitud. W. Langrod
consultó alrededor de 100 posiciones bibliográficas impresas, dentro de éstas bastantes
impresos de la época, especialmente los relacionados con la vida, gobierno y muerte
de Agustín Iturbide. Esto se explica fácilmente, ya que el fragmento más importante de
la vida de Beneski fue la expedición fracasada del ex-emperador de México, expedición,
en la cual — la única vez en su vida — el oficial polaco jugó el papel principal. El autor
aprovechó también los trabajos relacionados con la historia de México de los años
1821-1836, sin incluir en estos los trabajos editados en los últimos años y concernientes a la historia militar de la época napoleónica.
No es fácil, ni siquiera posible, la reconstrucción exacta de la historia de la vida de
Beneski. Se desconoce la fecha de su nacimiento (1793 o 1796) y el día de su muerte
suicida (entre enero y mayo del año 1836). Se ignora el lugar de nacimiento de Beneski
fuera de una información general, que vio la luz del día en los terrenos polacos ocupados
por Prusia.
Hay problemas hasta con su apellido. Los más frecuentemente usados por él mismo
son Beneski, de Beneski o (después del año 1829) Beneski de Beaufort. Los prusianos
escribían Benecke y es difícil saber si éste fue el apellido familiar del teniente coronel
de húsares prusianos (así opina Langrod, p. 7), o si el apellido fue cambiado (de Bieniewski, Bienieski), ya que también lo escribían como Benetzki o Benecki. Humboldt,
que intercedió por Beneski al gobierno mexicano en el año 1824, pidiendo perdonarle
la vida, escribía Benesky, otros de manera diferente (Benesqui, Beneskiö, Beroski).
La construcción del libro de Langrod es cronológica. El trabajo está dividido en tres
partes tituladas «Águila blanca y negra», «Iturbide» y «Santa Anna».
El tiempo de servicio de Beneski en el ejército polaco fue corto. Pertenecía al 7 regimento de ulanos, que luchó en España probablemente desde los principios del año
1810 hasta mediados del año 1811. En estos tiempos fue suboficial. No se puede excluir
la posibilidad que participó en la campaña del año 1809 en el Condado de Varsovia.
En el año 1811 o 1812 Beneski empezó el servicio en el ejército prusiano, que terminó
en el año 1820 con el grado de subteniente. Participó en las campañas de los años 1812,
1813, 1814 y 1815 (Waterloo). No se sabe exactamente que grado militar tuvo Beneski
cuando pasó a la reserva (subteniente, capitán o teniente coronel). El mismo Beneski
naturalmente declaró en México, donde llegó a mediados del año 1822 después de su
corta estadía en los Estados Unidos, que era teniente coronel. Aprovechando la ocasión «prolongó» su servicio en el ejército prusiano. Presentó una carta concerniente
a su supuesto grado de coronel, firmada por el rey Federico Guillermo III. Todo indica
que este decreto fue falsificado.
Recibido en el ejército del emperador mexicano como capitán, pero al mismo tiempo
teniente coronel graduado, sirvió en San Luis Potosí bajo el mando del general Anastasio
Bustamante, futuro presidente, conocido conservador y monarquista. Beneski, bien
visto por Bustamante, ya en enero del año 1823 recibió el título y el salario completo
de teniente coronel. Es difícil decir por que el joven oficial se volvió un admirador del
emperador. Después de la abdicación de Iturbide, Beneski fue encarcelado (abril del
año 1824), acusado de haber participado en una conspiración contra el gobierno, y luego
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RESEÑAS
despedido del ejército y expulsado del país como «aventurero, creatura del señor Iturbide» (agosto o septiembre del año 1823). Beneski llega a Italia, donde primero estuvo
exiliado Iturbide, después de la salida del ex-emperador. Por lo tanto, prestó ayuda
a su familia y después se le unió en Inglaterra. Parece que era uno de los que le instigaban
a Iturbide que volviera a México. Parece que fue en Europa donde se establecieron los
vínculos de una profunda amistad entre Beneski y su jefe.
Langrod dedica mucho espacio a la descripción del regreso de Iturbide, sus últimos
días, al papel que desempeño Beneski, que negociaba con el general Felipe de la Garza
y hasta el final no abandonó a Iturbide, describiendo los acontecimientos con mucha
exactitud, casi hora pora hora (4 capítulos, pp. 113-146). Con una especial minuciosidad
compara dos relaciones: el informe de Felipe de la Garza para el gobierno y las memorias de Beneski, y en todos los momentos dudosos, le concede razón a su protagonista,
presentando a Felipe de la Garza como un personaje falso y desleal. Una cosa está segura: Beneski se mantuvo fiel a Iturbide hasta el final, deseaba ser fusilado junto con él.
El consejero fracasado del ex-emperador pasó tres meses en la prisión. Después, condenado al destierro eterno fue deportado a los Estados Unidos en octubre del año 1824.
En los años 1825-1829 Beneski estuvo en los Estados Unidos y en América Central,
como empleado de la empresa Aaron H. Palmer Associated, que iba a construir el canal
entre dos océanos en el territorio de Nicaragua.
A pesar de la prohibición formal, Beneski regresa a México en el año 1829. Encarcelado por tercera vez, sale rápido de la prisión gracias a la ayuda de los conservadores,
sus amigos, que estaban en el gobierno, y vuelve al servicio militar. Luego participa
en las luchas contra las tropas invasoras españolas, bajo el mando de Isidro Barradas,
distinguiéndose por su valor. Asciende al grado de coronel.
En los años 1830-1836 Beneski se mantenía, como todos, a la sombra de Santa Anna.
No obstante, fue consecuente como un oficial vinculado estrechamente con el bando
conservador, lo que pagó con su cuarto encarcelamiento por su participación poco
clara en la rebelión del general Aristo (1833). La última etapa de la carrera del protagonista fue el puesto de comandante principal y jefe político del territorio de Colima.
Se mantenía en este puesto en los años 1834-1836 y no dejó buenos recuerdos en la memoria de los habitantes de esta región. En todo caso, las relaciones entre el jefe y las
autoridades civiles, en especial el cabildo, no eran buenas. No se puede excluir la posibilidad de los abusos por parte de Beneski.
A principios del año 1836 Beneski abandona Colima y se dirige al norte para incorporarse en las tropas de la expedición de Santa Anna, que se estaban preparando a la
campaña en Texas. No tenemos informaciones sobre el último viaje del coronel, «sabemos
tan solo, que en Saltillo Beneski se suicidó, dándose un tiro» (p. 210).
El libro de Langrod provoca algunas reflexiones tanto generales como particulares. No cabe duda una cosa: no valdría la pena escribir el libro sobre Beneski, sino hubiera sido vinculado tan estrechamente con la fracasada expedición de Iturbide. El resto
de la biografía no es muy interesante. Su curriculum es, más bien, mediocre, de un condotiero — aventurero, por quien es difícil sentir simpatía. El autor del libro idealiza
a Iturbide y el bando conservador para presentar de manera más positiva a Beneski.
Evita la característica y la crítica de la reaccionaria, intrigante, amoral, soldadesca mexicana, que fue tan fatal para México, dentro de la cual el protagonista fue un personaje típico y poco interesante. Nada indica que Beneski se distinguía como soldado
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RESEÑAS
(en el ejército prusiano ascendia muy lentamente), ni como administrador (Colima),
y los momentos de valor (expedición de Iturbide, Tampico) no bastan para cambiar
la opinión sobre este hombre emprendedor y violento, pero mediocre. Es importante
que Beneski se declaraba como polaco, pero su curriculum indica más bien el sentimiento
de identidad nacional bastante débil, lo que no viene a ser una acusación, sino más bien,
confirma una norma. Declararse como polaco pudo ser ventajoso en los tiempos de Beneski, pero sabemos que también subrayaba el hecho de haber servido en el ejército
prusiano (lo alemán estaba bien visto en México).
El último capítulo del libro titulado «El último camino de Carlos Beneski (prueba
de motivación)» es un ensayo literario. Langrod desconoce las causas de la decisión
de suicidio de Beneski. Intenta inventarlas, porque, de todos modos, no de reconstruir.
El protagonista, pues, aparece ante nosotros como un noble progresista, amigo del
pueblo entre el cual se siente mejor, enemigo de la explotación de los indios, de la reclutación brutal al ejército, arrogancia e incompetencia de los ricos, un crítico agudo del
desorden, corrupción en la administración y en el ejército, hombre que entiende, que
la casta de los oficiales organizando los pronunciamientos conduce al país hacia la destrucción. (Aquí Langrod imputa a Beneski elementos de autocrítica). Y por fin: Beneski
sabe que inhábil Santa Anna envía las tropas a Texas a una derrota segura. Sin encontrar otra salida, el coronel decide suicidarse. Nada, o casi nada del razonamiento de
Langrod (en nombre de Beneski) puede ser comprobado, y totalmente improbable es la
imagen de Beneski como casi el precursor de los jacobines de la Reforma.
Biografística es un arte traicionero, en general, conduce a la idealización o al panfleto. Y siempre va a ser así. Sólo nos queda la esperanza de que el número de excepciones, quiere decir biografías críticas, que aumenta últimamente, vaya a seguir creciendo.
Tadeusz Łepkowski
WŁADYSŁAW DOWBOR: Brazylia bez egzotyki. Formowanie się kapitalizmu zależ­
nego w Brazylii [Brasil sem exotismo. Formação do capitalismo dependente no Brasil],
Wroclaw 1981, Ossolineum, 184 pp.
O livro de Władysław Dowbor apareceu como o décimo-primeiro título da série
«Ásia, África, América Latina: História», redigida por Tadeusz Łepkowski e Ryszard
Stemplowski. As teses básicas desse livro Dowbor já havia apresentado anteriormente
em seu trabalho de doutoramento, defendido na Escola Central de Planejamento e Esta­
tística (ESPE), em 1976, editado a seguir em Lisboa, em 1977, como A formação do capitalismo dependente no Brasil.
A base teórica do livro de Dowbor é constituida pela amplamente compreendida
«teoria da dependência», abrangendo tanto a perspectiva «da dependência» sensu
stricto (desenvolvida nos trabalhos de Cardoso e Faletto, bem como Frank), como
da «economia mundial» (desenvolvida por Amin e Wallerstein). No contexto dessa
teoria, o autor apresenta as interpretações do processo histórico de desenvolvimento
da economia do Brasil, desde a época colonial até os anos cinquenta do século XX.
A estrutura do livro reflete o método aceito da periodização da história econômica
228
RESEÑAS
do Brasil, baseado nos princípios da teoria da dependencia. Esse método une a concepção clássica — hoje em dia na historiografia brasileira — dos ciclos de desenvolvimento baseados num ou mais produtos agrários (ver os trabalhos de João Lúcio de Azevedo, Roberto C. Simonsen, Caio Prado Jr., Celso Furtado ou, ultimamente, Mirce
Buescu), com a concepção das fases da dominação externa, marcadas pelas transformações das bases técnicas e econômicas do funcionamento da divisão internacional do trabalho e do mercado mundial. As reflexões do autor concentram-se dessa maneira na
análise e interpretação dos traços característicos das diversas etapas do desenvolvimento econômico do Brasil, descritas, respectivamente, como fase portuguesa, inglesa,
passageira (1913/1948) e norte-americana. Se bem que as reflexões do autor alcancem
a ano de 1964, a maior parte do livro constitui uma análise das tres primeiras fases de
desenvolvimento.
O trabalho é lido com facilidade. Contudo, não me parece que todas as suas teses
e nuances polêmicas sejam compreensíveis para «o leitor médio», para o qual está dirigida toda a série. A leveza do estilo e a clareza da argumentação não deveriam, dessa
forma, esconder o fato de que a leitura do livro de Dowbor exige, pelo menos, um conhecimento elementar do contexto histórico-teórico das diversas fases ou também das
discussões e polêmicas citadas pelo autor. Isso refere-se às teses para as quais o autor
volta constantemente, fazendo delas, de certo modo, o leit-motiv de todo o livro. Tenho
em mente neste momento os seguintes problemas: 1) presença das formas pré-capitalistas das relações de trabalho na economia subdesenvolvida; 2) papel da burguesia
nacional no processo de desenvolvimento histórico do Brasil; 3) papel do imperialismo
no processo de industrialização dos países subdesenvolvidos e o problema com ele relacionado da modernização das bases técnicas do subdesenvolvimento e da dependência.
Em cada uma dessas questões Dowbor tem algo interessante a dizer. Os argumentos
por ele apresentados soam de forma convincente, de um modo geral. É uma pena que
a fórmula da série, interpretada de forma restritiva, não tenha permitido na apresentação do contexto histórico em que esses problemas surgiram tanto na ciência como
na prática do movimento político. De outro modo: que o leitor seja obrigado a acreditar que esses problemas «foram descobertos» tão somente pela teoria da dependência.
Estou convencido que no ver do leitor o livro de Dowbor se autodefende, sem a ajuda
de advogados. Isso facilita de certa forma a minha tarefa, possibilitando a concentração da atenção nas questões que, segundo penso, o autor apresentou de forma inadequada ou pouco convincente.
1. Questionando de forma fundamental, na «Introdução», o paradigma tradicional
das ciências sociais, de acordo com o qual as estruturas desenvolvidas e subdesenvolvidas são compreendidas como um continuum, Dowbor aceita ao mesmo tempo a variante mais «ortodoxa» da teoria da dependência, afirmando: «o mundo capitalista
não constitui uma hierarquia de países mais ou menos desenvolvidos no gênero de uma
piramide regular, mas dois polos que se distinguem claramente...» (pg. 7). Em outra
parte: «no sistema capitalista mundial apresentam-se duas dinâmicas básicas. Uma está
relacionada com os países hoje em dia ricos e industrializados [...], outra com os países
subdesenvolvidos...» (pg. 8).
Tenho a impressão que aceitando a variante «ortodoxa» da teoria da dependência
(estrutura bipolar da economia mundial), Dowbor facilitou para si, de certa forma,
a tarefa da pesquisa; arriscou a aceitação, pela via de implicação, da perigosa hipótese
229
RESEÑAS
de que a falta de continuum em escala global significa a existência de continuum no contexto de polos diferenciados (centro e periferia). E desse modo a diferença «qualitativa»
entre, por exemplo, Brasil, Formosa, Coreia do Sul ou Argentina, e Malavi, Camarões
ou Afganistão, é reduzida a zero. Parece-me justamente que a análise do caso do Brasil
deveria levar ao aproveitamento e desenvolvimento da sugestão de Wallerstein sobre
o assunto da apresentação, no processo do desenvolvimento histórico da economia
mundial, das estruturas definidas por esse autor como semi-periferias.
Claro, a concentração da atenção por Dowbor no período que vai até 1948 favoreceu a aceitação da variante «ortodoxa», considerando, por exemplo, a forma aproximada — em todos os países subdesenvolvidos de então — da acumulação e, sobretudo,
do excedente de exportação. O processo da «semi-periferização» acelerada de parte
do Terceiro Mundo data da segunda metade dos anos cinqüenta, se bem que se possa,
segundo penso, afirmar que em tais países como Brasil ou Argentina tenha sido iniciado
bem mais cedo, no limiar dos séculos XIX e XX, e já com certeza nos anos trinta. Em
suma, Dowbor apresentou, com a ajuda da variante «ortodoxa» uma interpretação
padrão — no contexto da teoria da dependência — para o desenvolvimento da economia
brasileira. Contudo, hoje em dia, as conclusões decorrentes dessa interpretação são
antes pontos de interrogação do que afirmações que descrevam, de forma convincente,
o lugar do Brasil na divisão internacional do trabalho, após o término da época do
grande boom de posguerra da economia mundial.
2. Seguindo Cardoso e Faletto, o autor rejeita consequentemente a visão «conspirativa» do processo histórico de surgimento e continuação do subdesenvolvimento; daí
tambem o acento colocado no livro sobre o fenômeno da «assimilação» da dependência
por toda a estrutura econômico-social do país subdesenvolvido. Dowbor acertadamente
aponta para a «base interna da continuação da dinâmica neocolonial, que não é esclarecida pela pressão externa do imperialismo ou penetração de "agentes": trata-se do
caracter particular e dependente da burguesia brasileira relacinada com o sistema de produção, que se tornou a base de seu funcionamento» (pg. 84).
A utilização prática dessa diretiva metodológica por parte do autor provoca contudo
reticências. Pois, a análise do processo histórico foi conduzida de uma forma extraordinariamente estática. Teve lugar igualmente o estreitamento do campo de análise entre
somente alguns «atores», e, em consequência, a lógica do processo social foi substituída
pela lógica da teleología.
A história escrita por Dowbor da economia brasileira parece ser uma história escrita
«de cima», da parte da «casa grande», e não da «casa grande e senzala». Em seu livro,
os únicos atores são a burguesia local (brasileira) e o sistema mundial. Em verdade isso
possibilitou a condução de uma interessante análise das contradições que se apresentam
no encontro dos interesses de ambos atores, bem como no interior da burguesia local
(em si mesmo um grande tema!), ao mesmo tempo, contudo, a dinâmica do «desenvolvimento do subdesenvolvimento» é reduzida à sinalização de resultados historicamente
prontos, e não de um processo social de escolha de opção. Para evitar incompreensões:
não se trata aqui da consideração insistente e forçada, a todo preço, do «papel das massas», bem como dos movimentos sociais e políticos, mas de apontar, por exemplo, o que
acontece na sociedade brasileira como um todo no momento da passagem de uma
fase de desenvolvimento para outra.
A história escrita «de cima», da perspectiva da «casa grande«, cintilante na análise
230
RESEÑAS
da interpretação dos «atores», coloca contudo a análise do processo histórico sob os auspicios da teleología. Nessa situação, tem de aparecer inevitavelmente, com toda força,
a tendência a ver no processo histórico de desenvolvimento do Brasil antes de tudo
o elemento de continuidade. Se substituirmos a palavra «progresso» pela palavra «dependência», a leitura do livro de Dowbor fornecerá uma imagem quase mecanicamente
objetivizada do desenvolvimento linear. Os momentos de passagem entre as fases diferenciadas aparecem antes como acentos convencionais que ordenam a cronologia dos
acontecimentos do que como objeto de análise científica.
Tal approach metodológico influencia igualmente a apreciação do período de após
1948. Dowbor vê na história econômica do Brasil de após 1948, sobretudo após 1964,
antes de mais a culminação de processos anteriores e sua continuação. A dependência
permanece dependência, embora a sua base técnica sofra mudança. Contudo, essa é uma
conclusão, cuja justificativa deveria ser primeiramente conduzida. Penso — ao contrário
de Dowbor — que somente ao preço de «heróicas simplificações» será possível a inscrição da história econômica do Brasil, após 1964, na estrutura bipolar da economia mundial, bem como a concepção da continuidade «do desenvolvimento do subdesenvolvimento» (igualmente em sua variante da «industrialização dependente»).
3. Para os marxistas e os teóricos marxizantes do subdesenvolvimento soa de maneira intrigante a tesa de Dowbor sobre a existência de um modo de produção diferenciado, subdesenvolvido e capitalista. Em muitos lugares de seu livro Dowbor propõe
a consideração do Terceiro Mundo como uma área submetida à dominação do capitalismo, que se governa por leis diferentes daquelas que foram inseridas na concepção
do capital, apresentada por Marx.
Contudo, apresentando essa tese Dowbor é inconseqüente; em alguns momentos
pode-se ter a impressão que esteja pronto a resignar de tal postulado radical. Assim,
na pg. 36, acentua que «trata-se aqui, através da articulação da predominante circulação capitalista e das relações parcialmente pre-capitalístas de produção, do surgimento
de um modo específico da produção capitalista». Dowbor define-o como «modo dependente de produção capitalista» (pg. 37). Por sua vez, na pg. 84, encontramos a afirmação
de que temos a ver «com uma forma específica do modo capitalista de produção, que
através de seu caracter dependente e extraverso faz retornar as relações pre-capitalistas
de exploração».
É questão evidente que a diferença entre os diferentes modos de produção e as formas
de dado modo de produção seja colossal, do ponto de vista metodológico. Parece ser
igualmente evidente que certas formas específicas de acumulação do capital («regionais» — no contexto do grau de abastração em que é formulada a concepção do modo
capitalista de produção) não podem constituir critério de diferenciação de distintos modos de produção. O «desenvolvimento auto-dinâmico» e o «desenvolvimento dependente» são formas «regionais» de acumulação do capital. Se por sua vez aceitarmos a idéia
de Dowbor, nada impediria de, por exemplo, incluirmos a Albânia, de um lado, a Polônia, de outro, em distintos modos de produção. As formas de acumulação são, sem dúvida, diferentes em ambos os países, sobretudo do ponto de vista do critério (autodinamismos e dependência) acentuado por Dowbor.
Claro, a questão levantada por Dowbor não pode ser descartada através de ilustrações ou paradoxos. E se bem que pessoalmente não me convença a tese sobre a exis-
231
RESEÑAS
tência «do modo dependente da produção capitalista», penso que o seu questionamento
exigirá não tanto gestos de condenação, mas análise crítica.
Algumas palavras ainda sobre a questão da própria edição do livro. O texto constitui
tradução de versão escrita à máquina em língua francesa. Deve-se constatar com pena
que a tradução foi realizada de forma fatal; em alguns momentos a argumentação do
autor é simplesmente ilegível. Se bem o leitor polonês obtenha algo lendo o livro de Dowbor, algumas frases da tradução enervam pelo jargão jornalístico.
Henryk Szlajfer
ALBERTO VÍCTOR STAWIŃSKI : Primordios da imigração polonesa no Rio Grande do Sul
(1875-1975), Universidade de Caxias do Sul, Caxias do Sul: Escola Superior de
Teologia São Lourenço de Prindes, Porto Alegre 1976.
O trabalho de A. V. Stawiński Primordios da imigração polonesa no Pio Grande do
Sul compõe-se de tres partes. A primeira é dedicada, de acordo com o título, aos primordios da colonização polonesa no Rio Grande do Sul. Após a introdução e apresentação geral da situação dos Poloneses no século XIX nos territórios poloneses abrangidos pela partilha desse país, o autor passa a apressentar o destino daqueles nos primeiros anos de estadia na emigração. Apresenta a história de mais de uma dezena de colônias riograndenses, como também dedica uma certa atenção a alguns problemas mais
gerais, por exemplo, aos matrimônios, reemigraçâo, comemorações de datas, etc. Capítulo em separado é dedicado à presença do clero entre os imigrantes poloneses. Com
atenção lemos aí as notícias sobre padres não poloneses, que cumprindo seus deveres
de evangelização nas regiões habitadas pelos colonos da Polônia, estimulados pela sincera e fervorosidade religiosidade de seus protegidos, aprenderam a língua polonesa,
para poder lhes ajudar não só no confessionário, mas também com conselho prático
no novo país.
A segunda parte é constituida por dois bastante interessantes relatos de emigrantes:
Jan e Franciszek Stawiński. No primeiro está contida uma descrição da viagem da Polônia para o Brasil, da viagem errante desde a Ilha das Flores até a colônia de São Marcos,
das epidemias nos barracos dos emigrantes, dos primeiros contatos com a população
local (que — o que é interessante — nesse caso não eram Brasileiros, mas Italianos),
como também dos primeiros anos da emigração. O segundo relato contem uma descrição
da mudança de colônia para colônia, isto é, refere-se às migrações internas nas terras brasileiras. É um fenômeno interessante e fundamental para a história da colônia polonesa
no Brasil. Em geral nos acostumámos a tratar os emigrantes, que após longa e cansativa
viagem chegavam por fim ao lugar de seu estabelecimento, como pessoas para sempre
já aí permanecendo. Enquanto isto, acontece que na segunda década do século XX das
regiões da primeira colonização polonesa no Rio Grande do Sul saiu uma grande onda
de emigrantes poloneses, acompanhados de seus filhos, para se transladar para regiões
recém-colonizadas na parte norte do Estado. O motivo era a falta de terras para a ge-
232
RESEÑAS
ração que crescia, que aos poucos se independizava. Esse fenômeno desperta toda uma
série de reflexões. A começar da admiração para pessoas que no final da sua vida, após
as durezas da própria emigração e do trabalho de exploração em lugar selvagem, empreendiam pela segunda vez o abate desde o início da selva, para preparar para si
um novo cultivo, até as observações relacionadas com a estrutura sócio-econôniica
do Brasil daqueles anos, em que o lugar dos Poloneses ficava no cultivo e raríssimos
deles tentavam então desrespeitar essa regra não escrita.
Escrevendo sobre os Poloneses, o autor remonta-se às vezes, de igual forma, às
comparações com outras nacionalidades. E aí faz uma interessante constatação. Afirma
que o destino dos Poloneses no Rio Grande do Sul não é específico somente para a nossa
nacionalidade. Igualmente outros grupos étnicos se encontraram em análogas condições, o que o autor claramente sublinha — passaram por idêntico processo de estabelecimento e exploração que os Poloneses. Dessa maneira, à observação anterior sobre
o lugar dos Poloneses na estrutura sócio-econômíca do Brasil dever-se-ia «subtrair»
um pouco de etnicidade, colocando maior acento em todo o complexo dos condicionamentos agindo sobre o destino de dado grupo social. Tal abordagem do problema —
original entre muitos autores que escrevem sobre as colônias polonesas e fortemente
acentuam a especificidade da emigração polonesa — cria para os pesquisadores amplas
possibilidades de investigações comparativas com outros grupos nacionais, como também abre discussão sobre que grupos de fatores, que exercem influência sobre dado grupo ou que o caracterizam, de forma mais decidida determinam o seu destino posterior.
Como uma das causas o autor cita o período um tanto mais posterior da chegada dos
Poloneses no Rio Grande, em comparação, por exemplo, com os Italianos a Alemães.
As vezes, a diferença de 5 ou 10 anos era decisiva para o estabelecimento em terras piores,
menos preparadas e situadas distantes dos centros comerciais e das estradas que a esses
conduziam. Igualmente fundamentais mudanças políticas no Brasil (1889 — abolição
do império e proclamação da república) influíram — segundo o autor — de forma desfavorável na situação dos imigrantes que chegavam naquele período. Os Poloneses
justamente começaram a afluir em massa para o Rio Grande do Sul no início dos anos
noventa do século XIX. Aí tem lugar uma certa analogia com a colônia polonesa nos
Estados Unidos. Aí também os Poloneses chegaram num período, quando os lugares
mais favoráveis para o início do desenvolvimento dos grupos imigrantes já estavam
ocupados pelos chegados mais cedo, vindo da Europa Ocidental e Escandinávia.
A segunda parte do livro é terminada por uma nota bibliográfica referente à colônia
polonesa do Rio Grande do Sul e à imprensa polonesa no Brasil. Na terceira parte encontramos uma série de informações sobre a Polônia contemporânea. Aí está igualmente contida uma seleção de Cartas de emigrantes do Brasil e dos Estados Unidos, elaboradas por N. Assorodobraj-Kula, W. Kula e M. Kula, e se bem a tradução portuguesa indubitavelmente a empobrece no que respeita aos valores lingüísticos, com certeza para as gerações de hoje da colônia polonesa no Brasil trata-se de um interessante
testemunho de sua própria história. O trabalho é terminado pelas descrições das datas
celebradas pela colônia polonesa no Rio Grande do Sul, bem como uma nota biográfica
dedicada ao engenheiro Edmund Gardoliński, conhecido ativista e pesquisador da his­
tória da colônia polonesa no Rio Grande do Sul.
O trabalho de A. V. Stawiński é indubitavelmente um precioso título no gradual­
mente crescente grupo de trabalhos referentes à colônia polonesa riograndense. É ba-
233
RESEÑAS
seada em grande medida em fontes arquivais brasileiras, tanto seculares como da igreja,
o que para o leitor da Polonia, destituido de acesso a essas fontes, tem capital significado. Penso que a edição desse trabalho em polonês, sobretudo da parte histórica e de
problemas, interessaria não só aos pesquisadores da colônia polonesa, mas igualmente
a um circulo mais amplo de pessoas.
Maria Anna Knothe
Cuatro
libros católicos
sobre
América Latina.
Las editoriales católicas polacas han publicado ultimamente 4 libros, cuyas temáticas
atañen la actividad de la iglesia católica en América Latina, especialmente entre la emigración polaca, aunque no se limitan solamente a esto. Apesar de que el primer libro
(Kościół w Ameryce Łacińskiej i w Azji [La Iglesia en América Latina y en Asia], ATK,
Warszawa 1979) se difiere de los tres restantes, vale la pena presentarlo junto con los
otros libros, siquiera por razón de ciertas diferencias características en el planteamiento
de los problemas descritos. Dicho libro es un conjunto de materiales del simposio sobre
las misiones, que tuvo lugar en el año 1973 en la Academia de Teología Católica en Varsovia. A pesar del título, el libro incluye también informaciones sobre Africa, y la mayor
parte del material se refiere a los problemas generales de la actividad misional. Directamente a América Latina se refieren 4 artículos de la segunda parte del tomo I y el artículo de J. Ozdowski en la parte tercera. En el primero de ellos, titulado Esquisse de revolution récente de l'aide en personnel àVEglise en Amérique Latine, A. Vander Perre presenta
los lados negativos y positivos de la actividad de los seglares que sustituyen o ayudan
a los sacerdotes en una situación tan característica para América Latina que es la falta
de curas. La parte positiva es, antes que nada, la posibilidad de satisfacer las necesidades
espirituales más urgentes y de prescindir del clero extranjero en la obra de catequización. La parte negativa, según el autor, es la falta de conocimientos más profundos
de la doctrina de la Iglesia y la simplificación de la liturgia, lo que puede causar la trivialización, tanto del conocimiento como de los oficios religiosos, y el tratamiento de estos
servicios religiosos por los fieles como algo normal y definitivo y no como algo excepcional que tiene que cambiar (o sea, que los seglares tienen que ser sustituidos por los curas
y las ceremonias religiosas tienen que recuperar el carácter permanente, especialmente
las misas de los domingos, bodas y bautizos).
En el segundo artículo Die Mission und ihre Verantworlung den Indianer gegenüber,
W. Saake se declara a favor de entender y aceptar el culto de las tribus indígenas. El problema consiste, antes que nada, en la catástrofe cultural que surge al chocar los indígenas con una civilización extranjera, la cual, sin embargo, como opina el autor, surgió antes de la llegada de los misioneros, o que, también iba a surgir aunque ellos no
hubiesen comenzado la obra misional. La única solución el sa aceptación de esta cultura
y la introducción del cristianismo como una civilización nueva basándose en ella, lo
que a mi parecer recuerda un poco a una parábola del Evangelio sobre llenar los cántaros viejos con el vino nuevo.
R. Murawski en el artículo Problemy odnowy katechezy w Ameryce Łacińskiej [Pro­
blemas en la renovación de la catequización en América Latina] llama la atención a la falta
234
RESEÑAS
del tratamiento adecuado de los santos sacramentos (en especial el del matrimonio) por
las sociedades en su mayoría católicas, e indica la necesidad de cambiar el carácter de
la actividad de la Iglesia de la actual, que consiste en mantener la religión devocional,
por la de la evangelización. Según Murawski los cambios sociales en América Latina
influyen en la necesidad de este cambio. El autor trata también de los métodos de evangelización, subrayando el papel que pueden tener los medios de comunicación. En un
fragmento de su artículo se refiere negativamente a la teología de la liberación, constatando que es la evangelización la que debería dar la liberación.
Teresa Frącek en su artículo Rola siostry zakonnej w ośrodkach duszpasterskich
w Brazylii [El papel de las religiosas en los centros de cateąuización en el Brasil) comienza,
como los otros participantes de la sesión, con una característica muy general de los
problemas socio-económicos de América Latina para pasar después a la descripción
de las actividades de las religiosas polacas en el Brasil, desde el momento de su llegada
a este país (1902). Recuerda las causas de su llegada (falta de los sacerdotes) que siguen
vigentes hasta hoy día. Las hermanas sustituyen a los sacerdotes en el cuidado de las
iglesias, catequización (comenzando por el bautizmo hasta los cursos prematrimonia­
les), celebran los oficios religiosos no litúrgicos los domingos, comulgan, cumplen el
papel de vicarios parroquiales. Fuera de esta actividad, resultado de la falta de sacer­
dotes, las hermanas dirigen las guarderías de niños, escuelas, pensiones para estudiantes, hospitales. En la segunda parte de su trabajo T. Frącek presenta varios centros
dirigidos por las hermanas polacas en el Brasil. En la parte final la autora subraya que
aunque las hermanas son de origen polaco, después de su larga permanencia en el Brasil
se sienten brasileiras. Los problemas religiosos están presentados bastante detallada­
mente pero teóricamente, sin referirse concretamente a la situación existente.
J. Ozdowski en el artículo Przemiany ekonomiczne w Ameryce Łacińskiej [Los cam­
bios económicos en América Latina], analiza brevemente las opiniones de los economistas
sobre la situación económica del tercer mundo, nombrando principalmente a Jan Mar­
czewski. Una gran parte del trabajo ocupan los datos estadísticos sobre el número de ha­
bitantes, densidad, ingreso nacional y origen de las poblaciones de los países de América
Latina. Describiendo el subdesarrollo de este continente, el autor recalca la dependencia
de América Latina de España y Portugal, después de Inglaterra a actualmente de los
Estados Unidos. En la parte final hace constar que la única vía para lograr el desarrollo
socio-económico de América Latina es basándose en 3 operaciones fundamentales:
nacionalización de la industria, reforma agraria, aumento de impuesto para los ricos
o la obligación de financiar las inversiones. Es fácil de deducir las fuentes de estas observaciones «descubridoras» viendo la lista de los libros que J. Ozdowski había consultado, entre otros están Szkice do portretu Ameryki Łacińskiej [Esbozo para un retrato
de América Latina] de Z. Marzec y Latinskaja Amerika de Maszbic.
Un carácter totalmente diferente al conjunto de artículos del simposio sobre las
misiones tienen los otros tres libros mencionados. El razgo común que los une es que
contienen exclusivamente materiales de carácter original, o que estos materiales forman
la mayor parte de su contenido. En el trabajo Przyszedłem aby im służyć. Wybór listów
misjonarzy salezjańskich wychowanków Wyższego Seminarium duchownego w Lądzie
[He llegado para servirles. Selección de las cartas de los misioneros salesianos, ex alumnos
del Seminario Superior de Ląd], Łódź 1979, S. Szmidt juntó, antes que nada, las cartes
escritas por los misioneros a sus padres. La mayoría de estos curas jóvenes provienen de
235
RESEÑAS
las regiones rurales y por esta razón, escribiendo a sus padres, tratan de la manera más
sencilla de informarlos sobre el país en que se encuentran y cuyo clima y costumbres
son tan diferentes a los polacos. La necesidad de estas informaciones demuestran los
frecuentes ruegos de no enviar ropa de invierno, totalmente inútil en el trópico. Las
cartas no fueron escritas a pedido del autor del libro, sino que fueron por él recogidas
y por lo tanto se caracterizan de una gran libertad de expresión y de autenticidad. Los
curas escriben con desenvoltura y gracias a esto podemos encontrar p.ej. una confesión
de uno de ellos, que cuando se siente melancólico pone un disco con música militar polaca y dispara al techo. Todo esto produce que las cartas constituyen no solamente
un rico material de fuentes sino también una excelente lectura. Los salesianos comenzaron su actividad misional en el año 1875, pero los salesianos polacos se encontraron
en el Brasil recién después de la II guerra mundial en el año 1964 y dos años mas tarde
en Bolivia. Hasta el momento han salido de Polonia 451 misioneros que trabajan en
Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Venezuela, como también en Japón, Zaire y Libia.
Las cartas de los respectivos países difieren entre sí como difieren las condiciones de
trabajo de los salesianos. En las cartas desde Bolivia y Brasil, donde los misioneros
trabajan en las regiones parcialmente urbanizadas, su preocupación principal es la construcción de escuelas e iglesias con diferentes fondos privados (entre otros de las compañías petroleras). Para un misionero en Venezuela (en los terrenos fronterizos con
Colombia y Brasil) un problema constituye la locomoción en una lancha en un vasto
territorio que abarca también a Colombia, porque a petición de los curas colombianos
el misionero polaco llega también a los pueblos colombianos donde el acceso es más
fácil desde el lado venezolano. En la región del Amazonas el objetivo principal de los
misioneros es la defensa de los indios. En las cartas están descritos los esfuerzos por
crear un reservado, las luchas de los hacendados con los misioneros que culminaron
con el acesinato de un misionero alemán. En estas regiones la preocupación por profundizar el conocimiento de la religión pasa al segundo plano, a pesar de que, como
escribe uno de los misioneros, aunque las misiones entre los indios se crearon ya en el
año 1902 los indios viven como cristianos «más o menos». Son interesantes las observaciones de los salesianos que conocen más de un país latinoamericano. Uno de ellos
observa que la gente en Guatemala es más alegre que en Bolivia.
Las cartas de los misioneros forman también una gran parte del libro de Z. Kruża
Polscy misjonarze Świętej rodziny w Brazylii [Los misioneros polacos de la Santa Fa­
milia en el Brasil], Bąblin 1979. El autor estuvo dos veces en el Brasil (en los años 1974—
1977), donde recogió los materiales para su trabajo, principalmente grabando las conversaciones con los curas polacos. Forman ellas la base para la segunda parte del libro
titulada «Encuentros en el Brasil». En la primera parte se expone la historia de la Orden
y en las dos partes siguientes se presenta a los misioneros y sus cartas. Al autor se lo
puede denominar como a un «Fiedler de la Iglesia» (un conocido autor polaco de libros
de viajes).
El libro se lee muy bien. Nada es acaramelado y se notan fácilmente las animosidades del autor, p.ej. su aversión en relación al clero seglar, compartida por todos los
misioneros. Las preferencias en relación a lo polaco y la crítica de la actividad de las
organizaciones alemanas probablemente son el resultado de la proveniencia del autor
de los terrenos que fueron muy cruelmente reprimidos durante la II guerra mundial.
El autor habla también sin ambajes sobre los problemas de adaptación de los misione-
236
RESEÑAS
ros (regreso al país natal, abandono de Ja orden) o de su animadversión a grabar sus
confesiones. Fuera de numerosas curiosidades (p.ej. fascinación por un tomate que
pesa 1 kilo) el autor recalca cuestiones más serias, como la portugalización del idioma
de los emigrantes. Las cartas seleccionadas por Z. Kruża llevan títulos puestos por él,
y así p.ej. una de las cartas se titula «Breve historia del Brasil», que se reduce a la lucha
con los herejes (franceses y holandeses) que culmina con la construcción de una enorme
cruz en Rio de Janeiro. En otras cartas podemos encontrar interesantes informaciones
concernientes a la emigración polaca (la lucha con la Iglesia nacional) e interesantes
opiniones como la de identificar a la república con el gobierno de los masones.
El libro de T. Dworecki Zmagania polonijne w Brazylii [Los labores del clero polaco
en el Brasil] editado por la Academia de Teología Católica en Varsovia en el año 1980,
es mucho más amplio que los trabajos de Z. Kruża y S. Szmidt y, aunque las cartas
de los misioneros forman una gran parte del contenido, está construido de otra manera.
El capítulo primero contiene los datos generales sobre los verbistas, y los verbistas po­
lacos en especial, como también cartas de los misioneros pertenecientes a las ordenes
alemanas, que habían llegado al Brasil antes de que Polonia recuperara su independen­
cia, Luego incluyó las cartas de los misioneros del período 1918-1939 y de los años 50
dirigidas a las autoridades polacas pidiendo el permiso para continuar las actividades
religiosas en el Brasil, y las cartas de los mismos misioneros ya desde el Brasil. En esta
parte se trata un aspecto desconocido en otros trabajos, a saber, los ataques contra
los verbistas de parte de diferentes organizaciones de emigrantes polacos e inclusive de
parte de los representantes del gobierno polaco del período de entre la I y II guerra
mundial. Estos ataques resultaban del hecho de que la Asociación de la Palabra Divina
es una orden que se creó en Alemania y los primeros misioneros que llegaron a los pueblos
de emigrantes polacos en el Brasil a menudo hablaban mal el polaco, aunque se consideraban polacos. De allí surge el apoyo del clero y de las autoridades polacas al programa
de reemplazar a los verbistas por «los religiosos polacos». El autor presenta muy minuciosamente estas opiniones negativas sobre los verbistas sin entrar en discusión con
ellas. El capítulo segundo incluye la descripción de las actividades de los centros verbistas en el Brasil, de los cuales el más grande se encuentra en Curitiba. A la introducción,
que presenta la historia de este centro misional y sus problemas más importantes, la
siguen diferentes tipos de materiales originales, como artículos de prensa, anuncios,
memorias, etc. Muchos de estos documentos atañen las actividades de las organizaciones de la emigración polaca. No puedo precisar hasta que punto es representativa esta
selección. Después de haber revisado este vasto material se siente una falta de su análisis, lo que, a lo mejor, el autor va a hacer en el futuro, ya que el libro es el primer tomo
de un trabajo más amplio.
Para completar de alguna manera mis breves observaciones acerca de los libros
que describen las labores misionales de Jos curas polacos, trataré de presentar algunas
reflexiones producidas por la lectura de las cartas de los misioneros y las declaraciones
hechas por ellos. Antes debo citar las palabras sacadas de la introducción al trabajo
«He llegado para servirles» que hay que leer todas estas cartas con el corazón y no con
el lente y ojo de un sabio. Se debe reconocer, pues, que a pesar de muchos hechos que
comprueban la falta del entendimiento de los problemas de América Latina y a pesar
de que algunas observaciones de los misioneros causan sonrisa, las cartas, a mi parecer,
constituyen una lectura más valiosa qiue algunas, afirmaciones «científicas» incluidas
237
RESEÑAS
en el trabajo colectivo La Iglesia en América Latina y en Africa (en especial el informe
de J. Ozdowski).
La información sobre las dificultades en aprender el idioma local es el primer razgo
común de todas las cartas. Afirman que el estudio del idioma en Polonia no da ningún
efecto y prácticamente hay que empezar desde el principio en el lugar de destino, lo que
origina serios problemas en la realización del trabajo misional. Uno de los sacerdotes
advierte que le gusta conversar con un conocido portugués porque este no corrige a cada
rato su castellano. Siempre una gran experiencia constituye el primer sermón pronunciado o leído en el idioma local. También se menciona las tentativas de aprender los
idiomas indígenas (quechua y aymará) emprendidas sin ningún resultado. Los curas
se extrañan que en Bolivia la mayoría de la población no habla el castellano. Igual sucede si se trata del conocimiento general sobre América Latina. Se menciona que, según parece, los indios conocían la papa, pepinos y maíz antes que los europeos, o que
no se debe rechazar la tesis de que Santo Tomás llegó a América del Sur. Estas observaciones causan la impresión de que las informaciones sobre la América Latina que
poseen los misioneros que se van allí no son muchas. Especialmente están muy sorprendidos por el estado local de la fe, ya que a pesar de haber obtenido en Polonia informaciones sobre la manera muy superficial de profesar la religión católica por los
fieles en América Latina, no esperaban una situación tan diferente a la conocida en Polonia y particularmente la del campo, de donde proviene la mayoría. Los sacerdotes
están asombrados que la gran parte de los matrimonios viven sin haberse casado por la
iglesia. En una de las cartas se menciona de dar al mismo tiempo el sacramento matrimonial y de extremaunción. Durante el primer período de su estadía en el Nuevo Mundo
se sienten impresionados por el hecho de tener que bautizar a los niños de más de diez
años de edad o de celebrar la misa en pueblos donde la misa anterior se celebró hace
algunos meses atrás. Otra novedad para los misioneros constituyen las numerosas sectas,
como p.ej. del Nuevo Cristo en Santa Cruz, de quien el misionero escribe con ironía
que tiene varios hijos y autos. La existencia de estas sectas es un serio problema y la
lucha contra ellas forma una gran parte del contenido de las cartas. En esta lucha se
emplean métodos modernos, adquiridos de las mismas sectas, como discursos en las
estaciones o plazas con uso de altavoces y películas. Naturalmente, no pueden faltar
en las cartas las informaciones sobre las antiguas, pero siempre vivas, religiones indígenas. En una carta desde Bolivia un misionero escribe sobre los brujos que suelen sentarse en las escaleras de las iglesias, a quienes acuden los indios con sus problemas,
o sobre la fiesta de «Aua-Aua», o sea de bautizar a los niños primero en casa y recién
después llevarlos a que les bautizen en la iglesia. La lucha contra la propaganda de los
protestantes pasa a un segundo plano aunque en las cartas se menciona que en algunas
regiones los protestantes son la mayoría de la población (Colombia). A menudo aparece
en las cartas la opinión que los curas polacos tienen más fe que los de otras nacionalidades, especialmente más que los curas locales. Según los salesianos, otros sacerdotes
se ocupan más con la construcción de caminos, cines, escuelas, mientras que los polacos
dedican su tiempo fundamentalmente a las cuestiones religiosas, o sea, celebración de
misas, bautizos, bodas. La escasez de curas en América Latina está causada, según los
misioneros, por el hecho de que la juventud de allí no quiere educarse para ser curas.
No solamente los problemas religiosos en este mundo nuevo para los sacerdotes son
tan diferentes de los problemas en Polonia. Los misioneros, escriben sobre lo que les
238
RESEÑAS
sorprendió en las costumbres locales, desde las cosas pequeñas, como p.ej. que las multas
se pagan solamente por aparcar mal o por no tener permiso de conducir (Bolivia), hasta
las cuestiones más generales, que puede ilustrar una observación maliciosa que las huelgas en las escuelas duran todo el año: primero están de huelga los estudiantes, después
los profesores y luego todos juntos, pero al terminar el año todos aprueban los exámenes.
No faltan relaciones sobre los acontecimientos políticos. Especialmente llama la
atención una descripción muy interesante de los acontecimientos de los años 19241925 en el sur del Brasil. El verbista que los escribe observa que las revoluciones en el
Brasil surgen muy a menudo y aunque adapta una actitud negativa frente a los revolucionarios, critica a ambos lados. Una observación parecida se encuentra en una carta
escrita recientemente desde Bolivia. Su autor, un salesiano, hace constar que en la política no hay estancamientos, a cada rato surgen traiciones y golpes de Estado. Otro
salesiano, desde el Brasil, afirma que no tiene importancia cual de los dos partidos gubernamentales gane, porque los pobres igual van a ser más pobres. En una de las cartas,
un verbista compara al Brasil con Polonia de la época de los Jagelones y dice que, según
las relaciones de los viejos misioneros, el Brasil de hace 30-50 años se parecía a la Polonia de los reyes Piast. No obstante en otras cartas encontramos una imagen diferente.
Gracias a que T. Dworecki reunió en su libro las cartas de un largo lapso de tiempo,
se puede notar la evolución de las opiniones sobre las condiciones de vida en el Brasil.
En las cartas de los principios del siglo XX y un poco después se hallan ante todo las
descripciones de la miseria. Después de la II guerra mundial los autores de las cartas
recalcan el desarrollo de este país y lo que hay allí y no hay en Polonia. Igualmente,
los misioneros jóvenes de la Santa Familia están sorprendidos que sus colegas mayores
se quejaban en sus cartas de la situación económica, mientras que ellos están muy satisfechos de las comodidades y condiciones económicas. No obstante, se hace notar
que los caminos son tan malos como en el pueblo natal y en cuanto a las iglesias, siempre
se añade, que no igualan a las iglesias polacas.
Hay algo que siempre se repite en las cartas y al que se hace hincapié. Ya las primeras
cartas de los misioneros, escritas después de llegar, abundan en informaciones sobre
la aduana, que no se tocó nada en los equipajes. Luego, el asombro aumenta, cuando
descubren que cualquiera puede imprimir lo que quiera y emitir programas en la televisión. En una palabra, esto es otro mundo donde el dólar tiene otro valor y todo es
caro y donde valor del hombre se mide con dinero y fútbol. Por eso las noticias sobre
Polonia llegan allí gracias a nuestros éxitos en el fútbol o si en nuestro país sucede algo
importante, como p. ej. en el año 1976, de que informa un misionero que trabaja en Chile,
escribiendo sobre numerosos artículos aparecidos en la prensa sobre Polonia.
En la opinión de los sacerdotes, no es mejor el conocimiento sobre Polonia entre
la generación joven de los emigrados polacos. Los verbistas afirman que los hijos y nietos
de los emigrantes de Europa no diferencian a los países de los cuales provienen sus abuelos. Tanto sus descendientes, como los mismos emigrados, no saben nada sobre la Polonia contemporánea, considerándola un país atrasado, o sea, sin autos y electricidad.
Una observación sorprendente he encontrado en una de las cartas de los salesianos.
Su autor, escribiendo sobre el Brasil, hace constar con tristeza que no hay allí nada
de nuestro patrimonio cultural, y en los supermercados todo representa al mundo capitalista.
En las cartas de los misioneros se puede notar la asimilación gradual de las opiniones
239
RESEÑAS
locales sobre diferentes aspectos. Así, p.ej. en las cartas del Brasil descubrimos un planteamiento claramente arbitrario de la historia del Estado de los Jesuítas tan imparcialmente presentada en la historia oficial de la Iglesia católica. Si en la carta de un verbista
de Guarapuara esta historia forma parte de una imagen oscura del pasado donde el autor
confunde a los agresores con los agredidos, un misionero de la Santa Familia afirma abiertamente que la codicia de los soldados españoles provocó las luchas entre los paulistas
y los jesuítas.
La segunda parte de mi reseña no lo es prácticamente, pero no pude evitar de tratar
a los tres libros, antes que nada, como fuentes, y por este motivo, una pequeña muestra
de tal aprovechamiento de los trabajos de S. Szmidt, Z. Kruża y, en menor grado, de
T. Dworecki, he presentado al final.
Tadeusz Miłkowski
STANISŁAW MARKIEWICZ: Katolicyzm polityczny w Ameryce Łacińskiej [El catolicismo
politico en América Latina], Warszawa 1981, Państwowe Wydawnictwo Naukowe,
pp. 486, resúmenes en castellano, francés y ruso.
El compromiso en política contingente de destacadas personalidades de la Iglesia
católica latinoamericana y de corrientes políticas identificadas con la doctrina social de
la Iglesia han aumentado el interés por conocer más profundamente la problemática
del catolicismo en el continente. No es de extrañar, por lo tanto, que este problema sea
afrontado también en Polonia, país tradicionalmente católico y donde la Iglesia ha
jugado un papel de singular importancia en el devenir del Estado polaco. El investigador
Stanisław Markiewicz, que desde un tiempo a esta parte viene profundizando el tema del
catolicismo político en Europa y en América Latina, se ha detenido extensamente en el
catolicismo político latinoamericano entre los años 1968-1979, es decir en el período
que va desde la conferencia episcopal de Medellin con la participación de Pablo VI hasta
conferencia de Puebla con la participación de Juan Pablo II.
El libro El catolicismo político en América Latina es, según la introducción del autor,
un «análisis de las actividades, a través de las cuales la religión está aprovechada para
determinados objetivos políticos». Sin embargo da la impresión, quizás tomando en
cuenta que el libro está fundamentalmente dirigido al lector polaco, que el autor más
bien se planteó como objetivo fundamental popularizar una temática poco conocida
en la opinión pública de su país. Pero, sin dejar de tomar en cuenta estas consideraciones,
nos parece más bien una descripción de problemas que análisis de una temática tan amplia;
por lo que el autor frecuentemente cae en generalizaciones y en planteamientos esquemáticos con los cuales es difícil estar de acuerdo. Así, a pesar de que durante todo el texto
del libro está presente la teología de la liberación como la tendencia teológica más importante con posterioridad al concilio Vaticano II, el autor no se detiene en el análisis
de las condiciones que hicieron posible su enunciación precisamente en América Latina,
exagerando al mismo tiempo la influencia que en ella han ejercido los teólogos europeos,
especialmente Johann Baptist Metz. Esto no es raro si nos detenemos en la bibliografía
240
RESEÑAS
donde precisamente predominan las publicaciones y obras de autores europeos, fundamentalmente de Alemania Oeste, dejando casi totalmente de lado la rica bibliografía
y la diversidad de publicaciones latinoamericanas sobre el tema. Algo similar sucede
en el capitulo dedicado a la democracia cristiana continental, pesando demasiado el
fantasma de la democracia cristiana europea, describiendo los partidos por países y regiones sin hacer un análisis ni de su ideología ni de su composición de clases, lo que
desde luego implica una incomprensión de los rasgos específicos de este movimiento
en América Latina, no siendo una traslación mecánica ni una cuestión coyuntural sino
un movimiento de masas con una ideología adaptada y enriquecida de acuerdo a las
condiciones específicas en las cuales actúa. Sin estudiar y analizar sus fuentes, cuestión
que el autor no se planteó al escribir el libro, es imposible analizar objetivamente no tan
solo a la democracia cristiana sino que a cualquier otro movimiento político.
Por otra parte llama la atención que ni siquiera se mencione el papel que le ha correspondido jugar, en la política latinoamericana, a una organización tan importante
como el Opus Dei y a los grupos partidarios de integrismo hispánico que han servido
de base ideológica a movimientos y dictaduras de carácter reaccionario.
Da la impresión que el autor se confió demasiado de las fuentes que utilizó sin hacer
una debida selección, con todas las consecuencias que esto significa; de otra manera
no nos podemos explicar algunos planteamientos poco afortunados que se dejan ver
en el libro, entre otros, definir al Partido Social Cristiano de Venezuela (COPEI) como
una agrupación de centro izquierda, clasificar a Costa Rica como el país más subdesarrollado de Centroamérica, confundir al presidente Jorge Alessandri Rodrigues por
Arturo Alessandri Palma, o, lo que no deja de llamar la atención, calificar al revolucionario brasileño Carlos Marighela como maoista y terrorista. Es digno de destacar el capítulo V dedicado a la Iglesia católica en Cuba, sobre todo a las relaciones Iglesia—Estado después de la revolución.
El catolicismo político en América Latina de Stanisław Markiewicz ayudará, sin lugar
a dudas, a popularizar la problemática latinoamericana en Polonia en una faceta hasta
ahora poco conocida, sobre todo popularizando la teologia de la liberación y la radicalización del clero católico.
Alfredo Lastra
JESÚS CHAVARRIA: José Carlos Mariategui and the Rise of Modern Peru 1890-1930,
Albuquerque, University of New Mexico Press 1979, pp. 247.
Mucho ya se ha escrito sobre Mariátegui, adoptando diferentes enfoques: «el pre­
cursor del marxismo en el Perú», «radical populista», «intelectual europeizante», «per­
sonalidad del período transitorio» — son sólo algunos de los múltiples rótulos y, al mis­
mo tiempo, modos de «cercenan) la creación teórica y la actividad política de Mariá­
tegui, conforme a los esquemas tradicionales. Al contrar de los enfoques precedentes,
Chavarría propone en su libro una imagen integral de Mariátegui, basada en la realidad
histórica de la época de formación del Perú moderno.
241
RESEÑAS
En su nivel polémico, el libro de Chavarría es entonces, sobre todo, una protesta frente
al reduccionismo de los anteriores trabajos dedicados a Mariátegui. Por razones obvias,
el autor dirige esta protesta ante todo contra ios marxistas, combatiendo el procedimiento que consiste en examinar el grado «to which he [Mariátegui — H.Sz.] conforms
or not to orthodox doctrine [...] whether or not he was a Marxist» (p. 169). En oposición a este tipo de reduccionismo, Chavarría propone considerar Ja obra de Mariátegui
como un ejemplo del «marxismo peruano». El marxismo de Mariátegui seria entonces
tanto un procedimiento de análisis de la realidad social del Perú, como el resultado de
asimilación y reelaboración de la historia del pais y de la doctrina por un intelectual
radical. A su vez, Mariátegui, como una personalidad «típico-ideal» de la «reforma universitaria» (según la terminología weberiana), es particularmente interesante como
objeto de análisis científica; como personalidad «típico-ideal», Mariátegui encarna el
fenómeno de la formación de la conciencia de la dependencia del Perú y lo específico de
los procesos de formación de la nación en una sociedad desgarrada por conflictos raciales
y clasistas.
Sin duda alguna, la protesta de Chavarría tiene su razón de ser, en especial cuando
se considere las batallas que se libraron en defensa de Mariátegui en el movimiento comunista, particularmente en los años 30 y 40, cuando el campo de batalla estaba demarcado por unos «conjuros mágicos» y no por los requerimientos de exactitud científica
y análisis objetivo. Esta protesta adquiere todavía más fundamento cuando se contemple
las tendencias actuales a reducir, con igual desenvoltura, la creación y la política de Mariátegui conforme con las necesidades de cada una de las facciones políticas. No será
subestimar el onnegable ardor polémico de Chavarría, si aclaramos que el procedimiento reduccionista no es un monopolio de los marxistas o de la izquierda en general.
Mariátegui llegó a ser una especie de «bien libre» del cual se valen varias facciones políticas y teorías adversas. Podemos entonces encontrar a Mariátegui en las banderas de
los comunistas, trockistas, apristas, «populistas» (Belaunde Terry), en las de la Confederación de Campesinos Peruanos y de los militares radicales.
Sin embargo, después de decir mea culpa, se nos plantea la pregunta si la protesta
de Chavarría — comprendida al pie de la letra — no nos quita la posibilidad de un análisis científico de la relación entre el «marxismo ortodoxo» (Chavarría ni siquiera intenta
precisar y definir esta noción) y el marxismo de Mariátegui. En otros términos, ¿debe
llevarnos irrevocablemente el examen de esta relación al reduccionismo y empobrecimiento de la imagen del nuestro protagonista?, es decir ¿es el mismo tema un producto
de la ideología y del pensamiento en categorías ideológicas?
Me parece que sin discutir esta relación, sin concederle un lugar privilegiado en el
análisis del método de Mariátegui, es imposible comprender el significado de su actividad científica y política. La fascinación por Mariátegui es resultado no tanto del hecho
de que fuera él quien inició los estudios sobre la problemática de la dependencia, sobre
los indígenas y los procesos de formación de la nación, quien «descubrió» estos problemas, sino más bien del modo en que los analizó de las respuestas que ha formulado.
Cada una de estas cuestiones — y Chavarría lo muestra de modo convincente — inquietaba por lo menos a dos generaciones de intelectuales peruanos en el período que siguió
a la guerra perdida con Chile. Las encontramos también en el libro de Haya de la Torre,
Un partidario de Mariátegui, Por la emancipación de América Latina, editado en 1927.
Es que Mariátegui superó a sus antecesores y contemporáneos con las respuestas que dio.
242
RESEÑAS
Si estamos dispuestos a aceptar este punto de vista, el paso siguiente sería aceptar
la tesis de que la causa de la ininterrumpida «perdurabilidad» de Mariátegui radica
precisamente en el marxismo, en la forma de su «peruanización». Estoy convencido
que Mariátegui, al crear su marxismo, podría repetir las palabras de un historiador
inglés contemporáneo, E. P. Thompson: «Marx is on our side; we are not on the side
of Marx». En efecto, el marxismo de Mariátegui divergía tanto en la teoría como en la
práctica política de la práctica marxista propia de la segunda mitad de los años 20 y los
períodos siguientes (la variante de komintern). Pongamos los puntos sobre las íes: Mariátegui no cupo ni pudo caber en los marcos de esta práctica. Lo siguiente sonará «cínico», pero Mariátegui fue salvado para la tradición marxista en América Latina, para
la izquierda contemporánea, por su muerte prematura, por el hecho de que no tuvo
que empeñar una batalla abierta en defensa de su marxismo. Justamente por ello, la
tradición marxista en América Latina no se limita hoy sólo al nombre de Codovilla,
un «burócrata de la izquierda» incoloro.
Sin embargo, hay que decir que el análisis concreto presentado por Chavarría disipa
algunas de estas dudas y las páginas dedicadas a los últimos años de vida de Mariátegui
deben inspirar respeto hacia el autor. Igualmente interesante y equilibrada es la presentación que hace Chavarría de los trabajos principales de Mariátegui y del proceso de
formación de sus conceptos teóricos y políticos.
No obstante, esta presentación deja algunas cuestiones sin aclarar. Así pues, Chavarría, continuando en este caso la tradición «mariateguista», no aclaró y ni siquiera
advirtió una intrigante cuestión concerniente a la manera en la cual Mariátegui introdujo en sus obras (y en su concepción de política) a la problemática indígena. La lectura
de los trabajos de Mariátegui causa la impresión de que, no obstante la posición central
que esta problemática ocupa en ellas, su construcción parece ser puramente teórica.
La construcción de los Siete ensayos nos permite advertir que Mariátegui hace un «ajuste
de cuentas» con los mistis, con su propio medio, con la tradición de la Costa. En los
Siete ensayos no hay historia de los indígenas — lo que sí hay es el mito incaico. Los
indígenas constituyen el fundamento teórico de la concepción mariateguiana de la nación peruana y de la revolución y, sin embargo, están ausentes. Parece que sólo en la
reseña crítica del libro de L. A. Valcárcel, Tempestad en los Andes, aparece el problema
práctico del movimiento indígena de protesta y reivindicación. Y todo ello no obstante
el hecho de que, al fin y al cabo, Mariátegui maduró en cierta medida a la sombra de
los grandes levantamientos indígenas (Rumi Maki) y tuvo que estar informado de los
enfrentamientos y las sublevaciones de los años 20. Y este gran tema, silenciado, lo
que se sobreentiende, por la élite limeña, tampoco aparece en las obras de Mariátegui.
¿Por qué? (Podemos añadir que este tema está también ausente en los trabajos de Haya
de la Torre, un activista que en teoría profesaba la gloria de «Indoamérica».)
Otra cuestión no aclarada por el autor se refiere a las consecuencias prácticas de la
ruptura de los lazos con Haya de la Torre y el APRA por Mariátegui. Se plantea la pregunta: ¿por qué durante decenas de años dominaba en el Perú la variante aprista del
«nacionalismo revolucionario»? Y la siguiente: ¿hubo alguna posibilidad de realización
del «nacionalismo revolucionario» representado por Mariátegui y el PSP?, o sea, si fue
correcto el análisis de la proporción de fuerzas hecho por Mariátegui. Se puede criticar
ai APRA y a Haya de la Torre, pero se impone la reflexión que los proyectos de Mariátegui adelantaron en gran medida la configuración de fuerzas existente en el Perú en aquel
243
RESEÑAS
tiempo, que eran un «proyecto histórico» en el sentido en el cual nosotros pensamos
en un cambio estratégico de la estructura social y de la aparición de premisas
reales que hagan posible superar la perspectiva del «revolucionismo pequeñoburgués».
Poniendo de relieve lo original de los conceptos políticos de Mariátegui (p.ej. el programa de unificación del movimiento obrero naciente con el movimiento del campesinado
indígena), no debemos sin embargo olvidar que hubo que esperar decenas de años a algún intento significativo de su realización. Hoy en día vemos de manera clara la magnitud de los cambios que tenían que ocurrir en la estructura social y económica del Perú
y en la configuración de las principales fuerzas políticas para que se pudiera pensar
de la alternativa izquierdista como de una cuestión práctica. Mientras tanto, Chavarría
en su libro fue más allá de un inventario minucioso de los proyectos políticos de Mariátegui, aceptando tácitamente la suposición de que los fundamentos «materiales» para
su realización ya estaban plenamente formados y accesibles para las fuerzas revolucionarias.
Habría que mencionar también la interpretación de los conceptos de Mariátegui
referentes a la llamada cuestión nacional presentada por Chavarría. Este problema,
además de constituir el cimiento de todo el libro (véase por ejemplo su título), es también una de las claves principales de la creación teórica de Mariátegui.
Chavarría interpreta los conceptos políticos de Mariátegui como un ejemplo precursor del «nacionalismo revolucionario», el cual en el mundo contemporáneo es ante
todo un revolucionismo anticolonial (pp. 1-2). Esta interpretación suscita mis dudas,
al igual que la sugerencia que Mariátegui percibiera «el socialismo» principalmente
como un peculiar atuendo histórico de un nacionalismo indígena radical que resistía
a la opresión «exterior» (p. 151 passim). Sostengo que en este asunto Mariátegui representaba una posición bien precisa recalcando, conforme con la doctrina, la «forma nacional
de la futura revolución socialista (no entro en la esencia del problema para discutir si
la razón la tiene Chavarría o Mariátegui; se trata simplemente de la fidelidad de la interpretación presentada en el libro). En un artículo escrito en 1928, Mariátegui afirmó:
«La revolución latino-americana, será [...] una fase de la revolución mundial. Será simple
y puramente, la revolución socialista. A esta palabra, agregad, según los casos, todos
los adjetivos que queráis: "antiimperialista", "agrarista", "nacionalista-revolucionaria". El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos»'. Es fácil ver que la
variante del «nacionalismo revolucionario» de Mariátegui tiene poco que ver con
los ejemplos de la ideología «revolucionario-nacional» típica para la época de la lucha
anticolonial. El APRA y el programa político propuesto por Haya de la Torre cabe
mucho mejor en la concepción de Chavarría.
Pero mis dudas no se limitan sólo a este aspecto del concepto de «nacionalismo revolucionario». Considero que vale la pena reflexionar si es lícito emplear en el análisis
de los conceptos de Mariátegui analogías con la lucha anticolonial (y sus programas).
En otras palabras, ¿examinaba Mariátegui en sus trabajos la «cuestión nacional» o los
«procesos de formación de la nación»? Osear Terán ha sugerido esta pregunta al afirmar:
«Más que de "problema nacional" hemos preferido por consiguiente hablar del "pro1. Aniversario y balance, «Amauta», Año II, sept. de 1928, n° 17. Cita según J. C. M a r i á t e g u i : Ideologia
y política, Empresa Editora Amauta, Lima 1978, pp. 247-248. Mariátegui presentó este punto de vista con
más fuerza todavía en 1929, en Punto ele vista anti-imperialista.
244
RESEÑAS
blema de la nación", en la medida en que la problemática mariateguiana no se ubicaría
en torno a la pregunta de cómo obtener la autodeterminación de un sector nacional
oprimido, ni del derecho a la rebelión contra una potencia colonial externa, sino a la
de la incorporación democrática de las masas populares marginadas a un proceso constitutivo de la nacionalidad que debe necesariamente fusionarse con un proyecto socialista»2.
El «nacionalismo revolucionario» de Mariátegui en la medida en que se refería al
campesinado indígena implicaba el carácter socialista de la revolución y el mantenimiento
de la unidad territorial y estatal del Perú. Por lo tanto, iba más allá de la perspectiva
cognoscitiva determinada por la «situación colonial» y los típicos programas políticos
que ella implica. Mariátegui no percibía al Perú (aunque recalcaba el problema racial)
como una copia latinoamericana de la Africa del Sur; tampoco nunca ha aceptado las
consignas de Komintern referentes a la necesidad de una división del Perú y la creación
de Repúblicas Indígenas. Su concepto del proceso de formación de la nación en el Perú
basada en la identidad de las nociones de «lo populan) y «lo nacional» suponía que
solamente por medio de una revolución socialista sería posible fomentar un auténtico
nacionalismo peruano, un nacionalismo que sería una amalgama de la Costa y la Sierra
y se basaría en una emancipación política, económica y cultural del campesinado indígena y la clase obrera. Por ello, la aplicación de analogías con las variantes del «nacionalismo revolucionario» a los conceptos de Mariátegui parece ser un procedimiento
ilegítimo.
Si se quisiera dar una opinión breve, se podría decir que el libro de Chavarría es un
acorde brillante que termina un estilo históricamente formado de la reflexión sobre
la actividad literaria y política de Mariátegui. Este libro, nacido de una protesta, es una
síntesis que impulsa a formular preguntas y, por lo tanto, a una reconsideración de los
trabajos de Mariátegui. Es un gran éxito del autor.
Henryk Szlajfer
2. O. T e r á n : Mariátegui: decir la nación, «Nuestra América», Año (, 1980, n° 2, p. 43.
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS 9, 1982-1984
PL ISSN 0137-3080
Notas
WIESŁAW
bibliográficas.
DOBRZYCKI:
Myśl polityczna
i praktyka
rewolucji
meksykańskiej
[El
pensamiento político y la práctica de la revolución mexicana], Warszawa 1982, pp.432.
El trabajo es un análisis histórico y politológico de los conceptos, valores y obje­
tivos de la revolución mexicana, asi como
de los mecanismos de la práctica política.
Las relaciones entre las transformaciones
internas y las ideas y la práctica de la
política exterior de México en los años
1910-1940 ocupan un lugar particularmente amplio en el trabajo.
El capítulo I presenta la ideología de
Estado del porfiriato y la génesis de Ja
revolución mexicana. El capítulo II analiza
varias corrientes de la revolución mexicana: la corriente liberal-burguesa, la popular, la anarquista y la victoriosa co-
rriente constitucionalista. El capítulo III
trata del período de estabilización y reformas dirigidas durante la presidencia de
A. Obregón y P. E. Calles. El capítulo
IV — titulado «De la política de caudillos
a la política institucional» — se refiere,
entre otros temas, a la génesis y los conceptos del partido gobernante, así como
a la lucha política y las disputas ideológicas en la época del maximato. El capítulo V está dedicado a los conceptos
y la práctica del populismo durante la presidencia de Lázaro Cárdenas. El capítulo VI, el último, tiene carácter de resumen y presenta las conclusiones. (T.Ł.)
WIESŁAW DOBRZYCKI: Nurty ideowe rewolucji meksykańskiej [Corrientes ideológicas
de la revolución mexicana], «Studia Nauk Politycznych», No 3 (51) 1981, pp. 55-83.
Trabajo de un politólogo que desde
hace varios años se ocupa con el sistema
político del México contemporáneo y con
la política exterior de este país. El autor
parte de la tesis, que la comprensión y la
explicación de las causas de la estabilidad
de las bases político-gubernamentales del
Estado mexicano actual, no es posible
sin el profundo conocimiento de las corrientes ideológicas de la revolución mexicana. El artículo comienza con la característica de la ideología del porfiriato
como un variante liberal del positivismo,
como una dictadura modernizadora en
los intereses de la expansiva clase de los
latifundistas y de la burguesía nacional.
El sector liberal de la clase media fue
el precursor de la revolución, que se
alimentaba del creciente descontento de
la sociedad (movimientos descontrolados
de campesinos y obreros y la oposición
de los jóvenes intelectuales). En los años
1910-1917, el autor diferencia 4 princi-
pales corrientes ideológicas de la revolución, que, según su opinión, comenzó
como revolución burguesa y evolucionó en
burguesa-democrática «con un movimiento popular radica! fuertemente marcado».
Las corrientes más importantes presentadas brevemente son: 1) liberalismo burgués (maderismo); 2) corriente popular
(campesina), dividida en dos tendencias —
la de Zapata (comunidad de tipo ejídal,
ligación con el pasado) y la de Villa
(propiedad pequeña individual de la tierra);
3) anarquista (prácticamente los hermanos Flores Magón); 4) constitucionalista
(carrancismo), precursora y organizadora
del proceso de la institutionalization de la
revolución, corriente triunfante, que representaba los intereses de la burguesía nacional y de las clases medias. Según el autor,
tanto el porfiriato como la revolución,
iban en la misma dirección — hacia la
consolidación del capitalismo mexicano.
(T.Ł.)
246
RESEÑAS
Los polacos en el Perú, Lima 1979, Editorial Salesiana, pp. 200.
El trabajo ha sido escrito bajo los
auspicios de la embajada de la RPP en
Lima, con la introducción del embajador
St. Jarząbek. El libro consta de tres partes:
1) un esbozo de la historia de Polonia,
con especial hincapié en el período de la
RPP y en los datos geográficos básicos
(pp. 11-44); 2) una breve historia de la
inmigración polaca en América Latina
(pp. 45-70); 3) la parte más amplia que
aporta varios elementos referentes a la
historia de los polacos en el Perú que
hasta ahora han sido desconocidos (pp.
71-193). Esta parte intenta presentar en
forma sintética la historia de los polacos
en el Perú comenzando del misionero
jesuíta St. Artel del siglo XVII hasta los
años recientes, e incluye 53 biogramas de
polacos de especiales méritos. El valor del
trabajo es tanto mayor que es la primera
vez cuando se ha logrado recoger y sistematizar los escasos datos concernientes
a la inmigración polaca en el Perú. (K.S.)
Polonia zagraniczna. Informator o materiałach źródłowych do 1939 roku przechowywanych
w Archiwum Akt Nowych [Emigración polaca en el extranjero. Información sobre las
fuentes hasta el año 1939 guardadas en el Archivo de Actas Nuevas], elaborado por
Edward Kołodziej, Warszawa 1981, Archiwum Akt Nowych, Biblioteka Narodowa,
pp. 57, mimeo.
La información abarca, aparte de la
introducción, un catálogo de 115 fondos
archivísticos que contienen documentos
concernientes a la historia de los emigrantes
polacos en todo el mundo, de los cuales
contienen fuentes referentes a la historia
de los emigrantes polacos en América
Latina. La descripción de cada fondo abar­
ca una lista de países de inmigración. Con
el nombre de cada país va anotada la
temática de los documentos referentes a la
emigración y la signatura. Es una de
Jas primeras guías que posibilitan una
rápida ubicación de materiales que puedan
interesar a los investigadores en los ar­
chivos polacos.
Es una lástima que el autor, al enume­
rar en la introducción los trabajos sobre la
emigración polaca escritas en base a los
materiales del Archivo de Actas Nuevas
en Varsovia y las publicaciones de fuentes,
no haya mencionado los documentos de
este archivo y los trabajos presentados
en los «Estudios Latinoamericanos» (véase:
Bibliografia de «Estudios Latinoamerica­
nos» t. 1-5, t. 8, pp. 221-229). (K.S.)
Los autores de las notas bibliográficas: T. Łepkowski (T. Ł.) y K. Smolana (K. S.)