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Oliveira, F. R. de y H. Mendoza Vargas (coords.; 2010), Mapas de Metade do Mundo, a cartografia e a construção territorial dos espaços americanos, sécalos XVI a XIX/Mapas de la Mitad del Mundo, la cartografía y la construcción territorial e los espacios americanos, siglos XVI al XIX, Centro de Estudos Geográficos, Universidade de Lisboa e Instituto de Geografía, UNAM, Lisboa, 463 p., ISBN 978-972-636-200-5 Desde que fue publicada post mortem la ya clásica serie de “ensayos posmodernos lúcidos y vigorosos” de Brian Harley sobre la historia de la cartografía, tanto en su versión inglesa (Harley, 2001), como en la castellana (Harley, 2005), en el mundo académico latinoamericano parece haber resurgido el interés por el análisis histórico-cartográfico. Pero en América Latina este no es un fenómeno reciente. En algunos países de la región, la tradición cartográfica se remonta a la época prehispánica y la producción de mapas relativos a sus territorios fue abundante y compleja durante todo el periodo colonial, de modo que en diferentes repositorios del mundo sobreviven valiosos documentos cartográficos sobre la Iberoamérica colonial, así como sobre los estados nacionales que desde el siglo XIX se constituyeron en esas provincias. Algunos de esos mapas han sido objeto de estudio de geógrafos, historiadores y otros investigadores a lo largo de la historia moderna. El libro que coordinaron Francisco Roque de Oliveira1 y Héctor Mendoza Vargas2 es muestra de ello. Los coordinadores del libro eligieron el título de Mapas de la Mitad del Mundo pues los trabajos que lo conforman analizan mapas de la América hispánica y portuguesa. El título fue ideado y adaptado en función de una de las expresiones de Juan López de Velasco, cuando 1 Doctor en Geografía Humana por la Universidad Autónoma de Barcelona (2003), profesor del Instituto de Geografía y Ordenamiento del Territorio de la Universidad de Lisboa e investigador del Centro de Estudios Geográficos de la misma universidad, e investigador asociado en el Centro de Historia de Além-Mar de la Universidad Nueva de Lisboa y de la Universidad de las Azores. 2 Doctor en Geografía por la Universidad de Barcelona (1997), investigador titular del Instituto de Geografía de la UNAM y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma universidad. 124 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 redactando su Geografía y Descripción Universal de las Indias en la década de 1570, explicaba que “Las Indias, islas y Tierrafirme del mar Océano … que comúnmente llaman Nuevo Mundo, es toda la tierra y mares comprendidos en un hemisferio o mitad del mundo” (López [c.1574], 1894). Resulta esta una obra verdaderamente bilingüe, pues de los diecinueve trabajos de los que consta, nueve se presentan en un portugués claro y comprensible a los hispanohablantes, y diez en castellano, en tanto que los coordinadores nos hacen su presentación traducida a ambos idiomas. Este volumen se originó en el II Simposio Iberoamericano de Historia de la Cartografía llevado a cabo en abril de 2008 en la Ciudad de México (Oliveira, 2008), pues cerca de la mitad de los trabajos que lo componen fueron presentados en ese evento en forma de ponencias.3 Los demás capítulos que lo integran fueron solicitados a los autores para formar los cuatro ejes temáticos que lo estructuran y que definieron las partes en que se dividió el libro: i) las fuentes y la reflexión filosófica e histórica, ii) las nuevas ideas en viejos mapas (o “los desafíos de la mirada”), iii) las tensiones territoriales y las noticias de Iberoamérica y, finalmente, iv) los mapas y la navegación (o “el horizonte amplio”). Cada una de estas partes comprende cuatro trabajos, dos en portugués y dos en castellano, con excepción de la tercera, en la que se incluyen siete, tres de los cuales están en portugués. La primera parte del libro se abre con una revisión sobre los estudios cartográficos en MéxiEn 2009, Héctor Mendoza Vargas había coordinado un volumen semejante en colaboración con Carla Lois (Mendoza y Lois, 2009). Aquél resultó parcialmente del I Simposio Iberoamericano de Historia de la Cartografía realizado en Buenos Aires en abril de 2006 (Troncoso, 2006). 3 Mapas de Metade do Mundo, a cartografia e a construção territorial dos espaços americanos... co, donde Urroz y Mendoza encuentran “cuatro estilos en el estudio de los mapas de México […] los trabajos de recopilación, los estudios técnicos, la perspectiva positivista y el enfoque cultural y social” (p. 24). Aunque se podría decir que las tres últimas categorías resultan relativamente arbitrarias al no ser definitorias, ya que los estudios técnicos podrían también tener una perspectiva positivista o un enfoque cultural; pero la revisión de los trabajos en sí es bastante interesante y la bibliografía que recopilan resulta de gran alcance. Entre sus líneas y notas los autores apuntan a una cuestión no menor, y es que la conservación de los mapas antiguos es una de las tareas pendientes en nuestro país. Destacan también el importante papel de los mapas como ensamble del conocimiento histórico y geográfico (p. 21). Lo anterior queda de manifiesto en el interactuar cotidiano de los geógrafos con los historiadores, pues cuando la historia se hace con mapas, las relaciones y causalidades en el tiempo y en el espacio se hacen visibles, se aclaran, y pese a la aparente percepción de los historiadores de que los mapas son en primera instancia objeto de estudio de los geógrafos, como parecen pensar Hillerkuss y Flores Olague cuando comentan que “analizar mapas geográficos como fuentes, así como se practica con documentos escritos, es poco común en el gremio de los historiadores” (p. 43), en realidad, el estudio de los mapas históricos tampoco es una tarea en la que muchos geógrafos hayan incursionado. De alguna manera esto se advierte en el mismo libro, pues de los 23 autores que participan en los 19 capítulos, la mayoría tiene una formación de historiadores. Los demás son geógrafos, arquitectos y un etnólogo, con una formación relacionada con la cartografía o con la historia de la geografía y la cartografía. La importancia de la cartografía colonial iberoamericana en los análisis que nos presenta el libro es patente, pues doce de los diecinueve trabajos que componen la obra se refieren a mapas o análisis cartográficos de la época colonial, cinco sobre México y cuatro sobre Brasil, uno sobre Perú y dos sobre los espacios marítimos de los circuitos coloniales. Uno de los escritos se aboca a la época de la independencia brasileña y el uso geopolítico de la memoria toponímica en la formación del Estado, y otros cuatro capítulos examinan temas de la cartografía iberoamericana en el siglo XIX, dos en relación con México, uno con Brasil y uno con la Patagonia. Los otros dos trabajos consisten en estudios historiográficos o de la enseñanza cartográfica, uno a mediados del siglo XX en Brasil y el otro es un análisis del tiempo presente en México. De este modo, ocho de los trabajos se refieren a México, siete a Brasil, uno al Perú colonial, otro a la Patagonia del XIX y otros dos estudian los espacios marítimos y los circuitos coloniales. La riqueza de este libro consiste en primer lugar, en el tema central que examina, pues el de la cartografía histórica iberoamericana es uno muy pocas veces abordado. Desde el punto de vista del análisis y hermenéutica de los mapas, este trabajo cuenta con varias aportaciones interesantes, como la de Beatriz Piccolotto, en el que procura seguir algunos lineamientos interpretativos como la contextualización del cartógrafo, el del mapa en el entramado de otros mapas y textos, y el significado de fondo de la carta; el capítulo que examina la pintura de Atlatlahuca presenta también claves metodológicas interesantes, al analizar el mapa en cada una de sus partes, relacionándolo cuidadosamente con su contexto histórico y espacial, procurando identificar en el terreno mismo algunos relictos que se representan en la pintura y que se pueden identificar en campo hasta el día de hoy. Por otra parte, es posible acercarnos al libro desde una perspectiva cronológica, de manera que se puede distinguir parte del entramado de la lógica metropolitana de la Península Ibérica en relación con algunas regiones estratégicas de los territorios americanos, como son las minas del Brasil o la región amazónica, cuestión que se maneja tanto por la ya mencionada Piccolotto, como por Claudia Damasceno, Mario C. Ferreira y Renata Malcher, autora que en su Diseñar ciudades en el papel y en el terreno… nos recuerda también la gran importancia del poblamiento en la defensa del territorio y en la conservación de las áreas de frontera. La defensa no sólo con fortificaciones, sino con personas. Cita la autora que el gobernador de la capitanía de São Paulo, refiriéndose a las recién descubiertas minas de Matto Grosso, en 1740 recomendaba al rey de Portugal: Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 125 Lourdes de Ita Rubio La fortificación de aquellas minas que hoy son como los confines de la conquista de Portugal en esta América es muy útil y necesaria, pero ha de ser de gente y no de muros, porque estos apenas defienden su circuito, y aquella guarda toda la extensión del país, siendo una fortaleza móvil que en cualquier parte resiste y destruye conservando lo conquistado y conquistando mas (p. 179). Es curioso que una recomendación semejante haría por los mismos años al rey de España el contador José Antonio de Villaseñor y Sánchez, proponiéndole además que dotara de tierras a los indígenas que se llevaban entonces del centro de México para poblar las provincias del norte, de manera que estos colonizadores indígenas, poseyendo tierras, defendieran de manera más eficiente el territorio. La propuesta fue desechada por los Borbones. Otras regiones estratégicas en Iberoamérica fueron los puertos, la cartografía al respecto aporta información sumamente valiosa y singular para comprender cabalmente los hitos de los circuitos coloniales y la actividad de los puertos como pivotes en dichos circuitos. Al respecto contribuyen los capítulos de Miguel Rodrigues, Omar Moncada, Guadalupe Pinzón y Karina Busto. Los capítulos sobre toponimia y geopolítica, y toponimia e imaginario de Iris Kantor y Carla Lois, resultan también imprescindibles en un libro como este, así como los relativos a la enseñanza de la cartografía y a la enseñanza de la historia de la cartografía, representados aquí por los trabajos de Francisco Roque de Oliveira y Valeria Trevizani. El encontrar las relaciones entre los eventos regionales iberoamericanos y los cartógrafos celebérrimos como Mercator y Ortelius resulta siempre fascinante, como lo es el capítulo sobre las posibles fuentes novohispanas y el origen del mapa de Nueva Galicia del célebre Abraham Ortelius. Las propuestas valientes como la de Hillerkuss y Flores Olarte en relación con el protagonismo de Lebrón de Quiñones como principal informante para ese mapa junto con Diego Ramírez y Hernán Martínez de la Marcha, no sólo pueden llegar a ser pieza clave en la reconstrucción del mosaico del origen de un 126 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 mapa tan valioso como el mencionado de Ortelius, sino que dan pauta a otras posibles hipótesis y a la discusión con otros académicos interesados en el área y en el periodo. Uno de los aspectos que podría mejorarse, es el de la nitidez de los mapas que se reproducen. Siendo esta una excelente integración de trabajos que usan el mapa no como ilustración sino como fuente y documento de análisis, y contando con las descripciones mismas de cada uno de los autores, la legibilidad del contenido de los mapas debería ser imprescindible. Dado que la impresión de la obra se ha hecho en un tipo de papel que ayuda a lograr una mayor claridad al respecto, lo único que se requería sería una mayor resolución en la impresión cartográfica y sólo en algunos casos el aumentar un poquito el tamaño de las imágenes. En suma, Mapas de la Mitad del Mundo, es un libro sumamente interesante, en el que cada capítulo es una pequeña demostración de las riquezas ocultas que los mapas antiguos siguen revelando a quienes procuran encontrarlas. REFERENCIAS Harley, J. B. (2001), The New Nature of maps, Essays in the History of Cartography, The Johns Hopkins University Press, Baltimore and London. Harley, J. B. (2005), La Nueva Naturaleza de los Mapas, Ensayos sobre la historia de la cartografía, Fondo de Cultura Económica, México. López de Velasco, J. ([c. 1574], 1894), Geografía y descripción universal de las Indias, Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, Fontanet, Madrid. Mendoza Vargas, H. y C. Lois (coords.; 2009), Historias de la Cartografía de Iberoamérica. Nuevos caminos, viejos problemas, (Colección: Geografía para el siglo XXI. Serie Libros de Investigación, núm. 4), Instituto de Geografía-UNAM, Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México. Oliveira, F. R. de (2008), “II Simposio Iberoamericano de Historia de la Cartografía. La cartografía y el conocimiento del territorio en los países iberoamericanos. Ciudad de México, 21-25 de abril de 2008”, en Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 66, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp. 167-171. Mapas de Metade do Mundo, a cartografia e a construção territorial dos espaços americanos... Troncoso, C. A. (2006), “I Simposio Iberoamericano de Historia de la Cartografía. Imágenes y lenguajes cartográficos en las representaciones del espacio y del tiempo, Buenos Aires, 20, 21 y 22 de abril de 2006”, en Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 60, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp. 171-174. Lourdes de Ita Rubio Instituto de Investigaciones Históricas Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 127 Mary, C. P. (2010), Geografias Pátrias: Brasil e Portugal – 1875-1889, Editora da Universidade Federal Fluminense, Niterói, 192 p., ISBN 978-85-228-0533-4 Originalmente uma tese de doutorado1 e inserido em uma recente empreitada teórica na historiografia da geografia brasileira, de investigação da produção do saber geográfico durante o Império (1822-1889), o livro de Cristina Pessanha Mary2 tem como escopo geral a compreensão das concepções de geografia vigentes em tal período, analisando, particularmente, a chamada Seção Brasileira da Sociedade de Geografia de Lisboa (SGL). Nesse sentido, uma das preocupações centrais da obra reside em responder a determinadas questões referentes ao papel das sociedades geográficas na América Latina, marcadas pelo sentido colonialista das congêneres europeias, mas muito imbricadas à elaboração das identidades nacionais das ex-colônias. Há em Geografias Pátrias três perspectivas de investigação. Uma primeira, europeia, destacando a fundação da SGL (em 1875) numa conjuntura diretamente ligada ao colonialismo, sem esquecer, por Tese defendida em 2006 no Programa de História Social da Universidade Federal do Rio de Janeiro com o título de A Seção da Sociedade de Geografia de Lisboa no Brasil e o Sonho de um Novo Império Africano; orientada por Manoel Luiz Lima Salgado Guimaraes. Devido muito provavelmente a um erro tipográfico, o título do livro aparece na capa da edição resenhada como “Geografias Pátrias: Portugal e Brasil – 1875-1889” (e não “Brasil e Portugal”, tal como consta nos dados de catalogação). 2 Cristina Pessanha Mary é professora do Departamento de Geografia da Universidade Federal Fluminense (Niterói, Estado do Rio de Janeiro), dedicando-se particularmente à pesquisa sobre historiografia da geografia brasileira. Participa do grupo de pesquisa “Geografia Brasileira: História e Política”. Alguns resultados parciais de suas pesquisas, bem como desdobramentos de sua tese de doutorado, foram publicados em artigos na revista do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro e da Sociedade Brasileira de História da Ciência. (Dados obtidos no livro resenhado e na plataforma Lattes do CNPQ [http://lattes.cnpq.br/]). 1 128 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 outro lado, de como tal sociedade geográfica respondia também a anseios de reafirmação da questão nacional lusitana, cujo projeto compreendeu a abertura de seções “além-mar”, bem demostrando a articulação e o intercambio que havia entre o mundo letrado português e o brasileiro –fato normalmente pouco destacado pela historiografia do/ no Brasil; daí uma segunda perspectiva, de cunho mais regional. Por fim, nota-se uma terceira vertente analítica –nacional–, pois em 1881 a matriz lisboeta da SGL vetara uma proposta brasileira de transformação da seção do Rio de Janeiro em um grêmio independente, estando aí um dos germes para a criação, dois anos depois, em 1883, da Sociedade de Geografia do Rio de Janeiro (SGRJ), cujos nomes principais eram praticamente os mesmos da Seção Brasileira, mas com ambições evidentemente relacionadas a um projeto nacional brasileiro, assinalando, pois, uma ruptura com o modelo anterior, no qual o Brasil era percebido pelas lentes da elite colonialista lusitana (e da elite local também) como uma continuidade de Portugal. Na breve “Introdução”, abordam-se algumas discussões sobre a linha de investigação traçada pela autora. Grosso modo, dividiu-se tradicionalmente no Brasil a historiografia da geografia entre uma percepção voltada para o século XIX, entendo como sinônimo deste campo de saber os relatos de viagens e de “descrição da Terra” (p.18), (cita-se a obra seminal a esse respeito, a Corografia Brasílica, do padre Manoel Aires de Casal, (1817 [1976]), e outra, focada no século passado, a partir da qual se construiu uma perspectiva muito forte de centralizar os estudos sobre geografia ao período considerado como institucional, ou seja, aquele posterior ao surgimento de uma “geografia universitária”, na década de 1930, cujos exemplos repetidos exaustivamente repetidos na historiografia são os Geografias Pátrias: Brasil e Portugal – 1875-1889 da Universidade de São Paulo, Universidade do Distrito Federal e também o Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística.3 Mais recentemente, tem-se pensando a investigação acerca da geografia brasileira no século XIX consideram-se dois caminhos: a) a partir da noção de “pensamento geográfico” (Moraes, 1991), na acepção de discursos sobre o território; b) a partir da busca do entendimento dos significados da geografia “no processo maior de construção da nacionalidade durante o Império” (p. 19); num procedimento –predominantemente adotado pela autora– em que se valorizam, justamente, as sociedades geográficas e agremiações afins como produtoras de um conhecimento (materializado em boletins, documentos, mapas ou mesmo expedições) o qual não deve ser negligenciado na comparação com o suposto saber “universitário”. Exatamente sobre o caráter das sociedades geográficas é que tratam os dois primeiros capítulos do livro: o primeiro (“Crônica do movimento geográfico”), focado na atuação das sociedades geográficas europeias no século XIX, e o segundo (“A Sociedade de Geografia de Lisboa: refazendo a ‘nação abatida’4”), atento à criação da SGL, em 1875, “em meio a uma Europa convulsionada pela sanha imperialista” (p. 26), num momento também de profunda crise em Portugal, tendo a Sociedade, afinal, uma clara intenção em reatar e dinamizar a “questão nacional” portuguesa. Um problema central de Portugal era sua fragilidade frente a potências coloniais como Inglaterra, França e mesmo Bélgica ou Alemanha: a nação abatida reclamava sua ausência de conferências (como a de Bruxelas, em 1876) nas quais se selou a sorte da África. De modo geral, a presença lusitana na África, embora remontando ao século XV, nunca ultrapassara uma faixa litorânea, sendo uma “imensa carteira de fundos territoriais” (p. 39). Não à toa, uma das bandeiras da SGL, exatamente em uma década (a de 1870) na qual ganha corpo em Portugal o debate Paradoxalmente, há ainda uma forte lacuna no Brasil em relação a estudos sobre as geografias praticadas nos espaços institucionais e dos próprios geógrafos a eles ligados. 4 Expressão tomada de empréstimo pela autora da obra de Queiroz (1900 [1999]). 3 sobre sua própria decadência e convulsiona-se o quadro político,5 será a reivindicação dos direitos históricos lusitanos sobre esses territórios em África. Assim como a maioria de suas coirmãs, mas tardia se a elas comparadas,6 a SGL (composta por sócios ordinários e correspondentes7) possuía um perfil8 bastante de acordo com a participação de membros da nobreza, funcionários públicos (civis e militares) e da elite intelectual e comercial9 lusitana; traduzido isso na figura de seu primeiro presidente, o Visconde de São Januário, ele próprio, solicitante junto ao governo brasileiro da criação de uma “seção” da SGL no Brasil, justificada, de início, pelo fato de existir no Rio de Janeiro uma grande comunidade lusa. A partir de 1880, a Comissão Central de Geografia do Ministério da Marinha e Ultramar liga-se à SGL, bem exemplificando a relação ambígua e complexa entre as sociedades geográficas e o Estado; negando-se a visão, segundo Pessanha Mary, bastante generalizada em atribuir a criação das sociedades de geografia como um mero reflexo do colonialismo. Cumprirá, pois, toda essa intelligentsia um papel divulgador da “missão colonizadora lusitana”, fundamentalmente, através do “Boletim” da Sociedade e da influência de seu segundo presidente (em termos cronológicos): Luciano Cordeiro, um ardoroso defensor do colonialismo português na África.10 Num crescente questionamento da Monarquia, resultando, pois, em 1910, na proclamação da República Portuguesa. 6 Citam-se as sociedades de 1821 (Paris) ou ainda as do México e Brasil (década de 1830), (Capel, 1988); evidenciando-se assim a SGL como uma criação bastante inserida no período de grande incremento das sociedades geográficas, entre o último quartel do século XIX e o início do século XX. 7 No caso da SGL, constavam como sócios correspondentes nomes como os dos brasileiros Rui Barbosa e Visconde de Rio Branco e do geógrafo Élisée Reclus. No seu auge, por volta da primeira década do século XX, a SGL somou cerca de 2 000 associados. 8 Interessante reparar que a maioria dos integrantes da SGL era oriunda da Escola Politécnica de Lisboa. 9 Devido à industrialização tardia em Portugal, a burguesia comercial tinha um papel central na sociedade daquele país. 10 Major do Exército português, Alexandre Serpa Pinto realizou de fato, em 1877, a tão sonhada travessia da África central, tendo sido seu “feito” celebrado em recepções na SGL e na Seção Brasileira, em 1881. 5 Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 129 Paulo Roberto de Albuquerque Bomfim Urgia, assim, como uma “questão nacional” em fins do século XIX, fazer das possessões portuguesas no continente africano um “novo Brasil”. Tal intento compreendia efetivamente ocupar e povoar os territórios, sobretudo, de Angola e Moçambique, ambicionando-se uma antiga e imaginada interligação entre os oceanos Atlântico e o Índico. Porém, esse projeto será bloqueado pela Inglaterra, através do que ficou conhecido como um “Ultimato” diplomático (1890): os britânicos não se furtariam a uma guerra com o combalido reino de Portugal se este pusesse entraves à expansão inglesa, vinda desde a África do Sul, a qual, então, já penetrava por territórios interiorizados, concreta e literalmente, no “meio do caminho” das pretensões lusas. Portanto: Naquela conjuntura de aflição, em que, cada vez mais, o ‘pensar Portugal’ se confundiu com o ‘pensar o império’, a necessidade de conjugar esforços para enfrentar as investidas concorrentes nos territórios africanos ensejou a política (...) de autorizar seções externas. Essas filiais deveriam ser criadas nas diversas localidades onde fosse possível reunir sócios correspondentes em número suficiente, e dispostos a aderir ao movimento geográfico,11 defendendo, propagando e representando os interesses portugueses e da sociedade matriz em Lisboa (pp. 63-64). Esses interesses serão expressos através da seção brasileira, objeto do 3º Capítulo do livro –“Seção e Secessão”–, versando sobre a “reconstrução e dinâmica” desta filial da SGL no Rio de Janeiro, buscando, igualmente, traçar um panorama do perfil dos associados, (suas respectivas posturas ideológicas, atividades profissionais predominantes etc.). Ao final, destaca-se o imbróglio separatista. A criação da Seção acontece a partir de reunião, em Lisboa, de alguns dos sócios-correspondentes da SGL ligados à elite brasileira. Se havia no discurso da SGL o ideal de uma suposta crença na ciência Por movimento geográfico mundial entende-se o “conjunto [das] ações expansionistas a levar [...] ‘civilização’ a localidades imaginadas como inóspitas e bárbaras” (p. 25), formado por expedições militares, comerciais, “missões” religiosas etc. 11 130 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 enquanto depositária do apagamento das diferentes entre Portugal e Brasil (p. 74), fundamental é observar que a matriz lisboeta condicionava todas as deliberações das “seções” à sua aprovação da matriz, numa estratégia evidentemente direcionada a inibir ações separatistas e/ou contrárias aos interesses do projeto colonizador encabeçada pela sociedade geográfica portuguesa. Assim, a estratégia SGL em relação à seção brasileira constituiu em reunir membros da elite de “além-mar” e emigrados portugueses. Nesse tom, o senador Cândido Mendes de Almeida foi eleito presidente da Seção, cuja presidência seria ainda completada, como vice-presidentes e secretários-gerais, Henrique de Beaurepaire Rohan, Visconde de Borges Castro, Barão de Teffé e Francisco Maria Cordeiro; além do imperador e Dom Pedro II como presidentehonorário (pp. 73-74). Na síntese da autora: A Seção era (...) uma associação da elite imperial: no topo, havia o imperador, sócio-honorário (...) e, à sua volta, advogados, almirantes, médicos, entre eles, nomes da ciência e da cultura (...), bem como influentes editores da época (pp. 82-83). No entanto, os membros da SGL não contavam com o espírito separatista que tomaria conta de alguns dos integrantes da Seção: no biênio 18811882 ocorreu a secessão, da qual resultaram novas eleições, na verdade, apenas rearranjando a antiga diretoria, a qual havia renunciado quando do veto para a criação de uma sociedade geográfica autônoma no Brasil. Somente o Barão de Teffé se desligaria definitivamente da Seção Brasileira da SGL. A iniciativa brasileira recebeu inicialmente uma acolhida simpática por parte do Visconde de São Januário, acabando por ser vetada, porém, por pressão e influência de Luciano Cordeiro. Esse desejo de autonomia não fazia parte, definitivamente, do repertório do grupo hegemônico da SGL. A negativa levou à criação, como dito, da SGRJ. Mas, afinal, quais foram as “geografias” elaboradas na Seção? Pessanha Mary chama atenção para a heterogeneidade do temário da “Revista Mensal da Seção da Sociedade de Geografia de Lisboa no Brasil”, da qual teriam circulado apenas algo em torno de Geografias Pátrias: Brasil e Portugal – 1875-1889 dez números, entre 1881 e 1886. Propõe a autora uma classificação em três fases na linha editorial do periódico: uma voltada predominantemente para artigos sobre o Brasil (questões de limites, sobretudo), uma segunda, na qual a geografia se aproximara bastante da antropologia, numa predominância de artigos sobre grupos indígenas do território brasileiro, e uma terceira fase, em que se intentou dar um último fôlego ao escopo maior da SGL; ou seja, as abordagens sobre a África. Nessa fase final (também como mencionado) já não pertenceria mais à Seção o personagem focado no 4º Capítulo –“O Barão de Teffé e uma outra geografia”–, o qual destaca a trajetória de Antônio Luiz Von Hoonholtz (o Barão de Teffé, militar da Marinha e alto funcionário do Império), único membro da Seção da SGL a abandonar a direção e a própria Sociedade em si, justamente por ser um reivindicador em prol de uma geografia brasileira, traduzida fundamentalmente no debate sobre a identidade nacional (recusando-se os regionalismos então predominantes) como ligação cultural do “povo” com seu território, bem como na necessidade imperativa de melhor conhecer e cartografar o país –daí a defesa, por parte de Teffé– de expedições e iniciativas práticas, em oposição à atuação da SGL, restrita a discussões de salão. “A questão nacional como um divisor de águas das geografias do Império” constitui a conclusão do livro de Pessanha Mary, analisando a ruptura ideológica (sobretudo, após a proclamação da República) da intelectualidade brasileira em relação a Portugal. De fato, os anos finais do otocento e as primeiras décadas do século XX foram assinalados por um sentimento antilusitano, no Brasil. Contribuíram para isso (mais que a simples passagem de um regime a outro –da Monarquia para República), elementos relacionados a um processo– lento, e que percorre todo o período pós-1822 (posterior à independência) –de tomada de consciência, por parte das elites “provinciais” (regionais) a respeito das questões mais atinentes ao “todo nacional” (caminho motivado por acontecimentos como a Guerra do Paraguai – 1864-1870); bem como o debate, daí oriundo, entre centralismo e federalismo no Brasil. Estava posta agora uma comparação dia a dia maior entre o Brasil e o modelo norte-americano: uma polêmica entre iberistas –defensores da continuidade com Portugal– e americanistas. Antes visto pela própria elite local como um transplante de Portugal, o Brasil começava a ser pensado como um território cujo conhecimento, ocupação e devido povoamento tornavam-se projetos centrais para um almejado “desenvolvimento” (vide a geografia de Teffé), estando aí o embrião de um discurso (e de uma prática) predominante e central na geografia material brasileira no século XX: a apropriação econômica e política dos fundos territoriais por parte do Estado nacional. Apesar de as conclusões do livro de Pessanha Mary não serem exatamente imprevisíveis [pois apontam para a –inevitável– ruptura política e cultural da elite brasileira com a velha metrópole; ensejando um projeto de uma geografia voltada para o próprio território nacional], um dos grandes méritos da obra, além do objeto em si, um caso muito exemplar de tentativa de continuidade cultural da antiga metrópole sobre a ex-colônia, refere-se à ampla pesquisa de fontes primárias (Boletins e Revistas das Sociedades Geográficas). Não é possível avaliar, considerando somente o livro resenhado, até que ponto a SGL e sua Seção Brasileira estiveram direta ou indiretamente envolvidas com a elaboração de mapas, procedimento de realização técnica um tanto complexa no Brasil imperial. No entanto, a cartografia no livro é bastante acanhada: são precisamente seis pequenas adaptações gráficas,12 simplificadas (em preto e branco), de mapas não originais. Ao fim, nos “Apêndices”, apresentam-se diversos quadros elaborados pela autora: Diretorias da Sociedade de Geografia de Lisboa; Perfil social dos diretores da SGL; Diretorias da Seção; Equipes de redação e chefia de redação; Sócios da Seção da SGL no Brasil – 1881; Subseções da Seção (“Comissões de Contas” e “Comissões Geográficas”); Autores e artigos da Revista da Seção da SGL no Brasil. A saber: “O Congo depois da Conferência de Berlim”; “Viagens de exploração dos portugueses na África no século XV”; “Travessia realizada pelos pombeiros e viagem de Lacerda e Almeida”; “O traçado da costa ocidental da África, em fins do século XV”; “A região de Ielala”; “Expedição portuguesa à África austral de 1877”. O primeiro é retirado de McEvedy (1996) e os demais de Santos (1988). 12 Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 131 Paulo Roberto de Albuquerque Bomfim REFERÊNCIAS Aires de Casal, M. (1817 [1976]), Corografia Brasílica, Edusp/Itatiaia, São Paulo/Belo Horizonte. Capel, H. (1988), Filosofía y ciencia en la geografía contemporánea, 3ª ed., Barcanova, Barcelona. McEvedy, C. (1996), The Penguin Atlas of African History, Penguin Books Ltd, London. Moraes, A. C. R. (1991), Ideologias geográficas, 2ª ed., Hucitec, São Paulo. 132 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 Queiroz, E. de (1900 [1999]), A ilustre Casa de Ramires, Martin Claret, São Paulo. Santos, M. E. M. (1988), Viagens de exploração terrestre dos portugueses em África, Centro de Estudos de História e Cartografia Antiga, Lisboa. Serpa Pinto, A. (1881 [1979]), Como eu atravessei a África (02 vol.), Publicações Europa-América, Lisboa. Paulo Roberto de Albuquerque Bomfim, Instituto Federal de Educação, Ciência e Tecnologia de São Paulo Haesbaert, R. (2010), Regional-Global, Dilemas da Região e da Regionalização na Geografía Contemporânea, Bertrand Brasil, Rio de Janeiro, 208 p., ISBN 978-85-286-1445-9 Desde un enfoque claramente asentado en las propuestas filosóficas del llamado pensamiento post-estructuralista (principalmente en Deleuze y Guattari), que a su vez dialoga con la geopolítica y la geografía cultural, Rogério Haesbaert1 ha trabajado en torno a las relaciones entre territorio y sociedad a partir de los conceptos de territorialidad, identidad y región. Él mismo reconoce en este libro, que a lo largo de su carrera, la temática de lo regional siempre ha sido de su interés, comenzando por su disertación de maestría presentada en 1988 y cuya continuidad en el tiempo ha resultado en diversas publicaciones (Haesbaert, 1986, 2003, 2006, 2008, 2011). Existe una pregunta subyacente en las indagaciones de Haesbaert, y es ¿cómo pensar los conceptos de territorio y región en esta fase del capitalismo global? El geógrafo toma posicionamiento frente a algunos discursos que en las dos últimas dos décadas han considerado que estamos ante el fin de los territorio y el fin de las regiones,2 destacando, por el contrario, la actualidad de tales conceptos para el análisis de los procesos globales, así como también su firme resistencia a través del tiempo, evidenciada en sus sucesivas muertes y resurrecciones. En este sentido, el autor señala que en concomitancia con los Doctor en Geografía Humana y profesor en la Universidad Federal Fluminense de Rio de Janeiro. Ha repartido sus estudios de posgrado entre la Universidad de São Paulo, donde obtuvo su doctorado, el Instituto de Estudios Políticos de París y la Open University de Londres, donde realizó su posdoctorado y trabajó con Doreen Massey. Posiblemente sea uno de los referentes más importantes en Brasil y en Latinoamérica que en los últimos años se ha abocado a analizar, sistematizar y resignificar las ideas de territorio y región a la luz de los procesos actuales. 2 Haesbaert menciona a: Derek Gregory, Neil Smith, John Agnew, Paul Virilio y Richard O´Brien. 1 efectos homogeneizadores de los procesos de globalización, actúan otros procesos que, al contrario, redefinen singularidades espaciales y territoriales, y rediseñan las regiones. Desde la consideración del carácter múltiple de los procesos globalizadores que, según señala el autor, a la vez que moldean los diferentes contextos geográficos, son moldeados por las especificidades de éstos, Haesbaert resalta este nuevo marco de articulaciones complejas que re-diseñan profundamente las regiones en sus diversas escalas (Haesbaert, 2010:13) y fuerzan a revisar su concepción. Y el trabajo de Haesbaert ha sido justamente establecer nuevos puntos de referencia para pensar la región en el actual marco de relaciones. Regional-Global constituye una recopilación de artículos producidos durante una década, de 1999 al 2009, agrupados con un sentido temático y cronológico en torno al debate sobre los conceptos de región y regionalización, a la luz de los procesos de globalización. El libro se organiza en tres partes. La primera tiene como objetivo revisar históricamente el concepto de región en la Geografía; en la segunda sección, de carácter propositivo, el autor desarrolla la idea de región como artefacto, intentando avanzar así sobre concepciones anteriores que concebían la región sólo como un dato, o bien, como un instrumento metodológico del investigador (artificio). Finalmente, en la tercera parte establece vínculos entre el concepto de región y los de territorio y espacio que el autor ha discutido en anteriores investigaciones (Haesbaert [(2004), (2011)]). La búsqueda genealógica que Haesbaert lleva a cabo en la primera parte del libro constituye una importante condensación de las diferentes concepciones de región en la Geografía, revisando desde las primeras propuestas, a finales del siglo XIX, encabezadas por Vidal de La Blache, hasta los últimos Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 133 Gisela Ariana Rausch años del siglo XX donde el panorama de propuestas conceptuales se muestra más diversificado. Esta genealogía que despliega Haesbaert, da cuenta al mismo tiempo, de los diferentes momentos en que se le declara la muerte al concepto de región como así también sus sucesivos resurgimientos. Primero en la perspectiva neopositivista, luego en la marxista y, finalmente, en la perspectiva contemporánea marcada por el globalismo pos-moderno. En esta primera parte genealógica, Haesbaert establece distinciones entre las perspectivas más realistas, que han considerado la región como un dato; las perspectivas que han considerado la región como un instrumento metodológico meramente operativo para los objetivos del investigador, y finalmente, las perspectivas poseedoras de un sentido normativo y pragmático, vinculadas al planeamiento territorial. La propuesta central e innovadora de la obra gira en torno a la concepción de la región como artefacto (es decir, arte + dato). Como lo explica el autor, esta noción implica entender la región como la superposición, o imbricación, de su consideración como dato y, a la vez, como instrumento teórico (arte, artificio). De esta manera, dentro de la perspectiva relacional y constructivista del autor, la región es considerada como una construcción material y simbólica, a la vez que es parte integrante e indisoluble de las relaciones sociales y de la relación de las sociedades con la naturaleza. La consideración de la región como artefacto y como producto-productora de relaciones económicas, sociales, culturales y políticas, deja en claro que existe una responsabilidad (o compromiso) tanto en el acto de formular o adoptar un determinado concepto de región, como en el momento de seleccionar los instrumentos de orden práctico para actuar sobre los territorios; ya que lo que se dice sobre la región tendrá sus efectos en las prácticas territoriales, y al contrario, las prácticas sociales sobre el territorio irán modelando o construyendo modos de ver y de decir. Asimismo, la noción de articulación regional, que constituye otra de las propuestas del autor, pretende avanzar sobre la más tradicional noción de síntesis regional dando cuenta de ese carácter relacional y complejo que el autor quiere destacar en 134 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 el concepto de región. Más aún, Haesbaert señala que sería más preciso hablar de una des-articulación regional, destacando el proceso concomitante de estructuración y desestructuración regional. La consideración de los múltiples procesos de articulación y des-articulación regional es lo que le permite a Haesbaert postular un concepto de región que se realiza bajo la forma (y de las relaciones) de una red y no bajo la forma de una zona definida por límites estrictos y excluyentes. En este sentido, la región se vuelve para el autor una construcción en la que se imbrican las dimensiones económicas, políticas, simbólicas, de precarización territorial y las relativas a cuestiones ambientales. Estas dos últimas cuestiones constituyen un importante aporte del autor al análisis regional, no suficientemente trabajados (como él mismo lo reconoce) en este libro, pero que igualmente abren un interesante debate a futuro. Así, mientras la precarización territorial para Haesbaert es la pérdida del control territorial por un determinado grupo social mediante un proceso de despojo; lo que el autor denomina exclusión territorial hace referencia a dos procesos: por un lado, a la concepción dualista naturaleza/sociedad que, en aras de la preservación natural de ciertas áreas, prohíbe el usufructo por parte de un determinado grupo social, y, por otro lado, a la transformación de determinadas áreas en inhabitables, es decir, áreas degradadas por su uso indiscriminado. En la tercera parte del libro puede verse la voluntad del autor por colocar en relación el concepto de región con los conceptos de territorio y de espacio, tarea que además pone en relación y perspectiva las propuestas de Regional-Global con sus trabajos anteriores. Según señala Haesbaert, el lugar se constituye por la experiencia vivida, el territorio por las relaciones de poder y el paisaje por las relaciones en el campo de las representaciones. La región, por consiguiente, se constituye en la conceptualización intermediaria entre estas tres categorías. Al poner en diálogo las ideas de territorio, espacio, paisaje y región, queda explicitado su interés por proponer trabajar con una constelación conceptual, noción que intenta superar la dualidad entre los campos racional y empírico. Regional-Global, Dilemas da Região e da Regionalização na Geografía Contemporânea Finalmente, puede decirse que esta última parte evidencia el sentido de la propuesta del autor y redefine los trabajos anteriores, constituyéndose en una síntesis que condensa, articula y le da valor a sus búsquedas previas. Regional-Global constituye un importante aporte conceptual para pensar los procesos territoriales a la luz de la llamada globalización, no sólo en el campo de la Geografía, sino también de toda disciplina que tenga al espacio y al territorio como su objeto. La complejidad que actualmente muestran los ambientes urbanos y los rurales urbanizados, caracterizados por una configuración en red, constituyen un desafío, tanto para la gestión estatal como para las disciplinas abocadas al planeamiento territorial. Y si bien la propuesta de Haesbaert no avanza en este sentido (ya que no es su objetivo), constituye, sin embargo, un punto de partida (un enfoque,3 podría decirse), tanto para futuros análisis, como acciones concretas sobre el territorio. REFERENCIAS Foucault, M. (1992), “Poderes y estrategias”, en Microfísica del poder, La Piqueta, Madrid, pp. 166-177. Haesbaert, R. (1986), A Campanha Gaúcha e o resgate da identidade regiona, Universidade Federal do Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, Brasil. Haesbaert, R. (2003), “Da desterritorialização à multiterritorialidade”, en Boletim Gaúcho de Geografia, Porto Alegre, v. 29, no. 1, p. 11-24. Haesbaert, R. (2004), O mito da desterritorialização: do “fim dos territórios” à multiterritorialidade, Bertrand Brasil, Rio de Janeiro. Haesbaert, R. [(2004) (2011)], El mito de la desterritorialización. Del “fin de los territorios a la multiterritorialidad”, Siglo XXI Editores, México. Haesbaert, R. (2006), Teritórios Alternativos, Contexto, São Paulo. Haesbaert, R. (2008), “Território e multiterritorialidade: um debate”, en GEOgraphia, Universidade Federal Fluminense, v. 17, p. 19-45. Haesbaert, R. (2011), “Hybridité culturelle, anthropophagie identitaire et transterritorialité”, em Géographie et Cultures, Paris, v. 78, p. 21-40. Gisela Ariana Rausch Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Universidad Nacional del Litoral-Santa Fe, Argentina Se hace referencia a lo postulado por M. Foucault (1992) en la entrevista realizada en 1977. 3 Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 135 Rivadeneira Velásquez, R. (2010), Macrocosmum carto-graphica. El arte de la cartografía (Notas de clase, diez), Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Artes, Bogotá, 125 p., ISBN 978-958-719-673-3 La investigación sobre historia de la cartografía sigue avanzando en América Latina. En este campo de reflexión sobre la imagen cartográfica son relevantes las diversas aproximaciones teóricas y los numerosos corpus de mapas que existen en el continente americano. A esta investigación se añade el libro Macrocosmum carto-graphica. El arte de la cartografía. Su autor, Ricardo Rivadeneira Velásquez, profesor del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional de Colombia, anticipa que los estudios de cartografía en Colombia tienen un propio devenir intelectual (p. 11) y que su propósito es ampliar la perspectiva de estos estudios, recurriendo a un entendimiento de la imagen cartográfica que vincule los estudios visuales, de cultura material y la historia social (p.13). Rivadeneira reconoce que hay trabajos precedentes en cuanto al estudio de la cartografía colombiana, que tienen su origen en el siglo XIX; entre ellos se pueden citar: la Mapoteca Colombiana de Ezequiel Uricoechea de 1860, la obra de Francisco Javier Vergara y Velasco, en el Atlas completo de Geografía de Colombia, de 1906, los Planos de Bogotá de Eduardo Posada, de 1955, Los primeros planos de Bogotá de Julio César Vergara y Vergara, publicado en 1936 y el Simbolismo de nuestros planos urbanos: concepción mística del trazado de Bogotá de Santiago Sebastián López, de 1965. A través de esta breve mención, es posible pensar que el interés central que se tiene por el territorio colombiano, en la cartografía del siglo XIX, se sustituye por la observación de la cartografía de la ciudad de Bogotá, durante el siglo XX. Hoy en día se puede hablar de dos grandes vertientes en el estudio histórico y social de la cartografía. Por un lado se entiende que el mapa, como herramienta de la geografía, es testimonio de un momento específico de la disciplina. Por otro, 136 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 situar el mapa en su contexto histórico supone trascender el análisis de los rasgos que lo relacionan con el avance científico y, al entenderlo como un objeto socializado, se observa que el lugar que ocupa define sus significados y participa en la relaciones de poder de una colectividad o una comunidad política. Hay una tercera posibilidad. Al interpretar al mapa como un objeto estético y parte de un régimen visual histórico, los análisis de la imagen cartográfica dependen ya no exclusivamente de un marco cientificista, ni de un marco de la historia social, sino que incorporan a la historia del arte y a los estudios visuales.1 El autor menciona que al realizar esta ampliación de análisis de la imagen cartográfica se apoya, por una parte, en la visión histórica de Peter Burke, y por otra, en la interpretación de John Brian Harley. Es cierto que este marco teórico remite a una historia social de la imagen cartográfica, sin embargo, a lo largo del libro el lector observará que hay un uso flexible de las orientaciones teóricas (como en las referencias a Michel Serres y Deleuze-Guattari) que no demerita el trabajo de investigación sobre la cartografía colombiana. Este trabajo de investigación se fundamenta en un argumento principal: que el mapa, en primera instancia, es un dibujo y, como tal, es parte de una cultura visual; también es parte de una cultura material (hay un cúmulo de objetos que rodean la elaboración de un mapa) que, en definitiva, relacionan la imagen cartográfica con actividades no necesariamente al interior de la geografía, como el diseño, la arquitectura o el arte.2 Sobre la noción régimen visual (véase Holly y Moxey, 2002). 2 Vale la pena mencionar que la exploración del vínculo de la geografía con el diseño es la propuesta teórica más rele1 Macrocosmum carto-graphica. El arte de la cartografía Los dos primeros capítulos de este libro: “Conocimiento cartográfico: conceptos y procesos”; “Enseñanza y práctica de la cartografía”, se dedican a exponer un marco general sobre las significaciones del objeto cartográfico y a notar las instituciones que comenzaron a enseñar y producir cartografía en Colombia, como la Escuela Colombiana de Ingenieros Militares (1814), el Colegio Militar de Ingenieros (1848), la Oficina de Longitudes (1902) y el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (1935). El tercer y último capítulo: “La cartografía como arte”, se dedica al desarrollo de estas dos líneas de investigación antes señaladas: el mapa como dibujo y el mapa como objeto cultural, dentro de algunos casos específicos de la tradición cartográfica colombiana. El caso más señalado es el de Manuel H. Peña, ingeniero civil dedicado a la agrimensura, quien en 1887 publicó la Geometría Práctica, lecciones de agrimensura, topografía y nivelación, dictadas en la Escuela de Ingenieros de Colombia. A través de esta obra, el autor observa la constitución de unas reglas específicas en el dibujo de los mapas decimonónicos; asimismo, reseña las técnicas en torno a la elaboración del mapa, como el uso de aguadas o acuarelas y su posterior “lavado”; también los instrumentos y papel específicos que requería la realización cartográfica. Es así que el mapa como objeto cultural remite a un mundo de prácticas históricamente situadas, por ejemplo, el comercio del papel en la América virreinal, también a un compendio de objetos e instrumentos inscritos en redes de sociabilidad e instituciones. Por último, el entendimiento del mapa como dibujo amplía su horizonte icónico, en el que la imagen cartográfica se relaciona con otros sistemas visuales, como la escritura, la fotografía, los planos o el arte contemporáneo. Es desafortunado que en el libro se reproduzcan ocho imágenes cartográficas de Colombia que funcionan únicamente como ilustración, sin que se les incorpore a los argumentos elaborados, y vicevante de la Harvard University Graduate School of Design. El número 4 de su colección “New Geographies” se dedica a revisar el concepto de escala e introducir la idea de “una escala plástica” para producir conocimiento compartido por varias disciplinas (Jazairy, 2011). versa, los mapas reseñados no son mostrados. Más grave aún cuando se trata de una obra que aborda el tema de la cartografía. Probablemente el uso de los textos del libro sea la consulta por parte del estudiante, esto se debe a que el modo de investigación de Rivadeneira hace poca profundización, al multiplicar las ideas, las fuentes, los argumentos. Lo anterior quiere decir que los caminos abiertos por esta investigación están por desarrollarse. Este libro puede entenderse como la exposición somera de una serie abundante pero fragmentada de temas que se proyectan fuera del texto, a futuro, y en otras investigaciones. Ese es el sentido del libro como un macrocosmos de la cartografía. A pesar de todo ello, es verdad que, como una propuesta, es un caso excepcional en América Latina. Para llevar al mapa a una interpretación de la cultura visual, el autor se apoya en el argumento de John Brian Harley: “cada mapa codifica más de una perspectiva del mundo” (p. 62). El mapa es una imagen que “codifica” perspectivas, aunque es legítimo hacer una pregunta más básica que aquella que discutía el historiador del arte alemán Hans Belting: ¿la imagen es una perspectiva del mundo o es parte del mundo? (Moxey, 2009:17). Me parece que este será uno de los puntos a seguir en la discusión que se avecina, entre geógrafos, historiadores y estudiosos de la imagen. REFERENCIAS Jazairy, E. H. (ed.; 2011), New Geographies 4: Scales of the Earth, Harvard University Press, Hong Kong. Holly, A. M. and K. Moxey (eds.; 2002), Art history, aesthetics, visual studies, Sterling eds. and Francine Clark Art Institute, Williamstown, Massachusetts. Moxey, K. (2009), “Los estudios visuales y el giro icónico”, en Estudios Visuales, núm. 6, CENDEAC, Murcia, pp. 8-27. Omar Olivares Sandoval Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 137 Zusman, P., R. Haesbaert, H., Castro y S. Adamo (eds.; 2011), Geografías Culturales: aproximaciones, intersecciones y desafíos, Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 340 p., ISBN 978-987-1785-00-1 La reciente edición del texto Geografías Culturales: aproximaciones, intersecciones y desafíos es un aporte que involucra trabajos relativos al campo de la geografía desde la perspectiva cultural o, podría decirse, como propone el mismo Paul Claval, diversidades de abordajes de lo cultural en Geografía. Esta obra recoge algunas de las presentaciones y conferencias realizadas en mesas redondas en el evento concretado en 2007 en Buenos Aires, denominado “Aspectos culturales en las Geografías Económicas, Sociales y Políticas”, que daba continuidad a las acciones que la UGI (Unión Geográfica Internacional) había iniciado, una década atrás, destinadas a fortalecer las investigaciones culturales en Geografía. En esta reunión se exploraron las posibilidades de enriquecimiento que otorgaba al saber geográfico el diálogo, por un lado entre los subcampos de la propia disciplina, por el otro el interdisciplinar. Recorrer las páginas en las que se plasman las ideas de diecinueve intelectuales implica, en primer término, observar el abanico de posibilidades temáticas que engloba actualmente la geografía cultural y que se evidencia en la acertada elección del plural para el título del libro, que ha sido denominado “Geografías Culturales”. Esta pluralidad se expresa también en la fragmentación, casi infinita, que en el mundo académico parece expresar la ausencia actual de paradigmas dominantes que pudieran actuar como focos de las investigaciones, dentro del orden pautado por la racionalidad moderna. Esta constatación es a la vez que un tembladeral, la gran oportunidad para pensar(nos) desde la Geografía, como sociedades complejas y multidimensionales; incorporando el análisis de lo simbólico y sus operaciones sobre el mundo material, en la constitución del espacio geográfico. En la obra se presentan los aportes de geógrafos reconocidos internacionalmente procedentes 138 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 de Alemania, Argentina, Brasil, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y México, e insertos actualmente en universidades e instituciones de gran prestigio, entre otras: la Universidad de Columbia; Universidad de Londres, Universidad de Pau, CNRS (Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia), Universidad de São Paulo, Universidad de Buenos Aires, CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina), Universidad de Besancon, Universidad de ParísSorbonne, Universidad Federal de Río de Janeiro, Universidad del Estado de Río de Janeiro, Universidad Federal Fluminense, CNPQ (Consejo Nacional de Investigación de Brasil), Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Escuela Politécnica Federal de Lausana, Universidad de Leeds, y Universidad Fiedrich-Schiller de Jena. La multiperspectividad en Geografía Cultural se evidencia en los doce artículos y los dos textos que, a modo de epílogo, los editores organizan para nuestra lectura. En ellos se recorre un espectro sumamente extenso y abarcan contenidos que incluyen desde teoría y epistemología de la Geografía, a la relación entre (trans)territorialidad, hibridismo cultural y diseños políticos; pasando por la revisión sobre los usos del espacio público y el privado, y sus fronteras que se evidencian como porosas y dinámicas; hasta el cibermundo y sus redes tecnológicas e informáticas que, lejos de constituirse en un universo aislado, influencian cada vez más en la construcción de territorialidad y en la producción del espacio real en el que interseccionan las dimensiones simbólicas y las materiales. El libro se estructuró en cuatro partes: Espacio, política y cultura; Ciudad, espacio público y cultura; Perspectivas teóricas y desafíos y aproximaciones culturales en Geografía: dilemas epistemológicos y políticos. Geografías Culturales: aproximaciones, intersecciones y desafíos En la primera parte, tres textos articulan con los ejes relativos a la construcción política del espacio y a la carga de subjetividades culturales. En el primero de ellos “Las formas simbólicas espaciales y la política”, Roberto Lobato Corrêa busca establecer las relaciones entre las formas simbólicas espaciales y la política basándose en diversos estudios referidos a contextos culturales e históricos diferentes. En un minucioso análisis el autor intenta sistematizar las acciones humanas en el espacio en función de las dimensiones culturales y políticas que las condicionaron. Entiende la naturaleza política de la cultura y su temporalidad, en las acciones de producción del espacio geográfico y la multiplicidad de significados políticos que puede tener una misma forma simbólica. Otro aporte sumamente valioso es el que discute la dinámica entre las formas simbólicas y el espacio material entendiéndolo como bidireccional. El segundo capítulo “Viviendo en el límite: los dilemas del hibridismo y de la multi/transterritorialidad” de Rogério Haesbaert, problematiza los conceptos de hibridismo/transculturación y multi/ transterritorialidad, discutiendo el presupuesto sobre la dilución o fortalecimiento de las identidades locales en el contexto de la globalización. Se argumenta también sobre las identidades sociales/ territoriales como acciones en movimiento e identifica la construcción identitaria/territorial contemporánea a partir de formas de hibridismo cultural, alertando sobre la importancia de no ver en el espacio o en el territorio un reflejo de los procesos de hibridación sino uno de sus elementos constitutivos. Siguiendo con esta perspectiva de análisis, el tercer texto “Alteridentidad: estrategia espacial y cultura política” de Jaques Lévy, es abordado desde un estudio de caso: las elecciones en Francia del 2007. Parte de considerar que la relación de los ciudadanos con lo político no es metodológicamente independiente de la relación con el espacio. La segunda parte de la presentación engloba cuatro trabajos que indagan, en la producción de espacios públicos democráticos en las ciudades. El primero de ellos “El nudo gordiano de la cultura en el movimiento de la formación” de Odette Carvalho de Lima Seabra es un excelente material que complementa y enriquece, desde un análisis geográfico, los aportes de otras disciplinas sociales, enfatizando que se está desarrollando una economía simbólica (o economía del símbolo) que articula discursos, imágenes y representaciones en la concepción de productos, de objetos y de cosas, con el sentido de transformarlos en bienes económicos por sus atributos de excepcionalidad (o supuesta excepcionalidad) en el mercado de carácter monopolista. También considera el papel de los agentes económicos y sus operaciones para que un bien simbólico se convierta en monopolio (exclusividad) y de proyectarlo en el mercado, a partir de discursos, imágenes y representaciones. Analiza la mercantilización de ciertos atributos inmateriales de las ciudades, como los recuerdos, que pueden ser convertidos en materia prima para circuitos de valorización, patrimonialización preservación y consumo. Así el “nudo gordiano” que propone la autora, entendido como obstáculo teórico sería la fetichización −en términos marxistas− que envuelve a los productos culturales. El segundo escrito “Del ágora al speaker’s corner: el espacio público en la ciudad”, Ana Fani Alessandri Carlos relata las dinámicas relaciones entre la sociedad, los individuos y el espacio público urbano, contrastando los tiempos griegos clásicos con los actuales en el contexto de la globalización y de estructuras urbanas con espacios privados y públicos que propone superar. El tercer escrito de este grupo es el de Vincent Berdoulay: “El lugar y el espacio público”. Aquí se explora en las tensiones vividas por la sociedad contemporánea como aquéllas ligadas a la crisis de la modernidad y la importancia, en este encuadre, de revisar las concepciones de territorio y ambiente. Este autor entiende la pertinencia de recurrir a la noción de “lugar” para comprender lo nuevo que ocurre en el marco de la territorialidad como sus implicancias para la planificación. El cuarto y último artículo correspondiente a este apartado es “Ciudadanos de fiesta: los espacios públicos entre la razón y la emoción” de Paulo César da Costa Gomes en el cual describe la historia de las ideas en torno a las fiestas populares y su rol político y de qué diversas maneras los poderes públicos articulan los festejos populares con su intencionalidad de legitimar el poder que construyen. Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 139 Brisa Varela En la última agrupación de trabajos que constituyen la tercera parte escribe: Alicia Lindón “Revisitar la concepción de lo social para una Geografía constructivista”, quien luego de realizar un interesante tránsito por las corrientes teóricas de la Geografía, sus innovaciones y reconceptualizaciones, en torno a lo espacial y a lo social como actor productor del espacio; argumenta sobre el desarrollo teórico desequilibrado entre esas dos nociones. Propone que los avances epistemológicos más fuertes se han producido, sobre el concepto de espacio, en detrimento de la importancia de lo social que no es resaltado suficientemente. Por ello, dirá que el desafío actual es entender lo social y lo cultural y replantear su dinámica con la producción de espacialidad; y la concepción de lo social desde la perspectiva del actor o sujeto territorializado, que habita, en forma circunstancial o permanente, en un lugar donde (re)construyen identidades. Daniel Hiernaux-Nicolas en su trabajo “El giro cultural y las nuevas interpretaciones geográficas del turismo” enfoca su estudio hacia la reivindicación de una Geografía que se acerque a los individuos y a sus prácticas cotidianas. Es de resaltar que, además del desarrollo acabado de sus propuestas, el autor realiza un exhaustivo e interesante recorrido epistemológico del estado de la cuestión en la Geografía Cultural del Turismo, como plataforma y consistente soporte, de su apuesta por la renovación teórica y la planificación en turismo. Entiende que los estudios deberían incorporar una mirada que considere la práctica turística a una escala que permita distinguir las subjetividades involucradas, y una apropiación del territorio vista dinámicamente, desde la perspectiva material imbricada con la simbólica y la semiótica de los espacios. El artículo “Religión, bienes simbólicos, mercado y red” de Zeny Rosendahl contribuye, desde la Geografía Cultural y de las Religiones, a la comprensión de la dimensión económica de la religión y su especialidad, tomando como estudio de caso las hierápolis o ciudades-santuario, en las que los elementos que configuran el espacio se organizan en función de itinerarios religiosos que articulan el orden de lo simbólico con la dimensión material. Charlotte Kenten, Gill Valentine y Kahryn Hughes en “Del rodar del dado al clikear del mouse: 140 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 explorando las Geografías Culturales del juego por Internet” abordan un tema de reciente aparición, asociado a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación: el traslado del juego al ámbito del hogar, a través de Internet offline y online y aproximan algunos de los riesgos sociales posibles. Por último, Jens Andermann en “Paisaje: imagen, entorno, ensamble” sugiere la lectura del paisaje como uno de los nodos principales a través del cual se puede pensar la intersección entre prácticas políticas y estéticas, prácticas estatales y formas espaciales. Es importante resaltar que, más allá de la diversidad de la construcción de los objetos de estudio, en todos los escritos se evidencia, en forma explícita o implícita, la discusión en torno a la crisis del Estado-nación reflejada en cuestiones relativas a la territorialidad, los flujos de población, las translocalidades, la fuerza de identidades trasnacionales, los nuevos significados asociados al concepto de nación, la permeabilidad de las fronteras territoriales decimonónicas, entre otras cuestiones. Nuestro contexto se articula con la cultura posmoderna y la movilidad del capital, que encuentra o construye oportunidades de inversiones a partir de operar sobre las industrias culturales en escenarios urbanos. Si la producción de localidad se evidenció en la Geografía crítica, centralmente, desde su dimensión material, sin descuidar estos aspectos los estudios de la geografía cultural hoy nos remiten a expresiones sensoriales y simbólicas a partir de las cuales esas localidades son producidas por actores sociales, en un marco de relaciones asimétricas. Los lugares y sus cualidades se instituyen en lo identitario para el adentro colectivo o el afuera turístico del mundo global. Interaccionando lo local en el encuadre de la mundialización, las identidades puedan yuxtaponerse entre sí en una misma localidad. Aquí se hace interesante conceptualizar la distinción entre “espacio de pertenencia” y “espacio de referencia”, en tanto que el primero se relaciona con la ocupación de un territorio y la posición de un actor social y la inscripción de su grupo de pertenencia en un lugar; el segundo remite al espacio de las valorizaciones y desvalorizaciones de ese espacio de pertenencia. En los diferentes artículos puede reconocerse la dinámica entre identidades/espacios pensando la rela- Geografías Culturales: aproximaciones, intersecciones y desafíos ción con un ámbito territorial que también requiere abordar la ecuación identidad/tiempo referida a las continuidades y rupturas en las valorizaciones de un grupo, considerando recientes reconceptualizaciones vinculadas con la problemática de las identidades, el multiculturalismo, la globalización y la redefinición de las identidades en contextos de desplazamientos y de relocalización. Las palabras de Milton Santos son, también en Geografía Cultural, iluminadoras; cuando afirmaba que la geografía debe ocuparse de las relaciones presididas por la historia corriente. El geógrafo se vuelve empirista y está condenado a equivocar sus análisis, si únicamente se considera el lugar, como si éste lo explicara todo por sí mismo, y no la historia de las relaciones, de los objetos sobre los que se realizan las acciones humanas, ya que objetos y relaciones mantienen relaciones dialécticas, donde el objeto acoge las relaciones sociales, y éstas impactan sobre los objetos (Santos, 1996). En los diferentes aportes una cuestión que aparece muy fortalecida es la de las lecturas transdisciplinarias, ello implica para los geógrafos la necesidad de un relevamiento acabado de temáticas que se estudian, desde hace bastante tiempo, desde la antropología, la filosofía de la cultura, la sociohistoria, entre otras. Incorporar examinando el “giro antropológico” implica considerar las representaciones colectivas e imaginarios como hechos sociales, colectivos y a la vez plurales y materiales en sí mismos. Estudiar desde la Geografía Cultural, la transformación de las subjetividades cotidianas por obra de la mediación electrónica y el trabajo de la imaginación, no es sólo un hecho cultural sino que está íntimamente conectado con lo material y lo político ya que por este nuevo medio las lealtades, los intereses y las aspiraciones individuales, se intersectan o no con los del Estado-nación. La carga simbólica de los lugares geográficos se constituye históricamente y se instituye en ritos y ceremonias por las culturas; Claval (1999) ha propuesto la significación social dada a los lugares geográficos que son nombrados y afirma que una cultura está, en gran medida, hecha de palabras que traducen lo real recortándolo, estructurándolo y organizándolo. Estos signos nombran a los lugares, a la vida, a los seres o a las técnicas; tienen valor descriptivo, pero además los estudios permiten analizarlos y relevar el sentido compartido y la capacidad de darles una existencia social. En un mundo en el que se intersectan lo local y lo global, nuevas mitografías pasan a convertirse en estatutos fundacionales de nuevos proyectos sociales (Appadurai, 2001) y la constitución de un lugar es el ámbito de identificación, identidad y pertenencia de interrelaciones entre los objetos y las sociedades en los procesos de comunicación. Como cierre a esta revisión, es interesante destacar el valor de una publicación que aporta a la teoría y a la casuística, colocando la atención en un área de incipiente desarrollo en América Latina en el que los editores se interrogan sobre las significaciones de la cultura en el espacio del mundo globalizado y la forma en que los procesos capitalistas y las prácticas sociales y del Estado interactúan en la reconfiguración de identidades culturales. REFERENCIAS Appadurai, A. (2001), La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires. Claval, P. (1999), “La cultura como orden constituido: la dimensión prescriptiva del discurso”, en La Geografía Cultural, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, pp. 118-119. Santos, M. (1996), A Natureza do espaço, Hucitec, São Paulo. Brisa Varela Universidad Nacional de LujánUniversidad de Buenos Aires Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 141 Arellano Yanguas, J. (2011), ¿Minería sin fronteras? Conflicto y desarrollo en regiones mineras del Perú, Instituto de Estudios Peruanos y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 324 p., ISBN 978-9972-51-313-8 Las consecuencias de las actividades extractivas, y en particular de la minería, se han convertido en un tema relevante en los últimos años debido a la expansión de las compañías transnacionales y a la resistencia de un número cada vez mayor de comunidades frente al desarrollo de esta actividad.1 Cabe resaltar que la nueva minería a cielo abierto o mega-minería, la cual utiliza tecnología para el beneficio de minerales que se encuentran en una proporción menor en las rocas con la extracción de un mayor volumen de material, se ha desarrollado como una actividad altamente destructiva no sólo de los ecosistemas locales sino de las comunidades al establecerse como una actividad totalmente ajena a la dinámica local (por ejemplo, utilizando mano de obra externa por su alta capacitación o utilizando insumos externos). Adicionalmente, las políticas neoliberales que se han aplicado en las últimas décadas, continúan con nuevas reformas que refuerzan los privilegios de empresas extranjeras y capitales nacionales sobre los intereses locales y planes de desarrollo a largo plazo. Los últimos siete años se caracterizaron por un aumento de los precios de los minerales que llevó al incremento de las inversiones y de las explotaciones por parte de las empresas mineras. Actualmente, las actividades extractivas tienen concesionada casi el 60% del territorio del Perú (74 millones de hectáreas), de las cuales, 21 millones concesionadas a empresas mineras y 53 millones a empresas que explotan hidrocarburos2 Los proyectos de minería se extienden por todo el mundo y América Latina no es la excepción, los conflictos por estas actividades y, sobre todo, en comunidades indígenas se extiende desde México hasta Argentina, pasando por Panamá, Brasil, Chile, Perú, entre otros. El sitio de internet conflictosmineros.net ofrece un recuento de las problemáticas y contiene noticias sobre la actividad minera en América Latina. 2 El mapa “Perú Rebelde” muestra el escenario nacional de 1 142 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 (Iconoclasistas, 2011). Es dentro de este contexto que el estudio de Javier Arellano Yanguas se desarrolla, analizando las políticas y las consecuencias que la nueva oleada de proyectos mineros ha dejado en Perú. Las experiencias frente a estos proyectos en aquel país sudamericano son relevantes para el caso de México3 tomando en cuenta la amplia inversión extranjera en dicha actividad, los cambios legislativos realizados para “atraer la inversión” y los conflictos que ha generado a lo largo de los últimos años. El caso de Minera San Xavier en Cerro de San Pedro, San Luis Potosí y de Blackfire en Chicomuselo en Chiapas, son de los más emblemáticos; el caso de los proyectos en la Sierra de Real de Catorce es uno de los conflictos que actualmente se desarrolla y amenaza el territorio sagrado del pueblo indígena wixárika con explotaciones a cielo abierto en el área natural protegida de Wirikuta (Bellinghausen, 2012). conflictos, desigualdad, explotación e implementación de políticas neoliberales que afectan a la población de este país. El documento muestra de manera concisa la distribución territorial de diferentes problemáticas (entre ellas la megaminería) y alternativas; así como información y datos de los conflictos sociales en el país. El laboratorio de comunicación: www.icnoclasistas.com.ar, de donde se puede descargar este documento, es un proyecto que diseña mapas y gráficos contrahegemónicos y sobre conflictos sociales, en particular de América Latina. 3 Los cambios al artículo 27 constitucional y la firma del TLCAN han favorecido a las grandes compañías mineras. Con el pretexto de la necesidad de inversiones de riesgo, México, para 2011, ostentaba el cuarto lugar como destino para la inversión minera. Un ejemplo de la desregularización es la duración de las concesiones que son actualmente de 50 años y no existe límite al número de las mismas. Incluso estas concesiones se otorgan por el mineral que encuentren en la zona de explotación y no es necesario manifestar qué mineral interesa buscar o explotar (López y Eslava, 2011). ¿Minería sin fronteras? Conflicto y desarrollo en regiones mineras del Perú ¿Cuáles son las estrategias de las compañías mineras para incrementar la aceptación de sus actividades? ¿En qué han beneficiado estas medidas y qué ha hecho el Estado peruano por los intereses de la población en las zonas productivas? Son las principales preguntas a las que este estudio responde y nos permite acercarnos a los conflictos sociales y a las políticas que ha llevado a cabo el gobierno y empresas frente al aumento en inversiones y explotaciones mineras. Javier Arellano Yanguas, realizó sus estudios de maestría en agronomía, filosofía y estudios en religión, así como estudios sobre desarrollo y cooperación internacional. Este estudio se basa en su tesis para obtener el grado de Doctor en Estudios de Desarrollo en el Institute of Development Studies de la Universidad de Sussex en el Reino Unido. Actualmente es investigador y profesor del Centro de Ética Aplicada en la Universidad de Deusto. Su trabajo se enfoca en políticas de desarrollo y políticas fiscales, así mismo ha sido consultor en diferentes países (Universidad de Deusto, 2012; Institute of Development Studies, 2007). Para el estudio de este complejo tema, el autor realizó análisis cuantitativos para discernir diferencias regionales y municipales, sumado a un trabajo de campo exhaustivo con miras a estudiar las dinámicas políticas de las regiones mineras. Para lo último visitó 18 municipalidades donde realizó entrevistas a diferentes actores relacionados con la problemática, de manera que el análisis se centra en las dinámicas regionales y municipales, un sesgo a lo local, pero siempre retomando su interrelación con los procesos nacionales que los afectan. La regionalización que definió los territorios a estudiar estuvo determinada por las características sociales y la tasa de actividad minera, de manera que tres fueron las regiones que tenían las características requeridas para el estudio que plantea el autor. La región de Áncash, con una de las minas más rentables, de mayor magnitud y con una de las tecnologías más modernas; Moquegua, con una de las minas de cobre más grande del país y Pasco como una zona minera de tradición, con importantes problemas ambientales y una calidad de vida pésima, fueron las regiones en las cuales el trabajo de campo permitió ampliar, enriquecer y contextualizar los análisis cuantitativos. Además, al inicio del estudio se hace referencia a las políticas económicas en el país, en particular desde los años sesenta del siglo XX, donde se describen los cambios que permitieron o contribuyeron al establecimiento de la inversión extranjera. Y, por otro lado, a las relaciones que ha establecido el Estado con la población rural, que en la mayoría de los casos es afectada directamente por las explotaciones. El respaldo tácito a las empresas por parte del gobierno descansa, según el autor, en “la suposición de que el crecimiento económico tiene como consecuencia la reducción automática de los niveles de pobreza, lo que a su vez genera estabilidad política” (Arellano, 2011:88). Frente a los atropellos que las compañías mineras han realizado en varios países, un giro en las políticas de estas empresas en los últimos años busca una mayor aceptación por parte de la población, sobre todo la que es afectada directamente en su territorio. Por ello “la promoción del desarrollo local se ha convertido en el lema de la industria minera en todo el mundo” (Ibid.:37), y Perú no es la excepción, incluso en este país se han aplicado medidas para disminuir el descontento social. Estas medidas, referidas por el autor como la Nueva Estrategia de las Industrias Extractivas (NEIE), es uno de los ejes centrales a través del cual el autor analiza la correspondencia entre la aplicación de estas políticas y sus repercusiones, positivas o negativas, en el desarrollo local de las zonas productivas. Los conflictos sociales, la renta económica generada por la minería y su distribución, así como la estructura de los gobiernos “subnacionales” (municipales y regionales) son aspectos esenciales del estudio que permiten entender la complejidad de los problemas generados con esta actividad extractiva. La NEIE contempla la transferencia de un porcentaje de las ganancias de las empresas mineras al gobierno central (denominado “canon minero”, representa el 30%) que a su vez lo reparte entre los gobiernos municipales y regionales en las zonas productivas, así como la participación activa de las compañías en proyectos de desarrollo local. Este último aspecto considerado una medida altruista por parte de los consorcios, se debe a una negociación del gobierno para no implementar un impuesto a las “sobreganacias” con la condición de que realiInvestigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 143 Gerónimo Barrera de la Torre zaran proyectos de desarrollo por cinco años en las comunidades de la zona productiva, dejando el monto a discreción de las compañías. El estudio en cuestión demuestra que estas medidas no han tenido un impacto positivo sobre el bienestar de la población, sino que han derivado en un aumento de los conflictos. La distribución de la renta minera es de acuerdo con Yanguas, una de las principales razones de este incremento. Aun más, ha hecho que las protestas tiendan a exigir cada vez más sólo beneficios concretos e inmediatos, así como una dependencia cada vez mayor de las poblaciones a la transferencia del canon, con los peligros que esto implica debido al carácter veleidoso de esta actividad: “la creciente dependencia del flujo históricamente volátil de canon y regalías mineras parece ser una estrategia muy arriesgada” (Ibid.:263). En este sentido, el autor realiza análisis estadísticos a nivel regional y municipal para comparar los efectos de la transferencia del canon minero y las transformaciones de los municipios en cuanto a características como servicios y educación, entre otros. Lo anterior le permite fundamentar sus hallazgos sobre el alcance de estas medidas, que también han fomentado una práctica ya existente en la política peruana: la utilización del poder para acceder a los nuevos recursos ya sea por actos corruptos, clientelismo o nepotismo, de manera que la NEIE “ha reforzado los incentivos para que las autoridades subnacionales actúen pensando solo en su supervivencia política a corto plazo” (Ibid.:192). Las consecuencias de la implementación de las medidas dejan entrever las deficiencias inherentes en la organización del Estado, exacerbadas por la transferencia de más fondos. La lógica de que el dinero podría resolver los problemas del desarrollo local, otra vez demuestra sus errores; la transferencia de recursos queda en manos de cúpulas de poder locales que vuelven a usarlos de manera que 144 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 sus intereses personales prevalezcan. Aunque los resultados de este estudio se basan en el análisis de datos de un periodo corto, ya que es desde 2004 cuando las transferencias de canon minero llegan a las municipalidades y a las regiones, presenta lecciones importantes para otros países subdesarrollados donde se aprovechan los recursos minerales. Mostrando que mediante la participación de la población local de manera activa y, sobre todo, en igualdad con las empresas y el gobierno, donde la población tendría el derecho a vetar proyectos, permitirá un desarrollo distinto de la actividad. REFERENCIAS Bellinghausen, H. (2012), “Wirikuta no se vende; se ama y se defiende”, en La Jornada, México, 8 de febrero, p. 42. Iconoclasistas (2011), Perú Rebelde. Cartografía colectiva de las luchas de los movimientos y las problemáticas sociales y ambientales (2001-2010), Taller de diálogo de saberes y movimientos: entre las crisis y los otros mundos posibles [http://iconoclasistas.com. ar/2011/04/13/mapa-colectivo-de-peru/, consultado el 4 de febrero de 2012]. Institute of Development Studies (2007), Javier Arellano Yanguas. Curriculum vitae [http://www.ids.ac.uk/ files/dmfile/ArellanoJCVNov07.doc, consultado el 2 de febrero de 2012]. López Bárcenas, F. y M. M. Eslava García (2011), El mineral o la vida. La legislación minera en México, Centro de Orientación y Asesoría a Pueblos Indígenas; Pez en el Árbol y Red-IINPIM, A.C., México. Universidad de Deusto (2012), Maestría en Ética para la Construcción Social. Profesorado [www.masteretica. deusto.es, consultado el 2 de febrero de 2012]. Gerónimo Barrera de la Torre Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México Herrejón Peredo, C. (coord.; 2011), La formación geográfica de México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, vol. I, 312 p., ISBN 978-607-455-621-6 La creación de la idea de la diversidad geográfica y de la construcción del territorio que hoy sustenta a los mexicanos es la preocupación central de este volumen coordinado por Carlos Herrejón Peredo.1 De manera sucinta, Herrejón plantea que La formación geográfica de México no busca una reconstrucción de la historia de la geografía en nuestro país, sino una descripción de la forma en que se desarrolla la idea del espacio de la nación2 durante los siglos XIX y XX, desde la academia, los viajeros, las instituciones, el gobierno y la escuela. Para tal fin, esta obra reúne trabajos de geógrafos e historiadores que tienen la misión de responder cómo la geografía ha contribuido a forjar el ideario del espacio de la nación en los siglos antes mencionados. Sobrepasar la reconstrucción de la historia de la geografía en México para que los autores de los textos que componen este volumen lleguen a describir la forma en que se desarrolla la idea del espacio de la nación, objetivo que plantea el coordinador del mismo, impone retos importantes que no se explicitan pero que están de fondo: unir las ideas del tiempo, del espacio y de la vida sociopolítica. Si en el desarrollo del conocimiento geográfico e Luego de su doctorado en París, se interesó en la historia urbana de Tlalpujahua y de Morelia y posteriormente centró su investigación en la insurgencia a partir del estudio de Morelos y de Hidalgo, dándole especial atención a la cartografía histórica. Como presidente de El Colegio de Michoacán fundó el Centro de Estudios de Geografía Humana del cual es profesor-investigador y participa en la línea de investigación “Procesos en el paisaje” interesándose en los “paisajes de la insurgencia” y en la relación de la geografía con la historia (Herrejón, 2009). La formación geográfica de México es el primero de los seis volúmenes, bajo la dirección de Enrique Florescano, publicados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes para conmemorar el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana. 2 Las cursivas son de la autora. 1 histórico del siglo XIX hasta los años setenta del siglo XX (una geografía matemática vinculada con la astronomía y una historia serial y estructural) se privilegiaron para su generación, los métodos positivistas y los esquemas rígidos del materialismo histórico que profesan “la sumisión pura y simple a los hechos”, ahora, para identificar cómo se ha asimilado este conocimiento en la construcción del territorio que sustenta a los mexicanos y de su significado como parte del patrimonio nacional, éste debe buscar el diálogo entre las ciencias sociales y nuevos métodos de análisis que permitan identificar las ideas, creencias e imágenes colectivas sobre el territorio nacional en el lapso de tiempo señalado. En efecto, una descripción de la forma en que se desarrolla la idea del espacio de la nación durante los siglos XIX y XX, mínimamente remite, por un lado, a la historia de las formas de pensar, creencias y sentimientos específicos de este periodo, en tanto que constituyen un conjunto de aprensiones del mundo dotado de una cierta coherencia (historia de las ideas). Y por el otro, a la corriente humanística de la geografía de finales de los años setenta –encabezada entre otros por Butimmer (1992)–, que al fundamentarse en la fenomenología y en la sicología social, toma en cuenta el universo de los valores y de las creencias de los seres humanos y evidencia las estrategias que retienen en su vida social, política o cultural. La historia de las ideas, por su parte, busca descubrirlas en el contexto socio-histórico en el que emergen, es decir, relacionándolas con lo que las hace posible; optando así por una historia no entendida en su continuidad, sino en función de sus cambios, transformaciones, renovaciones o derivadas según los datos espacio-temporales; tomando en cuenta el carácter múltiple de la verdad a través de la historia. Según Skinner (2000), las Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 145 Martha Chávez Torres ideas varían en función de las culturas y para dar cuenta de ello, hace falta tomar en cuenta los efectos de la ruptura de la historia, las diversas formas de pensar de los actores y las variaciones semánticas del lenguaje que no permite concebir una historia de las ideas homogénea y continua. Por tanto, la construcción de la idea del espacio aquí planteada debe poner en juego la intervención de lo imaginario y de lo concreto, de lo individual y de lo colectivo, de lo social y de lo cultural, en el contexto socio-histórico en el que emergen sin ignorar los efectos de las rupturas de la historia. El interés no está sólo en la función que esta idea ha tenido en el desarrollo geográfico de la nación, sino también en su valor funcional y significante, al crear una conciencia nacional que permite conducirnos y significarnos (identidad y cohesión social) como mexicanos. Luego de la introducción del coordinador de la misma, el contenido está compuesto por los textos de los seis académicos encargados de cumplir con el objetivo planteado. Salvador Méndez Reyes abre con el trabajo “Instituciones, obras y viajeros”; le sigue Salvador Álvarez con “Patrimonio territorial y frontera: la visión del estado mexicano en el siglo XIX” y Luis Felipe Cabrales Barajas presenta el texto “Las panorámicas urbanas mexicanas. Representación del paisaje cultural”. Por su parte, Carlos Téllez Valencia participa con el trabajo intitulado “Conocimiento geográfico, organización territorial y educación en el siglo XX”; Omar Moncada Maya y Patricia Gómez Rey con “Patrimonio geográfico de México” y Pastor Gerardo González Ramírez cierra este volumen con “El INEGI, la población y la cartografía”. Estos textos, que van entre las treinta y las cincuenta páginas, permiten conocer los principales acontecimientos nacionales que han forjado nuestro espacio geográfico a lo largo de los siglos XIX y XX, sin embargo, apenas vislumbran algunas ideas sobre el espacio nacional quedando aún mucho camino por andar en la identificación de su ideario e imaginario. Este tipo de conocimiento aportado desde la academia, los viajeros, las instituciones, el gobierno y la escuela, requiere del diálogo de la historia y de la geografía con otras ciencias (filosofía, antropología) y del apoyo de métodos de análisis más finos 146 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 como la hermenéutica y el análisis del discurso, para llegar a la comprensión de las obras y autores retomados, así como desentrañar su intencionalidad y significado en su espacio, tiempo y sociedad. Diálogo interdisciplinario y metodologías que no son explicitadas por la mayoría de los autores. Por tanto, con toda la riqueza de información que da cuenta de la geografía del siglo XIX y principio del XX y de la diversidad geográfica del país, los documentos aquí presentados sólo llegan a enunciar algunas afirmaciones o propuestas sobre el ideario e imaginario sobre nuestro espacio durante los siglos señalados: Salvador Méndez, historiador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM, por ejemplo, al mismo tiempo que aborda las instituciones, obras y viajeros que produjeron el conocimiento geográfico del México decimonónico, resalta las necesidades de este conocimiento sentidas por intelectuales de la época. También da testimonio de valoraciones, percepciones, imágenes sobre los lugares, recursos naturales, clima, relieve, paisajes, distancias atravesadas por los viajeros durante sus trayectos y estancias. Por su parte, Salvador Álvarez, historiador del Centro de Estudios Rurales de El Colegio de Michoacán, muestra algunas visiones e ideas sobre el espacio de la nación: la visión que se tenía en el siglo XIX de la Nueva España como una de las “joyas de la Corona”; la conciencia nacional de un territorio difuso e impreciso del recién México independiente; la idea geográfica de la jurisdicción de la provincia de Nuevo México como muy extensa, entre otras. Luis Felipe Cabrales, geógrafo de la Universidad de Guadalajara, fundamentándose en una geografía cultural, analiza las panorámicas urbanas mexicanas para identificar los patrones de significación del paisaje y su papel en las relaciones sociales, acercándose significativamente al objetivo de esta obra. Plantea, entre otros interesantes aspectos, que “las representaciones paisajísticas son creaciones culturales que desarrollaron un destacado papel en la construcción de un imaginario nacional”, que dotan de una memoria colectiva ligada a un sentimiento de identidad que conserva en su paisaje signos que conforman territorios, esto de suma pertinencia una vez que el país se había independi- La formación geográfica de México zado de España y aspiraba a construir las bases para lograr mejores condiciones sociales y materiales. El texto de Carlos Téllez, geógrafo del Centro de Estudios de Geografía Humana de El Colegio de Michoacán, a partir de los “conocedores y hacedores” de geografía afirma, entre otras cosas, que una de las grandes virtudes del campo de la geografía ha sido la posibilidad de ordenar, sintetizar y representar la realidad en un mapa, lo que ofrecía comodidad para el ejercicio de poder y las políticas de gobierno en los distintos territorios del país. J. Omar Moncada y Patricia Gómez, geógrafos del Instituto de Geografía y de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, enuncian el valor y significado de la producción geográfica académica positivista que se plasmó en la identificación y reconocimiento de los bienes naturales que conforman parte del patrimonio geográfico de México. De igual forma, Pastor Gerardo González, geógrafo del INEGI, manifiesta que los mapas han servido para generar conciencia y sentido de pertenencia respecto a nuestro territorio y nación, están llenos de símbolos con significados para cada uno de nosotros. La formación geográfica de México es una obra obligada para cualquier mexicano, en especial para estudiantes y académicos dedicados a las ciencias sociales e interesados en la geografía e historia de nuestro país y, fundamentalmente, para todo interesado en profundizar en cómo se desarrolla la idea del espacio de la nación durante los siglos XIX y XX. Es un esfuerzo por unir las ideas del tiempo, del espacio y de la vida sociopolítica. Va progresivamente de menos a más, con congruencia y complementariedad. Lo que no aborda un autor lo hace el otro, abarcando entre todos desde el periodo virreinal hasta el año 2010. Inicia evidenciando la necesidad sentida en el siglo XIX (entre 1822 y 1832) de contar con estadísticas aplicadas y de poseer un plano topográfico, astronómicamente trazado y descrito con exactitud en la parte geológica y física del país, y termina con la presentación del INEGI que permite que México cuente ahora con la mejor cartografía de la historia y estadísticas que fundamentan distintos estudios y toma de decisiones. REFERENCIAS Buttimer, A. (1992), “Fenix, Fausto y Narciso”, en García Ballesteros, A. (ed.), Geografía y humanismo, Oikostau, Barcelona, p. 19-55. Herrejón, C. (2009), “El espacio y otros actores de la historia”, en Chávez, M., O. González y C. Ventura, Geografía humana y ciencias sociales, una relación reexaminada. El Colegio de Michoacán, México, pp. 133-159. Skinner, Q. (2000), “Significado y comprensión en la historia de las ideas”, en Prismas: revista de historia intelectual, núm. 4, México, pp. 149-191. Martha Chávez Torres Centro de Estudios de Geografía Humana, El Colegio de Michoacán Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 147 Coppel Ochoa, E. (2011), Ciclovista Guadalajara. Descubrir la ciudad en Bicicleta, Universidad de Guadalajara, Editorial Universitaria, Guadalajara, 130 p., ISBN 978-607-450-415-6 Con un diseño atractivo y una propuesta interesante, la joven periodista y activista de la bicicleta Eugenia Coppel Ochoa presenta un extraordinario libro ilustrado en el que plasma, a través de la fotografía, su experiencia como ciclista en la ciudad de Guadalajara. Se trata, además, de una especie de guía con rutas e itinerarios que invita al lector a utilizar este medio de transporte como una forma de (re)descubrir la ciudad en la que habita. El libro –de pequeño formato para su fácil manejo y transportación– inicia con unas breves páginas introductorias donde la autora habla de su experiencia como ciclista y de la bicicleta como un medio de transporte alternativo y sustentable ante la desmedida proliferación de automóviles en las ciudades. Sobre el primer asunto, recuerda que sus buenas intenciones fueron literalmente atropelladas (junto con ella y su bicicleta) la primera semana que decidió abandonar su coche y subirse definitivamente a la bici. Este desafortunado evento, de gravedad menor, tuvo a bien que Coppel decidiera armarse del equipo necesario para enfrentar las calles y avenidas: además de luces, casco, guantes y timbre, se hizo de un espejo retrovisor. Las alrededor de 120 fotografías que se presentan a lo largo del libro, fueron construidas justamente a partir de la combinación de dos cristales: el del lente fotográfico y el del espejo retrovisor. Tomadas desde el asiento del velocípedo, todas ellas capturan imágenes de la ciudad reflejadas en el espejo circular del manubrio de Coppel, así como el suelo, el techo o la pared detrás de éste. Con ello, la autora logra un doble acierto: metafóricamente crea una imagen de la ciudad que se refleja prácticamente a través de la bicicleta y, al mismo tiempo, explicita el artificio fotográfico, visible siempre en el fondo fuera de foco de lo que yace detrás, en los extremos del espejo circular que contiene la 148 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 imagen nítida. No es fotografía científica, se trata de un testimonio personal, que como propuesta de itinerarios estéticos de la ciudad, incentiva el uso de un medio de transporte dejado de lado por las grandes aglomeraciones urbanas; en palabras de la propia autora, la serie que presenta es “una memoria de mi paseos y mis rutas más comunes, así como una constatación de que podemos reinventar para bien la manera de mirar y vivir nuestra ciudad” (Coppel, 2011:16). La invitación a pedalear por Guadalajara se formaliza a lo largo del libro con la propuesta de seis rutas, seis “ciclovistas” indicadas en un mapa cada una, las cuales cruzan diferentes zonas de la ciudad: Minerva – Jardines del Bosque; Colonia Americana – Chapultepec; Santa Tere – Federalismo; Expiatorio – Aranzazú; Centro Histórico y, por último, Vía Recreativa Juárez – Vallarta. Las fotografías documentan puntos interesantes de cada ruta y sus respectivos sitios de captura aparecen señalados en los mapas. Cada foto, a su vez, cuenta con un pie de página distinto; puede ser información histórica, ubicación, clasificación biológica u otro tipo de información, dependiendo el caso. La manera en la que el ser humano concibe su entorno –indica de forma acertada la autora– está íntimamente relacionado con la manera en que se desplaza: un peatón, un ciclista, un automovilista y un usuario del transporte colectivo obtienen distintas visiones de la ciudad. Este fenómeno, estudiado a detalle por la Geografía cultural, se constata en sus fotografías: la bicicleta le permite detenerse a contemplar lugares invisibles para el automovilista, fuera de ruta para quien utiliza transportes públicos o demasiado lejanos para un peatón. Sólo así logra capturar de una manera única y particular, a veces completa y otras fragmentada, edificios, esculturas, árboles, establecimientos, grafiti, arte callejero, es- Ciclovista Guadalajara. Descubrir la ciudad en Bicicleta cenas cotidianas, calles, puentes y una gran variedad de manifestaciones urbanas de otra forma imperceptibles. Como ciclista, Coppel tiene que desviarse muchas veces de las grandes avenidas y atravesar calles y barrios que de otra manera nunca conocería. A este respecto, vale recordar que el año pasado también vio a la luz otro libro sobre experiencias de ciclistas en la Ciudad de México. Se trata de 41 testimonios recogidos por Pérez López (2011) a estudiantes, músicos, comerciantes y una gran variedad de profesionistas que utilizan la bicicleta como medio de transporte o con fines recreativos. También se tradujeron al español los Diarios en bicicleta de David Byrne (2011) –ex vocalista de la conocida banda Talking Heads– en los que narra sus paseos por diversas ciudades del mundo (a las que, sin faltar ocasión, lleva siempre una bici plegable). Estos testimonios confirman no sólo que el ciclismo es una opción de transporte saludable, eficiente, limpia y accesible, sino también que genera una visión particular de la ciudad, mejora la experiencia urbana, la convivencia con los demás y la calidad de vida. Según afirma Byrne, con ella “se tiene una visión perfecta del ajetreo en que se vive” (Byrne, 2011:15). Desde hace varias décadas, en México y diversos lugares del mundo, urbanistas y geógrafos han hecho énfasis en la necesidad de recuperar la escala humana de la ciudad, favoreciendo la creación y recuperación de espacios públicos para el peatón y el ciclista (Ghel, 1987; Fernández, 1991). Contra el uso desproporcionado del automóvil,1 argumenA este respecto, el panorama que planeta Pérez López sobre el uso del automóvil en la Ciudad de México, más que exagerado, parece alarmante: 1 El automóvil causa graves perjuicios a la colectividad e impacta negativamente sobre la calidad de vida urbana y las condiciones de vida de las y los ciudadanos. No representa una opción viable para las ciudades ni es sustentable en términos energéticos. Tiene efectos negativos sobre el medio ambiente y sobre la contaminación atmosférica y sonora. Su masificación ha llevado a un incremento de las enfermedades respiratorias y, sobre todo, de la inseguridad vial, vulnerando el derecho a un medio ambiente seguro y saludable. El congestionamiento vial cada vez más frecuente produce estrés en los automovilistas quienes, por desesperación e impaciencia, buscan ganar tiempo a través de diferentes estrategias que infringen, por lo general, el reglamento de tránsito: exceder el límite de velocidad, pasar los tan, la bicicleta representa una herramienta para enfrentar la crisis urbana, climática, energética y de salud pública; reducir los embotellamientos y accidentes de tránsito; contribuir a la preservación de energía, disminuir los tiempos de viaje y mejorar la salud de los ciudadanos (Pérez, 2009; Fernández, 1991). Como Coppel, cada vez son más las personas que se animan a salir a recorrer en bicicleta las calles de la ciudad. También existe un mayor número de organizaciones ciudadanas que fomentan tanto su uso diario como los paseos nocturnos o de fin de semana.2 Por su parte, el gobierno ha implementado diversos planes que vislumbran un uso cada vez mayor de ella,3 pero no existe en cambio una estrategia integral que la considere, combinada con semáforos en rojo, ignorar la prioridad de paso y los derechos de las y los peatones. En definitiva, la motorización de las ciudades ha incrementado significativamente la inseguridad de la ciudadanía. En México, los accidentes de tránsito son la primera causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años, por lo que se han convertido en un problema de salud pública. No obstante, en un momento donde la seguridad pública y ciudadana ocupa uno de los primeros lugares en la agenda política, las autoridades públicas parecen haber perdido el interés por la seguridad vial (Pérez, 2009:17). En la ciudad de México destacan los grupos: Bicitekas [http://bicitekas.org/], grupo bicicletero del Parque Hundido [http://biciperros.org/] y la División bicicletera del sur [http://divisiondelsur.blogspot.com/]; en Guadalajara: Guadalajara en bicicleta [http://gdlenbici.org/], y, en Monterrey: Pueblo bicicletero [http://www.pueblobicicletero.org]. Se trata en todos los casos de organizaciones ciudadanas que se dedican a fomentar el uso de la bicicleta o a realizar paseos en bicicleta dentro y fuera de sus respectivas ciudades. Cualquier interesado se puede a acercar libremente a ellas. 3 En el Distrito Federal, la Secretaría de Medio Ambiente ha impulsado el Plan verde de la Ciudad de México, Muévete en bici, el Ciclotón y Ecobici [http://www.sma.df.gob.mx/ sma/index.php]. De particular importancia, por su parte, es Estrategia de movilidad en bicicleta del DF, puesta en marcha desde 2009 como parte del Programa General de Desarrollo del Distrito Federal, 2007-2012. Gracias a esta estrategia, la ciudad de México editó su propio Manual del ciclista urbano [http://www.sma.df.gob.mx/sma/links/download/biblioteca/flippingbooks/manual_ciclista_urbano/ : consultado el 15 de febrero 2012], acierto cuya mayor dolencia sea, probablemente, considerar que los automovilistas sí respetan a los ciclistas, los peatones y las leyes de tránsito de la ciudad. Por su parte, en Guadalajara se ha impulsado un sistema de préstamos análogos a Ecobici. 2 Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 149 Esteban King Álvarez una insoslayable mejora de todos los sistemas de transporte público, como una posible herramienta para cambiar la experiencia urbana y el acontecer diario de millones de personas. Tampoco ha realizado una campaña de concientización permanente para que los automovilistas respeten a los caminantes y ciclistas que recorren las calles de la ciudad. Además, como agrega Pérez López, cotidiana constituye una forma de reapropiación del espacio urbano, la cual se enfrenta directamente con las políticas públicas que han favorecido el uso del automóvil como eje rector de nuestras ciudades. Este tipo de experiencia, justamente, es la que deja asentada Coppel en su libro. El ciclismo, propone el antropólogo francés Marc Augé (2009): fomentar el uso del transporte público desarrollando la red de transporte colectivo no es suficiente para transformar a la ciudad. También es indispensable incrementar la oferta de espacios de descanso y recreación; construir parques y jardines; implementar más espacios para los peatones; anchar las banquetas y reducir el espacio para los coches; en definitiva, poner en marcha medidas para que la ciudad se convierta en un lugar agradable y seguro y ofrezca a las y los ciudadanos una vida urbana de calidad. De otra forma, el derecho a la ciudad será ejercido únicamente por las y los automovilistas (Pérez, 2009:19). es un humanismo que abre con renacidos bríos las puertas de la utopía y de un futuro más esperanzador: el símbolo de una futuro ecológico para la ciudad de mañana y de un proyecto urbano que tal vez podría reconciliar a la sociedad consigo misma. Las políticas públicas, no cabe duda, son fundamentales para cualquier cambio en nuestras ciudades; para su puesta en práctica y su elaboración, hacen falta los conocimientos y habilidades de urbanistas, geógrafos, sociólogos, ingenieros, historiadores, ambientalistas, entre otros. Sin embargo, el libro de Coppel nos recuerda que no todo depende del ejercicio vertical del poder: “Moverse en bicicleta es reconocer que los cambios tienen que empezar por uno mismo” (Coppel, 2011:12). Al discurso del urbanista, su visión totalizadora y su concepción “geométrica” o “geográfica” del espacio, plagada de construcciones visuales, panópticas y teóricas, el ciclista opone, como el peatón, su propia práctica cotidiana; “una espacialidad otra”, según Michel de Certeau, “cuyo cuerpo obedece a los trazos gruesos y a los más finos [de la caligrafía] de un ‘texto’ urbano que escribe sin poder leerlo” (Certeau, 2007:105). Esta práctica 150 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 El libro de Eugenia Coppel funciona como documento, testimonio e invitación; con su cámara y su bicicleta, aprehende la ciudad de forma novedosa y nos invita a realizar nuestra propia ciclovista. REFERENCIAS Augé, M. (2009), Elogio de la bicicleta, Editorial Gedisa, Barcelona. Byrne, D. (2011), Diarios de Bicicleta, Editorial Sexto Piso, México. Certeau, M. de (2007), La invención de lo cotidiano 1. Artes de hacer, Universidad Iberoamericana, México. Fernández Christlieb, F. (1991), Las modernas ruedas de la destrucción. El automóvil en la ciudad de México, Ediciones El Caballito, México. Ghel, J. (1987), Life between buildings. Using public space, Van Nostrand Reinhold, New York. Pérez López, R. (2009), “¿Ciudades para personas o para autos?”, en DFENSOR, núm. 11, año VII, noviembre, México, pp. 17-19. Pérez López, R. (2011), Por mi ciudad en Bicicleta. Experiencias de ciclistas en la Ciudad de México, Bicitekas, México. Esteban King Álvarez Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México Geografía crítica: territorialidad, espacio y poder en América Latina, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Externado, Bogotá, 27 al 30 de septiembre de 2011. En septiembre del 2011, la red de Geografía Crítica de Raíz latinoamericana (GeoRaizAL) de la Universidad de Externado, convocó, junto con el grupo ESTEPA (espacio, tecnología y participación) de la Universidad Nacional en Bogotá, Colombia, al seminario internacional “Geografía crítica: territorialidad, espacio y poder en América Latina”. La invitación a participar en dicho evento llegó a tan solo unos días de regresar de la 6ª Conferencia Internacional de Geografía Crítica desarrollada en Fráncfort del Meno (Frankfurt am Main) en agosto del mismo año (Ramírez, 2011:154-157). La participación en este seminario me motivó por dos razones: primera, tener un acercamiento directo con un grupo que inició trabajos en la Universidad Nacional de Colombia a partir del intercambio entre profesores y alumnos, lo que dio origen a grupos de trabajo estudiantiles que interactuaron con otras agrupaciones latinoamericanas de geografía y de ciencias sociales; y segundo, por la relación con grupos que en el fondo tienen objetivos comunes: generar una geografía diferente de la que tradicionalmente se ha implantado en las aulas y en la práctica profesional, para construir un mundo más equitativo contendiendo de manera diversa y diferente con las desigualdades sociales generadas hasta el momento. GeoRaizAL es una asociación que tiene como objetivo fundamental consolidar a mediano plazo una perspectiva de la geografía de los pueblos latinoamericanos, tratando de dar una respuesta a la herencia eurocéntrica con la que se ha desarrollado este conocimiento en América Latina, proceso que se ha incrementado en los últimos años a partir del predominio de la llamada globalización e internacionalización del conocimiento. Con su propuesta de generar una Geografía Crítica de Raíz Latinoamericana tratan de construir una “práctica decolonial, que reconozca que entre cada mestizo hay un indígena oprimido y que en su liberación radica el potencial de transformación”. Con ello se trata de revalorar el conocimiento indígena latinoamericano, entre otros que existen en la base geográfica, como una forma epistemológica “oprimida pero no vencida”, y reconocida a partir de los movimientos sociales indígenas, campesino, afro y obreros del continente con quienes tienen vínculos estrechos que marcan el trabajo que realizan en su geografía (www.georaizal.org). Estas posturas y objetivos se fueron tejiendo a lo largo de varias actividades y encuentros desarrollados desde 2002, realizadas en diferentes partes de América Latina a partir de la iniciativa del grupo colombiano. Como resultado de estos encuentros se han generado ya lazos estrechos, no sólo entre los geógrafos sino con historiadores, antropólogos y sociólogos, lo que ha permitido consolidar una red que intenta construir una Geografía latinoamericana propia, así como estrechos vínculos con las ciencias sociales que sean también del continente. A partir de este trabajo, en 2010 se desarrollaron ya las primeras Jornadas de Geografía Raizal, que dio origen a la Red de Geografía Crítica de Raíz Latinoamericana, inscrita en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Externado en Colombia, donde algunos de los estudiantes ya laboran como docentes e investigadores, y que, junto con el grupo ESTEPA de la Universidad Nacional de Colombia, quienes han trabajado con temas como paisaje, SIG participativo y ecología política, se dieron a la tarea de organizar el seminario arriba mencionado, efectuado del 27 al 30 de septiembre del 2011. El objetivo fundamental, contar con elementos que les permitan, en el mediano plazo, consolidar una perspectiva latinoamericana “de la geografía de nuestros pueInvestigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 151 Blanca Rebeca Ramírez Velázquez blos” (Ibid.). Para lograrlo, se hizo un llamado a especialistas para reflexionar sobre el papel de la geografía y las ciencias sociales latinoamericanas en los procesos de transformación social que permitan, a su vez, fortalecer el conocimiento geográfico como ciencia y práctica social para la comprensión y transformación de las desigualdades sociales, y comprender la geografía en su dimensión política, consolidando teorías, metodologías y estrategias que permitan fortalecer esta ciencia. El progreso del seminario estuvo enmarcado en una intensa actividad política que se desarrollaba entre los estudiantes latinoamericanos a partir de las movilizaciones de los estudiantes chilenos que demandan una reforma educativa y mayor apoyo para la educación pública en su país. En Colombia hubo manifestaciones solidarias para este movimiento, expresadas en el simulacro de bombas lanzadas en sus mítines, lo que daban al ambiente un dejo de movilización intenso en el campus universitario; esto provocó cierta incertidumbre al desarrollo del encuentro en la Universidad Nacional, ante la posible amenaza de cierre en cualquier momento. En concreto, para el trabajo del seminario se contó con dos sedes: la Universidad Nacional de Colombia y la de Externado, en donde se llevaron a cabo las actividades del último día. La inscripción fue gratuita y el encuentro estuvo abierto a estudiantes, investigadores, organizaciones y movimientos sociales interesados en el tema. El funcionamiento se propuso a partir de dos instancias paralelas y a la vez complementarias; por un lado, las conferencias abiertas que se desarrollaron con invitados especiales alrededor de cinco ejes de discusión, organizados en las siguientes mesas: Geografía crítica latinoamericana: territorialidad, espacio y poder; Herramientas de representación y gestión del territorio: SIG participativo y cartografías; Ordenamiento territorial para la vida y Ecología política. Por el otro, un taller de participación con el fin de generar propuestas para consolidar la red de Geografía Crítica de Raíz Latinoamericana a partir de las discusiones y las exposiciones que se efectuaron en las mesas antes mencionadas. Con el avance de estas mesas y con las preguntas generales que guiaron las reflexiones, se organizaron las presentaciones para el final de la discusión. Las 152 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 preguntas que sobresalieron fueron: ¿qué se entiende por geografía radical y crítica en los diversos países de América Latina y cuáles son las principales debilidades que presentan?; ¿cuáles deberían ser las problemáticas centrales de una geografía radical y crítica de raíz latinoamericana?; ¿cómo radicalizar y generar una geografía crítica desde la geografía física?; ¿cuáles son los aportes del feminismo y la perspectiva de género?; ¿en qué ámbitos debemos desarrollar acciones para el cambio social?; ¿qué vínculos pueden explorarse entre la emergencia espacial en las ciencias sociales, la globalización y el ajuste geopolítico del capitalismo mundial?; ¿es posible un diálogo entre el norte y el sur y cuáles son sus potencialidades?; ¿cuál es el vínculo entre academia y movimientos sociales?; ¿cuál es el papel de la teoría en el cambio social?; ¿educación popular, ciencias sociales y geografía?; ¿cuáles son las mejores formas de seguir con este trabajo y cuáles serían las maneras de lograr financiamiento? Como se puede apreciar, las preguntas marcan en sí mismas una vasta y completa agenda de tareas que no se adscriben a un solo rubro sino que son de corte académico teórico-práctico, pero también de índole geopolítica y de política, que requieren de la consolidación de una estrategia bastante amplia y diversa para ponerse en marcha. Si bien el quehacer desarrollado hasta el momento es de gran utilidad, son varias las estrategias requeridas para el trabajo futuro que permita implementarlas. Ese fue el objetivo fundamental del encuentro, retomar algunas discusiones que proporcionaran elementos fundamentales para la agenda de trabajo que se pretende organizar. A partir de un total de 23 exposiciones, cada una de las cinco mesas contó con un comentarista al final de las presentaciones, cuya función era rescatar los ejes centrales que debían ser discutidos en la sesión plenaria. La mayoría de los expositores eran colombianos; uno de Brasil, una de México, una de Argentina, un colega de la State University de Nueva York, dos de la Universidad de Twente en Holanda, uno de la Universidad de North Carolina y una más de la Universidad de British Columbia en Canadá. Aproximadamente el total de asistentes fue de 250 personas, en su mayoría colombianos, quienes interactuaron con los ponentes. Sin embar- Geografía crítica: territorialidad, espacio y poder en América Latina go, fue sorprendente ver la manera como a través de videoconferencias, el seminario era transmitido en todas sus sesiones a diferentes partes de América Latina, lo que permitió que profesores y estudiantes de otras latitudes recibieran la información en el momento en que se desarrollaba, sin esperar a la publicación de las memorias. La primera de las mesas se centró en la Geografía política latinoamericana, en donde se expusieron cuatro ponencias relacionadas con el tema. Resaltó el hecho de que no existe una sola geografía crítica en el continente, sino que se caracteriza por ser diferente, diversa y en cada lugar depende del contexto sociopolítico y económico en que se desarrolle para poder distinguirla, a pesar de ciertos elementos que se entrecruzan que pueden generar vínculos entre ellas. Asimismo, se enfatizó la manera como el capitalismo ha generado un despojo en grupos marginados y en desposeídos lo que genera grupos en estado de vulnerabilidad al ya no poder contender con sus propios recursos para desarrollarse; el caso de Colombia sirvió para ejemplificar estos procesos. La necesidad de iniciativas para evitar errores futuros y de reflexiones sobre las dificultades que se presentan al tratar de conjuntar un proyecto común ante la diversidad de visiones que el pensamiento crítico tiene, fueron elementos que también se pusieron sobre la mesa. Resaltaron dos elementos fundamentales en esta propuesta: las diversas maneras de definir el pensamiento crítico y su vinculación con la academia, en donde se contrapone una que sólo acepta que ser crítico se hace a través del vínculo con los movimientos sociales, y otra en donde se acepta la posibilidad de que sea un compromiso con la producción de un conocimiento que tienda a generar nuevas relaciones y no las que impone el sistema imperante en el momento actual. La necesidad de reforzar la discusión teórica fue uno de los elementos que reiteradamente mencionaron los diversos ponentes, sin embargo, resaltó la postura de Carlos Walter Porto Gonzalez quien sostuvo que: “queremos una teoría que no sea solo teoría, sino que se involucre con el mundo, y para hacerlo, es necesario rescatar su dimensión política”. La segunda mesa concentró su discusión en el tema del poder, entendido como una forma de dominación o de explotación que se asocia a la producción social del espacio. Destacaron temas como el conflicto armado colombiano el cual ha generado espacios de apropiación de recursos por grupos que despojan a otros de sus territorios, pero también la manera como trabajando con los recursos y el territorio se puede generar poder desde esos espacios. Aquí también se discutió la manera como la geografía física puede contar con elementos de radicalización que le quitan la aparente “neutralidad” en que se encuentra y que se da de diferentes maneras: a través del regreso a autores clásicos, como Salvatore Engel de Mauro lo expuso, o bien, a través de otras como podría ser “reconciliando” la geografía física con la humana (Ramírez, 2003), o a partir de la generación de una “ciencia” que conjunte el espacio-tiempo como lo maneja Massey (1999). La mesa tercera, que discutió sobre las herramientas de representación y gestión del territorio, se propuso analizar las implicaciones de la representación en la toma de decisiones, lo que llevó nuevamente a los temas de inclusión/exclusión y democratización de la información geográfica como uno de los aspectos relevantes del trabajo crítico. La cuarta mesa enfatizó ejemplos de ordenamiento territorial que llamaron “para la vida”, es decir, se abordó la diversidad de iniciativas que permiten la reproducción de los recursos naturales, las zonas de reserva campesina y otras que se presentan como alternativas a la reproducción ampliada del capitalismo. Por último, la ecología política fue propuesta como una alternativa para discutir la relación sociedad naturaleza en forma crítica y como instrumento para cuidar los recursos naturales. El énfasis que se le puso a la última mesa fue la de abordar los conflictos territoriales asociados al Estado y a los intereses capitalistas que entran en conflicto con los de las organizaciones sociales y campesinas. En el taller final se organizaron algunas ideas que permitieron sacar conclusiones y estrategias de trabajo futuro. Aquí los expositores de las sesiones y los participantes al seminario interactuaban en talleres temáticos que dejaron una compleja y amplia gama de tareas a desarrollar en el futuro próximo; entre ellas, queda pendiente la contraInvestigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 153 Blanca Rebeca Ramírez Velázquez posición existente entre la dimensión critica de la participación, y la que argumenta que se puede ser crítico sin militancia directa en los movimientos sociales pero con compromiso con ellos (Ramírez, 2000). Esta misma contradicción es la que ha prevalecido en el Grupo Internacional de Geografía Crítica, en donde al manejarlas como dimensiones contrapuestas y hasta excluyentes se han generado visiones alternas en relación con la definición del ser crítico. En mi opinión, misma que mantengo a la fecha, es un falso problema que sólo ha generado divisiones entre los grupos, confrontándolos y dispersando esfuerzos y, asimismo, ha impedido la construcción de una identidad cultural crítica que aglutine y consolide en una dimensión amplia el trabajo realizado hasta el momento. Al contar con un seminario en donde todos participamos de todas las sesiones, conocimos la propuesta general de las visiones, lo que le dio una dimensión muy humana ya que se pudo tener contacto entre los expositores, y de ellos con los participantes en diferentes momentos del desarrollo del mismo. A pesar de contar con múltiples diferencias, el tono y el color de los debates siempre fueron muy cordiales y se generó un ambiente de contacto afable que se extraña en otros eventos de dimensiones muy amplias, lo que dificulta la interacción entre los participantes. La lengua ayudó sin duda a que esta conjunción se realizara, pues al hablar todos español y poder interactuar en portugués, no generó la dispersión que en ocasiones impide una relación más intensa como se presenta sin duda en el Grupo Internacional de Geografía Crítica, en donde el problema de las múltiples lenguas y la comunicación es algo que ha preocupado y se ha discutido desde 1996 a la fecha. La organización fue impecable y contó con una gran agilidad, originalidad y flexibilidad para comunicar su desarrollo a lo largo del continente. Independientemente de este procedimiento, hay una propuesta de generar un libro que compile las ponencias y parte de la discusión generada. Por la naturaleza del mismo, no se contó con excursiones o visitas de campo; hubo una exposición de libros colombianos bastante interesante y completa. Sería importante, para próximos eventos como este, contar con un intercambio latinoamericano de 154 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 publicaciones que nos pusiera en contacto con la producción académica y política de los geógrafos, misma que en la actualidad es bastante limitada. Muchas fueron las conclusiones que se generaron a partir de la riqueza de las discusiones que se dieron en este seminario. Me quedo con cuatro que me parecen importantes. La primera refiere a cómo potenciar el trabajo tan arduo e interesante que han hecho los miembros, lo que permite su consolidación para la generación de otra geografía comprometida con los grupos desprotegidos y que incida de maneras diversas en la disminución de las diferencias regionales tan acentuadas que existen ahora en América Latina. Desde esta perspectiva, sería interesante reflexionar si es posible compartir los problemas latinoamericanos con otros que se desarrollan en otras latitudes del mundo, lo que permitirá pasar de un internacionalismo regional a otro que fuera de corte mundial. Sin duda, esto empataría en algunos puntos agendas con otros grupos, como el Internacional de Geografía Crítica que comparte algunos objetivos, buscando identidades más englobantes y abiertas. El internacionalismo regional, si bien tiene sus ventajas para generar identidades más aglutinadas, impide compartir visiones de futuro que no pueden restringirse a las transformaciones exclusivas del continente; desde esa perspectiva, terminar con la opresión de Latinoamérica es luchar por erradicar también la que existe a nivel global. La segunda tiene que ver con el esfuerzo que significa el mantener y enfatizar la comunicación latinoamericana entre latitudes tan amplias que incluye ámbitos de hemisferios norte y sur, pero con características particulares que es necesario integrar. En ese sentido, la defensa de la geografía crítica no es un acto disciplinar sino relacional que implica el compromiso claro y abierto con la generación de otro tipo de relaciones que las imperantes en el capitalismo contemporáneo. Éstas, una vez más, no se restringen a la geografía latinoamericana, sino cómo desde aquí se pueden abrir vínculos que generen otras con los países de otras latitudes. La tercera, se relaciona en cómo generar una discusión ontológica y epistemológica desde la práctica latinoamericana que permita integrar el saber y el hacer, que trastoque el conocimiento Geografía crítica: territorialidad, espacio y poder en América Latina geográfico y social imperante, pero que sirva para la transformación de la América Latina que queremos y no la que es explotada y despojada de sus recursos y de sus riquezas. Sin duda que la tarea es ardua, pero si se mantiene el compromiso que se percibió a lo largo de toda la jornada, la esperanza por lograrlo mantiene el espíritu y las ganas de lograrlo. Por último, la apertura al ámbito internacional permitiría dimensionar el trabajo que se hace a otras latitudes que han quedado excluidas del análisis y pensamiento crítico. Compartir estos problemas con los que se presentan en algunos países de Asia y África, entre otros, permitiría ver que se comparten también estos problemas y estas visiones con otras partes del mundo, y que también hay otros geógrafos que aunque no viven con estos problemas, están interesados en la construcción de una geografía que pueda ayudar a resolverlos. Desde esta perspectiva, aprender de los problemas que se han presentado en el grupo internacional, como son la definición del significado de la crítica en geografía, y las formas de organización y vinculación del grupo que ha sido complicada en el ámbito del Grupo Internacional de Geografía Crítica, sería importante compartirlo para no caer en los mismos problemas y errores. La organización que se percibe en el grupo latinoamericano es sin duda un avance sustantivo que considero puede posibilitar la obtención de resultados más evidentes y concretos en el corto y mediano plazos. REFERENCIAS Massey, D. (1999), “Space-time, ´science´ and the relationship between physical geography and human geography”, Transactions of the Institute of British Geographers, no. 24, London, pp. 261-276. Ramírez Velázquez, B. R. (2011), “La 6ª Conferencia Internacional de Geografía Crítica”, Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 76, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp. 154-157. Ramírez Velázquez, B. R. (2003), Modernidad, posmodernidad, globalización y territorio: un recorrido por los campos de las teorías, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, Miguel Ángel Porrúa, México. Ramirez Velázquez, B. R. (2000), “The politics of constructing an international group of critical geographers and a common space of action”, Environmental and Planning S: society and space, vol. 18, pp. 537-543. Blanca Rebeca Ramírez Velázquez Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 155 Barrios y periferia en las ciudades americanas (siglos XVIII-XXI), Dirección de Estudios Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México, 22 y 23 de noviembre 2011. La Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia organizó el pasado 22 y 23 de noviembre del 2011, un coloquio con el título de “Barrios y periferia en las ciudades americanas (siglos XVIII-XXI)”. La sede del evento fue su casona ubicada en el centro de Tlalpan y donde, a lo largo de dos días, se fueron sucediendo seis distintas mesas de trabajo en torno al análisis del barrio en relación con los siguientes temas: Organización jurídica y territorial: barrio, municipio y entidad federativa,1 redes sociales y culturales,2 representaciones y traza,3 historiografía, fundación y poblamiento,4 Mesa a cargo de Carlos Aguirre Anaya (Dirección de Estudios Históricos, INAH), María Esther Sánchez Martínez (Universidad Autónoma Metropolitana-Atzcapotzalco), Regina Hernández Franyutti (Instituto de Investigaciones Dr. José Maria Luis Mora), Holguer Lira Medina (El Colegio de México), María Soledad Cruz Rodríguez (Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco) y Jorge Gómez Sánchez (Universidad Autónoma de la Ciudad de México). 2 Mesa a cargo de Javier Casco López (Universidad Veracruzana), Olga Montes García (Universidad Autónoma Benito Juárez) e Iván Gomezcésar Hernández (Universidad Autónoma de la Ciudad de México). 3 Mesa a cargo de Luis Fernando Granados Salinas (Facultad de Filosofía y Letras, UNAM), Marcela Dávalos López (Dirección de Estudios Históricos, INAH) y Manuel Sánchez de Carmona (Universidad Autónoma MetropolitanaAtzcapotzalco). 4 Mesa a cargo de Felipe Castro Gutiérrez (Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM), María Teresa Quezada Torre (El Colegio de San Luis), Guillermo Vargas Uribe (Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo) y María del Pilar Iracheta Cenecorta (El Colegio Mexiquense). 1 156 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 especulación, economía y estructuras poblacionales,5 perspectivas y prácticas culturales.6 A continuación se destacarán algunos de los elementos de análisis y problemáticas enfatizadas en las distintas secciones del foro, desde diversas disciplinas tales como el urbanismo, la historia, la antropología y la geografía social. Los barrios han atravesado una serie de transformaciones urbanas a lo largo de los siglos tanto en su caracterización como en su morfología. Se trata de asentamientos conocidos como barrios de indios mismos que, más tarde, se convertirían en los arrabales o suburbios dando lugar a una reconceptualización en términos territoriales. Es, sobre todo, en el proceso de homogeneizar espacios jurisdiccionales para el ordenamiento urbano en su estructura administrativa, que los significados y las prácticas de barrio fueron adaptándose a distintos modelos espaciales como son los cuarteles, las colonias, las delegaciones y otras entidades federativas vigentes hoy en día. Los barrios analizados entre el centro y la periferia deben ser tomados como unidad ya que es, justamente, a través de mecanismos tales como la movilidad social, la migración, la codependencia y Mesa a cargo de Sonia Pérez Toledo (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa), Ernesto Flores Martínez (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa), Jorge Olvera Ramos (Escuela Nacional de Antropología e Historia), Isabel Méndez Fausto (Universidad de Guadalajara), María del Carmen Bernárdez de la Granja (Universidad Autónoma Metropolitana-Atzcapotzalco) y Ernesto Aréchiga Córdoba (Universidad Autónoma de la Ciudad de México). 6 Mesa a cargo de Alejandro Semo Groman (Universidad Autónoma de la Ciudad de México), Rodolfo Gamiño Muñoz (Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-DF) y Rossend Rovira Mogardo (Universitat de Barcelona). 5 Barrios y periferia en las ciudades americanas (siglos XVIII-XXI) adquisición de poder político que ambas dimensiones espaciales cohabitan y se afectan mutuamente. Se recalca, pues, que el foco de atención deben ser los límites ya que la legislación española impuso criterios propios que resultaron ajenos a la naturaleza indígena de ordenamiento espacial en términos de sus fronteras. Dentro de esta problemática parece de interés retomar el análisis de las rutas y caminos, de las entradas y salidas humanas, del mercado y áreas de consumo, etc. Además, se subrayó la utilidad de los estudios de urbanismo mismos que pueden otorgar una comprensión en términos de la planeación barrial y, así, dilucidar las tensiones producidas en el roce entre los barrios y otras entidades federativas. La complejidad para definir un barrio urbano como una dimensión territorial está asociada a la gran diversidad de paisajes y poblamientos más allá del binomio rural/urbano. Es, quizá, a través de un enfoque antropológico que se pueden comprender estos espacios dentro de procesos de dinamismo y simbolismo. La prácticas culturales que se operan en los barrios resultan fundamentales en este tipo de análisis de carácter territorial, ya que son justamente ellas quienes construyen las identidades de los grupos sociales –lo que se puede o no alterar, por aquellos cambios en los usos de suelo–. Las identidades barriales pueden reconstruirse a través del estudio antropológico de sus fiestas, ceremonias y actividades dentro de la religiosidad popular y de los procesos de aculturación. Se trata de comportamientos que se replican en otros espacios, que se innovan o se intercambian con otras fronteras, pero que resultan actividades rituales de reapropiación territorial. El proceso de incorporación de los pueblos en barrios –como parte del ayuntamiento– se encuentra en relación con criterios políticos. Esto es, en el afán de urbanización de los pueblos se gestaron dos tipos de barrio: aquéllos de la periferia con paisaje tipo rústico y las colonias de carácter urbano y proletario. De hecho, estas morfologías del barrio pueden ser estudiadas en los censos, dentro de las estructuras administrativas, a través de prácticas de trabajo –como son los gremios– o por medio de la recaudación de tributos. Sobre el uso de los mapas antiguos para la localización y el análisis del barrio del siglo XVIII, el plano de José Antonio de Alzate de 1789 parece fundamental. En él aparecen varias decenas de barrios representados y que, en apariencia, brindan una fuente de análisis importante en la reconstrucción de su territorialidad. Sin embargo, se enfatizó la necesidad de tomar con reservas el uso de mapas antiguos que no reflejan la naturaleza real ni el carácter espacial exacto del barrio. Es preciso, por el contrario, tomar en cuenta el filtro cultural del hacedor del mapa. En este caso, es Alzate quien añade la información geográfica de la Ciudad de México en un papel pero a través del tamiz de la cartografía de la Ilustración con aspiraciones cientificistas. En este sentido, Luis Fernando Granados Salinas y Marcela Dávalos destacaron la forma en que el estudio de la cartografía antigua no puede deslindarse del propio pensamiento de su autor. En este sentido, las fuentes escritas nos hablan que el propio Alzate se mostraba sensible en relación con los barrios indígenas y fue, justamente la preocupación por su posible desaparición que introdujera en su mapa una determinada escala para el centro de la ciudad y dejar sin escala la periferia de los barrios y, así, manipular distancias reales. De esta forma, se subrayó que los barrios no son lo que dicen los mapas y que para su estudio, en todo caso, resulta indispensable introducir otros criterios de estudio. Por ejemplo, el enfoque etnológico o antropológico brinda el análisis de la experiencia vivencial dentro de los barrios que permite distinguir su población, no ya a partir de la traza, sino por el origen, el oficio y otras categorías sociales que reflejen la verdadera naturaleza espacial del barrio (Dávalos, 20097). Para el estudio de los barrios y sus transformaciones a partir del siglo XVIII, se retoma la discusión en torno a la necesidad de conceptualizar algunos términos como el propio de “barrio” o “pueblo” mismos que, en primera instancia, se confunden En esta obra, la autora rastrea textos de carácter legislativo que avalan el modo de vida barrial. Así, por ejemplo, los documentos escritos por jueces y escribanos de Juzgados resultan una fuente histórica fundamental para la reconstrucción de los barrios de indios en la Ciudad de México en el siglo XVIII. Por su parte, Luis Fernando Granados propone conocer la naturaleza barrial a través de la articulación de tres categorías de estudio: los indios, la identidad y los mecanismos de recaudación tributaria (Granados, 2010). 7 Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 157 Raquel Urroz y se metamorfosean en el devenir histórico.8 No obstante, a nivel jurídico se distinguió la manera en que un barrio no es un gobierno local en sí y que pudo haber sido tanto “sujeto” como “cabecera”. Mientras que el “pueblo” es otro cuerpo legal con límites bien establecidos con posibilidades de reclamar el “fundo legal”. En este sentido, Felipe Castro nos recuerda la necesidad de rastrear algunos conceptos como son “estancias”, “cabeceras”, etc. (Gibson, 2007). Y distinguir, así, entre jerarquías urbanas españolas –como son la ciudad, la villa o el pueblo– con el calpulli o el altepetl de naturaleza indígena. Después, la necesidad de construir algunas categorías de análisis que expliquen, por ejemplo, que la cabecera no es fija o estable ya que los españoles elegían, bajo criterios particulares, los asentamientos y sus límites. En este sentido, los orígenes o el linaje de los pueblos fundadores se dispersa por varias partes; algunos desaparecen, otros son reubicados, algunos más se convierten en sujetos –ya sea de un cacique o gobernante español–, a veces pasan a ser propiedad privada o a funcionar a través de un terrazgo o renta (Castro, 2010). Por otra parte, Felipe Castro nos enseña que es indispensable, además, tomar en cuenta los fenómenos que afectan e impactan a los barrios y que contribuyen a su transformación a lo largo del tiempo. Por ejemplo, las epidemias, las reducciones, las congregaciones. Pero también, los elementos y estructuras que muchas veces sobreviven (y no que se inmovilizan). Por último, es necesario tomar en consideración que las comparaciones deben ser lógicas y no desequilibradas con respecto al estudio de dos o más barrios. Por ejemplo, podría resultar más adecuado contrastar la estructura territorial de la Ciudad de México con ciudades como Lima o Madrid, que entre distintas regiones de México. En el trabajo de definir identidades barriales, las calles, los comercios y las actividades nos hablan de las formas de sociabilidad, convivencia y solidaridad que, en última instancia, son las formas y las fuerzas de articulación territorial. Así, pues, en Sobre la situación teórica, los cambios conceptuales y los puntos de partida para el estudio de los “pueblos urbanos” en la Ciudad de México, que ascienden a más de cien, con orígenes prehispánicos o colonial (véase Álvarez 2011). 8 158 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 un aparente desorden o desestructuración barrial, es necesario desarrollar cierta sensibilidad que nos permita mirar las movilidades sociales donde subyace cierta interacción de grupos, redes clientelares, vínculos sociales y determinadas prácticas culturales. En este sentido, el analizar las dinámicas urbanas en los sectores populares brinda ciertas pistas en la forma en que muchas veces los barrios se reproducen en otros espacios o, por el contrario, chocan entre ellas en su lucha por mantener vivas las particularidades de las identidades barriales. Finalmente se puede reflexionar en algunos puntos que resultan fundamentales a la hora de estudiar los barrios y, así, dilucidar los retos que implica el pensar la ciudad en su diversidad en la búsqueda de una reconstrucción estructural y cultural de sus diversas territorialidades. Tomando en cuenta la gran diversidad de nociones que se ligan al estudio del barrio como pueden ser la periferia, la identidad cultural, las redes sociales, etc., una historia territorial debe comenzar por reconocer que cada barrio tiene su propia historicidad, misma que no debe ser soslayada para poder partir de los propios antecedentes, orígenes, composición, ocupación y dinámica en cada caso particular; para de esta forma tener conciencia de las diferencias regionales que marcan significados múltiples. La necesidad de una base teórica y metodológica para contrarrestar la dificultad de conceptualizar el barrio que, aunque se expresa en términos de su territorialidad, no solamente es su propia geografía. La comunidad, quien habita el barrio, es quien crea vínculos de pertenencia, de parentesco, lingüísticos, etc. Además, existen estructuras político-administrativas que brindan sentido de pertenecia, ya sea a partir de cierta organización y participación política, o a raíz de estructuras y prácticas religiosas. Reflexionar en las continuidades y rupturas a lo largo de los tiempos evitando ser tajantes en nuestra propia idea del espacio. Es decir, aunque el sistema colonial reestructura el territorio en su afán por controlarlo –ya sea a través de un padrón de tributarios, de organizaciones parroquiales, etc.–, muchas veces no desplazó del todo los linajes, las herencias, las concesiones y todos aquellos Barrios y periferia en las ciudades americanas (siglos XVIII-XXI) elementos que redistribuyen el espacio, también, permitiendo la subsistencia de ciertas estructuras territoriales ancestrales. Aunque es cierto que no necesariamente un censo o un mapa nos habla de las territorialidades barriales, no obstante, las estadísticas, los planos y las cartas corográficas pueden ser, no sólo auxiliares importantes, sino fuentes de estudio histórico para conocer aquello que representan de la realidad espacial, pero también aquello que omiten o distorsionan en su muy subjetiva reconstrucción de los espacios barriales. En este sentido, más que desconfiar del mapa antiguo por sus intrínsecas desfiguraciones, por el contrario, podrían ser apoyo fundamental del análisis espacial y aunque no ya como testimonio fidedigno, sí para revelar la parte humana y cultural ligada al espacio geográfico. El trabajo de campo de tipo etnográfico resulta fundamental para extraer datos concretos y ser aplicados en ciertas categorías y conceptos previamente definidos y desarrollados, sin perder de vista los cambios y criterios que deban irse adaptando a distintos contextos históricos. Por ejemplo, es necesario mencionar más los antecedentes del altepetl pero siempre dentro del mundo nahua, sin convertirlo en un concepto aplicado a una generalidad territorial (Fernández y García, 2006). Una historia territorial de los barrios, siempre debe estar en relación con su contexto preciso en el tiempo y en el espacio. Pero, además, dicha historia aparece siempre sumergida en un proceso entre la homogeneización ideológica impuesto desde el poder y una reivindicación barrial a través de litigios, ciertas políticas locales y, sobre todo, a través de una religiosidad popular (Báez-Jorge, 2011). REFERENCIAS Álvarez Enríquez, Á. (coord.; 2011), Pueblos urbanos, identidad, ciudadanía y territorio en la ciudad de México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM, Miguel Ángel Porrúa librero-editor, México. Báez-Jorge, F. (2011), Debates en torno a lo sagrado. Religión popular y hegemonía clerical en el México indígena, Universidad Veracruzana, México. Castro Gutiérrez, F. (2010), “El origen y conformación de los barrios de indios”, en Castro Gutiérrez, F. (coord.), Los indios y las ciudades de Nueva España, Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM, México, pp. 105-122. Dávalos, M. (2009), Los letrados interpretan la ciudad: los barrios de indios en el umbral de la Independencia, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. Fernández Christlieb, F. y A. J. García Zambrano (coords. 2006), Territorialidad y paisaje en el altépetl del siglo XVI , Fondo de Cultura Económica/Instituto de Geografía-UNAM, México. Gibson, Ch. (2007), Los aztecas bajo el dominio español. 1519-1810, Siglo XXI editores, México. Granados, L. F. (2010), “Pasaportes neoclásicos. Identidad y cobro de tributo indígena en la ciudad de México Borbónica”, en Castro Gutiérrez, F. (coord.), Los indios y las ciudades de Nueva España, Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM, México, pp. 371-396. Raquel Urroz Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 159 Colóquio Internacional “Élisée Reclus e a geografia do Novo Mundo” [Coloquio Internacional “Elisée Reclus y la geografía del Nuevo Mundo”], São Paulo, 6 al 10 de diciembre de 2011. Entre os dias 6 e 10 de dezembro de 2011 realizouse na Universidade de São Paulo o Colóquio Internacional sobre Élisée Reclus e a geografia do Novo Mundo. Esse Colóquio foi organizado por estudantes da pós-graduação em geografia humana e alguns professores da Universidade de São Paulo e foi presidido pelo Professor Hervé Thiery. Em um primeiro momento contou com o financiamento do Consulado Geral da França em São Paulo e posteriormente com o da CAPES (Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal do Ensino Superior). O encontro foi primeiramente pensado a partir de quatro eixos de discussão: 1. Élisée Reclus e a tradição geográfica, 2. Élisée Reclus e as Geografias dos Novos Mundos, 3. Geografia política e geopolítica e 4. Élisée Reclus: educação e ensino na geografia. O encontro teve um total de 43 palestrantes (31 homens ou 72.1% e 12 mulheres ou 27.9%). Os dias de trabalho foram intensos geralmente começando de manhã e se estendendo até de noite. O site do evento pode ser acessado através do endereço: http://reclusmundusnovus.wordpress.com/. Esse Colóquio de certa maneira demonstra um alto grau de especialização, ou seja, temos uma série de doutores, mestres e alunos de pós-graduação que decidiram estudar a fundo o pensamento de um só geógrafo que imbuído do ideal anarquista produziu uma grande obra teórica e prática acerca da geografia do mundo. No entanto, devido à presença mesmo que sutil da desvalorização do campo da história do pensamento geográfico– nos parece que isso ocorre de alguma forma no Brasil– ou ainda a pouca força da história da nossa disciplina muitos autores dedicaram um tempo significativo de sua apresentação na contextualização e na apresentação dos aspectos básicos da obra de Élisée Reclus. O resultado dessa escolha foi a sobreposição e repetição de informações em alguns casos. Obviamente 160 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 isso não comprometeu o evento nem empobreceu o debate. De qualquer forma construímos nossa resenha de forma a tentar apresentar a síntese das informações e compilar tais sobreposições. Na abertura do evento contamos com a palestra da professora Béatrice Giblin uma pesquisadora que há muito tempo se dedica à obra de Reclus. Ela foi aluna de Yves Lacoste e seu trabalho sobre Reclus esteve ligado à revista Hérodote. E como expusemos anteriormente em sua apresentação será possível detectar várias informações que se repetiram posteriormente durante o evento. Primeiramente ela nos apresenta a idéia de que a liberdade conduz a obra de Élisée Reclus bem como seu pensamento político. Também que o Estado é uma máquina que deve ser desmantelada, é uma organização imposta pelos outros. Somente os indivíduos podem dirigir suas vidas e lutar contra a opressão. A moral, portanto é basicamente individual e até certa medida voluntarista. Dessa forma sua geografia serve o projeto político de lutar contra a opressão e de possibilitar a anarquia com homens livres e iguais em uma sociedade sem leis e sem autoridades. Reclus antes de se envolver umbilicalmente com o anarquismo escolhe ser geógrafo. Devido a sua infância em um ambiente familiar envolto pelo protestantismo Reclus desenvolveu sua sensibilidade pela observação e pelo respeito à natureza. Ele, no entanto, tem uma formação de gabinete através das lições de Ritter e da leitura de Humboldt. Acabada sua formação Reclus parte para o mundo e trabalha como geógrafo de campo, mas nunca sem ignorar ou subestimar o material de gabinete. Alguns pesquisadores como David Palacios colocam que Reclus não seria essencialmente um explorador no sentido tradicional do termo. Ele seria um geógrafo pois buscava colher muitas Colóquio Internacional “Élisée Reclus e a geografia do Novo Mundo” informações em arquivos através de seus contatos dentro do meio anarquista e elaborar verdadeiras sínteses regionais através do trabalho minucioso e comparativo acerca das fontes dos mais diversos locais do mundo. A rede de anarquistas seus componentes e sua funcionalidade foi tema de debate e esteve presente na apresentação de Petellier. Ele chama atenção do contato de Reclus com o anarquista Kotoku Shusui que lhe indicará o problema do imperialismo. Giblin contrariamente a essa idéia reafirma a necessidade de Reclus de ver pessoalmente, de ir ao local e de não se satisfazer apenas com a leitura. Em mais de uma mesa do Colóquio também foi destacado o fato de que as fontes que ele consultou e reuniu eram muito ricas e cobriam um longo período de tempo, de forma que do ponto de vista documental sua Géographie Universelle era mais rica do que a geografia mundial elaborada por alguns geógrafos vinculados a escola de Vidal de la Blache. Há então uma idéia que possui força de argumentação de que a geografia francesa sofreria um processo de empobrecimento diante de sua institucionalização acadêmica. Outro tema bastante debatido em todas as mesas é que imbuído do espírito da época Reclus era um grande incentivador do processo de colonização, pois em sua opinião o trabalho humano teria o papel de melhorar a natureza e não destruí-la. Através da colonização o tema da miscigenação de raças e a apropriação política da escravidão e do extermínio de raças ganham o tom político do debate. Encontrar o equilíbrio ao qual Reclus se refere é o melhoramento da natureza como um bem comum para toda a humanidade constituída com base na cooperação e na solidariedade entre os homens. No entanto, como apontaram vários palestrantes para Reclus a ascensão do capitalismo e suas inovações técnicas representam um progresso e ao mesmo tempo um regresso. E toda sua argumentação nesse sentido é plena de exemplos empíricos. E no que diz respeito à colonização da Argélia o colono francês teria um papel positivo uma vez que transformaria a terra não produtiva em frutos. Assim apesar dessas contradições Reclus é um entusiasta do avanço tecnológico, pois as novas tecnologias provocariam a resolução das contradições e trariam conseqüentemente o equilíbrio entre sociedade e natureza. Phillipe Pelletier, no entanto, nos lembra de que Reclus utiliza o termo contradição e não o termo dialético. Isso porque a dialética era um termo avesso a população não culta e porque de certa forma remetia aos debates entre anarquistas e socialistas na primeira internacional –como entre Marx e Engels. Reclus se localiza em um momento histórico que a ecologia ainda não foi inventada, entretanto ele é um ecologista avant lettre tanto no sentido de visualizar a relação entre homem e natureza através de laços profundos e essenciais, quanto ao perceber que é necessário conservar a natureza e encontrar um equilíbrio de seu uso. Através dessa análise relacional profunda Giblin vislumbra em sua obra aquilo que chama de geopolítica cidadã que dá conta de compreender as relações de poder em uma microescala, como por exemplo, no estudo de Reclus sobre a cidade de Nova York na Géographie Universelle. Marcella S. di Friedberg nessa mesma verve fez uma comparação das visões acerca da ecologia e das interpretações que decorrem do discurso sobre a natureza advindo de Reclus. Como destaca citando P. Pelletier a causa verde é sempre positiva e remete ao politicamente correto. Friedberg comparou as visões de natureza que temos atualmente e a visão de Reclus. De uma forma geral nos coloca que atualmente temos os eco-otimistas e os catastrofistas, porém Reclus não se encaixaria nessas classificações atuais. Ele teria uma interpretação mais rica e atenta ao dinamismo terrestre em que a técnica é a chave para o aumento dos recursos disponíveis. E onde o recurso final é o próprio ser humano e onde se evidência claramente sua fé no anarquismo e na vontade humana. A ciência para Reclus, de acordo com Marcella, se remete a um campo de disputa ideológica e de visões de mundo. Assim não é só a produção do conhecimento é pensada mas também sua reprodução na forma da educação onde uma educação libertária se faz necessária com contato físico e direto da realidade. Apesar de Reclus só adentrar na academia tardiamente alguns geógrafos consideram sua geografia enciclopédica, porém não acadêmica. Reclus falava ou era capaz de ler em seis línguas diferentes, possuía grande cultura, recebia informações Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 161 Breno Viotto Pedrosa de uma grande rede de anarquistas e colaboradores e havia feito várias viagens. Diante desse fato David Palacios afirma que Reclus era em si um centro de cálculo tendo em vista o volume de informações que reúne e a extensão de sua obra. E se por um lado foi um pensador que até certa medida adiantou o enfoque ecológico, por outro lado ele foi contemporâneo do darwinismo e acompanhou o ápice de sua divulgação. E diante das apropriações do darwinismo pelo pensamento social Reclus tem uma postura decididamente anarquista que reverbera e se alimenta na obra de Kropotkin. A escolha é que o convívio e a sociedade humana devem se pautar na cooperação e não na competição da espécie. Fato que não impede Reclus de identificar a luta de classes. Porém, os dominados são solidários e os dominantes são invejosos e competitivos. Nesse sentido o novo mundo é visto com esperanças do surgimento de novos tipos de sociedade. A visão utopista acerca do novo mundo foi explicitada em várias palestras e especialmente no apresentado por David Palacios que buscou explorar a relação entre Reclus e um colaborador colombiano que não ligado às redes anarquistas. Seu nome era Vergara y Velasco um membro do exército da Nova Granada que era politicamente conservador o que contrastava com os ideais de Reclus. Mesmo assim ambos desenvolveram uma relação duradoura de troca e respeito intelectual. Vergara y Velasco chegou até mesmo a traduzir a parte da Géographie Universelle sobre a Nova Granada no momento em que esta era publicada na França. Reclus publica ainda quando volta à França “Viajem a Serra Nevada de Santa Marta” e em seus estudos apresenta uma regionalização da Colômbia. No que diz respeito ao Panamá é interessante destacar que Reclus é um entusiasta da construção do canal, pois acredita que o comércio é um veículo civilizador. Ao se deparar com a ascensão do capitalismo Reclus raciocina que o comércio é uma espécie de motor da história e da geografia. Por fim cabe ressaltar que Vergara y Velasco foi contatado posteriormente pelos geógrafos vidalianos quando eles estavam reeditando a Géographie Universelle, porém em uma relação assimétrica onde os cientistas do centro mais se alimentavam do conhecimento periférico consolidado. Enfim o fato 162 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 era que a relação entre Reclus e Vergara era mais cordial e de trocas científicas. Alejandro C. Ortíz destacou que Reclus observa a simbiose do homem com o território e os diferentes costumes e culturas. Ressalta ainda a importância do café e ironicamente coloca que apesar do regime republicano na Nova Granada o presidente tem poder de imperador e a igreja recebeu metade das terras do país. Marcelo Miyahiro nos conta sobre a viajem de Reclus ao Brasil onde ele vai basicamente do Rio de Janeiro à São Paulo. No Rio fala sobre os aspectos urbanos e os processos de migração campocidade. Em São Paulo visita as fazendas de café e observa novamente o sistema escravocrata. Reclus passa pelo Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro onde tem a recepção e o apoio do Marquês de Paranaguá. É eleito sócio honorário da Academia brasileira de Letras e sócio temporário da Sociedade de Geografia do Rio de Janeiro. Em 1894 Reclus escreve o livro “Estados Unidos do Brasil” que mais ou menos 6 ou 7 anos depois é traduzido e se inclui como anexo o texto “Território contestado franco-brasileiro”. Essas obras foram utilizadas pela diplomacia brasileira para ganhar a disputa de fronteira acerca da Guiana Francesa. Estratégia que deu certo uma vez que a fronteira é traçada a partir do Cabo Orange e não do Rio Amazonas como queriam os franceses. Hervé Thiery nos apresenta um trabalho sobre como Reclus vê a guerra do Paraguai. Curiosamente Reclus detecta como a guerra colocará em xeque a sociedade latifundiária e escravocrata no Brasil desgastando o regime imperial. Poucos anos após essa guerra a República e a abolição da escravidão são proclamadas. Francisco Albert também se dedica a expor como Reclus viu a estruturação da sociedade brasileira percebendo a escravidão no Brasil de maneira diferente dos Estados Unidos. Aqui haveria traços de um feudalismo ou ainda um sistema de favores e acordos entre senhores e escravos distinto da segregação dos Estados Unidos de América. Outro trabalho que nos pareceu muito interessante foi de Rui Campos em que ele analisa a obra de Reclus “Histoire d’um ruisseau” [História de um córrego] em que se analisa em cada um dos capítulos como o córrego nasce e percorre o território até chegar ao mar. Reclus se refere ao ciclo da água Colóquio Internacional “Élisée Reclus e a geografia do Novo Mundo” e ainda demonstra como os rios são apropriados pelo homem e como eles tem um valor essencial para a sociedade. Nos fala ainda sobre a utilização do rio como fronteira política. Ainda nessa obra ele remete as grutas como o primeiro habitat humano, chama atenção para o mau uso da água e até mesmo se refere poeticamente ao uso do rio como espaço de entretenimento e contemplação na natureza. E no meio da análise sustenta que o mundo não seria uma justaposição de elementos por camadas, mas um todo sustentado por constantes relações. Outra idéia que apareceu de forma diluída em várias mesas é o fato do ideal anarquista de Reclus fazer com que ele tenha uma postura contra a igreja uma vez que ela seria apoiadora da dominação de classes, a favor da igualdade de gêneros, contra as ideias malthusianas e contra o racismo −e conseqüentemente entusiasta da mestiçagem. Reclus também embebido do ideal anarquista aponta para a dissolução dos governos e das fronteiras e alguns até mesmo o indicaram como um predecessor da ideia de mundialização. A contradição diante disso é que nos parece que Reclus não despreza completamente a ideia de nação. Também no âmbito do anarquismo temos suas reflexões sobre a relação entre evolução, revolução e a não alienação da autonomia do sujeito na construção de uma sociedade justa. Nesse contexto é que Reclus cunha o termo geografia social calcado na decisão soberana no individuo e na luta de classes rumo ao equilíbrio social. Diante de todo exposto como nos coloca Pablo Campos a geografia de Élisée Reclus já se demonstra como multiescala e não pautada centralmente no Estado. Reclus dá muita importância à propriedade comunal que se manifesta na maioria das culturas ao redor do mundo. Phillippe Pelletier por sua vez explorou mais como o anarquismo fundamenta a visão de mundo de Reclus e como a participação de uma rede de anarquistas foi importante para sua obra e para aprofundar suas reflexões sobre o próprio anarquismo. Aqui se esclarece a questão nacional: Reclus investe muito na visão de federações regionais de trabalhadores que se vêem como parte do mundo e não de uma nação. O que na prática não descarta a ideia de divisões nacionais, porém sempre remete ao federalismo. Pelletier demonstra ainda que em um cenário cheio de deterministas como o próprio Bakhunin Reclus optou pela adaptação, pela diversidade e complexidade do meio, ou seja, pelas múltiplas determinações. Nos coloca ainda que a ideia de que o progresso acompanha o regresso vem de Vico o que certamente será um mote essencial do desenvolvimento de sua obra. E Pelletier tem muito cuidado para situar Reclus em seu tempo e não taxa-lo simplesmente de ecologista isso porque não se trata exclusivamente da relação do organismo com o meio ambiente, mas de relações múltiplas que envolvem vários elementos. O desfecho do colóquio se deu com a palestra de Roland Creaght que fez suas considerações sobre Reclus. E coloca que ele possui muitos traços anti-eurocentricos uma fez que via no novo mundo como uma possibilidade de reorganização social e o velho mundo como decadente. Creaght também contrasta a visão de Marx e Reclus sobre a questão do eurocentrismo, mas também sobre a guerra civil nos EUA onde Reclus se preocupava mais com a emancipação dos povos. Finalmente a riqueza do conhecimento está em saber viver e trabalhar na terra numa concepção que seria próxima a idéia da práxis marxista no sentido que o conhecimento deve ser realizado na vida e na política. Ao fim do evento pudemos concluir que mesmo com as sobreposições e lugares comuns acerca da obra de Reclus tivemos um mosaico de matizes sobre vários aspectos de seu pensamento o que se evidenciou através do debate. Apesar de tudo Reclus não é celebrado para que fique no passado. Ele é revisitado que para possa agregar realmente idéias importantes e elaborações metodológicas que nos ajudem a entender o mundo atual mesmo que ele seja um autor do século XIX. Como nos demonstrou Marcella atualmente uma espécie de neurose generalizada nos impede de encarar a natureza como algo dinâmico uma vez que a ideologia da conservação ambiental faz o senso comum vê-la como algo estático e que obviamente precisa ser preservada de maneira intocável. Pessoalmente um aspecto que me incomoda do pensamento reclusiano é a presença de várias metáforas naturalizantes ou ainda uma tendência de naturalizar o que tem uma essencial cultural. Obviamente essas metáforas Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 163 Breno Viotto Pedrosa são um instrumento importante de teorização e de expressão de determinados processos e que irão estar entre os vidalianos. Mas o grande contraste do pensamento reclusiano se comparado à escola vidaliana recai com certeza sobre a apreensão do dinamismo do mundo. Como Creaght ressaltou 164 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 em sua palestra o erro do pensamento cartesiano foi ver o movimento como algo irracional. Breno Viotto Pedrosa Departamento de Geografia, Universidade de São Paulo Instituto de Geografía Tropical: medio siglo de institucionalización científica de la Geografía en Cuba (1962-2012) El surgimiento y el desarrollo de las investigaciones geográficas cubanas, antes de 1959, estuvieron profundamente vinculados a las tradiciones naturalistas y geográficas de prominentes personalidades que contribuyeron a la sistematización del pensamiento geográfico, a su fortalecimiento pedagógico y a la creación de los cimientos institucionales de dicha rama del saber científico en la nación caribeña. De manera cronológica, son relevantes las contribuciones realizadas por Alexander von Humboldt (17691859), Esteban Pichardo Tapia (1779-1879), Felipe Poey Aloy (1799-1891), Carlos de la Torre Huerta (1858-1950), Alfredo Aguayo Sánchez (1866-1948), Ramiro Guerra Sánchez (18801970), Fernando Ortiz y Fernández (1881-1969), Salvador Massip Valdés (1891-1978), Erwin Raisz (1893-1968), Sarah E. Ysalgué Ysalgué (18941989), Pedro E. Cañas Abril (1902-1992), Leví Marrero Artiles (1911-1995), Gerardo A. Canet Álvarez (1911-2011) y Antonio Núñez Jiménez (1923-1998). Cabe destacar que Salvador Massip Valdés constituye un ícono de la historia geográfica cubana y latinoamericana. La institucionalización de las ciencias geográficas emanó de la promulgación de la ley 1011 del 20 de febrero de 1962, que estableció la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba. Esta resolución jurídica constituyó la plataforma para el despegue, el auge y la proyección de las ciencias cubanas, determinando la fundación de la Academia de Ciencias de Cuba y, con ello, la del Instituto de Geografía y Geología, el 9 de marzo de ese año. En 1967, con la creación del Instituto de Geología y Paleontología, se abre una etapa importante para la consolidación geográfica institucional. A su vez, en 1962 se crea la Escuela de Geografía (actual Facultad) de la Universidad de La Habana. A lo largo de su fructífera historia han sido directores del Instituto de Geografía (de Geografía Tropical, después de 1995), Salvador Massip Valdés −Presidente de Honor (1962-1966), Pedro Eduardo Cañas Abril (1966-1981), Gladstone Oliva Gutiérrez (1981-1989), Jorge Luis Díaz Díaz (1989-1993), José Ramón Hernández Santana (1993-1997), Juan Mario Martínez Suárez (19972002) y Marlén Palet Rabaza (2002-actualidad). En sus primeros años, la institución enfrentó múltiples retos, tales como la organización institucional de su naciente razón social; la asimilación y agrupación de los especialistas cubanos más sobresalientes en el quehacer geográfico; la formación acelerada de su joven personal académico; y la búsqueda, recopilación y clasificación de las obras geográficas y cartográficas existentes, muchas de ellas fragmentadas, dispersas y, en ocasiones, parcialmente desconocidas. En la creación de su incipiente centro de información, Juan Pérez de la Riva (1913-1976), destacado demógrafo y sociólogo, sentó las bases de la catalogación bibliográfica, así como del acervo cartográfico institucional. La primera visión estructural de la institución quedó integrada por cuatro departamentos científicos: Geografía Física, Geografía Económica, Cartografía y Espeleología, en correspondencia con las grandes direcciones geográficas del siglo XX y, en el caso particular espeleológico, por la notable distribución del karst tropical en el país y los conocimientos acumulados por la Sociedad Espeleológica de Cuba, fundada en 1940. En la primera década, las actividades científicas estuvieron dirigidas a la recopilación del material geográfico disperso, la catalogación de la toponimia cubana (nomenclátor), la determinación de diversos parámetros geográficos del país, la realización de mapas a relieve, e investigaciones de carácter Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 165 José Ramón Hernández Santana regional (Hernández y Díaz, 1994). La documentación acumulada, unida a los conocimientos de S. Massip Valdés, S. E. Ysalgué Ysalgué, A. Núñez Jiménez y P. E. Cañas Abril, permitieron, conjuntamente con los científicos soviéticos I. P. Guerasimov (1905-1985), F. F. Davitaya (1911-1979), D. A. Lilienberg (1928-2005) y J. G. Mashbits (1928-1997), la elaboración del Atlas Nacional de Cuba de 1970. Esta obra amplió las temáticas con respecto al primer Atlas Nacional, elaborado por G. A. Canet Álvarez, bajo la redacción cartográfica de E. Raisz, en 1949. Concluida esta primera gran visión geográfica y cartográfica nacional, se inició el programa de investigaciones “Inventario y evaluación de los recursos naturales del territorio nacional”, lo que facilitó, además, la especialización disciplinaria de diversos grupos académicos. En toda esta etapa (1972-1989), un papel cardinal fue jugado por la colaboración de especialistas de diversas instituciones geográficas, entre ellas: Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias de la URSS (actualmente de Rusia), Instituto de Geografía de Brno (antigua Academia de Ciencias de Checoslovaquia), Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Varsovia, Instituto de Geografía y Geoecología de la antigua Academia de Ciencias de la República Democrática Alemana, Instituto de Geografía y Organización Espacial de la Academia de Ciencias de Polonia, Universidad Palacky de Olomouc (antigua Checoslovaquia), Instituto de Espeleología “Emil G. Racovitza” de la Academia de Ciencias de Rumania, entre los principales pilares que contribuyeron a la asesoría y co-ejecución de importantes proyectos geográficos y obras cartográficas, así como a la formación de los jóvenes geógrafos, muchos de los cuales concluyeron sus doctorados en esos países, en la década de los años ochenta. La asesoría y la colaboración de los geomorfólogos soviéticos D. A., Lilienberg, V. M. Muratov (1983 †), E. A. Finko (1929-2007) y D. S. Asoian, fueron esenciales en las investigaciones sobre la morfogénesis, la estructura, la dinámica endógena y la percepción remota del relieve, representada cartográficamente en levantamientos nacionales, regionales (Pinar del Río, La Habana, Camagüey y otros) y locales (Topes de Collantes, Varadero). La 166 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 creación y madurez del primer grupo nacional especializado en el estudio del relieve, el establecimiento del polígono geodinámico complejo en Santiago de Cuba y la cartografía de los movimientos tectónicos recientes de la corteza terrestre, fueron pulsaciones del progreso geomorfológico durante las primeras décadas, incluyendo la difusión de la teoría del análisis morfoestructural del relieve en América Latina. La posición geográfica cubana, dentro de la zona tropical, y su esencia insular, siempre despertaron un especial interés geográfico zonal para los científicos de Europa oriental, enclavados en zonas templadas y frías. En este sentido, múltiples resultados climatológicos e hidrológicos fueron alcanzados bajo la proyección de destacados expertos soviéticos, como F. F. Davitaya, K. C. Goguishvili, I. I. Trusov, A. N. Krenke, M. M. Chernavskaya, M. I. Lvovich (1906-1998), G. Ya. Karasik y A. M. Grin. Obras científicas sobre los recursos climáticos del país; las variaciones espacio-temporales de sus precipitaciones; el balance hídrico nacional y en cuencas hidrográficas, bajo el prisma de la dinámica de los procesos físico-geográficos exógenos en estaciones experimentales; la historia del clima cubano; y la evaluación de sequías en cuencas hidrográficas de zonas secas, como la del Río Cauto; condujeron al conocimiento de las regularidades de la distribución, la disponibilidad y el manejo del agua, las variaciones térmicas hiperanuales, y a aplicaciones agroclimatológicas regionales. Las investigaciones socioeconómicas asimilaron la riqueza académica de diversas escuelas geográficas europeas. La visión de la geografía soviética de aquellos años, basada en la asesoría de J. G. Mashbits y de G. A. Privalovskaya, estuvo enfocada a las bases geográficas de la regionalización económica nacional y de algunas provincias, a la evaluación de los recursos naturales para el desarrollo económico y al nivel de su asimilación productiva. La colaboración conjunta entre especialistas polacos, como A. Dembicz (1939-2009), J. Kostrowicki, J. Makowski, W. Tyszkiewicz, R. Kulikowski y otros, con los geógrafos cubanos, permitió transitar por las premisas geográficas de la integración latinoamericana y caribeña, así como por las perspectivas de los complejos agroindustriales y la geografía de Instituto de Geografía Tropical: medio siglo de institucionalización científica de la Geografía en Cuba (1962-2012) la agricultura. Por su parte, la geografía alemana contribuyó al estudio del proceso de urbanización del país y a caracterizar los complejos territoriales de la economía azucarera; en esta dirección fue notable la asesoría de los especialistas H. Lüdemann, H. Heinzmann, F. Hönsh y otros. La influencia de la geografía francesa ocupó la cartografía temática socioeconómica (J. C. Guenier) y los aspectos integracionistas regionales (H. Riviere d’Arc). En los primeros veinte años, el desarrollo académico disciplinar alcanzado, unido al carácter multidisciplinario de las problemáticas contemporáneas de la naturaleza y de la sociedad, determinó la visión holística del porvenir geográfico y del quehacer institucional. En los albores de los años setenta, a nivel global, se intensifica la atención sobre los problemas ambientales, por lo que la institución incorpora, a partir de 1983 y en colaboración con el Instituto de Brno, en la actual República Checa, la línea científica de investigaciones geográficas del medio ambiente, contando con la colaboración de especialistas checos reconocidos, como J. Rauser, A. Bucek, J. Lacina, K. Kirchner, J. Zapletalová y otros, quienes asesoraron al grupo cubano de geografía del medio ambiente, sentando las bases para el establecimiento del departamento homónimo. Este núcleo inicial forjó los aspectos teóricos y metodológicos, bajo el enfoque de los geosistemas, de su tipología, del estrés ecológico de los mismos, así como las bases de la planificación geoecológica del territorio, aplicadas al municipio Los Palacios, Cuba occidental. Estas experiencias fueron diseminadas por varios países latinoamericanos. El karst es considerado como uno de los factores azonales más extendido en el archipiélago cubano. Desde la creación de la Sociedad Espeleológica de Cuba y, posteriormente, con la fundación de los grupos espeleológicos provinciales y la creación del Departamento de Espeleología en la institución, se extiende e intensifica un amplio programa de investigaciones carsológicas y espeleológicas, conjuntamente con los especialistas checos V. Panoš (1922-2002), O. Stelcl, J. Sládek (19262001) y J. Přibil, en la concepción y la elaboración del mapa carsológico del país, a escala 1:250 000. La colaboración con los espeleólogos rumanos L. Botosaneanu, S. Negrea y otros, permitió realizar importantes expediciones científicas en 1969, 1970 y 1973, y se fundó en Siboney, Santiago de Cuba, en 1972, el Laboratorio Bioespeleológico “Emil G. Racovitza”, el segundo existente en el mundo, después del francés, localizado en la Gruta de Moulis. El desarrollo cartográfico transitó desde un grupo de diseño, modelado a relieve y dibujo técnico hasta un departamento especializado, tanto en cartografía tradicional como automatizada, llegando a formular e implementar un sistema de información geográfica (SIG) sobre el país. Además de los atlas nacionales de 1970 y 1989, se ejecutaron atlas regionales (Regional del Caribe, 1979; provincias de Camagüey, 1989, y Santiago de Cuba, 1990) y especiales (Biográfico José Martí, 1983; Demográfico, 1985; Climático, 1987; Cultura Física y el Deporte, 1991; Agropecuario y Forestal de Pinar del Río, 1992; Medio Ambiente del Caribe, 1995; Etnográfico, 1997; Atlas Infantil: conoce a Cuba, 1997), con la participación de instituciones especializadas y de expertos de los antiguos grupos geográficos provinciales de Santiago de Cuba, Camagüey y Pinar del Río, hoy transformados en centros de investigación independientes. La cartógrafa soviética L. N. Iljiná contribuyó a la solidez en la redacción cartográfica de los atlas, en general. El desarrollo cognoscitivo acumulado sobre la realidad geográfica cubana, quedó reflejado y sintetizado en el Nuevo Atlas Nacional de Cuba (1989). Esta obra selló un importante ciclo en el desarrollo institucional de la geografía nacional y abrió una nueva etapa de profundización sobre el papel y la utilidad social de su desarrollo como ciencia, y de su derrotero hacia la búsqueda de soluciones al desarrollo socioeconómico de la nación (Díaz et al., 1992). Esta filosofía pragmática, pero necesaria, fortaleció los vínculos con las entidades gubernamentales y productivas, desde aquel entonces, contribuyendo a la realización de múltiples estudios geográficos territoriales en provincias como Cienfuegos, Las Tunas, Guantánamo, Ciego de Ávila, Santiago de Cuba, Sancti Spíritus, Ciudad de La Habana (abasto alimentario), y en los municipios Isla de la Juventud, Plaza de la Revolución y Buey Arriba, y el Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 167 José Ramón Hernández Santana área del Turquino, así como de otras investigaciones multidisciplinarias. A su vez, ya en esos tiempos y hasta el presente, florece el papel de los geógrafos del Instituto, en la asesoría y colaboración con otras instituciones europeas (España, Francia, Islandia), pero sobre todo con América Latina (UNAM, UAEM, UdG, UAG - México; INETER - Nicaragua; República Dominicana, Puerto Rico y Venezuela). En 1994 surge el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, y el 3 de agosto de 1995, en plena celebración de la Conferencia Regional de la Unión Geográfica Internacional y del V Encuentro de Geógrafos de América Latina, se declara al Instituto de Geografía, como Instituto de Geografía Tropical, en su sede del Vedado, La Habana. La esencia de este nuevo rumbo geográfico respondía a la necesidad de profundizar en las leyes y dinámica de los procesos naturales en condiciones tropicales; al estudio de las regularidades específicas del medio ambiente y de las montañas de dicha zona geográfica; a la evaluación de los procesos de integración económica regional y a las relaciones entre la modernización y la cultura productiva local; a la caracterización y evaluación del karst en condiciones del trópico húmedo insular, y a la modelación cartográfica de la interacción naturaleza-sociedad y su actualización mediante SIG, entre las principales. Un momento importante, acorde al ciclo del desarrollo de las ciencias cubanas, la visión aplicada de la geografía y el soporte financiero de la institución, fue la asociación 168 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 mixta entre el departamento comercial GEOTECH y varias empresas cartográficas españolas, bajo la Corporación CESIGMA División América, en 1994, abriendo el prisma de la consultoría ambiental nacional, fundamentalmente en turismo y minería, y en otros países caribeños y centroamericanos. En la primera década del siglo XXI, la institución ha incursionado en direcciones actuales de integración geográfica, como el ordenamiento ambiental, el desarrollo local, la gestión del riesgo, el manejo de cuencas hidrográficas, la geomática y diversas fórmulas del manejo medioambiental; así como ha establecido bases para la continuidad y el desarrollo de la docencia geográfica posgraduada, tanto nacional como en el extranjero. REFERENCIAS Díaz Díaz, J. L., J. R. Hernández Santana, L. R. Díaz Cisneros, E. Propín Frejomil y O. Muñiz Gutiérrez (1992), “Estado y perspectivas de las investigaciones en el Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias de Cuba”, CANOA, núm. 1, pp. 13-22. Hernández Santana, J. R. y J. L. Díaz Díaz (1994), “Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias de Cuba: una nueva proyección científica hacia el siglo XXI”, MAPPING, núm. 16, pp. 12-26. José Ramón Hernández Santana Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México Normas para los autores Investigaciones Geográficas es una revista científica mexicana, de excelencia en el campo de la Geografía; publica trabajos originales en español, portugués e inglés que son sometidos a evaluación por un comité de expertos. Los autores deberán sujetarse a las siguientes normas, para ambas versiones, también disponibles en el portal del Instituto (www.igeograf.unam.mx). Primera versión del texto 1. Los escritos deben hacerse llegar al Editor Técnico de Investigaciones Geográficas, Boletín, en original y tres copias impresas además de una versión digital (requisito indispensable), a la siguiente dirección: Sección Editorial Instituto de Geografía, UNAM Circuito de la Investigación Científica s/n Ciudad Universitaria Delegación Coyoacán 04360 México, D. F. 2. Los trabajos estarán acompañados de una carta donde el(los) autor(res) deberá(n) confirmar que se trata de un trabajo original que no ha sido publicado ni sometido a otra revista impresa o electrónica. Este comunicado debe ir firmado por todos los autores del artículo. 3. La extensión máxima de los trabajos es de 25 cuartillas tamaño carta, a doble espacio, texto, letra Times New Roman de 12 puntos, con márgenes de 2.5 en los cuatro lados de la hoja. Las 25 cuartillas incluyen espacios, textos, resumen, notas, referencias bibliográficas, figuras y cuadros. Una primera hoja, no incluida en las cuartillas antedichas, llevará el título del trabajo, el(los) nombre(s) completo(s) del(los) autor(es), sin abreviaturas; adscripción institucional, dirección (completa), teléfonos de contacto y correo electrónico. No debe añadirse ningún otro texto en esta hoja. 4. En la primera hoja de las 25 que constituyen el texto, debe aparecer, otra vez, el título del trabajo, sin el nombre del autor o autores. Inmediatamente abajo un resumen, en el idioma del artículo, que no supere las 200 palabras. Asimismo, abajo se incluirá un máximo de seis palabras clave (mínimo de tres) sobre la naturaleza del trabajo. 5. A lo largo del escrito deben quedar claramente indicados los acápites (sin numerar) referidos a introducción, las distintas secciones que constituyen el estudio, la secuencia de las figuras indicadas a lo largo del texto y las conclusiones. 6. Deberá excluirse, en esta primera versión, la sección de “agradecimientos”; ésta será incluida sólo en la versión aceptada y no ocupará más de un párrafo, después de las conclusiones y antes de las referencias. Deberá excluirse, también, cualquier dato que deje ver quién es el autor del trabajo, incluso en las figuras (mapas). 7. Las notas, al pie de página, se numerarán en forma progresiva. Se sugiere elaborar un mínimo de notas y de corta extensión. 8. Los mapas, fotografías y gráficas se denominan “Figuras”. Las tablas y cuadros se consideran “Cuadros”. Deben ir numerados consecutivamente e insertados al final del trabajo, señalando en el texto el lugar dónde van insertados, acompañados de su respectivo pie, título y fuente. Todos deberán estar referidos en el texto. En caso de imágenes antiguas o tomadas de otros textos o de Internet, deberán acompañarse de los permisos de uso y reproducción impresa (copyright) otorgados a la UNAM. Las figuras pueden ser en blanco y negro (cuatro escalas de grises o achurados) o a color, en cuyo caso los autores asumirán el costo de impresión. 9. Dentro del cuerpo del trabajo se preferirá el sistema de referencia Harvard (ejemplo: Coll, 2003:75). Las referencias bibliográficas, al final del escrito, deben aparecer como sigue: Publicación periódica: Córdoba y Ordóñez, J. y A. García de Fuentes (2003), “Turismo, globalización y medio ambiente en el Caribe mexicano”, Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 52, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp. 117-136. Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 169 Publicación no periódica: Luke Gallup, J., A. Gaviria and E. Lora (2003), Is Geography Destiny?, Lessons from Latin America, Stanford University Press/World Bank, Palo Alto, Calif., Washington D. C. Capítulo de libro: Mendoza Vargas, H. y J. I. Muro (2009), “El mapa nacional en España y México, 19280-1940. Proyectos cartográficos de larga duración”, en Mendoza Vargas, H., E. Ribera Carbó y P. Sunyer Martín (coords.), La integración del territorio en una idea de Estado. México y España, 1820-1940, Instituto de Geografía-UNAM/Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y Agencia Española de Cooperación Internacional, México, pp. 97-117. Libro: Coll-Hurtado, A. (coord.; 2009), Una vida entre valles y colinas. Pierre George: un homenaje, Colec. Geografía para el Siglo XXI, Serie Textos universitarios, núm 4, Instituto de Geografía, UNAM, México. Fuentes electrónicas: parecidas a la fuente habitual, pero al final se pondrá entre corchetes [la liga completa y la fecha de consulta], ejemplo: Tort, J. (2004), “Hacia la geografía”, Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. IX, núm. 538, 5 de octubre de 2004. [http:// www.ub.es/geocrit/b3w-538.htm: 10 de octubre de 2004]. Disco compacto: Aguirre Sacasa, F. X. (2003), Un Atlas histórico de Nicaragua/Nicaragua, An historical Atlas, Colección Cultural de Centro América, [InForma/Conservation Imaging Systems Inc.], edición bilingüe, Nicaragua [cd-rom]. INEGI (2000), México en el siglo XX (panorama estadístico), México [cd-rom]. Las citas “en prensa” de los autores, deberá omitirse, tanto en esta primera versión como en la versión para su publicación. 10. La sección de Avances de Investigación se integra por escritos cortos que presenten hechos científicos producto de una investigación en marcha, que no hayan sido publicados antes. Este trabajo debe sentar precedentes para la reflexión, mediante la formulación de preguntas e hipótesis plenamente justificadas, para ser resueltas en investigaciones futuras. Tendrán una extensión máxima de tres cuartillas, incluyendo cuadros, figuras y bibliografía (véase las normas X), y estarán sujetos a dictamen. 170 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 11. La sección de Debate aceptará comentarios de no más de una cuartilla sobre temas de interés de la comunidad geográfica, comúnmente producto de alguna investigación ya publicada en la revista. El Comité Editorial se encargará de hacer llegar a los autores de los artículos, aquellos comentarios de debate que considere interesantes para que puedan ser respondidos por los autores originales. Se permitirá que los debates continúen hasta por un número más que aquél en el que hayan sido publicados originalmente. Es requisito indispensable que los debates sean producto de una discusión científica fundamentada, que se llevan a cabo dentro de un ámbito de respeto académico, sin que esto signifique que carezcan de elementos críticos. 12. Las Notas y Noticias son aquellas dedicadas a la divulgación de discusiones e intercambio de ideas en eventos académicos de índole geográfica, regional, nacional e internacional, así como de perspectivas de interés geográfico; con una extensión de hasta dos cuartillas. 13. Las Reseñas serán críticas y/o informativas de libros recientes, tanto geográficos como de carácter interdisciplinario, de temas novedosos, de interés social y económico; del ambiente y de la tecnología geográfica, así como de la reflexión teórica, histórica y cultural del territorio. La extensión no rebasará las tres cuartillas. 14. Los editores del Boletín se reservan el derecho de devolver los artículos que no cumplan con estas Normas para los autores Segunda versión del texto: 1. Los autores deberán asumir lo indicado por los dictámenes académicos, así como lo que señalan estas normas editoriales. Una vez hecho esto, se regresarán los trabajos a los editores del Boletín, quienes emitirán el oficio correspondiente a la aprobación del artículo. 2. Todas las figuras deberán entregarse por separado y en archivo original de acuerdo con las especificaciones de cada tipo. Si no se cuenta con los archivos digitales, serán proporcionados los originales en “cámara-ready” y tamaño carta. El o los autores deberán indicar qué figura(s) debe(n) imprimirse a color. El costo por imprimir una página a color corre por su cuenta y es de $400.00 pesos (IVA incluido) a la siguiente cuenta bancaria si se encuentra en México: Banco: BBVA BANCOMER Nombre: Universidad Nacional Autónoma de México Núm. de cuenta: 0446634494 Plaza: 001 Ciudad de México Sucursal: número 3461 Clabe interbancaria: 01218000446634494-2 cuatro escalas de grises después de lo cual se deberán usar achurados que contrasten adecuadamente. Para pagos desde el extranjero se deberá realizar una transferencia al Banco: 3. Los mapas, fotografías y gráficas se denominan “Figuras”. Se numerarán consecutivamente y deberán insertarse al final del texto, señalando en el texto el lugar dónde van a pegarse. Las tablas y cuadros se numeran como “Cuadros”. Los pies de figuras, las leyendas o encabezados (títulos de cuadros), deben ser ordenados en archivos aparte y, al igual que las figuras, numerados consecutivamente, señalando en el texto su inserción. J.P. Morgan Chase Bank; Cuenta: 001-01693118; Domicilio: P.O. Box 2558, Main Street, Houston, Texas, USA, teléfono: 001-713-216-6324; tipo de moneda: dólares americanos. 4. Evite referir en las referencias finales trabajos “en prensa” y la locución latina et al.; en cuanto a ésta, deberá mencionar a todos los autores, no así en el cuerpo del texto donde sí se utiliza dicha locución. Si la transferencia es realizada en el territorio estadounidense o desde país latinoamericano, únicamente deberá considerar el número ABA del banco: 021000021. Si la transferencia proviene del cualquier país de Europa, el código de identificación SWIFT del banco es: CHA SUS33; el número de ABA del banco es: 021000021. En caso de necesitar factura, deberá hacer llegar los datos correspondientes para que se le extienda (RFC, nombre, domicilio). Una vez realizado el pago le sugerimos que entregue, o envíe por correo electrónico, la ficha de depósito en la oficina de la Sección Editorial. a) Mapas: deberán contar con coordenadas geográficas en grados y minutos, escala gráfica y leyenda explícita, sin incluir “rosa de los vientos”. El título queda fuera de los márgenes del mapa y deberá incluir la(s) fuente(s). Se entregarán en formato AI (Ilustrator), CR (Corel) o EPS. b) Cuadros: en formato excel o tabla insertada en word, de preferencia sin líneas de división y sin celdas sombreadas. c) Fotografías: en archivo TIF, JPG a 300 dpi como mínimo, bien contrastadas y que ilustren claramente el punto de la investigación. d) Gráficas: se entregarán en vectores, en formato AI (Ilustrator), CR (Corel) o EPS, o en su defecto, en excel. En caso de que no vayan a color, se emplearán como máximo Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 171 Guidelines for authors Investigaciones Geográficas is a Mexican scientific Journal of excellence in the field of Geography; it publishers original work in Spanish, Portuguese and English, and all material is submitted to a committee of experts for evaluation. The authors must adhere to the following requirements for the two versions; these requirements may also be viewed on the Institute web page (www.igeograf.unam.mx). First version of the text 1. The authors should send to the Technical Editor of Investigaciones Geográficas, Boletín, an original and three printed copies as well as a digital version (mandatory) at the following address: Sección Editorial Instituto de Geografía, UNAM Circuito de la Investigación Científica s/n Ciudad Universitaria Delegación Coyoacán 04360 México, D. F. 2. The work should be accompanied by a covering letter in which the author(s) must confirm that the work is original and has been neither published by nor submitted to another Journal, whether a print journal or an electronic journal. This letter must be signed by all authors of the paper. 3. The paper must not exceed 25 letter-size [or A4] sheets, with double-spaced text in 12pt Times New Roman, with margins of 2.5 cm on all four borders of the page. These 25 sheets include spaces, text, abstract, notes, references, figures and tables. A first page, not included in the above-mentioned sheets, must state the title of the work, the complete names of the author(s) without abbreviations, the institution of affiliation, 172 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 the complete address, a contact telephone number and the email address. No other text should be included on this page. 4. On the first of the 25 pages of text, the title of the work must appear again, but without the name(s) of the author(s). Immediately below this should be an abstract in the language of the paper and not exceeding 200 words. Below this, there should be at least three, and not more than six, keywords indicating the nature of the work. 5. Throughout the paper, section headings should clearly indicate (without numbering) the Introduction, the separate sections of the paper, the sequence of figures through the course of the paper, and the conclusions. 6. An Acknowledgements section should not be included in this first version; this should be included only in the accepted version and must not exceed a single paragraph; it should follow the Conclusions and precede the References. This first version must also exclude any material that might reveal the identity of the author(s), including any indication of this in the figures (maps). 7. Notes, at the foot of the page, are to be numbered consecutively. It is recommended that notes be short and few. 8. Maps, photographs and graphs are referred to as “Figures”. Tables and charts are referred to as “Tables”. They must be numbered consecutively and placed at the end of the paper, each accompanied by its caption, title and source. Each must be referred to in the text, and the position where each should be inserted should be indicated at the appropriate place in the text accompanied by the respective caption, title and source. Old images, or those taken from other texts or from the Internet, should be accompanied by permission granted to UNAM by the copyright holder for their use and printed. Figures may be in black and with (four shades of grey or shading) or in color; in the latter case, the author pay the cost of printing. 9. Within the body of the paper, the Harvard reference system is preferred (e.g. Coll, 2003:75). The bibliographic references, at the end of the paper, should be listed as follows: Serial publication: Córdoba y Ordóñez, J. y A. García de Fuentes (2003), “Turismo, globalización y medio ambiente en el Caribe mexicano”, Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 52, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp. 117-136. Occasional publication: Luke Gallup, J., A. Gaviria and E. Lora (2003), Is Geography Destiny?, Lessons from Latin America, Stanford University Press/World Bank, Palo Alto, Calif., Washington D. C. Book chapter: Mendoza Vargas, H. y J. I. Muro (2009), “El mapa nacional en España y México, 19280-1940. Proyectos cartográficos de larga duración”, en Mendoza Vargas, H., E. Ribera Carbó y P. Sunyer Martín (coords.), La integración del territorio en una idea de Estado. México y España, 1820-1940, Instituto de Geografía-UNAM/Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y Agencia Española de Cooperación Internacional, México, pp. 97-117. Book: Coll-Hurtado, A. (coord.; 2009), Una vida entre valles y colinas. Pierre George: un homenaje, Colec. Geografía para el Siglo XXI, Serie Textos universitarios, núm 4, Instituto de Geografía, UNAM, México. Electronic sources: parecidas a la fuente habitual, pero al final se pondrá entre corchetes [la liga completa y la fecha de consulta], ejemplo: Tort, J. (2004), “Hacia la geografía”, Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. IX, núm. 538, 5 de octubre de 2004. [http:// www.ub.es/geocrit/b3w-538.htm: 10 de octubre de 2004]. Compac disk: Aguirre Sacasa, F. X. (2003), Un Atlas histórico de Nicaragua/Nicaragua, An historical Atlas, Colección Cultural de Centro América, [InForma/Conservation Imaging Systems Inc.], edición bilingüe, Nicaragua [cd-rom]. INEGI (2000), México en el siglo XX (panorama estadístico), México [cd-rom]. “In press” citations of the authors must not be included, either in this first version or in the version for publication. 10. The section Avances de Investigación [Advances in Research] comprises short articles that present scientific findings from research in progress that have not previously been published. This material should form the basis for further development by posing questions and stating fully justified hypotheses to be addressed in future research. Length should not exceed three printed pages including tables, figures and references. The material is subject to review. 11. The section Debate will accept comments not exceeding one printed page on topics of interest to the geography community, usually the product of research already published in the journal. The Editorial Committee undertakes to inform the authors of those earlier articles of any comments that it considers interesting, so that the original authors may respond to such comments. The debate can continue only within the issue of the journal immediately following the publication of the original paper. Any debate must represent a scientifically based discussion rooted in mutual professional respect, but with room for justified criticism. 12. The Notas and Noticias are dedicated to the spread of discussions and the interchange of ideas in academic events of a regional, national and international geographical nature, as well as perspectives of geographical interest. Length should not exceed two printed pages. 13. The Reseñas are critiques and/or details of recent books, whether geographical or of an interdisciplinary nature, of novel topics, of social and economic interest; of the environment and geographic technology, as well as consideration of theoretical, historical and cultural aspects of the land. Length should not exceed three printed pages. 14. The editors of the Boletín reserve the right to reject material that does not comply with these Instructions to Authors. Second version of the text: 1. The authors must accept the outcome of the academic review process as well as any editorial instructions. Once Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 173 this has been accomplished the work may be returned to the editors of the journal, who will send confirmation of acceptance of the article. 2. All figures must be submitted separately and within the original document according to the individual specifications. If digital versions are not available, the originals can be sent as “camera-ready” copy and letter size [or A4]. The author(s) should indicate which figures are to be printed in colour. The cost of printing one page in colour, borne by the author(s), is $400.00 pesos (including VAT), to be transferred to the following account if the authors are in Mexico: Banco: BBVA BANCOMER Nombre: Universidad Nacional Autónoma de México Núm. de cuenta: 0446634494 Plaza: 001 Ciudad de México Sucursal: número 3461 Clabe interbancaria: 01218000446634494-2 Payment from outside Mexico should be in US dollars by bank transfer to: If this transfer is from within the USA or Latin America, all that is necessary is the ABA of the bank: 021000021. If the transfer is from a country within Europe, the SWIFT identification code of the bank is CHA SUS33 and the ABA of the bank is 021000021. If an invoice is required, the appropriate details should be supplied so that it can be sent (RFC, name, private address). Once payment has been made, we suggest that the deposit slip be sent, or attached to an email message, to the Editorial Section. a) Maps: these should have geographical coordinates in degrees and minutes, a scale and an explanatory legend, but not a compass rose. The title should be outside the margins of the map and must include the source(s). Maps should be submitted in AI (Illustrator), CR (Corel) or EPS format. b) Tables: in Excel format, or inserted in Word, preferably without dividing lines and without shaded cells. c) Photographs: as TIF, JPG files at a minimum of 300 dpi, 174 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 with sufficient contrast and clearly illustrating the point being made. d) Graphs: should be submitted in vectors, in AI (Illustrator), CR (Corel) or EPS format, of, failing this, in Excel. Those not in colour can employ not more than four shades of grey; this can be supplemented with shadings of sufficient contrast. 3. Maps, photographs and graphs are designated “Figures”. They are to be numbered consecutively and should be placed at the end of the text, with an indication in the text of the place at which each should be inserted. Tables and charts are numbered as “Tables”. The figure captions, the legends and headings (titles of tables) should be listed in separate files and, like the figures, numbered consecutively. Their appropriate placing in the text should be indicated. 4. Avoid referring in the final version of the References list to works “in press”, and also avoid the Latin expression et al.; all authors should be listed. However, “et al.” is appropriate for citations within the main text. Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, núm. 77, fue impreso el 30 de marzo de 2012, en los talleres de Impretei, S.A. de C.V., Almería 17, Col. Postal, Del. Benito Juárez, 03400, México, D.F. El tiraje consta de 300 ejemplares, sobre papel couché de 100 grs. Para la formación de galeras se usó la fuente tipográfica Adobe Garamond Pro, en 9.5/10, 10/12, 11.2/12.7 y 16/19 puntos. El diseño, formación y cuidado de impresión estuvieron a cargo de Laura Diana López Ascencio, de la Sección Editorial de la Dependencia.
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