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Oliveira, F. R. de y H. Mendoza Vargas (coords.; 2010),
Mapas de Metade do Mundo, a cartografia e a construção territorial dos espaços americanos, sécalos XVI a
XIX/Mapas de la Mitad del Mundo, la cartografía y la construcción territorial e los espacios americanos, siglos
XVI al XIX,
Centro de Estudos Geográficos, Universidade de Lisboa e Instituto de Geografía, UNAM, Lisboa,
463 p., ISBN 978-972-636-200-5
Desde que fue publicada post mortem la ya clásica
serie de “ensayos posmodernos lúcidos y vigorosos”
de Brian Harley sobre la historia de la cartografía,
tanto en su versión inglesa (Harley, 2001), como
en la castellana (Harley, 2005), en el mundo académico latinoamericano parece haber resurgido
el interés por el análisis histórico-cartográfico.
Pero en América Latina este no es un fenómeno
reciente. En algunos países de la región, la tradición
cartográfica se remonta a la época prehispánica y
la producción de mapas relativos a sus territorios
fue abundante y compleja durante todo el periodo
colonial, de modo que en diferentes repositorios
del mundo sobreviven valiosos documentos cartográficos sobre la Iberoamérica colonial, así como
sobre los estados nacionales que desde el siglo XIX
se constituyeron en esas provincias. Algunos de
esos mapas han sido objeto de estudio de geógrafos, historiadores y otros investigadores a lo largo
de la historia moderna. El libro que coordinaron
Francisco Roque de Oliveira1 y Héctor Mendoza
Vargas2 es muestra de ello. Los coordinadores del
libro eligieron el título de Mapas de la Mitad del
Mundo pues los trabajos que lo conforman analizan
mapas de la América hispánica y portuguesa. El
título fue ideado y adaptado en función de una de
las expresiones de Juan López de Velasco, cuando
1
Doctor en Geografía Humana por la Universidad Autónoma de Barcelona (2003), profesor del Instituto de Geografía
y Ordenamiento del Territorio de la Universidad de Lisboa
e investigador del Centro de Estudios Geográficos de la
misma universidad, e investigador asociado en el Centro de
Historia de Além-Mar de la Universidad Nueva de Lisboa
y de la Universidad de las Azores.
2
Doctor en Geografía por la Universidad de Barcelona
(1997), investigador titular del Instituto de Geografía de
la UNAM y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras
de la misma universidad.
124 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
redactando su Geografía y Descripción Universal
de las Indias en la década de 1570, explicaba que
“Las Indias, islas y Tierrafirme del mar Océano …
que comúnmente llaman Nuevo Mundo, es toda
la tierra y mares comprendidos en un hemisferio o
mitad del mundo” (López [c.1574], 1894).
Resulta esta una obra verdaderamente bilingüe,
pues de los diecinueve trabajos de los que consta,
nueve se presentan en un portugués claro y comprensible a los hispanohablantes, y diez en castellano, en tanto que los coordinadores nos hacen
su presentación traducida a ambos idiomas. Este
volumen se originó en el II Simposio Iberoamericano de Historia de la Cartografía llevado a cabo en
abril de 2008 en la Ciudad de México (Oliveira,
2008), pues cerca de la mitad de los trabajos que
lo componen fueron presentados en ese evento en
forma de ponencias.3 Los demás capítulos que lo
integran fueron solicitados a los autores para formar los cuatro ejes temáticos que lo estructuran y
que definieron las partes en que se dividió el libro:
i) las fuentes y la reflexión filosófica e histórica,
ii) las nuevas ideas en viejos mapas (o “los desafíos
de la mirada”), iii) las tensiones territoriales y las
noticias de Iberoamérica y, finalmente, iv) los mapas y la navegación (o “el horizonte amplio”). Cada
una de estas partes comprende cuatro trabajos, dos
en portugués y dos en castellano, con excepción de
la tercera, en la que se incluyen siete, tres de los
cuales están en portugués.
La primera parte del libro se abre con una
revisión sobre los estudios cartográficos en MéxiEn 2009, Héctor Mendoza Vargas había coordinado un
volumen semejante en colaboración con Carla Lois (Mendoza y Lois, 2009). Aquél resultó parcialmente del I Simposio
Iberoamericano de Historia de la Cartografía realizado en
Buenos Aires en abril de 2006 (Troncoso, 2006).
3
Mapas de Metade do Mundo, a cartografia e a construção territorial dos espaços americanos...
co, donde Urroz y Mendoza encuentran “cuatro
estilos en el estudio de los mapas de México […]
los trabajos de recopilación, los estudios técnicos,
la perspectiva positivista y el enfoque cultural y
social” (p. 24). Aunque se podría decir que las tres
últimas categorías resultan relativamente arbitrarias
al no ser definitorias, ya que los estudios técnicos
podrían también tener una perspectiva positivista
o un enfoque cultural; pero la revisión de los trabajos en sí es bastante interesante y la bibliografía
que recopilan resulta de gran alcance. Entre sus
líneas y notas los autores apuntan a una cuestión
no menor, y es que la conservación de los mapas
antiguos es una de las tareas pendientes en nuestro
país. Destacan también el importante papel de los
mapas como ensamble del conocimiento histórico
y geográfico (p. 21).
Lo anterior queda de manifiesto en el interactuar cotidiano de los geógrafos con los historiadores, pues cuando la historia se hace con
mapas, las relaciones y causalidades en el tiempo
y en el espacio se hacen visibles, se aclaran, y
pese a la aparente percepción de los historiadores de que los mapas son en primera instancia
objeto de estudio de los geógrafos, como parecen pensar Hillerkuss y Flores Olague cuando
comentan que “analizar mapas geográficos como
fuentes, así como se practica con documentos
escritos, es poco común en el gremio de los historiadores” (p. 43), en realidad, el estudio de los
mapas históricos tampoco es una tarea en la que
muchos geógrafos hayan incursionado. De alguna
manera esto se advierte en el mismo libro, pues de
los 23 autores que participan en los 19 capítulos, la
mayoría tiene una formación de historiadores. Los
demás son geógrafos, arquitectos y un etnólogo,
con una formación relacionada con la cartografía
o con la historia de la geografía y la cartografía.
La importancia de la cartografía colonial
iberoamericana en los análisis que nos presenta
el libro es patente, pues doce de los diecinueve
trabajos que componen la obra se refieren a mapas
o análisis cartográficos de la época colonial, cinco
sobre México y cuatro sobre Brasil, uno sobre Perú
y dos sobre los espacios marítimos de los circuitos
coloniales. Uno de los escritos se aboca a la época
de la independencia brasileña y el uso geopolítico
de la memoria toponímica en la formación del
Estado, y otros cuatro capítulos examinan temas
de la cartografía iberoamericana en el siglo XIX, dos
en relación con México, uno con Brasil y uno con
la Patagonia. Los otros dos trabajos consisten en
estudios historiográficos o de la enseñanza cartográfica, uno a mediados del siglo XX en Brasil y el
otro es un análisis del tiempo presente en México.
De este modo, ocho de los trabajos se refieren a
México, siete a Brasil, uno al Perú colonial, otro a la
Patagonia del XIX y otros dos estudian los espacios
marítimos y los circuitos coloniales.
La riqueza de este libro consiste en primer lugar, en el tema central que examina, pues el de la
cartografía histórica iberoamericana es uno muy
pocas veces abordado. Desde el punto de vista del
análisis y hermenéutica de los mapas, este trabajo
cuenta con varias aportaciones interesantes, como
la de Beatriz Piccolotto, en el que procura seguir
algunos lineamientos interpretativos como la
contextualización del cartógrafo, el del mapa en el
entramado de otros mapas y textos, y el significado
de fondo de la carta; el capítulo que examina la
pintura de Atlatlahuca presenta también claves metodológicas interesantes, al analizar el mapa en cada
una de sus partes, relacionándolo cuidadosamente
con su contexto histórico y espacial, procurando
identificar en el terreno mismo algunos relictos
que se representan en la pintura y que se pueden
identificar en campo hasta el día de hoy.
Por otra parte, es posible acercarnos al libro
desde una perspectiva cronológica, de manera que
se puede distinguir parte del entramado de la lógica
metropolitana de la Península Ibérica en relación
con algunas regiones estratégicas de los territorios
americanos, como son las minas del Brasil o la región
amazónica, cuestión que se maneja tanto por la ya
mencionada Piccolotto, como por Claudia Damasceno, Mario C. Ferreira y Renata Malcher, autora
que en su Diseñar ciudades en el papel y en el terreno… nos recuerda también la gran importancia del
poblamiento en la defensa del territorio y en la conservación de las áreas de frontera. La defensa no sólo
con fortificaciones, sino con personas. Cita la autora
que el gobernador de la capitanía de São Paulo, refiriéndose a las recién descubiertas minas de Matto
Grosso, en 1740 recomendaba al rey de Portugal:
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 125
Lourdes de Ita Rubio
La fortificación de aquellas minas que hoy son
como los confines de la conquista de Portugal en
esta América es muy útil y necesaria, pero ha de
ser de gente y no de muros, porque estos apenas
defienden su circuito, y aquella guarda toda la
extensión del país, siendo una fortaleza móvil que
en cualquier parte resiste y destruye conservando
lo conquistado y conquistando mas (p. 179).
Es curioso que una recomendación semejante
haría por los mismos años al rey de España el contador José Antonio de Villaseñor y Sánchez, proponiéndole además que dotara de tierras a los indígenas que se llevaban entonces del centro de México
para poblar las provincias del norte, de manera
que estos colonizadores indígenas, poseyendo tierras, defendieran de manera más eficiente el territorio. La propuesta fue desechada por los Borbones.
Otras regiones estratégicas en Iberoamérica
fueron los puertos, la cartografía al respecto aporta
información sumamente valiosa y singular para
comprender cabalmente los hitos de los circuitos
coloniales y la actividad de los puertos como pivotes
en dichos circuitos. Al respecto contribuyen los
capítulos de Miguel Rodrigues, Omar Moncada,
Guadalupe Pinzón y Karina Busto.
Los capítulos sobre toponimia y geopolítica,
y toponimia e imaginario de Iris Kantor y Carla
Lois, resultan también imprescindibles en un libro
como este, así como los relativos a la enseñanza de
la cartografía y a la enseñanza de la historia de la
cartografía, representados aquí por los trabajos de
Francisco Roque de Oliveira y Valeria Trevizani. El
encontrar las relaciones entre los eventos regionales
iberoamericanos y los cartógrafos celebérrimos
como Mercator y Ortelius resulta siempre fascinante, como lo es el capítulo sobre las posibles
fuentes novohispanas y el origen del mapa de
Nueva Galicia del célebre Abraham Ortelius. Las
propuestas valientes como la de Hillerkuss y Flores
Olarte en relación con el protagonismo de Lebrón
de Quiñones como principal informante para ese
mapa junto con Diego Ramírez y Hernán Martínez
de la Marcha, no sólo pueden llegar a ser pieza clave
en la reconstrucción del mosaico del origen de un
126 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
mapa tan valioso como el mencionado de Ortelius,
sino que dan pauta a otras posibles hipótesis y a la
discusión con otros académicos interesados en el
área y en el periodo.
Uno de los aspectos que podría mejorarse, es
el de la nitidez de los mapas que se reproducen.
Siendo esta una excelente integración de trabajos
que usan el mapa no como ilustración sino como
fuente y documento de análisis, y contando con las
descripciones mismas de cada uno de los autores,
la legibilidad del contenido de los mapas debería
ser imprescindible. Dado que la impresión de la
obra se ha hecho en un tipo de papel que ayuda
a lograr una mayor claridad al respecto, lo único
que se requería sería una mayor resolución en la
impresión cartográfica y sólo en algunos casos el
aumentar un poquito el tamaño de las imágenes.
En suma, Mapas de la Mitad del Mundo, es un
libro sumamente interesante, en el que cada capítulo es una pequeña demostración de las riquezas
ocultas que los mapas antiguos siguen revelando a
quienes procuran encontrarlas.
REFERENCIAS
Harley, J. B. (2001), The New Nature of maps, Essays in the
History of Cartography, The Johns Hopkins University
Press, Baltimore and London.
Harley, J. B. (2005), La Nueva Naturaleza de los Mapas,
Ensayos sobre la historia de la cartografía, Fondo de
Cultura Económica, México.
López de Velasco, J. ([c. 1574], 1894), Geografía y descripción universal de las Indias, Boletín de la Sociedad
Geográfica de Madrid, Fontanet, Madrid.
Mendoza Vargas, H. y C. Lois (coords.; 2009), Historias
de la Cartografía de Iberoamérica. Nuevos caminos, viejos problemas, (Colección: Geografía para el siglo XXI.
Serie Libros de Investigación, núm. 4), Instituto de
Geografía-UNAM, Instituto Nacional de Estadística
y Geografía, México.
Oliveira, F. R. de (2008), “II Simposio Iberoamericano
de Historia de la Cartografía. La cartografía y el conocimiento del territorio en los países iberoamericanos. Ciudad de México, 21-25 de abril de 2008”, en
Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 66, Instituto
de Geografía, UNAM, México, pp. 167-171.
Mapas de Metade do Mundo, a cartografia e a construção territorial dos espaços americanos...
Troncoso, C. A. (2006), “I Simposio Iberoamericano
de Historia de la Cartografía. Imágenes y lenguajes
cartográficos en las representaciones del espacio y del
tiempo, Buenos Aires, 20, 21 y 22 de abril de 2006”,
en Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 60, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp. 171-174.
Lourdes de Ita Rubio
Instituto de Investigaciones Históricas
Universidad Michoacana
de San Nicolás de Hidalgo
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 127
Mary, C. P. (2010),
Geografias Pátrias: Brasil e Portugal – 1875-1889,
Editora da Universidade Federal Fluminense, Niterói,
192 p., ISBN 978-85-228-0533-4
Originalmente uma tese de doutorado1 e inserido
em uma recente empreitada teórica na historiografia da geografia brasileira, de investigação da
produção do saber geográfico durante o Império
(1822-1889), o livro de Cristina Pessanha Mary2
tem como escopo geral a compreensão das concepções de geografia vigentes em tal período,
analisando, particularmente, a chamada Seção
Brasileira da Sociedade de Geografia de Lisboa
(SGL). Nesse sentido, uma das preocupações centrais da obra reside em responder a determinadas
questões referentes ao papel das sociedades geográficas na América Latina, marcadas pelo sentido
colonialista das congêneres europeias, mas muito
imbricadas à elaboração das identidades nacionais
das ex-colônias.
Há em Geografias Pátrias três perspectivas de
investigação. Uma primeira, europeia, destacando
a fundação da SGL (em 1875) numa conjuntura diretamente ligada ao colonialismo, sem esquecer, por
Tese defendida em 2006 no Programa de História Social
da Universidade Federal do Rio de Janeiro com o título de A
Seção da Sociedade de Geografia de Lisboa no Brasil e o Sonho
de um Novo Império Africano; orientada por Manoel Luiz
Lima Salgado Guimaraes. Devido muito provavelmente
a um erro tipográfico, o título do livro aparece na capa
da edição resenhada como “Geografias Pátrias: Portugal e
Brasil – 1875-1889” (e não “Brasil e Portugal”, tal como
consta nos dados de catalogação).
2
Cristina Pessanha Mary é professora do Departamento de
Geografia da Universidade Federal Fluminense (Niterói,
Estado do Rio de Janeiro), dedicando-se particularmente à
pesquisa sobre historiografia da geografia brasileira. Participa
do grupo de pesquisa “Geografia Brasileira: História e Política”. Alguns resultados parciais de suas pesquisas, bem como
desdobramentos de sua tese de doutorado, foram publicados
em artigos na revista do Instituto Histórico e Geográfico
Brasileiro e da Sociedade Brasileira de História da Ciência.
(Dados obtidos no livro resenhado e na plataforma Lattes
do CNPQ [http://lattes.cnpq.br/]).
1
128 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
outro lado, de como tal sociedade geográfica respondia também a anseios de reafirmação da questão
nacional lusitana, cujo projeto compreendeu a
abertura de seções “além-mar”, bem demostrando
a articulação e o intercambio que havia entre o
mundo letrado português e o brasileiro –fato normalmente pouco destacado pela historiografia do/
no Brasil; daí uma segunda perspectiva, de cunho
mais regional. Por fim, nota-se uma terceira vertente analítica –nacional–, pois em 1881 a matriz
lisboeta da SGL vetara uma proposta brasileira de
transformação da seção do Rio de Janeiro em um
grêmio independente, estando aí um dos germes
para a criação, dois anos depois, em 1883, da Sociedade de Geografia do Rio de Janeiro (SGRJ), cujos
nomes principais eram praticamente os mesmos da
Seção Brasileira, mas com ambições evidentemente
relacionadas a um projeto nacional brasileiro, assinalando, pois, uma ruptura com o modelo anterior,
no qual o Brasil era percebido pelas lentes da elite
colonialista lusitana (e da elite local também) como
uma continuidade de Portugal.
Na breve “Introdução”, abordam-se algumas
discussões sobre a linha de investigação traçada
pela autora. Grosso modo, dividiu-se tradicionalmente no Brasil a historiografia da geografia entre
uma percepção voltada para o século XIX, entendo
como sinônimo deste campo de saber os relatos de
viagens e de “descrição da Terra” (p.18), (cita-se a
obra seminal a esse respeito, a Corografia Brasílica,
do padre Manoel Aires de Casal, (1817 [1976]),
e outra, focada no século passado, a partir da
qual se construiu uma perspectiva muito forte de
centralizar os estudos sobre geografia ao período
considerado como institucional, ou seja, aquele
posterior ao surgimento de uma “geografia universitária”, na década de 1930, cujos exemplos repetidos
exaustivamente repetidos na historiografia são os
Geografias Pátrias: Brasil e Portugal – 1875-1889
da Universidade de São Paulo, Universidade do
Distrito Federal e também o Instituto Brasileiro
de Geografia e Estatística.3
Mais recentemente, tem-se pensando a investigação acerca da geografia brasileira no século XIX
consideram-se dois caminhos: a) a partir da noção
de “pensamento geográfico” (Moraes, 1991), na
acepção de discursos sobre o território; b) a partir
da busca do entendimento dos significados da geografia “no processo maior de construção da nacionalidade durante o Império” (p. 19); num procedimento –predominantemente adotado pela autora– em que se valorizam, justamente, as sociedades
geográficas e agremiações afins como produtoras
de um conhecimento (materializado em boletins,
documentos, mapas ou mesmo expedições) o qual
não deve ser negligenciado na comparação com o
suposto saber “universitário”.
Exatamente sobre o caráter das sociedades geográficas é que tratam os dois primeiros capítulos
do livro: o primeiro (“Crônica do movimento
geográfico”), focado na atuação das sociedades
geográficas europeias no século XIX, e o segundo
(“A Sociedade de Geografia de Lisboa: refazendo
a ‘nação abatida’4”), atento à criação da SGL, em
1875, “em meio a uma Europa convulsionada pela
sanha imperialista” (p. 26), num momento também
de profunda crise em Portugal, tendo a Sociedade,
afinal, uma clara intenção em reatar e dinamizar a
“questão nacional” portuguesa.
Um problema central de Portugal era sua fragilidade frente a potências coloniais como Inglaterra,
França e mesmo Bélgica ou Alemanha: a nação abatida reclamava sua ausência de conferências (como a
de Bruxelas, em 1876) nas quais se selou a sorte da
África. De modo geral, a presença lusitana na África,
embora remontando ao século XV, nunca ultrapassara uma faixa litorânea, sendo uma “imensa carteira
de fundos territoriais” (p. 39). Não à toa, uma das
bandeiras da SGL, exatamente em uma década (a de
1870) na qual ganha corpo em Portugal o debate
Paradoxalmente, há ainda uma forte lacuna no Brasil em
relação a estudos sobre as geografias praticadas nos espaços
institucionais e dos próprios geógrafos a eles ligados.
4
Expressão tomada de empréstimo pela autora da obra de
Queiroz (1900 [1999]).
3
sobre sua própria decadência e convulsiona-se o
quadro político,5 será a reivindicação dos direitos
históricos lusitanos sobre esses territórios em África.
Assim como a maioria de suas coirmãs, mas
tardia se a elas comparadas,6 a SGL (composta por
sócios ordinários e correspondentes7) possuía um
perfil8 bastante de acordo com a participação de
membros da nobreza, funcionários públicos (civis e militares) e da elite intelectual e comercial9
lusitana; traduzido isso na figura de seu primeiro
presidente, o Visconde de São Januário, ele próprio,
solicitante junto ao governo brasileiro da criação de
uma “seção” da SGL no Brasil, justificada, de início,
pelo fato de existir no Rio de Janeiro uma grande
comunidade lusa. A partir de 1880, a Comissão
Central de Geografia do Ministério da Marinha
e Ultramar liga-se à SGL, bem exemplificando a
relação ambígua e complexa entre as sociedades
geográficas e o Estado; negando-se a visão, segundo
Pessanha Mary, bastante generalizada em atribuir a
criação das sociedades de geografia como um mero
reflexo do colonialismo.
Cumprirá, pois, toda essa intelligentsia um papel
divulgador da “missão colonizadora lusitana”, fundamentalmente, através do “Boletim” da Sociedade
e da influência de seu segundo presidente (em termos cronológicos): Luciano Cordeiro, um ardoroso
defensor do colonialismo português na África.10
Num crescente questionamento da Monarquia, resultando,
pois, em 1910, na proclamação da República Portuguesa.
6
Citam-se as sociedades de 1821 (Paris) ou ainda as do México e Brasil (década de 1830), (Capel, 1988); evidenciando-se
assim a SGL como uma criação bastante inserida no período
de grande incremento das sociedades geográficas, entre o
último quartel do século XIX e o início do século XX.
7
No caso da SGL, constavam como sócios correspondentes
nomes como os dos brasileiros Rui Barbosa e Visconde de
Rio Branco e do geógrafo Élisée Reclus. No seu auge, por
volta da primeira década do século XX, a SGL somou cerca
de 2 000 associados.
8
Interessante reparar que a maioria dos integrantes da SGL
era oriunda da Escola Politécnica de Lisboa.
9
Devido à industrialização tardia em Portugal, a burguesia
comercial tinha um papel central na sociedade daquele país.
10
Major do Exército português, Alexandre Serpa Pinto
realizou de fato, em 1877, a tão sonhada travessia da África
central, tendo sido seu “feito” celebrado em recepções na
SGL e na Seção Brasileira, em 1881.
5
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 129
Paulo Roberto de Albuquerque Bomfim
Urgia, assim, como uma “questão nacional”
em fins do século XIX, fazer das possessões portuguesas no continente africano um “novo Brasil”.
Tal intento compreendia efetivamente ocupar
e povoar os territórios, sobretudo, de Angola e
Moçambique, ambicionando-se uma antiga e imaginada interligação entre os oceanos Atlântico e o
Índico. Porém, esse projeto será bloqueado pela
Inglaterra, através do que ficou conhecido como
um “Ultimato” diplomático (1890): os britânicos
não se furtariam a uma guerra com o combalido
reino de Portugal se este pusesse entraves à expansão
inglesa, vinda desde a África do Sul, a qual, então, já
penetrava por territórios interiorizados, concreta e
literalmente, no “meio do caminho” das pretensões
lusas. Portanto:
Naquela conjuntura de aflição, em que, cada
vez mais, o ‘pensar Portugal’ se confundiu com
o ‘pensar o império’, a necessidade de conjugar
esforços para enfrentar as investidas concorrentes
nos territórios africanos ensejou a política (...) de
autorizar seções externas. Essas filiais deveriam ser
criadas nas diversas localidades onde fosse possível
reunir sócios correspondentes em número suficiente, e dispostos a aderir ao movimento geográfico,11
defendendo, propagando e representando os
interesses portugueses e da sociedade matriz em
Lisboa (pp. 63-64).
Esses interesses serão expressos através da seção
brasileira, objeto do 3º Capítulo do livro –“Seção
e Secessão”–, versando sobre a “reconstrução e
dinâmica” desta filial da SGL no Rio de Janeiro,
buscando, igualmente, traçar um panorama do
perfil dos associados, (suas respectivas posturas
ideológicas, atividades profissionais predominantes
etc.). Ao final, destaca-se o imbróglio separatista.
A criação da Seção acontece a partir de reunião,
em Lisboa, de alguns dos sócios-correspondentes da
SGL ligados à elite brasileira. Se havia no discurso
da SGL o ideal de uma suposta crença na ciência
Por movimento geográfico mundial entende-se o “conjunto
[das] ações expansionistas a levar [...] ‘civilização’ a localidades imaginadas como inóspitas e bárbaras” (p. 25), formado
por expedições militares, comerciais, “missões” religiosas etc.
11
130 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
enquanto depositária do apagamento das diferentes entre Portugal e Brasil (p. 74), fundamental é
observar que a matriz lisboeta condicionava todas
as deliberações das “seções” à sua aprovação da
matriz, numa estratégia evidentemente direcionada a inibir ações separatistas e/ou contrárias aos
interesses do projeto colonizador encabeçada pela
sociedade geográfica portuguesa. Assim, a estratégia
SGL em relação à seção brasileira constituiu em
reunir membros da elite de “além-mar” e emigrados portugueses. Nesse tom, o senador Cândido
Mendes de Almeida foi eleito presidente da Seção,
cuja presidência seria ainda completada, como
vice-presidentes e secretários-gerais, Henrique de
Beaurepaire Rohan, Visconde de Borges Castro,
Barão de Teffé e Francisco Maria Cordeiro; além
do imperador e Dom Pedro II como presidentehonorário (pp. 73-74). Na síntese da autora:
A Seção era (...) uma associação da elite imperial:
no topo, havia o imperador, sócio-honorário (...) e,
à sua volta, advogados, almirantes, médicos, entre
eles, nomes da ciência e da cultura (...), bem como
influentes editores da época (pp. 82-83).
No entanto, os membros da SGL não contavam
com o espírito separatista que tomaria conta de
alguns dos integrantes da Seção: no biênio 18811882 ocorreu a secessão, da qual resultaram novas
eleições, na verdade, apenas rearranjando a antiga
diretoria, a qual havia renunciado quando do
veto para a criação de uma sociedade geográfica
autônoma no Brasil. Somente o Barão de Teffé se
desligaria definitivamente da Seção Brasileira da
SGL. A iniciativa brasileira recebeu inicialmente
uma acolhida simpática por parte do Visconde
de São Januário, acabando por ser vetada, porém,
por pressão e influência de Luciano Cordeiro. Esse
desejo de autonomia não fazia parte, definitivamente, do repertório do grupo hegemônico da SGL. A
negativa levou à criação, como dito, da SGRJ.
Mas, afinal, quais foram as “geografias” elaboradas na Seção?
Pessanha Mary chama atenção para a heterogeneidade do temário da “Revista Mensal da Seção
da Sociedade de Geografia de Lisboa no Brasil”,
da qual teriam circulado apenas algo em torno de
Geografias Pátrias: Brasil e Portugal – 1875-1889
dez números, entre 1881 e 1886. Propõe a autora
uma classificação em três fases na linha editorial
do periódico: uma voltada predominantemente
para artigos sobre o Brasil (questões de limites,
sobretudo), uma segunda, na qual a geografia se
aproximara bastante da antropologia, numa predominância de artigos sobre grupos indígenas do
território brasileiro, e uma terceira fase, em que se
intentou dar um último fôlego ao escopo maior da
SGL; ou seja, as abordagens sobre a África.
Nessa fase final (também como mencionado) já
não pertenceria mais à Seção o personagem focado
no 4º Capítulo –“O Barão de Teffé e uma outra
geografia”–, o qual destaca a trajetória de Antônio
Luiz Von Hoonholtz (o Barão de Teffé, militar da
Marinha e alto funcionário do Império), único
membro da Seção da SGL a abandonar a direção e
a própria Sociedade em si, justamente por ser um
reivindicador em prol de uma geografia brasileira,
traduzida fundamentalmente no debate sobre a
identidade nacional (recusando-se os regionalismos
então predominantes) como ligação cultural do
“povo” com seu território, bem como na necessidade imperativa de melhor conhecer e cartografar o
país –daí a defesa, por parte de Teffé– de expedições
e iniciativas práticas, em oposição à atuação da SGL,
restrita a discussões de salão.
“A questão nacional como um divisor de águas
das geografias do Império” constitui a conclusão
do livro de Pessanha Mary, analisando a ruptura
ideológica (sobretudo, após a proclamação da República) da intelectualidade brasileira em relação
a Portugal. De fato, os anos finais do otocento e as
primeiras décadas do século XX foram assinalados
por um sentimento antilusitano, no Brasil. Contribuíram para isso (mais que a simples passagem de
um regime a outro –da Monarquia para República),
elementos relacionados a um processo– lento, e
que percorre todo o período pós-1822 (posterior
à independência) –de tomada de consciência,
por parte das elites “provinciais” (regionais) a
respeito das questões mais atinentes ao “todo nacional” (caminho motivado por acontecimentos
como a Guerra do Paraguai – 1864-1870); bem
como o debate, daí oriundo, entre centralismo
e federalismo no Brasil. Estava posta agora uma
comparação dia a dia maior entre o Brasil e o
modelo norte-americano: uma polêmica entre
iberistas –defensores da continuidade com Portugal– e americanistas. Antes visto pela própria elite
local como um transplante de Portugal, o Brasil
começava a ser pensado como um território cujo
conhecimento, ocupação e devido povoamento
tornavam-se projetos centrais para um almejado
“desenvolvimento” (vide a geografia de Teffé),
estando aí o embrião de um discurso (e de uma
prática) predominante e central na geografia
material brasileira no século XX: a apropriação
econômica e política dos fundos territoriais por
parte do Estado nacional.
Apesar de as conclusões do livro de Pessanha
Mary não serem exatamente imprevisíveis [pois
apontam para a –inevitável– ruptura política e
cultural da elite brasileira com a velha metrópole;
ensejando um projeto de uma geografia voltada para
o próprio território nacional], um dos grandes méritos da obra, além do objeto em si, um caso muito
exemplar de tentativa de continuidade cultural da
antiga metrópole sobre a ex-colônia, refere-se à ampla pesquisa de fontes primárias (Boletins e Revistas
das Sociedades Geográficas). Não é possível avaliar,
considerando somente o livro resenhado, até que
ponto a SGL e sua Seção Brasileira estiveram direta
ou indiretamente envolvidas com a elaboração de
mapas, procedimento de realização técnica um
tanto complexa no Brasil imperial. No entanto,
a cartografia no livro é bastante acanhada: são
precisamente seis pequenas adaptações gráficas,12
simplificadas (em preto e branco), de mapas não
originais. Ao fim, nos “Apêndices”, apresentam-se
diversos quadros elaborados pela autora: Diretorias
da Sociedade de Geografia de Lisboa; Perfil social
dos diretores da SGL; Diretorias da Seção; Equipes
de redação e chefia de redação; Sócios da Seção da
SGL no Brasil – 1881; Subseções da Seção (“Comissões de Contas” e “Comissões Geográficas”); Autores e artigos da Revista da Seção da SGL no Brasil.
A saber: “O Congo depois da Conferência de Berlim”;
“Viagens de exploração dos portugueses na África no século
XV”; “Travessia realizada pelos pombeiros e viagem de Lacerda e Almeida”; “O traçado da costa ocidental da África,
em fins do século XV”; “A região de Ielala”; “Expedição
portuguesa à África austral de 1877”. O primeiro é retirado
de McEvedy (1996) e os demais de Santos (1988).
12
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 131
Paulo Roberto de Albuquerque Bomfim
REFERÊNCIAS
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Edusp/Itatiaia, São Paulo/Belo Horizonte.
Capel, H. (1988), Filosofía y ciencia en la geografía
contemporánea, 3ª ed., Barcanova, Barcelona.
McEvedy, C. (1996), The Penguin Atlas of African History,
Penguin Books Ltd, London.
Moraes, A. C. R. (1991), Ideologias geográficas, 2ª ed.,
Hucitec, São Paulo.
132 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
Queiroz, E. de (1900 [1999]), A ilustre Casa de Ramires,
Martin Claret, São Paulo.
Santos, M. E. M. (1988), Viagens de exploração terrestre
dos portugueses em África, Centro de Estudos de História e Cartografia Antiga, Lisboa.
Serpa Pinto, A. (1881 [1979]), Como eu atravessei a África
(02 vol.), Publicações Europa-América, Lisboa.
Paulo Roberto de Albuquerque Bomfim,
Instituto Federal de Educação,
Ciência e Tecnologia de São Paulo
Haesbaert, R. (2010),
Regional-Global, Dilemas da Região e da Regionalização na Geografía Contemporânea,
Bertrand Brasil, Rio de Janeiro,
208 p., ISBN 978-85-286-1445-9
Desde un enfoque claramente asentado en las
propuestas filosóficas del llamado pensamiento
post-estructuralista (principalmente en Deleuze y
Guattari), que a su vez dialoga con la geopolítica
y la geografía cultural, Rogério Haesbaert1 ha trabajado en torno a las relaciones entre territorio y
sociedad a partir de los conceptos de territorialidad,
identidad y región. Él mismo reconoce en este libro, que a lo largo de su carrera, la temática de lo
regional siempre ha sido de su interés, comenzando
por su disertación de maestría presentada en 1988
y cuya continuidad en el tiempo ha resultado en
diversas publicaciones (Haesbaert, 1986, 2003,
2006, 2008, 2011).
Existe una pregunta subyacente en las indagaciones de Haesbaert, y es ¿cómo pensar los conceptos de territorio y región en esta fase del capitalismo
global? El geógrafo toma posicionamiento frente a
algunos discursos que en las dos últimas dos décadas han considerado que estamos ante el fin de los
territorio y el fin de las regiones,2 destacando, por el
contrario, la actualidad de tales conceptos para el
análisis de los procesos globales, así como también
su firme resistencia a través del tiempo, evidenciada
en sus sucesivas muertes y resurrecciones. En este sentido, el autor señala que en concomitancia con los
Doctor en Geografía Humana y profesor en la Universidad
Federal Fluminense de Rio de Janeiro. Ha repartido sus estudios de posgrado entre la Universidad de São Paulo, donde
obtuvo su doctorado, el Instituto de Estudios Políticos de
París y la Open University de Londres, donde realizó su
posdoctorado y trabajó con Doreen Massey. Posiblemente
sea uno de los referentes más importantes en Brasil y en
Latinoamérica que en los últimos años se ha abocado a
analizar, sistematizar y resignificar las ideas de territorio y
región a la luz de los procesos actuales.
2
Haesbaert menciona a: Derek Gregory, Neil Smith, John
Agnew, Paul Virilio y Richard O´Brien.
1
efectos homogeneizadores de los procesos de globalización, actúan otros procesos que, al contrario,
redefinen singularidades espaciales y territoriales, y
rediseñan las regiones. Desde la consideración del
carácter múltiple de los procesos globalizadores
que, según señala el autor, a la vez que moldean
los diferentes contextos geográficos, son moldeados
por las especificidades de éstos, Haesbaert resalta
este nuevo marco de articulaciones complejas que
re-diseñan profundamente las regiones en sus diversas
escalas (Haesbaert, 2010:13) y fuerzan a revisar su
concepción. Y el trabajo de Haesbaert ha sido justamente establecer nuevos puntos de referencia para
pensar la región en el actual marco de relaciones.
Regional-Global constituye una recopilación de
artículos producidos durante una década, de 1999 al
2009, agrupados con un sentido temático y cronológico en torno al debate sobre los conceptos de región y regionalización, a la luz de los procesos de
globalización. El libro se organiza en tres partes.
La primera tiene como objetivo revisar históricamente el concepto de región en la Geografía;
en la segunda sección, de carácter propositivo, el
autor desarrolla la idea de región como artefacto,
intentando avanzar así sobre concepciones anteriores que concebían la región sólo como un dato,
o bien, como un instrumento metodológico del
investigador (artificio). Finalmente, en la tercera
parte establece vínculos entre el concepto de región y los de territorio y espacio que el autor ha
discutido en anteriores investigaciones (Haesbaert
[(2004), (2011)]).
La búsqueda genealógica que Haesbaert lleva a
cabo en la primera parte del libro constituye una
importante condensación de las diferentes concepciones de región en la Geografía, revisando desde
las primeras propuestas, a finales del siglo XIX, encabezadas por Vidal de La Blache, hasta los últimos
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 133
Gisela Ariana Rausch
años del siglo XX donde el panorama de propuestas
conceptuales se muestra más diversificado. Esta
genealogía que despliega Haesbaert, da cuenta al
mismo tiempo, de los diferentes momentos en que
se le declara la muerte al concepto de región como
así también sus sucesivos resurgimientos. Primero
en la perspectiva neopositivista, luego en la marxista
y, finalmente, en la perspectiva contemporánea
marcada por el globalismo pos-moderno.
En esta primera parte genealógica, Haesbaert
establece distinciones entre las perspectivas más
realistas, que han considerado la región como un
dato; las perspectivas que han considerado la región
como un instrumento metodológico meramente
operativo para los objetivos del investigador, y
finalmente, las perspectivas poseedoras de un
sentido normativo y pragmático, vinculadas al
planeamiento territorial.
La propuesta central e innovadora de la obra
gira en torno a la concepción de la región como
artefacto (es decir, arte + dato). Como lo explica el
autor, esta noción implica entender la región como
la superposición, o imbricación, de su consideración como dato y, a la vez, como instrumento
teórico (arte, artificio). De esta manera, dentro de
la perspectiva relacional y constructivista del autor,
la región es considerada como una construcción
material y simbólica, a la vez que es parte integrante e indisoluble de las relaciones sociales y de
la relación de las sociedades con la naturaleza. La
consideración de la región como artefacto y como
producto-productora de relaciones económicas,
sociales, culturales y políticas, deja en claro que
existe una responsabilidad (o compromiso) tanto
en el acto de formular o adoptar un determinado
concepto de región, como en el momento de seleccionar los instrumentos de orden práctico para
actuar sobre los territorios; ya que lo que se dice
sobre la región tendrá sus efectos en las prácticas
territoriales, y al contrario, las prácticas sociales
sobre el territorio irán modelando o construyendo
modos de ver y de decir.
Asimismo, la noción de articulación regional,
que constituye otra de las propuestas del autor,
pretende avanzar sobre la más tradicional noción
de síntesis regional dando cuenta de ese carácter relacional y complejo que el autor quiere destacar en
134 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
el concepto de región. Más aún, Haesbaert señala
que sería más preciso hablar de una des-articulación
regional, destacando el proceso concomitante de
estructuración y desestructuración regional. La
consideración de los múltiples procesos de articulación y des-articulación regional es lo que le permite
a Haesbaert postular un concepto de región que se
realiza bajo la forma (y de las relaciones) de una red
y no bajo la forma de una zona definida por límites
estrictos y excluyentes. En este sentido, la región
se vuelve para el autor una construcción en la que
se imbrican las dimensiones económicas, políticas,
simbólicas, de precarización territorial y las relativas
a cuestiones ambientales. Estas dos últimas cuestiones constituyen un importante aporte del autor
al análisis regional, no suficientemente trabajados
(como él mismo lo reconoce) en este libro, pero
que igualmente abren un interesante debate a futuro. Así, mientras la precarización territorial para
Haesbaert es la pérdida del control territorial por
un determinado grupo social mediante un proceso
de despojo; lo que el autor denomina exclusión territorial hace referencia a dos procesos: por un lado,
a la concepción dualista naturaleza/sociedad que,
en aras de la preservación natural de ciertas áreas,
prohíbe el usufructo por parte de un determinado
grupo social, y, por otro lado, a la transformación
de determinadas áreas en inhabitables, es decir, áreas
degradadas por su uso indiscriminado.
En la tercera parte del libro puede verse la
voluntad del autor por colocar en relación el concepto de región con los conceptos de territorio y de
espacio, tarea que además pone en relación y perspectiva las propuestas de Regional-Global con sus
trabajos anteriores.
Según señala Haesbaert, el lugar se constituye
por la experiencia vivida, el territorio por las relaciones de poder y el paisaje por las relaciones en
el campo de las representaciones. La región, por
consiguiente, se constituye en la conceptualización
intermediaria entre estas tres categorías. Al poner
en diálogo las ideas de territorio, espacio, paisaje y
región, queda explicitado su interés por proponer
trabajar con una constelación conceptual, noción
que intenta superar la dualidad entre los campos
racional y empírico.
Regional-Global, Dilemas da Região e da Regionalização na Geografía Contemporânea
Finalmente, puede decirse que esta última parte
evidencia el sentido de la propuesta del autor y redefine los trabajos anteriores, constituyéndose en
una síntesis que condensa, articula y le da valor a
sus búsquedas previas.
Regional-Global constituye un importante aporte conceptual para pensar los procesos territoriales
a la luz de la llamada globalización, no sólo en el
campo de la Geografía, sino también de toda disciplina que tenga al espacio y al territorio como su
objeto. La complejidad que actualmente muestran
los ambientes urbanos y los rurales urbanizados,
caracterizados por una configuración en red,
constituyen un desafío, tanto para la gestión estatal
como para las disciplinas abocadas al planeamiento
territorial. Y si bien la propuesta de Haesbaert no
avanza en este sentido (ya que no es su objetivo),
constituye, sin embargo, un punto de partida (un
enfoque,3 podría decirse), tanto para futuros análisis, como acciones concretas sobre el territorio.
REFERENCIAS
Foucault, M. (1992), “Poderes y estrategias”, en Microfísica del poder, La Piqueta, Madrid, pp. 166-177.
Haesbaert, R. (1986), A Campanha Gaúcha e o resgate
da identidade regiona, Universidade Federal do Rio
de Janeiro, Rio de Janeiro, Brasil.
Haesbaert, R. (2003), “Da desterritorialização à multiterritorialidade”, en Boletim Gaúcho de Geografia, Porto
Alegre, v. 29, no. 1, p. 11-24.
Haesbaert, R. (2004), O mito da desterritorialização: do
“fim dos territórios” à multiterritorialidade, Bertrand
Brasil, Rio de Janeiro.
Haesbaert, R. [(2004) (2011)], El mito de la desterritorialización. Del “fin de los territorios a la multiterritorialidad”, Siglo XXI Editores, México.
Haesbaert, R. (2006), Teritórios Alternativos, Contexto,
São Paulo.
Haesbaert, R. (2008), “Território e multiterritorialidade:
um debate”, en GEOgraphia, Universidade Federal
Fluminense, v. 17, p. 19-45.
Haesbaert, R. (2011), “Hybridité culturelle, anthropophagie identitaire et transterritorialité”, em Géographie et
Cultures, Paris, v. 78, p. 21-40.
Gisela Ariana Rausch
Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas,
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo,
Universidad Nacional
del Litoral-Santa Fe, Argentina
Se hace referencia a lo postulado por M. Foucault (1992)
en la entrevista realizada en 1977.
3
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 135
Rivadeneira Velásquez, R. (2010),
Macrocosmum carto-graphica. El arte de la cartografía (Notas de clase, diez),
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Artes, Bogotá,
125 p., ISBN 978-958-719-673-3
La investigación sobre historia de la cartografía
sigue avanzando en América Latina. En este campo de reflexión sobre la imagen cartográfica son
relevantes las diversas aproximaciones teóricas
y los numerosos corpus de mapas que existen en
el continente americano. A esta investigación se
añade el libro Macrocosmum carto-graphica. El arte
de la cartografía. Su autor, Ricardo Rivadeneira
Velásquez, profesor del Instituto de Investigaciones
Estéticas de la Universidad Nacional de Colombia,
anticipa que los estudios de cartografía en Colombia tienen un propio devenir intelectual (p. 11) y
que su propósito es ampliar la perspectiva de estos
estudios, recurriendo a un entendimiento de la
imagen cartográfica que vincule los estudios visuales, de cultura material y la historia social (p.13).
Rivadeneira reconoce que hay trabajos precedentes en cuanto al estudio de la cartografía
colombiana, que tienen su origen en el siglo XIX;
entre ellos se pueden citar: la Mapoteca Colombiana
de Ezequiel Uricoechea de 1860, la obra de Francisco Javier Vergara y Velasco, en el Atlas completo
de Geografía de Colombia, de 1906, los Planos de
Bogotá de Eduardo Posada, de 1955, Los primeros
planos de Bogotá de Julio César Vergara y Vergara,
publicado en 1936 y el Simbolismo de nuestros planos urbanos: concepción mística del trazado de Bogotá
de Santiago Sebastián López, de 1965. A través de
esta breve mención, es posible pensar que el interés
central que se tiene por el territorio colombiano,
en la cartografía del siglo XIX, se sustituye por la
observación de la cartografía de la ciudad de Bogotá, durante el siglo XX.
Hoy en día se puede hablar de dos grandes
vertientes en el estudio histórico y social de la
cartografía. Por un lado se entiende que el mapa,
como herramienta de la geografía, es testimonio de
un momento específico de la disciplina. Por otro,
136 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
situar el mapa en su contexto histórico supone
trascender el análisis de los rasgos que lo relacionan
con el avance científico y, al entenderlo como un
objeto socializado, se observa que el lugar que ocupa define sus significados y participa en la relaciones
de poder de una colectividad o una comunidad
política. Hay una tercera posibilidad. Al interpretar al mapa como un objeto estético y parte de un
régimen visual histórico, los análisis de la imagen
cartográfica dependen ya no exclusivamente de un
marco cientificista, ni de un marco de la historia
social, sino que incorporan a la historia del arte y
a los estudios visuales.1
El autor menciona que al realizar esta ampliación de análisis de la imagen cartográfica se apoya,
por una parte, en la visión histórica de Peter Burke,
y por otra, en la interpretación de John Brian Harley. Es cierto que este marco teórico remite a una
historia social de la imagen cartográfica, sin embargo, a lo largo del libro el lector observará que hay un
uso flexible de las orientaciones teóricas (como en
las referencias a Michel Serres y Deleuze-Guattari)
que no demerita el trabajo de investigación sobre
la cartografía colombiana.
Este trabajo de investigación se fundamenta en
un argumento principal: que el mapa, en primera
instancia, es un dibujo y, como tal, es parte de una
cultura visual; también es parte de una cultura
material (hay un cúmulo de objetos que rodean la
elaboración de un mapa) que, en definitiva, relacionan la imagen cartográfica con actividades no
necesariamente al interior de la geografía, como el
diseño, la arquitectura o el arte.2
Sobre la noción régimen visual (véase Holly y Moxey,
2002).
2
Vale la pena mencionar que la exploración del vínculo de
la geografía con el diseño es la propuesta teórica más rele1
Macrocosmum carto-graphica. El arte de la cartografía
Los dos primeros capítulos de este libro: “Conocimiento cartográfico: conceptos y procesos”; “Enseñanza y práctica de la cartografía”, se dedican a exponer un marco general sobre las significaciones del
objeto cartográfico y a notar las instituciones que
comenzaron a enseñar y producir cartografía en
Colombia, como la Escuela Colombiana de Ingenieros Militares (1814), el Colegio Militar de Ingenieros
(1848), la Oficina de Longitudes (1902) y el Instituto
Geográfico Agustín Codazzi (1935).
El tercer y último capítulo: “La cartografía
como arte”, se dedica al desarrollo de estas dos
líneas de investigación antes señaladas: el mapa
como dibujo y el mapa como objeto cultural,
dentro de algunos casos específicos de la tradición
cartográfica colombiana. El caso más señalado es
el de Manuel H. Peña, ingeniero civil dedicado a
la agrimensura, quien en 1887 publicó la Geometría Práctica, lecciones de agrimensura, topografía y
nivelación, dictadas en la Escuela de Ingenieros de
Colombia. A través de esta obra, el autor observa la
constitución de unas reglas específicas en el dibujo
de los mapas decimonónicos; asimismo, reseña las
técnicas en torno a la elaboración del mapa, como el
uso de aguadas o acuarelas y su posterior “lavado”;
también los instrumentos y papel específicos que
requería la realización cartográfica. Es así que el
mapa como objeto cultural remite a un mundo de
prácticas históricamente situadas, por ejemplo, el
comercio del papel en la América virreinal, también
a un compendio de objetos e instrumentos inscritos en redes de sociabilidad e instituciones. Por
último, el entendimiento del mapa como dibujo
amplía su horizonte icónico, en el que la imagen
cartográfica se relaciona con otros sistemas visuales,
como la escritura, la fotografía, los planos o el arte
contemporáneo.
Es desafortunado que en el libro se reproduzcan ocho imágenes cartográficas de Colombia que
funcionan únicamente como ilustración, sin que se
les incorpore a los argumentos elaborados, y vicevante de la Harvard University Graduate School of Design.
El número 4 de su colección “New Geographies” se dedica
a revisar el concepto de escala e introducir la idea de “una
escala plástica” para producir conocimiento compartido por
varias disciplinas (Jazairy, 2011).
versa, los mapas reseñados no son mostrados. Más
grave aún cuando se trata de una obra que aborda
el tema de la cartografía. Probablemente el uso de
los textos del libro sea la consulta por parte del
estudiante, esto se debe a que el modo de investigación de Rivadeneira hace poca profundización,
al multiplicar las ideas, las fuentes, los argumentos.
Lo anterior quiere decir que los caminos abiertos
por esta investigación están por desarrollarse.
Este libro puede entenderse como la exposición
somera de una serie abundante pero fragmentada
de temas que se proyectan fuera del texto, a futuro,
y en otras investigaciones. Ese es el sentido del libro
como un macrocosmos de la cartografía. A pesar de
todo ello, es verdad que, como una propuesta, es
un caso excepcional en América Latina.
Para llevar al mapa a una interpretación de la
cultura visual, el autor se apoya en el argumento
de John Brian Harley: “cada mapa codifica más de
una perspectiva del mundo” (p. 62). El mapa es una
imagen que “codifica” perspectivas, aunque es legítimo hacer una pregunta más básica que aquella
que discutía el historiador del arte alemán Hans
Belting: ¿la imagen es una perspectiva del mundo o
es parte del mundo? (Moxey, 2009:17). Me parece
que este será uno de los puntos a seguir en la discusión que se avecina, entre geógrafos, historiadores
y estudiosos de la imagen.
REFERENCIAS
Jazairy, E. H. (ed.; 2011), New Geographies 4: Scales of
the Earth, Harvard University Press, Hong Kong.
Holly, A. M. and K. Moxey (eds.; 2002), Art history,
aesthetics, visual studies, Sterling eds. and Francine
Clark Art Institute, Williamstown, Massachusetts.
Moxey, K. (2009), “Los estudios visuales y el giro icónico”, en Estudios Visuales, núm. 6, CENDEAC, Murcia,
pp. 8-27.
Omar Olivares Sandoval
Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad Nacional Autónoma de México
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 137
Zusman, P., R. Haesbaert, H., Castro y S. Adamo (eds.; 2011),
Geografías Culturales: aproximaciones, intersecciones y desafíos,
Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires,
340 p., ISBN 978-987-1785-00-1
La reciente edición del texto Geografías Culturales:
aproximaciones, intersecciones y desafíos es un aporte
que involucra trabajos relativos al campo de la geografía desde la perspectiva cultural o, podría decirse,
como propone el mismo Paul Claval, diversidades
de abordajes de lo cultural en Geografía. Esta obra
recoge algunas de las presentaciones y conferencias
realizadas en mesas redondas en el evento concretado en 2007 en Buenos Aires, denominado “Aspectos
culturales en las Geografías Económicas, Sociales
y Políticas”, que daba continuidad a las acciones
que la UGI (Unión Geográfica Internacional) había
iniciado, una década atrás, destinadas a fortalecer
las investigaciones culturales en Geografía. En
esta reunión se exploraron las posibilidades de
enriquecimiento que otorgaba al saber geográfico
el diálogo, por un lado entre los subcampos de la
propia disciplina, por el otro el interdisciplinar.
Recorrer las páginas en las que se plasman las
ideas de diecinueve intelectuales implica, en primer
término, observar el abanico de posibilidades temáticas que engloba actualmente la geografía cultural
y que se evidencia en la acertada elección del plural
para el título del libro, que ha sido denominado
“Geografías Culturales”. Esta pluralidad se expresa
también en la fragmentación, casi infinita, que en
el mundo académico parece expresar la ausencia
actual de paradigmas dominantes que pudieran
actuar como focos de las investigaciones, dentro del
orden pautado por la racionalidad moderna. Esta
constatación es a la vez que un tembladeral, la gran
oportunidad para pensar(nos) desde la Geografía,
como sociedades complejas y multidimensionales;
incorporando el análisis de lo simbólico y sus operaciones sobre el mundo material, en la constitución
del espacio geográfico.
En la obra se presentan los aportes de geógrafos reconocidos internacionalmente procedentes
138 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
de Alemania, Argentina, Brasil, Estados Unidos,
Francia, Inglaterra y México, e insertos actualmente
en universidades e instituciones de gran prestigio,
entre otras: la Universidad de Columbia; Universidad de Londres, Universidad de Pau, CNRS
(Centro Nacional de Investigaciones Científicas de
Francia), Universidad de São Paulo, Universidad de
Buenos Aires, CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina),
Universidad de Besancon, Universidad de ParísSorbonne, Universidad Federal de Río de Janeiro,
Universidad del Estado de Río de Janeiro, Universidad Federal Fluminense, CNPQ (Consejo
Nacional de Investigación de Brasil), Universidad
Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Escuela Politécnica Federal de Lausana, Universidad de Leeds,
y Universidad Fiedrich-Schiller de Jena.
La multiperspectividad en Geografía Cultural
se evidencia en los doce artículos y los dos textos
que, a modo de epílogo, los editores organizan
para nuestra lectura. En ellos se recorre un espectro sumamente extenso y abarcan contenidos
que incluyen desde teoría y epistemología de la
Geografía, a la relación entre (trans)territorialidad,
hibridismo cultural y diseños políticos; pasando
por la revisión sobre los usos del espacio público
y el privado, y sus fronteras que se evidencian
como porosas y dinámicas; hasta el cibermundo
y sus redes tecnológicas e informáticas que, lejos
de constituirse en un universo aislado, influencian
cada vez más en la construcción de territorialidad y en la producción del espacio real en el
que interseccionan las dimensiones simbólicas
y las materiales. El libro se estructuró en cuatro
partes: Espacio, política y cultura; Ciudad, espacio
público y cultura; Perspectivas teóricas y desafíos y
aproximaciones culturales en Geografía: dilemas
epistemológicos y políticos.
Geografías Culturales: aproximaciones, intersecciones y desafíos
En la primera parte, tres textos articulan con los
ejes relativos a la construcción política del espacio
y a la carga de subjetividades culturales. En el primero de ellos “Las formas simbólicas espaciales y la
política”, Roberto Lobato Corrêa busca establecer
las relaciones entre las formas simbólicas espaciales
y la política basándose en diversos estudios referidos
a contextos culturales e históricos diferentes. En
un minucioso análisis el autor intenta sistematizar
las acciones humanas en el espacio en función de
las dimensiones culturales y políticas que las condicionaron. Entiende la naturaleza política de la
cultura y su temporalidad, en las acciones de producción del espacio geográfico y la multiplicidad de
significados políticos que puede tener una misma
forma simbólica. Otro aporte sumamente valioso
es el que discute la dinámica entre las formas simbólicas y el espacio material entendiéndolo como
bidireccional.
El segundo capítulo “Viviendo en el límite: los
dilemas del hibridismo y de la multi/transterritorialidad” de Rogério Haesbaert, problematiza los
conceptos de hibridismo/transculturación y multi/
transterritorialidad, discutiendo el presupuesto
sobre la dilución o fortalecimiento de las identidades locales en el contexto de la globalización. Se
argumenta también sobre las identidades sociales/
territoriales como acciones en movimiento e identifica la construcción identitaria/territorial contemporánea a partir de formas de hibridismo cultural,
alertando sobre la importancia de no ver en el espacio o en el territorio un reflejo de los procesos de hibridación sino uno de sus elementos constitutivos.
Siguiendo con esta perspectiva de análisis, el
tercer texto “Alteridentidad: estrategia espacial y
cultura política” de Jaques Lévy, es abordado desde
un estudio de caso: las elecciones en Francia del
2007. Parte de considerar que la relación de los
ciudadanos con lo político no es metodológicamente independiente de la relación con el espacio.
La segunda parte de la presentación engloba
cuatro trabajos que indagan, en la producción de
espacios públicos democráticos en las ciudades. El
primero de ellos “El nudo gordiano de la cultura
en el movimiento de la formación” de Odette
Carvalho de Lima Seabra es un excelente material
que complementa y enriquece, desde un análisis
geográfico, los aportes de otras disciplinas sociales,
enfatizando que se está desarrollando una economía
simbólica (o economía del símbolo) que articula
discursos, imágenes y representaciones en la concepción de productos, de objetos y de cosas, con
el sentido de transformarlos en bienes económicos
por sus atributos de excepcionalidad (o supuesta
excepcionalidad) en el mercado de carácter monopolista. También considera el papel de los agentes
económicos y sus operaciones para que un bien
simbólico se convierta en monopolio (exclusividad) y de proyectarlo en el mercado, a partir de
discursos, imágenes y representaciones. Analiza la
mercantilización de ciertos atributos inmateriales
de las ciudades, como los recuerdos, que pueden ser
convertidos en materia prima para circuitos de valorización, patrimonialización preservación y consumo. Así el “nudo gordiano” que propone la autora,
entendido como obstáculo teórico sería la fetichización −en términos marxistas− que envuelve a los
productos culturales.
El segundo escrito “Del ágora al speaker’s corner:
el espacio público en la ciudad”, Ana Fani Alessandri Carlos relata las dinámicas relaciones entre
la sociedad, los individuos y el espacio público
urbano, contrastando los tiempos griegos clásicos
con los actuales en el contexto de la globalización
y de estructuras urbanas con espacios privados y
públicos que propone superar.
El tercer escrito de este grupo es el de Vincent
Berdoulay: “El lugar y el espacio público”. Aquí
se explora en las tensiones vividas por la sociedad
contemporánea como aquéllas ligadas a la crisis de
la modernidad y la importancia, en este encuadre,
de revisar las concepciones de territorio y ambiente.
Este autor entiende la pertinencia de recurrir a la
noción de “lugar” para comprender lo nuevo que
ocurre en el marco de la territorialidad como sus
implicancias para la planificación.
El cuarto y último artículo correspondiente a
este apartado es “Ciudadanos de fiesta: los espacios
públicos entre la razón y la emoción” de Paulo
César da Costa Gomes en el cual describe la historia
de las ideas en torno a las fiestas populares y su
rol político y de qué diversas maneras los poderes
públicos articulan los festejos populares con su intencionalidad de legitimar el poder que construyen.
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 139
Brisa Varela
En la última agrupación de trabajos que constituyen la tercera parte escribe: Alicia Lindón
“Revisitar la concepción de lo social para una
Geografía constructivista”, quien luego de realizar
un interesante tránsito por las corrientes teóricas
de la Geografía, sus innovaciones y reconceptualizaciones, en torno a lo espacial y a lo social como
actor productor del espacio; argumenta sobre el
desarrollo teórico desequilibrado entre esas dos
nociones. Propone que los avances epistemológicos
más fuertes se han producido, sobre el concepto
de espacio, en detrimento de la importancia de lo
social que no es resaltado suficientemente. Por ello,
dirá que el desafío actual es entender lo social y lo
cultural y replantear su dinámica con la producción
de espacialidad; y la concepción de lo social desde
la perspectiva del actor o sujeto territorializado, que
habita, en forma circunstancial o permanente, en
un lugar donde (re)construyen identidades.
Daniel Hiernaux-Nicolas en su trabajo “El giro
cultural y las nuevas interpretaciones geográficas del
turismo” enfoca su estudio hacia la reivindicación
de una Geografía que se acerque a los individuos
y a sus prácticas cotidianas. Es de resaltar que,
además del desarrollo acabado de sus propuestas,
el autor realiza un exhaustivo e interesante recorrido epistemológico del estado de la cuestión en la
Geografía Cultural del Turismo, como plataforma y
consistente soporte, de su apuesta por la renovación
teórica y la planificación en turismo. Entiende
que los estudios deberían incorporar una mirada
que considere la práctica turística a una escala que
permita distinguir las subjetividades involucradas, y
una apropiación del territorio vista dinámicamente,
desde la perspectiva material imbricada con la
simbólica y la semiótica de los espacios.
El artículo “Religión, bienes simbólicos, mercado y red” de Zeny Rosendahl contribuye, desde
la Geografía Cultural y de las Religiones, a la comprensión de la dimensión económica de la religión
y su especialidad, tomando como estudio de caso
las hierápolis o ciudades-santuario, en las que los
elementos que configuran el espacio se organizan
en función de itinerarios religiosos que articulan el
orden de lo simbólico con la dimensión material.
Charlotte Kenten, Gill Valentine y Kahryn
Hughes en “Del rodar del dado al clikear del mouse:
140 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
explorando las Geografías Culturales del juego por
Internet” abordan un tema de reciente aparición,
asociado a las nuevas tecnologías de la información
y la comunicación: el traslado del juego al ámbito
del hogar, a través de Internet offline y online y
aproximan algunos de los riesgos sociales posibles.
Por último, Jens Andermann en “Paisaje:
imagen, entorno, ensamble” sugiere la lectura del
paisaje como uno de los nodos principales a través
del cual se puede pensar la intersección entre
prácticas políticas y estéticas, prácticas estatales y
formas espaciales.
Es importante resaltar que, más allá de la diversidad de la construcción de los objetos de estudio,
en todos los escritos se evidencia, en forma explícita
o implícita, la discusión en torno a la crisis del
Estado-nación reflejada en cuestiones relativas a la
territorialidad, los flujos de población, las translocalidades, la fuerza de identidades trasnacionales,
los nuevos significados asociados al concepto de
nación, la permeabilidad de las fronteras territoriales decimonónicas, entre otras cuestiones. Nuestro
contexto se articula con la cultura posmoderna y la
movilidad del capital, que encuentra o construye
oportunidades de inversiones a partir de operar sobre las industrias culturales en escenarios urbanos.
Si la producción de localidad se evidenció en la
Geografía crítica, centralmente, desde su dimensión
material, sin descuidar estos aspectos los estudios de
la geografía cultural hoy nos remiten a expresiones
sensoriales y simbólicas a partir de las cuales esas
localidades son producidas por actores sociales, en
un marco de relaciones asimétricas. Los lugares y
sus cualidades se instituyen en lo identitario para
el adentro colectivo o el afuera turístico del mundo
global. Interaccionando lo local en el encuadre de
la mundialización, las identidades puedan yuxtaponerse entre sí en una misma localidad. Aquí se hace
interesante conceptualizar la distinción entre “espacio de pertenencia” y “espacio de referencia”, en
tanto que el primero se relaciona con la ocupación
de un territorio y la posición de un actor social y la
inscripción de su grupo de pertenencia en un lugar;
el segundo remite al espacio de las valorizaciones
y desvalorizaciones de ese espacio de pertenencia.
En los diferentes artículos puede reconocerse la
dinámica entre identidades/espacios pensando la rela-
Geografías Culturales: aproximaciones, intersecciones y desafíos
ción con un ámbito territorial que también requiere
abordar la ecuación identidad/tiempo referida a las
continuidades y rupturas en las valorizaciones de un
grupo, considerando recientes reconceptualizaciones
vinculadas con la problemática de las identidades, el
multiculturalismo, la globalización y la redefinición
de las identidades en contextos de desplazamientos
y de relocalización.
Las palabras de Milton Santos son, también en
Geografía Cultural, iluminadoras; cuando afirmaba
que la geografía debe ocuparse de las relaciones presididas por la historia corriente. El geógrafo se vuelve
empirista y está condenado a equivocar sus análisis,
si únicamente se considera el lugar, como si éste lo
explicara todo por sí mismo, y no la historia de las
relaciones, de los objetos sobre los que se realizan
las acciones humanas, ya que objetos y relaciones
mantienen relaciones dialécticas, donde el objeto
acoge las relaciones sociales, y éstas impactan sobre
los objetos (Santos, 1996).
En los diferentes aportes una cuestión que
aparece muy fortalecida es la de las lecturas transdisciplinarias, ello implica para los geógrafos la
necesidad de un relevamiento acabado de temáticas que se estudian, desde hace bastante tiempo,
desde la antropología, la filosofía de la cultura, la
sociohistoria, entre otras. Incorporar examinando
el “giro antropológico” implica considerar las representaciones colectivas e imaginarios como hechos
sociales, colectivos y a la vez plurales y materiales en
sí mismos. Estudiar desde la Geografía Cultural, la
transformación de las subjetividades cotidianas por
obra de la mediación electrónica y el trabajo de la
imaginación, no es sólo un hecho cultural sino que
está íntimamente conectado con lo material y lo
político ya que por este nuevo medio las lealtades,
los intereses y las aspiraciones individuales, se intersectan o no con los del Estado-nación.
La carga simbólica de los lugares geográficos
se constituye históricamente y se instituye en ritos
y ceremonias por las culturas; Claval (1999) ha
propuesto la significación social dada a los lugares
geográficos que son nombrados y afirma que una
cultura está, en gran medida, hecha de palabras que
traducen lo real recortándolo, estructurándolo y organizándolo. Estos signos nombran a los lugares, a la
vida, a los seres o a las técnicas; tienen valor descriptivo, pero además los estudios permiten analizarlos
y relevar el sentido compartido y la capacidad de
darles una existencia social. En un mundo en el que
se intersectan lo local y lo global, nuevas mitografías
pasan a convertirse en estatutos fundacionales de
nuevos proyectos sociales (Appadurai, 2001) y la
constitución de un lugar es el ámbito de identificación, identidad y pertenencia de interrelaciones
entre los objetos y las sociedades en los procesos de
comunicación.
Como cierre a esta revisión, es interesante destacar el valor de una publicación que aporta a la teoría
y a la casuística, colocando la atención en un área
de incipiente desarrollo en América Latina en el que
los editores se interrogan sobre las significaciones de
la cultura en el espacio del mundo globalizado y la
forma en que los procesos capitalistas y las prácticas
sociales y del Estado interactúan en la reconfiguración de identidades culturales.
REFERENCIAS
Appadurai, A. (2001), La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización, Fondo de
Cultura Económica, Buenos Aires.
Claval, P. (1999), “La cultura como orden constituido: la
dimensión prescriptiva del discurso”, en La Geografía
Cultural, Editorial Universitaria de Buenos Aires,
Buenos Aires, pp. 118-119.
Santos, M. (1996), A Natureza do espaço, Hucitec, São
Paulo.
Brisa Varela
Universidad Nacional de LujánUniversidad de Buenos Aires
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 141
Arellano Yanguas, J. (2011),
¿Minería sin fronteras? Conflicto y desarrollo en regiones mineras del Perú,
Instituto de Estudios Peruanos y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima,
324 p., ISBN 978-9972-51-313-8
Las consecuencias de las actividades extractivas, y
en particular de la minería, se han convertido en
un tema relevante en los últimos años debido a
la expansión de las compañías transnacionales y
a la resistencia de un número cada vez mayor de
comunidades frente al desarrollo de esta actividad.1
Cabe resaltar que la nueva minería a cielo abierto
o mega-minería, la cual utiliza tecnología para el
beneficio de minerales que se encuentran en una
proporción menor en las rocas con la extracción de
un mayor volumen de material, se ha desarrollado
como una actividad altamente destructiva no sólo
de los ecosistemas locales sino de las comunidades
al establecerse como una actividad totalmente ajena
a la dinámica local (por ejemplo, utilizando mano
de obra externa por su alta capacitación o utilizando insumos externos). Adicionalmente, las políticas neoliberales que se han aplicado en las últimas décadas, continúan con nuevas reformas que
refuerzan los privilegios de empresas extranjeras
y capitales nacionales sobre los intereses locales y
planes de desarrollo a largo plazo. Los últimos siete
años se caracterizaron por un aumento de los precios de los minerales que llevó al incremento de las
inversiones y de las explotaciones por parte de las empresas mineras. Actualmente, las actividades extractivas tienen concesionada casi el 60% del territorio
del Perú (74 millones de hectáreas), de las cuales,
21 millones concesionadas a empresas mineras y 53
millones a empresas que explotan hidrocarburos2
Los proyectos de minería se extienden por todo el mundo
y América Latina no es la excepción, los conflictos por estas
actividades y, sobre todo, en comunidades indígenas se extiende desde México hasta Argentina, pasando por Panamá,
Brasil, Chile, Perú, entre otros. El sitio de internet conflictosmineros.net ofrece un recuento de las problemáticas y contiene noticias sobre la actividad minera en América Latina.
2
El mapa “Perú Rebelde” muestra el escenario nacional de
1
142 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
(Iconoclasistas, 2011). Es dentro de este contexto
que el estudio de Javier Arellano Yanguas se desarrolla, analizando las políticas y las consecuencias
que la nueva oleada de proyectos mineros ha dejado
en Perú. Las experiencias frente a estos proyectos
en aquel país sudamericano son relevantes para
el caso de México3 tomando en cuenta la amplia
inversión extranjera en dicha actividad, los cambios
legislativos realizados para “atraer la inversión” y los
conflictos que ha generado a lo largo de los últimos
años. El caso de Minera San Xavier en Cerro de
San Pedro, San Luis Potosí y de Blackfire en Chicomuselo en Chiapas, son de los más emblemáticos;
el caso de los proyectos en la Sierra de Real de
Catorce es uno de los conflictos que actualmente
se desarrolla y amenaza el territorio sagrado del
pueblo indígena wixárika con explotaciones a cielo
abierto en el área natural protegida de Wirikuta
(Bellinghausen, 2012).
conflictos, desigualdad, explotación e implementación de
políticas neoliberales que afectan a la población de este país.
El documento muestra de manera concisa la distribución
territorial de diferentes problemáticas (entre ellas la megaminería) y alternativas; así como información y datos de los
conflictos sociales en el país. El laboratorio de comunicación:
www.icnoclasistas.com.ar, de donde se puede descargar este
documento, es un proyecto que diseña mapas y gráficos
contrahegemónicos y sobre conflictos sociales, en particular
de América Latina.
3
Los cambios al artículo 27 constitucional y la firma del
TLCAN han favorecido a las grandes compañías mineras.
Con el pretexto de la necesidad de inversiones de riesgo,
México, para 2011, ostentaba el cuarto lugar como destino
para la inversión minera. Un ejemplo de la desregularización
es la duración de las concesiones que son actualmente de
50 años y no existe límite al número de las mismas. Incluso
estas concesiones se otorgan por el mineral que encuentren
en la zona de explotación y no es necesario manifestar qué
mineral interesa buscar o explotar (López y Eslava, 2011).
¿Minería sin fronteras? Conflicto y desarrollo en regiones mineras del Perú
¿Cuáles son las estrategias de las compañías
mineras para incrementar la aceptación de sus actividades? ¿En qué han beneficiado estas medidas
y qué ha hecho el Estado peruano por los intereses
de la población en las zonas productivas? Son las
principales preguntas a las que este estudio responde y nos permite acercarnos a los conflictos sociales
y a las políticas que ha llevado a cabo el gobierno
y empresas frente al aumento en inversiones y
explotaciones mineras. Javier Arellano Yanguas,
realizó sus estudios de maestría en agronomía,
filosofía y estudios en religión, así como estudios
sobre desarrollo y cooperación internacional. Este
estudio se basa en su tesis para obtener el grado de
Doctor en Estudios de Desarrollo en el Institute of
Development Studies de la Universidad de Sussex
en el Reino Unido. Actualmente es investigador y
profesor del Centro de Ética Aplicada en la Universidad de Deusto. Su trabajo se enfoca en políticas
de desarrollo y políticas fiscales, así mismo ha sido
consultor en diferentes países (Universidad de
Deusto, 2012; Institute of Development Studies,
2007).
Para el estudio de este complejo tema, el autor
realizó análisis cuantitativos para discernir diferencias regionales y municipales, sumado a un
trabajo de campo exhaustivo con miras a estudiar
las dinámicas políticas de las regiones mineras. Para
lo último visitó 18 municipalidades donde realizó
entrevistas a diferentes actores relacionados con la
problemática, de manera que el análisis se centra
en las dinámicas regionales y municipales, un sesgo
a lo local, pero siempre retomando su interrelación
con los procesos nacionales que los afectan. La regionalización que definió los territorios a estudiar
estuvo determinada por las características sociales y
la tasa de actividad minera, de manera que tres fueron las regiones que tenían las características requeridas para el estudio que plantea el autor. La región
de Áncash, con una de las minas más rentables, de
mayor magnitud y con una de las tecnologías más
modernas; Moquegua, con una de las minas de
cobre más grande del país y Pasco como una zona
minera de tradición, con importantes problemas
ambientales y una calidad de vida pésima, fueron
las regiones en las cuales el trabajo de campo permitió ampliar, enriquecer y contextualizar los análisis
cuantitativos. Además, al inicio del estudio se hace
referencia a las políticas económicas en el país,
en particular desde los años sesenta del siglo XX,
donde se describen los cambios que permitieron o
contribuyeron al establecimiento de la inversión
extranjera. Y, por otro lado, a las relaciones que ha
establecido el Estado con la población rural, que en
la mayoría de los casos es afectada directamente por
las explotaciones. El respaldo tácito a las empresas
por parte del gobierno descansa, según el autor, en
“la suposición de que el crecimiento económico
tiene como consecuencia la reducción automática
de los niveles de pobreza, lo que a su vez genera
estabilidad política” (Arellano, 2011:88).
Frente a los atropellos que las compañías mineras han realizado en varios países, un giro en
las políticas de estas empresas en los últimos años
busca una mayor aceptación por parte de la población, sobre todo la que es afectada directamente en
su territorio. Por ello “la promoción del desarrollo
local se ha convertido en el lema de la industria
minera en todo el mundo” (Ibid.:37), y Perú no es
la excepción, incluso en este país se han aplicado
medidas para disminuir el descontento social. Estas
medidas, referidas por el autor como la Nueva Estrategia de las Industrias Extractivas (NEIE), es uno
de los ejes centrales a través del cual el autor analiza
la correspondencia entre la aplicación de estas
políticas y sus repercusiones, positivas o negativas,
en el desarrollo local de las zonas productivas. Los
conflictos sociales, la renta económica generada por
la minería y su distribución, así como la estructura
de los gobiernos “subnacionales” (municipales y
regionales) son aspectos esenciales del estudio que
permiten entender la complejidad de los problemas
generados con esta actividad extractiva.
La NEIE contempla la transferencia de un porcentaje de las ganancias de las empresas mineras al
gobierno central (denominado “canon minero”,
representa el 30%) que a su vez lo reparte entre
los gobiernos municipales y regionales en las zonas
productivas, así como la participación activa de las
compañías en proyectos de desarrollo local. Este último aspecto considerado una medida altruista por
parte de los consorcios, se debe a una negociación
del gobierno para no implementar un impuesto a
las “sobreganacias” con la condición de que realiInvestigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 143
Gerónimo Barrera de la Torre
zaran proyectos de desarrollo por cinco años en
las comunidades de la zona productiva, dejando
el monto a discreción de las compañías. El estudio
en cuestión demuestra que estas medidas no han
tenido un impacto positivo sobre el bienestar de la
población, sino que han derivado en un aumento
de los conflictos. La distribución de la renta minera
es de acuerdo con Yanguas, una de las principales
razones de este incremento. Aun más, ha hecho
que las protestas tiendan a exigir cada vez más sólo
beneficios concretos e inmediatos, así como una
dependencia cada vez mayor de las poblaciones
a la transferencia del canon, con los peligros que
esto implica debido al carácter veleidoso de esta
actividad: “la creciente dependencia del flujo históricamente volátil de canon y regalías mineras parece
ser una estrategia muy arriesgada” (Ibid.:263).
En este sentido, el autor realiza análisis estadísticos a nivel regional y municipal para comparar
los efectos de la transferencia del canon minero y
las transformaciones de los municipios en cuanto
a características como servicios y educación, entre
otros. Lo anterior le permite fundamentar sus
hallazgos sobre el alcance de estas medidas, que
también han fomentado una práctica ya existente
en la política peruana: la utilización del poder para
acceder a los nuevos recursos ya sea por actos corruptos, clientelismo o nepotismo, de manera que
la NEIE “ha reforzado los incentivos para que las
autoridades subnacionales actúen pensando solo en
su supervivencia política a corto plazo” (Ibid.:192).
Las consecuencias de la implementación de las
medidas dejan entrever las deficiencias inherentes
en la organización del Estado, exacerbadas por la
transferencia de más fondos. La lógica de que el
dinero podría resolver los problemas del desarrollo
local, otra vez demuestra sus errores; la transferencia de recursos queda en manos de cúpulas de
poder locales que vuelven a usarlos de manera que
144 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
sus intereses personales prevalezcan. Aunque los
resultados de este estudio se basan en el análisis de
datos de un periodo corto, ya que es desde 2004
cuando las transferencias de canon minero llegan
a las municipalidades y a las regiones, presenta
lecciones importantes para otros países subdesarrollados donde se aprovechan los recursos minerales.
Mostrando que mediante la participación de la
población local de manera activa y, sobre todo, en
igualdad con las empresas y el gobierno, donde
la población tendría el derecho a vetar proyectos,
permitirá un desarrollo distinto de la actividad.
REFERENCIAS
Bellinghausen, H. (2012), “Wirikuta no se vende; se
ama y se defiende”, en La Jornada, México, 8 de
febrero, p. 42.
Iconoclasistas (2011), Perú Rebelde. Cartografía colectiva
de las luchas de los movimientos y las problemáticas
sociales y ambientales (2001-2010), Taller de diálogo
de saberes y movimientos: entre las crisis y los
otros mundos posibles [http://iconoclasistas.com.
ar/2011/04/13/mapa-colectivo-de-peru/, consultado
el 4 de febrero de 2012].
Institute of Development Studies (2007), Javier Arellano
Yanguas. Curriculum vitae [http://www.ids.ac.uk/
files/dmfile/ArellanoJCVNov07.doc, consultado el
2 de febrero de 2012].
López Bárcenas, F. y M. M. Eslava García (2011), El mineral o la vida. La legislación minera en México, Centro
de Orientación y Asesoría a Pueblos Indígenas; Pez
en el Árbol y Red-IINPIM, A.C., México.
Universidad de Deusto (2012), Maestría en Ética para
la Construcción Social. Profesorado [www.masteretica.
deusto.es, consultado el 2 de febrero de 2012].
Gerónimo Barrera de la Torre
Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad Nacional Autónoma de México
Herrejón Peredo, C. (coord.; 2011),
La formación geográfica de México,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, vol. I,
312 p., ISBN 978-607-455-621-6
La creación de la idea de la diversidad geográfica y
de la construcción del territorio que hoy sustenta
a los mexicanos es la preocupación central de este
volumen coordinado por Carlos Herrejón Peredo.1
De manera sucinta, Herrejón plantea que La formación geográfica de México no busca una reconstrucción de la historia de la geografía en nuestro
país, sino una descripción de la forma en que se
desarrolla la idea del espacio de la nación2 durante los
siglos XIX y XX, desde la academia, los viajeros, las
instituciones, el gobierno y la escuela. Para tal fin,
esta obra reúne trabajos de geógrafos e historiadores
que tienen la misión de responder cómo la geografía
ha contribuido a forjar el ideario del espacio de la
nación en los siglos antes mencionados.
Sobrepasar la reconstrucción de la historia de
la geografía en México para que los autores de los
textos que componen este volumen lleguen a describir la forma en que se desarrolla la idea del espacio
de la nación, objetivo que plantea el coordinador
del mismo, impone retos importantes que no se
explicitan pero que están de fondo: unir las ideas
del tiempo, del espacio y de la vida sociopolítica.
Si en el desarrollo del conocimiento geográfico e
Luego de su doctorado en París, se interesó en la historia
urbana de Tlalpujahua y de Morelia y posteriormente centró
su investigación en la insurgencia a partir del estudio de Morelos y de Hidalgo, dándole especial atención a la cartografía
histórica. Como presidente de El Colegio de Michoacán fundó el Centro de Estudios de Geografía Humana del cual es
profesor-investigador y participa en la línea de investigación
“Procesos en el paisaje” interesándose en los “paisajes de la
insurgencia” y en la relación de la geografía con la historia
(Herrejón, 2009). La formación geográfica de México es el
primero de los seis volúmenes, bajo la dirección de Enrique
Florescano, publicados por el Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes para conmemorar el bicentenario de la
Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana.
2
Las cursivas son de la autora.
1
histórico del siglo XIX hasta los años setenta del
siglo XX (una geografía matemática vinculada con
la astronomía y una historia serial y estructural)
se privilegiaron para su generación, los métodos
positivistas y los esquemas rígidos del materialismo
histórico que profesan “la sumisión pura y simple
a los hechos”, ahora, para identificar cómo se ha
asimilado este conocimiento en la construcción
del territorio que sustenta a los mexicanos y de su
significado como parte del patrimonio nacional, éste
debe buscar el diálogo entre las ciencias sociales y
nuevos métodos de análisis que permitan identificar
las ideas, creencias e imágenes colectivas sobre el
territorio nacional en el lapso de tiempo señalado.
En efecto, una descripción de la forma en que se
desarrolla la idea del espacio de la nación durante
los siglos XIX y XX, mínimamente remite, por un
lado, a la historia de las formas de pensar, creencias
y sentimientos específicos de este periodo, en tanto
que constituyen un conjunto de aprensiones del
mundo dotado de una cierta coherencia (historia
de las ideas). Y por el otro, a la corriente humanística de la geografía de finales de los años setenta
–encabezada entre otros por Butimmer (1992)–,
que al fundamentarse en la fenomenología y en
la sicología social, toma en cuenta el universo de
los valores y de las creencias de los seres humanos
y evidencia las estrategias que retienen en su vida
social, política o cultural.
La historia de las ideas, por su parte, busca
descubrirlas en el contexto socio-histórico en el
que emergen, es decir, relacionándolas con lo que
las hace posible; optando así por una historia no
entendida en su continuidad, sino en función
de sus cambios, transformaciones, renovaciones
o derivadas según los datos espacio-temporales;
tomando en cuenta el carácter múltiple de la verdad
a través de la historia. Según Skinner (2000), las
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 145
Martha Chávez Torres
ideas varían en función de las culturas y para dar
cuenta de ello, hace falta tomar en cuenta los efectos
de la ruptura de la historia, las diversas formas de
pensar de los actores y las variaciones semánticas
del lenguaje que no permite concebir una historia
de las ideas homogénea y continua.
Por tanto, la construcción de la idea del espacio
aquí planteada debe poner en juego la intervención
de lo imaginario y de lo concreto, de lo individual
y de lo colectivo, de lo social y de lo cultural, en
el contexto socio-histórico en el que emergen sin
ignorar los efectos de las rupturas de la historia. El
interés no está sólo en la función que esta idea ha
tenido en el desarrollo geográfico de la nación, sino
también en su valor funcional y significante, al crear
una conciencia nacional que permite conducirnos
y significarnos (identidad y cohesión social) como
mexicanos.
Luego de la introducción del coordinador de la
misma, el contenido está compuesto por los textos
de los seis académicos encargados de cumplir con
el objetivo planteado. Salvador Méndez Reyes abre
con el trabajo “Instituciones, obras y viajeros”; le
sigue Salvador Álvarez con “Patrimonio territorial
y frontera: la visión del estado mexicano en el siglo
XIX” y Luis Felipe Cabrales Barajas presenta el texto
“Las panorámicas urbanas mexicanas. Representación del paisaje cultural”. Por su parte, Carlos
Téllez Valencia participa con el trabajo intitulado
“Conocimiento geográfico, organización territorial
y educación en el siglo XX”; Omar Moncada Maya
y Patricia Gómez Rey con “Patrimonio geográfico
de México” y Pastor Gerardo González Ramírez
cierra este volumen con “El INEGI, la población
y la cartografía”. Estos textos, que van entre las
treinta y las cincuenta páginas, permiten conocer
los principales acontecimientos nacionales que han
forjado nuestro espacio geográfico a lo largo de los
siglos XIX y XX, sin embargo, apenas vislumbran
algunas ideas sobre el espacio nacional quedando
aún mucho camino por andar en la identificación
de su ideario e imaginario.
Este tipo de conocimiento aportado desde la
academia, los viajeros, las instituciones, el gobierno
y la escuela, requiere del diálogo de la historia y de
la geografía con otras ciencias (filosofía, antropología) y del apoyo de métodos de análisis más finos
146 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
como la hermenéutica y el análisis del discurso,
para llegar a la comprensión de las obras y autores
retomados, así como desentrañar su intencionalidad y significado en su espacio, tiempo y sociedad.
Diálogo interdisciplinario y metodologías que no
son explicitadas por la mayoría de los autores.
Por tanto, con toda la riqueza de información
que da cuenta de la geografía del siglo XIX y principio del XX y de la diversidad geográfica del país,
los documentos aquí presentados sólo llegan a
enunciar algunas afirmaciones o propuestas sobre el
ideario e imaginario sobre nuestro espacio durante
los siglos señalados: Salvador Méndez, historiador
del Centro de Investigaciones sobre América Latina
y el Caribe de la UNAM, por ejemplo, al mismo
tiempo que aborda las instituciones, obras y viajeros que produjeron el conocimiento geográfico
del México decimonónico, resalta las necesidades
de este conocimiento sentidas por intelectuales de
la época. También da testimonio de valoraciones,
percepciones, imágenes sobre los lugares, recursos
naturales, clima, relieve, paisajes, distancias atravesadas por los viajeros durante sus trayectos y
estancias. Por su parte, Salvador Álvarez, historiador del Centro de Estudios Rurales de El Colegio
de Michoacán, muestra algunas visiones e ideas
sobre el espacio de la nación: la visión que se tenía
en el siglo XIX de la Nueva España como una de
las “joyas de la Corona”; la conciencia nacional de
un territorio difuso e impreciso del recién México
independiente; la idea geográfica de la jurisdicción de la provincia de Nuevo México como muy
extensa, entre otras.
Luis Felipe Cabrales, geógrafo de la Universidad
de Guadalajara, fundamentándose en una geografía
cultural, analiza las panorámicas urbanas mexicanas para identificar los patrones de significación
del paisaje y su papel en las relaciones sociales,
acercándose significativamente al objetivo de esta
obra. Plantea, entre otros interesantes aspectos, que
“las representaciones paisajísticas son creaciones
culturales que desarrollaron un destacado papel
en la construcción de un imaginario nacional”,
que dotan de una memoria colectiva ligada a un
sentimiento de identidad que conserva en su paisaje
signos que conforman territorios, esto de suma
pertinencia una vez que el país se había independi-
La formación geográfica de México
zado de España y aspiraba a construir las bases para
lograr mejores condiciones sociales y materiales.
El texto de Carlos Téllez, geógrafo del Centro
de Estudios de Geografía Humana de El Colegio
de Michoacán, a partir de los “conocedores y
hacedores” de geografía afirma, entre otras cosas,
que una de las grandes virtudes del campo de la
geografía ha sido la posibilidad de ordenar, sintetizar y representar la realidad en un mapa, lo que
ofrecía comodidad para el ejercicio de poder y las
políticas de gobierno en los distintos territorios del
país. J. Omar Moncada y Patricia Gómez, geógrafos del Instituto de Geografía y de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNAM, enuncian el valor y
significado de la producción geográfica académica
positivista que se plasmó en la identificación y reconocimiento de los bienes naturales que conforman
parte del patrimonio geográfico de México. De
igual forma, Pastor Gerardo González, geógrafo
del INEGI, manifiesta que los mapas han servido
para generar conciencia y sentido de pertenencia
respecto a nuestro territorio y nación, están llenos
de símbolos con significados para cada uno de
nosotros.
La formación geográfica de México es una obra
obligada para cualquier mexicano, en especial para
estudiantes y académicos dedicados a las ciencias
sociales e interesados en la geografía e historia
de nuestro país y, fundamentalmente, para todo
interesado en profundizar en cómo se desarrolla
la idea del espacio de la nación durante los siglos
XIX y XX. Es un esfuerzo por unir las ideas del
tiempo, del espacio y de la vida sociopolítica. Va
progresivamente de menos a más, con congruencia
y complementariedad. Lo que no aborda un autor
lo hace el otro, abarcando entre todos desde el
periodo virreinal hasta el año 2010. Inicia evidenciando la necesidad sentida en el siglo XIX (entre
1822 y 1832) de contar con estadísticas aplicadas y
de poseer un plano topográfico, astronómicamente
trazado y descrito con exactitud en la parte geológica y física del país, y termina con la presentación
del INEGI que permite que México cuente ahora
con la mejor cartografía de la historia y estadísticas
que fundamentan distintos estudios y toma de
decisiones.
REFERENCIAS
Buttimer, A. (1992), “Fenix, Fausto y Narciso”, en García
Ballesteros, A. (ed.), Geografía y humanismo, Oikostau, Barcelona, p. 19-55.
Herrejón, C. (2009), “El espacio y otros actores de la
historia”, en Chávez, M., O. González y C. Ventura,
Geografía humana y ciencias sociales, una relación
reexaminada. El Colegio de Michoacán, México,
pp. 133-159.
Skinner, Q. (2000), “Significado y comprensión en la
historia de las ideas”, en Prismas: revista de historia
intelectual, núm. 4, México, pp. 149-191.
Martha Chávez Torres
Centro de Estudios de Geografía Humana,
El Colegio de Michoacán
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 147
Coppel Ochoa, E. (2011),
Ciclovista Guadalajara. Descubrir la ciudad en Bicicleta,
Universidad de Guadalajara, Editorial Universitaria, Guadalajara,
130 p., ISBN 978-607-450-415-6
Con un diseño atractivo y una propuesta interesante, la joven periodista y activista de la bicicleta
Eugenia Coppel Ochoa presenta un extraordinario
libro ilustrado en el que plasma, a través de la fotografía, su experiencia como ciclista en la ciudad
de Guadalajara. Se trata, además, de una especie
de guía con rutas e itinerarios que invita al lector a
utilizar este medio de transporte como una forma
de (re)descubrir la ciudad en la que habita.
El libro –de pequeño formato para su fácil
manejo y transportación– inicia con unas breves
páginas introductorias donde la autora habla de su
experiencia como ciclista y de la bicicleta como un
medio de transporte alternativo y sustentable ante
la desmedida proliferación de automóviles en las
ciudades. Sobre el primer asunto, recuerda que sus
buenas intenciones fueron literalmente atropelladas
(junto con ella y su bicicleta) la primera semana
que decidió abandonar su coche y subirse definitivamente a la bici. Este desafortunado evento, de
gravedad menor, tuvo a bien que Coppel decidiera
armarse del equipo necesario para enfrentar las
calles y avenidas: además de luces, casco, guantes
y timbre, se hizo de un espejo retrovisor.
Las alrededor de 120 fotografías que se presentan a lo largo del libro, fueron construidas justamente a partir de la combinación de dos cristales:
el del lente fotográfico y el del espejo retrovisor.
Tomadas desde el asiento del velocípedo, todas
ellas capturan imágenes de la ciudad reflejadas en
el espejo circular del manubrio de Coppel, así como
el suelo, el techo o la pared detrás de éste. Con ello,
la autora logra un doble acierto: metafóricamente
crea una imagen de la ciudad que se refleja prácticamente a través de la bicicleta y, al mismo tiempo,
explicita el artificio fotográfico, visible siempre en
el fondo fuera de foco de lo que yace detrás, en
los extremos del espejo circular que contiene la
148 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
imagen nítida. No es fotografía científica, se trata
de un testimonio personal, que como propuesta
de itinerarios estéticos de la ciudad, incentiva el
uso de un medio de transporte dejado de lado por
las grandes aglomeraciones urbanas; en palabras
de la propia autora, la serie que presenta es “una
memoria de mi paseos y mis rutas más comunes, así
como una constatación de que podemos reinventar
para bien la manera de mirar y vivir nuestra ciudad”
(Coppel, 2011:16).
La invitación a pedalear por Guadalajara se formaliza a lo largo del libro con la propuesta de seis
rutas, seis “ciclovistas” indicadas en un mapa cada
una, las cuales cruzan diferentes zonas de la ciudad:
Minerva – Jardines del Bosque; Colonia Americana
– Chapultepec; Santa Tere – Federalismo; Expiatorio – Aranzazú; Centro Histórico y, por último,
Vía Recreativa Juárez – Vallarta. Las fotografías
documentan puntos interesantes de cada ruta y sus
respectivos sitios de captura aparecen señalados en
los mapas. Cada foto, a su vez, cuenta con un pie
de página distinto; puede ser información histórica,
ubicación, clasificación biológica u otro tipo de
información, dependiendo el caso.
La manera en la que el ser humano concibe su
entorno –indica de forma acertada la autora– está
íntimamente relacionado con la manera en que se
desplaza: un peatón, un ciclista, un automovilista y
un usuario del transporte colectivo obtienen distintas visiones de la ciudad. Este fenómeno, estudiado
a detalle por la Geografía cultural, se constata en
sus fotografías: la bicicleta le permite detenerse a
contemplar lugares invisibles para el automovilista,
fuera de ruta para quien utiliza transportes públicos
o demasiado lejanos para un peatón. Sólo así logra
capturar de una manera única y particular, a veces
completa y otras fragmentada, edificios, esculturas,
árboles, establecimientos, grafiti, arte callejero, es-
Ciclovista Guadalajara. Descubrir la ciudad en Bicicleta
cenas cotidianas, calles, puentes y una gran variedad
de manifestaciones urbanas de otra forma imperceptibles. Como ciclista, Coppel tiene que desviarse
muchas veces de las grandes avenidas y atravesar calles y barrios que de otra manera nunca conocería.
A este respecto, vale recordar que el año pasado
también vio a la luz otro libro sobre experiencias
de ciclistas en la Ciudad de México. Se trata de
41 testimonios recogidos por Pérez López (2011)
a estudiantes, músicos, comerciantes y una gran
variedad de profesionistas que utilizan la bicicleta
como medio de transporte o con fines recreativos.
También se tradujeron al español los Diarios en
bicicleta de David Byrne (2011) –ex vocalista de
la conocida banda Talking Heads– en los que narra
sus paseos por diversas ciudades del mundo (a las
que, sin faltar ocasión, lleva siempre una bici plegable). Estos testimonios confirman no sólo que
el ciclismo es una opción de transporte saludable,
eficiente, limpia y accesible, sino también que genera una visión particular de la ciudad, mejora la
experiencia urbana, la convivencia con los demás
y la calidad de vida. Según afirma Byrne, con ella
“se tiene una visión perfecta del ajetreo en que se
vive” (Byrne, 2011:15).
Desde hace varias décadas, en México y diversos lugares del mundo, urbanistas y geógrafos han
hecho énfasis en la necesidad de recuperar la escala
humana de la ciudad, favoreciendo la creación y recuperación de espacios públicos para el peatón y el
ciclista (Ghel, 1987; Fernández, 1991). Contra
el uso desproporcionado del automóvil,1 argumenA este respecto, el panorama que planeta Pérez López
sobre el uso del automóvil en la Ciudad de México, más
que exagerado, parece alarmante:
1
El automóvil causa graves perjuicios a la colectividad e impacta negativamente sobre la calidad de vida urbana y las
condiciones de vida de las y los ciudadanos. No representa una
opción viable para las ciudades ni es sustentable en términos
energéticos. Tiene efectos negativos sobre el medio ambiente y
sobre la contaminación atmosférica y sonora. Su masificación
ha llevado a un incremento de las enfermedades respiratorias
y, sobre todo, de la inseguridad vial, vulnerando el derecho a
un medio ambiente seguro y saludable. El congestionamiento
vial cada vez más frecuente produce estrés en los automovilistas
quienes, por desesperación e impaciencia, buscan ganar tiempo
a través de diferentes estrategias que infringen, por lo general, el
reglamento de tránsito: exceder el límite de velocidad, pasar los
tan, la bicicleta representa una herramienta para
enfrentar la crisis urbana, climática, energética y
de salud pública; reducir los embotellamientos
y accidentes de tránsito; contribuir a la preservación de energía, disminuir los tiempos de viaje y
mejorar la salud de los ciudadanos (Pérez, 2009;
Fernández, 1991).
Como Coppel, cada vez son más las personas
que se animan a salir a recorrer en bicicleta las calles
de la ciudad. También existe un mayor número de
organizaciones ciudadanas que fomentan tanto su
uso diario como los paseos nocturnos o de fin de
semana.2 Por su parte, el gobierno ha implementado diversos planes que vislumbran un uso cada
vez mayor de ella,3 pero no existe en cambio una
estrategia integral que la considere, combinada con
semáforos en rojo, ignorar la prioridad de paso y los derechos
de las y los peatones. En definitiva, la motorización de las
ciudades ha incrementado significativamente la inseguridad
de la ciudadanía. En México, los accidentes de tránsito son la
primera causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años, por lo
que se han convertido en un problema de salud pública. No
obstante, en un momento donde la seguridad pública y ciudadana ocupa uno de los primeros lugares en la agenda política,
las autoridades públicas parecen haber perdido el interés por
la seguridad vial (Pérez, 2009:17).
En la ciudad de México destacan los grupos: Bicitekas
[http://bicitekas.org/], grupo bicicletero del Parque Hundido [http://biciperros.org/] y la División bicicletera del
sur [http://divisiondelsur.blogspot.com/]; en Guadalajara:
Guadalajara en bicicleta [http://gdlenbici.org/], y, en Monterrey: Pueblo bicicletero [http://www.pueblobicicletero.org].
Se trata en todos los casos de organizaciones ciudadanas
que se dedican a fomentar el uso de la bicicleta o a realizar
paseos en bicicleta dentro y fuera de sus respectivas ciudades.
Cualquier interesado se puede a acercar libremente a ellas.
3
En el Distrito Federal, la Secretaría de Medio Ambiente ha
impulsado el Plan verde de la Ciudad de México, Muévete
en bici, el Ciclotón y Ecobici [http://www.sma.df.gob.mx/
sma/index.php]. De particular importancia, por su parte, es
Estrategia de movilidad en bicicleta del DF, puesta en marcha
desde 2009 como parte del Programa General de Desarrollo
del Distrito Federal, 2007-2012. Gracias a esta estrategia, la
ciudad de México editó su propio Manual del ciclista urbano
[http://www.sma.df.gob.mx/sma/links/download/biblioteca/flippingbooks/manual_ciclista_urbano/ : consultado el
15 de febrero 2012], acierto cuya mayor dolencia sea, probablemente, considerar que los automovilistas sí respetan a
los ciclistas, los peatones y las leyes de tránsito de la ciudad.
Por su parte, en Guadalajara se ha impulsado un sistema de
préstamos análogos a Ecobici.
2
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 149
Esteban King Álvarez
una insoslayable mejora de todos los sistemas de
transporte público, como una posible herramienta
para cambiar la experiencia urbana y el acontecer
diario de millones de personas. Tampoco ha realizado una campaña de concientización permanente
para que los automovilistas respeten a los caminantes y ciclistas que recorren las calles de la ciudad.
Además, como agrega Pérez López,
cotidiana constituye una forma de reapropiación
del espacio urbano, la cual se enfrenta directamente
con las políticas públicas que han favorecido el uso
del automóvil como eje rector de nuestras ciudades.
Este tipo de experiencia, justamente, es la que deja
asentada Coppel en su libro.
El ciclismo, propone el antropólogo francés
Marc Augé (2009):
fomentar el uso del transporte público desarrollando la red de transporte colectivo no es suficiente
para transformar a la ciudad. También es indispensable incrementar la oferta de espacios de descanso
y recreación; construir parques y jardines; implementar más espacios para los peatones; anchar las
banquetas y reducir el espacio para los coches; en
definitiva, poner en marcha medidas para que la
ciudad se convierta en un lugar agradable y seguro
y ofrezca a las y los ciudadanos una vida urbana de
calidad. De otra forma, el derecho a la ciudad será
ejercido únicamente por las y los automovilistas
(Pérez, 2009:19).
es un humanismo que abre con renacidos bríos las
puertas de la utopía y de un futuro más esperanzador: el símbolo de una futuro ecológico para la
ciudad de mañana y de un proyecto urbano que tal
vez podría reconciliar a la sociedad consigo misma.
Las políticas públicas, no cabe duda, son fundamentales para cualquier cambio en nuestras
ciudades; para su puesta en práctica y su elaboración, hacen falta los conocimientos y habilidades
de urbanistas, geógrafos, sociólogos, ingenieros,
historiadores, ambientalistas, entre otros. Sin embargo, el libro de Coppel nos recuerda que no todo
depende del ejercicio vertical del poder: “Moverse
en bicicleta es reconocer que los cambios tienen
que empezar por uno mismo” (Coppel, 2011:12).
Al discurso del urbanista, su visión totalizadora
y su concepción “geométrica” o “geográfica” del
espacio, plagada de construcciones visuales, panópticas y teóricas, el ciclista opone, como el peatón,
su propia práctica cotidiana; “una espacialidad
otra”, según Michel de Certeau, “cuyo cuerpo
obedece a los trazos gruesos y a los más finos [de
la caligrafía] de un ‘texto’ urbano que escribe sin
poder leerlo” (Certeau, 2007:105). Esta práctica
150 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
El libro de Eugenia Coppel funciona como documento, testimonio e invitación; con su cámara y
su bicicleta, aprehende la ciudad de forma novedosa
y nos invita a realizar nuestra propia ciclovista.
REFERENCIAS
Augé, M. (2009), Elogio de la bicicleta, Editorial Gedisa,
Barcelona.
Byrne, D. (2011), Diarios de Bicicleta, Editorial Sexto
Piso, México.
Certeau, M. de (2007), La invención de lo cotidiano 1.
Artes de hacer, Universidad Iberoamericana, México.
Fernández Christlieb, F. (1991), Las modernas ruedas de
la destrucción. El automóvil en la ciudad de México,
Ediciones El Caballito, México.
Ghel, J. (1987), Life between buildings. Using public space,
Van Nostrand Reinhold, New York.
Pérez López, R. (2009), “¿Ciudades para personas o para
autos?”, en DFENSOR, núm. 11, año VII, noviembre, México, pp. 17-19.
Pérez López, R. (2011), Por mi ciudad en Bicicleta. Experiencias de ciclistas en la Ciudad de México, Bicitekas,
México.
Esteban King Álvarez
Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad Nacional Autónoma de México
Geografía crítica: territorialidad, espacio y poder en América Latina,
Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Externado,
Bogotá, 27 al 30 de septiembre de 2011.
En septiembre del 2011, la red de Geografía Crítica de Raíz latinoamericana (GeoRaizAL) de la
Universidad de Externado, convocó, junto con el
grupo ESTEPA (espacio, tecnología y participación)
de la Universidad Nacional en Bogotá, Colombia,
al seminario internacional “Geografía crítica: territorialidad, espacio y poder en América Latina”.
La invitación a participar en dicho evento llegó a
tan solo unos días de regresar de la 6ª Conferencia
Internacional de Geografía Crítica desarrollada
en Fráncfort del Meno (Frankfurt am Main) en
agosto del mismo año (Ramírez, 2011:154-157).
La participación en este seminario me motivó por
dos razones: primera, tener un acercamiento directo
con un grupo que inició trabajos en la Universidad
Nacional de Colombia a partir del intercambio
entre profesores y alumnos, lo que dio origen a
grupos de trabajo estudiantiles que interactuaron
con otras agrupaciones latinoamericanas de geografía y de ciencias sociales; y segundo, por la relación
con grupos que en el fondo tienen objetivos comunes: generar una geografía diferente de la que
tradicionalmente se ha implantado en las aulas y
en la práctica profesional, para construir un mundo
más equitativo contendiendo de manera diversa y
diferente con las desigualdades sociales generadas
hasta el momento.
GeoRaizAL es una asociación que tiene como
objetivo fundamental consolidar a mediano plazo
una perspectiva de la geografía de los pueblos latinoamericanos, tratando de dar una respuesta a la
herencia eurocéntrica con la que se ha desarrollado
este conocimiento en América Latina, proceso
que se ha incrementado en los últimos años a
partir del predominio de la llamada globalización
e internacionalización del conocimiento. Con su
propuesta de generar una Geografía Crítica de Raíz
Latinoamericana tratan de construir una “práctica
decolonial, que reconozca que entre cada mestizo
hay un indígena oprimido y que en su liberación
radica el potencial de transformación”. Con ello
se trata de revalorar el conocimiento indígena latinoamericano, entre otros que existen en la base
geográfica, como una forma epistemológica “oprimida pero no vencida”, y reconocida a partir de los
movimientos sociales indígenas, campesino, afro y
obreros del continente con quienes tienen vínculos
estrechos que marcan el trabajo que realizan en su
geografía (www.georaizal.org).
Estas posturas y objetivos se fueron tejiendo a lo
largo de varias actividades y encuentros desarrollados desde 2002, realizadas en diferentes partes de
América Latina a partir de la iniciativa del grupo
colombiano. Como resultado de estos encuentros
se han generado ya lazos estrechos, no sólo entre
los geógrafos sino con historiadores, antropólogos
y sociólogos, lo que ha permitido consolidar una
red que intenta construir una Geografía latinoamericana propia, así como estrechos vínculos con las
ciencias sociales que sean también del continente.
A partir de este trabajo, en 2010 se desarrollaron ya las primeras Jornadas de Geografía Raizal,
que dio origen a la Red de Geografía Crítica de
Raíz Latinoamericana, inscrita en la Facultad de
Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad
de Externado en Colombia, donde algunos de los
estudiantes ya laboran como docentes e investigadores, y que, junto con el grupo ESTEPA de la
Universidad Nacional de Colombia, quienes han
trabajado con temas como paisaje, SIG participativo
y ecología política, se dieron a la tarea de organizar
el seminario arriba mencionado, efectuado del 27
al 30 de septiembre del 2011. El objetivo fundamental, contar con elementos que les permitan,
en el mediano plazo, consolidar una perspectiva
latinoamericana “de la geografía de nuestros pueInvestigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 151
Blanca Rebeca Ramírez Velázquez
blos” (Ibid.). Para lograrlo, se hizo un llamado a
especialistas para reflexionar sobre el papel de la
geografía y las ciencias sociales latinoamericanas en
los procesos de transformación social que permitan, a su vez, fortalecer el conocimiento geográfico
como ciencia y práctica social para la comprensión
y transformación de las desigualdades sociales, y
comprender la geografía en su dimensión política,
consolidando teorías, metodologías y estrategias
que permitan fortalecer esta ciencia.
El progreso del seminario estuvo enmarcado en
una intensa actividad política que se desarrollaba
entre los estudiantes latinoamericanos a partir de las
movilizaciones de los estudiantes chilenos que demandan una reforma educativa y mayor apoyo para
la educación pública en su país. En Colombia hubo
manifestaciones solidarias para este movimiento,
expresadas en el simulacro de bombas lanzadas en
sus mítines, lo que daban al ambiente un dejo de
movilización intenso en el campus universitario;
esto provocó cierta incertidumbre al desarrollo
del encuentro en la Universidad Nacional, ante la
posible amenaza de cierre en cualquier momento.
En concreto, para el trabajo del seminario se
contó con dos sedes: la Universidad Nacional de
Colombia y la de Externado, en donde se llevaron
a cabo las actividades del último día. La inscripción fue gratuita y el encuentro estuvo abierto
a estudiantes, investigadores, organizaciones y
movimientos sociales interesados en el tema. El
funcionamiento se propuso a partir de dos instancias paralelas y a la vez complementarias; por un
lado, las conferencias abiertas que se desarrollaron
con invitados especiales alrededor de cinco ejes
de discusión, organizados en las siguientes mesas:
Geografía crítica latinoamericana: territorialidad,
espacio y poder; Herramientas de representación y
gestión del territorio: SIG participativo y cartografías; Ordenamiento territorial para la vida y Ecología política. Por el otro, un taller de participación
con el fin de generar propuestas para consolidar la
red de Geografía Crítica de Raíz Latinoamericana
a partir de las discusiones y las exposiciones que se
efectuaron en las mesas antes mencionadas.
Con el avance de estas mesas y con las preguntas
generales que guiaron las reflexiones, se organizaron
las presentaciones para el final de la discusión. Las
152 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
preguntas que sobresalieron fueron: ¿qué se entiende por geografía radical y crítica en los diversos
países de América Latina y cuáles son las principales
debilidades que presentan?; ¿cuáles deberían ser las
problemáticas centrales de una geografía radical y
crítica de raíz latinoamericana?; ¿cómo radicalizar
y generar una geografía crítica desde la geografía
física?; ¿cuáles son los aportes del feminismo y la
perspectiva de género?; ¿en qué ámbitos debemos
desarrollar acciones para el cambio social?; ¿qué
vínculos pueden explorarse entre la emergencia
espacial en las ciencias sociales, la globalización y
el ajuste geopolítico del capitalismo mundial?; ¿es
posible un diálogo entre el norte y el sur y cuáles
son sus potencialidades?; ¿cuál es el vínculo entre
academia y movimientos sociales?; ¿cuál es el papel
de la teoría en el cambio social?; ¿educación popular, ciencias sociales y geografía?; ¿cuáles son las
mejores formas de seguir con este trabajo y cuáles
serían las maneras de lograr financiamiento?
Como se puede apreciar, las preguntas marcan
en sí mismas una vasta y completa agenda de tareas
que no se adscriben a un solo rubro sino que son
de corte académico teórico-práctico, pero también de
índole geopolítica y de política, que requieren
de la consolidación de una estrategia bastante amplia y diversa para ponerse en marcha. Si bien el
quehacer desarrollado hasta el momento es de gran
utilidad, son varias las estrategias requeridas para
el trabajo futuro que permita implementarlas. Ese
fue el objetivo fundamental del encuentro, retomar
algunas discusiones que proporcionaran elementos
fundamentales para la agenda de trabajo que se
pretende organizar.
A partir de un total de 23 exposiciones, cada
una de las cinco mesas contó con un comentarista
al final de las presentaciones, cuya función era
rescatar los ejes centrales que debían ser discutidos
en la sesión plenaria. La mayoría de los expositores
eran colombianos; uno de Brasil, una de México,
una de Argentina, un colega de la State University
de Nueva York, dos de la Universidad de Twente en
Holanda, uno de la Universidad de North Carolina
y una más de la Universidad de British Columbia
en Canadá. Aproximadamente el total de asistentes
fue de 250 personas, en su mayoría colombianos,
quienes interactuaron con los ponentes. Sin embar-
Geografía crítica: territorialidad, espacio y poder en América Latina
go, fue sorprendente ver la manera como a través
de videoconferencias, el seminario era transmitido
en todas sus sesiones a diferentes partes de América
Latina, lo que permitió que profesores y estudiantes
de otras latitudes recibieran la información en el
momento en que se desarrollaba, sin esperar a la
publicación de las memorias.
La primera de las mesas se centró en la Geografía
política latinoamericana, en donde se expusieron
cuatro ponencias relacionadas con el tema. Resaltó el hecho de que no existe una sola geografía
crítica en el continente, sino que se caracteriza
por ser diferente, diversa y en cada lugar depende
del contexto sociopolítico y económico en que
se desarrolle para poder distinguirla, a pesar de
ciertos elementos que se entrecruzan que pueden
generar vínculos entre ellas. Asimismo, se enfatizó
la manera como el capitalismo ha generado un
despojo en grupos marginados y en desposeídos lo
que genera grupos en estado de vulnerabilidad al ya
no poder contender con sus propios recursos para
desarrollarse; el caso de Colombia sirvió para ejemplificar estos procesos. La necesidad de iniciativas
para evitar errores futuros y de reflexiones sobre las
dificultades que se presentan al tratar de conjuntar
un proyecto común ante la diversidad de visiones
que el pensamiento crítico tiene, fueron elementos
que también se pusieron sobre la mesa. Resaltaron
dos elementos fundamentales en esta propuesta:
las diversas maneras de definir el pensamiento
crítico y su vinculación con la academia, en donde
se contrapone una que sólo acepta que ser crítico
se hace a través del vínculo con los movimientos
sociales, y otra en donde se acepta la posibilidad
de que sea un compromiso con la producción de
un conocimiento que tienda a generar nuevas relaciones y no las que impone el sistema imperante
en el momento actual.
La necesidad de reforzar la discusión teórica fue
uno de los elementos que reiteradamente mencionaron los diversos ponentes, sin embargo, resaltó
la postura de Carlos Walter Porto Gonzalez quien
sostuvo que: “queremos una teoría que no sea solo
teoría, sino que se involucre con el mundo, y para
hacerlo, es necesario rescatar su dimensión política”.
La segunda mesa concentró su discusión en
el tema del poder, entendido como una forma de
dominación o de explotación que se asocia a la
producción social del espacio. Destacaron temas
como el conflicto armado colombiano el cual ha
generado espacios de apropiación de recursos por
grupos que despojan a otros de sus territorios,
pero también la manera como trabajando con
los recursos y el territorio se puede generar poder
desde esos espacios. Aquí también se discutió
la manera como la geografía física puede contar
con elementos de radicalización que le quitan la
aparente “neutralidad” en que se encuentra y que
se da de diferentes maneras: a través del regreso a
autores clásicos, como Salvatore Engel de Mauro
lo expuso, o bien, a través de otras como podría ser
“reconciliando” la geografía física con la humana
(Ramírez, 2003), o a partir de la generación de una
“ciencia” que conjunte el espacio-tiempo como lo
maneja Massey (1999).
La mesa tercera, que discutió sobre las herramientas de representación y gestión del territorio,
se propuso analizar las implicaciones de la representación en la toma de decisiones, lo que llevó
nuevamente a los temas de inclusión/exclusión y
democratización de la información geográfica como
uno de los aspectos relevantes del trabajo crítico.
La cuarta mesa enfatizó ejemplos de ordenamiento
territorial que llamaron “para la vida”, es decir, se
abordó la diversidad de iniciativas que permiten
la reproducción de los recursos naturales, las zonas de reserva campesina y otras que se presentan
como alternativas a la reproducción ampliada del
capitalismo. Por último, la ecología política fue
propuesta como una alternativa para discutir la
relación sociedad naturaleza en forma crítica y
como instrumento para cuidar los recursos naturales. El énfasis que se le puso a la última mesa fue
la de abordar los conflictos territoriales asociados
al Estado y a los intereses capitalistas que entran
en conflicto con los de las organizaciones sociales
y campesinas.
En el taller final se organizaron algunas ideas
que permitieron sacar conclusiones y estrategias de
trabajo futuro. Aquí los expositores de las sesiones
y los participantes al seminario interactuaban en
talleres temáticos que dejaron una compleja y
amplia gama de tareas a desarrollar en el futuro
próximo; entre ellas, queda pendiente la contraInvestigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 153
Blanca Rebeca Ramírez Velázquez
posición existente entre la dimensión critica de la
participación, y la que argumenta que se puede ser
crítico sin militancia directa en los movimientos
sociales pero con compromiso con ellos (Ramírez,
2000). Esta misma contradicción es la que ha prevalecido en el Grupo Internacional de Geografía
Crítica, en donde al manejarlas como dimensiones
contrapuestas y hasta excluyentes se han generado
visiones alternas en relación con la definición del
ser crítico. En mi opinión, misma que mantengo a
la fecha, es un falso problema que sólo ha generado divisiones entre los grupos, confrontándolos y
dispersando esfuerzos y, asimismo, ha impedido la
construcción de una identidad cultural crítica que
aglutine y consolide en una dimensión amplia el
trabajo realizado hasta el momento.
Al contar con un seminario en donde todos
participamos de todas las sesiones, conocimos la
propuesta general de las visiones, lo que le dio
una dimensión muy humana ya que se pudo tener
contacto entre los expositores, y de ellos con los
participantes en diferentes momentos del desarrollo
del mismo. A pesar de contar con múltiples diferencias, el tono y el color de los debates siempre fueron
muy cordiales y se generó un ambiente de contacto
afable que se extraña en otros eventos de dimensiones muy amplias, lo que dificulta la interacción
entre los participantes. La lengua ayudó sin duda
a que esta conjunción se realizara, pues al hablar
todos español y poder interactuar en portugués, no
generó la dispersión que en ocasiones impide una
relación más intensa como se presenta sin duda
en el Grupo Internacional de Geografía Crítica,
en donde el problema de las múltiples lenguas y la
comunicación es algo que ha preocupado y se ha
discutido desde 1996 a la fecha.
La organización fue impecable y contó con
una gran agilidad, originalidad y flexibilidad para
comunicar su desarrollo a lo largo del continente.
Independientemente de este procedimiento, hay
una propuesta de generar un libro que compile las
ponencias y parte de la discusión generada. Por la
naturaleza del mismo, no se contó con excursiones
o visitas de campo; hubo una exposición de libros
colombianos bastante interesante y completa. Sería importante, para próximos eventos como este,
contar con un intercambio latinoamericano de
154 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
publicaciones que nos pusiera en contacto con la
producción académica y política de los geógrafos,
misma que en la actualidad es bastante limitada.
Muchas fueron las conclusiones que se generaron a partir de la riqueza de las discusiones que
se dieron en este seminario. Me quedo con cuatro
que me parecen importantes. La primera refiere a
cómo potenciar el trabajo tan arduo e interesante
que han hecho los miembros, lo que permite su
consolidación para la generación de otra geografía
comprometida con los grupos desprotegidos y que
incida de maneras diversas en la disminución de las
diferencias regionales tan acentuadas que existen
ahora en América Latina. Desde esta perspectiva,
sería interesante reflexionar si es posible compartir
los problemas latinoamericanos con otros que se
desarrollan en otras latitudes del mundo, lo que
permitirá pasar de un internacionalismo regional a
otro que fuera de corte mundial. Sin duda, esto empataría en algunos puntos agendas con otros grupos, como el Internacional de Geografía Crítica que
comparte algunos objetivos, buscando identidades
más englobantes y abiertas. El internacionalismo
regional, si bien tiene sus ventajas para generar
identidades más aglutinadas, impide compartir
visiones de futuro que no pueden restringirse a las
transformaciones exclusivas del continente; desde
esa perspectiva, terminar con la opresión de Latinoamérica es luchar por erradicar también la que
existe a nivel global.
La segunda tiene que ver con el esfuerzo que
significa el mantener y enfatizar la comunicación
latinoamericana entre latitudes tan amplias que incluye ámbitos de hemisferios norte y sur, pero con
características particulares que es necesario integrar.
En ese sentido, la defensa de la geografía crítica no
es un acto disciplinar sino relacional que implica
el compromiso claro y abierto con la generación
de otro tipo de relaciones que las imperantes en el
capitalismo contemporáneo. Éstas, una vez más,
no se restringen a la geografía latinoamericana,
sino cómo desde aquí se pueden abrir vínculos
que generen otras con los países de otras latitudes.
La tercera, se relaciona en cómo generar una
discusión ontológica y epistemológica desde la
práctica latinoamericana que permita integrar el
saber y el hacer, que trastoque el conocimiento
Geografía crítica: territorialidad, espacio y poder en América Latina
geográfico y social imperante, pero que sirva para la
transformación de la América Latina que queremos
y no la que es explotada y despojada de sus recursos
y de sus riquezas. Sin duda que la tarea es ardua,
pero si se mantiene el compromiso que se percibió a
lo largo de toda la jornada, la esperanza por lograrlo
mantiene el espíritu y las ganas de lograrlo.
Por último, la apertura al ámbito internacional permitiría dimensionar el trabajo que se hace
a otras latitudes que han quedado excluidas del
análisis y pensamiento crítico. Compartir estos
problemas con los que se presentan en algunos
países de Asia y África, entre otros, permitiría ver
que se comparten también estos problemas y estas
visiones con otras partes del mundo, y que también
hay otros geógrafos que aunque no viven con estos
problemas, están interesados en la construcción
de una geografía que pueda ayudar a resolverlos.
Desde esta perspectiva, aprender de los problemas
que se han presentado en el grupo internacional,
como son la definición del significado de la crítica en geografía, y las formas de organización y
vinculación del grupo que ha sido complicada en
el ámbito del Grupo Internacional de Geografía
Crítica, sería importante compartirlo para no caer
en los mismos problemas y errores. La organización
que se percibe en el grupo latinoamericano es sin
duda un avance sustantivo que considero puede
posibilitar la obtención de resultados más evidentes
y concretos en el corto y mediano plazos.
REFERENCIAS
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geography”, Transactions of the Institute of British
Geographers, no. 24, London, pp. 261-276.
Ramírez Velázquez, B. R. (2011), “La 6ª Conferencia
Internacional de Geografía Crítica”, Investigaciones
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UNAM, México, pp. 154-157.
Ramírez Velázquez, B. R. (2003), Modernidad, posmodernidad, globalización y territorio: un recorrido por
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Metropolitana-Xochimilco, Miguel Ángel Porrúa,
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Blanca Rebeca Ramírez Velázquez
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 155
Barrios y periferia en las ciudades americanas (siglos XVIII-XXI),
Dirección de Estudios Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
Ciudad de México, 22 y 23 de noviembre 2011.
La Dirección de Estudios Históricos del Instituto
Nacional de Antropología e Historia organizó
el pasado 22 y 23 de noviembre del 2011, un
coloquio con el título de “Barrios y periferia en
las ciudades americanas (siglos XVIII-XXI)”. La
sede del evento fue su casona ubicada en el centro de Tlalpan y donde, a lo largo de dos días, se
fueron sucediendo seis distintas mesas de trabajo
en torno al análisis del barrio en relación con los
siguientes temas: Organización jurídica y territorial: barrio, municipio y entidad federativa,1
redes sociales y culturales,2 representaciones y
traza,3 historiografía, fundación y poblamiento,4
Mesa a cargo de Carlos Aguirre Anaya (Dirección de Estudios Históricos, INAH), María Esther Sánchez Martínez
(Universidad Autónoma Metropolitana-Atzcapotzalco),
Regina Hernández Franyutti (Instituto de Investigaciones
Dr. José Maria Luis Mora), Holguer Lira Medina (El Colegio
de México), María Soledad Cruz Rodríguez (Universidad
Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco) y Jorge Gómez
Sánchez (Universidad Autónoma de la Ciudad de México).
2
Mesa a cargo de Javier Casco López (Universidad Veracruzana), Olga Montes García (Universidad Autónoma
Benito Juárez) e Iván Gomezcésar Hernández (Universidad
Autónoma de la Ciudad de México).
3
Mesa a cargo de Luis Fernando Granados Salinas (Facultad de Filosofía y Letras, UNAM), Marcela Dávalos López
(Dirección de Estudios Históricos, INAH) y Manuel Sánchez de Carmona (Universidad Autónoma MetropolitanaAtzcapotzalco).
4
Mesa a cargo de Felipe Castro Gutiérrez (Instituto de
Investigaciones Históricas, UNAM), María Teresa Quezada
Torre (El Colegio de San Luis), Guillermo Vargas Uribe
(Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo) y
María del Pilar Iracheta Cenecorta (El Colegio Mexiquense).
1
156 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
especulación, economía y estructuras poblacionales,5
perspectivas y prácticas culturales.6
A continuación se destacarán algunos de los
elementos de análisis y problemáticas enfatizadas
en las distintas secciones del foro, desde diversas
disciplinas tales como el urbanismo, la historia, la
antropología y la geografía social.
Los barrios han atravesado una serie de transformaciones urbanas a lo largo de los siglos tanto
en su caracterización como en su morfología. Se
trata de asentamientos conocidos como barrios
de indios mismos que, más tarde, se convertirían
en los arrabales o suburbios dando lugar a una
reconceptualización en términos territoriales. Es,
sobre todo, en el proceso de homogeneizar espacios
jurisdiccionales para el ordenamiento urbano en su
estructura administrativa, que los significados y las
prácticas de barrio fueron adaptándose a distintos
modelos espaciales como son los cuarteles, las colonias, las delegaciones y otras entidades federativas
vigentes hoy en día.
Los barrios analizados entre el centro y la periferia deben ser tomados como unidad ya que es,
justamente, a través de mecanismos tales como la
movilidad social, la migración, la codependencia y
Mesa a cargo de Sonia Pérez Toledo (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa), Ernesto Flores Martínez
(Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa), Jorge
Olvera Ramos (Escuela Nacional de Antropología e Historia), Isabel Méndez Fausto (Universidad de Guadalajara),
María del Carmen Bernárdez de la Granja (Universidad Autónoma Metropolitana-Atzcapotzalco) y Ernesto Aréchiga
Córdoba (Universidad Autónoma de la Ciudad de México).
6
Mesa a cargo de Alejandro Semo Groman (Universidad
Autónoma de la Ciudad de México), Rodolfo Gamiño
Muñoz (Centro de Investigaciones y Estudios Superiores
en Antropología Social-DF) y Rossend Rovira Mogardo
(Universitat de Barcelona).
5
Barrios y periferia en las ciudades americanas (siglos XVIII-XXI)
adquisición de poder político que ambas dimensiones espaciales cohabitan y se afectan mutuamente.
Se recalca, pues, que el foco de atención deben
ser los límites ya que la legislación española impuso criterios propios que resultaron ajenos a la
naturaleza indígena de ordenamiento espacial en
términos de sus fronteras. Dentro de esta problemática parece de interés retomar el análisis de las
rutas y caminos, de las entradas y salidas humanas,
del mercado y áreas de consumo, etc. Además, se
subrayó la utilidad de los estudios de urbanismo
mismos que pueden otorgar una comprensión en
términos de la planeación barrial y, así, dilucidar
las tensiones producidas en el roce entre los barrios
y otras entidades federativas.
La complejidad para definir un barrio urbano
como una dimensión territorial está asociada a la
gran diversidad de paisajes y poblamientos más allá
del binomio rural/urbano. Es, quizá, a través de un
enfoque antropológico que se pueden comprender
estos espacios dentro de procesos de dinamismo y
simbolismo. La prácticas culturales que se operan en
los barrios resultan fundamentales en este tipo de
análisis de carácter territorial, ya que son justamente
ellas quienes construyen las identidades de los grupos
sociales –lo que se puede o no alterar, por aquellos
cambios en los usos de suelo–. Las identidades
barriales pueden reconstruirse a través del estudio
antropológico de sus fiestas, ceremonias y actividades
dentro de la religiosidad popular y de los procesos
de aculturación. Se trata de comportamientos que
se replican en otros espacios, que se innovan o se
intercambian con otras fronteras, pero que resultan
actividades rituales de reapropiación territorial.
El proceso de incorporación de los pueblos en
barrios –como parte del ayuntamiento– se encuentra en relación con criterios políticos. Esto es, en el
afán de urbanización de los pueblos se gestaron dos
tipos de barrio: aquéllos de la periferia con paisaje
tipo rústico y las colonias de carácter urbano y
proletario. De hecho, estas morfologías del barrio
pueden ser estudiadas en los censos, dentro de las
estructuras administrativas, a través de prácticas de
trabajo –como son los gremios– o por medio de la
recaudación de tributos.
Sobre el uso de los mapas antiguos para la localización y el análisis del barrio del siglo XVIII, el
plano de José Antonio de Alzate de 1789 parece
fundamental. En él aparecen varias decenas de
barrios representados y que, en apariencia, brindan
una fuente de análisis importante en la reconstrucción de su territorialidad. Sin embargo, se enfatizó
la necesidad de tomar con reservas el uso de mapas
antiguos que no reflejan la naturaleza real ni el
carácter espacial exacto del barrio. Es preciso, por
el contrario, tomar en cuenta el filtro cultural del
hacedor del mapa. En este caso, es Alzate quien
añade la información geográfica de la Ciudad de
México en un papel pero a través del tamiz de la
cartografía de la Ilustración con aspiraciones cientificistas. En este sentido, Luis Fernando Granados
Salinas y Marcela Dávalos destacaron la forma en
que el estudio de la cartografía antigua no puede
deslindarse del propio pensamiento de su autor. En
este sentido, las fuentes escritas nos hablan que el
propio Alzate se mostraba sensible en relación con
los barrios indígenas y fue, justamente la preocupación por su posible desaparición que introdujera en
su mapa una determinada escala para el centro de
la ciudad y dejar sin escala la periferia de los barrios
y, así, manipular distancias reales. De esta forma,
se subrayó que los barrios no son lo que dicen los
mapas y que para su estudio, en todo caso, resulta
indispensable introducir otros criterios de estudio.
Por ejemplo, el enfoque etnológico o antropológico
brinda el análisis de la experiencia vivencial dentro
de los barrios que permite distinguir su población,
no ya a partir de la traza, sino por el origen, el oficio
y otras categorías sociales que reflejen la verdadera
naturaleza espacial del barrio (Dávalos, 20097).
Para el estudio de los barrios y sus transformaciones a partir del siglo XVIII, se retoma la discusión
en torno a la necesidad de conceptualizar algunos
términos como el propio de “barrio” o “pueblo”
mismos que, en primera instancia, se confunden
En esta obra, la autora rastrea textos de carácter legislativo
que avalan el modo de vida barrial. Así, por ejemplo, los
documentos escritos por jueces y escribanos de Juzgados
resultan una fuente histórica fundamental para la reconstrucción de los barrios de indios en la Ciudad de México en el
siglo XVIII. Por su parte, Luis Fernando Granados propone
conocer la naturaleza barrial a través de la articulación de
tres categorías de estudio: los indios, la identidad y los
mecanismos de recaudación tributaria (Granados, 2010).
7
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 157
Raquel Urroz
y se metamorfosean en el devenir histórico.8 No
obstante, a nivel jurídico se distinguió la manera
en que un barrio no es un gobierno local en sí y
que pudo haber sido tanto “sujeto” como “cabecera”. Mientras que el “pueblo” es otro cuerpo legal
con límites bien establecidos con posibilidades de
reclamar el “fundo legal”. En este sentido, Felipe
Castro nos recuerda la necesidad de rastrear algunos
conceptos como son “estancias”, “cabeceras”, etc.
(Gibson, 2007). Y distinguir, así, entre jerarquías
urbanas españolas –como son la ciudad, la villa o
el pueblo– con el calpulli o el altepetl de naturaleza indígena. Después, la necesidad de construir
algunas categorías de análisis que expliquen, por
ejemplo, que la cabecera no es fija o estable ya que
los españoles elegían, bajo criterios particulares, los
asentamientos y sus límites. En este sentido,
los orígenes o el linaje de los pueblos fundadores
se dispersa por varias partes; algunos desaparecen,
otros son reubicados, algunos más se convierten en
sujetos –ya sea de un cacique o gobernante español–,
a veces pasan a ser propiedad privada o a funcionar
a través de un terrazgo o renta (Castro, 2010).
Por otra parte, Felipe Castro nos enseña que
es indispensable, además, tomar en cuenta los
fenómenos que afectan e impactan a los barrios y
que contribuyen a su transformación a lo largo del
tiempo. Por ejemplo, las epidemias, las reducciones,
las congregaciones. Pero también, los elementos y
estructuras que muchas veces sobreviven (y no que
se inmovilizan). Por último, es necesario tomar en
consideración que las comparaciones deben ser
lógicas y no desequilibradas con respecto al estudio
de dos o más barrios. Por ejemplo, podría resultar
más adecuado contrastar la estructura territorial
de la Ciudad de México con ciudades como Lima
o Madrid, que entre distintas regiones de México.
En el trabajo de definir identidades barriales, las
calles, los comercios y las actividades nos hablan
de las formas de sociabilidad, convivencia y solidaridad que, en última instancia, son las formas y
las fuerzas de articulación territorial. Así, pues, en
Sobre la situación teórica, los cambios conceptuales y los
puntos de partida para el estudio de los “pueblos urbanos”
en la Ciudad de México, que ascienden a más de cien, con
orígenes prehispánicos o colonial (véase Álvarez 2011).
8
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un aparente desorden o desestructuración barrial,
es necesario desarrollar cierta sensibilidad que
nos permita mirar las movilidades sociales donde
subyace cierta interacción de grupos, redes clientelares, vínculos sociales y determinadas prácticas
culturales. En este sentido, el analizar las dinámicas
urbanas en los sectores populares brinda ciertas
pistas en la forma en que muchas veces los barrios
se reproducen en otros espacios o, por el contrario,
chocan entre ellas en su lucha por mantener vivas
las particularidades de las identidades barriales.
Finalmente se puede reflexionar en algunos
puntos que resultan fundamentales a la hora de
estudiar los barrios y, así, dilucidar los retos que
implica el pensar la ciudad en su diversidad en
la búsqueda de una reconstrucción estructural y
cultural de sus diversas territorialidades.
Tomando en cuenta la gran diversidad de nociones que se ligan al estudio del barrio como pueden
ser la periferia, la identidad cultural, las redes sociales, etc., una historia territorial debe comenzar
por reconocer que cada barrio tiene su propia
historicidad, misma que no debe ser soslayada para
poder partir de los propios antecedentes, orígenes,
composición, ocupación y dinámica en cada caso
particular; para de esta forma tener conciencia de
las diferencias regionales que marcan significados
múltiples.
La necesidad de una base teórica y metodológica
para contrarrestar la dificultad de conceptualizar
el barrio que, aunque se expresa en términos de
su territorialidad, no solamente es su propia geografía. La comunidad, quien habita el barrio, es
quien crea vínculos de pertenencia, de parentesco, lingüísticos, etc. Además, existen estructuras
político-administrativas que brindan sentido de
pertenecia, ya sea a partir de cierta organización
y participación política, o a raíz de estructuras y
prácticas religiosas.
Reflexionar en las continuidades y rupturas a
lo largo de los tiempos evitando ser tajantes en
nuestra propia idea del espacio. Es decir, aunque el
sistema colonial reestructura el territorio en su afán
por controlarlo –ya sea a través de un padrón de
tributarios, de organizaciones parroquiales, etc.–,
muchas veces no desplazó del todo los linajes,
las herencias, las concesiones y todos aquellos
Barrios y periferia en las ciudades americanas (siglos XVIII-XXI)
elementos que redistribuyen el espacio, también,
permitiendo la subsistencia de ciertas estructuras
territoriales ancestrales.
Aunque es cierto que no necesariamente un
censo o un mapa nos habla de las territorialidades
barriales, no obstante, las estadísticas, los planos y
las cartas corográficas pueden ser, no sólo auxiliares importantes, sino fuentes de estudio histórico
para conocer aquello que representan de la realidad espacial, pero también aquello que omiten o
distorsionan en su muy subjetiva reconstrucción
de los espacios barriales. En este sentido, más que
desconfiar del mapa antiguo por sus intrínsecas
desfiguraciones, por el contrario, podrían ser apoyo
fundamental del análisis espacial y aunque no ya
como testimonio fidedigno, sí para revelar la parte
humana y cultural ligada al espacio geográfico.
El trabajo de campo de tipo etnográfico resulta
fundamental para extraer datos concretos y ser
aplicados en ciertas categorías y conceptos previamente definidos y desarrollados, sin perder de vista
los cambios y criterios que deban irse adaptando
a distintos contextos históricos. Por ejemplo, es
necesario mencionar más los antecedentes del
altepetl pero siempre dentro del mundo nahua,
sin convertirlo en un concepto aplicado a una
generalidad territorial (Fernández y García, 2006).
Una historia territorial de los barrios, siempre
debe estar en relación con su contexto preciso en el
tiempo y en el espacio. Pero, además, dicha historia
aparece siempre sumergida en un proceso entre la
homogeneización ideológica impuesto desde el poder y una reivindicación barrial a través de litigios,
ciertas políticas locales y, sobre todo, a través de una
religiosidad popular (Báez-Jorge, 2011).
REFERENCIAS
Álvarez Enríquez, Á. (coord.; 2011), Pueblos urbanos,
identidad, ciudadanía y territorio en la ciudad de
México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias
en Ciencias y Humanidades, UNAM, Miguel Ángel
Porrúa librero-editor, México.
Báez-Jorge, F. (2011), Debates en torno a lo sagrado. Religión popular y hegemonía clerical en el México indígena,
Universidad Veracruzana, México.
Castro Gutiérrez, F. (2010), “El origen y conformación
de los barrios de indios”, en Castro Gutiérrez, F.
(coord.), Los indios y las ciudades de Nueva España,
Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM, México, pp. 105-122.
Dávalos, M. (2009), Los letrados interpretan la ciudad: los
barrios de indios en el umbral de la Independencia, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.
Fernández Christlieb, F. y A. J. García Zambrano (coords.
2006), Territorialidad y paisaje en el altépetl del siglo
XVI , Fondo de Cultura Económica/Instituto de
Geografía-UNAM, México.
Gibson, Ch. (2007), Los aztecas bajo el dominio español.
1519-1810, Siglo XXI editores, México.
Granados, L. F. (2010), “Pasaportes neoclásicos. Identidad
y cobro de tributo indígena en la ciudad de México
Borbónica”, en Castro Gutiérrez, F. (coord.), Los indios y las ciudades de Nueva España, Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM, México, pp. 371-396.
Raquel Urroz
Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad Nacional Autónoma de México
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 159
Colóquio Internacional “Élisée Reclus e a geografia do Novo Mundo”
[Coloquio Internacional “Elisée Reclus y la geografía del Nuevo Mundo”],
São Paulo, 6 al 10 de diciembre de 2011.
Entre os dias 6 e 10 de dezembro de 2011 realizouse na Universidade de São Paulo o Colóquio
Internacional sobre Élisée Reclus e a geografia do
Novo Mundo. Esse Colóquio foi organizado por
estudantes da pós-graduação em geografia humana
e alguns professores da Universidade de São Paulo e
foi presidido pelo Professor Hervé Thiery. Em um
primeiro momento contou com o financiamento
do Consulado Geral da França em São Paulo e
posteriormente com o da CAPES (Coordenação de
Aperfeiçoamento de Pessoal do Ensino Superior).
O encontro foi primeiramente pensado a partir de
quatro eixos de discussão: 1. Élisée Reclus e a tradição geográfica, 2. Élisée Reclus e as Geografias dos
Novos Mundos, 3. Geografia política e geopolítica
e 4. Élisée Reclus: educação e ensino na geografia.
O encontro teve um total de 43 palestrantes (31
homens ou 72.1% e 12 mulheres ou 27.9%). Os
dias de trabalho foram intensos geralmente começando de manhã e se estendendo até de noite. O site
do evento pode ser acessado através do endereço:
http://reclusmundusnovus.wordpress.com/.
Esse Colóquio de certa maneira demonstra um
alto grau de especialização, ou seja, temos uma série
de doutores, mestres e alunos de pós-graduação que
decidiram estudar a fundo o pensamento de um só
geógrafo que imbuído do ideal anarquista produziu
uma grande obra teórica e prática acerca da geografia do mundo. No entanto, devido à presença
mesmo que sutil da desvalorização do campo da
história do pensamento geográfico– nos parece que
isso ocorre de alguma forma no Brasil– ou ainda a
pouca força da história da nossa disciplina muitos
autores dedicaram um tempo significativo de sua
apresentação na contextualização e na apresentação
dos aspectos básicos da obra de Élisée Reclus. O
resultado dessa escolha foi a sobreposição e repetição de informações em alguns casos. Obviamente
160 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
isso não comprometeu o evento nem empobreceu
o debate. De qualquer forma construímos nossa
resenha de forma a tentar apresentar a síntese das
informações e compilar tais sobreposições.
Na abertura do evento contamos com a palestra
da professora Béatrice Giblin uma pesquisadora
que há muito tempo se dedica à obra de Reclus.
Ela foi aluna de Yves Lacoste e seu trabalho sobre
Reclus esteve ligado à revista Hérodote. E como
expusemos anteriormente em sua apresentação
será possível detectar várias informações que
se repetiram posteriormente durante o evento.
Primeiramente ela nos apresenta a idéia de que
a liberdade conduz a obra de Élisée Reclus bem
como seu pensamento político. Também que o
Estado é uma máquina que deve ser desmantelada,
é uma organização imposta pelos outros. Somente
os indivíduos podem dirigir suas vidas e lutar contra a opressão. A moral, portanto é basicamente
individual e até certa medida voluntarista. Dessa
forma sua geografia serve o projeto político de lutar
contra a opressão e de possibilitar a anarquia com
homens livres e iguais em uma sociedade sem leis
e sem autoridades.
Reclus antes de se envolver umbilicalmente
com o anarquismo escolhe ser geógrafo. Devido
a sua infância em um ambiente familiar envolto
pelo protestantismo Reclus desenvolveu sua sensibilidade pela observação e pelo respeito à natureza.
Ele, no entanto, tem uma formação de gabinete
através das lições de Ritter e da leitura de Humboldt. Acabada sua formação Reclus parte para o
mundo e trabalha como geógrafo de campo, mas
nunca sem ignorar ou subestimar o material de
gabinete. Alguns pesquisadores como David Palacios colocam que Reclus não seria essencialmente
um explorador no sentido tradicional do termo.
Ele seria um geógrafo pois buscava colher muitas
Colóquio Internacional “Élisée Reclus e a geografia do Novo Mundo”
informações em arquivos através de seus contatos
dentro do meio anarquista e elaborar verdadeiras
sínteses regionais através do trabalho minucioso e
comparativo acerca das fontes dos mais diversos
locais do mundo. A rede de anarquistas seus componentes e sua funcionalidade foi tema de debate
e esteve presente na apresentação de Petellier. Ele
chama atenção do contato de Reclus com o anarquista Kotoku Shusui que lhe indicará o problema
do imperialismo.
Giblin contrariamente a essa idéia reafirma a
necessidade de Reclus de ver pessoalmente, de ir
ao local e de não se satisfazer apenas com a leitura.
Em mais de uma mesa do Colóquio também foi
destacado o fato de que as fontes que ele consultou
e reuniu eram muito ricas e cobriam um longo
período de tempo, de forma que do ponto de vista
documental sua Géographie Universelle era mais
rica do que a geografia mundial elaborada por
alguns geógrafos vinculados a escola de Vidal de la
Blache. Há então uma idéia que possui força de
argumentação de que a geografia francesa sofreria
um processo de empobrecimento diante de sua
institucionalização acadêmica.
Outro tema bastante debatido em todas as mesas é que imbuído do espírito da época Reclus era
um grande incentivador do processo de colonização, pois em sua opinião o trabalho humano teria
o papel de melhorar a natureza e não destruí-la.
Através da colonização o tema da miscigenação de
raças e a apropriação política da escravidão e do extermínio de raças ganham o tom político do debate.
Encontrar o equilíbrio ao qual Reclus se refere é o
melhoramento da natureza como um bem comum
para toda a humanidade constituída com base na
cooperação e na solidariedade entre os homens. No
entanto, como apontaram vários palestrantes para
Reclus a ascensão do capitalismo e suas inovações
técnicas representam um progresso e ao mesmo
tempo um regresso. E toda sua argumentação
nesse sentido é plena de exemplos empíricos. E no
que diz respeito à colonização da Argélia o colono
francês teria um papel positivo uma vez que transformaria a terra não produtiva em frutos. Assim
apesar dessas contradições Reclus é um entusiasta
do avanço tecnológico, pois as novas tecnologias
provocariam a resolução das contradições e trariam
conseqüentemente o equilíbrio entre sociedade e
natureza. Phillipe Pelletier, no entanto, nos lembra
de que Reclus utiliza o termo contradição e não
o termo dialético. Isso porque a dialética era um
termo avesso a população não culta e porque de
certa forma remetia aos debates entre anarquistas
e socialistas na primeira internacional –como entre
Marx e Engels.
Reclus se localiza em um momento histórico
que a ecologia ainda não foi inventada, entretanto
ele é um ecologista avant lettre tanto no sentido de
visualizar a relação entre homem e natureza através
de laços profundos e essenciais, quanto ao perceber
que é necessário conservar a natureza e encontrar
um equilíbrio de seu uso. Através dessa análise
relacional profunda Giblin vislumbra em sua obra
aquilo que chama de geopolítica cidadã que dá
conta de compreender as relações de poder em
uma microescala, como por exemplo, no estudo de
Reclus sobre a cidade de Nova York na Géographie
Universelle. Marcella S. di Friedberg nessa mesma
verve fez uma comparação das visões acerca da ecologia e das interpretações que decorrem do discurso
sobre a natureza advindo de Reclus. Como destaca
citando P. Pelletier a causa verde é sempre positiva
e remete ao politicamente correto. Friedberg comparou as visões de natureza que temos atualmente e
a visão de Reclus. De uma forma geral nos coloca
que atualmente temos os eco-otimistas e os catastrofistas, porém Reclus não se encaixaria nessas
classificações atuais. Ele teria uma interpretação
mais rica e atenta ao dinamismo terrestre em que
a técnica é a chave para o aumento dos recursos
disponíveis. E onde o recurso final é o próprio ser
humano e onde se evidência claramente sua fé no
anarquismo e na vontade humana. A ciência para
Reclus, de acordo com Marcella, se remete a um
campo de disputa ideológica e de visões de mundo. Assim não é só a produção do conhecimento
é pensada mas também sua reprodução na forma
da educação onde uma educação libertária se faz
necessária com contato físico e direto da realidade.
Apesar de Reclus só adentrar na academia
tardiamente alguns geógrafos consideram sua
geografia enciclopédica, porém não acadêmica. Reclus falava ou era capaz de ler em seis línguas diferentes, possuía grande cultura, recebia informações
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 161
Breno Viotto Pedrosa
de uma grande rede de anarquistas e colaboradores
e havia feito várias viagens. Diante desse fato David
Palacios afirma que Reclus era em si um centro de
cálculo tendo em vista o volume de informações
que reúne e a extensão de sua obra. E se por um lado
foi um pensador que até certa medida adiantou o
enfoque ecológico, por outro lado ele foi contemporâneo do darwinismo e acompanhou o ápice de
sua divulgação. E diante das apropriações do darwinismo pelo pensamento social Reclus tem uma
postura decididamente anarquista que reverbera e
se alimenta na obra de Kropotkin. A escolha é que
o convívio e a sociedade humana devem se pautar
na cooperação e não na competição da espécie.
Fato que não impede Reclus de identificar a luta
de classes. Porém, os dominados são solidários e
os dominantes são invejosos e competitivos. Nesse
sentido o novo mundo é visto com esperanças do
surgimento de novos tipos de sociedade.
A visão utopista acerca do novo mundo foi
explicitada em várias palestras e especialmente
no apresentado por David Palacios que buscou
explorar a relação entre Reclus e um colaborador
colombiano que não ligado às redes anarquistas.
Seu nome era Vergara y Velasco um membro do
exército da Nova Granada que era politicamente
conservador o que contrastava com os ideais de
Reclus. Mesmo assim ambos desenvolveram uma
relação duradoura de troca e respeito intelectual.
Vergara y Velasco chegou até mesmo a traduzir
a parte da Géographie Universelle sobre a Nova
Granada no momento em que esta era publicada
na França. Reclus publica ainda quando volta à
França “Viajem a Serra Nevada de Santa Marta”
e em seus estudos apresenta uma regionalização
da Colômbia. No que diz respeito ao Panamá é
interessante destacar que Reclus é um entusiasta da
construção do canal, pois acredita que o comércio é
um veículo civilizador. Ao se deparar com a ascensão do capitalismo Reclus raciocina que o comércio
é uma espécie de motor da história e da geografia.
Por fim cabe ressaltar que Vergara y Velasco foi
contatado posteriormente pelos geógrafos vidalianos quando eles estavam reeditando a Géographie
Universelle, porém em uma relação assimétrica onde
os cientistas do centro mais se alimentavam do
conhecimento periférico consolidado. Enfim o fato
162 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
era que a relação entre Reclus e Vergara era mais
cordial e de trocas científicas. Alejandro C. Ortíz
destacou que Reclus observa a simbiose do homem
com o território e os diferentes costumes e culturas.
Ressalta ainda a importância do café e ironicamente
coloca que apesar do regime republicano na Nova
Granada o presidente tem poder de imperador e a
igreja recebeu metade das terras do país.
Marcelo Miyahiro nos conta sobre a viajem de
Reclus ao Brasil onde ele vai basicamente do Rio
de Janeiro à São Paulo. No Rio fala sobre os aspectos urbanos e os processos de migração campocidade. Em São Paulo visita as fazendas de café e
observa novamente o sistema escravocrata. Reclus
passa pelo Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro onde tem a recepção e o apoio do Marquês de
Paranaguá. É eleito sócio honorário da Academia
brasileira de Letras e sócio temporário da Sociedade
de Geografia do Rio de Janeiro. Em 1894 Reclus
escreve o livro “Estados Unidos do Brasil” que
mais ou menos 6 ou 7 anos depois é traduzido e se
inclui como anexo o texto “Território contestado
franco-brasileiro”. Essas obras foram utilizadas
pela diplomacia brasileira para ganhar a disputa
de fronteira acerca da Guiana Francesa. Estratégia
que deu certo uma vez que a fronteira é traçada a
partir do Cabo Orange e não do Rio Amazonas
como queriam os franceses. Hervé Thiery nos apresenta um trabalho sobre como Reclus vê a guerra
do Paraguai. Curiosamente Reclus detecta como a
guerra colocará em xeque a sociedade latifundiária
e escravocrata no Brasil desgastando o regime imperial. Poucos anos após essa guerra a República e a
abolição da escravidão são proclamadas. Francisco
Albert também se dedica a expor como Reclus viu
a estruturação da sociedade brasileira percebendo
a escravidão no Brasil de maneira diferente dos
Estados Unidos. Aqui haveria traços de um feudalismo ou ainda um sistema de favores e acordos
entre senhores e escravos distinto da segregação dos
Estados Unidos de América.
Outro trabalho que nos pareceu muito interessante foi de Rui Campos em que ele analisa a obra
de Reclus “Histoire d’um ruisseau” [História de um
córrego] em que se analisa em cada um dos capítulos como o córrego nasce e percorre o território
até chegar ao mar. Reclus se refere ao ciclo da água
Colóquio Internacional “Élisée Reclus e a geografia do Novo Mundo”
e ainda demonstra como os rios são apropriados
pelo homem e como eles tem um valor essencial
para a sociedade. Nos fala ainda sobre a utilização
do rio como fronteira política. Ainda nessa obra ele
remete as grutas como o primeiro habitat humano,
chama atenção para o mau uso da água e até mesmo
se refere poeticamente ao uso do rio como espaço
de entretenimento e contemplação na natureza.
E no meio da análise sustenta que o mundo não
seria uma justaposição de elementos por camadas,
mas um todo sustentado por constantes relações.
Outra idéia que apareceu de forma diluída em
várias mesas é o fato do ideal anarquista de Reclus
fazer com que ele tenha uma postura contra a igreja
uma vez que ela seria apoiadora da dominação de
classes, a favor da igualdade de gêneros, contra as
ideias malthusianas e contra o racismo −e conseqüentemente entusiasta da mestiçagem. Reclus
também embebido do ideal anarquista aponta
para a dissolução dos governos e das fronteiras e
alguns até mesmo o indicaram como um predecessor da ideia de mundialização. A contradição
diante disso é que nos parece que Reclus não
despreza completamente a ideia de nação. Também
no âmbito do anarquismo temos suas reflexões
sobre a relação entre evolução, revolução e a não
alienação da autonomia do sujeito na construção
de uma sociedade justa. Nesse contexto é que
Reclus cunha o termo geografia social calcado na
decisão soberana no individuo e na luta de classes
rumo ao equilíbrio social. Diante de todo exposto
como nos coloca Pablo Campos a geografia de
Élisée Reclus já se demonstra como multiescala e
não pautada centralmente no Estado. Reclus dá
muita importância à propriedade comunal que
se manifesta na maioria das culturas ao redor do
mundo.
Phillippe Pelletier por sua vez explorou mais
como o anarquismo fundamenta a visão de mundo
de Reclus e como a participação de uma rede de
anarquistas foi importante para sua obra e para
aprofundar suas reflexões sobre o próprio anarquismo. Aqui se esclarece a questão nacional: Reclus
investe muito na visão de federações regionais de
trabalhadores que se vêem como parte do mundo
e não de uma nação. O que na prática não descarta
a ideia de divisões nacionais, porém sempre remete
ao federalismo. Pelletier demonstra ainda que em
um cenário cheio de deterministas como o próprio Bakhunin Reclus optou pela adaptação, pela
diversidade e complexidade do meio, ou seja, pelas
múltiplas determinações. Nos coloca ainda que a
ideia de que o progresso acompanha o regresso vem
de Vico o que certamente será um mote essencial
do desenvolvimento de sua obra. E Pelletier tem
muito cuidado para situar Reclus em seu tempo
e não taxa-lo simplesmente de ecologista isso
porque não se trata exclusivamente da relação do
organismo com o meio ambiente, mas de relações
múltiplas que envolvem vários elementos.
O desfecho do colóquio se deu com a palestra
de Roland Creaght que fez suas considerações sobre Reclus. E coloca que ele possui muitos traços
anti-eurocentricos uma fez que via no novo mundo
como uma possibilidade de reorganização social e
o velho mundo como decadente. Creaght também
contrasta a visão de Marx e Reclus sobre a questão
do eurocentrismo, mas também sobre a guerra civil
nos EUA onde Reclus se preocupava mais com a
emancipação dos povos. Finalmente a riqueza do
conhecimento está em saber viver e trabalhar na
terra numa concepção que seria próxima a idéia
da práxis marxista no sentido que o conhecimento
deve ser realizado na vida e na política.
Ao fim do evento pudemos concluir que mesmo
com as sobreposições e lugares comuns acerca da
obra de Reclus tivemos um mosaico de matizes
sobre vários aspectos de seu pensamento o que
se evidenciou através do debate. Apesar de tudo
Reclus não é celebrado para que fique no passado.
Ele é revisitado que para possa agregar realmente
idéias importantes e elaborações metodológicas
que nos ajudem a entender o mundo atual mesmo
que ele seja um autor do século XIX. Como nos
demonstrou Marcella atualmente uma espécie de
neurose generalizada nos impede de encarar a natureza como algo dinâmico uma vez que a ideologia
da conservação ambiental faz o senso comum vê-la
como algo estático e que obviamente precisa ser
preservada de maneira intocável. Pessoalmente um
aspecto que me incomoda do pensamento reclusiano é a presença de várias metáforas naturalizantes
ou ainda uma tendência de naturalizar o que tem
uma essencial cultural. Obviamente essas metáforas
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 163
Breno Viotto Pedrosa
são um instrumento importante de teorização e
de expressão de determinados processos e que irão
estar entre os vidalianos. Mas o grande contraste
do pensamento reclusiano se comparado à escola
vidaliana recai com certeza sobre a apreensão do
dinamismo do mundo. Como Creaght ressaltou
164 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
em sua palestra o erro do pensamento cartesiano
foi ver o movimento como algo irracional.
Breno Viotto Pedrosa
Departamento de Geografia,
Universidade de São Paulo
Instituto de Geografía Tropical: medio siglo de institucionalización científica
de la Geografía en Cuba (1962-2012)
El surgimiento y el desarrollo de las investigaciones
geográficas cubanas, antes de 1959, estuvieron profundamente vinculados a las tradiciones naturalistas y geográficas de prominentes personalidades que
contribuyeron a la sistematización del pensamiento
geográfico, a su fortalecimiento pedagógico y a la
creación de los cimientos institucionales de dicha
rama del saber científico en la nación caribeña. De
manera cronológica, son relevantes las contribuciones realizadas por Alexander von Humboldt (17691859), Esteban Pichardo Tapia (1779-1879),
Felipe Poey Aloy (1799-1891), Carlos de la Torre
Huerta (1858-1950), Alfredo Aguayo Sánchez
(1866-1948), Ramiro Guerra Sánchez (18801970), Fernando Ortiz y Fernández (1881-1969),
Salvador Massip Valdés (1891-1978), Erwin Raisz
(1893-1968), Sarah E. Ysalgué Ysalgué (18941989), Pedro E. Cañas Abril (1902-1992), Leví
Marrero Artiles (1911-1995), Gerardo A. Canet
Álvarez (1911-2011) y Antonio Núñez Jiménez
(1923-1998). Cabe destacar que Salvador Massip
Valdés constituye un ícono de la historia geográfica
cubana y latinoamericana.
La institucionalización de las ciencias geográficas emanó de la promulgación de la ley 1011 del
20 de febrero de 1962, que estableció la Comisión
Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba.
Esta resolución jurídica constituyó la plataforma
para el despegue, el auge y la proyección de las
ciencias cubanas, determinando la fundación de
la Academia de Ciencias de Cuba y, con ello, la
del Instituto de Geografía y Geología, el 9 de
marzo de ese año. En 1967, con la creación del
Instituto de Geología y Paleontología, se abre una
etapa importante para la consolidación geográfica
institucional. A su vez, en 1962 se crea la Escuela
de Geografía (actual Facultad) de la Universidad
de La Habana.
A lo largo de su fructífera historia han sido
directores del Instituto de Geografía (de Geografía Tropical, después de 1995), Salvador Massip
Valdés −Presidente de Honor (1962-1966), Pedro
Eduardo Cañas Abril (1966-1981), Gladstone
Oliva Gutiérrez (1981-1989), Jorge Luis Díaz Díaz
(1989-1993), José Ramón Hernández Santana
(1993-1997), Juan Mario Martínez Suárez (19972002) y Marlén Palet Rabaza (2002-actualidad).
En sus primeros años, la institución enfrentó
múltiples retos, tales como la organización institucional de su naciente razón social; la asimilación
y agrupación de los especialistas cubanos más sobresalientes en el quehacer geográfico; la formación
acelerada de su joven personal académico; y la
búsqueda, recopilación y clasificación de las obras
geográficas y cartográficas existentes, muchas de
ellas fragmentadas, dispersas y, en ocasiones, parcialmente desconocidas. En la creación de su incipiente centro de información, Juan Pérez de la Riva
(1913-1976), destacado demógrafo y sociólogo,
sentó las bases de la catalogación bibliográfica, así
como del acervo cartográfico institucional.
La primera visión estructural de la institución
quedó integrada por cuatro departamentos científicos: Geografía Física, Geografía Económica,
Cartografía y Espeleología, en correspondencia
con las grandes direcciones geográficas del siglo
XX y, en el caso particular espeleológico, por la
notable distribución del karst tropical en el país
y los conocimientos acumulados por la Sociedad
Espeleológica de Cuba, fundada en 1940.
En la primera década, las actividades científicas
estuvieron dirigidas a la recopilación del material
geográfico disperso, la catalogación de la toponimia
cubana (nomenclátor), la determinación de diversos parámetros geográficos del país, la realización
de mapas a relieve, e investigaciones de carácter
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 165
José Ramón Hernández Santana
regional (Hernández y Díaz, 1994). La documentación acumulada, unida a los conocimientos de
S. Massip Valdés, S. E. Ysalgué Ysalgué, A. Núñez
Jiménez y P. E. Cañas Abril, permitieron, conjuntamente con los científicos soviéticos I. P. Guerasimov (1905-1985), F. F. Davitaya (1911-1979),
D. A. Lilienberg (1928-2005) y J. G. Mashbits
(1928-1997), la elaboración del Atlas Nacional de
Cuba de 1970. Esta obra amplió las temáticas con
respecto al primer Atlas Nacional, elaborado por G.
A. Canet Álvarez, bajo la redacción cartográfica de
E. Raisz, en 1949.
Concluida esta primera gran visión geográfica
y cartográfica nacional, se inició el programa de
investigaciones “Inventario y evaluación de los
recursos naturales del territorio nacional”, lo que
facilitó, además, la especialización disciplinaria de
diversos grupos académicos. En toda esta etapa
(1972-1989), un papel cardinal fue jugado por la
colaboración de especialistas de diversas instituciones geográficas, entre ellas: Instituto de Geografía
de la Academia de Ciencias de la URSS (actualmente
de Rusia), Instituto de Geografía de Brno (antigua
Academia de Ciencias de Checoslovaquia), Centro
de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de
Varsovia, Instituto de Geografía y Geoecología de la
antigua Academia de Ciencias de la República
Democrática Alemana, Instituto de Geografía y
Organización Espacial de la Academia de Ciencias
de Polonia, Universidad Palacky de Olomouc (antigua Checoslovaquia), Instituto de Espeleología
“Emil G. Racovitza” de la Academia de Ciencias
de Rumania, entre los principales pilares que contribuyeron a la asesoría y co-ejecución de importantes proyectos geográficos y obras cartográficas,
así como a la formación de los jóvenes geógrafos,
muchos de los cuales concluyeron sus doctorados
en esos países, en la década de los años ochenta.
La asesoría y la colaboración de los geomorfólogos soviéticos D. A., Lilienberg, V. M. Muratov
(1983 †), E. A. Finko (1929-2007) y D. S. Asoian,
fueron esenciales en las investigaciones sobre la
morfogénesis, la estructura, la dinámica endógena
y la percepción remota del relieve, representada
cartográficamente en levantamientos nacionales,
regionales (Pinar del Río, La Habana, Camagüey y
otros) y locales (Topes de Collantes, Varadero). La
166 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
creación y madurez del primer grupo nacional especializado en el estudio del relieve, el establecimiento
del polígono geodinámico complejo en Santiago
de Cuba y la cartografía de los movimientos tectónicos recientes de la corteza terrestre, fueron
pulsaciones del progreso geomorfológico durante
las primeras décadas, incluyendo la difusión de la
teoría del análisis morfoestructural del relieve en
América Latina.
La posición geográfica cubana, dentro de la
zona tropical, y su esencia insular, siempre despertaron un especial interés geográfico zonal para
los científicos de Europa oriental, enclavados en
zonas templadas y frías. En este sentido, múltiples
resultados climatológicos e hidrológicos fueron alcanzados bajo la proyección de destacados expertos
soviéticos, como F. F. Davitaya, K. C. Goguishvili,
I. I. Trusov, A. N. Krenke, M. M. Chernavskaya,
M. I. Lvovich (1906-1998), G. Ya. Karasik y A. M.
Grin. Obras científicas sobre los recursos climáticos
del país; las variaciones espacio-temporales de sus
precipitaciones; el balance hídrico nacional y en
cuencas hidrográficas, bajo el prisma de la dinámica
de los procesos físico-geográficos exógenos en estaciones experimentales; la historia del clima cubano;
y la evaluación de sequías en cuencas hidrográficas
de zonas secas, como la del Río Cauto; condujeron
al conocimiento de las regularidades de la distribución, la disponibilidad y el manejo del agua, las
variaciones térmicas hiperanuales, y a aplicaciones
agroclimatológicas regionales.
Las investigaciones socioeconómicas asimilaron
la riqueza académica de diversas escuelas geográficas europeas. La visión de la geografía soviética de
aquellos años, basada en la asesoría de J. G. Mashbits y de G. A. Privalovskaya, estuvo enfocada a las
bases geográficas de la regionalización económica
nacional y de algunas provincias, a la evaluación de
los recursos naturales para el desarrollo económico
y al nivel de su asimilación productiva. La colaboración conjunta entre especialistas polacos,
como A. Dembicz (1939-2009), J. Kostrowicki, J.
Makowski, W. Tyszkiewicz, R. Kulikowski y otros,
con los geógrafos cubanos, permitió transitar por
las premisas geográficas de la integración latinoamericana y caribeña, así como por las perspectivas
de los complejos agroindustriales y la geografía de
Instituto de Geografía Tropical: medio siglo de institucionalización científica de la Geografía en Cuba (1962-2012)
la agricultura. Por su parte, la geografía alemana
contribuyó al estudio del proceso de urbanización
del país y a caracterizar los complejos territoriales
de la economía azucarera; en esta dirección fue notable la asesoría de los especialistas H. Lüdemann,
H. Heinzmann, F. Hönsh y otros. La influencia de
la geografía francesa ocupó la cartografía temática
socioeconómica (J. C. Guenier) y los aspectos integracionistas regionales (H. Riviere d’Arc).
En los primeros veinte años, el desarrollo académico disciplinar alcanzado, unido al carácter
multidisciplinario de las problemáticas contemporáneas de la naturaleza y de la sociedad, determinó la visión holística del porvenir geográfico
y del quehacer institucional. En los albores de
los años setenta, a nivel global, se intensifica la
atención sobre los problemas ambientales, por lo
que la institución incorpora, a partir de 1983 y en
colaboración con el Instituto de Brno, en la actual
República Checa, la línea científica de investigaciones geográficas del medio ambiente, contando con
la colaboración de especialistas checos reconocidos,
como J. Rauser, A. Bucek, J. Lacina, K. Kirchner,
J. Zapletalová y otros, quienes asesoraron al grupo
cubano de geografía del medio ambiente, sentando
las bases para el establecimiento del departamento
homónimo. Este núcleo inicial forjó los aspectos
teóricos y metodológicos, bajo el enfoque de los geosistemas, de su tipología, del estrés ecológico de los
mismos, así como las bases de la planificación geoecológica del territorio, aplicadas al municipio Los Palacios, Cuba occidental. Estas experiencias fueron
diseminadas por varios países latinoamericanos.
El karst es considerado como uno de los factores
azonales más extendido en el archipiélago cubano.
Desde la creación de la Sociedad Espeleológica de
Cuba y, posteriormente, con la fundación de los
grupos espeleológicos provinciales y la creación del
Departamento de Espeleología en la institución,
se extiende e intensifica un amplio programa
de investigaciones carsológicas y espeleológicas,
conjuntamente con los especialistas checos V.
Panoš (1922-2002), O. Stelcl, J. Sládek (19262001) y J. Přibil, en la concepción y la elaboración
del mapa carsológico del país, a escala 1:250 000.
La colaboración con los espeleólogos rumanos L.
Botosaneanu, S. Negrea y otros, permitió realizar
importantes expediciones científicas en 1969,
1970 y 1973, y se fundó en Siboney, Santiago de
Cuba, en 1972, el Laboratorio Bioespeleológico
“Emil G. Racovitza”, el segundo existente en el
mundo, después del francés, localizado en la Gruta
de Moulis.
El desarrollo cartográfico transitó desde un
grupo de diseño, modelado a relieve y dibujo
técnico hasta un departamento especializado, tanto
en cartografía tradicional como automatizada,
llegando a formular e implementar un sistema
de información geográfica (SIG) sobre el país.
Además de los atlas nacionales de 1970 y 1989,
se ejecutaron atlas regionales (Regional del Caribe,
1979; provincias de Camagüey, 1989, y Santiago
de Cuba, 1990) y especiales (Biográfico José Martí,
1983; Demográfico, 1985; Climático, 1987;
Cultura Física y el Deporte, 1991; Agropecuario y
Forestal de Pinar del Río, 1992; Medio Ambiente
del Caribe, 1995; Etnográfico, 1997; Atlas Infantil:
conoce a Cuba, 1997), con la participación de
instituciones especializadas y de expertos de los
antiguos grupos geográficos provinciales de Santiago de Cuba, Camagüey y Pinar del Río, hoy
transformados en centros de investigación independientes. La cartógrafa soviética L. N. Iljiná
contribuyó a la solidez en la redacción cartográfica
de los atlas, en general.
El desarrollo cognoscitivo acumulado sobre
la realidad geográfica cubana, quedó reflejado y
sintetizado en el Nuevo Atlas Nacional de Cuba
(1989). Esta obra selló un importante ciclo en el
desarrollo institucional de la geografía nacional y
abrió una nueva etapa de profundización sobre el
papel y la utilidad social de su desarrollo como
ciencia, y de su derrotero hacia la búsqueda de
soluciones al desarrollo socioeconómico de la
nación (Díaz et al., 1992). Esta filosofía pragmática,
pero necesaria, fortaleció los vínculos con las
entidades gubernamentales y productivas, desde
aquel entonces, contribuyendo a la realización
de múltiples estudios geográficos territoriales
en provincias como Cienfuegos, Las Tunas,
Guantánamo, Ciego de Ávila, Santiago de Cuba,
Sancti Spíritus, Ciudad de La Habana (abasto
alimentario), y en los municipios Isla de la
Juventud, Plaza de la Revolución y Buey Arriba, y el
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 167
José Ramón Hernández Santana
área del Turquino, así como de otras investigaciones
multidisciplinarias. A su vez, ya en esos tiempos y
hasta el presente, florece el papel de los geógrafos
del Instituto, en la asesoría y colaboración con otras
instituciones europeas (España, Francia, Islandia),
pero sobre todo con América Latina (UNAM,
UAEM, UdG, UAG - México; INETER - Nicaragua;
República Dominicana, Puerto Rico y Venezuela).
En 1994 surge el Ministerio de Ciencia,
Tecnología y Medio Ambiente, y el 3 de agosto
de 1995, en plena celebración de la Conferencia
Regional de la Unión Geográfica Internacional y
del V Encuentro de Geógrafos de América Latina,
se declara al Instituto de Geografía, como Instituto
de Geografía Tropical, en su sede del Vedado, La
Habana. La esencia de este nuevo rumbo geográfico
respondía a la necesidad de profundizar en las leyes
y dinámica de los procesos naturales en condiciones
tropicales; al estudio de las regularidades específicas
del medio ambiente y de las montañas de dicha
zona geográfica; a la evaluación de los procesos de
integración económica regional y a las relaciones
entre la modernización y la cultura productiva
local; a la caracterización y evaluación del karst
en condiciones del trópico húmedo insular, y
a la modelación cartográfica de la interacción
naturaleza-sociedad y su actualización mediante
SIG, entre las principales. Un momento importante,
acorde al ciclo del desarrollo de las ciencias cubanas,
la visión aplicada de la geografía y el soporte
financiero de la institución, fue la asociación
168 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
mixta entre el departamento comercial GEOTECH
y varias empresas cartográficas españolas, bajo la
Corporación CESIGMA División América, en 1994,
abriendo el prisma de la consultoría ambiental
nacional, fundamentalmente en turismo y minería,
y en otros países caribeños y centroamericanos.
En la primera década del siglo XXI, la institución ha incursionado en direcciones actuales de
integración geográfica, como el ordenamiento
ambiental, el desarrollo local, la gestión del riesgo,
el manejo de cuencas hidrográficas, la geomática y
diversas fórmulas del manejo medioambiental; así
como ha establecido bases para la continuidad y el
desarrollo de la docencia geográfica posgraduada,
tanto nacional como en el extranjero.
REFERENCIAS
Díaz Díaz, J. L., J. R. Hernández Santana, L. R. Díaz
Cisneros, E. Propín Frejomil y O. Muñiz Gutiérrez
(1992), “Estado y perspectivas de las investigaciones
en el Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias de Cuba”, CANOA, núm. 1, pp. 13-22.
Hernández Santana, J. R. y J. L. Díaz Díaz (1994), “Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias de
Cuba: una nueva proyección científica hacia el siglo
XXI”, MAPPING, núm. 16, pp. 12-26.
José Ramón Hernández Santana
Instituto de Geografía,
Universidad Nacional Autónoma de México
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Las referencias bibliográficas, al final del escrito, deben
aparecer como sigue:
Publicación periódica: Córdoba y Ordóñez, J. y A. García
de Fuentes (2003), “Turismo, globalización y medio ambiente en el Caribe mexicano”, Investigaciones Geográficas,
Boletín, núm. 52, Instituto de Geografía, UNAM, México,
pp. 117-136.
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 169
Publicación no periódica: Luke Gallup, J., A. Gaviria and
E. Lora (2003), Is Geography Destiny?, Lessons from Latin
America, Stanford University Press/World Bank, Palo Alto,
Calif., Washington D. C.
Capítulo de libro: Mendoza Vargas, H. y J. I. Muro (2009),
“El mapa nacional en España y México, 19280-1940. Proyectos cartográficos de larga duración”, en Mendoza Vargas,
H., E. Ribera Carbó y P. Sunyer Martín (coords.), La integración del territorio en una idea de Estado. México y España,
1820-1940, Instituto de Geografía-UNAM/Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora y Agencia Española de Cooperación Internacional, México, pp. 97-117.
Libro: Coll-Hurtado, A. (coord.; 2009), Una vida entre
valles y colinas. Pierre George: un homenaje, Colec. Geografía para el Siglo XXI, Serie Textos universitarios, núm 4,
Instituto de Geografía, UNAM, México.
Fuentes electrónicas: parecidas a la fuente habitual, pero al
final se pondrá entre corchetes [la liga completa y la fecha
de consulta], ejemplo:
Tort, J. (2004), “Hacia la geografía”, Biblio 3W, Revista
Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de
Barcelona, vol. IX, núm. 538, 5 de octubre de 2004. [http://
www.ub.es/geocrit/b3w-538.htm: 10 de octubre de 2004].
Disco compacto: Aguirre Sacasa, F. X. (2003), Un Atlas histórico de Nicaragua/Nicaragua, An historical Atlas, Colección
Cultural de Centro América, [InForma/Conservation Imaging Systems Inc.], edición bilingüe, Nicaragua [cd-rom].
INEGI (2000), México en el siglo XX (panorama estadístico), México [cd-rom].
Las citas “en prensa” de los autores, deberá omitirse,
tanto en esta primera versión como en la versión para su
publicación.
10. La sección de Avances de Investigación se integra por
escritos cortos que presenten hechos científicos producto
de una investigación en marcha, que no hayan sido publicados antes. Este trabajo debe sentar precedentes para la
reflexión, mediante la formulación de preguntas e hipótesis
plenamente justificadas, para ser resueltas en investigaciones
futuras. Tendrán una extensión máxima de tres cuartillas,
incluyendo cuadros, figuras y bibliografía (véase las normas
X), y estarán sujetos a dictamen.
170 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
11. La sección de Debate aceptará comentarios de no más
de una cuartilla sobre temas de interés de la comunidad
geográfica, comúnmente producto de alguna investigación
ya publicada en la revista. El Comité Editorial se encargará
de hacer llegar a los autores de los artículos, aquellos comentarios de debate que considere interesantes para que puedan
ser respondidos por los autores originales. Se permitirá que
los debates continúen hasta por un número más que aquél
en el que hayan sido publicados originalmente. Es requisito
indispensable que los debates sean producto de una discusión científica fundamentada, que se llevan a cabo dentro
de un ámbito de respeto académico, sin que esto signifique
que carezcan de elementos críticos.
12. Las Notas y Noticias son aquellas dedicadas a la divulgación de discusiones e intercambio de ideas en eventos
académicos de índole geográfica, regional, nacional e internacional, así como de perspectivas de interés geográfico;
con una extensión de hasta dos cuartillas.
13. Las Reseñas serán críticas y/o informativas de libros
recientes, tanto geográficos como de carácter interdisciplinario, de temas novedosos, de interés social y económico;
del ambiente y de la tecnología geográfica, así como de
la reflexión teórica, histórica y cultural del territorio. La
extensión no rebasará las tres cuartillas.
14. Los editores del Boletín se reservan el derecho de devolver los artículos que no cumplan con estas Normas para
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Segunda versión del texto:
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académicos, así como lo que señalan estas normas editoriales.
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2. Todas las figuras deberán entregarse por separado y en
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cuatro escalas de grises después de lo cual se deberán usar
achurados que contrasten adecuadamente.
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3. Los mapas, fotografías y gráficas se denominan “Figuras”.
Se numerarán consecutivamente y deberán insertarse al
final del texto, señalando en el texto el lugar dónde van a
pegarse. Las tablas y cuadros se numeran como “Cuadros”.
Los pies de figuras, las leyendas o encabezados (títulos de
cuadros), deben ser ordenados en archivos aparte y, al igual
que las figuras, numerados consecutivamente, señalando en
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americanos.
4. Evite referir en las referencias finales trabajos “en prensa” y
la locución latina et al.; en cuanto a ésta, deberá mencionar
a todos los autores, no así en el cuerpo del texto donde sí se
utiliza dicha locución.
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o desde país latinoamericano, únicamente deberá considerar
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en grados y minutos, escala gráfica y leyenda explícita,
sin incluir “rosa de los vientos”. El título queda fuera de
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b) Cuadros: en formato excel o tabla insertada en word, de
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bien contrastadas y que ilustren claramente el punto de la
investigación.
d) Gráficas: se entregarán en vectores, en formato AI (Ilustrator), CR (Corel) o EPS, o en su defecto, en excel. En
caso de que no vayan a color, se emplearán como máximo
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 171
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work in Spanish, Portuguese and English, and all material
is submitted to a committee of experts for evaluation.
The authors must adhere to the following requirements for
the two versions; these requirements may also be viewed on
the Institute web page (www.igeograf.unam.mx).
First version of the text
1. The authors should send to the Technical Editor of
Investigaciones Geográficas, Boletín, an original and three
printed copies as well as a digital version (mandatory) at
the following address:
Sección Editorial
Instituto de Geografía, UNAM
Circuito de la Investigación Científica s/n
Ciudad Universitaria
Delegación Coyoacán
04360 México, D. F.
2. The work should be accompanied by a covering letter in
which the author(s) must confirm that the work is original
and has been neither published by nor submitted to another
Journal, whether a print journal or an electronic journal.
This letter must be signed by all authors of the paper.
3. The paper must not exceed 25 letter-size [or A4] sheets,
with double-spaced text in 12pt Times New Roman, with
margins of 2.5 cm on all four borders of the page. These
25 sheets include spaces, text, abstract, notes, references,
figures and tables.
A first page, not included in the above-mentioned sheets,
must state the title of the work, the complete names of the
author(s) without abbreviations, the institution of affiliation,
172 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
the complete address, a contact telephone number and the
email address. No other text should be included on this page.
4. On the first of the 25 pages of text, the title of the work
must appear again, but without the name(s) of the author(s).
Immediately below this should be an abstract in the language
of the paper and not exceeding 200 words. Below this, there
should be at least three, and not more than six, keywords
indicating the nature of the work.
5. Throughout the paper, section headings should clearly
indicate (without numbering) the Introduction, the separate
sections of the paper, the sequence of figures through the
course of the paper, and the conclusions.
6. An Acknowledgements section should not be included
in this first version; this should be included only in the
accepted version and must not exceed a single paragraph; it
should follow the Conclusions and precede the References.
This first version must also exclude any material that might
reveal the identity of the author(s), including any indication
of this in the figures (maps).
7. Notes, at the foot of the page, are to be numbered consecutively. It is recommended that notes be short and few.
8. Maps, photographs and graphs are referred to as “Figures”.
Tables and charts are referred to as “Tables”. They must be
numbered consecutively and placed at the end of the paper,
each accompanied by its caption, title and source. Each
must be referred to in the text, and the position where each
should be inserted should be indicated at the appropriate
place in the text accompanied by the respective caption,
title and source.
Old images, or those taken from other texts or from the
Internet, should be accompanied by permission granted to
UNAM by the copyright holder for their use and printed.
Figures may be in black and with (four shades of grey or
shading) or in color; in the latter case, the author pay the
cost of printing.
9. Within the body of the paper, the Harvard reference
system is preferred (e.g. Coll, 2003:75).
The bibliographic references, at the end of the paper,
should be listed as follows:
Serial publication: Córdoba y Ordóñez, J. y A. García de
Fuentes (2003), “Turismo, globalización y medio ambiente
en el Caribe mexicano”, Investigaciones Geográficas, Boletín,
núm. 52, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp.
117-136.
Occasional publication: Luke Gallup, J., A. Gaviria and
E. Lora (2003), Is Geography Destiny?, Lessons from Latin
America, Stanford University Press/World Bank, Palo Alto,
Calif., Washington D. C.
Book chapter: Mendoza Vargas, H. y J. I. Muro (2009), “El
mapa nacional en España y México, 19280-1940. Proyectos
cartográficos de larga duración”, en Mendoza Vargas, H., E.
Ribera Carbó y P. Sunyer Martín (coords.), La integración del
territorio en una idea de Estado. México y España, 1820-1940,
Instituto de Geografía-UNAM/Instituto de Investigaciones
Dr. José María Luis Mora y Agencia Española de Cooperación Internacional, México, pp. 97-117.
Book: Coll-Hurtado, A. (coord.; 2009), Una vida entre
valles y colinas. Pierre George: un homenaje, Colec. Geografía para el Siglo XXI, Serie Textos universitarios, núm 4,
Instituto de Geografía, UNAM, México.
Electronic sources: parecidas a la fuente habitual, pero al
final se pondrá entre corchetes [la liga completa y la fecha
de consulta], ejemplo:
Tort, J. (2004), “Hacia la geografía”, Biblio 3W, Revista
Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de
Barcelona, vol. IX, núm. 538, 5 de octubre de 2004. [http://
www.ub.es/geocrit/b3w-538.htm: 10 de octubre de 2004].
Compac disk: Aguirre Sacasa, F. X. (2003), Un Atlas histórico de Nicaragua/Nicaragua, An historical Atlas, Colección
Cultural de Centro América, [InForma/Conservation Imaging Systems Inc.], edición bilingüe, Nicaragua [cd-rom].
INEGI (2000), México en el siglo XX (panorama estadístico),
México [cd-rom].
“In press” citations of the authors must not be included,
either in this first version or in the version for publication.
10. The section Avances de Investigación [Advances in
Research] comprises short articles that present scientific
findings from research in progress that have not previously
been published. This material should form the basis for
further development by posing questions and stating fully
justified hypotheses to be addressed in future research. Length should not exceed three printed pages including tables,
figures and references. The material is subject to review.
11. The section Debate will accept comments not exceeding
one printed page on topics of interest to the geography
community, usually the product of research already published in the journal. The Editorial Committee undertakes to
inform the authors of those earlier articles of any comments
that it considers interesting, so that the original authors
may respond to such comments. The debate can continue
only within the issue of the journal immediately following
the publication of the original paper. Any debate must
represent a scientifically based discussion rooted in mutual
professional respect, but with room for justified criticism.
12. The Notas and Noticias are dedicated to the spread of
discussions and the interchange of ideas in academic events
of a regional, national and international geographical nature, as well as perspectives of geographical interest. Length
should not exceed two printed pages.
13. The Reseñas are critiques and/or details of recent books,
whether geographical or of an interdisciplinary nature, of
novel topics, of social and economic interest; of the environment and geographic technology, as well as consideration
of theoretical, historical and cultural aspects of the land.
Length should not exceed three printed pages.
14. The editors of the Boletín reserve the right to reject material that does not comply with these Instructions to Authors.
Second version of the text:
1. The authors must accept the outcome of the academic
review process as well as any editorial instructions. Once
Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012 ][ 173
this has been accomplished the work may be returned to
the editors of the journal, who will send confirmation of
acceptance of the article.
2. All figures must be submitted separately and within the
original document according to the individual specifications.
If digital versions are not available, the originals can be sent
as “camera-ready” copy and letter size [or A4].
The author(s) should indicate which figures are to be printed
in colour. The cost of printing one page in colour, borne by
the author(s), is $400.00 pesos (including VAT), to be transferred to the following account if the authors are in Mexico:
Banco: BBVA BANCOMER
Nombre: Universidad Nacional Autónoma de México
Núm. de cuenta: 0446634494
Plaza: 001 Ciudad de México
Sucursal: número 3461
Clabe interbancaria: 01218000446634494-2
Payment from outside Mexico should be in US dollars by
bank transfer to:
If this transfer is from within the USA or Latin America,
all that is necessary is the ABA of the bank: 021000021.
If the transfer is from a country within Europe, the SWIFT
identification code of the bank is CHA SUS33 and the ABA
of the bank is 021000021.
If an invoice is required, the appropriate details should
be supplied so that it can be sent (RFC, name, private
address). Once payment has been made, we suggest that
the deposit slip be sent, or attached to an email message, to
the Editorial Section.
a) Maps: these should have geographical coordinates in
degrees and minutes, a scale and an explanatory legend, but
not a compass rose. The title should be outside the margins
of the map and must include the source(s). Maps should be
submitted in AI (Illustrator), CR (Corel) or EPS format.
b) Tables: in Excel format, or inserted in Word, preferably
without dividing lines and without shaded cells.
c) Photographs: as TIF, JPG files at a minimum of 300 dpi,
174 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 77, 2012
with sufficient contrast and clearly illustrating the point
being made.
d) Graphs: should be submitted in vectors, in AI (Illustrator), CR (Corel) or EPS format, of, failing this, in Excel.
Those not in colour can employ not more than four shades
of grey; this can be supplemented with shadings of sufficient
contrast.
3. Maps, photographs and graphs are designated “Figures”.
They are to be numbered consecutively and should be placed
at the end of the text, with an indication in the text of the
place at which each should be inserted. Tables and charts
are numbered as “Tables”. The figure captions, the legends
and headings (titles of tables) should be listed in separate
files and, like the figures, numbered consecutively. Their
appropriate placing in the text should be indicated.
4. Avoid referring in the final version of the References list to
works “in press”, and also avoid the Latin expression et al.;
all authors should be listed. However, “et al.” is appropriate
for citations within the main text.
Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, núm. 77,
fue impreso el 30 de marzo de 2012, en los talleres de Impretei, S.A. de
C.V., Almería 17, Col. Postal, Del. Benito Juárez, 03400, México, D.F.
El tiraje consta de 300 ejemplares, sobre papel couché de 100 grs. Para
la formación de galeras se usó la fuente tipográfica Adobe Garamond
Pro, en 9.5/10, 10/12, 11.2/12.7 y 16/19 puntos.
El diseño, formación y cuidado de impresión estuvieron a cargo de Laura Diana López Ascencio, de la Sección Editorial de la Dependencia.

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