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Revista Lationamericana de Estudios del Discurso Revista Latinoamericana de Estudos do Discurso editoras Adriana Bolívar Martha Shiro Universidad Central de Venezuela Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso Associação Latinoamericana de Estudos do Discurso ALED es arbitrada y está indizada en Revencyt y Latindex. Se publica semestralmente bajo los auspicios de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso comité directivo editores de reseñas Irene Fonte, Universidad Autónoma Metropolitana, México Sírio Possenti, Universidade Estadual de Campinas, Brasil asistente editorial Ricardo Gualda Universidade Federal da Bahia Denize Elena Garcia da Silva presidenta María Laura Pardo Gil vicepresidenta Francisco Bolet secretario Judith Hoffnagel tesorera comité científico/consultivo Alicia Eugenia Carrizo Roberto Leiser Baronas, Universidade Federal de São Carlos, Brasil Francisco Bolet, Universidad Central de Venezuela Carmen Rosa Caldas-Coulthard, Universidade de Florianapolis, Brasil Alicia Eugenia Carrizo, Universidad de Buenos Aires, Argentina Patrick Charaudeau, Université de Paris XIII, Francia Mireya Cisneros Estupiñán, Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia Cristina D´Avolio, Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Venezuela Julio Escamilla Morales, Universidad del Atlántico, Colombia Lars Fant, Universidad de Estocolmo, Suecia Rosa María Gutiérrez, Universidad Católica de Valparaíso, Chile Ingedore Villaça Koch, Universidade Estadual de Campinas, Brasil Irene Madfes, Universidad de la República, Uruguay Luisa Martín Rojo, Universidad Autónoma de Madrid, España Doris Martínez, Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, Puerto Rico Virginia Orlando, Universidad de la República, Uruguay María Laura Pardo, CONICET, CIAFIC, Argentina Marianne Peronard, Universidad Católica de Valparaíso, Chile Eva Salgado Andrade, CIESAS, México Celia Rubina Vargas, Pontificia Universidad Católica del Perú, Perú Teun van Dijk, Universidad de Ámsterdam, Holanda y Universidad Pompeu Fabra, España Adrian Vergara Heidke, Universidad de Costa Rica, Costa Rica argentina diseño gráfico Grafiweb Impresores y Publicistas diagramacion Odalis C. Vargas B. Roberto Leiser Baronas brasil Rosa María Gutiérrez chile Mireya Cisneros colombia Adrian Vergara Heidke costa rica Eva Salgado Andrade méxico Celia Rubina Vargas perú Doris Martínez puerto rico Virginia Orlando uruguay Cristina D’Avolio venezuela socios honorarios Teun van Dijk Patrick Charaudeau Lars Fant expresidentas de la aled Adriana Bolívar (1995-2003) Teresa Carbó (2003-2005) Anamaría Harvey (2005-2009) Neyla Pardo Abril (2009-2013) ilustración de portada Jorge Arreola Barraza. 2014. Marcha hacia los sueños de Tina y Galvan dormido. Collageimpresión digital. 35.5 X 23.7 cm Versión electrónica en: http://www.comunidadaled.org Dirección electrónica: [email protected] Depósito legal: 200102CS1090 ISSN 1317-7389 Volumen 14, nº 1 Tiraje: 500 ejemplares Impresión editorial: Thesaurus Editora de Brasília Ltda. Impresso no Brasil Revista Latinoamericana de Estudios del Discurso volumen 14 número 1 2014 Sumario editorial Las categorías de análisis: el paso crucial en la investigación empírica Martha Shiro 3 artículos El investigador y el compromiso. Una cuestión de contrato comunicacional Patrick Charaudeau 7 Donde caben dos caben tres: la intertextualidad en la fotografía y la pintura de Edward Weston, Tina Modotti y Diego Rivera Dina Comisarenco Mirkin 23 El discurso de Carmen Clemente Travieso a la luz de las nociones de ideología y los enfoques feministas actuales sobre la comunicación Carolina Gutiérrez-Rivas 43 A esquerda na ditadura militar brasileira: formação discursiva, memória e identidade Israel de Sá y Vanice Sargentini 59 Las señales del cuerpo emocionado. Un entrelazamiento entre análisis del discurso y semiótica Josefina Vilar Alcalde 77 reseñas Pardo Abril, Neyla Graciela (2012). Discurso en la web: pobreza en YouTube. Reseñado por Luis Fernando García Núñez 95 Petri, Verli y Dias, Cristiane (2013). Análise do Discurso em Perspectiva: teoria, método e análise. Reseñado por Fernanda Correa Silveira Galli y Dantielli Assumpção Garcia 99 Indice Acumulado105 editorial Las categorías de análisis: el paso crucial en la investigación empírica MARTHA SHIRO Uno de los momentos cruciales para la investigación en discurso es el de la definición o identificación de categorías de análisis. Después de formular y plantear el problema, y de escoger el enfoque teórico y metodológico que le sirve de base, el investigador toma los datos, generalmente plasmados sobre papel (o en formato digital en la pantalla), ya sea porque son textos escritos o porque son transcripciones de lenguaje oral, construye el corpus (Bolívar 2013) y se enfrenta al rompecabezas complejo: ¿qué hacer con los datos? ¿por dónde comenzar? ¿qué analizar y cómo analizarlo? ¿Cómo identificar en el discurso las categorías conceptuales que nos conduce a responder las preguntas de la investigación? Todos sabemos que analizar significa manipular los datos de alguna manera para poder encontrar respuestas adecuadas a las interrogantes planteadas. En este proceso, entran en juego numerosas presuposiciones que subyacen al marco teórico-metodológico adoptado y determinan cada uno de los pasos a seguir, cuando tenemos que definir las categorías de análisis. Para aproximarnos a un tema tan complejo solamente ilustraremos aquí lo que correspondería hacer desde una perspectiva lingüística y dejaremos para otra ocasión el caso de la relación entre lingüística y otras disciplinas. Desde esta perspectiva, Halliday (1976, 1985) explica con mucha habilidad cuáles son las opciones del analista en las diferentes etapas. En primer lugar, es necesario decidir cómo segmentar los datos (en nuestro caso, el discurso o los discursos analizados). Para ello, hace falta determinar las unidades de análisis: la unidad mínima, la máxima, las unidades intermedias. La unidad mínima corresponde al segmento más pequeño que posee alguna propiedad perteneciente al fenómeno estudiado. Paralelamente, la unidad máxima debe encapsular al fenómeno en su totalidad. En otras palabras, al decidir las unidades, se está delimitando el fenómeno. Por ejemplo, si un investigador se propone determinar cómo se usa la antonimia en el discurso de un presidente, la unidad mínima debe contener dos elementos (por ejemplo, dos morfemas) que entran en una relación semántica de antonimia. La unidad máxima también debe tener dos elementos, pero éstos pueden corresponder a fragmentos discursivos que entran en una relación semántica similar. Tanto para la unidad mínima, como para la unidad máxima, se debe decidir la ubicación de los dos elementos antonímicos: ¿puede uno de 3 14 (1) los elementos estar en un discurso pronunciado en cierta fecha y el otro en otro discurso pronunciado en fecha diferente? Si la respuesta es negativa, se concluye que el discurso pronunciado en una determinada ocasión se considera un todo completo (una unidad máxima) y, por tanto, separado de otro discurso, pronunciado en otra ocasión. En cambio, si la respuesta es afirmativa, se considera que todos los discursos pronunciados por el presidente escogido se toman como una unidad máxima y las demás segmentaciones serían unidades intermedias. La decisión de optar por alguna de estas alternativas no es arbitraria. Cada una presupone una hipótesis distinta. Cabe suponer que la primera opción se fundamenta en una posición teórica según la cual, el orador, en este caso un presidente, hace uso de una estrategia, en este caso las relaciones de contraste, para cumplir con el propósito comunicativo del discurso que pronuncia en una ocasión determinada (y tal vez, usa la misma estrategia en otra ocasión, para cumplir con otro propósito comunicativo). En la segunda opción, en cambio, se presupone que una de las propiedades del uso idiosincrático de la lengua causa que el discurso del actor estudiado contenga relaciones de contrastes, independientemente del evento o del propósito que persigue. Un enfoque que asume la dependencia del contexto difiere diametralmente de uno que asume la independencia del contexto, y estas diferencias ya se ven reflejadas en las decisiones aparentemente sencillas de cómo segmentar un texto. Seguidamente, se requiere agrupar las unidades, siguiendo ciertos criterios según los cuales, tendrían algunas propiedades en común. Este paso es crucial, ya que el criterio que sirve para agrupar los elementos debe vincularse directamente con algún aspecto del fenómeno estudiado. Halliday (1976) nos recuerda que las unidades se pueden agrupar en dos dimensiones: por una parte, se combinan en una secuencia, como aparecen en los enunciados (secuencia temporal en la oralidad, y secuencia lineal –espacial– en la escritura) y, por otra, tienen un orden jerárquico. La interrelación entre secuencia y orden de las unidades nos permite determinar la estructura del fenómeno discursivo estudiado. Se hace evidente que este enfoque presupone una visión estructural, sistémica de la lengua en uso. Halliday limita su propuesta al análisis gramatical de los enunciados (puesto que considera la oración como la unidad máxima de análisis, mientras que el análisis del discurso se propone explorar unidades mayores para entender las relaciones entre los enunciados). Una visión más dinámica es aquella que considera el discurso como proceso (Taylor 2001), lo cual implica enfocar el uso de la lengua como una actividad (emprendida y compartida entre por lo menos dos participantes). Según Taylor, existen dos enfoques adicionales: en uno se busca identificar patrones que se asocian con algún uso de la lengua o algún significado; en el otro se buscan patrones en un contexto mayor, el de la sociedad y de la cultura (Taylor, 2001:7). La segmentación en unidades y el diseño del esquema analítico depende del enfoque de la investigación. Pero en cada caso, habrá que delimitar unidades, determinar las jerarquías y abstraer categorías. En este sentido, cabe resaltar 4 también la noción de clase que, según Halliday (1976), refleja el funcionamiento de la unidad en un nivel superior. Por ejemplo, Thompson (2009), quien enfoca el discurso como acción, toma la clase “oración interrogativa” (pregunta) y explica cómo funciona en la conversación entre doctor y paciente y de qué manera refleja las relaciones de poder entre los interlocutores. De esta manera, agrupa las preguntas en diferentes clases, según los roles sociales de los participantes en la interacción: preguntas con función declarativa (“que claratives”) que reflejan el poder atribuido al médico como experto, y preguntas con función de elicitar información desconocida para el que pregunta, que reflejan el rol de inexperto atribuido al paciente. Analizar los datos implica identificar las unidades en el texto (codificar) y luego agruparlos y ordenarlos para poder interpretarlos de manera cuantitativa, cualitativa o mixta y responder así a las preguntas de la investigación. En un artículo de investigación, esos pasos deben estar claramente especificados, puesto que sirven de base para juzgar la validez de los resultados y permiten a otros investigadores replicar el estudio para comprobar hasta qué punto es posible generalizar los resultados. De esta manera, mediante la manipulación de los datos con la ayuda de las categorías de análisis, el investigador puede identificar patrones de uso, explicar y delimitar las opciones que los hablantes tienen para comunicarse en contextos situacionales específicos. En este número se incluyen cinco artículos. El primero es de Patrick Charaudeau, nuestro homenajeado en el número anterior. El artículo, titulado El investigador y el compromiso. Una cuestión de contrato comunicacional, trata del papel del investigador en la sociedad y obliga al lector a tomar una posición razonada con respecto a la actividad investigativa. Charaudeau abre el debate contrastando la posición de investigador comprometido con la de investigador imparcial, y termina defendiendo al investigador imparcial. Charaudeau sustenta cuidadosamente los argumentos que esgrime, define claramente los conceptos que maneja (particularmente “compromiso” e “interpretación”) y nos invita a reflexionar y a tomar partido en el debate de las ideas que hace avanzar la ciencia. En el segundo artículo, Donde caben dos caben tres: la intertextualidad en la fotografía y la pintura de Edward Weston, Tina Modotti y Diego Rivera, Dina Comisarenco se plantea el problema de la producción de significado en el arte y se enfoca en la relación entre la imagen y la intertextualidad. A través del análisis de estrategias como las apropiaciones, los préstamos, las correspondencias y las alusiones artísticas, la autora reflexiona acerca del carácter colectivo de la creación artística y los postulados estéticos e ideológicos de algunos de los protagonistas de la vanguardia de los años veinte. En el artículo titulado El discurso de Carmen Clemente Travieso a la luz de las nociones de ideología y los enfoques feministas actuales sobre la comunicación, Carolina Gutiérrez-Rivas analiza los planteamientos y la ideología de 5 14 (1) la periodista Carmen Clemente Travieso, pionera del movimiento feminista en Venezuela y señala las razones por las cuales considera que los postulados de la periodista acerca del rol de la mujer estaban adelantados con respecto al pensamiento de su época. Israel de Sá y Vanice Sargentini, en su artículo A esquerda na ditadura militar brasileira: formação discursiva, memória e identidade analizan los documentos de las organizaciones que formaron la resistencia armada durante la dictadura militar en Brasil (1964-1985) para explicar la formación de la nueva izquierda brasileña y determinar de qué manera se refleja la identidad de ese movimiento en los documentos analizados. Por último, Josefina Vilar Alcalde, en su artículo Las señales del cuerpo emocionado. Un entrelazamiento entre semiótica y análisis del discurso, hace un análisis, en profundidad y desde diferentes ópticas, de la problemática de las emociones. Partiendo de esa reflexión, la autora propone que el análisis del discurso debería incluir los recursos del pensamiento semiótico, particularmente la operatividad de los signos indiciales, porque permiten dar cuenta de la intención comunicativa del cuerpo emocionado. En este número se incluyen dos reseñas de libros: Discurso en la web: pobreza en YouTube, de Neyla Pardo Abril (2012), reseñado por Luis Fernando García Núñez, y Análise do discurso em perspectiva: teoría, método e análise, de Verli Pietri y Cristiane Dias (2013), reseñado por Fernanda Correa Silveira Galli y Dantielli Assumpçao Garcia. Referencias bibliográficas Bolívar, A. 2013. La definición del corpus en los estudios del discurso. Revista Latinoamericana de Estudios del Discurso ALED 13, l: 3-8. Halliday, M.A.K. (1976). Categories of the theory of grammar. En G. Kress (ed.) Halliday: System and function in language, pp. 52-72. Oxford: Oxford University Press. Halliday, M.A.K. (1985). Introduction to functional grammar. London: Arnold. Taylor, S. 2001. Locating and conducting discourse analytic research. En M. Wetherell, S. Taylor y S. Yates (eds.). Discourse as data, pp. 5-48. London: Sage. Thompson, G. (2009). Just checking. Questions and social roles. En M. Shiro, P. Bentivoglio y F. Erlich (eds.). Haciendo discurso. Homenaje a Adriana Bolívar, pp. 141-156. Caracas: Universidad Central de Venezuela. 6 ARTÍCULO El investigador y el compromiso. Una cuestión de contrato comunicacional PATRICK CHARAUDEAU Université de Paris XIII Traducción: Rebecca Beke Resumen. En un mundo en el que, como consecuencia del desarrollo de las redes de comunicación, tiende a imponerse la palabra sin que se cuestione la legitimidad y la credibilidad de su autor, se torna crucial preguntar cuál es el lugar que ocupa el investigador de las ciencias humanas y sociales en este concierto más o menos ordenado de voces. Esta situación obliga a preguntarse: ¿qué es el análisis crítico del discurso? ¿Forma parte integral de las ciencias humanas y sociales o corresponde a una corriente particular en el area disciplinar? ¿Qué significa interpretar como actividad privilegiada en las ciencias humanas y sociales? ¿Acaso la interpretación debería permanecer dentro del marco de una disciplina o debería someterse a una serie de comparaciones interdisciplinares? ¿Qué rol discursivo asume el investigador que se enfrenta al deber de transmitir su saber a los que no son especialistas y cómo puede lograrlo sin confundirlos? Y, por último, ¿cómo se posiciona el investigador con respecto a estas actividades? Son estas las interrogantes a las cuales se trata de responder aquí, desde el punto de vista del autor, quien se apoya en su propia experiencia. Palabras clave: Contrato de communicación, discurso crítico, interpretación, postura del investigador, roles discursivos. Resumo. Em um mundo no qual, como consequência do desenvolvimento das redes de comunicação, a palavra tende a se impor sem que se questione a legitimidade e a credibilidade do seu autor, torna-se crucial perguntar qual é o lugar que ocupa o pesquisador das Ciências Humanas e Sociais neste concerto mais ou menos ordenado de vozes. Essa situação leva às perguntas: Que é a análise crítica do discurso? Forma parte das Ciências Humanas e Sociais ou corresponde a uma corrente disciplinar particular? Que significa interpretar como atividade privilegiada nas Ciências Humanas e sociais? A interpretação deveria permanecer dentro do marco de uma disciplina ou deveria submeter-se a uma série de comparações interdisciplinares? Que papel discursivo assume o pesquisador que se enfrenta com o dever de transmitir o seu saber aos que não são especialistas e como fazê-lo sem confundi-los? E, por fim, quais são os posicionamentos possíveis do pesquisador com respeito a essas atividades? São essas as questões que se trata de responder aqui a partir do ponto de vista do autor, que se apoia em sua própria experiência. Palavras-chave: Contrato de comunicação, discurso crítico, interpretação, postura do pesquisador, papeis discursivos Abstract. In a world of increased circulation of knowledge due to the development of communication networks, where speech tends to impose itself without questioning the Recibido: 22 de septiembre de 2013 • Aceptado: 15 de febrero de 2014. ALED 14 (1), pp. 7-22 7 14 (1) legitimacy or the credibility of its author, the problem of the place given to the voice of the Humanities and the Social Sciences scholar in this more or less organized concert of voices becomes all the more important. We must ask: What is critical discourse analysis? Is it an integral part of the Social Sciences and the Humanities or is it characteristic of a specific discipline? What does it mean “to interpret” in the Humanities and the Social Sciences? Should this activity remain within a given discipline or should it be subject to interdisciplinary comparisons? What discursive roles can the scholar hold in a situation where he is required to transfer his knowledge to lay men and how can he avoid confusing them? Finally, what are the possible stances a scholar can take with regard to these diverse activities? This paper aims at answering such questions, from the personal perspective of a scholar who wishes to convey his own experience. Keywords: Contract of communication, critical discourse, discursive roles, interpretation, scholar’s stance Introducción En un mundo en el que, como consecuencia del creciente flujo de conocimientos derivados del desarrollo de las redes de comunicación, tiende a imponerse la palabra sin que cuestionemos la legitimidad y credibilidad de su autor, se torna crucial preguntarnos cuál es el lugar que ocupa el investigador de las ciencias humanas y sociales en este concierto más o menos ordenado de voces. Es por eso que, en las diferentes disciplinas del campo científico, esta interrogante crea una división entre los que comparten la idea de que la investigación es una actividad comprometida y aquellos que creen que la investigación debe ser neutra. El contraste entre las dos posiciones es particularmente marcado en el campo de la sociología: entre una sociología que se considera crítica (la Escuela de Frankfurt) y una sociología pragmática (anglo-sajona). Según Durkheim (1988)1, no vale la pena dedicarle ni una hora a una sociología que no es especulativa2, mientras que para Max Weber “mi interés puramente científico me hace rechazar esta actitud, puesto que estoy en condiciones de probar (o demostrar) que cada vez que el científico interviene con su propio juicio de valor, se le imposibilita comprender los hechos”3. De esta manera, se contrapone una visión del investigador que cuestiona constantemente aquello que oculta otra realidad, con una visión del investigador que se niega a hacer una denuncia, puesto que emitir una opinión constituye un impedimento para comprender los hechos. No conocemos el mundo, dice Wittgenstein, y las ciencias sociales y humanas ahora entienden el por qué. El mundo, para que signifique, no es sino aquello que se dice acerca de él. Que se llame real o realidad4, es el resultado de una construcción, de un formateo, dicen algunos sociólogos como Alain Badiou. En consecuencia, debemos hacerlo significar, hacerlo inteligible, revelar la parte oculta que no sale a luz. Pero como existen diversos medios para develarlo, diversas maneras para hacerlo relativamente inteligible para las disciplinas, el investigador en ciencias sociales y humanas se encuentra en una posición 8 Patrick Charaudeau: El investigador y el compromiso. Una cuestión de contrato comunicacional incómoda, desgarrado por esas fuerzas contradictorias. Por una parte, dentro de su disciplina, como se acaba de mencionar, existe la tensión entre una postura que le exigiría que denuncie lo que los discursos dominantes ocultan, y la otra que, al contrario, espera de él una neutralidad axiológica. Fuera del ámbito científico, por otra parte, cuando las instancias de la vida pública (educación, medios de comunicación, debates ciudadanos) se lo solicitan, el investigador está llamado a compartir su saber, como experto, especialista, intelectual o sabio. Se expone entonces a las contradicciones que surgen cuando la palabra circula en el espacio público: incomprensiones, malentendidos, polemización del debate, instrumentalización de todo tipo. Es una posición incómoda para el investigador en ciencias sociales y humanas. ¿Hay salidas posibles sin que pierda su alma? Esto, sin duda, amerita que cada quien dé su opinión. En primer lugar, se podría pensar que la cuestión se limita a dos alternativas: posicionarse como investigador comprometido o neutral. Pero ¿qué significan las palabras comprometido y neutral? ¿Da lo mismo hablar de un investigador comprometido que de un investigador involucrado y un investigador neutral que un investigador no involucrado? En efecto, se puede ser comprometido con un deseo de denuncia, sin estar involucrado directamente con el fenómeno estudiado (un investigador no español que analiza la dictadura franquista, argentina o chilena); se puede tratar de adoptar una actitud neutral, aunque se esté involucrado (un investigador israelí sobre el conflicto palestino-israelí). Se plantea así una cuestión delicada en cuanto a credibilidad: la credibilidad de un trabajo científico se hace sospechosa cuando se sabe que el investigador está involucrado; a la inversa, la credibilidad es cuestionada cuando se trata del trabajo de un investigador que no está involucrado, ya que se le acusa de no tener los conocimientos suficientes acerca del asunto tratado. En el primer caso, la crítica dirigida al investigador que, por su identidad está involucrado con el objeto de estudio, estaría justificada puesto que se le podría acusar de prejuicio, lo que pondría en duda la validez del análisis. En el segundo caso, en cambio, la crítica no es admisible; esto supondría que sólo los investigadores involucrados de una forma o de otra podrían analizar los objetos sociales que les conciernen: los Corsos serían los únicos que podrían hablar de Córcega, las víctimas de un crimen serían las únicas personas autorizadas para hablar de la inseguridad, los políticos, de la política, los periodistas, del periodismo. Consideraremos, entonces, el asunto del investigador involucrado como no pertinente, el del investigador neutral como difícil de mantener, el del investigador comprometido como algo que debería estudiarse. En segundo lugar, el tema del compromiso parece apuntar hacia una serie de otras cuestiones: por una parte, preguntarse acerca de la relación entre el compromiso del investigador y el discurso crítico que, en las ciencias sociales y humanas, significa explicar y, sobre todo, interpretar; por otra parte, la transmisión del saber en el espacio público implica preguntarse acerca de los roles que el investigador debe asumir, lo cual le obliga a practicar cierta reflexividad. 9 14 (1) 1. La cuestión del discurso crítico La crítica puede ser un posicionamiento, pero se manifiesta en el discurso: ¿qué es, entonces, el discurso crítico? Observamos en primer lugar que en la práctica habitual, criticar significa tanto juzgar (“no me critiques” = “no me juzgues”), a veces objetar (“me permitiría criticar este argumento = “presentar objeciones”), a veces examinar (“sopesar el pro y el contra”). Es este último sentido que el pensamiento filosófico ha retenido, y es este el sentido que debe retener cualquier pensamiento analítico, como lo que preconiza Kant en La crítica de la razón pura, a saber, que el discernimiento crítico debe someterse al servicio mismo del saber. Cualquier análisis científico cuyo objetivo es revelar, en los fenómenos sociales, lo que queda oculto –puesto que no se hace aparente a plena luz del día– es por definición un análisis crítico. Por tanto, la crítica, desde mi punto de vista, forma parte de cualquier aproximación a las ciencias sociales y humanas, puesto que en ellas se revelan los significados no aparentes de los fenómenos estudiados, significados que, a veces, se oponen a las doxas impuestas por ciertas entidades sociales. El enfoque crítico se encarga de revelar y se opone a otras explicaciones de conveniencia, a la doxa. Desde la antigüedad, la doxa se debate entre dos afiliaciones, una negativa, la otra positiva. Para Platón (1966: 235), “[la doxa] no es ni ciencia ni ignorancia (…) por lo tanto es algo intermedio entre la ciencia y la ignorancia” que solo puede captar las apariencias del mundo, de modo que no permite alcanzar la verdad. Para Spinoza (2008), considerado peligroso por sus posiciones críticas hacia las religiones, la doxa es un conjunto de “ideas inadecuadas y confusas”que resultan de percibir al mundo sin aplicar la facultad de entendimiento. Más recientemente, para Bourdieu (2001: 188-190), la doxa, cuya evidencia es el sentido común, se acepta sin ningún debate ni examen y, por consiguiente, debe combatirse en cualquier proyecto político. En cambio, Aristóteles (1987:155) intenta aplicar el razonamiento a este concepto cuando contrapone ciencia y opinión: la ciencia, que es universal, procede de “propuestas necesarias” (lo necesario no puede ser otra cosa que lo que es); la opinión, “se aplicará a lo que, siendo cierto o falso, puede ser diferente a lo que es […]”. Por consiguiente, para Aristóteles (1987), ciencia y opinión pertenecen a dos esferas del saber, cada una con su razón de ser. Explica así que la doxa no debe ser eliminada porque es un repositorio de lugares comunes compartidos por la opinión de la gente, repositorio que sirve de premisas para todos los discursos persuasivos. Se observa que, desde el origen5, a la doxa se le acredita un doble sentido: lo que aparece en el mundo y se presenta a los ojos de un sujeto en un reporte externo a él (saber objetivo); lo que corresponde a la subjetividad del sujeto, a su opinión (saber subjetivo), ambivalencia de sentido que va desde la ilusión (apariencia engañosa, equívoco) a la idea admitida (creencia que puede convertirse en dogma). Es en este sentido doble que interviene la actividad 10 Patrick Charaudeau: El investigador y el compromiso. Una cuestión de contrato comunicacional crítica, por cuanto cualquier análisis en el ámbito de las ciencias humanas y sociales es, por definición, crítico a la vez interno y externo a la doxa. Por ello no es necesario adscribir este calificativo a ninguna teoría o una corriente disciplinaria particular. Observemos que el enfoque crítico difiere según la naturaleza del objeto. Éste puede ser externo a la disciplina o interno a ella: externo (por ejemplo, una campaña electoral), cuando el análisis crítico se propone examinar y poner al día las características del funcionamiento del objeto, las controversias que suscita, las posiciones y argumentos de los diferentes actores que se encuentran implicados, los efectos que produce en el espacio público, etc.; interna, cuando el análisis crítico tiene por objetivo validar positiva o negativamente los resultados de los análisis en sí en relación con los marcos metodológicos que fueron empleados. Esta actividad crítica puede considerarse como un procedimiento de validación interna en un ámbito científico. Es así como aparecen las controversias científicas que hacen progresar la investigación. Por último, observemos que la crítica depende también del público al que se dirige. Y es aquí donde el juicio y las objeciones adquieren su sentido actual, puesto que el análisis crítico es percibido como un acto de denuncia que, pese a satisfacer una demanda social y a alimentar el debate público, se enfrenta al cuestionamiento de su credibilidad, debido a que, como se sabe, sus resultados se originan en un a priori. Esto, a mi parecer, es perjudicial tanto para el ámbito de la ciencia como para el debate público. Desde mi punto de vista, la crítica no debe confundirse con la denuncia. La crítica revela por oposición con otras explicaciones. La denuncia cuestiona, e incluso acusa: estigmatiza un mal y busca a los responsables. Reconozco que esta opinión no es la de todo el mundo, y, como ya he mencionado, tampoco es la posición de Bourdieu (2001: 188) para quien es necesario “desacreditar las evidencias, (…) romper con la adhesión al mundo del sentido común”, ni la posición de la sociología crítica de la normatividad propuesta por Boltanski (2009). Sin embargo, es bien sabido que estas posiciones son polémicas en el ámbito de la sociología, entre los partidarios de una descripción neutral y los de un enfoque normativo que denuncia los males de la sociedad. Un investigador no es un activista (lo que no impide que lo sea en otra parte), y su elección no tiene porqué ser en cada caso política. Su elección es una opción intelectual: como político adopta un posicionamiento a priori a favor o en contra; como intelectual se compromete a considerar todos los datos acerca de un acontecimiento. Pero volveré más adelante sobre esta cuestión de las posibles opciones del investigador. 2. Interpretar, comparar Es cierto que no se puede descartar esta controversia encubriéndonos con el escudo de la cientificidad. En mi carácter de semiólogo y de analista del discurso conozco algo de este dilema, puesto que las ciencias del lenguaje 11 14 (1) registraron una fuerte polémica, en los años ochenta, entre los partidarios de una lingüística pura y dura, centrada en el análisis de los sistemas de la lengua, y los que empezaban a trabajar en los fenómenos de uso de la lengua (sociolingúística, análisis del discurso), considerados como los primeros que se encontraban en una “periferia blanda”. Pero es también cierto que cuando se trabaja sobre los fenómenos de la comunicación, los discursos políticos y los medios de comunicación, se observa que algunos trabajos están impregnados de juicios de valor bajo la influencia de diversos movimientos de pensamiento que ofrecen conceptos seductores (medio, dominación, manipulación), ya sea para inculpar a los discursos dominantes, en línea directa con la crítica neomarxista, o a la inversa, para elogiarlos y así salvarlos de la estigmatización general. Evidentemente, el propósito de denunciar el Mal o el Bien no tiene lugar en el ámbito científico. Es perjudicial para la actividad investigativa que exige modestia y prudencia en su interpretación, puesto que la investigación científica no debe ser predictiva. Por una parte, habría que preguntarse si quienes promueven estos propósitos no lo hacen ante todo para demostrar (¿defender?) su posición, ya sea porque se oponen a una sociedad de la manipulación, ya sea porque están inmersos en el ámbito de la modernidad. Por la otra parte, el enfoque empírico, que pretende relativizarlo todo, parece más conforme a la prudencia científica, pero tiene el inconveniente de no poder establecer ningún ordenamiento, ninguna jerarquía entre los fenómenos, lo que es perjudicial para la comprensión de los fenómenos. Es necesario hacer intervenir diversos parámetros en el análisis, pero al relativizarlo todo, ya no se puede generalizar más. No es sencillo adoptar una posición, ni decidir de antemano entre el compromiso que provoca la sospecha de una intención denunciadora o la neutralidad anunciada antes del análisis que también es contraproducente, ya que anunciar una postura por adelantado implica arrojar dudas sobre el alcance de la investigación. Esto remite al concepto de crítica que he analizado más arriba: puesto que las ciencias sociales y humanas son por definición críticas, toda declaración de postura crítica puede parecer sospechosa. El investigador, en vez de tomar la palabra por los actores sociales, debe demostrar cómo hablan los actores sociales; en vez de estigmatizar los medios de comunicación, debe demostrar cómo funciona la maquinaria de la información, cómo produce fallas, cómo y en qué circunstancias termina por desinformar, y todo ello con pruebas concretas. De hecho, para el investigador, es una cuestión de interpretación y comparación. La interpretación, se sabe, es una operación delicada que sólo puede hacerse a posteriori, es decir, después de la investigación de campo, de la descripción del corpus, de las categorizaciones y las clasificaciones, dicho de otro modo, después de haberse establecido los resultados de un primer trabajo empírico. Evidentemente este trabajo empírico no es una simple observación de datos, puesto que se hace orientado, guiado por los presupuestos teóricos y de los instrumentos de análisis propios de una disciplina. Pero la interpretación es el 12 Patrick Charaudeau: El investigador y el compromiso. Una cuestión de contrato comunicacional momento de la investigación en el que, distanciándose de la descripción analítica, se mueve la mirada hacia otros lugares para volver a hacerse preguntas sobre los resultados. No vamos a entrar aquí en una discusión compleja acerca de la diferencia entre la comprensión, la explicación y la interpretación6. Digamos simplemente que interpretar, es tratar de dar cuenta de los resultados de un análisis mediante la puesta en relación de estos resultados con otros distintos a ellos mismos. Por una parte, se establece la relación de los resultados de un análisis con las categorías metodológicas y/o los principios teóricos dominantes en este análisis cuya interpretación será denominada interna y “cerrada” en la medida en que se procede, según un movimiento centrípedo dentro de un mismo marco de referencia, a una validación recíproca de los resultados, categorías y principios. Por otra parte, (esta alternancia me parece más clara) se establece la relación de los resultados con los de otras encuestas, otros corpus, otros análisis, incluso, de otras disciplinas (Charaudeau, 2010) sobre el mismo objeto o sobre objetos afines cuya interpretación será denominada externa y “abierta” en la medida en que ésta será sometida a una consulta permanente. Por ejemplo, se puede poner en relación el análisis de los discursos de una campaña electoral, como lo he estado haciendo, con otros discursos de persuasión para juzgar las particularidades de cada uno de ellos, con las observaciones y encuestas sociológicas para comparar los efectos de intención con los efectos de recepción, con la puesta en perspectiva que proponen los trabajos de los historiadores, y las reflexiones que suscita la filosofía política. Este proceso de interpretación supone pues un enfoque comparativo. Puede ser que comparar no sea exactamente igual a razonar, pero la comparación permite pensar porque obliga a desplazar la mirada, a abrirse hacia otros lugares, a hacer permanente la obra por encima de la profesión, al modificar algunos hilos del tejido; en suma, la comparación obliga a la reflexividad. Por supuesto, hay “comparación” y comparación. Algunos sociólogos (Remaux y Schaub, 2012) proponen distinguir “el propósito”, “la herramienta” y “el acto” de comparación, pero, en la actividad científica, se trata a la vez del propósito, porque el significado nace de la diferencia resultante de un contraste, y de la herramienta, porque no se debe renunciar al principio de pertinencia que obliga a conocer la razón por la cual se trabaja con contrastes. Así, cuando estudiamos el conflicto en la ex Yugoslavia, como lo hicimos en el marco del Centro de Análisis del Discurso (Charaudeau et al., 2001), fueron puestos en contraste los noticieros televisados y reportajes de distintas cadenas de televisión, boletines radiofónicos y los periódicos de la prensa escrita. De esta manera, pudimos contrastar estos reportes con los de los medios de comunicación de otros países, y luego con los de otros conflictos, etc. El proceso de comparación es como la espiral de la concha de caracol que se va ensanchando. También se puede proceder a comparaciones llamadas externas: confrontar las intenciones de los periodistas (Lemieux, 2000) cuando escriben su artículo con los efectos derivados de la puesta en escena producida por el medio de comunicación y 13 14 (1) luego, con los efectos producidos en los escuchas, los lectores y los espectadores. Un análisis tiene como objetivo, dentro de un enfoque hermenéutico, rendir cuentas de los fenómenos sociales, confrontando cada análisis con otros lugares de pertinencia sin negar la suya propia. Esto es pues lo que, en su fundamento, debe ser el posicionamiento del investigador, embarcado en un proceso de análisis crítico, sometiendo su propia investigación a la prueba de la comparación interpretativa interna y externa, tratando de mostrar el por qué y el cómo, y defendiéndose de la parcialidad. 3. Un asunto de roles discursivos En la reflexión acerca de la actividad científica, hace falta determinar cómo el investigador debe difundir o transmitir el resultado de su trabajo. Aquí se plantea un nuevo problema, ya que la pertinencia de su discurso depende de los roles que la sociedad le atribuye y del lugar donde toma la palabra. Se trata de una cuestión bien conocida por los analistas del discurso, al menos para los que se ocupan de la presencia del sujeto en el acto de lengua. En este sentido todo acto de lengua es realizado por un sujeto-locutor dirigido a otro sujeto-receptor y el significado resultante depende, por una parte, de quién se dirige a quién, es decir, la identidad (psicológica, social, étnica, etc.) del sujeto y el rol lingüístico que le es reconocido en el intercambio de palabra, lo que podría llamarse su estatus. Desde este punto de vista, cuatro roles entran en competencia: el experto, el crítico, el intelectual y el investigador. De hecho, asumir un rol, en el sentido socio-profesional, no es pertinente. El investigador es el único que puede ocupar este estatus, ya que es nombrado en una función administrativa (universidad, centro de investigación científica), por la cual recibe una remuneración. Ni el experto ni el crítico pueden ampararse en su estatus (estas menciones no aparecen en su tarjeta de identidad), y menos aún el llamado intelectual. La pertinencia de esos roles deriva del calificativo que se les atribuye a las personas de manera positiva o negativa: “como es un intelectual, no tiene sentido de la realidad”; “tiene un espíritu terriblemente crítico”; “eres realmente un experto en informática”. Cabe preguntarse, sin embargo, quien atribuye estas cualidades, y por qué. Una forma de responder a estas distinciones es referirse a la relación que se establece entre la identidad social de quien habla (o escribe), la de su público, el papel que debe desempeñar y el tipo de discurso que debe tener, todo ello en función de la situación de comunicación en la que se encuentra. Esto es lo que, por mi parte, llamo el contrato de comunicación por medio del cual se determina, en parte, la producción del acto de lengua del sujeto hablante y se le asigna un rol. En este sentido, el “experto” se define como especialista de un ámbito de práctica social particular (costura, perfumería, viticultura, deporte, diplomacia, gastronomía), o una disciplina (economía, ingeniería, informática, psiquiatría, 14 Patrick Charaudeau: El investigador y el compromiso. Una cuestión de contrato comunicacional lingüística, historia, etc.), cuya función es determinada por la solicitud de algunas instancias (justicia, medios de comunicación, empresa), la cual le obliga a examinar un problema en función del marco de cuestionamiento para el que se le solicita. El experto es el que, por su posición de competencia, responde y contribuye en la toma de decisiones. Responde a una solicitud de alguien en posición de responsabilidad (política, empresa, administración) que plantea un problema determinado (drogas, responsabilidad penal, causa de los accidentes de carretera o los desastres naturales, explicaciones sobre los acontecimientos políticos). Se espera que utilice su conocimiento metodológico, insertándose en el marco del cuestionamiento impuesto. Es lo que distingue al experto del investigador: el primero es conminado a responder y ofrecer soluciones; el segundo tiene su propio marco de cuestionamiento, que puede criticar y cuestionar. Por lo tanto, ser experto no es un estatus, sino un rol asignado por la justicia o los medios de comunicación (Chevalier, 1999). Por ejemplo, preguntar sobre la intervención en el conflicto de Mali: “¿Ha cambiado Hollande?” “¿Es Mélenchon populista?” “¿Son derrotistas los franceses?”. Se espera que el experto responda con un sí o un no. Un investigador, en cambio, comenzaría por deconstruir la pregunta para responder con otra problemática, pero probablemente no sería escuchado. Ser investigador equivale entonces tanto a un estatus (función administrativa) como al rol discursivo que se asume. Una misma persona puede desempeñar ambos roles, de investigador y de experto, pero no puede tener el mismo discurso. Por esa razón, me siento personalmente incómodo ante una solicitud de experticia con respecto a un manuscrito que espera publicarse. ¿Qué posición debe tomar el experto? ¿De evaluador para calificar el escrito que se le ha presentado? ¿De juez para decidir la publicación o no del texto? ¿De lector para expresar la reacción personal al escrito? En el primer caso, cabe preguntarse en función de qué criterios debe hacerse la evaluación; en el segundo, en función de qué se emitirá el juicio: ¿del interés de los lectores? –pero, ¿cuáles lectores?–, ¿en función de los agrados o de los desagrados personales? El tercer caso tiene el mérito de no pretender nada sino la propia reflexión a propósito de la lectura de un escrito, como se haría con respecto a cualquier otro artículo o libro. El “crítico”, según estos criterios, es el que se encarga de evaluar las producciones del mundo cultural. Todo discurso puede tener un contenido crítico que varía según la situación, pero aquí se trata de un papel atribuido de hecho. Investido de ese rol, el crítico literario, de cine o televisión lleva un discurso a la vez de información, de reconocimiento personal y de orientación, o incluso de asesoramiento, que puede llegar hasta a convertirse en juicios de condena o de adulación. En cuanto al “intelectual”, categoría muy difícil de definir, su papel se actualiza principalmente en el momento de su intervención en el debate social. Evidentemente, debe tener además un estatus profesional que justifica su aparición en el debate social (filósofo, historiador, antropólogo, psicoanalista, etc.), pero éste sirve tan solo como garante, porque su rol y sus 15 14 (1) discursos son los de alguien que entrega una opinión personal en el marco de un razonamiento determinado por la disciplina a la cual pertenece, y de un compromiso con el pensamiento político, social o moral: su discurso es a la vez de divulgación y de opinión, ya que no se dirige a sus homólogos, sino a un público heterogéneo, constituido por opiniones diversas y opuestas. Él sabe, en principio, que no se sitúa en una controversia científica sino en una controversia social. Por último, el “investigador”, a diferencia de los otros casos, se define como el que se desempeña en un lugar institucionalmente dedicado a la investigación, en interacción con sus pares, cuya función es la de investigar sobre aspectos de la sociedad (para las ciencias humanas y sociales) y producir un discurso que responde al marco conceptual, teórico y metodológico en el que se inscribe. El descuido de estas distinciones puede significar que no estén claros los roles que puede o debe tener un investigador según las circunstancias y contratos de comunicación en el que se encuentre, lo cual puede causar confusiones. Muchos oradores, sin embargo, incurren en esas confusiones: intelectuales que condenan, estigmatizan, denuncian en detrimento de lo que debería ser un discurso de análisis argumentado; expertos que deberían limitarse a constatar, diagnosticar, y que no obstante pasan la línea del juicio personal. Y luego, no hay que olvidar esta otra categoría que los medios de comunicación han creado de una pieza, y que florece en las ondas de las estaciones de radio y las emisiones televisivas, llamadas “info-entretenemiento”: los cronistas. Estos cronistas, cuya función es animar, e incluso provocar debates de la sociedad, se permiten al mismo tiempo emitir juicios apresurados, poco fundamentados, razón por la cual el discurso, de manera imperceptible, mezcla información sin citar las fuentes, emite opiniones moralizantes con palabras provocadoras y usa el humor para mantener la polémica, más que para hacer avanzar el debate7. Incluso, algunos periodistas especializados que no se limitan a describir, contar, evaluar, llegan a interpelar a los poderes públicos, se indignan por las situaciones dramáticas, comparten con las víctimas. Todo esto no les está prohibido, pero plantea preguntas acerca de la naturaleza de la información, ya que el discurso está implícitamente orientado a manipular. Resumamos: considerando la palabra que circula en el espacio público, no deben confundirse los discursos científicos, de vulgarización, de opinión y de provocación. Desde el punto de vista del papel de los participantes en los debates, no deben confundirse los investigadores y sus hipótesis del conocimiento, los pensadores (como los llama Todorov) que comprometen su opinión, los expertos conminados a responder a alguna problemática, los cronistas que se hacen valer para animar el debate público, y los distintos comentaristas que producen, en el mejor escenario, los discursos de los testimonios, y en el peor, los discursos que estigmatizan. Entra en juego aquí la legitimidad de los actores que toman la palabra. 16 Patrick Charaudeau: El investigador y el compromiso. Una cuestión de contrato comunicacional En este remolino de palabras, ¿cuáles son las posiciones del investigador que debe, a la vez, producir un discurso científico y comunicarlo? 4. Las posturas posibles del investigador. Reflexividad y objetivo heurístico Es necesario preguntarse sobre el discurso que se debe tener como investigador cuando el objeto de análisis hace que uno mismo esté implicado, el discurso según el tipo de público al que se se dirige, y por consiguiente, sobre la posibilidad de difundir los conocimientos a la comunidad social. Esto nos lleva a considerar tres posturas: la del investigador en relación con el debate que se establece en el ámbito de las ciencias sociales y humanas; la del investigador frente a su objeto y a los actores que lo constituyen; la del investigador frente a diversos públicos de la sociedad civil. Es entonces la reflexividad la que, desde mi punto de vista, debe orientar a todo investigador tanto en su propio trabajo como en los trabajos de otros investigadores, de los actores sociales que, sumidos en la práctica, no miden siempre los efectos de su manera de hablar o escribir. Esta es una de las cuestiones que atormentan al investigador cuyo deseo es que sus análisis se utilicen para otra cosa y no para alimentar la controversia científica, que es su primera razón de ser. Sobre esta cuestión, no es posible ofrecer consejo. Cada investigador tiene sus propias experiencias, se enfrenta a las incomprensiones e intenta responder a su manera. Dos puntos, sin embargo, pueden destacarse, si me remito a mi propia experiencia. El primero se refiere a la dificultad de hacer tomar conciencia de que los efectos que se persiguen no corresponden necesariamente a los efectos producidos. Por ejemplo, en cuanto al intento de explicar a los actores del periodismo los efectos que pueden producir, es difícil hacer comprender que el sentido que un periodista quiere imprimir a su texto no es necesariamente el mismo que construye el lector o el oyente. En una ocasión, cuando dirigía una reunión de capacitación en el CFPJ8 de París, y después de haber demostrado a los periodistas los distintos sentidos posibles que contenía un mismo título de un periódico, hubo participantes que me dijeron: “entonces, no podemos ejercer nuestro trabajo si debemos plantear la pregunta acerca de todos los sentidos posibles de lo que escribimos”. Este no es un problema específico del periodismo, es el destino diario de todos nuestros actos de lengua, pero cuando se trata de la difusión de la palabra en el espacio público, el tema de la pluralidad de los efectos del sentido se plantea de manera crucial, ya que desemboca en el tema de la legitimidad de dicha palabra y de las condiciones éticas de su difusión. Interrogarse sobre el posible efecto de las palabras, según la situación en que estén proferidas (ejemplificado en el uso de palabras como “árabe”, “musulmán”, “judío”), es esencial, porque es posible que las palabras no maten, pero sí pueden herir dolorosamente. Interrogarse sobre el efecto de las imágenes y su impacto emocional también es 17 14 (1) fundamental y exige que se piense en la situación en la cual uno se encuentra, el público, o el que va a recibirlas (pensemos en las caricaturas de Mahoma). Esto obliga a plantearse el tema de los efectos de manera diferente al deber de informar: ¿deben mostrarse las víctimas de un conflicto, los cadáveres a raíz de una masacre, los excesos cometidos por manifestantes o policías, y cómo? Tomar conciencia de esta diversidad de los efectos es importante para cualquier hablante, pero quizá aún más para quienes tienen la obligación de informar. Los periodistas deben aceptar que la gente no lee nunca sus artículos, no ven su reportaje, tal cual lo han escrito o realizado. Éstos llegan al lector o al telespectador a través de la puesta en escena hecha por la máquina mediática, puesta en escena que, en sí misma, construye el significado y orienta una interpretación no necesariamente deseada o esperada por el periodista. Se ha visto recientemente a propósito del asunto Dominique Strauss-Kahn. Sin embargo, esta reflexividad puede tener otra meta: el público en general. Tratar de explicar los resultados de una investigación a oyentes distintos a los de la comunidad científica exige adaptarse a la audiencia. En muchos casos, se cree que lo que cuenta en lo que se dice es el contenido del mensaje, la veracidad del relato, el texto de su argumentación. Sin embargo, lo que se dice, siempre se dice a alguien, sea este una persona o un público, y no se podrá impedir que esa persona o esta audiencia comprenda e interprete a su manera, lo cual no depende únicamente del contenido; ello depende en gran parte de la manera de decir, de la manera de formular el pensamiento en el discurso, de la puesta en discurso que pone de manifiesto al mismo tiempo la imagen que el locutor construye de sí mismo, su posicionamiento, y la imagen que él construye de su audiencia para seducirla o convencerla, atraerla o provocarla, siendo todo ello indispensable para una posible comprensión. En presencia de tal público, un investigador debe intentar apartarse de su cientificidad ya que no se dirige a sus pares, razón por la cual está obligado a cambiar su vocabulario y su manera de hablar: el desafío de los discursos no es el mismo: si se encuentra en un simposio científico, si da una conferencia para un público informado pero no científico, si dirige una sesión de formación con profesionales o si enseña en la universidad. No se trata del nivel intelectual, sino del modo de enunciación y del contrato de comunicación. Los científicos siempre se extrañan de que sus debates se transforman y se desfiguran cuando son reportados en los medios de comunicación, tal como se puede observar en el caso de los debates sobre la bioética. No hay que sorprenderse, ni confundir la controversia científica con la controversia social. Si se quiere transmitir un cierto conocimiento a un público no especializado –y este debe ser, desde mi punto de vista, una de las misiones del investigador–, es necesario aceptar que se debe cambiar el modo de enunciar, pese a que se corre el riesgo de ser criticado por sus pares y mal interpretados por el público. 18 Patrick Charaudeau: El investigador y el compromiso. Una cuestión de contrato comunicacional 5. Separar la crítica de la denuncia: un compromiso ético Me gustaría concluir con mi posición acerca del compromiso del investigador con su propia investigación: la relación entre el investigador y el compromiso, cuando explora temas sociales que no pueden dejarlo indiferente9. Yo mismo me encontré en tal situación. Durante la última campaña presidencial escribí una serie de crónicas, mezcla de análisis semiológico y de subjetividad asumida, sobre el desarrollo de los acontecimientos electorales. Luego, recogí estos escritos para integrarlas en un libro (Charaudeau, 2013), con el fin de recalcar algunas de las lecciones derivadas de esta campaña. Pero me enfrentaba con un problema. El ex presidente me desagradaba, no tanto por su política sino por su comportamiento que, a mi juicio, degradaba lo que debía ser el discurso político en democracia. De modo que tuve que distanciarme de esta subjetividad, para apoyar una tesis, independiente de mi humor. La descripción que hice del comportamiento y del discurso del ex presidente no estaba destinada a acusarlo, sino a mostrar qué aspectos le fueron contraproducentes. ¿Si lo logré o no? Creo que sí, al menos, he hecho el esfuerzo. Pero estoy consciente de que esto no impedirá que algunos me acusen de parcialidad. Basta con decir que conocemos el problema que enfrentan los investigadores de ciencias humanas y sociales en determinadas circunstancias. Me gustaría tan solo presentar aquí mi posición frente a las opiniones expresadas por varios investigadores de distintas disciplinas sobre mi artículo acerca de la interdisciplinariedad (Charaudeau, 2012), en el que expreso dudas sobre la validez de integrar el compromiso en la exposición de una investigación. Precisemos que no se trata de ser ingenuo y pensar que, en nuestras disciplinas, se puede ser neutral en el análisis de los hechos sociales. Pero defiendo –si se puede emplear este término– el intento de diferenciar entre el análisis crítico del discurso (en el sentido que he definido más arriba) y el análisis del discurso cuya finalidad es la denuncia. Los investigadores no somos escritores ni artistas que por el ejercicio de su arte pueden manifestar su compromiso. Mis razones tienen bases tanto éticas como de credibilidad. Desde el punto de vista ético, cabe preguntarse si el investigador no va a deformar su análisis para poder demostrar lo que había decidido por anticipado. Revelar lo que oculta cierta doxa, sacar a relucir cómo funciona una práctica discursiva, describir los términos de una controversia sin tomar partido como actor, proceder a interpretaciones comparativas, todo esto constituye, en mi opinión, el papel del investigador. Tratar de comprender los discursos de las políticas en un conflicto no quiere decir adherirse a ellas ni aceptarlas, sino revelar el contenido, las estrategias, los engaños. Hacer un análisis crítico de cómo los medios de comunicación dan cuenta de un conflicto, de una guerra, de una polémica no implica acusarlos, sino mostrar que los medios de comunicación concuerdan con la ideología de la dramatización, del espectáculo, e incluso hasta toman partido, sin decirlo, e influyen en la opinión pública. Explicar los 19 14 (1) argumentos de las distintas partes en un caso (como el de Dominique StraussKahn) puede hacerse sin tomar partido ni gritar para atacarlo. Recuerdo, y mis colegas pueden dar fe de ello, que en una investigación sobre la manera en que los medios de comunicación daban cuenta del conflicto en la ex Yugoslavia, un historiador que colaboraba con nuestro equipo se las ingenió para que dijeramos que los serbios eran culpables. Puesto que éste no era nuestro propósito, se tuvo que separar del equipo. El investigador debe tratar de poner entre corchetes sus propias opiniones en relación con el objeto de que se trata y el objetivo que se propone. Debe, siempre que sea posible, y aunque algunas veces sea difícil, basarse en un principio de distancia. No hacerlo es correr el riesgo de deformar el resultado de sus análisis. Es una cuestión de probidad intelectual o de ética de responsabilidad. Desde el punto de vista de la credibilidad, cabe preguntarse, como ya lo he mencionado, qué crédito se le otorga a un escrito cuyo autor trata de denunciar un mal en nombre de un posicionamiento personal. Por supuesto, no hay en esta materia objetividad absoluta: no se elige cualquier objeto de investigación, y la elección está vinculada a nuestras propias opiniones o sentimientos. También es preciso señalar que la investigación se alimenta de un rayo de pasión que no nos debe impedir que veamos aquellos aspectos del fenómeno estudiado que podrían ir en contra de esos sentimientos. Sería parcializarse más de la cuenta. ¿Qué muestra o demuestra una investigación parcial? Tampoco se debe, siempre desde mi punto de vista, dejarse llevar por conceptos que están de moda, puesto que nos impiden pensar en los fenómenos sociales de otra manera. Por ejemplo, y sin negar su importancia, es necesario darse cuenta de que el concepto de “dominación” no implica que los dominantes y los dominados están siempre del mismo lado sin que exista la posibilidad de revertir la relación: que los dominados se conviertan en dominantes y viceversa. Obviamente, tal postura no debe impedirle al investigador que tenga sus propias opiniones y compromisos en la acción humana. Reivindico, y en voz alta, la posibilidad de que el investigador exprese una palabra de denuncia, de indignación, de combate, es decir, una palabra militante, pero en otros lugares y con otra finalidad. Esto es un asunto de contrato comunicacional. Siempre he creído que la célebre frase: “prefiero equivocarme con Sartre que tener la razón con Aron”10 planteaba un falso dilema. Si se hace alusión a Sartre, comprometido a través de sus novelas, su teatro, sus acciones de manifestante, se trata de una actitud militante. No estoy seguro de que se pueda hablar de equivocación en sus escritos filosóficos (L’imagination, L’être et le néant). En cuanto a Aron, se le puede seguir en algunos análisis pero no en ciertas tomas de posición. Una vez más, los contratos no son los mismos. Evidentemente, en este caso tampoco se puede ser tan ingenuo como para creer que es fácil separar la postura del investigador crítico de la del ciudadano comprometido. Pero, para el primero, se trata de una toma de conciencia, de un esfuerzo de distanciamiento del objeto y de un intento de poner entre paréntesis 20 Patrick Charaudeau: El investigador y el compromiso. Una cuestión de contrato comunicacional sus opiniones. Para el segundo, se trata de asumir la postura de lo que se llama “intelectual comprometido”, y ésta es completamente legítima, pero se corre el riesgo de que se le acuse de jugar para ambos lados. Un investigador, frente a los periodistas cuyos escritos analiza, debe decir lo que, en su calidad de investigador, encuentra en estos escritos. En cambio, frente a otro tipo de público, y según el propósito, él puede mostrar lo resultados de su pesquisa para justificar una postura. Es tal vez una ilusión, pero es esto lo que significa para mí la libertad del investigador: no depender de la expectativa social erigida como “políticamente necesaria” en nombre de la innovación; no depender de la exigencia mediática erigida como el deber de discutir en nombre del derecho a la información; no dejarse imponer métodos de análisis de moda en nombre de la cientificidad; no someterse a las imposiciones del tiempo editorial y reivindicar la libertad del tiempo de la búsqueda. “Libertad querida”, el investigador escribe tu nombre. Notas 1 Existen opiniones divergentes sobre la posición de Durkheim en relación con este punto. Un colega sociólogo, Hervé Glévarec, en un manuscrito que circula internamente en el laboratorio de Comunicación y Política, afirma que los seguidores de Durkheim no citan la reflexión de Durkheim del año 1888 en la que sugiere que la utilidad de la sociología está subordinada a su valor científico: “Elle [la sociologie] lui fera sentir qu’il n’y a aucune diminution à être solidaire d’autrui et à en dépendre aussi, à ne pas s’appartenir tout entier à soi-même. Sans doute ces idées ne deviendront vraiment efficaces que si elles se répandent dans les couches profondes de la population ; mais pour cela, il faut d’abord que nous les élaborions scientifiquement à l’université ” (Durkheim, 1988: 31). 2 Traducción del original en francés “[Une sociologie] qui ne vaudrait pas une heure de peine s’il elle n’était que spéculative” (Durkheim, 1988: 31). 3 Traducción de: “C’est dans un intérêt purement scientifique que je récuse cette attitude, je me fais fort d’administrer la preuve que partout où l’homme de science intervient sur son propre jugement de valeur, il cesse de comprendre les faits” (Weber, 2003). 4 Aquí no cabe discutir sobre la definición de estos conceptos. 5 En su origen, según Barbara Cassin (2004), en La Odisea, “doxa” significaba: lo que parece normal, prudente (“ce qui semble normal, prudent”). 6 Ver al respecto, el punto de vista de Ricœur (1990). 7 Debe aclararse que ciertos cronistas se benefician de tener un rol de analista. Ver a este respecto mi artículo (Charaudeau, 2011). 8 Centro de Formación y Perfeccionamiento de los Periodistas (Centre de Formation et de Perfectionnement des Journalistes). 9 Ver también la discusión de varios investigadores acerca de una entrevista de Daniel Dayan sobre la manera como los medios reportan el conflicto palestino-israelí (Fleury y Walter, 2008). 10La cita hace referencia al debate entre Jean Paul Sartre, intelectual de izquierda y Raymond Aron, intelectual de derecha. No se sabe quién fue el primero en usar la frase citada, algunos se la atribuyen a Jean Daniel. 21 14 (1) Referencias bibliográficas Aristote (1987). Organon IV. Paris: J. Vrion. Boltanski, L. (2009). De la critique. Précis de sociologie de l’émancipation. Paris: Gallimard. Bourdieu, P. (2001). Langage et pouvoir symbolique. Paris: Seuil. Cassin, B. (Dir.) (2004). Vocabulaire européen des philosophes. Paris: Seuil. Charaudeau, P. (Ed.) (2001). La télévision et la guerre. Déformation ou construction de la réalité. Le conflit en Bosnie (1990-1994). Bruxelles: Ina-De Boeck. Charaudeau, P. (2010). Pour une interdisciplinarité «focalisée» dans les sciences humaines et sociales. Questions de Communications 17:195-222. Charaudeau, P. (2011). Que vaut la parole d’un chroniqueur à la télévision? L’affaire Zemmour, comme symptôme d’une dérive de la parole médiatique. Réseaux 170: 135-161. Charaudeau, P. (2012). Pour une interdisciplinarité focalisée. Réponses aux réactions. Questions de Communication 21: 171-206. Charaudeau, P. (2013). La conquête du poivoir. Opinion, persuasion, valeurs, les discours d’ une nouvelle donne politique. Paris: L’Harmattan. Chevalier Y. (1999). L’ “expert” à la televisión. Paris: CNRS-Éditions. Durkheim, E. (1988). Les régles de la méthode sociologique. Paris: Flammarion. Fleury, B. y Walter, J. (Dir.) (2008). Les médias et le conflit israélo-palestinien. Feux et contre-feux de la critique. Metz: Université Paul Verlaine. Lemieux, C. (2000). Mauvaise presse. Paris: Métailié. Platon (1966). La république. Paris: GF-Flammarion. Remaux, O. y Schaub, J. F. (Ed.) (2012). Faire des sciences sociales 2. Comparer. Paris: École des Hautes Études en Sciences Sociales. Ricœur, P. (1990). Entre herméneutique et sémiotique. Nouveaux Actes Sémiotiques 7: 1-45. Spinoza, B. (2008). Traité de la réforme de l’entendement. Paris: Flammarion. Weber, M. (2003). Le savant et le politique Paris: La Découverte. Patrick Charaudeau es Profesor Emérito de L’Université de Paris XIII e investigador en el laboratorio Communication et Politique del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS). Su amplia investigación y sus numerosas publicaciones abarcan tres areas: el Análisis del Discurso, con propuestas acerca de los aspectos teóricos; los géneros discursivos y de la comunicación (en la política y en los medios) con propuestas relacionadas con los aspectos descriptivos; y, la identidad cultural, con trabajos de reflexión acerca de la identidad social, cultural y discursiva. Correo electrónico: [email protected] 22 ARTÍCULO Donde caben dos caben tres: la intertextualidad en la fotografía y la pintura de Edward Weston, Tina Modotti y Diego Rivera DINA COMISARENCO MIRKIN Universidad Iberoamericana Resumen. El uso que Diego Rivera realizó en sus murales de algunas de las fotografías tomadas por Edward Weston en México durante los años veinte, particularmente la serie de sus desnudos de Tina Modotti, reproducidos por Rivera en su ciclo de Chapingo, y fotografiados a su vez por la modelo-fotógrafa, plantea interesantes cuestiones en relación con el tema de la representación (entendida como la producción de significado a través del lenguaje artístico), la relación entre la pintura y la fotografía, y las estrategias artísticas conocidas como “apropiación,” “préstamo,” “alusión,” y “correspondencia.” (Zavala, 1999: 137-147) En este trabajo me propongo analizar dichas problemáticas en relación con la imagen y la intertextualidad, complejizadas en este caso por las relaciones amorosas entre el fotógrafo, el pintor y la modelo-fotógrafa; y también, por razones estéticas e ideológicas en relación con las propuestas del muralismo mexicano con respecto al carácter colectivo del arte. Palabras Rivera. clave: intertextualidad, apropiación, Tina Modotti, Edward Weston, Diego Resumo. O uso que Diego Rivera realizou em seus murais de algumas das fotografias tomadas por Edward Weston no México nos anos vinte, particularmente a série de seus nus de Tina Modotti, reproduzidos por Rivera no seu ciclo de Chapingo, e fotografados, por sua vez, pela modelo-fotógrafa, apresenta questões interessates em relação com o tema da representação (entendida como a produção de significado através da linguagem artística), a relação entre a pintura e a fotografia e as estratégias artísticas conhecidas como “apropriação”, “empréstimo”, “alusão” e “correspondência” (Zavala, 1999: 137-147). Este trabalho propõe analisar tais problemáticas em relação à imagem e à intertextualidade, complexificadas neste caso pelas relações amorosas entre o fotógrafo, o pintor e a modelo-fotógrafa; e, também, por razões estéticas e ideológicas relacionadas com as propostas do muralismo mexicano com respeito ao caráter coletivo da arte. Palavras-chave: intertextualidade, apropiação, Tina Modotti, Edward Weston, Diego Rivera. Abstract. The use that Diego Rivera made in his murals of some of Edward Weston’s photographs during the 1920s, particularly the series of his nudes of Tina Modotti reproduced by Rivera in his Chinango cycles, and photographed in turn by the model-photographer, poses some interesting problems regarding the theme of representation (understood as the production of meaning through artistic language), the relationship between painting and photograph, and the artistic strategies known as “appropriation,” Recibido: 20 de agosto de 2013 • Aceptado: 15 de enero de 2014. ALED 14 (1), pp. 23-42 23 14 (1) “borrowing,” “allusion,” and “correspondence” (Zavala, 1999: 137-147). In this paper, I focus on the relation between the use of images and intertextuality, which is made more complex in this particular case by the love relationship between the photographer, the painter and the model/photographer, and also by aesthetic and ideological reasons related to the position of Mexican muralism with respect to the collective character of art. Keywords: intertextuality, appropriation, Tina Modotti, Edward Weston, Diego Rivera. Introducción La mutua asimilación de imágenes entre Edward Weston (1886-1958), Tina Modotti (1896-1942) y Diego Rivera (1886-1957), durante los años veinte, permite explorar problemáticas interesantes tales como las relaciones entre la pintura y la fotografía, la identificación y el deseo, y principalmente sus múltiples convergencias a través del diálogo visual. En este trabajo utilizo la narración de la compleja y rica relación profesional y sentimental que unía a los dos fotógrafos y al muralista como método interpretativo, apoyándome en la lectura crítica de algunos de los textos autobiográficos y cartas personales de los mismos artistas, y del análisis de un grupo de autorretratos y retratos, que fueron creados y reapropiadas de forma sucesiva, entre dos de los miembros del trío, o en algunos de los casos, incluso entre los tres. En todos estos diálogos artísticos se entrecruzan componentes psicológicos, estéticos e ideológicos que confluyeron en la adopción de la estrategia artística de la “apropiación” y sus distintas variantes, a cuyo estudio está dedicado el presente trabajo. En su glosario para el análisis intertextual, Lauro Zavala define distintas estrategias y técnicas, que resultan particularmente adecuadas para abordar las obras aquí estudiadas: la apropiación propiamente dicha, es decir la “copia deliberada pero en otra técnica;” el préstamo, que según dice el autor, en el contexto del arte “se refiere a la apropiación de detalles específicos de otra obra;” la correspondencia, “series de imágenes creadas a partir de la apropiación y transformación de un original de otro autor;” y la alusión, “referencias explícitas o implícitas, a un pre-texto específico o a determinadas reglas genológicas.” (Zavala, 1999: 137-147). Como todos estos recursos no existen en abstracto, sino en contextos específicos y en relaciones humanas concretas que les dan su significado, en el presente trabajo, a través del estudio de los retratos y autorretratos producidos por Weston, Modotti y Rivera en los años veinte, espero contribuir al análisis de la intertextualidad entre la fotografía y las artes plásticas, a la profundización sobre algunas de las distintas acepciones del concepto de apropiación y sus variantes, y al estudio del arte mexicano del siglo XX desde la perspectiva del discurso artístico que, en este caso, toma en cuenta la relación personal entre los artistas, los textos, las imágenes pictóricas y las fotos que sirvieron como evidencia de su relación. 24 Dina Comisarenco M.: Donde caben dos caben tres: la intertextualidad en la fotografía y la pintura... Fig. 1. Rivera posando al frente de uno de sus murales en la Secretaría de Educación Pública, 1924. (Tomada de Desmond Rochfort (1993). Pintura mural mexicana. Orozco, Rivera, Siqueiros, p. 50. México: Limusa. Fig. 2. Tina Modotti y Edward Weston en su aniversario en México, 1924. (Imagen tomada de Mildred Constantine (1979). Tina Modotti. Una vida frágil. Fig. 26, p. 75. México: Fondo de Cultura Económica. 1. El encuentro Tina Modotti visitó México por vez primera en 1922, cuando se enteró de la muerte de su esposo, el artista norteamericano Roubaix de l’Abrie, conocido como Robo, quien se encontraba en el país para organizar una exposición de colegas artistas californianos cuando lo sorprendió la muerte. Modotti se ocupó entonces de organizar sus funerales y concretó el montaje de la muestra en la Academia de San Carlos, contactándose así con varios artistas mexicanos, incluido el mismo Rivera, que allí pudo apreciar por primera vez la obra de Weston. Poco tiempo después, en agosto de 1923, Weston y Modotti, acompañados por el hijo mayor del fotógrafo, Chandler, llegaron a México animados, como muchos otros artistas norteamericanos de la época, por la esperanza de encontrar un ambiente más propicio para desarrollar su creatividad artística, y posiblemente también, para poder vivir su poco convencional relación de pareja pues en ese entonces Weston todavía seguía casado. Una vez instalados en la ciudad de México, y a muy poco tiempo de su llegada, Weston y Modotti, comenzaron a frecuentar a Rivera, mientras el muralista trabajaba en su grandioso ciclo de la Secretaría de Educación Pública (SEP) primero y en otros ámbitos sociales después. Desde el primer encuentro, Weston reconoció la genialidad del arte de Rivera, a quien en 25 14 (1) más de una oportunidad calificaba como un “gran maestro.” En su diario el fotógrafo (Weston, 1990: 17) se lamentaba de no poder conversar más con él, posiblemente por las dificultades del idioma, que según el mismo testimonio, paulatinamente habrían de disminuir permitiendo una comunicación más fluida entre ambos. En aquella primera ocasión, Weston mencionaba con admiración que el muralista había vivido en París, entre los grandes artistas como Picasso y Matisse, artistas admirados por el fotógrafo, y que seguramente debía tener interesantes anécdotas que contar. Por la misma fuente autobiográfica de Weston, sabemos también que en octubre de ese mismo año, el fotógrafo tuvo su primer y muy exitosa exposición individual en México, en The Aztec Land,1 una librería y galería de arte del centro de la ciudad, y que el fotógrafo se sintió particularmente orgulloso por la visita a la muestra que realizó Rivera. Weston admiraba el atinado juicio estético del fotógrafo, y en relación con la opinión del muralista sobre sus propias obras, el fotógrafo manifestó sentirse plenamente identificado. Entonces escribió: [1] Last evening, Diego Rivera visited the exhibit. Nothing has pleased me more than ‘s enthusiasm. Not voluble emotion, but a quiet, keen enjoyment, pausing long before several of my prints, the ones which I know are my best. Looking at the sand in one of my beach nudes, a torso of Margrethe, he said, “this is what some of us “moderns” were trying to do when we sprinkled real sand on our paintings or stick on pieces of lace or paper or other bits of realism” (Weston, 1990: 26). Si bien en aquella época Weston aspiraba a distanciarse del pictorialismo que caracterizaba a su producción artística temprana, principalmente a través de la abstracción formal, el énfasis dado por Rivera al “realismo” que el muralista reconocía en sus imágenes, debe haberlo impulsado, en gran medida, a nunca desatender del todo esta tendencia, cuya conjunción con la simplicidad de sus formas y composiciones, devela una parte esencial del secreto de su inigualable estilo. 2. El hilo conductor del realismo Efectivamente, el realismo, parece haber sido el hilo conductor, desde el punto de vista de la estética, que complementó la identificación personal que unió a los tres artistas. En su texto clásico La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (1936), Walter Benjamin acertadamente señalaba que, frente al surgimiento del “primer medio de reproducción de veras revolucionario, a saber la fotografía (a un tiempo con el despunte del socialismo), el arte sintió la proximidad de la crisis (que después de otros cien años resulta innegable), y reaccionó con la teoría de “l’art pour l’art,” esto es con una teología del arte” (Benjamin, 1999: 5). Sin embargo, frente a dicha importante tendencia hacia la abstracción y a la consolidación del arte por el arte, propios de algunas de 26 Dina Comisarenco M.: Donde caben dos caben tres: la intertextualidad en la fotografía y la pintura... las vanguardias artísticas del siglo XX, surgieron también otros movimientos y artistas independientes, en varios países y de forma más o menos simultánea, que de manera conciente prefirieron recuperar la figuración y el realismo. Particularmente en el caso del muralismo mexicano de su primera etapa en la década de 1920, que es justamente el espectro cronológico que aquí nos ocupa, con su propuesta de “un arte popular, público, monumental, nacionalista y revolucionario, con una temática social e histórica que contribuyera a la educación y a la concientización política del pueblo” (Comisarenco, 2006: 101), el realismo de la imagen fue considerado como un elemento crucial, para comunicar el contenido de sus obras y para intentar garantizar la eficacia educativa que buscaban. Rivera, a través de su íntima relación con Weston y Modotti, fue capaz de vislumbrar en el arte de la fotografía, su posible asociación con la pintura mural y con su función política esencial. Además de la reproductibilidad y consiguiente acceso masivo de la fotografía, Rivera, con su extraordinaria sensibilidad crítica, debía intuir ya la posibilidad que más adelante señalaría Benjamin, en relación con la desaparición de la unicidad del arte y con la pérdida del “aura,” asociada con la afirmación individual del sujeto creativo. En este sentido, la difusión de límites autorales entre las obras de los distintos tipos que serán analizados en el presente estudio, podría interpretarse, no sólo como el fruto de la profunda identificación personal que animaba a los artistas, sino también como un paso más hacia la realización del arte verdaderamente social al que aspiraban. A través del estudio de algunas imágenes producidas por los tres artistas durante la década de 1920, pueden reconocerse las fuertes resistencias contra las que cada uno de ellos tuvo que luchar al experimentar en carne propia las tensiones que las rupturas de las relaciones de pareja tradicionales, y las relacionadas con la pérdida de los límites autorales aquí señalados, les causaban. 3. Las correspondencias de los retratos de Guadalupe Marín de Rivera Poco tiempo después de su arribo a México, la pareja de fotógrafos constituida por Weston y Modotti, estaba bien integrada con el círculo artístico e intelectual de la época. Frecuentemente compartían eventos culturales y sociales, como así también excursiones al aire libre con Rafael Salas, Mona Alfau, Felipe Teixidor, Jean Charlot, Germán Cueto, Xavier Guerrero, Roberto Turnbull, Manuel Hernández Galván, Diego Rivera y su esposa Guadalupe Marín, entre otras varias figuras protagónicas de la cultura mexicana de aquel entonces. De acuerdo con los testimonios de Weston en su autobiografía, el fotógrafo estaba particularmente deslumbrado con la vigorosa personalidad de Guadalupe Marín, a la que aludía en reiteradas oportunidades en su texto. Por su parte, a juzgar por el episodio de celos de la esposa de Rivera, referido por Weston 27 14 (1) en su diario en ocasión de una fiesta de cumpleaños del muralista, la relación amorosa entre el Rivera y Modotti, había comenzado ya. Discretamente, y seguramente tratando de reprimir sus propios celos, en su diario Weston concluía la narración de dicho episodio declarando, tan sólo, su intención de fotografiar a la esposa del muralista (Weston, 1990: 31). Como señala Susan Sontag, “fotografiar es apropiarse de lo fotografiado. Significa establecer con el mundo una relación determinada que parece conocimiento, y por lo tanto, poder.” (Sontag, 2009: 14). Para Weston, fotografiar a Guadalupe Marín fue entonces una forma de apropiarse de la retratada, permitiendo una revancha, aunque sea en forma simbólica, en relación con la incontestable infidelidad de su amante, que aunque consentida de común acuerdo, debía sin embargo perturbarlo. Una primer sesión de fotos de la esposa del muralista, efectivamente tuvo lugar el 24 de noviembre de 1923, y el fotógrafo registró en su diario que, en su opinión dichas tomas se encontraban entre las mejores que había realizado en México. Con orgullo señalaba también que, cuando algunos días más tarde mostró las primeras pruebas, precisamente en casa de los Rivera, todos los presentes expresaron un gran entusiasmo frente a sus logrados retratos. Una vez más sostenía en su texto, con evidente satisfacción, que en ese momento [2] Diego turned to Tina remarking, “It bother the painter to see such photographs” (Weston, 1990:33). Esta molestia, aparentemente “artística,” entre el “pintor” y el “fotógrafo”, que en sus fotografías había sido capaz de captar la belleza y el carácter de Guadalupe Marín de forma tan extraordinariamente “realista”, íntima y vital, seguramente contenía también un componente personal. También Rivera, a pesar de sus múltiples aventuras amorosas, incluida la relación con la misma Modotti antes señalada, debía sentirse amenazado frente a la evidente admiración que el fotógrafo sentía por su esposa, encarnada en tan extraordinarias fotos, sabiendo además que también Weston era otro notorio don juán, y en este sentido temiblemente parecido a él. Al terminar la impresión de sus fotos de Guadalupe Marín, Weston escribió en su diario: [3] I am finishing the portrait of Lupe. It is a heroic head, the best I have done in Mexico; with the Graflex, in direct sunlight I caught her, mouth open, talking, and what could be more characteristic of Lupe! Singing or talking I must always remember her (Weston, 1990:42). Resulta importante recordar que Rivera, en su mural La Creación (1922), ya había incluido dos retratos de su esposa, encarnando a las figuras alegóricas de La mujer y de La canción. En dichas imágenes el muralista la había representado ya, justamente con la boca abierta, hablando o cantando, tal y como la habría de capturar Weston en sus fotos aquí referidas. Podemos interpretar entonces 28 Dina Comisarenco M.: Donde caben dos caben tres: la intertextualidad en la fotografía y la pintura... que los retratos de Weston de Marín, presentan notables “correspondencias” con la obra anterior de Rivera, donde el fotógrafo se apropió de algunos aspectos de la obra del muralista y transformó otros, como estrategia artística creativa y con la connotación simbólica antes señalada. Deslindando toda posible sospecha de copia o incluso de simple inspiración, en su diario Weston registró que visitó dicho mural tiempo después, el 28 de febrero, cuando fácilmente, tras su convivencia con el grupo de artistas mexicanos que caracterizó a su estancia en el país, pudo reconocer a varias de las modelos de Rivera. [4] Lupe, of course, Nahui Olín, Lupe Rivas Cacho, Sra. Crespo, Palma Guillén (Weston, 1990: 52). Probablemente, a nivel consciente o no, Rivera fue capaz de capturar el parecido y las correspondencias entre sus propios retratos de Guadalupe Marín y los de Weston, y más adelante invertiría el proceso, dejándose influir y apropiándose de forma incluso más literal de otras obras producidas por Weston. Sin embargo, y a pesar de los celos mutuos, que se dejan entrever en algunas afirmaciones e historias relatadas por Weston, como la de la violencia verbal ejercida por el muralista contra su esposa, como así también y muy significativamente, en la omisión del nombre del fotógrafo en la autobiografía del mismo Rivera, la admiración y el respeto artístico mutuo no se vieron afectados de forma sustancial. Por el contrario, el deseo compartido por las mismas mujeres parece haber funcionado como un rasgo de identificación profundo entre Weston y Rivera, que habría de intensificarse todavía más con el paso del tiempo. 4. La apropiación del “autorretrato” de Rivera En noviembre de 1924 Weston anotó en su diario que en el patio de la Secretaría tomó muchas fotos de Rivera, junto con algunas otras de sus murales, las que posiblemente serían incluidas en una publicación alemana. Después de defender la creatividad y la expresión de Rivera en sus murales, acusado por algunos según decía, por considerarlo demasiado calculador, Weston anotaba: [5] Yesterday I felt, as I have before, the preoccupation of his work. Direct questions were often entirely unheard, his eyes would be utterly oblivious to surroundings –then suddenly he would start out of himself, break into a broad, genial smile, and for a few moments Diego the dreamer was gone (Weston, 1990: 104-105). Pocos días después al trabajar con los negativos, Weston sintió cierta desilusión frente a sus tomas, porque tal y como señalaba en su texto, habría querido que sus retratos de Rivera hubieran resultado extraordinarios, no sólo por ser el muralista un gran artista, sino también porque Rivera estaba muy 29 14 (1) interesado en su propio arte. Sin embargo en cada prueba Weston encontraba, posiblemente por la gran admiración que sentía por su modelo, alguna falla mayor o menor, que le hacían dudar incluso de la calidad de su propio trabajo. En su diario Weston anotó también que, por su parte, Rivera sí se sintió satisfecho con las pruebas, y que escogió una en la que en palabras del mismo fotógrafo, su grueso estómago se veía aún más exagerado y su cara expresaba una cierta cínica tristeza (Weston, 1990: 106). En enero de 1925 Weston regresó a California para estar con sus hijos, y seguramente tomar distancia tanto con respecto a su deteriorada situación sentimental con Modotti, como con los temores que le generaban la inestabilidad política y económica del México posrevolucionario. Sin embargo, unos pocos meses después, en agosto del mismo año, habiéndose sentido como un extranjero en su propia patria, Weston decidió regresar a México y a Modotti. Al poco tiempo de su arribo, el 2 de octubre, con cierta distancia emocional, anotaba en su diario que al visitar nuevamente los murales de la SEP había encontrado que: [6] Diego has painted a self-portrait into one of his murals in the Secretaría, copied quite exactly from one of my photographs of him, one which I could not use because of poor definition, though it was my favorite as well as his (Weston, 1990: 129). Se trataba del panel conocido como El pintor, el escultor y el arquitecto, ubicado en el tercer nivel de la escalera de la SEP, al que el mismo Rivera, en su autobiografía refería como uno de los mejores de los que hizo en su vida, con las siguientes palabras: [7] At the head of this stairway, I painted what, in my estimation, is one of my best self-portraits. I included myself in a trio of workers chiefly responsible for the building and its decoration. Here I figured as the architect. The other figures were the stonecutter and the painter, their identities also deliberately masked (Rivera y March, 1991: 80). Si bien durante toda su carrera Rivera, como la mayor parte de los pintores occidentales, había realizado y continuaría realizando numerosos auto-retratos, la singularidad del aquí considerado, es que a través de la “copia”, negaba el autoanálisis característico del género artístico del autorretrato, para representarse en cambio a través de la interpretación que Weston había creado del artista con su cámara. Las identidades de los personajes, enmascaradas de forma deliberada, según el mismo Rivera, lo eran, por lo menos en el caso de su autorretrato, no sólo en relación con sus profesiones, sino con el origen mismo de las imágenes. En su estudio sobre los autorretratos de Rivera, Xavier Moyssen señalaba que en el caso de la obra aquí referida, el artista pudo haber recurrido a la foto de Weston por haber dudado de su capacidad de autoconocimiento, y por el gusto que sentía frente a la imagen que el fotógrafo había logrado capturar. 30 Dina Comisarenco M.: Donde caben dos caben tres: la intertextualidad en la fotografía y la pintura... Agregaba, además, que otro rasgo notable del autorretrato tenía que ver con el hecho de que Rivera hubiera escogido representarse a sí mismo como arquitecto y no como pintor. Finalmente afirmaba que “si nos atenemos a su egocentrismo y a la fama de que ya disfrutaba, nada difícil es el que se considerara a sí mismo, como el constructor de un nuevo arte para México: la pintura mural” (Moyssen, 1986: 204). Sin embargo, quedan todavía muchas otras preguntas sin responder en relación a la “copia” de Rivera en su autorretrato ¿Era dicha copia de su imagen una forma de rechazar el narcisismo y el subjetivismo adscritos al arte burgués que rechazaba? ¿Era un homenaje de Rivera al fotógrafo al que no sólo admiraba sino con quien se identificaba profundamente? La aclaración de Weston en su diario, en relación con el hecho de que él no había podido usar la foto, por su pobre definición, no sólo hacía referencia a una diferencia técnica importante entre la fotografía y la pintura, sino que sugería además, de forma muy sutil, que el público de la época no debía estar familiarizado con su imagen. Por lo tanto, resulta claro que la reproducción realizada por Rivera en su ciclo mural, no podía funcionar como “cita” u “homenaje” a su obra. Parece entonces tratarse más bien de la técnica de la “apropiación” propiamente dicha, es decir de una “copia” deliberada, tal y como lo reconoció Weston, realizada simplemente en otra técnica artística, en la que el color y la pincelada propios de la técnica de la pintura, podrían remediar la falta de precisión que no admitía la foto. La afirmación de Weston con respecto a que la toma era la favorita de ambos artistas, una vez más un ejemplo de la identificación que experimentaban, de alguna forma pareciera consolar un tanto al fotógrafo del sufrimiento y de la frustración que seguramente experimentó frente a la monumentalizada y coloreada “apropiación” y copia del pintor. Fue posiblemente esta escueta nota de su diario la que sacó a la luz el origen del autorretrato de Rivera, que de hecho es uno de los más comúnmente reproducidos hasta la actualidad, y que muchas veces aparece acompañado justamente, por una reproducción de la foto original de Weston. Rivera debe haber reconocido en la imagen que Weston capturó su “esencia”, “la ciencia imposible del ser único” a la que Roland Barthes hacía referencia en su famosa obra La Cámara Lúcida (Barthes,1980), en relación con la foto del invernadero, en la que volvió por fin a encontrar a su madre recientemente fallecida (Barthes, 2009: 86). El “aire” soñador, “la sombra luminosa que acompaña al cuerpo” (Barthes, 2009: 119) del muralista que Weston supo capturar en su foto, lo aparta de su imagen pública relacionada con los controversiales avatares de la militancia política cotidiana, para rescatar su identidad imaginaria como un ser eminentemente idealista. Rivera, con su aire soñador, capturado por Weston, era la imagen de sí mismo, que el artista quiso perpetuar para la posteridad. Este es el lado humano que Weston admiraba en el muralista, y que posiblemente lo hizo intentar superar todas las diferencias ocasionadas por los celos, “apropiaciones” y “copias,” prefiriendo reinterpretarlos en su fuero 31 14 (1) íntimo, como coincidencias estéticas y mutuos “homenajes” entre grandes artistas, que efectivamente tenían muchos rasgos en común y que se sentían profundamente identificados entre sí. En otro pasaje de su diario señalaba Weston que Rivera decía que Picasso no recurría a la naturaleza para su inspiración, sino siempre a otras “escuelas” artísticas (Weston, 1990: 57). Efectivamente, el mismo Rivera en más de una oportunidad reconoció abiertamente que, para realizar sus vastos ciclos murales, generalmente de temas históricos, recurría a una profusa documentación, constituida fundamentalmente por recortes de revistas y periódicos, es decir a fotografías. En su famoso libro Idols Behind the Altar, también Anita Brenner señalaba que, quizás con la excepción de Rafael y Picasso, pocos artistas fueron acusados tan frecuentemente de “plagio” como Rivera y que el mismo confesaba que cada pintor es un campo en el que germina la semilla de otro pintor o, en este caso habría que agregar, de otro fotógrafo (Brenner, 2002: 280). Si bien es cierto que el carácter artístico de la foto de Weston, hubiera justificado un tratamiento distinto, de alguna forma su “copia” por parte del muy admirado Rivera era también, en definitiva, una forma de reconocimiento.2 Por otra parte, poco tiempo después, en febrero de 1926, hay que señalar que Rivera incluyó uno de los retratos que le hizo Weston, para ilustrar su artículo sobre el arte mexicano dedicado al retrato popular (Rodríguez y Méndez, 2009: 62-63). 5. Los préstamos de los desnudos de Tina3 En 1924, cuando todavía estaba trabajando en la planta baja del patio de Las Fiestas de la SEP, Rivera recibió una nueva comisión de pintura mural, esta vez para la Escuela Nacional de Agricultura en Chapingo. Después de realizar los frescos en el edificio de la administración de la escuela, a partir de 1926 comenzó a decorar la antigua capilla, transformada entonces en el salón de actos. El tema principal del ciclo fue planteado como una narración paralela entre la “Evolución Natural,” relacionada con la belleza y la fertilidad de la tierra, representada del lado derecho del salón, con la “Revolución social” y la reforma agraria, representadas del lado izquierdo. El ciclo concluía en el arco principal del fondo, con la representación alegórica de la Tierra Liberada, opuesta en este caso a la Tierra Virgen o Dormida, ubicada del otro lado, sobre la puerta interior de ingreso al recinto. Sin embargo, desde el punto de vista cronológico de su realización, estas imágenes fueron las primeras. Weston dejó registro de su visita a Chapingo el 20 de noviembre de 1925, cuando el techo y los dos desnudos principales de Guadalupe Marín y Modotti, que Rivera utilizó para sus alegorías de la tierra liberada y la tierra virgen, estaban casi completos, y con una profunda admiración comentaba: [8] Two tremendous nudes dominated the room –to the right a prone figure from a drawing of Tina –to the left a semi-erect figure from Lupe– both majestic, 32 Dina Comisarenco M.: Donde caben dos caben tres: la intertextualidad en la fotografía y la pintura... monumental paintings. The ceiling with figures in exaggerated perspective was intellectually provocative, stimulating, but effort and calculation were more evident, –while the first mentioned nudes were presented with such grand manner as to bring no questioning. They are worthy of anyone’s pilgrimage and homage (Weston, 1990: 37). Muchos otros especialistas confirmarían más adelante el extraordinario logro de estos desnudos femeninos monumentales que efectivamente se encuentran entre las principales obras de dicha tradición iconográfica occidental y muy posiblemente, la obra maestra por excelencia de Rivera. En relación con el retrato de Modotti, señalaba el famoso especialista en arte mexicano, Justino Fernández que es en este extraordinario desnudo que el poético naturalismo de Rivera alcanza su máxima grandeza y delicadeza, porque está dibujado y pintado con un poder y una sabiduría de gran estilo y estirpe; delicado y robusto, fino y sensual, cercano al modelo y al mismo tiempo componiendo y ajustando sus formas y líneas al efecto decorativo. … Nada más tierno y conmovedor que este desnudo, activo en su abandono, con aquella cabeza semicubierta por la oscura cabellera, la boca entreabierta, tranquilo, sereno y grandioso, según el ideal clásico. Es uno de los grandes desnudos de la historia del arte ... (Fernández, 2001: 28). Desde el punto de vista psicológico, la selección temática y sus correspondientes modelos merecen sin lugar a dudas un estudio completo aparte, pues de forma evidente Rivera concentraba en un mismo recinto su orgullo masculino, por un lado en relación con la experiencia de la paternidad, en la imagen de su esposa como encarnación de la fertilidad de la tierra, pues como él mismo señalaba en su autobiografía estuvo embarazada dos veces durante la realización del mural; y por otro, su joven y bella amante, sin hijos, como alegoría, de la tierra virgen, a la espera de la semilla, de la fecundación, simbolizada por la planta fálica que en su retrato sostenía en una de sus manos (Comisarenco, 2008). Pese a las evidentes correspondencias entre algunos de los famosos desnudos que Weston había realizado de Modotti en la azotea de su casa/estudio, y el monumental desnudo de Rivera, el fotógrafo en aquella oportunidad, no expresó sino tan sólo palabras de admiración frente a la obra maestra del muralista. Sin embargo, muy poco tiempo después, en su diario, en las notas correspondientes al 17 de diciembre, por vez primera Weston se permite dudar de la originalidad de Rivera, exaltando por contraste la creatividad de su amigo Jean Charlot, y evitando así una vez más reconocer, por lo menos abiertamente, el uso que Rivera hacía de sus obras: [9] One can always expect to find a fresh new attitude in Jean’s work, or rather he has no “attitude,” is continually experimenting, changing. I spent three hours going over his new drawings and paintings with the greatest interest 33 14 (1) and pleasure. He is growing into an important figure, while Diego, unless he gets out of his rut, has reached his limit; he is going around in circles, repeating successes, but cold and calculated in their formulization. Charlot has no mannerisms, not in colour, brush-work, arrangement, subject nor medium (Weston, 1990: 141). Más adelante, en La tierra oprimida, Rivera volvió a retratar a su esposa, y señala Tibol que “la cabeza envuelta en el cabello enmarañado recuerda el ciclo de fotografías que por la misma época le tomó Edward Weston a Lupe Marín” (Tibol, 2002: 74). En la pared correspondiente a la Evolución Natural, en sus paneles titulados Germinación, Floración, y posiblemente también en el desnudo de espaldas en el panel de Los frutos de la tierra (Tibol, 2007: 210), Rivera volvió a utilizar como modelo a Modotti, pero esta vez, decididamente, no del natural, sino inspirado directamente por las famosas fotos que Weston le había tomado unos años antes. En este caso el recurso intertextual parece haber sido por un lado el “préstamo,” es decir la apropiación de detalles específicos de otra obra, que una vez más citando a Zavala (1999), puede afirmarse que pocas veces, tal y como sucede en este caso, puede devolverse, porque queda fijado en la imagen para siempre; y por otro, la “correspondencia,” en la que nuevamente se apropian algunas partes pero al mismo tiempo otras son transformadas. En el caso de Germinación la fuente fácilmente identificable parece haber sido Cabeza de una joven italiana y en Floración, Orquídea blanca, ambas fotografías de Weston de 1921. En estos casos la “apropiación” ya no pudo ser tan literal como en el auto-retrato de Rivera, pero sin embargo su origen iconográfico, no puede negarse. Efectivamente, como las fotos no eran de cuerpo completo, sino que capturaban tan sólo la cabeza o el busto de la modelo, Rivera se vio obligado a transformarlas en sus frescos. Es interesante señalar que decidió completarlas, no directamente del natural, sino más bien, a través de la re-elaboración de la asociación metafórica planta-mujer, que no sólo se adaptaba a su temática general, sino que ya se encontraba presente tanto en las fotos de Weston que representaba a Modotti con una flor, como en las numerosas imágenes de flores de la misma fotógrafa, pero con un estilo artístico diferente, adaptado al mensaje revolucionario concreto del ciclo iconográfico que entonces ocupaba al pintor. Por otra parte, también el desnudo de espaldas del panel de Germinación, sobre todo en uno de sus estudios preliminares, es indudablemente otro “préstamo,” una vez más casi textual de la obra de Weston, esta vez de los desnudos que el fotógrafo había tomado de Brenner en 1925. La famosa obra de caballete de Rivera, Desnudo con alcatraces de 1944, todavía presenta reminiscencias de dichos desnudos de Weston, que eran algunas de sus obras más estimadas por el fotógrafo en aquel entonces. Sin embargo, poco tiempo después, en 1926 en un artículo publicado en Mexican Life, Weston continuaba reflexionando en la relación entre la fotografía y la pintura, no solamente desde el punto de vista estético, sino influido 34 Dina Comisarenco M.: Donde caben dos caben tres: la intertextualidad en la fotografía y la pintura... también por su relación con Rivera, y en particular con los “préstamos” o las “transformaciones” evidentes que el muralista estaba haciendo en relación a sus fotos. Decía Weston: [10]Photography has not affected painting; on the contrary, it has been moving away from a school of painters that are really trying to imitate the photographer. No painter can represent realism like a photographer can; no photographer can get near to the technique of painting. The aesthetic closeness of the two mediums is sufficiently separated to not cause any friction (Rodríguez, 1999: 9). Una vez más, Weston parece haber intentado racionalizar distintos argumentos, como para que ni las diferencias políticas, ni las estéticas, ni los celos personales, interfirieran en la relación de amistad y respeto mutuo que lo unían a Rivera. Guadalupe Marín en cambio declaró en más de una oportunidad que fue la relación de Rivera con Modotti durante el tiempo que duró la decoración de Chapingo, la que precipitó su separación del pintor. Por su parte en esta etapa, Modotti habiendo exhibido ya su obra, e independizándose cada vez más del estilo y principalmente de la temática de Weston, especialmente después de su partida del país, comenzó a fotografiar algunos de los murales de Rivera, tanto los de la SEP, como los de Chapingo. Los conjuntos de fotografías de Modotti eran anunciados para la venta en la revista de Frances Toor, Mexican Folkways y según señala María de las Nieves Rodríguez y Méndez, se vendían bien pues eran “una extensión de la utopía proletaria” que Rivera plasmó en sus murales, pero que, a diferencia de dichos murales, sí podían consumirse como souvenirs (2009: 69). Por su parte Sarah Lowe señala que dichas fotografías de Modotti que tuvieron un rol esencial en la difusión del movimiento muralista a nivel internacional (Lowe, 2004: 32). Más allá de los intereses comerciales, en sus fotos de los murales Modotti logró plasmar su propia visión de la obra del pintor. Efectivamente, tal y como señala González Cruz Manjarrez, Modotti logró destacar “la expresividad de los murales a través de la fotografía, creando con sus encuadres una percepción distinta de ellos, por ejemplo, con enfoques particulares, con acercamientos, o al destacar algunos detalles.” (1999:12). En este sentido, resulta interesante observar que un importante conjunto de las fotos de Modotti de esta etapa, incluyen justamente al auto-retrato de Rivera y los desnudos de la misma fotógrafa, es decir aquellas obras en las que el muralista previamente se había apropiado de las imágenes de Weston. Cerrando este complicado ciclo de préstamos, que habitan un espacio ambiguo entre el homenaje y el desconocimiento más atroz, era frecuente que las fotografías de Modotti, como por ejemplo las que ilustraban un artículo sobre los murales de Rivera en Chapingo publicado en la revista Forma, no incluyeran crédito alguno a la fotógrafa (Rodríguez y Méndez, 2009:73). Sus editores, absortos por la obra mural, a la que daban el papel protagónico por 35 14 (1) excelencia, desestimaban así no sólo el componente estético singular de la fotografía en general, sino y en particular, el de Modotti, la fotógrafa, que para ese entonces ya era una figura reconocida tanto en el medio nacional como en el internacional. Pese a la generalizada falta de créditos, el proceso vivido por Modotti, de modelo a fotógrafa de su propia imagen, le permitía invertir la estrategia del autorretrato de Rivera sobre la imagen de Weston. También ella realizaba de alguna forma su propio auto-retrato, reapropiándose simbólicamente de su cuerpo y afirmando, a través de su exquisita técnica y sensibilidad, su autonomía profesional como artista. 6. Las alusiones de los retratos de Julio Antonio Mella Finalmente, la apropiación de imágenes fotográficas y pictóricas del trío, se dio de forma directa entre Modotti y Rivera, en los extraordinarios retratos de Julio Antonio Mella, un muy distinguido estudiante y revolucionario cubano refugiado por aquel entonces en el país. Modotti y Mella se habían conocido en la redacción del periódico El Machete en junio de 1927 e inmediatamente se enamoraron apasionadamente. Mientras tanto Modotti continuaba con su copiosa comunicación con Weston que para aquel entonces ya había regresado de forma definitiva a los Estados Unidos e iniciado una nueva etapa creativa. En una carta fechada el 4 de julio de 1927, le contaba que Rivera por fin había visto las nuevas fotos de Weston: [11]¿Te acuerdas de su típica exclamación “¡Ah!”, cada vez que se le ponía enfrente una fotografía nueva? Esta vez pasó lo mismo conforme le fui enseñando las copias –cuando acabó la primera impresión, y después de un largo escrutinio en silencio de cada copia me preguntó abruptamente “¿Está enfermo Weston?” Te repito puntualmente sus palabras, Weston, porque yo sé que sin duda te interesan muchísimo sus reacciones ante estas fotografías – Yo no sé qué impresión te cause este asunto de D. –Por mi parte lo interpreté con la misma expresión de inquietud física que experimenté yo – Luego siguió así: “Estas fotografías son biológicas – además de la emoción estética me inquietan de manera física” – ¿ves?, me está sudando la frente – Luego: “¿Es muy sensual Weston?” Luego: “¿Por qué no se va Weston a París? Elie Faure se volvería loco con estas cosas –” y así siguió (Saborit, 2001:168). De acuerdo con las palabras de Modotti, el mutuo interés, la rivalidad, el respeto y la admiración entre Rivera y Weston seguían presentes a pesar de la distancia geográfica. También Modotti seguía fuertemente ligada y agradecida con Weston y en el famoso retrato que la fotógrafa tomó de Mella en 1928, claramente pueden reconocerse las enseñanzas de su maestro. Efectivamente, la fotografía puede inscribirse en la gloriosa tradición de la serie de los “retratos 36 Dina Comisarenco M.: Donde caben dos caben tres: la intertextualidad en la fotografía y la pintura... heroicos” iniciada por Weston con las imágenes de Guadalupe Marín antes analizadas, y otros personajes de la época. Modotti, a través de la cuidada composición, la dramática iluminación, el punto de vista bajo y el énfasis en las líneas, sombras y ritmos, del clásico perfil de su modelo, capturó el carácter y el carisma extraordinario del entusiasta e idealista líder estudiantil, y a través de su imagen, del idealismo que animaba a aquella época. En este retrato Modotti se apropiaba no del modelo sino del estilo artístico característico de Weston. Poco después Modotti realizó un segundo retrato de Mella, pero esta vez de carácter alegórico a través de su obra titulada La técnica de 1928, que reproduce una parte de la máquina de escribir de Mella. Se trata de otro ejemplo extraordinario de la asimilación de Modotti de la estética de Weston, pero también y principalmente de su interpretación original, lograda gracias a su conciencia social y a su gran compromiso político propio de aquel entonces. La máquina de escribir retratada por Modotti, es el símbolo por excelencia del importante legado escrito de Mella al movimiento revolucionario cubano y latinoamericano, por sus fuertes denuncias en contra del imperialismo norteamericano en la región. El título de la obra hace “alusión” a una frase de León Trotsky, que Modotti reprodujo parcialmente en el papel inserto en la máquina de escribir. Según testimonio de Vittorio Vidali, este texto era parte de un ensayo que Mella estaba escribiendo sobre la fotografía de Modotti. La fotógrafa lo reprodujo posteriormente en su Manifiesto sobre la fotografía que se publicó con motivo de su exposición individual en México en 1929: [12]la técnica se convertirá en una inspiración mucho más poderosa que la producción artística; más tarde encontrará su solución en una síntesis más elevada el contraste que existe entre la técnica y la naturaleza (Figarella, 2002: 188). Aparentemente la fotografía fue admirada por el mismo Mella quien se dice elogió la forma en la que Modotti fue capaz de transformar un simple teclado en una imagen con un claro contenido social. El 10 de enero de 1929 cuando caminaba por el centro de la ciudad del brazo de Modotti, Mella fue baleado por la espalda por un sicario del dictador cubano Gerardo Machado, y murió pocas horas más tarde en un hospital de la Cruz Roja. La fotógrafa, en medio de su profundo dolor, retrató su cadáver y sus imágenes de Mella vivo y muerto fueron reproducidas en El Machete. El líder estudiantil fue reconocido internacionalmente como el mártir revolucionario por excelencia y se escribieron corridos y poemas en su honor. Sus funerales dieron lugar a una importante manifestación de protesta de la izquierda mexicana. Mientras tanto Modotti fue interrogada y acusada de estar implicada en el crimen, al que se intentó disfrazar como pasional. Algunas de sus fotos de desnudos tomadas por Weston aparecieron en la prensa junto con cartas de amor y otros escritos que intentaron minar su reputación de la forma más destructiva posible. Otro ejemplo, pero en este caso nefasto, de una 37 14 (1) apropiación de imágenes, re-significadas con la peor intención. En esta pavorosa situación Rivera se mantuvo al lado de Modotti, jugando un importante papel en su defensa. Un mes después en febrero, el muralista terminó su panel de la SEP titulado En el arsenal, donde justamente había incluido un retrato de Modotti y Mella entregando armas a los obreros. En el centro del mural Rivera retrató también a Frida Kahlo, a quien había conocido poco tiempo atrás, distribuyendo bayonetas a los trabajadores, y en el extremo izquierdo del mural a su colega David Alfaro Siqueiros. En el mismo mes de febrero, tras el asesinato de Mella, se organizó un acto de protesta en el Teatro Hidalgo, en el que hablaron Rivera y Modotti. Sin embargo, poco tiempo después, la relación entre ambos se deterioró de forma definitiva. La expulsión de Rivera del Partido Comunista Mexicano determinó, por lo menos en parte el distanciamiento de Modotti, quien en una carta del 18 de septiembre de 1928, extendía su desconfianza ideológica hacia el arte mismo de Rivera: [13]lo más reciente que ha hecho no me gusta, y yo se lo digo, pero él insiste en que observadas aunque sea sólo como “pintura” son las mejores cosas que ha hecho. Conforme pasa el tiempo, me doy cuenta de que Orozco me gusta más y más, siento el genio. Sus cosas resplandecen con una fuerza interior que no se siente nunca en las cosas de Diego. Diego comenta demasiado, últimamente se ha puesto a pintar detalles con una precisión que irrita, no le deja nada a la imaginación (Saborit, 2001: 102). Algunos años después, en 1933, como parte de su ciclo Retrato de América, originalmente para New Workers School, en Nueva York,4 Rivera incluyó nuevamente un retrato de Mella, pero esta vez muerto. Si bien el biógrafo de Rivera, Wolfe, señala explícitamente, que el origen del retrato fue la visita que el mismo muralista hizo a la morgue durante su defensa de Modotti (Wolfe, 1997: 191-192), la obra parece ser también una “alusión,” una referencia explícita no sólo de la foto que Modotti le había tomado en aquel trágico momento, sino también del retrato alegórico de la máquina de escribir, en la que la fotógrafa había captado el legado principal de Mella al movimiento revolucionario, que recupera Rivera en su mural. Se trata efectivamente del panel XIII, titulado Imperialismo, dedicado a denunciar la interferencia de los Estados Unidos en América Latina, que era justamente uno de los motivos que Mella denunciaba a través de sus influyentes escritos. 7.Conclusión Podemos afirmar entonces que los recursos intertextuales utilizados en el discurso artístico de Rivera, Weston y Modotti durante los años veinte, más que simples apropiaciones o copias, son marcas de los profundos diálogos artísticos y personales establecidos entre todos ellos. 38 Dina Comisarenco M.: Donde caben dos caben tres: la intertextualidad en la fotografía y la pintura... Si bien el impacto artístico de la experiencia mexicana ha sido ya ampliamente reconocido en los estudios existentes sobre Weston y Modotti, como conclusión principal de este trabajo quisiera resaltar la influencia de la figura de Rivera, quien fue una parte fundamental de los cambios y definiciones profesionales experimentados por los fotógrafos por aquel entonces, y quien también se vio fuertemente estimulado por la vida y obra de estos dos fotógrafos que protagonizaron una parte importante de su biografía y de la consolidación de su carrera como muralista. En cuanto a los recursos intertextuales utilizados, podemos concluir así que la difuminación de los límites entre un autor y otro en las imágenes de Weston reproducidas por Rivera en tamaño monumental, y fotografiadas a su vez por Modotti, pueden interpretarse no solamente como homenajes entre artistas que se identifican en el realismo y en muchos aspectos de la vida privada, sino que además buscan legitimar el valor estético de la fotografía y del muralismo. Al mismo tiempo, y a pesar de ciertos sinsabores propios de la vida cotidiana, los artistas intentaron diluir la excesiva estima que la cultura occidental capitalista atribuía al autor, y a los conceptos de “originalidad”, “autenticidad” y “expresión” que ellos desafiaron, en paralelo a sus otros desafíos en cuanto a las reglas del matrimonio y de la vida en pareja. A través de las apropiaciones, préstamos, correspondencias y alusiones artísticas, lograron contribuir al concepto del carácter colectivo de la creación de acuerdo, con los postulados estéticos e ideológicos de algunos de los protagonistas de la vanguardia de los años veinte. Notas 1 La exposición tuvo lugar entre el 17 de octubre y el 4 de noviembre de 1923 y como reconoce el mismo Weston creó una gran sensación en la ciudad. 2 Resulta interesante señalar que tiempo después, en su ciclo mural La realización de un fresco, de la San Francisco School of Fine Arts de 1931, Rivera se autorretrataría de espaldas, recordando una vez más una fotografía suya de la autoría de Weston, esta vez la titulada Diego Rivera frente a una escultura de Ralph Stackpole, de 1930. El grado de identificación era tal que Rivera parece haber considerado que Weston captaba su esencia mejor que él mismo. 3 Cabe señalar que el término de préstamo en relación justamente a los desnudos de Modotti en Chapingo de Rivera sobre las fotos de Weston es el ejemplo que utiliza Zavala para ilustrar la estrategia. 4 Actualmente algunos de los paneles, incluido Imperialismo, se encuentran en la Unity House de Forest Park, Pennsylvania, US. 39 14 (1) Referencias bibliográficas Barthes, R. (2009). La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía. Barcelona: Buenos Aires, México: Paidós. Benjamin, W. (1989). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Discursos Interrumpidos I. Buenos Aires: Taurus. Brenner, A. (2002). Idols behind the altars. Mineola. Nueva York: Dover Publications. Comisarenco, D. (2006). Diseño industrial mexicano e internacional: memoria y futuro. México: Editorial Trillas. Comisarenco, D. (2008). 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Los murales de Diego Rivera Universidad Autónoma de Chapingo. México: editorial RM. Tibol, R. (2007). Diego Rivera. Luces y sombras. México: Lumen. 40 Dina Comisarenco M.: Donde caben dos caben tres: la intertextualidad en la fotografía y la pintura... Tibol, R. (1979). Diego Rivera. Arte y política. México: Grijalbo. Tina Modotti. (2000). Una nueva mirada, 1929. México: Centro de la Imagen y CNCA. Weston, E. (1990). The daybooks of Edward Weston. New York: Aperture. Weston, E. (1926). Photography. Mexican Life, June. pp. 16-17. Wolfe, B. (1997). La fabulosa vida de Diego Rivera. México: Editorial Diana. Zavala, L. (1999). La precisión de la incertidumbre: posmodernidad, vida cotidiana y escritura. México: Universidad Autónoma del Estado de México. Principales obras analizadas: Edward Weston, Guadalupe Marín, 1923. Diego Rivera, “La mujer” y “La canción,” detalles de La creación, Antiguo Colegio de San Ildefonso, c1922. Edward Weston, Diego Rivera en la Secretaría de Educación Pública, c1924. Diego Rivera, El pintor, el escultor y el arquitecto, 1923-28, escaleras, tercer nivel, SEP. Diego Rivera, “La Tierra Liberada” y “La Tierra Dormida,” 1924-27, detalles de la Capilla de la Universidad Autónoma de Chapingo. Diego Rivera, “Germinación,” “Flotación” y “Los frutos de la tierra,” 1924-27, detalles de la Capilla de la Universidad Autónoma de Chapingo. Edward Weston, Tina desnuda, 1923. Edward Weston, Tina en la azotea, 1924. Edward Weston, Lirio blanco (Tina Modotti), 1921. Edward Weston, Desnudo de A., 1925. Diego Rivera, Desnudo con alcatraces, 1944. Tina Modotti, Mural de Diego Rivera La Tierra Virgen realizado en la Capilla de la Universidad Autónoma de Chapingo, ca.1928. Tina Modotti, Julio Antonio Mella, 1928. Tina Modotti, La máquina de escribir de Julio Antonio Mella, 1928. Diego Rivera, Entrega de armas o En el arsenal, Corrido de la Revolución, 1928, Patio de Las Fiestas, Segundo Piso, pared sur, SEP. Diego Rivera, “Mella asesinado,” detalle de Retrato de América, Imperialismo, 1933, originalmente para la New Workers School. Dina Comisarenco Mirkin es doctora en Historia del Arte por la Universidad de Rutgers, New Jersey, Estados Unidos y Licenciada en Historia del Arte por la Universidad Nacional de Buenos Aires, Argentina. Es profesora investigadora en la Universidad Iberoamericana y miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México (SNI). Es editora de Nierika. Revista de Estudios de Arte. En su trabajo de investigación se especializa en el arte y el diseño mexicano del siglo XX, y en las interrelaciones entre género, cultura y sociedad. Es curadora de la exposición Codo a codo: parejas de artistas en México (2011) y coordinadora del libro colectivo del mismo nombre (2012). Es autora de Eclipse 41 14 (1) de siete lunas: muralismo femenino en México (en prensa) Las cuatro estaciones del muralismo de Raúl Anguiano (en prensa), Diseño Industrial Mexicano e Internacional. Memoria y Futuro (2006), y de numerosos artículos y capítulos especializados. El libro Frida de Frida (2007), en el que participó con el texto titulado “Luna. Sol. ¿Yo?” Frida o una alegoría real del México posrevolucionario, recibió el premio Antonio García Cubas (2008). Correo electrónico: [email protected] 42 ARTÍCULO El discurso de Carmen Clemente Travieso a la luz de las nociones de ideología y los enfoques feministas actuales sobre la comunicación CAROLINA GUTIÉRREZ-RIVAS Central Michigan University Resumen. Carmen Clemente Travieso (Caracas, 1900-1983) fue la primera mujer en dedicarse a la labor periodística en Venezuela y es considerada la precursora del feminismo en este país. Algunos fragmentos de sus artículos escritos entre 1936 y 1939, seis en total, son el objeto de estudio del presente trabajo. El objetivo principal es el de determinar cuál de los cuatro enfoques propuestos por el feminismo al estudio de la lengua (conocidos como “deficitario”, “basado en la dominación”, “basado en la diferencia” y “dinámico”) explica más adecuadamente el discurso de la periodista. Después de realizado el análisis, se concluyó que el discurso de Clemente Travieso es analizable bajo el enfoque más reciente, es decir, el dinámico, ya que 1) no incita a la mujer a imitar al hombre sino a liberarse de sus prejuicios para convertirse en su igual y 2) considera al hombre víctima de la “moral atrasada y deformada” que sufría la Venezuela de su época. Asimismo, el propósito secundario, es mostrar de qué forma se aplican las nociones socio-cognitivas de van Dijk (2008) a la ideología reflejada en el discurso de Clemente Travieso. Palabras clave: discurso, género, teoría feminista, enfoques feministas, ideología. Resumo: Carmen Clemente Travieso (Caracas, 1900-1983) foi a primeira jornalista mulher na Venezuela e é considerada a precursora do feminismo no país. Alguns fragmentos de seus artigos escritos entre 1936 e 1939, seis no total, são o objeto de estudo deste trabalho. O objetivo principal é determinar qual dos quatro enfoques propostos pelo feminismo ao estudo na língua (conhecidos como “deficitário”, “baseado na dominação”, “baseado na diferença” e “dinâmico”) explica mais adequadamente o discurso da jornalista. Depois de realizada a análise, concluiu-se que para o discurso de Clemente Travieso é mais produtivo o enfoque mais recente, ou seja, o “dinâmico”, já que: (1) não incita a mulher a imitar o homem, mas a libertar-se dos seus preconceitos para converter-se em sua igual; e (2) considera o homem como vítima da “moral atrasada e deformada” da Venezuela de sua época. Paralelamente, o propósito secundário do artigo é o de mostrar de que forma se aplicam as noções sócio-cognitivas de van Dijk (2008) à ideologia refletida no discurso de Clemente Travieso. Palavras-chave: discurso, gênero, teoria feminista, enfoques feministas, ideologia. Abstract. Carmen Clemente Travieso (Caracas, 1900- 1983) was the first journalist woman in Venezuela, and is considered by many as the predecessor of the feminist movement in her country. This study focuses on fragments of six of her articles, written between 1936 and 1939. The main objective was to determine which approach to feminism better characterizes this journalist’s discourse. Four different approaches Recibido: 19 de septiembre de 2013 • Aceptado: 22 de enero de 2014. ALED 14 (1), pp. 43-57 43 14 (1) were compared: the “deficit approach”, the “dominance approach”, the “difference approach” and the “dynamic approach”. After careful analysis it is fair to conclude that Clemente Travieso’s discourse can be best explained within the framework of the dynamic approach. I support my appreciation on two facts: 1) she does not encourage women to imitate men but to liberate themselves from their own prejudices in order to become their equal, and 2) she considers men as victims of the “outdated” and “deformed” morals of Venezuela at that time. The second purpose of this work is to determine the ways in which van Dijk’s (2008) socio-cognitive criteria apply to the ideology reflected in Clemente Travieso’s texts. Key words: discourse, gender, feminist theory, feminist approaches, ideology. Introducción1 El presente ensayo tiene una doble finalidad: la primera, establecer que la obra periodística de Carmen Clemente Travieso (de aquí en adelante también CCT), siempre a favor de los derechos sociales de la mujer, exhibe cierta elaboración discursiva que puede ser estudiada desde el punto de vista de los enfoques feministas sobre la comunicación que recién comienzan a entrar en vigencia en el siglo XXI. Por otro lado, también se tiene el objetivo de mostrar de qué manera sus artículos representan las nociones cognitiva y sociocognitiva sobre la ideología planteadas por van Dijk (2008). Hasta el momento, muy poco se conoce o se ha indagado sobre la enigmática producción escrita de Clemente Travieso, aspecto que vuelve relevantes los trabajos como el presente. Carmen Clemente Travieso (Caracas, Venezuela, 1900-1983) fue la primera mujer en dedicarse a la labor reporteril en Venezuela y es considerada la precursora del feminismo en su país. El principal objetivo de su activismo fue el de dar voz a la mujer dentro de la vida política y social venezolana desde finales de 1920. Nació en Caracas y a temprana edad descubrió su pasión por la lectura: desde los cinco años leía los libros que estaban a su alcance y construía historias a través de los cuentos narrados por su abuela. Sin embargo, puesto que el ambiente político venezolano era manejado por el general Cipriano Castro, presidente de facto (1899-1908), Clemente Travieso comenzó sus días dentro de la más absoluta carencia de libertades públicas. En 1924, viajó a Nueva York con su hermana Cecilia y su tía Trina, donde vivieron tres años. Allí aprendió el idioma inglés, se incorporó a grupos de ayuda a enfermos de lepra y mujeres desvalidas, y trabajó como bordadora del taller Bucilla Company (Corrales y Díaz, 2000). A su llegada a Venezuela, en el año 1927, Clemente Travieso se unió a otras mujeres para organizar la resistencia contra Gómez y colaboró arduamente con la lucha de los estudiantes de la Generación del 28. Uno de sus biógrafos, Omar Pérez, destaca que, a partir de ese año, comenzó su contienda contra la dictadura gomecista por medio de la repartición de “El Imparcial”, una publicación humorística escrita por Andrés Eloy Blanco, y después a través de “La Boína”, creación de los jóvenes que participaron en la Semana del Estudiante: 44 Carolina Gutiérrez-Rivas: El discurso de Carmen Clemente Travieso a la luz de las nociones de ideología... Carmen Clemente se dedicó no solo a la lucha por la libertad, oprimida por aquel régimen brutal, sino a cerrar filas con las mujeres que defendían la causa de sus padres, hermanos e hijos (…) [Clemente] descolló, no solo por su inteligencia y tenacidad sino por su audacia, intrepidez y coraje (…) Es una de las más eminentes precursoras de la modernidad, de la vanguardia, en pro de las grandes batallas por la reivindicación de la mujer (Pérez 2006: 17). En 1929, se unió a las madrinas de guerra, un grupo de mujeres dedicadas a visitar a los presos políticos para llevarles alimentos, medicinas y servir como enlace de la correspondencia entre La Rotunda y otras cárceles. En 1930, conoció a los fundadores del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y en 1931 creó, junto con otras dos activistas, Josefina Juliac y Margot García Maldonado, la primera célula femenina de dicho partido. Una vez desaparecida la dictadura, Clemente Travieso inició la que sería su más grande y dura batalla: reivindicar los derechos políticos, económicos y sociales de la mujer venezolana. En 1932 ya colaboraba con la redacción del periódico comunista “El Martillo” y en 1935, al fundarse la Agrupación Cultural Femenina, Clemente Travieso participó como miembro activo. Fue una de las primeras mujeres en dedicarse al periodismo a tiempo completo y, a diferencia de las que anteriormente habían seguido este camino, se convirtió en una reportera de calle, no de escritorio, como ella misma llegó a aclarar.2 1.Metodología En los textos dejados por la autora, se hace evidente que sus ideas sobre política e igualdad social para la mujer eran desconocidas y, en gran parte, no compartidas por las mujeres de su entorno, aspecto señalado por la misma articulista y otros estudiosos de su obra. Con el fin de mostrar que Clemente Travieso fue una comunicadora con ideas adelantadas a su época y su contexto histórico-social, he decidido centrar la discusión en fragmentos destacados de sus seis primeros artículos, escritos entre 1936 y 1939, a saber: “Nuestra Mujer. Llamamiento” (1936) Orve3; “Cultura femenina venezolana” (1938) Ahora4; “Incorporemos a la mujer a la vida ciudadana” (1939a) Ahora; “La mujer y la instrucción” (1939b) Ahora; “La capacidad intelectual de la mujer” (1939c) Ahora; y “La mujer venezolana y su liberación económica” (1939d) Ahora. Cada uno es de aproximadamente mil palabras y algunos contienen errores tipográficos y de redacción que son propios de la autora. Los rasgos lingüísticos de estos seis textos muestran dos aspectos sobresalientes sobre los cuales versará el presente trabajo. El primero radica en que, de los cuatro enfoques feministas acerca del género y la comunicación, denominados “deficitario”, “basado en la dominación”, “basado en la diferencia” y “dinámico” (Coates, 2004; McKee y Smith, 2009), los textos de Clemente Travieso se construyen a través de manifestaciones discursivas que pueden 45 14 (1) examinarse empleando, sobre todo, el enfoque dinámico. El segundo tiene que ver con el análisis del posicionamiento ideológico de la autora tal como se construye en los textos analizados. Para tal fin, se empleará el trabajo de van Dijk (2008) como marco de referencia. A continuación se ofrece una explicación detallada sobre cada enfoque. 1.1.Los enfoques feministas sobre la comunicación Antes de continuar, parece pertinente destacar que en este trabajo se ha hecho uso de lo que se denomina “tráfico de teorías” (Lima Costa, 2002), asunto que Femenías (2007) explica del siguiente modo: Traficar teorías implica una práctica que quiebra –en su reapropiación– los modelos originales, enriqueciéndolos. Desde otros contextos (…) es un modo de aculturar el universalismo; un modo de apropiárselo (…) El minucioso trabajo de traducción, de citación de resignificaciones, de ruptura de contextos y de reincorporación de conceptos marca el lugar del derecho a la producción de saberes, como diferente de la repetición. (Femenías, 2007:13, énfasis propio) Hago mención a este aspecto ya que existe cierta reserva dentro de la comunidad académica por incorporar y adaptar en los estudios latinoamericanos teorías venidas del “primer mundo”. Pero si bien los movimientos feministas presentan disimilitudes entre los países desarrollados y América Latina, es imposible negar que las teorías y patrones surgidos de los primeros, aunque adaptados a realidades particulares, han servido (y siguen sirviendo) de modelo a las mujeres de todas las latitudes, así como a los estudios académicos sobre el género. En este caso, la teoría feminista sobre los enfoques de la comunicación resulta útil y relevante a la hora de explicar y analizar ciertos aspectos presentes en el discurso de Clemente Travieso. Al establecer los antecedentes en el área de la lingüística, cabe destacar una de las pioneras mundiales en investigar la relación entre lengua y género fue R. Lakoff (1975), con su trabajo “Language and Women’s Place”, obra que ha sido ampliamente criticada, pero de referencia obligada en el campo. Según sus estudios (realizados en hablantes de lengua inglesa), R. Lakoff dio a entender que el habla de las mujeres era “incorrecta” porque tenían la tendencia a usar más preguntas coda (es decir, preguntas cortas que se colocan al final de una oración afirmativa o negativa, para confirmar o negar su contenido), en vez de oraciones afirmativas; hablaban “raro”; usaban adjetivos “vacíos” y eran más deferentes que los hombres. Asimismo, R. Lakoff sostenía que las mujeres debían aprender a hablar como los hombres para poder ascender en la escala social. Esta visión de la mujer se enmarca dentro del enfoque llamado “deficitario” ya que, precisamente, pone de relieve que el habla de las mujeres es inferior en comparación con la de los hombres y las hace parecer carentes de 46 Carolina Gutiérrez-Rivas: El discurso de Carmen Clemente Travieso a la luz de las nociones de ideología... autoridad o conocimiento sobre los temas tratados. Teóricos como Cameron (1992: 24) encontraron esta postura “particularmente perversa”, ya que asume que cuando las mujeres hablan actúan o representan su falta de poder. Sin embargo, gracias a este trabajo se empezaron a considerar otras maneras de estudiar el género y la lengua. Autores como McKee y Smith (2009) explican que los enfoques posteriores5, como el basado en la dominación, empezaron a ver a las mujeres como un grupo oprimido y a interpretar las diferencias lingüísticas entre mujeres y hombres como resultado de la subordinación. De acuerdo a esta postura, el lenguaje de las mujeres es visto como naturalmente pasivo y el de los hombres como naturalmente asertivo. Más adelante, se cambió el rumbo hacia un enfoque basado en la diferencia, que enfatizaba la idea de que mujeres y hombres pertenecían a subculturas distintas y se expresaban según su género (McKee y Smith, 2009: 4). Esta aproximación permitió examinar el lenguaje de las mujeres fuera del marco de la opresión y la falta de poder y, más bien, celebró sus modos de hablar. Sin embargo, falló al aplicarse a los intercambios mixtos y no pudo ignorar el tema del poder. El enfoque más reciente se denomina enfoque dinámico y, como bien lo dice el nombre, se centra en los aspectos dinámicos de la interacción lingüística. McKee y Smith (2009: 5) exponen que, de acuerdo con el enfoque dinámico, los estilos en la comunicación se clasifican en “masculino” y “femenino”, aunque aclaran que ningún estilo de comunicación es exclusivo de un solo género. La presente tabla muestra las características surgidas de la clasificación del discurso según el género: Tabla 1.Las características de los estilos de comunicación según el enfoque dinámico. El discurso masculino El discurso femenino • Es competitivo • Busca alcanzar la armonía • Enfatiza la independencia • Busca el consenso • Es brusco y directo • Es cortés e indirecto • Es desapegado • Es emotivo Según esta noción, el género es visto como un constructo social, en vez de una categoría social asignada. Con el género no se nace, sino que este se hace. El enfoque dinámico reta la visión de feminidad y masculinidad como simples opuestos. He de advertir que los límites entre los cuatro enfoques no son definitivos y pueden traslaparse (McKee y Smith, 2009: 4). Tal como se menciona en líneas anteriores, uno de los objetivos del trabajo es mostrar hasta qué punto es posible explicar la obra de Clemente Travieso utilizando los criterios del último de los enfoques feministas sobre la comunicación, el enfoque dinámico. 47 14 (1) 1.2.Las nociones sobre ideología Esta investigación también busca resaltar de qué forma se construye y refleja la ideología presente en el discurso de Clemente Travieso, con base en las nociones propuestas por van Dijk (2008: 205): Las ideologías son marcos básicos de cognición social, son compartidas por miembros de grupos sociales, están constituidas por selecciones de valores socioculturales relevantes, y se organizan mediante esquemas ideológicos que representan la autodefinición de un grupo. Además de su función social de sostener los intereses de los grupos, las ideologías tienen la función cognitiva de organizar las representaciones (actitudes, conocimientos) sociales del grupo, y así monitorizar indirectamente las prácticas sociales grupales, y por lo tanto también el texto y el habla de sus miembros. Encuentro que, desde la perspectiva histórica, las teorías sobre la ideología presentan algunas características que pueden ser relativas. Van Dijk (2008: 204) establece que las ideologías son cognitivas. Si bien son sociales y políticas, incluyen ideas, pensamientos, creencias, juicios y valores, por lo que pueden verse como “la base del sistema de creencias compartido socialmente por grupos humanos”. Igualmente, van Dijk asegura que las ideologías también son sociocognitivas porque son compartidas por los miembros de un grupo social, no existe un lenguaje “privado” y no son personales (van Dijk 2008: 205). El autor acota que las ideologías están impregnadas de principios básicos de conocimiento social, juicio, entendimiento y percepción. En este punto, resulta útil mencionar el estudio de Aaron (2004), quien argumenta que en las sociedades occidentales, y en muchas culturas del mundo, el comportamiento de la mujer se controla más estrictamente que el de los hombres. La autora plantea que este control se ve reflejado gramaticalmente en verbos como “salir(se)”6, usados más por las mujeres en el español mexicano. Este hecho muestra la relativa libertad de expresarse de las mujeres y la naturaleza sobre las expectativas de una mujer de comportamiento socialmente restringido, tanto en la colonia como en la sociedad mexicana contemporánea. Es de imaginar que el resto de las sociedades latinoamericanas hayan seguido patrones bastante similares, y Venezuela no sería la excepción. La vida de Clemente Travieso transcurrió en una época en la que, según palabras de la autora: La causa del poco adelanto intelectual manifiesto en la mujer, obedece al ambiente estrecho en que, desde tiempo inmemorable, se le ha permitido actuar, y en general podemos decir que su capacidad intelectual no se ha manifestado con más generalidad, por asfixia, por falta de condiciones generosas que la impulsen al desarrollo de su intelecto (CCT, 1939c). Si para el momento en que escribió este artículo, la situación de las mujeres, sin excepción, era de limitación social e intelectual, parece acertado decir, a raíz de esta pequeño ejemplo, que Clemente Travieso poseía atributos cognitivos 48 Carolina Gutiérrez-Rivas: El discurso de Carmen Clemente Travieso a la luz de las nociones de ideología... específicos que le permitían organizar sus ideas y actuar en el mundo de un modo distintivo. En otras palabras, si la periodista, como se cree, percibía la asimetría en la distribución del poder entre los sexos y, en consecuencia, era capaz de obrar de manera crítica y beneficiosa para sí y para las demás mujeres de su tiempo y entorno, se trataría entonces de un individuo singular dentro su marco social, ya que su discurso refleja una ideología diferente a la del común denominador de su época. A través del análisis cualitativo que presento en las próximas páginas, explicaré de qué forma. 2. Análisis y discusión de los datos Al analizar los artículos de Clemente Travieso, escritos entre 1936 y 1939, he encontrado que, a pesar de la antigüedad de los textos, existe una manifestación primigenia de las ideas a través de lo que actualmente se considera el enfoque dinámico y, a su vez, se alejan, en parte, de algunas nociones sobre la ideología, como la cognitiva y la sociocognitiva, propuestas por van Dijk (2008). Comenzando por “Nuestra Mujer. Llamamiento” (1936), dedicado a la mujer venezolana, se observa que Clemente Travieso decide expresar su parecer con un léxico perteneciente al campo semántico de la alianza y la consolidación. Lo dicho se aprecia en adjetivos como “unidas” y “absoluta”, y sustantivos como “bloque”, con los que busca despertar consenso y correspondencia de responsabilidades entre mujeres y hombres: Unidas todas por un solo ideal, en bloque, para fortalecernos, comencemos por el principio: ¡afirmemos nuestra personalidad ante el hombre! Con una absoluta conciencia de nuestros deberes, conquistemos nosotras mismas nuestros derechos (CCT, 1936, énfasis añadido). Más adelante, al exclamar: “Vamos a trabajar (…) [para] borrar de la mente del hombre el fantasma de la mujer débil de cerebro estrecho y de ideas limitadas” (CCT, 1936), se apropia del léxico de quien, en el momento, era visto como el opresor (el hombre) a través de sintagmas nominales tales como “mujer débil”, “cerebro estrecho”, “ideas limitadas”. La finalidad de esta reapropiación es desmitificar la imagen falsa (“fantasma”) de la mujer que, según la autora, se había perpetuado hasta sus días. Igualmente, este recurso le sirve para exponer la poca sustentación de las creencias populares acerca de que el comportamiento de la mujer era deficiente. Se nota en el texto que el lenguaje no es excesivamente adornado (o afectado) y que en ningún momento se apela a la lástima, razón por la cual, es posible concluir que esta visión de la mujer no es compatible con el “enfoque deficitario” o el “enfoque basado en la dominación”. Entre algunos de los recursos estilísticos utilizados por Clemente Travieso se encuentran figuras retóricas como la analogía, la cual se basa en una relación de términos y consiste en la asociación de hechos que entre sí mismos son 49 14 (1) diferentes y pertenecen, también, a campos diferentes (Ferrer y Sánchez Lanza, 2002) . Tal efecto se observa, por ejemplo, en su texto de 1939(a), en el que funge de abogaba por la igualdad de derechos sin menospreciar las capacidades laborales ni intelectuales de sus congéneres: (…) si la mujer continúa ignorada, relegada a un rincón del hogar venezolano, sin voz ni voto, viviendo y muriendo cada día (...) en un país “en el que todo está por hacer”, continuará Venezuela en su mismo estado de atraso cultural, de estancamiento civilizador o impersonalidad (CCT, 1939a). Otro elemento, muy parecido al anterior, y también presente en los escritos de Clemente Travieso, nos remite a lo que hoy en día ha sido categorizado como “la metáfora de la mujer objeto”. G. Lakoff y Johnson (1991 [1980]) establecieron que las metáforas estructuran nuestra percepción y entendimiento del mundo. De acuerdo con los autores, las metáforas no son simples figuras retóricas, sino estructuras conceptuales y cognitivas que permiten hacer comprensible un objeto en términos de otro, o una realidad en términos de otra. En referencia al español, algunos estudios, como el de López Rodríguez (2009), muestran que ciertas metáforas representan las diferencias de género en términos de imaginería animal para degradar ciertos grupos sociales que se consideran inferiores o marginales. Investigaciones similares, como la de Pedraza (1998), examinan las metáforas que asocian a las mujeres con objetos tales como estatuas, robots, mercancía y basura. Según la autora, estas metáforas reflejan el ideal de mujer presente en el imaginario masculino. Por ejemplo, las muñecas actúan como una metáfora del consumo, una humillación de lo femenino. En ambos artículos se destaca que la metáfora conlleva fuerza social y cognitiva, y moldea, a la vez que expresa, la visión del mundo de los hablantes. Por lo tanto, las imágenes de animales y objetos no son más que el reflejo del papel asignado a la mujer en las sociedades de habla hispana. Volviendo al ejemplo de “estatua hogareña”, puede apreciarse la posición de Clemente Travieso respecto a sus congéneres, y es precisamente la metáfora de mujer objeto con la que acierta a describir la situación de la mujer que, por múltiples razones, es pasiva y está constreñida y limitada al hogar. Con este recurso muestra otra forma de reapropiación de los esquemas y conceptos masculinos para redireccionarlos hacia un camino más positivo respecto a la imagen y situación general de la mujer: Al comienzo hubo un revuelo de opiniones degradantes para la mujer que tan impávidamente cambió su actitud de estatua hogareña, en compañera de trabajo del hombre en la oficina o en simple trabajadora textil (CCT, 1939d, énfasis añadido). Es importante destacar que la ensayista se reconoce a sí misma como pionera del movimiento feminista en Venezuela: “Ha de ser la mía la primera voz que se levante para decirte: ¡Mujer venezolana de pie para defender tus 50 Carolina Gutiérrez-Rivas: El discurso de Carmen Clemente Travieso a la luz de las nociones de ideología... derechos!” (1936), y a través de la ironía procura imprimirle humor al texto (quizás volverlo menos solemne y más accesible a todo tipo de público) con la intención de poner de relieve los problemas y preocupaciones que ya modelaban su perfil de persona dedicada a la lucha feminista: “La historia de la cultura femenina en Venezuela puede escribirse con una sola frase: no existe” (CCT, 1938). La agudeza de esta activista, prácticamente sola en su misión, llega al punto de permitirle advertir, dentro de su esfera social, la presencia subyacente de una opresión surgida de la mujer hacia la misma mujer. Tal rasgo se observa cuando Clemente Travieso (1938) se refiere a ciertas mujeres de clase media que se preocuparon por instruirse apenas un poco para poder vivir con algunas libertades. Apela a la emoción de sus lectoras(es) al tildarlas de “egoístas”, y enfatiza tal característica con sustantivos como “indiferencia” y “superioridad”, así como con la metáfora “torres de marfil”: Estas mujeres, que siguen siendo una minoría, aún en nuestros días, no se preocuparon, ni se preocupan, por inculcar a sus compañeras el amor a la lectura seria, aquella que pudiera dejarles alguna cultura, alguna instrucción; sino que se encerraron, con un marcado sentimiento de egoísmo en sus ‘torres de marfil’, para, desde allí, mirar a las demás, –a las que no pudieron llegar por falta de medios a su cultura– por encima del hombro, con indiferencia, con superioridad (CCT, 1938, comillas de la autora, énfasis añadido). La crítica de Clemente Travieso va dirigida al excesivo celo por el conocimiento intelectual de ese reducido grupo de mujeres pudientes que no se preocuparon “en abrir Bibliotecas populares, ni en formar agrupaciones culturales, en donde sus compañeras pudieran adquirir un poco de esa tan ansiada cultura, que las ayudase a despejar un poco las sombras de sus vidas de mujeres ignorantes” (CCT, 1938). Se debe acotar que el ansia por la igualdad de Clemente Travieso llegó a extremos tales de visualizar para Venezuela instituciones que aún hoy, en el siglo XXI, no han sido creadas: bibliotecas populares sostenidas por mujeres, centros femeninos de culturización, universidades populares, “donde existan cursos de capacitación para la mujer venezolana en el cumplimento de sus deberes y derechos, como ciudadanas…” (CCT, 1938). Es muy importante señalar que la autora estaba consciente de que el uso de la lengua era un arma que, hasta ese momento, había servido para mantener a la mujer al margen de la vida social y política del país. Por ello, resalta el léxico con el que se mofaban de las mujeres que mostraban voluntad de escolarizarse e independizarse: La razón por la cual, la mujer venezolana se marginó totalmente a la lucha en el sentido cultural, fue sin duda el ambiente poco propicio, los epítetos poco galantes con que regalaban los hombres a la mujer que dejaba entrever su anhelo de liberación, su esfuerzo de culturización o de libertad. Todos aquellos títulos de 51 14 (1) ‘bachillera’, ‘mariscado’, ‘marisabidilla’ con que las nombraban los bien hallados con la esclavitud de la mujer; los incapaces para comprender todo el aporte que da la mujer de conciencia despierta, de actitud resuelta y de voluntad firme en la consecución del ideal, ante los problemas culturales de un país (CCT, 1938). Al hacer un llamado a un cambio de orientación ideológica en las mujeres de la sociedad venezolana de principios del siglo XX, Clemente Travieso devela una postura mental que presenta oposición a la de la cultura dominante del momento. Una posible explicación a los planteamientos de Clemente Travieso podría hallarse en sus propias vivencias, aspectos tomados en cuenta por los postulados de van Dijk (2008: 206) que establece que: Las ideologías pueden tener varios grados de complejidad, los cuales se relacionan con la estratificación social y las reglas sociales, en el sentido de que los líderes, elites o los que han recibido una mejor educación, y en general los ‘ideólogos’ de un grupo, pueden tener un sistema ideológico más complejo y sofisticado. Como se dijo, Clemente Travieso vivió en Nueva York durante la dictadura gomecista y es posible, según lo que se extrae de sus artículos, que haya adquirido conciencia de empoderamiento gracias a su contacto con la mujer anglosajona: A la mujer venezolana se le ha negado en todo tiempo sus derechos y se le ha reclamado amenazadoramente el cumplimiento fiel de sus deberes (…) ¡Y esto cuando la mujer del Norte y la mujer europea nos daban un aplastante ejemplo de liberación y afirmación, cuando las mujeres del mundo entero se ponían de pie para caminar al lado del hombre, en un esfuerzo definitivo y rotundo por adquirir sus derechos de igualdad! (CCT, 1936). Aunque pareciera que se puede abordar el discurso desde el enfoque basado en la dominación, por la frase “a la mujer venezolana se le ha negado en todo tiempo sus derechos”, realmente la autora se refiere a la lucha de la primera ola del feminismo que logró conquistar derechos políticos, como el voto femenino, aprobado en 1920 en los Estados Unidos. Sus palabras reflejan los distintos estadios de los enfoques sobre lengua y género que he mencionado antes, ya que la mujer estadounidense radicalizó su protesta por los derechos sociales a partir de 1960. Se entiende que Clemente Travieso no asume la opresión como una condición natural de la mujer, sino como algo que le ha sido asignado, pero que es mutable por medios que ella misma debe proveerse. Incluso, la próxima cita de la periodista refuerza su imagen de política y feminista adelantada a su época; aunque su voz fuera escuchada solo parcialmente, este personaje sabía dónde radicaba el verdadero mal de la desigualdad y, extraordinariamente, no le atribuía su origen al hombre: “No es el momento de arrojar culpabilidades, porque acaso la única culpable es la moral atrasada y deformada que siglo tras 52 Carolina Gutiérrez-Rivas: El discurso de Carmen Clemente Travieso a la luz de las nociones de ideología... siglo, generación tras generación privó en la vida del hombre” (CCT, 1936, énfasis añadido). Como se ve, para describir las normas que han regido la vida del hombre escoge los adjetivos “atrasada y deformada” que pertenecen al campo semántico de la deficiencia o la insuficiencia. De gran valor fue que la periodista estuviera sumamente consciente de que no se lograría el verdadero equilibrio solo de palabra, sino también con acciones: “hablar de igualdad entre los seres humanos es un absurdo, cuando se excluye de ella a la mitad de la Humanidad” (CCT, 1939c). Amante de la equidad y luchadora por el reconocimiento a todos los individuos de sus plenas capacidades, Clemente Travieso urge a las instituciones a iniciar unos cursos de instrucción e higiene sexual en las universidades y escuelas graduadas de instrucción superior, “a fin de que los jóvenes de ambos sexos que allí concurren adquieran los conocimientos que necesitan sobre esta materia” (CCT, 1939b). Insta, asimismo, a adoptar un sano criterio sobre la sexualidad, para despojar a los jóvenes “de los prejuicios y silencios que tanto padres como maestros han formado a su alrededor” (CCT, 1939b). Huelga decir que esta no era una tendencia socialmente aceptada en aquellos momentos y, ciertamente, sus palabras entraban en conflicto con la ideología religiosa, pues iban en contra de sus postulados. Pérez (2006) recuenta que Monseñor Pellín, director del diario “La religión”, convertía a Clemente Travieso y a las mujeres de la Asociación Cultural Femenina en constante blanco de sus ataques, intentando demonizar sus ideas: [Las] llamaba ‘locas, prostitutas’ y también [decía] ‘que las mujeres debían estar en su casa’. Era el machismo en todo su esplendor, incluso con una Iglesia que les regateaba todos sus derechos, aunque las dejara entrar a los templos a gritar ‘mueras’ a Gómez (Pérez, 2006:35). Definitivamente, es factible afirmar que Clemente Travieso, desde su primer artículo, escrito en 1936, ya proponía asumir un cambio en la conducta social a través del empleo de un lenguaje de conciliación y empoderamiento, con el fin de minimizarlas diferencias entre los sexos e integrar más a la mujer a la sociedad. Su elección de adjetivos que resaltasen las cualidades positivas de la mujer, en vez de enfocarse en los aspectos negativos del comportamiento del hombre, así conducen a pensar: Hagamos un esfuerzo colectivo por colocarnos definitivamente al lado del hombre como compañeras valientes y honradas, sabedoras de nuestros derechos y conscientes de nuestros deberes. Vamos a trabajar por unirnos al hombre en compañera, ‘no en rival’ (CCT, 1936, énfasis añadido). Por último, la autora reconoce que el poder de comenzar la transformación está únicamente en manos de la mujer y utiliza actos de habla como peticiones o invitaciones para exhortara sus compañeras mujeres a que la sigan: 53 14 (1) Ya sé que la tarea es dura y que implica y requiere valor, pero empecemos, empecemos por ser nosotras mismas las que nos despojemos de los prejuicios absurdos que colocan a la mujer venezolana en un plano de inferioridad ante el hombre (CCT, 1936, énfasis añadido). Si, como dice van Dijk (2008), las ideologías son compartidas por miembros de grupos sociales y se organizan mediante esquemas ideológicos que representan la autodefinición de un grupo, a Clemente Travieso las suyas la separaban de los demás individuos de su entorno y tiempo vital, en especial de sus congéneres, por medio de su discurso. Podría decirse, pues, que gracias a sus posturas visionarias sobre lo femenino y lo social, esta periodista fue pionera en el planteo de derechos sociales para favorecer a la mujer de la Venezuela de la época, y que estas ideas aún encuentran vigencia en nuestros días. 3.Conclusión Este trabajo tuvo la finalidad de poner de relieve cómo el discurso en los textos de principios del siglo XX, de la periodista venezolana Carmen Clemente Travieso, se puede analizar bajo el marco del enfoque dinámico; este, como se recordará, es el más reciente entre todos los enfoques de la comunicación desde el punto de vista feminista. La explicación se halla en el hecho de que CCT no atribuía cualidades perversas al hombre ni incitaba a la mujer a imitarlo, sino la exhortaba a liberarse de sus prejuicios para convertirse en su igual. Por tanto, ni el enfoque deficitario, como tampoco los enfoques basados en la dominación y en la diferencia, pueden servir para interpretar el planteamiento de CCT, ya que ella consideraba que el hombre también era víctima de la moral “atrasada y deformada” que sufría la Venezuela de su época. En definitiva, el enfoque dinámico es el más adecuado para analizar el discurso de Clemente Travieso. Esta periodista logra, por medio del lenguaje, formular una exigencia que ninguna mujer antes que ella había enfocado en su país. En este sentido, vale la pena destacar que la autora se permite excusar a sus antepasadas femeninas, pero es clara al precisar que sus contemporáneas no tienen el mismo pretexto para seguir viviendo en las sombras: Si nuestras madres y nuestras abuelas no construyeron, ellas tuvieron la excusa del medio ambiente en que actuaron; nosotros no tenemos esa excusa porque nuestro medio ambiente actual es propicio a la realización de todos nuestros ideales (CCT, 1936). Asimismo, después de la revisión exhaustiva de sus textos, se percibe que las opiniones de la escritora, quien propuso una serie de propuestas sobre la igualdad de géneros contrarios a las convenciones del momento, no estaban vinculadas ni derivaban de la corriente de pensamiento dominante en la 54 Carolina Gutiérrez-Rivas: El discurso de Carmen Clemente Travieso a la luz de las nociones de ideología... Venezuela de su época. Clemente Travieso utiliza un lenguaje de empoderamiento e igualitarismo para exponer opiniones políticas y pensamientos sobre la realidad social que eran desconocidos y, como fue comprobado, no compartidos por otras mujeres, lo que la convierte en una innovadora y pionera en el aporte de ideas de avanzada a favor de los derechos de la mujer. Woortmann (2007) manifiesta que las personas son históricas, y por eso mismo su concepción del tiempo, hoy, probablemente no es la misma de ayer. Esta sentencia no solo aplica al tiempo, sino a percepciones, ideas y convicciones. Por ello, la visión a futuro que tuviera Carmen Clemente Travieso en la primera mitad del siglo XX, aún hoy se concibe como vigente y sigue guardando más significación que nunca. Esta mujer venezolana hizo revelaciones y llamados a sus congéneres y compatriotas que iban mucho más allá de su época. Sus textos pueden tomarse como modelo de la manifestación concreta de algunos enfoques sobre lengua, comunicación y género. En suma, la venezolana Carmen Clemente Travieso enarboló varias banderas de lucha de su generación, a la vez que asumió todas las facetas del feminismo: fue sufragista, socialista y liberal, y buscó la igualdad sin querer olvidar las diferencias. Por el momento, no se sabe de ninguna otra mujer en Venezuela que, previo a su época, tuviera la mentalidad, la oportunidad, la valentía o la voluntad de comunicar tales valores de cambio a su entorno social. Notas: 1 Parte de este trabajo fue presentado como ponencia en el VII Coloquio Nacional de la ALED-Venezuela (2010). 2Véase: Corrales y Díaz (2000). 3 Semanario que se funda en 1936, junto con los diarios Ahora y Popular. A pesar de las buenas intenciones de Eleazar López Contreras de mantener una prensa libre, el presidente decretó el establecimiento de la Junta de Censura, y en 1937 desaparece toda la prensa calificada de izquierda. El diario Orve era el vocero del Movimiento de Organización Venezolana, partido socialdemócrata considerado antecedente de Acción Democrática. 4 Este diario fue fundado en 1936 y desapareció en 1945. Véase el Archivo digital Carmen Clemente Travieso. Puesto que los fragmentos citados fueron extraídos del archivo digital, no tienen las páginas numeradas. 5 Excepto por el trabajo de R. Lakoff (1975), no se pueden dar fechas exactas de cuándo surgió cada enfoque, pero se puede establecer que los enfoques basados en la dominación y la diferencia surgieron y permanecieron vigentes durante los años 80 y 90. Incluso hay académicos que aún estudian la lengua desde estos dos puntos de vista (McKee y Smith, 2009). 6 En el estudio se señala que los constructos de género convencionalmente moldeados pueden observarse en fenómenos morfosintácticos y que a su vez influyen en ellos (p. ej.: “Siempre me dice, ‘Voy al cine’, y luego nomás ni viene. Y luego, si me salía yo con las amigas, se enojaba” [Aaron, 2004: 598, énfasis propio]). 55 14 (1) Referencias bibliográficas Archivo digital Carmen Clemente Travieso. Disponible en: http://cic1.ucab.edu. ve/cic/cctdigital/paginas/archivodigital.html Aaron, J. (2004). The gendered use of salirse in Mexican Spanish: “Si me salía yo con las amigas, se enojaba”. Language in Society, 33: 585-607. Cameron, D. (1992). 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Actualmente se desempeña como Assistant Professor en el Departamento de Foreign Languages, Literatures and Cultures de Central Michigan University, Estados Unidos. Correo electrónico: [email protected] 57 ARTÍCULO A esquerda na ditadura militar brasileira: formação discursiva, memória e identidade ISRAEL DE SÁ VANICE SARGENTINI Universidade Federal de São Carlos Resumen. Durante el periodo de dictadura militar en Brasil (1964-1985), la resistencia al régimen tomó diferentes formas, desde las manifestaciones populares –culturales (música, teatro, cine, literatura, etc.) o políticas (manifestaciones, desfiles, grafitis, cantos, etc.)– hasta la lucha armada. Como parte de la resistencia, la izquierda brasileña se fue constituyendo al mismo tiempo como nueva y fracturada, distanciándose de la tradición anclada en el Partido Comunista de Brasil (PCB) y aproximándose a la tradición de lucha, similar a la de las revoluciones rusa, cubana y china. Siguiendo la línea francesa de Análisis del Discurso y partiendo de los trabajos de Michel Pêcheux y su grupo, en este trabajo proponemos un análisis de los documentos de las organizaciones que formaron la resistencia armada al régimen militar de la época, con el objetivo de comprender la formación de la “nueva izquierda brasileña” y de examinar la producción de una práctica discursiva que refleja la identidad del movimiento de izquierda. Palabras clave: discurso político, dictadura, resistencia, formación discursiva, memoria, identidad. Resumo. Durante o período de ditadura militar no Brasil (1964-1985), a resistência ao regime tomou várias e diferentes formas, passando das manifestações populares −sejam elas culturais (a música, o teatro, o cinema, a literatura etc.) sejam políticas (manifestações, passeatas, pichações, cantos etc.)− à luta armada. Pela resistência, a esquerda brasileira foi se constituindo ao mesmo tempo como nova e fraturada, distanciando-se da tradição brasileira da esquerda ancorada no PCB e aproximando-se da tradição de lutas exemplificadas pelas revoluções Russa, Cubana e Chinesa. Diante disso, propomos aqui uma análise, sustentada pelos trabalhos desenvolvidos pela Análise do discurso de linha francesa, a partir de trabalhos de Michel Pêcheux e seu grupo, de documentos de organizações de resistência armada ao regime com o objetivo de compreender a formação dessa “nova esquerda brasileira”, observando aspectos da produção de uma formação discursiva e, mesmo, de uma identidade de esquerda. Palavras-chave: discurso político, ditadura, resistência, formação discursiva, memória, identidade. Abstract. During the military dictatorship in Brazil (from 1964 to 1985), resistance against the regime took different forms, ranging from popular manifestations –cultural (music, theater, cinema, literature etc.) and politics (manifestations, marches, graffiti, chants etc.)– to armed combat. The Brazilian left-wing constituted itself as Resistance, being new and fractured at the same time, moving away from Brazilian leftist tradiRecibido: 29 de abril de 2013 • Aceptado: 25 de octubre de 2013. ALED 14 (1), pp. 59-76 59 14 (1) tion, rooted in the Brazilian Comunist Party (PCB) and approaching the tradition of combats, exemplified by the Russian, Cuban and Chinese revolutions. Within the framework of French Discourse Analysis and the work of Michel Pêcheux, we propose here an analysis of documents produced by the armed resistance organizations, in order to understand the formation of the “new Brazilian left” and to examine their discourse practices in which the identity of the left-wing is reflected. Keywords: political discourse, dictatorship, resistance, discursive formation, memory, identity. 1. A heterogeneidade perpassa a dicotomia direita/esquerda: questão de identidade Uma das dicotomias mais importantes da modernidade e que, mesmo com as dissoluções, liquefações e fragmentações associadas à chamada modernidade tardia (ou, ainda, pós-modernidade e modernidade líquida), nunca deixou de ser problematizada é a de esquerda e direita. Segundo Bobbio, “são termos antitéticos que há mais de dois séculos têm sido habilmente empregados para designar o contraste entre as ideologias e entre os movimentos em que se divide o universo, eminentemente conflitual, do pensamento e das ações políticas” (1995: 31). Contudo, ainda que essa distinção seja sempre retomada em meio a uma discussão política, social, ou mesmo em outros campos devido à carga semântico-ideológica a que os termos são remetidos, observa-se um enfraquecimento da dicotomia a partir da crise da modernidade, que escancara a heterogeneidade do discurso político. Piovezani Filho (2003) aponta que nos séculos XX e XXI tende-se a conceber a esquerda como herdeira da razão iluminista e da revolução, enquanto a direita como reacionária, ultranacionalista, conservadora e capitalista; “trata-se de uma espécie de avesso, no universo político dos atributos eufóricos e disfóricos atrelados a cada uma dessas noções, visto que amiúde identifica-se a direita a valores positivos e a esquerda a negativos, como, por exemplo, na linguagem religiosa [...]” (2003: 12). Com a pós-modernidade, as identidades deixam de ser fixas passando a ser um processo em desenvolvimento, que se transforma no decurso da História. Ao problematizar a questão das identidades a partir dos anos 1960, em que algumas premissas da modernidade são superadas, como as ideias de progresso e de racionalidade crítica, também se problematizaram outros conceitos, como os de esquerda e de direita. O mesmo se pode atribuir às questões em torno das ideologias: muito se afirma que elas entraram em crise a partir da segunda metade do século XX, principalmente com o declínio dos grandes Estados socialistas, porém, o que realmente se vê é a consequente tendência da pós-modernidade. É nesse sentido, na busca por novos paradigmas, que a dicotomia direita/esquerda deixou de ser fixa e se fragmentou em uma multíade. 60 Israel de Sá y Vanice Sargentini: A esquerda na ditadura militar brasileira: formação discursiva,... Nesse novo universo político, mais complexo, a separação em duas únicas partes torna-se ultrapassada, inadequada. Em um pluriverso como o das grandes sociedades democráticas, nas quais as partes em jogo são muitas, e têm entre si convergências e divergências que tornam possíveis as mais variadas combinações de umas com as outras, não se pode mais colocar os problemas sob a forma de antítese, de ‘ou–ou’, ou direita ou esquerda, quem não é de direita é de esquerda ou vice-versa (Bobbio, 1995: 35). Diante disso vê-se o surgimento de outras designações tais como centro, centro-direita, centro-esquerda, etc. É uma linha tênue que se acentua entre a esquerda e a direita, uma vezque a esquerda, segundo Giddens (1996), passou de um radicalismo para um conservadorismo a partir da crise do socialismo no pós-URSS, por isso, hoje, encontra-se comumente na política quem se denomine como pertencente, por exemplo, a um socialismo liberal, daí nota-se que ao invés de um “ou–ou”, tem-se agora um “e–e”. Ainda que Bobbio (1995) insista na ideia de que a oposição direita/esquerda é excludente na medida em que não é possível ser ao mesmo tempo de esquerda e de direita, é possível observar que seus discursos são constantemente atravessados e abrem, com isso, a possibilidade de convergência em alguns aspectos. Ora, esse movimento se dá mesmo pelas condições de produção de seus discursos. No Brasil, em processo semelhante ao de grande parte da América do Sul, assolada por grandes ditaduras, a oposição direita/esquerda era evidente e quase exclusiva durante todos os 21 anos de governo militar. Ambientando-se em uma ideia que pode ser sintetizada pela expressão “se não está conosco, está contra nós”, estabelecia-se um ambiente político bipolarizado, em que ou o cidadão era a favor da política estabelecida pelo regime militar, ou era contra e, por isso, deveria lutar pela sua derrubada. Ainda que essa bipartição fosse ilusória e desconsiderasse a inércia de grande parte da população e ainda lutas paralelas, sua propaganda era cara tanto ao governo quanto às organizações de resistência ao regime, na medida em que possibilitava o fortalecimento da repressão por parte de um e dava motivos para a luta armada por parte de outro. Em meio ao forte controle da mídia que impedia um processo de abertura e globalização e, evidentemente, de reflexividade, a estrutura política fortalecia a dicotomia e abria espaço para um crescimento – e também uma clara fragmentação – da esquerda no Brasil, criando sua própria identidade no seio da luta (armada) contra o regime opressor. Assim, distanciando-se da estrutura inerte e, também conformista, do Partido Comunista Brasileiro (PCB), inúmeros grupos surgiram no Brasil, o que possibilitou a formação de uma “Nova Esquerda”. Na contramão de uma política das esquerdas tradicionais que vislumbravam o poder por meio de um enfraquecimento acentuado do capitalismo – uma crise no interior do próprio sistema que possibilitaria a “revolta” do povo e a adesão a políticas comunistas e socialistas –, a nova esquerda propunha, com 61 14 (1) suas diferenças de posicionamentos, suas inclinações para determinada teoria socialista ou comunista, a luta, ainda que radical, como forma de acabar com o regime e o sistema opressores, e atingir o “poder” para a constituição de uma política igualitária. Em meio à grande fragmentação e às inúmeras fissuras encontradas no interior da esquerda do período, e mesmo no interior do que se toma como a “Nova Esquerda”, era possível estabelecer uma identidade única para a esquerda brasileira da época? Antes de indicarmos a possibilidade de uma identidade da esquerda e, se ela realmente existia, como ela foi construída, faz-se necessário compreender as possibilidades de encaminhamento para uma formação discursiva de esquerda. 2. Uma formação discursiva de esquerda: teoria e análise 2.1.As FDs e o papel da memória Courtine ([1981] 2009), bemcomo Robin (1977), propõe que se retome o conceito de formação discursiva (FD) por meio de uma releitura dos trabalhos de Michel Foucault, uma vez que este conceito, em Análise do discurso, era até então baseado em famílias de paráfrases discursivas, constituídas a partir de um postulado de coerência interna baseadas sobre a identidade semântica da formação discursiva. Courtine (2009), ao propor, então, uma releitura de Foucault, estabelece as FD no interior da heterogeneidade capaz de abrigar enunciados divididos, possibilitando o surgimento da noção de memória discursiva, que se materializa em enunciados que fazem circular formulações já enunciadas, produzindo um efeito de memória na atualidade de um acontecimento (Sargentini, 2010: 98). O enunciado se insere em uma série de formulações, dominadas por uma FD e que mantém com outras FD relação de contradição, no fato mesmo em que aparece seja para superá-las, seja para aprofundá-las. Em um primeiro momento, Foucault ([1969] 2007: 95) aponta que o enunciado não é a frase, nem a proposição, nem o speech act (os atos de fala); o enunciado são também essas estruturas linguísticas, mas não só elas. Será preciso admitir que qualquer série de signos, de figuras, de grafismos ou de traços – não importa qual seja sua organização ou probabilidade – é suficiente para constituir um enunciado, e que cabe à gramática dizer se trata ou não de uma frase; à lógica, definir se ela comporta ou não uma forma proposicional; e à análise, precisar qual é o ato de linguagem que pode atravessá-la? Neste caso, seria necessário admitir que há enunciado desde que existam vários signos justapostos – e, por que não, talvez? – desde que exista um e somente um. O limiar do enunciado seria o limiar da existência dos signos. Neste ponto, é caracterizada a própria natureza semiológica do enunciado. Courtine (2009: 86), retomando o estudo de Foucault de A arqueologia do saber, 62 Israel de Sá y Vanice Sargentini: A esquerda na ditadura militar brasileira: formação discursiva,... afirma que “o enunciado caracteriza-se por quatro propriedades que delimitam sua ‘função de existência’, a ‘função enunciativa’”, são elas: i) o enunciado está ligado a um referencial; ii) o enunciado mantém com um sujeito uma relação determinada; iii) o enunciado tem um domínio associado (uma área); iv) o enunciado apresenta uma existência material, distinta daquela da enunciação. Como mostra Deleuze (2005: 15), “não há possível nem virtual no domínio dos enunciados; nele tudo é real, e nele toda realidade está manifesta: importa apenas o que foi formulado, ali, em dado momento, e com tais lacunas, tais brancos”. É preciso, então, observar que a própria definição de enunciado discursivo, e mais, a compreensão das quatro propriedades que compõem o enunciado são de fundamental importância para o que se toma como formações discursivas definidas assim por Foucault: No caso em que se puder descrever, entre um certo número de enunciados, semelhante sistema de dispersão, e no caso em que entre os objetos, os tipos de enunciação, os conceitos, as escolhas temáticas, se puder definir uma regularidade (uma ordem, correlações, posições e funcionamentos, transformações), diremos, por convenção, que se trata de uma formação discursiva [...] (Foucault, 2007: 43). Em um primeiro momento de acepção deste conceito no campo da Análise do Discurso, Pêcheux, ao lado de Henry e Haroche ([1971] 2007), não assume uma reivindicação dos trabalhos de Foucault, buscando nos estudos marxistas – o materialismo histórico – sua relação com as formações ideológicas1. Por meio de um princípio de aceitabilidade inerente às FD verifica-se aquilo que pode e deve ser dito (Courtine, 2009). Em Vérités de La Palice, de Pêcheux ([1975] 2009)2, nota-se já, mas sem uma identificação nominal, a presença do outro, marcado no discurso (na própria estrutura linguística) e identificado com uma formação discursiva, que nesse momento se dá como homogênea. A ideia de heterogeneidade das formações discursivas aparecerá, de fato, apenas na tese de Courtine, em 1981, por meio da ideia de enunciado dividido, clivado por mais de uma formação discursiva. [...] a sequência dos termos “referir-se” (implicitamente ou não), “repetir”, “modificar”, “adaptar”, “opor-se a”, etc. indica que o enunciado insere-se em uma série de formulações entre as quais algumas são dominadas pela mesma FD que aquela que domina a sequência discursiva de onde ele é extraído (são produzidas em CP homogêneas), ao passo que outras, às quais o enunciado deve-se opor, referir-se implicitamente, modificar, etc., podem ser produzidas em CP heterogêneas em relação às suas, isto é, sob a dominância de uma ou várias outras FD, mantendo relações de contradição (antagonismo, aliança, ajuda, cobertura, recuperação, etc.) com a primeira (Courtine, 2009: 90). 63 14 (1) É possível, portanto, observar regularidades (e não homogeneidades) intrínsecas aos enunciados e que se refletem na constituição (e que por elas são constituídas, na relação interdiscursiva) de formações discursivas. Todo enunciado é ao mesmo tempo fruto de uma relação própria a uma determinada FD e assombrado, e muitas vezes atravessado, pelo outro que a ele se opõe. Portanto, um enunciado “dialoga” com enunciados inscritos em uma mesma FD, mas também com enunciados de outras, na medida em que traz consigo a contradição (Foucault, 2007). Em conseqüência das reformulações ocorridas no campo da Análise do discurso, Pêcheux, em Discurso: estrutura ou acontecimento ([1983] 2003), já explicita as contribuições de Foucault para a formulação do conceito de FD e escancara a heterogeneidade ao mostrar que o discurso é unidade (verificada na estrutura) e também dispersão (que se dá na emergência do acontecimento). [...] toda descrição [...] está intrinsecamente exposta ao equívoco da língua: todo enunciado é intrinsecamente suscetível de tornar-se outro, diferente de si mesmo, se deslocar discursivamente de seu sentido para derivar para um outro (a não ser que a proibição própria ao logicamente estável se exerça sobre ele explicitamente). Todo enunciado, toda seqüência de enunciados, é, pois, linguisticamente descritível como uma série (léxico-sintaticamente determinada) de pontos de deriva possíveis, oferecendo lugar a interpretação (Pêcheux, 2008: 53). Na própria relação entre a formulação e o interdiscurso produz-se um efeito de memória que encontra na dispersão – discursos ora produzidos, mas dispersos em busca de novos sentidos – a possibilidade da construção de novos e diferentes sentidos. Na emergência de um enunciado, produz-se o acontecimento que constitui o novo no repetível; no intradiscurso (a formulação) encontra-se a possibilidade do dizer (o já-dito e o jamais-dito), que têm nas relações interdiscursivas os efeitos de sentido inscritos em determinada FD, constituindo também efeitos de memória. Torna-se interessante, então, destacar que tanto no intradiscurso quanto no interdiscurso há estrutura e acontecimento. Para que isso fique melhor exposto, tomemos brevemente o seguinte exemplo, retirado do corpus: [1] Comunicado nº 1 (Guerrilha do Araguaia): O povo unido e armado derrotará seus inimigos (Vários Autores, 1996: 35). Se tomarmos em primeiro lugar o nível da formulação (o intradiscurso), notamos um encadeamento sintático que coloca o povo no papel de agente, na ação de luta contra seus inimigos, e apresenta, ao mesmo tempo, uma construção linguística simples (oração simples, com sujeito e predicado) que revela uma estrutura (seus encadeamentos: suas escolhas paradigmáticas e arranjos sintagmáticos) e um acontecimento, pois ainda que esse enunciado (essa mesma estrutura linguística) não seja novo, original, ele produz um sentido singular no seu aparecimento, na sua enunciação. Por outro lado, no nível do 64 Israel de Sá y Vanice Sargentini: A esquerda na ditadura militar brasileira: formação discursiva,... interdiscurso, o acontecimento é mais evidente, na medida em que se dá uma escolha enunciativa no interior de uma determinada formação discursiva que aponta um leque daquilo que pode (e deve) ser dito, revelando, também, uma estrutura, na medida em que abre a possibilidade de “escolha”; na história, de alguns enunciados que são retomados, constituindo novos e diferentes sentidos. Tem-se, então, no exemplo, a retomada de um enunciado de “enfrentamento”, de “combate”, próprio dos momentos de conflito, principalmente entre Estado e povo, que nesse momento histórico constitui um efeito de sentido de luta contra a ditadura (e também contra os homens que “sufocam” a população rural: os proprietários de terras, grileiros etc.). Vê-se, portanto, que na escolha de determinados termos (o verbo “derrotar”, que demarca o campo da luta; as adjetivações para povo, “unido” e “armado”, que delimitam um grupo de combate; a designação do adversário, o “inimigo”), os sentidos já se constituem (há, então, na própria formulação, estrutura e acontecimento); e que ao retomar um enunciado próprio do combate, da luta, quase sempre, política, os sentidos se põem de fato na emergência do enunciado em determinado momento histórico, a ditadura militar, evidenciando, também no interdiscurso, a relação entre estrutura e acontecimento. 2.2.Uma formação discursiva de esquerda: elementos para uma identidade da esquerda brasileira à época da repressão política Será possível pensar em uma FD de esquerda na medida em que pudermos observar uma articulação entre as funções enunciativas. Se em princípio temos uma fragmentação nos movimentos que tomaram para si a designação “esquerda”, seriam mesmo tão distintos ainda que constituídos na resistência? Ora, se não são, então há convergência de pensamento e, logo, estão calcados numa mesma ideologia? Em princípio, tínhamos em torno de vinte grupos3 que se colocaram a tarefa de combater o regime totalitário: por que uma fragmentação tão grande, se todos se denominavam da “esquerda” (ou, como vimos, ficaram conhecidos como “nova esquerda” brasileira)? Muitos fatores aparecem como responsáveis pela grande fragmentação dos movimentos de resistência à época, mas sem dúvida um se torna bastante relevante, a clandestinidade desses grupos, que incide em dificuldades de comunicação (Reis Filho e Sá, 2006: 24) e mesmo de divulgação de seus ideais: trata-se, aqui, de uma restrição das formas de circulação dos discursos, seja em um aparato tecnológico (o regime encontrou meios de controlar as ligações telefônicas, o chamado “grampo telefônico”, para a obtenção de informações sobre as ações desses grupos), seja ainda por meio dos comunicados, manifestos, cartas etc., que muitas vezes não chegavam a seus destinatários. Há ainda certa inclinação em relação a determinados modelos revolucionários internacionais, principalmente as revoluções Cubana, de 1959, e Chinesa, amparada por sua revolução cultural, de 1966, além, sem dúvidas, da luta pela libertação nacional 65 14 (1) no Vietnã e a própria Revolução Russa (neste caso, em função das políticas repressivas adotadas pelo governo de Stalin, o distanciamento é grande, o que incide em certa inclinação a um modelo revolucionário de viés trotskista). Porém, ainda que houvesse essa fragmentação, mesmo em relação aos ideais, às aproximações (e distanciamentos) ideológicas, havia certa convergência estabelecida também em relação ao passado, uma vez que quase todas as organizações emergiram de um mesmo lugar, o Partido Comunista Brasileiro, e nasceram de uma crítica efetiva ao processo de revolução defendido pelo PCB, centrado no que chamavam de “revolução burocrática”. Isso aponta para certa convergência entre essas “esquerdas” (diremos no plural?) e a relação com uma mesma FD. O plural que se verifica na referência à(s) esquerda(s) apresenta a fragmentação da oposição e resistência a um governo que se inclina para uma posição liberal (ora neoliberal) e capitalista e, a partir de 1964, à ditadura militar que se instalara no Brasil, mas o emprego de um único termo, mesmo que nesse plural, já indica, sem que ainda observemos de maneira efetiva, pela análise linguística/discursiva, os discursos apresentados por esses grupos, uma convergência no pensamento e, consequentemente, na ideologia e na produção discursiva. Mas outro ponto que não deve ser deixado de lado se não quisermos perder de vista nosso principal objetivo no momento (qual seja, a negociação, e consequente construção, de uma identidade da esquerda brasileira do período4) é o papel na resistência política assumida por esses grupos, ainda que cada qual estabeleça sua convergência ideológica, objetivando o fim da ditadura militar, e a instalação de um Estado comunista (ou socialista). Podemos pensar em uma formação discursiva de esquerda, porém, longe de encontrar uma homogeneidade neste campo, pois dentro do que se designa esquerda à época da ditadura militar no Brasil, mesmo com suas inúmeras fraturas, tem-se um cruzamento de “posições ideológicas” verificadas facilmente nos documentos emitidos pelas organizações de resistência ao regime – traços da liquidez a que são submetidos os discursos políticos na contemporaneidade e cada vez mais fragmentados na pós-modernidade. Consideramos que cabe uma reflexão a cerca de um discurso que se coloca como a “pureza” da esquerda, ancorado em valores de resistência (radicalismo?) a uma política tida como liberal e, posteriormente, capitalista e neoliberal, princípios adotados e ora marcados pela “direita”. Com o fortalecimento da repressão, os movimentos de resistência perderam o apoio das massas e se deslocaram das manifestações de rua e da mídia para a reclusão da clandestinidade. Com isso, os contradiscursos passam de gêneros populares como a música, o teatro, a literatura e, ainda, os gritos e palavras de ordem de estudantes e operários nas grandes passeatas para, quase exclusivamente, o gênero doutrinário. Nesse momento, retomam-se, ainda que pelo apagamento do passado com o discurso do novo, então, características intrínsecas ao discurso estabelecido pela esquerda e que retorna, frequentemente, 66 Israel de Sá y Vanice Sargentini: A esquerda na ditadura militar brasileira: formação discursiva,... desde o Manifesto do Partido Comunista, de 1848, e fortalecido pela Revolução Russa, de 1917, naquilo que parece de mais puro que há no discurso político de esquerda. Cria-se, com isso, a ideia de um discurso que, no seu interior, dialoga apenas consigo e abre espaços para que outros discursos com ele dialoguem, por ele criem resistência e por meio dele surjam novos e diferentes discursos. Tem-se, então, uma espécie de discurso fundante/fundador (ilusão?), na medida em que rompe com a ordem do discurso e abre possibilidades para o novo, ainda que possa ser constantemente atravessado por outros discursos. Há nesse sentido, uma tentativa de apagamento de discursos e de distanciamento dos grupos de esquerda do período de ditadura militar no Brasil em relação a uma tradição histórica de esquerda, em especial a brasileira, constituindo o discurso do novo, da novidade, como apontam Reis Filho e Sá (2006: 8): Apesar de as primeiras [organizações revolucionárias], num processo de afirmação de um perfil próprio, terem postulado a condição de marco zero, pretendendo distanciar-se radicalmente de todo o passado de lutas sociais e políticas, sobretudo encarnadas pelo partido comunista e pelo partido trabalhista (o reformismo e o populismo), o fato é que não deixaram de compartilhar referências teóricas e políticas, premissas e modos de análise e de ações caros aos partidos que desejavam superar. Isso aponta para uma convergência dentro das fissuras e a possibilidade de constituição de uma única formação discursiva, claramente marcada pela heterogeneidade, pois se por um lado há o discurso da ruptura total, principalmente em relação ao PCB, mas também em relação ao passado de “lutas sociais e políticas”, que cria uma ideia de gênese discursiva (o discurso original); por outro, é possível perceber no interior de seus discursos gestos de continuidade (não linear), de retomada, que são marcados pela luta contra o sistema vigente. É interessante notar que ao voltar para o passado de lutas da esquerda, retomando um discurso próprio da esquerda, mesmo que em alguns momentos isso se faça para negá-los, essa “nova esquerda” inscreve-se num processo de ruptura, marcada pela não fidelidade a tal discurso fundador, principalmente em relação à tradição da esquerda brasileira. Trata-se, como veremos pelas análises que se seguem, de uma descontinuidade no interior da continuidade, o que marca, de fato, a ruptura e a não fidelidade com o passado, estabelecendo o “projeto” do novo: as relações interdiscursivas sugerem uma adesão ao discurso próprio da esquerda, mas pela instauração de novos paradigmas que propiciam a emergência de um acontecimento5. Para estabelecer seu lugar na luta contra o regime ditatorial e opressor, os movimentos de resistência buscavam na ilusória pureza de sua constituição pontos de suporte para a criação de uma identidade para a esquerda brasileira da época. Próprio da dicotomia direita/esquerda, acreditavam na homogeneidade de seu discurso e no afastamento total do outro. Isso é rompido, evidentemente, pelo caráter dialógico da linguagem e a natureza heterogênea dos discursos (Brait, 1997). E mais, essa heterogeneidade está também ligada 67 14 (1) à ideologia – que se dá na concretude do acontecimento – e à materialização em determinado gênero do discurso. É pela própria interdiscursividade que o novo apaga a origem, se inscreve na ruptura e instaura o acontecimento, muitas vezes refutando o que lhe é próprio e o campo a que se relaciona. Ainda que o político se volte para outros discursos para se fortalecer, e mesmo adquirir uma ilusória estabilidade, isso não tira sua possibilidade de se constituir como discurso fundador, que dá a possibilidade de que outros discursos se formem a partir dele, que outros discursos busquem nele uma sustentação, por meio do diálogo. Há nele o aspecto da singularidade, o que faz com que outros discursos voltem a ele e se formem a partir dele. Observemos, agora, alguns exemplos que nos possibilitam verificar o aspecto de condição de um suposto novo discurso da esquerda brasileira, inscrito em uma possível ruptura com os primórdios da esquerda no Brasil, e as convergências que os ligam a uma mesma formação discursiva, mas que também abrem a possibilidade para uma heterogeneidade discursiva e, até mesmo, diferentes FD no interior de uma mesma FD. [2] (Ação Libertadora Nacional – ALN)6: [...] a guerrilha revolucionária no Brasil é uma estratégia revolucionária e que seu êxito depende a execução rigorosa de três fases: a do planejamento e preparação da guerrilha; a do lançamento da guerrilha e, por último, a da transformação da guerrilha em guerra de movimento, com a formação e o aparecimento do exército revolucionário de libertação nacional (Reis Filho e Sá, 2006: 272, grifos nossos). / O caráter revolucionário da nossa organização resulta antes de mais nada do fato de que toda a nossa ação é revolucionária e aspira à tomada do poder pela violência da guerra revolucionária. / Eliminamos da nossa organização o sistema complexo da direção que abrange escalões intermediários e uma cúpula numerosa, pesada e burocrática (Reis Filho e Sá, 2006: 276, grifos nossos). / A conquista do poder e a instauração do governo popular revolucionário são os nossos grandes objetivos, segundo os entendemos na Ação Libertadora Nacional. / Expulsaremos então os estadunidenses do país. Confiscaremos as empresas de capital privado nacional que colaborem com os estadunidenses. Confiscaremos a propriedade latifundiária e levaremos às últimas conseqüências a revolução agrária libertando o campesinato. Retiraremos o Brasil da condição de satélite da política dos Estados Unidos, tornando-nos independentes da política dos blocos militares, seguindo uma linha de nítido apoio aos povos subdesenvolvidos e em luta contra a colonização (Reis Filho e Sá, 2006: 281, grifos nossos). [3] (Vanguarda Armada Revolucionária-Palmares – VAR-Palmares)7: A guerra revolucionária é um processo armado cujo conteúdo é essencialmente político. As forças em conflito representam interesses sociais, econômicos e políticos conflitantes, encarnando as classes antagônicas da sociedade. Como luta política armada, travada no interior de um mesmo país, a luta armada adquire forma de guerra civil revolucionária, já que, pelo caráter de um de seus blocos, objetiva a conquista do poder político, visando a destruição do sistema capitalista e a construção do socialismo. Sendo uma guerra contra o sistema capitalista, a guerra revolucionária 68 Israel de Sá y Vanice Sargentini: A esquerda na ditadura militar brasileira: formação discursiva,... no Brasil deve ser encarada sob o prisma do socialismo, sendo esta sua lei básica. Dirigida pela classe operária, ela está subordinada não ao seu nível de consciência, mas à sua perspectiva estratégica de classe, expressa pela vanguarda (Reis Filho e Sá, 2006: 341, grifos nossos). [4] (Movimento Revolucionário 8 de Outubro – MR-8)8: O processo capitalista reveste em nosso país a forma de capitalismo dependente, integrado no processo imperialista no qual as empresas multinacionais monopolistas constituem o motor e a burguesia estadunidense a vanguarda. / Embora mantendo as contradições com este processo, o conjunto da burguesia de capital brasileiro alia-se ao imperialismo para explorar o povo, mostrando-se incapaz em seu conjunto de dirigir ou de participar de uma luta radical antiimperialista. / [...] destruir o imperialismo significa necessariamente destruir a burguesia local e vice-versa. / Reafirmamos o papel dirigente da classe operária na revolução brasileira [...]. / Mas o proletariado (urbano e rural) não luta só. Não pode vencer só. É indispensável que sua vanguarda consiga mobilizar e organizar todas as outras forças, classes e setores sociais explorados pelo atual regime (Reis Filho e Sá, 2006: 432-435, grifos nossos). [5] (Forças Guerrilheiras do Araguaia –Partido Comunista do Brasil– PCdoB)9: Diante do criminoso ataque das Forças Armadas governamentais, muitos habitantes [...] resolveram não se entregar. Armaram-se com o que puderam e enfrentaram corajosamente o arbítrio e a prepotência do Exército e da polícia. Com tal objetivo, internaram-se nas matas do Pará, Goiás e Maranhão para resistir com êxito ao inimigo muito mais numeroso e melhor armado. Afim de desbaratar as operações militares da ditadura, defender suas vidas e desenvolver sua luta pela posse da terra, pela liberdade e por uma existência melhor para toda a população, decidiram formar destacamentos, criaram as Forças Guerrilheiras do Araguaia. Tomaram, também, a iniciativa de fundar ampla frente popular para mobilizar e organizar os que almejam o progresso e o bem-estar, os que não se conformam com a fome e a miséria, com o abandono e a opressão. /A União Pela Liberdade e Pelos Direitos do Povo e as Forças Guerrilheiras do Araguaia apelam para os moradores da região a fim de que engrossem a resistência à odiosa ditadura militar, aos grandes magnatas, aos grileiros e aos gringos norte-americanos que, no Norte e Nordeste do país, já se apoderam de imensas extensões de terra e das ricas minas de ferro de Serra do Norte perto de Marabá. A todos conclamam de se estruturar nos comitês ULDP ou em outras formas de organização. Não há outro caminho para o povo senão o de combater valentemente os opressores. Cada lavrador, cada posseiro, cada trabalhador de fazenda ou castanhal, cada injustiçado, cada patriota, deve ajudar, de todos os modos, os que enfrentam sem temor as tropas do governo de traição nacional (Vários Autores, 1996: 35, grifos nossos). Observa-se, pelos quatro exemplos acima, um apelo constante à luta radical, pelas armas que instituem a violência – ainda que no caso do comunicado emitido pela Guerrilha do Araguaia não haja uma referência explícita à ação de luta armada, o próprio termo “guerrilha” nos remete à uma prática de luta por meio de armas (Houaiss e Villar, 2001) – e procuram a ascensão 69 14 (1) ao poder de um governo revolucionário, que instaure um programa político que privilegie as classes marginalizadas. Há aqui, sem dúvidas, um efeito de retomada de discursos sobre a luta revolucionária que empreendem o aspecto da emergência ao poder por meio da força –exemplos são muitos, sendo alguns que já mencionamos: revoluções Russa e Cubana. Nos enunciados retirados de documento da ALN (2), vê-se na própria materialidade linguística a ruptura com a tradição da esquerda brasileira inscrita, principalmente, no PCB. A utilização do verbo ”eliminar” –em Eliminamos da nossa organização o sistema complexo da direção que abrange escalões intermediários e uma cúpula numerosa, pesada e burocrática– marca, pela negação, um caráter de rompimento com a política adotada pela esquerda até então e promove, com isso, a emergência do novo: se não incorpora um sistema complexo, burocrático e pesado, elementos da esquerda tradicional, é porque pretende uma estrutura política e administrativa simples, com uma espécie de ligação direta entre o comando e os revolucionários, os “combatentes”. Outro aspecto desse rompimento é a própria adesão à luta armada. Como já destacamos, a esquerda brasileira era, até a emergência da ditadura militar no Brasil, marcada por um discurso de conciliação e, até mesmo, de conservadorismo: com o enfraquecimento do Estado pela saturação do sistema capitalista, a classe burguesa entraria em uma luta antiimperialista e, orientada pela vanguarda da esquerda, promoveria modificações na estrutura política que possibilitaria a chegada ao comunismo. Com isso, a esquerda que se autointitula nova toma também a burguesia como inimiga e acredita que apenas pelas armas seria possível chegar à revolução. Nesse aspecto da luta, que marca uma aproximação em relação à resistência, há também um fator de distanciamento: a luta com a participação do povo das classes marginalizadas ou a luta realizada exclusivamente pela própria organização. Se por um lado a ALN apresenta a iniciativa de formação de um governo revolucionário efetivada por meio da luta armada contra o regime, mas com sua participação como vanguarda, e o MR-8 assume o proletariado como a vanguarda na luta contra a ditadura; por outro, a Guerrilha do Araguaia e a VAR-Palmares estabelecem no contato com o povo suas sustentações para a manutenção da luta, ainda que de formas distintas. É possível, se considerarmos que esses grupos acreditavam ser a ditadura militar um inimigo comum a todos os brasileiros, partir de um seguinte enunciado de base: A ditadura deve ser combatida à força. É um enunciado que nos leva a crer em uma formação discursiva própria da esquerda brasileira da época, inscrita na ruptura, mas ao mesmo tempo na retomada de um discurso fundador da esquerda, que destaca um mesmo referente, a ditadura militar, e um mesmo domínio associado, a luta da esquerda pela revolução que levará à constituição e consolidação do socialismo/comunismo. Assim, tem-se: a ditadura deve ser combatida à força e a ditadura é imperialista e capitalista. Por outro lado, a partir desse(s) enunciado(s) de base é possível realizar encaixamentos enunciativos, a partir dos discursos dessas organizações, que nos 70 Israel de Sá y Vanice Sargentini: A esquerda na ditadura militar brasileira: formação discursiva,... levam a verificar e a comprovar a fratura no interior do movimento. Por exemplo: [6] A ditadura deve ser combatida à força pela organização. [7] A ditadura deve ser combatida à força pelo povo. [8] A ditadura deve ser combatida à força por todos nós. Sendo que o primeiro enunciado nos leva a um outro: O povo deve seguir a vanguarda (para derrotar o regime opressor); e os dois últimos nos leva ao seguinte: O povo deve combater valentemente o inimigo opressor. Como se vê, se é possível pensar uma FD da Nova Esquerda brasileira, que como a ditadura (militar), que é imperialista e capitalista, deve ser combatida à força, pela luta armada, há também no interior dessa mesma FD uma heterogeneidade que revela a fratura que existe no interior do movimento de resistência e que mostra que há, portanto, FD diferentes no interior de uma mesma FD. Assim, as estruturas linguísticas comprovam e reafirmam os dados históricos já apresentados pelos historiadores desse período. Todos esses grupos têm como inimigo comum a ditadura e acreditam que a luta armada é o único meio de derrotá-lo; porém, seus discursos variam e se diferenciam em função da forma como essa luta deve ser empreendida. Vimos, pelos enunciados derivados daquele enunciado de base, e por meio de encaixamentos linguísticos, que uns colocam a vanguarda (a própria organização) liderando o movimento; outros colocam o povo encabeçando a resistência e a organização apenas como representante, uma espécie de mediadora, de suas necessidades. Voltamos, então, aos exemplos que apresentamos para que essas constatações fiquem mais claras. Uma convergência para uma mesma FD da esquerda (ou dessa Nova Esquerda) se dá, então, como já afirmamos, pelos mesmos referentes e domínio associado. Todos remetem sua luta contra a ditadura militar e suas políticas econômicas. Ainda, um ponto comum é a constante invocação contra o sistema capitalista (neoliberal) instituída por inúmeros ataques aos Estados Unidos, eleito como inimigo da luta revolucionária sob a acusação de financiar os regimes ditatoriais e instituir políticas capitalistas em países periféricos. Têm-se os seguintes enunciados: [9][...] nossa ação é revolucionária e aspira à tomada do poder pela violência da guerra revolucionária (ALN). [10]Retiraremos o Brasil da condição de satélite da política dos Estados Unidos, tornando-nos independentes da política dos blocos militares (ALN). [11]Guerra revolucionária é um processo armado (VAR-Palmares). [12]Sendo uma guerra contra o sistema capitalista, a guerra revolucionária no Brasil deve ser encara sob o prisma do socialismo (VAR-Palmares). [13][...] destruir o imperialismo significa necessariamente destruir a burguesia local e vice-versa (MR-8). 71 14 (1) [14]Armaram-se com o que puderam e enfrentaram corajosamente o arbítrio e a prepotência do Exército e da polícia (Forças Guerrilheiras do Araguaia). [15][...] engrossarem a resistência aos grandes magnatas, aos grileiros e aos gringos norte-americanos (Forças Guerrilheiras do Araguaia). Há, então, uma convergência discursiva em dois sentidos: i) a crítica à política adotada pelo governo militar, de fortalecimento da economia capitalista (exploratória), com forte aproximação aos Estados Unidos e à classe burguesa (“magnatas”, “grandes proprietários de terras”, “grileiros”); e ii) o apelo à luta armada como forma de resistência a esse regime ditatorial. A primeira característica é evidenciada por verbos e expressões que indicam exclusão ou agressividade, como em “retirar o Brasil da condição de satélite” (exclusão), “guerra contra o sistema capitalista” (agressividade), “destruir o imperialismo” (agressividade), “resistência aos norte-americanos” (exclusão, mas também agressividade). Mas há a referência constante à luta armada por meio dos seguintes termos e expressões: “violência”, “processo armado”, “guerra”, “armar-se”. Ambos os aspectos os colocam em uma tradição própria da esquerda. Se por um lado é comum e constante o ataque às políticas capitalistas por parte dos movimentos de esquerda, o que insere esses grupos numa tradição histórico-discursiva; por outro, o apelo à luta armada ao mesmo tempo em que os insere numa tradição de lutas (Revoluções Russa, Chinesa e Cubana, entre outras), os distancia de uma tradição da esquerda brasileira, centrada na burocracia do PCB. Nesses aspectos, tem-se uma convergência para uma única FD de esquerda. Mas, se tomarmos os enunciados que apresentam o modo de condição de luta de cada grupo, as divergências aparecem e evidenciam-se as fraturas. Vejamos alguns deles: [16][...] três fases [da guerra revolucionária]: a do planejamento e preparação da guerrilha; a do lançamento da guerrilha e, por último, a da transformação da guerrilha em guerra de movimento, com a formação e o aparecimento do exército revolucionário de libertação nacional (ALN). [17]Dirigida pela classe operária ela [a guerra revolucionária] está subordinada [...] à sua perspectiva estratégica de classe, expressa pela vanguarda (VAR-Palmares). [18]Reafirmamos o papel dirigente da classe operária na revolução brasileira (MR-8). [19][...] os habitantes da região uniram-se para enfrentar o exército e fundaram as Forças Guerrilheiras do Araguaia (Forças Guerrilheiras do Araguaia). Voltemos, então, aos enunciados derivados daquele enunciado de base: a ditadura deve ser combatida pela organização / pelo povo / por todos nós. Os enunciados retirados dos exemplos demonstram claramente essa fratura que evidenciam formações discursivas diferentes no interior de uma formação discursiva da esquerda. A ALN se assume como vanguarda na luta. VAR-Palmares e MR-8 dão esse papel à classe operária, assumindo a importância do povo na luta contra a ditadura. Os guerrilheiros do Araguaia procuram assumir um 72 Israel de Sá y Vanice Sargentini: A esquerda na ditadura militar brasileira: formação discursiva,... discurso de homogeneidade (guerrilha é o lugar do povo) que coloca a derrota da ditadura como uma tarefa para todos nós. 3. Algumas considerações... Percebe-se, então, pelos discursos e pelos enunciados que apresentamos que há, no interior dessa Nova Esquerda, convergências em relação à luta armada e à constituição de seus inimigos, mas há divergências em relação à forma como a luta será conduzida, em relação à política de cada grupo. O discurso da nova esquerda brasileira, então, se volta para um discurso fundador, dos grandes momentos da esquerda, e até mesmo do Partido Comunista Brasileiro (PCB), ora para com ele dialogar ora para refutá-lo, para se constituir como ruptura. É, portanto, interessante notar que ao se voltar para o anterior, o já posto, as grandes teses da esquerda, em especial a brasileira, não constitui um processo de continuidade, de fidelidade a esse discurso fundador; ao contrário, ainda que tome alguns de seus fundamentos, volta a eles, quase sempre, para negá-los, para mostrar em que medida se estabelece o novo, em que medida é descontinuidade e ruptura. O discurso político é fundador, mas não é fechado em si mesmo, ele está em constante diálogo com os seus, e também com o outro, e com isso abre a possibilidade para novos dizeres. Nesse ponto, observamos aspectos relevantes de uma formação discursiva própria da esquerda. Se encontramos diferenciações em alguns aspectos de cada discurso, fruto da heterogeneidade intrínseca aos discursos, marcada na fratura do movimento, também encontramos, e essa é a predominância, aspectos de convergência, pois, como já vimos, apresentam um mesmo referencial (referente), um mesmo domínio associado (o discurso revolucionário por meio da luta armada) e determinam uma mesma (ou semelhante) posição sujeito, que toma posição na resistência/luta contra a ditadura; além do mais, suas existências materiais são inscritas no gênero doutrinário, próprio do discurso político – antes de sua espetacularização, sobretudo pela mídia, já a partir do processo de abertura política e início da redemocratização. Notas 1 Gregolin (2007: 155) mostra que o conceito de FD é o ponto de articulação entre Pêcheux e Foucault na construção de uma análise de discursos; assim, aponta que, “centrados na articulação entre sistematicidade e dispersão, os desenvolvimentos do conceito de FD mostram que a aproximação entre Pêcheux e Foucault se dá na direção de uma idéia cada vez mais forte de heterogeneidade”. 2 Tradução brasileira: PÊCHEUX, M. 2009. Semântica e discurso: uma crítica à afirmação do óbvio. Trad. Eni Puccinelli Orlandi et. al. 4. ed. Campinas, SP: Editora da UNICAMP. 3 Daniel Aarão Reis Filho e Jair Ferreira de Sá (2006) apresentam documentos de dezessete grupos de resistência, clandestinos, ao regime militar, criados entre os anos 73 14 (1) 4 5 6 7 8 9 de 1961 e 1971, e que os denominam como Nova Esquerda, na medida em que “surgiram no país em oposição e como alternativa ao Partido Comunista Brasileiro (PCB) e que se propunham a dirigir as lutas sociais e políticas do povo brasileiro, encaminhando-as no sentido da liquidação da exploração social, da dominação do capital internacional e da construção de uma sociedade socialista” (2006: 15). Neste trabalho, não procuraremos discutir a formação da identidade da esquerda brasileira, pois demandaria pesquisa e uma análise de documentos e pronunciamentos dos grupos de esquerda ao menos desde de 1922, ano de surgimento do PCB. Procuraremos apenas observar em que medida, neste momento da história brasileira, o fortalecimento de uma resistência ao regime, quase sempre sustentada pela luta armada, contribuía para a construção e também fortalecimento de uma identidade da esquerda e, talvez, de uma identidade brasileira à época. Vale observar que o discurso político aparece sempre como uma projeção para o futuro, por isso cria-se sempre a ideia, pelos enunciados, pelo próprio discurso, de ruptura, daí a referência constante ao “novo”. Lembremos, por exemplo, as campanhas à presidência da República para as eleições de 2010 no Brasil, dos dois principais candidatos: Dilma Rousseff (PT) e José Serra (PSDB); seus slogans de campanha eram, respectivamente, “Para o Brasil continuar mudando” e “O Brasil pode mais”. Nota-se, em ambos os enunciados, a inscrição da mudança, portanto o aparecimento do novo, o que marca a ruptura com uma política frequentemente adotada no país, e traz a esperança de um futuro melhor. Porém, também os dois apresentam marcas de continuidade: o discurso da petista, por sua própria filiação, explicita a continuidade pelo termo “continuar”, que revela proximidade com o governo que findava, que propunha mudanças, daí “continuar mudando”. O discurso do tucano apresenta marcas que evidenciam proximidade na medida em que aceita que o Brasil mudou, mas que “pode mais”. É interessante, então, que ambos os slogans produzem efeitos de sentido semelhantes, na construção da ruptura, e de certa filiação às mudanças já ocorridas no Brasil. É esse mesmo processo, veremos nos exemplos mais adiante, que se dá no discurso das organizações armadas. A instauração da ruptura pelo discurso do novo e a projeção de um futuro diferenciado (a esperança) é importante para a consolidação como grupo e a aceitação na sociedade, mas as marcas de continuidade (o contínuo no descontínuo) revelam o pertencimento na história. Essa construção (o novo e a tradição) circunscreve as negociações pelas identidades. Documento da ALN, de maio de 1969, intitulado “O papel da ação revolucionária na organização”. Documento da organização VAR-Palmares, de setembro de 1969, intitulado “Programa”. Documento do MR-8, de abril de 1969 e retomado em janeiro de 1971, intitulado “Linha política e orientação para a prática”. Documento da Guerrilha do Araguaia, braço armado no campo do Partido Comunista do Brasil (PCdoB), de 25 de maio de 1972, intitulado “Comunicado nº 1”. Referências bibliográficas Bobbio, N. (1995). Direita e esquerda: razões e significados de uma distinção política. São Paulo: Editora UNESP. 74 Israel de Sá y Vanice Sargentini: A esquerda na ditadura militar brasileira: formação discursiva,... Brait, B. (1997). Bakhtin e a natureza constitutivamente dialógica da linguagem, em B. Brait . (org.). Bakhtin, dialogismo e construção do sentido, pp. 91-104. Campinas, SP: Unicamp. Courtine, J.-J. (2009). Análise do discurso político: o discurso comunista endereçado aos cristãos. São Carlos, SP: EdUFSCar. Deleuze, G. (2005). Foucault. São Paulo: Brasiliense. Foucault, M. (2007). A arqueologia do saber. Rio de Janeiro: Forense Universitária. Giddens, A. (1996). Para além da esquerda e direita: o futuro da política radical. São Paulo: Editora UNESP. Gregolin, M. R. (2007). Formação discursiva, redes de memória e trajetos sociais de sentido: mídia e produção de identidades, em R. L. Baronas (org.). Análise do discurso: apontamentos para uma história da noção-conceito de formação discursiva, pp. 155-168. São Carlos, SP: Pedro & João Editores. Haroche, C.; Pêcheux, M. & Henry, P. (2007). A semântica e o corte saussuriano: língua, linguagem, discurso, em R. L. Baronas (org.) Análise do discurso: apontamentos para uma história da noção-conceito de formação discursiva, pp. 13-31. São Carlos, SP: Pedro & João Editores. Houaiss, A. & Villar, M. S (2001). Dicionário Houaiss da língua portuguesa. Rio de Janeiro: Objetiva. Pêcheux, M. (2008). O discurso: estrutura ou acontecimento. Campinas, SP: Pontes. Pêcheux, M. (2009). Semântica e discurso: uma crítica à afirmação do óbvio. Campinas, SP: Editora da UNICAMP. Piovezani Filho, C. F. (2003). Que fim levou a esquerda?: efeitos discursivo-ideológicos no/do discurso político. Dissertação de Mestrado em Letras. Araraquara, SP. Reis Filho, D. A. & Sá, J. F. (1975). Imagens da revolução. Documentos políticos das organizações clandestinas de esquerda dos anos 1961-1971. Rio de Janeiro: Marco Zero. Robin, R. (1977). História e lingüística. São Paulo: Cultrix. Sargentini, V. (2010). As relações entre a Análise do Discurso e a História, em N. Milanez e N. R. Gaspar (org.) A (des)ordem do discurso, pp. 95-102. São Paulo: Contexto. Vários Autores (1996). Documentos do PCDOB. Guerrilha do Araguaia. São Paulo: Editora Anita Garibaldi. Israel de Sá. Doutorando em Linguística pelo Programa de Pós-Graduação em Linguística da Universidade Federal de São Carlos (PPGL/UFSCar), membro do Laboratório de Estudos do Discurso da UFSCar (LABOR/UFSCar) e bolsista da Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (FAPESP). Mestre em Linguística pela mesma instituição, realizou estágio de pesquisa entre os anos de 2012 e 2013 na Université Sorbonne Nouvelle – Paris 3, com estudos em História das Ideias Linguísticas e Análise do Discurso. Possui trabalhos e artigos publicados com ênfase no discurso político, observando produções de identidades de resistência e de memórias da ditadura militar 75 14 (1) brasileira; a articulação entre discurso, memória e identidade; as discussões em torno da semiologia histórica, tratando das dimensões linguageira, histórica e cultural do discurso. Correo electrónico: [email protected] Vanice Sargentini. Professora Associada do Departamento de Letras e do Programa de Pós-Graduação em Linguística da Universidade Federal de São Carlos e Coordenadora do Laboratório de Estudos do Discurso da UFSCar (LABOR/UFSCar). Doutora em Linguística e Língua Portuguesa pela UNESP/ Araraquara com Pós-doutorado (PDE/CNPq) na Sorbonne Nouvelle, Paris 3. Organizadora desde 2006 do Colóquio Internacional de Análise do Discurso (CIAD) no qual são discutidos temas que se articulam a seus interesses de pesquisa: teoria, métodos e objetos da Análise do Discurso; Semiologia, Discurso e história; Contribuições de M. Foucault aos estudos do discurso. Possui publicações na área dos estudos do discurso político, em especial sobre o papel da multimodalidade na produção dos discursos políticos na contemporaneidade. Correo electrónico: [email protected] 76 ARTÍCULO Las señales del cuerpo emocionado. Un entrelazamiento entre semiótica y análisis del discurso JOSEFINA VILAR ALCALDE Universidad Autónoma Metropolitana Resumen. Partiendo de la reflexión de Patrick Charaudeau sobre la emergencia de las emociones en los discursos enmarcados socialmente, el artículo propone incluir en el análisis del discurso los recursos del pensamiento semiótico, particularmente la operatividad de los signos indiciales porque permiten dar cuenta de la intención comunicativa del cuerpo emocionado. Palabras clave: discurso, semiótica, emociones. Resumo. Considerando a reflexão de Patrick Charaudeau sobre o surgimento das emoções em discursos socialmente enquadrados, o artigo propõe incluir na análise do discurso os recursos de pensamento semiótico, principalmente a operação de sinais indiciais que permitam entender a intenção comunicativa do movimiento de corpo emotivo. Palavras chave: discurso, semiótica, emoções. Abstract. Following Patrick Charaudeau’s reflections about the emergence of emotions in socially framed discourses, this article proposes that the analysis of semiotic resources should be included in discourse analysis, particularly the operation of indexical signs that allow for the identification of the communicative intention of the sensitive body. Key words: discourse, semiotics, emotions. Introducción Este artículo se concentra en una cuestión central planteada por Patrick Charaudeau (2011): ¿Pueden las emociones ser objeto de estudio específicamente del lenguaje a partir de una problematización discursiva? Charaudeau responde afirmativamente y lo ilustra mediante el análisis de la presencia de las emociones en el discurso populista. Nuestro autor empieza por distinguir el punto de vista del análisis del discurso de los de la sociología y la psicología, sea ésta la psicología social, la psicología diferencial o el psicoanálisis. El punto de vista de un análisis del discurso no puede confundirse totalmente ni con el de la psicología…, ni tampoco con el de la sociología… El análisis del discurso tiene como objeto de estudio el lenguaje en tanto que produce sentido en una relación de intercambio, que es en sí mismo signo de alguna cosa que no Recibido: 18 de septiembre de 2013 • Aceptado: 10 de febrero de 2014. ALED 14 (1), pp. 77-94 77 14 (1) está en él y de la cual es, sin embargo, portador. De ahí que el miedo, por ejemplo, no se ha de considerar en función de la manera en que el sujeto lo manifiesta por su fisiología, ni como una categoría a priori…, ni como el síntoma de un comportamiento colectivo…, sino como signo de lo que puede sucederle al sujeto por el hecho de que él mismo sería capaz de reconocerlo como una ‘figura’, como un discurso socialmente codificado que, como lo propone Roland Barthes [1984:254], le permitiría decir ‘¡Esto es justamente el miedo!’ o simplemente ‘¡Tengo miedo!’ Este punto de vista se asemejaría, entonces, al de la retórica de los efectos que está puesta en marcha por categorías del discurso que pertenecen a diferentes órdenes... en los cuales habría, entre otras cosas, una ‘tópica’ de la emoción que estaría constituida por un conjunto de ‘figuras’. Pero veremos que aunque este punto de vista concierne a la retórica, esta última debe ser completada por una teoría del sujeto y de la situación de comunicación (Charaudeau, 2011: 100-101). En otro lugar (Vilar, 2009) afirmé que ocuparse de la expresión de las emociones es una tarea que cae de lleno en los terrenos de la ambigüedad, y que es conveniente permanecer en ella el mayor tiempo posible a medida que la reflexión avanza. Cualquiera que intente una aproximación bibliográfica a este objeto constatará que es estudiado, no sólo por distintas perspectivas de la sociología y la psicología, sino también por la biología (Charles Darwin publicó en 1872 The expression of the emotions in man and animals) y las neurociencias, de lo cual me ocuparé más adelante. Esta situación implica encarar el estatuto de algunas oposiciones conceptuales que, desde mi punto de vista, no deben ser reducidas a un solo término. No creo que haya siempre que escoger entre sociología o psicología; tampoco entre ciencias sociales o ciencias de la naturaleza; y mucho menos entre semiótica o análisis del discurso. Desde mi perspectiva, el problema radica en avanzar en un punto de vista propio integrando enfoques distintos sin hacer que ellos pierdan su coherencia específica. De este estado de la cuestión se derivan algunos equívocos, como el uso que hace Charaudeau de la palabra lenguaje. ¿Alude nuestro autor sólo a la lengua hablada y escrita, o también a otros conjuntos de signos?, como pueden ser los que conforman “el lenguaje de los ojos” que el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE, 2014) incluye en la definición. En este caso, el equívoco consiste en estudiar el lenguaje verbal como el único que “produce sentido en una relación de intercambio”, ya que hay otros procesos semióticos que también llevan “alguna cosa que no está en los signos, de la cual son, sin embargo, portadores” (Charaudeau, 2011: 101). Por eso creo que las emociones sí deben ser consideradas por los signos icónicos expresados en su fisiología y también “como signos de lo que puede sucederle al sujeto”, es decir en tanto índices o señales de alguna cosa. De cualquier modo, estamos entonces en terrenos abonados por distintos enfoques semióticos y semiológicos, como son entre muchísimos otros, los de Peirce (1974), Greimas y Fontanille (1994) y Barthes (1984), citado éste último por Charaudeau. 78 Josefina Vilar A.: Las señales del cuerpo emocionado. Un entrelazamiento entre semiótica y análisis... 1. Intencionalidad, sistemas de creencias y representaciones sociales Del pensamiento de Patrick Charaudeau antes expuesto se desprende que los signos que se relacionan con la expresión de las emociones corresponden de alguna manera con el concepto de figura de la retórica clásica, la cual prescribe que la obligación del orador es conmover a su auditorio para convencerlo de algo. Se trata entonces de un cálculo y una puesta en escena. En esta retórica que Charaudeau llama de los efectos, expuesta por Aristóteles, Cicerón y Quintiliano, según anota Raul Dorra (2011: 149-196), las figuras son agrupadas por tópicos (τόποι), lugares comunes dispuestos en una serie de fórmulas y clichés. Una de estas series de figuras retóricas conforma lo que se conoce como la tópica de la emoción. Patrick Charaudeau (2011: 101) se interesa en lo que él llama los efectos de emoción presentes en el discurso advirtiendo que: No se perderá de vista lo que proponen esas otras disciplinas en la medida en que ponen en evidencia los mecanismos de la intencionalidad del sujeto, aquellos de la interacción social y la manera en que se construyen las representaciones sociales... Por lo tanto, quisiera basarme en los debates... que se han dado en esas diferentes disciplinas... De esos debates voy a extraer tres puntos que parecen tener consenso entre los sociólogos, los psicólogos sociales y los filósofos, y que me parecen esenciales para un tratamiento discursivo de la cuestión: las emociones son de orden intencional, están ligadas a los saberes de creencia y se inscriben en una problemáticas de la representación psicosocial. Es cuestionable que exista un consenso entre sociólogos, psicólogos sociales y filósofos sobre el tema que estamos tratando. Véase por ejemplo la aproximación fenomenológica de Jean-Paul Sartre (1994). Es cierto que la sociología y la psicología que estudian las acciones guiadas por intereses parten de la idea de una conciencia intencional. Se trata de un tema de primerísima actualidad, tanto para las neurociencias, como para el cognitivismo y la “filosofía de la mente” (Maturana, 2012; Solms y Turnbull, 2005). Sin embargo, me parece que el problema para la sociología y la psicología social tiene que ver, no sólo con el acceso a los datos, sino también con una insuficiente elaboración sobre las relaciones entre el aparato psíquico y el comportamiento social, particularmente en cuanto al estatuto de lo inconsciente. Dicha elaboración permitiría tomar partido sobre la conformación psicológica, neurológica o no, de las intenciones, los hábitos, las rutinas del pensamiento, los comportamientos sociales, etcétera. Como bien dice Charaudeau (2011: 101), el planeamiento de la retórica clásica tiene que “ser completado por una teoría del sujeto y de la situación de comunicación”, porque ¿de qué sujeto estamos hablando?, ¿del “individuo” de la psicología o del “actor” de la sociología del comportamiento? Creo que aquí cabe hacer referencia a Mijail Bajtín (1982: 248-293), para quien los componentes 79 14 (1) constitutivos del enunciado-discurso son tres y atraviesan siempre la totalidad del mismo: a) el hecho de estar siempre a la espera de una respuesta, b) el de incluir siempre una intención y c) el de que el enunciado es siempre expresivo. La espera de una respuesta es la característica principal de todo hecho discursivo. La observación sobre la alternancia entre el destinatario y el enunciante es en sí misma una teoría del sujeto. En ella, una primera intencionalidad del enunciado se corresponde con la aparición del dixit conclusivo que indica al “tú” que le toca convertirse en el “yo” del aparato formal de la enunciación (Benveniste, 1991: 82-90). Para Bajtín, esta clase de intencionalidad discursiva se manifiesta en una cierta expresividad relacionada con los juicios de valor y con los sentimientos. Avanzando en los postulados del formalismo ruso, Roman Jakobson (1963: 214-215), encuentra que todo acto de comunicación cumple con una o más de seis funciones, jerarquizadas en el acto a partir de una que es dominante porque cumple con la intencionalidad discursiva global señalada por Bajtín. Dos de estas funciones importan particularmente para el análisis de las emociones intencionales: la función emotiva y la función conativa o persuasiva. Michail Bajtín sostiene además que los enunciados adquieren su pleno sentido ligados a un sistema de géneros en una cultura dada, y que las características del enunciado se encuentran invertidas en el género, en el cual el estilo en buena medida se hace cargo de la expresividad, o sea de los sentimientos y los juicios de valor (Bajtín, 1982: 248-293). La pertinencia de tomar en consideración la problemática de los géneros es porque en ellos se distingue previsiblemente una carga importante de las intenciones, y porque ellos mismos conforman una parte no desdeñable del contexto de los discurso. Esta concepción coincide con la de Charaudeau (2003: 149-164), quien actualiza la problemática para explicar el discurso informativo en los medios de comunicación modernos. Por mi parte (Vilar, 2005), sostengo que los géneros del discurso se van forjando en los distintos campos socio-culturales: el político, el publicitario, el de la ficción, el académico, etcétera. Las apuestas, intereses e intenciones son distintos al interior de cada campo y de cada género. Convencer mediante una retórica de los efectos de la emoción interesa sin duda a los campos de la publicidad y de la propaganda política. En ellos los sujetos se dedican consciente y profesionalmente a montar puestas en escena estratégicas para provocar efectos particulares de emoción en los destinatarios. Pero creo que no se puede decir que todas las emociones son intencionales. 2. Una semiótica de las emociones Charaudeau plantea que: Se puede resumir este recorrido de las ciencias sociales modernas sobre el concepto de emoción de la siguiente manera: 80 Josefina Vilar A.: Las señales del cuerpo emocionado. Un entrelazamiento entre semiótica y análisis... Las emociones pertenecen a un ‘estado cualitativo’ de orden afectivo porque se derivan de un sujeto que experimenta y resiente estados eufóricos/disfóricos relacionados con su fisiología y sus pulsiones. Pero al mismo tiempo, las emociones pertenecen a un ‘estado mental intencional’ de tipo racional, dado que apuntan hacia un objeto que es figurado por un sujeto que tiene una visión del mundo, que juzga ese mundo por medio de valores que constituyen un consenso social, constituyen saberes de creencia en imaginarios sociodiscursivos que sirven como soporte disparador de un cierto cualitativo del sujeto y de una reacción en su comportamiento. Las emociones se encuentran, entonces, en el origen de un ‘comportamiento’ en tanto que se manifiestan mediante las disposiciones de un sujeto, pero al mismo tiempo están controladas (incluso sancionadas) por las normas sociales que provienen de sus creencias (Charaudeau, 2011: 107-108). Quedan así aceptadas las premisas del psicoanálisis y de las neurociencias de que las emociones pertenecen a un orden afectivo en la dicotomía primaria freudiana placer/displacer encarnada en la fisiología del cuerpo de los sujetos sociales. Sin embargo, a Patrick Charaudeau no le interesan demasiado estos “hechos científicos” y se traslada rápidamente a la consideración de que las emociones también son racionales en la medida en que apuntan a un objeto figurado por un sujeto que juzga el mundo de acuerdo a valores consensuados socialmente y a creencias imaginarias. Las emociones se encuentran entonces en la base del comportamiento, pero están controladas por las normas sociales que a su vez provienen de las creencias. Se puede afirmar, como bien dice Charaudeau, que las emociones son un asunto del cuerpo sensible. Son inefables en el sentido de que sólo pueden ser nombradas asumiendo el costo de perder su parte más importante: la mudanza sensorial y anímica del cuerpo que las percibe. En efecto, las emociones son un asunto del cuerpo, y describirlas mediante el lenguaje verbal o algún otro medio de representación simbólica implica haber dejado atrás, en términos del pensamiento de Charles Sanders Peirce (1974), los signos icónicos e indiciales con los que de manera fugaz sólo por momentos el arte consigue reproducirlas. Cuando nos empeñamos en explicarlas, penetramos en el orden de la Terceridad propuesto por este autor, propio del símbolo y el argumento hablado, del que me ocuparé más adelante. Para Peirce (1974), el ejercicio de la acción humana está dividido en tres grandes órdenes o dimensiones interconectados entre sí. El de la estética, que es el dominio de la experimentación sensorial y artística; el de la semiótica, que comprende el universo de todos los signos posibles; y el de la pragmática que se ocupa de la acción humana orientada a fines. Las emociones y las sensaciones son del orden de la estética, a la que también Peirce denomina “Primeridad” (Firtness) al “impulso ciego”, el que no está reprimido, En ella se ubican los signos icónicos: los que denotan al objeto que se representa a sí mismo. La “Segundidad” (Secondness) supone el encuentro de dos objetos 81 14 (1) dispuestos como reacción de la experiencia y corresponde a los signos indiciales: aquellos que apuntan a un objeto que no está incorporado al signo, como la nube que anuncia que va a llover, o una huella que revela el paso de un animal. La “Terceridad” (Thirdness) consiste en la elaboración simbólica producida exclusivamente por la cultura humana a través de los tiempos. Los símbolos por excelencia y los más poderosos son los del lenguaje verbal porque en ellos se puede argumentar, pero las imágenes pertenecen a un orden muy activo para la cultura y la imaginación. Volveremos más adelante con este modo de pensamiento terciario, pero resumamos antes que la intencionalidad pragmática de los signos peirceanos buscará provocar acciones correctas moralmente, justificadas cuidadosamente por medio de argumentos bien construidos. Cuando no es así, es porque la producción simbólica está tendiendo trampas al pensamiento por un uso deficiente de los procedimientos lógico-demostrativos. Vemos entonces que este tipo de abordaje considera tanto la emergencia espontánea de las sensaciones biológicas, como su uso estratégico con fines sociales y nos permite pensar en los dos o tres extremos del triángulo peirceano: las sensaciones, los signos y las intenciones. La expresión de las emociones se encuentra, entonces, en un cruce vital entre naturaleza y cultura, entre vida animal y vida humana, entre afección y espontaneidad, todo ello mediado por distintas clases de procesos semióticos. Las emociones son íconos de ellas mismas cuando se muestran en gestos y posturas del cuerpo de los sujetos. Las emociones también son índices de que algo está pasando o puede pasar, tanto al sujeto que las expresa, como al que las observa. Finalmente, las emociones son objeto de infinidad de elaboraciones simbólicas artísticas, publicitarias, científicas, etcétera. Estas consideraciones suscitan una serie de preguntas básicas: ¿Las emociones son una categoría a priori de la vida humana? ¿Son un síntoma que indica que algo está sucediendo o va a suceder? ����������������������������� ¿C��������������������������� uáles son los comportamientos emotivos aprobados o reprobados socialmente? ¿En qué medida y en qué situaciones se puede controlar las emociones? Pero, en última instancia, ¿cómo abordar estos sentimientos o sensaciones desde un punto de vista operativo para el análisis del discurso? Por lo pronto, del pensamiento de Patrick Charaudeau podemos extraer una primera conclusión a favor de la conveniencia de articular el pensamiento semiótico con el del análisis lingüístico del discurso porque los conceptos de objeto figurado y de imaginario social (imágenes imaginadas) han sido muy estudiados por distintas formas de aproximación semiótica. Sin embargo, la presuposición, correcta desde mi punto de vista, sobre el encadenamiento emociones-discurso-comportamiento requiere de ciertas precauciones pues, como dice Eliseo Verón (1996: 20): Los problemas metodológicos son extremadamente complejos porque se refieren a la conceptualización de procesos no lineales que llevan de las estrategias emer82 Josefina Vilar A.: Las señales del cuerpo emocionado. Un entrelazamiento entre semiótica y análisis... gentes identificables en los discursos... a las estrategias individuales de producción de sentido en la recepción de los individuos. Desde que introduje [en 1988] la distinción entre producción y reconocimiento, he insistido en el desfasaje entre ambos polos, y en la indeterminación relativa que caracteriza la circulación discursiva… una gramática de producción y varias gramáticas de recepción. Ahora bien, la indeterminación entre producción y reconocimiento es probablemente distinta de la indeterminación relativa entre niveles de análisis… que implica metodológicamente la intervención de procesos aleatorios... La situación definida por la imposibilidad de deducir el efecto de un discurso a partir de su análisis en producción, se parece mucho a una situación que hoy es conocida de los físicos que se ocupan de los sistemas complejos. El observador de un sistema alejado del equilibrio y próximo a un ‘punto de bifurcación’ es capaz de predecir la clase de fenómenos que podrá observarse después..., pero no la configuración específica que se producirá. Al respecto, Gutiérrez y Plantin (2010) plantean sus conclusiones con cuidado en cuanto al alcance de los efectos producidos por las estrategias argumentativas identificadas en el análisis que ellos hacen de las emociones. En los términos de Verón arriba citados, se trata de que del análisis “en producción” no se pueden inferir, pero sí predecir, las configuraciones de sentido que se establecerán en el polo de la recepción. En el caso de la emoción analizada en este spot, el miedo es construido tanto a partir de las imágenes, el sonido y el discurso verbal... Como señala Martín Salgado al hablar de la propaganda negativa: ‘Pese a las críticas la mayoría de los consultores políticos creen que un buen ataque puede ser el mensaje más eficaz para ganar las elecciones’... Este análisis trata de poner en ejecución un análisis fenomenológico de la argumentación que no recurre al término de falacia... El programa crítico hacia el cual nos orientamos sería más bien de inspiración brechtiana. Se trata, por el análisis, de producir un efecto de distanciamiento... frente a frente... Sostenemos que esta perspectiva abre vías para la educación (Gutiérrez y Plantin, 2010: 67). Esta posición parece acertada porque no podemos olvidar que el miedo es una emoción primaria que, en los animales y el hombre, induce hacia tres respuestas emocionales (Solms y Turnbull, 2005: 128, 135, 278). Una es la de estupor o parálisis que puede servir para pasar desapercibido y para preparar las otras dos respuestas del cuerpo emocionado: huir del enemigo o enfrentarlo por medio de la agresión. Si esto es así, sólo los estudios de la recepción revelarán, en el caso del miedo usado en la campaña electoral examinada por Gutiérrez y Plantin quienes decidieron: a) No salir a votar, quedarse quietos para controlar el miedo; b) Votar a favor de la opción sugerida por los spots; c) Reafirmar combativamente su decisión en contra de quienes elaboraron la campaña del miedo. Y es que no podemos olvidar que los televidentes saben más de lo que creen muchos analistas, no sea más que por pasar mucho tiempo mirando la pantalla. 83 14 (1) Es por eso que la campaña del miedo estudiada por Gutiérrez y Plantin tal vez avivó en algunos televidentes el rechazo y el hartazgo hacia un sistema de comunicación que los trata como a menores de edad, y en otros una salida a votar en contra del objeto que produce miedo. En otras palabras, tendríamos que separar el análisis de lo que consideramos la producción de efectos deseados por el sujeto productor del discurso, de los efectos producidos en los receptores según un análisis de su discurso y de su comportamiento. 3. La neurociencia de las emociones Pero, ¿qué son las emociones? Las definiciones varían, como para cualquier palabra, dependiendo del contexto en que es pronunciada. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (2014) dice que se trata de la “alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática”. También de “el interés expectante con que se participa en algo que está ocurriendo”. Su etimología se origina en el verbo latino emovere: remover, mover, sacudir, hacer salir. Estas definiciones nos llevan a reconocer que el cuerpo es el lugar privilegiado, tanto para sentir las emociones, como para expresarlas. En esta medida, se vuelve necesario acercarse a ellas sucintamente desde el punto de vista de de la neurobiología. Para esta disciplina, la experiencia de las emociones involucra conjuntos de sensaciones y de cogniciones conscientes e insconscientes que se mezclan con la percepción de las situaciones, y de esta manera influyen en el comportamiento de los sujetos. Se puede afirmar que la definición más exacta de las emociones proviene de la investigación reciente en las neurociencias que, en equipos interdisciplinarios formados por neurólogos y psicoanalistas, abordan el problema tomando en cuenta las hipótesis neurológicas de Freud, tal como es explicado por Solms y Turnbull (2005). Coincidiendo con la etimología de la palabra, estos autores explican que las emociones son procesos que salen del cuerpo (e-movere) en dirección a algún objeto (de deseo o de repulsión), o en sentido inverso, proceden de algún objeto y sacuden al cuerpo. Las emociones son... una modalidad sensorial dirigida internamente que ofrece información acerca del estado actual del yo corporal, en contraste con el estado del mundo exterior... Se trata de un sexto sentido: la sexta modalidad de los cualia, la que no proviene de ninguno de los cinco sentidos... Las emociones son el aspecto de la conciencia que queda si se eliminan todos los estímulos derivados del exterior... Son modalidades de percepción interna que se desplazan a través de ‘mapas del cuerpo’... Lo interesante es que los sistemas neuronales generadores de emoción del cerebro son idénticos a los que organizan el estado basal de la conciencia. Quizás la más importante de estas estructuras es la sustancia gris periacueductal (SGPA) [que] tiene una organización columnar vertical... dividida en dos tipos 84 Josefina Vilar A.: Las señales del cuerpo emocionado. Un entrelazamiento entre semiótica y análisis... generales [de columnas]: unas generan sensaciones agradables y otras generan sensaciones desagradables... Es importante anotar que dolor no es sinónimo de desagrado. [Éste último] denota un sentimiento emotivo... en tanto que ‘dolor’ es una submodalidad de sensación somática. La organización de las dos columnas de sustancia gris correspondería con el principio de placer y el principio de displacer de Freud... El aspecto perceptivo de las emociones tiene un efecto compulsivo... No podemos simplemente [sentirlas, sino que] nos hacen querer hacer algo... El aspecto motor de las emociones involucra procesos de descarga dirigidos hacia dentro y hacia fuera. En el primer caso, la experiencia de las emociones está acompañada de la liberación de hormonas, cambios de frecuencia cardiaca y respiratoria, vasodilatación y vasoconstricción, cambios en el flujo sanguíneo regional, etc. Externamente, las emociones se manifiestan de varias maneras: por medio de cambios en la expresión facial, enseñar los dientes, llorar, sonrojarse y cosas parecidas, pero también en comportamientos complejos como gritar, correr y golpear” (Solms y Turnbull, 2005: 107). Sobre este aspecto perceptivo y motor de las emociones-sensaciones, los autores señalan que, aunque no siempre es fácil distinguir a todas, algunos sucesos hacen sentir a todo el mundo prácticamente de la misma manera y provocan actuaciones de manera estereotipada, como si tuvieran un significado universal. Solms y Turnbull llaman “emociones básicas” a estas reacciones afectivas universales porque están relacionadas con un patrón de supervivencia de la especie humana que ha evolucionado pero que se encuentra muy arraigado en lo genotipos de la clase biológica de los mamíferos. Se trataría, entonces, no sólo de saberes sociales, sino también de saberes ancestrales y espontáneos arraigados en la naturaleza fisiológica humana. Charles Darwin sistematizó en 1872 una explicación biológica de la existencia de las emociones y para qué sirve expresarlas y es admirable cómo sus principales tesis siguen vigentes. Para él, “el discurso emotivo” (sic) obedece a la ley general de que un sentimiento es un estímulo para la actividad muscular (Darwin, 2009 [1872]: 35). La intención automática es la de defender a los miembros de la especie porque, cuando sobrepasa un determinado umbral, la emoción puede transformarse en acción corporal. Es por eso que, desde el punto de vista de la evolución, las emociones son útiles, lo cual explica que el mismo estado de ánimo se exprese con notable uniformidad en todo el mundo y confirma que la estructura corporal y la disposición mental en el género humano son heredadas filogenéticamente. Ello no impide, sin embargo, que la expresión de las emociones pueda ser aprendida mediante la repetición de ciertos hábitos. Un ejemplo de ello se observa en las rutinas de los animales domésticos que comunican a sus amos distintas calidades emocionales. Dado que estos patrones emocionales básicos pueden ser informados y explicados en el ser humano por informes verbales subjetivos, aparece el problema de dar cuenta cómo es en cada caso la articulación del lenguaje hablado con los 85 14 (1) signos que no lo son (íconos e índices según Peirce), signos que expresan los qualia sensoriales de los cuerpos emocionados y que, por medio de la empatía, reenvían a la reciprocidad sensitiva entre sujetos en un marco de interactividad. En efecto, las emociones son inteligibles intra e inter subjetivamente porque se expresan desde un sujeto para sí mismo y para otros sujetos. Por esta razón, pueden considerarse como una clase particular de fenómenos comunicativos que responden a reglas que podrían ser universales, o genéricas, a la vez biológicas y semióticas. 4. El triple orden de la semiosis social Existen diversas tradiciones de estudios semióticos que abordan el estudio de los signos de la emoción que pueden convenir a la disciplina del análisis del discurso. Mencioné al principio a Greimas (1994) que estableció una semiótica muy poderosa y preocupada por el aspecto sensible de los signos y por el cuerpo que los percibe y los siente, como explica Raul Dorra (1994). Dado que la semiótica de Charles Sanders Peirce suministra un estatuto fundamental al movimiento teórico que va de la sensación y la experiencia hacia la lógica y la semiótica para convertirse en acción pragmática, y que su teoría del funcionamiento tripartita de los signos (ícono, índice y símbolo) permite explicar en menor medida el abordaje de los estados emocionales. En adelante me remitiré a su propuesta de la cual se deduce la propuesta de Eliseo Verón, un sociólogo y semiólogo actual. A partir del pensamiento de Peirce, Eliseo Verón (1995: 222-223) ha elaborado una interesante propuesta sobre una dimensión particular de la interacción social, aquella que está soportada en las relaciones de los cuerpos de los sujetos en la escena social. Para aceptar o rechazar esta propuesta, es necesario entender el funcionamiento de los signos indiciales. Advierte Verón que en el estudio de los procesos de la semiosis social hay que tener cuidado en no establecer comparaciones entre materias definidas en un plano sensorial y materias que ya han sido investidas por un conjunto de reglas que las convierten en materias significantes, sobre las cuales se puede aplicar por otro nivel de reglas, como son las de la enunciación. En otras palabras, es necesario detectar lo que él llama operaciones trans-lingüísticas que vuelven disponibles a las sustancias naturales para recibir otros niveles de operaciones, a partir de los cuales se podrá estructurar el sujeto humano en el interior de la red socio-discursiva. Esta distinción es particularmente importante para descubrir las particularidades semióticas de los fenómenos llamados analógicos o icónicos. Para ello, dice Verón (1995: 222-223), habrá que superar una serie de binarismos habituales en las teorías de la comunicación, la semiología y la lingüística. Uno de ellos es la distinción entre códigos digitales (cuyo ejemplo más acabado es el lenguaje hablado) y códigos analógicos. Se suele entender con esta dicotomía que los primeros están constituidos por unidades discretas y combinables, 86 Josefina Vilar A.: Las señales del cuerpo emocionado. Un entrelazamiento entre semiótica y análisis... mientras que los segundos se desarrollan en materias significantes continuas en las que no emergen unidades claramente diferenciadas. Es como si la semiosis ocurriera entre, “por un lado los fenómenos propiamente lingüísticos (del orden del símbolo en la terminología de Pierce) y, por el otro... todo el resto” (Verón, 1988: 140). Para superar este binarismo, Verón propone reintroducir un tercer término: el índice, que no corresponde ni a lo arbitrario de los signos lingüísticos, ni a lo motivado de los fenómenos icónicos. El interés de los procesos indiciales es no corresponder a ninguna de esas dos categorías: el humo es con certeza un índice no arbitrario del fuego, pero no se le parece. Un índice es un signo que remite a su objeto no tanto porque tenga alguna semejanza o analogía con él, ni porque se le asocie con los caracteres generales que posee, cuanto porque está en conexión dinámica (comprendida allí la espacial) con el objeto individual, por un lado, y con los sentidos o la memoria de la persona para quien sirve como signo, por el otro. Los índices se pueden distinguir de los otros signos por tres rasgos característicos: en primer lugar, no tienen ninguna semejanza significante con sus objetos; en segundo lugar remiten a individuos, unidades singulares, o colecciones singulares de unidades; en tercer lugar, llaman la atención sobre sus objetos por ‘impulso ciego’... Dos campos fundamentales de la discursividad pueden ser tratados...: los comportamientos sociales en su dimensión interaccional y las estructuraciones de los espacios sociales, incluyendo entre estos a los sistemas de objetos; constituyendo la articulación entre ambos campos la materialidad significante de la semiosis social (Verón, 1988: 140-141). Con base en la conexión dinámica entre los índices, el objeto individual y las sensaciones (o la memoria de ellas) en la persona para quien sirve como signo (el interpretante en la semiótica peirceana), Verón procede a desarrollar un análisis de la significación de los gestos y las secuencias conductuales donde El nivel de funcionamiento indicial [el lazo existencial entre el signo y su objeto] es una red compleja de reenvíos sometida a la regla metonímica de la contigüidad: parte/todo; aproximación/alejamiento; dentro/fuera; delante/detrás; centro/ periferia; etcétera. El pivote de este funcionamiento, que llamaré la capa metonímica de producción de sentido, es el cuerpo significante. El cuerpo [del sujeto] es el operador fundamental de esta tipología de contacto, cuya primera estructuración corresponde a lo que Piaget llamaba el periodo sensomotriz anterior al lenguaje (Verón, 1988: 142). Así, el cuerpo del sujeto es significante en muchos sentidos porque es el eje en el que opera su percepción de sí mismo y de lo demás. La naturaleza y el funcionamiento de este cuerpo conforman una capa metonímica de producción de sentido que promueve el principio de similaridad (mímesis) y el de complementariedad. Esta última se produce en aquellas conductas que desencadenan otras de naturaleza diferente pero que tienen con las primeras un enlace específico de correspondencia. Se forman así relaciones de términos en pareja, tales como: dominación/dependencia; sadismo/masoquismo; 87 14 (1) exhibicionismo/voyerismo; temor/huida; etcétera. Es interesante, dice Verón (1988: 141-142), que todos los temas asociados con las zonas erógenas –intrusión, invasión, exclusión, eyección, retención– son complementarios. En segundo lugar, están los temas relacionados con la locomoción y la mecánica corporal: soporte, equilibrio, levantarse y caer, alcanzar, agarrar, etc. Una tercera categoría de temas complementarios es la que incluye asociaciones a los órganos de los sentidos: comprender, ignorar, prestar atención, etcétera. Otros dos temas importantes de interacción complementaria, muy estrechamente ligados entre sí y con los tres tipos arriba señalados (el de las zonas erógenas, el de la mecánica corporal asociada a la locomoción y el que está inscrito en los órganos de los sentidos), son las relaciones progenitor/niño y sujeto/territorio. Los temas de las zonas erógenas sin duda alguna están estrechamente ligados con los temas de las relaciones progenitor/niño y los temas del territorio deberían entenderse como una extensión del dominio del cuerpo. Cabe señalar que las emociones se presentan como una conmoción del cuerpo sensible. La capa metonímica de producción de sentido tiene inicialmente la forma de una red intercorporal de lazos de complementariedad. Esta red está constituida por reenvíos cuya economía reposa en la regla de contigüidad: el sentido de la conducta de demanda del niño se produce como reenvío a la conducta alimentadora o protectora de la madre (así como el sentido del comportamiento exhibicionista, por el que un cuerpo se muestra, se realiza en la mirada de otro cuerpo). Tenemos frente a nosotros un sistema de deslizamientos intercorporales, dinamizado por las pulsiones... Cada unidad de conducta pierde de este modo su univocidad ‘orgánica’ inicial y deviene el ‘lugar de paso’ de una pluralidad cada vez más compleja de reenvíos metonímicos (Verón, 1988: 143). Desde el lado de la interpretación, otro principio, el de equivalencia, pone en marcha operadores que permiten procesos de abstracción y generalización que estructuran niveles parcialmente diferenciados del cuerpo presente físicamente. Ahora bien, el tejido inter-corporal, es decir, los reenvíos sígnicos entre los cuerpos de los sujetos en el acto de comunicación, no contiene huellas de estas operaciones, porque no puede haber en él actividad metalingüística propiamente dicha. Sólo la lengua, gracias a su linealidad, es decir al grado limitado de su libertad para significar, conserva en ella misma las operaciones que la constituyeron. Por el contrario, la materia significante de esta trama inter-corporal tiene muchos grados de libertad para comunicar. En ella descansa en gran medida la posibilidad de los medios de comunicación audiovisual para connotar muchos significados no verbales. Es interesante advertir que el cuerpo y los objetos no soportan únicamente los comportamientos indiciales y metonímicos, sino que también sostienen una función de quali-signo icónico, en tanto se representan, se figuran a “sí mismos”, sin un segundo término, sin ningún “otro”. Eso pasa con el sentimiento 88 Josefina Vilar A.: Las señales del cuerpo emocionado. Un entrelazamiento entre semiótica y análisis... producido al escuchar un pedazo de música que es el signo de ese pedazo de música, o con un olor a rosa que no reenvía a nada más que a ese olor a rosa. Las múltiples combinaciones posibles entre el signo icónico y el indicial, hacen que en los cuerpos significantes, tal como quedaron antes definidos, exista una indiferencia a la contradicción y una confusión posible entre significado y significante. Todo ello es propio de los procesos que el psicoanálisis llama primarios, cuyas características “son inevitablemente las (...) de todo sistema de comunicación entre organismos que sólo pueden utilizar la comunicación icónica. Esta misma limitación es la del artista y del que sueña, así como del mamífero pre humano y el pájaro.” (Verón, 1988: 146). En el tejido multidimensional de redes de reenvíos inter-corporales, ciertos trayectos serán prohibidos y ciertas secuencias serán privilegiadas. De este sometimiento del cuerpo a la ley social por la intervención masiva del lenguaje, surge la imagen del cuerpo propio (en el sentido de “pertenencia” y de “corrección”). Así, el sujeto está hecho al fin y al cabo de los tres órdenes de la semiosis social: el icónico, el indicial y el simbólico, tercer término este último que interviene en virtud de la enunciación de una regla, una ley, o una asociación de ideas generales. Se podría decir que el surgimiento de la cultura y la constitución del lazo social se define por la transferencia de estos tres órdenes sobre soportes materiales autónomos en relación con el cuerpo significante: desde el arte rupestre de la prehistoria hasta los medios electrónicos, la cultura implica un proceso por el cual materias significantes distintas del cuerpo son investidas por los tres órdenes del sentido. El extraordinario dinamismo de las pinturas primitivas [está marcado] por el tejido metonímico del contacto; lo que así se representa no es sólo analógico sino también (y quizá sobre todo) el sistema de relaciones metonímicas que inviste los lazos entre el hombre y los animales. La presencia de los tres órdenes en cualquier discurso proviene del hecho de que el sujeto significante es el invariante universal, podríamos decir, del reconocimiento del sentido (Verón, 1998:149). 5. Un ejemplo de análisis de índices, íconos y símbolos La compleja explicación que antecede esta red metonímica inter-corporal del discurso nos lleva a concluir sobre la importancia y la dificultad de interpretar las intenciones de quienes componen mensajes para impresionar a sus destinatarios, y a advertir que la tópica de la retórica de los efectos conmovedores mencionada por Charaudeau (2011: 110), puede dejar escapar señales muy reveladoras, aunque no hayan sido intencionalmente expuestas. Tal es el caso de la imagen en el texto que reproducimos a continuación, en la que el propósito consciente de informar sin palabras pertenece sin duda al fotógrafo que captó la instantánea, pero no sabemos en qué medida lo fue para el personaje político fotografiado que muestra un gesto de desagrado y desaprobación. 89 14 (1) A pesar de su aparente simplicidad, la composición de esta página aparecida en El País Semanal (EPS) el domingo 20 de enero de 2013 es bastante compleja. Por eso sostengo (Vilar, en prensa), apoyada en Verón (1998) citado arriba, que el análisis del discurso debe ser trans-lingüístico. La reproducción electrónica no es idéntica a la que apareció impresa pero conviene a los fines de la exposición de este mini análisis semiótico-discursivo y se la puede encontrar en http://elpais.com/elpais/2013/01/16/eps/1358339194_910668.html. 90 Josefina Vilar A.: Las señales del cuerpo emocionado. Un entrelazamiento entre semiótica y análisis... En el soporte en papel, EPS presenta siempre, salvo casos de excepción, en una página fija de la revista, una foto periodística interpretada por Juan José Millás. Las palabras LA IMAGEN, escritas en la parte superior izquierda de la página, en mayúsculas con un tipo de letra distinto y más chico que las del resto del artículo, indican que se trata de una columna fija, es decir, de un género del discurso periodístico. Al título de la columna le sigue, abajo y centrado, escrito en mayúsculas muy grandes, el título que el autor da a su colaboración semanal, que en este caso es: SINTAXIS FACIAL. Como todo título, se trata de una interpretación condensada, en este caso, de la fotografía del rostro de la Vicepresidenta del Gobierno español. El enunciado mínimo del título ironiza sin duda sobre la expresión ¿involuntaria? del personaje retratado. Siguen abajo dos renglones que interpretan con palabras de manera sintética porqué a la Vicepresidenta “se le torció el gesto” y funcionan como anclaje entre el título del artículo y la imagen fotográfica. En el centro de la página, ocupando dos terceras de la misma, aparece “el atractivo visual” de la colaboración semanal de Millás, que es siempre una foto periodística que capta un instante de la vida social. La relación entre la imagen que “habla por sí misma” (signo icónico) y la interpretación escrita del autor de la columna (elaboración simbólica) es la pieza clave de esta columna de opinión. Se trata casi siempre de una fotografía periodística seleccionada por ser muy expresiva por sí misma. El 20 de enero de 2013 ocupó un tercio de la página impresa y es seguida por una explicación escrita desarrollada en dos párrafos, cada uno de ellos seguido por una breve coda o estribillo (llamado colofón en la jerga periodística). Es importante reparar en todos estos detalles del formato editorial porque, por un lado, responden a rutinas y hábitos profesionales que permiten a los medios programar y emitir un discurso reiterado en sus aspectos formales, y a los receptores, reconocer y anticipar los contenidos y las formas de ese discurso, todo lo cual tiene que ver con el establecimiento de géneros y formatos. En los dos párrafos escritos que siguen a la foto, Millás interpreta de manera simbólica, es decir, argumenta por medio de la lengua escrita, lo que él piensa que manifiesta o indica la cara de la protagonista de la fotografía. Se trata de un análisis icónico e indicial no académico vertido en la linealidad propia de la lengua donde el sujeto de la enunciación (el autor de la columna) puede inscribirse sin ambages. Para él, el rostro retratado muestra paciencia contenida, insulto silencioso, interrogación insolente y desagrado que pone en duda la salud mental de su interlocutor (el periodista que, en una rueda de prensa, le hace preguntas). Es interesante constatar que el capítulo que Darwin (2006: 239-260) dedica a la expresión del desdén, el desprecio, el disgusto, la culpabilidad, el orgullo, la impotencia, la paciencia, la afirmación y la negación corresponde punto por punto con la interpretación de Juan José Millás sobre el rostro de la Vicepresidenta del Gobierno español. Con este ejemplo cuyo 91 14 (1) análisis está respaldado por nociones teóricas de, entre otros, Charles Darwin, se puede constatar que los signos icónicos e indiciales de las emociones, sean estas espontáneas o intencionales, se entienden de manera universal. Pero quedan más puntos que analizar sobre las intenciones diferenciadas y diferidas de la fotografiada, el fotógrafo, el autor de la columna y el consejo de redacción de EPS. Uno de ellos es la opinión de los lectores miradores de imágenes asiduos a la revista, pero podemos deducir que coinciden con la de Juan José Millás. Otro aspecto que faltaría tomar en cuenta es que el periodismo de opinión política, y cualquier género o macro género del campo periodístico, opera siempre a través de una red de reenvíos, implícitos y presuposiciones, manejados en una lógica informal, que sólo los que forman parte de este campo, ya sea como productores del discurso o como consumidores asiduos, pueden entender. Basada en mi lectura reiterada de la prensa española, interpreto en el ejemplo analizado que Juan José Millás alude sin nombrar al titular del Gobierno español actual, Mariano Rajoy, que acostumbra afirmar negando para confundirlo todo. Por eso, ante la insistencia de algún reportero por mayor claridad, se supone que la vicepresidenta no puede más que preguntar sin palabras ¿Es usted idiota o qué?, actitud agresiva y táctica política que pudiera haber dejado de ser efectiva pues, en el mes que se tomó esta foto (septiembre de 2013), la expectativa de voto para el Partido Popular empezó a sufrir una caída espectacular. En cualquier caso, parece ser que la expresión de las emociones puede construir por sí misma un discurso más indicial que lingüístico, y más verdadero cuando no es estratégico, porque “el cuerpo nunca miente” según la máxima, de John Ray (naturalista inglés que vivió en el siglo XVII). Esto explica la habilidad de los actores del teatro, el cine y la televisión que son capaces de apropiarse de las emociones de sus personajes, de sentirlas en su propio cuerpo y de transmitirlas así a los espectadores. Nos encontramos entonces con la puesta en escena para producir efectos de emoción que persigan fines nobles o artísticos, o que se basen en intenciones persuasivas no tan nobles, sobre todo políticas o comerciales. 6.Conclusiones Traté en este artículo de mostrar que la disciplina del análisis del discurso cumple mejor sus objetivos cuando incluye entre sus presupuestos y métodos consideraciones de orden semiótico. Esto es así porque el discurso no está hecho sólo de palabras sino que descansa en soportes materiales cuya densidad cultural y física debe ser tomada en cuenta. En este sentido, el hecho de que las emociones se producen en el cuerpo sensible de los sujetos y que son expresadas como íconos de sí mismas y como índices de otra cosa, constituye una dimensión socio-semiótica-discursiva que no debería ser relegada. Por eso, 92 Josefina Vilar A.: Las señales del cuerpo emocionado. Un entrelazamiento entre semiótica y análisis... aunque el mayor apoyo teórico proviene de Peirce, expuse el pensamiento de Eliseo Verón sobre la red metonímica de los cuerpos significantes, ya que en esta red descansan las operaciones discursivas de la comunicación humana en general y de los medios audiovisuales en particular. Finalmente, pienso que la expresión de las emociones forma parte de una intencionalidad compleja que, a lo largo de una línea imaginaria, se inicia con la expresión no controlada del cuerpo sensible y llega hasta la elaboración de usos estratégicos muy sofisticados, perversos casi siempre en el campo político, pero maravillosos a veces en el campo de la producción artística. Referencias bibliográficas Bajtín, M. (1982). Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI. Barthes, R, (1984). Fragmentos de un discurso amoroso. México: Siglo XXI. Benveniste, E. (1991). El aparato formal de la enunciación. Problemas de lingüística general II. México: Siglo XXI. Charaudeau, P. (2011). Las emociones como efecto de discurso. Versión, 26: 97-118. Charaudeau, P. (2003). El discurso de la información. La construcción del espejo social. Barcelona: Gedisa Editorial. Darwin, C. (2009 [1872). La expresión de las emociones. Navarra, España: Editorial Laetoli. Dorra, R. (2011). La casa y el caracol. Materiales sensibles del sentido (2). México: Plaza y Valdés. Greimas, A. J. y Fontanille, J. (1994). Semiótica de las pasiones. De los estados de cosas a los estados de ánimo. México: Siglo XXI. Gutiérrez, S. y Plantin, C. (2010). Argumentar por medio de las emociones: la campaña del miedo. Versión. 24: 41-69. Jakobson, R. (1963). Essais de linguistique générale. Paris: Les Éditions du Minuit. Maturana, H. (2012). Del ser al conocer. Santiago de Chile: Lom Ediciones. Millás, J. J. (2013). Sintaxis facial. El País Semanal, 16 de enero de 2013. Disponible en: http://elpais.com/elpais/2013/01/16/eps/1358339194_910668. html Peirce, C.A. (1974). La ciencia de la semiótica. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión. Sartre, J. P. (2005 [1945]). Bosquejo de una teoría de las emociones, Madrid: Alianza Editorial. Solms, M. y Turnbull, O. (2005). El cerebro y el mundo interior. Una introducción a la neurociencia de la experiencia subjetiva. México: Fondo de Cultura Económica. Verón, E. (1988). 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Doctora en Lingüística en su primera formación, se ha ocupado de las dimensiones económicas, políticas y legales de los medios de comunicación, entendidos principalmente como industrias de la cultura, y también de la configuración material de sus discursos desde el punto de vista semiótico. Actualmente lleva a cabo una investigación titulada El cuerpo significante: expresión somática y verbal. Correo electrónico: [email protected] 94 Reseñas PARDO ABRIL, NEYLA GRACIELA (2012). Discurso en la web: pobreza enYouTube. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. IECO. 348 pp. ISBN: 978-958-761-271-4. No es la primera vez que reseñamos un trabajo de la profesora Neyla Pardo. Muchas y muy meritorias han sido las contribuciones que ha hecho a la lingüística moderna, en especial a un tema que trasciende las épocas y las modas, o las escuelas y las formas: el análisis del discurso. Un trabajo que va más allá de intuiciones y de simples estructuras, para convertirse en el eje de la investigación científica del lenguaje, de su producción, de sus efectos. La trayectoria de ella es suficiente demostración para explicar la razón por la cual hacemos este comentario. Es el momento de recordar sus libros ¿Cómo hacer análisis crítico del discurso? Perspectivas latinoamericanas (2007a); Discurso, impunidad y prensa (2007b); ¿Qué nos dicen?, ¿Qué vemos? ¿Qué es… pobreza? Análisis crítico de los medios (2008) entre otros trabajos publicados en revistas colombianas y del exterior. Así, el sugestivo libro Discurso en la web: pobreza en YouTube, que publicó el Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura IECO de la Universidad Nacional de Colombia y en el que participaron Claudia Gabriela D’Angelo y María Laura Pardo con un capítulo cada una, es un trabajo revelador porque ofrece la oportunidad de polemizar sobre un análisis del discurso en el que es evidente la presencia de un nuevo texto –o hipertexto– con una presencia de la imagen que supera, en buena medida, los significados que todos frecuentábamos en los anteriores procesos de comunicación, y que en estos tiempos se convierte en una ruptura con el “viejo” discurso: Desde el punto de vista teórico, este libro pone en relación el sistema conceptual de los estudios críticos del discurso, los aportes que se han elaborado sobre los medios, especialmente de la Web en tanto tecnología y espacio de construcción de saberes sociales, y los desarrollos de la psicología social y cognitiva, para abordar representaciones que se proponen sobre la pobreza en un medio interactivo como YouTube” (p. 12). Es preciso tener en cuenta dos puntos esenciales en los estudios lingüísticos: el acucioso y orientador papel que cumple la psicología social y cognitiva y los estudios críticos del discurso. Ya Neyla Pardo Abril en su libro ¿Cómo hacer análisis crítico del discurso? (2007a) había sugerido una serie de principios del análisis que, en este libro que estamos reseñando, se observan con claridad. Esta autora afirma que 95 14 (1) los planteamientos de Bajtin, Lotman y Barthes establecen la ruta para, en primer lugar, integrar el texto en relaciones múltiples con el sistema de la cultura y la sociedad, con lo cual se supera la visión restringida del lenguaje esbozadas en el estructuralismo clásico. En segundo lugar, el estudio del texto crea la necesidad de un punto de vista interdisciplinario, que vaya más allá del simple componente lingüístico y que dé cuenta de los vínculos entre texto y contexto. La complejidad de las múltiples relaciones entre el texto, la cultura y la sociedad requiere la conjunción de categorías y recursos de diferentes disciplinas, pues cada una de estas áreas incumbe a dominios del saber diferenciados. En tercer lugar, se establece el carácter multisígnico del texto, al reconocer no solo que está constituido por códigos verbales, sino por otras expresiones sígnicas (p. 29). He ahí la importancia de este trabajo que la autora ya había empezado a proponer en artículos y libros publicados hace un tiempo. Aquí es preciso resaltar que es básico, en el análisis del discurso, integrar el texto en las relaciones con el sistema de la cultura y la sociedad. Y creo que con mayor razón si se trata del discurso en la Web. Además de las implicaciones que tiene este entramado de códigos, se añaden los elementos propios de la nueva y avanzada tecnología, que agregan al lenguaje dispositivos que antes los estudiosos no habían considerado. El papel que juega en el análisis del discurso una pantalla, los hipervínculos y otras, a veces numerosas, herramientas de la Web es inimaginable. Es imperiosa la lectura de este libro, que consiste de ocho capítulos, seis escritos por Neyla Pardo Abril, uno por Gabriela D’Ángelo y uno por María Laura Pardo. Los títulos de cada capítulo permiten al lector una comprensión general del trabajo: 1. De los estudios críticos del discurso a los estudios críticos del discurso multimodal. 2. Hacia la caracterización del discurso mediático contemporáneo: aproximaciones a YouTube. 3. Epistemología del estudio de la pobreza en YouTube. 4. Procedimiento alternativo: método de análisis del discurso audiovisual, capítulo escrito por Claudia Gabriela D’Angelo. 5. Representación de la pobreza en YouTube. Discursos hegemónicos. 6. Representación de la pobreza en YouTube. Discursos contra-hegemónicos. 7. Asociación discursiva entre pobreza y delito en un programa televisivo reproducido en YouTube, escrito por María Laura Pardo. 8. Conclusiones. El primer capítulo examina las razones que este nuevo enfoque presenta para reconocer que el conocimiento ha recibido, en especial de los medios masivos de comunicación, aportes fundamentales para las reflexiones científicas, académicas y técnicas, que han permitido nuevas y valiosas consideraciones en los campos de la política, la economía y la cultura que prueban otras formas de acción e interacción. En el segundo capítulo se hace una correlación entre el discurso mediático moderno, las dinámicas sociales de la globalización y los resultados sociales y culturales de la construcción de significado. Se relacionan esas “oposiciones entre lo local y lo global, lo nacional y lo internacional, los espacios y los tiempos, lo público y lo privado, y los principios de autonomía y heteronomía”, que “inciden sobre el papel que desempeñan las tecnologías 96 Reseñas de la información y la comunicación en la vida social” como se indica en el prólogo (p. 14). En el tercer capítulo se precisa la ruta de exploración en el marco de la posición epistemológica adoptada. Allí se reconoce la incidencia del sujeto en el proceso investigativo que ayuda a descubrir el conjunto de observaciones sobre un fenómeno social común, reflexiones con las cuales se reconstruyen los puntos de vista, los saberes y las herramientas metodológicas que requiere quien investiga. En el capítulo cuatro, Gabriela D’Angelo, como una alternativa para el análisis del discurso audiovisual, propone un método inspirado en los programas de edición cinematográfica y en la escritura musical. La propuesta es compatible con otras herramientas de análisis lingüístico que se pueden utilizar de manera complementaria para abordar, de manera inductiva, distintos aspectos discursivos. En el quinto capítulose trabajan los recursos y estrategias que se obtienen y usan en el corpus, para dar cuenta de fenómenos como la pobreza, el racismo, la corrupción y la segregación. Luego, en el sexto capítulo se resaltan los discursos contra-hegemónicos, sobre todo porque “se visibilizan las experiencias de algunos de los actores que han sido históricamente silenciados y excluidos de los procesos de toma de decisiones” (p. 16). El capítulo séptimo, escrito por María Laura Pardo, se enfoca en la asociación discursiva que se produce entre pobreza y delito en un programa de televisión que luego es reproducido en YouTube. Analiza la jerarquización de la información mediante el método sincrónico-diacrónico, de su autoría, y distingue entre focos que se dan en la oralidad de los actores que participan del programa y el modo en que la televisión presenta dichos focos en la versión gráfica que realizan en el programa. En el capítulo final, en las conclusiones que conforman el capítulo ocho, vale la pena resaltar esta preocupación que recoge Neyla Pardo: La integración tecnológica que caracteriza a los procesos comunicativos redunda en la posibilidad de almacenar, modificar y distribuir grandes cantidades de información, lo cual permite explicar y comprender la multimedialidad que acelera y amplifica los procesos de construcción de significado. La conjunción de modos, articulados a las posibilidades sensoriales, evidencia la forma como los sistemas de signos que constituyen los discursos se fusionan para construir tejidos de significados. La apropiación de recursos como el color, la imagen, la línea y el sonido, entre otros, junto con el desarrollo e integración de múltiples tecnologías incrementa las potencialidades semióticas de los actos discursivos y, en consecuencia, amplifica sus efectos cognitivos(p. 299). Esta breve reseña ha sido apenas un esbozo para incitar a la lectura de Discurso en la web: pobreza en YouTube. Es, insisto en ello, un novedoso trabajo en el que podemos ver el rigor académico y la disciplina de sus autoras, y de paso, es el resultado de un proceso de investigación efectuado entre dos 97 14 (1) lingüistas argentinas y una colombiana, expertas en el análisis del discurso, que han trabajado en el marco de un convenio interinstitucional entre la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad de Buenos Aires, articulado con la Red Latinoamericana de Análisis del Discurso sobre la pobreza, REDLAD. Se trata de una obra que debemos explorar y aprovechar para nuestras labores académicas, y extendemos a Neyla Pardo, a Claudia Gabriela D’Angelo y a María Laura Pardo, nuestro agradecimiento, pues tenemos aquí una herramienta inestimable para comprender en “toda su dimensión” a la Web y a los medios de comunicación que quieren hacernos ver significados distintos de los que, en realidad, tiene el discurso cotidiano que transmiten. Este es un método de análisis para volver a “leer entrelíneas”, y considerar otras dimensiones del lenguaje oficial. Antes de cerrar, es importante agregar que el libro acaba de tener una segunda edición (2014), que está disponible en tres formatos, papel, IPD y digital, lo cual es una buena señal de la recepción que ha tenido esta obra. Referencias Bibliográficas Pardo Abril, N. (2007a). Cómo hacer análisis crítico del discurso. Perspectivas latinoamericanas. Santiago de Chile: Frasis. Pardo Abril, N. (2007b). Discurso, impunidad y prensa. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Pardo Abril, N. (2008). ¿Qué nos dicen? ¿Qué vemos? ¿Qué es… pobreza? Análisis crítico de los medios. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Luis Fernando García Núñez Universidad Externado de Colombia [email protected] y [email protected] 98 Reseñas PETRI, VERLI E DIAS, CRISTIANE (2013). Análise do discurso em perspectiva: teoria, método e análise. Santa Maria: Ed. da UFSM, 312p. ISBN: 9788573911947 O livro Análise de discurso em perspectiva: teoria, método e análise apresenta, em seu conjunto de textos, ampla reflexão sobre os desdobramentos e as perspectivas da Análise de Discurso desenvolvida no Brasil, como destacam as organizadoras, Verli Petri e Cristiane Dias, na introdução da obra, que é resultado do I Seminário Interinstitucional de Análise de Discurso, ocorrido na Unicamp, no inverno de 2011. O evento reuniu especialistas em Análise de Discurso de diversas instituições brasileiras, os quais, além da homenagem a Eni Orlandi –autora que trouxe a Análise de Discurso para o Brasil e formou inúmeros pesquisadores –, procuraram mostrar como a Análise de Discurso afeta o próprio analista e o constitui enquanto sujeito. Os textos, de um modo geral: i) apresentam percursos de análises de diferentes materialidades simbólicas; ii) explicitam a maneira como a teoria discursiva foi se constituindo no Brasil, a partir da década de 70; e iii) refletem acerca do funcionamento do político na linguagem, do discurso como materialização da ideologia, da institucionalização e circulação de sentidos. A obra é dirigida aos que se interessam pela Análise de Discurso construída por Michel Pêcheux e por seus desdobramentos no Brasil, especialmente, pelos trabalhos de e coordenados por Eni Orlandi –ou, de algum modo, por uma “AD orlandiana”, como nomeia Scherer (p. 253)–, com questões próprias colocadas pela realidade brasileira. Uma AD que tem, ainda, “repercussões importantes na própria França e na América Latina.” (p. 7). Estruturada em cinco partes – I. Ciência, política e tecnologia; II. A urbanidade em diferentes materialidades discursivas; III. A produção de sentidos no ensino; IV. O sujeito no e do discurso; V. A formação da nação e as diferentes formas de institucionalização do saber –, a obra se sustenta em “sua consistência teórica e analítica” e possibilita ao leitor “percorrer filiações, desdobramentos e perspectivas da Análise de Discurso a partir de trabalhos de um grupo que considera o político na linguagem, o discurso como materialidade da ideologia” (p. 20). A parte I é formada por textos que tratam de noções que constituem o fazer do analista de discursos na contemporaneidade, a saber: a política, a ciência e a tecnologia. O texto Uma tautologia ou um embuste semântico-discursivo? Ainda a propaganda de Estado: país rico é país sem pobreza, de Eni Orlandi, abre a seção com uma reflexão sobre o efeito metafórico de “País rico é país sem pobreza”. A autora se ancora na relação entre o efeito de pré-construído e o efeito de sustentação, proposto por Pêcheux (1975), para desconstruir o enunciado, apontar os deslizamentos de sentidos e marcar o jogo da deriva, a partir de uma situação discursiva específica, uma propaganda do governo sobre educação. Em O funcionamento do movimento pendular próprio às análises discursivas na construção do “dispositivo experimental” da Análise de Discurso, 99 14 (1) Verli Petri tece considerações sobre o funcionamento do dispositivo teórico-analítico da Análise de Discurso no Brasil, a partir da metáfora do pêndulo. A autora se sustenta em duas expressões para conduzir suas reflexões: i) a de que “a Análise de Discurso é uma disciplina de entremeio”; e ii) a de que o dispositivo teórico-metodológico da Análise de Discurso se constrói num movimento pendular entre teoria e análise” (p. 40). O “dispositivo experimental” a que Petri se refere diz respeito às experiências de análise que constituem cada analista de discurso, já que a disciplina não propõe uma aplicação, mas de-pende de olhar(es) singular(es) sobre o objeto, movimento pendular que se dá no ir e vir da teoria para análise. No texto Linguagem e tecnologia: uma relação de sentidos, Cristiane Dias discute a relação linguagem-silêncio, a questão da progressão do silêncio para a verbalização e o modo como a tecnologia vem se inscrevendo, discursivamente, na história. A tecnologia é tratada pela autora como lugar de produção de discursos e de relações de poder que atuam fortemente no “modo de construção das sociedades, no que concerne ao seu aspecto político, econômico e ideológico.” (p. 50-51). Sem perder de vista a relação pensamento-linguagem-mundo, Dias aponta que a ideologia da comunicação se estabelece na relação linguagem e tecnologia, pela “tecnologização da palavra” (Ong, 1998), de maneira que a tecnologia vai se constituir como um campo de questões, de produção de discursividades em que a “unidade do sentido e do novo se afirmam.” (p. 52). Na parte II, as abordagens apresentam os diversos modos de discussão sobre a instância urbana. O texto de José Horta Nunes, intitulado A urbanidade em diferentes materialidades discursivas, abre a seção com uma reflexão sobre o imbricamento dos movimentos nas redes sociais e nas ruas. O material analisado pelo autor para compreender o modo de (não) organização desses movimentos foi recortado, em sua maioria, de sites relacionados às marchas urbanas –“da Maconha”, “da Liberdade” e “das Vadias”– ocorridas em maio e junho de 2011. Do real ao virtual, ou das telas às ruas, as análises “nos conduzem a repensar o funcionamento político das posições mediadoras, na medida em que a figura do porta-voz tende a ser apagada como mediadora entre o Estado e os grupos e movimentos sociais” (p. 82), conclui Nunes, de maneira que, no enredamento da globalização, há silenciamentos. Em Discurso em circulação e acontecimento: descrever montagens discursivas no tempo presente, Rejane Vargas analisa o par designativo comunidade/favela com base na proposta da noção pecheuxtiana de montagem discursiva (MD). A autora constrói sua reflexão em torno do recorte do corpus –de discursos que, em sua maioria, circulam na rede eletrônica– como fragmento de um acontecimento, e assinala, ancorada na ideia de “instância dinâmica” das sequências discursivas (Courtine, 2009), a equivocidade do par comunidade/favela. Maria Cristina Leandro Ferreira, no texto O corpo enquanto objeto discursivo, aborda a arquitetura do corpo, tomando-o como “categoria analítica, como artefato teórico, como materialidade significante” (p. 99) no tempo e no espaço. A autora traça um percurso teórico desde a civilização grega 100 Reseñas até a contemporaneidade e aborda o corpo na dimensão do político, marcando a aproximação entre o olhar da psicanálise, o corpo como afetado pela linguagem, e da análise do discurso, o corpo como processo de construção pelo/no discurso. Como “lugar de observação do sujeito” (p. 99-100), o corpo pode ser olhado/visto, no espaço, pelo analista de discurso que pretende entender a(s) falta(s) do sujeito, destaca Leandro Ferreira. No texto Sujeito e espaço: na Paulista, “tá dando pra se viver”?, Marcos Barbai desenvolve uma reflexão acerca da cidade como espaço de significação do sujeito, elegendo como corpus de análise uma cena na Avenida Paulista, lugar em que, simbólica e imaginariamente, “sujeito e espaço são configurados, falados e determinados.” (p. 112). Ao analisar o material, Barbai aponta a câmera como uma tecnologia que produz ordem, vigilância, cenas fabricadas, enfim, uma “nova forma de territorialismo” (p. 118), silenciando a opacidade. No último texto desta seção, Rimas e telas: a rua no (dis)curso, Eliana Almeida toma objeto de discussão uma poesia (“A rua das rimas”) e um videoclipe (“Rua das rimas”) para refletir sobre “a rua pela arte em relação ao sujeito” (p. 121). No processo de análise, a autora enfatiza que: i) na poesia, a língua potencializa-se e cria “uma rua de palavras que a (des)compõe.” (p. 124); e ii) no videoclipe, a rua é esteticamente significada na materialização dos sentidos interditados pelo urbano. Na parte III, os capítulos refletem sobre a institucionalização, ou não, de um saber científico/linguístico e os diferentes modos de ensinar a língua no espaço escolar e na sociedade em rede. O primeiro texto, de Claudia Pfeiffer, intitulado Língua e sujeito na escola, trata da emergência do sentido, da sua estabilização na memória da sociedade e sua circulação na escola, a partir da discussão sobre o lugar da argumentação no ensino e sobre a retórica. Sérgio Augusto Freire de Souza, no texto Para quem é o discurso pedagógico?, discorre acerca do discurso pedagógico sob a perspectiva da linguagem e dos ecossistemas comunicacionais. Quatro pontos são relevantes nessa abordagem: o sujeito, a sociedade em rede, a tipologia discursiva e a escola. Para o autor, a sociedade em rede altera a configuração constitutiva do sujeito da escola contemporânea, alterando também as formas de se relacionar nesse espaço. Débora Massmann, em Ontem, hoje e amanhã: ainda a questão do ensino, produz uma reflexão acerca do atual sistema de ensino brasileiro e as mudanças ocorridas no mundo com o advento das novas tecnologias. Massmann problematiza “a função de ensinar na escola do século XXI”, retoma as considerações de Orlandi (2006) sobre o discurso pedagógico e suas práticas, e explicita o jogo imaginário em funcionamento na sala de aula, o qual se sustenta no discurso autoritário e tem a figura do professor como elemento central. Os capítulos da parte IV discutem o processo de constituição (interpelação e individuação) do sujeito em relação a diferentes formações discursivas. No primeiro capítulo –O sujeito no discurso: modulações operadas pelo drama da voz–, Pedro de Souza toma a voz como objeto de análise, entendendo-a como um gesto enunciativo para a constituição do sujeito, a partir da investigação 101 14 (1) do modo pelo qual o “cantante é interpelado em sujeito, através do uso que faz da voz ao cantar” (p. 176). Em Sujeito e subjetividade: psicanálise e análise de discurso, Lauro Baldini aborda a noção de sujeito na Análise de Discurso e suas relações com a Psicanálise, a partir do conceito de interpelação ideológica, proposto por Louis Althusser e reelaborado por Michel Pêcheux no quadro de uma teoria não-subjetivista do sentido e do sujeito. Para Baldini (p. 200), é fundamental em uma discussão sobre o sujeito que a AD trabalhe “a relação: do lado da língua, a lógica do significante, o simbólico como instância puramente diferencial, sem substância; do lado da história, a luta de classes, uma divisão social traumática que não pode ser integrada à rede simbólica e, por fim, do lado do inconsciente, a falta de relação sexual”. Belmira Magalhães, no texto Sujeito no e do discurso: pensando a resistência, analisando a expressão “Você Pode”, presente na discursivização do sujeito contemporâneo, reflete acerca do inconsciente e da ideologia e das possibilidades do sujeito fazer história (criar o novo). A autora explicita que, na contemporaneidade, “exalta-se o sujeito livre e decidido, completo, capaz de realizar o que quiser. Oferece-se ao sujeito a possibilidade de conquistar tudo e, em contrapartida, aqueles que não conseguem (a maioria) são culpabilizados, sob a alegação de que são incapazes de ser empreendedores” (p. 205). Analisando algumas sequências discursivas veiculadas pela mídia impressa e em outdoors, Magalhães salienta a emergência do individualismo, da concorrência interpessoal acirrada e do surgimento de doenças. Em O processo de interpelação ideológica em Kafka: da ignorância culposa ao humor rebelde, Maurício Beck aborda a prática da interpelação ideológica e questiona esse processo de interdito da contradição, tomando como objeto de análise a personagem Josef K., do livro O Processo, de Franz Kafka. Nas considerações finais, o autor lança um questionamento que incita a reflexão sobre a desmistificação do sujeito e do seu processo de constituição: “Esse efeito de desmontagem e desmistificação do eu pelo viés do humor não é correlato à crítica teórica que a Análise do Discurso e a Psicanálise fazem ao sujeito-ego-pleno e a uma suposta interpelação ideológica todo poderosa sem fissuras e contradições?” (p. 230). Encerrando a seção, em Língua, memória discursiva e efeitos de sentido, Maria da Conceição Fonseca-Silva apresenta uma reflexão acerca da relação língua e memória. Além do percurso teórico sobre os conceitos, a autora analisa algumas formulações relativas ao acontecimento de 31 de outubro de 2010, “Dilma Rousseff é a primeira presidente do Brasil”, apontando deslizamentos de sentidos sobre a presidente Dilma Rousseff, os quais vão de militante contra o regime militar (vista como subversiva, terrorista) à presidente do Brasil. A parte V, a última da obra, apresenta capítulos cujas reflexões versam sobre a língua e a produção do conhecimento na sociedade. O texto A casa miticamente comum, de Amanda Scherer, abre a seção com uma discussão teórica que marca a relação entre a História das Ideias Linguísticas e a Análise de Discurso. Em uma narrativa belíssima, Scherer revela seu percurso na Análise 102 Reseñas de Discurso e explicita as relações institucionais, os convênios, as parcerias, as orientações, o modo como a AD afeta a constituição do sujeito. Para Scherer, “para ser analista do discurso, é preciso justamente deslocar o sujeito face aos efeitos de evidência e do sentido já posto.” (p. 259). Ana Zandwais, em Como caracterizar uma nação: entre os domínios históricos e discursivos, nos traz uma reflexão sobre as formas de constituição de uma nação “que concorrem para a construção de imaginários que se discursivizam e que nos permitem compreender as formas através das quais o Estado e as sociedades civis se organizam a partir das experiências vividas e das relações díspares que podemos observar entre a superestrutura e a infraestrutura”, que acabam garantindo o funcionamento do mito da “unidade linguística” e o efeito de “unidade nacional” (p. 263). Para Zandwais, um imaginário de nação só pode ser produzido “pela discursividade, pela identificação dos membros de um Estado com a língua-mãe, ou seja, a língua que todos falam e que identifica todos que a falam, que lhes confere referências culturais, uma herança histórica, um lugar de filiação.” (p. 272). Equívocos da/na língua oficial, texto de Mónica Graciela ZoppiFontana, apresenta uma problematização sobre a instituição da língua portuguesa como “língua oficial”, com destaque para o efeito do processo histórico de colonização portuguesa, os quais afetam a constituição dos sujeitos brasileiros. Com vistas a refletir a respeito do imaginário de “língua oficial” nos discursos de internacionalização da língua, Zoppi-Fontana analisa o projeto de lei 065/2005 que tinha como proposta substituir o “ç” de Foz de Iguaçu por “ss”. Segundo a autora, nos documentos legislativos da lei, emerge um “saber espontâneo sobre a língua, que retoma e reformula, do lugar de enunciação do legislador, memórias historicamente produzidas.” (p. 284); já nos documentos jornalísticos da lei, “o inglês é significado como língua global de negócios (...) ao tempo que o português é compreendido como língua que produz isolamento por ter uma grafia de ‘uso exclusivo do Brasil’” (p. 286). O último texto da seção, intitulado Língua Nacional – Escola Nacional, de Mariza Vieira da Silva, trata da questão da institucionalização do português como “língua nacional”, expressão que tende a deslocar para comum em diferentes documentos oficiais, estreitando a articulação com a universalização da educação. No fechamento de seu percurso teórico e analítico (do conto “Minha gente”), a autora destaca a presença das marcas da colonização no sistema e questiona: “Como compreender esses ‘debates e polêmicas’ suscitados pelo termo ‘nacional’, essa opacidade do termo ‘comum’ em relação à língua e à escola...?” (p. 308). Dado o panorama das produções, enfatizamos a relevância da obra, cuja proposta teórico-metodológica, com abordagens singulares sobre questões atuais da contemporaneidade, proporciona ao leitor e (não só) estudioso da linguagem a compreensão da constituição dos sujeitos, dos discursos e dos sentidos, e, ainda, do processo (pecheuxtiano) de estruturação-desestruturação-reestruturação dos trajetos. 103 14 (1) Referências Bibliográficas Courtine, J. (2009). Análise do discurso político: o discurso comunista endereçado aos cristãos. Traduzido por Cristina de Campos Velho Birk et al. São Paulo: EdUFSCar. Ong, W. (1998). Oralidade e cultura escrita: a tecnologização da palavra. Trad. Enid Abreu Dobránszky. Campinas: Papirus. Orlandi, E. P. (2006b). A linguagem e seu funcionamento: as formas do discurso. Campinas: Pontes. Pêcheux, M. (1990). O discurso: estrutura ou acontecimento. Campinas, SP: Pontes. Pêcheux, M. (1975). Vérités de La Palice. Paris: Maspero. Fernanda Correa Silveira Galli Universidade Estadual Paulista (UNESP/IBILCE), Brasil [email protected] Dantielli Assumpção Garcia Universidade de São Paulo (USP/FFCLRP), Brasil [email protected] 104 Indice acumulado Indice acumulado VOLUMEN 1 (1) 2001 CHARAUDEAU, Patrick, De la competencia social de comunicación a las competencias discursivas, 7-22. MARCUSHI, Luiz Antônio, Aspectos da questão metodológica na análise da interaçao verbal: o continuum cualitativo-cuantitativo, 23-42. CARBÓ, Teresa, Tocar el lenguaje con la mano: experiencias de método, 43-67. VAN DIJK, Teun, Algunos principios de la teoría del contexto, 69-81. 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Grammaire du sens et de l’expression, Reseñado por Wander Emediato de Souza, 129-132. 116 Instrucciones para las reseñas · La reseña tendrá como encabezado el autor (o editor), el año, el título, el número de páginas, la casa editorial y el ISBN de la obra reseñada. · En la introducción se identificará el tema y el problema central. · Se describirá la estructura de la obra (en capítulos, y partes, existencia de glosarios, apéndices, etc.) y se hará una síntesis completa del contenido. Asimismo, se especificará quiénes son los lectores potenciales del libro reseñado. · El texto de la reseña será evaluativo y expresará la posición del autor frente a la obra reseñada. · El libro reseñado se pondrá en relación con otros trabajos sobre el mismo tema y/o del mismo autor y se situará en el contexto del momento y lugar en que aparece publicado. · Se seguirán las convenciones de citas que se indican para el resto de las contribuciones a la revista de la ALED. · El texto de la reseña tendrá un límite máximo de 3.000 palabras (aproximadamente diez cuartillas). · Enviar dos copias en papel tamaño carta y una en disquete en formato de documento Word (o compatible) a: Sírio Possenti, e-mail: [email protected] o Irene Fonte, e-mail: [email protected] Instruções para as resenhas · No encabeçado da resenha devem ser indicados o autor (ou editor), o ano, o título, o número de páginas, a casa editorial e o ISBN da obra resenhada. · Na introdução serão indicados o tema e o problema central. · Descrição da estrutura da obra (em capítulos, ou partes, a existência de glossários, apêndices, etc.) e apresentação de uma síntese completa do conteúdo. É importante a informação sobre os leitores potenciais do livro resenhado. · O texto da resenha será avaliativo e expressará a posição do autor frente à obra resenhada. · Comentar-se-á a relação entre o livro resenhado e outros trabalhos sobre o mesmo tema, alheios ou do autor considerado, e situar-se-á a obra no seu contexto temporal e espacial. · Para as citações, serão seguidas as mesmas convenções que se indicam para o resto das contribuições da revista da ALED. · O texto da resenha terá um limite máximo de 3.000 palavras (aproximadamente dez páginas). · Enviar duas cópias em papel tamanho carta e uma em disquete em formato Word (ou compatível) a: Sírio Possenti. E-mail: [email protected] e Irene Fonte, e-mail: [email protected] 117 Instruções para os autores · Política Editorial. A Revista Latino-americana de Estudios del Discurso publica trabalhos originais e inéditos dos membros pesquisadores da Associação. Os trabalhos recebidos são submetidos à arbitragem por parte de especialistas de reconhecido prestígio. O Comitê Editorial reserva-se o direito de sugerir aos autores modificações formais aos artículos que forem aceitos, assim como publicá-los no número que considerar mais conveniente. · Instruções para os autores: Os pesquisadores interessados em publicar seus trabalhos na Revista Latino-americana de Estudios del Discurso, deverão seguir as seguintes instruções: 1. Enviar seus trabalhos ao seguinte endereço postal: Adriana Bolívar y Martha Shiro Revista Latinoamericana de Estudios del Discurso Apartado 47075, Los Chaguaramos, Caracas 1041-A, Venezuela. Os trabalhos também podem ser enviados em attachment às seguintes direções eletrônicas: [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] 2. Os artículos deverão ser escritos em papel tamanho carta, com espaço duplo, de um só lado e ter uma extensão máxima de 25 laudas, incluindo notas e bibliografia. 3. O texto do artículo deve ser precedido por um resumo em espanhol, português (resumo) e inglês (abstract) de não mais de 150 palavras. Incluir-se-ão até seis palavras chave. Os títulos gerais e de seções devem ser breves e explícitos. 4. Todo artículo deve estar acompanhado por uma breve informação biográfica em numa extensão entre 50 e 100 palavras, onde se indique o nome completo do ou dos autores, instituição onde trabalha, telefone, fax e correio eletrônico. Do mesmo modo, dever-se-á proporcionar, de forma clara e completa, o endereço postal mais seguro para receber a correspondência. 5. As citações textuais de mais de 40 palavras devem insertar-se no texto com sangria de 1cm de cada lado. Sua referência far-se-á segundo o sistema autor-data. Ao final da citação, escreve-se entre parêntese o sobrenome do ou dos autores, o ano de publicação e o número de página. Exemplo: (Charaudeau, 2003: 25) 6. As notas devem enumerar-se consecutivamente e colocar-se ao final do texto, antes das Referências Bibliográficas. 7. Todas as referências bibliográficas devem ser ordenadas alfabeticamente depois das notas, e como se verá a seguir: Livros: Ruíz Ávila, D. (2003). Tejiendo discursos se tejen sombreros. Identidad y práctica discursiva. México: Fomento Editorial. Capítulo de libro: Wodak, R. (2003) De qué trata el análisis crítico del discurso (ACD). Resumen de su historia, sus conceptos fundamentales y sus desarrollos, en R. Wodak y M. Meyer (eds.) Métodos de Análisis crítico del discurso, pp.1743. Barcelona: Gedisa. Artículos: Chumaceiro, I. (2004). Las metáforas políticas en el discurso de dos líderes venezolanos, Revista Latinoamericana de Estudios del Discurso, 4 (2): 91-112. As letras a, b, c, anexadas à data de publicação, podem ser usadas para referenciar trabalhos de um mesmo autor publicados no mesmo ano. 118 Revista Lationamericana de Estudios del Discurso Revista Latinoamericana de Estudos do Discurso Instrucciones para los autores · Política Editorial. La Revista Latinoamericana de Estudios del Discurso publica trabajos originales e inéditos de los investigadores miembros de la Asociación. Los trabajos recibidos serán sometidos a arbitraje por parte de especialistas de reconocido prestigio. Como consecuencia, el Comité Editorial se reserva el derecho de sugerir a los autores modificaciones formales a los artículos que sean aceptados, así como publicarlos en el número que considere más conveniente. · Instrucciones para los autores: Los investigadores interesados en publicar sus trabajos en la Revista Latinoamericana de Estudios del Discurso, deberán seguir las siguientes instrucciones: 1. Enviar sus trabajos a la siguiente dirección postal: Revista Latinoamericana de Estudios del Discurso Adriana Bolívar y Martha Shiro Editoras Apartado 47075, Los Chaguaramos, Caracas 1041-A, Venezuela. Los trabajos también pueden ser enviados en attachment a las siguientes direcciones electrónicas: [email protected][email protected] [email protected][email protected] 2. Los artículos deberán ser escritos en papel tamaño carta, a espacio y medio en Times New Roman 12, por una sola cara y tener una extensión máxima de 25 cuartillas, incluyendo notas y bibliografía. Tanto las imágenes, gráficos o tablas deben anexarse en su formato original (jpg, tif, gif, png, excel, power point...) 3. El texto del artículo debe ir precedido por un resumen en español, portugués (resumo) e inglés (abstract) de no más de 150 palabras. Se incluirán hasta seis palabras clave. Los títulos generales y de secciones deben ser breves y explícitos. 4. Todo artículo debe estar acompañado por una breve información biográfica y académica escrita en una extensión entre 50 y 100 palabras, donde se indique con claridad el nombre completo del o los autores, nombre y dirección de la institución donde labora, teléfono, fax y correo electrónico. Asimismo, aparte se deberá proporcionar de forma clara y completa la dirección postal más segura para recibir correspondencia. 5. Las citas textuales de más de 40 palabras deben insertarse en el texto con sangría de 1cm a cada lado. Su referencia se hará según el sistema autor-fecha: al final de la cita se escribe entre paréntesis el apellido del o los autores, el año de publicación y el número de página. Ejemplo: (Romano y Sousa, 2004: 17), (Charaudeau, 2003: 25). 6. Las notas deben numerarse consecutivamente y colocarse al final del texto, antes de las Referencias Bibliográficas. 7. Todas las referencias bibliográficas deben ser ordenadas alfabéticamente después de las notas, y como se muestra a continuación: Libros: Ruíz Ávila, D. (2003). Tejiendo discursos se tejen sombreros. Identidad y práctica discursiva. México: Fomento Editorial; capítulo de libro: Donaire, M. L. (2004) La polifonía, una relación binaria, en E. Arnoux y M. M. García Negroni (Comps.) Homenaje a Oswald Ducrot, pp. 117-133. Buenos Aires: Eudeba. Wodak, R. (2003). De qué trata el análisis crítico del discurso (ACD). Resumen de su historia, sus conceptos fundamentales y sus desarrollos, en R. Wodak y M. Meyer (eds.) Métodos de Análisis crítico del discurso, pp.17-43. Barcelona: Gedisa. Artículos: Chumaceiro, I. (2004). Las metáforas políticas en el discurso de dos líderes venezolanos, Revista Latinoamericana de Estudios del Discurso, 4 (2): 91-112. Las letras a, b, c, anexadas a la fecha de publicación, pueden ser usadas para referenciar trabajos de un mismo autor publicados en el mismo año. 8. Cada autor recibirá 2 ejemplares del número de la revista donde aparece su trabajo. Adriana Bolívar y Martha Shiro Editoras de la Revista Latinoamericana de Estudios del Discurso Apartado 47075, Los Chaguaramos Caracas 1041-A, Venezuela