Rodrigo Quesada Monge. Ciro Flammarion Santana Cardoso (1942

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Rodrigo Quesada Monge. Ciro Flammarion Santana Cardoso (1942
Rodrigo Quesada Monge. Ciro Flammarion Santana Cardoso (1942-1913). In
Memoriam.
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CIRO FLAMMARION SANTANA CARDOSO (1942-2013). IN MEMORIAM.
Rodrigo Quesada Monge1
I
Escribir este obituario tiene para el autor varios significados. Uno de ellos tiene
que ver con el hecho de que ya no soy un adolescente, ilusionado y embobecido con los
acontecimientos políticos, sociales y académicos de principios de los años setenta del
siglo XX en Costa Rica. Porque recordemos, en América Central, durante las décadas
de los años setenta y ochenta del siglo pasado, las guerras civiles, las dictaduras, las
guerrillas y las revoluciones sacudían a sociedades aterradoramente desiguales (muy
poco ha cambiado, desde entonces), sacudidas por el intervencionismo desfachatado del
imperialismo norteamericano, pero, al mismo tiempo, sociedades donde existían grupos
armados y organizaciones dispuestas a entregar la vida para darles a sus pueblos una
existencia más decente y significativa. Muchas de esas revoluciones terminaron en
burlas inmisericordes contra esos mismos pueblos, ingenuos y poseídos por el simple
afán de supervivencia. En América del Sur varias de las situaciones mencionadas se
daban también. Son los años de las infames dictaduras en Argentina, Chile, Brasil,
Uruguay y Paraguay, solo para mencionar algunas.
En la pacífica Costa Rica, la situación no era completamente distinta, pues la
crisis en el sistema económico también había generado una serie de revueltas populares,
enfrentamientos sindicales y otros, que denotaban una agresividad y una inconformidad
de parte del pueblo costarricense inédita desde 1948. Las manifestaciones contra
ALCOA en abril de 1970, la compañía norteamericana a la que el Estado costarricense
pretendía entregarle las riquezas mineras del país (como lo había hecho en el siglo
XIX), en contra de la voluntad de la mayoría del pueblo consciente y politizado,
establecieron un hito y aún hoy día siguen siendo el punto de referencia de las
posibilidades reales que tienen nuestros pueblos para rebelarse y recuperar sus cuotas
reales de poder, como lo evidenciaron las protestas contra la privatización de la Caja
Costarricense del Seguro Social y del Instituto Costarricense de Electricidad en el 2000,
y contra el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos en el 2007.
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Historiador costarricense (1952), escritor y catedrático jubilado de la Universidad Nacional de Costa
Rica. Premio (1998) de la Academia de Geografía e Historia de su país.
Rodrigo Quesada Monge. Ciro Flammarion Santana Cardoso (1942-1913). In
Memoriam.
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II
Con ese escenario, al empezar la década de los años setenta del siglo XX, Costa
Rica abrió sus puertas para recibir a varias decenas de intelectuales, políticos,
empresarios y diplomáticos que buscaron refugio en nuestro país, debido a los
problemas que tenían ellos en los suyos, como hemos anotado. Después de la humillante
derrota del proyecto revolucionario encabezado por la Unidad Popular en 1973, muchos
chilenos vinieron a Costa Rica y produjeron una verdadera revolución en el teatro, la
pintura, las ciencias sociales y otras disciplinas académicas y artísticas. Lo mismo
sucedió con los nicaragüenses, los guatemaltecos y los salvadoreños desgarrados por las
guerras civiles en sus lugares de origen. Algo similar podríamos decir de los brasileños
y de los argentinos.
Pero en Costa Rica, desde la reforma universitaria de 1957, se habían gestado
intercambios académicos inéditos con países como España, Francia, los Estados Unidos
y Chile, solo para mencionar algunos casos. Sin embargo, la oleada que benefició a
nuestro país, después de 1970, todavía no tiene una explicación satisfactoria, en vista de
la cantidad importante de factores involucrados que pudieran haberla provocado.
Muchos de estos intelectuales terminaron totalmente integrados, se casaron, tuvieron
sus familias en Costa Rica, y todavía hoy la siguen beneficiando.
III
Una de las disciplinas sociales y humanísticas más beneficiadas, con esta llegada
masiva de refugiados a Costa Rica, fue precisamente la historia. El quehacer
historiográfico y filosófico en este país se había visto impulsado por figuras e
intelectuales españoles de renombre internacional, tales como Constantino Láscaris
(1923-1979) y Teodoro Olarte (1908-1980), más orientados hacia la filosofía de la
historia; pero igualmente la reforma universitaria arriba mencionada había beneficiado a
muchos costarricenses para que partieran al extranjero a realizar sus estudios de
posgrado. El segundo impulso, que se produce después de 1970, con figuras como
Héctor Pérez Brignoli (1945- ) y Ciro Flammarion Santana Cardoso (1942-2013), tiene
un nuevo aliento, más orientado hacia el quehacer de la historia como disciplina social,
fuertemente influenciado por el materialismo histórico.
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Estos dos historiadores produjeron una verdadera transformación en el quehacer
de la historia en Costa Rica, en tanto que disciplina humanística y social, pues su
preocupación por la precisión de los temas a investigar, de las fuentes y de las técnicas
facilitó el surgimiento de una generación de historiadores, que le ha dado frutos
decisivos a Costa Rica. Muchos de sus discípulos, entre ellos el que esto escribe,
tuvieron la suerte de realizar estudios de posgrado en Europa, los Estados Unidos y
México, donde se formaron con una mentalidad investigativa, totalmente diferente.
Terminaron como catedráticos universitarios y formando también a una nueva
generación de investigadores, que hoy destaca como una de las más disciplinadas e
imaginativas de América Central.
IV
Sin la influencia beneficiosa, creativa y sumamente productiva de historiadores
como Héctor Pérez y Ciro Cardoso, la historiografía costarricense no sería la misma.
Ciro Cardoso, en particular, un historiador brasileño, cuyas investigaciones sobre la
esclavitud, tanto en el antiguo Egipto como en el Caribe colonial, sobre los modos de
producción coloniales en América Latina, y la epistemología de inspiración marxista,
han sido revolucionarias y han dejado una impronta decisiva en la historia de América
Latina, transmitió en Costa Rica un legado fundamental de espíritu crítico, profundidad
e imaginación históricas irrepetible. Bien podría decirse, sin temor a equivocarse, que la
historia económica de América Latina (nos referimos a su obra en dos volúmenes,
publicada en España a principios de los años ochenta, por editorial Crítica de
Barcelona), escrita por estos dos historiadores, no ha sido superada por nadie, ni aún por
aquellas escritas por algunos historiadores anglosajones, más preocupados por la
descripción de estadísticas que por las explicaciones de largo aliento, propios de la
historiografía que han promovido Ciro Cardoso y Héctor Pérez.
V
La muerte de Ciro Cardoso, el pasado 29 de junio del 2013, nos dejó
boquiabiertos, porque de pronto se nos vino a la consciencia todo lo que muchos le
debíamos. Nunca, ni aún en los mejores momentos en Europa, tuve un profesor de
historia económica y social, como Ciro Cardoso. La lucidez, la precisión, la vastedad y
profundidad del análisis son cualidades que hoy, con sesenta años, yo trato de imitar en
mis trabajos. La teoría de los modos de producción coloniales, una propuesta marxista
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de gran originalidad, impulsada desde América Latina, tiene ingredientes y potencias
teóricas y metodológicas que aún estar por explorarse en todas sus posibilidades y
dimensiones. En los últimos años de su vida, Ciro, también un extraordinario pianista, y
un gran experto en epigrafía egipcia, se dedicó a las investigaciones semiológicas,
donde también dejó la marca de su sabiduría y de su modestia. Cuando un intelectual
latinoamericano de esta envergadura se nos muere, se va con él también, una enseñanza,
un recuerdo, y una serie de lecciones sobre lo que significa la investigación social en
nuestros pueblos, donde deberían privar la solidaridad, la alegría de vivir, y un efectivo
compromiso con la realidad que viven nuestras naciones. No darle cabida a la vanidad,
la envidia, el egoísmo y el resentimiento, como diría el gran novelista cubano Leonardo
Padura, son las virtudes de estos hombres, como Ciro Cardoso, a quien hoy
conmemoramos con cariño, gratitud y una larga y sostenida remembranza.